starcraft - la velocidad de la oscuridad

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LA VELOCIDAD DE LA SOMBRA(Serie multiautor: StarCraft, vol.03) Tracy Hickman2002, The Speed of Darkness Traduccin: M.Mata lvarez-Santullano_____ 1 _____ CadaDorado... sta era la palabra apropiada para aquel da raro y perfecto, uno de esos que calientan el alma con un dorado resplandor de jbilo. Haba paz en un da dorado. Algunos das eran verdes, densos de nubes plomizas y lluvia, perforados por brillantes destellos de ardiente blanco y truenos agolpados. Otros das eran de un vibrante y fro azul que se extenda en arco sobre las cpulas cubiertas de escarcha y las naves del asentamiento. Haba tambin das rojos: el cielo de la tarde pintado por el polvo de los vientos primaverales antes de que las cosechas se hubieran asentado en los suelos. Algunos das hasta se extendan en direccin a la noche con una manta de seda de color cobalto que cubra el cielo. Le gustaban aquellas noches de otoo en las que poda dejar atrs sus mundos levantando la vista hacia aquella rica oscuridad. Dios haba atravesado el cielo con un alfiler, se imaginaba, para que Su luz pudiera brillar por los agujerillos. De nio escudriaba las estrellas tratando de ver el otro lado y encontrar a su Creador. Nunca haba dejado de buscar aunque al llegar a los diecinueve aos se haba dicho que era demasiado maduro para esa clase de cosas. Cada da tena colores diferentes para l. Los haba experimentado en todos sus matices. Cada uno de ellos tena un recuerdo y un lugar en su corazn. Pero ninguno poda compararse a un da dorado. Era el color de los campos de trigoque se extenda como un oleaje por las colinas bajas que rodeaban la granja de su padre. Dorada era la calidez del sol en su rostro. Dorado era el brillo que senta en su interior. Dorado era el color del pelo de ella y el sonido de su voz. --Otra vez ests soando, Ardo --le susurr con voz juguetona--. Vuelve conmigo. Ests muy lejos! Abri los ojos. Ella era dorada. --Melani, estoy aqu, contigo. Sonri. --No, de eso nada --protest ella con fingida tristeza... un arma formidable cuando quera salirse con la suya--. Ests soando de nuevo y me has dejado atrs. Se puso de lado y apoy la cabeza sobre el codo para poder verla mejor. Tena un ao menos que l. Su familia haba llegado cuando Ardo tena nueve, otro grupo en la larga cadena de refugiados religiosos que caan desde el cielo para unirse con los dems Santos en el pueblo de Helaman. Se haban reunido refugiados de casi todos los planetas de la Confederacin: pioneros de las estrellas a su pesar. Muchos grupos religiosos haban estado entre los primeros en ser ilegalizados por la Liga de las Potencias Unidas de la Tierra, all por el ao 31. La historia no era nueva para santos y mrtires. A lo largo de la historia de la humanidad, aquellos que no entendan a los fieles los haban exiliado y los haban obligado a buscar nuevos hogares. El hecho de que se vieran obligados a viajar de planeta en planeta y luego de estrella en estrella empezaba a resultar un hecho dolorosamente repetitivo en las clases de Herencia. Ahora, exiliadas de nuevo, las familias de los fieles se haban desperdigado entre los transportes del malogrado proyecto ATLAS y cuando esta misin haba terminado en un estrepitoso fracaso, los supervivientes haban empezado a buscar a sus hermanos y hermanas. Cuando finalmente se reestablecieron las comunicaciones entre los mundos, los Patriarcas eligieron como nuevo hogar una regin apartada de un planeta al que llamaron Plenitud. En cuestin de poco tiempo, estaban llegando a diario cargueros orbitales al Espaciopuerto Zarahemia. Las familias que acababan de llegar se las arreglaban a continuacin para llegar a los asentamientos. Arthur y Ket Bradlaw, con supequea de grandes ojos, formaban una de las cinco familias que llegaron aquel da. Ardo haba acompaado a su padre cuando el pueblo entero se reuni para dar la bienvenida a las nuevas familias y ayudarlas a asentarse. No recordaba demasiado sobre cmo era Melani en aquel tiempo aunque conservaba la vaga imagen de una chiquilla flacucha que pareca incmoda, solitaria y tmida. Slo empez a fijarse en ella cuando su decimocuarto cumpleaos trajo consigo algunos cambios notables. La "chiquilla flacucha" pareci irrumpir en sus pensamientos como una mariposa saliendo de su crislida. Sus facciones posean belleza natural --los Patriarcas desaprobaban la escultura corporal y el maquillaje-- y Ardo haba tenido la gran suerte de ser el primero en acercarse a ella. Su corazn y su alma cayeron en el interior de aquellos grandes ojos azules y luminosos. La clida brisa que soplaba sobre los campos de trigo meca el nimbo de su largo y brillante cabello. El viento arrastraba el zumbido distante del molino y el tenue aroma del pan que se coca en la panadera. Dorado. --Puede que estuviera soando, pero nunca te dejo atrs --dijo sonriendo. El trigo cruja alrededor de la manta en la que descansaban--. Dime adonde quieres ir. Te llevar! --Ahora mismo? --su sonrisa era como la luz del sol--. En tus sueos? --Claro! --Ardo se arrodill sobre la pesada manta que haba colocado para que pudieran tenderse--. A cualquier lugar en las estrellas! --No puedo irme --sonri--. Esta tarde tengo un examen de Hidropona con la hermana Johnson. Adems --dijo con tono carioso--, por qu iba a querer marcharme? Todo lo que quiero est aqu mismo. Dorado. Quien querra marcharse en un da dorado como aqul? --Entonces no nos vayamos --dijo con voz ansiosa--. Quedmonos aqu... y casmonos. --Casarse? --lo mir, en parte divertida, en parte intrigada--. Ya te he dicho que tengo clase de Hidropona esta tarde.--No, lo digo en serio --Ardo llevaba algn tiempo preparndose para aquel momento--. Me he graduado y las cosas estn yendo muy bien en la granja de pap. Me ha dicho que est pensando en darme cuarenta acres en uno de los extremos de la explotacin. Es el lugar ms bonito, junto a la base del can. Hay un lugar junto al ro donde... donde... Melani? La muchacha del pelo dorado no lo escuchaba. Se haba incorporado y diriga una mirada entornada hacia el pueblo. --Ardo, la sirena! Entonces tambin l la oy. El aullido distante, subiendo y bajando sobre los campos. Ardo sacudi la cabeza. --Siempre suena a medioda... --Pero no es medioda, Ardo. El sol se eclips en aquel momento. Ardo se levant de un salto y gir la cabeza hacia el sol oscurecido. Se qued boquiabierto al ver que una sombra cada vez mas grande se desplazaba sobre los amarillentos campos de trigo. El miedo hizo que se le abrieran los ojos como platos. La adrenalina empez a correr por sus venas. Enormes volutas de humo volaban tras unas bolas de fuego que se dirigan directamente hacia l desde el extremo occidental del amplio valle. Rpidamente, Ardo se agach y ayud a Melani a levantarse. Su mente corra. Tenan que huir, encontrar refugio... Pero dnde podan ir? Melani grit y entonces se dio cuenta de que no tenan dnde ir y no haba ningn lugar seguro para esconderse. Las bolas de fuego parecan tan prximas que los dos se agacharon. Las llamas describieron un arco sobre ellos, mientras el atronador sonido de su furia ahogaba rpidamente la lejana sirena de advertencia. La sombra de su paso cubri el valle entero. Cinco enormes columnas pasaron sobre ellos, como dedos extendindose por encima de Ardo y Melani en direccin a los apiados edificios del pueblo de Helaman. Ardo se estremeci --si de miedo o excitacin, no hubiera podido decirlo-- pero al menos su estupor haba terminado. Cogi a Melani del brazo y empez a tirar de ella. --Vamos! Tenemos que llegar al pueblo antes de quecierren las puertas! Vamos! No hizo falta que insistiera. Corrieron. *** No recordaba cmo lograron entrar en la ciudad. El dorado del da se haba trocado por un pardo terroso que derivaba en gris a causa del humo que segua cubriendo el cielo sobre sus cabezas. Era un color opresivo, oscuro y fro. All pareca fuera de lugar. --Tenemos que encontrar al to Dez --se oy decir a s mismo--. Tiene una tienda en el recinto! Vamos! Vamos! Ardo y Melani lucharon por avanzar por el centro del pueblo, que ahora estaba atestado de refugiados. Originalmente, Helaman no haba sido ms que un puesto avanzado en los confines ms lejanos de Plenitud. Su centro era el antiguo recinto defensivo con un muro de defensa que rodeaba todo el edificio. Desde entonces, se haba extendido ms all de aquellos muros centrales. Ahora ms de diez mil personas llamaban hogar a Helaman... y casi todas ellas haban buscado refugio en el antiguo recinto fortificado. Poda ver el cartel "Equipos Dez" al otro lado de la plaza central. El traqueteo del fuego automtico reson de repente desde el muro del permetro. Hubo dos explosiones sordas, seguidas casi al instante por ms fuego de ametralladora. Un grito se alz entre la multitud de la plaza. Ms que orlo, Ardo sinti el temor que embargaba a la muchedumbre. Hubo gritos, algunos estridentes y otros tranquilizadores. El humo proyectaba un velo opresivo sobre todos los presentes. --Ardo, por favor! --dijo Melani--. Dnde... dnde vamos? Qu hacemos? Ardo mir a su alrededor. Poda notar el pnico en el aire. --Slo necesitamos llegar al otro lado de la plaza --se atragant al ver la mirada en los ojos de Melani--. Lo hemos hecho un centenar de veces. --Pero, Ardo...--No est ms lejos que antes. Slo un poco ms concurrido, eso es todo --vio que en sus preciosos ojos azules empezaban a formarse unas lgrimas. Le apret la mano con fuerza--. No te preocupes. Estar a tu lado. De alguna manera haban logrado llegar hasta la mitad de la plaza cuando ocurri. Una cortina de llamas explot a este lado del muro de la fortaleza. Su luz escarlata destell contra la manta de humo que penda de forma opresiva sobre el pueblo. Todos los gritos, aullidos y alaridos se fundieron en una cacofona, pero algunas voces sin cuerpo se adentraron con claridad por los pensamientos de Ardo. --Dnde estn las fuerzas de la Confederacin? Dnde estn los Marines? --No discutas! Coge a los nios! No os separis! --No pueden ser los Zerg! Es imposible que hayan penetrado tanto en el territorio de la Confederacin...! Zerg? Ardo haba odo rumores sobre ellos. Pesadillas, crea l, para asustar a los nios o para impedir que la gente se instalase en las Colonias Exteriores. No poda recordar todas las historias pero lo cierto era que ahora las pesadillas estaban all y eran muy reales. Otra voz penetr en sus pensamientos. Se volvi hacia ella. --Ardo, estoy aterrada! --los ojos de Melani estaban muy abiertos y parecan lquidos--. Qu ocurre? Qu est pasando? Ardo abri la boca. No pudo responder a la pregunta. No brot ninguna palabra. Haba tantas cosas que quera decirle en aquel momento... tantas palabras que lamentara no haber dicho durante incontables aos futuros. Pero no brot ninguna palabra. Hubo una luz. Sinti el calor tras de s. Se volvi, manteniendo a Melani a su espalda. Haban abierto una brecha en el muro oriental. La antigua fortificacin estaba siendo derribada desde el otro lado, desmantelada frente a los mismos ojos de Ardo. Pareca como si una ola oscura se estuviera precipitando contra la brecha, una silueta ondulante. Entonces los detalles se abrieron paso en su mente: un resplandeciente caparazn prpura, unas garras demarfil teidas de rojo que abandonaban el