Pbro

Pbro. Marco Antonio Montero Surez

Secretario Ejecutivo de la Comisin

Director del Departamento de Liturgia

PROYECTO DE INSTRUCCIN PASTORAL SOBRE LA SAGRADA LITURGIA

INTRODUCCIN

Ocasin de la Instruccin

Reunidos en el nombre del Seor, realizamos nuestra LXIX Asamblea Plenaria del Episcopado colombiano. En este ao del Gran Jubileo, tiempo de gracia y de conversin, de solidaridad y liberacin, nuestra reflexin vers sobre la sagrada liturgia, que es una realidad esencial en la vida de la Iglesia. En otras ocasiones habamos tocado este tema, pero en la pasada Asamblea, fue el centro de nuestro trabajo y motivo de estudio, dilogos y reflexin dentro de un clima de profunda oracin. En efecto durante la Asamblea episcopal, los das estuvieron enmarcados por la celebracin de la oracin matutina de laudes y la de vsperas al final del da.

Como centro de nuestras jornadas concelebramos la sagrada Eucarista, participando en ella de una manera activa, consciente y fructuosa. La concelebracin de cada da fue expresin de nuestra comunin eclesial y al mismo tiempo encuentro con Cristo vivo y resucitado. As, unidos a Cristo sacerdote y mediador , oramos por toda la humanidad y por nuestra patria en particular.

En este ambiente de oracin eclesial y de unin con Cristo, estuvimos reflexionando sobre la SAGRADA LITURGIA EN LA NUEVA EVANGELIZACIN.

Al finalizar nuestra reunin en el mes de julio enviamos a todo el pueblo colombiano, un mensaje sobre LA LITURGIA EN LA NUEVA EVANGELIZACIN. All prometimos publicar una INSTRUCCIN sobre el mismo tema para iluminar y orientar la vida litrgica de nuestras Iglesias particulares.

Propsito de la Instruccin

Con la esperanza de ayudar a vivir mejor la sagrada liturgia (sacramentos, Liturgia de las Horas, Ao litrgico), entregamos a todos los catlicos esta Instruccin. Nuestro propsito es animar a todos los creyentes, tanto presbteros y diconos, como fieles laicos a emprender con diligencia y paciencia (SC 19), pero sobre todo con fe y amor, una renovacin de la sagrada liturgia, como parte esencial de la Nueva Evangelizacin, retomando los principios teolgicos, espirituales y pastorales que encontramos en la Constitucin de Liturgia del Concilio Vaticano II, en el Catecismo de la Iglesia Catlica y en otros documentos.

Si queremos una Nueva Evangelizacin, es indispensable que haya tambin una renovacin en la vida litrgica de todos, tanto de presbteros y diconos como de fieles laicos.

Destinatarios

La sagrada liturgia es obra de toda la Iglesia (cf. SC 26) y en su celebracin todos somos corresponsables. La tarea de renovar la sagrada liturgia para que ella realmente informe la vida de todo cristiano (cf. SC 10), incumbe de una manera especial a los pastores de almas (cf. SC 19). Por esto, si bien esta Instruccin es para todo el pueblo de Dios, va dirigida de una manera particular a los presbteros y diconos y a todos los agentes de pastoral que tienen el cuidado de la educacin litrgica del pueblo y sobre todo el presidir y animar las celebraciones sacramentales y de oracin.

La liturgia es para los creyentes

Comprender la sagrada liturgia y mucho ms el vivirla, slo es posible para quien ha aceptado en su vida a Jesucristo. Por esto afirmamos con el Concilio que la sagrada liturgia supone la fe (cf. SC 59), y que solamente es para los creyentes. Antes de celebrar la sagrada liturgia, antes de ser bautizado es necesario creer en Jesucristo y comprometerse con su causa. La sagrada liturgia supone la conversin y la fe (cf. SC 9).

El que se ha convertido y cree en el Seor, necesita expresar su fe por medio de la oracin personal y comunitaria, e integrado a sus hermanos en la vida de la Iglesia participa de los sacramentos, especialmente en la Eucarista dominical. El Concilio Vaticano II nos dice expresamente que para que los hombres puedan llegar a la liturgia es necesario que antes sean llamados a la fe y a la conversin (SC 9).

La liturgia confiesa y celebra la fe

En la celebracin de la Eucarista, despus de la consagracin, el sacerdote dice: Este es el sacramento de nuestra fe. Con esta afirmacin la Iglesia est confesando que la Eucarista, (y lo mismo se puede decir de toda la liturgia), es la mxima expresin de nuestra fe en Jesucristo e igualmente la ms plena realizacin de la Iglesia (cf. SC 41).

Al decir que la liturgia es expresin de la fe estamos afirmando en primer lugar que la liturgia es el mbito donde se confiesa y celebra la fe; el lugar donde se manifiesta la fe de la Iglesia. La sagrada liturgia es al mismo tiempo confesin y celebracin de nuestra fe. Lo que creemos, es lo que celebramos.

La sagrada liturgia, como la misma Iglesia, es acontecimiento de fe, pues gracias a ella el Misterio de Cristo se hace presente con su fuerza salvadora. La liturgia porque es presencia viva del Misterio salvador, se convierte en fe celebrada, expresada comunitariamente a travs de signos y de smbolos.

Cada celebracin litrgica es una profesin vivencial de fe. Es la realizacin de la antigua sentencia teolgica : lex orandi-lex credendi, la regla de la oracin sustenta la regla de la fe.

En la sagrada liturgia no slo expresamos el Misterio salvador, sino que entramos en contacto vivo y sacramental con l, ya que en la liturgia se da el encuentro con Cristo vivo y salvador. La fe que confesamos con los labios, se expresa de la manera ms rica, ms original y ms operante en la celebracin litrgica, ya que compromete a toda la persona. Una liturgia bien celebrada nos hace disfrutar nuestra fe.

La liturgia trasmite la fe

En frase de San Po X la sagrada liturgia se ha de considerar como la fuente primera e indispensable del espritu cristiano (cf. SC 14), y esto no slo en el sentido de que es la fuente de donde mana hacia nosotros la gracia y se obtiene la mxima eficacia de nuestra santificacin (cf. SC 10), sino tambin en el sentido de que la liturgia contribuye de manera decisiva a formar y configurar la vida cristiana de los fieles, a fortalecerlos en la fe (cf. SC 1).

La liturgia por ser obra de Cristo y de su Iglesia, es decir del Cristo total (cf. CCE 1136) se convierte en el medio ms apto para integrar a los fieles en la comunidad eclesial, para hacerlos tomar conciencia de que son Iglesia, ya que ella se realiza por medio de la comunidad. Una celebracin bien participada y celebrada se convierte en un excelente medio de educacin de la fe de la comunidad. En la liturgia de una manera experiencial y viva se expresa la fe, pero tambin se desarrolla, crece y se robustece (cf. SC 59).

De lo dicho podemos deducir que la relacin entre la liturgia y la fe no es un aspecto accidental de la vida cristiana, sino que es exigida por la naturaleza misma de la liturgia, que es a la vez obra divina y obra humana (cf. SC 2).

CAPTULO I : QU ES LITURGIA?

En nuestro Mensaje de julio recordamos que los catlicos vivimos nuestra vida al ritmo de las celebraciones litrgicas y que estamos continuamente participando en las acciones litrgicas : bautismos, eucaristas, matrimonios, etc. Podemos decir que estamos sumergidos en la liturgia, pero quizs no hemos reflexionado sobre el verdadero sentido de la liturgia, quizs no tenemos claro el concepto que de ella nos ha presentado el Concilio Vaticano II.

Lo primero que tenemos que hacer es superar las antiguas concepciones inexactas acerca de la liturgia. Algunos la reducan nicamente a lo ceremonial, a lo externo, a lo jurdico y la consideraban como algo propio de los clrigos (sacerdotes, diconos). Desafortunadamente esta concepcin errnea sobre la naturaleza de la liturgia persiste en muchos fieles laicos e inclusive en buen nmero de presbteros.

1. LA LITURGIA EN LA HISTORIA DE SALVACIN

Entre los conceptos fundamentales recuperados por el Vaticano II para entender bien la sagrada liturgia, est en primer lugar el comprenderla dentro de la Historia de salvacin.

Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (I Tim 2,4), habiendo hablado antiguamente en muchas ocasiones de diferentes maneras a nuestros padres por medio de los profetas (Hb 1,1), cuando lleg la plenitud de los tiempos, envi a su Hijo, el Verbo hecho carne, ungido por el Espritu Santo... (SC 5).

El designio salvfico de Dios Padre que comenz con el acto creador , y se continu con la eleccin del pueblo depositario de las promesas, llega a su plenitud en Jesucristo, convertido l mismo en instrumento de nuestra salvacin (cf. Lc 2, 30). En Cristo se realiz plenamente nuestra reconciliacin y se nos dio la plenitud del culto divino (SC 5).

Jesucristo vino a realizar la obra de salvacin querida por el Padre, preparada durante siglos por la amorosa pedagoga de Dios, y que hoy se prolonga en la Iglesia primordialmente mediante el sacrifico y los sacramentos (SC 6).

El misterio escondido en Dios desde toda la eternidad, se manifest en su plenitud en Jesucristo, y de una manera especial en su Pascua. La glorificacin de Jess abre una nueva etapa en la Historia de salvacin. El mismo Jesucristo, envi a la Iglesia, nacida de su costado en la cruz como sacramento admirable (SC 5; cf. LG 1; 9; 48), a cumplir la doble misin de anunciar la salvacin y de realizar la salvacin que anuncia, por medio del sacrificio y de los sacramentos. Surge as el tiempo de la Iglesia en el que los enviados de Jess predican la salvacin y al mismo tiempo la realizan por medio de los sacramentos y de toda la vida litrgica. As la sagrada liturgia pertenece a la ltima etapa de la historia de la salvacin, pertenece al tiempo de la Iglesia o tiempo del Espritu Santo.

La sagrada liturgia aparece como inseparable del Misterio de Cristo y del misterio de la Iglesia e inmersa en la Historia de salvacin (cf. SC 2). As la sagrada liturgia viene a ser el momento ltimo de la Historia de salvacin, y tambin el momento sntesis de toda la historia salvfica.

Cada Eucarista viene a ser como el ltimo eslabn en la cadena de la Historia de salvacin, que nos une con el pasado lleno de la misericordia de Dios, y al mismo tiempo nos da la certeza de que el Dios de nuestros padres sigue siendo fiel a sus promesas.

Existe, pues, una continuidad entre Cristo sacramento de Dios, la Iglesia sacramento de Cristo y la sagrada liturgia, que actualiza sacramentalmente el Misterio pascual de Cristo (cf. SC 6).

2. LA LITURGIA: OBRA DE LA SANTSIMA TRINIDAD

En la obra de nuestra salvacin intervienen las tres personas de la Santsima Trinidad. Es el amor del Padre el que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (I Tim 2, 4). Llegada la plenitud de los tiempos enva a su Hijo nacido de mujer por obra del Espritu Santo. Jesucristo realiza con su vida y especialmente con su Pascua nuestra salvacin y nos deja su Espritu y su Iglesia para que esa salvacin llegue a todas partes, en todos los tiempos y a todos los hombres. Hoy Dios Padre sigue salvando por su Hijo en el Espritu Santo.

