stone sheep report canada

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DI ARI O DE CAMP O L A HI EL Y L A MI EL EN PORTADA

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Reportaje para Hunters sobre la caza en Canadá del Stone Sheep, por Juan Iglesias.

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DIARIO DE CAMPO

LA HIEL Y LA MIEL

EN PORTADA

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Llevaba varios años barajan-do esta cacería, pero los altos precios y las dificultades sobre su caza me echaban para atrás ya que tenía que decidir en

pocos días pues de no aceptarla tendrían que ofrecerla a otro cazador.

Con la decisión tomada y las reservas de los vuelos confirmadas para el 28 de julio, inicié los preparativos: ropas, equipo y demás. En esta ocasión decidí alquilar un rifle a la agencia de caza. Fue un Reming-ton sintético del calibre 300 Winchester Magnum con visor Z3 Swarovski 3-10x42 y con retícula BRX, lo ideal para la caza de alta montaña, utilizando las balas adecua-das ofrece muy buenos resultados.

De esta forma disponía de seis o siete kilos de equipaje extra en mi maleta, además de la tranquilidad de no ser moles-tado en las escalas por los estrictos contro-les de armas de la policía aduanera.

28 y 29 de julioEl itinerario era Málaga–Londres–Calga-

ry–Vancouver–Smithers, un total de 26 horas incluidos los tiempos de espera en los aeropuertos. Mi destino Smithers, un

pequeño pueblo maderero al norte de la Columbia Británica, muy cerca de la fron-tera con el Yukón.

Los vuelos transcurren con normali-dad, a pesar de la incomodidad de viajar siempre de día y no poder descansar en ellos. Sobrevolamos Islandia, la Bahía de Hudson y llegamos a Vancouver al anochecer, un espectáculo de luz y color. Hice noche en un hotel cercano al aero-puerto y a las siete de la mañana rumbo a Smithers en un bimotor de hélices. Tras dos horas volando las montañas Roco-sas, entre fotos y vídeos a esa maravilla de la naturaleza llegamos a este precioso pueblo.

Alojamiento en el Hotel Hudson Bay y almuerzo a la espera de mi outfitter, que llegó sobre las cinco de la tarde. Tras el examen de mi equipo, que fue aprobado, a descansar. Estaba molido.

30 de julioA la mañana siguiente desde un lago

cercano, salíamos en una avioneta de patines marca Cessna con capacidad para cuatro personas. Me acompañaba Alan, un cazador americano, y su hijo de

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A primeros de julio, en pleno verano mediterráneo A primeros de julio, en pleno verano mediterráneo recibo un correo de mi amigo Bryan, gran outfitter recibo un correo de mi amigo Bryan, gran outfitter canadiense que opera en British Columbia, con la canadiense que opera en British Columbia, con la noticia de que disponía para mí de una licencia para noticia de que disponía para mí de una licencia para la caza del carnero de Stone. Recordemos que estas la caza del carnero de Stone. Recordemos que estas licencias son muy escasas, pues el mercado americano licencias son muy escasas, pues el mercado americano acapara el 90% de ellas, al haber aplazado su interés acapara el 90% de ellas, al haber aplazado su interés por las cacerías en los países de religión musulmana.por las cacerías en los países de religión musulmana.

POR JUAN IGLESIAS

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12 años, que también cazarían el Stone Sheep en otra área de la misma organi-zación.

El buen tiempo hace las delicias de la vista, ofreciéndonos un paisaje indescrip-tible de lagos, glaciares, inmensos pinares y ríos.

Tras dos horas y media amerizamos en el río Stikine, el cuartel general de la compa-ñía, donde nos recibe Jerry, el titular de la concesión de caza, que cubre sobre 50x50 kilómetros aproximadamente.

Esta concesión se encuentra en una zona casi inexplorada de las montañas Cassiar y la arrendó al Gobierno cana-diense por 50 años al módico precio de dos millones de dólares por este periodo. Ya han transcurrido 27 años y con muy buenos resultados cinegéticos.

Alces, caribúes, cabras de las Rocosas y carneros de Stone son sus principales especies, aunque también hay grizzlies y lobos, estos difíciles de ver en esta época.

Tras beber un té caliente y comentar algunos detalles, tomamos nuevamente la avioneta hacia el lago Tucho, para diri-girnos al campamento base, compuesto de tres cabañas de troncos de madera y estufa, donde nos da la bienvenida el equipo de guías. El suministro de leña estaba garantizado.