cuerpo flccido de un colono, los cuerpos arqueados, semejantes a serpientes, que se desperdigaban reptando sobre la piedra rota. Era inconcebible... La pesadilla haba llegado a Plenitud. La apiada muchedumbre que ocupaba la plaza rugi de terror y se volvi para escapar corriendo de la brecha. No haba sitio al que ir. Los Hidraliscos Zerg haban coronado ya la muralla del lado opuesto y se estaban arrojando en cascada sobre las calles, como gotas negras de un vertido grasiento. En cuestin de segundos, desplegaron las capuchas semejantes a cobras por encima de las garras afiladas como cuchillas. Arquearon hacia arriba las colas. Las bolsas de los hombros serrados vomitaron espinas blindadas, que cayeron con terrorficos efectos sobre la muchedumbre. Aquellos que se enfrentaban a la nueva amenaza trataron de repente de cambiar de direccin y chocaron al hacerlo contra el gento que avanzaba detrs de ellos. Ardo oy que Melani jadeaba tras l. --No puedo... no puedo respirar. La multitud los estaba aplastando. Lleno de desesperacin, mir a su alrededor tratando de encontrar una salida. Un movimiento sobre su cabeza atrajo su atencin. Una forma bulbosa parecida a un cerebro flotaba sobre el muro de la colonia. De su parte inferior colgaban unos zarcillos que parecan vsceras y que se estremecan constantemente. Se estaban extendiendo hacia el centro de la muchedumbre. Ardo haba odo historias en las que los Zerg capturaban a colonos con vida y los llevaban a un destino que slo poda ser peor que la muerte. Los ojos se le llenaron de lgrimas. No haba escapatoria ni nada que l pudiera hacer. De repente el Seor Supremo Zerg que flotaba sobre la colonia se estremeci y se desliz hacia un lado. Varias explosiones perforaron el costado de la horripilante bestia. El Seor Supremo estall en una enorme bola de fuego. Los Hidraliscos Zerg que estaban penetrando en el complejo vacilaron de pronto. Un ala de cinco Espectros de la Confederacin atravesla cortina de humo que cubra el cielo con un chirrido de motores que casi ahog los gritos de la aterrorizada multitud. Las rfagas de lser de veinticinco milmetros parpadearon repetidamente mientras los Espectros daban vueltas en el aire, y alcanzaron sus objetivos al otro extremo de la muralla derruida. Uno de los Espectros se estremeci de repente y entonces, tras recibir una salva de fuego antiareo lanzada por los enfurecidos Zerg, explot. Los Zerg que haban entrado en el recinto reemprendieron su ataque. Mataban a algunos y se llevaban a otros sin que existiera una razn aparente. Haban acorralado a los humanos; ahora todo lo que tenan que hacer era cosecharlos desde los extremos de la muchedumbre hacia su centro. Un segundo escuadrn de Espectros atraves el cielo ennegrecido. A continuacin, una Nave de Descenso confederal desgarr el aire, vir en una rpida maniobra de frenado y descendi hacia la plaza. La fuerza de los motores cre al instante un huracn en el suelo. Los rboles se doblaron hasta casi partirse por la mitad. Era imposible or nada con el estruendo de los motores. La gente que rodeaba a Ardo cay al suelo, tratando de escudarse del vendaval. Ardo parpade en medio de una nube de polvo. La Nave de Descenso sigui flotando sobre ellos pero de alguna manera logr bajar la rampa de carga a la plaza. Vio la figura de un Marine de la Confederacin que les llamaba con gestos. Toda la gente que haba en la plaza lo vio tambin. Sin pensarlo un instante, corrieron hacia la rampa. Una ola humana arrastr a Ardo. Solt la mano de Melani. --Melani! --grit. Trat de enfrentarse a la presin creciente del gento aterrorizado. Sus palabras se perdieron en el estruendo de los motores de la 1 Nave de Descenso--. Melani! La vio tras l. Ahora los Zerg haban reemprendido su ataque con ms premura. La Nave de Descenso les estaba arrebatando su premio. Al ver la rapidez con la que la gran muchedumbre haba sido diezmada, Ardo empalideci: los haban segado como trigo manchado de rojo en un campo. LosZerg estaban casi ya junto a Melani. Ardo luch y ara. Grit. Tres Hidraliscos apresaron a Melani al mismo tiempo y la apartaron a rastras de la muchedumbre. --Ardo, por favor! --solloz--. No me dejes sola! La muchedumbre aterrorizada lo arrastr hacia la nave. De repente se escuch el chirrido de unas garras Zerg sobre el casco de la Nave de Descenso. El piloto les haba dado todo el tiempo que su suerte iba a concederle. La nave respondi al instante a su orden apartndose de los Zerg y llevndose a Ardo lejos de su hogar, su vida y su amor. --No me dejes sola! --stas fueron sus ltimas palabras. Resonaron por su mente y su alma, ms y ms ruidosas cada vez, hasta que fue como si el crneo le fuera a estallar... El mundo de Ardo se volvi negro. Seguira as durante mucho tiempo._____ 2 _____ Mar Sara--Muy bien, capullos! Agarraos el culo! Aqu viene el gran descenso! El soldado raso Ardo Melnikov no se molest en mirar al sargento mientras ste les gritaba. El hombre era el MT --mando temporal-- para ese salto. Lo ms probable es que no volviera a verlo una vez que estuvieran abajo. Era mejor no interponerse en su camino hasta que el nuevo pelotn de Ardo recibiera su destino. Apenas oa sus palabras entre el aullido de los motores de la Nave de Descenso y el rugido atronador del rozamiento contra el casco. Haba algo en el sargento que pareca requerir una voz poderosa y una mirada furiosa. En realidad, a Ardo le daba igual: lo nico que el sargento estaba haciendo era llevarlos a la superficie. Cuando estuviera all, estaba seguro de que encontrara a alguien que se encargara de hacerle la vida imposible de manera permanente.Se encogi de hombros y trat de apartar la espalda de la pared de la nave. Normalmente el interior de las Naves de Descenso era como una olla a presin y ms an cuando penetraban en una atmsfera. A aquella Nave de Descenso en concreto le faltaban por lo menos dos unidades de refrigeracin para que todo el mundo estuviera a gusto. En aquel momento un manchn de sudor cada vez ms grande le pegaba los omplatos al cojn, que encima no era poroso. Tena gotas de sudor por toda la frente y de vez en cuando algunas de ellas le caan sobre el mono. La barra de sujecin impeda que encontrara algn alivio frente a la incomodidad en forma lquida que se estaba formando en diferentes partes de su uniforme. Y lo que era peor an, la Nave de Descenso estaba llena hasta los topes, de mamparo a mamparo y de lado a lado. El calor no resultaba tan opresivo como el olor cada vez ms insoportable que llenaba la sala. No haba nada que ver salvo las caras deprimidas y vacas de los dems reclutas sujetos al mamparo, frente a l. No haba nada que or salvo los gruidos ocasionales del sargento y el rugido uniforme del casco a su espalda. No haba nada que hacer salvo esperar y darle vueltas a los propios pensamientos... y eso era lo ltimo que l quera hacer. Lo atormentaban, aquellos pensamientos que acechaban en el fondo de su mente. Algunas veces tena la sensacin de que los fantasmas lo perseguan dentro de su propia cabeza. Cerrar los ojos no serva para expulsar a aquellos espectros. Eran dolorosamente brillantes y preciosos, terribles y aplastantes. Esperaban en silencio, pacientemente, en la frontera de su pensamiento consciente, contenidos tan solo por su voluntad. Algunas veces su arrogancia lo llevaba a creer que los haba dominado de una vez y para siempre. Entonces la brisa le traa el olor del csped fresco o de la tierra removida, o el destello de una miel suave, o una risa lejana y susurrante y los demonios regresaban en tropel para abrumarlo. Hubiera sangrado lgrimas con slo pensar en ellos si hubiera podido hacerlo. Lo nico que quera era huir. Tena que luchar. Era la nica cosa que lograba mantener a raya a los demonios. Podaconcentrarse en la misin y los objetivos... o al menos en los objetivos insignificantes que su comandante le permita conocer. La estrategia a gran escala no era competencia suya. No era de su incumbencia. Su trabajo consista en hacer lo que se le ordenaba y pensar tan poco como fuera posible. Y por lo que a l se refera, la cosa estaba bien as. El aullido de la Nave de Descenso se estaba apagando. El vehculo haba consumido por fin su energa contra la atmsfera del mundo en el que se encontraban. Ahora los motores estaban haciendo cuanto estaba en su mano para imitar la gracia de un ave en vuelo. Ardo ri para sus adentros al pensarlo. El Quantradyne era la prueba ofrecida por la Confederacin a las estrellas de que, si contaba con un motor lo bastante grande, cualquier cosa poda volar... aunque no necesariamente bien. Por supuesto, haba hecho muchos saltos de entrenamiento antes. Cada uno de ellos era completamente igual al anterior y no tena razn alguna para recordarlos en ningn detalle. Por qu concentrarse en algo tan doloroso como estarse quieto y pensar? Era mejor hacer otra cosa... cualquier otra cosa. Ardo examin los rostros de los Marines que lo rodeaban. Era un ejercicio de autoconservacin. Siempre convena conocer a los Marines que te rodeaban. Uno nunca saba cundo poda depender su vida de ellos... o estar amenazada por uno de ellos. La mujer que se sentaba frente a l poda ser un ejemplo de ambas posibilidades, pero Ardo no saba de cul. Llevaba el rubio cabello muy corto y de punta. Su rostro estaba muy tenso, con unos pmulos angulosos que enmarcaban con severidad dos ojos resplandecientes y de brillo acerado. Contemplaban sin pestaear un punto lejano situado por encima del hombro de Ardo, como sendas ventanas abiertas a su alma, si es que la tena. Esos ojos podran congelar un ro en pleno verano, pens. Por lo que al resto de su cuerpo se refera, slo poda imaginar. La armadura de combate que llevaba ocultaba por completo cualquier detalle que pudiera distinguirla, pero revelaba al menos una cosa: era un oficial. Lo miraras por donde lo miraras, para un soldado raso eso significaba peligro. Lo primero que aprende un soldado es a evitar a los oficiales... especialmente en las conversacionesintrascendentes. El ltimo soldado del que recordaba que se hubiera tomado cierta confianza con el lder de su pelotn haba terminado con un agujero en lugar de cabeza. Aquella oficial no haba dicho una sola palabra desde que montaran en la Nave de Descenso. Por lo que a Ardo se refera, poda prolongar su silencio todo lo que quisiera. Habla cuando te hablen, pens. Aparte de eso, no te busques problemas. Al menos ella estaba cmoda, pens. Su traje tena sistemas de refrigeracin y en aquel momento el umbilical de potencia estaba enchufado a la nave. Ardo sospechaba que su frialdad no se extenda slo a lo fsico. Algn da tambin l aprendera las complejas habilidades necesarias para llevar una CMC-300, o puede que hasta una 400, el ltimo modelo. Ese da estaba an muy lejano, por supuesto. Pero sera preferible llevar algo as en el campo de batalla que unas pocas capas de tejido ablativo y la ropa interior reglamentaria. Si lograba vivir lo suficiente como para obtener una armadura de combate propia, sus posibilidades mejoraran considerablemente. Bueno, con suerte al menos le daran instruccin con armas. Por el momento no haba recibido ni siquiera eso. El resto del compartimiento estaba lleno de reclutas como l. Cada uno de ellos tena la habitual mirada desganada de un Marine de Seguridad de la Confederacin. Cada