En la sagrada liturgia el hombre se descubre como imagen de la Trinidad y la misma comunidad celebrante, sacramento de la Iglesia, se siente icono de la Santsima Trinidad. La Santsima Trinidad es siempre el modelo de toda comunidad, y lo es mucho ms para la comunidad que celebra, ya que la Iglesia en la liturgia se esfuerza por ser una en la diversidad de los ministerios.

Dios Padre es la fuente y el fin de la sagrada liturgia

En la sagrada liturgia bendecimos y glorificamos a Dios Padre a quien reconocemos y adoramos como la fuente y el fin de todas las bendiciones de la Creacin y de la salvacin; en su Verbo, encarnado, muerto y resucitado por nosotros, nos colma de sus bendiciones y por l derrama en nuestros corazones el don que contiene todos los dones: el Espritu Santo (CCE 1082).

El Vaticano II, nos recuerda que la sagrada liturgia es principalmente culto a la Divina Majestad (SC 33), ya que por ella Dios es perfectamente glorificado (SC 7).

En la celebracin litrgica se nos presenta el Dios tres veces santo, pero en la cercana de Jesucristo actor principal de la sagrada liturgia. En la liturgia de la Palabra, Dios se nos muestra como el Padre misericordioso que se preocupa por todos especialmente por los enfermos, los necesitados, los pobres, los nios. Es un Dios que nunca abandona y que siempre ayuda: el Padre a quien hay que respetar, pero a quien hay que amar y gozar de su cercana.

En la sagrada liturgia encontramos a un Dios que acoge, consuela y da ejemplo: el Hijo que es hermano, compaero del camino. Un Dios que da fuerza: el Espritu que es aliento de vida, que suscita un tierno amor a la Palabra y nos hace reconocer como hijos de un Dios Padre.

La obra de Cristo en la liturgia

Jesucristo es el nico mediador y el actor principal de la liturgia. Su Misterio pascual est en el centro de toda accin sacramental. Nuestra plegaria al Padre siempre est sustentada Por Jesucristo nuestro Seor. Cristo glorioso, resucitado, sigue salvndonos en su Iglesia, por medio de los sacramentos.

Para realizar una obra tan grande, Cristo est siempre presente en su Iglesia sobre todo en la accin litrgica...Con razn, pues, se considera la liturgia como el ejercicio del Sacerdocio de Jesucristo. En ella los signos sensibles significan y cada uno a su manera realiza la santificacin del hombre, y as el Cuerpo Mstico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros ejercen culto pblico ntegro ( S C 7).

En la sagrada liturgia, Cristo como actor principal, est siempre actuando por la fuerza

del Espritu Santo. Sentado a la derecha del Padre y derramando el Espritu Santo sobre su Cuerpo que es la Iglesia, Cristo acta ahora por medio de los sacramentos, instituidos por l para comunicar su gracia (CCE 1085)

3. EL MISTERIO PASCUAL CENTRO DE LA LITURGIA

Esta obra de la redencin humana y de la perfecta glorificacin de Dios, preparada por las maravillas que Dios obr en el pueblo de la Antigua Alianza, Cristo Seor la realiz principalmente por el misterio pascual de su bienaventurada pasin, resurreccin de entre los muertos y gloriosa ascensin ( SC 5).

La obra salvfica realizada por Jesucristo, tiene su momento culminante en la Pascua. De ah que el eje y el centro de toda la vida sacramental y de la liturgia, es el Misterio pascual, es decir, el acontecimiento salvador de la muerte y resurreccin de Jesucristo (cf. SC 5, 47, 61). El Catecismo de la Iglesia Catlica nos presenta la sagrada liturgia como la celebracin sacramental del Misterio de Cristo (cf. CCE 1135 ss).

Cristo es el sacramento del encuentro con el Padre (cf. Jn 14, 8; cf. 1,18). Toda la vida de Cristo est marcada por la presencia de lo divino, pero el signo ms grande, el ltimo y el definitivo, ser su Pascua en la que se revelar la gloria del Hijo de Dios (cf. Jn 3,14-15; 12, 32-33), porque en ese momento ser donado el Espritu Santo( Jn 19, 30. 34; 7, 38).

Todo esto hace que el paso de Jess de este mundo al Padre (Jn 13, 1), su Pascua, constituya no slo el vrtice de su vida histrica, sino tambin el momento culminante de la entera Historia de salvacin, el centro y el eje de la misma. El nico acontecimiento de la historia que no pasa es la Pascua de Cristo (cf. CCE 1085), pues Jess muere, es sepultado, resucita de entre los muertos y se sienta a la derecha del Padre una vez por todas(Rom 6, 10; Hb 7,27; 9,12). El acontecimiento de la Cruz y de la Resurreccin permanece y atrae todo hacia la Vida (CCE 1085).

Toda la obra de glorificacin de Dios y santificacin del hombre que realiz Jesucristo, est sintetizada en su Misterio pascual de su muerte y resurreccin. Su paso de la muerte a la vida es el cumplimiento de todo lo anunciado (AT) y al mismo tiempo el comienzo de los nuevos tiempos del Reino (NT).

La sagrada liturgia es el medio privilegiado por el cual se actualiza y se hace presente para nosotros, el Misterio pascual. El Misterio pascual nos toca a nosotros por medio de la liturgia a travs de la cual se ejerce la obra de nuestra redencin (SC 2).

La Iglesia desde su fundacin no ha dejado de reunirse para la Eucarista y celebrar as el Misterio pascual, centro de la liturgia. La sagrada liturgia, celebra siempre a Jesucristo vivo y salvador, celebra su Pascua, sobre todo por medio de los sacramentos, pero tambin a travs del Ao litrgico y en la celebracin de la Liturgia de las Horas.

El Espritu Santo y la Iglesia en la Liturgia

Cristo est presente y habita en su Iglesia por medio del Espritu Santo. Gracias al Espritu Santo la liturgia puede continuar en el tiempo la obra sacerdotal de Jesucristo. Desde Pentecosts estamos viviendo el tiempo de la Iglesia y del Espritu Santo, y l contina la obra de santificacin de los hombres especialmente por medio de los sacramentos de la Iglesia.

De la misma manera que el Espritu Santo estuvo presente en la Encarnacin del Verbo (Lc 1, 35) y en el nacimiento de la Iglesia (Hch 2, 1- 4), hoy se hace presente con su fuerza transformadora en cada uno de los sacramentos. La imposicin de manos sobre el pan y el vino, sobre la cabeza de los ordenandos, sobre el penitente arrepentido, etc., son gestos para significar la presencia transformadora del Espritu Santo en la accin sacramental. Este gesto va acompaado de su respectiva oracin de dedicacin y consagracin (epclesis). Sin la presencia del Espritu Santo no hay celebracin litrgica.

Nos dice el Catecismo de la Iglesia Catlica:

En la liturgia, el Espritu Santo es el pedagogo de la fe del Pueblo de Dios, el artfice de las obras maestras de Dios que son los sacramentos de la Nueva Alianza (CCE 1091).

El Espritu Santo prepara a la Asamblea para el encuentro con Cristo en la liturgia; adems recuerda a los fieles todo lo que Cristo ha hecho por ellos: hace memoria de las maravillas de Dios en Jesucristo. Finalmente el Espritu Santo, en la liturgia, hace presente sacramentalmente la accin salvadora de Jesucristo. La misin del Espritu Santo en toda accin litrgica es poner a los fieles en comunin con Cristo para formar su Cuerpo (cf. CCE 1091-1112).

En la sagrada liturgia la presencia de la Santsima Trinidad es permanente

Toda accin litrgica se empieza en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espritu Santo. Con frecuencia el saludo inicial se hace tambin en forma trinitaria: La gracia de Nuestro Seor Jesucristo, el amor del Padre y la comunin del Espritu Santo estn con todos ustedes y se termina con la bendicin en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espritu Santo.

Es caracterstico de la ms genuina oracin litrgica que se ore al Padre por el Hijo en la unidad del Espritu Santo.

Con razn se puede afirmar que la liturgia es obra de la Santsimo Trinidad.

4. LA LITURGIA: EPIFANA DE LA IGLESIA

La liturgia es sacramental, est en el orden de los signos y de los smbolos. La Iglesia es sacramento de Cristo, es la visibilidad del Resucitado. La Iglesia se manifiesta, muestra su identidad, cuando se rene como asamblea litrgica en el nombre del Seor para celebrar los sagrados misterios.

La liturgia ejerciendo la obra de la redencin, sobre todo con el divino sacrificio de la Eucarista, contribuye en sumo grado a que los fieles expresen en su vida y manifiesten a los dems el misterio de Cristo y la naturaleza autntica de la verdadera Iglesia (SC 2). Entonces la liturgia es verdaderamente una epifana de la Iglesia, es la ms clara manifestacin de que Cristo la ha asociado a la obra de la redencin. La liturgia es el principal rostro de la Iglesia-misterio. La Iglesia nunca es ms Iglesia que cuando celebra la Eucarista. Por eso es verdad que la Iglesia hace la Eucarista, y que la Eucarista hace a la Iglesia.

La principal manifestacin de la Iglesia se realiza en la participacin plena y activa de todo el pueblo de Dios en las mismas celebraciones litrgicas, particularmente en la Eucarista (SC 41).

All se da el encuentro con Cristo vivo e igualmente el encuentro con los hermanos.

El Jess anunciado es ahora el Cristo resucitado que se ofrece al Padre y nos da su propia vida. La sagrada liturgia une el anuncio y el acontecimiento.

La Iglesia, sacramento del encuentro con Jess

En los planes misericordiosos de Dios la salvacin es para toda la humanidad. Israel fue escogido en funcin de la humanidad (como un semillero) y para que fuera un pueblo testimonio, una seal, un signo levantado entre las naciones (Is, 11,12), un sacramento de la cercana de Dios para la humanidad.

La Iglesia nuevo Israel, nuevo Pueblo de Dios, que naci del costado de Cristo abierto en la cruz (cf. SC 5), es ahora sacramento visible de esta unidad salutfera (LG 9; cf. LG 1, 8, 26, 48; SC 1, 5, 26, 41; GS 45). Cristo el sacramento primordial y fontal es hoy para nosotros invisible. Si l es el nico acceso al Padre cmo podremos encontrar al Seor glorificado y por l encontrarnos con Dios? De aqu la necesidad de una prolongacin terrestre del sacramento original glorificado (Schillebeeckx). La Iglesia es el primer signo sacramental de la salvacin de Cristo; por medio de ella se hace presente el don escatolgico de Cristo resucitado.

Cristo despus de la resurreccin hace visible y palpable su presencia activa de gracia entre nosotros, por medio de los sacramentos, de la sagrada liturgia. Hablar de la Iglesia sacramento es decir que la Iglesia es para el mundo, que ella existe en funcin de la humanidad, que es esencialmente evangelizadora. La Iglesia es a su vez, un sacramento de Cristo, para comunicar a los hombres la vida nueva (DP 922).