El jefe del campamento, Blair Miller, me comenta su plan de caza mientras probamos su rifle Remington a 100 y a 300 yardas. Los resultados fueron muy buenos con balas Barnes TSX.

Blair, un joven canadiense de 25 años fuerte como un toro y su esposa Rebe-ca, de 23 años, serían mi asistencia, ella magnífica cocinera y ayudante con los caballos.

31 de julioNos levantamos al amanecer, mi reloj

marcaba 6,5ºC en el interior de la caba-ña. Tras desayunar empleamos tres horas en aparejar y cargar los seis caballos de nuestra expedición: tres de monta y tres de carga. El plan era estar diez días en las montañas o hasta que cazáramos el Stone Sheep. Tras esta pesada faena sali-mos rumbo a Spinow, un pico que lidera un macizo montañoso muy duro de esca-

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lar, pero con buenas referencias de otros años.

Nuestra caravana se pierde en la espe-sura del bosque canadiense. No existen rutas ni sendas, nadie cazó por allí los últimos cuatro años y las antiguas veredas de los caballos están perdidas. Empieza el calvario. Los abetos cierran el paso y sus ramas van tropezando con las piernas doblándote las rodillas hacia atrás. La precaución debe ser extrema pues las varas altas van dándote en la cara y los caballos resbalan de vez en cuando al pisar las redondeadas piedras. Cuando no hay pinos hay tundra encharcada en los valles, haciendo que los caballos se hundan hasta las trancas. El panorama es agotador.

Tras nueve horas sólo con un descanso para comer llegamos a Spinow. Las pier-nas no me responden y mi trasero esta acorchado. Sólo puedo tumbarme en el suelo y recuperar la ilusión perdida por el dichoso carnero. Tras tomar una sopa caliente me meto en el saco. Siento llover durante la noche pero ni me despierto.

1 de agostoApertura de la veda y primer día de

caza. Beca, la mujer de Blair nos lleva con los caballos un par de kilómetros río abajo y con su marcha nos deja solos ante el peligro. El monte Spinow es sobrecogedor y los primeros 500 metros de desnivel los cubre una espesa capa de pinar y maleza

El viaje hasta la cabaña de caza es largo, pero también una delicia para la vista. A partir de

ahí, caballo, fly camp y pesadas mochilas con el equipo. Así es la caza en estas latitudes.

El autor en uno de los fly camp. A la izquierda Beca y sobre estas líneas Blair.

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de difícil ascenso. Es casi imposible subir por allí rompiendo ramas y con tanta carga. Mí guía transporta una enorme mochila con 40 kilos de peso incluyendo su rifle (llevábamos todo el equipo para cinco días) y yo la mía de 15 kilos: saco, colchoneta y ropa entre otros.

Es importante aclarar que esta es la dichosa modalidad back pack, puesta de moda por los chicos americanos del Safari Club Internacional (SCI) y que consiste en ver quién carga más peso. Lógicamente esto contrasta con nuestra forma europea de entender la caza, pues lo normal es una mochila de un día y más para un vetera-no como yo que peina canas y supera los cincuenta.

Cuatro horas nos cuesta vencer el monte con infinidad de paradas. Llega-mos a la zona limpia al atardecer donde sorprendimos a un caribú y un alce joven. Con el tiempo justo montamos la tienda mientras empieza a llover.

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2 de agostoUn nuevo día. Tras desayunar aligera-

mos nuestras mochilas dejando montado el campamento. Estamos sobre la cota de los 2.100 metros y las resbaladizas piedras graníticas están mojadas haciendo peli-grosísima y lenta nuestra marcha. Vamos explorando las cumbres y los recodos, ningún animal se ve por allí. Recorremos la cordillera sin resultado alguno. Agota-mos el día haciendo alguna foto, regresa-mos a la tienda y a dormir.

3 de agostoMovemos la tienda en sentido este

sobre un kilómetro, al pie de otra cordille-ra. Unas dos horas le echamos a la subida para buscar una buena atalaya y al llegar por fin divisamos tres carneros de Stone: dos jóvenes y uno viejo, buenísimo. Esta-ban en otra cumbre a más de tres kilóme-

‘DESPUÉS DE TRABAR LOS CABALLOS INICIAMOS LA MARCHA REGISTRANDO LAS DOS VERTIENTES. VEMOS HUELLAS RECIENTES DE UN GRAN GRIZZLY Y AL LLEGAR A UN PUNTAL VEO UN MACHO DE CABRA EN LA CUMBRE DE UNA MONTAÑA LEJANA. ESTAMOS EN ESTA CUANDO BECA DICE “SHEEP, SHEEP”…’

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tros, con un inmenso barranco vertical que nos separaba. Eran casi las seis de la tarde y ya no daba tiempo a ninguna entrada. Los controlamos hasta el anoche-cer para fijar su posición al día siguiente.

