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Tras los pasos del “Hombre de Cormillot”: una aplicación argentina de la
perspectiva de los Fat Studies para el análisis de un dispositivo de normalización
corporal
Matías Soich (UBA – Conicet)
María Luz Moreno (UBA)
Introducción
La gordo-fobia ( Fat Phobia) como dispositivo social de control de los cuerpos ha
sido tematizada en los últimos tiempos por el creciente campo de los Estudios de la
Grasa ( Fat Studies) (Rothblum y Solovay, 2009; Wann, 2009). A través de mecanismos
que operan tanto a nivel de los procesos de subjetivación como al nivel estatal y de
políticas públicas, dicho dispositivo busca imponer una determinada estandarización de
los cuerpos con fines políticos y económicos concretos: la gordura no solo mueve
temores y expectativas personales, sino también millones de dólares al año. Por otra
parte, el proceso de estandarización corporal sobre el cual se asientan las industrias
dietética y barométrica sería imposible sin la autorización de una voz científico-médica:
asistimos así a un proceso de patologización de los cuerpos gordos, cuyos lemas podrían
enunciarse como: gordo es malo y gordo es no saludable (Solovay y Rothblum, 2009:
1).
En el presente trabajo intentamos llevar a cabo una aplicación situada de algunos
conceptos propios del campo de los Estudios de la Grasa, utilizándolos para describir
analíticamente una serie de dispositivos concretos que operan hoy con gran éxito en la
sociedad argentina, el “imperio Cormillot”. Para ello, en primer lugar situaremos
brevemente la perspectiva de los Estudios de la Grasa, combinando algunas de sus
categorías de análisis con conceptos tomados de Canguilhem y Foucault. En segundolugar, intentaremos aplicar esta base conceptual para mostrar cómo la red de clínicas,
clubes, programas de televisión, sitios web, revistas, anuncios publicitarios, viandas,
dietas y productos del “imperio Cormillot” funcionan en conjunto como un dispositivo
de implantación de discursos, saberes y representaciones sobre la gordura, la delgadez,
la salud y la enfermedad. Nuestra hipótesis orientativa, reafirmada luego como
conclusión, es que este dispositivo médico-comercial se adapta al patrón que Guthman
(2009) denomina “cultura de la bulimia”, produciendo una subjetividad funcional al
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capitalismo tardío: una “subjetividad bulímica” que define un nuevo tipo humano, al
que denominamos “Hombre de Cormillot”.
Introducción a los Estudios de la Grasa
El fenómeno de la obesidad y el sobrepeso se ha puesto en el foco social como una
preocupación creciente dentro de las políticas estatales a nivel global. Especialmente en
Estados Unidos, se ha dado una proliferación del activismo de la grasa ( Fat Activism),
decoro respuesta a las políticas para erradicar la creciente población con obesidad y
sobrepeso. A finales de los años sesenta y principio de los setenta, con los movimientos
de liberación se ponen de manifiesto los primeros activismos de la grasa.
Principalmente se encarnaban en slogans en contra de la normalización de estereotipos
corporales, el repudio a las dietas, etc. En los años ochenta, el activismo de la grasa en
Estados Unidos se reforzará a partir de medidas que redujeron el Índice de Masa
Corporal (IMC)1, posteriormente homologado a la norma de 1997, tomada de la
Organización Mundial de la Salud, y reglamentado en 1998. Dichas medidas produjeron
que más de la mitad de la población estadounidense “padeciera” obesidad o sobrepeso.
Podemos afirmar que estos fenómenos enmarcarían por su importancia la
proliferación de políticas anti-obesidad. Por un lado, a partir de 1998 se lanza un
programa de políticas públicas que pretenden declararle la “Guerra a la Obesidad” (War
on Fat ). Esto repercute en el acceso de las personas con sobrepeso u obesidad a los
servicios, seguros de salud, trabajos, vestimenta, etc. El surgimiento de movimientos
políticos en contra de la gordo fobia –entendida como el miedo a adquirir peso o el
pavor a las personas con sobrepeso –se vio intensificado con esta “Guerra contra la
Obesidad”, en función de pensar la obesidad como una patología de tipo sanitaria,
cultural y social.
Los Estudios de la Grasa se inscriben en la conquista de espacios donde repensar losestereotipos corporales, haciendo especial énfasis en la cuestión del orgullo gordo.
