2

3

Staff Moderadora

Munieca

Traductoras MelCarstairs

dracanea

Ankmar

Elle

*~ Vero ~*

Mel Cipriano

Monikgv

CrisCras

Anelynn

Buty Maddox

Nats

Chachii

Cris_Eire

munieca

Leii123

macasolci

Majo_Smile ♥

kass :)

aa.tesares

Mery St. Clair

Juli

Akires

Amy

Correctoras Melii

Vericity

itxi

CrisCras

Juli

mterx

Lalu ♥

Violet~

Findareasontosmile

ladypandora

Innogen D.

Zafiro

Alaska Young

Verito

Nat_Hollbrook

Lectura final Melii & Amy

Diseño Hanna Marl

4

Índice Sinopsis

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

Capítulo 19

Capítulo 20

Capítulo 21

Capítulo 22

Capítulo 23

Capítulo 24

Capítulo 25

Capítulo 26

Capítulo 27

Capítulo 28

Capítulo 29

Capítulo 30

Capítulo 31

Capítulo 32

Capítulo 33

Capítulo 34

Capítulo 35

Capítulo 36

Capítulo 37

Capítulo 38

Capítulo 39

Capítulo 40

Capítulo 41

Capítulo 42

Capítulo 43

Capítulo 44

Capítulo 45

Capítulo 46

Capítulo 47

Capítulo 48

Capítulo 49

Capítulo 50

Capítulo 51

Capítulo 52

Capítulo 53

Capítulo 54

Capítulo 55

Capítulo 56

Capítulo 57

Capítulo 58

Capítulo 59

Agradecimientos

Sobre las autoras

5

Sinopsis Kate Lowry no cree que las mejores amigas muertas puedan enviar e-

mails. Pero cuando recibe un correo electrónico de Grace, no está tan segura.

Para: KateLowry@pemberlybrown.edu

Fecha: Dom 09/14 11:59 PM

De: GraceLee@pemberlybrown.edu

Asunto: (sin asunto)

Kate,

Estoy aquí…

De alguna manera.

Encuentra a Cameron.

Él lo sabe.

No debería estar escribiendo.

No se lo digas.

Te lastimaran.

Ahora, Kate no tiene más remedio que demostrar de una vez por todas que la muerte de Grace fue más que un trágico accidente. Pero los secretos abundan en los pasillos de su escuela privada de élite. Secretos que las personas harían cualquier cosa para protegerlos. Incluso si significa deshacerse de una chica tratando de resolver un asesinato…

The Liar Society, #1

6

1 Traducido por Dracanea

Corregido por Melii

Su dirección de correo electrónico no se movió ni desapareció o hizo cualquiera de las cosas espeluznantes que te esperas de un correo electrónico de un fantasma. Estaba ahí.

Existente.

A: KateLowry@pemberlybrown.edu

Enviado: Martes 23:59 P.M.

De: GraceLee@pemberlybrown.edu

Asunto: (sin asunto)

Kate, estoy aquí...

Más o menos.

Encuentra a Cameron.

Él sabe.

Yo no debería estar escribiendo.

No lo cuentes.

Ellos te harán daño.

Las palabras se volvieron borrosas en la pantalla, y mis manos se aflojaron. Mi teléfono cayó al suelo de madera, la batería se salió y se deslizó debajo de mi cama.

Las mejores amigas muertas no envían correos electrónicos.

Negué con la cabeza ferozmente en un intento de aclarar mis pensamientos. Era el aniversario de su muerte, y echaba de menos a Grace

7

más que nada. Tal vez mi mente estaba jugándome una mala pasada. Tal vez esto no estaba sucediendo realmente.

Tomé una respiración profunda, agarré mi portátil, y refresqué mi correo. Mi mano voló a taparme la boca cuando vi su nombre en la pantalla de nuevo. Por mucho que quisiera creer que el correo electrónico era de Grace, mi mente no podía creerlo.

Tal vez esto era una especie de broma, pero ese tipo de crueldad no parecía posible. Además, nosotras guardábamos nuestras contraseñas de correo electrónico con nuestras vidas, y no había manera de que alguien fuera capaz de hackear la base de datos de la escuela.

Al releer las palabras, algo muy dentro de mí —enterrado debajo de toda la ira y la culpa— despertó. Era como si me hubiera pasado el año anterior viviendo en una niebla de dolor y pesar, y de repente la atmósfera se había aclarado. Mi habitación lucía igual, pero el azul de las paredes era más vibrante, el blanco de mi edredón era más brillante.

Le envié cientos de correos electrónicos a Grace sobre el año pasado. Tratando de describir lo mucho que la extrañaba, lo mucho que mi vida apestaba sin ella, y lo mucho que necesitaba a mi mejor amiga. Me quedé esperando que nuestra escuela, Pemberly Brown, borrara su cuenta, seguí esperando el momento en que mis correos electrónicos rebotaran sin ser entregados. Pero ese momento nunca llegó. ¿Era posible que después de tanto tiempo, después de todos esos correos electrónicos, Grace había realmente vuelto a escribir?

Estoy aquí...

¿Ella estaba dónde? ¿En mi habitación? Una gota de sudor rodó por el centro de mi pecho, enviando un rastro fresco de carne de gallina hacia abajo de mis piernas.

—¿Grace? —bromeó mi voz.

Tan pronto como el sonido salió de mis labios, me arrepentí. ¿De verdad, Kate? ¿Un fantasma? No me extraña que mis padres me enviaran a un psiquiatra.

Mi mente daba vueltas. ¿Y si no era un fantasma? ¿Qué pasa si Grace seguía con vida? Me acordé de su funeral como una de esas películas mudas en blanco y negro. Los labios de la gente se movían, pero no podía distinguir

8

las palabras. El recuerdo era granoso y las piezas faltaban, como si alguien se hubiera olvidado de volver a juntar los pedazos de una cinta rota de película. Sin embargo, una imagen quedó clara: el ataúd en el altar, con la tapa bien cerrada, la caja que parecía demasiado pequeña para contener a mi mejor amiga.

Tal vez fue un malentendido terrible... tal vez Grace estaba todavía en alguna parte.

Leo sus palabras de nuevo, y esta vez, una palabra, un nombre pegado.

Cameron.

Salté de mi silla, calculé mal la distancia entre mi rodilla y el escritorio, y choqué contra la madera.

Cerré los ojos con fuerza por un segundo. El aire húmedo de septiembre se sentía pesado en la habitación, prácticamente ahogándome mientras trataba de darle sentido a sus palabras. El correo electrónico era una pista, el indicio que había pasado el último año tratando de encontrar. Alguien o algo estaba tratando de decirme lo que siempre había sabido en mi corazón: la muerte de Grace era algo más que un horrible accidente.

Ella necesitaba mi ayuda.

La silla raspó contra el suelo mientras la empujaba delante de mi armario, me subí encima, y bajé la enorme caja que contenía los artefactos de nuestra amistad. Pasé mis dedos sobre la palabra "Memorias", escrito en la caja. Una lágrima grande cayó en la o y magnificó la letra. No me había dado cuenta que estaba llorando. A medida que presionaba mis manos contra los ojos, quise detener las lágrimas. Tuve que concentrarme.

El ventilador de techo traqueteaba sobre la cabeza, luchando una batalla perdida contra el calor, y tan pronto como levanté la tapa de la caja, un montón de los correos electrónicos que había enviado a Grace en el último año se dispersaron sobre la cama. Alcé los que aún estaban en la caja apartados con impaciencia, no del todo segura de por qué los imprimí en primer lugar.

Supongo que tal vez necesitaba que mis palabras fueran reales. A veces, el envío de mis pensamientos en el ciberespacio para Grace no era suficiente. Los correos electrónicos eran la prueba de que había existido y la

9

prueba de que, para mí, ella aún estaba por ahí en alguna parte. Y tan loco como suena, una parte de mí siempre tuvo la esperanza de que de alguna manera, en algún lugar, ella podría leerlos.

Tomé la caja de joyería de color rosa y púrpura que Grace me había dado para mi séptimo cumpleaños. Solía estar llena de dijes de medios corazones que marcaron nuestra amistad, pulseras, collares, aretes colgantes que Grace no podía usar porque sus padres nunca la dejaron llevar sus orejas perforadas. Pero ahora sólo había una pieza de joyería: las perlas de Grace. No las había tocado desde que su madre, entre lágrimas, las había enrollado alrededor de mi muñeca como un rosario tras el funeral.

Levanté la cerradura y abrí la pestaña. La larga cadena de perlas llenó la caja, e imaginé a Grace torciendo el collar alrededor de su dedo, como siempre lo hacía cuando estaba perdida en sus pensamientos o preparando otro de sus planes. Enrollé las perlas en el cuello tres veces, como solía hacerlo Grace. Su peso era de alguna manera tranquilizador, y me dio la fuerza para finalmente desenterrar el portarretrato.

Y allí estaba ella.

Grace.

En realidad, la imagen era de las tres, yo, Maddie, y Grace. Mejores amigas para siempre. Se había tomado dos veranos atrás, antes de todo y todos cambiaran.

Ninguna de nosotras había estado lista cuando la mamá de Grace sacó la foto. Nosotras rogamos que tomara otra mientras nos abrazamos delante de la cámara. Señalé mis ojos, entrecerrados porque estaba riendo tan fuerte; Maddie se quejó de que su cara se veía gorda, conscientemente pellizcando la piel debajo de la barbilla, y Grace se quejó de que éramos demasiado mayores para las fotos, amenazando con presionar Eliminar. Pero la señora Lee retiró la cámara fuera de nuestro alcance y agitó la mano. Ella prometió que la imagen había capturado todo lo que nos gustaría recordar acerca de ese verano.

Y tenía razón: la imagen era perfecta.

Tomé el marco y me quedé mirando sus ojos, Grace tenía los ojos más bonitos, eran oscuros y almendrados, y siempre parecía que estaba usando delineador de ojos, a pesar de que el maquillaje estaba estrictamente prohibido en la casa Lee.

10

Sonrisas genuinas iluminándonos la cara, y casi podía escuchar el eco de nuestra risa. Estábamos felices de esa manera justo antes del instituto cuando todavía era fresco para montar tu bicicleta hasta la piscina o comer caja tras caja de Hot Tamales y al mismo tiempo jugar verdad o consecuencia en una carpa montada en el patio trasero de tu amigo.

Echaba de menos esa clase de felicidad.

Un mechón de pelo de color rosa brillante se deslizó por detrás de mi oreja, sólo un recordatorio de lo mucho que había cambiado. Puse la imagen a un lado y busqué en la caja hasta que encontré la libreta blanca decorada con brillos, pedrería y pintura de relieve. Parecía que una tienda de artesanía entera había vomitado en la portada.

Recordé la fiesta de pijamas en séptimo grado cuando Grace decidió que necesitábamos un libro de los secretos para guardar nuestros secretos más profundos y oscuros. Cada página tenía una pregunta diferente, y cada una de nosotras había elegido un color diferente para escribir nuestras respuestas "secretas". Grace había elegido naranja, como siempre.

Mi estómago se revolvió un poco mientras hojeaba el libro y escaneaba las páginas por su escritura enrulada.

¿Ropa favorita? Pantalones vaqueros oscuros y cualquier cosa anaranjada. ¿Mejores amigas? Kate y Maddie (por supuesto). ¿Vacaciones de Ensueño? En cualquier lugar con arena blanca y agua color azul turquesa. ¿Trabajo soñado? Artista de Broadway o médico, tal vez ambas cosas. Y finalmente he encontrado la página que estaba buscando: ¿Mayor flechazo? Y allí, escrito con el detestable naranja de Grace con pluma de brillo estaba el nombre.

Cameron Thompson. Cameron fue el vecino de al lado de Grace, y debido a que había pasado cada minuto del día del jardín de infancia en la casa de Grace, todos prácticamente crecimos juntos. No era ningún secreto que tan pronto como todos decidimos que nos gustaban los chicos, Grace decidió que le gustaba Cameron. Yo lo sabía, Maddie lo sabía, incluso Cameron lo sabía.

A pesar de sus padres sofocantes, Grace casi siempre conseguía lo que quería, y Cameron no fue la excepción.

Por supuesto, Grace quería un montón de cosas.

11

Mi mente se remontó a los días antes de su muerte, sus sonrisas secretas y sesiones silenciosas de texto. Maddie y yo sabíamos que algo estaba pasando, pero Grace se echó a reír y dijo que nos lo explicaría todo... eventualmente.

Recordé pasar a Cameron en los pasillos de la escuela después de que Grace se hubiera ido, con los ojos inyectados en sangre reveladores de demasiadas fiestas nocturnas, demasiadas detenciones temprano por la mañana y no el suficiente autocontrol. Me imaginé que era probablemente la única persona que extrañaba a Grace tanto como Maddie y yo lo hacíamos, pero hasta ese momento, nunca se me había ocurrido que podía estar escondiendo más que un hábito de drogas desagradable. De que en realidad podría estar ocultando la verdad.

Dejé el libro de los secretos a un lado y tiré de golpe mis rodillas a mi pecho. Una punzada de dolor se registró cuando me abracé las piernas y apreté el feo moretón ya formándose por golpear la mesa. Aunque mi habitación era como una sauna, me estremecí.

Saqué mi portátil de abajo de mi escritorio y lo acomodé sobre mis muslos, casi esperando que el correo se haya ido. Quiero decir, todavía había una buena probabilidad de que esto fuera algún tipo de episodio psicótico prolongado.

Pero el correo electrónico todavía estaba allí.

Una sensación extraña se alzó en mi pecho, la sensación que pensé me había librado por el bien.

Esperanza.

Quizás podría hacer lo que nuestra fuerza policial entera había sido incapaz de hacer. Tal vez si me diera cuenta de lo que realmente sucedió esa noche, las cosas volverían a ser como antes.

Quizás.

12

2

El otoño pasado Traducido por Nats

Corregido por Melii

Eso era todo. Un rito de paso a la academia superior de Pemberly Brown. Una de las muchas tradiciones, o “Sacramentos”, que los estudiantes de PB habían honrado durante generaciones. Todos los años, a las doce de la noche anterior al primer día de clases, alguien se reunía en la Estación 10, Farrow’s Arches, y se desnudaban por Nativitas, que en realidad era un pretencioso nombre Latino para un baño a medianoche en el lago Pemberly Brown.

Grace había conseguido de alguna manera convencernos de que si no nos colábamos en la ciudad en mitad de la noche, no seríamos oficialmente estudiantes de la escuela superior. Así que, en contra de mi buen juicio, me encontré preparada para correr con el mejor de ellos.

Maddie, Grace, y yo nos acurrucamos detrás de un conjunto de arbustos, no del todo preparadas para enfrentarnos a las chicas de la escuela superior que se paseaban por los alrededores en sostenes negros de encaje y tangas, seguidos de gritos y silbidos por parte de los agradecidos chicos en calzoncillos. Los de último año no veían mucho la necesidad de un traje de baño, lo que me hacía extremadamente consciente de mi propia elección de bañador. Más temprano, mi rosa y blanco bikini de lunares me había parecido lindo, pero al lado de estas chicas que desfilaban en lencería de Victoria’s Secret, los volantes y los lacitos gritaban “bebé de primer año”.

—¿De quién fue la idea de comernos helado de menta con chispas de chocolate justo antes de irnos? Saben que supuestamente estoy a dieta, y ahora estoy toda hinchada. —Maddie se apretó su rechoncho estómago mientras luchaba por liberarse de la falda vaquera dos tallas más pequeña.

13

—Oh, por favor, Maddie. Eres como una pequeña y curvilínea diosa Griega. ¡Sólo tienes que creértelo!

Grace se bajó el vestido naranja, mostrando un culot a rayas y un sostén a juego.

—¡Oye! ¿Dónde está tu traje de baño? —Maddie le echó una molesta mirada a la delgada figura de Grace, que se revelaba a pleno provecho en su ropa interior. Como siempre, Grace estaba un paso por delante de Maddie y yo.

—¡Oops! Supongo que me olvidé —rió Grace—. Además, tienes que admitir que éstos son más lindos que mi patético bañador.

Grace echó el vestido a un lado y se dirigió a la multitud que se había congregado al otro lado de los arbustos. Le sujeté por el hombro.

—Realmente no saldrás por ahí en ropa interior, ¿verdad?

Grace me dio una de sus patentadas miradas “¡vive un poco, Kate!”. —Vamos, es lo mismo que un bikini. —Miró sus delgadas piernas y me disparó una sonrisa traviesa—. Date prisa y deshazte de tus ropas, vamos a perdernos la carrera. —Estiró el cuello, probablemente en busca de Cameron Thompson.

Cameron era un rebelde que carecía por completo de una causa. Era rico, mimado, y atractivo en una furiosa forma que Grace parecía encontrar irresistible. A pesar de los intentos de sus padres en retratar a la perfecta familia, Cameron siempre estaba en problemas. ¿La oveja negra? Más como la Peste Negra. Pero Grace estaba “enamorada” a pesar de todo eso. Una parte de mí siempre se había preguntado si a ella le gustaba más su imagen de chico malo que el chico malo en sí.

Un par de brazos tatuados serpentearon alrededor de la cremosa piel de Grace. La Peste Negra estaba reclamando lo que él consideraba suyo.

—¡Cameron! —chilló Grace y giró hacia él, sus labios encontrando los suyos. No se podía negar la química entre los dos, pero también compartían una intensidad que me asustaba un poco. Afortunadamente, después de un par de segundos chupándose la cara, Grace se alejó de Cameron, empujándolo juguetonamente.

No podía estar segura, pero creó que capté un destello de algo en sus ojos. ¿Molestia? ¿Aburrimiento? ¿Miedo? Lo que sea que fuera, era señal de

14

que Grace estaría moviéndose hacia chicos más grandes y mejores más pronto que tarde. No pude evitar sentirme aliviada.

—Está bien, chicas, ¡los veo en el agua! —Agarró la mano de Cameron y se dirigió a los jardines, su risa haciéndose eco.

Más allá de la franja de arbustos escuché a alguien gritando por encima de la multitud. Era la típica mezcla de jerga Latina y adolescente de la que Pemberly Brown era famoso por tradiciones centenarias mezcladas con vicios del siglo veintidós.

—Está bien, Maddie. Ahora o nunca. —Me despojé de la camiseta y ajusté las correas de mi bikini.

Maddie me siguió a regañadientes desde las sombras, encorvándose un poco en su tankini, su pálida piel brillando bajo la lona. Quise decirla que parecería más delgada si iba enderezada, pero no tenía el corazón para hacerlo.

Nos alineamos con nuestros compañeros, e hice mi mejor por no quedarme mirando a las curvas de las chicas mayores en sus diminutos tangas o a los pechos bronceados de los chicos. Apretando mi coleta, esperé a mi señal. Finalmente una fuerte, profunda voz gritó “¡Incedo1!”. La orden puso al grupo de estudiantes prácticamente desnudos en movimiento mientras todos despegábamos en dirección al lago.

El instinto y los años de tenis pusieron mis piernas en movimiento. El cálido aire de agosto aflojó mis inseguridades, y una sonrisa tiró de mis labios mientras mis descalzos pies golpeaban contra la hierba. Mientras me movía a través del grupo de cuerpos, rocé contra la cálida piel del brazo de alguien. Cuando giré la cabeza, su sonrisa me pilló desprevenida. El blanco de sus dientes contrastaba con su piel ligeramente bronceada, y sus ojos prácticamente igualaban al cielo de la noche rodeándonos.

Bradley Farrow.

Era uno de los chicos más populares de Pemberly Brown, capitán del equipo de lacrosse y presidente de la clase de segundo año.

Oh, y era magnífico.

Me sonrió y levantó las cejas en un desafío silencioso, obligándome a frenar un poco, era así de atractivo. Bradley se echó a reír y rápidamente me 1 Paso, zancada.

15

adelantó, chapoteando en el lago con el resto de los corredores. Cuando finalmente lo alcancé, me zambullí al agua fría, mis pensamientos consumidos por toda la cosa con Bradley. Digo, tuvimos un momento, ¿cierto? La emoción de las posibilidades se apoderó de mí junto con el agua sucia. Salí a la superficie y escaneé el lago buscándolo, pero había desaparecido entre la multitud.

Pude ver a Maddie encogida cerca de la orilla, sus piernas ligeramente flexionadas, tratando desesperadamente de mantener su cuerpo escondido, como siempre. Y ahí estaba Grace. Estuve a punto de llamarla hasta que vi a Porter Reynolds nadando junto a ella. Porter era más o menos un siete sobre diez en la escala de macizos y tenía más sangre azul que cualquier color que pudieras encontrar en una caja de Crayolas.

Era uno de esos chicos que siempre trataba de demostrar que era más inconformista que WASP2 y actuaba igual de chulo (si no más) que su hermano mayor, Alistair, el actual rey de la academia Pemberly Brown.

Porter y Grace se salpicaron el uno al otro juguetonamente hasta que él se detuvo y se sacudió las gotitas de agua de la frente. Se inclinó todo serio y cursi, y hubiera jurado que iba a besarla, pero una ola de agua alejó mi atención. Cameron estaba en cuclillas junto a mí, mirando a Grace con esa espeluznante, intensa mirada suya.

—¡Hola Cameron! —dije alegremente en un esfuerzo por alejar su atención de lo que sea que estaba pasando con Grace, incluso a pesar de que Porter parecía haber desaparecido ya.

—Es tan hermosa, ¿sabes? —No le quitaba los ojos de encima—. Grace, quiero decir.

—Um, seh, lo es. —Mentalmente crucé los dedos, esperando que no hubiera captado el momento entre ella y Porter.

Sin previo aviso, se abrió paso por el agua hacia Grace. Al segundo de alcanzarla, sus brazos y sus labios se encontraron una vez más reclamándola como suya. Vi las manos de ella apartándole gentilmente, su risa resonando a través del agua. Algo sobre la forma en que la tocaba me dieron ganas de pasar por el agua y rescatar a mi mejor amiga, pero en vez de eso fui a buscar a Maddie. Prefería escuchar las perrerías sobre el tamaño de sus muslos que observar como Grace lo hacía con ese tipo. 2 Acrónimo inglés para "Blanco, Anglo-Sajón y Protestante" (White, Anglo-Saxon and Protestant).

16

Este sería un gran año.

17

3

Presente Traducido por Buty Maddox

Corregido por Vericity

El miércoles por la mañana, el autobús 315 saltó hacia atrás y tartamudeó en torno a los majestuosos barrios que rodeaban la Academia Pemberly Brown, mi cabeza golpeó contra las ventanas con manchas de dedos. El aire apestaba a la colonia de farmacia que los chicos compraban después de ver anuncios en Maxim.

Entre los empujones de los autobuses y el insoportable olor de adolescentes con calor, mi cabeza vibraba. Olas de náuseas rodaban por mi estómago, y estaba peligrosamente cerca de soplar trozos por todo mi bizarro vecino, Seth Allen, quien se sentó a mi lado.

Seth puso un poco de esfuerzo en lo que llevaba hoy. Su camisa del uniforme estaba deliberadamente arrugada con porciones estratégicamente fuera del pantalón, dejando en claro que su dominante madre debió haber estado ocupada por la mañana. Como de costumbre, sus mejillas eran de un rojo febril, y su pelo naranja era salvaje, a pesar de que parecía haber utilizado la mitad de un tubo de productos para hombres en un intento de domesticarlo.

A pesar del pliegue cuidadosamente planchado en el centro de cada pierna del pantalón y la blancura cegadora de su nuevos Pumas, había que darle al hombre una A por esfuerzo.

—Así que estoy bastante seguro de que el señor Lansdowne se encuentra en una especie de culto —dijo Seth entre bocado y bocado de su sándwich de desayuno. Sabía sin tener que preguntarle que este no era su primer desayuno. Durante el tiempo que había conocido a Seth, había estado siempre tratando de "hacer un buen trabajo". Basado en sus 60 kilos de peso,

18

creía que era seguro decir que no estaba funcionando. Mientras masticaba, miró las perlas de Grace y mi mano voló hacia mi cuello, de pronto consciente de mí misma. Los había llevado esa mañana por un capricho, pensando que me daría el coraje para enfrentar a Cameron, pero ya estaba lamentando mi decisión.

—El Sr. Lansdowne no está en una secta. Sólo le gusta caminar por la noche. —Rodé los ojos y volví a escribir un último mensaje al límite de la desesperación a Cameron. Mis padres iban a dar de vueltas cuando vieran los muchos de los textos que había hecho en las últimas veinticuatro horas, pero tenía que hablar con él. Sola. Hablar sobre Grace le iba a ser bastante incomodo, confrontarlo a él delante de sus amigos borrachos y drogados era impensable.

—Sí, como si alguien fuera caminando velozmente con largas túnicas negras. —Seth miró las perlas de nuevo. Abrí la boca para decir algo, pero el autobús dio en un bache y la rodilla de Seth chocó contra la mía. Me acercó más a la ventana.

—Es un albornoz, idiota. —¿No se puede ser un excéntrico anciano? La única ventaja de tener setenta y cinco tiene que ser el hecho de que puedes llegar lejos con una actuación loca y te importa un comino lo que piensan los demás. Yo, por mi parte, no podría esperar a ser la vieja señora loca de pelo rosa que paseaba el perro con su favorito vestido Versace. Y las perlas.

Apoyé la cabeza contra la ventana del autobús y cerré los ojos, rezando que Seth tomara la indirecta y me dejase sola, así podría concentrarme en no vomitar. Aunque, vomitando sobre él finalmente podría obligarlo a abandonarme como todo el mundo, por no hablar de hacer que sus zapatos se vieran un poco más asentados.

Desde la muerte de Grace, todos los demás en la escuela me habían tratado como un paria social, pero por alguna razón Seth se negó a darse por vencido. Él al mismo tiempo trataba de obtener mi aspiración en sus locas teorías de conspiración sobre nuestros vecinos y siempre estaba haciendo preguntas acerca de Grace y mis sentimientos (de ahí la intensa mirada hacia las perlas).

La parte de mí que trató desesperadamente de ser solitaria quería que me dejara en paz, pero la parte de mí que deseaba un amigo me hizo querer mostrarle el correo electrónico. Quiero decir, si alguien me iba a creer, era

19

Seth. Pero entonces recordé la advertencia de Grace: Te harán daño. Y me tragué las ganas de derramar las tripas.

Una bola de papel de aluminio rebotó en la parte posterior de la cabeza de Seth, y otro aún más profundo rubor se apoderó de sus mejillas. Puse los ojos en blanco. ¿No podrían los calcinados en la parte trasera del autobús por lo menos pensar en algunos métodos más creativos de intimidación? Antes de que pudiera detenerme, me di la vuelta para ver a dos de primer año riéndose con sus lazos del uniforme enrolladas alrededor de sus cabezas.

—Oye, Lame y Lamer. —Se congelaron y me quedaron mirando, sin saber muy bien cómo reaccionar—. Sólo quería hacerles saber que han conseguido cabrear al hombre más poderoso en Pemberly Brown. Este tipo —le dije, señalando los rizos de Seth—, es Seth Allen Brown. Su familia, como, fundó la escuela —mentí—, y él probablemente le mande un mensaje al director sobre su expulsión en estos momentos. ¡Buena suerte!

Lame se veía como si fuera a llorar, y Lamer ya estaba murmurando acerca de cuánto lo sentía. Me senté al lado de Seth, me sentía muy satisfecha de mí misma cuando él me miró boquiabierto, sus rasgos enredados con una mezcla de vergüenza, asombro, y (Dios me ayude) amor.

—Gracias, Kate.

—Lo que sea.

—Um... las perlas... —Se quedó mirándolas fijamente otra vez—. Se trata...

Pero ya lo estaba ignorando, colocando los auriculares en mis oídos. Mi estómago se hundió como siempre lo hacía cuando nos condujo a través de la puerta de hierro, el autobús deambulando su camino hasta una larga y arbolada calle. Los robles masivos creaban un pabellón sombreado que abrazaba los bordes de la carretera. Pasamos por la escuela elemental, la escuela media, y finalmente se detuvo en frente de la escuela superior.

Solía pensar que esta última parte de la unidad era una especie de magia, como si estuviera entrando en un mundo completamente nuevo. Pero ahora todo el campus parecía un cementerio para mí. Un cementerio perseguido por los recuerdos de Grace.

20

Contuve la respiración mientras el autobús se deslizaba más allá de la línea de árboles frondosos que marcaban las ruinas de la capilla. No podía dejar de presionar la cara contra la ventana, segura de que si me esforzaba lo suficiente la vería. Pero como siempre, no había nada más que escombros.

Habíamos llegado.

21

4 Traducido por Elle

Corregido por Itxi

Mientras nos bajábamos del autobús, eché un vistazo a los edificios de estilo Tudor. La hiedra que trepaba por los muros oscurecía casi por completo los ladrillos. La Academia Pemberly Brown era una de esas molestas escuelas privadas que se tomaba a sí misma demasiado en serio, y esto se reflejaba en cada centímetro cuadrado del campus. Ser estudiante allí era como asistir al colegio en un set de filmación donde se representaba la escuela privada perfecta: pasajes abovedados, adoquines y placas con aspecto antiguo que tenían oscuras frases en latín.

El largo collar de perlas de Grace chocaba contra mi pecho a la par de mis pasos y le disparé a Seth esa mirada de mi-música-es-demasiado-alta-para-escucharte cuando intentó hacerme una pregunta sobre mi horario. Atravesando las puertas principales de la escuela superior, inconscientemente pasé la mano sobre la Estación 1, una placa de bronce proclamando Aut disce aut discede. “O aprendes o te marchas”.

Las Doce Estaciones de la Academia habían sido colocadas en puntos claves a través del campus para expresar la filosofía de sus fundadores. En Latín. ¿Muy pretencioso? La mayoría de los estudiantes no se tomaban el tiempo para traducirlas, pero como una de los solamente diez estudiantes que de algún modo se habían visto engañados en el estudio de una lengua muerta, sentía que era mi obligación académica memorizar cada una. Supongo que se me da con facilidad almacenar información inútil. Qué suerte.

Una de las muchas tradiciones al azar en Pemberly Brown era tocar una de estas placas para la buena suerte, esperando una buena nota en un examen o finalmente obtener el papel principal en la obra de teatro. Hoy no me preocupaba aprobar un examen, solo averiguar quién había matado a mi mejor amiga. Supongo que algo bastante difícil para un ritual de buena suerte.

22

Nunca sabrías que era solamente poco más de las siete de la mañana. Había estudiantes gritando en los pasillos, dando palmaditas en los hombros y chismeando en voz alta, haciendo que me arrepintiera de mi decisión de pasar del café con leche de la mañana. El correo electrónico de Grace había resucitado todos los sentimientos que doce meses de terapia habían intentado borrar. Noches insomnes era solo uno de los efectos colaterales.

Cuando perdí a Grace, no solo perdí a una amiga, perdí a todos mis amigos. De hecho, lo perdí todo. Era como si una gigantesca tijera hubiera cortado mi vida en dos limpiamente. Había una diferencia en el antes y el después, y aún no había averiguado quién era yo en la vida de Grace.

Había pasado el año intentando convencer a mis padres de que la muerte de Grace había sido algo más que un extraño accidente. En lugar de ayudarme, me habían embarcado en citas sin fin con mi loquero, el Dr. Lowen, a quien amablemente me refería como Dr. Prozac. Mis padres pensaban que estaba loca, angustiada y retraída. Decían que cuando había perdido a Grace, ellos habían perdido a su hija.

De lo que no se daban cuenta era que me había perdido a mí misma.

Revisé mi teléfono una vez más antes de ponerlo en silencio. A pesar de enviar correo tras correo a Grace la noche anterior, parecía que no me ofrecería más ayuda. Había vuelto al silencioso estatus de fantasma. Dios, solo esperaba que estuviera bien. Dondequiera que estuviera. Pero los correos me habían dado un nuevo propósito. Ya no estaba triste o enojada. No me malinterpreten: estaba enojada, pero ahora esa ira tenía un objetivo. Podía ser usada.

Divisé a Bradley Farrow, recostado casualmente a un casillero, todo sonrisas hablando con sus amigos. El familiar sentimiento de culpa se hizo camino a través de mi cuerpo justo como hacía cada vez que lo veía. Debía haber estado ahí para salvar a Grace, pero en su lugar había elegido a Bradley.

Le había fallado. Justo como todos los demás.

Forzando la vista hacia abajo mientras pasaba de Bradley, noté a Maddie, pululando alrededor de su nueva mejor amiga, la abeja reina residente de Pemberly Brown, Taylor Wright. Su siempre presente guardaespaldas, Bethany Giordano, estaba a un metro de ellas,

23

protegiéndolas de las masas que pasaban el rato en la Estación 4, fuera del laboratorio de computación.

Obviamente ellas nunca se habían molestado en traducir el significado de la placa: Liberae sunt nostrae cogitations. “Nuestros pensamientos son libres”. Algo me decía que “pensamiento libre” no era una consideración para la Reina Taylor y sus perras-en-espera.

Los ojos de Bethany empezaron en mi cabeza y poco a poco fueron bajando hasta mis zapatillas, evaluando cada centímetro de mi persona. Una mirada de desprecio torció sus rasgos oscuros y me hizo desear pegarle. Por supuesto, no me atrevería. Tenía la constitución de un jugador defensivo de fútbol. No era gorda ni poco atractiva, solo súper alta y algo rellena.

Era la más joven de siete en una enorme familia italiana, y sus seis hermanos mayores todos eran defensas en equipos universitarios de fútbol. Grace, Maddie y yo le habíamos puesto en privado el sobre nombre de “Beefany3” el año anterior, cuando se vio claramente que podía patearle el trasero a la mitad de los chicos en el equipo de lacrosse.

Mientras me arrodillaba frente a mi casillero, no podía evitar mirar sobre el hombro hacia Maddie y sonreír, recordando nuestra broma privada. Mis ojos se quedaron un rato en sus demacradas piernas que sobresalían de la falda a cuadros que conformaba su uniforme. Parecía que vivía a base de Coca-Cola de dieta y aire. Era difícil creer que esta era la misma chica que una vez había devorado conmigo un galón entero de helado de menta con chispas de chocolate. Me atrapó mirándola y me ignoró completamente antes de voltear y susurrar algo al oído de Taylor.

Los ojos azules de Taylor eran fríos mientras se giró a mirarme directamente. Era la última en la línea de las hermanas Wright, conocidas popularmente como las Tres T, que dirigían la escena social en Pemberly Brown. Decía el rumor que sus hermanas mayores, Tinsley y Teagan, habían pasado un verano entero con Taylor para perfeccionar su versión patentada de mirada glacial. Definitivamente todo ese entrenamiento tenía resultados.

Aunque Taylor estaba atrapada en el mismo uniforme aburrido que el resto de nosotros, su joyería de Tiffany, además de las bailarinas de Chanel y una bolsa que probablemente pesaba más que Maddie, la hacían lucir lista para la pasarela.

3 Beefany: juego de palabras que combina el nombre Bethany con beef (fornido).

24

Las tres chicas me miraron por unos extraños segundos, luego Taylor estalló en risas. En algún punto, esta risa habría sido suficiente para estar en el baño de chicas por el resto del día, pero por una vez, no tenía tiempo para obsesionarme con la reina de hielo y sus lacayas. Cerré de un tirón la puerta de mi casillero y eché un vistazo al reloj.

Era lo que se llamaba prioridades. Cameron era mi número uno.

Lo encontré escurriéndose por una de las puertas laterales con sus amigos raros. Justo antes de que la puerta se cerrara tras de sí, Cameron miró hacia atrás y nuestros ojos se encontraron a través del ocupado pasillo.

Aunque era el mismo chico con el que había jugado a atrapar la bandera en el sexto grado y el mismo con el que Grace se había obsesionado en la escuela media, a mí me parecía un extraño.

Pero recordaba al Cameron con el que habíamos crecido. Recordaba cómo amaba a Grace de una manera desesperada y casi peligrosa. Lo recordaba volviéndose loco por los celos cuando ella coqueteaba con otros chicos.

Grace había escondido un secreto en las semanas que llevaron a su muerte. Siempre asumí que había encontrado otro chico y que planeaba romper con Cameron, pero después del correo electrónico, estaba claro que Cameron sabía más de ese secreto de lo que dejaba ver.

Con las manos contra la puerta, alzó la cabeza en un silencioso reto antes de empujarlas y dejar que se golpearan tras de sí. Sabía que no tenía las agallas para hacerle frente cuando estaba con sus amigos, pero lo que no sabía era que tenía un asesino Plan B.

25

5 Traducido por Monikgv

Corregido por CrisCras

Me dirigí a la Estación 3, la oficina de la escuela, y toqué el frío bronce en mi camino. Faber est suae quisque fortunae. “Cada hombre es el artesano de su propia fortuna.” A la vuelta de la esquina vi a Seth organizando archivos. Él tenía estudio de pasillo en el primer período, y mientras todos los demás estudiantes con suficiente suerte como para tener el primer periodo libre podían ser encontrados durmiendo, desayunando, o incluso —no lo sé— estudiando, Seth pasaba el suyo ayudando en la oficina de la escuela.

—Hola de nuevo —le dije, ajustando mi mochila en mi hombro.

Seth asomó la cabeza por la puerta y sonrió de oreja a oreja. Luego miró el reloj. —Creí que tenías Literatura Inglesa en el primer periodo.

Giré las perlas de Grace entre mis dedos y me estremecí cuando la línea de visión de Seth cayó de nuevo en el collar. Abrió la boca para decir algo, pero me adelanté.

—Sí, son de ella. ¿Podrías dejar de mirarme? —Tan pronto como las palabras salieron de mi boca, las lamenté.

Esto era exactamente de lo que estaba hablando el Dr. Prozac cuando me dijo “pesa mis palabras.” Seth parecía herido, así que retrocedí.

—Lo siento, es sólo que… yo estoy… no lo sé… cansada. No vine aquí a pelear. Yo sólo… um… quería saludarte… de nuevo. —Y averiguar la combinación del casillero de Cameron Thompson.

Seth se inclinó contra el gabinete de metal gris de archivos, perdió el equilibrio, y casi cayó al suelo. Una vez que se recuperó, metió su mano en el bolsillo de su chaqueta para sacar una bolsa de plástico que contenía un sándwich de mantequilla de maní y jalea sin corteza, completamente despreocupado por su nivel de torpeza. Supongo que de alguna manera había que respetarlo por eso.

26

—Está bien. Sólo iba a decir que se ven bien en ti. Las perlas, quiero decir.

Contuve el impulso de rodar mis ojos y en vez de eso esbocé una sonrisa triste. —Oh —dije levantándolas—, gracias.

—Oye, espero que tengas un pase libre de tu profesor del primer periodo. Sinclair ha estado muy estricto con los retrasos, y sé cómo se sienten tus padres sobre los deméritos.

Esto era exactamente por qué Seth y yo nunca habíamos dado el salto de ser vecinos a ser amigos de verdad. Él siempre estaba recordándome los rápidos hechos inconvenientes de mi vida. Normalmente la misma cosa que yo estaba tratando de olvidar.

—Es sólo que no me estoy sintiendo bien. Problemas de chicas. —Eso debería hacerlo callar.

Lo hizo. Él se puso tan rojo que por un momento sus pecas desaparecieron, y se metió el resto de su sándwich en la boca.

—Oh, bueno —dijo con la boca llena de pan—, ¿estás aquí para ver a la enfermera? Puedo traerla. —Buscó a tientas en la bolsa del sándwich en sus manos mientras su mandíbula trabajaba en el sándwich.

—No, no —dije un poco demasiado rápido—. Yo sólo… bueno… esto es realmente vergonzoso. Como que olvidé la combinación de mi casillero. Ya sabes… uno de los raros efectos secundarios de esta época del mes es el olvido.

Sus ojos encontraron el techo, como si mirarme directamente fuera a hacer que mágicamente le brotaran ovarios. —Yo, bueno… en realidad sé dónde podemos buscar eso. ¿Cuál es el número de tu casillero?

—Número 543 —mentí sin esfuerzo, cruzando mis dedos para que Seth estuviera demasiado nervioso para recordar el número real de mi casillero.

Seth desapareció en una de las habitaciones traseras de la oficina y reapareció en breve. Me dio la combinación un poco sin aliento, ya sea por correr alrededor de la oficina o por la pura emoción de interactuar con una chica. Era difícil de decir cuál.

Le agradecí y repetí la combinación una y otra vez en mi mente mientras corría a lo largo del pasillo.

27

Minutos más tarde estaba en el casillero de Cameron, mi pulsera de plata con monograma golpeaba contra el metal mientras giraba la combinación. La cerradura se abrió.

Estaba dentro.

Sin saber realmente qué estaba buscando, estiré la mano dentro y comencé a revolver todo. Gotas de sudor salpicaban la línea de mi cabello, y mi corazón latía contra mi caja torácica. Mis oídos se agudizaron, y esperaba ser capaz de escuchar pisadas viniendo del pasillo sobre el sonido de mi corazón que latía con fuerza.

Hice a un lado los libros, cuadernos, y una sudadera de aspecto sucio. Aunque podía no haber sabido lo que estaba buscando, estaba muy segura de que no era una lana gris apestando a chico.

El portazo de una puerta de clase rompió el silencio del pasillo y trajo el significado de “asustarte demasiado” a un nivel completamente nuevo. Estiré el cuello y dejé escapar un suspiro de alivio cuando vi que era sólo alguien de primer año dirigiéndose al baño.

Con mi atención de vuelta al casillero, saqué un pequeño cuaderno de composición con la usual cubierta moteada de gris y blanco. Pasé las páginas, pensando que podría ser un diario. Pero antes de que pudiera distinguir las palabras en la página, escuché voces alrededor de la esquina. El sonido de pasos siguieron, y supe que mi tiempo había acabado.

Cuando coloqué el cuaderno de vuelta al casillero, un pedazo de papel se deslizó de entre las páginas y flotó hacia el suelo de madera. Vi el nombre de Grace y un dibujo de algún tipo.

Los pasos se estaban acercando, así que reorganicé la basura en el casillero de Cameron, con un pie cubriendo parcialmente el pedazo de papel.

Alguien se aclaró la garganta detrás de mí, y juro que me oriné un poco en los pantalones. Me di la vuelta y miré directamente a los ojos del Director Sinclair.

Mierda.

28

6

El otoño pasado Traducido por Ankmar

Corregido por Juli

Era la primera semana de escuela, y tenía un grave caso de lo que los chicos de las clases superiores les gustaba llamar Primer Añitis. Esto golpeaba a todas las chicas que comenzaban la escuela superior en Pemberly Brown después de venir de su propio verano y dejando atrás los frenos, la grasa de bebé y en general toda su torpeza de los años de escuela intermedia.

Los síntomas más comunes incluían palpitaciones del corazón, mejillas sonrosadas e incesantes risitas cada vez que un chico sexy de la clase superior de casualidad llamaba su atención. Tristemente, no había cura conocida.

Mis síntomas fueron a toda marcha cuando alcancé un vistazo de Bradley Farrow. Después de nuestro “momento” durante Nativitas, estaba perdida, enamorada, locamente enamorada. Él era sin lugar a dudas el chico más sexy en la escuela. Perfecta piel de moka, pestañas como pinceles, y un six pack de abdominales que se discutieron en profundidad en el baño de chicas.

Mi casillero estaba exactamente siete casilleros lejos del suyo, lo que significaba que cada vez que cambiábamos clases, yo era capaz de verlo por el rabillo de mi ojo. Por suerte, tenía una excelente visión periférica.

Estaba entre inglés y latín y alternaba entre robar miradas a Bradley, sonrojarme, y cambiar mis libros cuando escuché una fuerte risita que casi siempre precedía la entrada de Grace y Maddie.

29

—¿Disfrutando la vista? —Grace se rió sólo lo suficientemente fuerte para hacer que Bradley mirara a mi casillero y torciera la esquina de su boca en una sonrisa.

Le había contado a ella sobre mi enamoramiento después del primer día de escuela, y me había estado arrepintiendo de eso desde entonces. No era que no quisiera que ella supiera. Grace era mi mejor amiga, y estaba muriéndome de ganas de hablar con ella sobre todas las cosas de Bradley. Pero ella tampoco podía guardar un secreto para salvar su vida. Era sólo cuestión de tiempo antes que todos en PB estarían zumbando con rumores sobre mi débil enamoramiento.

—¡Shhh! Él está ahí —le susurré y abrí mis ojos.

—Cálmate, Kate. Él ni siquiera sabe que estamos vivas —dijo Maddie. Tiró abajo de la línea de botones de su camisa de uniforme en un esfuerzo por ocultar el hecho de que unos pocos estaban peligrosamente cerca de salir disparados. Maddie era una de esas chicas quien probablemente debería usar una talla grande pero siempre trataba de meterse en una pequeña.

—Lo que sea, Maddie —suspiré dramáticamente y miré a Grace por apoyo, pero simplemente se encogió de hombros en acuerdo.

—Deja de ser tan susceptible. Tengo grandes noticias. —Grace agarró mi brazo y comenzó a saltar arriba y abajo como una niña pequeña que necesitaba orinar—. ¿No quieres saber? ¿Hmm… no quieres? ¿No quieres?

No pude suprimir mi sonrisa, así que se la di. Como siempre. Nadie podía permanecer enojado con Grace lo suficiente, era simplemente demasiado entretenida. —Bien, bien. Cuéntame tus grandes noticias.

—¡Estoy desenclaustrada, lo que significa que puedo ir a la fogata Espíritus el viernes en la noche! Me las arreglé para convencer a mis padres que es requerido para los de primer año para promover el espíritu escolar.

—¿Y se tragaron eso? —pregunté mientras mis manos trabajaban en mi largo cabello castaño en una cola de caballo.

Los padres de Grace eran unos locos conservadores. Énfasis en lo de locos. Había pasado la mayoría de sus fines de semana enclaustrada desde que ella tenía doce y había descubierto el maquillaje, los chicos y otras actividades estrictamente prohibidas por el Sr y la Sra. Lee. Ellos no tenían ni

30

idea que estaba saliendo con Cameron, y probablemente la educarían en casa si se enteraran.

—Bien, hay condiciones —admitió Grace.

—¡No mencionaste ningunas condiciones! —reprendió Maddie, tirando de su falda abajo otra pulgada. Si sólo comprara la talla correcta de ropa, quizás no se vería tan incómoda todo el tiempo.

—Bien, tienen que dejarme y recogerme. Pero me imagino que si vamos todas juntas no sería tan malo… —Su voz se desvaneció y nos dio su mejor mirada de porfis porfis porfis, una mirada que funcionaba tan bien que había comenzado a preguntarme si ella practicaba en el espejo cada mañana.

Sus ojos oscuros lucían brillantes y esperanzadores, su boca se curvó en una sonrisa nerviosa y su liso cabello negro colgaba como una cortina sobre su espalda. ¿Quién podía resistirse?

Al parecer Maddie.

—De ninguna manera, Grace —replicó, alisando su falda—. Estamos viajando con Alistair Reynolds.

Grace y yo la miramos fijamente, con la boca abierta. Alistair Reynolds era, bueno, Alistair Reynolds. Él en realidad no hacía nada aparte de conquistar niñas más jóvenes, pero era de una de las familias más antiguas en el distinguido linaje de Pemberly Brown. El hecho de que era un Abercrombie sexy y tenía un considerable fondo fiduciario principalmente, consolidó su lugar número uno en la orden jerárquica de Pemberly Brown.

—¿Cómo terminaste con un viaje de Alistair Reynolds? Incluso Porter no puede obtener un viaje con Alistair, y son hermanos. —Grace no pudo ocultar su sorpresa.

Maddie puso sus ojos en blanco. —Oh, lo siento. No me di cuenta que eso es como una exageración que una chica como yo pueda obtener viajes de un chico como él.

Me metí para salvar a Grace. —Vamos, Maddie. Tú sabes lo que a ella se refería. Es Alistair Reynolds. Él no sabe que existimos, ¿verdad?

—Bien, si deben saberlo, mis padres van a salir con los Reynolds el viernes en la noche y dijeron que Alistair nos llevaría al Espíritus si queríamos.

31

—¿Así que sus padres lo están forzando a llevarte a ti y a sus amigas para que ellos puedan ir al club de campo y emborracharse? —Ahora era el turno de Grace de lucir molesta.

—Mis padres no se emborrachan…

—Correcto. Supongo que Evian salió con un agua con sabor a vodka. —Grace había cometido el error de tomar un trago del agua de la Sra. Greene al principio del verano, sin querer, resolviendo el misterio de las largas siestas en la tarde de la mamá de Maddie.

¡Suficiente! Fui al modo conciliador y me volví hacia Grace. —La Sra. Greene es súper agradable y ella es… bien, sólo un poco exhausta a veces, así que se recuesta. —Luego me volví hacia Maddie—. Sabes que no podemos viajar con Alistair, así que dile a tus padres que el papá de Grace nos llevara.

Maddie hizo un puchero como un niño. —Eso totalmente va en contra del propósito. Quiero decir, esto es sobre Alistair Reynolds que estamos hablando.

—Uh, en realidad esto es sobre tu mejor amiga que estamos hablando. Vamos, nosotras viajaremos con Alistair en otro momento. —Grace me lanzó una mirada de agradecimiento. Esto era importante para ella al menos para pretender que tenía una vida social normal. No había ninguna manera que fuera a dejar que arruinara el ascenso social de Maddie.

—Bien —dijo Maddie, todavía haciendo pucheros. Murmuró frases como “no es justo” y “tengo que sufrir” y “estúpidos padres de Grace” mientras caminábamos a nuestra próxima clase.

—¡Kate Lowry por la victoria! La pizza de piña esta en mí. —Grace reía mientras caminaba de espaldas en frente de Maddie, tratando de hacerla sonreír—. No puedes estar enojada conmigo cuando nuestra pizza favorita está involucrada. ¿Cierto, Maddie? ¿Cierto?

Esta vez no se pudo resistir. Nadie podía. El ceño de Maddie vaciló, y sus delgados labios se levantaron en una sonrisa.

—¡Sabía que vendrías! —La risa de Grace llenó el pasillo pero fue cortado en seco cuando Cameron la agarró por detrás, separándola de nosotras.

—Las oí hablar chicas —dijo, haciendo una pausa suficientemente larga para que nos preguntáramos cuanto escuchó él y por qué nos escuchaba a

32

escondidas en primer lugar—. No me digas que no te permiten ir a Espíritus ahora. —Le habló a Grace como si Maddie y yo fuéramos invisibles.

—Oh, me acabo de enterar esta mañana —dijo Grace, sonriéndole a Maddie y a mí—. Quería hacer una noche de chicas, sin embargo. Entiendes, ¿cierto?

Algo en los ojos de Cameron dejó en claro que no lo hizo. —Por supuesto, cariño —dijo, asintiendo—. Sé cuan importantes son tus amigas para ti —lo dijo con un toque de resentimiento—. Me vendría bien un poco de tiempo con los chicos de todas maneras.

Maddie y yo intercambiamos una mirada. Ambas sabíamos que Cameron iba a gastar la noche entera acechando a Grace.

Cuando nos acercábamos al ala de Idiomas del Mundo, me di cuenta que había olvidado mi cuadernos de latín y tenía que devolverme. —Mierda, olvidé algo en mi casillero. Los veré en el almuerzo, chicos.

Grace plantó un beso en la mejilla de Cameron pero echó su brazo alrededor de Maddie. Mientras me apresuraba a llegar a mi casillero, tenía que admitir que estaba agradecida que Grace estaba dispuesta a gastar tiempo con nosotras lejos de Cameron. Él era exigente, sabía que equilibrar entre un novio y tus mejores amigas no podía ser fácil. Después de todos, nadie quería realmente compartir a Grace.

Giré la combinación en mi casillero de nuevo y estiré la mano para agarrar mi cuaderno. Pero situado en la parte de arriba de la pila de libros desordenados y material de escuela había un inmaculado sobre crema con mi nombre escrito en caligrafía en la parte delantera.

Agarré la tarjeta y miré alrededor de los pasillos llenos de gente. Esto definitivamente no había estado allí hace un minuto. ¿Quién pudo haber puesto esto tan rápidamente en mi casillero? No había manera de que pudiera caber a través de las ranuras, y Grace y Maddie eran las únicas con la combinación.

El papel del sobre era suave como el terciopelo. Esto debe ser tan caro como se sentía. Cuidadosamente abrí el sobre. No queriendo rasgar el hermoso papel.

33

El texto de la invitación estaba escrito a mano en la misma adorable caligrafía como mi nombre, y en la parte inferior derecha de la esquina había un pequeño diseño.

Katelyn Olivia Lowry, su presencia es requerida en la Estación 11 al atardecer el viernes 13 de septiembre. Entre en el sello si usted cree que es digna de ello. Venga sola. No le cuente a nadie.

Supongo que voy a hacer un poco de equilibrio por mi cuenta.

34

7

Presente Traducido por Mel Cipriano

Corregido por mterx

—Señorita Lowry, la última vez que lo comprobé, era de segundo año. ¿Le importaría explicar por qué está revolviendo un casillero de tercer año que no le pertenece, cuando debería estar en su primer período de clases?

El Director Sinclair no era un hombre grande. De hecho, no podría ser mucho más alto que un metro setenta, teniendo en cuenta que era capaz de mirarlo directamente a los ojos, y en mi última cita con el doctor había medido un metro sesenta y siete. Se pavoneaba por los pasillos como una especie de pavo real loco. El año pasado, Grace y yo le habíamos diagnosticado un caso avanzado de síndrome de poco hombre.

—Oh, hola, Señor Director. Cameron me acaba de pedir que a agarre su cuaderno de Literatura Inglesa. Se fue a casa enfermo y necesita sus apuntes para estudiar para un examen importante mañana sobre... —Pensé mucho allí. Recordé haber leído en alguna parte que cuando se miente, se debe agregar una gran cantidad de detalles, o espera, tal vez no se supone que incluyas una gran cantidad de detalles. Lo que sea. Supongo que el objetivo era mantener la calma—. Beowulf... al menos creo que eso es lo que dijo. —Mi voz era tranquila y estable.

El director no parecía muy convencido, pero por suerte Cameron no estaba ahí para decirle la verdad. Vi un movimiento por el rabillo del ojo cuando alguien salió del baño de los chicos. Sin pensarlo, aproveché la oportunidad y di unos pasos lejos del Director Sinclair.

—¡Oye! Ten cuidado. —Corrí directo hacia Liam Gilmour.

35

Liam era uno de esos chicos que habían terminado en PB después de ser expulsado de la escuela pública. Había todo tipo de rumores acerca de cómo había conseguido entrar un par de años antes, pero no estaba segura de creer ninguno de ellos. Quiero decir, si realmente era un delincuente convicto que había chantajeado de alguna manera al Director Sinclair para entrar en la escuela, ¿no debería estar en el reformatorio o algo así?

—Espero que tenga un pase, Sr. Gilmour.

—Lo conoce. —Liam mostró el armadillo disecado que uno de los profesores de ciencias utilizaba como un pase al baño.

—Bueno, dese prisa en regresar a clase. No puede permitirse el lujo de faltar a alguna de las clases adicionales.

—Sí, lo que pasa es que hay algo mal en el baño de los chicos. El último baño se desborda de nuevo. Sólo pensé que debería saberlo.

El Director Sinclair murmuró algo que sonó claramente como una maldición y echó a andar hacia la oficina del custodio.

—Confío en que va a olvidar esa combinación de casillero, señorita Lowry. —Se dio vuelta para mirarme—. Ahora, vuelva a clase. Ambos. —El Director Sinclair nos dio una larga mirada y desapareció por la esquina del pasillo.

Me temblaban las manos cuando me incliné hacia abajo, agarré el papel de debajo de mi zapato, y me lo metí en el bolsillo. Cuando me incorporé, me obligué a mirar a los ojos a Liam, no estaba segura de qué hacer con él.

—Desbordamiento de inodoro, ¿eh?

Se rió un poco. —Bueno, técnicamente no es una mentira. Se desbordó la semana pasada. Simplemente parecía que te vendría bien un descanso.

—No tienes ni idea. Bueno, gracias por la distracción. Realmente lo aprecio. —Lo estudié con atención. Liam mantenía un perfil bajo, y lo único realmente destacable de él, aparte del hecho de que tenía un cabello increíble, era el rumor de que su padre era una especie de gángster. La mayoría de las niñas en la escuela lo evitaba a pesar de su buena apariencia peligrosa. Supongo que las asustaba un poco.

Pero, por alguna razón, a mi no me asustaba. Tal vez era porque lo sorprendí dibujando una imagen increíblemente detallada de Beefany, con

36

cuernos y un bigote, en la sala de estudio. Incluso si los rumores eran ciertos y él era una especie de matón, todo el que podía dibujar al guardaespaldas de Taylor como un diablo estaba bien para mí.

—Bueno, gracias de nuevo. —Suprimí la urgencia de extender mi mano. Tenía el peor hábito de apretón de manos en el planeta. Mi padre siempre me obligó a practicar un apretón de manos firme, y mientras yo estaba segura de que su formación me serviría bien tarde en la vida, era el esquema de lo patético en la escuela secundaria.

—No hay problema. —Asintió con la cabeza hacia el casillero cerrado de Cameron—. ¿Encontraste lo que buscabas? —Sus ojos eran el tipo de color que cambiaba según el color de su camisa. Ese día, eran de un azul tormentoso, pero al día siguiente podían ser verdes o grises. Siempre había deseado ese tipo de ojos. Los míos eran simplemente marrón viejo.

—Tal vez. —Arranqué mis ojos de los suyos. Ellos me estaban dando una especie de mareo.

—Bueno, te veo por ahí. —Apretó mi hombro y se alejó.

Un rápido vistazo a mi teléfono confirmó que era demasiado tarde y camino al territorio de saltarme la clase. Tenía la esperanza de que Seth pudiera hacer algo de magia para mí en la oficina, como forjar una excusa oficial, una nota de ausencia por la enfermera de la escuela. Tal vez incluso podría pedir "prestado" un cuadernillo de hojas de ausencia. Habían llegado a ser bastante prácticos, por el bien de la investigación, por supuesto.

En vez de girar hacia mi aula del primer período, pasé por una puerta lateral y hacia el patio para examinar mis conclusiones. El aire era espeso y húmedo ya bajo el sol de la mañana, el verano no estaba dispuesto a dejar que el otoño tome las riendas. Ansiosa por la sombra del camino, tomé mi ritmo, envolviendo a las perlas de Grace en una danza furiosa alrededor de mi cuello.

Tenía mis ojos puestos en la estación 10, los Arcos de Farrow, clavados en los jardines de Pemberly Brown. La leyenda decía que si tú y tu novio se besaban debajo de uno de esos arcos, acabarían casados.

Amor vincit omnia. “El amor conquista todo”.

37

Mi mente vagó a Liam y esos ojos azules tempestuosos. Negué con la cabeza. Tenía que concentrarme. No podía cometer el mismo error dos veces.

Los jardines fueron rompiendo en los árboles naranjas y rojos ardientes de las hojas de otoño y en los profundos crisantemos morados. Coloqué mis dedos, dejando que las puntas pasaran por encima de los setos que bordeaban el camino. Finalmente su banco quedó a la vista.

En memoria de Grace Elizabeth Lee.

Después de pasar mis dedos por encima de las ranuras que escribían su nombre, saqué el trozo de papel de mi bolsillo. La letra de un chico había escrito el nombre de Grace por encima de una cresta cuidadosamente dibujada en tinta color negro. Al principio, parecía similar a la cresta de Pemberly Brown, pero un examen más detallado mostró que era diferente.

La P y la B no estaban, y en la puerta debajo de la corona adornada estaba la letra S. No tenía ni idea de lo que significaba, pero no dudaba que la diferencia era significativa. ¿Por qué si no Cameron lo había guardado?

—¿Qué te pasó, Grace? —le susurré al jardín. A pesar del aire inusualmente cálido, de repente estaba helada. Cuando levanté la vista para ver si una nube se había movido frente al sol, un destello de tela escocesa corrió como un rayo detrás de un arbusto cercano, largo cabello negro ondeando tras ella. Grace.

38

Me levanté del banco y estiré el cuello para ver por encima de las ramas, pero no había nadie allí. El arbusto estaba completamente inmóvil, excepto por un par de abejorros que zumbaban y saltaban de flor en flor.

Mi pulso se aceleró, un palpitante latido en mi cuello. Allí estaba yo, tratando de demostrar que no estaba loca, y estaba alucinando. Eso no podía ser bueno. Tan pronto como me quedé sin aliento, me dirigí hacia el interior. El aburrimiento nubla mentes de la clase sonaba mucho mejor que la espera en los jardines de un fantasma.

39

8 Traducido por *~ Vero ~*

Corregido por Juli

La práctica de tenis después de la escuela fue insoportable, particularmente con la imagen de taquilla de Cameron haciendo un agujero en mi mochila. Para el momento en el que el último autobús me dejó en casa, ni siquiera me molesté en entrar. Me dejé caer en nuestro balancín del porche y alisé la arrugada nota en mi pierna. El papel se sentía suave y gastado, como si hubiese sido plegado y replegado, leído y releído. Mientras me balanceaba hacia delante y atrás, me llamó la atención una vez más las similitudes entre el dibujo de Cameron y el escudo de Pemberly Brown.

Se veían tan parecidos, pero el lema en latín era diferente. En lugar de la frase Veritas Vos Liberabit, “La verdad te hará libre”, que era la promesa de Pemberly Brown, las palabras Audi, Vide, Tace aparecían en el boceto. “Escuchar, Ver, Callar”, traduje, agradecida (por primera vez) de mi maestra de quinto grado que pensó que sería una buena candidata para latín.

No pude evitar la sensación de que ya había visto esas palabras en alguna parte antes. Me quedé mirando el cuadro, desesperadamente tratando de refrescar mi memoria. El escudo aparece la misma puerta que cada estudiante PB llevaba sobre su corazón desde el primer año de colegio. Pero este no era exactamente el mismo.

Tiré la chaqueta de mi uniforme arrugado del fondo de mi mochila y lo comparé con el bosquejo de Cameron. Una corona fue colocada sobre la puerta en el dibujo en lugar de la llave en mi chaqueta. Y en vez de la P y la B, estaba esa letra S. Me preguntaba si Cameron lo había hecho mal.

