stern - ascenso y caida de las alianzas postincaicas

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í(i) 1A.scensión y caída de las alianzas f Ostincaicas '1 1 __ conguistas fáciles Por ejemplo. m11chc•< de núestros contemporáneos recordarán la Bliizkrieg nazi en l?,urc1p;i:! aquellos ataques rehímpn¡w dieron. ni mundo una visión atcrr';id111.1 de la invencibiliclad del fascisrr¡o. Pero, por lo general, la rcalidnd acaba por imp0nerse y la mística empieza a t:c rumbarse. Cmmdo le'< nazis se queclaron empantanados 'On el frente r:.·. o perdieron dimen- siones sobrehumanas. \Hace cuatro siglos y mccii1 · en 1532, los 168 rnn· quistaclores que con tantal:;;¡)rcJcz derrotaron } capturaron a Atah11;11. p¡i, el emperador de Ios incas, impresionaron. •;;n duda a ios rucl'l"c yrícffiíos con su poderío y su buena suerte.¡ No t1<1ce asunílr i11fCr. pretaciorie_s._iñgcñuas Cie. los extran]éfos como C.:ioses para comprender el halo de invencibilidad que rodeaba a una banda de forasteros que habían derrotado al jefe de un imperio que se extendía a lo largo ele miles de kilómetros, ni para comprender también la disposición de \:te poblaciones locales a adaptarse a ellos. 'Pero el halo pqdía irse dc-;Ynrn-. eiendo, si los españoles -trntaban ele hacer la trnnsici(111 saque() ()CUpación ción capturar.el-Imperio Jnca, los europeos tcnclrfon que · ------- - . . 1 Los en la la ola de' la explo.::iy;:i. J,,¡c. queda lérri lorio y salvación' c;:itÓlica. querían 'rlcp l'.'7 ;¡e fo disffibución de los-n1ctalcs· prcCToi:os lf(:\;adc1<: a Cai;1. co1r10 resc;:ite del lnca Atahualpn, Francisco Pizarra y c<.;>111p;1. ñeros de conquista se lanzaron al sur, a someter, saquear y iCfcni;ir u11:1 59 ·!i I·"' Stern, Los Pueblos Indigenas del Perú y el desafío de la conquista española, Edit Alianza, 1986. Página 1

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Stern - Ascenso y Caida de Las Alianzas Postincaicas

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Page 1: Stern - Ascenso y Caida de Las Alianzas Postincaicas

í(i) 1A.scensión y caída de las alianzas f Ostincaicas

'1

1

\~ar; __ conguistas fáciles ~~!.~-~ m.ísti.~~~. [~~s~~~) Por ejemplo. m11chc•< de núestros contemporáneos recordarán la Bliizkrieg nazi en l?,urc1p;i:! aquellos ataques rehímpn¡w dieron. ni mundo una visión atcrr';id111.1 de la invencibiliclad del fascisrr¡o. Pero, por lo general, la rcalidnd acaba por imp0nerse y la mística empieza a t:c rumbarse. Cmmdo le'< nazis se queclaron empantanados 'On el frente r:.·. o perdieron su~ dimen­

siones sobrehumanas. \Hace cuatro siglos y mccii1 · en 1532, los 168 rnn· quistaclores que con tantal:;;¡)rcJcz derrotaron } capturaron a Atah11;11. p¡i, el emperador de Ios incas, impresionaron. •;;n duda a ios rucl'l"c

yrícffiíos con su poderío y su buena suerte.¡ No t1<1ce fa~ta asunílr i11fCr. pretaciorie_s._iñgcñuas Cie. los extran]éfos como C.:ioses para comprender el halo de invencibilidad que rodeaba a una banda de forasteros que habían derrotado al jefe de un imperio que se extendía a lo largo ele miles de kilómetros, ni para comprender también la disposición de \:te poblaciones locales a adaptarse a ellos. 'Pero el halo pqdía irse dc-;Ynrn-.

eiendo, espe~ialm~nte si los españoles -trntaban ele hacer la trnnsici(111 éltl_!IJ~ro saque() -~Ja, ()CUpación !er1j~()ELal_y, por-_filti1!!(l,_~ l~~¡,,1i.:ii11:i:_ ción iir1jJeuarJi.<:i.~ capturar.el-Imperio Jnca, los europeos tcnclrfon que nprci1<lCi:·-a-iobcma~füT_________ · ------- - .

. 1 Los eu-i"c,'p~os·~~o~tados en la cr~stade la ola de' la explo.::iy;:i. J,,¡c. queda esp~-(lc-oro, lérri lorio y salvación' c;:itÓlica. querían 'rlcp l'.'7 ;¡e

yseiiorÍ()~.¡;r;.;;s fo disffibución de los-n1ctalcs· prcCToi:os lf(:\;adc1<: a Cai;1. ~m;:irca co1r10 resc;:ite del lnca Atahualpn, Francisco Pizarra y ~u~ c<.;>111p;1.

ñeros de conquista se lanzaron al sur, a someter, saquear y iCfcni;ir u11:1

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Stern, Los Pueblos Indigenas del Perú y el desafío de la conquista española, Edit Alianza, 1986.

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Stc:ve J. Stern

cukinía andina.\j~_~a_g~~. ~~~!~.~:1~-P~~?.!igjgso~ Y. !Q.~~Q .~':!~~pe_~­de me~a !~~. p1·~~~0s_9~_!:!;:~~!! . .f<ls ky~!_(!'.!.J'.<:2E~~l..i_~~-¡9_s ~~pa íiolcs se

--TiITiiT~1~a-l1 _Je 9ro y plata, en lugar de comida 1: Piz.<I_Iro distrib!:!JQ en-

., <'1/ rnmie~Ja~ _d_e in~ios a __ sus ali¡¡.c!_os p1 lf! c:~i:i~sta. ,!!1\~ncomend~!"~]~~­:>'/I, cnc~aba de a1ender a las necesidades militaIT§_y __ Qolítifjl~_Q.~Jª Coron¡¡

(-;;;1a ~f;Tá·~·:tJe aie-~7al .bienesta~--mate.íiaJYes¡)iiliuaf<le · 1()$ir1dí~s liiaganos ~~·~·con.;e~dados» a su cuidado. :A. ~ambio, podíaexigir a sus· \~tutclaJos tributosY!rabaJO: i Como represent~i:i_!.e pcrso1~ de __ l~_for~na·::­P"br~--~l __ te_~~t!110,_ d enc~~-~~1-~l~i:_~_¡Jo_dJ_¡¡_.~_iliz¡¡E su señorío S<?E.~'.~-~.~-­L g~'.-~~._para __ e!1_r_i9_~~~~e.1 R.~r_o_ tam_~i~.ri_1_1_ii_bía ~~2QpOrtaE.__ la_ carga de \ T;>r¡ar relaciones coloniales con los m!evos sú~gitQ_~jrg!.!2.sJ

/-==--- Ci""segmldacfíillfflarsecoñvTrtt0en.Hseguida en cuestión de la max1-f ""'fD < ,-

¡ nw prioridad. ·1Ei emperador. tÍlere inca, 1'.lanco Inca, se cansó de sus /1,

1

1

·;migas europeos y escapó a la montaña al noroeste del cU-:Zcoe~11~Jé)_. f)c:sde su fortaleza escondida en la selva, 1'.lanco Inca organizó T11cur-

I .:.1u1.1c:s q_ue P,~~__1;2i!_r~~ las _:~ita~ comercial~~ eu!;_~e~~_yJ~si~H~I~'l-~ ·¡a5 _~ · ( ;uc1dádes m(fws º~ha~as ~.!os -~~!!·op.:os~ La res1stenc1a del__<_~~~~él~~

nc:oinca» llegó a plantear tantos problemas qtíel5iz~·-P~.s;idió canso- . liJar d comrolyfa-expansTondeTos-eu-;op-eos, enios caminos-·ae-mon: 1aú.i entre Li111~y~;;r~c-ui~-'Los-po-cos.europeosquel1abíáí1-éslablecTcfo-una población fronteriza en la zona Je Huamanga, en Quinua (véase el m<ipa 2) resis1ieron precariamente contra Manco Inca y los grupos loca­b qui'.: apoyaban la causa inca.! En 1539 Pizarra envió a la región a Va:.rn de. Gucvar~.veterano de Nicaragua y de C~ile, ct?ri.~Ie~s~afioies:

. Cll!l la Úpcr~n_z~ ~-~cs~~ccr·~-!Üs.~jpjfl9l~i~ªii11~.iiú!U11~~-Jlrn1_e en i..i ~~g~_:Qi:::Jfü.~n~~!~g~_r - ,

1 Puma de Ayalu (1615). Nuel'a coro111ca, 369 y 370. 2 \' bnse las condidunt:s' de: las prímeras e:1comiendas concedidas por Pizarro

.:n Bibliuleca dd Congreso Je los Ern1dos Unidos (Cokcción Harkness), Documents /ru111 Eerly Peru. TI:.: Pizarras a11il the A/magros, 1531-1573,. cJ. Je Stella R. Clc-111.:nu.: (\Vashinglon, D.C., 1936), 15-1: 170. Vé:insc coment~• ÍL•S sobre la encomienda ..:n J-;hn 11. Rowe, uThe Incas undcr Spanish Colonial lnstitutionsi., HAllR, 37 \lll")" Je 1957}, 159 a lbl; Enrique: Torrc:s SalJamando 0879-1880). Apuntes his-1J11 .. ,, ~obN las e11cc.111Íend.Js .:11 11/ P:mí ( Líma, 196 7); lllanud 13elaúnde Guinassi, l.u .-:;rnmiu11Ja en e:/ i'i:ní (Li:r1u, JY-15); !\lanucl \'icen1e Vilbrán, Apt111tes sobre /., 1<·1i!1,fud sucíul de los imlígenus a11te las leyes de flldias (Lima, 1964), 25 a 100; ):11110 Loc:khari, Spc111ish Peru, 1532·.1560. A Colonial Society (l\!nJison, 1968), í ¡ a :i 3 } pa~stm; Lod.hart, «Eni:omh:nda y H\l,cknda: The Evolútion of the Great b1.1t.: 111 1h..: S¡nu1i~I: lnJit:~". 11.-\JIR, -19 \agos10 de: 1969). -111 a .J29.

5 Vb>c Vasco de Gui.:vara (!5-13), citado por lllarcos Jiméncz de la Espada en Ne;/, 181 y 182, nota 2; !'edro Je: Cieza d..: León, «Guerra Je las Salinasi., en

'( '/)/ !:. 1.X V 111. cap. 3'i; Obispo Vici.:ntc Vulvcrde ai Hcy, Cuzco, 20 de marzo d.: l:í3':J, i.:11 CLJIAO. lll, 122; )a111i:s Lockhan, The Me11 of Cajamarca: A Social ,111,/ /Jiu¡;raphicul. Srudy o/ the First Cvnquerors of l'eru (Austin, 1972), 42·L Véase

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:\sccmión y caída de las alianzas ros1incaicas. 61

. . • - ¡/ c:11 d Cwcu El i/l(lígi:na prc:g1111i11 Supuesto e11c11c:11tro c:111r: lw1. 11,u/10 .Y lll·'·1~sp~~','.1í11 /'0111; ,ie ~\ya/a, es oro y plata. /v <¡ue comen los espcmo es, a rcsp11es , o, .. , . . , .·

Pese a sus co11secui:11ci11s o111i11osas, el e11c11e111ro 1111c1;; ''S a1111swso.

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Page 3: Stern - Ascenso y Caida de Las Alianzas Postincaicas

Steve J. Stern

.. ~:'.•·q los encomenderos asentados en aquella zona· que eran más de .:.'"' ;;1 oroblemn de In se 'crd ·- ·¡· · · ' ' ' ·. • _ ' . ' guri a 1111 1tar_ era algo omnipresente en los pri-1~1ei os anos. Vanos de ellos eran veteranos del aterrador ataque v asedio de ~uzco en_ 1?36-1537 por Manco Inca.' I3ajo Vasco de Gue;ara, ios espa1;ole_s dec1~1eron, en 1540,. desplazarse Tiacia·Cl sur a partir de Qui-

~1~ª¡ a 1 ~¡~ad:~1 ~f ~~- 11~~~ cl~f_en_d i ~~:__Ese_ ly_ga r era el_ que se con verfl ría

.. . . , ~oon1al de l~u,~manga (cuyo nombre oficia 1, «Ciudad de San Junn de In Frontera de Huamanga» y cuya condición de ciud d pr~_1m;I~nron hnstn 1544) \1htrr~.1n1_1g~ ... estaba situadn arriba de t~a nz~ 1~: e.s. _ 1 ~tcg~~c~t~I de los i1eoin~as...._x_l.c:i~~~_l!gt1~dores intentaron .r .. e. i-t_e1 ndamente estab1 izar una piJOl)l "6 ----;----·· .. ________ · · -

. ; 1 ~,<l-1·-~--r=-·-1 ------- ---------~~ .aci . 1L~Ut9PGª .. G.1) _la __ c1_udad_recién fun-· ~a 111 e e contrarrestar la amenaza d ¡ ·· · d • , 1. ~-:¡; [, ..... , ::r.::s~--···=~ _ , e as If!_CurS.!()l!~_s_ e 1os neo incas \ as re e 1011es locales Los gue se t ·H · ·--·-----·-··---- · b. -·~1 . d~--.. · ·-·-·- ·------ª;;~J1 an;m_e11 _u a manga cons1'dera-a11 as soc1e acle · ·· · -- -----· - .------ ' . -., ___ · J · ¡;-:----~-_!IHJ~a~~'l~~~~c;-~er<!._b_~µ~l9~Jib~HLSº!!!.~U1na_Jµ~1H~ de ~- .·~ 0 1 ~ L.

1de ~~E~~<:!~~C?!1· _La sociedad espaíiola exigía el lr-abajo

} e tu uto e os 111d1os pnra las necesidades más básicas: comida. __ Lr;~spoi ~e .~e ~~_ua, n.1ade~·a y n1e~canefas, const1·t1~cic)11 _de viviendas y

,, º. 1 as pub~cas___co 1~_~Je_~~~-c_~~1-~no~ Y_.E_~!l_t~~~ ,_\,Cro iguaiTnip-orfon::--·

, .~as exacc~q.!]ss l~!~!.<~!l..11_~S~SJdu.d__j~)~~~añolCLde.....cultivar Ja ¡ !~~ las ~-~1edad,e~¿:1~ll!~,J.2.cales -~--defen<lerHla~_:Q1~~encia .eu­l-~ea1 COll!!.~.~O!l~Ll'~c~s..'.. El cabildo, o concejo nit1nicipal~n-; !ro ~e o por la e11lc europea de los encomenderos, trató en 1541 de ¡

111_

pedir los abusos, p~rgue «sería ... dar ocasyon a los dichos yndios tor­nasen a matar espanoles como antes lo solyan hazen> 1.

