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EL PADREDE LA FAMILIA

CELESTIALMiércoles, 4 de agosto de 1999Nueva York, Estados Unidos

Es nuestra intención hacer una transcripción fi el y exacta de este Mensaje, tal como fue predicado; por lo tanto, cualquier error en este escrito es estrictamente error de audición, transcripción e impresión, y no debe interpretarse como errores del Mensaje. El texto contenido en esta conferencia puede ser verifi cado con las grabaciones del audio o del video. Este folleto debe ser usado solamente para propósitos personales de estudio hasta que sea publicado formalmente.

NOTA AL LECTOR

Notas

Notas

EL PADRE DELA FAMILIA CELESTIAL

Dr. William Soto SantiagoMiércoles, 4 de agosto de 1999

Nueva York, Estados Unidos

Muy buenas tardes, amados hermanos y amigos presentes aquí en New York. Es para mí un privilegio

grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino, para así ver quiénes somos nosotros en el Programa de Dios.

Y luego, en la noche, estaremos nuevamente reunidos, para compartir (con todas las demás personas que también estarán) el tema correspondiente a la noche, que será: “LA BENDICIÓN DE SER AMIGO DE JESUCRISTO”.

Para esta ocasión quiero leer en la carta de San Pablo a los Efesios, capítulo 2, verso 19 en adelante (19 al 22), donde dice:

“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,

edifi cados sobre el fundamento de los apóstoles y

DR. WILLIAM SOTO SANTIAGO4

profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edifi cio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edifi cados para morada de Dios en el Espíritu”. Nuestro tema para esta ocasión es: “EL PADRE DE LA FAMILIA CELESTIAL”. Así como hemos venido a esta Tierra y hemos tenido un padre terrenal, hay un Padre celestial para la Familia celestial; y toda persona desea pertenecer a esa Familia celestial. Ahora, para poder comprender cómo pertenecer a la Familia celestial, necesitamos ver cómo hemos venido a pertenecer, a ser parte de la familia terrenal. Desde que Dios colocó al ser humano en la Tierra, al cual colocó con vida eterna, le dio un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, en el cual vivió no sabemos cuántos días, meses, años, milenios o millones de años; un cuerpo teofánico, parecido a nuestro cuerpo pero de la sexta dimensión; un cuerpo teofánico igual al cuerpo teofánico de Jesucristo, o sea, igual al Ángel de Jehová, un cuerpo teofánico como el del Ángel de Jehová, que es un cuerpo angelical. Luego Dios le creó un cuerpo del polvo de la tierra a Adán; y al colocarlo en ese cuerpo terrenal era un joven de 18 a 21 años en apariencia, no tenía problemas de salud. Luego tomó de su costado y le hizo una compañera a Adán1; pues, después de la salvación, lo más grande que un ser humano puede tener es una buena compañera. Y ahora, encontramos que el Programa Divino para la 1 Génesis 2:21-22

EL PADRE DE LA FAMILIA CELESTIAL 21

Bodas del Cordero en el Cielo, a esa gran fi esta celestial. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén. Ha sido un privilegio grande estar con ustedes en esta tarde, dándoles testimonio de EL PADRE DE LA FAMILIA CELESTIAL; y ese es nuestro Padre, el Padre de ustedes y el mío también. Así que podemos ver por qué somos hermanos: porque somos hijos del mismo Padre. “EL PADRE DE LA FAMILIA CELESTIAL”.


Y una persona, reconocer que es un descendiente de Dios, es realmente una bendición, porque entonces puede saber el por qué vive en este planeta Tierra. Y esa angustia existencial que tiene la raza humana, ya no la tiene el creyente en Cristo, porque ya sabe de dónde vino: de Dios, de la séptima dimensión; dónde está: aquí, en esta dimensión terrenal; y por qué está aquí: sabe el propósito para el cual está aquí; y luego hacia dónde va: pues vamos hacia el Reino de Jesucristo Milenial, y también a la Cena de las Bodas del Cordero, vamos para vivir eternamente con nuestro amado Señor Jesucristo. Y eso sí que es tener futuro. El futuro más glorioso es el futuro de los miembros de la Familia de Dios. Por eso es una bendición y privilegio grande pertenecer a la Familia de Dios; y reconocer al Padre de la Familia, nuestro amado Señor Jesucristo, que es el Verbo que se hizo carne, y habitó en medio de los seres humanos, y murió por nosotros en la Cruz del Calvario; y el cual ha estado haciendo intercesión en el Cielo por los que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero; y ha estado en Su Iglesia en Espíritu Santo, manifestado de etapa en etapa, llamando Él a todas Sus ovejas (todas Sus ovejas, que son Sus hijos), a los miembros de la Familia de Dios. “EL PADRE DE LA FAMILIA CELESTIAL”. Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios, y pronto seamos transformados juntamente con los muertos en Cristo que serán resucitados en cuerpos eternos; y luego de la manifestación plena de Dios en nosotros, que durará de 30 a 40 días en la Tierra, nos lleve a la Cena de las