40

Pemberly era una escuela para niñas fundada por sufragistas en 1890. En los primeros años 50, la escuela se fusionó con la escuela de varones local, Brown, para formar uno de los colegios privados más elitistas del centro del país, de ahí la P y la B que se unen. La historia de la escuela estaba tan plagada de leyendas y tradiciones extrañas que no me sorprendería si este escudo era un factor de alguna manera.

Escribí las palabras "Pemberly Brown escudo alternativo" en el motor de búsqueda de mi teléfono cuando un golpe fuerte de pies golpeando la tierra me interrumpió. Salté, sobresaltada.

Cuando una masa de rizado pelo rojo apareció a la vista, me relajé, soltando el aliento que ni siquiera me había dado cuenta de que sostenía. Seth tenía hojas secas atrapadas en el pelo, y reconocí su muy gastada copia de Las Mayores Controversias, Conspiraciones, Teorías y Encubrimientos de Nuestro Tiempo: A partir de los archivos secretos de la ciencia, la política, ocultismo y religión escondido bajo su delgado brazo. Tenía una barra de chocolate a medio comer entre sus dedos. La paranoia debe quemar un montón de calorías.

—¿Estás en serio leyendo eso de nuevo? —le pregunté, sacudiendo la cabeza.

—Quería volver a leer la parte sobre los ovnis —dijo con un encogimiento de hombros—. Vi algo con mi telescopio anoche, te juro que no era un avión o un satélite.

41

—Sí, ¿cómo la última vez que viste un ovni y te enteraste que era sólo una nueva torre de telefonía celular? —Levanté la mirada a la casa del árbol, que él y su padre habían pasado semanas construyendo cuando estábamos en el cuarto grado—. Y yo que pensaba que estabas en el asunto de la casa del árbol.

—Para que conste, no estaba en la casa del árbol real, sólo sentado en el árbol. Hay una diferencia.

—Sigue diciéndote eso —le respondí, incapaz de ocultar una sonrisa.

—¿Te sientes mejor?

Le di una mirada confusa y luego recordé. Problemas de chicas.

—Oh, sí, mucho mejor. Gracias por tu ayuda. —Y lo decía en serio. Seth puede ser un gran nerd y definitivamente podría ser molesto, pero era lo más cercano que tenia a un amigo—. Y puede ser que necesite otro favor.

Pero antes de que pudiera decir algo más, Seth alargó la mano y tomó el bosquejo de Cameron de entre mis dedos.

—Por supuesto. ¿Qué es? —preguntó Seth, examinando el dibujo.

—¡No! ¡No con eso! —dije, agarrando de nuevo—. Iba a pedirte una excusa de oficina. Para el primer período. Dios.

—Oh, está bien. Lo siento. Pensé que... Quiero decir, no quise entrometerme. —Rubor rojo se tiñó través de sus mejillas. Se pasó los dedos por el pelo, moviendo algunas ramitas fuera.

Me recordé que él sólo trataba de ayudar. Siempre estaba tratando de ayudar, lo que supongo que era parte del problema. Bajé el papel y se lo entregué.

—Es este escudo que encontré. ¿Alguna vez lo has visto antes?

—Aquí. Sostén esto —exigió y me entregó la barra de chocolate. Tomando el papel de entre mis dedos, lo levantó en el aire como si eso pudiera ayudar de alguna manera—. ¿Quién te lo dio?

—No importa. —Tiré la parte de atrás del papel y saqué la barra de chocolate. No podía decirle que lo había robado.

—Es que se ve muy familiar. ¿Tiene algo que ver con el Cráneo y los Huesos?

42

No pude detener un bufido de risa. Dejar a Seth para que encuentre la pieza menos útil de información y regurgite de nuevo a mí.

—Olvídalo. —Metí la parte posterior del papel en el bolsillo.

La conversación llegó a un punto muerto, y me di cuenta de Seth me miraba con una especie de extraño, enfermo de amor. Esperaba que no me invitara a salir de nuevo. La última vez había sido bastante incomodo.

—¿Te has hecho algo en el pelo? Es... como más rosa ¿Has puesto más rosa en él? O tal vez es el collar, quiero decir, las joyas de Grace... ya sabes lo que quiero decir... sólo te ves... um, diferente. —Las palabras salieron de su boca y al final aspiró una bocanada enorme de aire.

—No, Seth. No lo hagas.

Bajó la cabeza y la sacudió hacia atrás y adelante. —Lo siento, no debería haberlo dicho. No pude evitarlo. —Su voz tembló y le oí murmurar la palabra "estúpido" por lo bajo.

—No, está bien. —Me sentí mal. No siempre soy la persona más fácil de la que estar cerca, y no es que muchas personas hicieron todo lo posible por ser amables conmigo. Por alguna razón, una visión de Liam me vino a la cabeza—. Supongo que lo que quiero decir es, gracias.

La mandíbula de Seth prácticamente golpeó la hierba, y sonrió con su cara entera. Los ojos, la boca, la frente. Sonrió, sonrió, sonrió.

—Así que tal vez podríamos, como, ¿ir a cenar alguna vez?

—¿Alguna vez alguien te dijo que renunciaras mientras estás avanzando? —Comencé a caminar hacia mi casa, pero no pude reprimir una risita. El sonido se sentía extraño saliendo de mi boca. Había pasado mucho tiempo desde que me había reído—. Nos vemos mañana en el autobús.

La puerta se cerró de golpe detrás de mí. Como de costumbre, mis padres trabajaban hasta tarde, así que estaba sola de nuevo. Uno pensaría que estaría acostumbrada a ello ya. O tal vez la soledad era una de esas cosas a las que nunca te acostumbraras. De alguna manera ese pensamiento hizo que la casa se sienta aún más vacía de lo que sentía un momento antes.

Mientras caminaba por la escalera de caracol a mi habitación, sentí todo el peso de la muerte de Grace en mis hombros. Me encontré deseando poder decirle a alguien, cualquier persona, toda la verdad. Guardar secretos para un fantasma no era todo lo que estaba agrietado.

43

9

El otoño pasado Traducido por MelCarstairs

Corregido por lalu ♥

La noche de la hoguera de los Espíritus se sentía como energía eléctrica. El aire estaba lleno del olor de la madera quemada, y estudiantes amontonados en grupos alrededor de la enorme hoguera, mostrando ropa nueva, contando chismes sobre los demás y esperando que algo pasara.

El sol emitía un resplandor naranja sobre el Campo de los Fundadores, y los ojos de Grace parecían danzar en las llamas.

—Tengo un secreto —se burló.

—No puedes mantener un secreto para salvar tu vida —me reí, pasando mis dedos por mi perfectamente soplado, pelo marrón. Grace me convenció de usarlo suelto, y yo estaba un poco cohibida sin mi cola de caballo. Nosotras tres habíamos pasado horas seleccionando cuidadosamente que usaríamos, faldas de mezclilla revelando piernas bronceadas, jeans oscuros que abracen las curvas que desearíamos tener, camisetas de tirantes que solo Maddie podía llenar.

—Oye, eso no es verdad. Ella nunca le dijo a nadie sobre esa vez en séptimo grado cuando rompí mis jeans en la escuela de danza. Ni siquiera a ti. —Maddie me golpeó en las costillas.

Grace y yo intercambiamos una mirada de complicidad y estallamos en risas.

—¿Se lo dijiste? ¡Perra! —Maddie se cruzó de brazos pero sonrió un poco—. Bueno, seh, entonces. Totalmente no puedes mantener un secreto. Habla.

44

—Prometí que se los diría todo después de esta noche, pero por ahora mis labios están sellados.

Me reí, pero sonó un poco vacío, incluso para mis propios oídos. Tenía un secreto esta noche, también. Mis dedos vagaron a la invitación que estaba todavía en mi bolsillo trasero. Parte de mí esperaba que sea el secreto de Grace también, que nos veamos en la capilla y chillemos de alegría.

Quedaban probablemente solos diez minutos más de luz de día. Mi estómago dio vueltas. No estaba segura de lo que me estaba esperando en la capilla, pero no podía esperar para averiguarlo. Miré hacia mi teléfono, nerviosa. Desearía que la invitación diera una hora exacta.

El anochecer era un término tan amplio. Podría ser ahora, por todo lo que sabía. Sin mencionar el hecho de que se suponía que debía entrar por algún tipo de sello. ¿Qué podría significar eso? La forma en que lo imaginé, hay cerca de un 99% de probabilidades de que lo arruine completamente.

El pensar en que podría estar perdiéndome lo que sea que estuviera pasando en la capilla me puso en movimiento.

—Oigan, chicas, tengo que…

Mi giré hacia Maddie y Grace, pero ellas ya no estaban. Vi a Maddie a unos pasos aguantando cada palabra de Alistair Reynolds, pero Grace no estaba a la vista.

Empecé a hacer casualmente mi camino a la ruta de acceso en los bosques de los alrededores que llevaron a la estación 11, la capilla Pemberly. Ad vitam aeternam. “A la vida eterna.” La capilla era una reliquia de cuando Pemberly Brown era una escuela de niñas. El viejo edificio no ha sido usado en años, y todas las entradas se suponían que estaban selladas, lo que se sumaba a mi nerviosismo sobre encontrar una entrada.

Estaba casi al borde del bosque cuando escuché pasos detrás de mí. ¿Alguien me estaba siguiendo? ¿Grace? Hice una parada rápida, mirando a mí alrededor, y estaba frente a frente con Bradley Farrow.

Mi corazón se paró. Sé que es cursi y un cliché, pero cuando me di la vuelta para encontrar a centímetros de mí la cara de Bradley, mis labios sólo a un suspiro de los suyos, mi corazón se detuvo por un segundo.

—Hola, Kate. —Sonrió con su sonrisa perezosa y pasó una mano por su cabeza.

45

Él sabía mi nombre. En realidad sabía mi nombre.

—Uh… hola, Bradley. —El chico con el que sueño de noche y con accesorios para la mañana me estaba hablando y lo único que pude decir fue “Uh…. ¿Hola?” Dispárame. Dispárame ahora.

—¿Qué está haciendo sola aquí fuera? —Miró en la dirección de la capilla y luego de nuevo a mí. Me di cuenta de que sus ojos eran tan oscuros que no podías separarlos de las pupilas. El tipo de ojos en los que podrías perderte—. Es peligroso por aquí.

No podía estar segura de sí bromeaba o no, así que me reí, pero salió como un gruñido ahogado. Buen trabajo, Kate. He oído que los chicos aman un buen gruñido.

—Estaba solo…um… ¿caminando? —Seguí esta fascinante pieza de conversación con una risita aguda, la cual traté sin éxito de sofocar con mi mano. ¿Quién era esta chica que apenas podía hilar dos palabras juntas, resoplando y riéndose como una loca?

—Bueno, no deberías estar sola. —Colocó sus manos dentro de sus bolsillos y en realidad se veía un poco tímido—. ¿Te gustaría caminar conmigo?

Mi cuerpo entero hormigueó con la posibilidad de caminar con Bradley Farrow. De hecho, estoy bastante segura que si mi cuerpo pudiera hablar, hubiera gritado “¡Sí!” o más probablemente un línea completamente inapropiada de una de las novelas románticas basura de mi madre como “Tómame, Bradley. ¡Tómame ahora!”

Así que, sí quería caminar con Bradley más que nada en todo el mundo. El cielo estaba rosado y naranja, el sol bajo en el horizonte, y el olor a hojas quemadas me hacía cosquillas en la nariz. Se sentía como una noche en la que cualquier cosa pudiera pasar, una noche hecha para largas caminatas con chicos lindos.

Pero se suponía que debía estar en la capilla.

Miré rápidamente hacia el camino y me di cuenta que lo que sea que me estuviera esperando podía esperar un poco más. No estaba oscuro todavía. Sin duda, el que había enviado la invitación no se daría cuenta si yo estaba con sólo unos minutos de retraso.

46

Miré hacía Bradley, lo último de la puesta de sol proyectando un brillo cálido sobre su rostro. Sus pestañas recibieron la luz, y me di cuenta que estaba bastante cerca de ver. Cada. Una.

—Claro, puedo tomar una caminata rápida —dije, sin aliento.

Él empezó a liderar el camino pero más lento así podía alcanzar sus pasos. Mientras caminábamos, prácticamente chocando hombros, sentí sus dedos deslizarse por mi brazo y agarrar mi mano. Esperaba que no pudiera sentir la piel de gallina que se extendió por mi piel en el momento que me tocó o ver la tonta sonrisa en mi cara.

Mientras vagábamos alejándonos de la fogata, vi a alguien corriendo hacia el bosque. Cuando vi las perlas saltando alrededor de su cuello, supe sin dudas que era Grace.

47

10

Presente Traducido por Chachii

Corregido por Violet~

El mensaje llegó tarde en la noche. Cameron finalmente estaba listo para hablar. El pensamiento de estar sola en un auto con él me asustó como la mierda, pero después de tantos mensajes sin responder, realmente no tuve opción. Tenía que preguntarle acerca del retrato y Grace. Si iba a averiguar qué le sucedió realmente, necesitaba respuestas, y Cameron era la única persona quien parecía tenerlas.

Y así es como me encontré a mi misma escribiendo una nota para mis padres acerca de estudiar para la prueba de Chem4 en la casa de Naomi Farrow. Sí, ella es la hermana menor de Bradley, pero también estaba en el equipo de Tenis conmigo y mi mamá la recordaba como “la linda chica con hermosos ojos”.

Si era atrapada, esto probablemente terminaría con mis padres poniéndome bajo arresto domiciliario y obligando al Dr. Prozac a moverse en un entrenamiento privado. Las celebridades podrían verse bien meciendo esas tobilleras, pero una de esas cosas sería un total choque para mi guardarropa.

Me senté en la sala formal que nunca usábamos y esperé a que el auto de Cameron girara hacia mi calle. Me encontré deseando que no tuviera que hacer esto sola. No sólo él se había transformado de un usuario de drogas recreativas a un completo adicto en menos de un año, sino que era como si cada vez supiera más y más acerca de lo que le pasó a Grace esa noche.

4 Termino médico para el estudio básico de la química sanguínea.

48

Esto no es definitivamente lo que mis padres llamarían una “decisión inteligente”. Probablemente es seguro añadir “decisiones inteligentes” a mi larga lista de cosas que perdí el año pasado. No había hecho una de esas en un largo tiempo.

Giré las perlas que habían tomado residencia permanente alrededor de mi cuello. Grace era mi mejor amiga. No había estado ahí la noche en que más me necesitó. Pero estaba aquí ahora. Y le debía encontrar la verdad. Ella se lo había dicho a sí misma: Encuentra a Cameron. Él sabe. Además, ¿qué importaba? La peor cosa ya había ocurrido.

Faros giraron a través de la sala, iluminando los conservadores muebles. Puse la alarma de la casa, apreté el botón de la puerta del garaje, y expertamente me deslice por debajo, las perlas rebotando mientras corría hacia su coche.

—Hola —dije, saltando dentro de su camioneta—. Gracias por recogerme.

Cuando Cameron no respondió, me giré y estuve sorprendida por la vista de él. Su cabello castaño claro estaba enmarañado y tenía un aspecto grasiento. Furiosos círculos negros en sus ojos, y su boca estaba ligeramente abierta.

Pensé en salir del auto, mi mano incluso rozó la manija de la puerta, pero antes de que pudiera hacer un movimiento, oí el chasquido sordo de la cerradura y Cameron tiró del auto en reversa. Los neumáticos chillaron cuando el Range Rover dio marcha atrás en la misma.

¿En qué estaba pensando? El auto de repente estaba demasiado caliente y pequeño. Mi pulso se aceleró y comencé a entrar en pánico.

—Tal vez podamos hablar dentro —sugerí—. Regresemos a casa.

Silencio de parte de Cameron.

En lugar de dar marcha atrás, Cameron puso en marcha el auto y golpeó el pedal de gas. Duro. Aceleramos alrededor de la esquina y estuvimos a centímetros de derribar el buzón de correo. Mi corazón se aceleró, y mi cuerpo completo se estremeció con la adrenalina.

—¿Cameron? —Mi voz sonaba pequeña—. Baja la velocidad… por favor.

49

El semáforo frente a nosotros cambió a amarillo, y sentí que el auto aceleraba en vez de bajar la velocidad. El amarillo se volvió rojo y, en el último momento, Cameron dio un frenazo. Patinamos a una parada, la parte trasera del auto empujándonos hacia un lado después de la pérdida súbita del impulso.

Una botella de cerveza rodó de debajo de mi asiento y me golpeó el pie derecho. Colillas de cigarrillos esparcidas por el suelo. Y, oh Dios, ¿eso era un porro? Drogas, alcohol, y cigarrillos, el auto era como una trifecta5 rodante de un abuso de sustancias.

—¿Qué estabas haciendo en mi casillero? —la pregunta de Cameron cortó el silencio. Pasó sus dedos por su grasiento cabello y se giró para verme.

—Yo… no sé de qué me estás hablando. —El temblor después de mi inicial ajetreo de adrenalina me recordó que no estaba fuera de peligro. No por mucho tiempo. Mis piernas temblaban, preparándose para saltar fuera del auto en cualquier momento, y el corazón me latía con fuerza en el pecho, advirtiéndome que no me pusiera demasiado cómoda.

—Corta la mierda, Kate. —Arrojó algo que cayó en mi regazo. Cuando lo levanté, me di cuenta de que era mi pulsera de plata monogramada. Debí haberla dejado caer mientras estaba hurgando en el casillero de Cameron. La peor parte era que ni siquiera había notado que la había perdido. ¿Cómo pude ser tan estúpida?

—Sé que fuiste a mi casillero. ¿Encontraste lo que estabas buscando?

Me tenía atrapada y no tenía idea de qué decir.

—Cameron, sólo quiero ir a casa. Por favor. Creo que podría estar enferma —le supliqué.

Por mucho que luchase contra ellas, no pude evitar las lágrimas. Cayeron rápidamente, dejando rastros salados por mis mejillas.

La luz se volvió verde, y Cameron golpeó el pedal de gas con tanta fuerza que su cuerpo entero se movió y mi cabeza golpeó contra el asiento. La botella de cerveza rodó de regreso a su original escondite.

—Ese dibujo que robaste es importante. No tienes idea de en qué te estás metiendo. Arruinaste todo. Las cosas conmigo y Grace se supone que 5 Tri (tres) + fecta (perfecta). Una combinación perfecta de las tres sustancias.

50

eran distintas. —Cameron estaba agarrando el volante con tantas fuerza que sus nudillos estaban casi tan blancos como los míos presionándose a los costados del asiento.

Sus palabras cortaron a través de mí. ¿Fui yo quién arruinó todo entre él y Grace? Si él no era un psicópata, nosotros no estaríamos teniendo esta conversación. Mi miedo fue reemplazado por la ira… bueno, mayormente.

—Sé que estuviste allí esa noche —susurré. Mi cuerpo entero comenzó a sacudirse cuando escuché las palabras escapándose de mi boca—. No fue sólo un accidente al azar, ¿no es así?

Por un segundo, me pregunté si no me había oído. Y luego Cameron desvió el coche sobre el arcén y se detuvo en seco.

Por lo que se sintió como horas, ninguno de nosotros dijo una palabra. El exhausto motor humeaba en la parte trasera, y Cameron se sostuvo el rostro entre las manos.

Unos pocos minutos después, dejó sus manos, se acercó, y me tomó rudamente por los hombros. Si esto fuera una película, los quince años de mi vida habrían pasado ante mis ojos.

—No tienes idea de con qué estás lidiando, Kate. —Su voz era lenta, controlada—. Husmeas, encuentras un objeto que no entiendes, y ahora crees que tienes todo resuelto. —Le dio un puñetazo al tablero tan fuerte que todo el auto tembló debajo de mí—. ¡Noticia de última hora, Kate! —Una vena palpitaba en su frente en sintonía con mi palpitante corazón. Extendió la mano y tomó mi brazo—. ¡No sabes nada!

Equivocado. Sabía una cosa: Necesitaba salir de este auto.

Clavé mis inexistentes uñas en su brazo, y me soltó como si se hubiera despertado de un sueño y no supiera dónde estaba.

—Kate, espera…

Busqué la cerradura de la puerta, tomé la manija del auto, y prácticamente caí fuera de éste y en el césped delantero de alguien. En el segundo en que mi pie golpeó la tierra, salí corriendo por la acera.

Oí a Cameron abrir su puerta, pero yo ya había puesto una respetable distancia entre nosotros dos.

51

—¡Espera! No lo entiendes. Déjame explicar. —Dejó escapar un alarido lleno de ira, dolor y tristeza. El ruido era casi inhumano.

Tenía que alejarme de él.

Debía de parecer ridícula corriendo calle a abajo, porque me gané a mi misma unos cuantos bocinazos y más de un “¡Si, nena!”.

Justo cuando estaba felicitándome por mi impresionante resistencia, uno de los tirantes de mis sandalias se rompió y me dejó cojeando por la acera. Un halo de pelo fucsia enmarañado rozó mi rostro, pude sentir el maquillaje derramándose por mis ojos, y yo estaba llevando uno de mis zapatos.

Pero en ese momento, no estaba pensando realmente sobre cómo lucía. En su lugar me obsesioné con mirar sobre mi hombro por Cameron y su Range Rover. El recuerdo de sus dedos agarrándome por el brazo me obligó a tomar ritmo a pesar de mi calzado roto.

Y luego, como en un espejismo, apareció delante de mí. El suministrador de cafeína donde nada malo podría pasar nunca. Las letras blancas en el cartel verde que formaban “Starbucks”, pero que podrían decir “Seguridad”.

Cojeé al interior, agradecida de que hubiera metida los veinte dólares que mis padres habían dejado para comida rápida en mi bolsillo antes de que dejara la casa. Tal vez si tenía un pequeño Frap y me calmaba un poco, podría llamar a alguien para que me llevara a casa.

Por supuesto, nunca nada va de la manera en que lo planeo. Es como la Ley de Newton o algo. O espera, ¿quizá era la Ley de Isaac? Lo que sea. Es la Ley donde a un tipo básicamente dice que el peor escenario casi siempre sucede. Y esa noche cuando me tropecé en el Starbucks, estaba como caminando por una hipótesis nefasta para probar su teoría absolutamente, e inequivocablemente cierta.

52

11 Traducido por Juli

Corregido por Findareasontosmile

Cuando entré en Starbucks con un pie desnudo se me ocurrió que podría no estar calificada para el café, debido a su cláusula ‘Sin camisa, sin zapatos, no hay servicio’. Afortunadamente, la camarera ignoró mi sandalia rota y tomó mi orden por un Venti Mocha Frappuccino entero y lleno de azúcar con crema batida adicional.

Tan pronto como ella anunció que mi bebida estaba lista y me entregó la taza, tomé un largo sorbo de la mezcla fría y azucarada y sentí mis músculos comenzaron a relajarse. Me di la vuelta y me dejé caer en un cómodo sillón mullido en la esquina.

—Ejem. —El sonido llegó desde el sofá detrás de mí. Me di la vuelta para ver a Liam Gilmour descansando en el sofá como si viviera allí, café en mano, con una tonta sonrisa en su rostro.

En ese momento casi me hubiera gustado estar de vuelta en el coche con Cameron. Hubiera sido menos humillante. Bueno, menos humillante y potencialmente mortal, pero en ese momento Cameron parecía el menor de los dos males.

—Uh...hola —logré tartamudear mientras recorría los dedos por el nido de ratas situado en la parte superior de mi cabeza. Mi pelo era una causa perdida. Rosa + rizos= desastre, así que casualmente limpié el rímel desde debajo de mis ojos.

—¿Mala noche?

—Sí, se podría decir eso. —Dejé de tratar de arreglarme y tomé un largo trago de mi bebida. Mientras me asomaba por el borde de mi taza, me di cuenta de que Liam era aún más lindo de lo que recordaba. Recordé mi promesa anterior de no preocuparme, no involucrarme, pero no podía evitarlo. Me di cuenta. Su camiseta retro se aferraba a sus brazos y la cintura, promocionando una banda de la que nunca había oído hablar y sus jeans

53

estaban perfectamente rotos. Pero lo más sorprendente acerca de Liam tenía que ser que realmente me miraba a mí.

No estaba acostumbrada a eso.

Uno de los inesperados efectos secundarios de tener tu mejor amigo moribundo y tu otro mejor amigo públicamente ignorándote era que la gente dejaba de mirarte directamente a ti. Miraban mi pelo o mis pies o algunas veces, y tú sabes quiénes son, incluso mi pecho, pero nunca nadie me miraba a los ojos. Era como si el dolor en mis ojos ardiera con tal intensidad que nadie podía mirarlos directamente.

Incómoda, miré hacia abajo y fingí examinar mis uñas.

—¿Necesitas un viaje a casa o algo así? —preguntó mirando mis pies sucios.

—¡No! —Después de que la palabra salió de mis labios, me di cuenta de que podría haber sonado un poco brusca—. Quiero decir, no, gracias. Estoy bien. En serio.

Me miró de arriba a abajo. —No te ves muy bien.

Me ericé. Sí, era un completo desastre, pero lo último que necesitaba era algún híbrido hippie-rebelde para recordarme ese hecho.

—Estoy bien —repetí con voz apagada.

—Escucha, no te voy a dejar aquí con un zapato. Te voy a llevar a casa. No es gran cosa.

Miré a mis pies sucios. ¿A quién estaba engañando?

—Está bien. ¿Puedo terminar esto antes?

Necesitaba un poco de tiempo para reponerme antes de irme a casa. Mis padres iban a tener muchas preguntas cuando entrara en la casa luciendo así, y necesitaba un poco de tiempo para prepararme mentalmente.

—Mira, eso no fue tan difícil ahora, ¿verdad? —Las comisuras de su boca se curvaron muy ligeramente en la victoria. Bastardo.

La puerta se abrió y me volví para ver quién había llegado, encantada de tener un minuto para pensar en cómo llenar el incómodo silencio inminente. Debería haber estado preparada para lo que sucedió después. Después de todo, estuve caminando, hablando de la prueba de que el teorema del peor de los casos era una ley tan concreta como la gravedad. Por

54

desgracia, cuando Maddie, Taylor y Beefany entraron por esa puerta, casi me caigo de la silla.

No había forma de ocultar la expresión de horror en mi rostro, así como tampoco mi horrible pelo, mi zapato roto, mi pie sucio y mi bebida de tres mil calorías.

No voy a mentir. Me he dejado llevar ocasionalmente, bueno, está bien, frecuentemente, por fantasías de venganza que me involucran luciendo magnífica, coqueteando con los chicos más calientes y siendo bastante genial en general, mientras que Maddie, Taylor y Beefany son relegadas a un segundo plano porque están mal vestidas y se sienten incómodas y fuera de lugar.

Pero la realidad era que me encontraba aquí en Starbucks tratando de reponerme después de que literalmente había corrido por mi vida. Y allí estaban ellas, mirándose como si acabaran de pasar la tarde en un spa y estaban de humor para una bebida rápida y libre de calorías antes de dirigirse a una fiesta fabulosa de la que yo, por supuesto, no sabía nada. Cuando volví a mirar a Liam, vi que su rostro se había ensombrecido. Miraba directamente a Beefany, de todas las personas. Raro. Por lo menos yo más o menos podía entender por qué los chicos se obsesionaban con Taylor. Quiero decir, era preciosa. Rubia, impecable, lista. ¿Pero Beefany? Sí, era bonita, pero probablemente tenía doce centímetros y nueve kilos más que él. La expresión de su rostro hizo que todos los rumores acerca de la sombría familia de Liam y el escabroso pasado fuera un poco más creíble.

Taylor y su pandilla deben haber sentido nuestros ojos en ellas, porque Taylor susurró una orden a Maddie, enviándola corriendo hacia la camarera. Después de unas palabras más silenciosas a Beefany, se deslizaron hacia nuestro pequeño rincón. Beefany hizo toda la conversación mientras que Taylor se quedó allí apestando a la perfección.

—Hola, chicos, es muy agradable ver algunos compañeros PBers en todas partes —dijo Beefany, con la voz ronca como si acabara de salir de una semana de fumar compulsivamente.

—Uh, hola. Yo en realidad estaba levantándome. Kate, ya vuelvo. —Liam me miró y asintió hacia el baño.

Qué manera de tirarme debajo del autobús, Liam. Pero Beefany se abalanzó antes de que pudiera escapar.

55

—No te vayas tan rápido. —Puso una mano carnosa en su hombro y lo empujó hacia abajo—. ¿Qué pensaría tu cita? —Ella me miró y levantó una perfecta ceja negra.

Miré fijamente sus ojos durante un segundo, pero fui atraída por sus fuertes dedos mientras masajeaba el hombro de Liam. Me lanzó una mirada de disculpa, pero no la apartó. Vomité un poco en mi boca.

—Así que odio hacer esto cuando estás en una cita, pero realmente necesito hablar contigo, Liam. En privado. —Beefany se giró, con el pelo largo y negro balanceándose sobre un hombro y comenzó a caminar hacia la esquina de la cafetería sin ni siquiera molestarse en esperar una respuesta.

Para mi total y absoluta sorpresa, Liam rápidamente la siguió. Lo único bueno de mi Frappuccino era que tenía algo para mantenerme ocupada mientras trataba de fingir que la abeja reina de nuestra escuela y mi ex-mejor amiga no se encontraban de pie a unos metros de mí susurrando.

En su lugar me centré en observar a Liam y Beefany. No tenía ni idea de que eran incluso amigos, pero estaban enfrascados en una conversación. La espalda de Liam estaba hacia mí, pero Beefany se reía y tocaba su brazo, robando miradas en mi dirección cada cierto tiempo. Liam era alto, pero Beefany era más alta. Cuando le susurró al oído, rozándose con su mejilla, mi piel se puso de gallina. Eché un vistazo a Taylor, quien miraba con una pequeña sonrisa en sus labios.

Por último, la feliz pareja se dirigió hacia mí. La cara de Liam estaba completamente en blanco mientras se hundía de nuevo en el sofá. Taylor susurró algo al oído de Beefany, y no tenía ninguna duda de que estaba moviendo todos los hilos en este incómodo encuentro. Al parecer, Beefany salvó a la Reina Taylor de ensuciarse las manos.

—Bueno...voy a dejarlos de nuevo en su pequeña cita. Espero que te sientas mejor, Cat. Te ves como si hubieras estado en una pelea. ¡Ciao! —dijo Beefany con un último tirón de su cabello.

—Es...Kate. Mi nombre es Kate —le dije. Sin embargo, las dos ya reían entre ellas en su camino hacia la puerta. Me pregunté si Taylor le había dicho a Beefany que dijera mi nombre equivocado, la guinda en mi pastel de la humillación.

Maddie obedientemente esperó cerca de la salida, sosteniendo tres cafés con hielo en sus delgados brazos. Debe de haber expandido su dieta

56

para incluir hielo y café. Impresionante. Taylor caminó directamente hacia afuera, y Beefany la siguió. Ninguno de las dos se molestaron en ayudar a Maddie con las bebidas. Típico.

Me giré hacia Liam, que miraba hacia el espacio, perdido en sus pensamientos, con la misma oscura expresión en su rostro. Por fin salió de su ensueño y se volvió hacia mí. Arrugó la frente un poco antes de que su boca se torciera en una sonrisa.

—¿Acaba de llamarte “Cat”?

Traté de lucir molesta, pero me eché a reír junto con él.

—Sí, no ha logrado decir mi verdadero nombre ni una vez. Prácticamente crecimos juntos y la semana pasada me llamó Christy y ahora...Cat. Debe ser un real decreto de la Reina Taylor que nadie debería saber mi nombre.

—Sí, bueno, no todos somos leales a la reina —dijo, su rostro se ensombreció—. ¿Lista? —Tomó el último sorbo de su café.

—Sip. Vamos a salir de aquí. ¿Estás seguro de que no te importa?

—No me importa ni un poco, Cat.

—Muy gracioso —le dije, rodando mis ojos. Esperé a que caminara hacia la puerta, pero se quedó mirándome fijamente por un segundo. Mis mejillas se sonrojaron, y examiné mis pies.

—Probablemente debería conseguir tu número, sin embargo, ya sabes, por si alguna vez quieres rechazar un paseo de mí otra vez.

Mi mente retrocedió a la oscuridad en sus ojos cuando había mirado fijamente a Beefany y entonces la pequeña conversación acogedora que siguió, pero registré mi número de todos modos. Por primera vez después de Grace, sentí una ola temblorosa de deseo. Como de costumbre, mi completa coordinación me absorbió.

Un pedazo de cabello cayó en sus ojos mientras escribía, una leve sonrisa en sus labios. Él era sexy, pero también una distracción. Y yo no necesitaba ninguna de esas ahora mismo.

Por supuesto, si yo fuera el tipo de chica que garabateaba los posibles nombres de casada en mis cuadernos, puedes apostar tu culo a que mis

57

márgenes habrían estado cubiertos con “Kate Gilmour” mientras hacía mi tarea esa noche.

Pero no era esa clase de chica. En absoluto.

—Lo tengo —dijo, deslizando su teléfono en el bolsillo y empujando a través de la puerta.

Mi teléfono vibró en mi salida. Tenía un nuevo texto de un número desconocido.

Probando. Necesitarás un paseo de nuevo algún día.

Sonreí. Resulta que había mucho que me gustaba sobre Liam Gilmour.

Mi teléfono sonó de nuevo y bajé la mirada, esperando otro texto de Liam. A pesar de que estaba a sólo unos metros de mí, me gustaba este juego.

Ver el nombre de Cameron hizo que mi estómago se hundiera.

Tenemos q hablar. Fin del juego.

Eliminé el texto. No estaba segura de que necesitaba de Cameron, pero sabía que no estaba dispuesta a hablar con él. Al menos, no todavía.

58

12 Traducido por munieca

Corregido por Juli

Mi celular sonó la mayor parte de la noche. Cada vez que comprobé, era Cameron. Había algo escalofriante y un poco obsesivo con su persistencia. A decir verdad, estaba aterrorizada de hablar con él. Tan sólo no estaba segura de estar dispuesta a escuchar lo que él podría confesar.

Me prometí que me ocuparía de él mañana, cuando las sombras largas en mi habitación no estuvieran haciéndome tan asustadiza y las ramas que rozaban mi ventana no sonaran tanto como uñas. La mañana parecía un momento mucho más seguro para conocer la verdad acerca de Grace.

Como de costumbre, las cosas parecían más manejables a la luz del día. Sí, había conseguido aproximadamente trece mensajes y diez llamadas perdidas del novio acosador de mi mejor amiga muerta, pero estaba segura que podría manejar la situación. Esperaría hasta que mis padres estuvieran en casa y lo llamaría de vuelta. Ya sabes lo que dicen, la seguridad en primer lugar.

Mientras tanto, he decidido continuar de forma normal, y un sábado normal para mí siempre incluía un viaje al buzón de correo. Una de mis responsabilidades individuales como la única hija de Greg y Beth Lowry era recoger el correo todos los días. Al parecer, mamá y papá tenían una cosa por su hija responsable recuperando el correo y dejándolo en una pila ordenada en la parte superior de nuestras encimeras de granito.

Conseguir el correo era uno de los únicos artefactos de la “Kate vieja” que se mantuvo en su lugar. Creo que les dio a mis padres una especie de falsa esperanza de que su hija fue enterrada en algún lugar perfecto debajo del adolescente hosco que la había reemplazado en el último año. La realidad era que no me quejaba de la tarea, ya que fue práctico cuando deméritos fueron enviados por correo a casa.

Analice eso, Dr. P.

59

Mientras estaba en el buzón, me enteré de que mi búsqueda de Cameron me había conseguido un demérito por faltar a Literatura Inglesa. Supongo que Seth nunca cumplió con esa ausencia justificada. Tendría que hablar con ese chico malo y falsificar las iniciales ilegibles de mi papá.

Pero el paquete pequeño en la parte inferior de la pila fue lo que hizo que mi estómago diera un giro de ciento ochenta grados.

Era un sobre manila acolchado con plástico de burbujas, dirigido a mí. Además del hecho de que casi nunca recibí mucho correo (a menos que cuenten los malditos deméritos), no había gastos de envío, ni remitente. Pero no necesitaba ninguno de esos para saber quién había dejado el paquete en mi buzón. La letra era la misma escritura cuadrada utilizada para garabatear el nombre de Grace al lado de la cresta misteriosa.

Miré a la izquierda y luego a la derecha, casi esperando oír gritar a Grace—: ¡Te pillé! —En medio de un ataque de risa. Pero la única persona alrededor era Seth, caminando por el camino de entrada a su propio buzón.

—¿Estás bien, Kate? —gritó. Él masticaba lo que parecía un smore6, y tuve una visión de su familia reunida alrededor de una fogata en su patio trasero asando malvaviscos y cantando canciones. ¿Quién hacía smores a las 11:00 a.m. en un sábado? Pasó por alto su buzón y se dirigió directamente hacia mí como una especie de misil guiado hacia Kate.

—Hola, ¿recibiste alguna mala noticia o algo así?

Estiró su cuello flaco y trató de concentrarse en el montón de correo que yo sostenía. Apreté la pila en mi pecho y sacudí la cabeza.

—Estoy bien, Seth, en serio. —Limpié la esquina de mi boca con mi dedo, tratando de darle a Seth una pista sobre la tira de malvavisco colgando de su labio. No se dio por aludido.

—Así que estoy planeando ir rumbo al um… observatorio más tarde, esta noche. Tengo esos nuevos vecinos bajo vigilancia. ¿Quieres venir? Podemos investigar esa cosa de la rara cresta o lo que sea. El Wi-Fi funciona muy bien allá arriba.

—Sólo para que quede claro, por "observatorio" te refieres a la casa del árbol, ¿no?

6 Smore: galleta rellena con malvavisco tostado y una capa de chocolate.

60

Las mejillas de Seth se encendieron. —Bueno, sí, pero he añadido algunas cosas realmente interesantes desde la última vez que lo viste. Hay sillas y un telescopio, y es, como, realmente privado. —Se metió el resto de la smore en la boca y asintió como si acabara de decirme que nos había reservado una suite en el Four Seasons.

—Sí. No es un atractivo comercial, Seth. —Me di la vuelta y eché a andar por mi camino.

—Así que, ¿voy a tomar eso como un tal vez? —gritó esperanzado detrás de mí.

—No. Tómalo como un no. —Ni siquiera me molesté darme la vuelta para decírselo. El paquete extraño de Cameron estaba llamándome. Sostuve las perlas de Grace en mi pecho y tomé ritmo.

Una vez que estuve de nuevo en el interior, tiré la pila de correo en el mostrador y salí corriendo por las escaleras hasta mi habitación. Desgarré el sobre antes de incluso haber cerrado la puerta, y algo cayó al suelo de madera. Un delicado dije de plata grabada con las palabras Audi, Vide, Tace enclavado en la cadena que estaba conectado. Me agaché junto a él y vacié el contenido del sobre. Una invitación casi idéntica a la que había recibido hace más de un año se deslizó hasta el suelo de madera. Sólo que esta versión estaba dirigida a Grace.

El mismo papel de tarjeta cremoso acarició mis dedos, y me maldije por haber perdido la mía. Todavía no podía creer que había sido tan descuidada, y me dieron ganas de llorar pensando en lo diferente que el año pasado habría sido si yo sólo hubiera logrado aferrarme a ella. Habría habido una investigación real sobre la muerte de Grace, y tal vez incluso respuestas.

Examiné la invitación de Grace con atención, y por lo que pude ver, la única diferencia es que en lugar de un dibujo en la esquina inferior derecha, donde había estado el mío, el de ella aparecía en la parte inferior izquierda. Es evidente que los dibujos eran parte de un cuadro más grande. La cuidadosa letra cuadrada de Cameron apareció en una nota adhesiva pegada en la parte posterior.

Kate,

61

Tú conoces a Grace. No podía guardar un secreto. Y estoy harto de guardar el mío. No sé por qué ella estaba allí esa noche. Pero se suponía que yo debía estar con ella. Me dijo que la esperara en el sótano de la capilla, pero la vi con otro hombre y no me molesté en presentarme. Es mi culpa que muriera. Debería haber estado allí para salvarla. Tú tienes el símbolo que dibujé, y ahora tienes este dije que encontré el día después de su muerte. Eso es todo lo que pude conseguir. Hay mucho más en esta historia, y si alguien puede entenderlo, eres tú. Se acabó para mí.

Cameron.

Me froté los ojos, tratando de entender lo que todo esto significaba, y luego volví a leer las últimas palabras de Cameron: “Se acabó para mí”

Oh, Dios.

Busqué mi teléfono en mi bolso y con manos temblorosas pasé a través de mis contactos hasta que el nombre de Cameron se puso en relieve. Después de tres timbres, pensé que el teléfono iría al buzón de voz, pero la voz ronca de un hombre llenó mi oreja.

—¿Hola?

—¿Está Cameron ahí?

—¿Quién eres? —La voz en el otro extremo del teléfono era severa, y por un instante pensé en colgar.

—Mi nombre es Kate. Yo soy... um... una amiga de la escuela. —Me preguntaba si él me recordaría como la niña que siempre jugaba con Grace.

—Este es el Sr. Thompson, Kate, el padre de Cameron. —Su voz se quebró en la última palabra—. ¿Sabes dónde está? Hemos estado buscando por todas partes... él nunca volvió a casa anoche.

—Yo... um, lo siento, pero no sé nada. Estaba esperando encontrarlo también.

—Dejó su teléfono celular aquí, pero está completamente vacío. Él eliminó todos los contactos, todos los correos electrónicos, todos los mensajes. No sabemos nada. —El padre de Cameron sonaba desesperado, suplicante—. Por favor, llámanos si oyes algo de él. Hemos presentado una denuncia de persona desaparecida, pero la policía cree que se escapó. No

62

hay realmente mucho que podamos hacer... —Su voz se quebró de nuevo, y estaba casi segura de que había empezado a llorar.

—Le diré si me entero de algo, ¿de acuerdo? —Mis palabras apenas salieron en un susurro.

—Sí, haz eso.

—Lo siento mucho... —Pero sabía por la forma en que mis palabras resonaron en el aire muerto que él ya había colgado.

Le di vueltas a las perlas de Grace entre mis dedos y deseé que ella estuviera aquí para ayudarme en esto. A través de todos los años de nuestra amistad, Grace había sido la menos temerosa. Ella habría sabido qué hacer y me habría dado el coraje para hacerlo. Cerré los ojos con fuerza. Tal vez si me esforzaba lo suficiente, sería capaz de sentirla o ella sentiría que yo la necesitaba y me enviaría otro correo electrónico.

¿Pero cuando abrí los ojos y miré el teléfono? Nada.

Si yo no hubiera irrumpido en su casillero, Cameron probablemente estaría bajo las gradas en este momento, drogado hasta lo último de su mente. Pero yo había encontrado el dibujo. Le acusé de matar a Grace.

Cameron se había ido y todo era mi culpa.

63

13

El otoño pasado Traducido por Dracanea

Corregido por Vericity

Bradley y yo habíamos llegado por fin al lago en el centro del campus, y me pregunté si me recordaba de la noche de Nativitas. Tal vez había pasado las últimas semanas en la escuela en busca de la chica del bikini rosa de lunares y sólo ahora me reconoció.

Azul marino sangró en el naranja del horizonte, y tenues puntitos de luz que salpicaban el cielo como las estrellas empezaron a hacer acto de presencia. Miré a Bradley a través de capas de máscara de pestañas de Maybelline, admirando su perfil y no podía creer que me estuviera pasando a mí, Kate Lowry.

Bradley se sentó en una de las bancas que rodeaban el agua, y vacilé, sin saber lo cerca que debía sentarme de él. Optar por otro lado de la banca sería ser torpe, pero tampoco iba a tumbarme en su regazo. Finalmente me decidí a tomar asiento alrededor de unos centímetros de distancia de él. En cuanto me senté, se deslizó hacia mí, lo suficientemente cerca para que nuestras rodillas se tocaran, y una oleada de electricidad se disparó a través de mi pierna.

Mi rodilla estaba tocando la rodilla de Bradley Farrow. Mierda. Ajusté mi falda vaquera por lo que cubría más de mis muslos y giré el brazalete alrededor de la muñeca.

—Así que es una buena noche, ¿eh? —preguntó, volviéndose hacia mí.

—Uh, sí. Bonita —logré balbucear como respuesta, mi mente girando, mi pierna ardiendo por su contacto.

64

—Me sorprende que no tuvieras otro lugar para estar —comentó, con una leve sonrisa.

Por un momento me pregunté si sabía de la invitación, pero luego me agarró la mano y no pude pensar en nada más que el calor de sus dedos. Una ráfaga de coraje me recorrió. Estaba aquí. Bradley me gustaba. Podía hacer esto.

Abrí la boca para hablar, pero Bradley cortó mis palabras con un beso. Sus labios eran suaves y cálidos contra los míos, su suave toque una broma. Abrí la boca ligeramente, ávida de más, relajándome en su pecho. Pero tan repentinamente como había comenzado, todo había terminado. Bradley se apartó.

Mi cara ardía de humillación. ¿Qué demonios había estado pensando? Probablemente pensó que yo era una puta enorme o algo así. O tal vez mi boca aún sabía a la pizza que había comido en casa de Grace. Traté de analizar la expresión de su rostro: ¿aburrimiento, confusión, repulsión? No podía estar segura.

Sentí sus ojos buscando el espacio detrás de mí y vi un gesto sutil de la cabeza. ¿Estaba alguien ahí? Azoté mi cabeza alrededor y vi a una persona correr de nuevo hacia la dirección de la hoguera. Dios, esperaba que no hubieran visto a Bradley alejarme.

La mano de Bradley se sentía floja en la mía, y cuando me volví de espaldas a él, me esforcé en leer su rostro. No estaba medio sonriendo como antes, y sus ojos se movían alrededor, buscando por todas partes excepto a mí.

Sacó su mano de la mía y la pasó por encima de su cabeza rapada. —Oye, lo siento... —Sacó el teléfono del bolsillo—. No me di cuenta del tiempo. Tengo que irme, pero te veré por ahí. —Me dio una última sonrisa antes de correr hacia la oscuridad y hacia la hoguera.

Me quedé sin habla. Lo peor de todo era que sabía exactamente cuándo había salido mal. Era una besadora terrible, y todos en la escuela sabrían todo al respecto el lunes.

Hice todo lo posible para luchar contra las lágrimas, pero no pude contenerme. Me sentía tan... rechazada. Pero mientras golpeaba en mis mejillas y me revolcaba en el banco, recordé. Una ola de nerviosismo se

65

apoderó de mí. La invitación. La capilla. El cielo nocturno estaba cerca de la oscuridad negra, bien pasado.

Llegué tarde.

Me levanté del banco y corrí hacia una abertura en el bosque. El camino era más rápido, pero era más aterrador. Me dirigí hacia los árboles y pensé que estar asustada era mi castigo por perder todo ese tiempo con Bradley. O tal vez mi recompensa por ser la peor, más repugnante besadora en el planeta.

Las hojas crujían bajo mis pies rítmicamente, y la noche golpeaba aire fresco en mis brazos y piernas mientras mi imaginación corría salvaje. Me imaginé que alguien me perseguía y no era capaz de oír sus pasos. Me imaginé un animal peligroso atacándome desde las profundidades oscuras de los bosques. Incluso me imaginaba perderme al estilo de Blair Witch7 y no ser capaz de encontrar la salida. Traté de empujar los pensamientos de miedo a medida que corría, pero eso era imposible. Me inundaron de nuevo con cada paso.

Oí el chasquido de una rama de un árbol a unos metros de distancia y me congelé. Apenas podía distinguir el sonido de pasos sobre el sonido de mi acelerado corazón.

No estaba sola.

Pero fue sólo después de ver las llamas que comencé a gritar.

7 Blair Witch: es una película independiente de terror psicológico estadounidense de 1999.

66

14

Presente Traducido por MelCarstairs

Corregido por Findareasontosmile

Número de veces que actualicé mi correo electrónico desde que le envié mi último mensaje a Grace: 548.

Estado de mi bandeja de entrada como a las 1:14 a.m.: Vacía.

Número de veces que miré mi teléfono rezando por un texto o algún tipo de comunicación de Cameron: 1326.

En cinco horas mi alarma gritará en mis oídos y me obligará a levantar mi trasero de la cama e ir a la escuela. Sin necesidad de decir, mañana no será un buen día. No solo tenía que pasar por nueve interminables clases, sino que también tenía un partido de tenis después de la escuela. Y sin dudas todo el mundo iba a estar zumbando por la desaparición de Cameron. De alguna manera, a la luz de los recientes acontecimientos, estudiar para exámenes y golpear una pequeña pelota amarilla sobre una red parecía realmente inútil.

Justo cuando cerré mi portátil para intentar dormir, mi teléfono zumbó en mi oído. Salté de la cama, temblando, pensando que podría ser un mensaje de Cameron o tal vez incluso Grace. Estaba equivocada.

Era un texto de un número desconocido

Estación 2. 2 a.m.

Tenía que ser de Cameron. Tenía que ir a él. Tenía que intentar arreglar este lío.

Miré el reloj: 1:32 a.m. no vivía lejos de la escuela, estaba a más o menos diez minutos yendo en bicicleta. Pues claro, eso significaría romper mi

67

regla de “no montar bicicleta en público”, pero considerando que estaba negro como el carbón afuera, podría ceder un poco en eso. Después de todo, se considera público si la gente puede en realidad verte, ¿no? Antes de que pudiera cambiar mi parecer, me puse las perlas de Grace (hacen que los pijamas se vean más presentables) y salí de la casa y entré al garaje para desenterrar mi bicicleta de debajo de la pila de basura.

El viento revolvió mi pelo mientras pedaleaba en la oscuridad. No tenía idea de por qué Cameron quería encontrarse conmigo en la torre del reloj en mitad de la noche, y estaba más que un poco asustada. Pero cuando atraje el aire de antes del amanecer en mis pulmones, pude sentir la adrenalina correr por mi sangre. Algo sobre montar una bicicleta se sentía tan liberador. Lástima que pareciera tan tonto.

Llegué a la torre del reloj, justo a tiempo para ver una figura envuelta en una capa blanca subir el primer tramo de escaleras, una vela en la mano.

No habría ningún Cameron, no habría respuestas, no podría arreglar lo que había arruinado. Era Candela, otra Sacramentum, una tradición que no haría nada más que agotarme más de lo que ya estaba.

De acuerdo con una leyenda de Pemberly Brown, una chica de segundo año fue atacada por un chico en el campus en 1971. Ella fue a la policía, pero no le creyeron. Una vez que se supo que ella había acusado a uno de los chicos más populares de la escuela de violación, fue atormentada por los otros chicos y supuestamente se ahorcó en la cima de la torre.

Cada año, once chicas de segundo año se reúnen para subir las escaleras de la torre del reloj, once pisos en total. Cada chica lleva una vela que sostiene en la ventana de cada uno de los niveles de la torre hasta que todas estén encendidas. La décimo-primera chica sube hasta el piso superior y espera que aparezca el fantasma de la chica.

Me quedé atrás, debatiendo la posibilidad de ir a casa o acercarme. La decisión la tomaron por mí cuando sentía a alguien agarrar mi mano y llevarme hacia adelante.

Era Naomi Farrow. La hermosa hermana de Bradley, sin ningún cabello fuera de lugar, con los oscuros ojos brillantes. Ella no dijo ni una palabra —el silencio era la regla tácita— pero me dio una capa blanca exactamente igual a la que ella usaba. Gesticuló que debería ponérmela, así que la tiré sobre mi camisa y pantalones pijama.

68

Ella sonrió y me dio una vela blanca que encendió con la que sostenía en sus manos. Su cara titiló en la luz de la vela, y sus ojos brillaron con secretos. De nuevo agarró mi mano, y la seguí a la torre del reloj. Las chicas estaban alineadas en la placa que marcaba Estación 2, la torre del reloj. Tempus edax rerum. “El tiempo es el devorador de todas las cosas”. Las chicas parecían fantasmas, la luz de las velas proyectando sombras donde los ojos y bocas deberían estar. No podía evitar buscar la cara de Grace entre los fantasmas blancos. Mis ojos se abrieron un poco cuando vi a Maddie pero no a Grace. Obviamente.

Me quedé detrás de Naomi y me di cuenta que era la número 11. Yo estaría subiendo hasta la cima, la última chica sin suerte para esperar por el fantasma.

Una por una, las chicas subieron los escalones, y una por una se iluminaron las ventanas que conducían a la cima de la torre del reloj. Si no estuviera tan aterrada de lo que pudiera encontrar allá arriba, la vista de ellas habría sido extrañamente hermosa. Pero subir las escaleras para encontrarme con un fantasma me asustaba.

Vi a Naomi caminar lentamente hacia la torre. La chica número diez. Vi su vela parpadear pasando cada ventana mientras hacía su camino hacia la décima planta. Cuando ella finalmente paró frente a la ventana, era mi turno.

Traté de mantener mi vela estable, pero mis manos estaban temblando tanto que la cera caliente goteaba y me quemaba la piel. Mis piernas apenas podían mantenerme en pie mientras subía cada piso. Cuando pasé a Maddie en el sexto piso, se giró para mirarme. Su cara estaba blanca, pero sus ojos estaban abiertos, brillantes y tristes. Dios, la extrañaba. Levanté mis dedos en una ola, pero ella negó con la cabeza rápidamente y se alejó. Como siempre, había una pared invisible entre nosotras que nunca me dejaría pasar.

Caminé sin decir una palabra, un nuevo propósito en mis pasos. Podía hacer esto. Tenía que hacer esto. Era Kate Lowry, no una reina del baile lame-culo que tenía miedo de su propia sombra. Si en realidad había un fantasma en la cima de la torre, estaba segura que podía manejarlo. Es decir, si se define “manejarlo” como dejar caer mi vela, bajar las escaleras y correr de regreso a la seguridad de mi dormitorio.

69

Me arrastré hasta el último tramo de escaleras, temiendo que el más mínimo ruido pudiera provocar a lo que sea que estuviera esperando allí. Los viejos engranajes del reloj se agitaron y chirriaron, y cada tic tac me hizo saltar y buscar a la chica con la soga enrollada alrededor de su cuello.

Cuando finalmente me acerqué a la ventana con mi vela, la vi. Se quedó en medio del patio, falda a cuadros, su cabello oscuro caía por su espalda. Su cuerpo estaba girado hacia el denso bosque que rodeaba el campus. Pero antes de que pudiese gritar, voces profundas sonaron dentro de la torre, cortando el silencio.

—¡Boo-ah-hah-hahh!

Las voces venían de cada nivel de la torre y fueron seguidos por gritos penetrantes y agudos, uno de los cuales era mío. Cuando me di la vuelta, el corazón me latía con fuerza, para enfrentar lo que sea o quien sea que estaba allí, me encontré cara a cara con Alistair Reynolds y Bradley Farrow, ambos vestidos de pies a cabeza de negro.

Empujé el pecho de Bradley, empujándolo hacia atrás. Su gran estructura sólo se movió unas pulgadas, y él levantó las manos como si se rindiera. Pero antes de que pudiera extenderme hasta Alistair, recordé a quién había visto por la ventana. Giré la cabeza hacia atrás y grité a través de la abertura.

—¡Grace!

Examiné el oscuro suelo de abajo, buscándola. La vi corriendo hacia los bosques, sus manos empujando las malas hierbas y ramas para despejar el camino.

Bajé las escaleras, mi vela extinguida desde hace mucho tiempo en mi prisa por salir de la torre. En cada nivel, las chicas de blanco permanecían con chicos en negro, todos mirando con los ojos abiertos hacia la loca chica corriendo por las escalera. Pero para el momento en que llegué afuera, Grace ya no estaba.

Lentamente las figuras en blanco y negro fueron tras de mí, ofreciendo miradas preocupadas. Lágrimas que no había notado nublaban mi vista.

La había perdido de nuevo.

Me incliné sobre los fríos ladrillos de la torre del reloj y lentamente me hundí en el césped, acunando mi cabeza entre mis manos y sintiéndome aún

70

más perdida. Alistair y Bradley extendieron la mano para quitar las capuchas negras que cubrían sus cabezas, dejando al descubierto los rostros oscurecidos con la cara pintada.

Bradley trató de agacharse y tocar mi hombro, pero lo alejé, no queriendo sus manos en ningún lugar cerca de mí. Era difícil de creer que un año atrás habría dado lo que sea porque este tipo de atención. Pero tan pronto como sentí la presión de los dedos de Alistair sobre mi otro hombro, volvió la ira, y todo lo que había descubierto a la vez.

—Fuiste tú. ¡Tú la enviaste a propósito! —Las lágrimas se reunieron en mis ojos, derramándose por mis mejillas y aterrizando en las comisuras de mi boca—. Encontraste a alguien que lucía como ella. Que lucía como Grace… —Mi barbilla tembló mientras las palabras salían—. ¿Crees que esto es gracioso? ¡Crees que es divertido…engañarme! —Miré a los chicos parados delante de mí, acusándolos.

—No sé de qué estás hablando —dijo Alistair—. Solo queríamos asustarlas, eso es todo.

Bradley se agachó delante de mí.

—Nosotros no enviamos a nadie parecida a Grace, Kate. No te engañaríamos. —Su cara se veía suave y sincera, y de pronto mi enojo fue reemplazada por la vergüenza. Dios, estaba tan malditamente cansada de todo eso.

—Sólo… sólo déjenme sola. —Unas cuantas lágrimas más salieron de las esquinas de mis ojos. Alistair fue el primero en irse, y lentamente el resto del grupo lo siguió hasta que todos ellos desaparecieron en la noche.

Me senté por un momento, esperando a que si cerraba mis ojos y los abría de nuevo estaría en casa, en mi cama, la noche entera sería un mal sueño. Pero cuando abrí mis ojos, mi espalda seguía contra la dura piedra del la torre del reloj, mis manos apretando el césped húmedo.

Mi mano izquierda se hundió en la suave tierra mientras me esforzaba por ponerme de pie, pero mi mano derecha apretó algo duro y frío bajo el césped. Una pequeña piedra rectangular estaba casi completamente oculta por un trébol, pero tan pronto como pasé mis dedos sobre la escultura supe exactamente qué era.

La cresta.

71

15 Traducido por Monikgv

Corregido por Melii

Prácticamente anduve sonámbula al día siguiente, cabeceando en Historia del Mundo y durmiendo tan profundamente en Latín que un charco de baba se formó en mi cuaderno.

Me desperté cuando Porter Reynolds me codeó en las costillas. Grace había pensado que Porter era el chico más soñado de nuestro grado, y él realmente era lindo en esa forma de nunca-he-trabajado-un-día-en-mi-vida-y-probablemente-nunca-lo-haré. Pero para mí, su cabello intencionalmente sin lavar y sonrisa cursi gritaban “idiota.” No es exactamente la persona que quiero que perturbe mi sueño de belleza.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por mi profesora de latín de metro y medio. —¡Srta. Lowry, evigila! Ne dormias inter disciplinam. ¡Evigila!8 —Oh, así que es por eso que Porter me estaba despertando. Parece que le debo al bueno de Porter una disculpa mental. Lo siento, amigo.

—Mihi ignosce, magister9 —logré murmurar.

—Poenam meris10 —dijo con su acento de latín desagradable y falso. Quiero decir, ¿no son todos los acentos de latín falsos? Considerando que el latín es una lengua muerta, ¿cómo es que alguien siquiera sabe cómo se supone que suena? No es como si hubiera una grabación de ocho pistas de Julius Caesar dando uno de sus famosos discursos por ahí en algún lugar.

A pesar del hecho de que había dormido durante la mayor parte de Latín, fui capaz de distinguir la palabra “castigo” en ello. Mierda. Dos deméritos igualaban a una llamada del director a mis padres ausentes. Mentalmente añadí el amenazante contacto con los padres a mi lista de preocupaciones, justo debajo del calentamiento global.

8 ¡Despierta! No duermas durante la lección. ¡Arriba!

9 Disculpe, profesora.

10 Mereces un castigo.

72

Grace era, por supuesto, la número uno en mi lista.

Después de clase, mi nombre resonaba en el pasillo. Me volví, esperando que fuera Seth o incluso Liam, pero en vez de eso encontré la mirada de Alistair Reynolds. ¿Dos hermanos Reynolds en un día? Alguien debió haberme rociado con agua de dinero viejo o algo así.

—Oh, hola, Alistair —dije, tratando de no sonar muy decepcionada. Mientras lo miraba, me sonrojé de nuevo después de mi arrebato de la noche anterior.

—Quería disculparme —dijo, pasando una mano a través de su cabello desgreñado—. Fue una idea estúpida, y en serio siento mucho que te molestaras.

—No es la gran cosa. Sólo estaba súper cansada —murmuré, evitando sus ojos.

—¿Puedo compensártelo? —Tenía una sonrisa picarona mientras se inclinaba casualmente contra la bahía de casilleros. Era imposible saber si hablaba en serio o no. Yo seguí mirando alrededor del pasillo esperando que Bradley Farrow saliera y gritara—: ¡Caíste!

Alistair sintió mi vacilación. —Bueno, quiero decir, a menos de que tu novio se enoje.

Los estudiantes se apuraban a nuestro lado tratando de lograr llegar a sus clases del noveno periodo a tiempo. No podía negar la sensación de sus ojos en nosotros al pasar. Seguramente se preguntaban por qué un chico como Alistair hablaría con una chica loca como yo. Mientras consideraba esta pregunta, pensé en Maddie y su infame amor platónico por él. Pensé en lo dolida que estaría si yo aceptara. Por un segundo, incluso pensé sobre lo bien que eso se sentiría.

—No tienes que hacer eso —dije, forzándome a sonreír—. Pero gracias por la oferta. Es realmente… um… dulce de tu parte.

Él llevó su mano a su pecho, cubriendo su corazón y fingiendo sufrimiento.

—¡Ah, negado! —bromeó. Mientras caminaba hacia atrás, chocó justo con alguien. Bueno, no sólo alguien, Liam Gilmour.

