stine r l - terror en la biblioteca

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Terror en la biblioteca

A lucy le gusta contar historias de monstruos. Ha contado tantas que sus amigos y su familia estn hasta el gorro de ellas. Pero un da, Lucy descubre un monstruo real, un monstruo vivo: es el bibliotecario que se encarga del programa de lectura de verano. Para Lucy ser un desastre haber contado tantas exageradas historias de monstruos. Dice la verdad pero nadie le cree ni una palabra. Lo peor es que el monstruo sabe quin es ella y anda tras sus pasos.

R. L. Stine

Terror en la biblioteca

Serie Pesadillas - 9

ePUB v1.0

Siwan 14.09.12

Ttulo original: The Girl who cried Monster

R. L. Stine, enero de 1993.

Traduccin: Adolfo Martn

Editor original: Siwan (v1.0)

ePub base v2.0

1

Me encanta asustar a mi hermano Randy. Le cuento historias de monstruos hasta que me pide que me calle. Yo siempre le tomo el pelo y le digo que veo monstruos por todas partes. Supongo que por eso nadie me crey el da que vi un monstruo de verdad, y supongo tambin que por eso nadie me hizo caso hasta que ya fue demasiado tarde y el monstruo se nos meti en casa. Pero ser mejor que no empiece contando el final de mi relato Me llamo Lucy Dark. Tengo doce aos. Vivo con mi hermano Randy, que tiene seis, y con mis padres en una casa de tamao mediano en una ciudad tambin de tamao mediano llamada Timberland Falls. No s por qu se llama Timberland Falls. Hay unos cuantos bosques en las afueras de la ciudad, pero nadie tala los rboles para aprovechar la madera. Y no hay ninguna catarata. Entonces, por qu ese nombre de Timberland Falls, que quiere decir algo as como cataratas de la comarca maderera? Misterio. Nuestra casa es un edificio de ladrillo rojo situado al final de la calle. A un lado de la casa discurre un seto alto y tupido que separa nuestro jardn del de los Killeen. Pap siempre dice que debera podar el seto, pero nunca lo hace. Delante hay un jardn pequeo y detrs otro bastante grande, con un montn de rboles muy altos. En medio hay un viejo sasafrs que da una sombra muy fresca. Cuando no tengo nada mejor que hacer, me gusta sentarme con Randy bajo el rbol y asustarlo hasta que se pone plido y tembloroso. No me cuesta demasiado, porque Randy se asusta con facilidad. Aunque es pequeo, se parece mucho a m. Tiene el pelo muy negro, como el mo, aunque yo lo llevo ms largo. Es bajo para su edad, igual que yo, y ms bien gordito. Tiene cara redonda, ms redonda que la ma, y ojos grandes y negros que destacan mucho porque los dos tenemos la piel muy blanca. A veces siento un poco de envidia cuando mam dice que las pestaas de Randy son ms grandes que las mas. De todos modos, mi nariz es ms recta que la suya y los dientes no me asoman tanto como a l cuando sonro, as que no me puedo quejar. Bien, pues la cosa es que una calurosa tarde de hace un par de semanas, Randy y yo estbamos sentados bajo el viejo sasafrs mientras yo pensaba en la forma de aterrorizarlo. La verdad es que no tena nada mejor que hacer. La mayor parte de mis amigas se haban ido a pasar las vacaciones fuera de la ciudad, y yo me senta bastante sola. Por lo general estar con Randy es un rollo total, pero por lo menos tengo a alguien con quien hablar y alguien a quien asustar. Yo poseo mucha imaginacin y puedo inventarme los monstruos ms asombrosos y hacer que parezcan totalmente reales. Mam dice que tengo tanta imaginacin que de mayor podra ser escritora. No s si ser escritora o no, pero lo que s s es que no hace falta mucha imaginacin para aterrorizar a Randy. Por lo general me basta con decirle que en el armario de su habitacin hay un monstruo que se est probando su ropa, y Randy se pone ms plido que un muerto y empieza a temblar de pies a cabeza. Pobre Randy. Incluso puedo conseguir que le castaeteen los dientes. Es increble. Me recost contra la parte suave del tronco del rbol, apoy las manos sobre la hierba y cerr los ojos. Estaba inventndome una buena historia para contrsela a mi hermano. La hierba estaba blanda y hmeda bajo mis pies descalzos. Hund los dedos de los pies en la tierra. Randy llevaba pantalones cortos de tela azul resistente y una camiseta blanca sin mangas. Estaba echado de costado, arrancando hierbas con una mano. Has odo hablar alguna vez del comededos de Timberland Falls? le pregunt, sacudindome una araa de los pantalones blancos de tenis. Qu? Segua arrancando hierbas y haciendo un montoncito con ellas. Me refiero a ese monstruo llamado el comededos de Timberland Falls. Oh, Lucy, por favor gimi. Dijiste que no volveras a inventar ms historias de monstruos. Pero si no estoy inventando nada! protest. Esto que te digo es verdad. Levant la vista hacia m e hizo una mueca. S, seguro De veras, Randy insist, sosteniendo la mirada de sus ojos negros y redondos para que viese que era sincera. Esto que te digo sucedi de verdad. Aqu, en Timberland Falls. Randy se incorpor hasta quedar sentado. Me parece que me voy adentro a leer cmics dijo, arrojando un puado de hierba. Randy tiene una gran coleccin de cmics, pero todos son de Disney y de Archie, porque los de superhroes le dan demasiado miedo. El comededos apareci un da en la casa de al lado dije a Randy. Saba que en cuanto empezara a contarle la historia, l ya no se marchara. En casa de los Killeen? pregunt con ojos desencajados. S. Lleg en plena tarde. El comededos no es un monstruo nocturna, sabes? Es un monstruo diurno. Ataca cuando el sol est muy alto, como ahora. A travs de las relucientes hojas del rbol seal hacia el sol, que resplandeca en el despejado cielo azul. Un monstruo di diurno? pregunt Randy. Volvi la cabeza para mirar a la casa de los Killeen, que se alzaba al otro lado del seto. No te asustes. Eso fue hace un par de veranos continu. Becky y Lilah estaban all, bandose en esa piscinita de plstico hinchable que les pone su madre, esa piscinita de la que siempre se derrama la mitad del agua. Y lleg un monstruo? pregunt Randy. Un comededos le respond con cara muy seria y bajando la voz hasta reducirla a un susurro. Un comededos lleg arrastrndose por su jardn de atrs. De dnde sali? pregunt Randy, inclinndose hacia delante. Me encog de hombros. Nadie lo sabe. Es lo que tienen los comededos, que resulta muy difcil verlos cuando se arrastran por entre la hierba, porque adoptan exactamente el mismo color que la hierba. Quieres decir que son verdes? pregunt Randy, al tiempo que se frotaba la nariz. Negu con la cabeza. Slo son verdes cuando se deslizan sobre la hierba respond. Toman el color de la superficie sobre la que se mueven, as que no puedes verlos. Y son grandes? pregunt pensativamente Randy. S respond. Ms grandes que un perro. Vi que una hormiga me suba por la pierna y me la quit de un manotazo. Nadie sabe realmente lo grandes que son porque se camuflan muy bien con lo que les rodea. Y qu pas? pregunt Randy con un hilo de voz. Me refiero a Becky y Lilah. Volvi de nuevo la vista hacia la casa de pizarra gris de los Killeen. Bueno, pues estaban chapoteando en su piscinita de plstico continu. Por lo visto Becky estaba tumbada de espaldas, con los pies colgando por fuera de la piscina, y entonces el monstruo invisible se acerc deslizndose sobre la hierba y vio los dedos de los pies de Becky, que se movan en el aire. Y Becky no vio al monstruo? pregunt Randy. Me di cuenta de que estaba empezando a ponerse plido y a temblar. Es difcil ver a los comededos respond, sin apartar los ojos de los de Randy y con cara muy seria y solemne. Hice una profunda inspiracin, dej escapar lentamente el aire para darle ms emocin a la cosa y prosegu con la historia. Al principio Becky no se dio cuenta de nada. Luego sinti una especie de cosquilleo. Pens que era el perro que le estaba lamiendo los dedos de los pies. Agit la pierna y le dijo al perro que se fuera, pero las cosquillas empezaron a resultar dolorosas. Becky le grit al perro que la dejara en paz. Pareca como si el perro le estuviese mordisqueando los dedos de los pies con dientes muy afilados. El dolor fue hacindose insoportable, as que Becky se sent y meti los pies en la piscina, y cuando se mir el pie izquierdo lo vio. Guard silencio y esper a que Randy preguntara. Qu qu vio? pregunt finalmente con voz trmula. Me inclin hacia delante y le puse los labios junto al odo. Le faltaban todos los dedos del pie izquierdo susurr. No! grit Randy. Se puso en pie de un salto. Estaba blanco como el papel y pareca realmente asustado. No es verdad! Afirm solemnemente con la cabeza, haciendo un esfuerzo por mantenerme seria. Dile a Becky que se descalce el pie izquierdo y lo vers. No! Ests mintiendo! gimi Randy. Dselo repuse suavemente. Y entonces me mir los pies y se me desencajaron los ojos de horror. Ra Randy, mira tartamude, y me seal los pies con mano temblorosa. Randy lanz un alarido ensordecedor cuando vio lo que yo le sealaba. Todos los dedos de mi pie izquierdo haban desaparecido.