persona venir con vida eterna a la Tierra es por medio de creación divina, como Dios hizo a Adán; pero por causa del pecado, que entró a la raza humana, el ser humano perdió el derecho a la vida eterna. Por lo tanto, el ser humano, desde el día que cayó de la vida eterna y entró la muerte, encontramos que comenzó a contarle el tiempo de vida terrenal al ser humano, y no puede el ser humano vivir eternamente en el cuerpo mortal, corruptible y temporal. Y ahora, el ser humano nace por medio de la unión de un hombre y de una mujer; antes, en el principio, no fue así, pues Dios creó al ser humano; pero luego, el ser humano —luego de la caída— aparece por medio de la unión de un hombre y de una mujer, que son nuestros padres. Ahora, vean ustedes, toda persona que viene así, viene como un descendiente de Adán, viene por medio de esa familia terrenal, de la cual Adán es la cabeza, el primero; pero por cuanto Adán y Eva cayeron, es una familia, una raza caída: no tiene vida eterna. Pero ahora, a través de la Escritura tenemos la promesa de que vendrá un hombre perfecto, con vida eterna; y cuando se cumplió esa promesa estaba en la Tierra un hombre llamado Jesús, el cual era nada menos que el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto dentro de un cuerpo de carne que nació en Belén de Judea a través de la virgen María: un cuerpo creado por Dios en el vientre de María, creando Dios una célula de vida en el vientre de María, la cual se multiplicó célula sobre célula; y fue así formado el cuerpo de Jesús, en el cual habitó Dios, el Ángel del Pacto, el Verbo, habitó en Él en toda Su plenitud. O sea que Dios se hizo hombre. Ese es el misterio grande de la Primera Venida de Cristo: “Grande es el


misterio de la piedad: Dios ha sido manifestado en carne”2, o sea, Dios ha sido hecho hombre y ha vivido en medio de los seres humanos. ¿Para qué? Para quitar el pecado del ser humano, y darle así vida eterna; porque si quita el pecado, entonces sin pecado el ser humano vive eternamente. Así es como viene la vida eterna, y es por medio de Jesucristo; por eso Él dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí”. Ahora podemos ver también las… Eso está en San Juan, capítulo 15. Y en… vamos a ver si ese es el lugar… Luego que Él habla mucho del Padre, le dice Felipe: “Muéstranos al Padre, y nos basta”. Capítulo 14. Era capítulo 14, verso 6: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras. De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre”.2 1 Timoteo 3:16


que la cerró fue Dios14. Y aquí el que cierra la Puerta en la Casa de Dios es el mismo Jesucristo, el Padre de toda la Familia. Ahora, para cada edad Él ha tenido un instrumento, ahí en la Puerta, llamando para que entren por la Puerta, que es Cristo, a la Casa de Dios; pero cuando Él se levante del Trono de Intercesión en el Cielo, y reclame todo lo que Él ha redimido con Su Sangre, la Puerta ya estará cerrada; y nadie más entrará al Cuerpo Místico de Jesucristo, o sea, a la Casa de Dios, porque ya estará completo (completado) el número de la Familia celestial; y entonces seremos transformados y llevados luego con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. Hay personas que son hijos de Dios, escogidos de Dios, primogénitos de Dios, parte de la Familia de Dios, y ni saben que son parte de la Familia de Dios; sus almas son de Dios; pero cuando les llega el Mensaje, les llega directamente al alma, al corazón, y entonces el alma es despertada a la realidad; y así nace a vida eterna, a la vida de Dios, a la vida de la Familia celestial. Bueno, hemos visto quiénes somos nosotros conforme a la Palabra de Dios. Y lo que dice la Palabra es la verdad: somos “miembros de la familia de Dios”. ¿Cómo usted ha venido a ser un miembro de la familia terrenal donde usted nació? Pues por medio del nacimiento, por nacer en ella; y por nacer en la Familia de Dios, por medio del nuevo nacimiento, creyendo en Cristo como nuestro Salvador, hemos nacido en la Familia de Dios y pertenecemos a esa Familia de Dios, somos parte de esa Familia de Dios: miembros de la Familia de Dios; para que lo entiendan mejor: descendientes de Dios.14 Génesis 7:16