uno de ellos empapaba de sudor confederado su mono confederado, como era su deber. La mirada de Ardo, no obstante, se demor algo ms de tiempo sobre un soldado especialmente grande. Era un hombre enorme --Ardo recordaba que haban tenido dificultades para ajustarle el arns-- y no haba dejado de rezongar un solo instante. No era capaz de imaginar cmo se las haban arreglado para encontrar un uniforme de su talla. Era de tez oscura y a Ardo le recordaba de forma vaga a lo que en la terminologa de la antigua Liga de Potencias Unidas se conoca como un "isleo de los Mares del Sur". Posea unos rasgos amplios y angulosos y unos labios gruesos. Su pelo era una melena larga que flua desde su frente hasta su cuello en ondas naturales de color negro. Estaba seguro de que el gigante era un patriotero, uno de esos sicpatas del tipo vamos-a-comernos-sus-corazones-paradesayunar, la clase de individuo que querras que acudiera arescatarte en medio de una batalla y el ltimo al que seguiras a una. --Llevad este trasto a tierra de una vez! --ri el gigante bajo una mirada luminosa--. Tengo que matar algo! Quiero asar un Zerg en un espetn! Puede que hasta me coma su cerebro crudo! El isleo ech la cabeza atrs y solt una nueva risotada. Con sus manos gigantescas le dio sendas palmadas a los dos Marines que se sentaban a su lado. Los dos se encogieron de tal forma a causa del impacto que los ojos se les llenaron de lgrimas. --Nos los vamos a comer para cenar, eh? Gran fiesta del Zerg! Ja! Llevad este cacharro al suelo antes de que lo abra yo mismo! Era altamente improbable que el piloto, aislado en su cabina sellada, hubiera odo la peticin pero en cambio s que pareca dispuesto a concederla. La nave vir de forma palpable --Ardo saba que era una maniobra estndar de encarado que se realizaba antes del aterrizaje-- mientras el zumbido de los motores variaba ligeramente. Una ltima sacudida, y los motores se apagaron. La teniente que Ardo tena delante desenchuf su armadura de la toma de potencia de la Nave de Descenso y se levant antes de que la barra de sujecin se hubiera retrado del todo. Con un movimiento rpido de la mano baj el petate del estante que haba sobre su cabeza. Cuando la rampa empezaba a descender hacia el suelo, se diriga hacia all. Incluso logr llegar antes que el isleo, que pareca ansioso por meterse en cualquier pelea que pudiera encontrar o provocar. Ardo se tom su tiempo para despegar el mono de todos los sitios en los que el sudor lo haba pegado al asiento. El cambio de atmsfera se ola en el aire que estaba entrando ya por la rampa abierta. Una brisa dolorosamente seca se llev la humedad y el olor a moho del compartimiento. Baj su petate del estante y sigui a los dems mientras salan arrastrando los pies de la Nave de Descenso. --Saquen sus traseros de aqu, seoritas --gru el sargento--. No tenemos todo el da! El aire estaba tan caliente y seco como un horno: mscaliente y ms seco que cualquier otra cosa que Ardo hubiera respirado jams. Su sudor se evapor casi en el mismo instante en que sus pies tocaron el asfalto del espaciopuerto. Ardo dirigi una mirada sombra a su alrededor. Haba llegado al infierno. El planeta era rojo como la herrumbre, el color de una arena que pareca extenderse a todos los edificios y vehculos al margen de su coloracin original. Y el efecto resultaba subrayado por el llameante amanecer que tena lugar en aquel momento sobre el espaciopuerto... O lo que quedaba del espaciopuerto. Casi la mitad de las siete torres de control de lanzamiento que originalmente reuna la instalacin estaban ardiendo. La parte superior de dos de ellas haba quedado reducida a escombros. Se vean columnas de humo que ascendan desde los incendios que salpicaban los edificios del espaciopuerto propiamente dicho. Y varios kilmetros ms all se vean tambin columnas ms grandes e inquietantes originadas en el distrito central de la colonia. Fue entonces cuando oy el sonido: un sonido demasiado familiar. Arrastrados hasta l por el viento, oy los gritos, la angustia, el pnico. Se volvi al instante. Al otro lado de la pista, justo al lado de las zonas de embarque, pudo ver el cordn de Marines que rodeaba la seccin del espaciopuerto correspondiente a la Confederacin y, ms all de sta, a la multitud aterrorizada. No! Los recuerdos lo inundaron. Volvi a estar en la plaza de la colonia. Los sonidos llenaron su mente. Sus gritos... los gritos de ella... --No me dejes sola! --grit. Alguien le dio un fuerte empujn desde atrs. Su instruccin se hizo con el control y rod con habilidad por el suelo antes de volver a ponerse en pie, con las manos preparadas para atacar y defenderse. --Mueve el culo, montn de basura --le espet el sargento de la nave--. Qu ests esperando? Una recepcin oficial? Corre a los barracones para empezar con la instruccin. Os necesitan ya! Ardo tema a los barracones ms que a cualquier otracosa. Haba algo en ellos que lo repela, que haca que se estremeciera cada vez que escuchaba la palabra. Estaba ligeramente aturdido pero a pesar de ello slo dijo: --No, sargento, no puedo... El sargento se limit a darle un nuevo empujn. --Bienvenido a Mar Sara, Marine! Y ahora mueve el culo! Lo hizo. Tras recoger el petate, se reuni con el resto del grupo mientras se diriga a los barracones situados al otro lado de la pista. Tena la impresin de estar nadando contra corriente: todo el mundo estaba tratando de dirigirse hacia las zonas de embarque. --Parece que somos el equipo de limpieza --musit para sus adentros mientras trataba de no pensar en lo inevitable. Mantuvo la mirada fija en el suelo, negndose a mirar aquellos barracones mviles parecidos a cajas aun cuando estaba entrando en ellos. Slo levant la mirada cuando estuvo dentro, de pie junto con los dems y formados en varias filas toscas en la abarrotada sala de despliegue que haba al final de la rampa de acceso. El MT segua all con ellos, animndolos con su peculiar estilo a cada paso que daban. --Ya conocis el procedimiento, nios y nias. Dejad el equipo y desvestios... y volved aqu enseguida! Ardo sinti nuseas. No haba nada que odiara ms que los barracones y no haba nada en los barracones que odiara ms que lo que estaban a punto de obligarle a hacer. Se dijo que todo formaba parte del trabajo, pero eso no consigui que le repugnara menos. Se dirigi junto con los dems a la sala contigua --como ganado en el matadero, pens, temblando-- y encontr un jergn vaco. Pareca que quienquiera que hubiera vivido all antes que ellos haba tenido que marcharse apresuradamente. Haba restos y desperdicios inslitos en las camas y por todo el suelo. Seguro que el MT no hubiera aprobado un comportamiento tan negligente. Con un suspiro, el joven Marine empez a quitarse la camiseta empapada de sudor. Trat de no fijarse en los dems mientras se desvesta. Haba hombres y mujeres presentes --los Marines de la Confederacinestaban dispuestos a permitir que los dos sexos murieran en sus misiones-- pero a Ardo le daba mucha vergenza estar desnudo delante de otros hombres, y ms an frente a mujeres. Joven e inexperto, cada vez que las circunstancias lo obligaban a hacerlo, para l supona una terrible molestia y en ms de una ocasin haba sido la causa de considerable diversin entre los otros Marines. Empez a tiritar al pasar al cuarto de despliegue. El calor seco estaba enfriando rpidamente el sudor de su espalda. Se senta fsicamente enfermo. Saba lo que vena a continuacin. Trat de distraerse mirando a los dems. Le hubiera costado reconocer que sus razones para hacerlo estaban teidas con un poco de curiosidad pueril. La mayora de los presentes eran hombres, advirti. De hecho, en un porcentaje inusualmente elevado. Se haba preguntado durante un breve momento qu aspecto tendra la teniente una vez se hubiera quitado la armadura. Se sorprendi un poco al descubrir que no estaba entre ellos. Haba logrado librarse de alguna manera de aquella indignidad? Dos enormes guardias con bastones aturdidores esperaban junto al MT. Entre ellos, una escotilla conduca a una habitacin oscura. Ardo cerr los ojos tratando de calmarse. El MT estaba leyendo nombres de una pantalla manual. --... Alley... Bounous... Los latidos de su cabeza no dejaban pensar a Ardo. --Mellish... Melnikov... Avanz varios pasos al or su nombre y entonces se detuvo. Sus pies se negaron a acercarse ms a la aterradora y oscura escotilla. Sus ojos estaban fijos en el pasillo que se abra ms all. Los dos lados del pasillo estaban jalonados por sendas filas de tubos de tamao humano, llenos con un lquido entre verde y azulado. --Melnikov, qu demonios...? Lo meteran en uno de esos tubos y en cuanto lo hicieran la pesadilla empezara de nuevo. --Melnikov! Era como un atad... una pesadilla en un atad. No poda moverse. Los dos guardias haban visto la misma escena en muchas ocasiones. Se adelantaron con aireprosaico y, con la mxima rudeza posible, ayudaron a Ardo a penetrar en la oscuridad. *** Estaba cayendo y la cada no tena fin. No saba cmo haba llegado all. Estaba all de verdad o se encontraba en otro lugar...? Era l mismo u otro? Hizo un esfuerzo por concentrarse en las imgenes y recuerdos que estaban pasando por su mente pero no pudo encontrar el modo de aferrarse a ellos. Alargaba el brazo, desesperado por examinarlos, pero en cuanto trataba de cogerlos se le escurran como burbujas de aire bajo el agua. Burbujas de aire... Poda respirar en el agua. El tubo alargado y transparente estaba lleno de agua respirable. Haba intentado ser valiente, lo haba intentado con todas sus fuerzas, pero al final haba sucumbido al pnico y haba gritado y se haba avergonzado delante de los dems. A ellos no les haba importado, ya lo haban visto un millar de veces. Sus manos toscas le haban ajustado la pieza de la cabeza, lo haban metido a la fuerza en el tubo y haban cerrado los sellos. --Habr que hacer un ajuste con ste --haba odo decir a uno. Contuvo la respiracin todo lo que pudo... Todo lo que pudo... qu? Qu estaba pensando? Por qu estaba pensando? Cabellos del color de los campos de trigo en un da de verano. Hubo un da dorado... Sus manos golpearon el cristal del tubo mientras se le escapaba el aire de los pulmones. Los implantes se cargaron de improviso y su mente explot en un milln de fragmentos. Los fragmentos flotaban a su alrededor. Burbujas de fragmentos. La escuela de armaduras de combate. Cmo poda haberlo olvidado? Su instructor era un viejo Marine llamado Carlyle. Haban pasado semanas all perfeccionando su tcnica... o haban sido meses? La armadura era como un viejo amigo. Pareca haber vivido con ella toda su vida... La armadura. Dnde estaba? Cundo haba sido?Durante las clases del seminario? Estaba el Hermano Gabittas, que les hablaba de la cada de los antiguos y el pecado del orgullo. La paz viene de dentro, un gozoso conocimiento de la pura voz de Dios cuando habla a cada hombre. --No matars --dice, pero alza un rifle gauss AGR-14 delante de la clase. --Toma, Ardo --dice el hermano mientras se acerca a la silla del muchacho, casi al fondo de la clase. Le tiende un arma automtica que dispara proyectiles de 8 milmetros al chico que no ha estado prestando atencin--. Hazlo en direccin a los dems --dice mientras el muchacho coge el arma. El muchacho se aleja flotando en la burbuja pero el arma sigue all, suave y