2

Ahhhh! Randy lanz otro grito de terror. Luego ech a correr a toda velocidad hacia la casa, llamando a mam. Yo fui tras l. No quera tener problemas por haberle asustado otra vez. Espera, Randy! Espera! Estoy bien! grit, riendo. Naturalmente, haba metido los dedos de los pies entre la tierra, pero Randy estaba demasiado asustado para darse cuenta. Espera! grit. No te he enseado el monstruo del rbol! Al or aquello se detuvo y se volvi a mirarme, con la cara desencajada todava por efecto del miedo. Qu? Hay un monstruo en la copa del rbol dije, sealando el sasafrs bajo el que habamos estado sentados. Un monstruo de rbol, yo lo he visto. No te creo! grit, y ech a correr de nuevo en direccin a la casa. Si vienes te lo enseo! dije haciendo bocina con las manos para que me oyese. No mir hacia atrs. Le vi subir a trompicones los escalones que llevaban a la puerta trasera y desaparecer en el interior de la casa. La puerta de rejilla se cerr de golpe tras l. Me qued mirando hacia la casa, esperando que Randy asomara de nuevo su cara asustada, pero no lo hizo. Me ech a rer. El comededos era una de mis mejores creaciones, y aquello de esconder los dedos de los pies entre la tierra y fingir que el monstruo me los haba comido a m tambin haba sido un golpe de efecto genial. Pobre Randy. Era una vctima demasiado fcil. Ahora seguramente estara en la cocina, contndoselo todo a mam. Eso significaba que no tardara en caerme otro sermn sobre lo mal que estaba asustar a mi hermano pequeo y llenarle la cabeza de historias de monstruos. Pero, en qu otra cosa poda entretenerme? Continu all, mirando hacia la casa, esperando que me llamaran. De pronto, una mano me agarr con fuerza el hombro. Ya te tengo! gru una voz. Oh! chill, dando un respingo de terror. Un monstruo! Gir en redondo y me encontr ante el rostro de mi amigo Aaron Messer, que se retorci de risa hasta que se le saltaron las lgrimas. Frunc el ceo y mene la cabeza. No me has asustado dije para disimular. Oh, claro que no replic l haciendo rodar sus ojos azules. Por eso te has puesto a gritar pidiendo socorro. No he gritado pidiendo socorro protest. Slo he lanzado una pequea exclamacin de sorpresa. Eso es todo. Aaron ri entre dientes. Creas que era un monstruo. Reconcelo. Un monstruo? exclam con tono burln. Por qu iba a creer semejante cosa? Porque siempre ests pensando en lo mismo respondi l afectadamente. Ests obsesionada. Obsesionada oh, qu cosa me burl. Me hizo una mueca. Aaron es el nico de mis amigos que se ha quedado aqu este verano. Dentro de unos meses sus padres se lo llevarn a algn lugar del oeste, pero mientras tanto anda por aqu y me hace compaa. Aaron es un palmo ms alto que yo, como todos. Tiene el pelo rojizo y muy rizado y la cara llena de pecas. Es muy delgado y lleva pantalones muy anchos, que le hacen parecer ms delgado an. Por qu ha entrado Randy en casa corriendo y gritando como un loco? pregunt Aaron. Vi que Randy nos miraba desde la ventana de la cocina. Creo que ha visto un monstruo expliqu a Aaron. No me vengas otra vez con monstruos! exclam Aaron. Me empuj amistosamente. Venga ya! Hay uno en la copa de ese rbol afirm con toda seriedad, sealando hacia arriba. Aaron se volvi para mirar. Ests de guasa dijo sonriendo. No, de veras insist. Hay un monstruo horrible. Creo que se ha quedado atrapado entre las ramas. Basta, Lucy! exclam Aaron. Eso es lo que vio Randy continu. Eso es lo que le hizo echar a correr hacia casa. T ves monstruos por todas partes replic Aaron. No te cansas nunca? Esta vez no bromeo asegur. Me temblaba la barbilla y mi cara reflej una expresin de miedo horrible mientras miraba por encima del hombro de Aaron hacia el corpulento y frondoso sasafrs. Te lo voy a demostrar. Claro, por supuesto replic Aaron con su habitual sarcasmo. Ya vers, coge esa escoba. Seal la escoba apoyada contra la pared de la casa. Para qu? pregunt Aaron. Coge la escoba insist. A ver si conseguimos hacer bajar al monstruo del rbol. Y por qu tenemos que hacer eso? objet Aaron. Pareca indeciso y me di cuenta de que empezaba a considerar que yo estuviera hablando en serio. Para que me creas respond con voz grave. Yo no creo en monstruos replic. T lo sabes, Lucy. Las historias de monstruos te las puedes guardar para Randy, que es un cro. Me creers si cae uno de ese rbol? pregunt. No va a caer nada de ese rbol, como no sea unas cuantas hojas. Coge la escoba y vamos a verlo. Est bien. De acuerdo. Se fue trotando hacia la casa. Le cog la escoba cuando regres con ella. Vamos dije, echando a andar hacia el rbol. Espero que no se haya marchado el monstruo. Aaron hizo rodar los ojos. Parece mentira que te siga la corriente, Lucy. Eso quiere decir que estoy ms aburrido que una ostra. Como el monstruo siga todava ah arriba, dentro de un momento no vas a estar aburrido promet. Penetramos en la zona cubierta por la sombra del rbol. Me acerqu al tronco y levant la vista hacia las frondosas ramas. Estte quieto ah. Le puse la mano en el pecho para impedir que se acercase. Podra ser peligroso. No me vengas con tonteras murmur por lo bajo. Voy a sacudir la rama para hacerlo caer. Vamos a ver si lo entiendo dijo Aaron. Esperas que me crea que vas a sacudir la rama con la escoba y que un monstruo va a caer rodando al suelo? Desde luego. Vi que el mango de la escoba no era lo bastante largo. Tendr que trepar un poco le dije a Aaron. T vigila bien. Oh, estoy temblando. Tengo muuuchsimo miedo! se burl Aaron. Me agarr al tronco del rbol y sub hasta la rama ms baja. Tard un poco porque me estorbaba la escoba que llevaba en una mano. Ves algn horrible monstruo ah arriba? pregunt Aaron con tono de guasa. Est ah respond con voz temblorosa. Est atrapado ah arriba. Creo que est muy enfadado. Aaron solt una risita. Qu tonta eres! Me ic hasta quedar arrodillada en la rama. Luego levant la escoba. La levant hasta la rama siguiente. Ms arriba. Ms arriba. Despus, agarrndome al tronco con la mano libre, alc la escoba todo lo que pude y golpe con ella la rama. Premio! Baj inmediatamente los ojos para ver a Aaron, que lanz un impresionante aullido de terror cuando el monstruo cay del rbol y fue a parar directamente sobre su pecho.

3

Bueno, en realidad no era un monstruo lo que choc con un ruido sordo contra el pecho de Aaron. Era un viejo nido construido dos primaveras atrs por algunos arrendajos azules, pero Aaron no se lo esperaba y se llev un buen susto. Ah tienes! proclam despus de bajar del rbol. Me mir con el ceo fruncido. Se le haba puesto la cara completamente roja, lo que daba un extrao aspecto a sus pecas. T y tus monstruos murmur. Eso fue exactamente lo que me dijo mam unos diez minutos despus. Aaron se haba ido a su casa y yo estaba en la cocina, cogiendo un zumo del frigorfico. Como no poda ser por menos, mam apareci en la puerta y me mir con ojos helados y expresin sombra. Me di cuenta al instante de que se dispona a soltarme su sermn de No asustes a Randy. Me recost contra la repisa y fing escuchar. La idea bsica del sermn consista en que mis historias de terror le estaban causando un dao permanente a mi delicado hermano, y que yo debera animar a Randy a mostrarse valiente en lugar de aterrarle con la idea de que los monstruos acechaban por todas partes. Pero mam, esta maana he visto un monstruo de verdad debajo del seto! exclam. El caso es que no s por qu dije eso. Supongo que slo quera interrumpirle el rollo. Mam puso cara de exasperacin. Levant las manos y suspir. Mam tiene el pelo liso, negro y reluciente, como Randy y yo, ojos verdes, de gato, y nariz pequea y felina. Siempre que me suelta uno de sus sermones, acabo imaginndomela como un gato a punto de saltar. No me interpretis mal. Es muy guapa, y adems es una madre estupenda. Esta noche voy a hablar de esto con tu padre dijo. Tu padre cree que esta obsesin tuya por los monstruos es simplemente una etapa pasajera, pero yo no estoy tan segura. La vida no es ms que una etapa pasajera repuse con suavidad. Me pareci una observacin bastante inteligente, pero ella me lanz una mirada feroz. Me record entonces que si no me daba prisa llegara tarde a mi entrevista de los Jvenes Lectores. Mir el reloj. Tena razn. Estaba citada para las cuatro en punto. Los Jvenes Lectores es un programa veraniego de lectura que se desarrolla en la biblioteca municipal y al que mam y pap me hicieron apuntarme. Dijeron que no queran que desperdiciara todo el verano y que si participaba en aquella cosa de la biblioteca, por lo menos leera buenos libros. As que una vez a la semana tengo que ir a ver al seor Mortman, el bibliotecario, para informarle brevemente y responder a las preguntas que quiera hacerme sobre el libro que he ledo esa semana. Por cada libro que le comento me gano una estrella de oro. Si reno seis estrellas, me dan un premio. Creo que el premio es un libro. Demasiado, no? Pero la cosa es hacerle leer a una. Yo pensaba que leera algunas de las novelas de miedo y misterio que leen todos mis amigos, pero qu va. El seor Mortman insiste en que todo el mundo lea clsicos, o sea libros antiguos. Voy a ir patinando le dije a mam, y corr a mi cuarto para coger los patines. Ms vale que vayas volando! me grit ella. Parece que va a llover! Siempre me estaba dando el parte meteorolgico. Pas por delante del cuarto de Randy, que estaba a oscuras, con todas las luces apagadas y las persianas echadas. Mi hermano jugaba con el Super Nintendo, como de costumbre. Cuando termin de ponerme los patines y de ajustarme las correas, me quedaban slo cinco minutos para llegar a la biblioteca. Por suerte slo estaba a seis o siete manzanas de casa. Lo cierto es que me encontraba en un apuro. No haba conseguido leer ms que cuatro captulos de Huckleberry Finn, mi libro de aquella semana. Eso significaba que iba a tener que improvisar con el seor Mortman. Cog el libro del estante en que lo haba dejado. Era un ejemplar nuevo de tapas flexibles. Arrugu algunas de las ltimas pginas para que pareciese que haba ledo todo el libro. Me lo met en la mochila, junto a un par de zapatillas. Luego baj la escalera cosa nada fcil con patines y me dirig a la biblioteca municipal de Timberland Falls. La biblioteca estaba en una destartalada casa en el borde del bosque de Timberland. La casa haba pertenecido a un viejo y excntrico ermitao que al morir dej su casa a la ciudad, puesto que no tena familia, y el Ayuntamiento la convirti en biblioteca. Algunos chicos decan que se trataba de una casa encantada. Aunque eso lo decan de todas las casas viejas y ruinosas, lo cierto es que la biblioteca pareca una casa realmente encantada. Tena tres pisos, con un puntiagudo tejado de pizarra oscura flanqueado por dos torrecillas de piedra, y se hallaba como escondida entre los rboles. Siempre estaba en sombra y siempre haca fro en su oscuro interior. La vieja tarima cruja bajo la delgada moqueta que haba puesto el Ayuntamiento. Las altas ventanas dejaban entrar muy poca luz, y las viejas estanteras de madera llegaban casi hasta el techo. Cuando pasaba por los estrechos pasillos que quedaban entre las altas y oscuras estanteras, siempre tena la impresin de que se me iban a caer encima. Me aterraba la idea de quedar all sepultada para siempre en la oscuridad bajo una tonelada de libros viejos, polvorientos y mohosos, aunque esa idea era una estupidez, por supuesto. Se trataba slo de una casa muy vieja, muy oscura y hmeda, llena de grietas, con polvo y telaraas por todas partes. Supongo que el seor Mortman haca todo lo que poda, aunque tambin l echaba para atrs. Lo que ms detestbamos todos los chicos era que siempre tena las manos hmedas. Te miraba con unos ojillos que parecan cuentas de azabache brillando en su rechoncha y calva cabeza, sonrea, alargaba el brazo y te estrechaba la mano. La suya siempre estaba completamente hmeda! Cuando volva las pginas de los libros, dejaba en las esquinas las huellas hmedas de sus dedos. En su mesa siempre haba pequeos charquitos de sudor y huellas de dedos en la carpeta de cuero. Era bajo, gordito, de calva reluciente y ojos negros y diminutos. Pareca un topo, un topo de zarpas hmedas. Hablaba con voz aguda y rasposa. Casi siempre cuchicheaba. No era mala persona. Daba la impresin de que le gustaban los nios, y desde luego se lo pasaba bien entre los libros. Era un tipo raro, sencillamente. Se sentaba en un alto taburete de madera que le obligaba a encorvarse sobre su enorme mesa. A un lado tena una cazuela de aluminio con unos tres centmetros de agua en la que evolucionaban unas cuantas tortugas pequeas. Mis tmidas amigas, le o decir en una ocasin. A veces coga una y la levantaba en el aire, sujetndola con sus dedos rechonchos hasta que el animalito se encoga dentro de su caparazn. Entonces la volva a depositar con suavidad en el agua mientras sonrea plcidamente. Adoraba a sus tortugas. Supongo que eran buenos animalitos de compaa, pero lo cierto es que apestaban bastante. Yo siempre procuraba sentarme al otro lado de la mesa, lo ms lejos posible de las tortugas. Bueno, pues me fui patinando a la biblioteca tan rpidamente como pude. Llevaba un retraso de slo unos minutos cuando llegu a la fresca sombra que cubra el camino de acceso a la biblioteca. El cielo se estaba nublando. Me sent en los escalones de piedra y me quit los patines. Despus me puse las zapatillas y cruc la puerta de entrada, con los patines en la mano. Camin por entre las altas y estrechas estanteras de la sala de lectura, dej los patines apoyados contra la pared y me dirig con paso rpido hacia la mesa del seor Mortman. Al or mis pisadas levant al instante la vista del montn de libros en los que estaba estampando un sello grande de caucho. La luz del techo haca brillar su calva como si fuese una lmpara. Sonri. Hola, Lucy dijo con su voz chirriante. Enseguida estoy contigo. Contest a su saludo y me sent en la silla plegable situada delante de su mesa, mirando cmo sellaba los libros. Llevaba un jersey de cuello alto que le daba un enorme parecido con sus tortugas. Finalmente, despus de mirar el gran reloj de pared cuyo sonoro tictac se extenda por toda la sala, se volvi hacia m. Qu has ledo esta semana, Lucy? Al inclinarse hacia m sobre la mesa pude ver las hmedas huellas de sus dedos sobre la superficie oscura. Huckleberry Finn. Saqu el libro de la mochila y lo dej caer sobre mi regazo. S, s. Un libro maravilloso coment el seor Mortman posando sus ojos en l. No ests de acuerdo? S me apresur a responder. Me ha gustado mucho. No no poda dejarlo. Era cierto. Cmo iba a dejarlo si no lo coga nunca? Qu es lo que ms te ha gustado de Huckleberry Finn ? pregunt el seor Mortman, dirigindome una sonrisa de expectacin. Pues las descripciones respond. Llevaba una estrella de oro en el bolsillo de la camiseta, y un nuevo libro en la mochila: Frankenstein, de Mary Shelley. Tal vez se lo lea en voz alta a Randy, pens malvolamente. Seguro que eso le hara castaetear los dientes durante una temporada! El sol del atardecer se haba ocultado tras unos negros nubarrones que amenazaban lluvia. Haba recorrido ya casi todo el camino hasta casa, cuando de pronto me di cuenta de que haba olvidado los patines. Di media vuelta y regres. No estaba segura de a qu hora cerraba la biblioteca. Me haba parecido que el seor Mortman estaba completamente solo. Esperaba que no hubiera cerrado ya. No quera dejar mis patines nuevos all toda la noche. Me detuve y levant la vista hacia la vieja biblioteca. Desde la sombra, sus oscuras ventanas parecieron devolverme la mirada como otros tantos ojos negros y fijos. Sub los escalones de piedra y vacil con la mano sobre la puerta. Sent un repentino escalofro, una extraa sensacin, la sensacin de algo maligno. Me ocurre a veces. Una. seal, un momento de desasosiego, como si estuviera a punto de suceder algo malo. Ahuyent la idea, empuj la puerta rechinante y me adentr en la siniestra oscuridad de la biblioteca.