—Oye, mira por dónde vas, amigo —dijo Liam con una rápida mirada a Alistair y una larga mirada a mí.

73

—Lo siento, amigo. Sólo trato de permanecer en mi juego. —Alistair levantó las manos hacia Liam y me guiñó un ojo. De pronto todo su numerito de playboy parecía muy cansado.

—Interesante. —Liam rodó los ojos.

—Siempre —le respondió a Liam, pero no apartó sus ojos de mí—. De todos modos, llámame, Kate. Estaré esperando. —Alistair me guiñó un ojo de nuevo y se fue en dirección a su próxima clase.

—No me di cuenta de que los idiotas con fondos fiduciarios eran tu tipo. —Liam negó con la cabeza—. Muy mal. Unos chicos me dieron tiquetes para un show esta noche a cambio de diseñarles unos carteles para su banda. Pensé que podría ser lo tuyo, pero tal vez me equivoqué.

Mierda. ¿Liam Gilmour acaba de invitarme a salir en una cita? —Yo… um… tengo un partido de tenis… y las bandas no son exactamente lo mío, a menos que cuentes a Los Beatles… —arrastré las palabras.

—Lo que sea. Lo entiendo. Está bien. —Miró hacia abajo a sus pies y luego a mí—. Sólo ten cuidado con esos chicos, ¿está bien? No son quienes pretenden ser. O tal vez lo son. —Negó con la cabeza—. Sólo, no se… ten cuidado. Oh, ¿y Los Beatles? Totalmente cuentan. —Se metió en un salón de clases y se desvaneció tan rápido como había aparecido.

Genial. De alguna manera había logrado hacer que el chico más cursi de la escuela piense que lo voy a llamar mientras simultáneamente mandé a volar al chico del cual podría estar interesada en realidad.

Universo: 1. Kate: 0.

***

Directamente después de la escuela, Naomi y yo estábamos emparejadas para calentar antes de nuestro partido de tenis. Tan pronto como escuché el nombre de Naomi, mi cara se enrojeció. Ella probablemente creyó que estaba loca después de la noche anterior. Pero no pude exactamente pedirle al entrenador una compañera diferente. Corrí hacia la cancha de césped, agradecida de que Naomi esperara a lo largo de la línea de base en lugar de reunirse conmigo en la red.

74

Durante el verano Naomi se dejó crecer el cabello y se hizo un serio trabajo en las cejas, transformándose de un patito feo a una supermodelo en toda regla. La mejor parte era que Naomi parecía totalmente ajena a su mini-transformación. Ella se ajustó su sujetador deportivo, se alisó su cabello perfecto, y le dio un pequeño saludo con la mano a uno de los jugadores de fútbol que practicaba cerca.

Bueno, tal vez no totalmente ajena.

—¡Oye, Kate! —gritó, golpeando un par de bolas en mi dirección. Se veía odiosamente bien descansada a pesar de haber participado en una ceremonia secreta la noche anterior—. Puedes servir primero.

De acuerdo, entonces no íbamos a discutir lo que había pasado la noche anterior. En realidad estaba un poco aliviada para enfocarme en calentar mi servicio en vez de obsesionarme con Candela. Pronto Naomi y yo estábamos golpeando de un lado a otro y riéndonos entre tiros. Había olvidado lo mucho que extrañaba reír con una amiga.

Pero antes de que pudiera ponerme muy cómoda, vi un autobús entrando al estacionamiento y, por mi visión periférica, alcancé a ver a alguien escondido detrás de unos robles enormes que rodean los patios. Naomi golpeó un revés asesino que pasó silbando tan cerca de mi cabeza que movió pequeños mechones de pelo cerca de mi oído.

—¡Oh! ¡Lo siento! —gritó—. Pensé que estabas lista.

Con mis ojos pegados al árbol, me acerqué a la red y caminé hacia el lado de Naomi en la cancha.

—¿Kate? —se rió Naomi incómodamente.

Entrecerré los ojos y me concentré en la falda de uniforme a cuadros de color azul marino y verde oscuro.

—¿Quién está allí? —dije, dejando caer mi raqueta y sujetando la cerca con los dedos.

La chica se fue por el bosque, así que corrí a lo largo de la cerca y fuera de la puerta detrás de ella.

—¿Kate? —La entrenadora Schafer me gritó—: ¡Kate!

Traté de seguir el ritmo de la chica, su cabello oscuro rebotando contra su espalda mientras corría, pero tenía demasiada ventaja.

75

—¡Grace! —grité dentro del bosque, incluso aunque no he visto su cara—. ¡Espera!

Mis pies se desaceleraron, pero mi pecho sólo subía con más fuerza cuando me detuve al lado de un árbol de abedul blanco.

—¿Y ahora qué? —le pregunté a absolutamente nadie.

Tuve mi respuesta cuando escuché un suave sonido de sollozos y seguí el ruido. El llanto se hizo más fuerte cuando salí del bosque y terminé debajo de los Arcos de Farrow. Y justo allí en frente de mí estaba acurrucada llorando en la banca de Grace.

La chica tenía sus piernas tiradas hacia su pecho y su frente sobre sus rodillas. Su cabello era castaño claro. No es la chica que había seguido hacia el bosque. No es Grace. Consideré darme la vuelta, pero ella levantó la cabeza y me vio antes de que pudiera desaparecer.

Maddie.

—¿Kate? —susurró—. ¿Qué estás haciendo aquí? —Se limpió las mejillas y bajó las piernas al suelo, ajustando sus pantalones cortos deportivos.

—Nada —dije, pero recordé mi vestido de tenis—. Quiero decir, sólo dando un paseo antes de mi partido.

El teléfono de Maddie sonó, y ella lo sacó de su mochila para leer el mensaje. El pánico se apoderó de su rostro, haciéndola verse mayor de quince años y no de una buena manera. Parte de mí aún no podía creer que esta sombra de persona era mi antigua mejor amiga, la chica regordeta y feliz que preparaba esquemas para conseguirnos un lugar en la mejor mesa del almuerzo o nos anotaba en la invitación de una fiesta de la clase alta. Supongo que ella no tenía que preocuparse sobre cosas como esa ahora que la mejor amiga en espera de Taylor.

—Tengo que irme —dijo apresurada, metiendo una pila de libros en su mochila. La tristeza me apuñaló cuando noté que guardo en su mochila un diario rosa brillante que yo le había dado de regalo en su cumpleaños número trece. Bueno, al menos ella no lo había quemado.

—¿Bill y Jude? —logré decir. Sabía que bromear con Maddie sobre sus padres no tan protectores era abusar, pero pensé que tal vez aclararía el aire un poco.

76

—No, es… Taylor. Se suponía que nos encontraríamos a las tres y treinta, y voy tarde —dijo, inclinándose para agarra la mochila.

—Espera… ¿Maddie? —pregunté—. ¿Has visto… quiero decir… viste a una chica corriendo por aquí antes de que yo viniera?

La postura de Maddie cambió. Ella estaba echando humo, lo cual parecía un poco extremo basado en la pregunta. Quiero decir, no es como que le pregunté cuándo fue la última vez que comió algo blanco.

—Kate, la gente siempre corre a través de los jardines. ¿Hola? Campo traviesa —cortó de golpe y se rasco la pierna, claramente agitada por mi pregunta.

—Oh… cierto —dije, rodando mis ojos.

Sus uñas dejaron rasguños rojos y enojados en sus piernas. Ella era tan mala mintiendo.

Rocé mis dedos sobre la placa de bronce aceitada que dedicó parte del Jardín Memorial a Abigail Moore, 1956-1971. La leyenda dice que su hermana había plantado las peonías, la flor favorita de Abigail, después de que murió.

A lo largo de los años, la historia que rodea su muerte cambiaba dependiendo de quien la estaba contando. Algunos chicos dicen que ella fue asesinada en un accidente por conducir ebria. Otros dicen que ella era quien colgaba de la torre del reloj. Y otros dicen que ella había desaparecido en el lago. Como muchas leyendas de PB, la verdad se había perdido en algún lugar en el tiempo.

Miro a Maddie, sorprendida de que aún estaba de pie allí. —¿Recuerdas las pee-on-mes11? —Señalé la placa.

Nuestro primer año en la escuela elemental, justo después de convertirnos en amigas instantáneas, Grace, Maddie y yo solíamos reírnos sobre nuestra broma interna sobre las hermosas flores.

—Dios, Kate, ¿es que nunca vas a madurar?

La miré, los ojos brillantes. ¿Cómo se atreve? ¿Quién era ella para juzgar a la persona en la que me he convertido después de negarse a hablarme por cerca de un año? La triste verdad era que habría dado

11

Broma interna relacionada con el nombre de las flores peonías.

77

cualquier cosa por no madurar si eso significara tener a Grace aquí conmigo ahora.

Pero cuando examiné la cara de Maddie, no se veía más enojada, sólo triste. En ese momento, quería que fuéramos amigas otra vez. No me importaba Taylor o Beefany o cuan cruel Maddie había sido conmigo en las semanas después de la muerte de Grace, o incluso cuan cruel estaba siendo justo ahora. Sólo quería hablar con una de las chicas que solía conocerme mejor que nadie en este planeta. Quería al menos una de mis mejores amigas de vuelta.

—Te extraño.

Por un instante, Maddie me miró a los ojos y se transformó de nuevo en la gordita que había compartido innumerables fiestas de pijamas llenas de secretos conmigo. Pero luego algo cambió en su cara.

—No parece que estés tan sola. Te vi hablando con Alistair hoy en el pasillo. —Levantó una de sus delgadas cejas y negó con la cabeza con disgusto—. Me tengo que ir —dijo. Y sólo así, se dio la vuelta y se alejó de mí.

Como de costumbre, no miró hacia atrás.

78

16 Traducido por Dracanea

Corregido por lalu ♥

Después de dejar a Maddie, decidí volver a casa. No podía volver a los tribunales. Por ahora los partidos ya habían comenzado, y todas las chicas, además de mi entrenadora, probablemente estaban planeando una intervención para salvar mi culo loco. Además, me moría de ganas de hacer un poco de investigación en la Estación 2, después de mi descubrimiento en la hierba la noche anterior. Tenía la esperanza de que la torre del reloj me llevara al significado detrás de la cima y su conexión a Grace.

Tomé el camino de vuelta a los vestuarios para evitar las canchas de tenis, nos montamos en un autobús de última hora y diez minutos más tarde estaba en casa. Tan pronto como entré por la puerta, me dirigí directamente hacia el contestador automático y pulsé el botón Reproducir. La voz frenética de la entrenadora Schafer llenó la cocina, y cuando escuché a alguien caminar a la cocina detrás de mí, me apresuré a llegar a Borrar y darme la vuelta.

—¿Eliminando mensajes comprometedores? —preguntó mi padre, las líneas alrededor de su boca y los ojos estaban más profundas que nunca.

—Uh... no. Eso fue un accidente. Me has asustado —le dije, buscando una excusa.

—No te molestes, Kate. Ya he hablado con tu entrenadora. Ella me llamó a mi celular. ¿Escapaste antes de un partido? ¿Dos deméritos? ¿Qué demonios está pasando? —Tomó un trago de la nevera y se sentó.

La cosa es que me hubiera gustado sentarme junto a él y contarle la historia increíble en conjunto, pero no pude. Decirle a mi papá no haría sino confirmar las sospechas de mis padres que estaba completamente loca. En lugar de ver el Dr. Prozac, probablemente estaría atrapada en la maldita sala de psiquiatría.

79

La teoría del gran Dr. Prozac era que yo evitaba acercarme a la gente por miedo a perderlos. Pero la verdad era que me sentía más segura manteniendo a todo el mundo en la distancia. Era más eficiente. Así también habían menos lastimados.

Así que en lugar de tirar de una silla y decirle a mi papá todo, me conformé con un rápido—: Estoy bien. —Y esperaba que lo dejara así.

No lo hizo.

—No nací ayer, Kate. —Se detuvo, incapaz de terminar—. No puedo... no puedo volver a como estaban las cosas el año pasado. Tu pelo es bastante malo. Pensábamos que íbamos a perder...

Se calló, mirando confuso y más que un poco asustado. Me sentí muy mal. Por supuesto que él no entendía. ¿Cómo podría? No le había dado la oportunidad. Pero, ¿qué se supone que debo decirle? Si comenzara lloriquear sobre los correos electrónicos de las mejores amigas muertas, mis padres me acusarán de obsesionarme de nuevo.

Este verano pasado, había sido considerada lo suficientemente estable como para dejar de tomar el cóctel de fármacos que se suponía que me ayudarían a seguir adelante. Todo lo que realmente hizo fue hacerme olvidar lo que significa estar viva. No podía arriesgarme a decirle y volver a ese lugar. No cuando se suponía que debía estar ayudando a Grace.

—Estoy perdido aquí, Kate. Sin embargo, tu entrenadora parece pensar diferente a la actividad después de la escuela puede ayudar. Sugirió que te inscribas en el Concilium. Dijo que esta chica, algo Taylor, está a cargo de las reuniones y que ella es una gran modelo a seguir. Espero que tenga razón.

—No me estoy uniendo a un club estúpido. —Me agarre de la mesa y saqué los clavos en la madera—. Tengo el tenis para preocuparme.

—Sabes, no eres la única que perdió a alguien, Kate. ¿Crees que no me gustaría tener a mi hija? —Su cara era vieja y triste—. Si tu entrenadora cree que un nuevo club va a ayudar, vamos a probar un nuevo club. Tu primera reunión es mañana. Y comienza el martes la detención.

—Bien. —Trague el nudo del tamaño de un huevo en la garganta.

—Arregla esto, Kate —dijo, apoyando su mano en mi hombro—. Vuelve con nosotros. Te echamos de menos.

80

Apoyé la cabeza sobre la mesa de la cocina y vi a mi papá caminar de regreso a su oficina. Deseaba que todo pudiera ser tan fácil como encontrar a la chica que solía ser, y obligarla a volver a casa.

Desafortunadamente ella parecía tan perdida como Grace.

81

17 Traducido por Mel Cipriano

Corregido por Melii

Usé letras burbujas para dibujar las palabras de Audi, Vide, Tace en el margen de mi cuaderno cuando debería haber estado tomando notas durante una presentación en PowerPoint sobre Dostoievski. La noche anterior, había buscado en Google casi todas las combinaciones de las tres palabras en latín, añadiendo “símbolo”, “Pemberly Brown” y “cresta” en la mezcla. El único resultado semi-útil había sido una página web de la Sociedad Histórica de Ohio con un artículo que hacía referencia a la historia de Pemberly Brown.

Al parecer, Brown, la escuela de varones, había cerrado en 1950 al fusionarse con la escuela de niñas local, Pemberly. La decisión fue muy controvertida en su época, pero Brown estaba baja en financiamientos y en competencia con otras escuelas privadas del área, por lo que era o fusionarse con Pemberly o dejar de existir. Un cuadro de la antigua cresta de Brown mostraba a un león sosteniendo una llave ornamentada del futuro. Estaba dibujando lo que recordaba de la cresta cuando sentí una mano en mi hombro.

—¿Kate? —Mi profesora de Literatura Inglesa, la Sra. Cole, golpeteó mi escritorio y levantó una ceja curiosa al ver mis letras burbujas en el margen—. Cuidado con eso —susurró mientras colocaba una nota en la parte superior de mi cuaderno y luego volvía a la parte delantera de la habitación para continuar con su presentación.

Antes de que pudiera comenzar a preguntarme sobre su último comentario, me di cuenta de que la nota era un pase de salida tempana de la oficina del Director. Tenía un nudo en mi estómago mientras recogía mis libros y los metía en el bolso.

En mi camino a la oficina, hice una lista mental de las posibles razones para una salida imprevista. Definitivamente no podría ser una buena cosa.

82

Por lo que yo sabía, ningún padre en la historia del mundo había dejado de trabajar temprano alguna vez para sacar a sus hijos de la escuela y llevarlos a unas vacaciones sorpresa en las Bahamas.

Con cada paso, me imaginaba circunstancias más extremas. ¿Y si mi madre había tenido un accidente, o una de mis tías o primos había muerto o... Cameron? ¿Lo habían encontrado? ¿Estaba vivo?

Cuando caminé a través de las puertas de la oficina, mi padre me estaba esperando.

—Ya firmé la salida. —La expresión de su rostro no se veía como una que tendría después de que alguien muriera, pero no llevaba ropa de vacaciones tampoco—. ¿Todo listo?

—Sí. Pero, ¿a dónde vamos? —le pregunté mientras lo seguía.

—El Dr. Lowen tenía un espacio a las once, así que te hice una cita.

—Pensé que ya no tenía que ir todas las semanas. ¿Por qué me haces esto? —No podía decir las palabras sin quejarme. Sonaba como un niño de tres años de edad.

—Ya que no vas a hablar con tu madre o conmigo, necesitas hablar con alguien. Tal vez esta semana puedas decirle al Dr. Lowen sobre lo que estabas haciendo cuando deberías haber estado en tu primer período o jugando al tenis.

Miré a mi padre y sacudí la cabeza. Probablemente era mejor no hablar. No se sabía lo que podía salir. Durante todo el camino a la oficina del doctor, el viaje en ascensor hasta el séptimo piso, y la espera de cuarenta y cinco minutos en la oficina, mi padre y yo nos dijimos exactamente cuatro palabras el uno al otro.

—¿Qué piso era?

—Siete.

Cuando la mujer detrás del mostrador con una sombra de cinco horas (un cuento caminante sobre los contras de las mujeres que usan navajas para afeitarse el vello facial) finalmente me llamó por mi nombre, salté de mi asiento, tomando la oportunidad de escapar de la sala de espera.

El hombre a mi lado secretamente me examinó con su visión periférica, la mujer bajo la pintura cursi de una niña en la playa se coló detrás de las

83

páginas de una revista, y el muchacho con las uñas pintadas de negro se asomó por debajo de sus ojos fuertemente delineados, todos ellos tratando de determinar qué marca de locura había desembarcado en los otros pacientes de la sala de espera. Me preguntaba que les ocurría a ellos cuando me miraban. ¿Tenía el clásico “veo gente muerta” mirándome a los ojos?

Me moví por la parte trasera de la oficina y abrí la familiar puerta. El Dr. Prozac estaba sentado detrás de su enorme escritorio de caoba. Y, no, no me acosté en algún sofá. Me senté en una silla incómoda con brazos de madera, a juego con el escritorio. Había olvidado lo mucho que la silla apestaba.

Yo: Cuánto tiempo sin verlo. (El Dr. P. me miró por encima de sus gafas de viejo y sonrió con su cuidadosa sonrisa).

Prozac: Kate, sabes lo mucho que espero nuestras charlas. ¿Cómo va todo?

Yo: Bien. (Si solamente terminara después de la palabra "bien". Si todo lo hiciera).

Prozac: ¿Cómo va la escuela? No te he visto desde… (miró sus notas) el mes pasado.

Yo: Bien. (Si tener un solo amigo que también pasó a ser tu vecino nerd estaba bien).

Prozac: ¿Y qué te trae por aquí? (Él se quitó las gafas y las puso sobre el escritorio).

Yo: Mi papá. Dice que necesito un lugar seguro para hablar. (Bostecé, aunque no tenía que hacerlo).

Prozac: ¿Echas de menos a Grace?

Yo: (Larga pausa. Mi garganta se quedó completamente seca, no podía, por mi vida, formar las palabras para responder. Esperaba que el Doctor P. no pudiera leer la mente. No había manera de que pudiera decirle la verdad acerca de Grace y lograr salir de aquí sin diez recetas de antidepresivos diferentes).

Prozac: ¿En qué piensas, Kate?

Yo: Bueno, ahora que la nombró, estoy pensando en Grace. (El Dr. P. se puso las gafas y comprobó sus notas).

84

Prozac: ¿Has estado pensando mucho en ella últimamente? ¿Tienes alguno de esos mismos sentimientos que tuviste después del funeral?

Yo: No, no. Estoy bien. (¿Qué sentimientos? ¿La cólera que me produjo después de tratar de decirle a todo el mundo que había algo más en la muerte de Grace y que nadie me creyera? ¿La traición que sentí después de que mis padres me registraran en el hospital por depresión en vez de escucharme? ¿O tal vez estaba refiriéndose a la vieja culpa que sentía por abandonar a mi mejor amiga en el momento en que ella más me necesitaba?)

Prozac: ¿Cómo estás durmiendo?

Yo: Bien. (Si no cuenta quedarse despierta toda la noche actualizando el correo electrónico).

Prozac: ¿Has estado haciendo cualquiera de los “ejercicios” que practicamos? (El Dr. P. formó las comillas con los dedos).

Yo: A veces. (Nota mental: nunca hacer señales de comillas con los dedos. Nunca).

Prozac: ¿Cómo va el tenis?

Yo: (Pausa muy larga. Esa era una pregunta capciosa y me gustaba ver cuánto tiempo podía hacerlo esperar por mi respuesta. Mi récord era de tres minutos y medio). Estoy segura de que mi papá ya se lo dijo, pero estoy tomando un descanso.

Prozac: ¿Un descanso? (El Dr. P. empujó su silla un poco y descruzó y volvió a cruzar las piernas. Difícil confiar en un hombre que cruza las piernas).

Yo: (Entrecerré los ojos, me parecía muy molesto cuando la gente andaba por las ramas). Estoy bastante segura de que sabe que hice una rabieta durante mi partido y que fui forzada a entrar al Concilium. Este es un lugar seguro, Dr. P. Usted sólo puede decir lo que quiere decir.

Prozac: (Se rió. Bueno, lo más cercano a una sonrisa mientras se sentaba más derecho. En realidad, sonaba más como a una tos). Sí, Kate, tu padre mencionó el partido. ¿Quieres explicarme?

Yo: (Inicié un concurso improvisado de miradas. Me gustaba ver quién parpadeaba primero. Yo solía ganar. Creo que al Dr. P. también le gustaba). Es que... me distraje.

85

Prozac: (Parpadeó y miró el reloj). Quiero que trabajes en algo para mí, de aquí a la próxima semana. Cada vez que te sientas abrumada, como si quisieras huir, dile a la gente que necesitas un descanso. Nadie puede leer tu mente, Kate. Pero la gente va a entender si necesitas un tiempo.

Yo: ¿Se refiere a cuando un niño se enoja, le rompe un juguete a alguien y su mamá lo manda a su cuarto? (Volvíamos al punto de partida de las visitas semanales. Luego venías las pequeñas píldoras de color verde y blanco).

Prozac: Sólo la versión para adultos. Como un respiro. Todos necesitamos respirar. Y, ¿Kate? (Se levantó y se quitó las gafas). Dale una oportunidad al Concilium. Tal vez te sorprenda lo que encontrarás allí. Puedes hacer una cita para la próxima semana al salir.

Me levanté de la silla sin responder, esperando poder jugar la carta del “no te oí”. Pero el Dr. P. me siguió y le dijo a la recepcionista que reservara mi cita.

—Nos vemos la semana que viene. —Nunca sonó tan deprimente.

86

18 Traducido por Elle

Corregido por Melii

Esa noche, mientras pretendía hacer la tarea, no logré nada más que desplegar sobre mi cama cada pista que tenía hasta la fecha. El escudo de armas, la invitación de Grace, su correo electrónico, la carta de Cameron, el dije de latín. Todo.

Tenía hasta nuestro libro de los secretos, en caso de que las respuestas de Grace tuvieran alguna pista que me estuviera pasando por alto. Recorrí con los dedos la pintura a relieve, los diamantes de imitación y la purpurina, y cerré los ojos, deseando volver a ser una niña. Desee poseer la habilidad de comprender el significado detrás de al menos una de las pistas. Desee poder cumplir mi promesa a Grace.

Nada.

Me dejé caer sobre las almohadas de mi cama, pensando en Candela y la piedra que descubrí bajo el césped. Tenía que haber algo más de la torre del reloj que la leyenda del suicidio de una chica. Eché un vistazo a mi habitación sabiendo que allí no encontraría las respuestas. Agarré mi mochila y saqué el contenido, en su lugar guardé cuidadosamente cada pista y salí de la habitación.

—¡Papá! —grité mientras bajaba los escalones de dos en dos—. ¡Tengo que ir a la biblioteca a hacer un proyecto!

—Espera, Kate. No puedo oír una palabra de lo que dices —llamó desde la cocina. Di vuelta a la esquina y esperé a que cerrara el grifo—. Bien, ¿qué era?

Ajusté la mochila sobre mi hombro. —Tengo que regresar al colegio y buscar un libro en la biblioteca. No me tomará mucho.

—Kate, tu mamá está camino a casa y acabo de ordenar la cena. No te puedo llevar ahora.

87

—Está bien. Iré en mi bicicleta.

La sorpresa en el rostro de mi padre no tenía precio. —Pensé que tenías una regla contra eso.

—Es importante. Regresaré a tiempo para la cena. —Antes de que pudiera decir algo más, me apresuré a salir por la puerta hacia el garaje, rompiendo mi regla de no andar bicicleta en público por segunda vez en pocos días.

Lo bueno era que mi vida social ya estaba por el suelo. Este tipo de saltos eran mucho más fáciles de dar cuando no tienes mucha altura de la que caer. Además, irme en bicicleta era un poco divertido. Tal vez era hora de que reconociera a mi nerd interior.

***

Mostré mi identificación de estudiante frente al sensor y abrí la puerta de la biblioteca cuando escuché que se desbloqueaba. Solo unos pocos edificios del campus estaban abiertos las veinticuatros horas del día los siete días de la semana, y la biblioteca era uno de ellos. Como decía la placa en la puerta que la marcaba como la Estación 9, Scientia est potential. “Conocimiento es poder”, y el poder nunca duerme.

—Y estabas a punto de pasar de largo. —Escuché decir a una voz rasposa. No tenía que voltear para saber que Dorothy estaría sonriendo. Lo podía escuchar en su voz. La Sra. D. se encargaba de la biblioteca después de las horas lectivas y se aseguraba que nada extraño sucediera en los terrenos de la escuela.

—Hola Sra. D., por supuesto que iba a saludar. Solo que estoy un poco apurada —le respondí. Ella era Sra. D. u Oficial D. dependiendo de con quién hablaras. Era una mujer ancha entrada en los sesenta que se encargaba de la seguridad del campus, llevaba áspero cabello gris recortado y podía derrotar con facilidad a la mayoría de los chicos del campus en una pulseada.

Una de las tradiciones al azar de PB era que cada uno de los chicos de cuarto año retara a Dorothy antes de graduarse y dejara la Academia para asistir a una prestigiosa universidad. Creo que solo un puñado de chicos la

88

habían derrotado después de todos estos años, pero ella nunca confirmaría o negaría sus estadísticas.

—Bueno, no puedo interponerme en tu camino hacia los estudios, ¿cierto? —La Sra. D. alzó sus manos en señal de rendición, y su completamente arrugada cara sonrió.

—Sabe que la haría responsable —reí y empujé las puertas de cristal de la biblioteca Pemberly Brown.

Fui directamente hacia una de las computadoras para revisar el catálogo. Inserté las palabras “historia de Pemberly Brown” y crucé los dedos para que alguien hubiera escrito un libro sobre PB, y que ese libro pudiera ser encontrado en el primer nivel de la biblioteca.

—¿Qué hace una chica como tú a esta hora en la biblioteca? —susurró una suave voz detrás de mí.

Voltee rápidamente para encontrar a Porter Reynolds sonriéndome perezosamente con su guitarra colgando de sus hombros. Porter podía encontrarse fácilmente en el campus, rondando con su decrépita guitarra y tocando siempre los mismos tres acordes una y otra vez a la par de una monótona, y de algún modo, poética voz.

Un puñado de chicas que sufrían o de primerañitis12 o eran cazatesoros que adoraban el sonido de sus apellidos junto al de Reynolds, lo seguían.

—Solo buscando información para un proyecto escolar. ¿Y a ti qué te trae por aquí? ¿Dando serenatas a grupos de estudio?

—Aw, vamos Kate. Solo porque eres inmune a mis encantos no quiere decir que no tenga nada que ofrecer. —Fingió un puchero y parecía más idiota de lo habitual—. Solo espero que me recojan así que pensé en tomar algún material de lectura. —Sostenía un copia de Jack Kerouac On the Road y Howl and Other Poems de Allen Ginsberg. Dios, era un cliché ambulante.

—¿Tan siquiera sabes qué es la poesía beat13? —No podía dejar de preguntarle.

12

First Year—itis: Hace un juego de palabras con Primer Año, asemejándolo a una enfermedad o padecimiento. 13

Generación Beat: Las principales características eran el rechazo a los valores clásicos estadounidenses, el uso de drogas, gran libertad sexual y el estudio de la filosofía oriental. A este movimiento pertenecían Jack Kerouac y Allen Ginsberg.

89

—¿Poesía beat? Nunca oí hablar de ella. Pero a las chicas les encantan los tipos que andan cargando libros. —Se acercó a mí y colgó un brazo en mis hombros—. Así que ¿qué crees, Kate? ¿Está funcionando? ¿Quieres ir a las estanterías?

—Oh, sí, funciona completamente. Vamos. —Sus ojos se encendieron—. ¿Crees que a la Sra. D le interesaría un trío? —Su cara decayó, haciéndolo parecer un niño que acaba de averiguar que no le regalarán un poni por Navidad.

Me dijo alguna palabrota antes de escabullirse, presuntamente a atosigar a alguna otra confiada chica. Regresé a mi búsqueda. La computadora hizo el sonido chisporroteante que me hacía saber que buscaba y… bingo.

Los resultados arrojaron un libro llamado Pemberly Brown: 150 Años de Excelencia por Calvin Markwell. Pero mi corazón se hundió un poquito cuando la ubicación estaba marcada como “estanterías”. La idea de ir sola hizo que casi me arrepintiera de rechazar la invitación de Porter. Había rumores de que ruidos extraños y figuras fantasmales rondaban por ahí. Solía burlarme de esas historias, pero ahora no estaba tan segura.

Después de anotar los detalles del libro, hice una pequeña exploración de la biblioteca para ver si estaba sola. Cuando mis ojos cayeron en Dorothy, consideré decirle que me dirigía a las estanterías y que fuera a buscarme si no regresaba a los quince minutos. Pero qué tenía ¿cinco años? Además, había un botón de emergencia que podía apretar para llamarla si algo pasaba. Me puse los pantalones de niña grande, me colgué el bolso de un hombro y me dirigí a las escaleras.

Mientras bajaba y los anaqueles aparecían en mi campo de visión, me recosté a pasamanos y me paré de puntillas para ver si había alguien buscando libros al mismo tiempo que yo. Aparentemente la costa estaba libre. No estaba segura de si era una cosa mala o buena.

Encontré la hilera correcta y recorrí con los dedos los libros encuadernados en piel hasta que aterricé en “Markwell”. Voilá. Pemberly Brown: 150 Años de Excelencia. Saqué del estante el enorme libro granate, los sostuve contra mi pecho y me dirigí hacia una de las mesas de estudio.

90

Lo abrí directamente en el índice, y ahí estaba en la página opuesta: el blasón. Bueno, casi. Esta versión tenía escrita “Escuela Pemberly para Chicas” alrededor del escudo y la fecha de fundación. Arrugué la frente, confundida.

Así que el blasón misterioso era en realidad el antiguo blasón de Pemberly ¿eh? ¿Pero por qué alguien tendría un collar grabado con Audi, Vide, Tace, el antiguo lema de Pemberly, en la capilla la noche que Grace murió? ¿Y por qué había una S en el dibujo de Cameron? Esto no tenía sentido.

Junto al blasón de Pemberly estaba el de Brown con el león y la llave, y debajo de ambos, la imagen del blasón actual de Pemberly Brown. El párrafo a continuación explicaba que Pemberly había alterado su blasón cuando la escuela se fusionó con Brown. Pemberly aportó la puerta; Brown la llave. Juntos, las escuelas establecieron un nuevo lema que representaría la unidad mucho mejor.

91

El marcador que había visto fuera de la torre del reloj probablemente señalaba la Estación 2 antes de la fusión. ¿Pero que tenía que ver eso con Grace?

Eché un vistazo a mi teléfono. El tiempo corría. Recorriendo los encabezados con los dedos, encontré el número de la página donde comenzaba la información sobre las Doce Estaciones, así que comencé a hojear el libro hasta el capítulo que necesitaba. Me distraje con la foto de una hermosa mujer que encontré unas páginas antes de la información de las estaciones. El pie de página ponía que era la arquitecta de la fusión de 1950, Josephine Fitzgerald Reynolds.

El texto seguía explicando que ella había rediseñado el campus completo, transformando lo que solía ser la escuela superior en las escuelas baja y media y había diseñado una escuela superior desde los cimientos. Bien por ti, Josephine.

Mi estómago rugió, recordándome que la cena probablemente se estaba enfriando, pero tenía trabajo que hacer. Pasé las páginas y vi la foto familiar de la torre del reloj. Fue construido en 1893 cuando Pemberly Brown era solo Pemberly. Los relojes eran un lujo, y la torre había sido construida para establecer la hora estándar en el campus.

Leí por arriba la información sobre el enorme péndulo que lo hacía andar y me detuve en la sección sobre la chica que supuestamente se había ahorcado en el onceno piso. El historiador decía que la información no podía ser corroborada y que se consideraba una leyenda. Entonces siguió con la descripción de Candela, Nativitas y algunos otros rituales asociados con Pemberly Brown.

Pasé la página un poco molesta con este llamado historiador. Supongo que quería creer que algunas de las leyendas de la Academia eran verdad. Mientras proseguía la lectura, noté que en la página siguiente el texto no se alineaba. Cuando levanté la página, me di cuenta de que habían cortado un cuadrado perfecto, removiendo una sección completa de texto. Me senté y comencé a morderme una uña rota.

¿Qué había sido quitado? Levantando un montón de páginas del capítulo, las pasé y noté huecos adicionales en las páginas. Por un segundo no podía creer lo que estaba viendo.

92

Pemberly Brown tenía secretos que alguien no quería que los estudiantes descubrieran.

—¿Cómo vamos aquí abajo? —La voz de Dorothy rompió la quietud y casi me caigo de la silla.

—Oh, bien, supongo. Parece que no puedo encontrar lo que estoy buscando. —Cerré de un golpe el libro dañado, molesta por tener que hacer un viaje a la biblioteca pública o pedir una copia en línea y esperar a que fuera entregada. No tenía tiempo para esto.

—Tal vez no estás buscando en el sitio adecuado —dijo Dorothy mientras bajaba la escalera.

—Bueno, me muero de hambre, así que el resto de mi investigación tendrá que esperar. —Recogí mi bolso y me sorprendí al sentir la mano de Dorothy en mi espalda.

—Solo ten cuidado. Cosas extrañas han pasado por aquí, y algunas son mejor dejarlas tranquilas —dijo, asintiendo hacia el libro.

—Seh, supongo —repliqué. Dorothy probablemente había visto un montón de cosas interesantes aquí abajo en sus treinta años en Pemberly Brown.

Me dio unas palmaditas en el hombro y se dirigió a la escalera.

Después de que sus pasos desaparecieran, regresé al libro, abriéndolo en la página que mostraba la fusión de los blasones escolares.

—¿Qué significa todo esto Grace? —susurré, frotándome los ojos ardientes. De pronto me sentía exhausta. Levanté sus perlas de mi cuello y enrosqué el collar en mi muñeca, jugando con las cuentas. Oficialmente me había quedado sin respuestas. No que tuviera alguna para empezar.

Me llevé el libro al pecho y volví a los anaqueles para devolverlo. Llegué a la hilera a la que pertenecía el libro de Calvin Markwell y comencé a ponerlo en su sitio, pero un pedazo de papel estaba atorado en la abertura.

Tick, tock, aléjate del reloj. Estamos observando.

Escuché cerrarse con fuerza un libro en una hilera más allá. No estaba sola.

—¿Sra. D? —Mi voz tembló mientras pronunciaba su nombre y empujé el libro de vuelta a su sitio. A través de los espacios entre los libros vislumbré

93

a alguien corriendo por la hilera paralela a la mía—. ¿Porter? Esto no es gracioso. Te vas a meter en serios problemas… —Mi voz se apagó cuando escuché otro libro caer detrás de mí.

Me fui hasta la salida, maldiciendo al botón de emergencia por no estar exactamente donde lo necesitaba. La abertura al final de la hilera se acercaba poco a poco, así que reduje el paso y escuché.

No podía ver a nadie a través de los libros y solo podía escuchar el sonido de mi propia respiración entrecortada. Escudriñé por la esquina, pero no había nadie. Tenía que correr hacia la escalera. Anduve con rapidez y arrojé mi cuerpo hacia arriba, subiendo los escalones de tres en tres.

Cuando aterricé en el vestíbulo de la biblioteca, Porter estaba ocupado romanceando con un par de chicas de primer año, que reían tontamente con algo que él había dicho. Su conversación se detuvo bruscamente cuando vieron mi estado agotado, estaban boquiabiertos.

Ignoré sus miradas extrañas y me fui directamente al escritorio de Dorothy, llevaba la nota arrugada en mi mano sudorosa.

—Sra. D. —resoplé—. ¿Vio bajar a alguien después de marcharse?

—Kate, ¿qué pasó? —preguntó la Sra. D. levantándose, tenía una mirada preocupada en su rostro. Si le permitieran portar un arma, estoy segura de que su mano se hubiera movido a la pistolera en ese momento.

Pero, en lugar de poner de un manotazo sobre el escritorio la nota y pedir un análisis de escritura, arrugué el papel en una bola y lo metí en el bolsillo.

—Oh… um… me asusté un poco. Escuché ruidos y… solo quería saber si… si alguien más estaba ahí abajo.

La Sra. D. entrecerró los ojos, probablemente considerando si debía o no llamar a la policía.

—Quiero que rellenes un informe del incidente. —Me entregó un formulario—. Preséntaselo al Director Sinclair personalmente cuando vayas mañana al colegio. —Sacudió la cabeza hacia atrás y hacia adelante suavemente—. Se lo dije incontables veces, esas estanterías son un problema. No puedo estar en dos sitios a la vez —farfulló—. Tal vez escuche una queja directamente de un estudiante.

94

No tuve tiempo para discutir, porque el reloj detrás de su escritorio marcaba las siete y doce minutos. Mis padres iban a matarme.

—De hecho voy tarde, pero rellenaré esto y lo entregaré mañana. —Descolgué el bolso y metí el papel dentro.

Mientras pedaleaba camino a casa, me ardían las piernas por el esfuerzo y mi mente giraba con preguntas. Tal vez la Sra. D tenía razón y algunos secretos debían mantenerse enterrados. Entonces el rostro de Grace destelló en mi cabeza.

Algunos secretos valían la pena meterse en problemas.

95

19 Traducido por Nats

Corregido por Melii

Mientras esperaba a que el semáforo cambiara en una intersección, vi una veta de un rayo brillar sobre la oscuridad. Unos segundos después, el trueno retumbó. Saqué la arrugada nota del bolsillo y miré las letras por segunda vez.

Estamos observando.

El viento se levantó, y no pude evitar girarme a mí alrededor para ver si estaba siendo seguida. Gruesas gotas de lluvia cayeron sobre la nota y remolinos de tinta roja empezaron a sangrar en gotitas, emborronando las letras. Pronto las palabras de la amenaza fueron tan confusas como las pistas que había reunido.

Mi teléfono vibró en el bolsillo de mis pantalones tan pronto como el rayo brilló de nuevo, y el cielo se abrió. Completamente empapada en cuestión de segundos, coloqué la bici bajo un árbol, segura de que era uno de mis padres llamando. Probablemente estarían preocupados porque estuviera montando durante una tormenta. Después de todo el debacle de la semana pasada por saltarme las clases de tenis, no podía permitirme el lujo de investigar más llamadas.

Pero no era mamá o papá. De hecho, no era una llamada en absoluto.

Tenía un correo.

Para: KateLowry@pemberlybrown.edu

Enviado: Miércoles 19:16 P.M

De: GraceLee@pemberlybrown.edu

Asunto: (sin asunto)

96

Se nos acaba el tiempo. Ve a los arcos. La verdad está con el benefactor. Te

necesito.

97

20

El otoño pasado Traducido por Ankmar

Corregido por LadyPandora

Deseé que quienquiera que estuviera gritando se detuviera. Mi cabeza estaba martilleando y aunque pareciera mentira, mi garganta se sentía en carne viva. No fue hasta que me llevé la mano al cuello que me di cuenta que el sonido estaba viniendo de mí.

Las llamas barrían la antigua capilla, abrasando a través de las vigas de madera que se rompían como cerillas y colapsaban. A medida que la capilla se desplomaba, nubes de chispas flotaban por el cielo nocturno. Me detuve frente al edificio de madera y lo vi arder, hipnotizada por las llamas naranjas y azules del fuego. Finalmente el calor alcanzó mi cara y brazos, sacándome de mi aturdimiento y enviándome desgarradoramente a través del bosque para encontrar a Maddie y a Grace. Alguien podría estar ahí. Tenía que pedir ayuda.

En el momento en divisé el bosque, camiones de bomberos y vehículos de emergencia ya estaban en la escena. Los bomberos estaban dirigiendo a los estudiantes lejos de la hoguera y maniobrando sus camiones lo más cerca posible de la capilla ardiente. Busqué a Grace entre la multitud, rezando porque estuviera equivocada con lo de encontrarla en el bosque, esperando que no hubiera sido convocada en la capilla como yo.

Pero no estaba en ninguna parte. Ni tampoco Maddie. Las lágrimas brotaron en mis ojos, pero me obligué a regresar a la acción antes de que se derramaran por los bordes. No había tiempo para llorar. No ahora.

Las luces de emergencia azules y rojas giraban en la parte superior de los autos de la policía y se reflejaban en las caras impactadas de los estudiantes y profesores. La gente revuelta alrededor ahuecaba las manos

98

alrededor de sus labios y la gente se abrazaba unos a otros dándole gracias a Dios cuando encontraban a sus amigos. Todos entendimos que esto era más que sólo un incendio, esto era más grave que la pérdida de un edificio.

Caminé a través de los grupos de estudiantes, buscando a Grace y a Maddie. No estaban en ninguna parte. Cuando finalmente vi la familiar cosecha de rizos rojos de Seth, corrí hacia él.

—¡Seth! —Eché mis brazos alrededor de su cuello. Necesitaba tocar a alguien—. ¿Has visto a Maddie y a Grace? No puedo encontrarlas en ningún lugar.

Las mejillas de Seth estaban completamente pálidas, haciendo que su cabello luciera más brillante de lo normal.

—Relájate, Kate. Todo va a ir bien. No las he visto, pero estoy seguro…

Ya estaba fuera y corriendo hacia los profesores antes que Seth tuviera tiempo para terminar. Mis mejores amigas estaban en esa capilla.

Simplemente lo sabía. Tenía que sacarlas. Tenía que salvarlas.

Los profesores estaban agrupados alrededor del Director Sinclair, luciendo casi tan sorprendidos y asustados como los estudiantes. Un nuevo miedo rebanó a través de mi corazón.

—¡Necesito pasar! —grité mientras me hacía camino a través de la masa de administradores e hice mi camino hacia el director—. ¡Director Sinclair! —Su cara estaba enrojecida y pude ver una gota de sudor zigzagueando desde su patilla hacia su barbilla.

Agarré su brazo.

—¡Creo que mis amigas están allí!

Los profesores se congelaron y por un segundo no pude oír nada excepto los gritos de los bomberos y el crepitar del fuego.

—Eso es imposible. —Pero a pesar de sus palabras parecía preocupado—. Nadie ha usado ese edificio en años. Todas las entradas están selladas. —Pero estaba equivocado. Había una forma de entrar, ya que se supone que tenía que encontrarla.

—Hace un rato vi a una de ellas caminar dentro del bosque y ahora no puedo encontrar a ninguna.

—¿Quiénes son? —preguntó uno de los otros profesores detrás de mí.

99

—Grace Lee y Maddie Greene.

Hubo algunos murmullos. Nadie más las había visto alrededor de la hoguera desde que el incendio había estallado. Pude oír la preocupación en sus voces.

—Vamos. Alertemos al jefe de bomberos. —Los otros profesores nos miraban con ansiedad mientras nos alejábamos.

El director me agarró por mi hombro mientras nos dirigíamos hacia los bomberos.

—¿Estás segura que no se fueron con algunos amigos?

—Ellas nunca harían eso. Los padres de Grace son muy estrictos y se supone que nos recogerían esta noche. —Continúe escaneando la multitud, rogando porque estuviera equivocada. Que oiría las voces de Grace y de Maddie o las atraparía regresando del bosque con Cameron o hasta con Porter.

—Y hay esto. —Busqué en mi bolsillo trasero la invitación. Ellos tenían que verla. Otras personas podrían estar atrapadas en ese edificio. ¿Quién sabe cuántas personas habían recibido la misma nota misteriosa en sus casilleros? Pero a medida que hurgué en mi bolsillo, no encontré nada más que envolturas de unos pocos palos de goma que Grace nos había ofrecido a todos en el auto, de camino. La cara del Director Sinclair se retorció de furia mientras me arrebataba el papel arrugado entre mis dedos.

—Señorita, será mejor que esto no sea una especie de broma. No hay tiempo para esto. —Lanzo el papel de aluminio y en este se reflejaron las llamas naranjas y amarillas mientras flotaba hacia el suelo. Metí la mano en el otro bolsillo, desesperada por sentir la tarjeta de la invitación que había estado allí unos minutos antes.

—¡Espere! —grité llorando—. Sé que está en algún lado. —Pero el Director Sinclair ya estaba hablando con otro estudiante frenético.

Corrí entre la multitud y me abrí paso al frente del grupo de los estudiantes, sus rostros brillaban naranja, mirando fijamente a la manguera, la cual ahora estaba a punto de reventar con agua. Vi a Bradley Farrow frotándose los ojos, casi con incredulidad y a Alistair Reynolds, con los ojos abiertos e impactado.

100

—¡Mis amigas! —grité a todo pulmón—. ¡Están ahí! —En ese momento las lágrimas corrían por mi cara. Trate de apartarlas, correr con los bomberos, pero los estudiantes me contuvieron—. ¡Grace! ¡Maddie! —grité, mi voz quebrándose.

Un joven bombero que sostenía una parte de la manguera avanzó hacia donde yo estaba gritando.

—Todo va a ir bien. ¿Me escuchas? Todo va a ir bien. Nadie ha usado la capilla en años. No hay manera de entrar.

—No, no lo entiende. Mis amigas están allí. Yo tenía una invitación…

Me lancé hacia delante, en un último intento de meterme a través de la barrera humana, pero los cuerpos eran demasiado gruesos. Fui forzada a retroceder en la multitud, zambulléndome y empujando, buscando las caras de mis amigas en la luz danzante de la hoguera.

Y entonces la encontré.

—¡Maddie! ¡Gracias a Dios!

—¡Oh, Kate! Pensé… quiero decir… —Su cabeza giró, con sus ojos buscado frenéticamente—. ¿Dónde está Grace? Ella está…

Un dolor agudo se extendió en el centro de mi pecho. Se sentía como si mi interior estuviera rompiéndose.

—Pensé que estaba contigo —grité. Le agarré las dos manos, con los ojos abiertos y la voz frenética—. Maddie, ¿recibiste una invitación la semana pasada? ¿Algo sobre una reunión en la capilla esta noche?

Ella apartó la mirada, su cuerpo temblaba violentamente.

Las lágrimas corrían abruptamente por mis mejillas.

—Sé que esto es horrible, Maddie, pero estoy asustada. Creo que alguien nos quería en esa capilla cuando se quemó. Está pasando algo…

En lugar de contestar, Maddie se alejó lejos de la dirección del fuego como se estuviera sonámbula. El sonido de las sirenas en la distancia me obligó ir en la dirección contraria. Empujé a través de las masas, parpadeando de nuevo por el espeso humo y espantando las partículas de ceniza que bailaban en el cielo como la nieve. Pero en mi corazón, yo sabía la verdad. Ya era demasiado tarde.

Grace se había ido.

101

21 Presente

Traducido por Buty Maddox

Corregido por Melii

—Atención todo el mundo. —Taylor golpeó un mazo pequeño en el atril y llamó al Concilium. Nunca me había dado cuenta antes, pero creo que esta fue una de las primeras veces que en realidad la había oído hablar. Por lo general obliga a sus subordinados a hacer todo y a hablar por ella.

—Tenemos mucho que cubrir hoy, así que lo voy a entregar a Bethany. —Suspiró y dio graciosamente a Beefany el mazo, sentándose en uno de los asientos delanteros, con los ojos perforando en los míos con una mirada lo suficientemente fría para darme para congelarme.

Alistair Reynolds y Farrow Bradley abuchearon cuando Beefany tomó el podio, así que comenzó a rapear el martillo con furia contra la madera.

—¡Vamos, chicos! ¿Pueden al menos fingir que maduran durante diez minutos? —¿La cara de Beefany estaba roja? Estaba nerviosa con claridad. Incluso Taylor entrecerró los ojos en dirección de los muchachos, normalmente su impasible rostro se arruga por la frustración.

—Sí, somos todos suyos, una vez que empieces a decir algo digno de ser escuchado —replicó Alistair de vuelta.

Taylor se puso de pie. —Basta. Este no es el momento ni el lugar. —Sus ojos azules brillaban con ira. Después de un par de mascullos referentes a “putas” y sugerencias acerca de lo que exactamente Taylor podría hacer con un palo metido en el culo, Bradley y Alistair se calmaron y siguieron su exclamaciones de gritos a susurros.

Taylor tomó su asiento, y Beefany comenzó su conferencia sobre la importancia de mantener las tradiciones Pemberly Brown y las

102

actualizaciones de la información de contactos de antiguos alumnos. Su voz subió más de una octava cuando habló frente a una multitud, resultando en un tono ensordecedor que probablemente tenía a perros aullando por toda la ciudad. Tenía mi cuaderno delante de mí, la pluma suspendida, así que sería como si estuviera tomando notas, pero realmente leía el correo electrónico de Grace una y otra vez, tratando de averiguar lo que significaba.

Hasta ahora, había sido capaz de darme cuenta de que tenía que hablar con la persona que había donado los arcos. Estaba noventa y nueve por ciento segura de que los arcos se referían a Farrow Arches, por lo que el benefactor debe ser parte de la familia de Farrow. Pero ahí es donde lo tengo complicado. Según mis cálculos, más de veinte Farrow habían asistido a Pemberly Brown. Bradley y Naomi fueron los primeros que me vinieron a la mente, pero tenían un montón de primos, tías, tíos y abuelos que habían sido alumnos durante años.

Ya había hecho un poco de investigación y conocía que los arcos mismos habían sido donados por Bradley y el abuelo de Naomi, Cornelio. Aparte del hecho de que era adinerado (sorpresa grande allí) y había fundado la más grande compañía de desarrollo inmobiliario de Cleveland, no había realmente mucha información sobre él.

Al parecer, además de ser el primer estudiante afroamericano, fue el primer estudiante PB de ganar una beca completa para la Universidad de Harvard. De acuerdo con los artículos, había donado los arcos como una manera de mostrar su agradecimiento por el don de la enseñanza. Cuando le propuso a su esposa en la ceremonia de inauguración, la estación diez se había completado.

Sabía que tenía que comenzar con Naomi o Bradley, pero la idea de enfrentarme a ellos me daban ganas de vomitar. ¿Qué podría decir? “Oh, mira, recibí un correo, y creo que podrías saber algo sobre cómo murió Grace. Escúpelo. Oh, y lo siento por lo de abandonar inesperadamente nuestro partido de tenis la semana pasada”. O mejor aún, “Bradley, sé que ha sido un poco difícil desde nuestro “beso”, pero ¿me dices si comenzaste el fuego en la capilla?”.

Beefany golpeó el mini martillo otra vez, y me preguntaba si ella y Taylor compartían la custodia de la cosa estúpida. Una carcajada se escapó de mis labios cuando me imaginaba a Taylor haciendo palanca con el mazo fuera de los dedos carnosos de Beefany cada fin de semana.

103

—¿Disculpe, Kerry? ¿Tiene algo que agregar? —Beefany ladró desde el atril, mirándome directamente. Su voz se había vuelto ronca.

—Er, es Kate, y, uh... no —tartamudeé.

—Bueno, Cade, nuestro último orden del día es el Baile de Bienvenida. Necesito algunas señales de ayuda que cuelguen alrededor de la escuela hoy. ¿Estás familiarizada con el uso de una pistola de grapas?

Tuve ganas de decirle que la mayoría de los monos eran competentes en el uso básico de la engrapadora, pero Taylor me lanzó una mirada fría de su trono a un lado y me encontré asintiendo con la cabeza en su lugar. Beefany y su reina habían pasado el año pasado fingiendo que no existía, y ahora, de repente, ¿ellas querían que ayude a colgar carteles? Seguramente esto era una señal del Apocalipsis inminente.

—Muy bien, empiecen a moverse entonces. Todo el mundo, tu sabes el trabajo. —Beefany caminó hacia mí con una pistola de grapas de tamaño considerable—. Vamos, Cade. Agarra esos carteles y trata de mantener el ritmo. —Mire de nuevo a Taylor y vi que ella no se había molestado en levantarse de la silla. En cambio la gente estaba esperando para hablar con ella como si estuvieran en una especie de línea de recepción. Increíble.

Los gruesos dedos de Beefany estaban envueltos alrededor de mi bíceps, y me arrastró a un tablón de anuncios fuera del aula. Ella puso un cartel en sus manos e hizo un gesto para que yo lo sostuviera. Antes de que pudiera enderezarlo, atacó el cartel con el arma. Al parecer, la conservación de la grapa no era una preocupación primordial para Beefany.

—¿Acaso no te vi con Liam Gilmour en Starbucks la semana pasada? —preguntó , haciendo una pausa para recargar el arma.

Nunca me había dado cuenta de la suavidad de su piel de color oliva hasta que estaba justo a su lado. Era más bonita de lo que creía. Exótica, incluso.

—Um, sí —fue la única respuesta que pude dar.

—Sólo ten cuidado a su alrededor. ¿Sabes lo que dice todo el mundo sobre el dinero de la droga? —Habló en un susurro atemorizado por la palabra "droga" y "dinero".

—Que no te impida lanzarte a él —dije antes de que pudiera detenerme. Caray, ¿Kate, bastante celosa?

104

Beefany se congeló en seco y se dio la vuelta para mirarme directamente a los ojos.

—Liam Gilmour está fuera de los límites. No sabes nada de él, Cade. Y confía en mí cuando digo que es más seguro para ti de esa manera.

No se molestó en esperar una respuesta. Se dio la vuelta, enderezó sus hombros y empezó a caminar, sus olas negras ondeando en cada paso. Cuando dimos la vuelta de la esquina, nos encontramos directamente a Liam, que había escuchado obviamente el eco de las palabras de Beefany por el pasillo vacío.

Eché un vistazo a Beefany, curiosa por ver cómo iba a reaccionar después de verlo, pero su presencia no parecía perturbarla. Creo que las chicas como Beefany no sabían que la vergüenza era una emoción real.

—Bueno, ¿estoy en lo cierto o me equivoco? Tú estás fuera de límites. —Iba a abrir la boca, pero Beefany colocó un dedo en sus labios—. Tenemos que hablar. —Sus agudos ojos marrones, chamuscados en los míos, pero se dirigió a Liam—. En privado.

Intenté evaluar su reacción a la demanda de Beefany. Para alguien que afirmaba odiar el Beefster y a su reina, aceptó fácilmente, y otra vez me quedé completamente confundida. ¿Qué tipo de retención tenía ella sobre él? ¿Tenían algún tipo de historia juntos?

Caminaron hacia un rincón del pasillo, y de nuevo Beefany le susurró algo al oído, su brazo se deslizó alrededor de su cintura. En ese momento, parecía tan sumiso, tan diferente al Liam Gilmour que pensaba que estaba llegando a conocer.

Nuestra “cita” en Starbucks parecía un producto de mi imaginación, nuestro momento en la sala de la falsedad. Taylor había puesto probablemente a Beefany a la altura como una forma experimental de tortura. Me podía imaginar su susurro: “Vamos a ver si podemos conseguir que Kate piense que le gusta a un tipo. Va a ser muy divertido”.

Tan pronto como terminó de hablar, Liam me dio uno de sus movimientos patentados de cabeza y se alejó. Fui despedida. Odiaba cuando la gente, especialmente los chicos, me hacían sentir de esa manera. Cada vez que sucedía, me acordé de aquella noche con Bradley y mi propia estupidez.

105

Beefany volvió hacia mí. —Sin resentimientos —gorjeó ella con la misma voz uñas-en-la-pizarra que había usado en la reunión del Concilium. Teniendo en cuenta que ella tenía la pistola de grapas apuntando directamente a mi pecho, su comentario se sentía más como un pedido de disculpas.

Brevemente considere robar la pistola para ponerme fuera de mi miseria, pero al final me limité a asentir y seguir adelante. A veces la vida era más fácil de esa manera.

106

22 Traducido por Chachii

Corregido por Innogen D.

Me detuve frente a la puerta de entrada de la Estación 5, la sala de detención, o más exactamente, el infierno. En letras grandes. Abyssus abyssum invocat colgaba sobre la puerta. “El Infierno invoca al Infierno”.

Feliz martes.

Bostecé por milésima vez desde que tropecé fuera de la cama, maldiciendo a la administración por implementar detenciones mañaneras. Empezar tu día en la oscuridad estaba mal en tantos niveles diferentes, aunque supongo que ese era el punto. Eso o ellos no podían arriesgarse a que la detención interfiriera con los deportes después de la escuela.

Ah, prioridades.

Hoy pasé mis completos cuarenta y cinco minutos alternando entre estar contemplando el segundero del reloj y ver el charco de baba de Porter expandiéndose en la ahora copia hecha jirones de On the Road. ¿Mencioné que él y yo éramos los únicos en la sala? Bueno, tres si contabas al Sr. McAdams, mi antiguo profesor de Historia Mundial. Me pregunté cómo el Director Sinclair se las había arreglado para poner al Sr. McAdams en el servicio mañanero de detención. Probablemente estaba en periodo de prueba o algo. Brutal.

Finalmente el timbre de la mañana sonó, despertando a Porter de su letargo y obligando al Sr. McAdams a bajar el periódico que estaba leyendo.

—Salgan de aquí —murmuró—. Sólo seremos tú y yo mañana, Kate.

Tenía que haber una ley contra eso. Le preguntaría a mi papá.

Antes de que hubiera terminado de recoger mis libros, la puerta se abrió. El Sr. Farrow, votado como el número uno en DILF14 tres años

14

Diploma inicial en Lengua Francesa.

107

consecutivos, seguido por chicas de cuarto año, actualmente el CEO15 de Desarrollos Farrow y el presidente del Comité de la Academia Pemberly Brown, entró. Ahora, esto se estaba poniendo interesante.

—¿John McAdams? —preguntó el Sr. Farrow—. Clayton Farrow. —Caminó hacia adelante con su mano extendida—. El director me envió a buscarlo. Mi hija, Naomi, está con usted en historia.

Mientras ellos sacudían las manos, los ojos del Sr. Farrow vagaron y aterrizaron directamente sobre mí.

—Ah, sí, Naomi —dijo el Sr. McAdams—. Recibí el correo sobre ella no estando en casa esta semana. Me reuniré con ustedes en la oficina con sus tareas.

El Sr. Farrow sonrió, dejando al descubierto dos hileras perfectas de dientes blancos.

—Genial. Bajaré en unos minutos. Sólo necesito recoger algunos libros de su casillero.

En lo que intentaba escabullirme fuera del salón, sentí una fuerte mano en mi hombro.

—Te hemos echado de menos en los partidos, Kate.

Los ojos del Sr. Farrow me atravesaron, y por un ridículo segundo pensé que me estaba leyendo la mente. Quizá esa era una de las habilidades que se enseñan en la Escuela de Negocios de Harvard.

—Yo también los extraño. —Le dediqué una triste sonrisa. Era la verdad.

—¿Te importaría mostrarme el camino al casillero de Naomi?

Mis ojos se abrieron un poco, y tuve la repentina urgencia de gritar, ¡ding, ding, ding! Mi mente regresó al correo de Grace: La verdad está con el benefactor. No es que haya tenido la oportunidad de hacerle algunas preguntas al Sr. Farrow, pero también me gustaría echar un vistazo al interior del casillero de Naomi. Esto tenía que ser una señal de Grace.

—No hay problema, Sr. Farrow. Sólo sígame.

15

Director Ejecutivo.

108

Caminamos por el pasillo y vi unos pocos estudiantes llegando a sus casilleros para recoger sus libros del primer periodo.

—¿Está todo bien con Naomi? —pregunté, insegura de cómo comenzar mi interrogatorio.

—Oh, sí, absolutamente bien. —Miró alrededor de los pasillos—. ¿Puedes mantener un secreto?

Asentí. Nada mal. Diez segundos de conversación, y el Sr. Farrow ya me estaba contando secretos.

—En realidad Naomi está asistiendo al campamento de tenis Chris Evert, el cual empieza mañana. Hemos sido capaces de meterla en el último minuto, pero conmigo estando en el comité, no era la mejor razón para perder tres días de clases. Así que dijimos que tenía amigdalitis.

Sonreí e intenté no verme decepcionada. ¿De verdad pensé que me iba a decir que Naomi se quedó en casa porque se sentía culpable por la muerte de Grace?

—Oh, bien. Feliz de escuchar que ella está bien. —Busqué en mi mente alguna forma de hacerlo hablar sobre Grace, cualquier cosa fuera del campamento de tenis—. ¿El comité no ha tomado ninguna decisión más allá del homenaje a Grace? —Traté de preguntar casualmente, pero cuando los rasgos del Sr. Farrow se suavizaron, supe que había fallado miserablemente. Necesitaba información, no lástima.

—Tuvo que ser duro para ti, Kate. Había olvídalo cuán cercanas eran tú y Grace. —Dudó un momento y otra vez miró alrededor de los pasillos como si quisiera estar seguro de que no estábamos siendo escuchados—. La verdad es que, vamos a reconstruir la capilla en memoria de Grace, y la familia Farrow ha decidido donar los fondos. Esto es sólo entre tú y yo. El anuncio oficial no llegará del comité por otras pocas semanas, pero mereces escucharlo primero.