en el Reino Milenial y por toda la eternidad; así como los patriarcas tienen una parte muy importante en medio del pueblo hebreo para el Milenio y para toda la eternidad; y también los apóstoles de Jesucristo, y los siete ángeles mensajeros de Jesucristo, y el Ángel del Señor Jesucristo. Y ahora vean a la familia que ustedes pertenecen: pertenecen ustedes a la Familia celestial, de la cual Jesucristo es el Padre; y también Él es la cabeza, el primero de esa Familia, el mismo Dios que se hizo hombre y habitó en medio de la raza humana. Y un cuerpo como el cuerpo glorifi cado de nuestro amado Señor Jesucristo tendremos nosotros cuando Él nos dé el nuevo cuerpo; y así todos estaremos en la Familia de Dios con un cuerpo glorifi cado, igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo. Vean tantas bendiciones que hay para la Familia de Dios; y es a Su Casa, que es Su Familia, a la cual Él ha prometido venir en este tiempo fi nal, como ha venido de edad en edad manifestado en el mensajero de cada edad. “EL PADRE DE LA FAMILIA CELESTIAL”. Y Él cerrará la Puerta, dice San Lucas, capítulo 13, verso 25 en adelante; algún día la cerrará. Es como cuando en la casa entran todos los de la familia, y el padre cierra la puerta en la casa para que no entren otras personas, porque ya es hora de cerrar la puerta. San Lucas, capítulo 13, verso 25, dice: “Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois”. Como fue en el tiempo de Noé, que cuando entró Noé y su familia, y Dios cerró la puerta, ya los que tocaban a la puerta no tenían respuesta, y no se les abría la puerta; el


Ahora vean cómo Jesús nos muestra que el Padre está en Él; el Creador de los Cielos y de la Tierra, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto. Vean ustedes, Dios viene descendiendo de la séptima dimensión, y tiene un cuerpo teofánico en el cual habita en la sexta dimensión. Vean, de la séptima baja a la sexta dimensión, y luego baja a esta dimensión en carne humana en Jesús de Nazaret, para llevar a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario y restaurar al ser humano a la vida eterna. El Programa de la restauración del ser humano a la vida eterna, vean ustedes, tiene que ver con la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, para así quitar el pecado, porque con pecado el ser humano no puede vivir eternamente. Y ahora, en el Programa de la Redención, a todo creyente en Jesucristo que lava sus pecados en Su Sangre y recibe Su Espíritu Santo, vean ustedes, Dios le otorga un cuerpo teofánico de la sexta dimensión; así como Dios le dio un cuerpo teofánico a Adán antes de venir a esta Tierra en un cuerpo de carne. Ese es el Programa de y con vida eterna: obtener primeramente el cuerpo teofánico de la sexta dimensión, y luego obtener el cuerpo físico y eterno, el cual Él nos dará cuando resucite a los muertos en Cristo y nos transforme a nosotros los que vivimos; y eso será cuando se complete la Casa de Dios, o sea, la Familia de Dios, esa Familia celestial. El Padre celestial, el Padre de la Familia celestial, vean ustedes, ha estado llevando a cabo una Nueva Creación; una Nueva Creación de la cual Jesucristo es el primero, es


