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colectivo editorial nihil obstat - colección pandemonia Mal Occio Hakim Bey

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colectivo editorial nihil obstat - colección pandemonia

Mal Occio

Hakim Bey

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Mal Occio

El mal (de) ojo1 – mal occhio– realmente existe & la moder-na cultura occidental ha reprimido tan profundamente todo conocimiento sobre él que sus efectos nos abruman –& lo confundimos con otra cosa. De este modo opera inadvertido, libremente, convulsionando la sociedad en un paroxismo de Invidia2. Invidiosa3 Envidia – la manifestación del resentimien-to pasivo– proyectada hacia afuera a través de la mirada (i.e. a través de todo el lenguaje de gestos y fisionímico, al cuál la son sordos la mayoría de los hombres modernos; o, mas bien, no son conscientes de oír).

En especial cuando somos inconscientes de esta magia es cuando mejor funciona – Además, es sabido que el poseedor del ojo es, casi siempre, inconsciente –no un verdadero mago negro, sino casi una víctima – sí, una víctima que se salva de la maldad contagiándola, reflejándola.

1 La expresión inglesa evil eye se traduce literalmente al castellano como “mal ojo”, siendo el “ojo” protagonista en su maldad. Sin embargo el uso común en castellano “mal de ojo” desplaza el protagonismo hacia el “mal”, del que el “ojo” es sólo un genitivo. Para efectos del presente texto optaremos por el eclecticismo.2 En la mitología romana diosa-personificación de la envidia ylos celos.3 Inviduous en inglés también se entiende como odioso, ingratoo injusto; pero he traducido “Invidiosa” en concordancia con lareferencia a Invidia de la mitología romana.

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En los mundos más tradicionales (mundos del “orden sim-bólico”, como los llama Benjamin en oposición a los mundos de la “historia”), he notado que la gente se mantiene mucho más sintonizada al lenguaje de los gestos; donde no hay TV & “nunca pasa nada”, la gente mira a la gente, la gente lee a la gente. En la calle los transeúntes captan tu humor & de acorde a sus temperamentos chocan o armonizan con él o lo manipulan. Nunca supe de esto hasta que viví en Asia. Aquí, en América, la gente reacciona ante ti más comúnmente en base a la idea que proyectas – a través de la ropa, la posición (trabajo), el lenguaje hablado. En Oriente uno a menudo es sorprendido por un interlocutor que reacciona a tu estado interno; puede incluso que uno mismo no sea consciente de este estado, tal vez parezca como “telepatía”; más usualmente, es efecto del lenguaje corporal.

He escuchado decir que los mundos del Mediterráneo & Medio Oriente desarrollaron su compleja fenomenología del mal occhio porque son más dados a envidiar que nosotros los del Norte. Pero el mal ojo es un concepto universal, que no ha desaparecido en ningún espacio (ni en el frío & mal occhio por Hakim Bey racional Norte), solamente en el tiempo – para ser exacto, en el tiempo histórico, el tiempo de la fría Razón. La Razón se protege de la magia no creyendo en ella, creyéndola fuera del universo de la Razón del discurso. La defensa de Asia contra la magia es más magia – en este caso el lapislázuli (co-mún desde Líbano hasta India, tal vez incluso más al Oriente) si no, en el Mediterráneo (nuestra propia “Asia”)- la señal del toro con los dedos apuntando hacia abajo o el amuleto fálico.

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Pero Razón & Magia son ambas supersticiones (“creencias sobras”4). Yo sugiero que el mal de ojo “funciona”, pero mi análisis no es ni racional ni irracional. ¿Quién puede explicar la compleja red de signos, símbolos, fuerzas & influencias que fluyen & se entretejen entre tan enigmáticas mónadas como nosotros? No podemos explicar cómo nos comunicamos, mu-cho menos qué. Si el “orden simbólico” fue remplazado por la “historia” & si la Historia misma está de algún modo ahora en proceso de “desaparición”, tal vez podemos liberarnos en el último aliento de las nieblas de la magia y de los smogs de la razón. Quizá podemos simplemente admitir que “misterios” como el ojo – o incluso la “telepatía” – aparecen de algún modo en nuestro mundo, o parecen aparecer, lo que quiere decir que simplemente aparecen por aparecer & de este modo aparecen.