T El nacin11'e11lo ele •· · ó d -, L a1rnnzns 111c mo ~I

Af_o_rlunadamente para 1'os co11q · t d 1 · d d .. . ... _ u1s a ores, as soc1e a es andinas te-níail~~i~!~~ motivos-para aliars~ con la Eº_nguista europea.¡ La destreza

- "---- }

un caso concreto de mitnrnq incas que combatieron a los españoles en AGN DI Lcg. l. C.9, 1567, f. 5v. ' ·'

4 Los ~ferce~arios en el T'errí en el siglo XV l. Dow111e11tos inéditos del Arc!ri 11o

General ele ltrclws, e~. de Vfctor M. 13nrriga (4 vols., Romn y Arcquipa 1933. 1953), 4: 90 a 94; Libro del Cabildo de la Ciudad de San fua 11 de la F;Clllfera de ll11a111a11ga, 1539-1547, transcrito por Raúl Rivera Serna (Lima 1966) 28 a 33, 140. ' '

5 Vénsc Ubro del Cabildo, 4i, 64 y 65, 68, 1.1, 91, 95, 100, 121, 128 y 129,

137, 165, 19·1, y la notn 3 supra. 6 Véa~e Li/,,.o del Ca/Ji/do, 21 y 22, 30, 31, 46 y 47, 54, 62, 64, 112, 189; JIC,

Doc. 985. 1571; BNP, Al27, 1547, c.mta de don Pedro de La Gasea 27 de diciem-bre de 15·17. 1 •

7 Ubro ele/ Cabildo, 64. 1

(

Ascensión y caída de las alianzas postincaicas 63

militar de lo,¡; cspaííolcs. grandes maestros a caballo y con la espada, impresioi:i2' a los kurakas que acompañaron a Atahualpa en Cajarnarn

(en 1532.1[.IJara sobrevi_y_~ __ soc~~des ca_[l"}p~sinns necesitan una sensi­¡ .bilidaclJ:~peci_aL~ __ lcis_.n:i.odifl~_ en el equilibrio ~_eL..J?2sler,_y_k1 s

\ .Pt.l_e b 1 o~_l._tJ. ~ª .... n. ª __ s._~ c ...... A. _ _nj~_n!_él re. _a_~_)' __ Lé_! I:_é1I1:1_ .. <Jli _ _re c. onocí. e ron inmediata me 11-t e a los es_pañoles como sus nuevos señores. Los kuraK.as <le los puehlos

\ l_~c_ani:s_ ~e Laramati_ se procl3níaron «amigos· de los- espaÍioÍés;·-cÜanclo t-·pasó p_or_ Vilcashuamán el séquito victorioso en ruta hacia su entrada / histórica_ e11 el ~uzco; Cuando los españoles derrotaron a llls fÚcrzns rc­oeTaes locales y levnntaron el cerco inca del Cuzco, esas proclamaciones ;adquirieron más credibilidad 8.-¡-Además de tener un sano respeto a b . capacidad milita¡:__~~íiola, las sociedades locale.s de Huamanga pcrci­l bían unos bcrieficíos p~ __ <:i1.Ja-~fi;n~a-~on los europeos. Por fin 1 J?Odíañdeshacerse<lCC~:t~go de 1a_c!SJ!iil.12ac}9n J11c;a i aerender. sus in te re­\ses étnicos .enun;:I nt1-e\-a-era--ÍJostincaica. Algun~s de las pobiacioncs

mltmac} ase11taclas en-lluamanga septentrional por los incas regre~aron a sus comunidades de origeIJ_ y dejaron sus vidas de extranjeros entre ro­

Íblaciones locales hostiles. l_!,_os europeos B() __ cran_ los únicos _c¡_ue saquen~

( ban la sierra andina en lÓs primeros aíios. Las comunidades locales ~a­queaban'--fos3frnacenes con$~gt-:-ado-s élntfguamenle a los incas c[e~acre~l_i_:_

l·tados y las grandes hw¡cas- ~cln~~onadas con el ~stado;_,Una pohla_ci0_1_ cada vez mayor de raHaconas que habían abañdonado la sociedad del

--;yifú-para-pasar a co~ve'rtirse en seguidores dependienl~s~c)c:>~ ~uropcns se sumarón a sus señores en la búsqu-eda-crefriefolés--preciosos¡9. ··· · ·

(

En estas circunstancias,·-y--pcsea-t~~-Í~;lt;~¡c~ · ;:-;;-;;;~flictos oc:i- _ 'siOl{°;les entre los europeos v sus aliados autóctonos, los conquista~.9°r':'.~

, ob_t_u_tleron la an1dn que 'nccesiwban. A principios de 1541 !legaron a . Huamanga indios de Huanta nordoriental que habfa;i sufrido el rc~o de

los ataques de l\fanco Inca para advertir de los planes incas de conquistnr la nueva ciudad española. El cabildo envió a Francisco de Cárdenas al

'

g Monzón y otros (1586), «Descripción ... de los Rucanas Antamarcas~. Rr7f .. 238; id. (1586), «Descripción ... de Atunrucana y Laramati,,, RGT. 226 y 22i: Gobernantes del T'erií, ed. de Roberto LeYillier ( 14 vol s., Mndrid, 1921-1 q26 l. 2: 103 y 104, 153, 183, 192; Pedro Pizarra (1571), «Relación del descubrimiento y conquista de los reinos del Perú ... », CD/E. V, 256.

9 Libro del Cabildo, 47, 69, 100; Juan Polo de Ondcgnrdo (1561), «.lnfPrrnc ui Licenciado 13ridesca de i\luñntoncs». en Re1·r·s1a Histórica, 13 (Limn, 19·10). 156· sobre los yanaconas como brazo nm:.iliar de la conquista, véase Nathan \\'nchtc!. Sociedad e ideología, 149 a 158; Jolm liemming. T/1e Conques! of 1/1e lncos (N11c­va York. 1970), 136. 171, 180, 184, 186, 305 y 306, 362. Es posible que nlr.111"'' de los sirvientes ynnaconas de los europeos fueran sirYÍcnlcs yana cnajcn:idcis de la sociedad dei ayllu nnlcs de la conqui!'ta espnñola. Acerca de los y;mn nntcs de la conquista. véase l\hirra, Formaciones. 225 a 242.

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Steve ¡. Stern

frente c.ie una expedición Je.: 20 españoles y· «dos myll amigos yndios» a contener el ataque y «amparar [al l0s naturalés»w.~Jargo -~~_ la

· (primera mitad dél decenio de 1550 las constantes. turbulencias de Ja gue---1 ~~Yl!snfre·J~_~_sJ1f1!}0l~~ ~~Y.,!2?_~º!~1~?!!!~~~~Sin]~?.-~ri~c;fn°E'Ei~~~~~~c;~-~-

11rlihkmas a las sosJ~~2-~-~:?_J~~!!!~LLSllS kt~r_~_ka~.:_;Entre las exigencias de ~s d.:: qué ks·dieran su aQoyo logístico y mDitar.)ps pt~. blu~ autóctonos no_J2Q.ili_an or_tat,J?Or la ~~;1.ª· Tenían que decidir y11~ tipo de ali:rnza -dado el equilibrio de fuázas en su zona-:- sería el _1~1;ís. !Xíítfi-~1~;º para sus propios in1erés~~-;w~l7~itílrTos: ,Las sociedades locaks. pdvadns de la opción de la neutralidad, participaron

· mucho en las primeras guerras, que « [déjaron a] los yndios destruydos». t AunytH: <ilgunos d.:: los indios 'de Huamanga sumaron sus fuerzas a los r1..:uirn:as. ca~T t~~los los g;·upos _:¡11cll:1-so i11c,'!Sa-se-ñla-t!os erlTE.iamanga-

._c:0 r ~~r;¡~EiQ'!}.~]~-1-LlJ~) ~I~-¡;--~oroñ a·e 5Pano1~~'.\'Er ca r11i 110 e slr-á tegico·e-ntre .. 1 íma. Jau'ja, lluam::mga y d Cuzco hacía que el peso de los combates c<1yaa sobre las !.1:ckd<1J.:s d.:: los Jistritos septentrionales por .fos que pasaba: Huanta. Vilc.:ashu<1miín y Andahuaylas: Además, Huanta y An­dahuayhis limitabu1r con la zona controlada por los néoincas.\ Un kura­la «questa gua!Jando un paso de temor del inga)> e'nvió en _J544 un

~ilsafeürgente·-cre c¡ue_K_1~1lco.Tnca·: éoñl-a á_y'ücfa d~ espa-~oles disidentes, e~taba proyectando ,un ataque que. ponía. en peligro a los indios __ ~!!.C:Q.::._ n1<:11Jat1os a -P.!Jí·o N~z-tí~-Rú)as~-Ni -slqtíTera -¡¡¡s-sücieJades mud10 más .al ~ur evitaron verse implicatlas en _l~ .. 5itt1~c:J~.!1-· __ Cuando F~_~_ri~.f~Q:~H~r.: ,,,;mh::z Girón se rebeló coiú~á-Ta- Corona a prinélpios del decenio de 1 510, saqueó los grandes rcbaj\~--~·~--los sorns y losTtléanas. a fin de ab;1~teccrse. ( -~~nc_!1rsTol~!QXºcaron~.,~-}as ~ll\~l!~@-~~iijgQ,1!1.i-_ja .. ~a 111.QJill.n._r_e_al 12• ,.. .

·( · 1},~s ~nco~.}_~nq~_!:~B~~-~S-~?.itab~.J-~.:.!:!_nas relaciones de /~ri:hajo ~avorabb-con·<~>-kura~~-~; los r:iá~--_a~~tos tra~~f~I~_ Je ~_onso­! .lidar las alianzas crm..f~'6?1-cs y !egalos. LLos encomenderos y otros espa-

\

lll)ks solían presentarse a¡necl cabildct'ef!...tl primer decenio dé Jl_lla~ {l.1a11ga p<1ra pedir macedcs ch: tíerras, estancias pa~J~janadcr{~-~~..:.,_ \....._ __ _

1u Libro dd Cubi/;/o, b3. 11 Véase una historia condsa de las guerras civiles entre los españoles en Lock­

Ílan, Spa11ish l'ern. 3 a 5: respec:t0 de la función de Hunmanga en la política co­l.i:1í.1I. v¿ase Libru ,/el Cabi/,lo. 71 y 72, 73 a 79, 85 a 88, 93 a 96, 98 y 99, 1-i 1, H2 "H5, J.16 a 150. 152, 159 a 164, 168 a-17-t, 199; Domingo de' San10 ri'omás ¡ l'}:i5l. en La ig/L·s1.i d.: Esp11iii1 eu el Perú, ed. Je: Emilio Lissón Chaves (4, vols., S.:\·iila'. 1943 a 19fo), 2: 5 a 7; Los Mercedarios, ed. de Barriga, l: 257 a 262.

u' \'.!¡1se BNP, :\127, 15-17, p:íg. 17; ADA, PN, Navarrete, 1615-1618/1627/ tb10. fi. 473 r-474 r; AGN, DI, Lc:g. 6, C.!09, ló-13, ff. 2 r, 5 v: Bandera (1557), •lkl.i¡;ÍÚn general•. 178: HNI'. íl-1-1, 1612, L 8 r; Libro del Cabildo, 121, 142 n:s­pi:.:tu di: la~ citas; Pomu de Ayula (1615), Nueva cor611ica, 431 a 433.

Ascensión y cn[Ja de las alinnzus postincnicns1 l

65

llldios soras y /11ca11as combaten por /a Corona es¡mii(J/a y co111m el rebelde Frm1-cisco 1 /t!rmí11dcz Giró11.

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;. rr.'.1s de cultJ:vo. Los ~12~_f!1~J.!_Qg~_jnteligentes lograbnn q\j_(! ei cnbildo L ~ién CO!!.C:~~\_s!ª. !11C!!EC!5!es de tierr~ a suskürákiis.-Los l<i.lr-akns de

Juan de Berrio redbTcroii diez fonegaclas (unas 29-liCcl{ireas) en el fértil valle de Viííaca, al oeste de Huamanga; un kuraka patrocinado por Ilerrio recibió una merced de 20 fanegadas. Francisco de I3alboa pidió al cabildo que concediera 16 fanegadas a su kuraka principal en la rica llanura de Chupas, al sur de Huamanga n. Esas tierras eran sinecuras fértiles cerca de la ciudad de Huamanga. Algunas las había reivindicado anteriormente el Estado inca, sus santuarios o los mitmaq incns. Ahora eran objeto de reivindicaciones de los europeos, pero los encomenderos más astutos reservabnn o apartaban una parle para sus kurakas. Die­go Gavillín reclamó 20 fanegadns pnra sí en el valle de Chigua, ·y después hizo que el cabildo le concediera el resto del valle a su ku­raka 14

.' Diego Mal donado, que era uno de los encomenderos de más 'éxi­to.\ llcn~r~ialos a fo-s -kurakas de su encomienda de Andahuayl~;~ Ta---~l~--0~1}"t§.~!~1rn re_ciffía un escfovo negro, rntilils; caballos, garíado vñcuiú) y Tiiios-jfaiios iiicás y españoleS:f"En una controversíaulférior, un 1:uriiK:ñScilaló que esos regalos se ies habían hecho «porque [Maldonado] ,se ,los <leva de seruicios que [le] ·oviesen hecho» 15 •

· : 1,as _G.OllJ!.JIÜdades y .Jos grupos étnicos esperaban 9..l!-S,J~ .. ~~Ji~11_z3! __ c_C'.1"1, L8s europ~os les sirviera para triunfa~ en. sus=.r_I~pJ_as . .rjvalida_des a_tli9~((:)­.!l;1_s. Como ya hemos visto, el modo local de pr-oduc_ción. tendía a di vi di; a los pueblos autóctonos en grupos económicarnen-tC mlt6n-omos que corn-

• petfan con ºlos pyuffüsLJa~-~éomm.!M~ª~.s.y.Jgs_~os _étnicos rivales~ por· los recursos más preciados. Ahora, las sociedades -m1tócT011as~-s-i11-efHfre- · .!~~el COIJtrnLJn_c_¡¡,__~L1ll[lQ~de utilizar~~_r~laciones ~on los poder(}~¿5

\ ~~r()l?_COSJrnr~J~_r~!Eg~~o pro1i1,ocio1inr-intereses--étii15:os~ff>C1r cfclnplo, Cll­\ 1557 los pueblos lucanns de Laranrnti denunciaron que' los grupos veci­

nos estaban adentníndose Jn terrenos de caza suyos y muy valiosos. Con ayuda de su encomenderÓ, Pedro de ¡\ vendaño, secretario dei Virrey y residente en Linrn, logr~ron que el Virrey prohibiera la caza contra los lucanas andamarcas, lbs ynuyos, los huancas, los pnrinacochas y los pueblos de la costa en tdrno a la zona de asentmniento de los lucanns de Lnramati 16

• Les chnncf,s de Andahuaylas, feroces rivnles de los incas

~ · ú Libro del Cabildo, 45, 50 y 51, t30 (respecto de otros casos, 38, 45, 48, 61,

120, 124, 132). 14 /bid., 61. 97, 100, 120; AGN, Tierrns c1e Cci1nunidadcs, Leg. 3, C.19, t806,

ff. 40 v, 42 r; ílNP, A203, 1557, f. 65 v. 15 AGN, DI, Leg. 2, C.17, 1573, ff. 178 r, 197 r, 219 \'-220 r. 16 IIC, Doc. 1013, 1557. LosCyauyos y los hu<rncas mcncio11ndos en este docu­

.mcnlo. son ios que vivfnn en 1 Iunmnnga meridional (Chocorvos y Yilcnshun111<Ít1), y no sus homólogos tlc In sierra ccnlrnl ni norlc tlc Hunmnngn.