No estaba segura de cómo reaccionar a las noticias. Por un lado era generoso, pero por el otro se veía calculado de alguna manera. Como si la familia Farrow estuviese pagando por algún tipo de deuda.

—Guau… eso sólo… guau —logré balbucear, expresiva como siempre.

—Sé que esto es difícil para ti, Kate. Pero todos tenemos que seguir adelante.

109

Me detuve frente al casillero de Naomi y me sentí agradecida de tener algo para decir.

—¡Aquí estamos! —dije, haciendo mi mejor impresión de porrista para ocultar mi sospecha.

El Sr. Farrow consultó un trozo de papel y comenzó a girar la combinación del casillero. Después de unos pocos giros y susurros, trató de abrir la taquilla pero ésta continuó atorada.

Su teléfono comenzó a sonar.

—Discúlpame, Kate. Tengo que atender esto. ¿Te importaría hacerte cargo? —Me tendió el trozo de papel con la combinación de Naomi escrita en él.

—Uh, está bien. Simplemente recogeré las cosas que va a necesitar. —Pero él ya estaba caminando hacia una silenciosa esquina en el pasillo. Levanté la mirada al cielo, dije un rápido gracias a Grace, dónde sea que estuviera, y me puse a trabajar.

De manera muy casual como siempre, deslicé mi mano en el interior del casillero intentando encontrar algo, lo que sea que pudiera ayudarme a decodificar el correo de Grace. Encontré algunas envolturas de barras energéticas, un viejo trozo de goma de mascar, e incluso la imagen de nuestro equipo de tenis, pero nada acerca de Grace. Estaba a punto de rendirme cuando escuché el tintineo de algún metal golpeando el suelo a mis pies. Me fijé y vi el destello de algo pequeño y plateado.

Las cosas buenas de verdad vienen en paquetes pequeños. Enrollé el collar con el pequeño encanto de una cresta por mis dedos y sonreí. Era idéntica a la que Cameron me había dado con la invitación de Grace. Y era toda la evidencia que necesitaba para confrontar a Naomi.

Cuando escuché los pesados pasos del Sr. Farrow, saqué el libro de Química de Naomi fuera de su casillero.

—Perdón por eso, Kate. —Tomó el libro de mis manos y se inclinó para sacar el resto—. Gracias por toda tu ayuda. —Me guiñó el ojo y cerró la puerta de la taquilla.

—No hay problema, Sr. Farrow —le contesté con la misma tonta sonrisa pegada en mi rostro—. Dígale a Naomi que se divierta esta semana.

—Lo haré. Cuídate, ¿está bien?

110

Asentí y me dio un pequeño apretón en mi mano.

No estaba segura de dónde venían realmente los correos, si Grace aún seguía viva de alguna manera o si incluso era un fantasma. Ni siquiera estaba segura de si volvería a saber de ella.

Pero de algo sí estaba segura: alguien se preocupaba por mí.

Alcé la mirada al cielo otra vez y sonreí.

111

23 Traducido por Elle

Corregido por Melii

Agarré mi bolso y me abrí paso hacia el baño de chicas más cercano. Una vez a salvo en uno de los cubículos, encendí mi teléfono y llamé a Naomi. Respondió al primer timbrazo, sonando preocupada.

—¿Kate? ¿Está todo bien?

—Oh, seh, um… algo. Pero de veras necesito hablarte. Acabo de ver a tu papá, así que sé que te vas, pero ¿tienes tiempo de vernos antes de eso? —Escuché abrirse y cerrarse la puerta del baño, y alguna chica que sonaba inquietantemente como Beefany le preguntaba a alguien si sus zapatos hacían que sus piernas parecieran gordas.

—No lo sé —decía Naomi—. Aún tengo que empacar, y no es como que pudieras escaparte de clases…

—Oh, vamos —susurré—. Es realmente importante. Además, tengo quince minutos hasta la primera campana.

—De acuerdo, de acuerdo. Nos veremos en las pistas de tenis. Le diré a mi mamá que quiero hacer una última práctica antes de mi vuelo esta tarde.

—¡Perfecto! Te veré ahí.

Como lo prometió, Naomi llegó unos minutos después. Apreté la mano, escondiendo su amuleto en los pliegues de mi palma.

—Hola —dijo, caminando hacia la deteriorada banca en la que me encontraba.

Naomi vestía un par de vaqueros a la cadera y una prístina blusa blanca, adornada con un collar de cuentas grandes y una ballerinas doradas. Su ropa probablemente costaba más que mi guardarropa completo. Era difícil imaginar a alguien que lucía tan bien prendiéndole fuego a la capilla de la escuela.

112

—Gracias por venir. Imagino que no le dijiste a tu mamá que venías a jugar tenis ¿no? —Apreté los dedos con fuerza, súbitamente nerviosa.

—Seh, mi mamá vetó la idea. Le dije que olvidé mi ropa de la suerte en el tenis en los casilleros. —Se desplomó a mi lado en la banca—. Así que, ¿qué pasa?

Abrí la mano y le mostré el amuleto. —Encontré esto en tu casillero. —Observé su reacción cuidadosamente. Sus ojos se abrieron, me miró y luego apartó la vista.

—Eso es extraño. No lo he visto antes. De todos modos, ¿qué hacías en mi casillero?

—Ayudando a tu papá a recoger tus libros para la semana —respondí, mirándola a los ojos directamente—. ¿Qué significa, Naomi? Sé que tiene que ver con lo que le sucedió a Grace.

Naomi hizo amago de agarrar el amuleto, pero cerré la mano antes. No se iba a librar tan fácilmente.

—Dime la verdad y te lo devuelvo.

—No me corresponde a mí decirlo. —Naomi extendió una mano y trazó con su dedo las iniciales “G+C X100pre” que estaban talladas en la parte trasera del banco. Finalmente me miró—. Si te digo algo de esa noche, ¿me lo devolverás?

—Depende.

Miró nuevamente hacia el corazón maltrecho y las letras atrapadas en su interior y suspiró. —Vi algo la noche del fuego. Se suponía que estuviera en la capilla, pero iba tarde, y para cuando llegué allí… era… —Sacudió la cabeza, alejando la idea, y me miró. Sus ojos estaban desesperados, rogándome que la entendiera—. No tenía idea de que Grace estaba ahí. Vi… vi a alguien escapando. Un chico con vaqueros y cabello largo oscuro. Todo lo que vi en realidad fue la parte trasera de una camiseta de los Rolling Stones. Tú sabes, ¿esa con la lengua afuera?

—Eso describe a cerca del noventa por ciento de los chicos de la escuela.

—Lo sé… solo… es todo lo que puedo decir, ¿de acuerdo? Es más de lo que debería haber dicho… —Miró alrededor, casi como esperando que la atraparan.

113

—¿Así que también recibiste una invitación? —pregunté, aunque ya sabía la respuesta.

—Espera aquí. —Corrió de vuelta a su auto, abrió la puerta del asiento del pasajero y se sentó, dejando colgar sus largas piernas. Una vez que encontró lo que buscaba, se apuró de vuelta hacia mí—. Toma —dijo, sosteniendo la invitación. Era idéntica, excepto por la foto. La suya estaba en la esquina superior derecha—. Espero que ayude.

Abrí mi bolso y saqué la invitación de Grace del bolsillo. Puse las dos invitaciones lado a lado, pero no fue hasta que las moví diagonalmente que las fotos encajaron. Cuando las tarjetas se tocaron en las esquinas formaron la mitad del blasón. Mirándolo ahora, no podía creer que no lo hubiera visto antes.

—¿Es la de Grace? —susurró Naomi.

—Sí. —Agité las tarjetas juntas y las puse en el bolsillo de mi bolso.

Naomi se quedó mirando hacia el bosque. —Si le dices a alguien, mentiré y diré que la robaste. —El aire entre nosotras se levantó un poco—. Y créeme, no quieres a mis amigos como tus enemigos. —Se empujó hacia atrás la cutícula del pulgar—. Estás cerca. Probablemente demasiado.

—¿Quién más estaba ahí esa noche?

Naomi suspiró y se tocó el cabello. —Sabes que no puedo decirte eso, pero te prometo que no tuvieron nada que ver con la muerte de Grace.

—Por favor… —Estaba lista para empezar a rogar, pero Naomi sacudió la cabeza y se levantó para marcharse. Dudó antes de regresar al auto, pero no dijo otra palabra.

Mirando hacia las tarjetas sobre mi regazo, sabía sin duda alguna que mi invitación perdida encajaría en la otra esquina del blasón. Pero, ¿quién tenía la cuarta pieza?

114

24 Traducido por macasolci

Corregido por Melii

Esa noche, mis padres estaban trabajando hasta tarde como siempre. Usé los veinte dólares que dejaron en la encimera para ordenar mi Pai Thai favorito. No estoy segura de si fue la salsa de maní, la soledad, o tal vez el pequeño dije del escudo al que había estado mirando todo el día, pero me sentía un poco triste.

Arrastré mi silla de escritorio a mi armario y saqué otra caja de recuerdos de Grace. Como parte de mi proceso de curación, el Doctor P. había recetado empaquetar todas las cosas que más me recordaban a Grace. Teóricamente, se suponía que eso frenaría mi obsesión con su muerte. Pero en realidad sólo me había obsesionado con las cajas apiladas en filas ordenadas en la parte superior de mi armario. Gracias por eso, doctor P.

Al segundo que abrí la tapa, la olí a ella. El aroma era una mezcla de champú Johnson's Baby y vainilla, esencial en Grace. Camisetas sin mangas, suéteres, camisetas, vestidos, incluso un par de vaqueros estaban doblados en la caja, todos pertenecientes a Grace. Bueno, al menos solían serlo.

Habíamos compartido ropa constantemente, Grace tomaba prestados los atuendos que deseaba que su madre le dejara comprar, yo tomaba los que Grace desechaba, muchos todavía con etiqueta. Metí mi mano hasta el fondo, gentilmente levantando mi prenda favorita. Era su suéter de cachemira naranja. Grace me lo había dado para usar en uno de nuestros bailes de octavo grado.

—Lucirá mejor en ti —había dicho. Grace era tan impulsiva con sus regalos como lo era con todo en su vida—. Hace que resalten tus ojos. —Había dudado eso en el momento, pero en la noche del baile, con el naranja haciendo reflejo en mi rostro y mi piel prácticamente brillando, jamás me había sentido más linda.

Poniéndome el suéter encima de mi camiseta, cerré los ojos y me

115

imaginé que todo el dolor y la tristeza del último año desaparecía. Y como si fuera una señal, oí la campanilla del sonido de nuevo mensaje en mi portátil.

Sabía que sería de ella antes de incluso abrir mi correo.

Para: KateLowry@pemberlybrown.edu

Enviado: Martes 21:03 P.M.

De: GraceLee@pemberlybrown.edu

Asunto: Re: (Sin asunto)

La escritura está en la pared. Busca en el corazón de Brown. Nuestro tiempo

casi se agota. Vendrán por ti.

Mi estómago se retorció mientras leía y re leía esa última línea.

Vendrán por ti.

Todavía no sabían quiénes eran "ellos"; ni siquiera estaba segura de si seguía importando. Lo que importaba era descubrir la verdad.

Mis ojos se dirigieron de nuevo a mi caja de recuerdos. Supongo que el Doctor P. tenía razón. Era hora de dejar atrás el pasado. Me saqué el suéter por encima de la cabeza, cuidadosamente doblando el material y poniéndolo de vuelta en la caja. Por mucho que amaba todos mis recuerdos de Grace, no iban a traerla de vuelta pero descubrir lo que realmente había pasado esa noche, tal vez sí.

116

25 Traducido por CrisCras

Corregido por Melii

El calor finalmente se había terminado, convirtiéndose en la perfecta mañana otoñal, pero estaba demasiado cansada para apreciar el tiempo. En vez de dormir, había pasado la noche entera releyendo el correo de Grace y revisando la cerradura de mi ventana.

Entre mordiscos de pasteles tostados, Seth charló acerca de que los nuevos vecinos eran agentes secretos. Él no podía decir con seguridad si estaban trabajando para la CIA o para Rusia, pero aparentemente les había visto a ambos escaparse de la casa a altas horas de la noche llevando auriculares.

Yo estaba un 99 por ciento segura de que estaban atrapados en un matrimonio sin amor y usaban los aurículas Bluetooth para hacer llamadas nocturnas sexuales, pero en vez de explotar la burbuja de “agentes secretos” de Seth, me conformé con hacer “ahhh” y “hmmm” mientras conversábamos.

Mi mente estaba en otra parte, y no podía apagarla. Una línea del correo de Grace se reproducía una y otra vez.

Mira dentro del corazón de Brown.

¿Había alguna norma que fuerza a los fantasmas a hablar con acertijos? ¿Por qué no podía Grace simplemente decirme qué demonios estaba pasando realmente?

Ya me había dejado el trasero buscando en Google tratando de averiguar algo, algo acerca del “Corazón de Brown”. Está claro que hacía referencia a los chicos mayores de la escuela y lo más probable es que involucrara uno de los tres edificios de Brown que todavía salpicaba el perímetro de la parte superior del campus.

117

Pero estaba bastante segura de que los edificios eran utilizados para el almacenamiento, y sabía a ciencia que estaban cerrados. Incluso si me las arreglaba para averiguar cuál era el edificio correcto y cómo entrar, ¿cómo se supone que iba a saber qué estaba buscando?

Me quedaba una única opción.

—Seth. —Aparentemente él estaba disfrutando de la conversación que pensaba que estaba teniendo, porque no me oyó interrumpiéndole—. Seth. —Esta vez le di un codazo. Se frotó las costillas y finalmente dejó de hablar y de hecho me miró—. ¿Para que usan los viejos edificios de Brown?

Necesitó un segundo para procesar mi pregunta, aparentemente fuera de cuestión. Casi podía oír los engranajes de su cerebro trabajando. —Almacenamiento, sobre todo. Al final de cada año escolar, los maestros quitan los conjuntos de almacenes y armarios antiguos, los libros de texto viejos, los archivos de estudiantes obsoletos y otra basura obsoleta de ahí abajo. ¿Por qué?

—Simplemente es que tengo un proyecto de arte sobre la arquitectura de Brown y quería echarles un vistazo.

—Puedo llevarte. Solo encuéntrate conmigo ante la oficina después del noveno periodo.

Apoyé la cabeza contra la ventana fría. No tenía energía para pensar acerca de lo que sería un paseo por el campo hacia los viejos edificios con Seth zumbando en mi oído. Mientras bajaba del autobús me pregunté por qué esto no podía ser más fácil. ¿Por qué no podía correr a través del campus ahora mismo y abrir la puerta del corazón de Brown y encontrar la gran y simple prueba de Grace mirándome a la cara?

Por un lado, no podía saltarme más clases. Había sufrido dos días de detención por la mañana (uno de los días a solas con el Sr. McAdams, aparentemente no había una ley en contra de si la puerta se dejaba abierta, lo que por suerte estaba), y ya estaba en la lista negra del Director Sinclair. Por no hablar de mis padres, que estaban a punto de darle permiso al Dr. P. para usar terapia de choque para borrarme la obsesión con Grace. Lo que es peor (y unas cinco mil veces más aterrador), parecía tener a alguien en mi camino. Alguien que se sentía cómodo usando las amenazas para conseguir lo que quería.

118

Así que en lugar de estar dirigiéndome hacia Brown, exploré mentalmente los límites del campus, buscando pistas imaginarias mientras navegaba por el laberinto de pasillos hacia mi taquilla. Después de meter la pata con la combinación tres veces, me detengo y me centro en los números. Cuando una voz dice—: Hola, Kate. —Salto, abro mi taquilla de un tiro y cierro la puerta de metal en mi cabeza. En ese orden.

Liam.

—Santo… —Me llevé la mano al pecho, cubriendo mi corazón, que latía con fuerza.

—Oh, yo… no fue mi intención asustarte. Solo quería saludarte.

Me volví hacia mi taquilla sin siquiera reconocer su presencia. ¿De verdad pensaba que podía humillarme delante de Beefany y luego aparecer en mi taquilla para coquetear un par de días después?

—Oh, ¿así que tienes permitido hablar conmigo ahora? ¿Bethany no se enfadará?

Él se sonrojó y me sentí flaquear un poco. Dios, ¿por qué era tan adorable cuando los chicos se sonrojaban?

—Yo… bueno… es una larga historia. Solo… no lo sé. No es de esa manera… nunca más. —Bajó la vista, repentinamente fascinado con uno de sus zapatos.

—Podrías haberme engañado. —Agarré mi libro de literatura inglesa y cerré mi taquilla con un golpe.

—Sí, cierto —dijo Liam, alejándose de mí—. Pero suficiente acerca de Bethany. Umm… —Me miró a los ojos por un segundo, luego volvió a mirar sus zapatos—. ¿Crees que podríamos, como, salir alguna vez? Si los conciertos no son lo tuyo, podríamos tomar un café otra vez o algo.

Me quedé mirándolo. ¿Qué quería Liam exactamente de mí? Parecía que me gustaba, pero claramente tenía una historia con Beefany que no parecía haber terminado.

—Lo siento. No me interesa.

—Mira, hemos empezado con mal pie. Dame una oportunidad. Te demostraré que te equivocas.

119

Le miré fijamente y él me dedicó esta increíble sonrisa de infarto, y quise decir que sí. Quería pasar más tiempo con él, para saber más acerca de por qué estaba siempre cubriendo cada centímetro disponible de papel de cuaderno con dibujos y garabatos, para saber cómo comenzó a diseñar carteles para bandas, por qué le gustaba tanto la música, si realmente había chantajeado o no al director para entrar en PB. De repente quería saber todo eso y más. Quería saber quién era realmente Liam Gilmour. Y luego, por el rabillo del ojo, vi a Bradley Farrow detenerse ante su casillero a unos pasos de nosotros. Asintió en mi dirección y me dio una de aquellas sonrisas secretas que me hacían querer darle un puñetazo en sus perfectos dientes.

—¿Kate? ¿Kate? ¿Te perdí? —Liam me miraba expectante, su sonrisa esperanzada y un poco de disculpa.

—Sí, saldré contigo —dije, sin poder evitar que mis ojos se desviaran hacia Bradley mientras lo decía—. Pero no arruines esto. —Me las arreglé para permanecer seria al principio, pero luego permití que las esquinas de mi boca se alzaran un poco.

—¿Te parece bien hoy después de la escuela? —preguntó.

—Lo estaría, pero estoy obligada a ir a las reuniones del Concilium. Probablemente podría simplemente saltármela —dije. Esperanzada de que nadie se diera cuenta de mi ausencia. No es como que contribuyera en gran medida.

—Genial, te veré en las puertas del aparcamiento después del noveno periodo.

Mierda. Me había olvidado por completo de mi cita con los decrépitos edificios de Brown. Un pequeño cambio de planes.

—En realidad, ¿te importa si quedamos a las cuatro? Tengo un montón de preguntas para la Sra. Haverton sobre trigonometría. —No estaba segura de cuánto tiempo me llevaría cavar alrededor de Brown. Esperaba que una hora fuera tiempo suficiente para encontrar lo que fuera que estaba buscando.

—No hay problema —dijo Liam—. Nos vemos a las cuatro.

Me tomó todo lo que tenía esconder la sonrisa que amenazaba con aflorar en mi rostro.

120

Pasé el resto del día caminando por el aire. Era casi lo suficientemente emocionante como para olvidarme de todo lo de la perdida de mejores amigas y la escritura en la pared.

Casi.

121

26 Traducido por munieca

Corregido por Findareasontosmile

El segundero del reloj negro y blanco que colgaba sobre el tablero del marcador, era doloroso de ver. Hizo su camino alrededor de cada número, marcando con paciencia un lento círculo. El reloj no estaba apresurado, pero yo sí.

Tan pronto como sonó la última campana, agarré mis cosas y salí hacia la Estación 3, donde sabía que Seth estaría esperando. Tenía una hora para encontrar fuera lo que fuera que estaba buscando.

Faber est suae quisque fortunae. Repetí la frase latina colgando por encima de las puertas de cristal de la oficina y otra vez en mi cabeza. “Todo hombre [o mujer, en mi caso, los romanos eran unos cerdos sexistas] es el artesano de su propia fortuna”. Seth, para bien o para mal, era una pérdida de tiempo. Y el tiempo no estaba de mi lado. Al doblar una esquina, vi a un grupo de chicos de aspecto desesperado de primer año y tomé el asunto en mis propias manos. Los romanos sexistas se habrían escandalizado.

—¡Oigan! —grité, pero ninguno miró—. ¡Chicos! —De repente, siete cabezas se giraron y me miraron. Me sentí como Blanca Nieves y ni siquiera soy tan alta, ellos eran precisamente así de petizos.

—Están regalando donas gratis en la oficina. —Caminé más allá de ellos y seguí por el pasillo hasta donde Seth estaba apoyado contra la pared de cristal de la oficina, con los brazos cruzados, llaves en mano. Se me ocurrió abalanzarme, robar las llaves, y salir disparada del edificio en dirección a Brown. Sabía que podía correr más rápido que Seth, pero también sabía que iba a romper su corazón, y no estaba de humor.

—Hola, gracias por esperar. —Cuando estuve de pie con Seth, el mismo grupo de estudiantes masculinos tomaron por asalto la oficina. Una mirada de preocupación cruzó por mi cara—. Me pregunto qué está pasando.

122

Confundido, Seth estiró su cuello y se levantó sobre las puntas de sus pies para espiar a través del vidrio. —Tengo que regresar allí. La señora Newbury necesita respaldo. Vamos a tener que ir a Brown en otro momento. —Seth hizo un movimiento para irse, pero coloqué mi mano en su brazo.

—Tengo una fecha límite. —Traté de imitar la distintiva mirada de Seth de cachorrito pateado—. Llevaré a Naomi —mentí. Sabía que él no querría que fuera sola—. Y voy a traer las llaves de vuelta, te lo prometo. —Más ojos de cachorrito. Si hubiera tenido una cola, la habría meneado.

Seth pensó en mi proposición durante todo el tiempo que pudo. La señora Newbury realmente estaba luchando allí, todas las manos levantadas y miradas asesinas. Ella lucía totalmente confundida y un poco asustada.

Donas no era materia para bromas.

—Está bien, pero no puedes decirle a nadie, y tienes que regresar enseguida. Me refiero a ahora mismo. Si alguien se entera de que presté mis llaves, estoy muerto. ¡Un hombre muerto, Kate! —Los ojos de Seth se desorbitaron en su cabeza.

Después de que él me enseñó con cuáles intentar, salí corriendo del edificio. Supongo que no tenía por qué estar preocupada por no hacer suficiente ejercicio desde que terminé con el tenis. Con toda la carrera que estaba haciendo, me tendría que haber unido a cross-country.

Volé más allá del puñado de los de primer año pasando el rato en los jardines. Como de costumbre, estaba bastante de moda el lugar para las chicas chillonas de Pemberly Brown. Si la leyenda acerca de besar a tu novio bajo los Arcos de Farrow no era suficiente para tentarlos al interior del jardín, siempre estaban las piedras talladas de boda que componían el camino del jardín. Casi todo el mundo sabía que una pareja que se había conocido en Pemberly Brown se casó y dieron un paseo por las piedras para conmemorar el evento.

Era una fuente de fascinación sin fin ver cómo de incestuosa la escuela era en realidad. Quiero decir, que no podía ser normal tener cientos de parejas graduadas de la misma escuela preparatoria y casarse con el tiempo, ¿verdad? Y lo que es peor, terminaban reproduciéndose y enviando a sus propios hijos a PB. Juro que ponen algo en el agua.

123

Corrí junto a ellos —riendo, hablando, haciendo cosas normales de chicas adolescentes— y las odié un poco. Ellas eran un recordatorio de lo anormal que mi vida se había convertido.

Afortunadamente, las chicas apenas me dedicaron una segunda mirada, y me moví con destreza a lo largo del camino sinuoso a través de los jardines hasta más allá del campus.

Vi los tres edificios restantes que conformaban el viejo campus de Brown. Mientras eran hermosos desde el exterior, no se habían utilizado para nada aparte de almacenamiento en años. Según la administración, los edificios serían demasiado costosos para la renovación después de años de abandono, además de que estaban demasiado lejos del campus principal para ser de alguna utilidad.

El viento se levantó. Me di cuenta de nubes grises inminentes encima de mi cabeza y olí el aroma de justo antes de llover. Otra tormenta estaba en camino. No tenía mucho tiempo si iba a regresar a la oficina para dejar las llaves y luego ir al auto de Liam sin terminar completamente empapada.

Corrí hacia el edificio más cercano y traté con una de las llaves. La deslicé, pero la llave ni siquiera giró. Intenté las dos restantes sin mejor suerte. ¿Seth había jodido las llaves? Me puse de puntillas y traté de mirar por la pequeña ventana de vidrio situada en la parte superior de la puerta. No pude ver mucho.

No me había propuesto añadir allanamiento de morada a mi creciente lista de delitos menores, por lo que corrí hacia el edificio de al lado, esperando que una de las llaves funcionara. Por favor, Grace, ayúdame a encontrar lo que sea que se supone que debo estar buscando. Envié mi súplica silenciosa hacia el cielo tormentoso mientras las nubes rodaban ominosamente y esperé lo mejor.

Cuando me acerqué a la puerta del edificio de al lado, vi que algo había sido trazado en la capa de suciedad en la ventana de la puerta. Un corazón. El corazón de Brown.

Contuve el aliento. Este era. Puse una de las llaves y moví hacia atrás y adelante. Se movía medio centímetro, pero no más. Deslicé la llave siguiente e hice lo mismo. Tan pronto como empecé a girar, sentí el bloqueo ceder bajo mis dedos y sabía que estaba dentro. Alivio me inundó cuando abrí la pesada puerta y di un paso en el interior.

124

El polvo bailaba en la penumbra de la puerta, atrapándolo en mi garganta y nariz. Cuando la puerta se cerró detrás de mí, no estaba segura de que era peor, la claustrofobia o el ataque de tos inducida por el polvo.

Pero luego pensé en Grace, su funeral, el ataúd, y ella sepultada bajo tierra. En ese momento, más que nada, quería dar la vuelta y salir corriendo. Quería subir a la calidez del auto de Liam y olvidarme de este edificio polvoriento y sepulcral.

En su lugar me obligué a imaginar a la Grace real, mi mejor amiga, que merecía mucho más que secretos y mentiras. Me imaginé su sonrisa torcida y levanté el dobladillo de mi chaqueta para cubrir mi boca. Estaba entrando.

Me guié sólo por la escasa luz que entraba por la ventana de la puerta, y continué por el pasillo. A mi izquierda, vi una placa montada en la pared, de forma similar a las estaciones de la Academia. Sacudí una gruesa capa de polvo de color beige de todas partes y leí: Escuela Brown para Muchachos, Cor Unum. “Un solo corazón”. Estaba en el lugar correcto.

Seguí por el pasillo. Las puertas de las aulas estaban abiertas a ambos lados de mí, pero cajas, mesas, sillas y otros elementos aleatorios de muebles bloqueaban la línea de ventanas y toda luz que habría dejado entrar. Como resultado de ello, se puso más oscuro y más oscuro a medida que me alejaba de la puerta. Por fin llegué al final del corredor, y el pasillo se dividía en dos direcciones. Podría ir hacia la izquierda o la derecha. Mierda.

Miré a ambos lados, ya que me habían enseñado en Ciudad Segura y noté algo brillante en la pared a mi izquierda. Era una pequeña pegatina metálica de un corazón. Supongo que no era la primera persona en buscar el corazón de Brown. Mi dedo brevemente se demoró en la etiqueta, y pensé que la elección había sido hecha para mí. Giré a la izquierda y sólo había caminé unos metros por el pasillo cuando lo vi.

No estoy segura si era intencional o no, pero la puerta misma parecía un corazón gigante. Tenía dos picos redondeados en la parte superior y luego sutiles paneles que formaban una profunda V.

Inhalé tanto aire como mi chaqueta me permitía y abrí la puerta. El aire olía a incienso, pero estaba libre de polvo. Dejé caer mi dobladillo de la boca y respiré profundamente.

La habitación en sí era grande y estaba limpia. Los techos eran más altos que en el pasillo, y estaba claro que la habitación se usaba

125

regularmente. Todo esto debería haber prestado a la habitación una sensación de amplitud, pero alguien había tomado la decisión ridícula de pintar las paredes de negro. Tenue luz se filtraba a través de una hilera de altas ventanas rectangulares, pero la pintura oscura parecía absorber la luz del día fuera de la habitación.

Vi un interruptor a mi derecha, cerca de la puerta y lo moví por pura costumbre. Luz negra caía desde el techo y las paredes volvieron a la vida. Estaban cubiertas con nombres. Chase Roman. William Vaughan. Kellan Wood.

—La escritura está en la pared —murmuré para mis adentros y miré alrededor con asombro. Todos y cada uno de los nombres pertenecían a un niño. Di la vuelta en círculo, fijándome en cada uno de los nombres hasta que vi uno que reconocí.

Richard Sinclair. O, como yo lo conocía, Director Sinclair.

Saqué mi libro de los secretos y una pluma de mi mochila y me puse a trabajar. Escribí: “La escritura está en las paredes”, y lo subrayé tres veces. A continuación, anoté el nombre del Director Sinclair, lo encerré en un círculo, y luego apunté algunos de los otros nombres que se destacaron para mí.

Cuando el sonido de cristales rotos destrozó el silencio, mi pluma azul cruzó la página, atravesando parte del nombre de Chase Roman.

Un pequeño objeto envuelto en papel patinó por el suelo y cayó a mis pies. Mi corazón golpeaba tan fuerte y rápido que pensé que podría estallar. Brevemente consideré salir fuera de allí sin el mensaje que había llegado estrellándose a través de la ventana, pero mi curiosidad venció el miedo. El papel le gana a la piedra, pensé mientras desenrollé una banda de goma que sujetaba el papel y lo aplané en mi muslo. En tinta rojo sangre y escritura cuadrada, la nota decía:

Cenizas, cenizas, vamos hacerte caer.

Un trueno cayó en la distancia, e instintivamente conté—: M… mil, dos mil, tres mil... —Mientras esperaba el trueno. A los cuatro mil, el trueno sonó. Tiré la nota y la piedra en mi mochila y corrí por los pasillos oscuros.

El aire alrededor de mí se sentía cargado de electricidad, posibilidades y peligros. Sabía que nunca sería capaz de correr lo suficientemente rápido. Tarde o temprano tendría que parar y enfrentarme a la tormenta.

126

27 Traducido por *~ Vero ~*

Corregido por Melii

Medio gritando, medio riendo, nos apresuramos desde el jeep de Liam a través de la puerta de Starbucks, protegiendo la cabeza de la lluvia con nuestras chaquetas. Tan pronto como nos atravesamos la puerta, todas las cabezas en la cafetería giraron como los perros de Pavlov a mirarnos.

—Consigue un asiento, yo voy a conseguir las bebidas —sugirió Liam, y me entregó su chaqueta goteando—. Skinny Frappuccino, ¿no?

—Um, ¿me has conocido? Soy el tipo de chica de Frap con toda la grasa. No me suscribo para bebidas “skinny”. —Consideré pedir crema batida adicional para hacer realidad mi punto, pero pensé que podría ser una exageración.

Me dirigí a mi sillón favorito y lancé mi cuerpo mojado encima. A pesar de toda la torpeza de Beefany, estaba feliz de estar aquí con Liam de nuevo. Él hizo la amenaza que había recibido en el corazón de Brown sentirse un poco menos amenazante de lo que había sentido quince minutos antes.

Pero cuando su chaqueta vibró en el cojín del sofá junto a mí, salté, mi corazón bombeando la sangre a través de mis oídos. Creo que no fue tan removido como yo pensaba. Su teléfono se deslizó hasta la mitad de su bolsillo, y esperaba que quienquiera que estaba llamando o enviando mensajes de texto no cortara nuestra breve cita.

Moví mis hombros un par de veces y me di cuenta de que con mi empapada camisa pegada a la piel, el confort era prácticamente imposible. Liam seguía esperando en el mostrador de las bebidas, así que puse nuestras dos chaquetas mojadas sobre los cojines del sofá para guardar nuestros asientos y me metí en el baño.

En el momento en el que volví a nuestro lugar, mi pelo estaba parcialmente secado bajo el secador de manos. También tiré mi húmedo

127

botón hacia abajo del top semi-seco y envuelto por debajo de perlas largas de Grace en el cuello tres veces en lugar de dos veces. Liam tomó un sorbo de un café negro, y mi Mocha Frappuccino se sentía frío y acogedor.

Pero cuando moví mi chaqueta a un lado, me di cuenta de una pequeña nota blanca que sobresalía del bolsillo. Yo no había puesto nada en los bolsillos. De hecho, tuve el cuidado de poner la roca y la amenaza en mi bolso. Mis ojos se movieron a Liam, que me sonrió.

—Ya vuelvo —murmuré, deslizando la nota en mi palma—. Creo que dejé algo en el baño. —Sí, mi cordura.

Me apresuré a través de la puerta del baño y, tras doblar y asomarme por debajo de los puestos para asegurarse de que estaba sola, abrí el papel.

Calla, pequeña Kate, no digas una palabra. Escuchamos todo.

Misma escritura a mano, misma tinta rojo sangre. A pesar de mi camiseta mojada, me sentía febril. Paranoica, examiné el techo, ¿para qué? ¿Cámaras? El cuarto de baño de repente se sintió muy pequeño, así que salí por la puerta, viendo a cada cliente bajo una luz completamente diferente que antes de haber entrado por la puerta.

Un chico joven que llevaba un abrigo negro estaba sentado a unos metros de distancia de nosotros. Lo miré fijamente y me pregunté. Una pareja de ancianos charlaba animadamente junto a la puerta, el hombre me miró a los ojos por un segundo, pero volvió a la de su pareja. ¿Me estaba mirando? Una chica de mi edad bebió café y escribió en su laptop unas cuantas mesas más. ¿Podría haber dejado la nota?

Y luego estaba Liam bebiendo café, con la camisa del uniforme desabrochada para revelar una camiseta Vintage debajo. Su teléfono celular vibró en el bolsillo de su chaqueta de nuevo, y vi su cara oscurecer mientras examinaba la pantalla. Miró hacia la puerta y luego otra vez a su teléfono. ¿Podría realmente confiar en él? De repente, ya no estaba tan segura.

Me sentía un poco enferma, y no tenía idea de qué hacer a continuación. No podía agitar la nota del bolsillo y demandar saber quién lo había escrito. Si Grace estuviera aquí, ella haría aplaudir las manos y saltar arriba y abajo ante la idea de algo que realmente está ocurriendo. Ella me había dicho que me sentara, que tomara mi Frappuccino, y que mantuviera los ojos y los oídos abiertos. Así que volví al sofá justo cuando Liam había terminado de escribir un mensaje.

128

—¿Está todo bien? —preguntó Liam con una mirada de preocupación en su rostro, deslizando su teléfono sobre la mesa.

—Por supuesto —le dije, pero sonaba más como una pregunta. Tomé un pedazo de pelusa de mi falda del uniforme, dejando que mi mente divague nuevamente.

Y, sorpresa, vagó hacia el corazón de Brown y todas las piezas del rompecabezas de Grace. Además de los nombres, el corazón de Brown fue utilizado como una especie de lugar de reunión. Y luego estaba esa nota arrugada que había metido en mi mochila.

Alguien que no sólo se preocupaba lo suficiente sobre mí estando allí para enviar la amenaza, pero aún más inquietante, sabía que iba a estar allí. Y al parecer, una nota no fue suficiente. Me habían seguido hasta allí y dejado una segunda ultra-rara advertencia. Es evidente que me estaba acercando demasiado. De lo contrario, ¿por qué molestarse? Lástima que todavía no tenía ni idea de lo que todo esto realmente significa y cómo se podría conectar con Grace.

—¿Hola? ¿Kate? ¿Estás todavía conmigo? —La voz de Liam me hizo dar cuenta de que había estado mirando fijamente a sus zapatos.

—Lo siento, sólo estaba pensando... —¿En el Director Sinclair? No, eso era sencillamente asqueroso. ¿La Escuela de Brown para los muchachos? Eso era raro. ¿Piedras? Extraño y enfocado en geología. Me encogí de hombros.

Liam se removió en su asiento, incómodo, y me preguntaba si hay algo más que nuestra conversación incómoda le hacía ponerse nervioso.

—Voy a buscar un poco de agua. ¿Necesitas algo? —preguntó Liam, levantándose.

—Um... —Pensé por un momento acerca de todas las cosas que necesitaba, pero agité la mano y sacudí la cabeza.

Tan pronto como Liam se formó en la línea para ordenar, su teléfono móvil vibró de nuevo. Estiré el cuello para evaluar su posición en la cola y casualmente llegué a recuperar su teléfono, en el nombre de mi investigación, obviamente.

En la pantalla, el nombre Bethany apareció junto a dos nuevos mensajes de texto. Sin pensarlo, abrí el primer texto.

129

Recuerda lo que hablamos. Limpié la pantalla y tiré el teléfono sobre la mesa, molesta. ¿Qué es exactamente lo que estaba pasando entre ellos? ¿Y qué es exactamente lo que estaba pasando entre nosotros?

Después de pagar su botella de agua, Liam se sentó en el sofá y me lanzó una sonrisa que no podía regresar. Su teléfono vibró de nuevo, y mientras escribía, pensé en todas las cosas que podría estar diciendo a Bethany, cosas sobre mí, las cosas sobre las notas amenazantes. En este punto, podría haber estado escribiendo casi cualquier cosa. Me tomé un último sorbo de mi Frappuccino Mocha y dejé la taza medio llena sobre la mesa. Las cosas tenían que ser malas para que yo abandonara un Frappuccino.

—Me voy de aquí. —Saqué mi chaqueta mojada del sofá y la arrojé sobre mi brazo. Liam arrugó la frente mientras me miraba a mí y luego a su teléfono, que había empezado a vibrar por millonésima vez. Casi podía oír la lucha jugando en su mente. Kate o Bethany… Kate o Bethany.

—Oh, y, es posiblemente quieres atender eso. Se rumorea que a Bethany no le gusta que le hagan esperar —le espeté, ajustando mi chaqueta. Antes de que pudiera agarrarlo, un pedazo de papel de cuaderno arrugado flotaba en el regazo de Liam. Era mi dibujo de la cresta con las palabras Audi, Vide, Tace subrayado repetidamente. Casi lo agarro yo misma, pero Liam lo agarró y lo miró.

—¿Qué se supone que significa esto? —preguntó Liam, silenciando el teléfono.

—No querría que Bethany se enojara. —Me maldije por admitir que espié en su teléfono, pero pensé que no tenía importancia. Me iba—. Diviértete mandando mensajes de texto acerca de mí. —Me giré para irme, pero sentí palabras burbujeando en mi garganta que había que decir—. Debería haber sabido que serías un mentiroso también.

Liam se acercó y me agarró del brazo. —Si estás tan metida en la verdad, ¿por qué no me dices lo que esto significa? —Levantó la foto de la cresta.

Abrí la boca para decir algo, y rápidamente la cerré de nuevo. Me quedé allí durante unos segundos hasta que Liam rompió el silencio.

—Entonces, ¿qué significa?

130

No estaba de humor para cooperar. —¿Por qué ella sigue mandando mensajes de texto?

—Si te dijera que nada está pasando con Bethany, ¿me creerías?

—Si te dijera que no sé lo que significa la imagen, ¿me creerías?

Tomó un trago de agua. Volví a sentarme y tomé mi Frappuccino Mocha. No acostumbraba dejar que se desperdicie.

—No pasa nada con ella —susurró Liam.

—No sé lo que significa —le dije.

Y eso fue todo. Teníamos nuestros secretos. Nos quedamos atrapados: dispuestos a confiar uno en el otro como para no mentir, pero no lo suficiente como para decir toda la verdad. Mientras lo miraba, su pelo ondulado húmedo, la camisa mojada se aferraba a su piel, quería creerle, confiar en él.

—Así que vamos a empezar de nuevo. —Liam sacudió el pelo de sus ojos, que habían cambiado mágicamente de vuelta a la luz azul—. Creo recordar que una de las preguntas que quería hacerte…

—Espera. ¿Planeaste hacerme una pregunta?

—Bueno. —Se puso un poco rojo—. Sí, pero sólo si las cosas iban muy mal, lo que, a la luz de los acontecimientos recientes...

Me reí con una de esas carcajadas que siempre parecen tomarte por sorpresa. Se sentía bien.

—Así que... ¿cuáles son tus actividades favoritas? Ya sabes, ¿qué es lo que realmente te gusta?

—Um... —Me reí un poco incómoda ahora, porque era una especie de pregunta personal—. Bueno, no puedo vivir sin Frappuccinos Mocha —dije, sacudiendo mi vaso casi vacío—. Me encantan los infomerciales, y aunque sé que es una mierda total, reviso mi horóscopo diario. —La conversación había tomado un giro de 180, y mi rostro se sonrojó con algo que no había sentido en mucho tiempo. Algo parecido a la felicidad.

—Así que, ¿qué dice hoy? ¿Cita misteriosa con un chico sexy? —preguntó con una sonrisa.

131

—Sí, un chico caliente que pasa la mitad de la cita enviando mensajes de texto a otra chica. —Una sombra pasó por su rostro, y me sentí mal por arruinar el momento. Pero, bueno, la verdad duele.

—Sí, que idiota —bromeó con poco entusiasmo—. Aunque, ahora que lo pienso, mi horóscopo podría haber dicho algo acerca de conocer a una chica con un gran secreto.

La risa brilló en sus ojos, y pensé en contarle todo. Sí, él podría pensar que estaba totalmente loca, y probablemente estaría poniéndome en peligro, pero estaba lista para terminar con los secretos y mentiras.

Metí mis manos en los bolsillos, mis dedos rozando la nota arrugada todavía dentro. De pronto, las palabras que estaban en la punta de la lengua se fueron, y sabía que esto no estaba ni siquiera cerca de terminarse.

132

28 Traducido por MelCarstairs

Corregido por Melii

Si alguien sostuviera un gráfico de emociones delante mío (tú sabes, ¿ese con la cara de los dibujos animados que los consejos usan para ayudarnos a describir nuestras emociones?) y me pidiera que le muestre como me estaba sintiendo, probablemente hubiera señalado la cara de cada dibujo en la lista.

Mis emociones estaban por todo el lugar. Un segundo estaba aterrorizada, temerosa de que alguien me hiciera daño. Luego al siguiente estaba cautivada por el pensamiento de encontrar a un chico al que en realidad le guste. Y luego, como siempre, estaba la tristeza sin fondo de no poder compartir nada de esto con Grace.

A pesar de mi confusión, sabía que tenía trabajo que hacer, y no iba a dejar que un chico se interpusiera en la verdad y yo, no importa cuán encantador el parezca.

Y así es como me encontré buscando en Google de nuevo un sábado a la tarde a la deriva, dejándose llevar, alejándose. Empecé con el habitual “Richard Sinclair” y obtuve cerca de un millón de resultados aleatorios. Duh. A continuación: “Richard Sinclair, director de Pemberly Brown”. Encontré un montón de resultados con la biografía autorizada de Pemberly Brown. Pero uno era sobre Richard y Robert Sinclair, hermanos que habían roto todo tipo de récords de pista durante sus años en PB.

Estiré mi espalda, abrí el cuadro de búsqueda, e intenté “Robert Sinclair, Pemberly Brown, Ohio”. Bingo. Surgió un PDF de los registros de pista y de campo a partir de 1970. Haciendo una copia de seguridad del PDF, hice clic en los resultados vinculados a archivos del periódico relacionados con la escuela. Le eché un vistazo a uno, una entrevista con Robert sobre su carrera de pista. En una respuesta menciona a su hermano pequeño, Richard.

133

Salí del artículo e hice clic en otro. Este era más interesante que la entrevista esponjosa. Aparentemente Robert Sinclair fue acusado y absuelto de atacar a una niña de su curso en Pemberly Brown. El artículo discutía el impacto en su carrera.

El periódico dejó de lado el nombre de la chica para proteger al inocente y toma nota de que otras publicaciones no fueron tan comprensivos y que la víctima ha sido intimidada por sus compañeros como consecuencia de ello. Ahora esto se estaba poniendo interesante. ¿El director tiene un hermano que fue acusado de atacar a una niña? De alguna manera, no encuentro eso difícil de creer.

Desafortunadamente no pude encontrar el nombre de la chica en ninguna parte del sitio, dejándome sin ninguna opción —necesitaba salir al público. Y por público, me refiero a la biblioteca pública, donde los libros que necesito no tienen partes cortadas.

Más rápido de lo que puedes decir “absolución,” agarré mis cosas, subí a mi bicicleta, y diez minutos después estaba bloqueándola fuera de la biblioteca. Lo sé, lo sé, estaba a un paseo sin prisas de los pantalones deportivos y uno de esos cascos aerodinámicos. Me estremecí ante el pensamiento.

Tirando de las puertas ornamentadas, entré en el atrio y respiré el olor a libros mohosos. Olían a respuestas.

Los viejos pisos de madera crujían bajo mis pies, y los libros suspiraban mientras las personas giraban sus páginas. Cada vez que visitaba la biblioteca, admiraba los espacios señoriales que albergaban fila tras fila de libros. Algunos millonarios excéntricos habían donado su mansión a la ciudad para una biblioteca nueva en los años 40, y a pesar de que los pisos estaban desconchados y la pintura se estaba pelando en muchas de las habitaciones, la biblioteca todavía rezumaba una elegancia majestuosa.

Era en una biblioteca donde podrías perderte. Pequeñas habitaciones con grandes sillones y mesitas laterales estaban entre las grandes salas llenas de estantes altos de libros. Los edificios estériles que los libros alojados normalmente palidecían en comparación.

Zigzagueé a través de la habitación tras la dispersa habitación antes de finalmente encontrar la mesa de ayuda.

134

Pensé que podría también conseguir las cosas de la forma fácil primero.

—¿Tienes un libro llamado Pemberly Brown: 150 años de excelencia de… —Miré mi libro Slam—. Calvin Markwell? —La biblioteca era mi última oportunidad para el bueno Calvin. Cada librería en línea dijo que el libro ya no se imprimía.

Podría haber sido mi imaginación, pero juraría que la bibliotecaria sentada a unos pasos lejos de mí dejó de escribir mientras hacía mi pregunta.

—Déjame ver si tenemos alguna copia. Recientemente empezamos a permitir que algunos de los materiales de referencia salgan en préstamos. —Escribió en su computadora y me miró con una sonrisa—. Estás de suerte. Pemberly Brown: años de excelencia por Calvin Markwell. La computadora dice que tenemos una copia disponible. Sígueme.

Le di una sonrisa, pero flaqueó cuando sentí los ojos de la otra bibliotecaria sobre mí de nuevo. Seguí al hombre amable, ansiosa por alejarme de Eva Entrometida de por allá.

La biblioteca se había creado de manera similar a la biblioteca de la Academia, solo que a una escala mucho más grande. Las estanterías se cernían a mí alrededor, y las computadoras esparcidas en cada sección.

—Digamos, ¿conoces por casualidad a la Oficial Dorothy? —preguntó el hombre mientras me llevaba a la sección de no ficción—. Ella se encarga la biblioteca de PB por horas.

—¡Sí, ella es genial! Todos adoran a la Sra. D.

—Bueno, nunca creerás esto, pero ella fue mi maestra de Historia hace mucho tiempo. Si no encuentras lo que buscas aquí, solo pregúntale a ella. Ella conoce todo lo que se puede saber acerca de PB.

—Oh —dije confundida—. Gracias por la sugerencia. Tendré que hablar con ella.

Me preguntaba porque la Sra. D. dejaría de enseñar Historia para tomar un trabajo en seguridad. Definitivamente un carrera interesante para cambiar.

Además, ella nunca lo había mencionado antes. Por supuesto no éramos tan cercanas, y estoy segura que no es el tipo de información que realmente quieres difundir, pero igual.

135

—Aquí estamos. —El hombre se paró enfrente de la sección de referencia—. Debería haber una copia disponible. Es un encuadernado de cuero marrón, creo.

Se acercó para leer los títulos, pero supe después de mi rápido escaneo que el libro no estaba en la estantería. No debería sorprenderme.

—Hmmm, no lo estoy viendo. Alguien podría estar utilizando en la biblioteca, o tal vez fue un error. Pero puedo guardar una copia para ti cuando vuelva a estar disponible.

Tiempo era una de las muchas cosas de las cuales no disponía en este momento, pero valió la pena el intento. —Um, sí, eso sería genial. Mi nombre es Kate. Kate Lowry.

Él escribió mi nombre en el pequeño anotador y me preguntó si podía ayudarme con algo más. Antes de que pudiera hablar, la bibliotecaria que me había estado mirando a través del escritorio avanzó hacia nosotros.

—Gracias, Charles. Hay una joven señorita que necesita tu ayuda en la mesa de referencia. Puedo tomarlo desde aquí. Kate, ¿cierto?

—De hecho, necesito mirar algunos periódicos viejos. —No confiaba en ella, pero ella estaba siendo poco natural conmigo, así que tendría que ser flexible.

—¿Puedo preguntar qué estás buscando?

—Solo estoy… um… investigando Pemberly Brown durante los años setenta para un ensayo.

Ella ladeó la cabeza ligeramente hacia un lado. Me pregunté si se interesaba de igual forma por todos los patrones de búsqueda. Si ese era el caso, su trabajo debería ser agotador.

—Déjame guiarte a los archivos de los periódicos en la máquina de microfilm. Vas a encontrar lo que estás buscando ahí.

—Muéstrame el camino —dije mientras la bibliotecaria me guiaba hacia las escaleras. Justo cuando estábamos a punto de bajar, una voz rompió el espacio de otra forma silencioso.

—¡Oye, Kate! —El sonido vino desde detrás de un enorme montón de libros.

136

La bibliotecaria se detuvo en seco y silenció la voz, lanzando una severa mirada en mi dirección. No pude reprimir un gemido cuando rizos rojos surgieron de la pila.

—Oh, hola, Seth.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Investigando. —Esperaba que despareciera nuevamente detrás su pila de teorías de conspiraciones.

—¿Sobre qué? —Debería haberlo sabido mejor. Después de todo, este era Seth Allen.

—Umm… sobre una prima perdida hace mucho tiempo de mi papá. Es para créditos extras para Historia Mundial si investigo sobre alguien de mi árbol familiar —mentí, girando entre mis dedos una perla del collar de Grace —. Ella fue a PB en los setentas.

—¿Quieres algo de ayuda?

Estaba por rechazar su oferta, pero luego recordé que mi búsqueda involucraba algo llamado máquina de microfilm y lo reconsideré.

—Sí, supongo.

La bibliotecaria se quedó en la parte superior de las escaleras dando golpecitos con el pie, seguro que hablaba en serio. —¿Listos? —preguntó.

Asentimos y la seguimos por la escalera de caracol a las entrañas de la biblioteca. Una rápida ola de nerviosismo se apoderó de mí cuando me acordé de mi última experiencia con sótano de una biblioteca, y le agradecí silenciosamente a Seth por ser lo suficientemente entrometido como para querer ayudar.

Dos solitarias máquinas de microfilm estaban escondidas en una esquina al lado de los cajones llenos con rollos de microfilm. Se veía como el lugar donde las viejas cintas murieron.

—Tomen asiento —dijo la bibliotecaria.

Me senté enfrente de una de las máquinas, y Seth acercó una silla.

—¿Algunas vez han usado una de estas? —preguntó ella.

—No —respondí.

—Sí —intervino Seth.

137

—Oh, bien —dijo alcanzándome un rollo enorme de film etiquetado “El Cleveland Plan Dealer: 1970 a 1975”.

Sin pensarlo dos veces, le entregué el rollo a Seth. Él cargó expertamente la película y el primer artículo apareció.

—Oh, y ¿Kate? —dijo la bibliotecaria con un pie en las escaleras—. Espero que encuentres lo que estás buscando.

—Um, gracias —dije, pero ella ya había empezado a subir las escaleras —. ¿Cuál es su problema? —murmuré.

—¿Qué? Me pareció que estaba bien. —Seth miró hacia la escalera antes de sacar furtivamente una bolsa de Cheetos del bolsillo de su chaqueta—. Por favor dime que ya has buscado en Google —dijo mientras jugaba con el mando de enfoque.

—¿Qué piensas que soy? ¿Una idiota? No pude encontrar nada. Créeme, la biblioteca es un último recurso.

—Está bien, está bien. Vamos a empezar. ¿Qué estamos buscando?

—Cualquier cosa relacionada con un incidente en el campus de Pemberly Brown. Técnicamente un asalto.

—Pensé que dijiste que era un proyecto sobre una prima de tu padre, investigar el árbol familiar. —Seth me miró directo a los ojos, las comisuras de su boca cubiertas con polvo naranja.

Mierda.

—Oh, seh, um… estoy trabajando en ese proyecto también. Pero primero estoy investigando para un trabajo para mi clase de Estudios de las Mujeres sobre el historial de asaltos contra las mujeres en PB.

—Oh, está bien. —Seth presionó el botón y la impresión se convirtió en un borrón, y dejé escapar un suspiro de alivio. No podía creer que Seth se estuviese creyendo esta basura. Quizás el amor realmente es ciego.

Seth pasó silbando y zumbando su camino a través de 1970.

—¿Algo?

—Sigue. Te dejaré saber cuándo parar.

Para el momento en que llegamos a mayo de 1971, había pasado una hora. Esto no iba a ser tan fácil como pensé. Para julio mis ojos estaban

138

vidriosos, y estaba bastante segura de que incluso si viese algo que se relacione con Pemberly Brown, no me daría cuenta.

Pero entonces, la máquina emitió un sonido extraño de chasquido, y a pesar de que Seth giró el picaporte, la película estaba atascada.

—Eso es raro. Iré a buscar a la bibliotecaria. —Seth alejó su silla.

—Pensé que dijiste que ya habías usado una de estas. —Giré el picaporte manualmente y retrocedí la cinta. Cuando apreté el botón para adelantar, la tira se atascó de nuevo en el mismo lugar. Mientras la retrocedía, noté una fina línea en la cinta. Suavemente tiré de ella para poder mirarlo más de cerca.

—¿Eso es cinta? —preguntó Seth—. Alguien debe haber tratado de arreglarla. —Inclinó su cabeza súper cerca de la mía. Su aliento olía a queso artificial, y resistí la necesidad de meterle una pieza de chicle en su boca.

—Espera. —Cargué la película de nuevo y levanté el artículo justo antes de la separación de la tira. No había nada en la pantalla sobre un asalto. Giré la cinta manualmente hacia adelante y la detuve antes del pedazo de cinta—. Alguien cortó el artículo.

—Nadie siquiera usa ya las máquinas de microfilm. Estoy seguro de que solo se rompió o algo. Continúa. Tengo que volver arriba pronto.

Inclinándome más cerca de la pantalla, vi el resto de un artículo en la parte superior de la esquina izquierda.

-berly Brown un estudiante fue acusado de asalto. El menor acusado era un estudiante y atleta consumado, y la policía tiene la teoría de que Moore se suicidó después de que amigos y compañeros declaran y se volvieran en contra de ella. Junto con su familia, Elisa Moore, hermana de la víctima, está hablando-

—Creo que esto es todo —dije, mordiéndome la uña del pulgar—. Pero está todo roto, y necesito una dirección, es decir... para el proyecto.

—¿Por qué? No es como si pudieras hacerle una entrevista. Está muerta. —Señaló servicialmente Seth.

—Seh, pero siempre está la hermana. —Abriendo mí libro slam, anoté el nombre Elisa Moore y empujé el libro de nuevo en mi bolso—. Gracias por tu ayuda con la máquina, Seth. Nunca podría haberlo descubierto por mí

139

misma. —Saqué la cinta de la máquina, la acomodé de nuevo en su bote, y la escondí en el cajón a lo largo de la pared.

—Espera. ¿Cómo vas a encontrar su dirección?

—Voy a averiguarlo —le dije, moviendo mi bolso sobre mi hombro y corriendo hacia las escaleras. Pero antes de empezar a subir, me ablandé, pensando en todo lo que Seth hizo para ayudarme—. Oye, vi un comercial de un especial en History Channel sobre…

—La semana de la Teoría de la Conspiración —me cortó Seth—. DVRed.

—Bueno, pensé que se veía… um… interesante. —La mentira rodó de mi lengua, y Seth lucía como si hubiese muerto he ido al cielo.

—¡Bueno, es una cita entonces! Te llamaré luego.

—Uh, sí. Suena genial. —Corrí por las escaleras agradecida de tener un amigo como Seth, incluso si eso significaba que tendría que sentarme a mirar por horas History Channel. En sonido envolvente, no menos.

De nuevo en el piso principal de la biblioteca, encontré una computadora vacía y empecé a entrar en calor para unas serias Búsquedas rápidas en Google.

El apellido “Moore” era como “Smith”. Googlearlo produjo casi tres millones de resultados. Los listados de páginas blancas eran bastante malos también. Más de 300 resultados fueron enumerados para “Moore” en esa sola área.

“Elisa Moore” era un poco diferente. Había solo dos Elisa Moore enumeradas y una era una Elisabeth. Debajo del nombre de Elisa estaba el nombre “Centro de Atención Palm Manor Extended” como también la dirección. De acuerdo con mi complejo de cálculos matemáticos (aritmética básica realizada en la calculadora de mi teléfono celular), si Elisa estaba viviendo en un asilo de ancianos, ella debe haber sido la hermana mayor de la víctima. Volviendo a Google, escribí la dirección en el cuadro de búsqueda y clickee en el botón de buscar.

Dentro de treinta y tres segundos, Google escupió direcciones. Dios bendiga a los interwebs.

140

29 Traducido por macasolci

Corregido por Melii

Saqué los dos últimos cereales empapados Cheerios con la cuchara y sorbí. Había cometido el error de sentarme a la izquierda de papá, por lo que cada vez que giraba una página del periódico del domingo, enviaba una ráfaga de sucio olor a papel de diario en mi dirección. Nada arruinaba el desayuno como el sucio olor a papel de diario.

Papá llevaba puesta su ropa de “holgazanear”. Traducción: llevaba puestos pantalones caqui y una camisa abotonada en lugar de su usual terno y corbata. Debe haber estado planeando tomarse el día libre.

—Te despertaste temprano —dijo. Observé las pupilas de sus ojos cambiar de tamaño.

—Tengo un proyecto que hacer hoy.

Bajó el periódico y sonrió.

—¿Necesitas ayuda? Estoy libre hoy. —Cabeceó su ropa de “holgazanear” como si no pudiera verlas por mí misma. Papá amaba ayudarme con los proyectos escolares, bueno, al menos solía hacerlo. Creo que secretamente extrañaba juguetear por ahí con los experimentos de la feria de ciencias y ayudarme a pintar con spray pelotas de telgopor para crear átomos móviles.

—Nah, es un proyecto grupal para Historia Universal. Pero estoy algo emocionada. Podemos ir a un asilo de ancianos y entrevistar a algunos de los residentes.

Él me miró un segundo, y me inquieté, deslizando mi lengua por encima de mis dientes y preguntándome si un cereal estaba atrapado en el frente o algo.

—¿Qué? —pregunté, cubriendo mi boca con la mano.

141

—Nada. Es sólo que, bueno... —Bajó el periódico—. No te he visto emocionada por nada en un largo tiempo.

Tenía que darle crédito. Tenía razón.

Mi teléfono vibró, y mi papá suspiró mientras me veía tocar la pantalla.

El mensaje de Liam decía: Estoy yendo.

—Déjame llevarte —dijo papá—. Será como los viejos tiempos.

Me llevé el bol a la boca y sorbí la leche azucarada.

—Mi aventón está viniendo.

Hoy todo era acerca de matar dos pájaros de un tiro. Quería pasar tiempo con Liam, y quería obtener información sobre lo que realmente le había pasado a la chica en la torre del reloj y cómo eso se conectaba con el hermano de Sinclair y Grace. Oh, y, por supuesto, necesitaba un aventón. Así que supongo que maté tres pájaros. (Gracias a Dios no soy vegana).

Desafortunadamente tenía que decir un par de mentira para llegar allí. Como Seth, Liam pensaba que íbamos a visitar a la prima lejana de mi papá para un crédito extra en un proyecto de árbol genealógico en Historia Universal. Y ahora mi papá pensaba que iba a hacer un proyecto grupal para la misma clase. Estaba tejiendo una telaraña algo enredada.

Le respondí a Liam un rápido mensaje diciéndole que tocara la bocina cuando llegara a mi casa. No había razones para que mi papá y Liam se conocieran. Especialmente cuando ambos tenían diferentes mentiras.

Mientras dejaba el bol vacío en el fregadero, le dirigí una mirada a mi papá, que estaba sentado sosteniendo el periódico pero mirando directamente a través de él. Probablemente estaba intentando recordar la última vez que había accedido a dejarlo ayudarme.

—Gracias por la oferta, de todas formas, papá. —Por un segundo consideré caminar hacia él y darle un beso en la mejilla pero opté por una incómoda palmadita en la espalda, en cambio. Él me dirigió una vaga sonrisa cuando la bocina de Liam sonó a través de la cocina.

Agarré mi abrigo y salí disparada por la puerta antes de que mi padre pudiera demandar una presentación.

—Entonces, ¿cuándo me vas a empezar a llevar? —bromeó Liam mientras me metía en el auto.

142

—Mi cumpleaños no es hasta junio, así que será un tiempo. A menos que quieras saltar al asiento trasero del Saab de mi papá y escucharlo gritarme por doblar descontroladamente. —Rodeé los ojos y Liam rió, poniendo el auto en reversa.

—Entonces, ¿cómo es que eres familiar de... —Entornó los ojos intentando recordar su nombre—, Elisa?

—Es una de las primas segundas de mi papá, o algo —mentí otra vez—. Se supone que tengo que entrevistarla sobre... um... crecer durante la Segunda Guerra Mundial. —Como que saqué esa de mi trasero o, gracias al estúpido documental de Seth. Intenté hacer matemáticas para descubrir si Elisa pudo haber crecido durante la guerra, pero era un poco demasiado temprano, y como que no podía sacar el teléfono para un cálculo rápido—. No tienes que entrar si no quieres. No tengo tantas preguntas, así que no tardaré tanto.

