sousa-teoria de la puntuacion

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  • 63Autores cientfico-tcnicos y acadmicos

    La puntuacin

    La puntuacin consiste en la colocacin ade-cuada de los signos de puntucin y de entona-cin para indicar al lector el sentido y el tono delas oraciones y de cada uno de sus miembros.

    1. Generalidades. Uno de los aspectosms complejos de la ortografa es la de puntuar,pues de ello depende en muchos casos el sentidoexacto y la entonacin adecuada de lo escrito.Puesto que los signos no son aditamentos fijos delas palabras, oraciones o perodos, la puntuacinse convierte, en cierta manera, en algo subjetivo.Como deca Azorn (cit. Meja, 1980, 435),Cada autor tiene su librito, es decir, su estilo. Ycada autor punta a su modo. No es solo la cues-

    tin de escribir, sino que es menester ver cmovamos poniendo los puntos y las comas.... Sinembargo, la subjetividad debe quedar matizadapor el conocimiento del cdigo puntuario delespaol. Como dice Polo (1974, 116), [...] todapuntuacin, por literaria o revolucionaria quesea, deber partir siempre de la norma. No setrata, pues, de que la puntuacin sea subjetiva,sino de que no existe una forma estndar depuntuar, igual y uniforme para todos y cada unode los usuarios del lenguaje escrito. S es ciertoque, dentro de la norma, cada uno es libre deemplear uno u otro estilo de puntuacin (v. 5.3-1; 5.3-2).

    2. Necesidad de la puntuacin. En rela-cin con la emisin (oral, manuscrita o impresa)

    Jos Martnez de Sousa

    La puntuacin

    Me pide ACTA colaboracin en este Manual Formativo, publicacin que tanto xico ha alcanzado enlos pocos nmeros que lleva editados. Para m es un honor aadir mi granito de arena a la formacin delos miembros de esta asociacin, a la cual pertenezco desde su fundacin (reciente, por cierto).

    Ninguna forma mejor, para cumplir el honroso encargo de ACTA, que incluir en esta publicacin cier-tos artculos de mi Diccionario de ortografa de la lengua espaola, editado en 1996 por Editorial Para-ninfo, S. A., de Madrid. Con la autorizacin del editor, que agradezco sinceramente, he elegido del con-tenido de esta obra cuatro materias que tal vez resulten interesantes para los miembros de la asociacin:las abreviaciones, la numeracin, la puntuacin y las maysculas y minsculas. Ofrecemos en este nme-ro la puntuacin.

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    de un mensaje que tenga un determinado sentido,la puntuacin es absolutamente precisa (en looral, la puntuacin la marcan las pausas y la ento-nacin). En la actualidad, salvo excepciones queluego veremos, no se concibe la emisin de unmensaje con un significado concreto sin el auxiliode un sistema de puntuacin. Pero podra el textosin puntuacin tener un sentido (tal vez uno paracada uno de los lectores). En efecto, conocemostextos antiguos y modernos sin puntuacin algu-na, o con tipos de puntuacin no sujetos a las nor-mas actuales. Las ventajas de estas formas deapartamiento actual de lo que podemos conside-rar normal es decir, lo que se ajusta a unanorma no deben de ser dignas de excesiva con-sideracin, a la vista de los resultados de su utiliza-cin, como veremos ms adelante.

    Tal vez no valdra la pena continuar si llegse-mos a la conclusin de que cualquier sistema depuntuacin, actual o por inventar, es absoluta-mente intil, y que por consiguiente lo apropiadoes dejar que cada escritor hilvane su discursocolocando las palabras y oraciones unas a conti-nuacin de las otras, en el orden que al emisordel mensaje le parezca ms oportuno, sin msdistincin que el espacio en blanco que las sepa-ra de forma natural. Si eso fuera razonablementeposible, sin duda en este momento se estaraaplicando de forma intensa. Y si bien es obvio,por poco que se estudie, que todas las orto-grafas existentes pueden reducirse an ms delo que estn, y que solo razones de conservadu-rismo escrito las mantienen en un estado decomplejidad no justificado, la puntuacin, por elcontrario, es objeto de estudio en una direccinms bien contraria: cmo hacer que, con nuevossignos si es preciso, el conjunto de signos utiliza-bles permita una ms clara y exacta expresin nosolo del sentido de lo escrito, sino tambin depausas actualmente inexistentes y de expresionesde sentidos e intenciones que hoy prcticamenteno pueden sino insinuarse. Por ejemplo, salvo laayuda del contexto, hoy resulta muy difcil indi-car la entonacin de una palabra o una frase ir-nicas. Los puntos suspensivos no son, en algunoscasos, suficientes para dar a entender que lapalabra as grafiada se utiliza con irona. El amor,la simpata, el odio, el desprecio, etc., solo pue-den expresarse con las palabras adecuadas, perono se puede indicar la entonacin precisa, laintensidad de esa entonacin. Por ejemplo, en

    esos casos en que decimos: Lo ha dicho conrecochineo. En efecto, cmo se manifiesta elrecochineo en lo escrito? Una expresin comoQu simptico eres! puede encerrar una cargade irona que no queda explcita de ningunamanera en la forma grfica de la expresin.

    As pues, no solo necesitamos la puntuacin,todo el conjunto de los signos actuales (incluido,por supuesto, el auxilio que a la puntuacin pue-dan prestar los cambios de textura o forma de laletra: fina, seminegra, negra, cursiva, versalitas,etctera, con sus cambios de cuerpos otamaos), sino que hemos de procurar sacar deella todo el beneficio que nos sea posible. Yquienes tengan imaginacin, que inventen nue-vas formas de complementar los signos ya exis-tentes. No dotando a estos de funciones distin-tas, pues nada hay peor que cambiar las funcio-nes de las cosas bien establecidas, sino crendo-los de nueva planta.