El órgano apropiado para este tipo de conocimiento sería el cuerpo.

Ahora, la Envidia es universal. Pero algunas sociedades in-tentan mantenerla bajo control; mientras en otras está desata-da, transformándose en un principio social. Nosotros no tene-mos defensa contra el mal de ojo porque nuestra ética social entera está enraizada en la Envidia. Por lo menos los asiáticos, ignorantes en su oscurantismo, tienen sus amuletos y gestos profilácticos. No obstante no hay Razón que vede aquellas frágiles defensas. Fue la Cristiandad. “Verb. Sap.,” como los colegiales ingleses suelen decir. Las dos ideologías post-Xtianas – Capitalismo & Comunismo – se alimentan ambas de la En-

4 Como restos de comida.

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vidia. En ambos sistemas hay un rasgo de supervivencia – no, es un rasgo económico. “Oikonomia” – una vieja palabra para la totalidad de los acuerdos sociales. Los “Ochentas” no fueron la década de la codicia (la cual al menos tiene la dignidad de una fuerza activa), sino de la envidia. Las minorías envidiaron a la mayoría, el pobre al rico, el “adicto” al saludable, las mujeres a los hombres, los negros a los blancos... sí, pero el rico envidió al pobre (por su inactividad), el saludable envidio al “adicto” (por sus placeres), los hombres envidiaron a las mujeres (como siempre), los blancos envidiaron a los negros (por su cultura viva & por sus sufrimientos) & etcétera.

Una antropología ordinaria (nota el “antro”) afirma que la “mente primitiva” experimenta la Envidia como un principio femenino – (De ahí la defensa fálica contra el mal ojo). Una visión muy limitada. La “Envidia” puede ser yin cuando es comparada con el yang de la “codicia”, pero el mal ojo, como prolongación de Invidia, es puntudo & penetrante, como una daga – un falo traficante de muerte – al que uno opone el falo de la vida, el mismo pene. Un sabio italiano me contó del más horrendo ejemplo de mal occhio que jamás encontró, en una vieja mujer de cara atrofiada y velluda. Un curandero, un ca-rismático místico Católico, asumió la cura de esta miserable bruja – & descubrió que, desconociéndolo, ella era en realidad un hombre (los genitales nunca descendieron).

Un análisis de género del ojo no nos llevaría a ninguna parte. La asociación del ojo con las mujeres surge tal vez de su tenden-cia a ser más sensitivas que los hombres al lenguaje del cuerpo & por lo tanto a conservar ciertas “magias”, incluso mientras

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comienzan a desaparecer en aquellos mundos que descubren la historia (que, como todos saben, no es por lo general, la historia de ellas).

Los Nuer creen que todo accidente, enfermedad & muerte son causados por la brujería. Muchas brujas Nuer son incons-cientes de su condición de brujas. Sufren por la envidia. Según nuestras creencias tribales todos los accidentes son accidenta-les – nadie tiene la “culpa”. Sufrimos por envidia, pero somos “inocentes”. Francamente no puedo creer en ninguno, ni en los cazadores de brujas Nuer ni en los expertos de nuestra propia visión mecanicista del mundo. Ambos sistemas de creencia, de todos modos, están “despareciendo” – ¿Por qué compraría mi pasaje en sus barcos hundiéndose? Las cosas son mucho más complejas de lo que cualquier visión de mundo pueda ima-ginar, en efecto, las cosas son mucho más simples de lo que cualquiera hubiese esperado que creyéramos. Quiero decir: el efecto de dos seres humanos, del uno al otro, ocurre en tantos niveles, que conceptos sosos como brujería o accidente no pue-den siquiera empezar a hacerles justicia. Y sin embargo, la cues-tión no es ni tan enredada ni oscura como la teoría de la bruje-ría quiere hacernos creer, ni tan brutal, ni tan industrial, como la teoría mecanicista del universo. El cuerpo sabe mucho sin saberlo, la imaginación ve mucho que no necesita comprender. El cuerpo & la imaginación sobreentienden – se encuentran sobre el mero entendimiento y sus torpes abstracciones. Azul es el color del cielo & su felicidad, aire & luz contra la tierra & la sombra de la Envidia. Pero el azul también es el color de la muerte – como la anciana mujer Bedu que le dijo a Lawrence

