somos iglesia por gracia

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1 Somos iglesia por la gracia Pero aun antes de que yo naciera, Dios me eligió y me llamó por su gracia maravillosa. Luego le agradó revelarme a su Hijo para que yo proclamara a los gentiles la Buena Noticia acerca de Jesús. Gálatas 1:15 y 16 (NTV) No olvidemos iniciar con oración COMO DECÍAMOS AYER

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Somos Iglesia Por Gracia

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  • 1

    Somos iglesia por la gracia

    Pero aun antes de que yo naciera, Dios me eligi y me llam por su gracia

    maravillosa. Luego le agrad revelarme a su Hijo para que yo proclamara a los

    gentiles la Buena Noticia acerca de Jess.

    Glatas 1:15 y 16 (NTV)

    No olvidemos iniciar con oracin

    COMO

    DECAMOS

    AYER

  • 2

    Introduccin

    La salvacin, como todo en la vida cristiana, descansa en la soberana de Dios.

    Nada de lo que hayamos hecho nos hizo merecedores de ser escogidos por

    Dios. Si miramos a todos los personajes de la Biblia, con la excepcin de

    nuestro Seor Jesucristo, ninguno hizo mritos para ser elegido por Dios para

    la misin que le encomend. Miremos por ejemplo a Abraham, cuando estando

    en Ur de los caldeos recibi la revelacin del Seor: qu haba de especial en

    l? Nada. Igualmente Moiss, aunque educado en la corte de Faran, se

    convirti en un desterrado criminal que vag en el desierto por ms de

    cuarenta aos. Alguno de nosotros lo hubiera considerado para ser el

    libertador de toda una nacin? Ninguno. El famoso rey David, tan insignificante

    era que su padre lo ignor cuando Samuel pregunt por todos los hijos de Isa.

    Lo hubiramos escogido como futuro rey de Israel? Tal vez no. Esto nos sirve

    para dar respuesta a una pregunta ms: Quin de nosotros mereca el Cielo?

    El que vivamos cada da para agradar al Seor es un milagro de Dios que solo

    tenemos quienes hemos rendido nuestras vidas al Rey de reyes. Esto es as

    por la gracia de Dios.

    El valle de los huesos secos

    Una de las visiones ms

    fantasmagricas de las

    Sagradas Escrituras se

    encuentra en el libro del

    profeta Ezequiel, en el

    captulo 37. Este segmento

    inicia as:

    La mano del Seor vino sobre

    m, y su Espritu me llev y

    me coloc en medio de un

    valle que estaba lleno de

    huesos. Me hizo pasearme

    entre ellos, y pude observar

    que haba muchsimos huesos

    en el valle, huesos que

    estaban completamente

    secos. Y me dijo: Hijo de

    hombre, podrn revivir estos

    huesos? Y yo le contest:

  • 3

    Seor Omnipotente, t lo sabes.

    Ezequiel 37:1-3

    Puede sonar algo duro, pero la vida de la iglesia en muchas ocasiones podra

    asimilarse a este valle de huesos secos. Nos preguntamos: Ser la iglesia

    incapaz de realizar su propsito? Moriremos sin ver la gloria de Dios

    manifestarse a travs de su iglesia? Seor, vivirn estos huesos?

    Entonces me dijo: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos,

    escuchen la palabra del Seor! As dice el Seor omnipotente a estos huesos:

    Yo les dar aliento de vida, y ustedes volvern a vivir. Les pondr tendones,

    har que les salga carne, y los cubrir de piel; les dar aliento de vida, y as

    revivirn. Entonces sabrn que yo soy el Seor.

    Ezequiel 37:4-6

    Prediquemos la Palabra del Seor, que estos huesos vivirn. Cmo ser esto?

    El mismo Dios les dar espritu (aliento de vida). Estos huesos se vestirn de

    tendones, de carne y piel y finalmente soplar Dios sobre ellos y vendrn a

    vivir, y no de cualquier manera, sino como un ejrcito poderoso.