    3. Origen de la puntuacin. La necesi-dad de la puntuacin en la emisin de mensajesescritos se puso de manifiesto bien pronto en lahistoria de la cultura humana, si bien, paradji-camente, el establecimiento de un completo sis-tema puntuario debiera esperar siglos hastaadquirir cierta funcionalidad. La invencin de lossignos de puntuacin se atribuye a un Aristfa-nes. Pero no existe plena seguridad acerca de acul de los dos famosos Aristfanes se refiere laaseveracin: si a Aristfanes de Bizancio, gram-tico alejandrino de la poca de los Tolomeos (h.257-h. 180 a. de C.), o bien a Aristfanes elcomedigrafo griego (h. 445-h. 386 a. de C.), dela poca de Demstenes y autor de comediascomo Los comensales, Los babilonios, Los acar-nianos, La paz, Lisstrata, Las ranas, Las nubes,Las avispas, Los caballeros, etc.

    Algunos eruditos modernos atribuyen tal in-vencin a este ltimo basndose en un pasaje dela Retrica de Aristteles: Leyendo a Herclito,nadie ignora lo difcil de puntuarle, o bien ensan Jernimo, quien aseguraba que Demste-nes, que fue coetneo del primero [Aristfanes elcomedigrafo], ya usaba la puntuacin. Sinembargo, no parecen razones definitivas parasuponer que fue este Aristfanes el inventor delos signos de puntuacin. Como sabemos, dadoque en la escritura antigua no exista la separa-

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    cin de palabras, las pausas necesarias paradotar de sentido al texto deba hacerlas el lector.Con esta consideracin, es probable que lasvacilaciones de Aristteles leyendo a Herclito serefirieran a esto y no al hecho de que Aristfanesel comedigrafo hubiera creado ya los signos. Elhelenista germano Friedrich Blass (1843-1907)asegura que en el siglo V a. de C. ya se conocanlos signos de puntuacin, pero sin duda, talcomo l mismo apunta, se trataba de la indica-cin rudimentaria de alguna que otra pausa.

    Razones ms poderosas y convincentes, a jui-cio de los expertos, existen para adjudicar lainvencin de los signos de puntuacin a Aristfa-nes de Bizancio. Fue uno de los principales com-ponentes de la Academia de Alejandra, directorde su famosa Biblioteca y el mejor gramtico dela Antigedad, segn reconoce el gran fillogoalemn Wilamowitz. Le toc vivir una poca deesplendor cultural, la representada por Zendotode feso (siglo III a. de C.), Calmaco de Cirene(h. 310-h. 235 a. de C.), Eratstenes de Cire-ne (h. 284-h. 192 a. de C.), Apolonio de Rodas(h. 295-h. 230 a. de C.) y Aristarco de Samotra-cia (220-143 a. de C.). Todos ellos prestaronespecial atencin a los estudios filolgicos, y cuan-to tena relacin con la gramtica se vio impulsa-do por su espritu crtico. Pacientemente, depura-ron los errores de que estaban plagados losmanuscritos de los autores antiguos, aadindolesacentuacin y puntuacin. En cualquier caso, yaunque no pueda probarse indubitablemente quela invencin de los signos de puntuacin se ledebe, cuando menos se reconoce a Aristfanes deBizancio el mrito de ser el reformador de talessignos y su propagador, de forma que de l parteel moderno arte de la puntuacin.

    3.1. Sistema puntuario de Aristfanes.El sistema de Aristfanes se apoyaba en tres sig-nos y en reglas fijas. Los signos eran los siguien-tes:

    a) el punto perfecto, que colocaba en la partesuperior de la lnea (.) y cuyo valor equi-vala al de nuestro punto (.); indicaba unaoracin completa;

    b) el bajo punto, que colocaba en la parte infe-rior de la lnea (.) y equivala a nuestrospunto y coma (;) y dos puntos (:); indicabauna pausa, pero que la oracin no conclua;

    c) el punto medio, que colocaba en la partemedia de la lnea (.) y equivala a nuestracoma (,); indicaba una pausa pequea.

    Aristfanes tuvo seguidores ya en su propiapoca, pero tambin en siglos posteriores, comoDionisio el Tracio (h. 170-h. 90 a. de C.), san Isi-doro (h. 560-636), Alcuino (h. 735-804) y otrostratadistas y escritores. Todos ellos aceptaron elsistema aristofnico y se mantuvieron fieles a l,pero, pese a esta realidad y al hecho de que selleg a ensear en las escuelas, es lo cierto queno se pona en prctica. Se consideraba comoun lujo en la escritura.

    3.2. Sistemas puntuarios medievales ymodernos. Los copistas medievales prescindande los signos, y solo los empleaban cuandoquien encargaba la copia lo solicitaba expresa-mente. Carlomagno orden en vano el empleode la puntuacin, e igual resultado obtuvieronlos gramticos de la poca. Si por un lado domi-naba la rutina de los ilustrados, por otra existauna gran ignorancia entre los copistas.

    Los manuscritos y cdices ms antiguos, siindicaban pausas, lo hacan mediante unpequeo blanco en la misma lnea y con un trazohorizontal sobre la primera letra de la lnea enque se encuentra la pausa. Ms adelante se intro-dujo el punto sobre la letra o en mitad de ella.La divisin en prrafos se indicaba de diversamanera, generalmente con signos marginales,hasta que, al introducirse la forma mayscula delas letras, esta indicaba el principio de prrafo.

    Los manuscritos latinos ms antiguos carecende puntuacin, y el prrafo se indica por letramayscula o signo especial. Cuando se aadapuntuacin (por ejemplo, en el Virgilio y elTerencio Vaticanos y en el Virgilio Florentino),esta se reparte de manera muy irregular, deforma que unas pginas aparecen sin puntuaciny en otras esta se dispersa al azar. Hacia la mitaddel siglo VII es frecuente separar las palabras,prctica que se mantiene en el VIII y que ya esgeneral en el IX.