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que sus ojos azules le recordaban el cielo visto a través de las cuencas de una calavera blanqueada. Los Yezidis, los “adora-dores del diablo” del Kurdestan Iraqi, rehusan usar abalorios azules o incluso ropa porque es el color de su Señor, Satán, el Ángel Pavo Real, & usar azul lo conjura, pudiendo ofenderlo profundamente. Entonces el abalorio azul es homeopático – un pedacito de mal usado para defenderse del mal – tal vez un fragmento caído del Cornudo mismo, poderoso en su virilidad cabría, contra el chthonico negativo-Yin como poder de la En-vidia. Y sin embargo. la piedra es también la serenidad del azur, turquesa, infinito, el Femenino – un pedazo del mosaico de la matriz del cielo, o del agua.

Igualmente el signo del toro, cuando es visto hacia arriba & de frente, es indudablemente más bien un tipo de símbolo yang – pero apuntando hacía abajo & visto de reverso – como es presentado a la vista del sospechoso de mal ojo (aunque el gesto se haga clandestinamente) - se vuelve la imagen de una mujer de la edad de piedra, dos piernas & una vulva – entonces esta potencia contra el mal ojo viene de los “cuernos” apuña-lados, el elemento viril – pero dentro del símbolo está incrus-tado también el poder de la diosa. Incluso el amuleto fálico, que puede parecer de primeras totalmente masculino, no es el pene del dios-animal, sino de Príapo, el dios de la vegetación. Es el pene de la fruta & la flor – un pene femenino, en cierto sentido.

El complejo apotropaico es visto así como ni masculino ni femenino ni siquiera andrógino, hablando apropiadamente. El símbolo gira no en torno al género sino a engendrar, en

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torno a la vida o energía misma como un valor opuesto a la negatividad, el vacío, el sepulcral frío de la envidia. Lo opuesto a la mirada del amor no es la mirada del odio, sino la de la envidia, pasiva, anulada en sí misma, atraída vampíricamente por la vida de otros. Una mujer estéril ve un lindo bebe recién nacido – ella lo elogia hasta los cielos, pero sus palabras signi-fican lo contrario de lo que dice; sin saberlo siquiera ella, su mirada atraviesa directamente el aliento del infante. ¿Estamos tan seguros de que el lenguaje de los gestos es débil, un apén-dice evolutivo que próximamente dejará de reproducirse en las especies? – ¿No sospechamos que es fuerte, lo suficientemente poderoso para atraer el amor, o para enfermar, incluso matar?

En nuestro mundo esta mirada mortal es dirigida por to-das partes hacia nosotros, como en el Panóptico de Bentham. Se nos describe como víctimas, como pacientes, como pasivos focos de miseria – Nos enseñamos a nosotros mismos privados de tal o cual comodidad o “derecho” o cualidad que más anhe-lamos. Quienes nos dicen esto – ¿No son el rico, el poderoso, los políticos, las corporaciones? ¿Qué podríamos poseer para despertar en ellos tal invidia, & el asalto interminable de sus mal occhio?? ¿Podría ser algo desconocido para nosotros o para ellos? ¿Estamos vivos & ellos están muertos? La pantalla de TV podría ser el supremo mal ojo – porque ya está muerta & los muertos (como Homero nos enseñó) son los más envidiosos de todos los seres.