—No, iré contigo. Todos mis abuelos están muertos, así que jamás tuve la oportunidad de verdad de hablar con alguien así de grande.

Tan dulce como era que quisiera hablar con Elisa, me dio un poco de pánico el no ser capaz de hacerle a ella las preguntas correctas con Liam en la habitación. A pesar de que realmente no tenía idea de cuáles eran las preguntas correctas. No podía exactamente aparecer en la habitación de una señora mayor y pedirle detalles sobre la muerte de su hermana.

Liam dio la vuelta para entrar a Palm Manor Cuidados Extendidos y mi estómago dio un vuelco tan solo mirando la puerta. No estaba segura de cómo me metería en la habitación de Elisa. Giré las perlas en mi cuello, intentando sintonizar un poco de la valentía de Grace. Iba a necesitarla.

—¿Cómo puedo ayudarlos? —nos preguntó la mujer detrás del escritorio, apenas levantando la mirada de la pantalla de su computadora.

—Estamos aquí para una visita con Elisa Moore. —Mi voz tembló. Esperaba que no fuera obvio.

La mujer tipió algo en la computadora y nos pidió que firmáramos el libro de invitados.

—La habitación de la señora Moore es al 306. Sólo sigan las señales —dijo, apuntando—. Darán algunas vueltas, y su habitación estará a la derecha.

Le agradecimos a la mujer y seguimos sus direcciones. La puerta de Elisa

143

estaba abierta, así que golpeé suavemente.

—Entre —dijo una voz joven.

Genial. ¿Elisa tenía un miembro familiar visitándola? ¿Qué haría Grace ahora? Bueno, si golpeara simplemente la puerta de alguien y recibiera el visto bueno, las posibilidades decían que entraría a la habitación. Empujé la puerta para abrirla y me di cara a cara con una enfermera de aspecto amigable que estaba lavándose las manos en el fregadero del baño.

—Hola —dijo—. ¿Vinieron a visitar a la señora Moore?

Asentí con la cabeza mientras Liam se quedaba callado.

—Bueno, estará tan feliz, incluso si no lo demuestra. No ha tenido un visitante en un tiempo, y creo que realmente podría necesitar un poco de animación. Entren, entren.

Una cama doble estaba cuidadosamente hecha, y una mujer mayor estaba sentada en una silla de ruedas puesta en frente de la ventana. Su cabello castaño claro estaba levantado en un moño bajo. Mientras se masajeaba las manos, yo apreté y relajé las mías.

—¿Cuál es tu relación con la señora Moore? —preguntó la enfermera.

Miré a Elisa y envié una disculpa silenciosa en su dirección con respecto a la mentira que estaba a punto de decir.

—Elisa es mi la… prima de mi papá —susurré, con la esperanza de que la señora Moore fuera dura de oído, lo cual era algo realmente horrible de esperar.

La enfermera pasó por delante de nosotros y puso su mano ligeramente en el hombro de Elisa, pero la mujer no movió un músculo.

—Señora Moore, ¡tiene visitas! ¿No es agradable?

Elisa siguió mirando por la ventana, y justo cuando pensaba que nunca contestaría —o que tal vez ni siquiera hablaba—, se giró a la enfermera y asintió. Su rostro era suave, aparte de unas pocas arrugas cerca de los ojos y alrededor de su boca. La enfermera sonrió mientras regresaba hacia Liam y yo.

—La señora Moore tiene días buenos y días malos, pero creo que la encontraron en uno bueno. —Amplió su sonrisa—. Su memoria se prende y se apaga, así que tengan paciencia. —Apretó mi hombro y salió de la

144

habitación.

Me senté en la cama junto a la silla de ruedas de Elisa y me imaginé que debía presentarme.

—Hola, Eli... eh… Señora Moore. Mi nombre es Kate Lowry —dije, y extendí la mano. Ella no movió o siquiera se giró para mirarme, por lo que dejé caer torpemente mi mano, apenas resistiendo las ganas de empezar a morder mis uñas—. Y este es Liam —terminé estúpidamente.

—Un placer conocerla, señora Moore —dijo Liam con su voz educada de hablar a ancianos, a pesar de que ella realmente no parecía tan grande.

Elisa no hizo nada sino mirar por la ventana.

—Es un hermoso día hoy. Mira todo ese... follaje. —Bueno, soy una completa tonta para tratar de rellenar el silencio, pero “follaje” era una exageración, incluso para mí. Liam me dirigió una mirada que decía, ¿De verdad acabas de decir eso?

—Um, Somos estudiantes de Pemberly Brown. Mi papá me dice que fuiste a esa escuela. —La observé atentamente, orando que el nombre de nuestra escuela desencadenara algún tipo de recuerdo para ella, pero sus ojos seguían estando obstinadamente en blanco. Fue como si ella ni siquiera supiera que estábamos allí.

Quería preguntarle sobre su hermana, pero no podía hacerlo con Liam en la habitación. Tenía que deshacerme de él de alguna forma.

—Oye, Liam, ¿por qué no ves si nos puedes conseguir a todos un pudín o algo? —sugerí.

Liam me dirigió una mirada extraña, pero aceptó y salió de la habitación para buscar a una enfermera.

Tan pronto como estuvo fuera de distancia, empecé a dispararle preguntas a ella.

—Señora Moore, ¿recuerda a un Robert Sinclair? Él fue a Pemberly Brown. Creo que usted podría haber ido allí también.

Ella no movió un músculo. Me estaba empezando a preguntar si incluso respiraba.

Oí la voz de Liam llegando a través de la puerta abierta. Algo sobre chocolate o caramelo. No tenía mucho tiempo.

145

—¡Elisa! —Le toqué el hombro y la giré para que me mirara—. ¿Qué le pasó con tu hermana? ¿Qué hicieron con ella? ¿Por qué se hizo daño?

Sus ojos se ampliaron cuando me miró. Eran de un azul apagado, vidrioso, y reflejaban miedo y algo más. Tal vez reconocimiento.

—Ella tenía tu edad. —Su voz era más fuerte de lo que yo hubiera imaginado, y sus ojos espeluznantes se centraron en algo detrás de mí.

Di un paso hacia atrás, sin saber qué decir y seguí la línea de visión de Elisa, aterrorizada de que Liam estuviera de vuelta y que me había oído acosando a una anciana inestable. En su lugar vi una foto enmarcada de una chica. Era oscura, pero la imagen era familiar. Se veía como la chica de la falda a cuadros con el cabello largo oscuro. Me recordaba a Grace. Me sentí mareada.

—Solíamos hablar durante horas tumbadas una al lado de la otra en el césped. Ella me decía todo. —La piel de Elisa se veía fina como papel, y sonaba a kilómetros de distancia. Como si estuviera leyendo un guión—. Tenía toda la vida por delante. Hablábamos sobre lo que haríamos cuando nos marcháramos. Hablábamos de enamorarnos y mudarnos de aquí. Porque eso es lo que hacen las hermanas.

Miré hacia la puerta, rogando que Liam no hubiera sido capaz de decidir entre los sabores de pudín o que tal vez la condición extraña de Elisa lo hiciera sentir incómodo y se estuviera tomando su tiempo.

—Yo les dije lo que creí que había ocurrido. Les dije que estaba actuando de forma diferente. Ella nunca se recuperó después de aquella noche. Y luego cuando fue a la policía, la retaron. Sabía que la matarían. Nadie me creyó. —Llevó su frágil brazo al marco y trató de mover su cuerpo hacia adelante. Temerosa de que perdiera el equilibrio, agarré el marco con manos temblorosas y lo coloqué en su regazo—. Ella nunca bajó las escaleras para desayunar, y supe que lo peor había pasado. —Elisa levantó el marco y ladeó la cabeza.

Liam entró en la habitación con el pudín y abrió la boca para decir algo, pero rápidamente sacudí mi cabeza y le hice gestos para que permaneciera callado.

—¿Irías a buscar a la enfermera? —le susurré—. No está bien.

Liam se apresuró hacia la sala otra vez, y supe que tenía que ser rápida.

146

No había mucho tiempo. Tomé la mano de Elisa en la mía otra vez.

—¿Robert Sinclair hirió a tu hermana? —le pregunté, aunque sabía la respuesta.

—La cama estaba vacía porque ella estaba en la torre.

—¿Qué torre? —Pero en cuanto la pregunta salió de mis labios, entendí. La torre del reloj. Abigail era la chica que colgaba de las vigas. Después de todo, no era una leyenda. Ella era una persona real con problemas reales y una familia real que había sido destruida por la pérdida.

Arrugas delgadas se formaron a lo largo de la frente de Elisa mientras recordaba

—Estación 2. Ella estuvo todo el tiempo en la Estación 2. Sus hermanas no pudieron salvarla. Los hermanos la sacaron. Lo hicieron. La sacaron. Y mintieron. Todo lo que dicen son mentiras. —Sus ojos se pusieron saltones y sus manos apretaron los brazos de su silla de ruedas tan fuertemente que sus nudillos se pusieron blancos.

Me levanté y corrí hacia la puerta, observando violentamente por el pasillo, rezando que alguien viniera a ayudar. El sonido de cristales rotos me hizo correr de vuelta a la silla de ruedas de Elisa. Pero cuando llegué allí, su rostro se había puesto en blanco, como si su exabrupto anterior jamás hubiera pasado. Junté el vidrio roto del marco y coloqué la imagen fracturada de la joven chica en la mesa de luz de Elisa junto a un jarrón de hermosas peonías rosas.

Llegaba casi cincuenta años demasiado tarde, pero puse mi brazo alrededor de sus hombros y traté de consolar a la frágil mujer con el corazón roto.

147

30 Traducido por Anelynn

Corregido por LadyPandora

Después de regresar esa tarde de la residencia de ancianos, había otro correo esperándome en la bandeja de entrada.

A: KateLowry@pemberlybrown.edu

Enviado: Domingo 16:21 P.M.

De: GraceLee@pemberlybrown.edu

Asunto: (sin asunto)

Estas buscando en todos los lugares correctos. Y nunca encontraste las cosas

correctas. Las respuestas yacen en el corazón de Brown. Donde viven los Hermanos.

Encuéntralos.

Tenía que volver a los viejos edificios de Brown. Estaba segura de que estaba perdiéndome algo que ataría al hermano del director a Grace, pero no tenía ni idea de qué era. Y ¿a quién se suponía que debía buscar? Brown estaba cerrado desde hace más de sesenta años. No había chicos para ser encontrados.

Me senté en el porche delantero, mirando fijamente la lluvia. ¿Por qué tendría que llover justo ahora? Quiero decir, ¿cómo se supone que iba a seguir adelante sin un modo confiable de transporte? Ya había escrito a Liam dos veces y una tercera podría aventurarse en el nivel 5 de las etapas de la desesperación.

La única opción que me restaba era ir en bicicleta hacia la torre del reloj bajo la lluvia torrencial; y obviamente eso era imposible. Estaba oscureciendo y para evitar ser aplastada por un auto, tendría que usar casco, ropa reflectante y probablemente un poncho. No digo más.

148

Y entonces, como si los dioses lo hubieran enviado desde arriba para responder a mis plegarias, Seth apareció en el aire. Bueno, técnicamente brincó desde su pobre y patética casa del árbol, pero en ese momento me pareció un superhéroe pelirrojo de tamaño bolsillo. Tenía su cazadora echada sobre la cabeza y estaba corriendo hacia su puerta principal.

—¡Oye, Seth!

Se dio la vuelta, con su rostro todo estrujado.

—Ven hacia acá. ¡Sal de la lluvia! —Mi voz alegre sonó un poco falsa. Sería mejor que bajara un poco el tono antes de que sospechara. Seth corrió hasta ponerse bajo el techo de su porche.

—¿Pasando el rato en tu casa del árbol otra vez? Eres tan patético.

—Sólo estaba mirando a los vecinos. Instalaron una nueva parabólica de satélite, y creo que la están usando para comunicarse con sus responsables del FBI.

—Suena genial. Entonces, ¿por qué estás despierto esta noche?

Seth se quedó visiblemente pillado por sorpresa debido a mi pregunta. Hice una nota mental de ser más agradable con él en el futuro. Actuaba como un animal maltratado, sorprendido por la más pequeña pizca de afecto. Me hizo sentir como la peor persona en el mundo.

—Sólo estaba, ya sabes, pasando el rato. Voy a hacer algo de tarea, cenar... ver algo más de la Semana de la Teoría de Conspiración, si tú...

—No, no, no —dije, cortándolo antes de que la invitación abandonara sus labios—. Sólo quería ver si estás interesado en dar una vuelta... —comencé pero fui interrumpida.

—¡Claro! —dijo Seth, sin dejarme terminar—. Permíteme que le pregunte a mi madre si puedo tomar prestada la camioneta. Está lloviendo, ¡pero la convenceré para que diga que sí!

—Seth, no tienes idea de lo que estás aceptando. Y si dijera: ¿vamos a ver si podemos conseguir algo de crack?

—Entonces tendría que recordarte la promesa de libre de drogas que todos tuvimos que firmar el año pasado. ¿A dónde quieres ir de todas maneras?

149

—De hecho tengo que correr de vuelta al Pemberly Brown. Yo... um... olvidé algo... en uno de los... uh... edificios viejos de Brown.

Mi respuesta ni siquiera hizo a Seth pensar dos veces.

—¡Iré a buscar mis llaves! —Seth lanzó su chaqueta sobre su cabeza y corrió hacia su puerta principal para conseguir permiso—. ¡Mamá! —Lo escuché gritar antes de que la puerta se cerrara detrás de él.

Seth probablemente habría aceptado llevarme al fin del mundo en la camioneta blanca de su madre y por eso estaba eternamente agradecida. Quiero decir, vamos, cada chica debería tener a un Seth Allen en su vida.

Mientras Seth rogaba por permiso, entré de nuevo y cargué mi enorme bolso con una linterna, una libreta y un lapicero, mi cámara, y el Mace16 que mi papá me había forzado a llevar cuando comencé la escuela superior. Considerando mi historia con el edificio, tenía que estar preparada para lo peor. Si era escalofriante durante el día, no podía imaginar cómo sería en la oscuridad. Una chica nunca podría ser muy cuidadosa, incluso aunque tuviera a un flaco y pelirrojo superhéroe a su lado.

En el momento en que atravesé la puerta del garaje, Seth ya había llevado la camioneta a la entrada.

Incluso a través de las ventanas rayadas por la lluvia, pude ver la enorme sonrisa en su rostro.

Mierda. Probablemente estaba malinterpretando nuestro pequeño recado como una cita. Oh, bueno, para el hambre no hay pan duro, y esta hambrienta necesita que le lleven. Sólo tuve suerte de que no se hubiera puesto nada sofisticado o algo así.

Entré en el auto y me puse con la labor de pensar en la tarea que tenía por adelante.

—¿Estás bien? —preguntó Seth—. Estás muy callada.

Él tenía razón. Estaba callada y más que un poco asustada. No me había olvidado de la roca que había venido volando a través de la ventana en mi última visita al viejo edificio. Alguien parecía saber todos mis precisos movimientos antes de que yo misma lo supiera y no parecían estar muy contentos con mi investigación. Tendré que ser cuidadosa.

16

Mace: Marca de gas lacrimógeno.

150

—Sí, sí. Sólo un poco nerviosa. Todos dicen que los edificios de Brown están encantados.

—Vamos, en realidad no crees en fantasmas, ¿verdad?

—Yo... bueno, nunca lo he hecho. Pero últimamente he cambiado de opinión —dije, pensando en los correos de Grace y la chica de la falda escocesa.

—Creo que tienes problemas más grandes que unos fantasmas, Kate. —Puso la señal de cambio de dirección a la izquierda y giró, por supuesto paso a paso.

—¿Qué quieres decir? —Entré en pánico, preguntándome si lo había descubierto todo, si sabía lo de las mentiras, lo de los secretos que había estado ocultando.

—Me refiero a Liam Gilmour. ¿Qué estás haciendo con él? Es peligroso.

No pude retener mi suspiro de alivio.

—¿Liam? ¿En serio, Seth? Él es el último de mis problemas.

—He oído que es peligroso, Kate, inestable. Sabes lo que lo todo el mundo dice. Es verdad. —Seth entró en el aparcamiento de estudiantes y aparcó.

—Liam puede ser muchas cosas, pero peligroso no es una. —Bueno, a menos que lo cuentes rompiendo mi corazón—. No lo conoces. A la gente sólo le gusta chismorrear. —Incliné mi cabeza contra la ventana.

—Inició un incendio —espetó Seth.

En un instante, la camioneta se llenó con tanta tensión que apenas se podía respirar.

Giré la cabeza rápidamente hacia Seth.

—¿De qué estás hablando? ¿Qué incendio?

—Ocurrió antes de que empezara en Pemberly Brown. Cuando el año pasado yo estaba trabajando en la oficina, tuve que volver a archivar su carpeta. El informe se deslizó.

Estaba recordando a Liam diciendo que todos tenían algo que ocultar. ¿Podría ser eso lo que estaba ocultando? Alejé el pensamiento. No podía ser verdad. Si me hubiera dicho que había atrapado a Liam besándose con

151

Beefany, habría creído a Seth, pero no era posible que Liam fuera algún tipo de pirómano.

—¿Por qué no puedes sólo ser feliz por mí? Un chico finalmente muestra interés, y sólo te pones celoso. —La ira salió de la nada y me sorprendió incluso a mí. Cada terrible palabra colgaba en el aire, interrumpida sólo por el sonido del golpeteo de los limpiaparabrisas y la emisora de radio de rock suave de la Sra. Allen. Me mordí las uñas y Seth se retorció en el asiento del conductor.

—Lo siento —dijo Seth—. Es sólo que no quiero que salgas herida.

Rebobiné las palabras que le había escupido.

—Siento haberte llamado celoso —dije—, tengo mucho en mi mente y realmente no tengo tiempo para mentiras sobre Liam.

La lluvia golpeteaba en el techo, corriendo como lágrimas por las ventanas que nos rodeaban.

Observar los caminos dentados de gotas de lluvia me ayudaron a olvidar mi rabia. Sólo un poco.

—De hecho, he estado queriendo decirte… —dijo Seth, cambiando de tema—, descubrí el significado de esto. —Levantó su huesudo trasero del asiento y escarbó en su bolsillo, entregándome un arrugado pedazo de papel—. Lo imprimí de unos de mis foros —dijo Seth, refiriéndose a una de las muchas conversaciones en línea en las que participaba en discusión de sólo Dios sabía qué—. Es el viejo escudo de Pemberly. —Estaba muy complacido consigo mismo—. ¿Pero esta S de aquí? —Señaló la letra adornada—. Debería ser una P, ya sabes, por Pemberly.

—Oh, claro. Gracias —dije, contenta de que nuestra pequeña discusión estuviera olvidada, pero estaba fastidiada porque Seth estaba diciéndome cosas que ya sabía sobre el maldito escudo.

Claramente, el escudo era importante y ya lo había visto en los suficientes lugares diferentes para saber que la S no era un error. ¿Por qué Naomi tenía las palabras talladas dentro de las joyas? ¿Por qué la Sra. Cole me había advertido en ser cuidadosa? ¿Y por qué estaba parte del escudo en todas nuestras invitaciones? ¿Por qué, por qué, por qué? Me sentía como una maldita niña de tres años.

152

—Mira. —Me giré hacia Seth—. ¿Por qué no sólo esperas en el auto? Volveré ahora mismo. Además sólo hay un paraguas. —Necesitaba respuestas y si Seth venía conmigo al corazón de Brown, sólo habría millones de preguntas adicionales.

—Sí, claro. Está oscuro. No vas a ir al campus sola. ¿Qué olvidaste en el edificio? ¿Por qué no puedes esperar hasta mañana? Y soy yo el que tiene las llaves, ¿recuerdas?

Seth tintineó su llavero frente a mí. Me fijé en el ridículo llavero con cuentas monstruosas que probablemente había hecho alguna noche de campamento.

—Claro —dije, arrebatándoselas de entre los dedos. Tiré de mi capucha y acomodé el bolso en mi hombro—. Bueno, ¿vienes o no?

Seth continuó preguntando diferentes versiones de sus preguntas iniciales aproximadamente cientos de veces mientras caminábamos a través del campus, agachados debajo del mismo paraguas. Me pregunté cuanto tardaría antes de rendirse.

El campus se extendió a nuestro alrededor como un mundo completamente diferente por la noche. Los árboles que parecían mágicos durante el día eran presagios de algo malo en la oscuridad. Las farolas de la calles salpicaban las esquinas aclarando los arbustos y el césped, haciéndolos lucir como fragmentos de vidrio roto. Una neblina flotaba sobre el Lago Pemberly Brown y se derramaba en los jardines.

Mientras íbamos por la senda, una parte de mí deseaba que en vez de las luces tenues situadas a casa lado del camino, un gran estadio de luces iluminara todo el espacio. La lluvia, la neblina, los jardines… era como algo sacado de una mala película de terror. Apreté al delgado brazo de Seth.

Finalmente desistió de todas las preguntas y nos apresuramos a lo largo del camino en silencio.

Por desgracia, el silencio no fue toda la bendición que pensé que sería. Cuando hay silencio, puedes escuchar toda clase de otros ruidos. Como la lluvia golpeando en las hojas, el susurro del viento y los murmullos de los fantasmas que estaba segura vi acechando en la oscuridad.

153

Una sombra cruzó sobre el camino de niebla frente a nosotros. Mi mano voló a mi bolso y mis dedos se enrollaron alrededor del Mace en el interior.

—¿Viste eso? —susurró Seth.

—Sí, probablemente sólo era un ciervo o algo.

—¿Cuántos ciervos conoces que puedan ponerse de pie?

—Ugh, vamos. —Empujé la manga de la chaqueta de Seth, guiándolo en la dirección del viejo campus de Brown.

Mientras salíamos de los jardines, el campus se abrió, haciéndome sentir un poco más cómoda. Había menos lugares para ocultarse. La desventaja era que había menos lugares para que nosotros nos escondiéramos.

Mirar a través de la lluvia a cántaros era difícil, pero el familiar contorno de árboles de los edificios de Brown en una hilera era inconfundible.

—No creo que escucharas cuando antes te lo pregunté, ¿pero qué dejaste aquí? —Y volvíamos con las preguntitas. Había que darle crédito por su tenacidad.

—En realidad se me cayó uno de mis pendientes y eran de mi abuela. Mi madre me matará si no lo encuentro.

—¿No crees que podría haber sido mejor buscarlo bajo la luz del día?

Quería ignorarlo pero sabía que nunca se rendiría.

—No hay manera de que sea capaz de dormir esta noche si no los encuentro. Además... —Alcancé mi bolso y saqué una lámpara—, traje esto.

—Oye, podrías haber sacado eso un poco más temprano. Podríamos haber alumbrado el ciervo que estaba de pie.

—Oye, oye, no te pongas así, ya estamos.

Nos quedamos agachados debajo del diminuto paraguas, mirando fijamente hacia el viejo edificio de ladrillos.

—Bueno, ¿qué estás esperando? Salgamos de la lluvia. —Seth se movió hacia adelante y lancé el paraguas abierto en el rincón de la entrada.

154

Abrí el cerrojo con las llaves de Seth y tan pronto como dimos un paso adentro, Seth comenzó a estornudar incontrolablemente.

—¿Estás seguro de que no quieres esperar afuera? —pregunté, fastidiada. Si alguien más estaba en el edificio, tendrían la suficiente advertencia sobre nuestra llegada, gracias a Seth.

—Estoy (estornudo) bien (estornudo) sólo (estornudo) continúa. —Estornudó otra vez como si puntualizara su frase y murmuré algo sobre el peso muerto.

El brillo de la linterna creó un camino de luz para que siguiéramos y parpadeó de pared a pared esperando encontrar lo que fuera que se suponía que estaba buscando. Continué caminando lentamente, con las perlas chocando en mi pecho a cada paso. Mi ojo captó algo, así que me incliné para echar un vistazo de cerca. Al principio pensé que era una chincheta, pero después de mirar más de cerca, vi que era un pequeño alfiler soportando al león y la llave, el antiguo escudo de Brown. Me pregunté cuanto tiempo había estado ahí el alfiler. ¿Podría ser posiblemente una gran pista de Grace?

—Creo que es este. ¿Cierto? —susurré y levanté mi cabeza como si estuviera esperando a que Grace contestara.

—¡Kate! —gritó Seth. Prácticamente brinqué y dije una oración en silencio para que Seth no me hubiera escuchado hablando conmigo misma.

—Jesús, Seth. Será mejor que esto sea bueno.

Él estaba arrodillado frente a la escalera de ladrillo y sujetando un pedazo de papel.

—Revisa esto.

Me agaché a lado de Seth y alumbré con lámpara el papel. Era una invitación idéntica a la que Cameron me había enviado con el nombre de Grace en él y la que Naomi había sacado del compartimiento de su guante. Pero esta invitación era un poco diferente.

No sólo tenía un trozo del escudo en la esquina superior izquierda, sino que esta invitación estaba dirigida a mí.

155

31 El otoño pasado

Traducido por Mel Cipriano

Corregido por Zafiro

—Voy a vomitar. —Agarré mi estómago y le rogué a mi padre que detuviera el auto a un lado de la carretera. Tan pronto como dejó de rodar, salté y vomité en la hierba. Mi cuerpo se lanzó con tal fuerza que caí de rodillas, piezas de grava cortándome la delgada piel. Mi mamá me frotó la espalda y sostuvo mi cabello, sin decir nada. No me dijo que todo iba a estar bien, no me dijo que no me preocupara. No podía.

Tan pronto como terminó, subí de nuevo al coche y pulsé el botón de enviar en mi teléfono otra vez. En vez de sostener el teléfono en mi oreja, vi el temporizador de llamada a través de los segundos. Sabía que cuando llegara a treinta y uno, escucharía la voz alegre de Grace explicando que estaba lejos de su teléfono y no podía contestar.

Mientras el teléfono sonaba, miraba el rostro de Grace en la pantalla. Habíamos programado fotografías en nuestros teléfonos que aparecían cada vez que nos llamábamos la una a la otra. Grace me estaba sacando la lengua.

Veintinueve. Treinta. Treinta y uno.

—Hola, soy Grace. Me encantaría hablar, pero no puedo. ¡Te llamaré de vuelta!

Quería creerle, creer que me llamaría de vuelta, pero una parte de mí sabía que nunca lo haría. Dejé otro mensaje, cada uno más desesperado que el anterior, y pasé por toda la secuencia una y otra y otra vez.

Tan pronto como entramos en el garaje, subí las escaleras para ir a mi cuarto, para vomitar de nuevo. Pensé que tal vez tenía que ver con el olor a humo en mi cuerpo y en mi cabello, así que tomé una ducha, frotando

156

violentamente mi cuero cabelludo y mi cuerpo con jabón. Fregué y fregué, tomando un descanso sólo para llamar a Grace, gotas de agua rodando por mi brazo y en la pantalla de mi teléfono.

Veintinueve. Treinta. Treinta y uno.

Veintinueve. Treinta. Treinta y uno.

Veintinueve. Treinta. Treinta y uno.

Debo de haberme quedado dormida con el teléfono en la mano, porque en la mañana, cuando me desperté, ya no estaba.

—¿Dónde está? —Me senté en la cama y grité con todas mis fuerzas, buscando a mí alrededor, salvajemente—. ¡Lo necesito! —Tropecé fuera de la cama y dentro del pasillo, cayéndome cerca de la parte superior de las escaleras—. ¡Lo necesito! —Lloré ahora, tirando de mis piernas hacia mi pecho, mi cuerpo sacudiéndose con cada sollozo.

—Shh —susurró mi mamá mientras caminaba por las escaleras. Era temprano en la mañana, pero aún llevaba la misma ropa que la noche anterior. Me pregunté si alguna vez se había ido a dormir—. Oh, Kate. —Mi pelo estaba pegado a mis lágrimas, lo apartó de mi cara y se sentó a mi lado. Tirando de mí en su regazo, me sostuvo en sus brazos y me meció adelante y atrás como si fuera un bebé en lugar de una adolescente.

La miré con los ojos inyectados en sangre y dije las palabras que más temía.

—Se ha ido, ¿cierto?

—Oh, cariño. Encontraron un cuerpo... en el sótano. No están diciendo quien es todavía, por lo que debemos orar.

Pero yo no tenía que orar. Ya lo sabía. Era Grace. Ella se había ido.

157

32

Presente Traducido por Cris_Eire

Corregido por Melii

Nos acurrucamos bajo el resplandor verde de la lámpara Applebee, nuestras cabezas casi tocándose. Seth sostenía la invitación, con el ceño fruncido.

—No lo entiendo. ¿Para qué fuiste invitada esa noche? Y si te invitaron, ¿por qué no estabas allí cuando comenzó el incendio? —Seth señaló la caligrafía florida en la invitación. Habíamos colocado las tres invitaciones —la de Grace, la de Naomi, y ahora la mía— en conjunto, las imágenes que forman las tres cuartas partes del escudo.

—¿Y el escudo de Pemberly? —preguntó recogiendo la página arrugada con el dibujo de Cameron—. ¿Coincide con esto? —Seth señaló el escudo incompleto y me miró, confundido—. ¿Y dónde está la última invitación? ¿A quién le pertenece?

Tuve que tomar una decisión. Podría continuar haciéndome la tonta y arriesgarme a las incesantes preguntas de Seth y a su inevitable participación, o podría decirle todo y acabaríamos con esto. Tan asustada como me encontraba por romper mi promesa a Grace, necesitaba ayuda. Además, él ya sabía más que suficiente.

La ventaja de contarle todo estaba en la gran cantidad de información al azar que Seth alojada en su cerebro. Era increíblemente ingenioso, si no sabía la respuesta casi siempre sabía dónde buscarla. Y sería algo agradable tener un compañero.

—Déjame empezar por el principio —susurré, sintiendo como si un peso invisible se quitase de mis hombros al segundo que empecé.

158

En el momento que había terminado, la camarera había estado en nuestra mesa por lo menos cinco veces, molesta de que la cuenta permaneciese vacía, y mi historia se había interrumpido como tres veces por el teléfono de Seth. Su mamá quería saber si estábamos pasándolo bien.

—Así que... ¿ahora qué? —Cuando Seth hizo la pregunta, casi quise saltar sobre la mesa y besarlo. Se sentía bien el tener a alguien compartiendo mi secreto. Alguien a quien le importaba.

—Honestamente, no lo sé. Naomi está en el campamento de tenis y Cameron se escapó, y son las dos únicas personas que saben acerca de las invitaciones y que podrían ser capaces de ayudarnos.

Sin decir una palabra, Seth tomó su teléfono e hizo una llamada.

—¿Mamá? Creo que vamos a ver una película —dijo—. Sí, una de por la noche. Sé que es una noche de escuela, pero ya hice toda mi tarea... tengo casi dieciséis años y medio. —Seth se detuvo y mantuvo el teléfono lejos de la oreja, y pude escuchar la voz de su mamá gritando en el aire—. Está bien, te llamaré cuando haya terminado —espetó Seth cerrando su teléfono y me mirándome.

¿Una película? ¿Es una broma?...

Pero Seth no me dejó terminar. —¿Así que piensas que habrán encontrado a Cameron ya? —preguntó.

Sonreí, entendiéndolo entonces, y me levanté de la mesa. —Vale la pena intentarlo.

***

Cuando nos detuvimos en la calle de Cameron, sinceramente, no estaba segura de qué esperar. Había una buena posibilidad de que Cameron ya estuviera de vuelta. Los estudiantes abandonaban Pemberly Brown discretamente todo el tiempo, y basándome en su historial, no podía imaginar que los Thompson tuvieran ninguna prisa por llevarlo de nuevo a la escuela.

Pero cuando Seth cuidadosamente aparcó la camioneta unas pocas casas abajo de la de Cameron, apenas registré el hecho de que la entrada de

159

su casa estaba vacía, aparte de un sedán de los que pasan desapercibidos. En su lugar, mis ojos se clavaron en la casa de al lado. No era una de las locas mansiones que se alineaban en la mayoría de las calles de la zona, sólo un modesto colonial. Se veía oscura, casi vacía, pero sabía que no era cierto. Los padres de Grace estaban escondidos en el interior en algún lugar, junto con la mayor parte de mis recuerdos de infancia. Traté de esconder el dolor que me embargó, pero Seth se dio cuenta. Por supuesto.

—¿Estás bien? —preguntó, mirando sus manos—. Si tienes frío, te puedo dejar mi chaqueta. —Ambos sabíamos que él estaba hablando de mucho más que sólo de tener frío.

Negué con la cabeza, y él me dio un segundo más para tragar de nuevo el enorme bulto que sentía, cada vez más grande en mi garganta, mientras más tiempo observaba la casa de Grace. Dirigí mi vista hacia otro lado y respiré profundamente, cambiando el chip.

—Entonces, ¿cuál es el plan? —El venir aquí me había parecido una buena idea cuando Seth lo había sugerido en Applebee, pero ahora no estaba tan segura. Quiero decir, no podíamos tocar el timbre y preguntarle a los Thompson si Cameron les había dado alguna información sobre la muerte de Grace y cómo podría estar conectada con el hermano de nuestro director, que puede o no haber sido un violador.

Por suerte, las luces todavía estaban en la planta baja, y a pesar de la lluvia, la mayoría de las ventanas estaban abiertas un poco. Las posibilidades de que en realidad podríamos encontrar algo eran bastante escasas, pero pensé que no podría lastimar echar un vistazo alrededor del patio de Cameron y tal vez mirar por las ventanas para ver si había señales de que Cameron había regresado a casa.

—Vamos. Tengo una idea. —Seth abrió la puerta del auto y salió a la mojada calle. Tiré de la capucha de mi sudadera por encima de mi coleta, aliviada de abandonar la iniciativa, el liderazgo.

Por favor, estate de vuelta. Por favor, estate de vuelta. Por favor, estate de vuelta. Cantaba el mantra en mi cabeza todo el camino a través del empapado patio de Cameron. Como suerte extra, toqué las perlas de Grace, un recordatorio de la importancia de nuestra misión.

—Está bien, vamos a caminar por la casa. Vamos a mirar por las ventanas para ver si está en casa —dijo Seth.

160

—¿Y si él está ahí? —le pregunté.

—No lo sé. Trataremos de hablar con él, ¿verdad? Esta podría ser nuestra única oportunidad. —Me aferré a las palabras “nosotros” y “nuestro”. Nunca había sonado más hermoso. Incluso si hubieran sido dichas por Seth, al mismo tiempo que sacó una pequeña bolsa de plástico con encurtidos de su bolsillo y empezó a masticar.

Debe de haber visto la mirada de disgusto en mi cara, porque entre bocado y bocado, dijo—: ¿Qué? No puedo evitarlo. Me da hambre cuando estoy nervioso… se me baja el azúcar en la sangre.

Negué con la cabeza y lo agarré del brazo. —Vamos. Es ahora o nunca. —Comenzamos por el lado de la casa. Cuando llegamos a las ventanas laterales bajas, vimos un comedor oscuro, pero ninguna señal de Cameron.

Le hice un gesto a Seth para que se callara cuando nos arrastramos a lo largo del perímetro de la casa de los Thompson. Cuando nos acercamos al patio trasero, la luz se reflejada sobre la húmeda hierba proveniente de las ventanas de la cocina. Estaban colocadas más altas en la casa, por lo que fuimos capaces de levantarnos sin ser detectados mientras nos pegábamos a la pared exterior de ladrillo.

—Seth —susurré—, he oído a alguien. —Seth se agachó y tiró de mí con él.

—Sí, estoy aquí. Todavía no lo hemos encontrado. —La voz del interior de la casa estaba apagada pero todavía audible.

Bueno, creo que eso era todo. No era Cameron. Pero la voz sonaba extrañamente familiar, y estaba casi segura de que no era el padre de Cameron. Escuchamos el chirrido de una silla y un ruido sordo cuando alguien se sentó.

—¿Quién es? —susurró Seth, su aliento caliente sobre mi mejilla. Le hice callar y arrugué la nariz al mismo tiempo.

—No, no creo que ellos sepan algo, pero no se puede ser lo suficiente cuidadoso. —La voz se detuvo—. No, no será necesario. Por lo menos no creo que vaya a serlo. Por lo que sé, él no dejó ninguna evidencia. —El orador bajó la voz, y me costó entender las palabras—... La familia... nada... Hermandad exponer... ya viene. Me tengo que ir.

161

Una breve pausa fue seguida por el sonido de una silla contra el suelo de nuevo. Miré a Seth. Sus ojos estaban muy abiertos. Quien fuera ese tipo, él claramente estaba preocupado por la evidencia que Cameron había reunido acerca de la muerte de Grace. La evidencia que ahora me pertenecía.

—Gracias de nuevo por venir. —Sonó una nueva voz en el aire de la noche, y esta vez fue positivo que pertenecía al padre de Cameron.

—Por supuesto. —El sonido de la voz se perdía a medida que el señor Thompson y el visitante se dirigían hacia la puerta principal—. Espero que la información...las escuelas alternativas... ...Cameron... soporte... —Fue todo lo que pude entender.

—¡Vamos! Se están moviendo hacia el frente de la casa. —Agarré a Seth y empecé a moverme hacia el patio delantero, pero de repente el patio trasero entero se inundó con una luz cegadora. Debía haber sido un sensor de movimiento.

Dos pares de huellas se mostraban de nuevo hacia la cocina, y la puerta chirrió hasta abrirse.

Mierda.

162

33 Traducido por Leii123

Corregido por Melii

Creo que nunca antes había visto correr a Seth. Si no hubiéramos estado en peligro de ser atrapados por el papá de Cameron y su visitante, estoy segura de que hubiera tomado más tiempo para apreciar el hecho de que Seth corría como una niña impúber, pero yo estaba demasiado ocupada corriendo.

—¡Oye! ¡Tú! ¡Alto ahí! —El padre de Cameron había logrado salir de la casa y estaba persiguiéndonos.

Afortunadamente, se dio por vencido a mitad de camino de su enorme jardín, y no creía que fuera a estar lo suficientemente cerca para ver el número de matrícula de la camioneta de Seth cuando arrancó de la calle de Cameron. Traté de girar para conseguir una buena mirada del otro hombre detrás de la voz, pero debió haberse agachado.

El auto estaba completamente en silencio excepto por nuestras respiraciones irregulares. No creo que ninguno de nosotros quería traer mala suerte a nuestra escapada hasta que supiéramos a ciencia cierta que estábamos a salvo. Cuando llegamos a mi casa sin el sonido de sirenas detrás de nosotros, deje escapar el aliento que había estado conteniendo.

—Oh, gracias a Dios. No puedo creer que lo lográramos. —Agarré el brazo de Seth, y él debió de haber interpretado mis dedos clavándose en su brazo como “Estoy tan agradecida” en lugar de “Estoy aterrada y necesito apretar algo, y su brazo es lo único que está al alcance”, porque él puso sus dedos en mi barbilla y tiró mi cara hacia la suya.

—Está bien, Kate —dijo en voz baja, inclinándose hacia adelante.

—¡Eww, Seth! —le grité, empujando su pecho—. ¡Detente!

—¿Qué? —Levantó las manos en el aire—. Pensé que tal vez... oh olvídalo. —Ni siquiera fingió que le dolió, era como si él hubiera esperado la

163

reacción antes de que yo tuviera la oportunidad de reaccionar—. ¿Y qué diablos es esa mierda de hermanas? Cameron no tiene hermanas.

—¿Qué has dicho? —le pregunté.

—Hermandad. El director dijo algo acerca de la Hermandad.

—¿El director? ¿De qué estás hablando? —Trastabillé, mi mente estaba tratando de conectar las piezas.

—Reconocería su voz en cualquier parte. Trabajo en la oficina, ¿recuerdas?

—¿Estás seguro? —le pregunté, tratando de entender el significado de porque el director Sinclair visitaría a los Thompson. ¿Quizá fue protocolo? Pero su visita tenía que ser mucho más que eso. Mi mente retrocedió a otra realización de Seth.

—Hermandad —repetí—. ¿Por qué me suena familiar? —Cerré mis ojos por un segundo, y entonces me di cuenta—. Elisa, en el hogar de ancianos. Ella dijo algo acerca de las hermanas. —Abrí mis ojos y de repente sentí la imperiosa necesidad de empezar a aplaudir—. Pensé que estaba siendo general, pero ahora tiene sentido. La muerte de Abigail Moore y la de Grace están conectadas de alguna manera.

—¿Por un grupo llamado la Hermandad? —preguntó Seth sin aliento. Casi podía oírlo mentalmente componiendo su mensaje para las tablas de teoría de la conspiración que frecuentaba.

—Creo que sí. ¿Has oído hablar de ellos?

—Um, ¿no? Espera... —Seth miró hacia el techo como si estuviera escaneando el cajón de archivo de su cerebro que albergaba recuerdos a largo plazo—. Bueno, tal vez. Y creo que sé exactamente dónde buscar.

Seth empezó a retroceder el coche. —Oye, ¿qué estás haciendo?

—Vienes a mi casa. —Seth hábilmente se detuvo en su camino y maniobró el auto en el garaje.

—Pero, ¿por qué?

—Ya verás.

Seth salió corriendo por la puerta y gritó—: Mamá estoy en casa con Kate y tenemos que comprobar algo para la escuela rápidamente. ¿De acuerdo? Está bien. —Prácticamente me empujó por las escaleras hasta su

164

habitación, dejando a su madre abajo haciendo unas ochocientas preguntas que ya no podíamos oír.

—Bien, hay un tipo que siempre escribe en mi blog...

—Espera. ¿Tienes un blog? ¿En serio?

Seth pareció ofendido. —¿Quieres ayuda o no?

—Sí, sí, quiero ayuda —le dije con aire de culpabilidad.

—Bueno, por lo que estaba diciendo, hay un tipo que conozco que se especializa en la región de sociedades secretas. —Seth escribió furiosamente en su PC mientras hablaba—. Está totalmente obsesionado con una sociedad que supuestamente se formo en el medio oeste poco después de la Segunda Guerra Mundial, y ¿adivina cómo se llaman?

—¿La Hermandad?

—Así es. Aquí, echa un vistazo.

Efectivamente, había un párrafo corto sobre la Hermandad. ConspiracyLuvR (y, sí, en realidad ese era su alias/nombre de pantalla, no se puede inventar esto) nunca había sido capaz de encontrar ninguna prueba definitiva de que el grupo existiera. Sólo anécdotas mencionadas en viejos diarios y cartas, pero en base a lo que había reunido, el grupo se había formado en el área de Cleveland durante la década de los cincuenta.

Levanté la vista de la computadora.

—¿Y ... —Apenas me atrevía a decir su nombre en voz alta—, ConspiracyMother piensa que todavía están activos hoy en día?

—Es ConspiracyLuvR, y, sí, él siempre está tratando de desenterrar pruebas, pero son muy inteligentes y mienten muy poco. Nada de Skull and Bones17 para ellos. Él piensa que son muy activos y expansivos.

—Guau —suspiré, tratando de dar sentido a todo esto. Y entonces se me ocurrió. La carta en la cresta—. ¿Estás pensando lo que yo estoy pensando?

—Sí, voy a preguntar a mamá si puede traer algunos bocadillos.

—No, me refiero a la cresta. El S. No se supone que es un P. Se supone que representan la Hermandad.

17

Skull and Bones, es una sociedad secreta de los estados unidos, que tiene sede en la universidad de Yale.

165

Como ya había dicho las palabras, casi pude oír el sonido de una pieza del rompecabezas en su lugar haciendo clic. Esta fue: la verdad que podría hacer libre a Grace.

166

34 Traducido por munieca

Corregido por CrisCras

De vuelta en casa, me di una ducha caliente, dejando que el agua corriera sobre mí como había hecho la lluvia apenas unas horas antes. No importaba lo mucho que me quejara de Seth, sabía que nunca podría haber logrado nada esta noche sin él.

Después me vestí, me senté en mi escritorio y abrí mi correo electrónico para darle las gracias. Pero antes de que pudiera empezar a escribir, me di cuenta de las palabras en negrita.

Tenía un mensaje nuevo.

A: KateLowry@pemberlybrown.edu

Enviado: Martes 23:21 P.M.

De: GraceLee@pemberlybrown.edu

Asunto: (sin asunto)

Estás cerca. Por favor, no te detengas. Liam sabe, ten cuidado.

Leí las palabras en la pantalla una y otra vez. ¿Qué sabe Liam? No le había dicho nada.

Y sin embargo, ella dijo que estaba cerca. Y Grace tenía razón, no podía detenerme ahora. Si era honesta conmigo misma, en el fondo sabía que algo no estaba bien con Liam. Seth nunca inventaría alguna cosa sólo para hacerme daño. Liam estaba definitivamente ocultando algo y estaba dispuesta a apostar que iba más allá de su relación disfuncional con Beefany.

¿Sabía acerca de la Hermandad? ¿O es que él sabía lo que le había ocurrido en realidad a Grace? ¿Realmente tenía una historia con los

167

incendios? Pero, ¿por qué habría querido muerta a Grace? ¿Por qué la Hermandad habría querido verla muerta? Mi mente giraba con preguntas.

Sentí que mi cabeza iba a explotar, así que traté de tirar del freno de emergencia de mi hiperactivo cerebro. Lo primero es lo primero: el correo electrónico decía que Liam sabía algo, así que tenía que centrarme en eso. El misterioso pin de Brown, la invitación faltante de esa noche, y la Hermandad, todos tendrían que esperar. Por ahora.

En cuanto a Liam, era hora de ir toda Ley & Orden sobre su culo y descubrir toda la verdad y nada más que la verdad. Y por mucho que quisiera estar sorprendida, no lo estaba. Me gustaba Liam. Mucho. Y sin embargo, siempre había sabido que en el fondo estaba ocultando algo.

Me gustaría poder decir que nunca lo habría visto venir. Pero todas las señales estaban allí. Mi corazón optó por ignorarlas.

168

35 Traducido por Monikgv

Corregido por Melii

Acuné mi cabeza en mi palma y pretendí escuchar a Beefany hablar monótonamente sobre el Baile de Bienvenida del fin de semana. Pero mis pensamientos alternaban entre una lista mental de quién podría ser miembro de la Hermandad y cuánto sabía Liam.

Claramente, la Hermandad se reunía por alguna razón en la capilla la noche de la fogata Espíritus, pero todavía le creía a Naomi cuando dijo que ella y sus “amigas” no tenían nada que ver con la muerte de Grace. Me faltaba algo, algo grande. Y no podía ignorar la sensación de que me estaba quedando sin tiempo.

—Este baile es la noche más importante de este otoño, y es nuestro trabajo hacerla más que perfecta. —Beefany tenía algo rojo atascado entre sus dientes delanteros, y distraídamente me pregunté si era un pedazo de carne humana—. Pero antes de que podamos comenzar a hacer decoraciones, voy a revelar el tema del Baile de Bienvenida de este año.

La habitación llena de aspirantes zumbó con emoción y miraban expectantes a la Reina Taylor, que se sentaba detrás de Beefany, como siempre.

—De acuerdo, gente, tranquilos. —Beefany golpeó su martillo varias veces. Noté que brillaba un poco. Increíble. El martillo deslumbraba ahora. Me pregunté si era obra de Beefany o de Taylor. Tal vez Beefany había aplicado los cristales cuando tuvo la custodia el fin de semana. Taylor no parecía del tipo deslumbrante.

169

—El tema es… —Levantó sus fuertes brazos en el aire como un predicador y se detuvo mientras esperaba por un redoble de tambor—. ¡Mardi Gras18!

La habitación estalló en gritos. Miré alrededor y vi que las chicas brincaban y se daban abrazos, los deportistas se empujaban entre ellos, con los ojos muy abiertos ante la posibilidad de un tema tan escandaloso, y una chica al azar en la esquina levantó un puño en el aire.

No habría estado sorprendida si una de las chicas hubiera tirado de su camiseta hacia arriba con la esperanza de lograr ser asignada para trabajar en los centros de mesa con Taylor. ¿Quién necesita cuentas cuando podrías competir por la aprobación de la reina?

Los súbditos reales comenzaron a gritar ideas asociadas con el tema, y Beefany escribió cada una en el pizarrón escribiendo cuidadosamente. Taylor asintió en aprobación mientras la lluvia de ideas continuaba. Pero luego le hizo un gesto a Beefany y susurró en su oído.

Ojos contrastantes se pusieron en mí, los marrones oscuros de Beefany y los azules brillantes de Taylor. Finalmente Beefany se enderezó. —¿Kathy? —Sus ojos se entrecerraron en mi dirección—. Kathy, ¿Qué hay de ti? ¿Cuál es tu contribución a nuestro pequeño comité?

—Bueno, es Kate, y creo que tienes una lista bastante buena allí —dije, enojada.

—¿Cape? —preguntó, fingiendo confusión.

—No, K-A-T-E —prácticamente grité.

—De acuerdo, Cape, ¿tienes algo que añadir?

Sólo que un tema del Mardi Gras para un baile podría ser la peor idea en la historia de las malas ideas, pensé, pero en su lugar negué con la cabeza. Aunque tenía que admitir que no me perdería la noche del baile por nada en el mundo. Este era un choque de trenes que tenía que presenciar en persona. Sólo hay un problema: necesito una cita.

Mentalmente taché a Liam de la lista de candidatos potenciales de cita. Díganme loca, pero me pareció de mal gusto ir al baile con un chico que probablemente estuvo involucrado en la muerte de tu mejor amiga.

18

Mardi Gras en el nombre del carnaval que se celebra en Nueva Orleans, Luisiana y Mobile, Alabama (EE.UU.).

170

Cuando él asomó la cabeza dentro del salón de clases un momento después, respiré entrecortadamente. Era como si pudiera leer mi mente o algo así. Me hizo una seña para que me le uniera en el pasillo, y por primera vez desde que comencé a andar con él, una ola de nervios se apoderó de mí. Y no nerviosa del tipo mariposas-en-el-estómago-estoy-a-punto-de-besar-a-mi-amor-platónico; estaba virando más hacia el territorio de corazón-comienza-a-latir-rápido-cuando-estás-sola-en-el-oscuro-estacionamiento-de-noche.

A pesar de que había pasado la mayor parte de la noche anterior desarrollando mi plan de ataque, ver la cara de Liam aplastaba mi valor. No estaba lista. Pero él no parecía que iba a irse hasta que hablara conmigo, así que chasqueé mis dedos. Beefany insistió en que chasqueáramos los dedos para llamar su atención, algo que ella y Taylor habían aprendido en la conferencia de Jóvenes Líderes de América.

—¿Cape? ¿Necesitas algo?

—Sólo el baño.

—Bueno, no te tardes mucho. Tenemos mucho que hacer, y ni siquiera hemos empezado a diseñar los centros de mesa.

Ella miró hacia la puerta, pero Liam ya se había salido.

—¿Qué pasa? —le pregunté a Liam tan pronto como cerré la puerta detrás de mí.

—Sólo pensé que tal vez querías una excusa para salir de allí.

—Está bien —dije, negándome a mirarlo a los ojos—. Se está poniendo algo… interesante. —Las mentiras era ahora una segunda naturaleza.

—De acuerdo. —Se veía un poco avergonzado de que lo había rechazado—. ¿Recibiste mis mensajes? —Rozó ligeramente mi brazo cuando preguntó, y me estremecí.

—He estado súper ocupada —dije—. Debería volver allí.

Agarré la manija de la puerta, pero Liam siguió hablando.

—Son unos mentirosos. Sabes eso, ¿verdad? —preguntó, bajando la voz—. No te dejes absorber. Eres demasiado buena para eso.

171

Me di la vuelta automáticamente. —Es curioso que los estés llamando mentirosos. ¿Estás listo para decirme exactamente lo que pasó entre tú y Bethany?

Toda la cara de Liam cayó. —¿De qué estás hablando?

—No te hagas el tonto. No soy idiota, Liam. No puedes seguir pretendiendo que no hay algo entre ustedes.

—No es lo que piensas. —Sus ojos se dirigieron hacia la puerta como si estuviera asustado de que ella escucharía o algo así.

—Bueno, entonces, dime Liam. ¿Qué pasó?

Cuando era obvio que no me iba a responder, me di la vuelta para irme, pero me agarró del brazo y me llevó más lejos en el pasillo. No me estaba agarrando muy fuerte, pero cuando no fui capaz de liberarme, comencé a entrar en pánico.

—¿Qué estás haciendo? ¡Déjame ir! —No me había dado cuenta de que había gritado las palabras hasta que la puerta del salón se abrió y Alistair Reynolds vino disparado.

—¡Amigo, déjala! —Quitó la mano de Liam de mi brazo y la tiró—. ¿Cuál es tu problema?

—Kate, no quise… —comenzó Liam, pero el brazo de Alistair ya estaba alrededor de mi hombro, mi cabeza llevada hacia su pecho.

—Sólo déjame en paz. —Incluso cuando dije las palabras, quise retirarlas.

Antes de que Alistair me guiara de vuelta a la seguridad del salón, no pude resistir una última mirada larga y dura a Liam. Él aún era hermoso. No se puede negar. Su cabello largo estaba desordenado de una manera que de alguna forma terminó a la moda. Sus pantalones de color caqui caían bajo sus caderas, y se había puesto otra de sus camisetas clásicas debajo de la camisa blanca de cuello que era requerida. El material fino de la de botones hacía visibles las palabras debajo. Esta parecía que podría ser una camiseta de una banda de la vieja escuela.

Y entonces me di cuenta.

Naomi había visto a alguien corriendo de la capilla con el cabello largo y una camiseta de los Rolling Stones.

172

—Vamos, Kate. Volvamos adentro —dijo Alistair.

—Ve tú primero —le dije, distraída, esperando porque la puerta se cerrara detrás de él. Señalé al pecho de Liam—. ¿Es esa… una camiseta de los Rolling Stones?

Liam me miró como si estuviera un poco loca. —Uh, sí. ¿Por qué?

—Date la vuelta —prácticamente grité.

Efectivamente, cuando se dio la vuelta, un par débil de labios con una lengua colgando se podía ver a través del blanco.

Sin otra palabra, me lancé por la puerta del salón y la abrí de golpe, dejando a Liam en el pasillo mirándome. Liam era la pieza que faltaba en el rompecabezas. Él era a quien Naomi había visto corriendo por el bosque esa noche.

173

36 Traducido por CrisCras

Corregido por Melii

Tan pronto como estuve libre del infierno que era planificación central, corrí por los pasillos vacíos de la Estación 3, maravillándome de cómo cambiaban las inscripciones de la estación basándose en el tipo de día que estabas teniendo. Faber est suae quisque fortunae. “Cada hombre es el artesano de su propia fortuna”. La última vez habían sido donas; hoy había sido el robo. Por suerte para mí era martes, lo que significaba que Seth tenía el turno de tarde en la oficina. Mi fortuna estaba mejorando. Cuando llegué a la oficina y miré a través de las paredes de cristal, encontré justo lo que estaba buscando. Sus rizos rojos surgieron de detrás de un archivador.

—Hola Seth —dije metiendo la cabeza en la oficina.

Él apareció de pronto como una marmota y sonrió. Seth siempre se alegraba de verme. Con todo lo que había estado pasando en mi vida, era algo de agradecer.

—¿Qué pasa? —preguntó con un voz que era unos diez decibelios demasiado fuerte para mi gusto. La señora Newbury nos lanzó una mirada de desaprobación, así que agarré a Seth por el brazo y tiré de él hacia el pasillo. Escaneé el pasillo para ver si había maestros al alcance del oído. No había moros en la costa.

—¿Puedes sacar algunos archivos para mí? —le pregunté en voz baja.

—¿Quieres decir, como, archivos de estudiantes? —dijo, claramente sorprendido por la idea.

—Sí, necesito conocer la relación entre Liam, Bethany y Taylor. He recibido otro correo de Grace y mencionaba el nombre de Liam. Y algo me dice que si hay una sociedad secreta en Pemberly Brown, Bethany y Taylor están en ella.

174

—Vaya, espera un segundo. ¿Has tenido una conversación real con Taylor Wright?

Sacudí la cabeza, molesta. —No exactamente, pero tuve que unirme al Concilium. Es una larga historia. Pero necesito los archivos. ¿Puedes ayudarme?

—Vale, vale. Perdón. —Los ojos de Seth miran alrededor, asustadizos—. No sé… si somos atrapados… —La voz de Seth se va apagando.

—Mira, Seth, pasas todo tu tiempo leyendo esos locos libros sobre resolver misterios y conspiraciones, y finalmente estás en condiciones de ayudarme a resolver lo que podría ser un asesinato real. Pero no podemos hacer nada a menos que estés dispuesto a correr algunos riesgos.

Necesitaba saber qué había ocurrido realmente entre los dos, pero más que eso, necesitaba saber de qué era capaz exactamente Liam. Si realmente era algún tipo de pirómano, quizás él había jugado algún papel en lo que le había sucedido a Grace.

—Está bien. Creo que puedo hacerlo. La Sra. Newbury siempre se va temprano los martes para su partida de bunco19.

—Genial. Te guardaré un asiento en el autobús —dije, ya empezando a alejarme. Quería salir de allí antes de que él cambiara de idea—. Oh, y Seth. —Me di la vuelta y le di un rápido beso en la mejilla—. ¡Gracias!

Él se puso rojo y una enorme sonrisa prácticamente dividió su rostro por la mitad.

* * *

Fiel a mi palabra, me senté en el autobús esperando por Seth. Tenía el autobús para mí sola hasta que Bradley y Alistair decidieron subir, apoyando sus brazos por encima del asiento enfrente de mí.

—Oh, hola, Kate. No sabía que estabas en el autobús. —Alistair sonrió perezosamente.

19

Juego de dados.

175

—Um, sí. Casi todos los días, en realidad. No sabía que ustedes sabíansiquiera que los autobuses existían —respondí. ¿Qué demonios estaban haciendo ellos aquí? Se suponía que Seth iba a estar aquí con los archivos en cualquier minuto, y yo no tenía tiempo para tratar con estos idiotas.

—Sí, no somos exactamente gente de autobuses, pero pasábamos por aquí y te vimos sentada sola y queríamos decir hola. —La sonrisa de Bradley era tan brillante que tuve que apartar la mirada.

Se oyó un golpe en la ventana al lado de los chicos y todos miramos hacia abajo para ver a Porter esperando afuera, guitarra y todo.

—¿Qué estás haciendo, Al? Mamá dijo que tenías que llevarme a la práctica de guitarra hoy —gritó a través de la ventaba abierta. No estaba segura de sí fue la nota patética en su voz o las noticias de que Porter en verdad daba lecciones y aun así era pésimo con la guitarra, pero me puse a reír.

—Bueno, el deber me llama. —Alistair se encogió de hombros y se levantó.

Bradley se quedó atrás por un segundo y sus ojos casi negros me perforaron. —Cuídate, Kate —¿Qué demonios se supone que significaba eso?

Asentí, y lo vi trotar para bajarse del autobús e ir hacia Alistair y Porter, esperando afuera. Alistair y Bradley empujaron a Porter mientras caminaban y oí a Alistair hacer algunos comentarios sarcásticos acerca de la mochila con ruedas de Seth cuando apareció. El bolso geriátrio de Seth se enganchó a lo largo de los bordes de los asientos mientras caminaba. Ver que él parecía tan imperturbable por el abuso escolar de ahí afuera hizo que me doliera un poco el corazón, pero pronto me distraje por los tres gruesos archivos que él sacó de su bolsa con delicadeza mientras se sentaba.

—Los tengo —dijo Seth, mirando a su alrededor por el autobús como si fuera un agente secreto de algún tipo—. No estoy seguro de lo que estás buscando, pero sea lo que sea, es probable que esté aquí.

Empezamos a buscar entre los archivos y encontré todo tipo de información interesante.

Al parecer, el padre de Taylor había donado una gran cantidad de cambios a la escuela justo antes de que ella fuera aceptada. Supongo que ella

176

no tuvo que rellenar esa tediosa solicitud para entrar en PB al igual que el resto de nosotros.

Tan interesante como era aprender acerca de Taylor detrás de los escenarios, la información no era exactamente lo que estaba buscando. Hojeé las páginas en busca de su registro de orientación. Sabía por experiencia que los consejeros se veían obligados a documentar cada visita de un estudiante al completar un formulario.

Taylor tenía una pila enorme de formularios de orientación. La mayoría de ellos eran aburridas solicitudes de más clases de honores y quejas mezquinas sobre profesores o estudiantes que se habían atrevido a desafiar a la reina abeja que gobernaba en Pemberly Brown.

Pero un formulario había sido marcado con una nota adhesiva que decía: “Urgente”. La página entera estaba llena de notas, y el consejero había estampado CONFIDENCIAL en un cuadro enorme y rojo en la parte superior de la hoja.

Taylor sufre de depresión severa. El doctor ha recetado Zoloft para aliviar los síntomas.

¿Taylor deprimida? Me sentí como si me hubiera topado con el archivo equivocado. Estaba fechado el noviembre pasado, por lo que al parecer se había pasado el último año llena de antidepresivos también. Esto no debería haberme hecho feliz, pero más o menos lo hizo. Me pregunté si ella iba al doctor P. Me encantaría ver la expresión de su cara si la atrapaba en la sala de espera.

El archivo de Bethany era completamente inútil. Nada de visitas al consejero, solo un puñado de deméritos por meterse en peleas a lo largo del ciclo de enseñanza. Uno pensaría que alguien habría llevado a esta chica al consejero por el manejo de la ira en algún momento.

Pero el archivo de Liam era tan grueso como el de Taylor, aunque por una razón completamente diferente. Sus formularios de orientación contaban la historia de un estereotipado chico malo con problemas. Un formulario de una sesión de sus años en la escuela media indicaba sentimientos de soledad después de trasladarse de escuela en escuela tras la muerte de su madre. Detenciones, suspensiones y una expulsión plagaban los otros formularios, mientras que otro consejero había dejado notas sobre la lucha de Liam en la transición de la escuela pública a un colegio privado.