La Iglesia anuncia y realiza

El Seor Jess encomend a sus discpulos la misin de anunciar la salvacin, de llevar la Buena Nueva a todas las naciones. Pero esa salvacin no slo se anuncia sino que por la eficacia de la muerte y resurreccin de Cristo, se realiza en cada persona que se abre a la gracia de Dios (cf. SC 6). El anuncio es: que Dios es Padre de todos y que quiere la salvacin de todos, que para salvarnos envi a su Hijo y nos dej el Espritu Santo y a su Iglesia. Este anuncio es la misin del ministerio proftico en todas sus formas: kerigma, catequesis, misiones, etc.

Pero la Iglesia no slo anuncia la salvacin sino que la realiza, la hace efectiva en los creyentes, por medio del sacrificio y de los sacramentos. La sagrada liturgia es el medio ordinario, dentro de la economa de salvacin, para que la gracia divina transforme a las personas en hijos de Dios y herederos del cielo.

Encuentro personal y comunitario

La sagrada liturgia por medio de los sacramentos, realiza de una manera misteriosa pero real el encuentro con el Seor Resucitado. Ese encuentro es a la vez personal y comunitario. Es personal porque cada uno libre y responsablemente debe acoger en su vida a Cristo. Pero es comunitario porque los sacramentos no son propiedad privada ni celebraciones individuales sino que son celebraciones de la Iglesia (cf. SC. 26).

5. LA LITURGIA: CELEBRACIN DEL ENCUENTRO CON CRISTO VIVO

Hoy la teologa considera a los sacramentos como encuentros personales y vitales con el Seor resucitado. La sagrada liturgia se expresa y se vive principalmente por los sacramentos (cf. SC, 6), y debe ser entendida y vivida fundamentalmente como encuentro con Dios a partir de la sacramentalidad de Cristo.

La vida litrgica gira alrededor del sacrificio y de los sacramentos (cf. SC 6). Por lo tanto si los sacramentos son encuentros con Jesucristo vivo y resucitado, tambin lo es la sagrada liturgia. Gracias a la celebracin de la sagrada liturgia (sacramentos, Ao litrgico, Liturgia de las Horas) nos encontramos realmente con el Seor vivo y glorioso en la sagrada liturgia. Si nos encontramos con el Seor vivo y resucitado en la sagrada liturgia, especialmente en la Eucarista, es porque l est presente realmente en las celebraciones.

Su presencia siendo nica, tiene varios grados de intensidad: Cristo est presente en primer lugar en el signo litrgico de la asamblea reunida en su nombre (Mt 18,20).

Est presente en el sacrificio de la Misa, sea en la persona del ministro, ofrecindose ahora por ministerio de los sacerdotes el mismo que entonces se ofreci en la cruz, sea sobre todo bajo las especies eucarsticas. Est presente con su virtud en los sacramentos, de modo que, cuando alguien bautiza, es Cristo quien bautiza. Est presente en su palabra, pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es l quien habla. Est presente, por ltimo, cuando la Iglesia suplica y canta salmos, el mismo que prometi: Donde estn dos o tres congregados en mi nombre, all estoy yo en medio de ellos (Mt 18,20) (SC 7).

Esta presencia de Cristo, multiforme, viva, creadora de un encuentro personal con los creyentes, eficaz y salvfica, es no slo presencia de la persona del Seor glorioso, sino tambin de su obra de salvacin o Misterio pascual que a travs de los signos de la presencia asamblea, ministro, Palabra, rito, eucarista- contina salvando al hombre.

El encuentro con el Seor Resucitado se hace de muchas maneras porque Dios no est atado a los sacramentos, y l tiene modos que solamente l conoce para encontrarse con el hombre de buena voluntad que lo busca con sincero corazn (cf. AG 7; LG 14; GS 22). Pero la economa de salvacin que la Iglesia como continuadora de la obra de Cristo, nos ofrece, el medio ordinario y el camino seguro para encontrarnos con el Seor resucitado y glorioso, es el sacramental.

La certeza de la presencia del Seor en las celebraciones litrgicas fue una experiencia vital para las primeras comunidades cristianas. Esta presencia se experimentaba no slo en la Eucarista, sino tambin en los dems sacramentos, en la persona del presidente de la celebracin, en la proclamacin de la Palabra, en la reunin de los hermanos y en los pobres.

Hoy el encuentro con Cristo vivo y resucitado se da en la liturgia, gracias a la accin del Espritu Santo, que hace posible que el ayer histrico fundamental e irrepetible, se haga presente sacramentalmente con su eficacia salvadora y nos proyecte hacia lo definitivo, hacia la Parusa y lo escatolgico (Memorial).

Liturgia y espiritualidad

La sagrada liturgia es vida antes que ser ciencia o saber teolgico o pastoral. Y hace falta llevar a la vida nuestros conocimientos en materia de liturgia. La espiritualidad o vida en el Espritu es vivir conformados al Hijo Jesucristo, segn las palabras de San Pablo: Dios a los que de ante mano conoci, tambin los predestin a ser conformes a la imagen de su Hijo, para que l fuese el primognito de muchos hermanos (Rom 8, 29).

Por eso el programa de nuestra vida cristiana ha de ser la progresiva transformacin de toda la existencia en verdaderos hijos de Dios en el Hijo Jesucristo, para hacer realidad lo que dice Pablo Vivo yo, mas no yo, es Cristo quien vive en m (Gal 2, 20).

Para lograr este programa, el bautizado no debe hacer otra cosa que dejarse llevar de la mano por la gran maestra universal que es la liturgia. Nada supera en eficacia y pedagoga a la liturgia de la Iglesia, ya que su eficacia es la sacramental, y su pedagogo es el Espritu Santo (cf. CCE 1091). La espiritualidad litrgica no es ms que la espiritualidad cristiana, la espiritualidad de la Iglesia,

La liturgia ofrece un medio y una fuente de crecimiento constante en vida cristiana. La liturgia ha sido siempre el fundamento de la espiritualidad cristiana, porque la espiritualidad cristiana se basa en la vida sacramental, que impregna toda la vida de la Iglesia. Con razn afirm San Po X y lo repite el Concilio, que la liturgia es la fuente primaria y necesaria en la que han de beber los fieles el espritu verdaderamente cristiano (SC 14).

Recordemos algunas de las caractersticas de la espiritualidad litrgica:

Es fundamentalmente una espiritualidad bblica, no porque haga del libro de las Escrituras el principal libro de meditacin o de plegaria, sino porque descubre en la Biblia, la revelacin divina o la voluntad de Dios presente y operante en la historia de los individuos y de los pueblos. Solamente as se advierte que la liturgia es la actualizacin eficaz del Misterio revelado en la Biblia.

Es cristocntrica, pues la liturgia como momento conclusivo de la Historia de salvacin, es decir, momento en que se cumple y opera en los hombres la salvacin, est centrada en la persona de Cristo. La liturgia revela a Cristo anunciando su Palabra en la comunidad y actualizando sacramentalmente su accin salvadora. Cristo en la liturgia es anunciado y actualizado. l es el centro de la vida litrgica, y por tanto de la espiritualidad litrgica.

Es pascual, que es lo mismo que decir que es una espiritualidad bblica, o cristocntrica y sacramental. La espiritualidad litrgica se apoya en el Misterio pascual en cuanto ste es sntesis de toda la revelacin e Historia de salvacin. Por ser pascual, la espiritualidad litrgica supone en el cristiano dos actitudes fundamentales: una, ante la pasin y muerte, y otra, ante la resurreccin y la vida nueva. Morir para resucitar.

Es sacramental, ya que la Eucarista y los sacramentos constituyen la liturgia misma. Los sacramentos son medios de comunicacin con la persona de Cristo salvador. En la liturgia el Espritu Santo va configurando a los fieles a la medida de Cristo (cf. Gal 4, 19).

Es mistaggica, ya que ella es la ocasin de entrar en contacto con el Misterio salvador de Dios, el Misterio de Cristo, que debe transformar la propia vida. La espiritualidad litrgica se puede llamar mstica en cuanto es actualizacin del Misterio en la vida del cristiano.

En definitiva, la espiritualidad litrgica no es otra cosa que la vida cristiana al ritmo del ejercicio del sacerdocio del Cristo total. La entrada en el Misterio de Cristo se hizo en el bautismo, y en los sacramentos va realizando su crecimiento hasta alcanzar la plenitud.

La espiritualidad litrgica es una actitud o estilo de vida cristiana basada en el influjo del bautismo y de la confirmacin, y en ejercicio de la participacin en la eucarista y en la plegaria de la Iglesia, todo ello dentro del marco fundamental del ao litrgico. (J. Lpez Martn)

6. LA LITURGIA: ENCUENTRO A TRAVS DE SIGNOS Y DE SMBOLOS

La Iglesia nos presenta hoy su liturgia como un encuentro con Cristo vivo. Pero ese encuentro interpersonal no se hace de una manera directa e inmediata, como lo tuvieron por ejemplo los Apstoles, sino de una manera mediata, a travs de signos y smbolos.

El Concilio Vaticano II afirma que la humanidad de Jesucristo unida a la persona del Verbo, fue instrumento de nuestra salvacin (SC 5). El misterio de la Encarnacin es el fundamento teolgico de la sacramentalidad de la liturgia. Dios se hizo humano para darnos su gracia y vida divina. Y hoy contina encarnndose en los smbolos y signos litrgicos para encontrarse con el hombre y comunicarle los tesoros de su gracia salvadora.

La liturgia es fundamentalmente una accin, una celebracin donde prevalecen los smbolos. Los smbolos litrgicos no slo informan, sino que tienen un papel mediador, comunicante, transformador. La liturgia entendida como celebracin sacramental del Misterio pascual (cf. CCE 1135), se realiza por medios humanos, bajo la accin del Espritu.

La Iglesia sacramento de Cristo glorioso, se hace presente en la asamblea litrgica que celebra el Misterio pascual. Los fieles reunidos en el nombre del Seor se convierten en sacramento de la presencia del Seor (Mt 18, 20). El Presidente de la celebracin, en virtud del sacramento del orden, representa a Cristo cabeza y pastor y se convierte en un signo de comunin con el Seor.

Adems de las personas, signos vivos de la presencia de Cristo en los sacramentos, la Iglesia en su liturgia se vale de signos y de smbolos para actualizar la eficacia del Misterio Pascual en favor de los creyentes. Algunos de esos elementos visibles los ha dejado el mismo Jesucristo, como el pan y el vino para la Eucarista, y el agua para el bautismo. Otros, nos los proporciona la Iglesia.

Siendo de la esencia de la liturgia el ser sacramental, es decir el necesitar de los elementos externos para entrar en comunin con el Misterio, lo externo, lo sensorial adquiere una importancia especial, porque los elementos materiales pasan al nivel de signos y de smbolos. !Cmo debemos cuidar nuestras actitudes en la celebracin; cmo es de importante la explicacin de los signos; y cmo se debe procurar que las cosas externas sean verdaderas, sencillas, adecuadas y de acuerdo con lo que la Iglesia nos pide!