4 de agostoLa planificación en la caza abierta y

salvaje es difícil. Atacaríamos la cordillera de este a oeste para beneficiarnos de la luminosidad que nos ofrece el fuerte sol de la primera hora. Otra cuestión sería cómo subir hasta allí arriba ya que la lade-ra, pendiente y cubierta de cantos roda-dos del tamaño de una mesa, nos hacia replantear el tema. Sólo una torrentera nos podría permitir la subida sin ser vistos y todo ello contando con que ningún lobezno nos hubiera movido los carneros durante la noche. Llegamos a un observa-torio y ni rastro de los carneros: como si se los hubiera tragado la tierra.

Hemos recorrido varias montañas. Sólo los tres carneros vistos en zonas casi imposibles con afiladas crestas y sin ninguna opción.

Ahora comprendo como sólo el 30 por ciento de los cazadores cobran su carnero de Stone a la primera. Interesante mencio-nar el reportaje de mi amigo Jesús Caba-llero sobre esta cacería [Hunters nº 140].

Desilusionados por el fracaso y hechos polvo por los cuatro días de sufrimiento decido obligar a mi guía a cambiar de zona. Él acepta y regresamos bajando hasta el río donde nos espera Beca con los caballos. Las emisoras nos permiten mantener contacto permanente con ella. Qué valor el de esa chica. Cuatro días sola en medio de la nada con seis caballos y una pequeña escopeta de un tiro cargada con balas para reducir el posible ataque de un grizzly o una manada de lobos hambrientos.

5 de agostoMe cuesta muchísimo levantarme. El

cansancio acumulado va haciendo mella y poco a poco vamos desmantelando el campamento y cargando los caballos. Nos esperan otras ocho horas de vuelta hasta el campamento base en el lago Tucho. El camino se hace interminable y sólo vemos algún caribú correteando al paso de los caballos. Llegamos al atardecer y me preparo una ducha de agua caliente con una bolsa de goma y una regadera. Un poco rústica pero muy relajante.

6 de agostoDescanso obligado y preparativos para

salir al día siguiente en dirección total-mente opuesta. Llueve y aprovecho para organizar mis archiperres. Los demás guías del campamento comprenden mi enfado pero la caza es así de incierta.

7 de agostoAmanece un día espectacular con cielo

azul y claro. Se recortan las siluetas de las altas cumbres donde vamos a inten-tar nuestra cacería. Son picos de cuchillo donde se supone que los carneros sestean con tranquilidad. La verticalidad de las laderas hacen casi imposible el ataque de los lobos, su principal depredador.

Iniciamos la marcha a paso de caballo, lento pero constante. Vamos avanzando y disfrutando del colorido y la belleza de valles y montañas. A las cuatro horas de marcha, en una de las paradas para gemelear las cumbres, descubrimos una cabrada de Mountain Goat, la cabra de Las Rocosas. Se trataba de varias hembras con sus chotos de esta primavera, una preciosidad.

Tres horas más nos llevan a nuestro próximo fly camp después de salvar un valle infernal. La senda a tomar pasa por ciénagas inciertas donde los caballos rehusan sistemáticamente a cruzar y los sobresaltos son constantes con arriesga-dos brincos a lomos de los equinos.

A nuestra llegada, mientras Beca y Blair desmontan el equipo preparo la fogata.

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Es increíble cómo acostumbran a hacer fuegos a escasos metros de los pinos. Ante mi preocupación me explican que dado el alto índice de humedad en todo el bosque es casi imposible la propagación del fuego, no obstante tomo mis precau-ciones rodeando las llamas con un cerco de piedras para evitar la dispersión.