1

I·· l 1

··1 Ascensión y _caída de las alianzas postincaicas 67

desde siempre, emplearon el poderío europeo contra sus enemigos. Cunn­do los neoincas secuestraron a los guardianes chancas de los cnmpos de coca de Mayomarca (entre l luant<1 y AncJahuaylas), los grupos étnico~ de Huamanga amenazaron con apoderarse de aquellas ricas ti.erras limí­trofes. Los chancas resolvieron sus dificultades al persuadir a su e11c0-mendero para que encabezara una expedición a Jv1ayomarca, que sirvió para garantizarles el control sobre las tierras 17 .LJ:.a colaboración· con los europeos, pese a su carga de guerra, tributos y mano de obra, también tenía sus ventnji~ . -

\Si se estudiacon más ntcnción n los chancas de Andahuavlas se nd-~ómo-los-encom_e_n de ros Tn teffgen-tesic~fi¡ vaban-Tas--rel~Clones ·. -de _colaboración con las élites v las sociedades .autóctonas) Diego MalJ;~a~i~. que era uno -de - los . encomenderos más ricos y de más-éxiJQ.._ p-rcfrlTa negC?ciar. acuerdo_s con los kurakas, en lugar de recurrir a la fuerz~~.~l~."J MedianteUñüde esos acuerdos, Maldonado logr6 que algunos indígena<: que vivían en valles y punas remotos se reasentaran en un vnlle m:í< cerca del camino real del Cuzco. l\faldonado no usurpó los preciados re- J cursos de los chancas. Por el contrario, para su hacienda rural se hizo 1 con tierras y rebaños ;·procedentes de las vastas posesiones deaicadas ;rn­

teriormente al Estado inca v a sus cultos:.. Al pnnC!Eio, por lo f!leno<:. MaldC?nado ª?~_!l!Ó_·ª-.~~s_._yanacorias p~rsonales _e11 _sus .. tierras, en lup.;ir¡ de exigir mano de obr~~su encomje_nda. Cuando los indios se queía-ron de que los grandes rebaños de Maldonado dañaban sus cosecha<:, Maldonado (o su administrador)° inspeccionó las denuncias y distrihuyó maíz, papas, ají y otros productos como .indemnización: Maldonado ne­goció acuerdos con los kurakas en los que se .ospecificabañ las oblff!a: ciones tributarias de su-cncomrenCla; -prCferíallegar_a_actíerdos -en--Eigar-·

deestabfecer-un" saqueo no sistematizado, y en cierto sentido ~~integró. Wla sociedad aut6ctona corno_ patr6n generoso. y_ «redistrITiülJo;~FI

hijo de l\hldonado exageró más-adeianieaToCcir queíalmpres1orn/nte riqueza de los kurakas se debía a los regalos de su padre. Mnldonado solía apartar una tercera parte de los tributos para redistribuirlos. y en los años de malas cosechas regalaba comida y eximfa a sus encomendados de varias obligaciones tributarias. Aportó ia mano de obra de sus 'C<:cla­vos y yanaconas a la construcción de un obraje textil propiedad co11junta de sus indios y de un empresario español, y regalaba novedndes eu­ropeas, como tijeras y vasos de cristal. En su testamento, Maldonado legó .miles de cabezas de ganado a sus indios.\.En __ vida, el conquistador actuó

_c~mo~_-0_J_~~,r_a,~_~n _ ~t~~g~~9~_ag.~~.9~-~. ~l!c~_!2~ _ _l:i~~:!i9rflii.~~I~-~Ü~~-de «generosidad» oa ra . cr_~!-~~~p-~ri_CieD..C:i~~~J_C?P.1.i&~~iQ11es ... ~E,~~í~E~~~>~-~~·--

11 AGN. DI, Lcg. 2. C.17, 1573, ff. 178 r, 197 r, 219 v-220 r.

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intcrcarnbioA los indios que trabajaban en sus tierras recibían, además ':f¡- los pagÓs acos1un1braJos. «regalos» de maíz, coca, sal, ají, carne. ov..:jas y lana. Duranw la recolección de la hoja de coca, que duraba vcin1e días, /\lnldonado regalaba a los trabajadores ocho cestos de coca 18 •

(

, .·· (:k!_aturalmen.te .• l~.s alianzi1~ no significabai.~. q~e la vid~ :st~_!'~e:a.;xe~ ta Jc rnnflictos ni de abusos. Muchas ve.::es. detrás de las negociaciones_ ~ .:ernía la v-iol~~~clay la ludia por tly).Jet\En un cierto mÓ-mento los ~taran~ esclavo africano de /\laldonado, y el encomendero cti..:¡¡rccló a veces a las éliles chancas. En 1542 un grupo de indios an­garac::. se levantó y mató a su primer encomendero. f\lartín de Escarcena. Una lista de multas cobradas por funcionarios de Huamanga a partir dc 15 59 documenta los episodios de violencia que tacharon muchas rc­ia..:iuncs. En 1561. Gonzalo r¿rez se metió a caballo en medio de una multi111d de indios y arrol10 a una mujer. ~se incidente no fue sino un cjcmpl0 de los abusos personalcs que sometían a los indios a los lati­gazus. los saqueos y las violaciones por parte de ios esp~ñoles, los ne­grus. los metizos y los mulatos 1~'.IJAdemás, las condiciones 'de_trabajo po-

(di.in ser primitivas y duras. La tconslrt!CcTOñ-ac H uama!:!gª-~!L.!?!1_:_..!!m-­pluzamic:nto-ínícial-cosur!_ñS_vTdn; de_ trabajadores ir:9~<?~·(Ios encomen­d~-ros-y amos oeyañáéonas, como señores conquistadore~'q~e aspirnban • 1 1~q11i::.ar la fuerza dé 1rabajo de sus slíbillTos~Tencfüin._ sie111pre c¡ue po­

-dían, a tratar a sus tutelados comosifue-ranpropiedad personal suya~. ba rclación imponía Ull!JS cxig.;ncias muydlJrasa lo~~- trabJ!fall_()¡-e_s_.!Ú!c:, i0ctouus a los qu_e controlab_:1!1~J~J.~aJmiile! d_~,_trabajadores in~i().S. o la . ~·cnta de súbditos indios, creú unos negocios mt.1y_Q_róspero2 21 .\EI alquiler d..: la f~1crza dc trabajÚ-delú's indi~s~afcnt~·-,; !i"us explotado~és, y a algu­n.>s JI.! los conquistadores ·qué querían vol\·er a España tras unos cuantos í!IÍus de saqueo, a pasar por alto la supervivencia a largo plazo de los

1 ~ JbiJ., ff. 209 r sobre rcascniumi'.:nto; 191 v. 208 v sobre lierrns y rebaños de lu~ in..:as; 193 r sobre in<lemniza.::i611; 208 r-v, 179 r-v sobre cributos; 195 v sobre rcgak.s a la .!lite;' 195 r, 226 r, l':l-l v. 179 r sobre distribución <l.: comida y exen­..:1011 Je tributo:;; 191 r sobre m¡¡no Je obra para d obraje; 209 v sobre tijeras y \ iJrk•s; PH v sobrc r.:gülos Je ganad0; 192 v sobre regalos a los trabajadon:s.

1> /bid., ff. 195 r, 208 v. 215 v; Los flfrn:edurius, c<l. <le lfarriga, 4: 109; Libro ,/d .Cabildo, 121; BI\ l'. A 336, 1559, 'passim {arrollamiento: entrada dd 4 <le no­\ it:111l>1 e Je 1561); l.ibru del Cabilciu, i 22.

.lJ l.us cncomo.:nJ..:rus so.: comi<leraban agentc:s n:sponsablt:s personalmente de Li~ 1:m::is públic;is fundamentaks. Para la conS{rui:clón d<! una i'glesia se auto­

, im¡rn,iaon una kva Jo.: man0 di! obra d.: 150 1rabajacJores incJígenús. Más 'aJc­)J:!k ;.: harían cargo <lo.: la rc:spon~;;bili<lad <l<! aporl<ir indios para llevar agua a IJ:> "''~"s J.: la ciuJ¡¡J, Libro del Cubi!Jo, 2 l r 22, 112.

¡1 fi,iJ .. 30, 31, 6.j; d. l\l:1ric lh:lmer, •Notas sobre la encomienda peruana .: 11 .:i , 1¡;1u XVI•, en Ri:vi~t<l J.:/ lmti11110 d.: l/i:;iuri<l <Id Di;ri:clw, 10 {llucnos Ai1.:>, 195~). 124 a 1-13.

Ascensión y caída <le las alianzas poslincuicn~ 69

1 ' trabajadores. E! comprador de indios que trataba de exprimir el max1-mo de trabajo en el mínimo de tiempo, «entra c0mo lobo hambriento», como decía un observador 11

Sin emburgu, esos abusos no deben cegarnos a hechos que eran evi­dentes para los propios pueblos autóctonos. Lc,s grupos diferentes, a menudo rivales, tenían que adaptarse de algún modo a la pres~ncia es­pañola, especialmente sí vivían cerca de la ciuua<l de Huamanga, en zonas estrat¿gicas desde el punto de:·[~~~ milit<!r () ~~_!()_!i![gQ_Q~!_~amino comercial que enlazaba Lima con l luamanga y el CuzcoJ La cooperación o la alinnza con los conquistadores de lo.:; incas. __ brinc!.a_bl!_~ mei~()s_la ~ibilidad~rOtl!ffióncontra fa vlolenda n.1á~~tren!al_Resulta sig­nificativo que la mayor parle de las mult.1s cooradas por abusos perso­nales de los indios no se impusieran a mii.:rnbros del pequeño círculo de

familias <le la élite <le Huama~11. '.1, ~ino a res~dcntes españo .. le?, me. stizos (y autóct()~_os de menor rango. S1 bien !ns ¡~l1.anzas :10 cre~~()E__~1na_.era , idílica, sí ofrecieron, no obstan eJ los benef 1c1os__[l_i:.r~~_sbozados: _i:.on­) '~tinuación de la Jibertad respecto <le la dominadóninca (o _f1e()inca) y de . ·sus i~_T~~s de tr~.Qf!JQ.::m:iYiJc:gJ~~~speéit1es earaJos kl!r~-~-~migos ..

crz-1osconguistadores l una ayu~ muy·· ü1il e1. las rivali<l~ ';;'nfr~ntamientos end~micos entre las comunidades y los grupos étnicos -licale~----- . --. --- .

~ea, que las relaciones iniciales entre los pueblos and111os autoc­tonos y los eurOlJi;OS contenían una mezsll!j_~~Cº!n<:'.1 a qe f~J~}01~g9~ia~­:ciones y alianza~,· Las rnrte:; en las alianzas PüE:;-.-lcriTcas- se estuuia~,~~ entre sí en busca de debílida<lcs o puntos v_l.IJI~:~ _(!.~._[l¡¡~a V(!r hasta dóndc llegaban las nuevas relacione~ E1llos pri11 ;ros años, cada enco­mendero -acompañado <le so e ad os si era neces:11 ío- «pedía a su ca­<;iq ue [k uraka] lo que le paresc;ía, y f el eaciq 11·~] rrega tea va lo que podía». Los malos tratbs y las extorsiones variaba:1 «conforme a la dili­gencia [y] codicia que cada [encomendero] tení:1, y maña que se <lava con sus yndios» 23

• Su misma ignorancia de los rec.irsos a disposicióJ1_ 9e las sociedadcs locales era en sí un freno .a los conquistadores. La prime­ra visita de inspección <le la región de 1 l11nrnnne.1. realizada en 1549, sÓlo reveló la cxistcncia de i2.179 varones indígenas entre )os quince y los. ~i-r/E!!t;.DH! nños de edad; vari~s afios des pul!~ • .;u ando la población debería haber disminuido, DamiíÍn de la Uandcra contó 21.771 tribu­tarios. Pese a sus notables conocimientos y capacidades. Ilan<lera tenía

21 Domingo de Sílnto Tomás (1550), en Vargas, Fray Do111i11go, «Escritos», JO. 2J Polo (1561), •Informe ... ul Licenciado Brivio.:sca de Muñaloncs», 157. Es

probable que las ohscrvacioncs de Pulo se busnran en las pautas cid Cuzco, pero v~ans.: dalos paro.:cidos sobre l luamungu en Monzón y otros (1586), «Do.:scripciún ... de los, Rucanas An1amarcas», 238.

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70 Steve J. Stern

pocas opciones pnrn obtener su iníormnción, npnrte de l::i de preguntar l\ los kurnkns 21

• Fel~_r.~ Gu~n.ian pgn~a_.de _(\yala escribió una acusación lacerante de los colot)9?. ~uropeos _hacia 1600, pero es significativo que esle duro crítico indio de Huamanga elogiara a la primera generación de encoii1ci°úJéi:OS.-·bcCfa .qi_ic eÍ coi1qt;¡S·lador «Sentaua a comer y le daua bestfc.iosy.ri·opa quanto quería a los prencipalcs [indios]. Y se elaua o se perdía sus comidas le perdonaua a los indios pobres [sus tributos]>>. Francisco de Cárdenas, que había mnndado un ejército de 2.000 indios contra los neoincas en 1541 dejó a sus indios miles <le ovejas en su5 punas de Chocorvos (Castrovirreyba) y Vilcashuamán. Don Pedro de Córdova, escribió Poma de Ayala, ayudó a proteger a sus pueblos luca­nas <le Laramati contra clérigos y funcionarios abusivos 25

• Los lucanas de Laramti. que siempre habían aspirado a ser «amigos de los espaiio­lcs», dieron a Córdoba una estancia enorme « [p]or muchas: sueltas de tasas y tributos que como encomendero les auia hecho y Perdonado» 215

Las partes .. en las 1!_\ia_n?,?S J~O~!_Ll!C:~L~as S"()_l})Et,:.c,!_1dí~D. perfectamente que, l ei1 u.1L.S.cnlido_muy_Jeal,_sc .... ui;:_c_csitaban.m.utuamente. ,,__.. _ ... _ ;,_- - .

La economía comercial inicial \

1 Al establecer relaciones <le cooperación con !ns élites y las sociedn-<les._autócto11as~-[os encomei1ClerÓ.s~ql.le __ aspiraban a ser llllª clase dotni~

nili1TC,cc!lai:6i1-los ~imientos <le una ecoúori-i1ii"y-ur!'.1_~s.iS_~d_ncd::Cs:olc:_nfoles Cl1Tiumna~1ga-: Para el decenio de 1550, los corregidor.es Y.2~r_s>_s_J_1:111si():_ lrnrios por no111Gramic11lo empezaron-a __ ~~~~it' __ la_~csp_gnsabl~i~~d <le mu­.§.J..~Ca.s.:Ju:cJICiñ~i~D-cwÍl1Tstrativ~$. En c?nsecucncia, ~¡ Estado co· ;· \oníal, centrado en Lima, cmr.~z~ ... ~ 111lervcn1r oc forn1a ltm1tagi:yar_ci reducir la autonomía regioirni-<lelas princip_~lcs.iii.~ilia_s_d_e___g~amanga .. sin c11íba~g~·.1~-;--rti~~iüiíñrios~-cói-OOiaics-·te11crían a concertar alianzas con las personalidades poderosas de la localidad, y en los primeros aiios é.l cabildo, dominado ¡;c;·r los encomenderos, se había puesto rápidamen­te a eslnblecer normas y directrices para una sociedad coloni~I) En la pla;,_-a central, las autoridades instalaron una picota püblica o rollo para la dispensa ritualizada de la justicia.\ E_l cabildo li1~1itaba ~LP.~~i-9 __ ~_':!.__ maíz contrataba el suministro de pan p-ara la nueva ciudad, regulaba los EC~-1~15~T(l~~-~~- tratnba de impedir ?l fraude en~~s .ventas de_ pan y

2t [landera (1557), ~Relnción general», 176; AGN, DI, Leg. 1, C.9, 1567, fo­

lios 20r-22v. 2:5 Pomn de Aynln ( 1615), Nub·a cvró11ica, 559. . 26 1'.lo111.6n y otros (1586), «Úescripci6n ... de Atunrucnnn y Lnrnmnt1n, 227;

AGN, TI', C.747, 1625, rr. 4 V {citn). 16 r-v.

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Ascensión y caída de las alianzas postincaicas 71

_Q~a de _coca. El cabjldo supervisaba las obras públicas, comprendida~ L_l_~s reparaciones -ueTos caminos:( Coí-ílo órgano polílic:o dc-la-C:lite de.­. Hu-amanga, el caOildo se ocupaba efe poner freno é los abusos-quepocfíañ-

\ poner en. pr!ligro el f u1uro ~~_ .. l_¡j chidad:-jla · deforestacL~n por los e5ra:

· ñoles, los negros, los yanaconas y. los indios encomendados amenazaba • con desolar el paisaje de Huamanga. En 1543 el cabildo prohibió la tala

de determinados árboles en un radio de dos a tres kilómetros (medía le­gua) de la ciudad n.

\ / , r Lo que quizá fu era más importante es que el cJiliil<lo asumió la tarea ~··¡ • ~-~

¡ .de as¡g-nar solar~ara _v_i viendas,_Jiendas, huertas_~m:dines 28 y la. de 1 1 ~oncedt:r: !Jlercedes_ de_ f!Xplotaciones agrícolas y pastos~,Entre 1540 y 15,11

\ el cabildo conc. edió 42 mercedes de estancias y explotaciones agrícolas \a 20 residentes f. En 1546 el municipio se apropió de tierras de comunes \«que ay alrededor <leste pueblo que no están labradas de yndios ny estan pobladas». Dieciocho vecinos importantes de Huarnanga recibieron por término medio 80 hectáreas (casi 28 fanegadas) cada una~. Doce años después, el cabildo distribuyó miles de hectáreas en las llanuras re¡:!acbs de Chaquibamba a más de 60 vecinos por lo general encomenderos y otros residentes 31

• . r / \ Los vecinos principales querían tierras y pastos para obtener bcne-/ ficios de las oportunidades comerciales.¡ Los tributos de la encon1ie-nda '·-ya aportaban a las ciudades comida, paños, productos de artesanía y

metales preciosos 32• Un. encomendero que tuviera una buena casa en la

ciudad y que poseyera 'una encomienda rural tenía pocos motivos para ansiar una gran estancia con la que satisfacer si.is pretensiones señoriales .de ascensión social. Pero la agricultura comerci_al brindaba posibilidades

/lucrativas. ~S.<I_12.HQL~~-!::!.l11.ªJ.Ja .. <intigu.ª···__¡;_ªpit(ll)f1_C(l_del Cuzco. y -~1~ / P-róspcras m~nas~i~- p]a_t;i=_i<:_!()~~~~<:_n_~!1~:~~s) ~re_a_!Ja~-ille".f~acl(i~_de ¡ p~od uc~?~·-· ~-~Í!ne·. nQ~l91.~E<lfí.os,__v_if1().! .. (17;~C::lE• ~()~ª-~_s_e~~-' pi:!es_!_p~o_<l~c- __ ~ tos---~frtesanales .• La propia 1-Iuamanga actuaba como un po10 economice

que atraía productos dei campo. Por ejemplo, el precio del maíz y de las

XI Libro d~l Cabildo, 132 respecto de la picota o rollo; 46 y 47, 126. i45. 184, 196 respecto de las reglamentaciones; 21 y 22, 42 y 43, 54, 62 112 re~pecto de las obras públicas; 132 respecto de Ja deforestación. ·

2Z /bid., 35, 36, 38, 39 a 41, 43 a 46, 48, 51, 53, 54 a 59, ES, 72, 97, 121. 154. "19 Ibid., 40, 43, 46, 48, 52, 54, 56 a 61, 63, 73, 93, 120 a 122, 126 y 127, 130.