    Entonces el SEOR me dijo: Profetiza, hijo de hombre; conjura al aliento de

    vida y dile: Esto ordena el Seor omnipotente: Ven de los cuatro vientos, y

    dales vida a estos huesos muertos para que revivan. Yo profetic, tal

    como el Seor me lo haba ordenado, y el aliento de vida entr en ellos;

    entonces los huesos revivieron y se pusieron de pie. Era un ejrcito

    numeroso!

    Ezequiel 37:9 y 10

    De pronto alguien considera que este smil es duro, y objeta: yo veo el

    avivamiento en muchas iglesias. Lo que llamamos avivamiento, en su gran

    mayora no son ms que manifestaciones emocionales, fruto de la exaltacin

    del momento, y as como se encienden, pronto se apagan. Por esto que no se

    ve la transformacin de la nacin.

    Apartados por la gracia de Dios

    Hagamos con Saulo de Tarso el mismo ejercicio que antes hicimos con

    Abraham, Moiss y David. Quin era Saulo para que Dios lo llamara? No era

    ms que un extremista religioso, celoso en exceso por la religiosidad de su

    tiempo, con la determinacin suficiente para apresar y matar a todos los

    seguidores de Jesucristo que pudiera. Pero llegando a Damasco para ejecutar

  • 4

    esta misin, es tocado poderosamente por la gracia de Dios y se convierte de

    repente en el gran apstol de los gentiles. Tiempo despus l dira lo siguiente:

    Yo superaba ampliamente a mis compatriotas judos en mi celo por las

    tradiciones de mis antepasados.

    Pero aun antes de que yo naciera, Dios me eligi y me llam por su gracia

    maravillosa. Luego le agrad revelarme a su Hijo para que yo proclamara a los

    gentiles la Buena Noticia acerca de Jess.

    Glatas 1:14-16

    Dios tiene un plan para la vida de cada uno de nosotros desde antes de nacer,

    nos llama por su maravillosa gracia, y nos revela a su Hijo. Ms de una vez

    hemos odo que la salvacin es por gracia y no por las obras de la Ley

    (Efesios 2:4-10). Nadie puede decir por sus propios mritos que merece la

    salvacin; slo Su gracia me alcanz, rompi mis cadenas y me hizo libre. No

    fuimos nosotros quienes tomamos la decisin, fue Dios quien la tom.

    Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para

    conmigo,

    1 Corintios 15:10 (RVR1960)

    Un vistazo a la semana anterior

    Al llegar a la regin de Cesarea de Filipo, Jess pregunt a sus discpulos:

    Quin dice la gente que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos dicen

    que es Juan el Bautista; otros, que es Elas; y otros, que es Jeremas o alguno

    de los profetas. l les pregunt: Y ustedes, quin dicen que soy

    yo? Simn Pedro respondi: T eres el Cristo, el Hijo del Dios

    viviente! Entonces Jess le dijo: Bienaventurado eres, Simn, hijo de Jons,

    porque no te lo revel ningn mortal, sino mi Padre que est en los cielos. Y

    yo te digo que t eres Pedro, y sobre esta roca edificar mi iglesia, y las

    puertas del Hades no podrn vencerla.

    Mateo 16:13-18 (RVC)

    Jess saba muy bien lo que la gente deca de l, pero hace la pregunta a sus

    discpulos para confrontarlos con Su persona. Lo importante no es lo que el

    mundo piensa de Cristo, sino lo que creamos nosotros, su iglesia. La respuesta

    de Pedro es fundamental: Jess es la nica esperanza de la raza humana, de

    toda la creacin. Pero lo ms importante de todo est en el versculo 17:

  • 5

    Entonces Jess le dijo: Bienaventurado eres, Simn, hijo de Jons, porque no

    te lo revel ningn mortal, sino mi Padre que est en los cielos.