177

Sentí una punzada de culpabilidad mirando toda esa información confidencial, pero me recordé a mí misma que estaba haciendo esto por Grace. Pasé por todos los formularios del archivo, pero no había nada sobre un incendio. ¿Era solo otro rumor?

—Pensé que dijiste que Liam tenía algún tipo de historia con un incendio —le susurré a Seth.

—Él lo hizo. El formulario debe de estar en la parte de atrás. A ver, déjame ver.

Agarró la carpeta de mis manos mientras girábamos una esquina.

—Está bien, tiene que estar en algún lado —susurró Seth—. Pero no lo veo. Sé que estaba aquí al comienzo del año pasado. Lo vi cuando estaba transfiriendo archivos después de que la oficina fuera remodelada. —Sonaba confundido.

—¿Estás seguro? ¿Cómo, realmente seguro? Porque si él en realidad no lo hizo…

—Espera. ¿Qué dice este? —preguntó Seth y tomó otro de los formularios marcado con una nota adhesiva. El autobús pasó un bache y el contenido del archivo se esparció en su regazo. Su frente se arrugó mientras leía—. Algo sobre servicios a la comunidad.

—Eso podría ser por cualquiera de estos pequeños incidentes. ¿Qué dice?

—Replantar árboles… recoger basura… reconstruir un garaje.

Estaba empezando a marearme por leer por encima del hombro de Seth. Miré por la ventana para ver cuánto tiempo teníamos y luego volví a mirar a Seth. Él estaba mirando fijamente el archivo, profundamente concentrado. —Dan una dirección. Quizás si la buscamos seremos capaces de encontrar más información.

—Está bien. Voy a echar un vistazo esta noche y ver qué más puedo encontrar.

El autobús se detuvo con una sacudida en una parada y nuestro conductor abrió la puerta. Metí los papeles de nuevo en el archivo de Liam y, con el corazón encogido, salí al aire fresco.

178

La calle estaba cubierta de hojas rojas, amarillas y naranjas que crujían bajo mis pies mientras me dirigía a casa. Ayer, las hojas se habían organizado cuidadosamente en ramas, vibrantes contra el fondo azul del cielo. Ahora se habían caído todas, los bordes curvados, los colores apagados, lo que hacía que el mundo pareciera menos hermoso. Me arrepentí como nunca de haberme involucrado con Liam, me arrepentí como nunca de confiar en él, dejarle entrar, gustarme. Usé mi dedo para atrapar las lágrimas antes de que cayeran, limpiándolas en mi falda.

El que dijo “La verdad duele” no estaba bromeando.

179

37 Traducido por Anelynn

Corregido por Alaska Young

Google es una cosa hermosa. Cuando conecté con la dirección, “2545 Longview Drive, New Albany, Ohio”, toda clase de cosas aparecieron de golpe. Primero que todo, realmente podía ver la propiedad, una hermosa casa asentada en un majestuoso césped (gracias, Google Earth), y una popular entrada en un útil artículo de noticias, una publicidad de papel secante del periódico local de policía.

Esta publicidad en particular se refería a la dirección en el archivo de Liam. Aparentemente, un menor se le había hecho cargos por un incendio provocado. Un cobertizo se había incendiado y una casa del vecindario fue dañada.

Liam.

Tenía que haber sido él, y tenía que descubrir exactamente lo que ocurrió en aquel momento. Pasé el resto de la noche planeando mi ataque. No podía evadirlo más. Tenía que pretender que todo estaba bien, en orden, para infiltrarme. Sí, dije “infiltrarme”. Estaba tomando esta investigación a un nivel nuevo.

También me pasaba que estaba comenzando a sonar como una espía de una de las teorías de conspiración de Seth. Obviamente mi nuevo secuaz tenía efecto en mí.

Nota mental: no importa cuán tentador pudiera parecer, no voy a comenzar a pasar el rato en su casa del árbol y a leer libros sobre cómo el aterrizaje lunar tomó lugar en algún estudio en el Boulevard de Hollywood en vez de en la luna real. Lo último que necesitaba eran más distracciones.

***

180

Me senté en la oficina enviando tantas ondas cerebrales como podía reunir hacia la Señora Newbury. Estafa, estafa, estafa. Seth y yo necesitábamos que se fuera rápido de aquí, así efectivamente podríamos lanzar la Investigación Firestarter20. Sí, ese es un nombre en código, y no, definitivamente no fue mi idea.

Finalmente la Señora Newbury se inclinó debajo de su escritorio para agarrar su bolso.

—Ya está. —Balanceó su bolsa sobre su hombro—. Dejo la oficina en buenas manos. —Despeinó los rizos rojos de Seth, y me sentí un poco culpable sobre lo siguiente que íbamos a hacer.

Le dimos a la Señora Newbury exactamente siete minutos y treinta segundos para dejar el edificio. Una mujer habitual, se detuvo a hablar con las mismas tres personas: la Señora Laney como guía; el Señor Stewart, uno de los hombres más jóvenes de los miembros de la facultad, de quien estábamos bastante seguros ella tenía un pequeño enamoramiento; y Bob, el más agradable conserje en el personal. Si mis cálculos eran correctos, Liam sostendría la puerta para la Señora Newbury después de haber terminado de pasar el rato con sus amigos en el jardín en su camino para agarrar sus libros de su casillero.

—Bien —dije, mirando el reloj en mi celular—. ¡Ahora!

Seth levantó el auricular del teléfono y presionó el botón “Llamar a Toda la Escuela”. Bajó su voz aproximadamente tres octavos y dijo—: Liam Gilmour a la oficina principal. Liam Gilmour a la oficina principal. —Sonó como asesino serial.

—Será un milagro si Liam o cualquiera de los profesores que quedan en el edificio no llamaran a la policía después de ese voceado. —No pude contenerme.

—No quería que él reconociera mi voz —replicó Seth, herido.

Decidí no mencionar que Liam no habría sido capaz de reconocer su rostro, sin mencionar su voz. —De acuerdo, entonces tienes tu tarea. Jeep Hunter-Green, ventanas cerradas, el área más baja en el lado izquierdo del estacionamiento, número de placas EIO315.

20

Prende-incendios.

181

—¡En ello! —Corrió a toda prisa y salió de la oficina en dirección del estacionamiento, y esperé a ver si Liam en realidad aparecería después de un llamado a la oficina.

Como era de esperar, cerca de cuatro minutos después de que Seth salió, Liam casualmente abrió las puertas de cristal. Cuando me vio, su frente se arrugó en confusión.

—¿Escuchaste que alguien me llamó? —Bajó su mochila de libros dentro de la oficina—. Pensé que tal vez la Señora Newbury necesitaba ayuda. Sonaba como un hacha asesina.

—Oh... um... sí, era sólo una empleado eventual que contrataron para después de clases, pero... um... Él tuvo que salir. —Guau. Esto estaba yendo bien.

—¿Entonces has decidido hablarme otra vez? He tratado de llamarte y mandarte mensajes todos los días y nada, pero, ¿ahora estás esperándome en la oficina?

Realmente bien.

—Sólo he estado... ocupada, eso es todo. Y no estoy esperándote. Como dije, el... um... empleado eventual te llamó.

—Bueno, ¿sabes por qué el empleado eventual me llamó para que bajara? —Lucía divertido. Claramente podía oler mi mentira desde un kilómetro de distancia.

—Objetos perdidos —dije, dándome cuenta muy tarde que mi patética excusa sonaba mucho mejor en mi cabeza—, creo que ellos encontraron algo tuyo.

—Ahh —dijo, acercándose a la caja y mirando adentro. Levantó una sudadera de apariencia gastada, un calcetín sucio, y un par de lentes de sol rotos—. Guau, gracias a Dios encontraron mi calcetín. Lo he buscado por todas partes.

—Creo que tienen los objetos más valiosos bajo llave o algo así —terminé sin convicción.

Le echó un vistazo al reloj y entonces de vuelta a mí. —Bueno dile al eventual que regresaré mañana. Tengo que irme.

182

Pensé en Seth probablemente justo encontrando el auto de Liam y sólo a la mitad del camino para abrirlo. No podía dejar que Liam se fuera. Tenía que pararlo.

—¡Oh, espera! —dije, poniéndome de pie—. ¿Viste el nuevo pez que agregaron a la pecera? —Me precipité y palmeé el cristal—. La Señora Newbury dijo que este grandote se comió a todos los pequeños. —Oficialmente el peor intento de distracción en la historia.

Liam otra vez me destelló su semi-sonrisa. Estaba cayendo. Miserablemente. Alcanzó la puerta. Oh, Dios. Ahí todo mi trabajo.

Corrí a la puerta y tiré mis brazos alrededor de su cintura. Se tensó cuando lo toqué, y de repente me di cuenta que nunca lo había abrazado antes. Nos habíamos dado un golpecito en los hombros y tocado los brazos, pero ¿contacto de cuerpo-completo con mis manos en su estómago? No. Traté de no pensar en lo que sentí debajo de la camisa de su uniforme o cómo la parte de atrás de él rozaba mi parte frontal. Esto era sobre descubrir cómo es que él estaba conectado con la muerte de Grace. Nada más.

—Lo siento. Esto es tan estúpido —murmuré en su espalda—. Sólo necesitaba un abrazo... y no sé... tú estás aquí. —Aflojé mi agarre alrededor de él, cada segundo de silencio agregándose a mi humillación. Me pregunté cuál era peor, tener que pretender necesitar un abrazo de un chico que solía gustarme, pero que ahora sospechaba era un pirómano convicto, o tener a Seth atrapado por allanamiento.

—Realmente tengo que irme —murmuró, y se dirigió a la salida. Maldije en voz baja y salí después de él.

Por suerte para mí, Liam se detuvo a hablarle a unos niños quienes estaban pasando el rato cerca de la entrada de la escuela, corrí tan rápido como pude y di una vuelta alrededor del estacionamiento, así no podría verme. Cuando encontré el auto de Liam, vi que Seth había tirado su cuerpo sobre el asiento buscando en la parte de atrás. Sin pensarlo, azoté mi puño en un lado del auto para atraer su atención, y Seth cayó de cabeza, agarrándose en su corazón.

—Cielos, Kate, ¿estás tratando de darme un ataque al corazón?

—¡Salte de allí ahora! —Me miró sin alguna expresión, así que traté de hablarle en un lenguaje que entendiera—. ¡Código Rojo! ¡Código Rojo! ¡Aborta! ¡Aborta!

183

Seth salió del asiento trasero, aferrando una hoja de papel en su pecho flaco, deslizándose fuera de la ventana de plástico medio cerrada. Me pasó el papel, el cuál metí en la camisa de mi uniforme, y ambos nos pusimos a cerrar la ventana. Estábamos casualmente inclinados contra el Jeep de Liam, cuando él caminó hacia ahí luciendo más confundido que nunca.

—Um... ¿hola? —Miró de mí a Seth y de regreso.

Seth asintió, y recé para me dejara conversar a mí. Sin. Tanta. Suerte.

—Oh, hola, Liam. Kate estaba sólo mostrándome tu adorable juego de llantas aquí. —Seth golpeó en un lado del auto—. ¿Qué tipo de combustible por kilometraje tiene esta belleza?

Oh, mi Dios. Él sonaba como un entusiasta de autos viejos.

Algo oscuro destelló en los ojos de Liam mientras miraba más cerca de Seth y de mí. ¿Eran celos o algo más? No iba a esperar por aquí para descubrirlo.

—De hecho, Liam, ya nos íbamos. —Arrastré a Seth por la manga de su camisa y no miré atrás—. Te, uh, veré mañana. ¡Adiós!

Una vez que estábamos instalados en nuestros asientos normales en el autobús de la tarde, alcancé mi camisa del uniforme para recuperar el papel y lo alisé en mi muslo.

Audi, Vide y Tace estaban en bocetos a lo largo de la página. Pero esto había tomado tiempo, él había incluido sombras y matices, un nivel de detalle que sólo de un verdadero artista podría aplicar.

—Sabía que no confiaba en ese tipo —dijo Seth, mirando las palabras—. Tiene esa apariencia.

No estaba de humor para los te-lo-dije de Seth.

Pero mientras volteaba la hoja, noté otro juego de palabras dibujadas en la misma forma.

Fortes Et Liber. "Fuerte y Libre". Por un segundo fui útil.

—¿Tal vez sólo es una coincidencia? —Le mostré a Seth la parte de atrás del papel—. Este es el lema en la cresta antigua de Brown. Tal vez él sólo las estaba usando para un poster de una banda o algo.

En el fondo sabía la verdad, pero sacudí mi cabeza, no queriendo creerlo. A pesar de la evidencia amontonada en su contra —la conspiración

184

con Beefany, la Camisa de los Rolling Stones, el correo electrónico, y ahora las palabras en latín— quería un final diferente. Uno que no me involucrara cuestionando las preguntas difíciles.

Teníamos bastantes pruebas para confrontarlo, pero mi estómago se retorció con el pensamiento. Recordaba todo muy claramente, la sensación de los dedos de Cameron agarrando mi brazo en su auto o la forma que Liam me había sujetado en el pasillo. Por lo tanto, parecía como que íbamos a tener que ir en operaciones negras21 para esta ocasión.

Y, sí, acabo de inventar eso. No tengo idea de lo que significa “operaciones negras”, pero puedo decirte, en mayor parte, que definitivamente no involucra confrontar a otro sospechoso dentro o cerca de un auto. He estado ahí, he hecho eso.

21

Se refiere a actividades que son altamente clandestinas y en contra de los protocolos militares o de la ley.

185

38 Traducido por Buty Maddox

Corregido por Melii

Cuando Seth y yo por fin llegamos a casa, el sol casi se había puesto. Nos dijimos un rápido adiós y nos dirigimos de nuevo a nuestros respectivos mundos. Él corrió a su casa para tener una cena agradable y normal con su familia mientras yo entraba en una casa oscura, vacía y encontraba veinte dólares sobre el mostrador y una nota para pedir comida para llevar.

Llamé a Geraci’s y pedí la orden de mi pizza favorita con piña. Brevemente debatí tomarme una cerveza de Chubby Hubby del congelador para llegar al límite, pero en su lugar me conformé con ponerme al día con un poco de televisión real sin sentido.

Los relajantes sonidos de peleas entre mujeres me habían adormecido, porque cuando me desperté, la familiar habitación era casi negra como el carbón. Desanimada, miré el reloj y me pregunté por qué el chico de la pizza no había llegado aún. El teléfono no mostró llamadas perdidas, así que me dirigí a la cocina para tomar un refresco dietético. Y fue entonces cuando lo vi.

Una figura sombría corrió delante de nuestro enorme ventanal.

Me quedé helada. Podía escuchar el bombeo de la sangre en mis oídos. Y entonces oí algo más.

Tap. Tap. Tap.

El resplandor de la TV hizo imposible ver nada excepto que el contorno de una persona.

Los golpes volvieron a llamar, y la figura se encontraba en la puerta principal. Quería que lo dejara entrar.

La televisión brilló a un corte comercial, y en el breve momento de oscuridad, pude ver la cara de mi visitante.

186

Liam.

Grité. No podía evitarlo. Sabía que él estaba involucrado de alguna manera en lo que le había sucedido a Grace, pero nunca había esperado que él se presentara en mi casa. Tomé el teléfono para llamar a la policía, pero cuando empecé a marcar él desapareció.

—Oh, gracias a Dios —le dije a la habitación vacía que cuando caí de nuevo en el sofá.

—Sí, gracias a Dios —dijo una voz detrás de mí. Era Liam.

Me levanté del sofá y sostuve el teléfono como si fuera un arma.

—¿Cómo has llegado hasta aquí? ¡Voy a llamar a la policía!

—He estado llamando a tu celular desde hace dos horas, pero nunca me contestaste. Y entonces sonó la campana un millón de veces y nadie respondió. —Liam se acercó y extendió la mano—. Cuando oí tus gritos, probé la puerta. Estaba abierto.

Salté hacia atrás para evitar su contacto.

—Kate, ¿qué está pasando? Un segundo estás tomando un café conmigo, y la próxima vez que estás buscando algo en mi auto con algunos de séptimo grado y gritando cuando me ves. Sólo dime lo que está pasando, y te dejaré en paz. Te lo juro.

Y en ese momento él era el viejo Liam de nuevo. El chico encantador que me había dado un aventón hasta mi casa y hecho sonrojar cuando él me invitó a salir por primera vez. El que me había tomado la mano y hecho reír. Y de la nada, me oí decirle la verdad.

—Sé que comenzaste el incendio. Sé que estás de alguna manera conectado a la Hermandad. Seth encontró el símbolo en tu auto. Sólo dime. ¿Qué pasó realmente esa noche? Te prometo que nunca le diré a nadie. —Las palabras salieron de mi boca. Esto en cuanto a operaciones encubiertas.

Liam se quedó mirándome mientras sostenía mi mano detrás de la espalda y cruzaba los dedos. Me gustaría poder decir que se veía asesino o hasta enojado. En su lugar se veía derrotado.

El timbre sonó, rompiendo nuestro hechizo. Me di la vuelta, de puntillas y estirando el cuello para ver quién estaba detrás de la puerta, pero cuando me di la vuelta, Liam se había ido.

187

Corrí a la puerta principal y la abrí de golpe, sin saber qué esperar. ¿Tal vez la policía tenía alguna nueva tecnología que podía sentir cuando alguien iba a llamar al 911? O tal vez Seth había visto el auto de Liam.

—La pizza está aquí —dijo un hombre de aspecto aburrido. Levantó una caja de pizza grande.

Agarré los veinte dólares en el mostrador y los metí en la mano.

—Quédese con el cambio. —¿Qué puedo decir? Los chicos de la pizza prácticamente salvaron mi vida, merecen una propina considerable.

Comprobé la cerradura de la puerta principal en ocho ocasiones para asegurarme de que los huéspedes no deseados permanecerían donde pertenecían. En los últimos años, no había pasado mucho tiempo deseando que mis padres vuelvan a casa, pero de pie en nuestro comedor de entrada con una enorme caja de pizza, nunca había estado más sola. O menos hambrienta.

Metí la pizza en la nevera y encendí todas las luces de la casa. Una vez que llegué a mi habitación, me dejé caer sobre la cama, con la esperanza de borrar los pensamientos corriendo por mi mente.

Pero no podía relajarme. Mi cabeza palpitaba al ritmo de mi corazón, y salté de la cama en busca de aspirina o una pastilla para dormir, o lo que encuentre en primero. El botiquín no tenía aspirinas y no suele traer pastillas para dormir, así que me dirigí hacia las escaleras para Tylenol PM o incluso NyQuil.

A medida que los pasos crujían bajo mis pies, miré por encima de mi hombro un par de veces para estar segura de que no había nadie detrás de mí. Podría haber jurado que escuche pasos tras mí. Ramas de árbol rayado a través de una de las ventanas de la sala de estar, pero cuando miré al otro lado de la calle en los árboles de mi vecino, se movían demasiado. El viento.

El crujido rítmico resonó por toda la sala, obligándome a mirar por la ventana. El columpio se balanceaba. Más que nada yo quería que fuera el viento, pero luego la vi. Su rostro estaba inclinado hacia el cielo oscuro, y ella llevaba el uniforme de la escuela, al igual que todas las otras veces. Ella meció el columpio lentamente, mechones de su pelo largo levantados por el viento. Me detuve en uno de los escalones intermedios y froté mis ojos en un intento de borrar su imagen, para hacerla desaparecer.

188

Funcionó.

Cuando abrí los ojos otra vez, ella se había ido, y el columpio se balanceaba suavemente en su estela. Corrí por las escaleras hasta llegar a mi habitación, al llegar, me recosté en la puerta.

—Cálmate. Estás viendo cosas. Tienes que dormir. —Honestamente, no estaba segura de qué era peor, el hecho de que había comenzado a hablar sola o el hecho de que estaba viendo fantasmas. Ni un buen augurio para mi salud mental.

Tan pronto como me senté en el borde de mi cama, me di cuenta de que la pantalla de mi ordenador ya no era negra. En cambio mi bandeja de entrada llenaba la pantalla. Un nuevo mensaje había sido enviado.

Corrí a la mesa esperando que el mensaje fuera de la Grace. Pero el correo electrónico frente a mí no era de un fantasma.

189

39 Traducido por Nats

Corregido por CrisCras

A: KateLowry@pemberlybrown.edu

Enviado: Viernes 20:31 P.M.

De: LiamGilmour@pemberlybrown.edu

Asunto: (sin asunto)

Kate, sigues sin contestar al teléfono, y no sabía cómo explicarte todo esto

antes. No sé nada sobre la Hermandad o de si ellas iniciaron el fuego, pero sí se de

alguien que está involucrado. Llámame. Liam

Terminé de leer el correo de Liam, y en lugar de leerlo una y otra vez como usualmente hubiera hecho, tomé el teléfono.

—Cuéntame —dije, mi voz temblando.

—Es una larga historia —dijo.

—Vale, estoy escuchando.

—Primero necesitas saber qué ocurrió antes de que yo…

—No tengo tiempo para esto —interrumpí.

—Confía en mí.

La cosa más extraña ocurrió en ese momento. La amargura que había sentido después de ver su camiseta y espiar en su auto aflojó mi corazón. Ni siquiera le había dado una oportunidad. A pesar del correo de Grace, y aunque había estado a segundos de llamar a la policía, decidí confiar en él una última vez.

Así que Liam comenzó su historia y yo escuché.

190

Érase una vez, dos hermanos. Se mantuvieron juntos y se protegieron entre sí, pero el más joven sólo podía hacer un poco por el mayor. El grande cometía error tras peligroso error, y pronto, su padre y su madrastra le dieron una advertencia final. Una metedura de pata más y sería enviado a una escuela militar.

Pero un día llegó a casa en mal estado, como de costumbre, y se desplomó contra el cobertizo por un cigarrillo. El cobertizo se incendió. Una vez que las llamas estallaron, el hermano mayor entró en sobriedad con bastante rapidez. Su hermano menor vino corriendo, y cuando los bomberos llegaron, el joven hermano, Liam, tomó la culpa. Si se sabía que el hermano mayor había hecho esto, el joven le perdería para siempre.

—Así que mentí. —En este punto de la historia Liam se detuvo. Nos sentamos en silencio por un segundo, escuchando las respiraciones del otro.

—Lo siento —dije finalmente. Al oír las palabras salir de mi boca, supe que estaban mal.

—Es por eso que mi padre y mi madrastra decidieron mudarse, para empezar de nuevo. Sólo mi hermano y yo sabemos la verdad. Pero eso le obligó a juntar su mierda. —Podía escuchar a Liam respirando al otro extremo—. Así que tuve que hacer un poco de servicio a la comunidad y ayudar a reconstruir el cobertizo, pero valió la vena. Tenerlo en mi expediente es la peor parte, pero en un par de años cuando cumpla los dieciocho, no tendré que preocuparme de eso más.

Entonces supongo que su padre no era un traficante de armas después de todo. Fue el primer pensamiento que me vino a la cabeza mientras asimilaba toda esta nueva información, seguido inmediatamente por un millón de preguntas que quería hacerle. Me decidí por la más importante.

—Pero, ¿qué pasa con el lema de la Hermandad que has dibujado? —Me odié por la disculpa que escuché en mi voz. Tenía derecho a saber la verdad.

—Vi la capilla arder la noche de la hoguera. Estaba caminando por el bosque cuando vi el fuego y agarré el teléfono para llamar al 911. Pero entonces me encontré con Taylor, Bethany y su amiga Maddie. Parecían muertas de miedo.

—Espera, ¿qué? ¿Estabas simplemente caminando por el bosque? —Entrecerré los ojos a pesar de que no podía verlo.

191

—Vale, bien. Estaba fumándome un cigarrillo. Taylor, Bethany, y Maddie corrieron directamente hacia a mí, pero Bethany habló. Dijo que sería una vergüenza si alguien se enteraba de que estaba allí cuando la capilla ardió. Especialmente desde que estaba fumando.

—Sé que debí contárselo a alguien, pero sigo en libertad condicional por todo lo que pasó en New Albany y mis padres juraron que me enviarían lejos si incluso obtenía una jodida detención. —Podía escuchar la culpa en su voz, la agonía de haberse visto obligado a ocultar la verdad—. Esas palabras fueron dibujadas con tiza en el pasillo que conduce hasta la capilla.

—¿En el escudo? —pregunté.

—Sí. Con las palabras en Latín en él.

—Escuchar, Ver, Callar —susurré—. El lema de la Hermandad. —Mi mente trabajaba frenéticamente para conectar las piezas.

—Significa algo, lo sé. Dibujé el símbolo y las palabras tan pronto como llegué a casa. Pensé que podía usarlo como prueba de que esas chicas estaban allí esa noche, que estaban involucradas. Pero cuando se lo enseñé a Bethany, se rió en mi cara. Era su palabra contra la mía.

—Vale, entonces Taylor, Bethany, y Maddie están involucradas en la Hermandad. —Mientras decía las palabras, explicaba mucho. La traición de Maddie, las intimidaciones de Taylor y Bethany—. Y Bethany está chantajeándote, así que claramente están escondiendo algo. —Vaya, gracias, Capitán Obvio—. Ella envió las amenazas —continué, más para mí misma que para él—. Estuvo allí y empezó el fuego.

—No estoy seguro de que sea tan fácil —susurró Liam—. Vi a alguien más también. —Contuve el aliento cuando se detuvo—. Alistair Reynolds. Corría en dirección opuesta, pero estoy seguro de que era él.

Oh. Dios. Mío.

192

40

El otoño pasado

Traducido por Majo_Smile ♥

Corregido por Vericity

Latas de pintura medio vacías cayeron al suelo en el garaje mientras tiraba del manillar de mi bicicleta, tratando de liberarla de las garras de la basura. En vez de recoger las latas, las eché de mi camino. No importaba. Nada importaba. Sólo tenía que ver a Maddie. Estar con alguien que entendiera.

Finalmente, después de liberar mi bicicleta, balanceé mi pierna sobre el asiento y pedaleé furiosamente, las lágrimas corrían por mis mejillas. Subí el camino empinado de Maddie y salté de la bicicleta sin molestarme en parar. Cayó al concreto en un montón. El viaje acababa allí, me había imaginado la abertura de la puerta delantera antes de que tuviera la oportunidad de tocar el timbre. Me imaginé a Maddie lanzando sus brazos alrededor de mí para que pudiera llorar con alguien que había perdido todo lo que tenía.

No esperaba que Taylor Wright abriera la puerta. Su largo cabello estaba húmedo y retorcido en la parte superior de su cabeza, y llevaba un par de pantalones de pijama de Maddie enrollados en la cintura y se emparejaba con una de sus camisetas inferior de la escuela. Los ojos de Taylor estaban muy abiertos y asustadizos, y negó con la cabeza lentamente hacia adelante y hacia atrás cuando me vio.

—Lo siento mucho. —Abrió los brazos para abrazarme, y yo torpemente envolví mis brazos alrededor de ella. Pero todo estaba mal, forzado, incómodo, tenso—. Todo el mundo está dentro.

La palabra “todos” me dieron ganas de parar, y sin embargo mi cuerpo siguió moviéndose. Cuando vi a la multitud de personas en la cocina de

193

Maddie, Bethany, vestida impecablemente con la cara llena de maquillaje, la hermana menor de Maddie y algunos de sus amigos, e incluso Alistair, sabía que había sido un error venir.

La noticia fue silenciada en la televisión, y el Sr. Greene se sentó en el sofá con la cabeza entre las manos. Maddie estaba angustiada, sentada en la mesa de la cocina junto a su madre, quien se apoderó de su mano, sus nudillos tan blancos que me imaginé que debió de haber dolido. Tan pronto como la Sra. Greene me vio, se levantó de su asiento y me atrajo en un abrazo.

—Kate, cariño, Maddie dijo que no podías venir. —Me balanceó hacia atrás y hacia adelante, resucitando ese fragmento de vidrio que sentía en mi garganta mientras tragaba. Las lágrimas se deslizaron fuera de las esquinas de mis ojos y empaparon los hombros de la Sra. Greene. No quería pensar en por qué Maddie le había mentido a su madre, esto era sobre Grace. La Sra. Greene se apartó, agarró mi mano y me llevó hacia Maddie. Pero Taylor ya había tomado asiento junto a mi mejor amiga, sus brazos alrededor de ella, atrayéndola hacia sí.

Así de sencillo, yo había sido reemplazada.

Di un codazo a mi paso entre los niños inferiores de la escuela, Bethany, Taylor, e incluso Alistair, que puso su mano en la parte baja de mi espalda.

—Kate, si necesitas hablar, estoy aquí —dijo en voz tan baja que apenas pude oír—. Perdí a mi primo cuando éramos niños. Éramos como hermanos.

La ira bullía en mí. A pesar de que él estaba tratando de ser comprensivo, tratando de mostrar que le importaba, me molestaba su empatía. No tenía la menor idea de lo que estaba pasando. Nadie tenía la menor idea. Había venido porque pensé que quizá Maddie lo haría, y ahora ni siquiera estaba segura de eso. Su mano todavía descansaba sobre mi espalda baja, y cuando me aparté de él, su brazo se cayó.

Me adelanté con codazos para enfrentar a la única amiga que me quedaba.

—¿Quieres salir de aquí por un tiempo? ¿Tal vez ir a dar un paseo o algo así? —pregunté, mi voz bordeando lo desesperado.

194

Maddie continuó sollozando, más aún cuando traté de sentarme a su lado. Peor aún, Taylor se puso de pie, casi bloqueando a Maddie desde mi punto de vista. No me importaba que Taylor Wright fuera la chica más popular de la escuela, quería desgarrar sus vacíos ojos azules directamente fuera de sus órbitas y hablar con mi amiga.

No hice caso de Taylor y traté de llegar a Maddie.

—Realmente necesito hablar contigo. Te extraño tanto. —Maddie levantó sus ojos inyectados en sangre y miró a Taylor, quien ofreció un movimiento casi imperceptible de la cabeza.

—Por qué no te sientas, así todos podemos hablar —dijo Taylor, lo suficientemente alto para que la Sra. Greene escuchara—. Todos extrañamos a Grace.

—Maddie. —Mis ojos imploraron mientras decía su nombre. Oí la desesperación en mi voz, las lágrimas al acecho justo debajo de las palabras—. ¿Por favor?

Pero Maddie seguía llorando, no quería o no podía responder.

La Sra. Greene me llevó a un lado. —Ella está teniendo un momento muy difícil con esto, Kate. No renuncies a ella, ¿de acuerdo? Te necesita, y tarde o temprano estará lista para hablar.

Asentí. No había ningún modo de que cualquier palabra sería capaz de hacerlo por delante del enorme nudo en mi garganta.

Di un último vistazo a Maddie y a su séquito de dolientes recién formado y caminé de regreso hacia la puerta principal de los Greene.

Otra mejor amiga perdida sin siquiera un adiós.

195

41 Presente

Traducido por Chachii

Corregido por Alaska Young

A la mañana siguiente, pasé por la puerta del garaje de Seth sin tocar. El Sr. Allen insistió en que entre por ahí en oposición a la puerta del frente, la cual era para sus “invitados formales”.

—Hola, señor y señora Allen. —Torpemente miré de persona en persona—. Seth.

Ellos estaban sentados juntos en la mesa de la cocina comiendo un desayuno bastante variado: Huevos a la benedictina, patatas y algunos panqueques. No creí que las familias aún comieran los desayunos juntos… bueno, quizá el ocasional plato de cereal, pero nada como esto. Parecía como si ellos estuvieran filmando un comercial de jugo de naranja o algo.

—Oh, Kate, llegas justo a tiempo —canturreó la Señora Allen—. Ven a comer. Te conseguiré un plato.

El Sr. Allen me miró mientras empujaba la silla para sentarme. Su apariencia ofrecía una ventana muy precisa al futuro de Seth. Su cabello era de un flamante rojo a pesar de la edad, y apenas pasaba del metro sesenta. Miré de acá para allá entre Seth y su papá mientras su mamá dejaba un rebosante plato frente a mí.

No me había dado cuenta cuán hambrienta estaba. Nunca había llegado a comer nada de aquella pizza la noche anterior, y un desayuno Allen era lo que el doctor ordenó. Era algo agradable pasar tiempo con una familia normal.

—Ahora, Kate, Cindy Woodrow dice que te has tomado un descaso del tenis —dice la Señora Allen—. ¿Qué hay de los Estados, querida?

196

Retiro lo dicho. Tal vez no siempre fuese agradable.

—Estuve teniendo un tiempo difícil entre el tenis y el Concilium —mentí—. Mi entrenador está manteniendo mi puesto si decido cambiar de opinión.

—Taylor Wright dirige el Concilium, ¿no es así? —preguntó la Sra. Allen. Rodé mis ojos en dirección de Seth—. Siempre he animado a Seth para que se una, pero insiste en ayudar en la oficina. —Frunció el ceño en su dirección.

—Es suficiente, Rebecca —intervino el Señor Allen—. Kate, ¿cómo están tus padres?

—Están bien, Sr. Allen. Gracias —dije.

—Toma, Kate, ten unos panqueques más. ¡Estás muy flaca! —La señora dejó otros tres panqueques en mi plato.

Creo que secretamente la mamá de Seth tiene tabulaciones en la casa Lowry, la cual probablemente incluye contar la cantidad de veces que vio al repartidor de pizzas en nuestra casa cada semana. Como resultado, constantemente está intentando meter comida casera por mi garganta a causa de mi mala crianza.

Seth colocó salsa holandesa extra en su tostada. Llevaba la comida a su boca con una velocidad increíble. Era obvio que no podía esperar para hablar en privado… y no por las razones usuales por las que un chico quiere estar solo con una chica. Al menos no lo creía. Limpió su plato y levantó el mío antes de que siquiera tuviera la oportunidad de tomar un panqueque adicional.

—Oh, um… gracias. —Casi me atraganto con la croqueta—. ¡El desayuno fue delicioso!

—Seth, cariño, ella todavía no ha terminado. Kate, te haré un recipiente para llevar —dijo la Sra. Allen, saltando de su silla. Arrojó algunos panqueques en un contenedor de plástico e incluso agregó un poco de jarabe.

Lo tomé y seguí a Seth a su habitación. Quiero decir, ¿quién era yo para rechazar panqueques hechos en casa? Tan pronto como entré en la habitación, él cerró la puerta detrás de mí.

—Sé algo que tú no sabes —se burló—. Mira esto.

197

Seth prácticamente me empujó hacia su litera hecha pulcramente. Cuando era pequeña, solía estar realmente celosa de que Seth tuviera una. Ahora que lo pienso, también estaba realmente celosa de que tuviera una casa del árbol. Divertido cuán rápidamente los celos se convierten en una rastrera vergüenza.

Se sentó junto a mí con su laptop y abrió un correo desde su buen amigo, ConspiracyLuvR. Giró la computadora para que pueda leerlo.

A través de los años, la definición “sociedad secreta” había sido objeto de debate. Algunos creen que podría ser una verdadera sociedad secreta, que los miembros deben negar cualquier implicación y conocimiento a la misma. Mientras tanto, otros creen en la integración de ritos y rituales prohibidos que los excluidos de la sociedad llaman “secreto”. Sea cual fuese la defunción, las sociedades secretas son un hecho muy real, y algunas incluso están enlazadas a nuestra propia comunidad, aunque encontrarlas es un verdadero desafío.

Levanté la mirada hacia Seth.

—¿Entonces? ¿Puedes creerlo? —preguntó emocionado.

—¿Qué parte? ¿Qué aún sigues hablando con ConspiracyLuvR o que esas sociedades secretas existen?

—Jesús, ¡eres una lectora lenta!

Señaló un párrafo en medio de la página siguiente, así que lo leí en voz alta. Mi reciente búsqueda sobre la Hermandad me lleva a creer que podrían estar compuestos exclusivamente por mujeres…

—Uh… duh. Se llama La Hermandad22, idiota.

—¡Sigue leyendo!

Hay otra sociedad secreta activa dentro de la zona conocida como la Hermandad. En los tempranos 50s, muchas de las escuelas más elitistas fueron mixtas, y creo que podrían haber formado pequeños grupos de facultades y cuerpo de estudiantes en distintos sótanos escolares. Esas dos sociedades han estado en guerra desde su creación en los tempranos 50…

—F es por Fraternidad23 —dije, poniendo las piezas juntas—. Así que claramente la invitación era alguna clase de iniciación en la capilla. —Ni

22

Hermandad viene de la palabra Sisterhood, y entiéndase que “Sister” es hermana, en femenino. 23

Fraternidad viene de la palabra Brotherhood, y entiéndase que “Brother” es hermano, en masculino.

198

siquiera me detuve a pensar en el hecho de que yo había sido invitada a unirme en la noche de los Espíritus—. Pero, ¿por qué Alistair estuvo ahí? No me suena que la Fraternidad y la Hermandad se lleven muy bien.

Seth frunció el ceño. —¿De qué estás hablando?

Sostuve mi mano frente al rostro de Seth. No podía enfocarme en su pregunta ahora mismo; estaba intentando pensar por mi cuenta. —Esto tiene perfecto sentido. Taylor, Bethany, Maddie, Grace, Alistair… todos ellos están involucrados. Hermandad, Fraternidad, lo que sea. Están ahí. Tenían una mano en esto. Sin embargo, todavía no entiendo por qué han estado todos juntos allí.

—Espera. ¿Cómo sabes en qué están involucrados Taylor, Bethany, Maddie y Alistair?

Le conté la historia completa de Liam. La boca de Seth se abrió mientras las palabras brotaban de la mía.

—¿Estás segura de que podemos confiar en él? Si nos está diciendo a verdad, eso quiere decir también estuvo ahí la noche de la muerte de Grace.

—Eso es exactamente lo que dijo Bethany. Era su palabra contra la de él, y ¿quién le creería al chico que había sido acusado de incendio provocado en su expediente permanente? Además todos lo vieron fumando. Pero confío en él, y creo que puede ayudarnos.

Seth luce como un niño obligado a compartir su juguete favorito.

—Está diciendo la verdad —continué—. Y en serio tuvo buenas ideas. Piensa que Taylor y Alistair están en guerra. Y tu amigo ConspiracyLuvR acaba de respaldarlo. Lo que sea que le haya sucedido a Grace, fue atrapada en medio de la batalla de alguna manera. Todo lo que necesitamos es una prueba, y Liam dice que puede ayudarnos a encontrarla… —Dejé que mi voz se desvaneciera y le di a Seth mi mirada más suplicante.

—Oh, no. No de nuevo. No volveremos a las construcciones abandonadas. Seguramente seremos atrapados.

—Vamos, sabemos que estaremos bien siempre y cuando vayamos por la noche. Y él no entró en muchos detalles por teléfono. Estaba preocupado sobre la línea siendo intervenida.

199

La expresión en el rostro de Seth no tenía precio. Lucía mitad muerto de miedo y mitad emocionado por la posibilidad de las líneas telefónicas siendo intervenidas.

—Estaba bromeando sobre la cosa de línea-intervenida. —Su rostro cayó y me sentí mal por pinchar su burbuja, pero era tan fácil—. Pero es en serio lo de irrumpir. ¿Tal vez mañana en la noche?

—Está bien —acordó finalmente. Supongo que la potencialidad de descubrir la verdad acerca de las sociedades secretas de Pemberly Brown era demasiado para que la resista.

Cuando llegué a casa, tenía el estómago lleno, un contenedor para llevar panqueques y lo que parecía ser un plan perfecto. Dormí toda la tarde. Una perfecta siesta sin sueños. Cuando desperté, necesité un segundo para establecer cómo me estaba sintiendo, y finalmente se me ocurrió que estaba emocionada. Estaba un paso por delante de la justicia, y se sentía bien.

200

42 Traducido por Leii123

Corregido por Melii

Me desperté temprano la mañana del lunes y eché agua fría sobre mi cara, alejando el sueño. Cuando escuché crujir la puerta, abrí los ojos y traté de enfocar a través de las gotitas de agua que colgaban en mis pestañas.

Ella estaba de pie detrás de mí, mirándome, todavía vestida con su uniforme de la escuela, su cabello oscuro rozando sus hombros. Un grito se atascó en mi garganta mientras me frotaba los ojos cansados. Pero cuando volví a abrirlos, ella se había ido. Me miré en el espejo, preguntándome si estaba loca, y me di cuenta de que mi computadora ya no estaba apagada.

Me seque la cara con una toalla y corrí hasta mi escritorio, haciendo clic en el mensaje antes de sentarme.

Para: KateLowry@pemberlybrown.edu

Enviado: Lunes 5:33 A.M.

De: GraceLee@pemberlybrown.edu

Asunto: (Sin asunto)

El tiempo casi se ha acabado. Regresa de nuevo al principio. La verdad está

en el subterráneo. Habla acerca de un caso de los lunes.

Y no hay nada mejor desde allí.

—Kate, ¿tienes algo que añadir? —El Sr. Erikson, mi profesor de física, me miró fijamente mientras golpeaba el piso con la punta del pie.

Mi página de notas consistía en mis pensamientos aleatorios sobre tumbas y su conexión con una verdad subterránea. No hay mucho más que añadir.

201

—Um, no... Iba a decir lo mismo que dijo Anthony. —Al otro lado de la habitación, Anthony asintió con la cabeza y se pasó la lengua por los labios. Eww.

El Sr. Erikson se acercó a mi mesa, y aunque traté de poner mi brazo encima de la página, estaba claro que no había estado siguiendo el debate. Tocó mi escritorio con su bolígrafo. Tuve una sensación de hundimiento de que él no iba a parar hasta que lo mirara a los ojos. Así que lo hice. Él sostuvo mi mirada por un segundo y luego se dirigió de nuevo a la parte delantera del cuarto.

—Muy bien, clase, vamos a seguir adelante y dejen sus notas. Voy a contar puntos de participación esta semana. —El Sr. Erikson me miró mientras lo decía. Me sonrojé al sentirme señalada. ¿Qué cosa le había hecho yo a él?

Miré a mi lío de garabatos en relación con el correo electrónico más reciente de Grace. Palabras como “tumbas”, “graves” y “catacumbas” llenaban la página y La verdad está en el subterráneo fue subrayada tres veces. Exactamente no podía entregarle esto al profesor. En su lugar busqué los apuntes de un par de semanas atrás y arranqué la página por lo menos tendría que entregar.

—¿Sr. E? —llamó Bradley desde la parte de atrás de la sala—. Mi botella de agua manchó mis notas. ¿Puedo copiarlas esta noche y dárselas a primera hora de mañana?

El Sr. Erikson barajó los papeles en sus manos y se rió entre dientes.

—No hay problema, pero no se le olvide o tendrá un cero.

Supongo que después de ganar un demérito de más, perdí mi habilidad. Miré hacia atrás a Bradley, y él se encogió de hombros lanzándome una media sonrisa, como diciendo que él sabía exactamente cómo me sentía. Y supongo que debería, ya que estaba tomando esta clase por segunda vez. La Sra. Garrety lo había reprobado el año anterior.

La campana puso fin a mi día miserable, y salí corriendo a los arcos, nuestro punto de encuentro designado para la preparación de la investigación de esta noche. Fui la primera en llegar y estaba sola en los jardines como el sol de la tarde que se hundía detrás de los árboles. Me senté en la banca de Grace a pensar en nuestro siguiente paso lógico. Habíamos planeado ir de nuevo al corazón de Brown, pero ahora no estaba tan segura.

202

El correo de Grace parecía que nos llevaba en una dirección diferente. Bajo el suelo. Honestamente, ya no estaba segura de nada.

Una ráfaga de viento sopló desde detrás de mí, y olí el olor característico de la quema de madera. Me levanté de la banca, con mis sentidos agudizados. El olor a humo provocó una reacción en mí, que no podía explicar. El Dr. P. decía que era una asociación sensorial. Que el olor de madera quemada siempre me recordaría el trauma de perder a Grace, pero prefiero pensar en ella como una respuesta de lucha o huida. Seis meses antes, habría estado corriendo lo más lejos posible de ese olor, pero las cosas habían cambiado. Y estaba cansada de huir.

Me abrí paso entre la maleza hasta el bosque que rodeaba los jardines. El olor era más fuerte ahora, y podía oír el crepitar de las hojas quemadas.

Y entonces lo vi.

Un pequeño fuego estaba encendido un poco más adelante. Un círculo de piedras mantenía el fuego contenido, por lo que teóricamente no había nada que temer. Sin embargo, “teóricamente” no era una palabra con la que mis instintos estaban familiarizados. El olor, el bosque, todo esto era demasiado familiar.

Pelos muy pequeños en la parte posterior de mi cuello se erizaron cuando sentí un par de ojos fijos en mí a través de los árboles. Giré en círculos, pero la persona que me miraba estaba bien escondida, escondida en la cubierta de los árboles. Y fue entonces cuando me di cuenta. Algo estaba allí delante del fuego. Una tarjeta con mi nombre estaba apoyada en una roca.

La recogí, y mis dedos identificaron el papel cremoso inmediatamente. El fuego ardía debajo de mí, y la sensación de déjà vu fue abrumadora. Pero esta vez, cuando leí la carta, no había ninguna invitación a reunirse en la capilla. No había una caligrafía hermosa. Sólo un simple aviso escrito con color rojo sangre.

Mentirosa, mentirosa.

Oí el chasquido de una rama detrás de mí, y una suave risa sonó a través de las hojas. Sin pensarlo, comencé a correr en la dirección de donde venía la risa. Si pudiera encontrar a la persona detrás de las amenazas, la persona que tenía más que perder, me encontraría un paso más hacia la verdad.

203

Seguí el sonido de los pies corriendo por el bosque, la sangre bullía por mis oídos, y me ardía la garganta. No pararía hasta que me dieran respuestas. En un segundo me eché hacia atrás en medio de los jardines, era obvio que había perdido a la persona. Los estudiantes en el campus se reían, coqueteaban, y susurraban, no les faltaba el aire. El que había estado en ese bosque había tomado ya sea otra forma de salir o ya se había mezclado entre la multitud.

Me hundí en la banca de Grace, luchando por recuperar el aliento. El cielo se cerraba sobre mí, mi visión estaba borrosa, y la oscuridad se arrastraba por los bordes. Familiarizada con las sensaciones, metí mi cabeza entre mis rodillas, odiando cada segundo del ataque de pánico, porque eso significaba que habían ganado.

—Oye, ¿estás bien?

Era Liam. Gracias a Dios.

En un instante estuvo a mi lado en la banca, con una mano frotando mi espalda y la otra agarrando una de mis manos. Poco a poco mi respiración volvió a la normalidad, y levanté la cabeza con cautela de mis rodillas sólo para encontrarme a centímetros de su boca.

Más mareos amenazaron con alcanzarme de nuevo, pero esta vez por razones completamente diferentes. Me sentía flotando cerca del suelo, sobre todo porque me gustó la forma en que su aliento se sentía sobre mi piel, y sabía que en cualquier momento se rompería el hechizo.

—Te ves...

—¿Listos para la gran misión? Nos encontraríamos aquí a las diez, ¿verdad? —Interrumpió Seth a Liam cuando susurraba a pocos centímetros de mi cara. Sentí el impulso arrancar todos y cada uno de sus cabellos rojos.

—Uh, sí. Estaba recuperando el aliento. —Me despegué de Liam y me levanté—. Sin embargo hay cambio de planes —dije, todavía buscando entre la multitud—. Nos encontraremos en la capilla, donde todo comenzó, y necesitaremos palas. Creo que tendremos que hacer una pequeña excavación. Pero primero tenemos que apagar un fuego.

204

43 Traducido por aa.tesares

Corregido por Alaska Young

—Recuérdame por qué estamos haciendo esto. —Seth movió su linterna alrededor como un niño de tercer grado en un campamento de verano.

—Estamos comenzando por el principio —susurré—. Aquí es donde todo inició. —Pasé sobre la irregular cinta de policía que hacía tiempo que había caído y casi tropiezo sobre una viga de madera carbonizada que había sido arrastrada hasta el perímetro de la propiedad—. Tiene que haber algo en el sótano.

—Pero no es ahí donde… —Seth lucía ansioso.

—Ni siquiera pienses en eso, ¿de acuerdo? La Hermandad estaba claramente tras algo esa noche, así que debe de haber alguna pista aquí que nos ayude a entender lo que realmente sucedió. —Mi voz había adquirido un borde ligeramente histérico, y sentí la mano de Liam sobre mi hombro.

Seguimos caminando hasta que llegamos a los restos de la capilla. La mayoría de los residuos de gran tamaño habían sido eliminados, pero el intenso olor a quemado se mantuvo. Mi pie golpeó algo. Cuando mi linterna alumbro el objeto, me di cuenta que era una placa de bronce que marcaba la capilla como Estación 11. Pasé los dedos sobre la ennegrecida frase en latín: Ad vitam aeternam, “para la vida eterna”, y pensé en Grace. Si sólo la definición de la vida eterna fuera igual para todos. La discrepancia me molestó.

Caminamos hasta el borde de la base y me asomé a lo que solía ser el sótano donde había sido descubierto el cuerpo de Grace. Siempre me sorprendió ver que el nivel inferior parecía haber escapado de la mayor parte de los daños, y tuve que recordar que fue el humo, no las llamas, lo que había matado a mi amiga.

205

—Mira hay un conjunto de escaleras por allá. —Liam señaló la parte de atrás del edificio—. Si realmente quieres hacer esto, creo que podemos ir abajo.

Asentí y tomé un respiro profundo. Seth dejó escapar un pequeño chillido, pero nos siguió con su linterna.

Efectivamente, las escaleras estaban intactas. Miré a mis dos caballeros en armadura oxidada y levanté una ceja. —¿Bien?

—Sí, está bien. Vamos a terminar con esto. —Para mi sorpresa, Seth comenzó a descender primero.

Se hizo más y más oscuro con cada paso dentro del sótano. A pesar de que gran parte del sótano estaba expuesto al cielo de la noche, la luna no ofrecía mucha luz. Con cada paso, mis piernas temblaban, apenas soportando el peso de mi cuerpo. Traté de mantener la calma, pero mis emociones se volvieron salvajes.

Ahí estaba yo, en el lugar donde mi mejor amiga había perdido la vida, arrastrando a los únicos dos amigos que me quedaban conmigo, y no tenía idea de lo que debía buscar. Sentía ganas de renunciar, pero cuando mi pie golpeó la superficie sólida del sótano, sentí una nueva resolución. Grace había muerto aquí. Sola. Merecía justicia.

Empezamos a caminar el perímetro del sótano. Nuestras linternas iluminaron las pilas de madera carbonizada, pero por lo demás, el sótano parecía estar vacío. Me puse sobre mis rodillas y manos y me arrastré, mi linterna iluminó cada centímetro del suelo. Nada. Si había habido algo aquí esa noche, ya no estaba.

Mi luz cayó sobre una nueva textura escondida cerca de la pared del fondo. La luz se sacudió mientras yo corría y encontraba lo que parecía una trampilla de madera sólida, al ras del piso del sótano. Traté de tirar de los bordes con mis dedos pero no se movía.

—Oigan, chicos, miren esto.

Seth y Liam inmediatamente se unieron a mí al lado de la pequeña puerta.

—Pensé que el subterráneo de Grace se refería al sótano. Pero, ¿tal vez hay algo debajo de este lugar?

206

—De ninguna manera, no se movió. Tal vez tuvieron que clausurarlo para una reparación de tubería o algo así —respondió Seth.

—No lo sé —dijo Liam, con la frente arrugada, metido en sus pensamientos—. Escuchen.

Golpeó el suelo, y se hizo un sonido de eco. Definitivamente había un agujero debajo de la plaza. Tenía ser una escotilla o una puerta de algún tipo.

—Tiene que haber una forma de abrirla. Muévete por un segundo. —Liam luchó con la puerta, tratando de abrirla con una pala, una linterna, e incluso un palo (sí, tampoco era impresionante), pero la puerta ni se movió.

Molesta, me pregunté si deberíamos dejarlo, el sótano oscuro y las corrientes estrechas de luz me estaban dando dolor de cabeza. Justo cuando estaba a punto de ponerme de pie, oí voces apagadas debajo.

—Shhh —les susurré a los chicos—. Escuchen.

Los tres pusimos nuestras orejas en el suelo húmedo y contuvimos la respiración.

—¿Estás seguro que no podemos tomar la ruta de la biblioteca? Esta me asusta —dijo una voz desde abajo.

—No con Gran D. en servicio. Nunca lo haríamos sin pilas. —Fue la respuesta amortiguada.

Los pasos subterráneos parecían estar acercándose a donde yacíamos. Seth y yo nos congelamos, y Liam tuvo que arrástranos a los huecos oscuros del sótano para escondernos detrás de una pila de madera carbonizada. Los tres nos las arreglamos para colocarnos detrás de la pila, pero fue un ajuste perfecto. De repente, la puerta en la que acabábamos de estar arrodillados se abrió, y surgieron dos cabezas. Las grietas abiertas entre la madera apilada me hacían sentir completamente vulnerable. Contuve el aliento, seguro que nos habían detectado al instante.

—Ten cuidado. Sabes que ya no es seguro. —Ese fue Bradley Farrow.

—Lo que sea. Estás siendo paranoico. —Podía ver a través de nuestras muchas mirillas que la segunda voz pertenecía a Alistair.

Y al igual que las piezas de un rompecabezas, mucho más complicado de lo jamás imaginé, comenzaron a caer en su lugar. La Fraternidad

207

realmente existía. Alistair y Bradley eran miembros y la puerta secreta debajo de la capilla debe conducir… a alguna parte.

Sea lo que sea que había pasado esa noche, Bradley debía estar metido en eso. Supongo que no era una coincidencia que él haya decidido pedirme que fuéramos a dar un paseo al mismo tiempo que se suponía que yo debía conocer a la Hermandad.

¿Sabía que iba a haber un incendio? ¿Es por eso que me querían fuera del camino? Pero, ¿por qué decidieron mantenerme alejada? ¿Por qué no a Grace? ¿Qué era lo que me estaba perdiendo?

Se oyó el ruido sordo de la trampilla cerrándose y ruido de pasos subiendo por la escaleras y saliendo a la noche. Se habían ido.

Exhalé, y el cálido aliento de alguien me acarició la mejilla. Alcé la vista y me encontré con la cara de Liam a un centímetro de la mía. Todo mi cuerpo se presionó contra el suyo. En la oscuridad del sótano, a pesar del miedo, la confusión, la culpa y la pena que serpenteaban a través de mí, yo quería besarlo. Demasiado. Me eché hacia atrás un poco más y volví mi cara hacía la suya. Sus manos agarraron mis brazos, pero en el buen sentido, por lo que siento que está tan desesperado por besarme como yo lo estoy por besarlo a él.

—Ejem. —Seth se aclaró la garganta y se arrastró torpemente junto a nosotros.

Me sonrojé y me alejé de los dos, caminando de regreso a lo que sabía que era una trampa.

—Bueno, esto estuvo un poco cerca —susurró Liam, capturando mi mirada. Por un segundo, me pregunto a qué se refería.

—Sí, gracias, Capitán Obvio —dijo Seth mientras salía de la pila de madera. Genial, ahora Seth estaba robando mis líneas. Claramente estábamos pasando mucho tiempo juntos.

—Así que definitivamente hay un puerta, pero, ¿a dónde nos lleva?—preguntó Liam.

—Al subterráneo. Tal vez eso es lo que Grace trataba de decirnos, eh… decirte, Kate. Tal vez ellos viven bajo tierra o algo así —respondió Seth. Y después de un segundo añadió—: Como la gente topo.

208

—Creo que has visto demasiadas repeticiones del programa de la teoría de la conspiración.

Rodé los ojos y traté de empujar mis dedos por debajo de la trampilla en vano. Debe haber un pestillo por dentro o algo así. Mientras me arrodillaba al lado de la trampilla, aparté el pensamiento de Grace haciendo lo mismo la noche del incendio.

—Vamos, se hacer tarde. Resolveremos esto mañana. —Liam agarró mi mano y lo dejé alejarme. Se sentía bien ser dirigido por alguien con una vida real, por lo menos una que respiraba. Seguir a un fantasma hasta el momento no me había servido mucho.

Los tres nos dirigimos de nuevo a la fría noche de octubre. Tal vez no encontramos todo lo que estábamos buscando, pero tomamos una rápida mirada de la Fraternidad. Y en base a lo que habíamos visto, estaba preocupada de que si hubieran jugado un papel en la muerte de Grace, la verdad se perdería para siempre.

209

44 Traducido por Cris_Eire

Corregido por Zafiro

Me gustaría creer que si realmente había túneles secretos bajo la escuela, estarían documentados en los planos originales de la escuela. Por desgracia, todos los libros sobre Pemberly Brown de la biblioteca tenía esas determinadas páginas arrancadas, y el resto de los libros estaban agotados. Las sociedades secretas eran muy eficaces.

Sólo había una persona en la que confiaba lo suficiente como para preguntarle. Arrinconé a Dorothy en la biblioteca de la escuela. Estaba en su lugar habitual junto a la entrada, manteniendo un ojo en las cosas.

—Hola, Kate. No se te suele ver por aquí durante las horas normales —

dijo con una sonrisa.

—Ja. Ja. Para tu información, en realidad estoy aquí para verte.

—¿Lo estás, ahora? ¿Qué podrías posiblemente querer de una vieja guardia de seguridad? —me preguntó, divertida.

—En realidad estoy escribiendo un trabajo sobre la historia de Pemberly Brown, y corre el rumor de que eras una profesora de Historia hace tiempo.

La sonrisa de Dorothy desapareció. —Acabo de recordar que tengo que revisar algo más en el edificio principal.

—No te preocupes, caminaré contigo.

Caminamos por el sol de octubre y seguimos el camino de ladrillos de vuelta al edificio principal.

—Así que... ¿solías ser una profesora de Historia? ¿Cuándo decidiste cambiar de trabajo?

—Bueno, eso es complicado.

210

Bien, esto era más difícil de lo que pensaba que sería. Teniendo en cuenta que mi objetivo actual era obtener información de Dorothy, pensé en Seth, el Gran Inquisidor y consideré. ¿Qué haría Seth? La respuesta fue simple. Seth le haría más preguntas. Mejor aún, haría la misma pregunta de otra manera hasta que obtuviese la información que buscaba. Le di otra oportunidad.

—¿Así que te despidieron?

Sus ojos recorrieron el campus, como si estuviera comprobando para asegurarse de que nadie estuviera escuchando nuestra conversación.

—No, definitivamente no fui despedida. Sigo trabajando aquí, ¿no lo hago?

—No te ofendas, pero, ¿no es guardia de seguridad una especie de descenso de categoría?

—Bueno, todo depende de cómo se mire —respondió.

Está bien, claramente esto no iba bien. Quiero decir, la mujer estaba más cerrada que los archivos de la CIA. Era hora de jugar duro.

—Eh, bueno, pues desde mi perspectiva estoy como preguntando si fuiste despedida por una loca y misógina sociedad secreta llamada la Fraternidad. —Forcé una risa, sólo en caso de que ella no tuviera ni idea de lo que estaba hablando así podría descartarlo como una broma.

El color prácticamente desapareció de su rostro. E hizo esa cosa de nuevo de mirar a su alrededor, lo que hacía que me sintiera como si estuviera en una película de James Bond o algo así.

—No tengo idea de qué estás hablando, Kate —lo dijo como si un arma de francotirador estuviera apuntando hacia ella.

—Entiendo. ¿Tal vez podrías al menos decirme dónde puedo ser capaz de encontrar los planos de la escuela? He intentado todas las bibliotecas, pero no hay nada. Estoy interesada en saber si puede haber túneles…

—Lo siento, no. No puedo ayudarte con eso tampoco —dijo, interrumpiéndome.

En ese momento llegamos al edificio de historia y nos detuvimos justo frente a la Entrada del Alumnado, Estación 6. Respice, adspice, prospice. “Mira hacia el pasado, el presente, el futuro”.

211

Dorothy se detuvo delante de todos los cuadros de antiguos alumnos y puso sus manos sobre mis hombros.

—Lo siento, no puedo ayudarte, Kate, pero tienes que dejar esto solo. —Y entonces, tan rápido que pensé que podría haberlo imaginado, me guiñó un ojo—. Ahora tengo que irme. Cuídate. Las cosas van a dar un giro.

Bueno, eso era genial. Realmente útil, Dorothy. Y muchas gracias, Grace, por guiarme en una especie de búsqueda inútil. Quiero decir, ¿qué exactamente estaba haciendo yo aquí? Sí, estas sociedades pueden existir, pero aunque jugaran un papel en la muerte de Grace, no era como si yo alguna vez fuera capaz de demostrarlo. Y, ¿quién diablos iba a creerme cuando empiece a despotricar acerca de todas estas cosas de todos modos? Sonaría como una loca y vieja teoría de conspiración. O casi exactamente igual que Seth en sesenta años.

Giré para mirar los cuadros que cubrían las paredes de la Academia, los estudiantes de los últimos años. Y allí estaba, justo en frente de mí.

Una foto de Josephine Reynolds y una placa debajo que la identificaba como la principal arquitecta detrás de los campus combinados de Pemberly y Brown. Recordé entonces el libro y su descripción de los logros de Josephine. Pasé el dedo por las letras de su nombre y continué por la placa dedicatoria de debajo. Allí, figurando escritos, había dos nombres: Alistair y Porter Reynolds. Sus nietos.

Supongo que eso explica el guiño.

Por supuesto Alistair probablemente no sería tan útil, ya que él estaba en la Fraternidad y de alguna manera enredado en todo este lío. Pero me acordé de Porter lloriqueando para que su hermano lo llevara a las prácticas de guitarra. Algo me dijo que podría ser una historia totalmente diferente.

Gracias, Dorothy. Y hola, Porter.

212

45 Traducido por kass :)

Corregido por Zafiro

Por suerte para nosotros, no tuvimos que buscar mucho para encontrar al bueno de Porter durante el almuerzo. Como de costumbre, estaba sentado debajo de uno de los muchos robles en el patio. Su cabello desgreñado colgaba sobre su rostro mientras tocaba las notas de “Imagine” de John Lennon en su guitarra. En base a la chirriante melodía que atravesaba el patio, esas lecciones realmente no estaban dando sus frutos.