seductora. Aceleracin magntica del proyectil a velocidades supersnicas con una enorme potencia cintica y con gran variedad de municin sin casquillo, desde balas de uranio empobrecido hasta balas estndar de infantera con punta de acero. Otro viejo amigo del pasado, el rifle se abre desde dentro, explota y a continuacin vuelve ensamblarse formando la cara de su padre. --Siempre sers mi hijo --dice el viejo con una lgrima en la mejilla. La granja familiar se extiende tras l bajo el anochecer--. Hagas lo que hagas o vayas donde vayas... siempre sers mi hijo. Lo soy? Lo ser? *** Ardo se senta mejor ahora. Al salir del tanque de resocializacin haba estado un poco desorientado pero ahora se le haba aclarado la mente. Siempre se senta mejor con su armadura de combate. Era un viejo modelo CMC-300 pero no le importaba. Llevaba 300 aos utilizndola y le sentaba como un guante. Haba formado junto a los dems Marines. Haba algunos Murcilagos de Fuego entre los Regulares en la Sala de Despliegue. En el poco espacio disponible comprob la conexin entre el rifle gauss y la armadura. Amaba aquel rifle; era el arma de su eleccin. Llevaba utilizando un rifle gauss casi tantos aos como trabajando con la armadura.Levant la mirada. La seal de "salida" que haba sobre la escotilla acababa de cambiar de color, de rojo a verde. Los Marines gritaron como uno solo cuando la puerta se abri. Pero l odiaba tener que marcharse. Le encantaban los barracones._____ 3 _____ Tierra adentroArdo era una gota de la oleada de Marines que se derramaba uniformemente sobre un mundo sumido en el caos. Una compaa de Marines con armadura haba formado un permetro alrededor de la seccin confederal del espaciopuerto para proteger las zonas militares. Mientras marchaba a paso ligero sobre el pavimento, Ardo pudo ver que ms all del permetro haba miles de colonos que se agolpaban contra la lnea de Marines. Hombres, mujeres y nios --una aullante masa de humanidad-- que luchaban desesperadamente por encontrar una salida del planeta. Ms all de ellos, la parte civil del espaciopuerto estaba sumida en la anarqua. Por toda la zona de lanzamientos no menos de un centenar de naves espaciales estaban abandonando la superficie del planeta o flotando a la espera de la oportunidad para hacerlo. Y al menos el doble de ese nmero se mova con aire indiferente ms all de los lmites, envueltas en el resplandor de la luz del da que se reflejaba sobre sus lustrosos cascos. Sus movimientos transmitan una sensacin de desesperacin. Pareca haberse renunciado a todo control. Las naves intentaban despegar y aterrizar cuando podan. Varios transportes flotaban cerca del edificio de la terminal, buscando un lugar para posarse pero la muchedumbre aterrorizada no poda, o no quera, apartarse de su camino. Los restos an ardiendo de al menos media docena de naves ms yacan desperdigados por todo el complejo. Los pilotos de las naves que an volaban no parecan prestarles demasiada atencin.Como polillas a una llama, se vean atrados por los precios exorbitantes que podan cobrarles a quienes lograban subir a bordo. Preocupados por la seguridad de sus naves y de s mismos, queran llegar y salir lo ms deprisa posible. Si todo el mundo est empeado en salir de este lugar, por qu se esfuerza tanto la Confederacin en traerme aqu?, se pregunt Ardo. El fro terriblemente incmodo y devorador que senta en la boca del estmago volvi a hacerse notar. No conozco a esta gente. Si ni siquiera s en qu planeta estoy! Qu estoy haciendo aqu? Saba cul era la nave que le haba sido asignada --otra Nave de Descenso-- y se encontr corriendo hacia ella junto con dos pelotones de Marines. Cada individuo saba quin era su oficial superior. De modo que el pelotn se form de forma automtica, casi como si estuviera en una especie de campo magntico. Ardo se encontr trotando junto a la teniente que haba visto el da anterior. A su lado corra el enorme isleo moreno, ataviado con la que quiz fuera la armadura ms grande que hubiera visto en toda su vida. La reconoci: era una Armadura Pesada CMC-660, con generadores de plasma en la espalda. De modo que el gigante era un Murcilago de Fuego, pens Ardo: una de aquellas unidades lanzallamas que en ocasiones eran tan peligrosas para sus operadores como para el enemigo. Varios hombres ms iban con ellos, incluido un tcnico ataviado con un mono. Adonde va se? pens Ardo. De vacaciones? El rugido de las Naves Orbitales que despegaban constantemente de las plataformas circundantes no enfri el entusiasmo del piloto de la Nave de Descenso, ni logr apagar por completo su chillona voz: --Suban a bordo, nios y nias, jvenes y ancianos! --exclam, con el tono de voz del maestro de pista de un circo--. Vengan a ver el mayor espectculo del universo! Vean cmo corren los colonos por sus vidas! Admiren cmo se derrumba el gobierno ante sus propios ojos! Asistan a hazaas de pnico no intentadas hasta hoy por el hombre civilizado! Por aqu! Ardo se dirigi hacia el Nave de Descenso. El crepitar del fuego automtico de las armas gauss reson en el aire cercadel cordn de los Marines. Ardo se encogi tratando de no pensar en lo que significaba. --Cutter! --ladr la teniente cuando llegaron a la rampa de embarque. --Seora! --respondi el gigantesco isleo. --Quiero a estos reclutas embarcados en cinco minutos --su autoritaria voz se abri camino entre el estrpito del motn que estaba teniendo lugar a su alrededor--. Tenemos un trabajo que hacer. Yo me encargar de organizado cuando estemos en marcha. --S, seora! Ya habis odo a la dama! Formad una lnea! El pequeo grupo obedeci. Cutter empez a recorrer la lnea para asegurarse de que todos tenan el equipo preparado para el embarque. El piloto se apoy en el puntal de despegue de la Nave de Descenso y sonri. --Muy bien, seoritas! --Cutter se lo estaba pasando en grande--. Ocupad vuestros asientos en el interior. Vamos! Ardo recogi su mochila y avanz, al tiempo que lanzaba una mirada suspicaz a la imagen pintada en el costado de la nave. --Zorra Valkiria? --Eso es, amigo --respondi el piloto con aire orgulloso--. Dicen que una vez que has tenido a una valkiria no montas con ninguna otra! Has venido al lugar correcto... o el lugar equivocado, no s si me sigues --el flaco piloto tena el peinado ms extravagante que Ardo hubiera visto jams. Brillantes escarpias de color azul sobresalan desde su cabeza y las reas que haba entre ellas haban sido afeitadas con un trabajo de precisin. Su esbelta figura pareca un amasijo de brazos y piernas, un espantapjaros ataviado con traje de vuelo y dotado de una sonrisa traviesa que pareca enroscarse alrededor de su cabeza--. Tegis Marz es mi nombre. En la periferia soy el ngel de la Muerte para vosotros, chicos. Encantado de serviros. Si necesitis cualquier cosa, incluido un buen afeitado de culo, soy el hombre adecuado. --Es una trampa mortal y no pienso entrar en ella. Tegis se volvi hacia la voz, que haba sonado justodetrs de Ardo. Era el tcnico. Ardo no recordaba haberlo visto en el transporte que los haba llevado a la superficie; deba de llevar all ms tiempo que ellos. --Es que no puedo ni mirarla! --dijo el hombre del mono. Era de constitucin delgada, tena el rostro suave y llevaba el pelo muy corto. Pareca tan limpio que probablemente rechinase al andar--. Ese pedazo de basura abandonada no se merece ni ser llamado pedazo de basura abandonada! Tegis se apart del puntal de lanzamiento y emiti un gruido amenazante. --T, resto de vmito de perro! Esta nave es una autntica preciosidad! No hay otra como ella en toda la flota! --Eso es porque el resto de la flota est en un estado razonable de conservacin! --Retira eso, Marcus! --Ni lo suees, Tegis! --Vas a subir a la nave ahora mismo! --Ni aunque fuera la ltima nave de esta roca! Tengo ms posibilidades lanzndome de cabeza por un acantilado que subiendo a esa trampa mortal. Cundo vas a crecer y conseguir una nave de verdad? Con un grito de indignacin, Tegis se abalanz sobre el tcnico. Cayeron al suelo, rodando y dndose golpes. Una nube de polvo rojizo se levant a su alrededor mientras peleaban; una maraa de brazos y piernas. Un par de gatos callejeros hubieran tenido dificultades para librar una batalla ms furiosa. Ardo se qued all, boquiabierto. Era casi risible. Cutter irrumpi en la pelea y apart a los dos luchadores. --Seor Jans, creo recordar que la teniente le ha ordenado subir a bordo. Creo que ahora mismo sera un buen momento para hacerlo. El tcnico, con la cara roja, sigui araando el aire en direccin al piloto de la Nave de Descenso. Cutter lo zarande con tanta fuerza que al hombre debieron de aflojrsele los dientes. --No cree? --reiter. Marcus Jans dej de luchar. --S. Creo que s.Cutter se volvi hacia Tegis Marz. Las puntas de las escarpias capilares del piloto seguan temblando de rabia. --Y t, no tienes una nave que pilotar? --S --replic Tegis, an enfurecido--. Y una nave muy buena, coo! --Entonces, con todo respeto, seor, puede que deba tomar los mandos --la sonrisa de Cutter estaba tan llena de dientes que pareca que fuera a comerse al prximo que le llevara la contraria--. Tengo una razn para estar aqu y no quiero que nadie se interponga entre m y el lugar al que voy. Y ahora mismo est usted en mi camino... seor. Tegis dej de moverse. --En... en tal caso, pondr a volar este vehculo maravilloso. --Hgalo, seor. Gracias, seor --dijo Cutter, al tiempo que los apartaba y los soltaba. Cojeando ligeramente, los dos combatientes se alejaron prestando gran atencin al suelo que haba bajo sus pies. Ardo exhal un suspiro. --Y t, soldado? --dijo Cutter al tiempo que diriga sus negros ojos hacia Ardo por vez primera--. Vas a ponerte en mi camino? --No, seor --respondi Ardo, lamentando no haber conseguido evitar la atencin del enorme isleo por ms tiempo--. Es lo ltimo que querra hacer, seor. El hombretn volvi a sonrer. Haba algo diablicamente travieso y al mismo tiempo peligroso en aquella sonrisa. --No, amigo, no soy ningn "seor" --la mano enguantada que le tendi era enorme--. Soy el soldado raso Fetu Koura-Abi, pero por aqu todos me llaman Cutter. --Soldado raso Ardo Melnikov --respondi, dando gracias a que la respuesta activa de su guante hubiese compensado lo que de otra manera hubiera podido ser un aplastante apretn--. Encantado de conocerte. --No mientas --Cutter esboz una sonrisa malvola. --No lo hago... del todo --replic Ardo. El hombretn ech la cabeza atrs y lanz una carcajada resonante.