Dicha problemática se vincula históricamente con las luchas dadas por los movimientos
de liberación civil y de género y las nuevas formas de pensar las subjetividades (Wann,
2009). Es así que los Estudios de la Grasa surgen, como un acto de rechazo a los
estereotipos medicalizados sociales y culturales, pero a la vez como una forma de
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Este índice se obtiene dividiendo el peso de la persona (expresado en kilogramos) por la altura alcuadrado (expresada en metros).
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rastrear cuál es el origen del sentido peyorativo del término “gordo/a” y el uso de la
palabra “obesidad” para denotar una forma de patología del capitalismo avanzado.
Asimismo, los Estudios de la Grasa también surgen como una forma de darle correlato e
inserción académica al activismo de la grasa. Wann expresa que llamar a la gente
“obesa” medicaliza la diversidad humana y, como consecuencia, se busca una cura a
esta “patología” que refuerza los prejuicios y las connotaciones negativas respecto del
gordx u obesx. Asimismo la autora afirma que esta apreciación del obesx que debe
buscar una “cura” también lleva a generar actitudes y políticas de odio sobre lxs gordxs;
el único diagnostico certero que podemos hacer respecto de un gordx, es el nivel de
prejuicios y estereotipos que porta el observador (Wann, 2009).
Desde esta perspectiva podemos analizar algunas medidas y fenómenos de control
del peso que se han desarrollado en nuestro país, ya que se ha registrado un incremento
de los de programas, propagandas y tratamientos en torno a la reducción de peso. Hay
que destacar que el plan “Argentina Saludable”, llevado adelante desde el Estado
Nacional, no habla explícitamente del descenso de peso pero hace un hincapié positivo
en los recursos para llevar una vida saludable. Desde el punto de vista de la promoción
de la salud, esto se lleva a cabo con las campañas televisivas de Red de salud que están
orientadas a la salubridad en un marco general. Sin embargo, no podemos obviar la
sanción, en 2008, de la Ley 26.396 que declara de interés nacional la prevención y
control de los trastornos alimentarios2. Entre sus artículos se asegura la posibilidad de
apelar a tratamientos como el bypass gástrico, como así también la inclusión de los
trastornos alimenticios dentro del Control Nacional de Vigilancia Epidemiológica, la
regulación de propagandas de alimentos de bajas calorías, etc.
En paralelo, este tipo de iniciativas son acompañadas por lo que parece ser una
contracara: algunos programas de descenso de peso en televisión como “Cuestión de
Peso”, planes asistenciales para el descenso del peso como el Club Dieta, la expansióndel mercado de los alimentos y dietéticas, entre otros. Si bien la cuestión de la
salubridad está puesta en escena, sostenemos que estos dispositivos funcionan como una
fuente de normalización a través de ciertos estándares corporales impuestos a la base de
las relaciones culturales y de mercado.
2 Vale aclarar que el Dr. Cormillot participó activamente en la elaboración y promoción de esta Ley.
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Dispositivos de normalización y patologización
En este punto nos será útil tomar para nuestro análisis algunos conceptos filosóficos
de la obra de Georges Canguilhem y Michel Foucault. En Lo normal y lo patológico
(1978), el primero redefine la categoría médico-biológica de lo normal , no en términos
del cumplimiento de una regla única y uniforme, sino como la adaptación singular a una
normatividad vital. Para Canguilhem, toda vida se relaciona con su entorno generando
necesariamente una serie de polaridades dinámicas y de valoraciones vitales. Toda vida
reacciona a los cambios de su medio seleccionando, integrando y rechazando según una
escala de valores biológicos que apunta, en última instancia, a procurar su máxima
capacidad de acción y preservación. Lo normal es, entonces, lo normativo. En
consecuencia, las categorías de lo “sano” y lo “patológico” son redefinidas de manera
acorde: no como dos estados negativamente contrapuestos (lo patológico como carencia
de salud), sino más bien como dos tipos diferentes, relativos y singulares de
normatividad vital. Así, un individuo sano será aquel capaz de adaptarse a los cambios
de su entorno conservando o ampliando su normatividad vital, esto es, conservando o
ampliando sus posibilidades de acción y reacción. Un individuo enfermo, por su parte,