la cabeza3, un hombre con vida eterna. Y ahora, por medio de ese hombre con vida eterna, el ser humano es restaurado a la vida eterna. La muerte entró por un hombre, por Adán, y ahora la vida eterna entra a la raza humana por medio de un hombre, Jesucristo nuestro Salvador4. Y ahora, pertenecemos a la Familia de Dios, porque hemos nacido en la Familia de Dios. Y así como al nacer por medio de nuestros padres terrenales, nacimos en la familia terrenal, descendientes de Adán; ahora por medio del nuevo nacimiento hemos nacido en la Familia celestial, por medio de Jesucristo nuestro Salvador, al recibir Su Espíritu y recibir así vida eterna (obtener así el nuevo nacimiento); y ahora somos descendientes del segundo Adán, de Jesucristo nuestro Salvador. Y ahora, pertenecemos a una Familia celestial; esa es la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo. Y en esa Casa, vean ustedes, la cual Él está construyendo, creando (es por creación divina)…; porque “no es con ejércitos, ni con fuerzas (dice Zacarías, capítulo 4), sino con mi Espíritu, ha dicho el Señor”. Y todo eso fue refl ejado en la casa, en el templo que fue restaurado allí por el sacerdote Josué y el príncipe Zorobabel. Ahora, Cristo está construyendo una nueva casa, o sea, una nueva familia: una Familia celestial. La Iglesia de Jesucristo es la Casa de Dios, la Familia de Dios, el Cuerpo Místico de Jesucristo compuesto por los redimidos por la Sangre de Jesucristo, que tienen sus nombres escritos (¿dónde?) en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero (¿desde cuándo?), desde antes de la fundación del mundo.3 Colosenses 1:184 1 Corin os 15:21-22


edad. Y la Edad de la Piedra Angular corresponde a los latinoamericanos y caribeños. ¿Y dónde hay más latinoamericanos y caribeños? Pues en la América Latina y el Caribe. Así que podemos ver todo ese Programa Divino, y así podemos ver la Casa celestial de Jesucristo, Su Iglesia, la cual Él está creando; eso es por creación divina, de edad en edad. Y ahora podemos ver quiénes somos nosotros: somos miembros de la Familia de Dios, de esa Familia celestial; y no lo sabíamos, pero ya sí lo sabemos. Y tenemos un Padre, el Padre celestial, EL PADRE DE LA FAMILIA CELESTIAL, que es nuestro amado Señor Jesucristo; el Padre celestial, el Verbo que era con Dios y era Dios, el cual se hizo carne y habitó en medio de la raza humana: nuestro amado Señor Jesucristo. Ahora podemos ver quién es EL PADRE DE LA FAMILIA CELESTIAL: nuestro amado Señor Jesucristo; y nosotros: Sus hijos de este tiempo fi nal, nacidos en el Reino de Dios, en la Iglesia del Señor Jesucristo en este tiempo fi nal, en la Edad de la Piedra Angular. Algún día se cerrará la Puerta, pero ya habrá entrado cada escogido a la Casa de Dios. “EL PADRE DE LA FAMILIA CELESTIAL”. Hemos visto cómo se ha ido formando esa Familia celestial. Vean cómo fue tipifi cado: fue tipifi cado en la formación del pueblo hebreo: Abraham, Isaac, Jacob y los doce patriarcas; y de ahí surgió el pueblo hebreo. Y ahora vean cómo ha ido surgiendo la Familia celestial, la Iglesia del Señor Jesucristo: a medida que Él ha estado enviando Sus mensajeros de edad en edad. Por eso Sus mensajeros tendrán una posición muy importante


siervo fi el y prudente para cada etapa: esos son los ángeles mensajeros de cada edad, y ese es el padre de familia de la edad; pero el Padre de Familia de toda la Iglesia es Jesucristo nuestro Salvador. Y ahora, podemos ver cómo Cristo, el Padre de Familia de toda Su Casa, de toda la Iglesia, por medio del mensajero de cada edad trae a vida los escogidos de cada edad; nacen en esa edad y nacen así en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, por medio de la Palabra que ha sido hablada a través del mensajero de cada edad. Y ahora, cuando hemos visto que Dios se ha manifestado en la tierra de Israel, y luego entre los gentiles en Asia Menor, Europa y Norteamérica; y ahora nos preguntamos: “¿Y por dónde anda Jesucristo, el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo, en nuestro tiempo, manifestándose y llamando y juntando a Sus escogidos? Pues anda por la América Latina y el Caribe; y está llamando y juntando latinoamericanos y caribeños, no importa a dónde se hayan ido a vivir. Hasta donde se encuentren ellos, hasta ahí les llega el Mensaje; aunque se vayan para Europa o Asia o donde se vayan, hasta allá les llega el Mensaje. Ahora, podemos ver que siempre el centro de operaciones de Cristo en cada edad ha sido el territorio donde Él está cumpliendo el Programa para esa edad; pero se ha extendido el Mensaje hacia otros territorios para alcanzar a los escogidos que se han ido a vivir a otros territorios por alguna causa. Y ese no es ningún problema: lo importante es ser un hijo de Dios, un escogido de Dios, porque dondequiera que se encuentre le va a llegar el Mensaje. Ahora, podemos ver que siempre el grupo mayor pues está en el territorio donde se está cumpliendo esa