--Vale! Recoge tus cosas. Quiero ir a algn sitio en el que pueda quemar algo! Te ha gustado el espectculo? Ardo recogi el macuto y empez a subir por la rama del Nave de Descenso. --Qu? Oh, te refieres al piloto y el tcnico? --Claro! --replic Cutter, mientras levantaba fcilmente su petate con una sola mano y se lo colgaba del hombro--. Siempre es divertido ver cmo se zurran dos hermanos. Las mejores peleas que he tenido han sido con mis propios hermanos... Ardo se volvi. --Quieres decir... esos dos son...? --Es obvio --Cutter sonri y al mismo tiempo le dio un amigable empujn a Ardo en el arns de salto que estuvo a punto de dejarlo sin aliento--. No es posible esconder la sangre entre hermanos. De improviso se encogi. Ardo vio que una sombra cruzaba sus facciones. Con un inesperado grito, extendi las manos, sujet el casco de Ardo por el sello y atrajo su rostro hacia l. --Por eso estoy aqu, Melnikov. Mis hermanos estn en esta bola de polvo rojo, trabajando para los granjeros de tierra adentro. Voy a encontrarlos, Marine, o los vengar con mi fuego! Te vas a poner en mi camino, Melnikov? Ardo le devolvi la furiosa mirada sin pestaear. Ojo por ojo, pens. Y luego, ama a aquellos que te odian. --Ardo --respondi con tranquilidad--. Puedes llamarme Ardo si quieres. Las mejillas de Cutter temblaron. --Qu? --Me llamo Ardo. Confo que t me dejes llamarte Cutter, porque no creo haber entendido tu nombre de verdad la primera vez. Cutter lo solt. Una sonrisa se dibuj en sus labios. --Claro, Ardo. Me gustas. Puedes llamarme Cutter, amigo. Entonces, confo en que estars detrs de m, eh? Lo ms lejos posible, pens Ardo, pero en voz alta dijo: --Hasta el final, Cutter. Los sistemas hidrulicos resoplaron de repente. La rampade popa se estaba cerrando rpidamente. Cutter baj los brazos, volvi a esbozar su sonrisa de enorme Gato de Chesire y retrocedi un paso hacia la pared opuesta. Se estaba peleando con su propio arns de salto cuando la teniente volvi a aparecer en el compartimiento de personal. --Muy bien, escuchadme todos --dijo con voz impasible y poderosa--. Soy la teniente L. Z. Breanne. Soy vuestro oficial para esta misin. --Ooh! Mirad eso, chicos, tenemos una misin! La teniente Breanne continu con voz calmada y autoritaria. --No tenemos mucho tiempo, gente. Le hemos dado las coordenadas de salto al piloto y deberamos de estar all en treinta minutos. Hace quince das, las emisoras de los colonos empezaron a dejar de emitir. Las investigaciones iniciales se tradujeron en la prdida de varios equipos de reconocimiento. Un reconocimiento posterior realizado por una fuerza ms numerosa confirm que este planeta ha sido infestado por lo que ahora llamamos los Zerg... --Zerg, chicos! --sonri Alley. --Perdn, seora, pero qu es un Zerg? --Mellish sorbi por la nariz. --Una nueva forma de vida aliengena. An no sabemos demasiado sobre ella pero... --Sacad la barbacoa! --grit Cutter. Breanne ignor los gritos. --Teniendo en cuenta el nivel de actividad Zerg en este planeta, la Confederacin ha decidido retirar a sus operativos de Mar Sara... --Eh, la Confederacin est retirando sus "operativos"! --se burl Marcus. Una carcajada se extendi por todo el compartimiento. --Para ya, Jans, o te meter personalmente en una bolsa --la teniente Breanne lo deca en serio y no haba una sola persona en aquel compartimiento que pensara lo contrario--. Nuestra misin tiene tres objetivos: primero, conservar el bunker de la posicin tres-nueve-dos-siete para apoyar la evacuacin de la Confederacin; segundo, vigilar la actividadenemiga desde aquella posicin; y tercero, recuperar una pequea tontera que el mando ha perdido por el camino. Eso es todo. --Eh, teniente --pregunt Cutter--. Qu clase de tontera? --Lo sabr usted cuando la vea, Cutter --dijo Brearme--. A bordo de la nave encontrarn una unidad de escner que pueden adosarle a sus armaduras. Ha sido precalibrada para captar las ondas emitidas por el objetivo. No s lo que es y lo cierto es que me da igual. Pero si la encontramos, es nuestro billete de salida de esta roca. Sabrn ms cuando hayamos asegurado la posicin. Se volvi y ocup su posicin en su arns de salto. De nuevo, Ardo se encontr frente a la mujer, que ahora era su superior directo. --Disclpeme, teniente --le pregunt. Los motores de la Nave de Descenso estaban empezando a girar. --Qu pasa, soldado? --Breanne lo mir con aquellos ojos de fro acero. --Ha dicho que estbamos aqu para cubrir la evacuacin del personal y el equipo de la Confederacin, no? --S, eso forma parte de nuestra misin --replic ella por encima del ruido cada vez mayor. --Y qu hay de los colonos? --exclam Ardo en medio del estruendo--. Tambin vamos a cubrir la evacuacin de los colonos? Si Breanne tena una respuesta, no se molest en drsela. Puede que el ruido de los motores fuese demasiado. Puede que no tuviese respuesta. Ardo volvi a acomodarse en el arns de salto y se prepar con temor para los prximos treinta minutos. Cerr los ojos por un momento y en su mente pudo ver las ruinas del espaciopuerto de Mar Sara, que se haca ms pequeo a medida que se alejaba. A pesar del estruendo que sacuda el casco, hubiera jurado que poda or los gritos de los miles de desesperados que trataban de escapar. Crey ver el rostro de Melani entre ellos._____ 4 _____ Littlefield Ardo sobrevolaba un mundo de herrumbre. Las laderas de las distantes montaas eran de herrumbre. Los peascos que brotaban de la superficie de la tierra eran de herrumbre. Hasta las afueras de la ciudad estaban cubiertas por una capa de herrumbre. Apenas unos das atrs, aquellos edificios estaban ocupados y el fino polvo que soplaba sobre el rido mundo se mantena a raya con diligencia. Ahora el mundo no perda el tiempo para reclamar lo que era suyo. Todo esto lo experiment Ardo indirectamente a travs de su armadura. Estaba conectado al bus de potencia principal de la Nave de Descenso, que tambin le transmita un flujo constante de datos que Ardo poda configurar a voluntad. Haba puesto el sistema de sensores en modo externo y al instante la nave se habaesfumado a su alrededor. Volaba a solas sobre el paisaje, mientras el sistema de representacin ocultaba automticamente la nave y a todos cuantos haba en ella. Era un ave volando a lomos de un chorro de plasma. Las afueras de la ciudad quedaron atrs con rapidez. A sus pies se extenda un yermo desolado, cubierto de crteres y ennegrecido a causa de las batallas que se haban librado antes de su llegada. Las seales dispersas de luchas desesperadas salpicaban la tierra destrozada. Las moles ocasionales de los Buitres y los centenares de transportes civiles formaban retorcidos y ennegrecidos ptalos de metal aqu y all. Ardo sobrevolaba aquel escenario y se haca muchas preguntas. Dnde estaban los tanques de asedio, la artillera autopropulsada, los Caminantes Goliats? Lo nico que vea debajo de s era armamento ligero y los restos de la milicia local. Y lo que era ms importante, dnde los estaban enviando si la batalla ya se haba perdido? Mir hacia delante. Su vuelo estaba perdiendo velocidad mientras la nave descenda hacia un aislado complejo de bunkeres y la zona de aterrizaje que haba en el interior del permetro. --Mete la cabeza, Marine --la aguda vozde la teniente Breanne se hizo sentir en sus sistemas--. Es hora de desembarcar. La Nave de Descenso se materializ casi en el mismo instante en que su atencin cambiaba. La teniente estaba mirando con frialdad la mscara de su casco. --S, seora --respondi al instante--. Preparado, seora! La teniente Breanne no le ofreci ms que una mirada de un segundo y a continuacin se volvi para dirigirse al pelotn. Su voz se abri paso entre el zumbido de los motores. --Estamos aqu por una razn, chicos y chicas! Hagamos nuestro trabajo y salgamos. Est claro? --Seora, s, seora! --replicaron todos ellos al unsono. --Tenis diez minutos desde el aterrizaje para encontrar vuestro jergn y guardar el equipo. Os presentaris a m en el exterior del bunker de mando para proceder a un despliegue inmediato --extendi dos dedos mientras indicaba a los Marines que la rodeaban--. Cutter, Wabowski, quiero que os preparis para protocolo de Murcilagos de Fuego, categora cinco. El resto, reconocimiento exhaustivo, categora tres. Ardo realiz las comprobaciones de la categora 3 en un momento: potencia dearmadura, rifle gauss con municin de infantera, sin mochila; slo lo imprescindible y preparado para todo. Tambin significaba que no se alejaran demasiado del campamento. Despus de todo, pareca que iban a tener una tarde agradable. La teniente Breanne hizo una pausa mientras recorra con la mirada el compartimiento, ocupado por los miembros de su pelotn. Ardo se pregunt lo que estara pensando. --Si llegis un minuto tarde, habris dejado de respirar al siguiente. Est claro? --Seora, s, seora! Con una fuerte sacudida, la Nave de Descenso aterriz de repente. Al instante la teniente se sujet a un asidero y cerr el visor de su casco. Estaba sobre la rampa de salida antes de que hubiera tocado el suelo. *** Ardo trat de atravesar la escotilla de los barracones pero estaba demasiado confuso. No pareca capaz de concentrarse en tareas sencillas. El petate se le enganch en algo que haba al otro lado de la puerta cuando trataba de entrar. Las risas contenidas que se levantaron por la doble fila de literashicieron que se ruborizara. Tir con ms fuerza pero de alguna manera su enfado y su azoramiento lograron impedir que soltara la bolsa. Su mente pareca atrapada en una especie de bucle terrible: comprenda lo que estaba ocurriendo pero por alguna razn pareca incapaz de ponerle remedio. --Calma, soldado --dijo un Marine de ms edad desde una de las literas de arriba--. Deja que te eche una mano. --No hace falta que se moleste, seor --gru Ardo. Parte de l estaba segura de que el viejo no quera ms que avergonzarlo. El viejo Marine solt un bufido y baj de la litera. --Mira chico, no es molestia. Algunas veces basta con que te relajes un poco y las cosas se sueltan solas. Ests tirando demasiado. El Marine le puso con suavidad una mano sobre el brazo. Ardo se lo sacudi de encima con un movimiento brusco. La armadura le salv el codo cuando choc contra la pared de metal y dej all una visible abolladura pero el impacto se lo dej insensible. El macuto cay al suelo con un sonido metlico. El otro Marine sacudi la cabeza y sonri. Ardo apenas poda verlo a travs de su dolor y azoramiento. Llevaba el cabellogrisceo en largos y descuidados rizos y una barba de varios das. Unos ojos oscuros y penetrantes en medio de un rostro retorcido y cubierto de cicatrices. Ardo supuso que deba de rondar los cuarenta, aunque por las marcas de su cara resultaba difcil de asegurar. El rostro, no obstante, segua sonrindole al tiempo que alzaba las dos manos con las palmas abiertas en un gesto de rendicin. Entonces, con lentitud, el hombre alarg el brazo por la escotilla, meti el macuto en el barracn y lo dej delante de Ardo. --Calma, hermano --dijo--. Parece que hace poco que te han sacado de los tanques de resoc. Te joden la cabeza durante un buen tiempo. Ardo se limit a asentir con aire malhumorado. El hormigueo de su codo estaba remitiendo. --Jon Littlefield --dijo el Marine mientras le tenda una mano grande y llena de callos--. Encantado de conocerte, hermano. Ardo parpade. En el fondo de su mente, algo le estaba gritando desde lejos, pero no entenda lo que le estaba diciendo. Por alguna razn, la idea de que lo llamaran "hermano" le provocaba mareos. Los recuerdos botaban y rebotaban en el interior de su cabeza formando unacascada desconcertante. --Hermano Melnikov! --su joven lder esboz una brillante sonrisa a la luz del amanecer... La voz de su padre: --Todos son hermanos a los ojos de Dios, hijo. Los hermanos no se matan entre s... --Hermano? --parpade mientras lo deca, tratando de recuperar el equilibrio. --Claro --Jon sorbi por la nariz--. Aqu todos somos hermanos... hermanos en las armas, hermanos en el combate. Afrntalo, recluta, aqu slo nos tenemos los unos a los otros. El rostro cada vez ms alejado de Melani, retorcido de horror mientras los Zerg se la llevaban sangrando hacia el csped de la plaza. --S... por supuesto --dijo Ardo mientras sus