será aquel que para resolver su adaptación a los cambios debe restringir su normatividad
vital, limitando sus posibilidades. Que lo sano y lo patológico se conciban como
situaciones diferentes de una misma normatividad vital implica, entonces, que la salud y
la enfermedad deben ser definidas de manera distinta para cada individuo. No existen lo
“sano en sí mismo” ni lo “patológico en sí mismo” –se trata siempre de una relación
entre los cambios de un individuo y las variaciones de su entorno. Por último, otra
distinción realizada por Canguilhem que es relevante para nuestro análisis es la que
separa lo anormal (término valorativo que define lo que se aparta de la norma) de lo
anómalo (término descriptivo que define lo que es irregular, en tanto comporta una
variación en un conjunto). Nos interesa también retomar la idea de “generalización de la conciencia médica”,
descrita por Foucault en El nacimiento de la clínica (2001) como un proceso con dos
caras complementarias. Por un lado, dicha conciencia médica invade de manera
generalizada la organización institucional de la sociedad y del estado, en lo que
conoceremos luego como bio-política (la articulación conjunta de saber médico y poder
político para el gobierno y reglamentación de los cuerpos). Por otro lado, la conciencia
médica también aparece bajo la forma de un “estado de alerta” subjetivo e individual(por ejemplo, en el cuidado preventivo de sí mismo). Este doble proceso implica tanto
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un fuerte impulso normalizador como una politización de la norma. Según Foucault, a
lo largo del siglo XVIII la medicina como “gestión de la existencia humana”
desarrollará “un conocimiento del hombre saludable (...) y una definición del hombre
modelo” (2001: 61). La norma, por lo tanto, pasa a ser una figura bio-política de “pleno
relieve”. Retomando a Canguilhem, podríamos decir que la politización médica de la
norma va de la mano con el refuerzo de la confusión entre lo anormal y lo anómalo: la
construcción de un “ser humano modelo” requiere que determinadas variaciones
fisiológicas, que no conllevan necesariamente una restricción de la normatividad vital y
podrían ser consideradas simples anomalías, pasen a ser clasificadas como
“desviaciones” de lo normal. La “patologización de las anomalías” se produce, entre
otras cosas, mediante el empleo de la estadística, a través de la cual determinadas
variaciones “caen” en lo patológico –la reducción estadounidense del IMC constituye
buena muestra de ello.
La gordo-fobia como dispositivo
En su artículo “El neoliberalismo y la constitución de los cuerpos contemporáneos”,
Julie Guthman (2009) examina la constitución de los cuerpos delgados y gordos desde
una perspectiva de economía política, con el neoliberalismo como categoría central de
análisis. Su tesis puede resumirse como sigue. El capitalismo neoliberal resuelve y
descarga sus contradicciones económico-políticas en los cuerpos, generando a la vez
una economía política de la bulimia y una cultura de la bulimia. La primera se define
como la situación en la que el capital circula por los cuerpos como un flujo a la vez
alimenticio y de productos “dietéticos”; se trata de una mercantilización simultánea de
la dieta y la comida. El término cultura de la bulimia, por su parte, describe las
exigencias contradictorias que el neoliberalismo impone sobre los procesos de
subjetivación para obtener un “ciudadano modelo”, responsable de sus elecciones, capazde “participar en la sociedad a la vez como consumidor entusiasta y como sujeto auto-
controlado” (Guthman, 2009: 193). La síntesis perfecta de esta economía política y
cultura de la bulimia queda expresada en una fórmula: el sistema precisa formar
individuos que gasten dinero en mantenerse delgadxs.
En línea con estas consideraciones de Guthman y con lo expuesto anteriormente a
partir de Canguilhem-Foucault, podemos considerar entonces la gordo-fobia como un
doble dispositivo normalizador : por un lado, como expresión de una bio-política queestandariza, patologiza y finalmente estigmatiza las anomalías propias del peso
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corporal; por el otro, como expresión cultural que acompaña los procesos de
subjetivación contemporáneos, en los cuales la norma bio-médica es internalizada como
un “límite patologizante de la diferencia”. El “lema” médico-institucional y el cultural –
fat is unhealthy; fat is bad –se consolidan mutuamente.