    Los signos de puntuacin, cuando se emplean,son an los creados por Aristfanes, pero en elsiglo XI el bajo punto (.) sirve para indicar coma(,) y dos puntos (:), y para indicar punto (.) seusan estos: . ; S >. En el siglo XII el signo V indi-

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    ca punto (.) y coma (,), aunque para expresarambas pausas existe el punto (.), y los dos pun-tos (:) se indican con este signo: ., empleadotambin por algunos escritores de la poca paramarcar los miembros de un perodo.

    Durante el siglo XIII la puntuacin vuelve aaparecer totalmente descuidada. En los siglos XIVy XV el punto (.) se emplea para indicar el fin dela frase, y las pausas de la oracin se indican coneste signo: I. En el XVI, junto al punto redondo,ya existente, se introdujeron el punto cuadrado(), la coma (,), los dos puntos redondos (:) y losdos puntos cuadrados (). La exclamacin y lainterrogacin se indican con signos especiales,pero se emplean sin mtodo. Algunos indicabanel signo de interrogacin mediante dos puntos alfin de la frase interrogativa o con dos puntossobre la primera de sus palabras. Los parntesispodan aparecer tal cual los utilizamos ahora [( )]o bien con estos dos signos: I I.

    La introduccin de la imprenta (alrededor de1440), y en especial la actuacin de algunos desus prohombres, como Aldo Manuzio en Italia yGeofroy Tory en Francia (en Espaa ese papel lorepresentara Elio Antonio de Nebrija, nuestrogran humanista), van fijando poco a poco unaserie de reglas para el empleo de los signos depuntuacin con objeto de ordenar el discursoescrito y conseguir que los textos editados fueranfcilmente ledos por una generalidad de perso-nas. El libro ya no estaba destinado especialmen-te a adornar las bibliotecas de los pudientes ypoderosos, como haba sucedido, a lo largo de laEdad Media, con el cdice, sino que se pretendaque llegase al mayor nmero de lectores. Paraello, naturalmente, haba que aplicar una formade codificacin de los mensajes que fuera enten-dida por la generalidad de sus destinatarios. Losprimeros libros impresos, a los que llamamosincunables, que imitaron los ltimos cdices, fue-ron estandarizando el oficio de los diversos sig-nos de puntuacin. Pero su empleo ha idovariando tambin en estos ltimos siglos. Porejemplo, en Espaa se lleg a utilizar el puntodespus de los numerales, a la manera comohoy se hace en alemn con los siglos: El da 31.de julio de 1715. aos, y en el siglo XVII erahabitual poner coma sistemticamente antes dela conjuncin y: Sonrisas, y lgrimas. Lamisma Academia, en el siglo XVIII y principios del

    XIX, emplea esa coma no solo ante y, sino tam-bin ante o: Abdicar, dexar, o renunciar; esteuso se suprime en 1817. Los signos de exclama-cin e interrogacin eran desconocidos en elsiglo XVII, pero en la Ortografa acadmica de1763 aparecen ya en su forma invertida, esdecir, con el punto hacia arriba: , . Esto quieredecir que, como todo, tambin los signos depuntuacin, y la puntuacin misma, se hallan,pese a que no lo advirtamos, en constante aun-que lenta evolucin.

    4. El sistema puntuario actual. El textoque se ofrece al lector actual, a diferencia del delas pocas clsica y medieval, no es un cont-nuum montono y lineal, sino que ofrece, consi-derado ese texto en su globalidad, una macroes-tructura y una microestructura, palabras quetomo de la lexicografa.

    4.1. La macroestructura textual. Lamacroestructura textual es la estructuracin deltexto, para su mejor manejo e inteleccin, endivisiones tan amplias como el tomo, en lo relati-vo a una divisin conceptual del texto, y el volu-men, que consiste en una divisin fsica, enambos casos en razn de la extensin materialde la creacin literaria, tcnica o cientfica. Laestructuracin del texto sigue con la parte, subdi-vidida en captulos o lecciones, y estos, finalmen-te, en prrafos.

    4.1.1. VALORACIN DE LA MACROESTRUCTURADEL TEXTO. Para su correcta interpretacin y dis-posicin, el escritor, y consecuentemente la edi-torial que se encarga de preparar la edicin de laobra con vistas a su publicacin, establece unasdivisiones fsicas para cada una de esas partes,en funcin de su importancia relativa. As, lostomos y volmenes tienen generalmente unida-des fsicas propias; las partes comienzan en pgi-na impar y pueden estar precedidas de una por-tadilla interna o portada divisioria que anuncia,con el ttulo en la pgina impar y la pgina pos-terior en blanco, el contenido de esa divisin tex-tual; los captulos, generalmente en pginanueva, que puede ser par o impar, y los prrafos,en punto y aparte.

    4.2. La microestructura textual. Lamicroestructura textual es la estructura gramaticaly tipogrfica del prrafo y est relacionada conaspectos prosdicos o fonticos (pausas y ento-

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    nacin), aspectos semnticos (el sentido de loexpresado) y aspectos estilsticos (la voluntadexpresiva del escritor, el uso que el escritor hacede los signos de puntuacin).

    4.2.1. VALORACIN DE LA MICROESTRUCTURADEL TEXTO. Desde el punto de vista fontico, elprrafo se divide esencialmente en grupos fni-cos (porcin del discurso comprendida entre dospausas), que a veces adoptan la foma de incisos(oraciones incidentales) o de vocativos (personao cosa personificada a quien denominamos paraatraer su atencin), cada uno de los cuales re-quiere una entonacin adecuada marcada en laescritura normalmente mediante los signos depuntuacin.

    Las pausas (cesuras en poesa) son los silen-cios ms o menos largos que se producen en lacadena hablada tras un grupo fnico o una ora-cin, y sirven para delimitar unidades semnticaso sintcticas. Tales unidades pueden venir indica-das por signos de puntuacin o producirse inclu-so en ausencia de ellos.

    La entonacin es la curva meldica producidapor la sucesin de tonos de los sonidos que com-ponen un fragmento de discurso. Puede serenunciativa (inflexin final descendente), interro-gativa (inflexin final ascendente) y exclamativa(ascenso del tono hasta la slaba acentuada de lapalabra que se pone de relieve seguido de des-censo brusco).