Y ahora, de edad en edad, Jesucristo nuestro Salvador, el cual está creando esa nueva raza, Él está reproduciéndose, conforme a la ley de la reproducción del Cielo para la reproducción de una Familia celestial, la cual es por creación divina; y por consiguiente tiene que ser hablada la Palabra creadora. Y de etapa en etapa, de edad en edad, encontramos que Jesucristo en Espíritu Santo ha estado manifestado en cada mensajero, cada ángel mensajero que Él ha enviado; y por medio de ese mensajero le ha hablado al pueblo esa Palabra creadora; y ha llamado, Cristo, por medio del mensajero de cada etapa, de cada edad, ha llamado y ha juntado a Sus escogidos. Ahora, Cristo es el Padre de toda la Familia, y en cada edad Él ha colocado un siervo fi el y prudente; y por medio de esa Palabra hablada, de ese Mensaje correspondiente a esa edad, vean ustedes, Cristo ha estado creando Su Iglesia. Cada etapa de la Iglesia es por creación divina, a través de la manifestación de Cristo, de la visitación de Cristo a Su Iglesia en el ángel mensajero de cada edad. Y vean, hay un territorio donde Dios envía Su mensajero. ¿Por qué? Porque ahí está el material para la creación de esa parte del pueblo celestial, de la Familia celestial; ahí está la buena tierra, donde se va a sembrar la buena simiente, y va a producir a ciento (100) en algunos, a sesenta (60) en otros, y a treinta (30) en otros5. Vamos a decirlo en la forma más comprensible: A ciento: en aquellos que trabajan mucho en la Obra de Cristo. A sesenta: en los que trabajan un poquito menos, porque tienen muchos compromisos y tienen que atenderlos, pero siempre están trabajando en la Obra de Cristo, y trabajan 5 San Mateo 13:23, San Marcos 4:20


en una forma o en otra forma; siempre están ahí luchando y colaborando en la Obra de Cristo. Y otros a treinta: esos son los que menos producen, pero producen. O sea que hay que producir, a lo menos, a treinta. Pero el potencial que hay en el Cuerpo Místico de Cristo, vean ustedes, es hasta producir a ciento por uno. Y eso es como cuando usted siembra un granito de trigo (o de algo que a usted le guste sembrar) y que usted quiere que produzca mucho; pues mire, siembre 1 granito de trigo y cosecha 100 granitos de trigo. Con 1 granito de trigo no le da para mucho, pero con 100 granitos de trigo da para más; y si encuentra poco, los siembra, esos 100 granitos, y le van a producir a ciento por uno. ¿Cuánto le van a producir entonces? ¿Serán cien mil (100.000)?, ¿o cuánto?, ¿o diez mil (10.000), por ahí? Ya con 10.000 granitos de arroz o de trigo se llena el caldero, la olla, y ya puede comer la familia. Ahora, en la Familia de Dios, vean ustedes, unos producen… La buena tierra siempre produce. Ahora, la buena tierra, para que produzca a ciento por uno, necesita tener ciertas facilidades, y usted se las tiene que proveer. Una buena tierra, ustedes saben, esa tierrita oscurita (casi siempre) es la que más les gusta a las personas que siembran; dicen: “Esa tierra es buena. Esa tierra produce - va a producir mucho”. Pero si esa tierra está en un lugar árido, donde no llueve mucho, donde no hay mucha humedad: va a producir, pero va a producir a treinta. Si esa tierra donde usted siembra, pues recibe…, esa otra tierra recibe más humedad, y también recibe el sol, va a producir a sesenta. Pero si esa tierra está en un lugar donde hay agua en abundancia, y donde también el sol le da, va a producir a ciento por uno.