Todo lo mediado está muerto, incluso esta escritura – & los muertos anhelan la vida. He intentado evitar que este texto se transforme en un mal ojo, además de protegerlo contra el

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mismo mal de ojo, incluyendo en él los nombres de los hechi-zos apropiados. Pero la sola prosa nunca hará la trampa. Debe ocurrir el encantamiento, el canto que cambia (nuestra percep-ción de) la realidad. O mejor, el aliento azul del cielo sereno, o el momento caliente de la polla propulsora. La Envidia es una abstracción porque quiere “quitarle algo a”. El mal ojo es su arma en el mundo síquico/físico. Contra él, entonces, debe-mos alzar no otra abstracción (como la moralidad) sino lo más solido de las realidades carnales, el sobreabundante poder del nacimiento, del follar, de las brisas azures. El amuleto que lleva-remos contra una sociedad entera de mal ojo puede ser ni más ni menos que nuestra propia vida, adamantina como piedra & cuerno, suave como el cielo.

NOTA DEL TRANSLATOR/EDITOREl original en inglés de este ensayo, como la mayoría de las publicaciones de Bey, no trae notas al pie de página. Siguiendo esta línea nos hemos limitado a agregar sólo unas pocas notas referentes a la traducción.El translator quisiera dedicar este trabajo a la pandilla de gatos con que ha compartido el alimento y la vida, por recordarle como leer el silencio.

Primavera de 2010

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· Mal OcciO ·

Editado por El Editor Siniestro · Diseño de portada y de interior por DADM · Diagramación y correción por Lakar Amaru . Confección artesanal del libro por colectivo editorial Nihil obstat.

Genocidio en Abya Yala 2012 e.C.

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· aMOr ObsesivO ·

Editado por El Editor Siniestro · Diseño de portada y de interior por DADM · Diagramación y correción por Lakar Amaru . Confección artesanal del libro por colectivo editorial Nihil obstat.

Otoño 2012 e.C.

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“separación” y la “unión” son estados de conciencia no ordina-rios. El anhelo obsesivo e intenso constituye un “estado místi-co”, que solamente necesita destellos de religión para cristalizar en un auténtico éxtasis neoplatónico. Pero nosotros, románti-cos, debemos recordar que la felicidad posee un elemento com-pletamente ajeno a cualquier tibio arrumaco burgués o insípida cobardía. La felicidad expresa un festivo e incluso insurreccio-nal aspecto que le da, paradojalmente, su propia aura románti-ca. Quizá podemos imaginar una síntesis de Mackay y Breton, seguramente un paraguas y una máquina de coser sobre una mesa de operaciones: y construir una utopía basada tanto en la generosidad como en la obsesión. (Una vez más surge la tenta-ción de intentar una fusión de Nietzsche con Charles Fourier y su “atracción pasional”...); pero de hecho, esto lo he soñado (lo he recordado de repente, como si fuera literalmente un sueño) y ha tomado una realidad tentadora y se ha filtrado en mi vida, en cierta Zona Autónoma Temporal, un “imposible” espacio tiempo… y en este breve indicio, está basada toda mi teoría.

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amado. Si el matrimonio es simplemente prostitución legal (el típico análisis anarquista), Mackay halló que el “amor” mismo se transformó en una forma de mercancía. El amor romántico es una enfermedad del ego y está relacionado con la “propie-dad”; en oposición, Mackay propuso la amistad erótica, libre de relaciones de propiedad, basada en la generosidad más que en la nostalgia y la renuncia (escasez): un amor entre autoregu-lados iguales.

Aunque Mackay y los Surrealistas parecen oponerse, existe un punto en donde se encuentran: la soberanía del amor. Además, ambos rechazan el patrimonio platónico del “anhelo desespera-do”, el cual es visto ahora como meramente auto-destructivo, quizá una cuota de la deuda que ambos, anarquistas y surrea-listas, le deben a Nietzsche. Mackay demanda un eros apolinio, los surrealistas por supuesto optan por Dionisos, obsesivo, peli-groso. Pero ambos están en revuelta contra el “romance”.