Base antropolgica

La liturgia tiene un aspecto trascendente que es el Misterio pascual. Pero al mismo tiempo es repuesta a ese Misterio, es la aceptacin del mismo por parte del hombre. Entramos aqu en un aspecto fundamental, como es la respuesta humana a la gracia. Esa respuesta se debe hacer en un clima de encuentro, de participacin, de fiesta. Empecemos por recordar que toda celebracin litrgica debe ser festiva y pide la participacin de la comunidad.

Lo festivo est en el mismo corazn del hombre. La fiesta nos saca de lo cotidiano, valora la gratuidad y la libertad. Celebrar una fiesta es una forma de glorificar al Seor y darle gracias. La fiesta cristiana es un encuentro entre el tiempo divino y el tiempo de los hombres, en beneficio de stos. En toda fiesta hay un motivo que rene, hay signos de alegra (canto, arreglos, flores).

La liturgia celebra siempre la Pascua, la fiesta de la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, y es preciso crear en toda celebracin un ambiente de fiesta cristiana, de paz, de alegra, de esperanza, de liberacin. En una autntica fiesta hay participacin de todos los invitados a quienes une el mismo motivo.

En la liturgia todos los invitados deben sentirse como en su casa, y entrar en la dinmica de la fiesta. Que no haya mudos espectadores sino activos participantes. Que cada uno haga lo que le corresponde y se sienta miembro de toda la asamblea que celebra la fiesta de Cristo.

La fiesta cristiana tiene un valor prefigurativo, como figura de lo que est por venir, como prenda y anticipo de la vida eterna. El culmen de toda fiesta cristiana es la Eucarista, Pascua del Seor y Pascua de la Iglesia.

La Iglesia celebra su fiesta en el da domingo, da de alegra y de esperanza, y prolonga su fiesta durante todo el ao litrgico, especialmente durante la Pascua.

7. LITURGIA TERRENA Y LITURGIA CELESTIAL

El Vaticano II ensea:

En la liturgia terrena pregustamos y tomamos parte en aquella liturgia celestial que se celebra en la santa ciudad de Jerusaln, hacia la cual nos dirigimos como peregrinos y donde Cristo est sentado a la diestra de Dios como ministro del santuario y del tabernculo verdadero; cantamos al Seor el himno de gloria con todo el ejrcito celestial; venerando la memoria de los santos, esperamos tener parte con ellos y gozar de su compaa; aguardamos al Salvador, nuestro Seor Jesucristo, hasta que se manifieste l, nuestra vida, y nosotros nos manifestemos tambin gloriosos con l (SC 8).

La enseanza conciliar es clara: Nuestra liturgia es a la vez terrena y celeste, pues la realizamos unidos a Cristo glorioso, ministro del santuario, y alabamos y bendecimos al Seor, unidos a los cristianos que terminaron su peregrinacin en la tierra y estn ahora en la Jerusaln celestial.

Con motivo de la oracin litrgica de la Iglesia, dice tambin el Vaticano II :

El sumo sacerdote de la nueva y eterna Alianza, Cristo Jess, al tomar la naturaleza humana, introdujo en este exilio terrestre aquel himno que se canta perpetuamente en las moradas celestiales (SC 83)

La Iglesia de Cristo presente en el mundo y sin embargo peregrina (SC 2), se une a sus hermanos del cielo para entonar el himno de alabanza y glorificacin. En la Eucarista, vivimos esta experiencia de comunin con nuestros hermanos glorificados, cuando dentro de la Plegaria Eucarstica , el presidente de la celebracin dice:

Por eso, con los ngeles y los santos, cantamos tu gloria diciendo: Santo, Santo, Santo es el Seor, Dios del Universo. Llenos estn el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Seor. Hosanna en el cielo (Plegaria eucarstica II).

La asamblea presente y visible en la celebracin se une, en este momento central de la Eucarista, a sus hermanos glorificados que ya estn en el cielo, para entonar como una sola voz, el canto de alabanza. Tanto en la Eucarista como en la Liturgia de la Horas, al celebrar la liturgia terrena, nos unimos a nuestros hermanos del cielo y tambin a los coros anglicos para bendecir, alabar y glorificar al Dios uno y trino. Por eso en la parte central de la Eucarista tambin nos unimos en oracin de alabanza con Mara, y con los Apstoles y los santos y hacemos memoria de nuestros hermanos difuntos.

Nuestra liturgia terrena es una participacin de la alabanza que se rinde en el cielo a Dios Padre, por Cristo en la unidad del Espritu Santo:

El cntico de alabanza que resuena eternamente en las moradas celestiales y que Jesucristo, sumo Sacerdote, introdujo en este destierro ha sido continuado fiel y constantemente por la Iglesia, con una maravillosa variedad de formas (Laudis canticum)

CAPTULO II: LA LITURGIA EN LA NUEVA EVANGELIZACIN

1. La nica misin de la Iglesia.

La Iglesia existe para evangelizar, esto constituye su dicha y su realizacin, es su nica misin. Pablo VI dice: la evangelizacin es la vocacin, la dicha, la realizacin y plenitud de la nica misin de la Iglesia (EN 21). Esto quiere decir que todo en la Iglesia tiene que contribuir a la evangelizacin, es decir al anuncio de Jesucristo resucitado como Salvador, para que l viva verdaderamente en los fieles. Evangelizar es hacer que los hombres acepten a Jesucristo como el absoluto de su vida, que se comprometan con su causa, que es la causa de la justicia, de la verdad, de la libertad, del amor. En una palabra que se comprometan con la causa del Reino.

Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar la misma humanidad. La finalidad de la evangelizacin es por consiguiente este cambio interior (EN 18).

2. Evangelizar: conducir a los hombres al encuentro personal con Jesucristo

La evangelizacin, gran quehacer de la Iglesia (cf. EN, EA) es un proceso integral en que la Iglesia partiendo del kerigma, y profundizndolo en la catequesis, no slo anuncia la novedad de Cristo a los creyentes, sino que celebra para ellos el Misterio pascual a fin de transformarlos en testigos de Cristo y de su causa en el mundo. Evangelizar no es solamente comunicar una doctrina religiosa, sino revelar, hacer conocer y amar la persona de Cristo, el verdadero Evangelio del Padre.

No hay evangelizacin verdadera, mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jess de Nazaret Hijo de Dios (EN 22).

Dentro de este proceso evangelizador la liturgia tiene un puesto esencial, de manera que no habr autntica evangelizacin sin la celebracin del Misterio pascual de Cristo. La finalidad de la autntica evangelizacin es hacer cristianos.

En otras palabras no slo el ministerio de la palabra, sino tambin el ministerio del culto, de la liturgia y el ministerio de la diakona, deben ser evangelizadores. La salvacin que es una sola, hay que anunciarla, hay que celebrarla y hay que convertirla en vida y en compromiso. Es lo que Jess encomend a sus Apstoles: Vayan y hagan discpulos a todos los pueblos y bautcenlos para consagrarlos al Padre, al Hijo y al Espritu Santo, ensendoles a poner por obra todo lo que les he mandado (Mt 28, 19).

3. La liturgia como accin evangelizadora

Todo en la Iglesia tiene que contribuir a hacer que Cristo viva en nosotros. Tambin la liturgia debe ser evangelizadora, tiene que contribuir a que Cristo sea conocido y amado. As lo entendi el Vaticano II, cuando emprendi la reforma y el fomento de la sagrada liturgia, para acrecentar de da en da entre los fieles la vida cristiana (SC 1). Esta obra la realiza la liturgia desde su propia identidad, que es principalmente culto de la Divina Majestad (SC 33) y obra de la redencin humana y de la perfecta glorificacin de Dios (SC 5). Sin embargo, como dice el mismo Concilio, la liturgia contiene tambin una gran instruccin para el pueblo fiel. En efecto, en la liturgia Dios habla a su pueblo; Cristo sigue anunciando el Evangelio. Y el pueblo responde a Dios con el canto y la oracin (SC 33).

Una celebracin autntica, bien preparada, con un presidente de la celebracin que vive lo que celebra, con buenos lectores, con una asamblea viva que participa activa, consciente y fructuosamente, puede ser ms evangelizadora, para creyentes y extraos, que muchas explicaciones doctrinales. Celebrando bien es como evangeliza la liturgia. La sagrada liturgia ayuda al crecimiento de la vida cristiana personal y comunitaria, cuando se la vive como fuente primaria e insustituible del verdadero espritu cristiano (cf. SC 14), cuando se hace de ella la espiritualidad de la vida cristiana. Las celebraciones litrgicas bien participadas, consiguen no slo alimentar la fe, sino avivarla y despertarla.

4. La liturgia meta y fuente de la evangelizacin

La liturgia es para los creyentes, y realiza en sus celebraciones sacramentales, lo que se ha anunciado como mensaje de salvacin. Por eso la liturgia se convierte, en la meta de toda evangelizacin, ya que por ella la gracia del Seor llega a los creyentes. La verdadera evangelizacin debe incluir necesariamente la celebracin litrgica. La aceptacin de Jesucristo y su Reino se ratifican con los signos sacramentales, comenzando con el bautismo y culminando en la Eucarista.

Es muy elocuente que en el proceso de la Iniciacin cristiana, despus de un largo perodo catecumenal, todo culmina en la noche de la Pascua, con la celebracin de los tres sacramentos del bautismo, confirmacin y Eucarista. Aqu aparece claramente la liturgia como la meta de la evangelizacin.

Hoy es necesario tomar conciencia de que todo lo que se ensea de Jesucristo, tiene como finalidad entrar en comunin con l por medio de los sacramentos. El mismo testimonio de caridad y solidaridad con los hermanos, necesitan del signo sacramental.

Pero si la liturgia es la meta en la que desemboca el anuncio de Cristo salvador, de ella tambin sacan su fuerza los cristianos para dar testimonio de lo que creen y, para irradiar con nimo misionero el mensaje de Cristo que han recibido y que han celebrado en su vida. La celebracin litrgica, especialmente la Eucarista, cuando se vive autnticamente, abre nuevos horizontes, y desinstala a los cristianos. As la liturgia es a la vez la meta y la fuente de toda accin evangelizadora.

5. La Nueva evangelizacin exige la renovacin litrgica

Siendo la liturgia parte esencial de la Nueva Evangelizacin, es claro que en un proceso de renovacin pastoral, la liturgia tambin necesita renovarse. Si la evangelizacin, nica tarea de la Iglesia, debe ser nueva en su ardor, en sus mtodos y en sus expresiones, tambin la liturgia como segundo momento de la evangelizacin, debe seguir ese camino de renovacin.

Que la liturgia necesita de un nuevo ardor, lo debemos entender en el sentido de que todos, especialmente los sacerdotes, necesitamos una verdadera mstica para celebrar el Misterio pascual de una manera digna, piadosa, consciente y activa. Tener nuevo ardor es impregnarse totalmente del espritu de la liturgia (SC 14). Es adquirir una nueva mentalidad, sobre todo los presidentes celebrantes, para que celebren con toda el alma (cf. SC 17), de manera que tambin para los sacerdotes sea la liturgia la fuente primera e insustituible de su espiritualidad e inspire su accin pastoral (cf. SC 14, 10). El nuevo ardor litrgico, es volver al amor primero: Considera lo que realizas e imita lo que conmemoras (ritual de la ordenacin), de manera que vivamos como verdaderos liturgos.