133, 153 a 155. ~ lbid., 179 respecto de la cita, 180 y 181, 182 y 183 respecto de la di~tri­

bución. Jt flPN, A203, 1557, ff. 24 v-25 r. 32 Respecto de la asombro~;i v;iricdad de nrtículos incluidos en las füt1s de

tributos anteriores o 1570, vénsc AGN, DI, Leg. 1, C.8, 1576, ff. 109 v-112 r; Leg. 2, C.17, 1573, rr. 179 v-180 V, 184 v-186 r'.

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patatas se duplicaba cuando se vendían en Huamanga en lugar de la le­jana y rural Lucanas .u. hlediante las mercedes, las ventas de los kura­kas, las negociaciones o la fui.:rza, los encomenderos y otros residentes

' \!uropcos de menos nota empaaron a reivindicar ~¡erras.!__~~--~~ cons~ilidar una ünica propiedad de gran extensión,! los europeos solían

it;igilüíS~~tTrl~~'-¡;a¡.·¿c¡7is-=,=1m1c:Ilas-vece-s pequeñas o intermedias- . en tierras cuya fortilidad, idoneidad pan cultivos muy apreciado~_c:iH_ la .::oca o el vino ·o ubicación cerca de la ciudad o d~ l~ .. Jl!!ª~--c:omer­ciaks prometían rec-on~p~~;SiñalcriiiTc~~"-Los .. vaffes.de Huatata, Yucay y \'iñaca, cerca de la ciudad de Huamanga, empezaron a llenarse de re­bañus Je vacas, ovej•tS y cabras, de parcelas regadas para el trigo, el· 11ia1z, las v¡:rduras y la alfolfa. Je molinos ·a tracción hidráulica, de huer­tus Je fruiaks y de viñedo;; bien cuidados. Los encomenderos se atri­hll)t!rOn haciendas y estancias en medio de los territorios «nucleares» de sus sociedades autóctonas. Junto con otros colonizadores, también bus­caron tierras o pastos fériiles cerca dd camino principal en Huanta y Vikashuamán. Los emprc:sarios más dinámicos establecieron plantacio­ilt:s Je coca 'a lo largo de los límites orientales de Huanta .J.l.

\

,~ s.:a, que el ca pi~ comercia~ estructuró.Ja empresa y eLde .. sa. r. rollo···-. económicos. Claro que en una sociedad en la que la mayor parte de. l~ i11.Jios podía· producir para satis~~ neces1üa~s ~nJfis tie- _

1 rr;1~ dd ayllu, la prod~1cció11 capitalista er~osi~le.: La pr~ducción

1 ci1pitalista se basa en lavenlu de la fuerza de traba]() ~_c;ar11.~10_ ~-(! un _ ~;;t;; io, no-índ~cida fitndamentalmente por cdacciones p()lítjc_~s. s_oi::J.<iJ~S. __

lil-Zl:lflilrales:-sii~-0 más bien por la necesida-a "econoI11i~~: ~()~ trabaja_d~ r..:~. 5c¡)i!rados .. d~-fas iiúras -yde lus recursos necesarios Pª!.'l__procfocir __ ~bsistencia:-o las ~cañC:Tas--necesarlas paraTntercambiarlas . p~r pwlfüC!üs-de subsÍslctida, vei1d~n librcm~-su- fuerza-dti=tr_aÉ~()~P._ai~ ganar un salario~vltaT Ta--jírodllcCió1l.capitalista basada en relaciones ~tics asñl~nauas feI capital 111dustrial,'para. dist1!1guirfodel capíial l11crcantíf). e-(a-algo~que scnCillamente se haTia}i~ná-s a_~Iá~de _ _J_Qs --h~i-::­~ssociales -·.;T ecünomíCüSde-·fos conquistadores. ~_i 11 __ t!p:i~arg(). _ las --enl¡;~es~s colo11lalcs lfe-Espani1 yPort ugaf c~~!l__a~~() -~=~cad<?_ ·mundial y un sbtema comen.:tal que desencadenaro11 __ t:_!__!mp_':l_~c:>_-~av~. ..:::.::.:.::.=..:,.::.:.....J.-_;:___;, ________ .__ _______ .. #

ll :\GN, DI, Leg. 1, C.8, 1576, ff. llOv respecto de los precios en 156J. :>i ':\Jemás de las' fuentes que figuran en" las n9tas 29 a 31 y 26, véase el

l.ióru Jd Cabil,Jv, b2; Cieza d.: L.:ón (1553), Purte primera, cap. 87; Juan López :l-: Vdüsco (!571-157-1), Geogrú/Íu y descripc:ió11 1111iversal de las Indias, ed. de: 1'!.1r.:0; jim.!ncz di.: la EspaJa (f\ladrid, 1971). 2~1; BNP, Z303, 1578; BNP, B75, !62b, ft'. 23 v, .Jb r; AGN, TP, Lcg. 1, C.!l, 1568; ADA, Corregimiento, Causa~ Ordinarias [Lcg. 21. 1678, esp. f. 935 r-v; R.PIA, tomo 21, partida XXXIII, 330¡ ll~~ I', A203, 155 7, f. 33 v. (

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1 ¡ ·

Ascensión y caíJa Je lus nlianzns postincuicas 73 1

-el lucro, en «<linero» o en product<?J f~c:J~~~J.i~t~~~.'1.n1bi,~bks- qt1e . mÓtiva. la producciói1 -~~pitalisia.FUj~¡~·s;;·<l insací 1blc Je l_;i___<<.!!1.!:EC:ªncj:1-dinero» (es decir, de metales precj_osos)__y_l¡1_c:_&era.ri_~~~-l~~l<::er_que el diñe~o. «tra~ijase»_Q_C.r.e9~Q._g1l_;:Li.'!'<~ba_¡1J!or11. t~!.a in1aginnción cmprcsa­~ia~LQ.u}. Los coloni:.'.adores dd Perú p~dían aspirar a realizar esas ambiciones mediante la minería y el comc1 .:..io, pese a la escasez de

(.man~. de obr.a. l. i .. ~ .. re. as¡.daria·o·· a .. ·_ .. EI capital comcrc..;nl (entendid9_·e .. 1! .... ~~. l_ .. .§.. <!D .. : ..... . tido de comprar {y __Qr()~u_c¿i_!"tkª-raio_ para _vend~·~_(:ar9,_ se_c:onv1rt10 en '.ª sangre. de la ~i::p_n_Qill.Ü!.C:QJ()nJ.¡¡J_.:5 • Ni siquiera el obispo del Cuzco podia

c.-resisii1:··;·1;-¡entación de vender miles Je cestos de coca -oficialmente considerada como producto censurnble por ia lgksia- en los caros mer­cados Je Potosí .)6.

Por tanto, los europeos buscaban oportunid~lcs -~!1_!.'1.¡~g _ _r~cttltura co­mercial la minaía, las manufacturñs_y .. -el.con1erciQ_para enriquecerse~ Corno ;a !~·visto, los-~c;lonizatfol:e-s-(1~ 1 Iuamanga pusieron su vista empn!saríales a los m1<!vos 111..:rcados en la agricultura. Antes incluso dd descubrimiento Jd Potosí, en 1545, la coca se había convertido en un cultivo comercial apreciado J7 _ Ya en t5"iT.l1t:<lro Díaz de Rojas había descubierto ricas minas de oro en la montaiia de coca de Mayomarca (Huanta oriental). Las minas de oro atrajeron a buscadores de fortuna llenos de pasión y de sueños de gloria; en 15·15 el cabildo envió a un vecino importante a restablecer el orden y la au1oridad en e! estilo d? vida violento y desordenado que siempre caractc:izaba a los centros n11-neros :>S •• El descubrimiento ~grand_~_y_?cirnient ·1s~ __ or<)Y de. plata en Alunsulla (Angaraes) en -¡·S§Q_y d~_nlina!) Jc111 ~1:curio en Huancavelica ,;;--1564convirtic-~01~-~-f.í~~amanga ~11_ unajmpo1_t.t~~icregí~-~-minera por ·<lmcTiürropl~.'1 El~~-;-1-~dÓ~: real-de-Hua1írnnga ~l' unió a· 1os encomende­ros que se lanzaron a Atunsulla a extraer minernl~s por valor de decenas. de millares de pesos. Varios años después, el 1 u(.; enero de 1564, e! en­comendero Amador de Cabrera registró lus fabubsas minas de mercurio

35 Acerca de la distinción entre In del cnpital ind..!strinl o la proJucción capi­talista y el capital comacial en contextos prccnpilaib;t;.s, v.!ase Marx, El Cupítal, esp. el vol. 3, caps. 20, 36 y 47. Como señala l\larx e:; importante distinguir entre la dinámica del capitul comercial en una cconomin ca•iitalista y el capital comer­cial que anteccJe al prcJominio Je In prodm:ción capitalista. En el lt:xto me n:­fiero a esta última formn dd capital comcrci;il.

.J6 ADA, PN, Ysidro 1577, ff. 248 r-249 v. Respecto del carácter difundíJo dt: la actividad empresarial, en los primeros tkmpos <ld !'.;rú colonial, v.!asc Lockhnrt, Spa11i:ih, Pení, passim.

J7 Libro del Cabildo, 126. Ja /bid., 50, 123, H2, 166; véase Gobema11tes, cJ. Je Lcvillicr, 1: 190. Act!rcn

dcl clima social en los centros mineros, vénnsc las mullas rccuudaJas en Atunsullu en el Jcccnio di: 1560 y rcgistra<lus en llNP, A336, 1559.

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74 Steve J. Stern

de ll uancavelica. El mercurio, valioso porque servía pnra beneficiar el mineral argentíf ero extraído en Huamanga y r>otosf, empezó cr1- seguid;; ;Gircular como medio regionalCICintercambio;iiillíl quela.-pT;;-t-;; o el oro°"j¡-:-C0-i1Cl<lCSclibrirnTento-de~grai1dcs. m-iirns -er1 el decenio. de 1560, los empresarios de Huamanga empezaron--U-col1sTrüir-talÍeres textiles y

1 obrajes. AlcaGClde quii1ceafios del-descubrimknt-; d~Dbrera~-fos en­, comenderos habían montado por lo menos tres grandes obrajes rurales

para abastecer los centros mineros y comerciales en expansión de Hua­manga. En la cercana Andahuayias, otro obraje venía abasteciendo al mercado de textiles del Cuzco desde el decenio de 1550 w. Los encomen· cleros de Huamanga habían establecido redes co@erf_iaJes. con Lima desde muy temprano, y el tambo (hospedaje para viajeros) de Vilcastuamán, en el camino inca de. ~Iti~i~1a.nga al Cuzco, se convirtió rápidamente en un importante centro comercial 41 .

Como de costumbre; los indios. en lugar de. aislarse de esos aconte­cimientos económicos, trataron de aprovechar las nuevas tendencias y oportunidades. 1 ndividual y colectivamente, los indios incorporaron la búsqueda de dinero y de beneficios comerciales en su existencia cotidia-

. na, y en beneficio propio. Claro que las sociedades autóctonas tenían que encontrar medios <le ganar.llincro para-p~g_<i~J9i10~~1t0s~~~~-Cllrí-ero-ére~ bidos a los encome11deros: 1 Pero io_s_r>dÚl~i()s_ ~oct1n1J:ntos ap()rtan_ datos q~~~=-··~Cfüía11-·1; ·conclusión -de -q~;;--las sociedades nutóctonas participaro.r:i._ ~ll~lrl en la economía comercial con el único ·objeto-·ae-obtener · Cldincro-~esai}-~~~-1!~.el trj~~~ tÜ.Por eCco~tra r10·.:¡~5 C(J!~~ u_t~ íc}ade's 5!_i ~:: ~Üt1 muestras de una actitud-abierta, CITl1ámTca ~incluso entusiasta- que 1ivnliznba en osadíatoil1a etnograrracICUrlciOITT!clOClC'"íSiego Maldonado ~ CilA~Gs. Mucho antes de que los españoles llegaran a dominnr Atunstillii; hacia 1560, comunidades situadas a bastante más de 100 ki­lómetros de distancia habían enviado mitmaq a extraer la <5_montaf1a __ tle oro» abandonada por los incas. Los indios lucanas trabajaban-ias:minas de oro y de plata locales en su propio beneficio, pero después d::nuncia· ron amargamente las exigencias de que se fueran a trabajar minas de oro españolas en lugares remotos. Los kurakas de Andahuaylas enviaron a sus gentes a establecer avanzadillas étnicas en las remotas minas de Po-

39 Vénse AGN, Minerín, Leg. 2, Ayncucho 1622, ff. 55 r, 169 r-172 v, 192 r-v; Fernando Montesinos (1642), A11alcs del Pcrií, ed. de Víctor tvl. Maurtún (2 vols .. fvfodrid, 1906), ! : 278; AGN, Mincrín, Leg. 13, •lluaqc:wciica 1585-1595, Exp. 1, f. 49 r·v; Lcg. 11, llunncnvclicn 1562-1572, H. 254 r·255 v. ·.

o10 Vénse IlNP, Z313, 1616, ff. 164 r-165 r; ADA, PN, Romo 1577, ff. 202 r-204 r; IlNP, Il1485, 1600, ff. 62 r, 247 p AGN, DI, Lcg. 2, C.17, 1573, f~. 193 v-194 r.

•1 Vénsc Lockhnrl, Spa11isf1 P,eru, 23; Lochnrt, TJie Me11 o/ Ca¡amarca, 297; López de Vclnsco (1571-1574), Geogra/la, 241.

Ascensión y caída de las alianzns postincaicas 75

tosí 42• Sin el freno de las reivindicaciones incas sobre los campos de coc:i.

las sociedades locales ªIT!Pliaron la _p.roduc~!ón .Y las ventas de coca. Un grupo utilizaba la coca para pagar «el tributo q' les cabía ... y con lo que sobraua pagado el tributo se auian sustentado». Otro grupo utilizaba la coca que quedaba después de pagar el tributo p:.ira comprar ovejas y cerdos 43. En el decenio de 1550, los chancas y Adrián de Vargns, que ,era un empresario español, convinieron en construir un ob13.h:,,propie­dad a medias de Jos indios, que vendían parte de los' tejido,s .acabadm a su encomendero en el Cuzco 44

• ·

J.IDPbién en el plano individual los indígenas reaccionaron de manera il!novadora ª~@__1l.~~Y2.Sf2!1..().~_~Qloni_ai.jara· !547, iüs iraba)ndorcs y los comerciantes indios habían capturado una parte impresionante del polvo de oro de Mayomarca a cambio de sus servicios y sus productos. Con dinero, un europeo podía «alquilar» trabajadores indios para el tr;im­porte y la coca 45

• Lo_s E()Iperciantes indígenas corrían a ªº-ª_stecerJas mi­nas y Jos .centros comercialcs~<linámieos de iTuamanga 46

, y los artesanos se marchaban ele- los ··ayÍlus. en-busca--de'é)portunid;ides en: otras !'3r· - 1 tes:-Los plateros se fueron con los er:icomcnderos de Huamanga, don-

.de-su oficiO~estaba muybl~n ·p~gado. Los picapedrero~ estaban bien cot i­~ados en facoristrucCí6n colon!al, y-los artesanos autóctonos. calificad(\<; se convirtieron en especialistas indispensables en las minas de llu<i11c1, velica (7. Ya hemos visto antes que las «familias» étnicas estaban llcn;i< de tensiones y estratificacior1.es!!úerña5;ailorll,-IasoCTedacCcOloíliar·0r;c::-:-··· clanuevásposTIJi~~es ·3J~;l?i¡~9~~~_íf~~_(:~:tegta~_}ffpt1esta§. a aha11: "donar la sociedad d~yJlu o a:·anojar___l()~i!Z0.5-_<;()n_eJla.Algunos busca· ¡.onotr;s"rüSibITfcf~des en laciudad'<le Huamanga. En las minas, a ve~q se desvanecían las lealtades de los mitmaq a las comunidades que los

•2 AGN, Minería, Leg. 2, Ayacucho, 1622, f. 79 r; AGI, V, Lima 313, lh mingo de Santo Tomás al Real Consejo de Hacienda en Lima, Andahuayln<:, ó d~ abril de 1562; AGI, VI, Urna, 529A, f. 1335v; AGN, DI, Le~. 2, C.17, 157"1.