Las almas de esas personas vienen de la séptima dimensión, vienen de Dios; son parte de Dios, son simiente de Dios, son trigo de Dios, son los hijos del Reino; y son colocados en cuerpos mortales, corruptibles y temporales para vivir una temporada y dar fruto, unos a treinta, unos a sesenta y otros a ciento por uno. Y de edad en edad unos han dado a treinta, otros han dado a sesenta y otros han dado al ciento por uno; y en este tiempo tenemos la oportunidad de dar fruto nosotros en abundancia, y podemos dar fruto hasta el ciento por uno, o sea, el máximo. Ahora, hemos visto que hubo para cada tiempo una edad, un mensajero con un Mensaje y un pueblo que lo recibió; y en un territorio se cumplió esa etapa; y ahí Dios tenía la mayoría de Sus hijos para formar esa etapa o edad de la Iglesia. En medio del pueblo hebreo comenzó la Iglesia de Jesucristo el Día de Pentecostés, y luego se extendió hacia los gentiles; y de entre los gentiles Dios comenzó a llamar un pueblo para Su Nombre. Comenzó cuando Pedro fue a la casa de Cornelio y les predicó, enviado por Cristo11; y luego envió Dios a San Pablo, luego de convertido, lo envió a los gentiles12. Y así se pasó todo el Programa Divino a los gentiles; y de entre gentiles y de entre los hebreos, Dios ha estado llamando un pueblo para Su Nombre13; y ambos, de entre gentiles y hebreos, vienen a ser parte del mismo Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, todos los creyentes en nuestro amado Señor Jesucristo. Y esa es la Casa de Dios, la Familia de Dios, en la cual Cristo ha colocado un

11 Hechos 1012 Hechos 13:4713 Hechos 15:14


primeros, y los primeros serán postreros9; y aquí la Lluvia Tardía es primero para el pueblo hebreo, y luego la Temprana. ¿Qué es eso? La Lluvia Tardía es la enseñanza, la revelación y enseñanza de la Segunda Venida de Cristo; y con esa revelación siendo dada a conocer al pueblo hebreo, recibirá la bendición de Dios, y entonces también recibirá la enseñanza de la Primera Venida de Cristo, al cual rechazaron; y entonces llorarán. Y se cumplirá en ellos el Día de la Expiación, el día 10 del mes séptimo de cada año, en donde se llevaba a cabo la expiación de un macho cabrío, y en donde el pueblo hebreo lloraba, se afl igía por sus pecados y pedía perdón y misericordia a Dios10. Ahora podemos ver cómo era reconciliado el pueblo de Dios, el pueblo hebreo, cada año: por medio de esa expiación que se efectuaba; y ellos se afl igían y se arrepentían de sus pecados; y eran cubiertos sus pecados, y eran perdonados y eran reconciliados con Dios. Y ahora por medio del Sacrifi cio de Cristo, nuestra Expiación, no son cubiertos nuestros pecados, sino que son quitados, y somos reconciliados con Dios. ¿Vieron lo sencillo que es todo? Ahora, primeramente toda esta bendición le toca a la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la Familia celestial de Dios; y luego el pueblo hebreo recibirá la bendición de Dios. Ellos lo rechazaron en Su Primera Venida, pero la recibirán en Su Segunda Venida. Ahora podemos ver cuál es la Casa de Dios, cuál es la Familia celestial de nuestro Padre celestial; y Él ha estado creando esa Familia.9 San Mateo 19:30, San Marcos 10:31, San Lucas 13:3010 Leví co 23:26-32; Zacarías 12:10-14