4

Mientras me diriga a la sala de lectura, las sombras danzaban sobre la pared, y la rama de un rbol golpeaba ruidosamente contra el polvoriento cristal de una ventana. La biblioteca se hallaba sumida en el silencio ms absoluto, interrumpido tan slo por el crujido de la tarima bajo mis zapatillas. Al entrar en la sala o el uniforme tictac del reloj de pared. Todas las luces estaban apagadas. Me pareci sentir que algo se deslizaba por encima de mi zapatilla. Un ratn? Me detuve en seco y baj la vista. Era slo una bola de pelusa adherida a la base de un estante. Jo, Lucy, me re a m misma. No es ms que una biblioteca vieja y llena de polvo. No hay nada misterioso en ella. No dejes que se te desboque la imaginacin y te cree problemas. Problemas? Segua sintiendo aquella extraa sensacin. Unas suaves pero persistentes molestias en el estmago. Una opresin en el pecho. Algo no marcha. Algo malo va a ocurrir. La gente lo llama premonicin. Es una palabra apropiada para designar lo que yo estaba sintiendo en aquel momento. Encontr los patines donde los haba dejado, apoyados contra la pared junto a los estantes del fondo. Los cog, deseosa de largarme de aquel lugar oscuro y siniestro. Me dirig rpidamente hacia la puerta, esta vez caminando de puntillas, no s por qu. De pronto un ruido me hizo detenerme. Contuve el aliento y escuch con atencin. Era slo una tos. Al atisbar por el estrecho pasillo vi al seor Mortman encorvado sobre su mesa. Bueno, en realidad slo poda verle un brazo y un lado de la cara cuando se inclinaba hacia la izquierda. Yo segua conteniendo el aliento. El reloj emita su sonoro tictac al otro lado de la sala. Detrs de la mesa, la cara del seor Mortman se mova entrando y saliendo de las sombras purpreas y azuladas. Los patines se tornaron de repente muy pesados. Los dej silenciosamente en el suelo. Luego me venci la curiosidad y di unos pasos hacia delante. El seor Mortman empez a canturrear por lo bajo. No reconoc la cancin. Las sombras se fueron intensificando a medida que yo me acercaba. Atisb por el oscuro pasillo y vi que sostena un gran tarro de cristal en sus manos gordezuelas. Estaba ya lo bastante cerca para distinguir la apacible sonrisa que le cubra la cara. Me acerqu ms, mantenindome oculta entre las sombras. Me gusta espiar a la gente. Resulta emocionante, aunque no hagan nada de especial inters. El mero hecho de saber que los ests mirando sin que ellos se den cuenta ya es excitante. El seor Mortman sostuvo el tarro delante de su pecho y empez a desenroscar la tapa, canturreando. Unas sabrosas moscas, mis tmidas amigas anunci con su aguda vocecilla. Vaya, el tarro estaba lleno de moscas. De pronto se intensific la oscuridad de la sala cuando unas nubes cubrieron el sol del atardecer. La luz que entraba por la ventana fue palideciendo y unas sombras grises avanzaron sobre el seor Mortman y su enorme mesa como si lo envolviesen en la oscuridad. Desde mi escondite entre los estantes lo vi disponerse a dar de comer a sus tortugas. Pero, un momento. Algo marchaba mal. Mi premonicin se estaba haciendo realidad. Estaba sucediendo algo extraordinario! Mientras intentaba desenroscar la tapa del tarro, la cara del seor Mortman empez a cambiar. Su cabeza se elev sobre el cuello del jersey y empez a aumentar de tamao, como un globo al hincharse. Contuve una exclamacin al ver cmo sus ojos se hacan cada vez ms grandes hasta adquirir el tamao de dos pomos de puerta. Pareca que fueran a salrsele de las rbitas. La luz que entraba por la ventana se hizo ms plida an. La sala entera se hallaba sumida en espesas sombras que giraban y se bamboleaban. No poda ver muy bien. Era como si estuviese mirando a travs de una densa niebla. El seor Mortman continuaba canturreando aunque su cabeza segua palpitando y balancendose sobre sus hombros, y los ojos se proyectaban hacia fuera como las antenas de un insecto. Entonces su boca empez a contorsionarse y a crecer hasta abrirse de par en par, como un enorme boquete negro en la cabeza gigantesca y bamboleante. El seor Mortman cantaba ms alto ahora. Un sonido fantasmal, aterrador, como el aullido escalofriante de un animal. Termin de desenroscar la tapa y la dej caer con un fuerte ruido sobre la mesa. Me inclin hacia delante, entrecerr los ojos y advert que el seor Mortman meta la mano en el tarro, desde el que llegaba un confuso zumbido, y la sacaba con un puado de moscas. Vi que los ojos se le dilataban ms an. Vi su boca, un descomunal boquete negro. Detuvo un instante la mano sobre la cazuela en que estaban las tortugas. Entonces vi las moscas, puntos negros que le cubran el dorso de la mano, la palma, los cortos y gruesos dedos. Pens que iba a bajar la mano hacia la cazuela de aluminio, que iba a dar de comer a las tortugas, pero en lugar de ello se meti las moscas en la boca. Cerr los ojos y me llev la mano a la boca para no vomitar o gritar. Contuve el aliento, pero el corazn me lata violentamente. Las sombras oscilaban y saltaban. La oscuridad pareca flotar a mi alrededor. Abr los ojos. El seor Mortman se estaba metiendo otro puado de moscas en la boca, tragndoselas enteras. Sent deseos de gritar, de huir. El seor Mortman era un monstruo, no caba duda alguna.

5

Las sombras parecieron disiparse. Se ilumin el cielo que se vea por la ventana, y un tringulo de luz griscea cay sobre la mesa del seor Mortman. Al abrir los ojos me di cuenta de que haba estado conteniendo la respiracin. Senta como si me fuera a estallar el pecho. Dej escapar lentamente el aire e hice otra profunda inspiracin. Luego, sin volver a mirar hacia el frente de la sala, di media vuelta y ech a correr. Mis zapatillas golpeaban con ruido las crujientes tablas del suelo, pero no me importaba. Tena que salir de all cuanto antes. Cruc de un salto la puerta, baj los escalones de piedra y segu por el camino de grava. Corra a toda velocidad, moviendo rpidamente los brazos a los costados y con el pelo flotando en el aire. No me detuve hasta que hube recorrido una manzana. Entonces me sent en el bordillo de la acera y esper a que el corazn dejara de galoparme en el pecho. Densas nubes cubrieron de nuevo el sol. El cielo adquiri una fantasmal tonalidad negroamarillenta. Pas una camioneta. Unos chicos encaramados en la trasera me llamaron, pero yo no levant la cabeza. Segua viendo una y otra vez la siniestra escena de la biblioteca. El seor Mortman es un monstruo. Las palabras se repetan sin cesar en mi mente. No puede ser, pens, mirando los negros nubarrones que se cernan a baja altura. Estaba viendo visiones. Tena que ser eso. Todas aquellas sombras de la biblioteca Toda aquella oscuridad que giraba arremolinada Era una ilusin ptica. Era mi imaginacin desenfrenada. Era un sueo, una estpida fantasa. No!, grit una fuerte voz dentro de mi cabeza. No, Lucy, t has visto hincharse la cabeza del seor Mortman. T has visto crecer sus ojos como horribles hongos en su cara bamboleante y proyectarse hacia fuera. T le has visto meter la mano en el tarro de moscas. T le has odo canturrear alegremente. T le has visto meterse las moscas en la boca. Y no slo un puado, sino dos. Y quizs est todava all, dndose el atracn. Estaba oscuro, Lucy. Haba sombras. Pero t viste lo que viste. Lo viste todo. El seor Mortman es un monstruo. Me puse en pie. Sent una fra gota de lluvia en la cabeza. El seor Mortman es un monstruo exclam en voz alta. Tena que decrselo cuanto antes a pap y a mam. El bibliotecario es un monstruo. Eso es lo que les dira. Se sentiran horrorizados, naturalmente. Quin no? Al notar que me caa otra gota en la cabeza y luego otra ms en el hombro, ech a correr hacia casa, pero cuando haba recorrido media manzana me detuve. Los estpidos patines! Haba vuelto a dejrmelos en la biblioteca. Di media vuelta. Una rfaga de viento me arroj el pelo contra la cara. Me lo ech hacia atrs con las dos manos. Estaba pensando intensamente, tratando de tomar una decisin. La lluvia resonaba suavemente contra el pavimento de la calle. Resultaba agradable sentir el frescor de las gotas de lluvia en la cara. Decid volver a la biblioteca a recoger los patines. Esta vez hara mucho ruido. Me cerciorara de que el seor Mortman saba que yo estaba all. Si me oa llegar, pens, se comportara de una manera normal. No comera moscas delante de m, no dejara que los ojos se le saliesen de las rbitas y que la cabeza se le hinchase de aquel modo. O s? Me detuve al ver de nuevo la biblioteca. Titube mientras miraba el viejo edificio a travs de la lluvia. Quiz debiera esperar y volver maana con pap. No sera eso ms prudente? No. Decid que quera mis patines. Y los iba a recoger. Siempre he sido bastante valiente. Una vez que entr un murcilago en casa, fui yo quien se puso a gritar y lo ech con un cazamariposas. No me dan miedo los murcilagos, ni las serpientes, ni las sabandijas. Ni los monstruos dije en voz alta. Mientras me aproximaba a la biblioteca entre la lluvia que caa suavemente a mi alrededor, segua dicindome que deba hacer mucho ruido. Asegrate de que el seor Mortman sabe que ests ah, Lucy. Llmale. Dile que has vuelto porque te has olvidado los patines. l no dejar que veas que es un monstruo si sabe que ests ah. No te har dao ni nada si le avisas. Continu tranquilizndome durante todo el camino hasta llegar al viejo y sombro edificio. Sub con pasos vacilantes los escalones de piedra. Luego, haciendo una profunda inspiracin, agarr el pomo de la puerta.

