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chron.com/cie Copyright 2009 Houston Chronicle Spring Reading with Fun Activities g g El gato con botas Un cuento de Francia Adaptación: Copyright 2002, Mike Peterson 1 Capítulo 1 de 2 Había una vez un molinero que al morir tenía muy poco que dejarle a sus tres hijos, tan sólo su molino, su burro y su gato. No les llevó mucho tiempo dividir la herencia, y no se molestaron en contratar abogados o contadores, porque les habrían costado más que toda la herencia. Entonces el hijo mayor se quedó con el molino, el hijo del medio recibió el burro y el menor tuvo que conformarse con el gato. Estaba muy descontento.“Mis hermanos, ”se lamentó,“pueden llegar a ganarse la vida si juntan sus bienes, pero yo, una vez que me haya comido el gato y me haya hecho un sombrero abrigado con su piel, me moriré de hambre. ” El gato, que había oído todo esto con disimulo, le dijo con aire serio y formal: “No hagas predicciones tan aciagas acerca de tu futuro, mi buen amo. Simplemente haz lo que te digo: Consígueme una bolsa y un par de botas hechas especialmente para mí, para que pueda andar por el polvo y entre los arbustos, ¡y verás que nadie te ha dejado tan pobre y desamparado en el mundo como te imaginas!” Parecía extraño escuchar a un gato hacer tamaña promesa, pero el amo no pareció dudar demasiado. A menudo había observado cómo el gato desplegaba sus trucos más arteros para atrapar ratas y ratones, como cuando se colgaba de los talones, se escondía entre la harina o se hacía el muerto. Así que no era del todo descabellado pensar que, al fin y al cabo, su gato podría ayudarlo a eludir un destino de pobreza. Una vez que el gato recibió lo que había pedido, se calzó las botas muy elegantemente, se colgó la bolsa al cuello, sostuvo los cordones de la bolsa con las patas delanteras y se encaminó hacia el cerco de setos que separaba dos campos, donde había muchos conejos. Puso salvado y cardos en la bolsa, y se estiró cuan largo era, como si estuviera muerto, a la espera de que algunos de los conejos más jóvenes, que no tuvieran la edad suficiente para sospechar de una escena tan extraña, vinieran a husmear su bolsa para ver qué había adentro. No tuvo que esperar mucho. Apenas momentos después de tenderse en el suelo sucedió lo que esperaba. Un conejito tonto y apresurado saltó sobre la bolsa. El Señor Gato apretó los cordones, atrapó al conejo y lo mató sin piedad. Orgulloso de la presa que había logrado con sus habilidades para la caza, llevó al tierno conejito al palacio y pidió hablar con Su Majestad el Rey. Lo condujeron a la primera planta del castillo, a los aposentos del Rey. Hizo una reverencia exagerada pero respetuosa, y luego dijo: “Os he traído, mi señor, un conejo fresco de los campos que mi noble amo, el Marqués de Carabás (que era el título que el gato había decidido conferirle a su amo) me ha ordenado que entregue en su nombre a Su Majestad. ” “Dile a tu amo”, respondió el Rey,“que le agradezco y que me ha dado una gran alegría. ” El gato se retiró, satisfecho del éxito de su plan. Unos días después, se escondió en un gran campo de cebada, sosteniendo la bolsa abierta sobre el suelo, como si fuera un cómodo túnel para esconderse. Sin hacerse esperar, un par de perdices se metieron en la bolsa.

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chron.com/cieCopyright 2009 Houston Chronicle

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El gato con botasUn cuento de Francia

Adaptación: Copyright 2002, Mike Peterson

1

Capítulo 1 de 2

Había una vez un molinero que al morir tenía muy poco que dejarle a sus tres hijos, tan sólo su molino, su burro y su gato. No les llevó mucho tiempo dividir la herencia, y no se molestaron en contratar abogados o contadores, porque les habrían costado más que toda la herencia.