    El tonema es la inflexin o cambio de tonoque se presenta a partir de la ltima slaba tnicadel grupo fnico. Existen fundamentalmente tres:cadencia (el tono desciende rpidamente a partirde la ltima slaba tnica), anticadencia (el tonoasciende rpidamente a partir de la ltima slabatnica) y suspensin (el tono ni asciende ni des-ciende a partir de la ltima slaba tnica).

    Desde el punto de vista tipogrfico, la entona-cin puede auxiliarse de los cambios en la grafade las letras con que se expresa el texto, demanera que segn la disposicin o el tipo deletra, la entonacin es una u otra. Por ejemplo,los subttulos, por el solo hecho de estar situadosde forma destacada en la pgina, o las letras,palabras, sintagmas, frases, etc., por el hecho deque estn escritos de forma distinta que el restodel texto; verbigracia, con letra cursiva, negrita,

    versalita, versal, etc. Sin embargo, no marcanespecialmente pausas, que, como se sabe, lasindican los grupos fnicos, estn o no marcadospor signos de puntuacin.

    5. En qu estriba la puntuacin. Laortografa nos dota de una serie de signos que,bien elegidos y colocados en su lugar pertinente,permitirn que el destinatario de los mensajesescritos el lector no solo los entienda, sinoque confiera la adecuada entonacin a su lectura.Desde este punto de vista, en el conjunto de lapuntuacin la entonacin es como la pruebafehaciente de que, por un lado, el texto est bienpuntuado, y por otro, ha sido bien ledo. As pues,al puntuar, el escritor debe pensar en el lector,puesto que este, que es el destinatario de su men-saje, debe poder interpretarlo sin problemas.

    No hay una forma estndar, nica, de pun-tuar un escrito cualquiera. Ms bien habra quedecir que se puede puntuar bien y mal de variasmaneras. En cualquier caso, en la puntuacinintervienen cuatro factores: la sintaxis, la proso-dia, la longitud de los fragmentos y el gusto per-sonal del escritor. No se confunda esto con laaseveracin, demasiado a menudo repetida, deque la puntuacin es un hecho subjetivo. Noexiste la subjetividad puntuaria, sino el gustopuntuario o, en algunos casos, la necesidad deoptar por un tipo de puntuacin en virtud deesos factores que hemos mencionado (v. 1).

    5.1. Los signos de puntuacin. Las par-tes que forman las oraciones y los perodos seestructuran separndolas, cuando es preciso, consignos diversos que pueden ser comas, puntos ycomas, dos puntos y puntos suspensivos, loscuales, junto con el punto, constituyen lo que lla-mamos signos de puntuacin. Si a ello aadimoslos signos de entonacin y los auxiliares, comoveremos seguidamente, dispondremos de los ele-mentos necesarios actualmente en uso paradotar a lo escrito, mediante pausas elocutivasdebidamente marcadas, de un sentido determi-nado. No es un sistema completo ni perfecto,pero es el que la tradicin nos ha legado despusde siglos de utilizacin. Se trata, por consiguien-te, de un sistema compuesto de un conjunto dereglas y excepciones, pero abierto y perfectible.

    Los signos de puntuacin son signos sin-tagmticos, es decir, que afectan a la frase, no a

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    la letra ni a la palabra aisladas. Se dividen de lasiguiente manera:

    a) signos de puntuacin, que son el punto (.),la coma (,), el punto y coma (;), los dospuntos (:) y los puntos suspensivos (...);

    b) signos de entonacin, que son la exclama-cin (!) mal llamada, incluso por la Aca-demia, admiracin e interrogacin (?);

    c) signos auxiliares (auxiliares de la puntua-cin, se entiende, puesto que estn dentrodel esquema de los signos sintagmticos,que sirven para puntuar y dar entonacin),que son el parntesis [( )], los corchetes ([ ]), el menos o raya (), las comillas ( ,

    ) y el antilambda o diple (< >).

    La Academia, y con ella otros autores, inclu-yen entre los signos de puntuacin la diresis (),el guin (-) y el igual (=). Si tenemos en cuentaque los signos de puntuacin sirven para indicarlas pausas o cambiar la entonacin, los que seacaban de mencionar no son signos de puntua-cin, ya que su funcin es muy otra.

    5.2. Complejidad de la enseanza de lapuntuacin. Ciertamente, entre los aspectosestrictamente ortogrficos, este de la puntuacines el ms complejo. Ello tiene explicacin: se tratade ordenar el discurso, de dotarlo del sentido enque queremos que el lector nos interprete. Si eluso de los signos es errneo, lo natural es quetambin sea errnea la interpretacin del discurso.En este caso, el emisor se ha equivocado grave-mente, ya que una de dos: o su mensaje no alcan-za lo que se propone, que es comunicar algo, o, loque es peor, confunde al destinatario.

    Hay en todo ello, por supuesto, un hecho sub-yacente: lo grave de quien punta mal no estribasolo en que ignore cmo utilizar apropiadamentelos signos de puntuacin, sino en que, aun cono-cindolos, carece de orden mental; se trata de unaverdad axiomtica: quien no sabe pensar ordena-damente, estructurar coherentemente su pensa-miento, no puede puntuar bien aunque conozcalos signos de puntuacin. La consecuencia obviaes que quien no sabe puntuar no sabe expresarseni sabe comunicarse por escrito. Como dice JosepM. Espins (Puntuaci, Avui, 8.3.1990, 48):Nos quejamos de que muchos alumnos salen de

    la escuela con faltas de ortografa. A mi entender,todava es ms grave que salgan sin saber pun-tuar. Ensear a puntuar es bsico: es ensear aordenar las ideas.