    La roca sobre la que se construye la iglesia es una revelacin que viene

    directamente del Padre del Cielo, y no proviene del intelecto de Pedro. Nadie

    puede decir que su capacidad mental lo llev a la revelacin de quin es Jess.

    Esta viene del mismo Padre a travs del Espritu Santo.

    De cmo un cadver se vuelve novia

    Cmo nos hacemos parte de la novia de Cristo? Ser por influencia, estudios

    o dinero? Para responder esta pregunta vayamos a un pasaje de la Palabra

    bien conocido:

    En otro tiempo ustedes estaban muertos en sus transgresiones y pecados, en

    los cuales andaban conforme a los poderes de este mundo. Se conducan

    segn el que gobierna las tinieblas, segn el espritu que ahora ejerce su poder

    en los que viven en la desobediencia. En ese tiempo tambin todos nosotros

    vivamos como ellos, impulsados por nuestros deseos pecaminosos, siguiendo

    nuestra propia voluntad y nuestros propsitos. Como los dems, ramos por

    naturaleza objeto de la ira de Dios.

    Efesios 2:1-3

  • 6

    Nosotros por naturaleza estbamos muertos en nuestros delitos y pecados, y

    ramos objeto de la ira de Dios. Y un muerto es un muerto. En los evangelios

    se relatan en detalle tres resurrecciones que efectu el Seor Jesucristo: el de

    la hija de Jairo, el del hijo de la viuda y el de Lzaro. La primera llevaba muy

    poco tiempo de fallecida, quizs horas, su cuerpo tal vez conservaba algo de su

    calor cuando Cristo lleg al lugar donde estaba. Por otro lado, el hijo de la

    viuda, podra llevar 24 a 48 horas de haber fallecido; su cuerpo plido y fro,

    tendra la rigidez de los cadveres. Finalmente, Lzaro ya llevaba cuatro das

    en el sepulcro; su cuerpo muy seguramente estaba en estado de

    descomposicin, por lo cual su hermana Marta, a la orden de Jess de quitar la

    piedra del sepulcro, objet: Seor, ya debe oler mal, pues lleva cuatro das

    all.

    Un cuerpo an tibio, otro rgido y fro, el ltimo heda. Cul de los tres estaba

    ms muerto? Tendremos que decir que ninguno, que todos estaban igualmente

    muertos. Ninguno de nosotros puede sentirse mejor que otro porque al ser

    rescatado de la muerte por Jesucristo fuera ms bueno o socialmente

    correcto. Tanto el ciudadano ejemplar como el delincuente comparten el

    mismo estado de muertos sin Jesucristo. Ambos no son ms que cadveres sin

    el aliento de vida que viene de Dios.

  • 7

    O vivimos agradecidos por la gracia, jvenes y viejos por igual, o vivimos como

    necios pensando que Dios debe sentirse muy agradecido con nosotros porque

    hemos decidido seguirlo.

    Ustedes escudrian las Escrituras, porque les parece que en ellas tienen la vida

    eterna; y son ellas las que dan testimonio de m! Pero ustedes no quieren

    venir a m para que tengan vida.

    Juan 5:39-40 (RVC)

    El hombre por naturaleza no quiere venir a Cristo; es el Padre Celestial quien

    le trae a l.

    Todos los que el Padre me da vendrn a m; y al que a m viene, no lo

    rechazo. Porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad sino la del que

    me envi. Y sta es la voluntad del que me envi: que yo no pierda nada de lo

    que l me ha dado, sino que lo resucite en el da final. Porque la voluntad de

    mi Padre es que todo el que reconozca al Hijo y crea en l, tenga vida eterna,

    y yo lo resucitar en el da final Nadie puede venir a m si no lo atrae el Padre

    que me envi, y yo lo resucitar en el da final.

    Juan 6:37-40 y 44

    Cuntos de nosotros podramos venir al Seor Jesucristo si el Padre no nos

    trajera a l? Ninguno.