.ff. 192v-193r. u Bandera (1557), «Relación generah, 177; AGN, DI, Leg. 1, C.9, 1567.

rr. 1 r (respecto de la cita), 3 v.

11 « AGN, DI, Leg. 2, C.17, 1573, ff. 192v-193r, 193v-194r; cf. BNP, B1441.

1634, f. 102 v. ' .c.s Libro del Cabildo, 193, 112; AGN, DI, Leg. 2, C.17, 15.73, f. 192 v; Polo

(1561), «Informe ... al Licenciado Ilrivicsca de Muñatones,., 189. 46 Véase HC, Doc. 983, 1571; Juan Polo de Ondegardo (1562), «Ordcnama<:

de las minas de guamanga,., en Coleccíó11 de libros y documentos referentes a la historia del l'erú (4 vols., Lima, 1916), 4: 142; López de Yelasco (1571-1574). Geografía, 241. ,

'!7 Bandera (1557), «Relacíón general,., 177; BNP, Z306, 1592, ff. 490 r; AD.A;, PN, Pádilla, 1602/1613, f. 339 v; HC, Doc. 1014, 1559; AGN, Minería, Leg. 11. Huancaveiica, 1562-1572, f. 258 r-v.

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76 Steve J. Stern

hablan enviado a trabajar en yacimientos remotos de minerales -14. El ani­m.id0 comercio de la coca lkvó a Jos emprc:sarios indios, y especialmente a los kurakas, a unirse a los c:;pañoles en la creación Je plantaciones pri-y¡¡Jas Je coca 49 • •

rr)e h~cJm,JQ§ kurakas eran los que' mejor' dotados estaban para apro­vcér;-:; l•as' nueva~- opqrtti~~rcra<les. Los-el.l_r_Opj!~S~necesitaban su coope'.~ ción para estabilizar la colonia mtcial y para extraer tributo y fuerza -de Ír<1bajo de~~edad dd aylltl:' _Además, la élite autóctona gozaba-de­prí~lcgios especiaks precisan1enfe porque sus «parientes» los reconocían como tutores del bienestar colectivo de sus ayllus y comunidades. El in-t..:rcambio «recíproco» de larga data entre los hogares campesinos y los kurakas daba· a l<1s élites, como dirigentes privilegiados, los medios de iniciar actividades remuneradoras en la economía coioniai. Un observa-

,Jur bii:n inf armado calificaba a las explotaciones particulares de coca de "panicular grangería suya»JEJ poder de los kurakas, lamentaba el corre­gidor <le Huamanga, les pefinitía «alquiiarlos [los indios] como a bes­tia!i y lkvarse ellos el precio» :.o. Es cierto que ~~-un ~~_'.~ka violaba cons­tantemente lo que sus parientes entendían como-rñTércambfo _,f~-C:.ÍJ~!QC_f)_ justt), cÜrría ei riesgo de fomeñtar la ef!1igración. o la d~SJealtaci:\En casos -cxt1emos, Jos indios recúrríari incluso a las autoridades o los' patronos

,~0ionial_es para denunciar a un kuraka o poner. en tela áe juicio su auto-riJ~tl. \En 1559, los funcionarios de ll uanrnngá multaron a uno de esos jd<:::> con 250 pesos por ·«ciertos tormentos e muertos de yos» 51 . Pero 1:11 casos menos extremos, o cuando las sociedades autóctonas conside­raban que ia alianza con Jos colonos europeo~ H~'! .e11 prn_.f!~. ?qS inte­ré::.<.:s, las .inici¡itivas económicas. de los kurakas no erosionaban necesaria­mcnt.:: su prestig·i~ ¿ «influen~ia» traáicionales con los «parientes» ét­nicos.

También en lo cultural un amplio espectro de la sociedad autóctona rd uiilGa-<le IM'íá -gana las imágenes de participación en la soci'edad co-

. lonial. Los indios daban muestra's de una actitud «abierta» liacia la cul­~ra y ia réliglón europeas. Naturalmente, los y~naconas, que se convir-~ 11aon én, los sirvie1iies, pé~~onales de los amos· europeos, aprendieron ,con facilidad los estilos europeos de vestir, así como su religión y' sus co::,tumhres.; En la sockdad del ayllu, los kurakas iniciaron Ja tendencia

·¡¡;,~_i~ la ·a~~'é_ciól}_~~jímg_olos hispciojco~LLa élite· autóctona ~e aficionÓ­aTa~ mula~ Y.lQ~ cabílllos, que alimentab¡m con Jos excedentes de maíz.

44 .\DA, PN, Peñu 1596, f. 311 r; AGN, DI, Leg. 2, C.17, 1573. f. 193 r. • 1 1'010 (1561), •Informe ... al Licenciado Brivksca Je t>luñatoncs», 189. 50 Citas ibiJ.; Bandera. (1557), •lldación general., 180 (véase, asimismo 177). 51 BNP. A336, 1559, asiento del 13 de octubre de 1559. '

Ascensión y caída de las alianzas postincaicps 77

1 Los pueblos lucanas de Laramati, que forjaron relaciones de amistad con los encomenderos, aunque no con sus vecinos andinos, parecían «inclinados a saber leer y escribir y saber las cosas de los españoles» 52

Dada la influencia de los dioses-antepasados de un pueblo en la for-· 1una de los vivientes, la aliani;¡: ~9~ ~9.s c~p~~9.~~~-~~tori0_?.9.~ .~!i~~~!~¡1_ 1!.!~ª alianza con sus deidades también. Esa opción se ajustaba a una pauta histórica de larga duración de la política andina: incluso cuamlo se tra­taba de enemigos, era frecuente tratar de controlar, agradar o apaciguar, y no de destruir, las facultades sobrenaturales de sus dioses 53

• Por con­siguiente,. los pueblos andinos se manifestaron recep__t_~vos __ ª,~!::!!g~ll. católica'. nunnuc interpretarun su ~gnif~~~!~ tcú:_1i~_?.S, '!~~'.!._I>~opia cultura.' Establecieron relaciones de cooperación con los clérigos católi­cos en ~rciunpo, y en la éií.1Jad de Huamanga, los autóctonos lucanas

'·ae Andamarcas construyeron la impresionante iglesia india Üe Santa -A~~;-ií. El santuario simbC>ffzaba la voluntad d..: aliarse con el panteón ·-¿~~Úa~o Je personalidmks religiosas· (comprendidos los santos). política

que -desde el punto de vista de los imlius- no. exigia abnndonar las huacas tradicionales de la sociedad autóctona.

~Así, los indios se sumaron a la creación ü~ una sociedad colonial jmpulsa(fr\-j)orT1_ 6.úsq\.ledii __ d_c dinero y d~ -fttcro COtllercial. ~as ali'!_r~a~

~ ... ent1:e indígenas y blancos de la nueva era posti1 caica no sólo. mcjo_i:.aron la capacidad de los colonizadores Je lluaman!ii!_~~~~~~~_¡11j_e_¡J¡1d impresionan te de empresas y relaciones~ C?1:11~!'~~~ !es, sino g_t,!~ ac!~~!'_l.<1s _re­forzaron las estrategias «abiertas» entre los nutóetonos, e~ cl~cir, la .. vo-

~luntad de aprovechar las nuevas oportunidade~. en luga~de-abstc;1erse rencoroso~et~~fo~ontacto".'i Como veren1os~ lusob}~l]~os de. los indi9s

'y los de los españoles e~IT~~~¡es--;;·afln ¡¡~-~~~~ntas ~ontr~1~lictorios, -•pero. no obstante, la participación andina en hi -economía comercial era-~-un hecho in<liscu,llble. !.os iridios abrazaron la entrada. del capitaTc?mú=­cial en ;el escenario ándino, y no. desc~brirían hasta más tarde que era el abrazo' de la muerte. Los encomenderos advirtieron que la alianza con las élites y las sociedades iocaks podía servir para sentar las bases para

52 Véase Ma1ic111.o (1567), Gobierno, 27 o 30; llC, Ooc. 1015, 1557; !vlonzón y otros (1586), «Descripción ... de Atunrucana y Lurnmnti», 226 (cita).

5.l Véanse ejemplos en Albornoz (circa 1582), «lns1rucción para descubrir», 17. 18, 20, 35; Al'il;, (circa 1598). Diose~ y ho111brcs, 130 a 135. Sin duda, a veces los grupos andinos optaban por desafiar dir.:c1amcnle a las deidades enemigas. Véase llcmming, Co11q11esi, 240 n 241.

s~ Véase llC, Doc. 1009, 1557; Bunderu (!557), «llclnción gcncrnl», t76; t>ln· nucl J. l'ozu, llisturia ele l/w11111111g11 (época colonial} (Ayncucho. 192·1). 69 y 70; cf. George Kubkr, ,\fexica11 Arclúteciiue o/ thc Sixte,1111/i Ce11wry (2 vols .. New Havcn, !948), 2:417. ,

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78 Steve J. Stcrn

la explotación colonial, y hasta más_tardc.no.descubrirían que esas bases eran inestables y que la presión podía cuartearlas. ·

Trabajo y tributo al estilo andino

~~era q-~~ térn~~~JE~JlJ:Í!.l~JJLS~J:!: .. zas, la economía colonial scgula dependiendo casi tolalmcnlc, para la obtención~~ prod'=1.ctos y oc manoCJc obra, oc un sistema ·social andino o_~g_anizado y cor1t.~oGdo por actores so·~¡;¡;s~ r~l;ci~nc·; v-t~~~Jlcf~~es ~~~ ª.i!.1.9I:.):n I·Iuarnanga, el aparato estatiilcoíonialño~-;c·l~~bf~ ar.migado siiio parcialmente, o nada. Pese a la presencia de funcionarios coloniales venidos de fuera, y de listas oficiales de tributos, en el decenio de 1550, ~~s colonos no podían contar con el Estado _parª-9rg~nizar un _i:iue_yo sis­tema económico que les canalizara los productos y la mano de obra de lcis indígenas. Por el contrario, los autóctonos «pasaban por encima» de los coronos locnles y pedínn dictámenes favorables de los funcionarros de orientación metropolitana, en Lima y España.¡ En lo esencial, en Hua-

. manga el «Estado» seguía siendo Ja responsnbilidad personai de 25 en­comcn<lcros ~s y ele un puiíndo de funcionnrios cooperadores que, como rcpre~entantes del rey, trataban de gobernar la región. En esas condicio­nes resultaba difícil reordenar In economín autóctona.

En cambio, los colonizadores consideraban más viable basar su ex­trn~CI611 en tradiciones seculares andinas. Como ,Y_f!_ hemos visto, los en­~omenderos y los _kurnkas ~ie~n -~'=1.~d~obre trj_'lJ_t_It~a~F~t;·~ más f ormalcs éstablccidas por los funcionarios en los decenios de '1550 y 1560 tendían a incluir una variedad asomhro,.ia_de artículos, mucho m á~JD!l2í~~i9_~n.!~! e que ~º~--~~ii iCiíi~-;;_~-·~~j iiJI~i;}if;~!<J~ _J.l! __ t_tl bu tos a pa~tir de 1570, Ad~1;~~ del or; y Iulata.._lQL~ntos, los a~1-f1~1afés

llF- -------- ......... ---~

Llos -~os de 'las listns~ir de l570, los primeros tr~~~_tos_c::si111e_r_.E:_l1_.- •. ~_ínn _artículos como platos de madera, jarras, artesas, sillns, calzado, ta.:-­!.1!-º.~~~aco~ _ _grandes, mnromns~jines, alfombras y lá_tigg_s 9>-:-E$(a· diversidad no sólo revela la capncidnd de las sociedades n~tóctonas .para incorporar nuevos productos y ofi~zación de St1 vida eco- . nómica,.sino que también pone de relieve la depelléTc~-<leTos.eu1:op-e-;s· r~eclo d_e __ las comunidades indígenas,~gidas por reJ_aci?__l_l~S l~~~ales.

55 El número de encomenderos no cm totnlmcnte c>lnble en los primeros años trns In fundnción de l!unmanga en 1539, pero genernlmente oscilaba en torno n los 25. ~ 1

56 Respecto de lns listns tic tribulos en los decenios de 1550 y 1560, véase AGN, DI, Leg. !, C.8, 1576, ff. 109 v-112 r: Lcg. 2, C.17, 1573, ff. 184 v o 188 v.

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Ascensión y calda de las alianzas postincaicas

9e estilo andino, para obtener artículos que más adelante suministnirfa ~"-~9nofT]ía __ a_ftesanal_má~ b_isr.?_ni.!<_1~<_1~--'

l_~~j_<:)~\j_!ll_~I~tación sugiere también .. gue, a fin de obtener sus trihu­tos, los primeros encomenderos tenían que respetar, por lo menos, ~lgu-~~~s .de las normas tradicionnles- que regían el trabajo y los «Ímpt;esto~" and1nos. Los hog;¡res siguieron conservando sus der~chos exclusivos a In• cosechas producidas en tierras del ayllu para el consÚmo local; a fin de pagar er t;ibuto los hogares y Jos ayllus aportaban tiempo de trahai0 en otras tierras designadas espetíficamente para satisfacer a Jos domi­na~~r_es llegados de fuera\. Tradicionalmente, esas prácticas habían prP teg100 a los ayllus y los hogares contra el pago de tributo en especie cr•n ~argo a cultivos de subsistencia o a alimentos almacenados para los añc>< de r:1ªl~s cosech~s: Un agudo observador de la vida andina comentó que l~s indios pref ennan desplazarse como comunidad para trabajar quince thas en. otros campos, en lugar de ceder en tributo unas cuantas p;it;i­tas cultivadas por la ·familia para su propio consumo~. Los elogios. he· cl~os por Poma de Ayala de los primeros encomenderos de Huamanp1 por aliviar la c;ir¡:!a de los tributo~ de los indios en los malos años pro­bablemente refleiaba la incapacidad o la indisposición de los encomen­deros de eliminar unas normas tnn con~a¡m1das.' En Andahuaylas, Dicrn Maltlbnado aportaba ia lana necesaria para hacer los tejidos que lus

_indios le «debían>> 59• Esas prácticas -nada excepcio~ales en absoluto en

-. __ el_Perú de los primeros tiempos de -la colonia 00 -respetaban la nonírn de que los campesinos aportaran a sus dominadores tiempo de trabajn, y íio materias primas ni T?roductos locales. de subsistencia. Los grupos étnicos y las comunid~des distribuían las obligaciones tributarias --com-, ptí{ndidos los tributos en dinero-- entre ellos por ayllus, conf orrne a las prácticas tradiciona les'61

, , ,:0-_f~~1 __ d_e e~traer trabajo para las obras públicas, los transportes y la ~ª&ricultura, los colonizadores ·tenían que aplicar una política parccída. 1

Con objeto de reconstruir los puentes colgantes de cuerdas, ya gastados,' el cabildo ordenó «que se junten todos los caciques [kurakas} e vndios desta provincia e asy juntos se sepa dellos los que son obligados a- hacer las puentes ... de tiempo antigo e seles mande a los dueños [europeos]

· 57 !3andera (1557), «Relación ¡?cneraJ,,, 179. 58 Polo (1561), «Informe ... al Licenciado Briviesca de Muñatones,., 169. 59 AGN, DI, Leg. 2, C.17, 1573, f.' 185 r. 00 Véase Spaiding, De indio a campesino, 31 a 60. 61 Véanse ejemplos claros de 1570 a 1572 en Andahua"las y Parinacocha en

AGN, DI, Leg. 2, C.17, 1573, ff. 181 v a .183 v; YC, vol: 5, f. 62 v; d. BNP. A236, 1597, ff. 20r, 22r.