    Precisamente por ello, como la experienciacotidiana sin duda demuestra a los profesores,antes de afrontar la enseanza del sistema pun-tuario y su aplicacin es preciso desarrollar lacompetencia cognitiva de los alumnos. La pun-tuacin es el aspecto menos mecnico de todo elentramado ortogrfico. Se puede desarrollar yfijar con mayor o menor coherencia un conjuntode reglas para el correcto empleo de la tildeacentual, de las letras apropiadas para represen-tar los sonidos de un alfabeto, incluso (aunqueen menor medida) de las maysculas y minscu-las. Sin embargo, a la hora de ensear la puntua-cin ya no es tan fcil.

    No se trata necesariamente de aplicar unaregla sin fisuras o resquicios. Hay, naturalmente,un entramado de reglas y excepciones que con-forman lo que hoy entendemos por puntuacin,pero despus, conocida la norma y a partir deese conocimiento, el estilo de la puntuacin de-pende de lo que en cada caso se persiga no soloen funcin del estilo, sino tambin del sentido yhasta del ritmo en la lectura. Es ms: sabido esque cualquier texto o fragmento de texto puedepuntuarse de varias formas correctas o varias for-mas incorrectas. Azorn, que entre otras muchascosas era periodista, no puntuaba igual que losperiodistas actuales. Mientras aquel estructurabapormenorizadamente el discurso, en el periodis-mo actual se emplea la frase larga, sujetos muyexplicativos y separacin de sujeto y verbo porintroduccin de una cfila de incisos interdepen-dientes que, ms que aclarar las ideas, lasembrollan muchas veces.

    En lo relativo a la enseanza, la puntuacinpresenta algunos problemas como los siguientes.

    1. El primer problema en relacin con laenseanza de la puntuacin se deriva de la difi-cultad que en s encierra la enseanza general dela ortografa. Tanto si uno la sabe ensear comosi no sabe hacerlo, los alumnos, casi por unani-midad, parecen no saber aprenderla, y lo normales que vayan pasando de nivel en nivel hasta lle-gar a la universidad sin saber ortografa y, porconsiguiente, sin saber puntuar un escrito.

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    2. Los profesores de enseanza bsica y deenseanza secundaria deben tener conocimien-tos gramaticales slidos que les permitan explicara sus alumnos las causas por las cuales unasveces se puede poner coma y otras, en el mismocaso, es preferible no ponerla, siempre que no setrate de una coma gramatical, digamos, de obli-gado cumplimiento. Por ejemplo, el alumnodebera saber que, como regla general, entresujeto y verbo no debe haber coma, pero de-bera poder entender por qu puede haberla encaso de sujeto excesivamente extenso y en algnotro caso, como cuando entre sujeto y verbo hayuna oracin incisa.

    3. El tercero y tal vez el ms importante delos problemas relacionados con la enseanza dela puntuacin se deriva de la codificacin de lasnormas por que se rige el sistema puntuario, delas reglas de aplicacin. Se trata de un sistema sipor un lado muy complejo, por el otro muy poconormativizado por quien tiene potestad parahacerlo, que es la Academia Espaola. En estecontexto, el ms eficiente de los profesores resul-tar poco eficaz porque le ser muy difcil hacercomprender a sus alumnos las reglas de un siste-ma desordenado y pobre. La solucin, en algu-nos casos, consiste en aconsejar a los alumnosque lean mucho, que observen cmo puntanlos escritores o los redactores de los peridicos yrevistas o, en ltima instancia, que sigan su pro-pio gusto. Solucin pobre, en cualquier caso.

    5.3. Los tipos de puntuacin. El estu-dio de la puntuacin, que se haba mantenidoen un nivel ms bien bajo desde mucho tiempoatrs, en una situacin de estancamiento que anadie pareca preocupar (empezando por laAcademia misma, que se solazaba bajo la cari-cia del halago fcil), experiment un decisivoimpulso cuando en 1974 apareci la obra Orto-grafa y ciencia del lenguaje del profesor JosPolo. Fue como un revulsivo: tomando comopunto de partida los escritos de los ms diver-sos tratadistas (por ejemplo, Ramn Carnicer,Ramos Martnez, Jos Fernndez Castillo, JulioCasares, Hilda Basulto, etc.), entre ellos algunosortotipgrafos (a los que por primera vez unprofesor universitario prestaba la atencin quedesde mucho tiempo atrs merecan), establecinuevos puntos de vista para el anlisis de laescritura a este nivel superior: la puntuacin del

    texto escrito, la estructuracin del discurso. Conuna cantidad apabullante de ejemplos debuena, mala y peor puntuacin, el profesorPolo nos muestra las vsceras de un organismodescuartizado sin piedad para que observemoscun mal se utilizan esos signos que nos sirvenpara ordenar el pensamiento en su manifesta-cin grfica.

    El profesor Polo establece unos tipos de pun-tuacin que, resumidos, pueden esquematizarseas:

    1. Atendiendo a la cantidad de signos emplea-dos, tenemos los siguientes tipos:

    a) puntuacin neutra, funcional o bsica: esti-lo de puntuacin en que los signos pun-tuarios utilizados son los normativos, sinque objetivamente sobren ni falten signos;

    b) puntuacin suelta: estilo de puntuacin queconsiste en utilizar en el discurso escritomenos signos sintagmticos que si se lleva-ran hasta sus ltimas consecuencias lasposibilidades de colocacin de estos sig-nos;

    c) puntuacin trabada: estilo de puntuacinque consiste en utilizar en el discurso escri-to todos los signos sintagmticos posibles,algunos de los cuales podran suprimirse ono utilizarse sin que el texto cambiara desentido.

    2. Atendiendo al estilo de la puntuacin, te-nemos los siguientes tipos:

    a) puntuacin semntica: estilo de puntuacinque descompone el texto del discursoescrito en funcin de las relaciones sintcti-cas de sus componentes; puede imbricarseen algunos casos con la puntuacin pros-dica;

    b) puntuacin prosdica: constituye unaexcepcin de la puntuacin semntica,que permitira, por ejemplo, incluir unacoma entre un sujeto muy extenso y suverbo; pero no siempre coincide con lapuntuacin semntica; por ejemplo, en no,seor la fontica no hace la pausa marca-da por la coma;

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    c) puntuacin estilstica: puntuacin quedepende del estilo propio de cada escritor,y en este sentido puede ser suelta o traba-da; admite una utilizacin subjetiva de lossignos en funcin de una situacin concre-ta y determinada.