Entonces el hijo mayor se quedó con el molino, el hijo del medio recibió el burro y el menor tuvo que conformarse con el gato. Estaba muy descontento. “Mis hermanos, ”se lamentó, “pueden llegar a ganarse la vida si juntan sus bienes, pero yo, una vez que me haya comido el gato y me haya hecho un sombrero abrigado con su piel, me moriré de hambre. ”

El gato, que había oído todo esto con disimulo, le dijo con aire serio y formal: “No hagas predicciones tan aciagas acerca de tu futuro, mi buen amo. Simplemente haz lo que te digo: Consígueme una bolsa y un par de botas hechas especialmente para mí, para que pueda andar por el polvo y entre los arbustos, ¡y verás que nadie te ha dejado tan pobre y desamparado en el mundo como te imaginas!”

Parecía extraño escuchar a un gato hacer tamaña promesa, pero el amo no pareció dudar demasiado. A menudo había observado cómo el gato desplegaba sus trucos más arteros para atrapar ratas y ratones, como cuando se colgaba de los talones, se escondía entre la harina o se hacía el muerto. Así que no era del todo descabellado pensar que, al fi n y al cabo, su gato podría ayudarlo a eludir un destino de pobreza. Una vez que el gato recibió lo que había pedido, se calzó las botas muy elegantemente, se colgó la bolsa al cuello, sostuvo los cordones de la bolsa con las patas delanteras y se encaminó hacia el cerco de setos que separaba dos campos, donde había muchos conejos.

Puso salvado y cardos en la bolsa, y se estiró cuan largo era, como si estuviera muerto, a la espera de que algunos de los conejos más jóvenes, que no tuvieran la edad sufi ciente para sospechar de una escena tan extraña, vinieran a husmear su bolsa para ver qué había adentro. No tuvo que esperar mucho. Apenas momentos después de tenderse en el suelo sucedió lo que esperaba. Un conejito tonto y apresurado saltó sobre la bolsa. El Señor Gato apretó los cordones, atrapó al conejo y lo mató sin piedad.

Orgulloso de la presa que había logrado con sus habilidades para la caza, llevó al tierno conejito al palacio y pidió hablar con Su Majestad el Rey. Lo condujeron a la primera planta del castillo, a los aposentos del Rey. Hizo una reverencia exagerada pero respetuosa, y luego dijo: “Os he traído, mi señor, un conejo fresco de los campos que mi noble amo, el Marqués de Carabás (que era el título que el gato había decidido conferirle a su amo) me ha ordenado que entregue en su nombre a Su Majestad. ”

“Dile a tu amo”, respondió el Rey, “que le agradezco y que me ha dado una gran alegría. ”

El gato se retiró, satisfecho del éxito de su plan. Unos días después, se escondió en un gran campo de cebada, sosteniendo la bolsa abierta sobre el suelo, como si fuera un cómodo túnel para esconderse. Sin hacerse esperar, un par de perdices se metieron en la bolsa.

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El gato con botasSpring Reading with Fun ActivitiesSpring Reading with Fun ActivitiesSpring

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Rápidamente, el gato ató los cordones, cerró la bolsa y las atrapó a ambas. Se dirigió al Palacio y se las regaló al Rey, al igual que había hecho con el conejo que había atrapado en el cerco. Y, tal como había sucedido antes con el conejo, el Rey recibió la perdices con gran júbilo y le ordenó a su tesorero que le diera al gato algo de dinero como gratifi cación.

Así se sucedieron las cosas durante dos o tres meses. El gato se convirtió en visitante habitual de la corte, y siempre se presentaba con alguna deliciosa presa como regalo del misterioso Marqués de Carabás.

Un día, cuando supo con certeza que el rey planeaba dar un paseo en su carruaje por la orilla del río, acompañado de su hija (que, dicho sea de paso, era la princesa más hermosa del mundo), el gato le dijo a su amo: “Si sigues mi consejo, te acompañará la buena fortuna. No tienes que hacer absolutamente nada; sólo me tienes que acompañar y bañarte en el río, en un lugar en particular que yo te indicaré. El resto déjalo en mis manos. ”

El supuesto “Marqués de Carabás”hizo lo que el gato le aconsejó, sin tener la menor idea de por qué lo estaba haciendo.