Afortunadamente al pequeño, pero devoto club de fans de primer año de Porter no parecía importarle, mientras estaban sentadas se desplegaron en semicírculo alrededor del árbol, suspirando y moviéndose con la música. Hay que reconocerles que hasta ahora las chicas habían suprimido la necesidad de unir sus brazos y balancearse.

—John Lennon tiene que estar revolcándose en su tumba en este momento —susurró Liam.

—Nah, probablemente es feliz de que la gente todavía consiga acción después de tocar sus canciones —le contesté.

—Cierto. Es Yoko de quien Porter debería cuidarse. Patearía su culo.

La canción finalmente acabó, y Porter honró a sus fans con una sonrisa cursi y les dijo que eso era todo por hoy. Las chicas simulan pucheros y se reían, prometiendo que regresarían por más mañana.

Seth saca pecho. —Está bien, voy a darle una oportunidad. —La expresión de su rostro es pura determinación. Había insistido en acercarse a Porter primero, ya que fue su tutor en Cálculo.

Liam y yo vimos como Seth se dirigió hacia la sensación musical residente de PB y comenzó hablando y haciendo grandes gestos con los brazos. Porter parecía confundido, luego molesto, y finalmente desdeñoso.

213

Seth regresó a donde Liam y yo estábamos esperando, en el banco fuera del edificio principal y se encogió de hombros, pateando la hierba con la punta de sus Puma.

—Lo intenté, pero él dice que no sabe nada acerca de su abuela. No puede ayudar.

Recordé el momento entre Grace y Porter en el lago en Nativitas y me di cuenta de que había dos muy buenas razones por las que Seth no estaba equipado para manejar la situación tan bien como yo. Me desabroché los primeros botones de la camisa de mi uniforme, ajusté a mis “chicas” para lograr la máxima atención, solté mi pelo de la cola de caballo, y lamí mis labios. Miro a Liam y a Seth. —Voy a entrar.

Seth me miró fijamente, con la boca abierta como una especie de pez pelirrojo, mientras que Liam me miraba con una sonrisa irónica. —Déjalo muerto —dijo con una sonrisa.

Me dirigí hacia donde Porter estaba cerrando su estuche de guitarra y aclaré mi garganta.

Cuando se puso de pie, noté sus ojos viajando por mis piernas, haciendo una pausa en mi pecho, y finalmente se encontrando los míos.

—Bueno, hola otra vez, Kate —dijo, sus ojos ya coqueteando—. Me preguntaba cuando vendrías por aquí.

—Sí, bueno, después de escuchar tu completamente única versión de “Imagine”, ¿cómo podría resistirme? —Lo golpeó suavemente en el hombro y quise patearme por el torpe gesto. Totalmente vergonzoso, aunque que sólo se trata de un Casanova de segunda categoría.

Me agarró la mano y se la llevó a los labios.

—Eso tiene que ser lo más bonito que he oído en todo el día.

—No te emociones demasiado. No he dicho que me gustó. Además, era sólo una canción. —Pestañee, esperando que le gustaran las chicas que juegan a hacerse las difíciles.

—Nunca es sólo una canción —respondió y se lamió los labios. Eww. Tal vez esto estaba funcionando demasiado bien.

214

—Sí, de todos modos, me estaba preguntando... Estoy haciendo un proyecto para la escuela sobre la historia del PB, y creo que tu abuela diseño el edificio.

—Claro que sí, pero por desgracia está muerta, por lo que las entrevistas son imposibles a menos que estés lista para una sesión de espiritismo. —Agarró su estuche de guitarra y echó a andar hacia el edificio principal. Lo seguí.

—Lo siento mucho.

—No lo hagas. Era una vieja loca, completamente paranoica sobre todos y todo. Me asustó como la mierda, cuando era niño, y entre tú y yo, no fui el único que no sufrió con su muerte, cuando tenía siete años.

Pasamos junto a Liam y Seth, que estaban sentados en el banco como un par de rechazados. Podía sentir los ojos de Liam en mí y sabía que estaba disparando dagas a Porter. Era increíble que Porter no se diera cuenta, pero creo que cuando los ingresos de tu padre rivalizan los de Steve Jobs, no te importan mucho las personas que te miran mal.

Porter sostuvo la puerta para mí, y entramos a la escuela.

—Escucha, no puedo encontrar ninguna de la información que necesito en la biblioteca. Quiero entender la historia de todos los edificios del campus y la forma en que fueron renovados en el momento de la fusión. ¿Tienes algunos de sus viejos planos? ¿Cualquier cosa que pueda ayudar?

Porter se detuvo y me miró, o mejor dicho, miró a mis “chicas” de nuevo.

—En realidad, creo que podría tener algo de su basura vieja en nuestro ático. ¿Por qué no te pasas después de la escuela para echar un vistazo?

—¿En serio? Eso sería tan genial. Muchas gracias.

—Lo consideré una cita, Kate —dijo con un guiño.

—Genial. Voy a estar allí cerca de las cuatro.

Volví corriendo afuera para decirles a los chicos la buena noticia y fui directo hacia los dos.

—Eh... hola, grandes noticias…

—Hemos escuchado. Es una cita, ¿no? —Liam sonaba molesto.

215

—Seh, es una cita, Kate —hizo eco Seth.

—Lo que sea. Podría haber algunas pistas valiosas en los trastos viejos de su abuela. Estoy seguro de que ella era parte de la. —Miré a mí alrededor para ver si alguien estaba escuchando—. Hermandad.

—Está bien, pero vamos contigo. —Liam cruzó los brazos sobre su pecho.

—Sí. De ninguna manera vas a estar a solas con ese estafador en un ático. —Seth copio el gesto de Liam y cruzó los brazos también.

¿Por qué tan repentinamente me siento superada en número?

Pero si era honesta conmigo misma, me quedaría con el dramático cruce de brazos y los gestos protectores cualquier día si eso significaba que no tendría que hacer esto sola. Algo sobre mis caballeros de no-tan-brillante armadura era que me hacía feliz de jugar a ser su damisela en semi-apuros.

216

46 Traducido por Juli

Corregido por Melii

La familia Reynolds vivía en una de esas magníficas mansiones históricas previamente ocupadas por familias como los Rockefeller y los Mittal. Mientras Liam maniobraba su Jeep por el camino de piedra, empecé a sentirme un poco nerviosa. Después de todo, Alistair era el hermano mayor de Porter y un miembro de la sociedad secreta potencialmente responsable de la muerte de mi amiga. Si él estaba en casa, no había manera de que lograra pasar un centímetro más allá de la puerta.

Pero sabía que Liam cancelaría todo si sintiera la más mínima duda de mí, así que me obligué a tener una sonrisa brillante.

—¿Listo? —le pregunté.

—Supongo. ¿No quieres abotonar tu camisa? —preguntó Liam.

—Está bien.

—Sí, está bien... —Se hizo eco Seth con voz lejana.

—Está bien, eww. Estoy abotonando. Estoy abotonando.

Los tres nos acercamos a la entrada principal y entramos. Cuatro pilares de estilo romano se elevaban a nuestro alrededor, y un par de leones de mármol tallados custodiaban la entrada. Una R de hierro ornamentada colgaba de la puerta doble enorme, y hasta el timbre de la puerta se veía complicado e histórico. Los monitores de vigilancia sobre los anticuados candelabros de pared eran el único vestigio del siglo XXI.

—Estamos siendo observados —dije en voz baja, asintiendo a las cámaras, mientras tocaba el timbre. Tenía la esperanza de que Alistair no estuviera allí para verlo. Momentos después, la gran puerta se abrió y allí estaba Porter.

Parecía confundido. —¿Kate?

217

—¡Hola! Espero que no te importe que trajera a mis amigos. Están, er... en mi grupo del proyecto. Se trata de Liam y Seth. Una casa magnífica, por cierto.

Los chicos asintieron, y Porter de mala gana nos dejó entrar en su casa.

El interior de la casa era aún más magnífico que el exterior. El que había diseñado el interior había conservado la historia de cada habitación, haciéndonos sentir como si estuviéramos literalmente retrocediendo en el tiempo a medida que entrábamos por la puerta. Por supuesto, sensores de movimiento fueron instalados en cada esquina y cámaras de vigilancia seguían todos nuestros movimientos, pero en realidad era bastante increíble.

—No has mencionado que se trataba de un proyecto de grupo —susurró Porter en voz alta mientras nos llevaba por un pasillo decorado con pinturas que parecía que deberían haber estado colgadas en un museo.

—Ups, lo siento. Se me debe haber olvidado —le respondí, tratando de evitar que mi mandíbula se golpee contra el suelo mientras admiraba el arte. Le di un codazo a Liam, que lucía tan impresionado como yo, y negó con la cabeza con asombro.

Porter nos guió en torno a lo que habría sido originalmente utilizado como alojamiento de los sirvientes. —Lo que sea. Estas escaleras conducen al ático. —Una escalera no tan grande como la que habíamos utilizado para llegar hasta el tercer piso—. Todas las cosas viejas de mi abuela están ahí arriba. Eso sí, no toquen las joyas, ¿de acuerdo? Mi mamá se enojaría.

Subimos lentamente las escaleras desvencijadas al ático. Olía a madera y a moho, y mientras nos acercábamos a la cima, nos abrimos paso hacia una capa de calor húmedo a pesar de la fría tarde de octubre.

Me puse de rodillas y examiné el ático. Estaba lleno de basura al azar. Cajas de sombreros viejos, muebles rotos y la ropa descartada se alineaban en las paredes del espacio estrecho.

—¿Por dónde empezamos? —preguntó Seth, sacando un paquete de snacks de fruta de su bolsillo.

—No lo sé, pero será mejor que empecemos —dijo Liam, agarrando una caja de la esquina y arrugando la nariz cuando la abrió y sacó un ramo de boda de aspecto bohemio.

218

Vimos caja tras caja de basura. Encontré cartas de amor, guantes viejos, un kimono y un montón de fotografías antiguas, pero nada acerca de Pemberly Brown.

—¿Qué pasa con esto? —preguntó Liam, tirando de un viejo mapa de instalaciones de una de las cajas—. Alguien marcó en él.

Seth y yo cruzamos con cuidado las vigas hacia donde Liam estaba. Seguí mi dedo a través de la página.

—Esto debe ser de antes de que Brown se juntase con Pemberly. Ella debe haberlo utilizado para planear las nuevas instalaciones —le dije.

Seth perdió el interés y regresó a la caja en la que había estado hurgando. Le di a Liam una palmadita en el hombro.

—Quizás la próxima vez —bromeé. Él puso los ojos en mí.

—Oigan, miren, chicos —llamó Seth—. ¡Cocos!

Seth se ató un sujetador de coco y una falda de hierba alrededor de su cintura estrecha. Cuando empezó a hacer el hula, metí la mano en la caja más cercana a mí y le lancé una pelota de fútbol desinflada. Se agachó y la pelota pegó en un estante, tirando aún más mierda al azar.

—Cuidado, Lowry —chilló Seth.

—¿Todo bien ahí arriba? —Llegó la voz de Porter a través de las vigas.

—Um, sí, ¡lo siento! —grité de nuevo.

Seth se inclinó para recoger otro de mis líos, pero se distrajo por una pieza al azar de basura que había volcado con la pelota.

—Creo que tengo algo —gritó.

Con sumo cuidado se acercó a nosotros con un tubo largo y blanco en sus manos.

—Miren esto —dijo, y señaló el extremo del tubo en dirección a nosotros, así podíamos ver.

El escudo de la Hermandad.

—Bonito —dijo Liam con una sonrisa.

—¡Ábrela, ábrela! —grité.

Seth arrancó la tapa y sacó papeles enormes. Planos.

219

—Oh, Dios mío, eso es todo —suspiró—. ¡Esto es todo! Son los planos de todo el campus. Ese es el nuevo edificio principal ahí, y mira, ahí está la escuela superior.

—¿Qué significan todas estas líneas? —preguntó Liam. Señaló a los tubos que corrían por toda la escuela superior.

—Hmm... Déjame ver, realmente no lo sé. ¿Tal vez los conductos o algo así? —Seth miró los documentos y los volteó tratando de averiguar lo que las líneas podrían significar.

—¿Y qué son todas esas fotos del escudo? —le pregunté. El escudo fue colocado en la parte superior de las líneas claras de los planos en puntos aparentemente aleatorios.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Seth, todavía distraído por los tubos misteriosos corriendo a lo largo de los planos.

—Como ese, allí mismo, junto a la torre del reloj —señalé—. Y hay otro por... ¿Qué es eso? El auditorio. Y mira ahí, uno está marcando la capilla.

—Son las estaciones. Están marcando las estaciones —dijo Liam.

Él tenía razón. Cada una de las doce estaciones había sido marcada, pero una versión más grande del escudo Pemberly estaba justo en el centro del campus.

—Si están marcando las estaciones, entonces, ¿qué es eso? —le pregunté señalando el símbolo grande.

—No lo sé... tal vez eso es sólo un adorno o algo así —respondió.

—Túneles. —La voz de Seth sonó en señal de triunfo—. ¡Estas líneas son los túneles!

Tomé los planos de él para conseguir una mirada más de cerca.

—Si esos son los túneles, todos están conduciendo al mismo lugar, el símbolo grande. —Pensé en ello un minuto, y entonces se me ocurrió—. Las estaciones deben ser... um... entradas o algo... para entrar en los túneles. —Me detuve por un segundo para procesar mis pensamientos—. Y ese escudo grande en el medio... tiene que significar algo. Está en el centro de todo por una razón.

Los tres nos miramos el uno al otro, digiriendo todo lo que acababa de decir. Y como si lo hubiéramos ensayado, todos susurramos al mismo tiempo.

220

—Cuartel general.

Bueno, Liam y yo lo susurramos. Seth susurró la palabra “nido” en su lugar. Liam y yo nos miramos.

—¿Acabas de decir, “nido”? —preguntó Liam, sacudiendo la cabeza.

—¿Qué? Ya sabes, ¿el nido de la cresta? Apuesto a que así es como lo llaman. El Nido de la Cresta del Pájaro. O algo por el estilo. —Seth se encogió de hombros.

Me eché a reír, pero fue interrumpido por pasos golpeando las escaleras del ático. Porter asomó la cabeza por la puerta estrecha.

—¡Rápido, chicos! Es mi mamá. Tienen que salir de aquí. Me mataría si sabe que les permití pasar para revisar toda esta basura vieja.

Seth enrolló los planos para ponerlos de nuevo en el tubo como una pieza más pequeña de papel flotando en el suelo. Sin dudarlo, agarré el papel y lo metí en el bolsillo.

—¿Porter? ¿Alistair? ¡Estoy en casa! ¿Chicos? ¿Dónde están? —Escuchamos una pequeña voz llamando desde abajo.

—Vamos, chicos. Tienen que darse prisa. Dejen esas cosas. —Porter prácticamente nos empujó a las viejas escaleras y nos metió a todos en su habitación.

—¿Porter? ¿Dónde están…? Oh, hola, no sabía que tenías amigos en casa. —La Sra. Reynolds asomó la cabeza en su habitación y nos dio una gran sonrisa.

—Sí, sólo un grupo de estudio, mamá.

—Oh, qué bien. Ana está preparando la cena. ¿Les gustaría unirse a nosotros?

—No, gracias. Realmente tenemos que irnos. ¿Cierto, chicos? —Miré a Seth y a Liam, que ya asentían en respuesta a mi pregunta.

—Bueno, gracias por toda tu ayuda, Porter. Te veo por ahí. —No podía dejar de darle un rápido guiño. Era demasiado fácil.

Liam debe haber captado mi pequeño gesto también, porque me agarró del brazo y me arrastró hacia la puerta, rodando los ojos.

—Relájate, tigre. Es hora de volver a casa.

221

47 Traducido por aa.tesares

Corregido por Juli

Tan pronto como estuve en la seguridad de mi cuarto, saqué el papel arrugado del bolsillo de mi falda. Con cuidado, lo suavicé sobre mi escritorio, encendí mi lámpara de escritorio y me senté para tomar una mirada más cercana. Se enumeran trece estaciones y sus inscripciones latinas originales.

Me preguntaba si teníamos razón acerca del cuartel general, si realmente había una estación 13 debajo de Pemberly Brown. Negué con la cabeza hacia adelante y hacia atrás ante la posibilidad. Sólo la idea de un subterráneo lleno de secretos me hizo sentir como si hubiera aterrizado en un guión de una película de locos. Esta era la materia de la estaba hecha Hollywood, no Pemberly Brown. Pero a medida que pasaba mis dedos sobre el número trece en la lista, comencé a preguntarme.

Si realmente había un cuartel general, ¿las estaciones conducían hacia debajo de la escuela?, y ¿qué pasa con la Fraternidad? Habíamos vistos chicos saliendo de los túneles ayer. ¿Significaba eso que las dos sociedades compartían túneles? Si es así, tal vez no estaban realmente en guerra. O tal vez los hermanos controlaban en este punto. En base a lo que ConspiracyLuvR dijo sonaba como si el control cambiaba constantemente de manos.

El zumbido de mi teléfono interrumpió mis pensamientos. Justo a tiempo, tenía un correo electrónico.

A: KateLowry@pemberlybrown.edu

Enviado: Jueves 18:15 P.M.

De: GraceLee@pemberlybrown.edu

Asunto: (sin asunto)

222

La Estación trece es un lugar para estar. Cada palabra en latín contiene la

llave.

¿Era extraño que me estuviese acostumbrando a las misivas fantasma?

Ni siquiera me dieron más escalofríos. Tal vez era una señal de que Grace realmente no era un fantasma después de todo.

Alejé el pensamiento de mi mente. Era absolutamente ridículo, además, tenía que centrarme en la tarea a la mano. Había una estación trece, un cuartel general, el lugar donde todos los túneles llevaban, el corazón de las sociedades.

Cada palabra en latín contiene la llave.

Y si embargo, tenía que encontrar algún tipo de llave para entrar. Como una contraseña. Estaba cerca, sin embargo tan, tan lejos.

Pero tenía que empezar en alguna parte, y al menos en esta ocasión tendría a Seth y Liam para ayudar. Sostuve el papel amarillo entre mis dedos y dejé que mis ojos se posaran en mi estación favorita, la torre del reloj.

Tempus edax rerum. “Tiempo, devorar todas las cosas”. Miraba las antiguas palabras, tratando de encontrar lo que estaba oculto, tratando de encontrar la llave. Pero lo único que veía era una lengua muerta.

Esto va a ser interesante.

***

Después de la escuela al día siguiente, los tres nos sentamos acurrucados en el primer nivel de la torre del reloj prácticamente haciendo girar los pulgares.

—Bueno, podría ir al sótano. Estoy pensando si hay una puerta, será allí —le dije, ya empezando a bajar las escaleras.

Seth se precipitó por delante de mí y, tan pronto como lo hizo llegó hasta el fondo, comenzó a tocar a tientas todo lo largo de las paredes de ladrillo viejo como algún tipo de araña pelirroja.

—¿Qué es exactamente lo que buscas, Seth? —pregunté.

223

—Tiene que haber algún tipo de botón que puede pulsar para revelar una escalera escondida. —Sus manos estaban por todas partes, y casi echó a uno de los cuadros cronómetros fuera de la pared.

Los encargados del tiempo, o Custidos VICIS, era otra tradición PB. Cada año, un estudiante de cuarto año era seleccionado para ser el encargado del tiempo. En los viejos tiempos, antes de que la torre del reloj hubiera sido remodelada, el encargado del tiempo iba a subir a la cima de la torre y ajustarlo al comienzo de cada año escolar. Pero ahora era uno de esos honores al azar que venía con una beca de la universidad y una imagen en las paredes interiores, las palabras Ab Aeterno, “De lo eterno”, grabado en el marco adornado.

Cuando estábamos en el primer ciclo de enseñanza, Grace, Maddie y yo solíamos venir aquí para admirar la filas de estudiantes de ciclo superior, todos crecidos y oficialmente bien parecidos. En su mayoría eran chicos, chicos calientes de donde estábamos parados. Nos gustaba inventar historias acerca de quién salía con quien y quien estaba con más probabilidades de convertirse en custodios del tiempo durante nuestra cuarto año. Pudo haberme puesto triste recordarnos a las tres, pero estaba demasiado distraída para reflexionar.

—En el correo electrónico de Grace decía que las palabras latinas contenían la llave. Tiene que haber algún tipo de caja con llave cerca de aquí. Es probable que haya palabras en latín grabadas en esto —sugerí—, saben, como la ponen en los jardines y esas cosas. —Me puse sobre mis manos y rodillas y comencé a tantear, buscando por una caja escondida.

—No creo que lo pusieran tan fácil —respondió Liam, con los ojos fijos en la filas de los cuadros—. Si hubiera una caja aquí abajo con una llave adentro, cualquiera podría encontrarla, ¿sabes?

Sonreía, pero todavía me sentía estúpida por ser tan literal. Luego, cuando él susurró—: Tal vez la próxima vez. —Con una ceja levantada, sentí un rubor dentro mis mejillas. Acaricié mis rodillas y le di un ligero golpe sobre el hombro.

De repente Liam se puso de pie. Se movió tan rápido que me sobresalté un poco.

—¿Qué es? ¿Viene alguien? —Seth parecía preso del pánico.

224

Sin decir una palabra, Liam comenzó a quitar las pinturas de las paredes y colocarlas suavemente en el piso. Corrió los dedos por el ladrillo, presionando cada cierto tiempo.

—¿Las palabras en latín contienen la llave, cierto? —preguntó, aún levantando fotos—. El latín en la parte inferior de los marcos. Eso tiene que ser.

Corrí hacia la pared y comencé a levantar los marcos también. Una vez que había examinado el espacio debajo de cada guardián del tiempo, estábamos más cerca de la estación 13 de lo que había estado cuando empezamos. No había más que ladrillos y cemento debajo de los marcos, sin llaves, sin contraseñas, sin respuestas. Después de recolocar la última foto, le di una palmada a la placa de bronce que marcaba la torre del reloj como Estación dos. No era para la buena suerte, más por la frustración.

Piensa, Kate. “El latín contiene la clave”. ¿Qué significa eso? Pasé mis dedos sobre las letras de bronce planteadas mientras Liam estaba con su oído en el suelo, golpeando el suelo y Seth intentaba tirar ladrillos de la pared con los dedos. Y entonces me di cuenta. La frase Tempus, edax, rerum se compone de letras. Muchas de ellas.

Si cambiaba las letras, podía formar palabras o contraseñas. Moví la T en “Tempus”, y por supuesto, la letra hizo clic en la placa como una llave en una vieja máquina de escribir. Sólo se quedó con sangría. Traté de sacarla de vuelta mis uñas inexistentes, pero la T estaba atascada.

Di un paso atrás, frustrada porque probablemente acababa de destruir nuestras posibilidades de entrar porque salté el gatillo del arma, de repente, apareció de nuevo la letra. ¡Se limpiaba a sí misma! Podría tardar unos segundos, pero lo que sea que controlaba el acceso a los túneles se reiniciaba, esperando pacientemente a la serie correcta de las letras.

—¡Chicos! —grité, dando un paso hacia atrás y estrechando mis ojos en las palabras en latín—. Creo que sé cómo entrar.

Seth y Liam se apresuraron a cada lado de mí, ávidos por una explicación.

—Las letras se pueden pulsar y si se les presiona en el orden correcto, una puerta o algo se va a abrir, dándonos acceso.

225

—¿Y qué? Sólo tienes que adivinar en qué orden pulsar los botones —preguntó Seth, extendiendo sus dedos en la preparación apremiante.

—No, creo que tenemos que formar palabras con las letras. “El latín contiene la clave” —repetí, más para mí que para cualquier otro—. Por lo menos, creo que eso es lo que significa. Vale la pena intentarlo, supongo.

—Asesinato, era, establecer, seguridad, y atreverse. —En todo este tiempo, Liam no había dicho una cosa, y ahora enumeraba palabras al azar ocultas dentro de la frase en latín como si lo hubiera estado haciendo toda su vida. Seth y yo lo mirábamos, con la boca abierta—. ¿Qué? Soy algo bueno con los rompecabezas.

Empujé cada letra, formando las palabras de Liam, pero nada. Todas las letras se pegaron y todas salieron sin siquiera un indicio de cual podría ser la trampa. Nos faltaba algo. Sólo esperaba que el código fuera en inglés. Yo era buena en latín, pero no tan buena.

Tiempo, tiempo, repetí en mi cabeza, pensando en la torre del reloj. El código era probable que tenga que ver con el tiempo. Y entonces, como si las letras hubieran sido iluminadas por detrás, las vi, una por una. M-E-A-S-U-R-E24. El tiempo era una eterna medición, ¡tenía que ser!

Cada letra hizo clic en su lugar, y mientras presionaba la segunda en su lugar, nuestra última oportunidad, oí el estallido sordo de la puerta de al lado del Puma blanco brillante al lado de Seth. Hace un segundo se había mezclado con el suelo de piedra, y ahora de repente apareció una puerta. No lo podía creer. Todos nosotros, caímos al suelo y nos asomamos a los bordes, mirando las profundidades. Encendí mi linterna, tomé unas cuantas respiraciones profundas, y esperé lo mejor.

Íbamos hacia abajo.

A medida que bajábamos las escaleras, me sentí abrumada por nuestro entorno. Candelabros de aspecto antiguo iluminaban nuestro camino. Los tacones de mis botas hacían un eco suave en las piedras de las escaleras. El aire era húmedo y antiguo de alguna manera. Era como un mundo totalmente diferente.

—Chicos —susurré—. ¿Pueden creer esto?

Seth pasó la mano por el ladrillo de color rojizo que nos rodeaba.

24

Measure: Medición.

226

—No —dijeron al mismo tiempo.

Los adoquines brillaban bajo nuestros pies, manchas de roca cristalizada por la tenue luz de los candelabros. Me di cuenta de que el túnel se bifurcaba a pocos metros de nosotros, y me encontré deseando que pudiéramos haber tomado los planos también.

—¿Por dónde vamos a ir? —pregunté.

—No lo sé. Estoy totalmente dando la vuelta —respondió Liam, deteniéndose por un momento y tratando de orientarse.

—Creo que debemos seguir derecho —dijo Seth.

—Es gracioso, porque yo iba a decir que debemos girar a la derecha —dije—. Pero siempre soy mala con las direcciones. Vamos a seguir de frente.

A medida que continuamos caminando por el túnel abovedado, sentí un agujero en el estómago. Aquí estábamos, caminando bajo la escuela sin ningún sentido de la orientación y sin manera de defendernos si nos atrapaban. Nos limitaban los ladrillos, y no se escucharían nuestros gritos y tampoco encontrarían nuestros cuerpos, si se trataba de eso. Grace había perdido la vida bajo tierra, ¿nosotros también? Las paredes de ladrillo parecían ceder sobre mí. Estaba atrapada.

—Tengo que volver —les dije, casi asfixiada—. Demos la vuelta.

Me agarré a la pared de ladrillos con una de mis manos y comencé a respirar profundamente. En ese instante, me hubiera gustado estar en cualquier parte menos allí. Incluso prefería la incómoda silla de madera que hacía que mi culo se durmiera en la oficina del Prozac que el túnel. Salí en la dirección en la que había venido y sentí como si todo estuviera dando vueltas.

—¡Kate, espera! —Los chicos trataron de susurrar-gritar, pero no podía parar. Giré a la izquierda, estirando el cuello para ver si podía ver la luz o algo al final del túnel. Pero sólo había escaleras, y yo sabía que no había subido ninguna escalera en el camino. Había elegido el camino equivocado. Mis horribles sentidos de dirección tuvieron una sincronización impecable. Me senté en la parte superior de la escalera y puse la cabeza entre las rodillas.

Liam y Seth corrieron a mi lado y pusieron una protección desigual entre sí para ver quién podía conseguir un mejor espacio. Liam ganó.

227

—Está bien. Sólo un poco de claustrofobia aquí abajo —dije. Apartó mi cabello de mi cara y arremolinó círculos en mi espalda con la palma de su mano.

Levanté la mirada hacia él, sólo para asegurarme de que Liam era quien me tocaba, y me di cuenta de que Seth no estaba junto a mí.

—¡Chicos! —llamó Seth desde el pie de la escalera sin mirar siquiera hacia nosotros—. Es el nido... o el cuartel general o lo que sea.

Liam me ayudó a ponerme de pie, y nos dirigimos hacia las escaleras. Retratos de mujeres colgaban a ambos lados de la pared para que pudiera ver por el pasillo. Los más cercanos eran las fotografías más antiguas, así que supuse que cuanto más lejos fuéramos por el pasillo eran más recientes. Cada una de las niñas vestía de blanco junto con un colgante alrededor de su cuello. El mismo talismán que Cameron había encontrado en el vestuario de Naomi.

—Mira esto —dijo Liam, señalando a uno de los collares de la niña—. Eso es lo que estaba dibujado con tiza la noche... —se interrumpió. Creo que debe de haber notado todo al mismo tiempo. A medida que continuamos por el pasillo estrecho, pudimos ver que el cristal de las imágenes más recientes había sido destrozado.

—¿Por qué crees que le hicieron esto a las fotos? —le pregunté. Era extraño, porque habían sido claramente colgadas con cuidado. Ni una sola imagen estaba torcida y sin embargo, habían sido destruidas sistemáticamente.

Tan pronto como llegamos a la parte inferior de la escalera, nos paramos donde estaba Seth ante una pesada puerta de madera. Una intrincada corona fue tallada en el grano y asentada encima de una letra S de aspecto gótico. La cresta. La puerta era una versión real y viva de la cresta Pemberly, símbolo de la Hermandad.

Una placa de bronce colgada debajo de la S, las palabras de Audi, Vide, Tace trazadas a lo largo de la misma. Pero la hermosa puerta había sido destruida por una enorme letra B que alguien pintó en el centro.

—No creo que estemos en territorio Hermandad nunca más... —aventuré.

228

—No, parece que ha habido una toma de posesión. Una hostil —coincidió Seth.

—Bueno, eso explica por qué Alistair estaba saliendo de los túneles. —Liam pasó los dedos por la pintura roja de la letra—. Supongo que no han parcheado las cosas después de todo.

—El latín contiene la clave —le recordé a los chicos, pero a Liam principalmente. Seth y yo nos quedamos atrás cuando comenzó a trabajar su magia, dimensionando las letras de bronce.

Pero cuando oímos el golpe sordo de una escotilla cerrándose, movimos nuestras cabezas en la dirección del sonido.

—¡Vamos a salir de aquí! —Eché el cerrojo de las escaleras y corrí por el pasillo largo, rezando para que esta vez podamos salir. Líneas de luz de los candelabros llenaron mi visión periférica mientras corría, y me acordé de una canción que había escuchado en el auto de Liam acerca de una luz que guiaba a un persona a casa.

El final del túnel apareció ante nosotros. Corrimos hasta unas escaleras y nos encontramos con una puerta, esta vez con un mango. Mientras envolvía mis dedos alrededor de la plancha pesada, dije una breve oración para que la puerta estuviera sin seguro y empujé. Nunca en mi vida había sentido tal alivio con una puerta. La puerta golpeó al chocar contra el suelo, y robé un rápido vistazo atrás antes de dejar que la luz del día se arrastrase sobre mí. Estábamos seguros. Por ahora.

229

48 Traducido por munieca

Corregido por Juli

Fue difícil de conseguir dormir de nuevo esa noche. El recuerdo de los túneles y los secretos detrás de la puerta tallada me obsesionaban. Sentí como que todas las piezas fueron presentadas delante de mí, pero todavía no podía ponerlas juntas. Sabía que una vez que me diera cuenta de cómo se veía el panorama, sería capaz de ver la verdad acerca de Grace y el secreto del fuego. Y si tan sólo pudiera descubrir la verdad, podría haber finalmente justicia.

Me deslicé en la cabecera y arreglé la almohada detrás de mi espalda. Y allí estaba ella. La luz de luna entraba por la ventana, iluminando su silueta mientras se sentaba en el asiento de mi ventana. Como de costumbre, estaba de espaldas a mí. Tenía las piernas dobladas debajo de la familiar falda a cuadros de Pemberly Brown. Su cabello lacio y oscuro le llegaba hasta la mitad de su espalda. Sorprendentemente, no tenía miedo de ella esta vez, sólo curiosidad. Tal vez estaba demasiado cansada como para tener miedo.

Apenas respirando, quité la manta que cubría mis piernas y la bajé al suelo, tratando de no hacer ruido. Caminé hacia ella lentamente, con el brazo extendido. Quería tocarla. Sentirla. Para determinar finalmente si era real o sólo algún invento de mi imaginación. Justo cuando mis dedos estaban a punto de rozar su hombro, abrí los ojos.

No estaba cerca de la ventana para nada, sino en mi cama. Debo de haberme quedado dormida. Girando sobre mi lado, saqué mi mano por debajo de mi mejilla y miré por la ventana. Se había ido. O tal vez nunca estuvo allí en primer lugar.

Mi habitación se había iluminado, la luz de la luna mezclada con el brillo de la pantalla de mi ordenador. Tiré las mantas hacia abajo, esta vez de verdad, y de puntillas fui a mi escritorio. Tenía otro nuevo mensaje.

230

Para: KateLowry@pemberlybrown.edu

Enviado: Viernes 1:30 A.M.

De: GraceLee@pemberlybrown.edu

Asunto: (sin asunto)

Encontraste el 13. Pero estamos sin tiempo. Vuelve la noche del baile. Sola.

Te estaré esperando.

Leí la última línea un par de veces y sentí una oleada de mariposas. Traté de recordarme que buscaba justicia, no una resurrección imposible. Pero no importa cuánto lo intentara, una pequeña chispa de esperanza permanecía. Una chispa que vivía en lo que el lóbulo de mi cerebro funcionaba completamente por la emoción. Y a veces hasta había avivado un poco la chispa y comenzado un fuego pequeño, convenciéndome de que todo el mundo estaba equivocado, que el funeral fue falso y que Grace estaba viva, escondida y esperando a que yo la encuentre.

No tenía ni idea de lo que me esperaría en el interior de la sede y ni siquiera estaba segura de si sería capaz de entrar, pero encontraría una manera. Encontraría una manera porque ella me había pedido que lo haga. E iría sola, porque eso es lo que Grace quería.

231

49 Traducido por Amy

Corregido por Findareasontosmile

Si fuera una chica normal, me habría tomado horas escoger el vestido perfecto y coordinar los accesorios para la Bienvenida. Si fuera una chica normal, habría reservado una cita para arreglar mí cabello con amigas y luego nos dirigiríamos a la casa de alguien para competir por un puesto en el espejo y reírnos por el delineador de ojos y brillo de cuerpo. Si fuera una chica normal, habría tenido mariposas en mi estómago mientras esperaba y me preguntaba qué tipo de ramillete traería mi cita y si me daría un beso de buenas noches o no.

Pero no era una chica normal.

Me pasé el sábado del baile de Bienvenida reordenando las letras de las palabras Audi, Vide, Tace, en un intento de crear una lista completa de posibles contraseñas. No podía pedirle ayuda a Liam, porque Grace dijo específicamente que tenía que hacerlo sola. Además, esto era algo que podría hacer sola. Sintiendo bastante confianza en mi lista, la guardé y decidí concentrarme en mi siguiente problema. Encontrar algo para vestirme.

Me puse un vestido rosa sin tirantes de nuestro baile de Sadie Hawkins25 hace dos años. No solo entré en conflicto con mi pelo, aparentemente crecí y el vestido apenas cubría mi trasero. Intenté reorganizar las perlas de Grace unas cuantas veces para no desviar la vista. No servía. El estilo de perra funciona bien para las estrellas de Hollywood y las chicas de las esquinas, pero decidí que lo mejor sería intentar una moda un poco más sutil para mi primer baile de Bienvenida.

Después de tirar el vestido rosa, me hundí en el fondo de mi armario buscando el vestido que había llevado a la Gala de Año Nuevo que mis padres me habían obligado a asistir el año anterior. Me agaché, contenta de que mi

25

Es un baile en el cual las mujeres invitan a los hombres.

232

trasero siguiera cubierto, y me senté en la cama esperando dos citas en lugar de una.

Tenía mariposas en el estómago. Pero no porque estaba preocupada de que mi cita me besara. Estaba un poco más concentrada en averiguar la contraseña de la guarida subterránea de una sociedad secreta para encontrar a mi mejor amiga muerta.

Seh, definitivamente no era una chica normal.

Cuando finalmente escuché el timbre de la puerta, bajé las escaleras tan rápido como mis fabulosos tacones de oro me llevarían y encontré a Liam y Seth retorciéndose en la entrada. Técnicamente, habíamos decidido ir como un grupo para controlar cualquier posible actividad Fraternidad-Hermandad, pero tenía que admitir que éste trío estaba un poco usado.

—Te ves…—comenzó Seth, pero pareció perder las palabras.

—Sexy. Creo que la palabra que estás buscando es sexy —concluyó Liam.

Juro que no soy el tipo de chicas que dicen: “Oh, ¿ésta cosa vieja?”. Es solo que mi viejo vestido pasó a ser un elegante número negro. Y las perlas de Grace derramadas por el centro de la línea del cuello en forma de V, desencadenaban el corte del material fino. Supongo que todo esto de la belleza sin esfuerzo funcionó. Era bueno saberlo.

Después de una sesión de fotos dolorosamente incómoda con mis padres y los Allens, la señora Allen no podía parar de llorar y sonarse la nariz, los tres nos metimos en el jeep de Liam, un trío poco probable, y luego nos fuimos a Pemberly Brown.

El traje de Seth era probablemente diez tallas más grandes (se trata sólo de mí o puedo oír a su madre diciendo—: Queremos un traje grande, cariño, así que tienes que usar algo agradable para llevar a todas tus entrevistas universitarias. Estoy segura de que crecerás a la vuelta de la esquina…), y sus rizos rojos habían sido domesticados por algún serio producto-de-hombre. Liam, por otra parte, usaba un traje a la medida, una chaqueta de tres botones y jeans oscuros. Parecía que iba a la apertura de un club a la moda en Nueva York en lugar de un baile de escuela.

Pero cuando Seth abrió la puerta para mí y Liam tomó mi mano para ayudarme a bajar, sonreí. No podía evitar estar un poco más erguida y

233

mantener la cabeza un poco más alta mientras caminaba con los dos a mi lado. Seth era como el hermano que nunca tuve. Bueno, aparte del hecho que constantemente me preguntaba por salir.

Y Liam, tan culpable como a veces me hacía sentir, me recordó cómo ser feliz. Me dieron escalofríos cuando me tocó y me llené con ese sentimiento de necesito-besar-a-este-chico-o-moriré. Lo cual era dramático, sí, pero también el mejor sentimiento del mundo.

Haciendo una pausa en las puertas dobles que abrían el gimnasio, miré a Seth y a Liam, y coloqué un brazo en cada uno de ellos. Habíamos llegado. El baile estaba en pleno apogeo cuando abrimos las puertas. Las chicas llevaban vestidos que probablemente requerirían rollos de cinta de doble cara para mantener las cosas PG-1326. Sus cuellos estaban adornados con las corbatas deshechas de sus citas. Los chicos ya estaban empezando a sudar en sus camisas con botones, y sus chaquetas estaban sin cuidado y esparcidas por el suelo.

Cuando mezclas un baile de Mardi-Gras con hormonas adolescentes, el resultado es una combinación de chicas que se ven en gran parte como prostitutas menores de edad y chicos obsesionados con sexo y que tienen grandes cantidades de granos, con la esperanza de encontrar una chica lo suficientemente borracha, o suficientemente puta, para alardear. Había un montón de ambos. En pocas palabras, era la peor pesadilla de todo padre. Algo que los administradores de la escuela podrían considerar la próxima vez que aprobaran a ciegas un tema de baile de Beefany o Taylor.

Encontramos asientos en las gradas que habían sido decoradas para parecerse a una enorme carroza de Mardi Gras, y observé el caos de la Bienvenida que se desarrollaba desde las líneas.

—¿Alguna observación de la sociedad? —preguntó Seth entre sorbo y sorbo de ponche, una ansiosa mirada en su rostro.

—No, no creo que la futura reina y rey hayan hecho su entrada. —Supongo que no hacía falta decir que Taylor y Alistair habían sido elegidos por tercer año como asistentes en la Bienvenida. Yo, por mi parte, tenía muchas ganas de verlos bailar juntos. Estaba casi cien por ciento segura de que se odiaban. Casi.

—Oh, ya están aquí —dijo Liam—. Por el signo de la calle Bourbon. 26

Materiales inapropiados para niños menores de 13 años.

234

Seguí la línea de visión de Liam y observé a Taylor y a sus groupies. Todas llevaban el mismo vestido en diferentes colores. Taylor tenía un pálido vestido rosa bebé, cpn su pelo rubio recogido en un moño bajo, me recordaba a una bailarina. Beefany no podría haber sido más contrastada. Se alzaba sobre Taylor en un brillante vestido turquesa, lo que desencadenaba su piel olivácea y sus oscuros rasgos.

Maddie estaba con un vestido rojo brillante, sus brazos cruzados en su pecho y mirando como si quisiera fundirse en el suelo y desaparecer. El resto de las chicas usaban vestidos naranjos, amarillos y morados. Se veían como una bandada de pájaros exóticos. Por supuesto, conociendo esas aves, era cuestión de tiempo antes de que fueran a Alfred Hitchcock27.

En ese momento, Taylor me miró. Era como si pudiera leer mi mente.

—Bradley y Alistair están aquí. —Liam asintió con la cabeza hacia las puertas dobles. Efectivamente, los chicos llegaron con estilo. Cada uno de ellos tenían dos citas de primer año, una en cada brazo, y se veían muy satisfechos de sí mismos.

Miré a Naomi empujar a Taylor y señalar a su hermano. Taylor les dio una rápida mirada y comenzó a moverse al otro lado de la pista de baile.

Beefany y otras tres rápidamente volaron hacia ella. Supongo que incluso las aves de secundaria tienden a moverse en bandadas.

—Vamos, chicos. Vamos a dar una vuelta. —Arrastré a mis citas fuera de las gradas, y comenzamos a caminar alrededor de la Calle Bourbon. Quería una mejor vista de lo que sea que estaba a punto de suceder en la cancha. Estaba tan concentrada en ver a Taylor caminar hacia Alistair, que no vi que corrí directamente hacia el director Sinclair.

—¡Oh! Lo siento. —Sentí el calor en mis mejillas cuando me miró con sus afilados ojos.

—Encantado de verla esta noche, señorita Lowry. Estaba dirigiéndome a la mesa de refrescos. ¿Me acompañaría? —Su sonrisa me puso nerviosa.

Intercambié rápidas miradas con Liam y Seth, pero realmente no tenía otra opción.

—Uh, claro. Por supuesto. —Nerviosamente envolví mis dedos en las perlas de Grace, enrollándolas y desenrollándolas, pensando en Elisa Moore 27

Director de cine británico.

235

y su pobre hermana, Abigail. El hermano del director había sido absuelto de los cargos, pero ya no sabía qué creer. Estaba empezando a preguntarme si alguna vez sería capaz de descubrir la verdad enterrada debajo de todos estos años de mentiras.

Lo seguí mientras caminaba hacia la abandonada mesa de refrescos, tratando de pensar exactamente cómo manejar esto.

—Bueno, señorita Lowry, tengo que admitir que recientemente he estado un poco preocupado acerca de usted.

No me gustaba donde se estaba dirigiendo esto.

—¿En serio? Uhm, ¿por qué? —Fue peligroso hacer esa pregunta y casi podía saborear la amargura en mi lengua después de que las palabras salieran de mi boca.

Se sirvió un vaso de ponche. —Escuché que realizo una visita a uno de nuestros ex alumnos, Elisa Moore, pobre mujer. Ella se volvió loca cuando su hermana tomó su propia vida unos años atrás.

—Yo, uhm… debería volver con mi cita.

—No te pongas nerviosa. Estamos entre amigos. —Asintió con la cabeza hacia Liam y Seth esperando al otro lado de la pista de baile—. Sólo estoy preocupado por ti. Creo que estás demasiado envuelta en esto.

—Bueno, ya sabe lo que dicen: Veritas vos liberabit. La verdad te hará libre. —Me obligué a sonreír alegremente.

—Por favor sé cuidadosa, Kate. Puede que no creas esto, pero no quiero ver a ningún otro estudiante herido. —Ofreció una sonrisa, pero ésta nunca llegó a sus ojos.

El cuerpo delgado de Elisa brilló en mi mente, y pensé en su hermano, el típico americano ganador convenientemente absuelto de todos los cargos en su contra. Por no mencionar el nombre del director Sinclair pintado en todas las paredes de Brown. Sin duda, la Fraternidad tenía una mano en todo. Todo estaba conectado.

—Usted sabe, señor director, gracias a mis experiencias aquí en Pemberly Brown, realmente siento que aprendí a cuidar de mí misma. Pero aprecio su preocupación.

236

No estaba aparentando. Me sentía fuerte. Sabía que sería capaz de hace lo que tenía que hacer para descubrir la verdad, y finalmente salvar a Grace. Pero mientras caminaba de regreso a la pista de baile, de regreso a la seguridad de Liam y Seth, estaba feliz de que no tenía que hacer esto sola.

237

50

Traducido por Mery St. Clair

Corregido por Findareasontosmile

—Bueno, eso fue incómodo —dije, intentando mantener mi voz firme frente a mis leales compinches. Liam sacudió su cabeza hacia atrás y hacia adelante, y Seth parecía como si se hubiera orinado en sus pantalones.

—Eso fue aterrador —dijo Seth, sus ojos muy abiertos.

—No aterrador. Terrorífico. —Liam agarró mi mano—. Esta es la primera vez que más de una persona las ha amenazado. Es fácil silenciar a un chico, pero no es tan fácil deshacerse de tres personas.

Lo miré y sonreí.

—No han visto nada aún. —Espera hasta que encuentre una prueba de que la Fraternidad está involucrada.

Liam me sonrió—. Oye, ¿quieres…?

—Oh, Dios mío —dije, interrumpiéndolo—, ese es… —Señalé la entrada hacia el baile.

—Cameron —terminó Liam por mí. En circunstancias normales me habría preocupado que nos convirtiéramos en una de esas cursis parejas que terminaban las oraciones del otro, pero esta noche agradecí que él dijera el nombre que yo no podía.

—¿Qué demonios está haciendo él aquí? —preguntó Seth—. ¿Y dónde ha estado?

—No lo sé, pero tenemos que averiguarlo —dije, poniéndome de pie.

Nos abrimos paso entre el mar de gente e intentamos alcanzar a Cameron. Él tenía un objetivo, y la multitud parecía sentir su determinación, porque se separaban como el Mar Rojo para dejarlo pasar. Él se detuvo

238

abruptamente justo al lado de Taylor, tomó su brazo, y la giró para tenerla cara a cara. Su vestido rosa flotó elegantemente alrededor de sus muslos.

Nos escondimos detrás de un par de falsas farolas y observamos la escena desarrollarse.

—Tenemos que hablar —dijo Cameron, sus ojos como dardos mirando alrededor salvajemente.

Beefany se plantó entre ellos, protegiendo a su reina. —Oh, Cameron. Tienes que retroceder. —Ladeó la cabeza y suspiró dramáticamente—. Lo siento, pero tendrás que hablar con Taylor más tarde. Estamos justo en medio de algo. No es un buen momento.

Cameron tomó a Beefany por el brazo y tiró de ella de modo que su rostro estuvo a escasos centímetros del suyo.

—Tenemos que hablar. Ahora —repitió.

—De acuerdo. Adelante —dijo Beefany como si estuviera aburrida de toda la situación.

—En privado.

—No, lo que sea que tengas que decir, puedes decirlo aquí. En frente de todos. Taylor no irá sola a ninguna parte contigo. —Beefany asintió hacia su audiencia.

—¿Así es como quieres jugar? Bien. Estoy cansado de tus mentiras, tus amenazas. Sé que ustedes estuvieron allí esa noche. Te vi cuando yo estaba marchándome —dijo. Maddie tomó un paso lejos de la multitud, arrugando el rostro como si fuera un trozo de papel desechado.

No estaba segura de cuantas personas en la habitación sabía de qué noche estaba hablando él, pero sentí un jadeo colectivo.

—No tengo idea de lo que estás hablando, Cameron —dijo suavemente Taylor.

Beefany se hizo cargo de nuevo, su voz alta y fuerte. —¿Seguro que estás bien? Quizás deba llamar a un maestro. Creo que todas esas drogas están comenzando a pasarte factura.

Cameron agarró a Taylor por los brazos, y pude ver dos marcas rojas muy furiosas alrededor de sus dedos. Él maldijo, una gota de saliva se iluminó por las luces estroboscópicas girando por encima de nosotros.

239

—Quiero saber que ocurrió en esa capilla. Vi su invitación.

Los gélidos ojos de Taylor se abrieron ampliamente por un segundo, revelando su miedo y quizás un poco de debilidad.

Beefany se abalanzó a la acción. —Maddie —exclamó—. Busca al Director Sinclair. Cameron claramente está drogado y necesita ayuda.

Maddie se quedó inmóvil en su lugar, probablemente dividida entre obedecer a su líder y desaparecer entre la multitud. Antes de que ella pudiera decidirse, el Director Sinclair se acercó corriendo.

—Cameron, no deberías estar aquí. —Apartó los dedos de Cameron de los brazos de Taylor—. Tenemos mucho que discutir, hijo. ¿Por qué no conversamos en algún lugar más privado?

—Sáquenlo de aquí —dijo Taylor con serena autoridad.

—Eso es suficiente, Srta. Wright. Yo me encargaré de esto. —El director arrastró a Cameron fuera del baile mientras una multitud se reunía. Los dos me pasaron, y oí el siseo del director—. Pensé que fui muy claro con tus padres. Esta escuela ya no es el mejor lugar para ti, Cameron.

Me volví hacia Seth. —¿Oíste eso?

Seth asintió con la cabeza. —Tenía razón. Él estuvo en la casa de Cameron.

Repentinamente, Cameron se liberó de las garras de director y vino corriendo hacia mí.

—No dejes que se salgan con la suya. —Su voz estaba cargada de emoción.

Me quedé congelada mientras el director regresaba por él, tomando a Cameron por el brazo y conduciéndolo hacia la salida, una vez más. Cameron estaba casi completamente encorvado mientras caminaba, como si quisiera protegerse de las miradas de lástima y repugnancia de sus amigos y enemigos.

Sentí las lágrimas arder en mis ojos. De alguna manera, los dos estábamos juntos en esto. Los dos queríamos lo mismo. La verdad. Y la venganza.

240

Me las arreglé para apartarme de Liam y Seth y corrí detrás de Cameron y el director. Para cuando los había alcanzado, ellos la caminaban dentro de las oficinas escolares.

—He intentado protegerte. Sé que puede ser difícil de entender para alguien como tú, pero hay tradiciones de honor dentro de esta escuela que sencillamente no se pueden romper. Trágicos errores se cometieron esa noche, pero no hay forma de deshacerlos, y nada bueno saldrá cuando la verdad salga a la luz. —El Director Sinclair tenía un férreo control sobre el brazo de Cameron.

Me concentré en el uso de la palabra “honor”. Era una palabra tan simple, pero decía mucho sobre su relación con la Fraternidad. Él quizás no tuvo nada que ver con el asunto, pero encubría a la Fraternidad, ocultando sus secretos todo este tiempo.

—No entiendo lo que pasó esa noche. Fueron ellas… ellas… —El rostro de Cameron se retorció con desesperación. Quería correr hacia él, pero me mantuve oculta en la esquina de los casilleros—. Traté de decírselo. Incluso traté de decírselo a la policía. Se suponía que me encontraría con Grace en la capilla esa noche.

—Sé todo lo que ocurrió esa noche, Cameron. Eres el único que no lo entiende. Esta situación es mucho más compleja de lo que parece. —La voz del director se fue desvaneciendo a medida que avanzaban más hacia su oficina—. Ya no eres un estudiante aquí. Eso se acabó.

Me quedé de pie allí, paralizada, incapaz de encontrar el valor para llegar a la oficina y era lo suficientemente inteligente como para saber que no habría ninguna diferencia si lo hiciera. Además, tenía una cita con un fantasma.

241

51 Traducido por Leii123

Corregido por Melii

Liam y Seth llegaron corriendo a la oficina mientras yo me alejaba.

—¿Qué estás haciendo? No deberías estar aquí sola, Kate. Eres prácticamente un objetivo andante. —Liam agarró mi mano y me guió hacia la seguridad del baile.

—Cálmate. No pasó nada. Ella está bien. —Seth miro la mano de Liam, claramente debatiendo sí debería intervenir o no.

Desenrede mis dedos y puse algo de distancia entre Liam y yo. —Estoy bien. De verdad. Sólo tenía que escuchar la versión de Cameron de las cosas, eso es todo.

—Y... —Liam enarcó las cejas.

—Y nada. Cameron ha sido manipulado igual que el resto de nosotros, pero él no sabe nada específico acerca de esa noche, ya sea... no sé... todo esto esta tan desordenado. Obviamente el director Sinclair está todavía involucrado con la Fraternidad.

—¿Tú crees? —Realmente me impresionó el sarcasmo de Seth.

Caminamos de regreso al gimnasio, y sentí el pánico dentro de mí. No estoy segura si fue el calor generado por todos esos cuerpos danzantes o tal vez los adornos chillones que se sentían como si se estuvieran cerniendo sobre mí, pero yo estaba cerca de la perdición, y eran sólo las 20:30.

Liam debió haber notado el pánico en mi cara, porque me agarró la mano.

—Vamos, baila conmigo.

Dudé, imaginándome como la investigación se estaba desmoronando a mí alrededor. Y luego miré a Seth. —No sé... —No sólo sentía como si todo se

242

estuviera explotando en mis pies, sino que también me sentía mal dejándolo fuera.

—No, no, está bien. Es el baile de Bienvenida. Se debe bailar. —Seth nos ofreció una débil sonrisa—. Además, he tenido mi cuota justa de bailes contigo. ¿Recuerdas en la secundaria?

—¿Cómo podría olvidarlo? —Seth había hecho siempre que fuera un punto el pedirme que bailara lento durante las canciones más insoportablemente largas. Miré a Liam y luego otra vez a Seth—. Está bien, un baile. Pero sólo si quieres bailar conmigo después, ¿de acuerdo?

Seth sonrió, y mis preocupaciones sobre el director Sinclair, la Hermandad, la Fraternidad, e incluso los túneles malditos parecían un poco más lejanos.

Durante la siguiente hora bailamos y bailamos. No era exactamente lo que me había imaginado que era el baile de Bienvenida cuando era más joven, pero estuvo lo bastante cerca. Y mejor que eso, fue muy divertido.

Mantuve mis ojos en Beefany, Taylor, Maddie, y las Hermanas, y en Alistair, Bradley, y los Hermanos, pero nadie parecía estar haciendo ningún movimiento para irse.

La banda entró en receso, y vi el jurado del baile de Bienvenida prepararse para la gran ceremonia de coronación. Un rápido vistazo a mi teléfono me confirmó que eran las 22:30. Casi el momento para hacer mi salida.

Y entonces la vi, el destello ya familiar de la falda a cuadros y el pelo negro. La niña se deslizó por una puerta lateral, escapando al aire fresco de la noche. Miré a mí alrededor al resto de las personas en la habitación, preguntándome si alguien más había visto a mi fantasma, y mis ojos cayeron sobre Maddie. Se enfrentó a las puertas dobles y, como si pudiera sentir mis ojos en ella se giró y miró directamente a mis ojos.

Incliné mi cabeza y le ofrecí una sonrisa, pero ella se limitó a asentir lentamente y se alejó. Supongo que la chica de la falda de tela escocesa tiene dos personas en su lista para acosar.

Cuando el teléfono sonó en el bolsillo de mi vestido, lo saqué, esperando otro correo electrónico. Pero esta vez se trataba de un texto desde un número privado.

243

Te estás quedando sin tiempo.

Los músculos de mi estómago se apretaron mientras leía las palabras. Giré mi cabeza alrededor del gimnasio lleno de gente en busca de alguien que pudiera haberlo enviado. Pero fue inútil. La gente bailaba y se reía y murmuraba. Todo normal.

Liam debió haberme estudiado de cerca al leer el texto. —¿Qué pasa? —preguntó, sacudiendo un mechón de pelo de sus ojos.

—Uh, nada. —Mi mente retrocedió de nuevo a la noche de la hoguera y cuando yo estaba sentada en la banca con Bradley, mientras que la capilla se quemaba. No podía cometer el mismo error otra vez. Tenía que salir de aquí. Tenía que ir a verla.

Me sentí mal por mantener a Seth y a Liam en la oscuridad acerca de mi encuentro con Grace esa noche, pero esto era algo que tenía que hacer sola. Esa era la manera en la que Grace quería. Y yo sabía que si les decía la verdad, nunca me dejarían ir.

Pero necesitaba una red de seguridad, por si acaso. Entonces escribí, “En la sede. Ven a buscarme en veinte minutos si todavía no he vuelto. Necesito hacer esto sola”, y guarde el mensaje como un borrador. Sabía que Liam nunca esperaría los veinte minutos, así que lo enviaría después de descifrar el código en la sede. Sólo en caso de que fuera necesario un respaldo. Una oleada de culpa se apoderó de mí, ya que consideraba lo que vendría después, pero no podía evitarlo.

—Voy al baño —le dije a Seth y a Liam. Mientras ellos se disponían a protestar, jugué mi última carta—. Todo es demasiado para mí. Grace debería estar aquí esta noche, y no está. Sólo necesito un poco de tiempo para procesarlo. —Me sentí culpable por usar a Grace como excusa, pero algo me dijo que ella lo entendería y, probablemente, incluso lo aprobaría.

La cara de Seth cayó, y Liam parecía preocupado.

—¿Quieres hablar de ello?

—No puedo. Sólo necesito un minuto, ¿de acuerdo? —Ambos murmuraron algo sobre tomar mi tiempo, y me alejé, rezando porque hubiera tomado la decisión correcta al dejarlos.

Al segundo en el que estuve fuera de las puertas de la escuela, me quité los tacones y corrí lo más rápido que pude a la torre del reloj. Sentí una

244

oleada de coraje ya que el aire frío azotaba mi pelo y mis pies descalzos golpeaban el camino de ladrillos hacia la torre. Lo que sea que me estuviera esperando debajo de Pemberly Brown, estaba lista para ello.

245

52 Traducido por macasolci

Corregido por Melii

Navegué a través de la puerta secreta de la torre del reloj y bajé hacia el laberinto de túneles como una experta. No tenía tiempo de pensar en lo asustada que estaba en conocer al fantasma de Grace o quien quiera que fuera que estaba esperándome en la sede. Sólo quería llegar allí, descubrir la maldita palabra clave, juntar todas las piezas, y desarmar la Hermandad, Fraternidad, lo que sea.

Cuando finalmente me detuve en frente a la puerta tallada, mi piel brillaba del sudor y mi respiración estaba entrecortada. Mi cabello había caído y colgaba en un montón encrespado por mi espalda. Había abandonado mis increíbles tacones dorados en algún lugar a lo largo del camino de ladrillo hacia la torre del reloj, y mis pies estaban desnudos y sucios. Pero todo eso apenas registrado cuando me paré frente al símbolo de la Hermandad en la puerta. La tarjeta de visita de la Fraternidad todavía gritaba a través de la madera en la pintura de rojo sangre, y otra vez me pregunté si estaba cometiendo un error. Pero no tenía tiempo para arrepentimientos.

Audi, Vide, Tace. “Escuchar, Ver, Callar”. Buscando en mi bolso de mano con una mano temblorosa, saqué el trozo de papel que había utilizado para generar posibles contraseñas. Intenté con “dividir” primero, teniendo cuidado con cada letra. Después de tres segundos, las letras aparecieron nuevamente frente a mí. Mi corazón se hundió un poco, porque esa era la mejor palabra que se me había ocurrido.

Luego intenté con “gato” (¿ven?), “as” y “morir”. Las letras se congelaban y luego aparecían. Otra vez, otra vez, otra vez. Revolviendo, intenté con las últimas pocas palabras en mi lista e incluso intenté con algunas absurdas. Aún. Nada. Envié una plegaria silenciosa pidiendo claridad. Sólo necesitaba meterme allí, para terminar con esto.

246

Y fue entonces cuando me di cuenta. Algunas de las letras estaban insípidas y más gastadas que las demás. La A de Audi; la V, E y D de Vide; la E de Tace. A-V-E-D-E. Nada. Intenté unas combinaciones más, sentí mis ojos llenarse de lágrimas de frustración, pateé la puerta dos veces y de repente lo vi. E-V-A-D-E. La perfecta palabra clave secreta. Escapar, eludir, evitar. Todas las cosas que representaba la Hermandad. Empujé las letras con mi dedo y oí el “pop” embotado de la cerradura.

Mis brazos quemaron cuando se abrieron las pesadas puertas y entré a una pared de oscuridad. Sacando mi teléfono de mi bolso de mano, navegué a mensajes nuevos, escribí la contraseña que Liam y Seth necesitarían para entrar, y pulsé enviar. Si pasara algo, sabrían dónde buscar mi cuerpo. Un escalofrío corrió por mi espina dorsal con ese pensamiento, pero estaba lista. Había llegado hasta aquí. Dudé antes de soltar la pesada puerta y extinguir la luz, pero no había manera de que pudiera sentir el interruptor y sostener la puerta al mismo tiempo.

Cuando la puerta hizo un ruido sordo cerrándose detrás de mí, utilicé mi teléfono como una linterna y busqué a tientas un interruptor de luz. Cuando mis dedos finalmente hicieron contacto con la placa en la pared, me quité uno de los interruptores y medio esperaba oír “¡Sorpresa!” o algo. Pero no había nadie allí.

—¿Grace? —grité—. Grace, soy yo.

Silencio. A pesar de que estaba sola, mis mejillas quemaron con vergüenza. ¿Cómo pude haber sido tan estúpida? ¿Realmente creí que ella estaría esperándome después de todo este tiempo? ¿Después los artículos en el periódico, el funeral, los interminables viajes a lo del doctor P., realmente no había entendido que Grace se había ido, muerto, sido enterrada?