ojos miraban el suelo--. Slo nos tenemos los unos a los otros. Jon Littlefield recogi su macuto y lo arroj sobre la litera que haba debajo de la suya. --No te preocupes, hijo. Yo mismo me he pasado "con el subidn" la mayor parte de mi vida como Marine. Qudate a mi lado y no habr problemas. Te arreglaremos la cabeza y empezars a sentirte mejor en menos quecanta un gallo. Ardo lanz una mirada vaca a Jon Littlefield. Si Littlefield rondaba los cuarenta, el hombre era viejo... ms viejo que cualquier Marine que recordara haber visto. Haba visto hombres ms viejos, por supuesto, all en Plenitud. Todos los Patriarcas de la colonia eran ancianos de cabello cano. Recordaba que todos ellos parecan muy sabios. En aquel momento haba resultado reconfortante tener lderes que hubieran vivido tanto tiempo. Su sabidura la haban obtenido por s mismos, no era un prstamo de cualquier otro. Ahora que lo pensaba, Littlefield era el Marine ms viejo que hubiera visto de menor graduacin que un coronel. "Viejo a los treinta" no apareca en ninguno de los carteles de reclutamiento. Y a m qu?, pens Ardo. No me alist por el plan de pensiones. Lo hice para pagar a los Zerg lo que les debo y si consigo hacerlo antes de que acaben conmigo, mejor que mejor. Cutter introdujo con destreza su corpachn por la escotilla. Su mole llenaba prcticamente el espacio que haba entre Ardo y Littlefield. --Vaya, el sargento Littlefield! --el sarcasmo y el desdn de Cutter resultaban evidentes mientras diriga la mirada hacia elviejo Marine--. No era el capitn Littlefield la ltima vez que servimos juntos, seor? Ardo se qued boquiabierto al ver que un soldado trataba con semejante falta de respeto a un superior, aunque no fuera ms que un suboficial. Aparentemente, Jon decidi ignorar el insulto mientras sonrea y responda: --Es una suerte contar con usted en mi pelotn, soldado. Ahora ser mejor que se d prisa. La teniente Breanne tiene un abejorro en el culo y no parar hasta que se haya vertido un poco de sangre en uno u otro bando. Ya conoce el procedimiento, as que preprese y en marcha!_____ 5 _____ Tiempo de misin El viento azotaba el escarpado y desolado paisaje. Ardo poda sentir cmo se introducan los granos de arena en las junturas de su Armadura de Combate. No haba manera de evitarlo. El pelotn estaba formado y en posicin de firmes. Si se le ocurra hacer un movimiento, seguro que la teniente Breanne se encargaba de que fuera el ltimo.A pesar de que la armadura mantena controlada su temperatura corporal para que su capacidad de rendimiento fuera mxima, sinti que un reguero de sudor empezaba a avanzar entre sus omplatos en direccin al final de su espalda. Puede que el sargento Littlefield tuviera razn. Puede que algo siguiera trastocado en su cabeza despus de la sesin de resoc a la que lo haban sometido en el espaciopuerto. Estaba teniendo dificultades para concentrarse y haba un presentimiento acechando en las fronteras de su pensamiento consciente. Su padre sola llamar a esa clase de sensaciones "premoniciones del Espritu", pequeas voces silenciosas que se aparecan a los hombres para ofrecerles consejo divino. --Sigue a esa voz --le haba dicho su padre-- y nunca te llevar por el mal camino. Dnde estaba ese Espritu benvolo cuando los Zerg haban despedazado a sus padres miembro a miembro? Un dolor agudo y cegador estall detrs de su ojo derecho. Ardo se encogi al tiempo que un ataque de nuseas lo sacuda. La imagen de su desayuno desparramado sobre el visor del casco pas por su imaginacin. Littlefield ha dicho que pasara, pens Ardo mientras trataba de recuperar el equilibriomental. Espera un momento y todo ir bien. Trat de concentrarse en la teniente Breanne. Estaba frente a ellos, con el visor polarizado del casco bajado para que todos pudieran verle el rostro mientras hablaba. Los miembros del pelotn miraban al frente con rigidez. Ninguno de ellos quera que le mirara los ojos al pasar a su lado. --Mientras todos se marchan, a nosotros nos ordenan venir, queridos mos --su voz resonaba frente a ellos, ligeramente distorsionada por el casco que llevaba. Los sistemas de correccin auditiva de los trajes hacan que tanto los sonidos externos como los transmitidos parecieran originarse delante de cada uno--. El ejrcito entero de la Confederacin est abandonando la superficie de esta roca. Y qu hay de los colonos?, pens Ardo. Los est abandonando la Confederacin? --Antes de que podamos reunimos con nuestras camaradas fuera de esta bola de polvo, tenemos que hacer un trabajo. --Quemar hasta el ltimo de ellos, seora! --la interrumpi Cutter con entusiasmo y una voz seca y marcial. Como respuesta, Breanne sonri con aire de loba. --Tendr barbacoas de sobra antes deque esto haya terminado, seor Koura-Abi. Le sugerira, no obstante, que hagamos primero nuestro trabajo y abandonemos esta roca mientras an haya una salida. --Seora, s, seora! --Cutter pareca un poco decepcionado. --Nuestro nuevo hogar, lo digo por si alguno de ustedes se lo est preguntando, es el Complejo de Bunkeres 3847. Hace una semana era un puesto avanzado que serva como asentamiento civil. La gente lo llamaba Pintoresco, dios sabe por qu. Ahora es nuestro. Disfrtenlo mientras puedan porque no pienso permanecer en l un segundo ms de lo estrictamente necesario para nuestra misin. Hay una vieja instalacin de bombeo en el fondo de un crter situado al norte de aqu. Es un montn de basura llamado Oasis a unos tres puntos en un radial de treinta y cinco grados desde el transmisor de mando. Ajusten sus transreceptores de navegacin a estas coordenadas. El capitn Marz --el piloto, de pie en medio del polvo y con la mirada entornada, hizo un leve ademn a modo de renuente presentacin-- nos dar cobertura desde arriba y dirigir nuestros movimientos. --Cobertura? --era Sejak, el muchacho--. Con una Nave de Descenso?--Le han colocado a la Zorra un receptor especial, seor Sejak, para ayudarnos a localizar lo que estamos buscando. Algn problema con eso, seor? El tono de su voz deba de haber congelado por dentro el casco de Sejak. --No, seora! --Encontramos esa cosa, la cogemos y nos marchamos. Rpido y limpio. El cabo Smith-puuhn dirigir el Primer Pelotn en los deslizadores Buitre, junto con Bowers, Fu, Peaches y Wisdom. Littlefield? --S, seora! --la voz del viejo Marine son con fuerza en el interior del casco de Ardo. Littlefield estaba a su lado. --Encrguese usted del Segundo Pelotn: Alley, Bernelli, Melnikov y Xiang. Cutter y Ekart les proporcionarn apoyo pesado de Murcilagos de Fuego. Ardo trat de recordar los nombres de sus compaeros de pelotn. A Bernelli, Xiang y Ekart no los conoca todava. Cutter segua siendo una incgnita muy peligrosa. No obstante, y ya que haba que tener un lder de pelotn, Littlefield le inspiraba un poco ms de confianza de lo normal. --Seora, s, seora! --ladr Littlefield con entusiasmo como respuesta. Breanne apenas lo advirti. --Jensen, usted dirige el Tercer Pelotn:Collin, Mellish, Esson y M'butu. Wabowski se encargar del apoyo de Murcilago de Fuego. --S, seora --respondi Jensen sin demasiado entusiasmo. Ardo confiaba en que el hombre luchase mejor de lo que hablaba. Pareca estar a punto de quedarse dormido all mismo. --La Nave de Descenso volar a gran altitud para proporcionarnos cobertura y apoyo de sensores hasta que hayamos dado con el gran premio. Entonces podremos salir de esta roca. Alguna pregunta? Lo dijo como un desafo, no como una invitacin. Ardo no pudo contenerse. Se adelant un paso y salud al tiempo que hablaba: --Seora, s, seora! --S, seor... Melkof? Es as, no? --Melnikov, seora. Le ruego que me disculpe, seora. --Cul es su pregunta, Melnikov? --Qu es lo que estamos buscando, seora? La teniente Breanne apart la mirada y sus ojos enfocaron la lejana. --Una caja, soldado, slo una caja. ***Ardo se senta muy bien. Le encantaba correr con la armadura. Era como volar sin el menor esfuerzo sobre la tierra. Los guijarros rodaban bajo sus pies y una nube de polvo de color salmn se levantaba al paso de sus compaeros y l. Cambi la visin de su armadura al modo de navegacin. Cuando miraba en una direccin, el visor superpona a la escena el mapa de los alrededores y etiquetas con los hitos del paisaje ms destacables. A pesar de lo que haba dicho la teniente, Pintoresco era un nombre apropiado. La misin principal del asentamiento haba sido la de mantener en funcionamiento la instalacin de extraccin de agua para las tuberas que salan de Oasis. Estaba situado en el borde mismo del acantilado que marcaba el extremo de la Cuenca, un crter de impacto de grandes dimensiones. Los bordes del crter se haban erosionado con el paso del tiempo. Su visor identific los picachos que haba a su izquierda como "Muro de Piedra" y le dio a la cima que haba a su izquierda el embarazosamente apropiado nombre de "Pezn de Molly". Por su parte, el crter era un yermo desrtico, como casi todo el planeta de Mar Sara, pero haba en su irregularidad una belleza severa que complaca al ojo de Ardo.Un camino descenda serpenteando por la empinada ladera del crter. Ardo volvi a sonrer al pensar en los habitantes del lugar descendiendo trabajosamente por la traicionera vereda antes de llegar al suelo del valle. Los Marines no sufran tales inconvenientes. El pelotn haba saltado desde el borde del acantilado y haba galopado por la ladera hasta llegar al suelo. Las armaduras estaban diseadas para soportar bastante ms castigo que el provocado al rodar por una ladera. Y los Marines que haba en su interior, pens divertido, eran an ms duros que los trajes que llevaban. --El orgullo... --era la voz de su padre--. El orgullo precede a la cada... Ardo frunci el ceo. Su dolor de cabeza amenazaba de repente con volver. Mejor no pensar en ello y concentrarse en el trabajo. El Primer Pelotn flotaba a la derecha del suyo en sus hover-cicletas. Normalmente, el pelotn hubiera contado con el apoyo de unidades mviles en tanques de asedio e incluso un par de Goliats. Ardo pensaba que el Primer Pelotn haba llegado creyendo que tendra a su disposicin equipo pesado de esa clase. Pero les esperaba una decepcin, puesto que no haba para ellos ms que HoverMotos del modelo Buitre que hasta entonces haban pertenecido a la milicia local. Eran rpidas, giles y muy maniobrables y proporcionaban a sus conductores tanta proteccin como un sombrero de papel. El lder del pelotn, un cabo llamado Smithpuuhn, estaba teniendo dificultades para mantenerse alineado con los otros dos pelotones de Marines que avanzaban por el suelo del crter. El Tercer Pelotn corra por el flanco izquierdo, mientras el Segundo Pelotn, el de Ardo, marchaba como avanzadilla. Todos corran en una lnea, por una ladera que se allanaba un poco ms a cada segundo que pasaba. Por encima de todos ellos, aullaba la Zorra Valquiria mientras los chorros de sus motores levantaban una nube de polvo detrs de la del pelotn. La teniente Breanne corra un poco retrasada respecto al Tercer Pelotn. Aquello era sorprendente. Ardo haba supuesto que permanecera en la Nave de Descenso y dirigira la funcin desde all. Haba servido con muchos comandantes que preferan mandar a sus pelotones desde una posicin remota y segura. La opinin que Breanne le mereca subi varios puntos. El suelo se estremeca con cada paso que daba. El traje insuflaba oxgeno engenerosas cantidades, lo que haca que se sintiera vivo, preparado y ansioso por cumplir con su deber para con la Confederacin. Somos duros, pens. Todo el mundo lo dice... aunque no recordaba quin lo haba dicho ni dnde lo haba odo. Lo nico que saba era que Oasis estaba apareciendo a toda velocidad frente a l y que por fin tendra la ocasin de cobrarse venganza por lo que los Zerg le haban hecho. *** TRANSCRIPCIN / CONCOM417 / MET:00:04:23 OM: teniente L.Z. BREANNE, al mando. 