6

Hice girar el pomo y empuj, pero la puerta no se abri. Lo intent de nuevo varias veces hasta que comprend que tena echada la llave. La biblioteca estaba cerrada. La lluvia caa con suave golpeteo sobre la hierba mientras me diriga a la ventana de la parte delantera. Estaba un poco alta y tuve que izarme a pulso sobre el alfizar para mirar al interior. Oscuridad. Oscuridad absoluta. Me sent aliviada y decepcionada al mismo tiempo. Yo quera recuperar mis patines, pero desde luego no quera entrar all. Los recoger maana dije en voz alta. Salt al suelo. Comenzaba a arreciar la lluvia y el viento soplaba con ms fuerza. Ech a correr y mis zapatillas chapoteaban sobre la hmeda hierba. No me detuve hasta llegar a casa. Cuando cruc la puerta estaba totalmente empapada. Tena el pelo pegado a la cabeza y la camiseta chorreando. Mam! Pap! Estis en casa? grit. Corr por el pasillo, a punto de resbalar en el pulido suelo, e irrump en la cocina. Un monstruo! exclam. Qu? Randy estaba sentado a la mesa de la cocina, troceando un montn de judas verdes para mam. Fue el nico que levant la vista. Mam y pap estaban de pie ante la repisa, haciendo pequeas albndigas con las manos. Ni siquiera se volvieron. Un monstruo! repet. Dnde? exclam Randy. Te ha pillado la lluvia? pregunt mam. Por qu no saludas? pregunt pap. Es que slo sabes irrumpir en casa dando gritos? No tengo derecho a un hola, pap, o algo por el estilo? Hola, pap exclam sin aliento. Hay un monstruo en la biblioteca! Lucy, por favor empez mam con tono de impaciencia. Qu clase de monstruo? pregunt Randy. Haba dejado de trocear judas y me miraba fijamente. Mam se volvi por fin. Ests empapada! exclam. Ests mojando todo el suelo. Sube a cambiarte de ropa. Pap se volvi tambin y frunci el ceo. Tu madre acaba de fregar el suelo murmur. Estoy intentando deciros algo! grit, levantando los puos en el aire. No hace falta que grites me reprendi mam. Ve a cambiarte y luego nos lo cuentas. El seor Mortman es un monstruo! exclam. No puedes guardarte los monstruos para luego? Acabo de llegar a casa y tengo un dolor de cabeza terrible se quej pap. Baj la vista hacia el suelo. Se estaban formando pequeos charcos a mi alrededor, sobre el linleo blanco. Hablo en serio insist. El seor Mortman es un monstruo! Randy se ech a rer. Desde luego tiene una pinta muy rara. Randy, no est bien burlarse del aspecto de la gente dijo mam con tono severo. Se volvi hacia m. Eso es lo que le enseas a tu hermano en vez de darle buenos ejemplos. Pero mam! Lucy, haz el favor de ir a cambiarte de ropa rog pap. Luego bajas y pones la mesa, entendido? Me senta frustrada. Ech hacia atrs la cabeza y solt un furioso gruido. Es que aqu no me cree nadie? exclam. No es momento para tus historias de monstruos replic mam mientras volva a ocuparse de las albndigas. Larry, las ests haciendo demasiado grandes reprendi a mi padre. Tienen que ser ms pequeas. Pues a m las albndigas me gustan grandes porfi pap. Nadie me prestaba la menor atencin. Gir en redondo y sal de la cocina a grandes zancadas. De verdad es un monstruo el seor Mortman? me pregunt Randy cuando ya me iba. Ni lo s ni me importa! Me tiene sin cuidado! respond. Estaba furiosa. No me hacan el menor caso. Lo nico que les importaba eran sus estpidas albndigas. Una vez en mi habitacin, me quit las prendas mojadas, las tir al suelo y me puse unos tjanos y una camiseta. De verdad es un monstruo el seor Mortman? La pregunta de Randy me daba vueltas en la cabeza. Haba imaginado yo todo el asunto? Tena monstruos en el cerebro? Con todas las luces apagadas, la biblioteca estaba muy a oscuras. Quizs el seor Mortman no se comi las moscas. Quiz las sac del tarro y se las dio a las tortugas. Tal vez imagin que se las coma l. Tal vez su cabeza no se hinch como un globo. Tal vez sus ojos no se haban salido de las rbitas. Tal vez haba sido una jugarreta de la oscuridad, de las sombras danzantes, de la luz dbil y griscea. Tal vez necesito gafas. Tal vez estoy como una cabra. Lucy, baja pronto y pon la mesa dijo pap desde la cocina. Ya voy! Mientras bajaba, me senta completamente desconcertada. No mencion al seor Mortman durante la cena. En realidad, fue mam quien sac el asunto a colacin. Qu libro has elegido para leer esta semana? pregunt. Frankenstein respond. Ms monstruos! exclam mi padre meneando la cabeza. Es que nunca te cansas? Ves monstruos por todas partes y encima lees cosas sobre ellos! Pap tiene una voz retumbante. Todo en l es grande. Es muy fuerte, tiene un pecho ancho y brazos poderosos. Cuando grita se estremece toda la casa. Randy, has troceado muy bien las judas dijo mam, cambiando rpidamente de tema. Despus de cenar ayud a pap a lavar los platos. Luego sub a mi habitacin para empezar a leer Frankenstein. Haba visto la pelcula en la tele, as que saba de qu iba. Trataba de un cientfico que construa un monstruo que cobraba vida. Era de las historias que a m me gustaban. Me preguntaba si sera cierta. Me sorprendi encontrarme a Randy en mi habitacin, sentado en la cama, esperndome. Qu quieres? pregunt. La verdad es que no me gustaba que anduviera por mi cuarto. Cuntame lo del seor Mortman dijo. Por la expresin de su cara me di cuenta de que estaba asustado y excitado al mismo tiempo. Mientras me sentaba en el borde de la cama comprend que estaba deseando contar a alguien lo que haba sucedido en la biblioteca, as que se lo cont todo a Randy. Empec por explicarle que tuve que volver all porque me haba olvidado los patines. Randy tena mi almohada apretada contra el pecho y respiraba con fuerza. Supongo que la historia le aterrorizaba realmente. Cuando estaba terminando la parte en que el seor Mortman se meta un puado de moscas en la boca, Randy contuvo una exclamacin. Pareca a punto de vomitar. Lucy! Pap entr furioso en la habitacin. Cul es tu problema? Ninguno, pap, yo Cuntas veces tengo que decirte que no asustes a Randy con tus estpidas historias de monstruos? sta no es estpida, pap. Es verdad! Torci el gesto con cara de disgusto y se qued mirndome con ojos colricos. Pareca como si en cualquier momento fuera a lanzar fuego por la nariz. No estoy asustado! exclam Randy, saliendo en mi defensa, aunque lo cierto es que estaba tan blanco como la almohada que sostena entre los brazos y que le temblaba todo el cuerpo. Es la ltima vez que te lo advierto indic mi padre. Hablo en serio, Lucy. Estoy muy enfadado contigo. Desapareci escaleras abajo. Me qued mirando el umbral de la puerta que acababa de atravesar. Yo tambin estoy muy enfada, pens. En esta familia nadie me cree cuando hablo en serio. En ese instante comprend que no haba opcin. Tena que demostrar que yo no era ninguna mentirosa, tena que demostrar que no estaba loca, tena que demostrar a mam y a pap que el seor Mortman era un monstruo. Qu es eso? pregunt a Aaron. Haba transcurrido una semana. Yo tena que pasar por delante de su casa para ir a la biblioteca, donde deba acudir a mi entrevista de los Jvenes Lectores. Me par al ver a Aaron en el jardn. Estaba arrojando al aire un disco azul, que atrapaba cuando volva. Es una especie de discovol con una goma larga respondi. Lanz el disco. Trat de cogerlo cuando volva hacia l pero fall. El disco continu volando a sus espaldas, regres despus y le golpe en la nuca. No es exactamente as como funciona dijo, ruborizndose. Empez a deshacer un nudo que se haba formado en la goma. Puedo jugar contigo? pregunt. Neg con la cabeza. No. Es slo para una persona. Es un discovol para jugar solo? exclam. S. No has visto los anuncios de la tele? Juegas solo. Lo tiras, y luego lo coges. Pero y si alguien quiere jugar contigo? No se puede respondi Aaron. No es para eso. La cosa me pareci bastante tonta, pero como Aaron se lo estaba pasando en grande me desped y continu hacia la biblioteca. Era un da esplndido. Todo pareca alegre y risueo bajo el brillante sol. La biblioteca se hallaba envuelta como de costumbre en sombras azuladas. Yo slo haba vuelto all una vez desde aquel da, slo una vez y muy deprisa para recoger mis patines. Me detuve en el bordillo y al mirar el edificio sent un repentino escalofro. El mundo entero pareca volverse ms oscuro all, ms oscuro y ms fro. Pura imaginacin? Lo veremos, pens. Hoy veremos qu es real y qu no lo es. Me quit la mochila, la agarr de las correas y me dirig hacia el edificio. Respir profundamente, empuj la puerta y entr. El seor Mortman, encaramado ante su mesa en la sala de lectura, estaba terminando su entrevista con otro miembro de los Jvenes Lectores, Ellen Borders, una chica que yo conoca de la escuela. Los mir desde el extremo de una larga hilera de libros. El seor Mortman se estaba despidiendo de ella. Le entreg una estrella de oro y despus le estrech la mano. Observ que la chica se esforzaba por disimular un gesto de repugnancia. Seguro que el seor Mortman tena la mano hmeda, como de costumbre. Ella dijo algo y rieron los dos. Muy divertido. Ellen se despidi y ech a andar hacia la puerta. Me dirig hacia ella. Qu libro has cogido? le pregunt despus de saludarla. Me lo ense. Colmillo Blanco dijo. Es sobre un monstruo? Se ech a rer. No, Lucy. Trata de un perro. Me pareci que el seor Mortman levantaba la cabeza al or la palabra monstruo, pero quiz fue slo imaginacin ma. Continu charlando un rato ms con Ellen, que aquel verano me llevaba ya tres libros de ventaja. Slo le faltaba leer uno ms para conseguir el premio. Menuda hazaa. O el ruido de la puerta al cerrarse detrs de ella mientras me sentaba junto a la mesa del seor Mortman y sacaba Frankenstein de la mochila. Te ha gustado? pregunt el seor Mortman, apartando la vista de las tortugas y volvindose hacia m con una sonrisa amistosa. Vesta otro jersey de cuello alto, esta vez de amarillo brillante. Observ que llevaba un anillo prpura en uno sus dedos gordezuelos y sonrosados. Se puso a dar vueltas al anillo mientras me sonrea. Es algo complicado respond, pero me ha gustado. Haba ledo ms de la mitad y lo habra terminado si no hubiese tenido letra tan pequea. Tambin te han gustado las descripciones de esta novela? pregunt el seor Mortman, inclinndose hacia m sobre la mesa. Mis ojos se posaron en el tarro de moscas que se vea en el estante situado detrs de l. Estaba lleno. Pues s respond, aunque la verdad es que esperaba ms accin. Qu es lo que ms te ha gustado? Lo del monstruo! respond al instante. Mir su cara para ver si reaccionaba al or aquella palabra, pero ni siquiera pestae. Sus diminutos ojos negros permanecieron fijos en los mos. El monstruo era formidable continu. Decid ponerle a prueba. No es cierto que sera estupendo que hubiese monstruos de verdad, seor Mortman? Sigui impasible. No creo que le gustara a casi nadie dijo en voz baja mientras daba vueltas a su anillo prpura. A la gente le gusta asustarse con los libros o las pelculas, pero no quiere sustos en la vida real. Ri entre dientes. Yo hice un esfuerzo y re tambin. Luego respir profundamente y continu con mi prueba para que cometiera un error y revelase que no era realmente humano. Usted cree que existen monstruos de verdad? pregunt. Muy poco sutil, debo reconocerlo, pero l no pareci darse cuenta. Si creo que un cientfico como el doctor Frankenstein podra construir un monstruo viviente? Mene su cabeza redonda y calva. Podemos construir robots, pero no criaturas vivas. No era eso a lo que yo me refera. En ese momento entr en la biblioteca una nia pequea acompaada de su canosa abuela. La nia se dirigi a la seccin de libros infantiles. La abuela cogi un peridico y fue con l hasta un silln situado al otro extremo de la sala. Me sent contrariada porque estaba convencida de que el bibliotecario no se transformara en monstruo mientras ellas permanecieran all. Estaba segura de que slo coma moscas cuando la biblioteca estaba vaca. Tendra que esconderme y esperar a que se marchasen. El seor Mortman abri el cajn de la mesa, sac una estrella de oro y me la entreg. Cre que iba a estrecharme la mano, pero no lo hizo. Has ledo La casita verde de Ana? pregunt, cogiendo un libro del montn que tena encima de la mesa. No respond. Salen monstruos? Ech hacia atrs la cabeza y solt un carcajada. Cre ver una chispa de reconocimiento en sus ojos, una pregunta, un breve momento de vacilacin. Me pareci que mi pregunta haba hecho asomar algo extrao a sus ojos pero, naturalmente, podra haber sido una vez ms fruto de mi imaginacin. No creo que encuentres monstruos en este libro dijo, todava riendo. Estamp un sello en l y me lo dio. La portada estaba hmeda en el lugar donde la haban tocado sus dedos. Concert la nueva entrevista para la semana siguiente a la misma hora y sal de la sala de lectura, haciendo ver que me marchaba de la biblioteca. Abr la puerta de la calle y la cerr de golpe, pero en lugar de salir retroced sigilosamente, mantenindome entre las sombras. Me detuve en la pared posterior, oculta tras una larga fila de estanteras. Dnde esconderme? Tena que encontrar un escondite seguro, a salvo de los relucientes ojos del seor Mortman y de cualquier otra persona que pudiera entrar en la biblioteca. Cul era mi plan? Haba estado pensando en ello toda la semana, pero la verdad es que no tena ninguno decidido. Quera cogerle con las manos en la masa, simplemente. Quera verlo con claridad y borrar de mi mente todas las dudas. Mi idea era permanecer escondida hasta que la biblioteca quedase vaca, espiar al seor Mortman y verle comer moscas de nuevo, convertido en monstruo. Entonces sabra que no estaba loca y que mis ojos no me haban jugado una mala pasada. Tiene libros de lecturas sencillas? o que preguntaba la abuela de la nia al seor Mortman. A Samantha slo le gustan los libros de ilustraciones, pero yo quiero que aprenda a leer. Habla bajo, abuela! exclam Samantha. Recuerda que esto es una biblioteca! Habla bajo! Recorr con la vista los largos y oscuros estantes en busca de un sitio en el que esconderme, y lo encontr. Un estante bajo situado al fondo y muy cerca del suelo estaba vaco y formaba una especie de cueva en la que podra ocultarme. Me sent en el estante procurando no hacer ruido, me volv, deslic el cuerpo hacia atrs y me acurruqu en el hueco. No dispona de sitio suficiente para estirarme, as que tena que permanecer con las rodillas dobladas. La cabeza me pegaba en la tabla de arriba. No resultaba nada cmodo y comprend que no podra seguir as mucho tiempo, aunque como ya era bastante tarde, seguramente Samantha y su abuela se marcharan pronto. Tal vez no tuviera que seguir acurrucada mucho rato en aquel estante como un viejo libraco ms. El corazn me lata con fuerza. Oa la voz del seor Mortman que hablaba en susurros con Samantha, oa el crujido de las hojas del peridico que lea la seora, oa el invariable tictac del gran reloj de pared, oa cada sonido, cada crujido, cada gemido. De pronto me entraron unas tremendas ganas de estornudar. Senta un cosquilleo terrible en la nariz. Haba mucho polvo all abajo. Me apret con fuerza la nariz entre el pulgar y el ndice y consegu sofocar el estornudo. Los latidos del corazn se hicieron ms fuertes. Los oa por encima del tictac del reloj. Marchaos, por favor, pens, deseando vivamente que Samantha y su abuela desapareciesen de all. No saba cunto tiempo poda seguir acurrucada en aquel polvoriento estante. El cuello me empezaba a doler por la postura, y de nuevo sent deseos de estornudar. Este libro es demasiado difcil. Necesito uno ms fcil estaba diciendo Samantha al seor Mortman. O al seor Mortman murmurar algo. O un arrastrar de pies. Pisadas. Venan hacia m? Me veran? No. Se volvieron hacia la seccin infantil. ste ya lo he ledo o decir a Samantha. Marchaos, por favor, marchaos. Samantha y su abuela slo tardaron unos minutos en irse, pero a m se me antojaron horas. Tena el cuello rgido. Me dola la espalda y me hormigueaban las piernas, que tena dormidas. O el ruido de la puerta al cerrarse. Slo quedbamos en la biblioteca el seor Mortman y yo. Esper y escuch. O el roce de su alto taburete contra el suelo. Sonaron luego sus pisadas. Tosi. De pronto aument la oscuridad. Estaba apagando las luces. Empieza la funcin, pens. Est cerrando la biblioteca. Ha llegado el momento de convertirse en un monstruo delante de mis ojos. Rod sobre m misma y me deslic silenciosamente al suelo. Me puse en pie y, agarrndome a uno de los estantes altos, levant una pierna y luego la otra para restablecer la circulacin. Al apagarse las lmparas, casi toda la biblioteca qued sumida en la oscuridad. La nica luz era la claridad del atardecer, que penetraba por la ventana situada al fondo de la sala. Dnde estaba el seor Mortman? Le o toser de nuevo. Luego empez a canturrear por lo bajo. Daba ya por terminada su jornada. Contuve el aliento y me acerqu de puntillas a su mesa, apoyando el costado contra los estantes mientras me mova, al abrigo de las sombras. De pronto me di cuenta de que el seor Mortman no estaba en su mesa. O sus pisadas detrs de m, al fondo de la sala principal. Despus o el golpeteo de sus zapatos sobre el suelo del vestbulo. Qued inmvil, aguzando el odo y conteniendo el aliento todava. Se marchaba? No. O un chasquido metlico, el sonido de un pestillo al girar. Haba cerrado la puerta de la caile! Aquello no lo haba previsto, no formaba parte de mi plan ni remotamente. Petrificada en el oscuro pasillo, comprend que estaba encerrada con l. Y ahora qu?