Cerré mis ojos y me froté las sienes, tratando de alejar el dolor de cabeza que podía sentir viniendo desde el centro de mi frente. Podía salir ahora y regresar al baile, seguir adelante. ¿Pero dónde dejo a Grace? ¿Y qué pasa con la siguiente chica? Había llegado así de lejos. Necesitaba terminar lo que había empezado.

Lentamente abrí los ojos, y el cuarto se volvió a enfocar. Los techos estaban más altos de lo que habría esperado, dándole al espacio una sensación aireada a pesar del hecho de que estábamos a más de seis metros bajo la tierra. Los suelos de parqué brillaban. Paneles de madera de cerezo cubrían

247

todas las paredes, excepto la izquierda, que en su lugar tenía incorporados archivadores. Sofás mullidos y una TV de pantalla plana enorme hacía que se sintiera más como un sótano bien equipado en la casa de un amigo que la guarida subterránea de una sociedad secreta.

Bueno, ya estaba aquí, pero, ¿ahora qué? No estaba segura de si debía comenzar a buscar en los archivadores buscando información, o si debía sentarme allí y esperar a que quien sea o lo que sea fuera a reunirse conmigo.

Unos segundos pasaron con mis pies descalzos temblando en el frío suelo de madera. ¿A quién estaba engañando? No había manera que pudiera sentarme en el sofá y esperar sin hacer nada. En su lugar, empecé a hacer lo que había aprendido a hacer mejor, husmear.

Los armarios eran un tesoro de información. Encontré las respuestas de todos los exámenes más recientes que habíamos tenido en la escuela y las respuestas de exámenes fechados para dentro de cuatro meses. Encontré una lista de todos los alumnos que habían asistido a las escuelas Ivy League y su información de contacto. Había cinco o seis versiones diferentes del SAT y ACT, además de pruebas AP para cada tema.

En un cajón encontré un montón de ejemplares del libro de Calvin Markwell, y cuando hojeé las páginas sobre las estaciones, todo estaba intacto. El siguiente cajón contenía un libro tipo enciclopedia increíblemente pesado y de aspecto desgastado. Página tras página aparecía información sobre rituales, ceremonias, tradiciones, apretones de manos secretos, mapas, palabras clave, juramentos.

Y luego estaban los archivos de estudiantes. Las carpetas estaban etiquetadas por año de graduación y retrocedían hasta 1950, el año que Pemberly se combinó con Brown. Todos los estudiantes que habían asistido a Pemberly Brown estaban listados, junto con su información biográfica, combinaciones de casilleros y, en los archivos más recientes, información de cuenta de correo electrónico de Pemberly Brown y las contraseñas, nuestros nombres de usuario PB del sitio web social y contraseñas e incluso las contraseñas para acceso a los mensajes de voz y mensajes de texto de nuestros celulares.

Un cajón contenía archivos llenos de fotos incriminatorias. Las chicas estaban en fila en nada más que sus corpiños y ropa interior, las caras apuntando hacia el suelo. Parecían absolutamente humilladas, y me

248

preguntaba cómo alguien podría pensar que estar en la Hermandad valiera la mortificación de ser fotografiadas semidesnudas. Pero luego recordé. Este era territorio de la Fraternidad. No es de extrañar que las sociedades estuvieran en guerra. Los secretos en estos archivos eran mucho más profundos que sólo respuestas de un corto examen.

Y entonces me topé con un archivo para Abigail Moore, la chica que había muerto misteriosamente hacía tantos años. Delicadamente levanté el papel amarillento de la carpeta y entrecerré los ojos mientras trataba de descifrar la descabellada escritura.

Lucían como minutos de una reunión en 1971, páginas de notas manuscritas sobre Elisa, la hermana de Abigail, sabiendo información que podría destruir a la Fraternidad. E incluso alguna mención a su pobre hermana, Abigail, que se había atrevido a acusar a uno de los hermanos. La habían acosado hasta la muerte, aunque no estaba claro si ella había quitado su propia vida o si se la habían quitado. Probablemente fue un poco de ambas, pensé, un escalofrío yendo de arriba a abajo en mis brazos y piernas.

Mientras luchaba contra mi ira, mis ojos cayeron sobre el resto de los cajones de archivos. Había muchos de ellos: una pared completa. ¿Cuántos archivos con nombres de chicas estaban atrapados en esta sala? ¿Cuántos de esos nombres coincidían con los que estaban en las piedras en el jardín conmemorativo? Y lo más importante, ¿dónde estaba el archivo de Grace?

Un ruido en la puerta me hizo dejar de leer. Oí el abultamiento sordo de alguien corriendo. Después de deslizar el archivo de vuelta en el gabinete, estiré el cuello hacia la entrada. Los pasos se acercaron, se detuvieron por unos segundos y fueron sustituidos por el ruido de una cerradura.

La pesada puerta crujió al abrirse, y el ruedo de su vestido rosa fue lo primero que vi. Luego vi a Taylor (corona y todo) parada de puntas en la entrada con sus zapatos en la mano. Sus ojos fijos en los míos. En vez de parecer sorprendida al verme, parecía como si este fuera el lugar más natural del mundo para poder encontrarnos.

—Lo lograste, Kate —dijo, en verdad—. Realmente lo lograste.

249

53 Traducido por Majo_Smile ♥

Corregido por Juli

Algo en sus palabras sonaba diferente para mí, y entonces me di cuenta que era la primera vez que había hablado conmigo desde que la había visto con Maddie al día siguiente de Espíritus. Desde ese día, Beefany había sido la que hablaba.

—Será mejor que te sientes, porque no sabemos cuánto tiempo tenemos —dijo Taylor, moviéndose hacia el sofá.

—Espera, ¿cómo sabías que yo iba a estar aquí? —pregunté, confundida—. ¿Recibiste un correo electrónico de Grace también?

—No exactamente. —Taylor miró nerviosamente entre la puerta y mi cara—. No sé de qué otra manera decirte esto, así que sólo voy a decirlo. No había correos electrónicos de Grace.

Antes de que pudiera dar sentido a lo que había dicho, la puerta de la sede central se abrió.

—¡Kate! Gracias a Dios que llegué aquí a tiempo. —Era Alistair Reynolds.

—¿Qué? Quiero decir, ¿qué está pasando? —Estaba más allá de confundida.

El rostro de Taylor se ensombreció. —¿Qué estás tratando de hacer, Alistair?

Se precipitó hacia mí y me agarró una de mis manos. —Estoy tratando de salvarte. Ella sabe demasiado, ¿no es cierto, Taylor? ¿Planeabas otro incendio para esta noche? —preguntó Alistair, mientras me arrastraba hacia la puerta y tiraba de la manija, su voz claveteada en ira. Sacudí mi cabeza, aún más confusa y me giré hacia Taylor.

250

—Está mintiendo, Kate. No puedes creerle. —Los ojos de Taylor sobresalían. Se veía aterrada.

La palabra mintiendo hizo eco en mi cerebro. ¿Cómo podrías alguna vez realmente saber la verdad?

—¿Ah, sí, Taylor? ¿Le has contado todo acerca de los mensajes de correo electrónico, entonces? —se burló Alistair.

—¿Qué pasa con los correos electrónicos? —pregunté finalmente, tirando de mi mano de Alistair y caminando de regreso hacia Taylor.

—Sí, Taylor ¿qué pasa con los correos electrónicos? —repitió Alistair.

Ella se miró las uñas recién pintadas. —Yo los envié —susurró.

—Habla, T. No creo que ella te escuchara —espetó Alistair.

—Yo los envié. —Hablaba despacio, alzando los ojos a los míos—. Tuve que hacerlo. Quiero decir, necesitaba a alguien para averiguar la verdad, pero no podía arriesgarme. La Hermandad se habría visto comprometida, y todo el mundo me habría repudiado. Lo que pasó esa noche... ha estado comiéndome viva. Y supongo que pensé que podrías ser capaz de salvarnos, para recuperar lo que es legítimamente nuestro.

Miró a Alistair. —Estaba equivocada. —Cuando se volvió hacia mí, vi que algo había cambiado en sus ojos. La reina del hielo estaba de vuelta.

—Ves, Kate —comenzó Alistair, deletreándolo para mí, como si fuera un niño—, esto es todo culpa de Taylor. Te mintió, fingió que era tu mejor amiga muerta. Y todo el tiempo estuvo a cargo de las nuevas promesas de la Hermandad esa noche. Encendió las velas que prendieron a la capilla entera en llamas y es la única que envió a Grace al sótano a morir. Vamos, salgamos de aquí mientras podamos. No se sabe de lo que es capaz.

—¡Mentiroso! —Taylor lanzó sus manos al aire y gritó con todas sus fuerzas, desenmarañándose lentamente—. No prendí el fuego, y no sé por qué Grace siquiera estaba en el sótano. ¡Y tú no estabas allí! ¿Cómo puedes saberlo? —Comenzó a llorar—. La capilla está completamente sellada. La única manera de entrar o salir es a través de los túneles. Y había tanto humo. —Se atragantó con las palabras—. Casi no podía encontrar la salida.

La adrenalina corría por mis venas, encendiendo cada uno de mis sentidos. Mi corazón latía con fuerza en mis oídos, mis pies quemaban y mi

251

estómago se revolvió mientras el perfume de Taylor chocaba con la colonia de Alistair. Algo no estaba bien.

¡Tú no estabas allí! ¿Cómo puedes saberlo? Repetí las palabras en mi cabeza. Ella estaba equivocada. Alistair había estado allí esa noche. Liam lo había visto.

—Ella comenzó el fuego. Se salvó, y se olvidó por completo de Grace —dijo Alistair, enderezándose—. Algo me dice que tú no te has olvidado de ella, Kate. —Se volvió hacia la puerta—. ¿Vienes o qué?

En este punto, la habitación empezó a dar vueltas. Todo era demasiado. Nadie se suponía que fuera a salir herido, pero, ¿Taylor había dejado a mi mejor amiga en el sótano para morir? Alistair no estaba allí esa noche, pero, ¿Liam lo había visto corriendo por el bosque? Taylor estaba histérica ahora, prácticamente ahogándose con aire mientras Alistair se encontraba en la puerta, impaciente y seguro de sí mismo.

No quería creerle a cualquiera de ellos. Casi deseaba no saber nada. Un accidente era mucho más fácil de tragar. ¿Comenzar un incendio y dejar que alguien muera? No podía creerlo. Pero peor que eso, Alistair tenía razón. No hay duda de que si yo hubiera estado allí a tiempo, nunca me hubiera ido sin Grace. Una oleada de culpa se apoderó de mí por enésima vez desde que murió. Esto fue mi culpa.

—Yo no lo hice, Kate —exclamó Taylor—. No empecé el fuego. No sé cómo empezó, pero lo que sí sé es que de alguna manera la Fraternidad tuvo acceso a los túneles esa noche. Alguien les dejó entrar. —Limpiándose sus ojos, señaló a Alistair—. Alguien murió, pero todo lo que tú y tus Hermanos le importaba era esto. —Abrió los brazos e hizo un gesto hacia el espacio que nos rodea, hipando un poco.

Traté de imaginar los últimos momentos de Grace, para llenar las piezas y finalmente ver la verdad. Y fue entonces cuando me acordé. Cameron. ¿Cómo encaja él en el rompecabezas? Se suponía que debía encontrarse con Grace. Encontrarse con Grace en el sótano. Y cuando el fuego comenzó, en lugar de seguir a los demás, ella debe haber estado buscándolo a él a través del humo. Sólo que él no estaba allí.

Alistair mentía.

252

—Estás mintiendo —susurré—. Taylor no puso a Grace en el sótano. Grace trataba de encontrar a Cameron. —Taylor me miró, sus ojos azules redondos y rojos de tanto llorar.

Alistair se rió. —¿Vas a creerle a ese perdedor drogadicto en vez de a mí?

—En realidad, sí y... —Antes de que pudiera acusarlo de estar en el bosque esa noche, el clic de una cerradura me interrumpió. Todas nuestras cabezas se volvieron hacia la puerta

Y Maddie entró.

No parecía sorprendida de vernos, y yo empezaba a preguntarme cuántas personas tenían acceso a la cuenta de correo electrónico de Grace. Y el mío. Supongo que eso explica por qué Taylor sintió la necesidad de escribir sus mensajes de correo electrónico en clave.

Alistair lucía un poco pálido cuando la vio. —¿Qué estás haciendo aquí? ¿Has venido a salvar a Kate de Taylor también? —Le dirigió una mirada que le rogaba que le siguiera el juego.

—He venido a decir la verdad —dijo Maddie en voz baja—. Esto se ha prolongado durante demasiado tiempo.

El rostro de Alistair se congeló.

Taylor sollozó. —¿De qué estás hablando, Maddie? ¿Qué puedes saber? Tú sólo estabas allí para la iniciación.

La cuarta invitación. Era Maddie. Me imaginaba cómo el papel cremoso finalmente completaría la cresta misteriosa.

—No hagas esto, Maddie. Sabes que esto es todo culpa de Taylor. Me he pasado el último año tratando de protegerte. —El pánico se elevó en la voz de Alistair.

Maddie estaba junto a la puerta, vacilante. Su pequeño cuerpo parecía gastado, roto.

—¿Maddie? —pregunté, mi voz apacible y delicada.

—Fue mi culpa que Grace muriera —dijo, mirando fijamente a sus pies—. La Fraternidad encontró la lista de promesa y Alistair se acercó a mí antes de que incluso recibiera la invitación para la iniciación. —Sus ojos se movieron hacia él cuando dijo su nombre, pero con la misma rapidez

253

volvieron de nuevo hacia el suelo—. Me dijo que todo lo que tenía que hacer era decirle donde tenía lugar la iniciación. Ni siquiera sé por qué acepté. Supongo que parte de mí pensó que si podía llegar a gustarle a Alistair, me transformaría o algo así. —Sacudió la cabeza, sin dejar de mirar a sus pies—. Todo lo que sé es que si yo no le hubiera ayudado, Grace todavía estaría viva. —Las lágrimas rasgaron sobre los huecos de sus mejillas.

Alistair maldijo a Maddie y comenzó a caminar por la habitación.

Ella lo miró de frente, las lágrimas seguían cayendo, y se volvió para mirarme. —Taylor estaba allí esa noche, pero es inocente. Alistair comenzó el fuego en el exterior de la capilla. Se suponía que iba a ser controlado, sólo una distracción suficiente para obligarnos a salir de la capilla para que pudiera ver la forma en que nosotros accedíamos a los túneles. Su plan funcionó a la perfección hasta que la capilla se incendió. Pero él todavía encontró la manera de entrar en el cuartel general. Y perdí a Grace. —Las lágrimas continuaron deslizándose de sus ojos, cayendo largo y duro y oscureciendo la tela de su vestido, algunas reuniéndose en un charco en la madera brillante debajo—. No se suponía que ella aún estuviera allí. Él dijo que ella no estaría allí. Los otros Hermanos se suponían que debían mantenerlos a ustedes ocupados. Lejos de... todo. Pero para el momento que logre regresar a la hoguera, la gente gritaba y... y se había ido. Quise venir para decir la verdad —hipó las palabras—. Pero él dijo que me expondría. Tomó mi invitación y dijo que era una prueba de que estuve allí, que yo la maté. Tenía miedo. Tenía que hacer lo que dijo.

El rostro de Taylor se retorció. —Fuiste tú. Tú los dejaste entrar. Perdimos todo, gracias a ti —dijo Taylor voz baja, poniéndome la piel de gallina.

—Lo siento mucho —susurró Maddie—. No temo más. No me importa lo que me pase. Sólo quiero que todos sepan la verdad.

—¿Crees que pedir perdón va a cambiar algo? ¿Y la verdad? ¿Qué verdad? —Taylor saltó desde el sofá y se abalanzó hacia Maddie. Alistair se interpuso entre ellas.

—No tan rápido. Ahora que todo está a la intemperie, creo que es hora de que todos nos sentemos a dialogar. —Alistair agarró el brazo de Taylor, separándola de Maddie. Ella volvió a sentarse en el sofá, toda la lucha drenándose fuera de ella, mientras que Alistair se paseaba.

254

—No importa lo que tú pienses que sucedió. ¿Cuándo van a darse cuenta que nada de lo que digan importa? —Gotas de sudor resbalaban por su rostro. Sonaba seguro, pero parecía nervioso como el infierno—. Así que aquí está cómo esto se va a manejar Todos vamos a salir de esta habitación y nos dirigiremos de vuelta al baile, y nadie va nunca a hablar de nada de esto otra vez. Maddie, Taylor, creo que ambas saben del trato. Claro, puedes confesar y decirle a todos los que estaban allí esa noche que yo provoque el incendio. Pero es mi palabra contra la tuya. Y creo que todos sabemos de quien se pondrá de lado la policía y el Director Sinclair.

—Fallaron en un incendio provocado, ya sabes —intervino Taylor—. Tenemos nuestras fuentes en el departamento de policía también, Alistair. Saben que el incendio fue provocado. No puedes enterrarlo para siempre.

—¿Y no te olvidas de alguien? ¿Qué hay de mí? ¿Por qué debo guardar silencio después de que mataron a mi mejor amiga? —pregunté. Sabía que era estúpido. Sabía que tenía que haber mantenido la boca cerrada, pero se hizo el silencio. Hecho con los secretos y mentiras. Además, yo había pasado los últimos meses recopilando pistas en contra de la Fraternidad. Tenía a Elisa, al Director de Escuela, a Liam. Mi libro de slam estaba lleno de pruebas.

—Tengo que decir, Kate, que me has sorprendido. Todas esas amenazas, y aún así no te diste por vencida. Y los correos electrónicos fantasmales. ¿De verdad creíste que procedían de Grace? Taylor puede ser convincente, pero no es tan convincente. —Mi rostro se puso caliente con vergüenza, y Taylor bajó la cabeza, probablemente sintiéndose de la misma manera.

—E incluso Bethany jugó en mis manos, chantajeando a Gilmour a mantener la boca cerrada e interviniendo para mantener los secretos de la Hermandad después de que Taylor había fracasado. Esto hizo que mi trabajo sea mucho más fácil. Pero nada de eso importa ahora. —Pensé en Bethany y Liam, cuán profundas las mentiras eran.

Introdujo su mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó una tarjeta. Escrito en caligrafía estaba mi nombre. Era la invitación que Seth y yo habíamos encontrado en el corazón de Brown. Entrecerré mis ojos, confundida. ¿Cómo podía tener eso? Nosotros acabamos de encontrarla.

—¿Te resulta familiar? Dile a tus padres que realmente deberían invertir en un sistema de seguridad mejor. Encontré un libro demasiado

255

chispeante. ¿Es aquel tu diario de detective? —El libro de slam, la evidencia. Habían entrado en mi casa y robado todo. El calor se precipitó a mis mejillas.

—Nunca va a funcionar. El Director de Escuela Sinclair podría defenderte, pero la policía tendrá que escuchar. Son tres contra uno.

Alistair se echó a reír ahora, limpiándose el brazo contra su frente.

—Intento agradable. Desafortunadamente para ti, Bradley continuará diciendo en el registro que te vio en la capilla a las siete quince, antes de que el fuego estallara. Tú no creías que realmente le gustaras, ¿lo hiciste, Kate? Solamente te necesitábamos fuera del camino como todos los demás.

Pensé en Naomi, quien dijo que había llegado tarde a la reunión como yo. Probablemente la habían distraído demasiado. Maddie y Taylor eran las únicas que necesitaban. Me preguntaba quién se suponía que estancaría a Grace. Cameron la había visto hablando con alguien, pero no me sorprendía que ella no pudiera ser detenida. Nunca habría zanjado a Cameron. Tan impulsiva como a veces podía ser, Grace siempre mantenía su palabra.

Abrí la boca para responder, pero no pude encontrar ninguna palabra. Alistair no parece tener el mismo problema.

—Así que trátame, Kate. No tengo ningún problema en torcer la historia para que así tú seas la que envió a Grace dentro del sótano.

Miré a Maddie, cuyo frágil cuerpo estaba inmóvil como una estatua, y luego a Taylor, que se había derrumbado junto a mí en la derrota. Se había acabado.

Pero entonces oí algo. Clic, clic, clic, clic, clic. POP. Me detuve y me volví hacia la puerta. Gracias a Dios que había enviado el texto. Efectivamente, Liam y Seth irrumpieron en la sede central.

Mis caballeros habían llegado al fin.

256

54 Traducido por kass

Corregido por mterx

Alistair reaccionó al instante. Supongo que esos dos-al-día durante toda la temporada de lacrosse habían valido la pena, porque estaba largándose por delante de ellos y entrando a los túneles antes de que alguien más se hubiese movido ni un milímetro.

Liam me miró. —¿Estás bien?

—Estoy bien.

—Bien. No te muevas. —Y con eso salió corriendo por la puerta tras Alistair.

Me senté en el sofá por un instante y luego me levante. No había forma de que me fuera a sentar de nuevo, mientras que Liam y Alistair luchaban en los túneles. Iba a entrar.

Eche a correr hacia la puerta, pero Seth se movió para bloquearme.

—Kate, no es seguro. —Él puso su mano sobre mí como si fuera un guardia.

—No, pero es mejor que quedarse sentado y esperar. Él tiene todo. Todas las pruebas que he reunido. Tengo que traerlas de vuelta. —Mi voz era estridente, casi desesperada. Ahora que todo se había puesto finalmente en su lugar, no podía dejar que Alistair escapara.

—Está bien. Iré contigo. —Seth puso su mejor cara de tipo duro, y en ese momento supe que siempre haría todo lo posible para ayudarme a matar dragones o cualquier otra cosa que se pusiera en mi camino.

—Tienes que estar aquí con ellos. ¿Por favor? ¿Por mí? —le pregunté. Él miró a Maddie y Taylor—. Tengo que hacer esto, Seth. —Mis manos se colocaron ya en la puerta.

257

Él movió su cabeza hacia atrás y hacia adelante. —Está bien, pero ten cuidado y toma esto. —Tomó una de las espadas colocadas al lado de la entrada.

Me tuve que reír. Algo sobre el correr a través de túneles subterráneos con una espada estaba más allá de ser divertido, pero me la llevé conmigo de todos modos. Una chica nunca puede ser demasiado cuidadosa. Además, estaba lista para empezar a matar a mis propios dragones malditos.

Podía oír a los chicos por delante, así que fui en la dirección del ruido, con la esperanza de llegar a tiempo para salvar a Liam y obtener mi oportunidad de traer de vuelta a Alistair. Los candelabros me guiaban el camino, con mis acolchados pies desnudos contra el suelo de piedra, pero las voces se alejaron mientras más corría. Debo haber tomado el camino equivocado. Oí pasos de nuevo y tomé ritmo, pero a medida que dejé de correr a toda velocidad, me di cuenta de que los pasos no estaban por delante de mí, ellos estaban detrás de mí. Estaba siendo perseguida.

—Kate, sé que estás aquí. —La voz Alistair resonó por los pasillos estrechos, encendiendo un grito profundo en mi garganta. Me las arreglé para tragar de nuevo y en vez de correr girando en una esquina, me detuve, presionando mi cuerpo contra el ladrillo húmedo. Apenas podía oír sus pasos sobre el sonido de mi corazón latiendo con fuerza.

—No te escondas. Conozco cada centímetro de estos túneles.

Los pasos se acercaron a donde yo estaba. Metí aire profundamente en mis pulmones y busque el coraje que ni siquiera sabía que tenía, salté, apuntando el arma con agitación a Alistair.

—Mierda —susurró, con las manos hacia arriba—. Cálmate, Kate. No hagas nada de lo que luego te arrepentirás.

Bajé la espada un centímetro, pero tomó la base de la misma, tratando de extraerla de mis dedos. Intentando protegerme, moví la espada en el aire y sentí el golpe de la hoja en algo blando. La mano de Alistair estaba sobre su bíceps y él soltó la invitación. Flotaba a mis pies y, aún apuntando la espada hacia Alistair, me agaché para recogerla.

Maldiciéndome, levantó los dedos para examinar el daño que la espada había causado. Su mano estaba roja de sangre, y un gran charco rojizo recorría su brazo en donde había sido cortado. Se agachó hasta el suelo y aspiró aire a través de sus dientes, claramente le dolía.

258

—O tú dices la verdad, o me voy —dije, de pie junto a él, pero bajando la espada. Siendo testigo de su dolor, bajé la guardia. Gran error. Se abalanzó sobre mi cintura, derribándome al suelo como una muñeca de trapo. La espada voló de mis manos, chocando contra la pared de ladrillos a unos metros de nuestros cuerpos.

—Sólo dejar de pelear y escúchame un segundo. Vas a arruinar todo —dijo entre dientes.

—Detente. Me haces daño. Yo... —Luché para formar las palabras con todo el peso de él encima de mí—. No vas a llegar a ninguna parte. —Mis pulmones se sentían como si hubieran sido aplastados.

—Aléjate de ella. —La voz de Maddie sonó en mis oídos. Sonaba fuerte y confiada, tan diferente a la forma en que se veía.

De pronto, ya no sentí su peso y pude respirar de nuevo. Me apresuré hacia atrás y a la pared de ladrillo, tratando de poner la mayor distancia posible entre nosotros.

Maddie tenía la espada en frente de ella. Sacudió las manos.

—¿Estas tratando de compensarte a ti misma? —preguntó Alistair, caminando directamente hacia ella—. Una vez que te conviertes en una traidora, siempre serás traidora, ¿no es cierto, Maddie? —La acusó, fácilmente tomando la espada de su agarre débil y encerrándola en la pared de ladrillo con su cuerpo—. Yo no estoy a punto de perderlo todo por tu culpa —dijo entre dientes. Su voz estaba mezclada con tanto odio y miedo al mismo tiempo.

No pude aguantar un segundo más. Busqué en el suelo a mí alrededor por algún tipo de arma, además de la espada. Lo corté una vez por accidente, sabía que no podía cortarle a propósito. Levanté la mirada y vi los retratos colgados en la pared. Actué con rapidez, me las arreglé para levantar uno de los cuadros pesados y arrastrarlo hacia Alistair, quien tenía sus dedos clavándose en los delgados brazos de Maddie.

Sus ojos se abrieron cuando ella me vio llegar. Arruinando mis acciones, luché para elevar el cuadro por encima de mi cabeza. Maddie cerró los ojos y giró la cara hacia la pared cuando lo golpeé con el gran cuadro por encima de su cabeza. No cayó tan rápidamente como había imaginado, y me pregunté si un golpe no fue suficiente. Pero entonces, con la cabeza colgando hacia un lado, cayó al suelo de adoquines con un ruido sordo.

259

Maddie se frotó los brazos donde él la había apretado, y yo solté el cuadro al suelo. Ambas miramos el cuerpo de Alistair tumbado en un montón y nos fuimos por el túnel sin decir una palabra. Al doblar la esquina, vi a Liam desplomado contra el suelo cerca de una de las trampillas. Me arrodillé junto a él.

—Liam. —Lo agarré de los hombros—. ¡Liam! Despierta. —Cuando le oí gemir, dejé al aire salir de mis pulmones—. Oh, gracias a Dios.

Rodó sobre su espalda, y al instante en el que miré a su cara, noté la contusión negra que ya se estaba formando alrededor de su ojo izquierdo.

—Tu ojo. —Tomó mi mano y lo ayudé a sentarse—. ¿Te duele? —Coloqué mis dedos en su mejilla, casi sin tocar su piel.

—Estoy bien. Todo está bien —dijo estirando su mano para tocar mis dedos.

Miré a Maddie, que estaba de pie torpemente detrás de nosotros, sin saber dónde mirar. —Voy a ayudarte, ¿de acuerdo? —le dije—. Tenemos que salir de aquí. Alistair esta inconsciente por ahora, y tenemos que llamar a la policía para decirles dónde encontrarlo.

Me puse en pie y ayude a Liam a ponerse en pie también.

—¿Qué pasa con Taylor? —murmuró Liam atontado.

—La vi subir por las escaleras hacia la torre del reloj —respondió Maddie, haciendo un gesto para que la siguiera.

—¿La dejaste escapar? —preguntó Liam, sacudiendo la cabeza para tratar de aclararla.

—Te lo explicaré más tarde. Vamos a salir de aquí. —Lo tomé de la mano y seguimos a Maddie mientras caminaba como una experta por los túneles hasta llegar a otra puerta—. Alumni Hall —dijo, asintiendo con la cabeza a él. Liam subió las escaleras primero, mirando hacia atrás cuando no oyó pasos adicionales.

—Voy a estar en un minuto —dije. Cuando todavía no se movía, yo continúe—. Estoy bien. Sólo necesito un segundo. —Poco a poco, continuó el resto del camino sin nosotras. Me giré hacia Maddie. Tan pronto como la miré a los ojos, los de ella se llenaron de lágrimas otra vez. Apreté los puños y tuve el valor de decir lo que tenía que decir—. Grace realmente se ha ido, ¿no? —le pregunté, mi voz quebrada.

260

Maddie lloró entonces. Enormes lágrimas, en silencio. —Sí. —De alguna manera ella parecía aun más pequeña que la primera vez que la había conocido hace tantos años. No sabía si me abrazaría de nuevo, pero envolví mis brazos alrededor de ella de todos modos. Nos quedamos juntas así, llorando por todo lo que habíamos perdido, incluyéndonos la una a la otra.

—Tienes que conseguir ayuda, Maddie —dije, refiriéndome a algo más que su trastorno evidente sobre comer—. Prométeme que conseguirás ayuda. —Asintió con la cabeza en mi hombro y se secó sus ojos mientras se alejaba—. Y tenemos que ir a la policía. —La miraba, viendo que la chica que conocía aún estaba en alguna parte. Que ella todavía era capaz de ver lo que era correcto.

—Ya he llamado. Se acabó —dijo Maddie en voz baja.

Miré a su alrededor, observando los estrechos túneles por última vez, y me seque mis ojos. Había más obstáculos por delante, posiblemente aún más difíciles de los que habíamos pasado, y tenía que ser fuerte. Mi invitación a la Hermandad cayó de mis manos. Tenía que terminar lo que había empezado.

Después subimos la empinada escalera, Liam se agachó para agarrar mi mano. Su apretón fuerte era reconfortante, mi lucha con Alistair estaba dando vueltas en lo más recóndito de mi memoria.

Recorrimos el Alumni Hall, y yo le di a la placa de la Estación 6 el golpe habitual. Respice, adspice, prospice. Solo había mirado hacia el pasado, y estábamos en el presente. Me preocupaba el futuro.

261

55 Traducido por aa.tesares

Corregido por Zafiro

A la mañana siguiente, mis padres y yo fuimos a la estación de policía para dar una declaración oficial al agente a cargo del caso de Grace.

La oficina del Detective Livingston estaba sobrecargada con archivos y papeles sueltos, pero noté una pegatina de parachoques de Pemberly Brown prendida en su cartelera.

—Por favor, todos, tomen asiento. ¿Puedo ofrecerles algo de beber?

Mi padre se frotó los ojos y pidió una taza de café.

—No, estoy bien. ¿Es esa la evidencia? —le pregunté señalando a la pegatina de parachoques.

Él sonrió.

—No, me temo que no. Me gradué en la clase del 97. —El Detective Livingston revolvió algunos papeles sobre su escritorio—. Permítanme revisar por qué nos hemos reunido hoy.

—Estábamos bajo la impresión de que Kate estaba aquí para dar una declaración oficial —dijo mi mamá, haciendo sin problemas la transición de mamá a abogado.

He revisado los eventos de la noche anterior en mi mente: yo descifrando el código para entrar en el cuartel general, Alistair amenazando a todos, yo cortando su brazo por accidente, finalmente entregando la invitación que había recibido el año pasado a un oficial de policía. Ni en un millón de años pensé que era el tipo de chica que se involucraría en una pelea de espadas por la evidencia de una investigación criminal. Pero tampoco creía que era el tipo de chica que daría una declaración oficial a un oficial de policía. Supongo que realmente no sabía quién era yo, exactamente.

262

—Kate. —El Detective Livingston encontró mis ojos—. Tienes que saber que Alistair Reynolds está presentando cargos en tu contra.

Me quedé anonadada, sin habla, literalmente incapaz de responder a la noticia. Mis manos empezaron a sudar, y un dolor sordo latía en cada sien. Esto no sucedía. Tenía que haber un error.

—Espere un segundo. —Mi padre se enderezó y dejó la taza de café sobre el escritorio de metal del detective con un tintineo—. ¿De qué exactamente está acusando a mi hija?

—Sé que esto puede venir como una sorpresa para ustedes, Sr. y Sra. Lowry. —El detective me miró cuando dijo esto—. Pero Alistair fue atendido anoche en el Hospital Universitario por una herida de cuchillo. Afirma que Kate lo apuñaló.

—¿Qué es todo esto, Kate? —preguntó mi papá, las arrugas amenazando con superar a su rostro.

—Kate, ¿qué pasó anoche exactamente? —preguntó mi mamá, entrecerrando los ojos. Podía sentir su apoyo flaquear. Mi mamá se movió incómodamente en su silla, moviéndose un poco más cerca de mi papá y más lejos de mí.

—¡Él me atacó! Me estaba protegiendo —grité a la defensiva—. ¿Alistair mencionó que comenzó el incendio que mató a mi mejor amiga? —Me paré mientras dije las palabras, y mi padre me guió hacia abajo en el asiento.

—Kate, no digas nada de lo que luego te arrepentirás —dijo el detective Livingston, refiriéndose de nuevo a sus papeles.

—No me arrepentiré de nada de lo que diga. ¿Qué pasa con la Hermandad y la Fraternidad? ¿Qué sobre su papel en la muerte de Grace Lee? Ellos la mataron.

—Kate, voy a tener que pedirte que te calmes. El Detective Sánchez tomo toda tu información acerca de estas así llamadas sociedades anoche en la escuela, y francamente no hemos podido encontrar ninguna evidencia de este tipo de grupos en Pemberly Brown.

—Papá —dije, empezando a desesperarme—. Le mostré donde los túneles conducían... Le di mi evidencia, la invitación, sus crestas, todo.

263

El detective miró a mis padres. —Sr. y Sra. Lowry, hemos investigado todas las alegaciones de Kate. Las pistas no conducen a ninguna parte, y el director Sinclair nos asegura que lo único bajo Pemberly Brown son algunas alcantarillas antiguas.

—¡Por supuesto que dije eso! Él es uno de ellos. —Y entonces recordé el comentario Alistair sobre la policía. La Fraternidad es muy fuerte—. Tú eres uno de ellos también, ¿no? ¿De eso se trata? ¿La protección de su estúpida sociedad secreta?

—Kate, es suficiente. —Mi padre colocó su mano en mi antebrazo—. Has dicho mucho.

—Creo que hemos terminado aquí. Sin pruebas adicionales, es la palabra de Kate contra la de Alistair, y, francamente, después de que lo asaltó anoche, su palabra no tiene mucho peso.

—¿Pero qué pasa con Maddie y Taylor? —No me molesté en mirar al detective, le hice la pregunta de mis padres—. Van a contar la misma historia. —Estaba más desesperada que nunca. No podía creer lo que estaba pasando, y lo que es peor aún, no podía creer que él tenía razón.

No tenía pruebas. Nada. Las últimas semanas habían sido un desperdicio enorme. La única información que había dejado me implicaba a mí y la Hermandad. La policía incluso tenía la invitación que me había arreglado para recuperar de Alistair, y probablemente ya se quemó.

—Cariño, Maddie está muy enferma —comenzó mi mamá—. Hablé con la señora Greene. La están enviando a un centro para recibir ayuda. No es un testigo fiable.

El detective Livingston me dio una mirada larga y dura y, para mi sorpresa, alargó la mano por encima del escritorio y agarró mi mano.

—Kate, sé que estás perdiendo a tu amiga y que deseas que su muerte para sea algo más que un horrible accidente, pero eso es exactamente lo que fue: un accidente.

Saqué mi mano de la suya y miré de nuevo a mis padres. Ellos asentían con la cabeza en acuerdo. Toda la sangre se precipitó fuera de mi cara. Estaba de vuelta al principio.

264

—Gracias por la comprensión, detective. Nosotros apreciamos lo mucho que ha hecho. ¿Qué tenemos que hacer para solucionar este problema? —preguntó mi papá.

—Los Reynolds estaban dudando en presentar cargos en primer lugar, por lo que creo que con un poco de tranquilidad estarían dispuestos a rescindir. Pero voy a necesitar la palabra de Kate de que detendrá la propagación de todas esas tonterías acerca de sociedades secretas. Es peligroso.

Me senté en silencio.

—¿Kate? —preguntó mi mamá—. ¿Oíste lo que dijo el detective Livingston?

Me quedé en silencio, pero mi mamá no le preguntó de nuevo.

—Detective —dijo mi padre, levantándose—, por favor, dígale a la familia Reynolds que nosotros nos encargamos de todos los gastos médicos asociados con esta situación. —Extendió la mano para estrechar la del detective, y mi mamá se levantó también.

—Así que si no tenemos noticias de usted, ¿asumiremos que los cargos han sido retirados? —preguntó mi mamá.

—Sí. Me pondré en contacto con ustedes si algo cambia —respondió el detective.

Salimos de la estación de policía en silencio. Podía ver las preguntas formándose en los labios de mis padres, pero ningún sonido nunca salió de sus bocas. No podía creer que después de todo, había llegado a esto.

Había jugado el juego y resuelto el rompecabezas, pero de alguna manera aún así había perdido

265

56 Traducido por Mery St. Clair

Corregido por Verito

Volví a casa rodeaba por una niebla de depresión. Se sentía familiar. Reconfortante. Como volver a entrar en mis desgastados vaqueros favoritos. Me gustaría volver a casa, regresar las perlas de Grace a mi caja de joyería, y empujarla en el fondo de mi armario. Le había fallado; no merecía su collar.

Pero yo no era la misma chica que fui hace un año atrás. Había pasado a través del infierno y regresado, y si hubo una cosa que aprendí en el viaje, fue que no me rendiría sin pelear. Nuevamente. La niebla comenzó a disiparse.

Después de un sermón de casi una hora de mis padres sobre continuar mi vida de una vez por todas y que me amenazaran con dos sesiones a la semana con el Dr. P., estaba dispuesta a seguir su consejo y avanzar. Dado a que nadie me creía, era hora de tomar el asunto en mis propias manos y encontrar evidencia real. Una vez más.

Les di a mis padres otra hora para tranquilizarse y luego tomé mi mochila, bajé las escaleras y puse el teléfono en mi oído para comenzar una conversación telefónica falsa con Seth. Envolví las perlas de Grace alrededor de mis dedos como un cable telefónico. Mi padre me lanzó una mirada y arqueó una ceja.

—Espera un segundo. Déjame preguntarle. —Cubrí mi teléfono con mi palma—. Papá, ¿puedo ir a la biblioteca con Seth?

Suspiró y sacudió la cabeza. —Dile a Seth que lo volverás a llamar.

No era la respuesta que yo esperaba. Fingí colgar con Seth y dejé caer mi mochila, desplomándome en una silla al lado de mi papá.

—Kate, esta mañana escuché como mi hija estaba envuelta en algún tipo de pelea con una espada, ¿y ahora quieres ir a la biblioteca con Seth?

Parpadeé largo y duro.

266

—Quiero confiar en ti. Quiero que vayas a la biblioteca y hagas todas las cosas que las chicas normales de tu edad hacen. Pero, ¿cómo puedo hacerlo?

Me obligué a mirarlo a los ojos. Quería decirle la verdad, intenté decirles la verdad, pero ya no tenía sentido. Nunca nadie me creería.

—Estoy lista para continuar, papá. También quiero ser normal. —La mentira dejó un sabor amargo en mi lengua.

—Entonces, llama a Seth de nuevo —dijo, poniendo su mano sobre la mía.

Le besé la mejilla e hice mi segunda llamada falsa del día.

Tomó un poco convencerlo, pero insistí en caminar en vez que de papá me llevara. Así que tenía un largo camino que caminar delante de mí, pero necesitaba el aire fresco. Sentí el viento en mi cara y manos, recordándome que el clima más frío llegaría en unas pocas semanas. El cielo era de un azul cristalino, y las ramas desnudas parecía como si hubieran sido dibujadas en las nubes.

Mientras hacía mi camino cruzando la extensión de césped verde-amarillento frente al edificio principal de Pemberly Brown, sabía sin mirarme que mis mejillas estaban sonrojadas por el frío. Estaba lista para tomar un descanso del aire fresco… bueno, si conseguía entrar.

Bajé las escaleras hasta el sótano de la torre del reloj. Podría haber perdido toda mi evidencia en contra de las sociedades, pero no me importaba. Sólo tendría que comenzar todo de nuevo. Grace lo valía. Toqué la puerta mientras la palabra M-E-A-S-U-R-E salía de mi boca, esperando el satisfactorio ruido de que la puerta se abriera. Pero la única cosa que escuché fue mi propia voz, pronunciando letra por letra, marcando mi fracaso. Lo intenté una y otra y otra vez. Pero fallé, fallé y fallé.

Caminé hacia la puerta que conducía a los túneles, pero no había nada más que piedra lisa. El acceso a los túneles había sido retirado o desapareció. Era como si la puerta nunca hubiera existido antes.

Luché por recuperar el aliento. ¿Pude yo haber provocado esto? La policía tenía los registros. Quizás podría de alguna manera convencerlos de regresarme toda la evidencia que les entregué. Las otras entradas no podían sellarse. Conocía todas las estaciones; seguramente podía encontrar una

267

manera de regresar a una de ellas. Mientras jadeaba por aire, casi pude sentir el cuerpo de Alistair presionando mi pecho otra vez. Pude ver el triunfo en sus ojos.

Mis dedos encontraron la pared de ladrillo rodeándome, y la usé como apoyó mientras deslicé lentamente mi cuerpo hasta el suelo. Esta era otra oportunidad para mí de usar el infame enfoque del Dr. Prozac, y ya estaba cansada. Cerré mis ojos, deshaciéndome de los recuerdos uno a uno hasta que el mundo desapareció y una calma se apoderó de mí. Esto realmente funcionó. ¿Quién lo sabría?

Una vez que mi pulso se desaceleró y mi respiración estuvo bajo control, comencé a subir las escaleras del sótano de la torre. Escuché pasos pesados detrás de mí, pero me negué a mirar hacia atrás hasta que el sol me abrazó de nuevo. En la cima, cuando finalmente me di la vuelta, no había nadie.

Salí corriendo de la torre del reloj y giré en la esquina, y esta vez choqué contra alguien. Pero no era alguien que yo esperaba.

Era la Sra. D.

—¡Kate! ¿Estás bien? Oí todo sobre el incidente en los túneles de anoche. —Su cara estaba llena de preocupación, sus labios dibujaban una línea apretada.

—Estoy bien. Yo solo… —No sé de dónde vinieron, pero las lágrimas de frustración finalmente comenzaron a caer—. Perdí, Dorothy. Estaba tan cerca… casi los tenía. Pero perdí.

Sus sólidos brazos me envolvieron en un abrazo de oso. —Está bien, cariño. Ellos no pelearon justo, nunca lo hacen, nunca lo harán. Pero eso no significa que debes dejar de intentarlo. Peleé mucho tiempo y duro, y también perdí. —Señaló hacia su insignia de seguridad—. Pero aún sigo peleando. Cada día, Kate.

Asentí y sequé mis lágrimas. Ella tenía razón. Esto no era el fin. Para mí, la pelea sólo acababa de comenzar.

268

57 Traducido por Juli

Corregido por Nat_Hollbrook

Me senté en el columpio que cuelga de nuestro porche delantero durante tanto tiempo que mis muslos dolían contra la dura madera. Cuando vi el Jeep estacionar en mi casa, traté de sonreír. Traté de estar feliz de verlo, ser normal.

Por suerte para mí, Liam lo hizo fácil. Cuando saltó del auto con un ramo de margaritas Gerbera de color rosa brillante, mi sonrisa falsa se transformó en una genuina.

—Pensé que podrías necesitar algo para levantar el ánimo —dijo, y me entregó las flores. El moretón alrededor del ojo seguía siendo púrpura brillante. Nunca sería capaz de olvidar la visión de él yaciendo derrumbado en los túneles después de su pelea con Alistair.

Aspiré el olor fresco de las margaritas en un intento de olvidar.

—Gracias. Son perfectas. Son mis favoritas. ¿Cómo lo sabías?

—No lo sabía. Sólo me recordaban un poco a ti. Además de que eran las únicas en el supermercado.

—Ven, siéntate —dije y le hice un lugar.

Liam arrojó su brazo alrededor de mí, y puse mi cabeza en su hombro, inhalando su olor. —Así que... ¿cómo lo llevas?

—Simplemente no lo puedo creer, ¿sabes? ¿Cómo pudo pasar esto? ¿La policía puede realmente ignorar el testimonio de tres personas distintas? —Sentí lágrimas de frustración pinchar mis ojos de nuevo. ¿Cómo pude haber fallado a Grace así?

—No lo sé, pero sí sé que estas sociedades tienen conexiones, por lo que es posible.

—Tienen que pagar. —Di vuelta a las perlas de Grace entre mis dedos.

269

—Tienes que mantenerte al margen en este momento, Kate. Son peligrosos. —Me miró directamente a los ojos y supe al instante que estaba mirándome realmente a mí. No sólo mis ojos, mi loco pelo rosado, o incluso la línea casi invisible de pecas que se esparcía por el puente de mi nariz, sino a mí—. Simplemente no quiero que te hagan daño.

—Volví allí a la torre del reloj. —Evité ojos de Liam.

—¿Estás loca? ¿Cómo puedes ir sola? Tienes que estar bromeando, Kate. ¿Quieres que te maten? —Su rostro estaba rojo brillante y dejó caer mi mano, como si estuviera en llamas.

—Traté de entrar en los túneles, pero han sellado la entrada. Era como si los túneles nunca existieron.

Se quedó inmóvil y me miró, la ira sustituida por el shock.

—¿En serio?

—En serio. Está sellada. Y ahora no tengo ni idea de cómo volver a entrar. Incluso he intentado las otras palabras, cada palabra que pude encontrar. Nada.

—Necesito que me prometas algo. —Se puso de pie y miró directamente a mis ojos—. Prométeme que te quedarás lejos de ellos. —No hacía falta decir sus nombres. Los dos sabíamos exactamente de quién hablaba.

—Simplemente no sé si... Quiero decir, no puedo sólo... —Pensé en la señora D. y lo duro que probablemente había luchado durante años. Pero Liam me dio una mirada severa, y sabía que si no estaba de acuerdo, se iría y nunca miraría hacia atrás. No es que no se preocupaba por mí. Creo que probablemente le importaba demasiado.

—Está bien, está bien. Te lo prometo. Por ahora. —Por un segundo pensé que Liam iba a protestar, pero se limitó a asentir y miró hacia otro lado.

Caminé hacia él, presionando mi cuerpo al de él mientras envolvía sus brazos alrededor de mi espalda. Mi cabeza encajaba perfectamente en su pecho y traté de memorizar la sensación de su barbilla apoyada en mi cabeza. Olía a jabón y menta, y cuando sentí sus dedos rozar los míos, sabía lo que esto era. Por fin iba a besar a Liam Gilmour.

270

Levantó mi barbilla y me miró, y nos quedamos congelados por un momento. Estudié la cremallera de su chaqueta de lana antes de levantar mis ojos hacia él. Y eso es todo lo que tomó. Se acercó lo suficiente para que nuestros labios se encontraran y cuando lo hicieron, sentí parte de la tristeza del año pasado escapar, aunque sólo sea por un momento.

Sus labios eran suaves pero insistentes mientras se movían contra los míos y me di cuenta de que este era el momento que había estado esperando durante las últimas semanas. La justicia se me había escapado, pero esto era algo.

—Hola, chicos, ¿qué hay?

Oh, Dios, por favor dime que esto no está sucediendo. Conocía esa voz, y sabía que en el segundo en que abriría los ojos, sería asaltada con una masa de rizos rojos y una sonrisa enorme.

—Oh, hola, Seth. —Liam sonrió hacia mí.

—¿Por qué no hay nadie hablando de la Hermandad o la Fraternidad? ¿Lo ocultaron de alguna manera? Recuerdo esa vez como Calavera y Huesos28 estaba investigando y...

Seth hizo un gesto hacia la mecedora del porche y se sentó donde Liam había estado sentado. Me di cuenta de que se preparaba para contar una gran historia, y yo no podía tener esta conversación ahora mismo. No después de lo que acababa de prometer a Liam.

Levanté la mano en un intento de silenciarlo. —No puedo hablar de esto ahora, ¿de acuerdo? Se siente como si la hubiera perdido de nuevo. —Odiaba que mi voz se quebrara en las palabras—. Sólo necesito un poco de tiempo para pensar.

Y cuando dije las palabras en voz alta, me di cuenta de que eran ciertas. Esto no había terminado. Ni por asomo. Pero no estaba preparada para pensar en qué parte de la lucha vendría después. Todavía no. Tenía que llorar por Grace, dejarla ir.

—Oh, sí, claro. Lo siento. —Seth parecía incómodo, y me sentía muy mal. Él había sido mi amigo cuando nadie más me daba la hora del día. Tenía que ser más paciente con él.

28 En el original Skull and Bones, es una sociedad secreta con sede en la Universidad Yale, en New Haven,

Connecticut, EE. UU.

271

—No, lo siento, Seth. No es tu culpa... —Me detuve.

—En realidad, sólo íbamos a ir a tomar un café. ¿Quieres venir? —Liam me lanzó una mirada inquisitiva, pero no lo culpé por preguntar a Seth. Al menos había conseguido un beso.

—Uh... gracias, pero voy a dejar que salgan solos. Quiero decir, no quiero ser como el tercero en discordia o algo así y...

—Vamos, no eres el tercero en discordia. Además, estamos totalmente planeando abandonarte más tarde. —Liam me sonrió, y mi corazón dio un vuelco.

Mi boca se formó en el tipo de sonrisa que viajó todo el camino hasta mis mejillas y mis ojos se arrugaron. Era una enorme sonrisa tonta, había pasado mucho tiempo desde que los músculos de mi cara habían sido ejercitados. Me sorprendió que aún funcionaran.

Volví a pensar en la fotografía de mí, Grace, y Maddie. En la imagen, y la mayor parte de ese verano, tenía la misma sonrisa. No podía detener las lágrimas brotando de mis ojos. A pesar de que traté de retrocederlas, las lágrimas se reunieron, descansando en mis pestañas. Traté de levantar la barbilla para luchar contra la gravedad así las lágrimas se quedarían allí. Pero fue inútil. Se desbordaron y encontraron su camino hacia las esquinas de mi boca.

Cuando las lágrimas no se detuvieron, estaba agradecida de que Liam y Seth se giraron hacia la calle, hablando en voz baja y dándome la oportunidad de llorar por Grace. En ese momento, estaba claro lo mucho que había perdido. Y sin embargo, también era obvio lo mucho que había encontrado. Liam y Seth eran la clase de amigos en los que una chica puede confiar. El tipo que duran para siempre.

272

58 Traducido por Akires

Corregido por Nat_Hollbrook

Entré en la oficina del Dr. Prozac cargada de temas, incluso más que cuando me había empezado a aconsejar al año anterior. Pero por alguna razón, me sentí más ligera.

Prozac: Tienes buen aspecto, Kate.

Yo: Gracias.

Prozac: Así que, ¿la vida es buena? (Dr. P. ladeó la cabeza y pareció sorprendido de haber hecho esa pregunta).

Yo: Más o menos. (Había sido atacada en los túneles subterráneos secretos, la policía destruyó las pruebas que trabajé durante semanas para recoger, y las sociedades secretas que yo sabía que existían habían desaparecido por arte de magia. Pero yo estaba aquí).

Prozac: Bueno, muchas personas no son cien por ciento felices. (Tocó la pluma sobre la mesa dos veces, como para acentuar su punto).

Yo: Sí, estoy empezando a darme cuenta de eso.

Prozac: Así que la realidad es “una especie de bien” es realmente muy genial.

Yo: Um, claro. (Y, a pesar de que me mató pensarlo, él tenía razón. Había logrado encontrar la realidad, amigos vivos, tal vez incluso un novio. Realmente era algo genial).

Prozac: ¿Y qué pasa con Grace? Tus padres me pusieron al corriente de los hechos más recientes. Fue un accidente, Kate. No puedes vivir tu vida buscando a alguien a quien culpar.

Yo: Lo sé. (Además, ya había descubierto dónde colocar la culpa. Ahora sólo tenía que encontrar la manera de acabar con ellas. El accidente nunca fue realmente un accidente).

273

Prozac: Estoy orgulloso de ti, Kate. Realmente has recorrido un largo camino.

Yo: No tiene ni idea.

274

59 Traducido por Amy

Corregido por Violet~

Tenía una relación de amor-odio con mi computador.

Después de todo lo que había pasado, lo odiaba otra vez. Pero me las arreglé para dejar de lado mis duros sentimientos y lo abrí para revisar mi correo.

Unos nuevos mensajes habían aparecido en mi bandeja de entrada, pero sólo había uno que me importaba leer.

A: KateLowry@pemberlybrown.edu

Enviado: Domingo 14:43 P.M.

De: GraceLee@pemberlybrown.edu

Asunto: (sin asunto)

Gracias.

Lágrimas calientes bajaron por mis mejillas y me maravillé que todavía me quedaran. Después de todo lo que pasó, después de investigar cada una de las pistas de Taylor y con la esperanza de conseguir a mi mejor amiga de vuelta, después de recoger los pedazos de mi corazón roto una y otra vez, me senté y lloré. Lloré por Grace y lloré por mí. Incluso lloré por Maddie. Y cuando las lágrimas finalmente se detuvieron, estaba lista para leer el correo electrónico otra vez.

En cierto modo, sabía que las palabras tenían que ser de Taylor. Pero la imagen de la chica en la falda escocesa que me había guiado durante las últimas semanas destelló en mi mente. Y sólo así, las palabras se convirtieron en Grace. Un último mensaje de una amiga que había perdido para siempre.

275

Agarré mi foto favorita de Maddie, Grace y yo, metí el marco en el bolsillo interior de mi abrigo y me lo puse en los hombros. A pesar de la fina capa de nieve en el suelo, saqué mi bicicleta del garaje. No tenía ganas de pedirle a alguien que me llevara, así que sólo había que esperar que las calles estuvieran suficientemente vacías para manejar.

Mientras andaba, el viento golpeaba mis oídos e hizo agua en mis ojos. Por suerte, no tuve que ir muy lejos. Mis ruedas se deslizaron de lado a lado mientras iba a frenar, pero por lo menos lo hice sin caerme. Apoyé la bicicleta contra uno de los enormes robles y caminé a través de la nieve fresca a la tumba de Grace.

Un recuerdo amoroso a Grace Elizabeth Lee, querida hija y amiga. “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”.

Pasé los dedos sobre el nombre de Grace y metí la mano en el bolsillo para buscar el marco. Lo dejé cerca de las flores frescas y miré a la chica que yo solía ser.

—Te extraño, Grace. Siempre te extrañaré —susurré las palabras, por una vez no me sentí estúpida por hablar con un fantasma. Después de que había limpiado la mayoría de mis lágrimas, me enderecé y me di vuelta para irme.

Pero allí estaba Taylor. Su cabeza inclinada para darme privacidad y tiraba de los dedos de sus guantes.

—Hola. —Mi voz salió agrietada y me di cuenta que, aparte de llorar, no había hablado mucho ese día.

Taylor levantó la cabeza y dejó caer las manos a sus costados.

—Les dije la verdad, ya sabes. —Apretó y aflojó sus dedos enguatados—. Al Detective Livingston, quiero decir. Le dije sobre Alistair, el fuego, todo. Escribió todo y luego me agradeció y me dijo que los accidentes ocurren. Que nosotros no tenemos control sobre ciertas cosas. Y me dejo ir a casa. Eso fue todo.

—¿Qué pasa con Maddie? —pregunté.

Taylor se secó debajo de su nariz.

—Oí que la dejó ir también.

276

Nos quedamos por un momento sin mucho que decir, así que asentí y me dirigí de vuelta a mi bicicleta.

—Um, ¿Kate? —La voz de Taylor se sacudió un poco—. También quería darte esto. —Sostuvo un sobre blanco cremoso y se dio vuelta para irse. Cuando saqué la carta de adentro, vi el escudo que se había convertido en algo muy familiar. El símbolo de secretos compartidos, la unidad, incluso quizás de las segundas oportunidades.

El artista había utilizado cera de color café para grabar cuidadosamente el escudo de la Hermandad en la carta. Pasé los dedos sobre la imagen. Era suave. Perfecta.

En la parte posterior, Taylor escribió: “Más vale tarde que nunca”.

—Espera —grité. Taylor se detuvo, pero no se giró—. Gracias por la oferta, pero no estoy interesada en la promesa. Ahora tengo que averiguar varias cosas por mi cuenta. —Coloqué la carta en su mano enguantada y caminé de vuelta a mi bicicleta, todavía apoyada en el árbol donde la había dejado.

—Kate —gritó. Me giré y me encontré con los ojos claros de Taylor una vez más. Ellos estaban vidriosos por las lágrimas no derramadas—. Lo siento. Acerca de Grace, quiero decir. —Se ajustó las mangas de la chaqueta—. Nunca debió suceder de esa manera.

Miré el suelo congelado, tratando de estabilizar mi voz.

—Sí, estoy empezando a entender eso.

Taylor se dio la vuelta y caminó hacia la puerta del cementerio.

La vida nunca iba a ser la misma sin Grace. Robé una última mirada a las tres chicas sonrientes de la foto y me di cuenta que nunca sería esa chica otra vez.

Pero creo que estaba lista para darle a esta nueva Kate una oportunidad. Se lo merecía.

FIN

277

Agradecimientos Cuando nos dispusimos a escribir libros juntas no teníamos ni idea en

lo que nos estábamos metiendo. La publicación es un negocio duro. Pero, por suerte, se completa con alguna de las personas más increíbles que jamás hemos conocido.

A nuestra increíble agente, Catherine Drayton, viste promesa en nuestro trabajo y nunca perdiste la fe en nosotras o en Kate. Gracias por decirnos que nuestro original título era “fresco”, hablándonos, haciéndonos reír, y alentándonos.

A nuestros editores: Dan Ehrenhaft por darnos la oportunidad, Kelly Berrales-Saylor y Leah Hultenschmidt por empujarnos a hacer este libro lo mejor que pudiéramos. A Kristin Zelazko, extraordinaria editora de producción, quien nos ayudó a mejorar la delgada línea entre la mala gramática y la voz. Para Mallory Kaster por contribuirnos con cientos de portadas y, finalmente, encontrar una que es totalmente Kate. Gracias a todo el equipo de Soucerbooks por creer en nuestro trabajo y soportar nuestras ideas locas (te estamos mirando a ti, Paul Samuelson).

A todos nuestros asombrosos amigos escritores: Loretta Nyhan, no hay absolutamente ninguna manera de que pudiéramos hacer esto sin ti. No eres sólo tú la original Ninja beta, pero eres una amiga increíble. A Elana Johnson por leer nuestro primer proyecto y por incluirnos en uno de tus grandes proyectos. A Scott Tracey y Beth Revis por ayudar en nuestra revisión millonésima y empujarnos a seguir. A Joanna Stampfel-Volpe por ser una de las mejores y ser la mejor para darnos apoyo en la publicación y ayudarnos en la increíble red de escritores. A Katie Anderson, Sarah-Frances Hardy, y Jeanette Schenider por hacer clic en nuestro blog y en nuestras vidas. A todos nuestros increíbles lectores del blog, gracias por venir cada día y leer nuestra aleatoriedad. Sus comentarios son lo más destacado de nuestro día. A los Hopefuls, al equipo WriteOnCon, Elevensies, los Bookinistas, y nuestro club del libro YA por ayudarnos a encontrar nuestro lugar en la comunidad de escritores. Y a Kiri por ayudar nuestro bastardo Latín. Aparentemente los traductores en línea gratis no trabajan. Es bueno saberlo.

278

A Dianne Caywood, McKendry Tara, Sarah Berg, y Zack y Casie Markwell por leer nuestro primer manuscrito y “amarlo”. A Rick y Sarah Jackson y Erik Vaughan por ser nuestros lectores voluntarios. A Alex, Emma, y Rachel, nuestros primeros lectores de la variedad YA. A nuestra abuela, Josephine Trinetti, por leer nuestro blog todos los días y decir novenas suficientes para conseguir un acuerdo para el libro. Y Liz Stroki, nuestro equipo de publicidad de una sola mujer la que nunca sale de casa sin nuestra tarjeta de negocios. A todos nuestros amigos y familia, gracias por apoyar nuestras vidas dobles como escritoras.

A nuestro padre, Mike Roecker, por empujarnos a escribir personajes femeninos fuertes y a nuestra mamá, Joni “La Reguladora” Roecker, por leer más blogs de libros que nosotras y mantenerse al tanto de todas las cosas de la publicación. A la tercera Roecker, Stacey Vaughan, por escoger leer nuestro libro, por actuar como esclava personal de diseño gráfico y por su amor y apoyo incondicional. A Ken y John por darnos la oportunidad de vivir nuestro sueño. Todavía no estamos seguras de que seremos comprensivas con uno de sus “hobbies”. Y Finalmente, a Jack, Mia, Ben, y Lydia por no llamar a los servicios de los niños por abandonarlos por escribir y por decir cosas como, “quiero escribir un libro rosa cuando sea mayor”.

279

Sobre las autoras Lisa y Laura Roecker son hermanas-que-se-

convirtieron-en-compañeras-de-escritura por amor a todas las cosas del Young Adult. Algunos lo llaman desarrollo detenido, pero las hermanas dicen que las mantienen jóvenes. Además, es más barato que el Botox. Lisa y Laura viven en Cleveland, Ohio, en residencias separadas. Sus maridos no estarían de acuerdo con un dúplex. The Liar Society es su primera novela. Para más información, visita www.lisaandlauraroecker.com

280

Traducido, Corregido y Diseñado en:

http://www.librosdelcielo.net/forum