Mientras se bañaba en el río, pasó el Rey en su carruaje, y el gato empezó a gritar: “¡Socorro! ¡Socorro! ¡Mi amo, el Marqués de Carabás, se ahoga!” Extrañado por el ruido, el Rey asomó la cabeza por la ventana del carruaje y vio que se trataba del gato que tantas veces le había traído presas tan exquisitas. Ordenó a los guardias que inmediatamente corrieran a asistir a Su Señoría el Marqués de Carabás.

Mientras sacaban del río al pobre Marqués, el gato se acercó al carruaje y le dijo al Rey que, mientras su amo se bañaba, unos pillos se habían apropiado de su ropa y habían huido, a pesar de que él había gritado “¡Al ladrón! ¡Al ladrón!”varias veces, a viva voz. En realidad, el astuto gato había tomado las harapientas ropas de su amo y las había escondido bajo una gran piedra donde, esperaba sinceramente, permanecerían por siempre. Y quizás sería así, ya que el Rey inmediatamente ordenó a los encargados de su guardarropa que corrieran a buscar uno de sus mejores trajes para Su Señoría el Marqués de Carabás. Sin duda, el fi no traje resaltó lo bien parecido que era porque, fuera un marqués o el hijo de un molinero, el joven era ciertamente muy buen mozo.

Y tan apuesto era que la hija del Rey quedó secretamente prendada de él: tan pronto como el Marqués de Carabás la miró dos o tres veces con respeto pero con ternura, ella se enamoró de él al punto que empezó a sonrojarse y no pudo pensar en nada ni en nadie que no fuera el Marqués. Mientras tanto, el Rey no podía dejar que su buen amigo, el Marqués de Carabás, se quedara solo en en la ribera del río. Entonces lo invitó a subir a su carruaje y a acompañarlo en un agradable paseo por la campiña.

Llegada después: ¡Las riquezas del Noble Marqués!

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Actividades de historia, capítulo 1

1. ¿Por qué el gato necesitaba la bolsa y el par de botas que le pidió a su amo?

2. El gato le dio al rey los animales que atrapó y le dijo al rey que eran un regalo de su amo. ¿Por qué no le llevó los animales que atrapó a su amo?

3. El amo del Gato con Botas, el “Marqués de Carabás”, cree que el gato es muy astuto e inteligente. ¿Qué acciones del gato sirven para respaldar esta opinión?

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El gato con botasUn cuento de Francia

Adaptación: Copyright 2002, Mike Peterson

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Capítulo 2 de 2

(El hijo de un pobre molinero no tiene otra cosa en el mundo más que su gato. Sin embargo, el gato convence al Rey de que su amo es el “Marqués de Carabás” y ¡se las ingenia para que el marqués pasee en el carruaje del Rey!)

Rebosante de alegría al ver que su proyecto empezaba a tener éxito, el gato se adelantó al carruaje. Se encontró con unos granjeros que segaban un prado y les dijo: “Mi buena gente, si no le decís al Rey que este prado pertenece a Su Señoría el Marqués de Carabás, os haré picar fi nitos como hierbas para la cacerola. ” Por cierto, el Rey hizo detener el carruaje y les preguntó a los segadores a quién pertenecían esos prados.

“A nuestro señor, el Marqués de Carabás, ”respondieron al unísono, terriblemente asustados por las amenazas del gato.

“Como ve, Su Alteza, ”aseguró el Marqués, “este prado nunca deja de dar una abundante cosecha cada año. ”

El gato, que seguía delante del carruaje, se encontró con unos cosechadores y les dijo: “Mi buena gente, si no le decís al Rey que toda esta cebada pertenece a Su Señoría el Marqués de Carabás, os haré picar fi nitos como hierbas para la cacerola.”