    La puntuacin, en espaol como en cualquierotra lengua romance, es de sentido mayoritaria-mente semntico: se punta con la intencin dedar sentido a lo escrito, y esta es la principal fun-cin de la puntuacin. Sin embargo, aun dentrode este esquema amplio, la puntuacin puedeser bsica o estilstica, y en ambos casos, suelta otrabada.

    5.4. Los problemas de la puntuacin.

    5.4.1. PROBLEMAS DE PUNTUACIN PROSDICA.Segn el principio de la puntuacin prosdica,

    los signos de puntuacin marcan pausas, perohay casos en que el lector establece una pausadonde no existe ningn signo puntuario, y no lahace donde este se halla presente. Por ejemplo,no se hace pausa alguna en sintagmas como

    s, seor;

    no, seor;

    no, por cierto.

    Tampoco suele hacerse pausa en sintagmascortos, como Pobre, pero honrado, ni en otroscasos de locuciones conjuntivas, aclarativas, con-firmativas, continuativas, consecutivas, adversati-vas, etc., como sin embargo, no obstante, y enexpresiones o voces expletivas como pues yotras. Por ejemplo, cuando van precedidas de laconjuncin y, la primera coma no se lee, pesea su presencia grfica:

    Y, sin embargo, no viene.

    A veces ni siquiera se lee la segunda coma. Lacoma gramatical permanece, pero la entonacinhace caso omiso de ella.

    En realidad, esto tiene que ver con los gruposfnicos en que se fragmenta la cadena habladay, consecuentemente, con la entonacin. Elgrupo fnico, que se encuentra entre pausas dela articulacin que comprenden una porcin dediscurso o una sola palabra, no est necesaria-mente circunscrito por comas u otros signos de

    puntuacin, aunque s a menudo. Veamos lossiguientes casos:

    Todos los das / despus de desayunar / voypor el peridico;

    Y, en efecto, / literatura y filosofa llevan cosasmuy diferentes de la plstica;

    Es, pues, vano ese intento / de hacerse lascosas ms sencillas y manejables // a medidade la propia simplicidad.

    Como se puede ver, en el primer caso haydos pausas y ninguna coma; en el segundo, doscomas y una sola pausa; en el tercero hay doscomas sin pausas y dos pausas, una de ellasdoble, no representadas por comas. Si realmentelas comas marcasen siempre una pausa y laausencia de coma indicara que no hay ningunapausa, la entonacin de las tres oraciones ante-riores sera muy otra. A veces, la pausa largapuede indicarse mediante los puntos suspenti-vos, una de cuyas funciones es esa precisamente:preparar el nimo para lo que viene despus.

    Las pausas se dan necesariamente en las ora-ciones incisas y en las de relativo explicativas;por ejemplo,

    El soldado, herido en la cabeza, avanz peno-samente;

    El soldado, que haba sido herido en la cabe-za, avanz penosamente.

    Obsrvese cun distinta es la enunciacin y ento-nacin (tambin el sentido, naturalmente) si eli-minamos las comas y convertimos las frases enoraciones especificativas:

    El soldado herido en la cabeza avanz peno-samente;

    El soldado que haba sido herido en la cabezaavanz penosamente.

    5.4.1.1. Lectura y puntuacin. Cuando unautor pretende que su obra o una parte de ellatenga un determinado ritmo de lectura, ms vivoo rpido, ms lento o reposado, se vale de unapuntuacin suelta en un caso y trabada en elotro. La oracin corta y la abundancia de signos,en especial puntos y puntos y comas, adems detodas las comas que sean posibles, incisos entre

    La puntuacin

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    comas, parntesis o rayas, no cabe duda de quemarcan un ritmo de lectura sincopado, lento,cansino, como cuando se circula por calles estre-chas con muchos cruces y semforos parpadean-tes pidiendo constamente atencin. Por el con-trario, una puntuacin suelta hace dinmica lalectura. Pero probablemente no pueda aplicarseindistintamente a cualquier texto cualquier siste-ma de puntuacin. Incluso hay que pensar queen una misma obra, en un mismo captulo deella, los ritmos de lectura sern distintos, depen-diendo de las intenciones del autor.

    5.4.2. PROBLEMAS DE PUNTUACIN SEMNTICA.Hay casos de puntuacin semntica que apenas

    admiten discusin en cuanto a la presencia de almenos un signo de puntuacin, sea cual fuere(coma, punto y coma, punto, puntos suspensi-vos). Entre estos casos podramos citar algunos:

    1. La coma que necesitan las oraciones con-dicionales en las que la prtasis y la apdosis sehan invertido, del tipo Si vas a llegar tarde, avisacon tiempo. Es frecuente que el escribiente omitaesa coma, que debe figurar siempre.

    2. En estilo normal y corriente, las comasobligadas que exigen los siguientes tipos de ora-ciones:

    adversativas (Quiero ir al ftbol, pero nome dejan; No es blanco, sino negro);

    distributivas (Unas veces canta, otras llora);

    ilativas conclusivas (Pienso, luego existo);

    ilativas continuativas, cuyos nexos pues,en efecto, por consiguiente, en verdad,ahora bien, etc., van precedidos general-mente de coma, punto y coma e inclusopunto y seguidas normalmente de coma odos puntos;

    yuxtapuestas semnticamente indepen-dientes, que asimismo pueden llevarcoma, punto y coma e incluso punto, apli-cables en estilo cortado (Llegu, vi, venc).

    3. La coma en los vocativos, se haga pausa ose prescinda de ella, como en

    S, seor;

    Slvanos, Virgencita!;

    Don Jos, acrquese.