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8ú S1eve J. Stern

· Jdl0s que den ynJios ... conf urme a los repart11rnenlos pasados» 62.~ kmakas, en su papd d..: 111torc::1 y jefes, se convirtiao11 en los medi~dores i11di::.pen::.ables d1.: l¡¡s rda.::ionc:s IalJorálc5. Para «alc¡1.J.ili!.r>Ljndios que. t1a11::.portascn mercaderías o trab~ª-?e!J ]Q?. C:ªnlR~,Jo~uropeos n1uchas

'. \ ~Ct:::. ll.!llÍUll que lleg~1r a un acuer~iO CQ_ri_jos ku1:.i.has, t;_nl_uga¡ de contra­-~ trabajá(!_ur~sjff.i:_ect:~:i:iJ_ente~To<lavía en· 1577 un conÍrato indica qu..: la importante familia CárJc:nas .. no podía contratar por su cuenta a lu::. traLaja<lures qui.! 11cce::.itaba en su estanci¡¡ Je Chocorvos (Castro­vim;yna). Un kuraka prl.!staba 27 «parientes» a esa familia y recibió los 162 pesos que se ks debían ·al cabo Je seis meses de trabajo (es de su· pun..:r que <ll.!spués el jefe Jistribuiría seis pesos a cada uno de los tra­buj~1Jores) 63

l~ao. e\>identemente, no debelT\~exag~erarJª2Lt.uaciór:i_de_dependen­na ..:n que 'estaban los europeos. Tenían ~iversas opciones, y las utiliza­b.11l. Además de un n.úme1\') impl·l.!siÓnante de yanacon.a.s.~podían __ r~cu:.._ ;-ri r a los servicios Je esclavos. o de mestizos y de otras personas a su ~argo de s~e mezclada, o explotar a 1ós autóctonos a:-~i"v~1i~di-~¡J~;T: Jl~~te por extorsión o mediante un acuerdó.'IPero, para las em­próu~ ambiciosas, esas opdones~sino 'cOi!l:Piementaf.- y no su::.tituir, hl mano de obn1 de los indios encomendados def:.iyJhJ:::íEn-el­~ta e~Íancia t.k Cárden~tS, ·1c;s27··p-itstores de T; encomiend~ eran mud1os más que lo~ «Synco yanaconas y quatro yos vaqueros» de toda la tstancia 64

• Además, aunque un encomendero qui~iera tratar directa-111ente con los 'indígenas uno por un:::> para que trabajaran en sus estan­cias y hacicnd¡¡s, la posibiiiJad <le que lo lograse estaba en función de un espíritu general de cooperación con las sociedades autóctonas como un todo, encabezadas por sus jefes.\P0r' ejemplo, los hábiles Maldonado de A ndahuaylas podían conseguir traoají.!dore~ individuales, que se bcu­p<1r;111 de los distilltos rebaiios, dd cultivo <le! trigo y la cebada, de la Cu::.t:Lha de la ·hoja de coca, cte. Esas relaciones tenían a veces el matiz ·

'J.: un. intercambio Jirecto· con los indígenas a nivel individual, que a --c-;llJJ!)í.)~(I(! su trabajo obtenían comida y dinero. Pero much~s veces los

i1llli0s no trabajaban por dinero, sino para pagar las cuentas tributariªs i.;¡,kctivas conveniJus con los kurabs;

1 Incluso en' los casos en que los

· i1Jdiu::. .Je su encCJmii.:nda 1-.:.:dbían pagos individualmente en dinero ,o en . e~pcc.:ies, el acceso de Dit.:go Maldonado a su trabajo se veía facil\tado

por ·\tt aprobación, previa de esas relacLones por los kurakas, como

oe Libro Jd CcbilJo, 40. ó.! UiinJ.:ra (1557), uRdación general», 180; ADA, PN, Romo 1577, ff. 331 v

a 332 v. Cf. tn:s ..:ontraw; imcri1os en d Cuzco en 1560, en I?evista Je/ Archivo lfotóncv -1.4 (Cuzw, 1953), 25, 31, 32.

· "' ADA, PN, Romo 1577. f. 332 v.

,\>e.:nsión y caíua l.k las ulianzas postincnicns 81 ¡

portavoces de las comunidad..:s y de los1 grupos étnicos. En el primer año habían e.lado a l\laldonado llamas y trabajadon:s indios para que lrans­portaran mercaderías a Potosí y a Lima. Es probable que una lisia de tributos de 1552 sistematizara normas anteriores sobre el nlinH:ro de tra­bajador..:s qui.! los kurakas podían liberar para que trabajasen en las es­tancias, ios hul.!rtos, las haciendas y el servicio doméstico de Mpldona­do 65 • Como hemos vi'sto anteriormente, el b .. ito de Maldonado guardaba relación directa con una astuta etnografía amateur. I<ecompensab~1 la cooperación con «rcgnlos» y favores, negociaba acuen!os con .. los ku. rakas y tet1díu u respetar las prerrogativas andinas tradicionaks.

\ Quiza no sea sorprendente que l¡'\ mayoría de los excedentes agrícolas y ~rtcsanaks y una proporción considerable de los tributos en metales preciosos canuli:wdos a los europeos dependil.!rn !l_l!!~l!.,q e)~ !'!. ~apacidaJ

·de ios kurakas para movilizar la numo de obra de sus parientes conforme a las normas y las expectativas andinas tradicionaks/ ~() que resulta más llamativo es qul.! incluso en los sectores 1rní::1 di11<ÍP1Ícos -a-;_;- fa economía colonial -la minería y las manufacturas textiles- los europeos no pu­dieran superar su dl.!pendencia respecto d.: los kurnkas.\ Las minas y los obraics eran c.:ntrosneurálgicos eslrntégicos para el crecimiento de una

--~~~1~o_l11ía c_on?\!rcial florecienl•!.\_~~n embargo, la co.rientc de voluntarios .... o de familias para trabajar ..:n ias minas no hasta!:a para asegurar una fuerza ~le trabajo regular y suficknte.\ En 1562 t· na comisión especiai ilí'te111K sin éxito rdormar las minas de l luamanga y estabilizar una fuerza de trabajo. ToJavía en 1569, Amador de Cabrera tuvo que ne­gociar con los kurakas de su encomiend<1 a fin <le contratar los indios que necesitaba para trabajar las minas de 1 luancavelica. El corregidor se quejaba de quc ios ricos yacimientos mi11t!ros de Huamanga langui­<lccíun «por falta de yndios jornaleros» 66

ílien entrado d decenio de 1570 -que fue t!n decenio de lransi­ción- los cmpn~sarios europeos dependían de los kurakas para que ks enviaran trabaja<lores a los obrajes. En 1567, lk1rnín Guillén de Men­doza llegó a un acuerdo con los indios tanquihuas de su encomienda para rotar una fuerza de 60 indios para su obraje «Cncamarca» de Yilcas­huamán. Diez años dl.!spués, en Castrovirrl.!ytrn, los ~urakas dl.! la familia

ó5 Véase AGN, DI, Lcg. 2, C.!7, 1573, ff. 179 r-v, 186 v-187 r, 191 r-192 v. 207 r-v, 213 r, 216 v-217 r.

u, Guilkrmo Lohmann Villcna, Las 111i11as de /111m1cal'elica en los siglos XV l y X\' /1 (Sevilla, l 9~9), 28, 91 y 92; Polo ( 1562). .<Ordenanzas de las minas de Guamanga•, l 39 a 151; Domingo d.: Santo Tom:ís ( 15ü2) .:n Vargas, Fray Do111i11go, «EscrílOs•: 57 a 62; t\GN, i'.lincria, Lcg. 11, li11anc¡1vclica 1562-1572, f. 62 r; UNI'. A603, 1568, f. 23 v (cita). V.!asc, 11sí111ísmo, Gu/.Ji::;umtes, cd. de Lcvíllicr, 2:573, 578.

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Steve J. Stcrn

C;írdcnas accplnron nportnr 40 ndultos y 50 n111os pnra trabnjar en un nuevo obraje. Los contratos que dcpendínn de rclnciones andinas pnra moviliznr unn fuerzn de trabnjo estnbnn eondicionndos por Iris nornrns tradieionnles que regínn el trnbnjo en Iris sociedndes locnles. En esos ensos, ni el encomendero, ni un estndo coloninl, ni uno ni dos kurakns principales podían requisnr In mano de obra de ios indios del nyllu que constituían unn comunidn<l o un grupo étnico. \El ncuerdo entre los )efes de los diversos linnjes -vinculados entre sí y con su pueblo po.r Iris perspecff\;;¡5-y 105 intercnmbios seculares de parentesco local y recipro­cidad- era lo único que podía comprometer a los indios del ayllu a trabnjar en el obraje.; Un contrato celebrado en 1-lunmanga dejó cons-Íancfo de la nprobnción formal de siete jefes diferentes; un contrato análogo concertado en otra región deja constnncia del acuerdo unánime de 16 kurakns y pri11cipalcs. Resulta significativo que los kurakas de Cárdenns envinran a un jefe menor a supervisar In productividad en el nuevo obraie. En el decenio de 1570, al contrario que en nños ulteriores, Antonio de- Oré tuvo que designar a indios principales de su encomien­da, v ·no a europeos ni mestizos, para dirigir su obraje de Canaria (Vil;ashuamán). Las élites autóctonas supervisnban las rcinciones de tra­bnjo en el interior del obraje y adapfr1ban las técnicas tradicionales an­dinns n In nwnufnctura de textiles 61

Los colonizridores, aislndos de In red tradicionnl de reciprocidades enlr-~entes» que moviliznbn fo mano de obra y Pºl~_n en circula=­~ón lo~_productos en Iris «fmnJl_i_(1S>~ §fn_íGJs_H(1ndinn~._)' ~Ln p_o~cr_r~()rg~­niznr la economía autóctona 111. controlar d1recta1ne11_tc los elementos b0

-

slcosocla prodücción,110 podía1111acer mucho má~ que confiar en su ~Tranza con los -k-t1rnkas. Aunc¡uc los europeos aspirasen a cargar con ·ra-iil1:c~1-prccal-"ia de _re;1:denar intcr~_a_r_~~~~~---1-~ ~c..CJ!:~~!1í~.~ ~~-t~c!_~n~'. .. .1ºs ITiúites de su posiciÓÍ1 los obligaban a_ recurrir_~~c:_ap~cto~.?-ª~ l()_;_K~,::__ rakns ¡rnra convencer a sus pnrienles. fvlcdiant: el cu,ll1Yo de re:nctones ~de colaboración con los gestores de lñs econornias nutoctonns autonomas, los colonizridorcs de 1 luamanga podían recibir una parle de la riqueza y tic In fuerza de trabnjo disponible en lns. dinám.icns econ?míns loca le~, sin tener que organiznr un aparato estntal 1mp:es1onanle 111, reordenar ~a sociedad iocal. Tanto si el cnráctcr de la altanzri era mns voluntario como si era más forzoso, ios jefes utilizabnn su prestigio tradicional para moviliznr una corriente de trabajo y de tributos hacia la economía co­lonial. Esn cstrategin, combinnda con un.{l exhibición imrresionanle de

61 BNP, Z313. 1616, ff. 16·1 r-165 r: ADA, PN, !lomo. _1577, ff. ?02 r-204 r, esp. 203 r-v: BNP, MSS. ~571; l3~P •. l31485, 1600, L 61 ~; l\l!ria_rn ~alas de Co;?mª: De los obrajes de Cm1nnn y C~1i11c11rros n /ns conwmdncfes 111cf1gc11ns de \ rlcns

/111n111á11. Si¡;lo XVI (Lima, 1979), 99 Y 100.

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f

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As~ensi6n y C'._!Ída de lns alianzas postincaicns

la capacidad militar española en Cajamarca y en otros lugares. y con alguna disposición a ·ayudar a las. sociedades locales a promover los in­tereses étnicos, pniccía sensata en su momento. No fue ningú~ accidente que en los primeros decenios surgies~n figuras como J unn Polo de Onde­gardo y Domingo de Santo Tomás. Como colonizadores experimentnd<'' y astutos, exhortaron a la Corona a basar· su explotació'n de las econo­mías autóctonas en el respeto de las relaciones y Ías prerrogativas trndi­cionales de la sociedad andina. En la mayor medida de lo compa1ibie con los intereses de la Coronn'. la políricn real debía extraer los produc­tos y la mano de obra excedentes de las economías autóctonas existen­tes, en lugar de reorgahizarlas ni controlarlas directamente~.

. Para los conquistadores, la extracción de un excedente mediante In alianza con los dirigentes de unos sistemas económicos autónomos y··¡;~;_- 1

\.

Eien neos era ia vía realista de menor resistencia, pero "pro1itoTIC\·o a -un callejón sin salida.\ Los kurakas controlaban iosprocesos básicos -Je producción y rcproduc.ción que sustentab;in las posiciones econó1nica~. sociales y políticas de los colonizadores. Si los kurakas no eran en abso­luto «inferiore.s» a los europeos. sino que de hecho dirigían las reln­ciones sociales y las economías dinámicas fundamentales para la super­vivencia de la empresa colonial, (.¡J()r qué iban a_ aceptar una posición subordinada en la sociedac.l? Por el éontrnrio, los. cnr¡!os indispemahlcs que désémpeñaban tendían n reforzar su actitud de aliado~ colaboracio­nistas, y no de inferiores dependientes. ¡En un sentido muy real. los colonizadores siguieron sienc.lo elementos· forasteros. extranjeros. super­puestos a una economía autónoma en la que no servían de mucho. Como veremos más adelante, esa limitación no era de buen augurio p<1rn. la hegemonía de una clase con aspirnciones a ser la dominante, es decir. para su""capacidac.l a largo plazo de dominar una sociedad y capturar la riqueza que ésta producía. En. cuanto em~ran~--~esa~~~~<:!:..J.~-­ventajas específicas de la alianza de los kurakas con los españoles -l'or­Sll~-J.QL~ürQ~os- e:\:igía11_Hcl~~l1_a_si_<1_~~ o P()rque _l__a___red ai1dTna-cle pa!..cn~ tesco resistía a ~gencias~J!Ll~-~l1.2Jl_Í~a aUa_11zél--::_ttl_~1stcrria colonial entraría enc;¡Jsis~\ La dependencia de los europeos respecto de las éiites autóctomls para·'-icner acceso a una 1nano de obra explotable en la agricultura, los . transportes, las obras públicas, las man u~ acturas y . mi_riería revelaba el. carácter arti_~~~:_!~--~~ hegemoníá éxtranjcra. , La·--economía erigida por las alianzas postincaicas era muy vulnerable ·

--~ ¡;-~-~;~l:>iü~-enla--pofílTca de cooperªci~n de J9s indígenas. Ja desilu-\ ---~~---:...-m- ~"-~~ --·---- ------------· - . ----..... 68 Santo ,..Tomás, ad,-ersarío de la encomienda. era el partidario m:ís extremo

de esta opinión. ;\cerca de estas dos personalidades. vém;;e l\lurra, Formncionl's. 285 y 286, 306 a 311; Patricia J. Bard, «Domingo de Santo Tomás. a Spanish friar in 16th-Century P~ru» (Tesis de licenciatura, UniYersidad de Columbia, 1967).

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lH Steve J. Stern

sión con los europeos poJía augurar el desas!r_~_Y!__!1__fl~ralmente, llegó Jesilusiü11 y llegó .eL_t!~~¡¡s~1:~.,.,- .

Contradicción y cns1s

A fin de comprender por qué llegó la desilusión, hemos de recordar que las alianzas entre Jos i11dígenas y los blancos siempre habían sido Jiíkili.!s y contradictorias. Los encomenderos cultivaban relaciones de úioperación con los jefes y las sociedades locales a fin a~:iªl)~~~~ª.C~~­lus An<les y de extraer el máximo posible_ de riquez_a~_J.os autóctonos andinos aceptaban una alianza con losexlran]úos victoriosos-como. for~ -~Ja de fomeniú, los . intereses_l~t:.~~~--y 9i ¡¡~~it~~--las exfa~ri-~l~~ y J~s <.ihusos coloniale~J~~s.~ontraJicciones de las alianzas postincaicas, pues, _purrnb.an en su seno las semillas de una grave desilusión.¡ La violencia y la arrogancia endémicas en las relaciones iniciales de los europeos con lus indios advertían de las limitaciones ··para ambos bandos de esas aliunzas.