Argentina y la grasa: tras las huellas del Homo Cormillotensis
¿Cómo pueden aplicarse estos conceptos al caso del “imperio Cormillot” –integrado
por numerosas clínicas, clubes, programas de televisión, páginas de Internet, revistas,
anuncios publicitarios, viandas, dietas y productos?3 Afirmamos que, en su conjunto,
todos estos ítems configuran un dispositivo de normalización y patologización de los
cuerpos gordxs. Este dispositivo responde a la descripción de Guthman de la “economía
política de la bulimia”, en el sentido de que vehiculiza importantes flujos de dinero y de
productos tanto alimenticios como dietéticos –no sólo bajo la forma de “viandas”
especiales, sino también de programas de ejercicios, jornadas de internación, etc. A la
vez, apuntala una “cultura de bulimia” desde el momento en que instituye valoraciones
claramente orientadas a subrayar la responsabilidad individual y la elección racional
respecto del cuidado de sí –entendido, claro está, únicamente como pérdida de peso y
ajuste de la corporalidad “anómala” al patrón estadístico. El sitio de la Clínica de
Nutrición y Salud del Dr. Cormillot, por ejemplo, define la obesidad del siguiente
modo: “La obesidad es una enfermedad en la que la gran mayoría de las personas que
toman la decisión firme y sostenida de recuperarse, pueden hacerlo”4. Se revela así una
cualidad fundamental del sujeto modelo contemporáneo como es la responsabilidad de
sus acciones. El concepto de responsabilidad sobre el peso y no sobre el cuidado del
cuerpo a partir de hábitos saludables, pone énfasis en una cuestión netamente estética
que parece justificarse en el orden de lo saludable.
3 Este “imperio” incluye, por ejemplo, la Fundación ALCO, la Clínica de Nutrición y Salud del Dr.Cormillot, Dietaclub, la Universidad Isalud, la franquicia Aqualife, el Instituto Argentino de Alimentos y
Nutrición, la revista “Vivir mejor” y los sitios web drcormillot.com, alimentoscormillot.com,dietascormillot.com, deliverycormillot.com y kioscolight.com.4 http://www.clinicacormillot.com/obesidad. Última consulta: 24/11/2013. Énfasis añadido.
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Figura 1 (www.dietaclub.com)
En la Figura 1, podemos rastrear cómo el Doctor Cormillot pone énfasis en la
patologización de la obesidad, en tanto remite a la existencia de riesgos inminentes
respecto a la ganancia desmedida de peso. La mención de los riesgos de cáncer,
hipertensión, diabetes tipo II, entre otros5, alude solamente a la cuestión de la
adquisición de grasa como un hecho de responsabilidad sobre el cuerpo. Asimismo, se
pierden las referencias social, cultural y política que se desprenden de la proliferación
de estos tipos de cuerpos. Las jornadas laborales extensas, la falta de acceso a una
alimentación saludable en relación con los recursos económicos y las posibilidades de
ingresar a programas de deporte no son factores de “responsabilidad” sobre los cuerpos,
sino que la decisión de engordar está basada en una ingesta desmedida. En la
presentación de las consecuencias patológicas de la obesidad, encontramos un refuerzo
“positivo” respecto de buscar una cura para salir de ese limite entre lo sano y lo
5 http://www.drcormillot.com/nutropedia/187/obesidad.html. Última consulta: 28/11/2013.
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patológico. Pero a la vez se refuerza un determinado estereotipo corporal respecto del
gordx como irresponsable, desmedidx o enfermx.
Figura 2 (www.drcormillot.com)
Podemos apreciar la necesidad de normalización de los cuerpos a partir de la Figura
2, en la cual, a través del IMC, encontramos dos ejemplos de medición que recurren a
cuatro categorías: peso ideal , peso posible, designación y riesgo. Podemos decir que el
peso promedio establecido por el índice como “normal” tiene un equivalente estándar y
objetivo que nos permite verificar el cumplimiento o no de la norma (Canguilhem,
1978: 113). En este rango, la presunta objetividad del riesgo se basa en un cálculo de
promedio aritmético como regulación fisiológica para un sujeto estándar. Con lo que
podemos ver que la medición no solo es absolutamente despersonalizada a partir de un
cálculo en una pagina de Internet, sino que además no tenemos forma de saber cuál fueese sujeto base del cual se sacaron a priori las características del riesgo, peso y
designación que constituyen un juicio de valor respecto de la normalidad de los pesos.