Los nuevos mtodos en la sagrada liturgia, exigen el equilibrio pastoral entre la sana tradicin y el legtimo progreso (cf. SC 23) y son antes que nada aprovechar pastoralmente las mltiples posibilidades que nos ofrece el misal y los rituales para tener una celebracin variada y participativa. Tenemos siempre el peligro de la rutina, del cansancio an en las cosas de Dios. De ah la importancia de hacer cada celebracin con entusiasmo, con sentido de Iglesia.

Las nuevas expresiones en la liturgia tienen que ver fundamentalmente con la inculturacin del Evangelio y con el lenguaje de los signos y de los smbolos. La liturgia es una accin, una celebracin en que prevalecen el lenguaje de los smbolos, que no slo informan sino que tienen un papel mediador, comunicante, transformador. El comer y beber la Eucarista es el lenguaje simblico y eficaz de la comunicacin que Cristo nos hace de su Cuerpo y de su Sangre, y de la fe con que nosotros lo acogemos.

Quizs ms que buscar cambiar los signos y smbolos de nuestra liturgia, deberamos entender mejor el sentido de los que tenemos y que hemos heredado del pasado.

6. Liturgia y cultura

La liturgia es obra de Cristo y de su cuerpo eclesial, de manera que puede hablarse de una obra divina y humana. Por tanto la mediacin humana es necesaria. Conocer los alcances de esa mediacin humana es tarea de la antropologa litrgica. El hombre es ser corporal inmerso en determinada cultura celebrando aqu y ahora.

El hombre que celebra es una persona encarnada, capaz de relacionarse con Dios y con los dems hombres, y situado en determinada cultura. El hombre que celebra es producto de una mentalidad cultural, es el hombre concreto. La liturgia es una de las actividades humanas ms significativas y ricas y forma parte de la cultura de la que toma su lenguaje.

Por ser la liturgia sacramental, es decir del orden de los signos y de los smbolos, tiene que ver necesariamente con la cultura. Cada pueblo de acuerdo con su propia identidad y cultura tiene que expresar su fe ( cf. SC 13, 34).

La liturgia consta de una parte que es inmutable, por ser de institucin divina, y de otras partes sujetas a cambio, que en el decurso del tiempo pueden y an deben variar... (SC 21). Teniendo en cuenta este principio conciliar es necesario buscar nuevas formas de expresin procurando que lo esencial de la sagrada liturgia resplandezca cada vez ms.

El considerar la liturgia dentro de la cultura, nos lleva a valorar en su justa medida todo lo simblico; a considerar al hombre en su integridad; a tener una atencin profunda a la persona humana y a su mundo de relaciones; a fomentar la expresividad y la comunicacin humana. Por eso la importancia que se debe dar a todos los medios de expresin y de comunicacin de esta experiencia litrgica, entre los que sobresalen el canto, la plegaria comn, las actitudes corporales, los gestos litrgicos y determinados smbolos.

7. Renovacin litrgica y renovacin de la Iglesia particular

El Concilio afirma que la ms clara expresin de la Iglesia particular se da en la autntica celebracin de la liturgia, especialmente en la Eucarista presidida por el obispo (cf. SC 41). La liturgia es como un espejo donde se refleja la vida de la Iglesia. Pudiramos decir dime cmo celebras y te dir cmo es tu eclesiologa. No puede haber Iglesia sin bautismo y eucarista, es decir sin liturgia. Se ha dicho con verdad que si la Iglesia hace la Eucarista (la liturgia), a su vez la Eucarista(la liturgia) hace a la Iglesia. Una Iglesia que quiera renovarse no puede descuidar la vivencia de la liturgia. Y una liturgia renovada, viva, pascual har que la Iglesia sea ms autntica, ms comprometida con la causa

Si la liturgia es la fuente principal de la vida y de la renovacin de la Iglesia, es necesario dar un nuevo impulso a la renovacin litrgica empezando por los responsables ms directos de las celebraciones, como son los presidentes de las asambleas celebrativas.

La Iglesia que anuncia el Reino y denuncia el antirreino, es tambin la Iglesia que celebra, que ora por la humanidad y santifica a sus fieles. Dentro del proceso evangelizador: anuncio, celebracin y compromiso, debe haber un sano equilibrio y hay que darle el puesto que le corresponde a las celebraciones litrgicas, como meta y fuente de toda evangelizacin. Nuestras Iglesias particulares crecern como Iglesia una, santa, catlica y apostlica, en la medida en que celebren y vivan mejor el Misterio Pascual, por medio de la sagrada liturgia.

Si el obispo debe ser considerado como el gran sacerdote de su grey, de quien deriva y depende en cierto modo la vida en Cristo de sus fieles (SC 41), es preciso fomentar terica y prcticamente entre los fieles y el clero la vida litrgica parroquial y su relacin con el obispo (SC 42).

En una Iglesia particular tiene un significado especial la iglesia catedral, como madre de las iglesias de la dicesis. Es necesario suscitar un inters eclesial hacia la iglesia catedral, como signo de unidad diocesana, y que en ella haya celebraciones que puedan ser ejemplares para las parroquias (cf. SC 42).

8. Liturgia y compromiso moral cristiano

En el proceso de la Nueva Evangelizacin, el anuncio y la celebracin deben llevar a vivir como cristianos, es decir a la manera de Jesucristo. La liturgia no termina con el pueden ir en paz con que se despide a la asamblea celebrante, sino que es entonces, cuando se empieza a vivir lo celebrado. Lo que Dios ha dicho en su Palabra hay que llevarlo a la vida personal y comunitaria, y se debe convertir en compromiso con el hermano durante todo el da y toda la semana y toda la vida. La palabra escuchada y el sacramento recibido deben convertirse en obras de caridad y de justicia, de solidaridad y fraternidad. Lo celebrado hay que vivirlo en el compromiso con el hermano y en la construccin del Reino de Dios.

En la Conferencia General del Episcopado latinoamericano, reunido en Medelln, se dice muy claramente que: el gesto litrgico no es autntico si no implica un compromiso de caridad, un esfuerzo siempre renovado por sentir como siente Cristo Jess, y una continua conversin. Igualmente se dice que: la celebracin para ser sincera y plena, debe conducir tanto a las varias obras de caridad y a la mutua ayuda, como a la accin misionera y a las varias formas de testimonio cristiano (Med. 9, 3).

El que ha recibo el mensaje salvador de Jesucristo y lo ha celebrado tiene que vivir de acuerdo con lo celebrado. La Nueva evangelizacin, comprende como en una secuencia, la proclamacin del mensaje, su celebracin y el compromiso vivencial con la causa de Jesucristo. Los primeros cristianos tenan muy claro que la alabanza y ofrenda al Seor, comportaba necesariamente la solidaridad con los hermanos ms necesitados. Es muy significativo que en la presentacin de las ofrendas en la eucarista dominical, juntamente con el pan y el vino para el sacrificio eucarstico, se presentaran los dones para los pobres.

Nuestra liturgia, nuestra alabanza, nuestra celebracin sacramental nuestros hermanos. Toda celebracin litrgica autntica, debe hacernos crecer en vida cristiana, en compromiso de caridad, de justicia, de solidaridad. Nuestra liturgia no puede ser angelical, sino que tiene que engendrar comportamientos de amor efectivo.

CAPTULO III. HACIA UNA RENOVACIN DE NUESTRA LITURGIA

1. La renovacin de la liturgia, tarea siempre necesaria

En el Decreto sobre ecumenismo dice el Vaticano II: La Iglesia...es institucin terrena y humana, necesita permanentemente (UR 6).

Si de la Iglesia se puede decir que necesita una perenne reforma (Ecclesia semper reformanda), tambin se puede decir lo mismo de la sagrada liturgia (liturgia semper reformanda). El Concilio sugiere esto cuando afirma: Porque la liturgia consta de una parte que es inmutable, por ser de institucin divina, y de otras partes sujetas a cambio, que en el decurso del tiempo pueden y an deben cambiar (SC 21).

La historia nos habla de los cambios positivos y negativos que ha tenido la liturgia en el decurso de la historia de la Iglesia. Nosotros somos los beneficiarios y tambin los agentes de los cambios litrgicos que nos ofrece el Vaticano II y el tiempo posterior de aplicacin de la reforma litrgica.

La liturgia, como la Iglesia, no puede cambiar en lo que es de su esencia, pero s necesita cambios de aquellos elementos que no responden tan bien a la naturaleza ntima de la misma o han llegado a ser menos apropiados (SC 21).

El Concilio Vaticano II vio que para el crecimiento de la vida cristiana era necesaria la reforma y el fomento de la liturgia (cf. SC 1). La Iglesia en estos ltimos 35 aos se ha esforzado por renovar la liturgia. El Concilio dio comienzo a una revolucin en nuestra manera de entender y celebrar la liturgia. En este lapso ha habido momentos de entusiasmo litrgico y tambin de desencanto.

En este Ao jubilar, pasados ya los tiempos de las novedades en liturgia, debemos empearnos con responsabilidad eclesial y pastoral, con objetividad y serenidad, en una verdadera renovacin de nuestra liturgia. A nosotros nos corresponde continuar lo obra empezada por el Concilio, insistiendo no tanto en la reforma (que en buena parte ya est hecha), sino en la renovacin de la liturgia, que mira primordialmente al cambio de mentalidad de las personas, tanto de los presbteros celebrantes como de la asamblea litrgica.

Es mucho lo que se ha logrado en tan poco tiempo, pero es tambin mucho lo que queda por hacer.

Logros

Comprobamos con gozo que un buen nmero de presbteros se esfuerzan por ser buenos presidentes de las celebraciones y que instruyen a los fieles para que puedan participar mejor en los sagrados misterios. Igualmente comprobamos que muchos fieles comprenden y participan mejor en la celebracin de los sacramentos, especialmente de la Eucarista dominical.

En muchos seminarios se le ha dado ms importancia a la liturgia como lo pide el Concilio (cf. SC.15-17).

Quizs los logros ms significativos en la lnea de la reforma, son el tener todos los libros litrgicos nuevos, el haber hecho las adaptaciones de los lugares de la celebracin, y tener variados repertorios de canto.

Deficiencias

Muchos presbteros no han asimilado el espritu del Concilio en materia de liturgia y siguen haciendo ritos nuevos con mentalidad antigua. No tienen el arte de presidir.

Imponen sus gustos y caprichos por encima de lo mandado en las normas. No se preocupan por la educacin litrgica de sus comunidades. No hay una pastoral litrgica, ni vivencia del Ao litrgico. Se mezclan las acciones litrgicas con las devociones particulares o populares. No se tiene una jerarqua de valores en las fiestas litrgicas.

En algunos seminarios no hay una suficiente formacin litrgica, no se cumple lo mandado por el Concilio Vaticano II, que pide que la liturgia sea una de las materias principales en las facultades teolgicas.