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Quiz mi plan no fuese exactamente el mejor del mundo, quiz fuese tan slo una completa estupidez. Desde luego estaba hecha un mar de dudas mientras oa regresar al seor Mortman a la sala de lectura. Mi plan era demostrarme a m misma que tena razn, que l era un monstruo, y luego salir zumbando de la biblioteca. Mi plan no era quedarme encerrada con l en aquel oscuro y siniestro edificio, sin escapatoria posible, pero all estaba. Hasta el momento todo iba bien. l no sospechaba que hubiese alguien ms en aquel lugar, no imaginaba que lo estuvieran espiando. Me deslic por el estrecho pasillo, arrimndome a las altas estanteras, y me acerqu hasta que no me atrev a continuar. Poda ver toda su mesa baada por un rectngulo de luz anaranjada que penetraba por la alta ventana. El seor Mortman se situ tras la mesa, tarareando por lo bajo. Enderez una pila de libros y la apart luego a un extremo. Abri el cajn y lo revolvi en busca de algo. Me acerqu un poco ms. Ahora vea con toda claridad. El sol del atardecer lo tea todo de un color rojo anaranjado. El seor Mortman se estir el cuello del jersey. Empuj varios lpices que tena sobre la mesa para hacerlos caer en el cajn, que cerr seguidamente. Todo resultaba muy normal y aburrido. La semana anterior me habra equivocado, me lo habra imaginado todo. El seor Mortman no era un monstruo sino simplemente un hombrecillo un poco raro. Me apoy, decepcionada, contra la alta estantera. Haba desperdiciado todo aquel tiempo para nada, escondida en aquel sucio estante. Y all estaba ahora, atrapada en la biblioteca despus de la hora de cierre, viendo cmo el bibliotecario limpiaba su mesa. Qu emocionante! Tengo que salir de aqu, pens. Me he portado como una estpida. Pero entonces vi que el seor Mortman alargaba la mano hacia el tarro de moscas que tena en el estante situado a su espalda. Tragu saliva. El corazn me dio un vuelco. Se dibuj una sonrisa en su cara rechoncha mientras depositaba ante s el voluminoso tarro de cristal. Luego alarg los brazos sobre la mesa y acerc el recipiente de las tortugas con las dos manos. Hora de cenar, mis tmidas amigas dijo con su voz aguda y rasposa. Chapote ligeramente con la mano en el agua del recipiente. Hora de cenar, amiguitas repiti. Y luego, mientras yo miraba sin pestaear y con la boca abierta de incredulidad, su rostro empez a cambiar de nuevo. Su redonda cabeza comenz a hincharse. Los negros ojos se le salieron de las rbitas. La boca se fue ensanchando hasta convertirse en un enorme pozo negro. La gigantesca cabeza se bamboleaba sobre el amarillo cuello del jersey. Los ojos flotaban delante de la cabeza. La boca se abra y cerraba como la boca de un pez enorme. Tena razn! El seor Mortman es un monstruo! Saba que yo tena razn, pero nadie quera creerme. Ahora tendrn que creerme, me dije. Lo estoy viendo con absoluta claridad, totalmente iluminado por la luz anaranjada del atardecer. Lo estoy viendo. No lo estoy imaginando. Ahora tendrn que creerme. Mientras contemplaba boquiabierta la horrible figura en que se haba transformado el bibliotecario, l meti la mano en el tarro y sac un puado de moscas que se introdujo vidamente en la boca. Hora de cenar dijo sin dejar de masticar. Se oa el zumbido de las moscas en eJ interior del tarro. Estaban vivas! Las moscas estaban vivas y l las engulla como si fuesen golosinas. Levant las manos y me apret con ellas la cara mientras miraba. Hora de cenar! Otro puado de moscas. Algunas se haban escapado y zumbaban ruidosamente alrededor de su cabeza hinchada y bamboleante. Mientras masticaba y tragaba, el seor Mortman atrapaba las moscas en el aire con una increble rapidez. Coga las moscas al vuelo, una tras otra, y se las meta en la enorme boca. Los ojos del seor Mortman flotaban, oscilando, delante de su cara. De pronto se detuvieron durante un instante aterrador. Me estaban mirando fijamente! Me di cuenta de que haba avanzado demasiado por el pasillo. Me haba visto? Contuve un grito de pnico y di un salto hacia atrs. Los abombados ojos negros, semejantes a ondulantes hongos, continuaron inmviles unos instantes y luego siguieron evolucionando en el aire. Tras un tercer puado de moscas, el seor Mortman cerr el tarro, lamindose los negros labios con una fina y afilada lengua de serpiente. Ces el zumbido. La sala qued en silencio, turbado nicamente por el tictac del reloj y los violentos latidos de mi corazn. Y ahora qu? Eso es todo? No. Hora de cenar, mis tmidas amigas dijo el bibliotecario con voz dbil y temblorosa, una voz que pareca bambolearse al ritmo de su enorme cabeza. Alarg una mano hacia la cazuela y cogi una de las pequeas tortugas de caparazn verde. Vi cmo el animal agitaba las patas. Ir a dar de comer ahora a las tortugas?, me pregunt. El seor Mortman sostuvo la tortuga a la luz del sol, observndola con sus abultados y ondulantes ojos. Las patas del animal continuaban movindose. Luego se meti la tortuga en la boca. O el crujido de la concha cuando el seor Mortman la mordi. Mastic ruidosamente varias veces con sonoros chasquidos. Luego le vi tragar un par de veces hasta engullirlo todo. Ya haba visto suficiente, ms que suficiente. Me volv y empec a caminar a ciegas por el oscuro pasillo. Ech a correr. No me importaba que me oyese. Tena que salir de all, salir a la luz y al aire libre, tena que alejarme de aquel crujiente sonido que an retumbaba en mis odos, el crujido de la concha de la tortuga mientras el seor Mortman masticaba sin cesar. Se la coma viva. Sal de la sala de lectura con el corazn en la boca y las piernas tan pesadas como si fuesen de piedra. Jadeaba violentamente cuando llegu al vestbulo de entrada. Corr a la puerta y agarr la manilla. Entonces record que la puerta estaba cerrada. No poda salir. Estaba atrapada all dentro. Y entonces, mientras miraba fijamente la puerta cerrada, agarrando con la mano el picaporte de metal, o unas pisadas a mis espaldas, unas pisadas rpidas. El seor Mortman me haba odo. Estaba atrapada.