En muchos sentidos, a· las sociedades autóctonas de Huamanga les había ido relativamente bien en sus alianzas con los europeos. Sus adap­la..:Íuncs las liberaban de vínculos onerosos con los incas, les aport;tlrnn uliados en sus combates con grupos autóctonos rivales y les brindaban la_ oportuni.dad de acumular rié¡ueza en forma de metales preciosos./1o~

.del:tos sumados de enfermedades epidémicas, guerras y. emigraciones de y;.inaconas significaron un desgaste para los centenares 'de miles de indí-

_gcnas de Hua_manga, pero la decadencia posterior a la conquista no fue tan irrevocablemente devastadora como en otras zonas andinas:'. La pri­nll:ra. epidemia del Nuevo Mundo, que quizá fue la más deva'stadora, llq;ó ¡¡ la zona andina a meJindos <ld <kcenio de 1520, bastante a/lles de la conquista curopea de 1532. Pe~e a las epid~~ias de tifús o de pe~tc, viruela y gripe que convulsionaron a los Andes en 1546 y 1558-15-19, los pueblos lucanas de Huamanga meridional afirmaban en el deccnio de 1 ?80 que de hecho su población había aumentado desde el n:inado turbulenio dd inca Huayna Cppac · (1493-1525) lf}. Respecto de l luamanga como un todo, una alta tasa de natalidad, la inmunidad re-

-Ta!T~;a-de ~onás remotas y muy altas a· la enfermedad, una política astuta y la buena suerte ayudaron a reductr las pérdidas cfomográficas netas

tfl Véase lknry F. Dobyns, «An Outlirn: of A.ndcan Epidcmic History to 1120~. Bulli:1i11 o/ 1/ie lfotory o/ Mcdíd11e, 37 (1%3), ·19-1 a -197, 499 a 501; l\fonzón y 01ru, ( l 5ll6), «Dcscripcíón ... de los Rucan as Antamarcas~, 238; id. ( 1586), uDcs­crip..:1ón ... ,fo Atunrucana y La rama ti». 227.

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Ascensión y caída de las alianzas poslincaicasl 85

1 a un promedio Je quizá el 0,5 por 100 al af.o o menos, o sea, a un

~20 por IOQ_ en todo d período de .1532_a J51G.~. Esías pérdidas plan­tearon <lificultades a un sistema de agricultura con gran densidad de mano de obra, pero no fueron desastrosas en sf mismas. De hecho, las ricas economías pastoriles de Lucanas, Chocor• Js y Vilcashuamán ac­tuaron como una especie de «Seguro» contra la reducción de la fuerza de trabajo disponible para la agricultura 11

• ¡J.;a ac8.P!!!~!Q!!_.f.Q!l é~iío _ _ii. las condiciones coloniales hÍ:!bía p~u.llitlcl_o ¡[(os indios de Huamanga mantener las relaciones .y la productividad económica tradiCionales.-:YLas -----· ···-· ··--·~~----··--- - .... .::.:-!-inspecciones realizadas en l lumanga en el decenio de 1560 descubrie-ron muchas huacas locales probablemente smtentadas gracias a la con­servación de los derechos sobre las tierras, los animales y la mano de obra del ayllu. Varios años después, el Virrey Francisco de Tóle.do se sintió tan impresionado ante la riqueza de los pueblos lucanas de Lara· mati que casi triplicó su cuota del tributo. Es probable que los· kurakas de Huamanga se sumaran a otros jefes andinos en el ofrecimiento al Rey Felipe II de un soborno enorme a cambio de eliminar el sistema de encomiendas: 100.000 ducados más que cuaiquier oferta que le hi· cieran los encomenderos españoles 72

Sin embargo, la alianza con los europeos !u.Lía creado unas tcnden­.cias ominosas. E1;-'¡Jrime5 }.L1gai:,_ nung.tJe 1as SlH .. i.:<lad-~s ioC<~les de 1 lua­Ínanga habían capeado relatívamcnie bit:.!!..J0;_1¿~cto~de_Ja~.--epi<lemias, las guerras, las emigracion~y_J~L dec;adencia dLmográfica, no obstante se trataba üe acontecimie~tos inguietantcs.-Eco11Ó-11llci1me1'l!c: las reJuc­ciones y las fluctuacio1'le~_m¡2.!:_~_~ecibl~--l1obTa~iól1--uTsponible para

· los trabajos locales conslituí~1.__!1~¡1l augurio-i)(~;:;:~-el ·aTrrnmisrno a largo plazo de la socieda<l basada en el ayllu. Un cierto nivel práisto de

·energía_humaña disponible constituía .un rcqui~it() prevTo--deTmantcni­·~1l~nto de h~s prerrog<1tiva-s-cconóinic11s,-fíl5f;!f~cf¿1\es }.~ fOs ·i1Hercambios

. 70 V.!asc Noble David Cook, «The lndinn Popu!ation oí Peru, !570-1620» (Tesis doctoral, Universidad de Texas en Austin, 1973), 238; john H. Rowe, «Inca Culture at the Time: oí lhe Spanish Conques!», en .'lwulbook, ed. de: Stcward, 2: 18.\. Véase, asimismo, el comentario mclodológico en Danii.:I E. Shca, «A De· fonse of Small Population E$timatcs for thc Central A1Ídes ln--1520~, en T/ie Natíve l'op11/utio11 o/ che Americas í11 1-192, comp. por Willinm 1\1. Dencvan (Ma­dison, 1976}, 157 a 180.

7l Sobre la imporlancia dt!l ganado como una csp.:cie de recurso de seguridad contra las dificultades en la agricultura en l !uamanga y en otras partes, véase Bandera (1557). ~ Relución general•, [ 77; 1\1 urra, Fvr111acio11es, 202 y 203.

T.! Véase ~Relación de Amancebados, Hechiceros y Huacas" (158-l), en Las i11-/or111acio11es de Cristóbal ele Albomoz: doc11111c11tos para el cst11clio cid Taki 01u¡vy, ed: de Luis Mílloncs (Cuerna vaca, 1971 ); Tasa de la visita ge11era/, cd. de Cook, 261; Hcmming, Co11q11est, 386 y 387.

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86 Stevc J. Stern

t1~~clicio1rnlcs que vinculaban a todos los productores. ideológicamente, ias sociedades :mcJli1~1s-tcl1dlan a-T11Tcí·prefor la i.lesgracTa -especialmente la cnfcrmedatl o la muerte prematura- como resultado de unn~ rela­ciones sociales «descquilibrac.las» y disfuncionalcs en el seno de ~la co­munidnJ de grupos de parentesco y dioses. Se considcrabn que la -enfer­medad, en especial, cm obra de huacas airadas o a las que se había descuidado. Ln guerra y las epitlemins evocaban el espectro de' relacio­nes fu11da111cntal111e11tc malas que podían provocar una gran cat{tstrofc mucho más devastadora que las tendencias anteriores.

~ns~g!11~®__1~1g_._~_I~~ ~elac:l.()ncs coloniales _crcnbni1 J.i.!.1J.11illnciones y dependencias que socavabnn la libertad étnica lograda gracias a la lilJe­rnción res¡;ect~dclah~i~IJ19:D_f.iJ~U:~.-/\<lC!·n~Ks ··Je los -~bL~o_s L de J_fls ~;;~s¡~~o;:;-~~e tosc~i.._g~ se _c~~~'1j?<!f1J2sTJiillic.~1~~11.toda_s_. P~!.~ tesTclSSociccTñcics·-roCi\Tcs se encontrabnn rccurrientlo a In nutoridnd co­lo 1; i ;¡¡p;¡:-;;-JJet1CJ-Cr-~1 ;¡~le re~~;-un~Cüsacra u l i liza~. Ui; a -~I ¡;-;-1 za. -~º ~ los europeos ¡)arn_ .. prclrCgéi:sé COl~-ira las incursiones de grupos étnicos del exterior, pero otra completamente distinta cm depender de los eu­ropeos pnra resolver las controversias internas o para corregir los abu­sos colonia les. 1 ~()r desgracia, esn dependcnc~a fue haciéndose ene.la vez más frecuente~· Dados los enfrentamientos internos que afligían a las «famiÜas» étnicas descentralizadas, resultaba difícil evitar el recurso 'a los europeos como fuente del poder en las controversias locales en torno n los derechos sobre la tierra, las obligaciones de nportar mano de obra tributaria y a las jcf aturas. En el decenio e.le 1550 los indios de !lua­m:mga solían viajar nada menos que hasta Lima ¡rnrn obtener repara-. ' . 1 1 7J c1011 contra ngrnv1os oca es .

1 Por último, las nuevas relacionc§_g,<:!11sraban una demanda. de mano de 'obra que podín ir más le]os-<l;;'10 que las socictl(i"Clis .J.(i_c::~~_:.~~ab~n ·dispuestas a ofrecer a cambio dcloSlJencTlciüsC]ue rcpresentabn la alian­za ·con los colonizadores. Naturalmente, el número ele espaiioles--iba en ·aumento n lo largo de lo~ aiios. Además, las exigencias de los diversos grup;;J~ col~nizador~-~ no permanederon necesariamente estáticas. Vea­mos, por ejemplo, las relaciones con los clérigos católicos. Los doctri­neros rurales vivían teóricamente entre los indios del ayllu a fin de adoc­trinarlos en nombre de los encomenderos. En la práctica, In fase utópica de la «conquista espiritual» de Espaiia se había agotatlo en !\léxico, y muchos de los doctrineros peruanos ernn «cur~s-emprc·sarios» que uti-

73 Véase l IC, Doc. 1012, 1 ~6; Colccció11 de docu111e11tos pnra la /iistoría de la fomwció 11 social de llispm1oa1hérica, ed. de füchnrd Konetzke (2 vols. en 3 par­

tes, rvtndrid, 1953, ! 958), 1: 452.

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1 l

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Ascensión y caída de las alianzas postincaicas 87

li.z~ban sus puestos para promover sus intereses comerciales 74 • Al prin­cipio, ?s probable que muchas comunidades aceptaran la necesidad de una aha~za con ~os clérigo~. El alia;se con los europeos sin csiorern_r con los dioses de estos carecia de sentido desde el punto de vista andino. Las. poderosas deidades cristíanns habían derrotado a las grandes huacas andmas en ~ajama~ca y, al igual que los dioses autóctonos. podían ;iumcn­tar ~ reducir. el bienestar material de los vivientes. Como los clérigos ~tól~~aban en las relacíones con el pantcÓ1'. de !ns di\'inidatl~~,­cristianas (Íncrúld0sTos sant()~-~le afectaban-al bienestar cotidiano- k~~ indios no recha?::~~an' a_l9{~uras -;:;¡¡;··sus e·ilg:c.ncia~ sinn1á5 hi ~ifi~­Para el decenio de 1550 la ,sockdao rtir.af"cstaba ;~lpi-;da- de iglesia; Y d~ ~ruces -:-por modestas que fueran- y sus sacerdotes exigían unos ser;1c1os considerables de trabajo en los transportes. J¡¡ construcción. Ja agnc~ltura, el servicio l.loméstico, etc. Para 1564, la capacidad de ]ps .doctrineros para extraer un lrnbnjo gratis de los indígenas inspiraba celos entre los encomenderos urbanos 75 • Pero a medida que ihan. tn

;iumento las exigencias de los clérigos, ¿cuándo juzgarían las sociedades indígenas que eran francamente excesivas a cambio de las supuestas ven­tajas que les brindaban unas relaciones favorables con los dioses cris­tianos?

, ~os kura~as, como tutores y representantes de la comunidad, no po­dian hacer caso omiso de esas evaluaciones de las ventajas v las desven­tajas relativas de la cooperación con los colonizadores.\ Los· kuraka~ qu~ . movilizaban mano de obra para la empresa europea no gozaban, a largo plaz~, de una libertad absoluta para imponer actividades a sus puehlo<. ·­Los Jefes aumentaban sus pri\·ilegios y su «influencia» mediante el de-

. sempeiio de sus obligaciones de custodiar la unidad y el bienestar de ·· sus comunidades. Los intercambios tradicionales de reciprocidades que · permití;in a los jefes movilizar el trabajo de sus parientes creaban. ex-=. pectativas que podría resultar difícil conciliar con una corriente unila- ·.

.lera! de mercancías, trabajo y vent;ijas para la sociedad europea. Las· teciprocidades tradicionales también imponían límites al tipo de peticio­nes que podía hacer un kuraka a sus ayllus y sus hogares. Una rn~a era la producción de textiles para los europeos conforme a un sistema de trabajo a domicilio parecido a las prácticas andinas aceptadas, y otra cosa, como \<eremos más adelante, era enviar a trabajadores a minas lej?nas. Los indígenas podrían sentir más renuen~ia a ;iceptarl~ y, una

74 Véa~e Lockhart, Spanisli Pcru, 52 a 55, que acuñó el término de «cur:i­ernpresario". Véase, asimismo, Rubén Vargas U¡rnrte. Historia de la Íf!/c~ia· e11 r/ Pení (5 vols., Urna y Buenos Aires, 1953-1962). 1:126 a 128; 2:213 y ~14:

75 HC, Doc. 1009, 1557; Banderas (1557), «Relación general,., 176; HC. Doc. 1008, 1564.

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v.:.z en las minas, quizá no volveríLJn nunca ,ul c.iominio de la sociedad !uca\.

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. ~Jos datos demuestran que las exigencias de mano de obra se con-virtieron en llllíl_C~esliÓn_CJU(! _ _P..r_ü\'OLO n.!SClllimit:nto cril~C los indios in­~tpñU:ó-ef t ru bilJ o-se-· e_~L!_f_~_p~~ª- ~ti~fd1:1.9e_s._s_llPei1TCfa-¡ mente pare­c 1 Ja:; a las prácticas andinas tradicíonales. Si las exlgenClas- <l6 mano c.i..: obra eran inicialmente d precio por las ventajas relativas de Jas-re~·-­lac-iüncs 'de cooperució1;cü1~-¡-;¿¡fiecre1Qs encomenderos,-1as ventajas podían ífdcsa-pa~c-c-iend_c>__,c:Qn e!__tjempo, y el pre~io·P9=~!a alf~~za'~;i­v.,;_!_-:s_i1rncepfables~TPor-ejemplo, en-Gsocied-aJ--focal la~ limpieza <lelos ca11ah:s ·11abTa1-sioo normalmente motivo de festejos en los calendarios ugrícolas y rituales. En los rituales dirigidos· por la élite autóctona, una mm unidad de «parientes» reafirmaba la importancia de esas tareas para el bh:nestar colectivo dd grupo. Pero esa misma actividad tenía un ma-1i1. uneroso si se contemplaba como trabajo no remunerac.io en beneficio e:..dusivo de otros. Los indios huachos y chocorvos se quejaban en 1557 d-: que estaban obligados a· limpiar e! gran 'canal «con que los vezos íd.: lluamanga] Riegan sus [chácaras) e acequias». Los indios no apro­v-:d1aban el agua ni la necesitaban n. En esas circunstancias, los kurakas nu podían traspasar el aspo::cto festivo dd trabajo andino a la limpieza de l0s canales de los colonizadores, aunque hubieran querido hacerlo. lJn kuraka' ue se $Íntiera obligado a satisfacer las d<::mandas de mano _e: 0bra de ios colomza ores no poJia presuponer que su posicion de-­trabajadores se viera accptad:i y justificada por sus «paric11tes»:-corría ~l )Cff ro de qu.:: su ~Qrifi.:i1}:Zfl ~e f ucra _desgastando, lo cual socavaría lu~ interca'mbios reciproco:; que evaban a los ayllu~ .. a _r~-~QC?n<!~I_3__~~-pc:1i..:iones .. ,.\ ,,

! En d decenio de 1560 ILJs contradicciones inherentes en las alianzas pusriiícaicas se fueron imponiendo de forma más aguda·que nunca. La d.:pi.:nd..:ncia cada vez mayor de los indios respecto de los europeos para la ~ulución de controver:;iLJs 77

, las escaseces o ias dificultades económi­<.:<ó impuestas por la extracci~n ... coionial. por las emigraciones o por la p0blución decreciente 78

, la tendencia Je los encomenderos, los clérigos llicales y lo.s f uncionnrios a CX.i~ir partes . cada vez mayores de los pro­Juctus y de la mano de obra de los ayllus fueron todos -factore.s que c1.>11 d -tic-mpo habrían provocú<lo uni1 r~cvaluaéión de las políticas indí-genas frente a los colonizadores. 1~-~ í!t1~:--~~~:ii9 _l1íl .. caráct~r-~_r~~l1::

'º llC, Doc. 1017, 1557. T. v¿anse ej..:mplos del d<!..:..:nio de 1560 en AGN, DI, Leg. 2, C.17, 1573,

f. 2\l8 r; Domingo di! Sanlo Tomás (1562), .:n Vargas, Fray Do111i11go, «Escritos»: 59. .-. /\loni..:sinos (ló-12), A11uli:s ud l'.:rú, 1:2-13; .2:218; AGN, DI, Leg. 2, C.17,

1573. if. 194 V, 209 r.