En la adaptacin o reforma de los espacios celebrativos no se han realizado como lo manda la liturgia actual o se han hecho adaptaciones provisionales. En muchas ocasiones teniendo bien dispuestos los lugares de la celebracin se hace mal uso de ellos, celebrando, por ejemplo, toda la eucarista desde el altar, o no dando la debida participacin a los fieles en las lecturas.

2. Criterios para la renovacin litrgica

Estructurar y ejercitar la ministerialidad de la Iglesia

La Iglesia Cuerpo de Cristo, es toda ella ministerial, servidora. Del mismo modo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, por muchos que sean, no forman ms que un solo cuerpo, as tambin Cristo (1 Cor 12,12). Esa unidad en la diversidad es tambin de la esencia de la Iglesia Cuerpo de Cristo, en la que hay diversos ministerios y carismas y donde todos y cada uno a su manera contribuye al buen funcionamiento de la Iglesia (cf. 1 Cor 12, 27ss; Ef 4, 7ss).

Esa unidad en la diversidad es propia de la sagrada liturgia, donde la asamblea celebrante siendo una, tiene diferentes ministerios: unos son en virtud del sacramento del orden y otros se fundamentan en el sacramento del bautismo.

En la celebraciones litrgicas, cada cual, ministro o simple fiel, al desempear su oficio, har todo y slo aquello que le corresponde por la naturaleza de la accin y las normas litrgicas (SC 28).

Siendo la liturgia una accin eclesial y ministerial y el sujeto de la celebracin toda la comunidad, es necesario formar los diferentes ministros. Con respecto a los servicios fundamentados en el bautismo, es necesario para una renovacin de la sagrada liturgia suscitar la participacin de los fieles de acuerdo con sus carismas y los servicios que necesite la asamblea celebrante.

Entre estos servidores de la comunidad adems de los presbteros, diconos, lectores y aclitos instituidos, merecen especial atencin los laicos que desempean el ministerio en las acciones litrgicas, por ejemplo de lectores de la Palabra de Dios, los animadores del canto de la comunidad, los que hacen las moniciones y acogen a la gente, los monaguillos, los sacristanes, etc. que contribuyen para que la celebracin sea ms participada y fructuosa.

Es necesario proveer a su formacin no slo tcnica sino cristiana y litrgica, teniendo en cuenta que todos ellos desempean un autntico ministerio litrgico (SC 28).

Todo esto supone que en cada parroquia se forme el Comit de liturgia, para que bajo la direccin del prroco o su delegado, preparen sobre todo las misas de los domingos, y las celebraciones ms importantes, como el Triduo Pascual, la fiesta patronal, la celebracin de los bautismos, los matrimonios, las exequias, etc.

Formacin litrgica de todos los agentes

Toda accin litrgica es obra del Cristo total, es decir de Cristo y de su Iglesia (cf. SC 2. 26), es una obra a la vez divina y humana. Por ser tambin humana, la liturgia, como la Iglesia, necesita formacin de todos los miembros de la asamblea litrgica. Es preciso que todos estn bien conscientizados, acerca de la grandeza del Misterio que celebran y se preparen para hacer todo y slo aquello que les corresponde por la naturaleza de la accin y las normas litrgicas (SC 28).

Los presbteros

De los presbteros, como presidentes de la celebracin y educadores de la comunidad, depende en gran medida, las celebraciones. La renovacin litrgica ser posible en la medida que haya presbteros bien formados en la sagrada liturgia, que no se contenten con decir o administrar sacramentos, sino que con espritu litrgico se sientan celebrantes de los misterios del Seor. Por esto es indispensable que se provea, antes que nada, a la educacin litrgica del clero (SC 14).

Esa educacin adems de doctrinal, debe ser vivencial y espiritual de manera que los presbteros estn totalmente impregnados del espritu y de la fuerza de la liturgia y lleguen a ser maestros de la misma (SC 14). Es preciso que los presbteros se sientan en la celebracin de los sacramentos como verdaderos liturgos que obran en representacin de Cristo-Cabeza para el servicio de todos los miembros de la Iglesia (cf. CCE 1142). No hay que olvidar que el ministro ordenado es como el icono de Cristo Sacerdote (CCE 1142).

Los presbteros imbuidos del espritu litrgico considerarn como uno de sus ministerios prioritarios la educacin litrgica de sus comunidades (cf. SC 19). Esa formacin litrgica debe hacerse con diligencia y paciencia (SC 19) y debe considerarse como una de las funciones principales del fiel dispensador de los misterios de Dios (SC 19). Y aade el Concilio que en materia de liturgia los pastores deben guiar a su rebao no slo de palabra, sino tambin con el ejemplo (SC 19).

Los presbteros para el Nuevo Milenio, si ya lo han hecho antes, deben ahora con un nuevo espritu, volver a estudiar los principios fundamentales del Concilio Vaticano II, y las excelentes enseanzas que nos da el Catecismo de la Iglesia Catlica (Nos. 1066ss), que en parte recoge las reflexiones teolgico-pastorales que han surgido de las experiencias de fe de la Iglesia despus del Concilio.

Por otra parte, para los presbteros es indispensable el conocimiento detallado de la Ordenacin General del Misal Romano y la Instruccin General de la Liturgia de las Horas, como tambin las introducciones (prenotandas) de cada uno de los rituales, y del leccionario. All encuentran los presbteros ricas y precisas orientaciones de teologa, pastoral y espiritualidad, que sern de gran ayuda para hacer de la celebracin litrgica una fuente de vida espiritual para el presidente celebrante y para la asamblea.

Una de las tareas pastorales prioritarias de la Iglesia del comienzo de este milenio debe ser la formacin de los presbteros y fieles en la sagrada liturgia.

Los fieles laicos

Los fieles laicos en virtud de su bautismo tienen derecho a que se les forme en liturgia (cf. SC 14) y a tener dignas y autnticas celebraciones de su fe. A los pastores, especialmente a los prrocos la Iglesia les encomienda la educacin litrgica de los fieles (cf. SC 19). Tambin los fieles deben formarse en la liturgia para que puedan participar ms plenamente en las celebraciones sacramentales, especialmente en la Eucarista dominical. Los fieles deben valorar la liturgia como nos la presenta el Concilio; no se puede seguir reducindola a lo ritual y ceremonial, sino que hay que considerarla en lo que ella es, como el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo, como la celebracin sacramental del Misterio pascual, como el momento ltimo de la Historia de salvacin, como la epifana de la Iglesia, como la fuente necesaria e insustituible del verdadero espritu cristiano, como la cumbre y la fuente de toda la accin de la Iglesia.

Los fieles laicos deben apreciar la liturgia como lo fundamental para su vida cristiana. Deben considerar como una gracia la preparacin que se les ofrece para los sacramentos, como tambin el ser invitados a proclamar las lecturas en la Eucarista, o a desempear algn servicio litrgico en beneficio de la comunidad. Entonces ejercen su sacerdocio bautismal.

Formacin litrgica y catequesis

Teniendo presente que la Nueva Evangelizacin es un proceso y que pide la continuidad entre el ministerio de la palabra, la celebracin y el testimonio, hay que lograr una catequesis bblica y litrgica, que no slo instruya sobre los sacramentos sino que lleve a vivir el Misterio de Cristo que ellos actualizan. Debemos recuperar la unin entre catequesis y liturgia, de manera que no se aprendan slo verdades sino que se inicie en la vivencia del Misterio de Cristo.

Si miramos a la Iglesia de los primeros siglos, encontramos que la iniciacin cristiana se haca con una catequesis litrgica y por medio de una liturgia mistaggica. El vivir, el tener experiencias litrgicas es algo fundamental en la iniciacin cristiana, en la comprensin del Misterio de Cristo. En la explicacin catequtica de los sacramentos hay que darle mucha importancia a la parte celebrativa, ojal utilizando los rituales, explicando las lecturas, las oraciones y los signos.

Renovar los sacramentos

La renovacin litrgica, que nace de un nuevo espritu y de una nueva mentalidad celebrativa, tiene que abarcar todos los campos de la liturgia, especialmente los sacramentos, la Liturgia de las Horas, y el Ao Litrgico.

El gran Misterio de Cristo Eucarista

La celebracin eucarstica es el centro de toda la vida cristiana para la Iglesia (OGMR 1) desde los tiempos apostlicos. El Concilio Vaticano II, con respecto a la Eucarista, nos invita a retomar el espritu de las celebraciones litrgicas de la primitiva Iglesia.

Partiendo de que la Eucarista es accin de Cristo y del pueblo de Dios ordenado jerrquicamente (Ib.), el Concilio pone el nfasis en la celebracin comunitaria que incluye la participacin de toda la asamblea, presidida y animada por el presbtero presidente.

El centro de la liturgia es tambin la Eucarista, ya que por ella se hace presente el Misterio pascual, y en ella se culmina la accin con que Dios santifica en Cristo al mundo (Ib). Por ser tan importante la Eucarista, la Iglesia nos invita a que la celebremos comunitariamente cada semana en el da domingo, da del Seor. La Iglesia nunca ha dejado de reunirse para celebrar la Cena del Seor.

La participacin activa y consciente de todos los participantes en la Eucarista fue el objetivo primordial del Concilio. Se debe participar tanto en la mesa de la Palabra de Dios, como en el banquete eucarstico. En la nueva celebracin de la Eucarista, segn el misal de Pablo VI, se expresa en el orden de los signos, la doble mesa eucarstica con el ambn (lugar de la Palabra) y el altar, signo de Cristo.

En la celebracin posconciliar de la Eucarista, el presbtero no es el hombre orquesta que hace todo en el altar, sino que debe ser el presidente y animador de una asamblea toda ella ministerial y participativa, que representando a la Iglesia celebra la Cena del Seor.

La renovacin litrgica debe empezar por la renovacin de la celebracin de la Eucarista, que es a la vez sacramento del sacrificio de Cristo y banquete pascual, Cena del Seor. Ella es tambin el centro de nuestra vida cristiana. Es necesario que estimemos y valoremos la Eucarista, como el mayor don del Seor, que se ha quedado para ser nuestro alimento, para fortalecer nuestra debilidad.

En la Eucarista Dios habla a su pueblo; Cristo sigue anunciando el Evangelio. Y el pueblo responde a Dios con el canto y la oracin (SC 33). Hay, pues, un dilogo en cual todos debemos ser activos participantes, respondiendo a Dios, con el canto y la oracin, teniendo en cuenta que la mxima participacin se da con la sagrada comunin. Es necesario darle un ambiente festivo a nuestras eucaristas dominicales, y para que esto sea posible es necesario que se preparen bien.

El presidente de la Eucarista debe dar la mxima importancia a las partes esenciales de la celebracin, y entre stas sobresale la plegaria eucarstica. Esta oracin de accin de gracias y santificacin, es el centro y el culmen de toda la celebracin eucarstica (OGMR 54). Por su importancia y por la riqueza de su contenido hay que hacer todo lo posible para que la asamblea celebrante la entienda muy bien y se una con Cristo en la proclamacin de las maravillas de Dios y en la ofrenda del sacrificio (Ib). La asamblea participa escuchando con devocin y unindose con las aclamaciones previstas.