8 de agostoHoy nuestro objetivo es subir hasta

superar el espeso bosque de cerrados pinares para observar las cordilleras cercanas. Este es el punto más alejado del área de caza. En los años pasados se consiguieron buenos trofeos. La subi-da es muy empinada y se nos van más de dos horas. Mientras el día avanza va nublándose por momentos y un fuer-te viento del norte nos hace incómoda la observación. Optamos por buscar un recodo protegido para montar nuestra tienda y observar las desérticas crestas. Un par de Mountain Goat con sus crías descansan en una solana alejada, pero nada de carneros. Terminamos el día en un puntal con magnífica visibilidad pero nada de nada. Sin cruzar palabras entre mi guía y yo regresamos al anochecer. Mí preocupación va en aumento y ya asumo el fracaso pues quedan pocos días. Blair, mi magnífico guía, termina conmigo el día 15 pues se incorpora un nuevo cazador de Oklahoma.

9 de agostoLa mañana siguiente más de lo mismo.

Tan sólo un precioso alce pasta en las lade-ras cercanas. Es inmenso pero aún no está abierta la veda y ni me planteo una broma con Blair. Son muy estrictos con la legali-dad y las autoridades conceden la licencia de alce, pero te obligan a llevar la carne al campamento. Si estuviera abierta la veda tampoco sería viable pues estamos a más de cuatro horas de los caballos y habría que dar algunos viajes para esta tarea. Me conformo con tomar algunas fotografías. Emprendemos nuestra ruta hacia un circo de singular belleza: los carneros tampoco están aquí y la comunicación con mi guía va deteriorándose por los malos resulta-dos. Vuelta a la colchoneta y a asumir la caza como viene.

10 de agostoUn día soleado nos sorprende y enfila-

mos la marcha hacia el risco elevado de otra montaña. Desde la lejanía volvemos a ver al alce esta vez acompañado de una hembra ya próxima a su época de celo. Decidimos volver a los caballos para regresar. La mochila cada vez pesa más y llegamos sobre el mediodía. Nuevamente a levantar el camp y marcha hacia atrás. A la vuelta vemos un collado con buenas opciones de cazar. Instalamos allí nues-tra tienda y últimos proyectos para el día siguiente.

11 de agostoHoy Beca nos acompañará. Después de

trabar los caballos iniciamos la marcha registrando las dos vertientes. Vemos huellas recientes de un gran grizzly y al

llegar a un puntal veo un macho de cabra en la cumbre de una montaña lejana. Su contraste de blanco sobre gris es muy visible a lo lejos, estamos en esta cuando Beca dice “sheep, sheep”. No me lo podía creer: tres carneros carean a media lade-ra. Uno viejo, dos jóvenes. Rápidamente planteamos la entrada y la mejor opción es avanzar hacia ellos por el cauce de un arroyo cubierto de pinos. Beca se queda controlando su marcha. Llegan a la cumbre y se tumban a rumiar. Es la nuestra, pensé. Tenemos dos horas para el avance sigiloso y los nervios están a flor de piel. No noto el cansancio y vamos subiendo la vertical ladera hasta llegar a una meseta donde es imposible avan-zar más. Ya nos tienen en su ángulo de visión, medimos la distancia y estamos a 315 metros. Sólo vemos la cabeza de un precioso carnero de Stone y sus compa-ñeros se sitúan vigilando la vertiente opuesta. Nuestra única posibilidad es esperar a que se levante e intentar un largo tiro a esa distancia. Monto el spot-ting scope, coloco el rifle y a esperar. A los 45 minutos el carnero se pone de pie tranquilamente, sitúo la cruz en el pecho y toco suavemente el gatillo, el carnero acusa el tiro pero corre unos metros, otro trallazo del 300 lo hace rodar, sus compa-ñeros aparecen para ver qué ocurre y tras unos segundos huyen al ver a su compa-ñero abatido.

A nuestra llegada un magnífico ejem-plar de 12 años y 38 pulgadas yace en el suelo. Mí alegría y emoción borra todos los sentimientos anteriores. Ya tengo mi Stone Sheep. Once días de duro trabajo al fin tienen su hermosa recompensa. H

Tras once días de caza y algún momento de tensión, por fin se pudo dar caza a un carnero de stone, un viejo ejemplar de extraordinario trofeo

como mejor recompensa a tanto esfuerzo.

Récord de Stone SheepCazador: L. S. ChadwickLugar: Muskwa River, BCPuntos: 196 6/8

Año de la cacería: 1936Longitud de los cuernos: Derecho 50 1/8 Izquierdo 51 5/8

Circunf. en la base: Derecho 14 6/8 Izquierdo 14 6/8

Es el único carnero salvaje de Norteamérica que ha medido más de 50 pulgadas en cada cuerno. Se conoce como carnero de Chadwick.