Hoy en día ambas soluciones al problema del romance pa-recen estar aún “abiertas”, aún “posibles”. La atmósfera puede sentirse aún más contaminada con degradadas imágenes del deseo que en los tiempos de Mackay o Breton, pero parece no haber un cambio cualitativo en las relaciones entre el amor y el Muy-tardío Capitalismo desde entonces. Admito una preferen-cia filosófica por la posición de Mackay porque he sido incapaz de sublimar el deseo en un contexto de “obsesión desesperada” sin caer en la miseria; y que la felicidad (la meta de Mackay) parece derivarse del “abandono” de la falsa caballerosidad y el abnegado dandismo en favor de modos más “paganos” y convi-venciales de amar. Sin embargo, hay que reconocer que la

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auto-negación del Capitalismo. El Capital demanda escasez, tanto de la producción como del placer erótico, en lugar de limitar sus exigencias simplemente a la moral o la castidad. La religión prohíbe la sexualidad, por lo tanto, invierte en la re-nuncia con glamour; el Capital retira la sexualidad, inculcán-dola con desesperación. El “Romance” ahora lleva al suicidio Wertheriano, el asco de Byron, la castidad de los dandis. En este sentido, el romance se volverá la obsesión perfecta en dos dimensiones de la canción popular y la publicidad, sirviendo la huella utópica dentro de la infinita reproducción de la mercancía.

En respuesta a esta situación, los tiempos modernos han ofrecido dos salidas al romance, aparentemente opuestas, las cuales se relacionan con nuestro hermenéutico presente. Una, el surrealista amor fou, claramente pertenece a la tradición ro-mántica, pero propone una radical solución a la paradoja del deseo combinando la idea de la sublimación con la perspecti-va tántrica. En oposición a la escasez (o la “plaga emocional” como la llamó Reich) del Capitalismo, el Surrealismo propone un exceso transgresor de los más obsesivos deseos y su reali-zación más sensual. Lo que el romance de Nezami o Malory había separado (“deseo” y “unión”), el Surrealismo propone re-combinar. El efecto fue destinado a ser explosivo, literalmente revolucionario. El segundo punto de vista relevante aquí fue también revolucionario, pero más “clásico” que “romántico”. El anarquista-individualista John Henry Mackay sin esperan-zas en el amor romántico, el cual solamente pudo ver como contaminado por las formas sociales de propiedad y alienación. El amante romántico anhela “poseer” o ser poseído por el ser

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vez demando a cierto derviche haber hecho algo más que sim-plemente besar a su enamorado.“¿Y qué si es que ya lo hice?”, replicó el bellaco. La respuesta pudo ser “¡culpable de herejía!” por supuesto, sin mencionar formas aún más bajas de críme-nes. Una respuesta similar pudo ser dada a cualquier Trovador con tendencias “tántricas” (adulteras), y tal vez esta respuesta arrojó a algunos de ellos a la herejía organizada del Catarismo.

El amor romántico en occidente recibió energías del neo-platonismo, tanto como del mundo islámico; y el romance otorgó un aceptable (aún ortodoxo) sentido de compromiso entre la moral Cristiana y la redescubierta cosmoerótica de la Antiguedad. A pesar de eso el malabar era precario: Pico de la Mirandolla y el pagano Bottichelli terminaron en las manos de Savonarola. Una minoría secreta de nobles renacentistas, “tántrica”. Pero para la mayoría de los platónicos, la idea de un amor basado en el anhelo sirvió sólo a fines ortodoxos y alegó-ricos, en donde el amado de carne y hueso puede ser sólo una sombra distante del amante real (como lo demuestran Santa Teresa y San Juan de la Cruz) y sólo puede ser amado de acuer-do a un “cortés”, casto y penitencial código. Todo el objeto de La muerte de Arturo de Malory es que Lancelot no logra seguir el ideal de un caballero, amando carnalmente a Guenivere en lugar de amarla sólo espiritualmente.