    Sin embargo, la puntuacin semntica sirvetambin para dar al discurso un sentido distinto delque tendra en otro caso. La importancia de estapuntuacin se pone de manifiesto en ciertos ejem-plos, algunos de ellos muy famosos, segn los cua-les suprimiendo, aadiendo o cambiando de lugaruna humilde coma podemos cambiar el destino delas personas y las cosas. Veamos algunos.

    Conocido es el caso del razonamiento delDoctor expuesto por don Jacinto Benavente alfinal de Los intereses creados:

    CRISPN. Y ahora, Doctor, ese proceso,habr tierra en la tierra para echar-le encima?

    DOCTOR. Mi previsin se anticipa a todo. Bas-tar con puntear debidamente algnconcepto... Ved aqu: donde dice...Y resultando que si no declar...basta una coma, y dice: Y resultan-do que s, no declar.... Y aqu: Yresultando que no, debe condenrse-le, fuera la coma, y dice: Y resul-tando que no debe condenrsele....

    CRISPN. Oh, admirable coma! Maravillosacoma! Genio de la Justicia! Orcu-lo de la ley! Monstruo de la Juris-prudencia!.

    Cuando el Doctor habla de puntuar debida-mente se refiere, claro est, al hecho de que talpuntuacin responda a sus intereses, es decir, ainterpretar a su modo un texto que tiene otrainterpretacin, una antes de la manipulacin,otra despus. Obsrvese, no obstante, que en elprimero de los dos casos el cambio es ms im-portante que una mera coma: ha de convertir,adems, una conjuncin (si) en adverbio de afir-macin (s). Crispn, naturalmente, llama admi-rable a esa tan oportuna coma...

    2. El siguiente ejemplo lo cita una de lasguas de estilo publicadas por los taqugrafos dela Cmara de Representantes de Uruguay enagosto de 1960 (a su vez copiada de la obra Artede la lectura de un tal Blanco y Snchez): Encierta cmara popular, cuya determinacin noimporta, se levant a hablar un ministro a quienera hostil la mayora. El orador, un tanto molestocon aquella situacin, dijo estas palabras, des-pus del exordio:

    La puntuacin

  • 72 Autores cientfico-tcnicos y acadmicos

    El Gobierno necesita una mayora parlamen-taria para que le ayude y para que le sirva...

    El ministro no pudo continuar: una tempestadde gritos y denuestos ahog su voz, y el desor-den fue tan grande, que el presidente se cubri ydio por terminada la sesin. Los diputados de lamayora exigieron luego que se explicasen cum-plidamente las palabras ofensivas: aquello erallamar servil a la mayora, y ninguno de sus dig-nos individuos se contentaba con menos que conla dimisin del ministro. Y, sin embargo, se con-tentaron todos con muy poco. Al otro da, en elextracto oficial de la sesin, se lea lo siguiente:

    El Gobierno necesita una mayora parlamen-taria para que le ayude, y para que le sirva,una administracin independiente.

    Los diputados ofendidos se dieron por satisfe-chos con aquel breve signo, y el conflicto parla-mentario se deshizo al conjuro de una coma.

    3. Segn denuncia en el diario El Pas(2.1.1993, 14) Jos Luis Garca Remiro, en Car-tas al director, el nuevo catecismo de la Iglesiacatlica contiene este pasaje:

    El terrorismo que amenaza, hiere y mata sindiscriminacin es gravemente contrario a lajusticia y a la caridad.

    Aade el lector: [...] quiere decir que hayotro terrorismo que es bueno: el que mata discri-minando bien a sus vctimas (por ejemplo, milita-res). = Seguramente no es eso lo que quieredecir, pero es eso lo que dice. = Para rechazartodo terrorismo, faltan uno o dos comas que, eneste caso, cambiaran totalmente el sentido de lafrase (como bien saben los escolares y parecenhaber olvidado los obispos) al convertir en expli-cativa (no especificativa) la oracin que aparececomplementando a la palabra terrorismo.

    En efecto, la frase necesita no una, sino doscomas, y quedara as:

    El terrorismo, que amenaza, hiere y mata sindiscriminacin, es gravemente contrario...

    5.4.3. PROBLEMAS DE PUNTUACIN ESTILSTICA.No se punta hoy como hace cinco siglos, porponer un ejemplo. La evolucin de la lengua, ina-preciable a lo largo de una generacin, pero activa

    sin duda de ningn tipo, afecta tambin a la mane-ra de puntuar, como una consecuencia del cambioen la forma de construir el discurso. Construimos ellenguaje de manera distinta, lo entonamos y pro-nunciamos asimismo de otro modo, y en conse-cuencia tambin la puntuacin vara.

    5.4.3.1. El experimentalismo puntuario. Polo (1974, 115-116) mantiene la teora, quecomparto, de que no existe, en principio, ningu-na puntuacin literaria especial: existe un sistemade puntuacin que es aprovechado, solo enparte, en las situaciones que nos plantean lostemas y la intencin anexa en lo que escribimosnormalmente; y que pueden presentarse situacio-nes semtico-prosdicas tan complejas en cual-quier continuo del hablar -sea literario o no-,que, al traducirlo al sistema grfico, nos veamosobligados a salirnos de la norma -porque laconocemos-, a llevar el sistema de representa-cin grfica ms all de lo usual. Y un poco msadelante: De ah que nos opongamos a una divi-sin, artificial, entre puntuacin normal y puntua-cin literaria.

    Sin embargo, esto no significa que la puntua-cin presente un modelo uniforme, de tal mane-ra que no sea posible salirse de sus cauces. Muyal contrario, como hemos citado antes ( 1),cada autor punta a su modo, en palabras deAzorn. Josep M. Espins (l. cit.) dice que cadaautor puede escribir de ms de una manera:Hay diversas soluciones para puntuar correcta-mente un mismo texto, pero hemos de saber quecada cambio de puntuacin supone un matizdiferente de expresin.