9

Me qued petrificada de pnico, mirando fijamente a la puerta hasta que sta se convirti en una simple mancha borrosa ante m. Las pisadas del seor Mortman sonaban cada vez con ms fuerza a mis espaldas. Socorro! Qu alguien me ayude!, supliqu en silencio. El bibliotecario irrumpira de un momento a otro en el vestbulo, y all estara yo, atrapada ante la puerta, atrapada como una rata o como una tortuga. Y luego, qu? Me agarrara como a uno de sus animalitos? Me triturara entre sus dientes? Tena que haber una forma de salir de all. Tena que haberla! Y entonces, mientras miraba la borrosa mancha en que se haba convertido la puerta, todo se me present claro de repente. Todo qued ntido y comprend que quiz slo quiz no estaba atrapada en absoluto. El seor Mortman haba cerrado la puerta desde dentro, lo cual quera decir que quiz yo pudiera abrirla tambin desde dentro. Si la puerta estaba cerrada con llave no haba nada que hacer, pero si se trataba de un pestillo corriente Eh! Hay alguien ah? La spera voz del seor Mortman interrumpi bruscamente mis pensamientos. Escrut frenticamente la puerta y encontr el pestillo debajo del picaporte de latn. Lo agarr y supliqu en silencio que se abriera. El pestillo gir en mi mano con un suave chasquido, el ms bello sonido que he odo en mi vida. Abr la puerta, y un instante despus me encontraba en los escalones de piedra. Cruc el csped a toda velocidad, ataj por entre unos arbustos y me zambull a travs de un seto para salvar la vida. Me detuve jadeante hacia la mitad de la manzana. Al volverme vi al seor Mortman, una borrosa figura en la ya dbil luz, de pie en la puerta de la biblioteca. Estaba en el umbral, mirando, sin moverse. Me habra visto? Sabra que yo le estaba espiando? Me daba igual, slo quera huir. El sol poniente comenzaba ya a ocultarse tras los rboles, proyectando sombras largas y azuladas. Oa el fuerte golpeteo de mis zapatillas sobre la acera. Haba escapado. Me encontraba perfectamente. Haba visto al monstruo, pero l no me haba visto a m. Eso esperaba. Continu corriendo hasta llegar a la casa de Aaron. Estaba todava en el jardn, sentado en el tocn de un viejo rbol que sus padres haban talado. Tena el disco azul sobre las rodillas y estaba intentando desenredar la larga tira de goma, con la cabeza baja, concentrado en la tarea. Al principio ni se dio cuenta de mi presencia. Aaron, el seor Mortman es un monstruo! exclam sin aliento. Qu? Levant la vista, sobresaltado. El seor Mortman es un monstruo! repet, jadeando como un perro. Apoy las manos en las rodillas y me inclin hacia delante, tratando de recobrar el aliento. Qu problema tienes, Lucy? murmur Aaron, volviendo su atencin a la tira de goma. Escchame! grit con impaciencia. Me sorprend ante el tono estridente y hasta histrico de mi voz. Este cacharro es un asco murmur Aaron. La goma est completamente enredada. Aaron, por favor! supliqu. Yo estaba en la biblioteca y lo vi. Se convirti en un monstruo. Se comi una de sus tortugas! Aaron se ech a rer. Hum, qu ricas! exclam. Me has trado alguna? No tiene ninguna gracia, Aaron! exclam, jadeando todava. Me me he llevado un susto de muerte. Es un monstruo. Te lo juro. Pensaba que me haba quedado encerrada all con l. Pensaba que Vamos a hacer una cosa dijo Aaron, ocupado todava con los nudos de la goma. Me ofreci el disco de plstico azul. Si consigues desatar este nudo grande, te dejo jugar con el disco. Por qu no me escuchas? grit, desesperada. Dame un respiro, Lucy replic Aaron, ofrecindome todava el disco. No quiero hablar de monstruos ahora. La cosa resulta bastante infantil, sabes? Pero Aaron Por qu no te guardas esas historias para Randy? sugiri. Agit el disco. Quieres ayudarme, s o no? No! grit. Vaya mierda de amigo! Pareci un poco sorprendido. No esper a que dijese nada ms. Ech a andar de nuevo, camino de casa. Estaba realmente furiosa. No entenda la actitud de Aaron. A un amigo se le toma en serio, y no se piensa automticamente que te est soltando un rollo. Cmo era posible que Aaron no se diera cuenta de lo asustada que estaba y que pensara que le estaba gastando una broma? Es un imbcil, decid cuando ya llegaba a casa. No volver a dirigirle la palabra nunca ms. Sub corriendo el camino, abr de un empujn la puerta de rejilla e irrump en la casa. Mam! Pap! El corazn me lata con fuerza y tena la boca tan seca que mi grito apenas fue un ronco susurro. Mam, dnde ests? Recorr la casa hasta encontrar a Randy en la leonera. Estaba echado en el suelo, con la cara a un palmo del televisor, viendo un corto de Bugs Bunny. Dnde estn pap y mam? exclam jadeando. No me hizo caso. Continu mirando los dibujos animados. Los colores de la pantalla danzaban sobre su cara. Randy, dnde estn? repet frenticamente. En el colmado murmur sin volverse. Tengo que hablar con ellos! exclam. Cundo se han ido? Cundo van a volver? Se encogi de hombros, sin apartar la vista de la pantalla. No lo s. Pero Randy! Djame en paz protest con tono molesto. Estoy viendo los dibujos animados. Pero es que acabo de ver un monstruo! grit. Un monstruo de verdad! Me mir boquiabierto, con los ojos desorbitados. Un monstruo de de verdad? tartamude. S! exclam. Te ha seguido hasta casa? pregunt Randy, palideciendo. Espero que no! respond. Di media vuelta y sal corriendo. Mir rpidamente por la ventana del cuarto de estar. Ni rastro del coche de mis padres, as que sub a mi habitacin. Estaba turbada, turbada y furiosa. Di dos pasos en el interior de mi habitacin y me detuve en seco. En mi cama, bajo las sbanas, yaca un monstruo enorme y peludo. Tena su deforme cabeza oscura apoyada en mi almohada y su desdentada boca se contorsionaba en una mueca horrible.

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Me agarr a la cmoda y lanc un grito de terror. El monstruo me miraba fijamente con sus redondos ojos, uno de ellos ms grande que el otro. No se movi de mi almohada. Lanz una aguda risita. Quiero decir que me pareci orle lanzar una risita. Tard unos instantes en comprender que la risita haba sonado a mis espaldas. Me volv en redondo y vi a Randy al otro lado de la puerta. Al ver la aterrorizada expresin de mi rostro, su risita se convirti en estruendosa carcajada. Te gusta? pregunt mientras entraba en la habitacin y se acercaba a mi cama. Lo hice en clase de arte. Qu? Randy cogi la oscura cabeza del monstruo y me di cuenta entonces de que el pelo era lana de color marrn y que la cara estaba pintada. Es de cartn anunci orgullosamente Randy. Bonito, eh? Lanc un prolongado suspiro y me dej caer en el borde de la cama. S, muy bonito dije con acritud. Puse almohadas debajo de las sbanas para que pareciese que tena cuerpo continu Randy, sonriendo. Su sonrisa se pareca mucho a la del monstruo. Muy astuto coment malhumorada. Escucha, Randy. Acaba de ocurrirme algo realmente terrible, y no estoy de humor para bromas. Su sonrisa se hizo ms amplia. Me ech la cabeza del monstruo. La cog y me la puse sobre el regazo. l me hizo gesto de que se la tirase, pero me negu. No me has odo? exclam. Estoy muy asustada. He visto un monstruo. Un monstruo de verdad, en la biblioteca. Ests furiosa porque te he dado un buen susto dijo Randy. El seor Mortman es un monstruo declar, haciendo rebotar en mi regazo la cabeza de cartn. Lo he visto transformarse en monstruo. La cabeza le aument de tamao, se le salieron los ojos de las rbitas y la boca se abri en una mueca horrible. Calla! exclam Randy, que empezaba a estar asustado. Le he visto comer moscas continu. Puados de moscas. Moscas? pregunt Randy. Jo! Y luego le he visto comerse una de las tortugas que tiene en esa especie de cacerola sobre la mesa. Le he visto metrsela en la boca y masticarla. Randy se estremeci. Me mir pensativamente. Por un momento pens que tal vez me creyera, pero enseguida cambi de expresin y mene la cabeza. Es intil, Lucy. Ests enfadada porque esta vez he sido yo el que te ha asustado a ti, as que no intentes meterme miedo porque no lo vas a conseguir. Randy me cogi del regazo la cabeza del monstruo y se dirigi hacia la puerta. No te creo lo del seor Mortman. Pues es verdad! protest con voz aguda. Me estoy perdiendo los dibujos animados dijo. En ese instante o que llamaban a la puerta de la calle. Mam! exclam. Me levant de un salto de la cama y ech a correr hacia la escalera. Apart a Randy de un empujn y baj volando los peldaos, de tres en tres. Mam! Pap! Tengo que contaros Me detuve, petrificada, ante la puerta de rejilla. No eran mis padres. Era el seor Mortman.