El surgimiento del capitalismo ejerce un extraño efecto en el romance. Solamente puedo expresarlo con una absurda fantasía: es como si el amado se volviese la mercancía perfecta, siempre deseado, siempre pagado, pero nunca verdaderamente gozado. La abnegación del Romance armoniza perfectamente con la

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fuego a las antiguas formas. La fermentación Greca-Egipcia-Islámica añade un elemento pederasta al nuevo estilo; además, la mujer ideal del romance no es ni esposa ni concubina sino al-guien en la categoría prohibida, alguien ciertamente al margen de la categoría de la mera reproducción. El romance aparece por eso como un tipo de gnosis, en el cual espíritu y carne ocupan posiciones antitéticas; quizá también como un tipo de avanza-do libertinaje en el cual la emoción fuerte es vista como más satisfactoria que la satisfacción misma. Visto como “alquimia espiritual” la finalidad del proyecto pareciera involucrar la in-culcación de consciencia no-ordinaria. Este desarrollo alcanzó su extremo, pero continua en cierto grado “legítimo” en sufís tales como Ahmad Ghazzali, Awhadoddin Kermani y Abdol-Rhaman Jami, quienes “testificaron” la presencia del Divino Amado en algunos bellos y aún (repudiablemente) castos mu-chachos. Los Trovadores dicen lo mismo de sus enamoradas; la Vita Nuova de Dante representa el ejemplo extremo. Cristia-nos y Musulmanes recorrieron del mismo modo un capcioso precipicio con esta doctrina de sublime castidad, pero a veces los efectos espirituales pudieron confirmarse tremendos como en Fakhroddin ‘Iraqi, o ciertamente en Rumi y Dante mismos. ¿Pero no era posible ver la cuestión del deseo desde una pers-pectiva “tántrica” y admitir que la “unión” es también una for-ma de suprema iluminación? Tal posición fue tomada por Ibn ‘Arabi, pero él insistió en el matrimonio legal o el concubinaje. Y dado que toda homosexualidad está prohibida en la Ley del Islam, un amante-de-muchachos sufí no tenía una categoría “segura” para la realización sensual. El jurista Ibn Taimiyya una

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Amor Obsesivo

Las “dialécticas toscas” nos permiten complacer un impuro gusto por la historia, una maniobra de dragado, un bricolaje de bric-a-brac “suprimido y realizado”, tontas desabridas y cadu-cas prácticas como el “amor obsesivo”. El Romance es “Roma-no” sólo en su sentido terminal, en tanto fue devuelto a “Rum” (El nombre Islámico para Europa y Bizancio) por Cruzados y trovadores. La pasión desesperada (‘ishq) aparece primero en textos de Oriente como El Anillo de la Paloma (en realidad un término en jerga para el cuello de la verga circuncidada) de Ibn Hazm y en los tempranos textos de Layla y Majnum de Arabistan. Los sufís (‘Attar, Ibn ‘Arabi, Rumi, Hafez, etc.) se apropiaron del lenguaje de esta literatura erotizando aún más una cultura y una religión ya erotizadas.

Pero si el deseo impregnó la estructura y el estilo del Islam, se mantiene no obstante un deseo reprimido. “El que ama, pero permanece casto y muere de anhelo, logra el estatus de un mártir en la Yihad”, esto es, el paraíso; más o menos clama una popular, pero quizá espuria, tradición del mismo Profeta. La agrietada tensión de esta paradoja impulsa una nueva cate-goría de emoción en la vida: el amor romántico basado en el deseo insatisfecho, en la “separación” más que en la “unión”… o sea, en el anhelo. El período Helénico (como lo evocara en instantes Kavafis) suministró los géneros para esta convención: el “romance” mismo, además del idilio y la lírica erótica; pero el Islam, con su sistema de sublimación pasional, brindó nuevo

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Amor Obsesivo

Hakim Bey