Otro mecanismo de control cultural se manifiesta en el programa televisivo
“Cuestión de peso”, una instancia en la que personas gordas se someten a un
“tratamiento” para bajar de peso y recibir una “cura” a su gordura. En dicho programa
se van a conjugar diferentes elementos: primero, la exposición publica como mecanismo
de presión para la autorregulación de un estado “patológico” como la obesidad, con eluso de remeras con el valor de su peso, el pesaje en publico, el porcentaje de peso para
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la eliminación del programa, el monitoreo de la vida de lxs participantes, etc. En
segundo lugar, todo el show se desarrolla en un ida y vuelta entre la clínica del Dr.
Cormillot y el estudio de televisión, donde lxs profesionales de la salud se encuentran
en una tarima más alta que las gradas donde se sientan lxs participantes y en el centro
del mismo está la balanza. Lxs participantes presentan monitoreo y un control
exhaustivo respecto de lo que comen, como así también son sancionadxs si no cumplen
con las pautas para su “cura”.
Claramente la propuesta de “Cuestión de Peso” funciona como un dispositivo de
control de los cuerpos, que se amplifica reforzando los estándares corporales con una
suerte de “policía corporal” que imparte las líneas de lo normal a partir de patrones
estadísticos de peso. Un componente sumamente importante a destacar en este programa
es la estigmatización de lxs gordxs mediante humillaciones, controles que indican qué
esta mal y qué bien, etc., conjugada con una proliferación de “chivos” publicitarios de
productos dietéticos o para la reducción del peso.
En la misma línea, podríamos hacernos varios cuestionamientos respecto de las
políticas estatales que describen la obesidad y el sobrepeso como una acumulación de
grasa que puede ser prejudicial para la salud6 y, a su vez, sobre la mencionada Ley
26.396 que pretende dar un marco regulatorio a la atención de los trastornos
alimenticios. En ambos casos, la cuestión positiva de los hábitos saludables parece
desdibujarse para poder ser tomada, en el “imperio Cormillot”, como un fundamento de
la necesariedad de bajar de peso.
Conclusiones
Nuestra conclusiones pueden sintetizarse en los siguientes puntos:
El “imperio Cormillot” constituye una red de dispositivos bio-políticos
normalizadores de la corporalidad, puesto que su dominio va desde los tratamientosestéticos hasta la reclusión en la Clínica, incluyendo la venta de productos específicos
bajos en calorías y la venta de viandas a medida.
Dicha red apela a la patologización de los cuerpos gordxs mediante el uso de
promedios y estadísticas que son tomados como origen de la norma biológica. De esta
manera, lo “anómalo” es convertido en “anormal”. Específicamente el mecanismo de
6 http://www.msal.gov.ar/index.php/component/content/article/48-temas-de-salud-de-la-a-a-la-z/90-obesidad-y-sobrepeso. Última consulta: 25/11/2013.
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discriminación que aparece de forma inmediata es el cálculo del IMC en cada una de
sus páginas web, como vía de acceso para ofrecer un tratamiento estandarizado.
Este dispositivo o red de dispositivos refuerza los estereotipos y actitudes propias
de una “cultura de la bulimia” y a la vez forma parte de una “economía política de la
bulimia”. En este sentido, es funcional a la constitución de cierto tipo de subjetividad
modelo propia del capitalismo avanzado.
Respecto del uso de las personas gordas expuestas en “Cuestión de Peso” como
forma de legitimar las sanciones al cuerpo fuera de la norma, quedan claras las
estigmatizaciones que se ejercen para con lxs individuos puestxs sobre la balanza.
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Referencias bibliográficas
Canguilhem, G. (1978) [1966]. Lo normal y lo patológico. México DF: Siglo
Veintiuno.
Foucault, M. (2001) [1953]. El nacimiento de la clínica. Una arqueología de la
mirada médica. México DF: Siglo Veintiuno.
Guthman, J. (2009). “Neoliberalism and the Constitution of Contemporary Bodies”,
en Rothblum y S. Solovay (Eds.) The Fat Studies Reader , pp. 187-196. New York
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Rothblum, E. y Solovay, S. (Eds.). (2009). The Fat Studies Reader . New York
University Press.
Solovay, S. y Rothblum, E. (2009). “Introduction”, en E. Rothblum y S. Solovay
(Eds.) The Fat Studies Reader , pp. 1-7. New York University Press.
Wann, M. (2009). “Foreword: Fat Studies: An Invitation to Revolution”, en E.
Rothblum y S. Solovay (Eds.) The Fat Studies Reader , pp. xi-xxv. New York
University Press.