    Por esto les dije que nadie puede venir a m, a menos que se lo haya

    concedido el Padre.

    Juan 6:65

    Le debemos al Padre que estemos en Cristo. Nadie por su propio anhelo o

    intencin puede venir a Jess, pues en nuestra naturaleza carnal todos lo

    rechazamos y lo negamos como el dueo de la vida. En el captulo 22 del

    evangelio de Mateo se narra la parbola del banquete de bodas. Los invitados

    iniciales rechazaron la invitacin, y el rey entonces hizo entrar a la fiesta a

    todos los que se encontraban en el camino, pero hubo uno que entr sin traje

    de bodas; este fue echado fuera, pues nadie puede entrar al banquete sin el

    traje de gala apropiado para las bodas. En la parbola del Hijo Prdigo (Lucas

    15:11-32), cuando el hijo regresa a casa busca ser reintegrado a la comunin

    por sus propios medios y maquina una estrategia para ser aceptado por su

    padre, pero este ni siquiera lo permite sino que toma la iniciativa, hace que le

  • 8

    quiten el viejo ropaje, lo viste con los mejores vestidos, lo calza y le da un

    anillo. Fue el padre, no el hijo, el que lo reintegr.

    Cuando Cristo es revelado a nosotros

    Una vez que el Padre nos ha revelado al Hijo, nuestra obligacin es confesarlo

    en la sociedad. No hay tal cosa como agentes secretos en el Reino de Dios; no

    hay lugar para avergonzarse de Aquel quien dio su vida por nosotros y quien

    nos ha sido revelado. Todos los cristianos somos activistas en el Reino.

    Qu anunciamos de Cristo? Que l es el la puerta para entrar al Reino de

    Dios. Jess no es una puerta; l es la puerta.

    Por eso volvi a decirles: Ciertamente les aseguro que yo soy la puerta de las

    ovejas. Todos los que vinieron antes de m eran unos ladrones y unos

    bandidos, pero las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta; el que entre

    por esta puerta, que soy yo, ser salvo. Se mover con entera libertad, y

    hallar pastos.

    Juan 10:6-9

  • 9

    Quien no entra por Cristo, quien es la puerta, no ha ingresado al Reino de

    Dios. De igual manera, nadie llegar a la Puerta si el Padre no lo revela a su

    vida. Pero l quiere revelar a su Hijo a todos los hombres. Dios espera que

    nosotros, sus hijos, sus instrumentos, vayamos a decirle al mundo que hay

    esperanza. La vida eterna es un acto soberano del Creador, es decir, se nos ha

    concedido por el mero deseo de Dios, porque a l le placi, simplemente

    porque nos am. Estemos profundamente agradecidos por este acto soberano

    de Dios.

    Una declaracin final

    El Dios que da la paz levant de entre los muertos al gran Pastor de las ovejas,

    a nuestro Seor Jess, por la sangre del pacto eterno. Que l los capacite en

    todo lo bueno para hacer su voluntad. Y que, por medio de Jesucristo, Dios

    cumpla en nosotros lo que le agrada. A l sea la gloria por los siglos de los

    siglos. Amn.

    Hebreos 13:20-21

    Como iglesia del Seor hemos entrado en pacto eterno con Dios. Al hacer ese

    pacto hemos hecho el compromiso de vivir para la voluntad de Dios, con la

    certeza de que toda la provisin que necesitamos para que as sea la tenemos

    en Cristo. Que haya en nosotros un deseo fundamental: agradar en todo a

    Dios.

    Declaremos delante de Dios: Viviremos solo para hacer tu voluntad, Seor,

    para hacer lo que te agrada; llnanos de tu poder por el pacto eterno hecho

    contigo mediante la sangre de Cristo, y as tendremos la garanta de que esto

    ser una realidad. Que podamos repetir decididamente como nos ense tu

    Hijo Jesucristo: Hgase tu voluntad en la tierra como en el Cielo. Amn.

    Terminemos con oracin