3 Pelotones: 1:a-e (Mee/ Cicl); 2:a-g (M/ Inf); 3:a-f (M/ Inf) Apoyo: ND (Nave de Descenso Zorra Valquiria)/ Tegis Marz, piloto. INICIO: OM: BREANNE: Muy bien, reclutas! Es horade currar! Primer Pelotn, rodeen el permetro. 1a/ SMITH-PUUHN: ... repetirlo? Puede repetirlo? OM: BREANNE: Primer Pelotn... rodeen Oasis e informen!1a/ SMITH-PUUHN: de acuerdo, recibido... Fu, sitese a la izquierda y gane altura. Y no se me desbande. Como empiece a dejarme atrs otra vez, le juro que me las paga! 1b/ BOWERS: S, yo tambin lo quiero, cabo! OM: BREANNE: Segundo Pelotn, cubran al Primer Pelotn en aquella barricada. 2a/ LITTLEFIELD: recibido. Vamos! OM: BREANNE: Tercer Pelotn... 3b/ WABOWSKI: Eh, ya estamos aqu, seora! OM: BREANNE: ... avancen y reconozcan el... Cutter, va usted a esperar mis rdenes si no quiere que tapice las paredes de la oficina con su pellejo. 3a/ JENSEN: Roger, teniente! Estamos en la brecha. MET: 00:04:24 3c/ COLLINS: Eh, sargento! Qu es esta mierda? Est por todo el suelo! 3b/ WABOWSKI: es mierda de Zerg, Ekart. Lo cubren todo con ella cuando llegan. 2e/ ALLEY: Dios, es asqueroso! Escomo si esos bichos hubieran cubierto el pueblo entero de vmitos negros. 2a/ LITTLEFIELD: cierra el pico, Alley... Y cuidado adonde apuntas! Ests moviendo ese rifle como si esto fuera un desfile! MET: 00:04:25 2e/ ALLEY: estoy vigilndoles la espalda, sargento. No se baje las medias... 3a/ JENSEN: teniente, aqu Jensen, estoy en la brecha. Hay un montn de mierda Zerg por aqu. Tiene que haber una colonia cerca. 1a/ SMITH-PUUHN: Eso es una gilipollez, teniente! Acabamos de terminar la ronda y no hemos encontrado ninguna madriguera! 1b/ BOWERS: s, dselo a esos, Smithpuuhn. 3a/ JENSEN: ... lo que usted quiera, cabo, pero sta es la mierda que hay en las madrigueras y cubre toda la calle principal y rodea los edificios. No s de dnde viene. 1a/ SMITH-PUUHN: Eso es porque no viene de ninguna parte, Jensen! Te lo estoy diciendo... MET: 00:04:26OM: BREANNE: silencio, Smith-puuhn. Jensen, algn contacto? 3b/ JENSEN: slo esta mierda, teniente. Por lo dems, negativo. OM: BREANNE: Muy bien. Marz, qu me dice? Hay algo...? 1a/ SMITH-PUUHN: Fu, te lo digo por ltima vez, sube ese trasto. Wisdom! Enderzalo, quieres? Y cuidado con esas tuberas! Si le das a una de ellas te capo! ND/ VALQUIRIA: repita, teniente. OM: BREANNE: Hay alguna seal de lo que buscamos? ND/ VALQUIRIA: negativo, teniente. El sensor no capta nada an. Creo que esos edificios provocan muchas interferencias. Tienen que... 1b/ BOWERS: no te acerques ms, Smith-puuhn. O quieres que conduzca la moto por ti? OM: BREANNE: Cierre el pico, Bowers! Marz, repita. ND/ VALQUIRIA: los pelotones tienen que acercarse ms. Mndelos dentro. 2e/ ALLEY: Ah? Debe de estar de coa! OM: BREANNE: Roger, Marz. Segundo Pelotn, avance. Tercer Pelotn...2a/ LITTLEFIELD: recibido... avanzando. OM: BREANNE: ... y reconozcan los edificios de la zona este hasta la... 3a/ JENSEN: repita. Repita. OM: BREANNE: he dicho que se dispersen y reconozcan los edificios de la zona este hasta la torre de comunicaciones. Segundo Pelotn... 1b/ BOWERS: Ah no hay nada, Smithpuuhn! Estamos dando palos de ciego. 1a/ SMITH-PUUHN: da gracias, Bowers, porque si hubiera algo ah... OM: BREANNE: Dejen de parlotear en el canal de mando! Segundo Pelotn, por el lado oeste. Avancen entre los condensadores y dirjanse hacia el centro administrativo. MET: 00:04:27 2a/ LITTLEFIELD: Roger. Estamos en ello. Sejak, ve con Mellish y comprueba los condensadores. El resto que venga conmigo. 3a/ JENSEN: Ya habis odo a la seora! Cutter, sigue a Alley y Xiang por la calle principal. Ekart, ve con Melnikov y Bernelli. Seguid por esa calle y dirigios hacia el norte por...1d/ PEACHES: Eh, Smith-puuhn! Has visto eso? 1a/ SMITH-PUUHN: ya has odo a la seora, Wisdom. Corta lacharla... 1d/ PEACHES: Algo se ha movido ah! 1a/ SMITH-PUUHN: Dnde? 1b/ BOWERS: No se mueve nada, os lo digo yo! MET: 00:04:28 3d/ MELLISH: Sargento? Se puede caminar sobre esta... esta cosa viscosa? 3a/ JENSEN: se llama Biomasa, Mellish. S, puedes caminar sobre ella. Parece hmeda pero probablemente sea ms dura que tu armadura. 2a/ LITTLEFIELD: seguid moviendo esos sensores, chicas. Cuanto antes encontremos lo que venimos a buscar, antes podremos largarnos. 1e/ WISDOM: Peaches tiene razn, cabo. Algo se mueve ah dentro. 1b/ BOWERS: Ests viendo visiones, Wisdom! 1d/ PEACHES: no, yo tambin lo veo. Junto a la torre de comunicaciones, entre las sombras! OM: BREANNE: acabemos con esto ysalgamos de aqu. Marz, algo? MET: 00:04:29 ND/ VALQUIRIA: an no, teniente... que sigan movindose. 2d/ MELNIKOV: Eh, creo que hay algo aqu! OM: BREANNE: Melnikov... Qu pasa? 2d/ MELNIKOV: sargento, creo que tiene que echar un vistazo a esto. 2a/ LITTLEFIELD: Dnde ests, Melnikov? MET: 00:04:30 2a/ LITTLEFIELD: repite, Melnikov. Dnde ests? OM: BREANNE: Littlefield, qu pasa? 2a/ LITTLEFIELD: Ekart, dnde est Melnikov? 2g/ EKART: no soy la niera del chico, sargento. 2a/ LITTLEFIELD: Ekart, responde. 2g/ EKART: Mire, estaba detrs de m hace un minuto! 2a/ LITTLEFIELD: Bernelli? 2c/ BERNELLI: acaba de doblar la esquina, sargento. 2a/ LITTLEFIELD: Puedes verlo? 2c/ BERNELLI: bueno, est justo... Eh, adonde ha ido? MET: 00:04:31 OM: BREANNE: Melnikov, informe!MET: 00:04:32 OM: BREANNE: Melnikov, informe!_____ 6 _____ Madriguera de ratn Ardo caa. Haba en aquella cada algo ajeno al tiempo, era como un descenso en una negrura que no pareca tener fin. Los golpes de su casco contra las paredes invisibles del pozo por el que estaba cayendo interrumpan su descenso. De tanto en cuanto sus brazos y piernas se doblaban y retorcan a causa de los impactos pero los sistemas servodirigidos de seguridad automtica de la armadura haban impedido que sufrieran daos de consideracin. Pero segua cayendo, adentrndose cada vez ms en la inconcebible negrura que se abra debajo de l. Se detuvo con una sacudida, envuelto en una cascada de escombros, y aterriz cabeza abajo sobre el suelo del pozo. La armadura le haba salvado la vida reaccionando de manera automtica pero ahora los bordes rotos y desprendidos del pozo estaban derrumbndose sobre l y loenterraban en las entraas de un mundo que no era el suyo. El pnico se apoder de l. Grit: un grito que reson vaco y privado de fuerzas en sus odos a pesar de haber rebotado en el interior de su casco. Sacudi brazos y piernas contra los escombros y sus pies golpearon los objetos que rodaban a su alrededor. Se puso de pie con dificultades. Perdi el equilibrio en su apresuramiento y volvi a caer de espaldas, sacudiendo los brazos en un intento por encontrar algn asidero. Su espalda golpe la pared resbaladiza que tena detrs. All, al fin con las piernas temblorosas debajo del cuerpo, logr incorporarse apoyndose en la pared, al tiempo que boqueaba buscando aire y trataba de recobrar el control de s mismo. La oscuridad lo rodeaba, completa y penetrante. Se estremeci tratando de contener su acelerada respiracin. --Respira hondo, Ardo --deca su madre con preocupacin en la mirada--. No digas nada hasta que hayas respirado hondo. Inspir temblorosamente. --Melnikov a... Melnikov a... Cutter! Vamos, Cutter! Slo oy un dbil siseo en los odos.Volvi a respirar hondo, asustado. --Ekart...? Bernelli? Me... me recibs? Vamos, Ekart! Bernelli, he cado por un pozo en...? Dnde? La pantalla de posicin del visor estaba apagada. En el marcador de navegacin parpadeaba la seal CP, que significaba que haba perdido el contacto con la baliza de posicionamiento de la base. Cunto haba cado? Recordaba haber estado caminando sobre la Biomasa en direccin a la torre, desde el este... Se qued sin aliento. La Biomasa! Instintivamente levant el can del rifle gauss y apunt hacia delante con la mano derecha. Con la izquierda tante a sus espaldas hasta encontrar la pared. El guantelete de la armadura resbal por la hmeda superficie cubierta de nervaduras. --Maldicin! --resoll, mientras el temor haca que los ojos se le abrieran como platos. Empu el rifle gauss con ambas manos y se apart de la pared. Se inclin ligeramente hacia delante, tal como le haban enseado a hacer. --Luz! Espectro completo! Los focos del casco cobraron vida de repente. El Zergling se encontraba como mnimoa diez metros del tnel que se abra inmediatamente a la izquierda de Ardo. La horrenda criatura se volvi de repente hacia la luz, al mismo tiempo que Ardo recuperaba el control. Las alargadas y marfileas garras que sobresalan de cada antebrazo se cerraron con un chasquido en direccin al aterrorizado Marine. La cabeza del Zergling, de color pardo vmito, se ech hacia atrs mientras profera un chirrido ominoso. Ardo no tuvo tiempo de pensar. Instruccin. Instinto. Volte el arma mientras la pantalla de su visor cambiaba de forma automtica al modo de ataque. El Zergling se precipit por el corredor, impelido a prodigiosa velocidad por unas patas traseras de bordes afilados como cuchillas. --No matars --susurr una voz en el fondo de su mente. Ardo apret el gatillo y se inclin sobre el rifle. El can del rifle gauss escupa treinta proyectiles de punta de acero por segundo. Quince estallidos snicos traquetearon en el aire. Ardo solt el gatillo. Rfagas cortas. Instruccin. Al menos la mitad de la rfaga original haba acertado, destrozando la carne delZergling y salpicando las paredes con su sangre. Un icor verdoso y negro manaba de las heridas abiertas en el torso de la criatura. El Zergling no se fren. Ahora los separaban diez metros. Ardo volvi a apretar el gatillo. Rfagas ms largas, pens de manera automtica, mientras su mente consciente era apartada a un lado en medio de un alarido. El rifle gauss volvi a tronar. La trayectoria de las trazadoras se registraba en su pantalla visual y correga de forma automtica el seguimiento del coloso de odio y muerte que trataba de alcanzarlo. Saltaban pedazos del caparazn de la criatura y chocaban contra las paredes y el duro suelo del tnel de esporas. Brotaba sangre negra de las arterias expuestas y la criatura se estremeca con cada impacto. Ardo volvi a soltar el gatillo. Cinco metros. El Zergling, echando espumarajos por la boca de largos colmillos, se tambale, pero logr reponerse y --aunque pareciera imposible-- sigui adelante. Ardo, con los ojos muy abiertos a causa del terror, apret el gatillo. El rifle gauss respondi casi al instante. Una nueva andanada de metal ardiente sali disparada contra su enemigo y lo atraves. Pero lacriatura sigui avanzando contra la lluvia de acero que la golpeaba. En aquel instante el entrenamiento de Ardo se evapor. Un grito, puro e inconsciente en su intensidad, brot de su garganta. El animal que haba en su interior tom el control. La Confederacin dej de existir. Los Marines dejaron de existir. Slo estaba Ardo, con la espalda contra el muro, luchando por su vida. Un metro. Los ojos de Ardo estaban paralizados, incapaces