Y ahora, a través del Agua de la enseñanza de la Palabra de Dios, vean ustedes, se alimenta esa plantita para producir a ciento por uno; y el Sol le da y le trae bendición. Agua y Sol: el Agua de la Lluvia de la enseñanza y el Sol resplandeciendo, dándonos Su Luz, Su revelación. Ahora vean, hay que estar delante del Sol y también recibir la Lluvia de la enseñanza. Por eso es que nos habla la Biblia de la Lluvia temprana, que es la Lluvia de la enseñanza de la Primera Venida de Cristo, y nos habla también de la Lluvia tardía, que es la Lluvia de la enseñanza de la Segunda Venida de Cristo. Por eso es que para el pueblo hebreo también, la bendición que está prometida para este tiempo fi nal, miren cómo dice: en el capítulo 6 de Oseas, verso 1 en adelante, dice: “Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará. Nos dará vida después de dos días (o sea, después de dos mil años; porque ‘un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día’); en el tercer día nos resucitará…”. Y el pueblo hebreo, para este tiempo fi nal tiene la promesa de una resurrección. Cristo hará una resurrección para el pueblo hebreo como nación, resucitará como nación. Ahora, ya hemos visto que se han estado juntando, pero todavía el Espíritu de Dios no ha regresado al pueblo hebreo; y un cuerpo sin espíritu está muerto6; pero cuando entra el espíritu de vida, ya es un cuerpo con vida. En Ezequiel, capítulo 37, esa profecía que habla del pueblo hebreo como los huesos secos, luego Dios le 6 San ago 2:26


ordena al profeta que profetice; y cada hueso se juntó con su hueso; y vinieron nervios y músculos y carne; y ya ahí estaban esos cuerpos, pero no tenían espíritu, por lo tanto, todavía estaban muertos; pero Dios le dijo al profeta: “Profetiza al espíritu que venga”. Y cuando profetizó que viniera de las cuatro esquinas de la Tierra, dice que entró el espíritu de vida en ellos y fue un poderoso ejército. Eso es lo que sucederá cuando Cristo se revele al pueblo hebreo, y el pueblo hebreo, 144.000 de entre ellos, lo reciban. Estarán recibiendo a Cristo manifestado en Espíritu Santo en el Día Postrero, y así recibirán el Espíritu de Cristo. Siempre el Espíritu de Dios, en el Antiguo Testamento encontramos que estaba en medio del pueblo hebreo manifestado en Sus profetas. Por eso lo que el pueblo hebreo está esperando en este tiempo fi nal es un profeta donde el Espíritu de Dios esté manifestado. Ahora vean cómo va a venir esa bendición para el pueblo hebreo: “Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará…”. Y el tercer día es, de Cristo hacia acá, el tercer milenio, que es también el Día Postrero delante de Dios. Y también, desde que el profeta Oseas dio esta profecía, ya han pasado dos mil años, y estamos bien entrados en el tercer milenio de Oseas hacia acá. Ahora, sigue diciendo: “Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová…”. O sea que no se conformarán con lo que ya conocen, ni se conformarán con lo que conocerán de momento cuando lo reciban, sino que continuarán obteniendo mayor conocimiento. Y durante el Reino Milenial, ahí


el conocimiento estará al alcance de todas las personas. “Porque la Tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová”7, o sea, será llena del conocimiento de la Segunda Venida de Cristo. Y todo el pueblo hebreo entrará en ese conocimiento y los benefi cios de Su Segunda Venida, como también obtendrá el conocimiento de la Primera Venida de Cristo y los benefi cios de la Primera Venida de Cristo. “Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida…”. Y “como el alba”, eso es “como la mañana”; y en la mañana es en la cuarta vigilia. Como la mañana naciendo, así es la Segunda Venida de Cristo y así es como para Israel surgirá la Venida del Señor. “… como el alba está dispuesta su salida…”. En Malaquías, capítulo 4, verso 2, dice: “Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de Justicia, y en sus alas traerá salvación…”. Ahí tenemos la Segunda Venida de Cristo siendo cumplida en la mañana; pero ¿de qué mañana y de qué día?, ¿qué mañana y de qué día? “Un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día”8. En la mañana del séptimo día milenial. Y la mañana del séptimo día milenial pues son - corresponde a una cantidad de años del comienzo del séptimo milenio. “… y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra…”. Vean, “como la lluvia tardía y temprana”. ¿Por qué pone la lluvia tardía primero y la temprana después? Ahí se cumple nuevamente que los postreros serán (¿qué?) 7 Habacuc 2:14, Isaías 11:98 2 Pedro 3:8, Salmos 90:4

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