Los presbteros tiene la gran responsabilidad de explicar el contenido de la plegaria eucarstica, de rezarla con devocin y de manera inteligible para la gente, haciendo los debidos cambios de tono de voz y las pausas de interiorizacin. La liturgia nos ofrece abundantes textos de prefacios y de plegarias eucarsticas que hay que saber utilizar en beneficio de la asamblea.

Otro aspecto importante que hay que renovar en la celebracin de la Eucarista, para darle ms significado al aspecto sacrificial de la Eucarista, es el dar la comunin a los fieles con pan zimo (hostias) consagrado en la misma Eucarista. La fraccin del pan, que en otro tiempo dio el nombre a la Eucarista, tiene un gran significado: significa que nosotros, que somos muchos, en la comunin de un solo pan de vida, que es Cristo, nos hacemos un solo cuerpo (1 Cor 10,17) (OGMR 56, c). No acostumbremos a los fieles a comulgar con hostias consagradas en otras misas. Es conveniente recordar que el Santsimo se guarda en el sagrario para dar la comunin a los enfermos (a los alentados por excepcin) y para la adoracin (cf. E. M. 49).

Los otros sacramentos

Siendo la sagrada liturgia el lugar privilegiado del encuentro con Cristo vivo (EA 12), en cada sacramento, por la accin del Espritu Santo, se hace presente el Seor en nosotros. Todos los que participamos en los sacramentos debemos ser conscientes de este maravilloso encuentro con Cristo vivo, y sentir la responsabilidad de tener las disposiciones necesarias para que ese encuentro sea autntico y fructuoso.

En esta Instruccin, no vamos a hacer un tratado sobre cada uno de los sacramentos, pero s queremos decir una palabra pastoral litrgica sobre ellos.

El bautismo

La Iniciacin cristiana comienza con el bautismo, que es como la puerta santa de toda la vida cristiana, contina con la confirmacin y tiene su plenitud en la Eucarista.

El Nuevo Testamento nos presenta el Bautismo como una inmersin en el Misterio pascual de la muerte y resurreccin de Cristo (Rom 6, 3-4).

El ritual actual del bautismo presenta en primer lugar el Rito de la iniciacin Cristiana de los adultos, que es el paradigma para entender los ritos de iniciacin.

La iniciacin al Misterio de Cristo y de la Iglesia es una adhesin a Cristo con fe adulta y un compromiso con la comunidad de los cristianos. El bautismo es el primer misterio sacramental en el que participa una persona. Por medio de l se une a Cristo en la Iglesia y se introduce en la comunidad eucarstica. De ah la importancia de una seria preparacin por etapas mediante el catecumenado.

Es de suma importancia seguir el proceso que seala el ritual, no slo en sus ritos sino sobre todo en su espritu. La liturgia pide siempre que se valoren los signos fundamentales de cada sacramento. Hay que darle toda la importancia a los signos de la asamblea, del agua, del crisma, del vestido blanco, de la luz etc. El ritual es una fuente de orientaciones para poder celebrar muy bien el bautismo.

Todo bautismo, y mucho ms el de un adulto, es una celebracin eclesial, que pide la participacin de la comunidad. El tiempo oportuno para el bautismo de adultos es la Vigilia pascual, y juntamente con el bautismo se celebra el sacramento de la confirmacin, y se comulga eucarsticamente. Recordemos que siempre que se bautiza a un adulto, lo normal es que se celebre tambin la confirmacin y la Eucarista (CIC ).

El bautismo de los nios, se inspira en el ritual del bautismo de los adultos. Como todo sacramento debe hacerse comunitariamente (cf. SC 26), sin hacer acepcin de personas (cf. SC 32), dndole todo su valor y el tiempo necesario a la preparacin de los padres y padrinos. Hay que privilegiar el tiempo pascual y los domingos (no tanto en cuaresma), como el tiempo ms apto para los bautismos, ya que expresa mejor el nexo con la Pascua. La celebracin normalmente debe hacerse dentro de la Eucarista, en las parroquias. Si se celebra fuera de la Eucarista, es necesario hacerlo dentro de una celebracin de la Palabra, con su respectiva homila, destacando la profesin de fe y el bao bautismal.

Hacer una adecuada preparacin a los padres y padrinos, cuando se trata del bautismo de nios, antes del sacramento. A los nios adultos en la fe, hay que prepararlos de acuerdo con el proceso catecumenal que nos ofrece el ritual.

Tener bien dispuesto el lugar del bautisterio, que sea a la vez funcional y simblico. Recomendamos a los pastores leer y aplicar las ricas enseanzas contenidas en el nuevo ritual.

Confirmacin

Lo primero que hay que tener muy presente, es que la confirmacin es uno de los sacramentos de la Iniciacin cristiana, y por tanto est muy unido al bautismo y a la Eucarista. En segundo lugar este sacramento est asociado con la explicitacin de la presencia del Espritu Santo en aquel que lo recibe. La vida del cristiano es una vida llena del Espritu Santo. La confirmacin nos sella con el Don del Espritu Santo. El confirmado debe comprender bien que no slo es enriquecido con los dones del Espritu, sino que recibe el Espritu, como don de Dios Padre.

Por la edad en que se celebra, en Colombia, la confirmacin se considera como un signo del compromiso cristiano que es a la vez ratificacin personal del propio bautismo y compromiso apostlico con el Reino. Debiera ser tambin la ocasin para una vinculacin ms consciente a la Iglesia particular, a cuya cabeza est el obispo que es el ministro ordinario de este sacramento. La preparacin para este sacramento debe estar en ntima conexin con el bautismo y la Eucarista.

El sacramento de la reconciliacin y penitencia

Este sacramento merece una atencin especial tanto de parte de los presbteros como de los fieles. Es el sacramento del encuentro con Dios Padre misericordioso. Es el abrazo del Padre bueno con el hijo prdigo que vuelve a la casa del Padre. Uno de los mayores logros del actual ritual de la penitencia es que se ha restaurado la conciencia pblica de la dimensin social del pecado y la eclesialidad del sacramento. La reconciliacin con Dios va de la mano con la reconciliacin con los hermanos.

El misterio de la reconciliacin y el sacramento por el que la Iglesia hace presente el perdn a los cristianos, es el misterio de la muerte y resurreccin de Cristo, el misterio de la sangre de Jess derramada para el perdn de los pecados. En el misterio de la reconciliacin, la Iglesia, por medio del ministro sacerdote, habla a los penitentes como Jess: Tus pecados son perdonados (Lc 7, 48; cf. Lc 15, 32; Jn 8,11).

Hay que hacer catequesis sencillas sobre este hermoso sacramento y propiciar y facilitar su celebracin, utilizando segn las circunstancias las varias posibilidades previstas en el ritual. Hay que presentar este sacramento en su dimensin eclesial y propiciar la preparacin y accin de gracias comunitaria, para ayudar a los fieles a comprender que tambin el sacramento de la penitencia aunque se haga individualmente, es como todo sacramento, una accin comunitaria y eclesial. Las celebraciones comunitarias del misterio de la penitencia y del amor misericordioso de Dios han redescubierto la verdad antigua, de que nadie debiera sentirse solo en su experiencia de pecado y nadie debiera sentirse separado del amor reconciliador que Dios ofrece a cada uno que se acerca a su Divina Misericordia.

Es necesario renovar tambin el lugar de la celebracin de este sacramento, procurando que los fieles puedan optar o por el confesionario con rejas o estar de cara al celebrante. A ser posible que haya una capilla de la reconciliacin. El presbtero debiera revestirse de alba y una estola amplia como la usada para los otros sacramentos.

Matrimonio

El matrimonio entre dos cristianos bautizados es un sacramento, y como tal es una celebracin litrgica de la Iglesia. Es por lo tanto una celebracin del misterio del amor fiel de Dios, mostrado a travs del Misterio pascual de Jesucristo. La fidelidad de Dios puede ser reflejada en la fidelidad mutua de una pareja. El amor humano es una imagen de y una participacin en el amor de Dios.

Este sacramento de cual San Pablo dice Gran misterio es ste, que yo relaciono con la unin de Cristo y de la Iglesia (Ef 5, 32), siempre ha necesitado de una profunda preparacin, pero en los tiempos actuales en que se han generalizado las uniones libres y se admite legalmente el matrimonio civil y el divorcio, es urgente que haya una ms seria preparacin, que no se puede reducir nicamente a un curso prematrimonial, sino que tiene que abarcar una formacin de la vida cristiana y del amor. Es indispensable que los novios comprendan el aspecto cristiano, sacramental del matrimonio, y los deberes que conlleva.

En la celebracin litrgica hay que tener en cuenta que los novios son el centro de la celebracin del misterio de la boda. Ellos tienen un papel ministerial en el sacramento. No hay que hacer acepcin de personas. Se necesita una educacin de los cantores para que no conviertan la celebracin del sacramento en un concierto musical. Tampoco se debe convertir el sacramento en un acto social, donde hay muchos espectadores y pocos participantes.

Como todo sacramento, el matrimonio es una accin litrgica en que debe participar la asamblea. La celebracin autntica de una boda cristiana compromete tanto a la pareja como al ministro que preside.

Uncin de los enfermos

El rito del misterio sacramental de la uncin de los enfermos est situado ahora en el contexto ms amplio del cuidado pastoral de los enfermos. La pastoral de los enfermos tiene en el sacramento de la Uncin de los enfermos su momento culminante. La celebracin es reflejo del misterio del amor de Dios que da vida y triunfa sobre la debilidad humana. El sacramento es una celebracin del Misterio pascual de la muerte y resurreccin de Cristo.

El nuevo ritual presenta este sacramento centrado en el misterio del poder curativo de Dios y lo restituye para los enfermos que pueden beneficiarse de su oracin, participando en l. Las oraciones suaves y llenas de esperanza, los pasajes de la escritura y las rbricas invitan al ministro a celebrar los ritos con ternura, sensibilidad y cario. Habra que hacer una catequesis adecuada para que se celebre no cuando el enfermo est inconsciente y moribundo sino cuando est enfermo de alguna gravedad y puede participar conscientemente en el sacramento. Habr que celebrarlo con la familia del enfermo, en un ambiente de oracin e iluminados por la Palabra de Dios.

Hay que resaltar en la celebracin la imposicin de las manos, la uncin con el leo y la oracin de la fe. Tambin este sacramento se puede hacer dentro de la Eucarista y para varios enfermos con un sentido eclesial.

Orden

Dios elige a algunos bautizados, para dedicarlos totalmente al servicio evanglico de la comunidad (cf. PO 2). Hoy gracias a una eclesiologa de comunin y participacin, los presbteros tienen una conciencia ms lcida de que son los servidores de los fieles, a ejemplo de su Maestro que vino a servir y no a ser servido (cf. Mt 20, 28), y que dio ejemplo de entrega por amor (cf. Jn 13, 1-21).