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1 :

Ascensión1 y caída Je las aliunzas poslincaicus 1

89

tísimo a la necesidad de una rcevaluación fue el descubrimiento de minas riquísimas en el dccei1lo de ! 560. El oro y la plata de Atunsulla

· (1560) y el men.:urio de lluancavclica (156·1) atizaron los sueiios cspa­noles de una economía regional próspera cuyas minas estimularían un .. auge dd comercio, las manufacturas textiles, los oficios, la construcdón, · la agricuitura y la· ganadería. El único obst;ículo o cuello de botella seda

~ni~!!Cl__d_e,_()bra.l si las exigencinseu-ropeas ib<1n más alla <le la oferta de trabaja<lorcs por cuenta propia, o de los con:ingentcs que enviaban los kurakas, ¿cünio iban los eolo11izadorcs a estabilizar una f ucrza de trabajo suficiente?

\ Para 156?_·_~)_ problcm~ cl~Ji!_J!~l_1_0 de obra merec10 una investiga· __ ción oficf<ildel distTñgul<lo jurista Juan i'oT9:<.rc- 011C.fogardo. Polo inves­

dgcS"las.dcnuncias de los indios, se dedicó a reformar y regular las prác­"tTcus- labüriiles y ordenó a las sociedades' autóctonas que enviaran una ·fuerza rotatoria el<:: 700 trabajadores por semana para las minas de A.,tltunslítraL~l_r~giní~n laboral in1puesto por los mineros • europeos lia­b1a si<lO duro y repulsivo. Los mineros, obsesionados con hacerse ricos.

·habían tratado de maximizar su explotación de lus trabajadores indíge: nas.: Estos transportaban personalmente grandes. ca··gas de combustible,

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sal y otras provisiones desde zonas remotas; en lw; propias minas, los trabajadores se enfrentaban con unos cupos de producción brutales; tras cumplir sus obligaciones laborales, todavía tenían que luchar por cobrar sus jornales 7'J. No es de extrañilr que los in·Jios pidieran a uno de sus defensores más destacados, Fray Domi11go <l; Santo Tomás, qt1c inspeccionara las minas. Santo Tomás halló que «h2sta agora ... an sido los yn<lios tan mal pagados y peor tratados, ... qt1e aunque fuera muy de su voluntad f estos abusos] lo aborrecerran [a w voluntad]». Santo Tomás, con la ·esperanza de que las reformas de l\.ilo -reforzadas por una subida de los jornales- pudieran atraer a suficientes trabajadores voluntarios, advirtió que los indios y los kurakas resistirían a las ténta- ·_ tivas <lc obligar por la fuerza a los ·autóctonos n trabajar en las condi­ciones abusivas dd pasado, «aunque sepan los yncJios estarse con toda su vida en las cárceles». Santo Tomás encontró a los indios inquietos accrca de las cxigent:ias de trabajadori.:s para lns minas. Los p11..:bios soras y lucanas, que estuban más lejos de Attmsulla que otros grupos,

• A lo largo de !oda esta obra se uliliza el 1.!rrníno «minero» en el senlhio de la lercc:ra acepción dd Diccio11ario de la R.A.E.: «el que lus beneficia (las minas] por su cuenla o especula en ellas». y en el de la segumf¡1 nccpción dd Díccio1wrio di: Usu ild Espwiu/ di! i\laríu !llolincr: •propiclario o cxplo1ador de minu» (N. di:/ T.J.

79 V.!ast: Polo ( 1562), •Ürdenanzns di! las minas de Guamanga», 139 a 15 l.

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se sentían especialmente vejados por tener que trabajar para empresa­rios codiciosos en minas lejanas y frías 00 •

1 !:-__::i~_~C:J()rma~ dcPolo cambiaron pocas cosas. La oferta de trabaja­dores autóctonos llevados a trabajar por la fuerza o mediante el enga­iio, individunlmenle o por conduelo ele los kurakas, siguió siendo irre­gular y deficiente. El corregidor de Huamanga se quejaba en 1569 de que el trabajo en los fabulosos yacimientos de In región era intermitente debido a In escasez de mnno de obra 81 •

\Las minas ponían de relieve para ambas pnrtes las limitncioncs de las l·cladones anteriores. Para los europeos. impulsados por In expansión intcriiacional del capilnl comercial, las nlianzas con !ns sociedades autóc­tonas tenían poco sentido si no podían aportar una fuerza de trabajo fiable a una economía minera en crecimiento. Para Íos indios -tanto -~~1kas. como Sl_l_~_P..!!~l<:.t~L~=--1ll _l:()J;:ib.Qr_a_cic5_n con los col¿n¡~-;;-dores­brinJabapocns-vcnlajas si los europeos insistían en absorber 10;;-·;:ccur- ,. ~~2.?...Jic!' a11lu en una__c:am¡~iia ~!1.CE.!1:i.iiJ¡]_da_a c?tablccer-~~ia ~~1orme eco­_no_1i,1ía minera que la sociedad local 11() 20:~í.i:.CQi1il-(jfal::tüs europeos-. quedñn favores quClos~kurakas~ p2.Q[<!n o _ _D_Q.....guerÍan lwccrlcs. Pero · 105-colonif'.ador~s1itudones estatales. _c(_~Jj~·;5·9~-~ pucli~- · rallcm!TgiiraTc5sTcres acnviar grandcscü-;:.ling~ntes de 1~-;baja<lüres a '!'"'. • . ~------·-------- ------ - -ias mmas. ~--,

En aquel mismo momento, lns __ contraclicciones ei1lre. la metrópoli y la colonia alcnlaron a los indios a _r5_IJl_an!_ea~se..Ja necesi<lad de c9opera"r con los encomenderos. En Espaiia, la Corona llevaba mucho tiempo de­batiendo si abolir o no el sistema de la encomienda y lransfo1mar a los indios en vasallos directos de la Corona. Famosos sacerdotes aducían que la eliminación grn<lunl de las encomiendas a la muerle de sus titu­lares iría en beneficio de los indios. Su insistencia pesaba mucho en Espníia, donde los partidarios <le! poder real consideraban al encomen­dero un obsl:íeulo al control de la melr6poli. Para 1560 la Coronn lia­bín recibido of recimicnlos impresionantes de pagos de ambas parles -los encomenderos y los kurakas nul6ctonos-, pero no había llegado a una decisión. Una comisión enviadn a informar sobre Jos aspectos de Jondo de la cucslión de la encomienda, envió a Polo de Ondegardo (parÚdario de la encomienda) y a rray Domingo de Santo Tom:ís (adversario de ella) n realizar unn investigación. La pareja viajó en 1562 por las sierras andinas. En Huamanga y en olr~.s _ _p~l-~~5J~ganizaron reunkmes de indí-

ro AGI, V, l.i111n 313, Snnto To111:ís n don Alonso l\lnnucl de Annyn, lluamnn­gn. 23 de mnr1.0 de 1562; San lo Tomlis n Consejo Rcnl de Hacicndn en Lima, Anciahuaylas, 6 de nbril de ISm (lnmbién disponible en Vnrgns, Fray Domingo. «Escritos u: 55 a 62). 1

a1 llNP, A603, 1568, f. 23 v.

Ascensión y caída de las alianzas postincaicas . . 91

genas para participar en un debate público sobre la cuestión de la en­comienda. Naturalmente, los indios siempre se pOñlañ-oe·pan-e-de S:into Tomás 82

• Los intereses de la Corona y las sensibilidades· morales. e5.po­leadas por profundas divisiones entre los encomenderos y la Igle5ia. habían creado un debate espectacular. En los mismos años en que los descubrimientos de minas hicíeron más importantes y ominorns los anta­gonismos básicos entre los autóctonos y los blancos, distinguidos repre­sentantes de la Corona anunciaban inestabilidades políticas. di,·i<ioncs entr1~ la élite y recepli,·idad a la iden de que Ja élite de los encomen­deros era algo de lo que tanlo la Corona como los indígenas J'Odí<Jn prescindir perf eclamente. '

Si la desilusión cada ve~ mayor con jas exigencias de mano de oh<1 inspiraba un impulso a sabotear o derrocar las relaciones coloniales. la aparente vulnerabilidad de esas relaciones a una reform; impuesta pN la metrópoli no podía por menos de dar un. nuevo impulso a esos ~cn­timientos. Poco después de 1560. la generalización del descontento entre los autóctonos se expresó durante un decenio--e-nunaa6stcnCiól1H-cacfo "vez m_~)'.QLcl~-fo~Q_~_i:_ación 0-1~--;;¡i-;nz-;-~I En lS6:f,los ku~ak-;5(J-;;- ~¡¿¡e H

enéomiendas. diferentes de Hu-amanga se"negaron a envi_ar indios a Ja · plaza de la ·ciudad pa_ra pres lar sus sen'icio_s de prestación persona 1.

Las mtnas siguieron padecicnd~~g\jla~idad en Ia oferta de manó ~-2br_~-- Muchos delospueblos de Huam~n-ia=cspe¿ia-f~entcHlos pue· blos soras y lucanas- confirmaron las ad\'ertencias de Santo Tomás rnn sus tercos rechazos a las peticiones de que enviaran trabajadores a las minas. Los pastores indios le costaron 7.000 ovejas a Diego Maldonado, su encomendero, por robo o falta de cuidado. Los encomenderos cul­paban a los clérigos de ia tendencia cada vez mayor de los indígenas a hacer cáso omiso de obligaciones que antes habían aceptado; otro oh­servador atribuín la culpa a los ru1i10res populares de que los espaiiolcs iban a mnlnr a los autóctonos para fabricar ungüentos medicinales cor\ sus cadáYcres tU,, En una economía en la que los europeos depcndfon tanto de las alianzas con las élites autóctonas para tener acceso a mano de obra explotable, la difusión de esa desilusión y esa resistencia podía

82 AGI, V, Limn 300. -Arzobi<po Gcrónimo de Loa!·7.a al Rey, Lima, "10 ck noviembre de 1562; Lima 313. Snnto Tomás a l\lanuel de Anay::i. Hu::imangn. 21 de marzo de 1562. Véase en Hcmming, Conqucst, 385 a 390 una panorámica de la cuestión de la perpetuidad de las encomiendas.

P.J Totlos los datos citados s11prn corn:<pn11den ni período 15fi).J57l. llNI'. A336, 15j9, anotación correspondiente al 3 de mavo de 1563: llC. Doc. 98~. 1571: Lohmann, Las minas, 93, nota 3: AGN, DI. Lcg. 2, C.17. 1573, f. 106 r; Lohma•rn. El corrcgiclor de indios c11 el l'cní bajo los Austrias (Madrid., 1957). 28; l\l<>lina (1574), Relación de las fábulas, 79.

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Steve J. Stern

cmponzoñar la actividad empresarial. En una sociedad en la que los n..:0incas mantl!nían una prt:sencia militar en la montaña, en(re el Cuzco

:Y l luamanga, y en la que los coloniz<!dores todavía no habían organi-1;.¡du un aparato estatal impr.:sionante, la hostilidad creciente tmnbién planteuba probl..:mas estrnt¿gkos. El corregidor de l luamanga advinió a 1.ope García de Castro, Virrey inkrino. de que era posible que esta­llarn, una rebelión. En las provincias vecinas de Jauja y, Andahuaylas unus dcscubrimientos alarmantts de dt~pósitos de armas confirmaron que !.is tradiciones de alianzas y de cooperación enfre indios y blancos ya nu .:rnn de fiar M.

Las exigencias de mano de: obra para las minas en una nueva escala, L..1 vuinerabilidad política de lo$ encomen<l~ros' y la probable disposición

:-u\.: ·los neoincas a encábc:zar una revuelta crearon una coyuntura que ci!.ligÚ a replant~arse las alianzas postincaicas. 1~ La difusión del sabotaje y i.i subversión en d dt:cenio de 1560 era un 'síntoma de que cada vez había más recelos. Desde un principio, las contradicciones inherentes de l.is alianzas inidah:s había creado la probabilidad dd dcscncanto. Pese ul rdativo éxito Je su aJáptación a las condiciones coloniales, los pue­blos ·~utóctonos de llunmanga se enfrentaban con tendencias que con d tii.:mpo podían socavar la autonomía. las relaciones sociales y la pro­dt11.:ción localesJranto la decadencia demográfica como la inestabilidad, ~lillación j la dependcncia, las crecientes __ ~xJ.gencia~j-~_f11_Url_()At!_ uhra, eran factores que tendían a revelar !ns consecu~ncias erosionantes de: llll3 ali(ln_za entre socios. cuyos intereses fü-ñdil"ITieni-ñTes eran-opuesiosc_ El dcscubrimiento Je grandes minas de oro. de plata L~~_mercúrio hizo quc estallaran esas contradh.:ciones y reforzó el temor -típica~nCITno­~TeriñetlaJ y la muerte prematurá se debieran a u{!¡j_S-J:ela~­cidnc:s sociales mal construidas qu~<leTarse-sin --cofriili----Rodrían anunciar una gran catástrofe. _De r~ente, una oleada _Q~~~p_e__i:a~-de _¡~-~Tiusión--l~lú-ñd(S-la sÓciedaJ india y anunció el der-;Únilia­~lklltO de las affanz-aspostmcaicas~·-\- ----~---- --------- ---- --

,_~-~-~----~-,~--------·---,J

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"' /\lulina (15H). Relación de las fJbuf;;s, 82; Albornoz (circa 1582), «lnstruc­dún para d.:scubrir», 36.

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3. Una divisoria histórica

Crisis en la sociedad india, sueños radicales

En 1564 el clérigo español Luis de Olivera se e,1contró con una he­rejía subversiva que dominaba a los indios de su p1rroquia de Pnrina­cochas. Como mensajeros de las deidades autócto.-"s andinas, !C>0ª­quiongos quc transmitían el contagio predicaban que muy pronto una aiianza pananJina de deidades derrotaría al princinal Dios cri~~~ano y mataría a los colonizadores españoles de enfermeú,1des y otras .calami­dades. Los indios -que desearan evitar el mismo dtstino e ingresar_ en una época nueva y pura de salud y abundancia 11cbínn ~dº!ª! .. ~-_ _las huacas vengadoras y r~chazar todas las formas de cooperación con los eur()peos. Olivera, alarmado por el atractivo que tenía este resurgimiento nativistu para todos los sectores de la pobiación india, comunicó su des­cubrimiento a las autoridades eclesiásticas de Lima, el Cuzco y Charcas. lvlás tarde, una inspecciQ_!_!_!1lil!~~Losa llevada a cabo por el ~~IX<:!_Grl?tÓ· bal de Albornoz reveló que la secta! de Taki 011goy lwbía conseguido miles de seguidores activos en las regiones de Lucanas, Soras, Chocorvos y Río Pampas, de Huamanga. Fu~:a de esa zona (<nuclear», -el resurgi­mkntu parecía hab..:rse difundido rápidamente por e! norte, lwc~ Jauja y Lima, y por el este hacia el Cuzco y Charcas. Este movimiento mesiá­nico no pcrdió su vigor hasta después de In campni'in contra la idolatría realizada a fondo por Albornoz, que llevó de Jos a tres años y en la que se condenó a más de 8.000 indios 1

1 Vbnsc rdalus Jd movimicnlo en Luis /\lillo11cs S. G., «Un movimiento lltl·

tivista dd siglo xv1, el Taki Onqop, y «Nuevos uspccltls del Tnki Onqoy; Nathan

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