de pestaear, mientras el horripilante rostro del aliengena se le acercaba un poco ms. El rifle gauss dej de disparar a pesar de que Ardo segua apretando frenticamente el gatillo. El cargador estaba vaco. El suave y moteado rostro del Zergling choc contra el casco de Ardo. ste fue incapaz de apartar la mirada. Contempl aquellos ojos negros, carentes de alma, que se encontraban a escasos centmetros de los suyos. Sus manos sacudieron el rifle de asalto, confiando contra lo que dictaba la razn en que de alguna manera pudiera volver a disparar. Ardo no poda dejar de gritar. Lentamente, el rostro del Zergling resbal sobre el casco y su torso cay flccido en los brazos de Ardo. ste retrocedi tambalendose. Lasbotas de su armadura estuvieron a punto de resbalar mientras se apartaba de los destrozados restos de la repulsiva criatura. Con manos temblorosas sac el cargador del rifle. Golpe uno nuevo contra el casco para limpiarlo de la arena que pudiera habrsele metido, ms por instinto que por necesidad real, antes de introducirlo en el arma y volver a prepararla. El Zergling yaca a sus pies. Haba perdido casi la mitad del caparazn. Ardo vio que haba perdido un brazo, que haba salido despedido por el corredor de esporas. En el suelo se estaba formando un charco negro cada vez ms grande. An respiraba. --Todas las criaturas de Dios nuestro Seor --cantaba su madre--. Levanta la voz y oye cmo cantamos... Sin poder evitarlo, Ardo empez a temblar. Tena doce aos y estaba en la clase dominical. --Pero stas, como salvajes bestias de la naturaleza, hechas para ser abatidas y destruidas, hablan mal de todo aquello que no comprenden; y habrn de perecer por completo en su propia corrupcin... --las bestias eran interesantes para un nio de doce aos...*** El Zergling se estremeci a sus pies. Los ojos vacos y negros del monstruo lo miraban. --Y dijo Dios, "y produzcan las aguas gran cantidad de criaturas..." Ardo no poda respirar. Vencido por el pnico, solt su rifle. Sus manos araaron el cierre del casco. Se le resisti un momento pero al fin se abri con un chasquido difano. De un golpe baj el visor al tiempo que caa a cuatro patas. Su desayuno se derram en un torrente sobre el suelo del tnel de esporas. Los brazos lo sostenan pero seguan temblando de forma incontrolable. Volvi a vomitar, y luego otra vez. No fue hasta entonces que advirti un hedor en el tnel diferente al suyo. Trat de vomitar dos veces y supo que no quedaba nada en su estmago. Se limpi la mano en la ahora manchada armadura antes de volver a cerrar el visor del casco para no tener que seguir oliendo aquello. Finalmente, tembloroso y dbil, trat de incorporarse. Descubri que le era imposible ponerse en pie. As que se sent con la espalda apoyada en la pared del pozo ylevant las rodillas hasta el pecho. --No matars... El Zergling dej de sacudirse. Lo vio morir frente a sus ojos y se pregunt cmo poda haber tomado una vida... una vida que slo Dios poda conceder. Ardo haba matado. --No matars... El Marine empez a sollozaren silencio, balancendose adelante y atrs en el fondo del pozo. Haba matado. Nunca haba matado hasta entonces. Haba sido entrenado, condicionado, instruido y sometido a simulaciones tantas veces y de tantas maneras diferentes que no poda recordarlas. Pero hasta aquel momento, jams haba privado a criatura alguna de su vida. Su madre le haba enseado que matar era un pecado. Su padre le haba enseado a respetar toda vida, puesto que era un don de Dios. Dnde estaban sus padres ahora? Dnde estaba su fe ahora? Dnde estaba su esperanza? Muertas junto con ellos en un planeta lejano llamado Plenitud. Destruidas por los mismos demonios del infierno, se dijo. Pero aquellas palabras se le antojaron vacas, excusas para esquivar la verdad, tal como su padre sola decirle...--... y produzcan las aguas gran cantidad de criaturas de alma viviente. Y Dios vio que esto era bueno. Ardo levant un poco ms las rodillas. Pareca incapaz de pensar. La pantalla del interior de su visor empez a parpadear de manera insistente. Los sensores de movimiento haban captado actividad en la negrura del tnel de esporas que se extenda delante de l pero la mente de Ardo pareca paralizada, incapaz de comprender la importancia del hecho. --Lo siento, mam --musitaba entre lgrimas--. No quera hacerlo. No quera... Empez a sonar un crujido en el interior de su casco. --Ojo por ojo... diente por diente... Ardo se apret las piernas con ms fuerza. --... abajo... sargento! ... por este agujero! --el crujido empez a convertirse en palabras. Ardo apenas las oa, como si pertenecieran a una conversacin sostenida a una gran distancia. La pantalla del casco se centr en el movimiento. La lectura empez a actualizarse: sesenta metros y acercndose. --... este pozo --de repente el sonido se hizo claro para Ardo. Reconoci vagamente la voz de Bernelli--. Mierda! Debe de tenerms de treinta metros de profundidad. Eh, Melnikov! An...? Ardo pestae y aspir entrecortadamente. Mltiples contactos aparecieron en la pantalla del visor. Su nmero estaba aumentando sin cesar. --... fondo de un viejo pozo, sargento --la voz continu crujiendo en sus odos--. La Biomasa debi de cubrirlo y ha cado por l. No puedo verlo pero no me contesta. Cuarenta metros y acercndose. Mam haba desaparecido. Pap haba desaparecido. Melani haba desaparecido. Yo soy el nico que queda para recordarlos, comprendi Ardo. Treinta metros y acercndose. Levant la mirada. Poda ver las luces del traje de Bernelli en la lejana. Alguien tena que vivir. --Estoy aqu --exclam mientras alargaba los brazos y recoga el rifle gauss del suelo. Sac rpidamente el gancho del bolsillo y lo introdujo en can del rifle--. Apartaos, voy a lanzar el gancho. --Eh, to, creamos que te habamos perdido. --Hoy no --respondi. Treinta metros y acercndose. Dispar el gancho por el pozo. Lacuerda de monofilamento se desenroll desde el torno automtico de la parte trasera de su armadura. Baj la mirada hacia el suelo cuando se activ el mecanismo de subida. Una fra sonrisa se form en su rostro cubierto de lgrimas mientras sus pies abandonaban el suelo del tnel de esporas. --Hoy no._____ 7 _____ Asado y en su punto Las enormes manos de Cutter se introdujeron en el pozo y sacaron a Ardo de all, con armadura de combate y todo. Acababa de salir del agujero cuando tres compaeros de pelotn empezaron a disparar en su interior. --Sargento! --grit Alley con un poco ms de excitacin en la voz de la que le hubiera gustado--. Estn subiendo. Mierda! Son muchsimos! --No os quedis ah parados, coo! Fuego a discrecin! --grit Littlefield por el canal de mando. --Tocando los cojones, so macarra? --gru el isleo con el casco pegado al deArdo--. Queras llevarte toda la gloria acabando con ellos t solo? --Aparta de ah, Cutter --dijo Littlefield con voz tensa--. La teniente quiere tener unas palabras con el chico ahora mismo. Alley! Mantn fuego de supresin. Ekart, Chiang, empezad a machacar este agujero ahora mismo! Bernelli, una carga de demolicin. Cuando hayis acabado con ellos, no quiero que a los Zerg se les ocurra siquiera volver a abrir un agujero aqu. En cuanto podis, llevad vuestros culos al edificio de Administracin. Tened los ojos bien abiertos. Si hay un agujero de esporas aqu, tiene que haber ms y no quiero que ninguno de ellos me d un toquecito en el hombro. Est claro? El pelotn asinti mientras descargaba una lluvia de muerte sobre el agujero que se abra a sus pies. --Cutter, viglame a esos novatos y devulvemelos de una pieza. --Maldicin, sargento! --protest Cutter--. No he matado un solo bicho en todo el da! Littlefield pareci observar con atencin al Murcilago de Fuego durante un momento. Haba tristeza en sus ojos pero habl con voz slida y clara. --Habr enemigos de sobra antes deque termine el da, Cutter. Voy a necesitar a esos hombres, los quiero enteros, est claro? --Claro, seor --Cutter sorbi por la nariz--. Como el agua. Littlefield se volvi hacia Ardo. --A paso ligero, Marine! Vamos! El sargento Littlefield no perda el tiempo y se haba adelantado varios pasos. El viejo Marine corra por las callejuelas de Oasis mientras Ardo trataba desesperadamente de seguirle el paso. La Biomasa segua bajo sus pies. Ardo tema que en cualquier momento se fracturara bajo l y se precipitara a una situacin an ms desesperada que la de antes. Pero por mucho miedo que tuviera, haba algo en su interior que tema an ms desobedecer las rdenes del sargento. El canal tctico no le permita formarse una imagen clara de lo que estaba ocurriendo pero lo que oa no sonaba bien. --Mierda, to! No se detienen! --T sigue machacndolos, to! --Ya lo hago, hombre! Me he quedado casi sin municiones... --Apartaos, seoritas! Es hora de asar unos cuantos Zerg! Cutter, pens Ardo mientras doblaba otro recodo tratando desesperadamente de seguirle el paso a Littlefield.Oasis haba sido un asentamiento pequeo. Tena poco que ofrecer, aparte del trabajo que proporcionaban los pozos y las mltiples estaciones de bombeo. Las casas eran de tipo modular y cada una de ellas revelaba el carcter temporal de su construccin. El barrio central haba contado con unas pocas tiendas para abastecer a los habitantes. Al menos era lo que hacan antes. La Biomasa se haba extendido por toda la seccin central del pueblo. Debe de haber un nido en alguna parte, pens Ardo, pero suficientes problemas estaba teniendo siguiendo a Littlefield por aquel laberinto de edificios emplazados sin orden ni concierto como para pararse tambin a pensar sobre ello. --... est cambiando, sargento! La Biomasa est empezando a moverse! --Bueno, hay que encontrar la fuente. Si la encontramos acabaremos con todos. --Ya he mirado. Pero no est aqu. --Haremos una nueva pasada a cierta altura sobre la calle principal. Puede que se nos haya pasado por alto. Los cuatro Buitres pasaron sobre ellos con un chillido en el mismo momento en que el edificio de administracin apareca ante sus ojos. Era difcil no verlo. De tres pisos, seergua por encima de todos los dems edificios del asentamiento. Haba un gran agujero de bordes irregulares en uno de sus costados y pareca como si la pared metlica del exterior hubiera sido arrancada desde fuera; si por obra de una explosin o de unas manos inimaginablemente poderosas, Ardo no habra podido decirlo. La visin lo haba dejado tan asombrado que estuvo a punto de chocar de bruces con el sargento Littlefield, quien se haba detenido de repente frente al edificio. El viejo le mir a los ojos. Ardo estaba de pie frente a l, jadeando y confundido. Puso el transmisor en modo Seleccionar Miembro de Pelotn. Sus palabras eran slo para l. --Hijo, ests metido en un buen lo, pero no empieces a sudar. Tmatelo como un Marine y las cosas se arreglarn. Entiendes? Ardo asinti a pesar de que era una mentira. En aquel momento no entenda demasiadas cosas. --Seor, s, seor! Littlefield asinti. --Bueno, en este lugar no pueden hacerte demasiadas cosas que el trabajo no pudiera hacer por ellos. S educado, no repliques a Breanne y puede que regreses con vida al pelotn. Te espera enOperaciones. Lanz una mirada rpida a la armadura de Ardo y sonri. --Ojal hubiramos tenido tiempo de darte un remojo, hijo! Me temo que a la teniente no va a gustarle tu olor. *** Pens que al menos se habran llevado los cadveres, pens Ardo mientras entraba en la Sala de