Los obispos, presbteros y diconos somos por el bautismo hermanos de todos los fieles (Mt 23, 8), pero por el sacramento del orden Cristo nos confa la responsabilidad de guiar y servir a nuestros hermanos. En las acciones litrgicas juntamente con el pueblo de Dios somos celebrantes (cf. CCE 1140), pero al mismo tiempo tenemos funciones especficas por ejercer un ministerio in persona Christi capitis, ya que somos iconos de Cristo Cabeza, con la responsabilidad de animar a la comunidad para que participe activa, consciente y fructuosamente de los sacramentos.

Que esta Instruccin litrgica sea la ocasin para que fieles laicos y obispos, presbteros y diconos tomemos conciencia de que somos parte de la nica Iglesia de Cristo, que ha recibido de su Fundador la misin de celebrar su Misterio pascual por medio de la sagrada liturgia, y que todos nos esforcemos por hacer celebraciones dignas, piadosas, alegres y fructuosas. No sobra recordar que la sagrada liturgia debe ser para todos la fuente en la que debemos beber el verdadero espritu cristiano (cf. SC 14).

Liturgia de las Horas

El Misterio pascual con su eficacia salvadora, llega a nosotros principalmente por los sacramentos. Pero adems nos llega por medio de la Liturgia de las Horas y la vivencia del Ao litrgico.

Jesucristo misionero, cercano a los pobres, fue fundamentalmente adorador del Padre, fue un hombre de profunda oracin (cf. Mt 11, 25; Mc 14, 38; Jn 12, 27-28; Jn 11, 41- 52; Jn 17; Mc 15, 34). l sigue orando e intercediendo por nosotros y quiere que su Iglesia se una a l en la oracin constante (cf. IGLH 6-7). Es aleccionador comprobar que las comunidades cristianas, despus de la Pascua y Pentecosts se dedicaron asiduamente a la oracin (cf. Hch 2, 44), y que santificaban la jornada por medio de la oracin tres veces al da, an antes de que la Eucarista se celebrara diariamente (cf. Didaj, 8; Tradicin Apostlica, 41). Como herencia de esa prctica de la Iglesia primitiva, hoy tenemos la Liturgia de las Horas, que es la oracin oficial de la Iglesia (cf. IGLH 20 ).

Esta oracin, en sus dos momentos principales Laudes y vsperas (cf. IGLH 37ss), es como toda accin litrgica, eclesial, comunitaria, de todo el pueblo de Dios (IGLH 20).

En la renovacin litrgica debe tener un puesto importante la oracin de la Iglesia. Es preciso que los presbteros sean maestros de oracin, que convoquen y dirijan la oracin del pueblo (cf. OGLH 23) y que oren con su pueblo, utilizando los mismos salmos con que or Jess y Mara y con los que ha orado la Iglesia, durante veinte siglos. La Iglesia se siente responsable de hacer efectiva la enseanza del Seor de orar siempre y sin desanimarse ( Lc 18,1), y por eso escoge y delega a los que reciben el sacramento del orden, para que sean como el sacramento de la Iglesia en oracin, para que ellos se unan diariamente a la oracin de Cristo, y presenten el sacrificium laudis al Padre, por toda la humanidad (cf. OGLH 28-29).

Una renovacin de la liturgia debe incluir un verdadero aprecio y fidelidad a la Oracin oficial de la Iglesia, sobre todo de parte de los presbteros, diconos y seminaristas. Reconociendo la necesidad de la oracin personal mandada por el mismo Seor, es preciso iniciar en la oracin litrgica a los fieles ms cercanos y colaboradores en la pastoral (cf. IGLH 27).

Participacin consciente, activa y fructuosa

El objetivo de la renovacin litrgica es lograr la vivencia del Misterio de Cristo en la vida de los fieles. Para lograr esto, toda la asamblea celebrante, siendo consciente de su sacerdocio bautismal (1 Pe 2,10) y de la naturaleza de la liturgia, debe tomar parte activa y consciente en las celebraciones (cf. SC 14), especialmente en la Eucarista dominical.

La meta que se propuso el Vaticano II y que es tambin el objetivo de la pastoral litrgica, es llevar a los fieles a la participacin activa, consciente y fructuosa en las celebraciones litrgicas (cf. SC 11, 14, 19, 21, 48). Si los fieles son los actores de la celebracin, si por el bautismo participan del sacerdocio de Cristo, tienen el derecho y el deber de participar (cf. SC 14). No pueden ser simples espectadores, sino que como Iglesia unidos a Cristo, son los actores de la celebracin ( cf. SC 48).

A los pastores se les recomienda la educacin de sus comunidades, a fin de que de una manera gradual lleguen a una participacin interna y externa, activa y consciente, adaptada a los lugares y edades y eso s que sea fructuosa (cf SC 19), que no se queden en bonitas celebraciones, sino que lleve al compromiso con el hermano (cf. Med. 9, 3), porque al mismo Cristo que se ha encontrado en la celebracin litrgica se debe descubrir y servir en el hermano pobre, enfermo, desplazado, hambriento y perseguido.

La autntica participacin en la liturgia debe llevar a una mejor vivencia del Misterio que se celebra. No se trata, por una falsa comprensin de la participacin de los fieles de hacer la misa ms interesante, metiendo dentro de ella cosas que no son de la naturaleza de la liturgia (bailes, proyecciones, teatro, canciones y lecturas que tienen poco que ver con la celebracin de la Pascua del Seor). Tampoco se trata de inventar y cambiar oraciones inclusive las anforas, o de hacer interminables procesiones de ofrendas. La verdadera pedagoga y pastoral tiene que ser diferente.

No nos engaemos pensando que hay que hacer la misa ms entretenida para que vayan a ella los jvenes. Ellos tienen mejores entretenimientos a donde ir. Los jvenes vendrn a la Eucarista cuando descubran a Jesucristo como el centro de su vida y a la Eucarista como el lugar de encuentro con ese Amigo Vivo.

Cuando se empez la reforma litrgica despus del Concilio, se instruy y motiv a los fieles para que participaran en la nueva manera de celebrar la Eucarista y los sacramentos. Creemos que ahora cuando se nos invita a la renovacin de la sagrada liturgia es necesario volver a instruir a los fieles en la sagrada liturgia y de una manera prctica iniciarlos o hacerlos progresar en la participacin.

Los pastores y todos los agentes de pastoral deben tener como una de sus principales tareas pastorales la educacin litrgica de sus fieles, convencidos de que haciendo esto, estn cumpliendo una de las funciones principales del fiel dispensador de los misterios de Dios (SC 19). La mejor educacin litrgica se hace con el ejemplo, con el testimonio.

Dentro del proceso de la Nueva Evangelizacin, en lo que toca a la liturgia, se impone una renovacin de las personas, presbteros y fieles laicos, de manera que con una nueva mentalidad tengan el verdadero espritu litrgico, sean liturgos, sean verdaderos participantes de la celebracin.

Celebraciones dignas, vivas y bellas

La misma naturaleza de la sagrada liturgia, que es obra de Cristo y de su Iglesia, y que actualiza sacramentalmente el Misterio pascual, exige que nuestras celebraciones se hagan con dignidad, con respeto, con devocin, que sean vivas y bellas. Los ritos deben resplandecer con una noble sencillez (SC 34). No debemos confundir la sencillez con el descuido y el mal gusto. La celebracin eclesial de la fe pide un ambiente de piedad, en que la voz concuerde con la mente y el corazn.

Para ayudar a que las celebraciones sean dignas, piadosas y bellas, se han construido los templos. Por el mismo motivo se pide que los cantos no sean profanos sino que ayuden a la vivencia del Misterio que se celebra, que los ornamentos y los vasos sagrados sean dignos y bellos para que contribuyan a una mejor celebracin.

Se trata de celebrar la Eucarista de una manera sencilla, pero digna, resaltando lo esencial de la celebracin, con la claridad de los signos, con el reposo de las palabras, con el sosiego de los gestos, con el ritmo y la armona del conjunto.

Los libros litrgicos

Uno de los logros ms concretos del Vaticano II en materia de liturgia, es la traduccin y edicin de todos los libros litrgicos necesarios para la celebracin de la Eucarista y los dems sacramentos. Igualmente los libros de oracin de la Liturgia de las Horas y el bendicional etc. Hoy la liturgia nos ofrece para la Eucarista los libros del altar, de las lecturas de acuerdo con los diversos ciclos; adems los rituales para todos los sacramentos, el pontifical, etc. Los libros litrgicos actuales ofrecen unas notas introductorias que son verdaderas sntesis de teologa pastoral y elementos para la vida espiritual del cristiano.

Los presbteros deben familiarizarse con los libros litrgicos y hacerlos con frecuencia motivo de estudio y reflexin.

Pedimos a todos los presbteros que conozcan mejor el misal, donde se encuentran muchas opciones para elegir los textos de las misas, los diversos prefacios y plegarias eucarsticas. Igualmente hay que familiarizarse con los leccionarios y los rituales para tener claro las varias posibilidades que nos ofrecen los libros actuales de liturgia.

Si se hiciera esto seguramente que mejoraran las celebraciones de la Eucarista y de los sacramentos.

Los nuevos libros son valiosos instrumentos para la celebracin; por eso lo primero que hay que hacer es tener en todos los lugares de culto, los libros actuales de la liturgia. Estos libros son tambin en cierta manera signos celebrativos y por eso hay procurar tenerlos en buenas condiciones.

Fidelidad a la disciplina de la Iglesia

El Misterio que celebra la sagrada liturgia es ante todo la obra de Dios, la que l hace en nosotros y por nosotros. La celebracin sacramental del Misterio pascual, es obra de Dios a travs de Jesucristo por la fuerza del Espritu Santo. Cristo ha confiado a su Iglesia la realizacin de su Misterio pascual mediante el sacrificio y los sacramentos ( SC 6), es decir por medio de la liturgia. La Iglesia fiel a su Fundador, debe procurar que la liturgia cumpla su finalidad de glorificacin de Dios y santificacin de los hombres (cf SC 7, 10, 33) debe procurar que cumpla su finalidad evangelizadora sin perder su propia identidad y de acuerdo con su propia naturaleza (cf. 9, 33). Debe velar para que no se la instrumentalice para otros fines, aunque sean buenos.

Las normas de la Iglesia en materia de liturgia, son garanta de la eclesialidad de la celebracin. Cumpliendo lo mandado por la Iglesia estoy seguro de estar haciendo lo que Cristo mand. La disciplina es una consecuencia de la eclesialidad. Si la liturgia es eclesial nadie tiene derecho a privatizarla o cambiar los signos de la celebracin. Las leyes y normas litrgicas estn al servicio de la naturaleza misma de la liturgia y al servicio de la unidad, aun dentro de una legtima diversidad.

El celebrante presidente y la asamblea no son dueos de la liturgia, sino que estn al servicio de la liturgia. No somos los propietarios de los signos y de los smbolos litrgicos, somos sus cuidanderos e intrpretes. Sera una nueva forma de clericalismo, el imponer a los fieles nuestra liturgia, nuestros gustos o caprichos. La asamblea tiene derecho a que le celebren bien la liturgia aprobada y mandada por la Iglesia. Por eso el presbtero tiene que ser consciente de que l sirve a la liturgia de la Iglesia y que no puede servirse de la liturgia para