    Habra, pues, que preguntarse: a qu res-ponden entonces las heterodoxias grficas y pun-tuarias a que algunos autores y no precisa-mente noveles se dedican con tanto afn? Meatrevo a suponer tres causas principales:

    a) como trasunto de peculiaridades de lospersonajes descritos: es obvio que unacriada sin formacin escolar se expresarde forma muy distinta que una personaformada, y en consecuencia puntuar enconsonancia con su falta de conocimientosdel cdigo grfico;

    b) como expresin de unos ritmos de lecturaque resulten convenientes en funcin delcontexto;

    La puntuacin

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    c) como forma de superar lo que en unmomento dado pueda considerarse terre-no trillado y prosaico o bien desprecio delo normativo para adentrarse en el labora-torio de la experimentacin ms o menosrevolucionaria.

    De este ltimo aspecto tenemos varios ejem-plos, pero no todos obedecen a las mismas moti-vaciones. Ferrater Mora, en 1971 (cit. Polo,1974, 121-122), deca que Por desgracia, algu-nos escritores parecen ms preocupados por lapuntuacin (o la antipuntuacin) de lo que serade desear. Parece como si creyeran que el servir-se mecnica y automticamente de esos trucosbasta para la creacin literaria -un aspecto de lademasiado arraigada creencia de que con salirsede las normas, sin ms, ya se consigue algo, unbeneficio sustancial, es decir, algo nuevo, y deque la novedad, adems, consiste en la anor-malidad. Y dice ms adelante: Consideremosbrevemente la segunda operacin que algunosescritores ejecutan. Los aludidos se frotan lasmanos de gusto (Qu bueno!, no?, Miren(admiren) lo que hago, Cmo van a rabiar losmaestros de escuela (y otros)!) cuando jugue-tean con los tipgrafos: imprmase la pgina 39al revs; la nota al pie de la pgina 101 sepondr a la cabeza; no se busque la nota anun-ciada en la pgina 125 porque se ha omitidodeliberadamente; desde las pginas 130 a la 138se imprimir el texto a dos columnas (no importael orden); [...].

    Carlos Barral, en un artculo publicado enCuadernos para el Dilogo, titulado Punto alto(nm. 247, 21-27.1.1978), muestra su irritacintras la lectura de una novela solo puntuada conun punto seguido de minscula en cada caso. Eljoven autor candidato a editor -dice- hubieraforzado mucho menos la paciencia del lector edi-torial si se hubiera atenido a una convencininnegablemente til y francamente difcil de sus-tituir. [...] Me confieso [...] muy conservador ydesconfiado de las revoluciones tipogrficas queen lugar de acercar a una correcta lectura esta-blecen la ambigedad semntica como ley. Escierto que en poesa el sistema de pausa nosiempre corresponde al sintctico y que a vecesconviene sealar pausas no convencionales, nogramaticales, pero en esos casos es mejor comade ms que coma de menos. Incluso en buena

    prosa a veces es conveniente introducir comasde refuerzo, por ejemplo, antes de copulativa ydespus de una enumeracin. El exceso de sig-nos de puntuacin no es necesariamente molestoal lector. La escasez o la utilizacin arbitraria,ms bien s. Barral se refiere seguidamente aque experimentos semejantes los ha visto enAutobiografa de Federico Snchez de JorgeSemprn, en la que en ciertos excursos solo apa-recen los dos puntos como signo de puntuacin,y atribuye este experimento a la influencia de lasltimas novelas de Juan Goytisolo, en las quede todos modos -dice- el experimentalismo enmateria de puntuacin[,] en tanto que formaparte de un intento ms general de violacin dellenguaje, parece menos injustificado. Y terminael autor tan largamente citado: Una prosa com-plicada o no convencional [...] no gana nada conla desnaturalizacin de todas las pausas a travsde una puntuacin que no orienta al lector acer-ca de la estructura de la elocucin y lo condenaa respirar igual por una coma entre palabras yux-tapuestas y un punto y aparte de final y comien-zo de discurso. La puntuacin tal como la hemosheredado es hasta ahora el mejor apoyo de unalectura que se quiere orientar.

    Miguel Delibes, en La hoja roja (Barcelona,Destino, 1975, cap. XVI), presenta una cartaescrita por una criada con la ortografa que aesta corresponde. Toda la obra est puntuadacannicamente, excepto esta intervencin.

    El mismo Delibes, en Parbola del nufrago(Barcelona, Destino, 1969), utiliza una forma depuntuacin que pudiramos considerar meta-puntuaria: escribe coma donde l pondra elsigno coma, punto donde pondra punto, abrirparntesis donde abrira este signo, etc. Sinembargo, se trata de un experimento incompleto,o cuando menos irregular, por cuanto tambinaparecen signos cannicos, y lugares dondenosotros pondramos coma y no aparece ni elnombre ni el signo.

    Cabrera Infante, en Tres tristes tigres (Barcelo-na, Seix Barral, 1969, 28 ss.), reproduce tambinuna carta escrita por una persona sin formacinortogrfica. El autor trata de imitar las caco-grafas de la persona que escribe mal su lengua,pero es en ello bastante irregular, y se advierte laartificiosidad de la grafa.

    La puntuacin

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    La puntuacin

    Caso distinto es el del escritor chileno afinca-do en Espaa Mauricio Wacquez, en cuya obratitulada Parntesis (Barcelona, Barral, 1975) nohay ms signo de puntuacin que la coma, aun-que no desprecia el empleo de signos auxiliarescomo el menos o raya, la exclamacin y la inte-rrogacin. La obra, por lo dems, aparece ence-rrada entre dos parntesis, uno que la abre y

    otro que la cierra, con un solo punto al final,colocado despus del parntesis (aunque las nor-mas establecen lo contrario: el punto, en estecaso, ha de ir antes de cerrar el parntesis).

    Tambin Camilo Jos Cela y Julio Cortzarhan utilizado la experimentacin puntuaria paracrear nuevas formas de expresin.