Por cierto, el Rey hizo detener el carruaje y les preguntó a los cosechadores a quién pertenecía toda esa cebada. “A nuestro señor, el Marqués de Carabás, ”respondieron los cosechadores, y el Rey se sintió muy satisfecho con la información, y también con el Marqués. El gato, que seguía corriendo delante del carruaje, les dijo las mismas palabras a todos aquellos que encontró en su camino, y el Rey quedó atónito ante las vastas propiedades de Su Señoría el Marqués de Carabás.

El Señor Gato llegó fi nalmente a un señorial castillo cuyo amo era un ogro, el más rico de todos, ya que todas las tierras que el Rey había atravesado pertenecían a este castillo. El gato se había ocupado muy bien de informarse sobre quién era el ogro y cuáles eran sus poderes. Entonces pidió hablar con él, diciendo que no podía pasar tan cerca de su castillo sin tener el honor de presentarle sus respetos. El ogro lo recibió tan amablemente como se podía esperar de un ogro, y lo invitó a tomar asiento.

“Me han asegurado, ”dijo el gato, “que vos tenéis el poder de convertiros en cualquier criatura que se os ocurra. Por ejemplo, podéis convertiros en león, en elefante o en otros animales. ”

“Es cierto, ”respondió el ogro enérgicamente. “Y, para convencerte, podrás ver cómo me convierto en león en este preciso momento.” El pobre gatito se sintió tan aterrorizado al ver al león tan cerca que inmediatamente pegó un gran salto y se colgó de la araña de luces, toda una proeza para un gato con botas de piel.

Cuando vio que el ogro había vuelto a tomar su forma habitual, se bajó y reconoció que se había asustado mucho. “¡Os convertiste en un león muy grande!”exclamó el gato. “Pero también me han contado, cosa que me resulta difícil de creer, que también tenéis el poder de tomar la forma de los animales más pequeños. Por ejemplo, que podéis convertiros en rata o en ratón. Pero, debo deciros que me parece verdaderamente imposible. ” “¿Imposible?”se quejó el ogro. “¡Yo te mostraré cuán imposible es!” Inmediatamente se convirtió en ratón y empezó a correr por el suelo. Ni bien el gato lo vio, saltó sobre el ratón y se lo comió sin pensarlo dos veces.

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Mientras tanto, cuando el Rey pasó por este maravilloso castillo, decidió visitarlo. El gato, que escuchó el ruido del carruaje de Su Majestad que se aproximaba al puente levadizo, corrió a su encuentro y le dijo al Rey: “Doy la bienvenida a Su Majestad al castillo de Su Señoría el Marqués de Carabás. ”

“¿Cómo? Mi señor Marqués, ”exclamó el Rey, “¿acaso este castillo también te pertenece? Debe ser el más refi nado de toda la corte, junto con los señoriales edifi cios que lo rodean. Te ruego que entremos a visitarlo. ”

El Marqués le extendió la mano a la Princesa y siguió al Rey, que entró primero. Pasaron por un amplio salón, donde había una mesa con deliciosos manjares, ya que el ogro esperaba la visita de sus amigos, quienes, al ver el carruaje del Rey estacionado en la entrada, habían decidido no entrar.

Su Majestad estaba absolutamente encantado con las excelentes cualidades de Su Señoría el Marqués de Carabás, al igual que su hija, que se había enamorado perdidamente de él. Al terminar la comida, el Rey dijo: “Si no te conviertes en mi yerno, mi querido Marqués, será sólo porque has elegido no serlo. ”

El Marqués, con unas discretas reverencias, aceptó el honor que Su Majestad le había conferido y ese mismo día se casó con la Princesa. Nuestro amigo el gato también se convirtió en un noble poderoso y adinerado, y nunca más tuvo que perseguir ratones . . . salvo para hacer ejercicio.

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Actividades de historia, capítulo 2

1. ¿Por qué el gato amenazó a los habitantes del pueblo? ¿Por qué crees que le obedecieron?

2. ¿Cómo engañó el Gato con Botas al ogro para que se convirtiera en ratón?

3. Al comienzo de la historia, el hijo menor estaba muy descontento con su herencia. Según tu opinión, en realidad, ¿quién recibió la mejor herencia?

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