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Mi primer impulso fue huir. El segundo, cerrar de golpe la puerta. Despus pens en correr escaleras arriba y esconderme en mi habitacin, pero era demasiado tarde para ocultarme. El seor Mortman ya me haba visto. Me estaba mirando a travs de la puerta de rejilla con sus ojillos negros y una maligna sonrisa en su rostro plido y redondo. Me ha visto. Me ha visto espindole en la biblioteca. Me ha visto huir. Sabe que conozco su secreto. Sabe que s que es un monstruo, y ha venido por m. Ha venido a deshacerse de m para preservar su secreto. Lucy? llam. Le mir a travs de la rejilla. Descubr en sus ojos que saba que yo era quien haba estado en la biblioteca. El sol se haba puesto ya casi por completo, Detrs del seor Mortman, el cielo presentaba una tonalidad prpura. Su cara pareca ms plida an que de ordinario bajo la luz del crepsculo. Hola, Lucy. Soy yo dijo. Estaba esperando que yo dijera algo, pero el pnico me tena inmovilizada mientras trataba de decidir entre salir huyendo, ponerme a gritar, o hacer las dos cosas. Randy haba empezado a bajar la escalera y se detuvo en uno de los peldaos. Quin es? pregunt. El seor Mortman respond. Oh. Eso fue todo lo que dijo mi hermano. Termin de bajar y despus pas junto a m, camino de la leonera. Hola, seor Mortman consegu decir, sin acercarme ms a la puerta. Luego aad: Mis padres no estn en casa. Me di cuenta al instante de que haba sido una estupidez decir aquello. Ahora el monstruo saba que Randy y yo estbamos solos. Por qu he dicho eso?, me pregunt. Cmo he podido ser tan idiota? No he venido a ver a tus padres replic el seor Mortman con voz suave. He venido a verte a ti, Lucy. Lo sabe!, pens. Es verdad que lo sabe! Estoy perdida! Tragu saliva. No saba qu decir. Recorr con los ojos el vestbulo en busca de un arma, coger algo con lo que golpearle cuando irrumpiera a travs de la puerta de rejilla e intentase agarrarme. El seor Mortman entorn los ojos, y la sonrisa desapareci de su rostro. Ya est!, pens. No haba nada a mano que yo pudiera utilizar contra l, aparte de un jarroncito de cristal con flores. No cre que eso resultara demasiado eficaz contra un monstruo enfurecido. Creo que esto es tuyo, Lucy dijo el seor Mortman, mostrndome mi mochila de lona azul. Qu? Lo encontr entre las estanteras continu, sonriendo de nuevo. No saba quin se la haba dejado, pero encontr tu nombre y direccin en la etiqueta. Usted Quiere decir que? tartamude. Siempre voy andando a casa despus de cerrar la biblioteca, as que decid trartela explic. Era una trampa? Observ cautelosamente su cara. Me resultaba imposible saber qu estaba pensando. No tena opcin. Abr la puerta de rejilla y l me entreg la mochila. Muchas gracias dije. Ha sido muy amable por su parte. Se estir las mangas de su jersey amarillo. Bueno, pensaba que tal vez querras empezar a leer esta noche La casita verde de Ana indic. S, desde luego respond con tono inseguro. Supongo que te marchaste muy deprisa de la biblioteca coment el seor Mortman, mirndome fijamente a los ojos. Oh, s. Tena que volver a casa expliqu, dirigiendo la vista hacia la leonera. La msica de los dibujos animados flotaba en el vestbulo. As que no te quedaste por all despus de nuestra conversacin? Lo sabe me pregunt o slo est tratando de averiguar si era yo o no? No respond, procurando que no me temblara la voz. Sal corriendo. Tena prisa. Supongo que por eso me olvid la mochila. Comprendo respondi con tono pensativo el seor Mortman al tiempo que se frotaba las mejillas. Por qu? dije de sopetn. La pregunta pareci sorprenderle. Oh, en realidad no es nada explic. Creo que alguien se qued en la biblioteca despus de cerrar. De verdad? exclam, abriendo desmesuradamente los ojos y tratando de parecer lo ms inocente posible. Por qu iba alguien a hacer eso? Para asustarme respondi con una risita. Algunos chicos no tienen nada mejor que hacer que intentar asustar al bueno del bibliotecario. Pero t no eres bueno ni nada por el estilo, pens. T eres un monstruo! Me levant a echar un vistazo continu el seor Mortman, pero fuera quien fuese, ya se haba marchado. Ri de nuevo. A m no me gustara quedarme all encerrada por la noche dije, observando su cara y con la esperanza de que mi aire de inocencia resultase convincente. A m tampoco! exclam. Es un edificio bastante siniestro! A veces me sobresaltan los crujidos que se oyen, e incluso me dan un poco de miedo. S, seguro, pens sarcsticamente. Detrs de l vi el coche de mis padres que se acercaba por el camino de la casa. Lanc un silencioso suspiro de alivio. Gracias a Dios que por fin llegaban a casa! Tengo que marcharme dijo con tono amable el seor Mortman. Se dio la vuelta y observ cmo mis padres pasaban de largo ante l en direccin a la trasera de la casa. Gracias por traerme la mochila dije, impaciente por saludar a mis padres. No tiene importancia. Hasta la semana que viene. Se alej con paso rpido. Fui corriendo a la cocina en el preciso momento en que mam entraba con una bolsa de comida en la mano. No era el seor Mortman se que estaba en la puerta? pregunt sorprendida. S respond con apremio. Me alegro de que hayas venido, mam. Tengo que decirte Qu quera? me interrumpi. l, bueno, me ha trado la mochila. Me la haba dejado en la biblioteca. Tengo que hablarte de l, mam. l Ha sido un bonito detalle por su parte coment mam, dejando la bolsa de comida sobre la repisa. Cmo es que te la olvidaste, Lucy? Me march corriendo, mam. Es que Bueno, ha sido todo un detalle por parte del seor Mortman me interrumpi de nuevo. Empez a sacar cosas de la bolsa. l no vive en esta direccin, creo que vive hacia la parte norte. Mam, quiero decirte algo! grit con impaciencia. Tena los puos apretados y el corazn me lata con fuerza. El seor Mortman es un monstruo! Qu? Se volvi a mirarme. Es un monstruo, mam! Un monstruo de verdad! exclam. Lucy, t ves monstruos por todas partes. Mam! Basta, Lucy! Deja de decir tonteras. Espero que te hayas mostrado educada con el seor Mortman. Mam! Basta! Vete afuera y ayuda a tu padre a traer el resto de la compra.

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As que, una vez ms, mis maravillosos padres no quisieron creerme. Intent describir lo que haba visto en la biblioteca desde mi escondite, pero mam se limit a menear la cabeza. Pap dijo que yo tena mucha imaginacin. Hasta Randy se neg a dejarse asustar, y cont a mam y a pap que me haba asustado con su estpido monstruo de cartn. Casi les supliqu que me creyesen, pero mam dijo que yo no era ms que una vaga y que me estaba inventando aquella historia sobre el seor Mortman para poder abandonar el programa de los Jvenes Lectores y no tener que leer ms libros en todo el verano. Al or eso me sent insultada, naturalmente. Le repliqu algo a gritos y terminamos increpndonos. Entonces sub hecha una furia a mi cuarto, me dej caer sobre la cama y reflexion sobre mi situacin. Me daba cuenta de que nadie me iba a creer. Haba contado demasiadas historias de monstruos, haba gastado demasiadas bromas a cuenta de los monstruos. Necesitaba alguien distinto de mis padres a quien contar lo del seor Mortman. Necesitaba que alguien viese al seor Mortman transformarse en monstruo y supiera as que lo que yo deca era verdad. Aaron. Si Aaron vena conmigo, se esconda en la biblioteca y vea al seor Mortman comer moscas y tortugas con su hinchada cabeza, entonces podra contrselo a mis padres, y ellos le creeran. No tenan ningn motivo para no creerle. Era un chico serio y formal. El ms serio y formal de mis amigos. Aaron era la solucin a mi problema, sin duda alguna. Aaron conseguira que mis padres comprendiesen que lo del seor Mortman era verdad. Le llam inmediatamente. Le dije que necesitaba que viniese a esconderse en la biblioteca para espiar al seor Mortman. Cundo? pregunt. En tu prxima entrevista de los Jvenes Lectores? No, no puedo esperar toda una semana respond, cuchicheando ante el telfono aunque mis padres estaban abajo y no haba nadie cerca. Qu tal maana por la tarde, antes de la hora de cierre? A eso de las cinco. Es una idiotez dijo Aaron. Me parece que no voy a ir. Te pagar! exclam. Cunto? Menudo amigo! Cinco dlares respond de mala gana. Ahorro muy poco de mi paga y no estaba muy segura de que me quedaran cinco dlares en el cajn. Bien, de acuerdo acept Aaron. Cinco dlares. Por adelantado. Y te esconders conmigo y les contars luego a mis padres todo lo que veas? pregunt. S, aunque sigo pensando que es una idiotez. Permaneci unos momentos en silencio. Y si nos cogen? pregunt al cabo de un rato. Tendremos cuidado respond, sin poder evitar un escalofro de miedo.

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Me pas la mayor parte del da siguiente haraganeando y metindome con Randy, pendiente de que llegara la tarde. Estaba muy excitada y nerviosa. Lo tena todo planeado. Aaron y yo nos introduciramos en la sala de lectura sin que el seor Mortman se diera cuenta. Nos esconderamos en las estanteras, entre las sombras, como haba hecho yo. Luego, cuando el bibliotecario apagase las luces y cerrase el local, nos deslizaramos por el pasillo, siempre entre las sombras, y le veramos convertirse en monstruo. No saldramos corriendo como haba hecho yo. Era demasiado arriesgado. Regresaramos a nuestro escondite en los estantes bajos y esperaramos a que se marchara. Cuando se hubiera ido, saldramos de la biblioteca y correramos a mi casa para contarles a mis padres lo que habamos visto. La cosa no poda ser ms sencilla, estaba chupada, pero tena tal nerviosismo y tantas ganas de terminar el asunto que llegu a casa de Aaron con una hora de antelacin. Toqu el timbre. No hubo respuesta. Volv a llamar. Finalmente, tras una larga espera, abri la puerta Burt, el hermano mayor de Aaron. Vesta pantalones azules cortos y no llevaba camisa. Hola dijo, rascndose el pecho. Buscas a Aaron? S. No est en casa. Qu? Casi me caigo del porche. Dnde est? Quiero decir, cundo volver? No s. Ha ido al dentista respondi Burt mirando a la calle, detrs de m. S? S. Esta tarde tena hora para el rollo se de la ortodoncia. Le van a poner un aparato. No te lo ha dicho? No respond sombramente. Sent que se me caa el alma a los pies. Habamos quedado en vernos. Se le olvidara aventur Burt, encogindose de hombros. Ya conoces a Aaron. Nunca se acuerda de este tipo de cosas. Bueno, gracias murmur apesadumbrada. Me desped y regres lentamente a la acera. Maldito traidor. Me senta realmente traicionada. Haba pasado el da esperando, obsesionada con la idea de espiar al seor Mortman. Haba contado con Aaron, pero l tena una cita con su dentista. Ojal te haga dao el aparato! grit. Di una patada a una piedra. Senta deseos de dar patadas a miles de piedras. Me hubiera gustado darle de patadas a Aaron. Me volv y ech a andar hacia mi casa con la cabeza llena de horribles pensamientos. Justo al llegar, se me ocurri una idea. Comprend de pronto que no necesitaba a Aaron. Tena una mquina fotogrfica. Las ltimas Navidades, mis padres me haban regalado una cmara muy buena. Si me deslizaba en la biblioteca con la mquina y tomaba unas cuantas instantneas del seor Mortman convertido en monstruo, las fotos seran la prueba que necesitaba. Mis padres tendran que dar crdito a las fotos en color. Olvidando mi decepcin con Aaron, corr a mi cuarto y cog la cmara. Ya tena puesto un carrete. Haba sacado unas cuantas fotos en la fiesta de cumpleaos de Randy, poco antes de que terminaran las clases. La examin detenidamente. Todava quedaban ocho fotos en el rollo, suficientes para captar al seor Mortman en su aspecto ms repulsivo. Mir el reloj que tena sobre la mesa. Era pronto an. Poco ms de las cuatro y media. Faltaba media hora para que cerrase la biblioteca. Esto tiene que resultar dije en voz alta, al tiempo que cruzaba los dedos de las dos manos. Luego me colgu la cmara del cuello y ech a andar en direccin a la biblioteca. Entr silenciosamente y me aproxim a la puerta de la sala de lectura. Mi plan era instalarme en el estante bajo en que me haba escondido la otra vez, pero enseguida me di cuenta de que la cosa no iba a ser tan fcil como pensaba. La biblioteca estaba llena de gente. Haba algunos crios en la seccin de libros infantiles, y varias personas hojeando revistas. Alguien estaba usando una de las mquinas de microfichas, y en algunos pasillos entre estanteras, incluido el de mi escondite, haba gente que curioseaba y buscaba entre los libros. Decid esperar y me puse a hacer como que buscaba algn libro en los estantes de la parte posterior. Observ que el seor Mortman estaba en su mesa, controlando los libros que se iba a llevar una muchacha, abrindolos por la primera pgina, sellando la tarjeta y volvindolos a cerrar. Eran cerca de las cinco, casi la hora de cerrar. Me deslic a lo largo de la pared posterior, buscando otro escondite. Cerca del rincn vi un gran armario de madera. Mientras me introduca detrs de l y me agachaba para no ser vista, me di cuenta de que era el armario alto y estrecho que contena el fichero. Servir perfectamente para ocultarme, pens. Me agazap detrs del viejo armario y aguard. El tiempo transcurra lentamente. Cada minuto pareca una hora. A las cinco y cuarto, el seor Mortman todava estaba sellando libros para la gente. Anunci que era la hora de cerrar, pero algunos de los lectores de revistas parecan reacios a marcharse. Yo me senta cada vez ms nerviosa. Tena las manos heladas. La cmara fotogrfica pareca de pronto pesar una tonelada, como un peso muerto que me colgara del cuello. Me la quit y la deposit sobre el regazo. Valdr la pena, me repeta a m misma. Valdr la pena si consigo una buena foto del monstruo. Me apoy contra la trasera del armario y esper, sujetando con la mano la cmara que reposaba en mi regazo. Finalmente se vaci la sala. Me puse de rodillas, aguzando el odo, al escuchar los pasos del bibliotecario que se diriga a cerrar la puerta. Momentos despus le o regresar a su mesa. Me puse en pie y atisb por un lateral del armario. Estaba muy ocupado revolviendo papeles, ordenando la mesa para el da siguiente. Dentro de pocos minutos sera la hora de cenar, la hora del monstruo. Hice una profunda inspiracin, agarr fuertemente la cmara con una mano, sintiendo en el pecho los violentos latidos de mi corazn, y empec a avanzar en silencio hacia la mesa del seor Mortman, en la parte delantera de la sala.

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Todo pareca suceder muy despacio. Estaba avanzando el tiempo a cmara lenta, o simplemente todo se me antojaba ms lento por la frentica rapidez con que me lata el corazn? Estaba ansiosa por conseguir la prueba y largarme cuanto antes de all, pero el seor Mortman se estaba tomando su tiempo. Examin un montn de papeles, leyendo algunos de ellos y doblando otros por la mitad y tirndolos a la papelera de alambre que tena junto a la mesa. Canturreaba por lo bajo mientras lo haca. Finalmente arroj la ltima hoja. Ahora, pens. Ahora empezars a convertirte en monstruo, verdad, seor Mortman? Pero no. Cogi una pila de libros que tena sobre la mesa y se dirigi hacia las estanteras. Sin dejar de canturrear, se puso a colocar los libros en su sitio. Me apret contra las sombras cerca de la pared del fondo, delante de la fila de mquinas de microfichas. Venga, empieza ya!, rogu en silencio. Pero cuando termin con la primera pila, el seor Mortman regres a su mesa y cogi otro montn ms para seguir devolviendo los libros a sus lugares respectivos. Me di cuenta con una creciente sensacin de temor de que iba a llegar tarde a la cena. Mis padres me mataran! La idea me hizo rer entre dientes. Qu absurdo estar encerrada en aquella biblioteca con un monstruo como aqul y preocuparme de que mis padres me echaran la bronca por llegar tarde a la cena Poda or al seor Mortman, pero no poda verlo. Estaba en algn lugar entre las estanteras, colocando libros. Su canturreo se hizo de pronto ms fuerte. Me di cuenta de que estaba en el pasillo contiguo. Poda verle por encima de los libros que haba en el estante de mi derecha y eso significaba que l poda verme a m. Atenazada por el pnico, me agach y me dej caer en el suelo. Me habra odo? Me habra visto? Permanec inmvil, sin respirar. l continuaba canturreando. El sonido se fue debilitando a medida que se alejaba en direccin contraria. Con un silencioso suspiro de alivio, me puse de nuevo en pie. Cog fuertemente la cmara con la mano derecha y atisb por el costado del estante. Le o caminar arrastrando los pies. Luego reapareci bajo la luz crepuscular que penetraba por la alta ventana y se reflejaba en su calva, y se dirigi lentamente hacia su mesa. Se oa el sonoro tictac del reloj de pared. Yo senta fra y pegajosa la mano con que sujetaba la cmara. Al verle revolver en el cajn de su mesa, me asalt de pronto una sensacin de inseguridad. Esto es estpido, pens. Una idea realmente disparatada. Me va a coger. En cuanto me adelante para sacar la foto, me ver. Me perseguir. No me dejar salir de la biblioteca con esta cmara. No me dejar salir viva de aqu. Date media vuelta y huye!, orden una voz dentro de mi cabeza. Rpido, date media y huye, ahora que an tienes tiempo! Luego, otra voz interrumpi a la primera. No se va a convertir en monstruo esta noche, Lucy, deca la voz. Te ests poniendo nerviosa y asustada sin motivo. Mi mente giraba vertiginosamente, llena de voces e ideas aterradoras. Me apoy contra el estante de madera para mantener el equilibrio. Cerr los ojos un momento, tratando de despejarme la cabeza. Cuntas fotos puedes hacer?, pregunt una voz en mi cabeza. Puedes hacer tres o cuatro antes de que l se d cuenta de lo que sucede? Slo necesitas una buena foto, me dijo otra voz. Una buena foto ser la prueba que necesitas. Ms te vale que canturree en voz muy alta, dijo otra voz. De lo contrario, oir el disparo de tu cmara. Date la vuelta y huye!, repiti otra voz. Date la vuelta y huye! Slo necesitas una buena foto. No dejes que oiga el clic de tu mquina. Di un paso hacia delante y mir por el borde del estante. El seor Mortman se dispona a coger el tarro de las moscas, tarareando alegremente. Por fin!, exclam para mis adentros. Hora de cenar, mis tmidas amigas le o decir con alegre sonsonete. Mientras empezaba a desenroscar la tapa del tarro, su cabeza comenz a aumentar de tamao. Se le hincharon los ojos, y la boca se le fue agrandando poco a poco. Al cabo de unos momentos su monstruosa cabeza se bamboleaba sobre la camisa. Su lengua, como la de una serpiente, se mova ondulante fuera de la negra boca mientras l retiraba la tapa del tarro y sacaba un puado de moscas. Hora de cenar, mis tmidas amigas! Es el momento de sacar la foto!, pens, haciendo acopio de valor. Me llev la cmara a los ojos, agarrndola fuertemente con las dos manos para impedir que temblara. Luego, conteniendo el aliento, me inclin todo lo que pude hacia delante. El seor Mortman estaba engullendo su primer puado de moscas, masticando ruidosamente, canturreando mientras masticaba. Procur enfocarle en el centro del visor. Estaba tan nerviosa que me temblaba la cmara en las manos. Menos mal que est canturreando, pens mientras posaba el dedo en el disparador. No oir el clic de la cmara. Podr sacar ms de una foto. El seor Mortman continuaba saboreando su primera remesa de moscas tiernas. Ahora!, me dije. Cuando me dispona a pulsar el botn, el seor Mortman se apart de pronto. Ahogu una exclamacin y me detuve justo a tiempo. La sangre me lata con tanta fuerza en las sienes que apenas si poda ver con claridad. Qu estaba haciendo el seor Mortman? Cogi otro tarro, lo deposit en la mesa y desenrosc la tapa. Levant de nuevo la cmara y mir por el visor. Qu tena en aquel jarro? Algo aleteaba en su interior. Tard unos momentos en darme cuenta de que eran polillas. Polillas blancas. Cerr el puo en torno a una de ellas y se la meti vidamente en la boca. Otra polilla sali revoloteando del tarro antes de que l pudiera cerrar la tapa. Los ojos del seor Mortman se proyectaban hacia delante, como hongos que emergieran de su hinchada cabeza. Su boca se retorca y contorsionaba mientras masticaba la polilla. Contuve la respiracin, me inclin hacia delante todo lo que pude, sostuve la cmara delante de los ojos y puls el disparador.

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El flas! Me haba olvidado el flas! Estaba tan preocupada por el clic del disparador que haba olvidado por completo que mi cmara tena flas automtico. El seor Mortman, sobresaltado por el destello de luz blanca, lanz un grito y levant las manos para taparse los prominentes ojos. Me qued petrificada en el pasillo, horrorizada por mi descuido, por mi estupidez. Quin est ah? gru el seor Mortman, tapndose todava los ojos. Comprend entonces que no me haba visto an. Aquellos enormes ojos deban de ser muy sensibles a la luz. El flas los haba cegado momentneamente. Lanz un monstruoso rugido que retumb en las cuatro paredes de la vasta sala. Me ech hacia atrs, fuera de su vista. Quin est ah? repiti con voz spera. No vas a escapar! Lo vi avanzar pesadamente en mi direccin, tambalendose con torpeza, como si sus ojos continuaran cegados por el deslumbramiento. Sus pasos parecan hacerse ms firmes por momentos, y sus ojos prominentes escrutaban las filas de estantes. Respiraba con fuerza, lanzando un furioso gruido con cada inhalacin. Quin est ah? Quin est ah? Huye!, me dije, agarrando todava la cmara con las dos manos. Huye! Qu esperas? No vas a escapar! repiti el monstruo. Oh, claro que escapar! Estaba a tres estanteras de distancia, y sus ojos escrutaban los oscuros pasillos. Saba que no me haba visto. La luz del fias le haba sobresaltado primero y cegado despus. No saba que era yo. Lo nico que tena que hacer ahora era largarme de all, con la prueba a salvo en mis manos. Qu estaba esperando? Se acerc ms. Ya, slo haba una estantera entre los dos. Corred!, orden a mis paralizadas piernas. Corred! No os quedis ah! Gir en redondo y tropec con un estante. Varios libros cayeron al suelo. Corre! No te pares! Me estaba costando mucho moverme. El miedo me tena paralizada. Corre, Lucy! Est detrs de ti! Mis piernas empezaron a cooperar por fin. Con la cmara en una mano, ech a correr por el oscuro pasillo hacia el fondo de la sala. No vas a escapar! rugi el monstruo desde el pasillo contiguo. Te oigo! S dnde ests! Lanc un grito de terror. Corr ciegamente hasta el final del pasillo, torc hacia la puerta y tropec con un carrito para transportar libros. El carrito se volc en el suelo y yo aterric de bruces sobre l. La cmara fotogrfica sali despedida de mi mano y se desliz sobre el suelo. Ya te tengo! gru el monstruo, acercndose rpidamente desde el pasillo contiguo.

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Trat de levantarme, pero la pierna se me haba quedado atrapada debajo del carrito. El monstruo avanzaba hacia m, jadeaba ruidosamente. Yo estaba paralizada por el miedo. Trat de incorporarme, apoyndome en las manos, pero el cuerpo me pesaba una enormidad. Estoy perdida, pens. Finalmente consegu levantarme y liberarme del carro. El jadeante monstruo estaba ya a slo unos metros de m, asomando tras una estantera. Agarr la cmara y ech a correr hacia la puerta, sobreponindome al dolor de la rodilla y al zumbido que me aturda la cabeza. Nunca lo conseguir. Nunca. Y entonces o el sonoro timbrazo. Al principio pens que era una alarma, pero luego me di cuenta de que era el telfono. Llegu hasta la puerta y me volv. El monstruo vacilaba al final del pasillo. Sus ojos negros y bulbosos flotaban delante de su cara. Su boca abierta, por cuyas comisuras caa una baba verdosa, se haba retorcido en un gesto de sorpresa. Se detuvo en seco, sobresaltado por la interrupcin. Salvada por el timbre!, pens llena de jbilo. Abr la pesada puerta y sal a la libertad. Ech a correr frenticamente hacia mi casa. Los furiosos latidos de mi corazn parecan seguir el rtmico golpeteo de mis zapatillas sobre la acera. Corra con los ojos cerrados, saboreando el aire fresco que me azotab la cara, la tibieza del sol poniente, el revoloteo del pelo en la espalda. Me senta libre. Libre y a salvo! Cuando abr los ojos y afloj el paso, me di cuenta de que estaba agarrando la cmara fotogrfica con tanta fuerza que me dolan las manos. La prueba. Tena la prueba. Una instantnea, una instantnea que haba estado a punto de costarme la vida. Pero ahora tena en mi cmara la prueba de que el seor Mortman era un monstruo. Tengo que mandar a revelar el carre