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SOCRATES Vida y doctrina. Fass, Vol. 1, p. 41-43 Sócrates de Atenas fue un filósofo clásico ateniense considerado como uno de los más grandes, tanto de la filosofía occidental como de la universal. Fue maestro de Platón , quien tuvo a Aristóteles como discípulo, siendo estos tres los representantes fundamentales de la filosofía de la Antigua Grecia . Sócrates hace de la razón humana la única medida de la verdad. Nació en Atenas alrededor del 470-469 y murió condenado a la pena capital bajo la acusación de impiedad y de corrupción de la juventud en el año 399. No escribió nada y lo que se sabe de el procede de las referencias de sus discípulos, especialmente de Platón. No elaboro una doctrina sistemática, era su doctrina la enseñanza inmediata y practica de la sabiduría y la virtud, que el desarrollaba con cualquiera que quisiera entretenerse con el. La actividad de él era la investigación de la verdad y de educación de los demás en la misma indagación, y esto parece desarrollada por Sócrates como una verdadera y autentica misión. La búsqueda de la verdad que Sócrates perseguía no comprendía solo el conocimiento, sino también, la moral, dado que el en las cosas morales buscaba lo universal. Sócrates creía que la virtud era la razón, pensaba que nadie puede obrar conscientemente contra lo que es mejor, sino por ignorancia y al afirmar como necesidad suprema ética la autoconciencia, el conocimiento y el dominio en si mismo, Sócrates recoge en su misión religiosa lo que en la doctrina de sus adversarios, los sofistas mas allá de su relativismo, tenia validez: la identificación del criterio moral con la razón, esencia, naturaleza, del hombre. La diferencia entre Sócrates y los sofistas es que Sócrates demuestra la universalidad del conocimiento como el de los valores morales y también en que el fundamento de dicha universalidad él lo sitúa en el mismo hombre, en el intelecto y en la consciencia humana, los sofista decían que el hombre era la medida de todas las cosas, entendían por hombre el individuo empírico terminado por afirmar que conocimiento y moral no son universales, sino relativos a los individuos singulares. Entrando ahora en la exposición de su doctrina, diremos: 1º Que en su opinión, el principio generador de la ciencia y su base propia, es el conocimiento de sí mismo. El nosce teipsum del templo de Delfos, es el primer principio de la Filosofía para Sócrates. Y lo es, en efecto, de la Filosofía socrática, si se tiene en cuenta que ésta se reduce al estudio y conocimiento del hombre como ser moral. Así es que Sócrates, o menosprecia, o apenas concede importancia a las ciencias físicas, cosmológicas, matemáticas, y hasta a las psicológicas y biológicas, en cuanto no se refieren al aspecto religioso-moral y político del hombre. El estudio del hombre y de sus deberes morales, religiosos y político-sociales, he aquí el objeto casi único y verdadero de la Filosofía para el maestro de Platón. Con respecto al mundo y a las ciencias físicas que al mismo se refieren, Sócrates profesaba un escepticismo muy semejante al de los sofistas sus contemporáneos: escepticismo que solía expresar en aquel aforismo que repetía con frecuencia: sólo sé que no sé nada. 2º El método de Sócrates estaba en relación con el punto de partida que señalaba a la Filosofía, haciendo consistir el primero en la observación de los fenómenos internos, en la reflexión y análisis razonado de los mismos. De aquí la variedad y flexibilidad de su método de enseñanza, que sabía acomodar a maravilla a las circunstancias de los oyentes.

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SOCRATES

Vida y doctrina. Fasso, Vol. 1, p. 41-43

Sócrates de Atenas  fue un filósofo clásico ateniense considerado como uno de los más grandes, tanto de la filosofía occidental como de la universal. Fue maestro de Platón, quien tuvo a Aristóteles como discípulo, siendo estos tres los representantes fundamentales de la filosofía de la Antigua Grecia. Sócrates hace de la razón humana la única medida de la verdad.

Nació en Atenas alrededor del 470-469 y murió condenado a la pena capital bajo la acusación de impiedad y de corrupción de la juventud en el año 399. No escribió nada y lo que se sabe de el procede de las referencias de sus discípulos, especialmente de Platón. No elaboro una doctrina sistemática, era su doctrina la enseñanza inmediata y practica de la sabiduría y la virtud, que el desarrollaba con cualquiera que quisiera entretenerse con el. La actividad de él era la investigación de la verdad y de educación de los demás en la misma indagación, y esto parece desarrollada por Sócrates como una verdadera y autentica misión. La búsqueda de la verdad que Sócrates perseguía no comprendía solo el conocimiento, sino también, la moral, dado que el en las cosas morales buscaba lo universal. Sócrates creía que la virtud era la razón, pensaba que nadie puede obrar conscientemente contra lo que es mejor, sino por ignorancia y al afirmar como necesidad suprema ética la autoconciencia, el conocimiento y el dominio en si mismo, Sócrates recoge en su misión religiosa lo que en la doctrina de sus adversarios, los sofistas mas allá de su relativismo, tenia validez: la identificación del criterio moral con la razón, esencia, naturaleza, del hombre.

La diferencia entre Sócrates y los sofistas es que Sócrates demuestra la universalidad del conocimiento como el de los valores morales y también en que el fundamento de dicha universalidad él lo sitúa en el mismo hombre, en el intelecto y en la consciencia humana, los sofista decían que el hombre era la medida de todas las cosas, entendían por hombre el individuo empírico terminado por afirmar que conocimiento y moral no son universales, sino relativos a los individuos singulares.

Entrando ahora en la exposición de su doctrina, diremos:

1º Que en su opinión, el principio generador de la ciencia y su base propia, es el conocimiento de sí mismo. El  nosce teipsum del templo de Delfos, es el primer principio de la Filosofía para Sócrates. Y lo es, en efecto, de la Filosofía socrática, si se tiene en cuenta que ésta se reduce al estudio y conocimiento del hombre como ser moral. Así es que Sócrates, o menosprecia, o apenas concede importancia a las ciencias físicas, cosmológicas, matemáticas, y hasta a las psicológicas y biológicas, en cuanto no se refieren al aspecto religioso-moral y político del hombre. El estudio del hombre y de sus deberes morales, religiosos y político-sociales, he aquí el objeto casi único y verdadero de la Filosofía para el maestro de Platón.

Con respecto al mundo y a las ciencias físicas que al mismo se refieren, Sócrates profesaba un escepticismo muy semejante al de los sofistas sus contemporáneos: escepticismo que solía expresar en aquel aforismo que repetía con frecuencia: sólo sé que no sé nada.

2º El método de Sócrates estaba en relación con el punto de partida que señalaba a la Filosofía, haciendo consistir el primero en la observación de los fenómenos internos, en la reflexión y análisis razonado de los mismos. De aquí la variedad y flexibilidad de su método de enseñanza, que sabía acomodar a maravilla a las circunstancias de los oyentes. Aparentando con frecuencia ignorancia del objeto en cuestión, haciendo otras veces preguntas intencionadas y dialécticas, [204] empleando a tiempo la inducción y la analogía, proponiendo dudas y cuestiones sencillas en la apariencia, haciendo frecuente uso del diálogo, Sócrates conducía insensiblemente a sus oyentes al conocimiento de la verdad, la cual parecía surgir espontáneamente del fondo de su conciencia. No hay para qué advertir que se servía de las mismas armas para poner de manifiesto la superficialidad científica y las contradicciones de los sofistas.

3º Partiendo de la observación psicológica y del análisis del sentido moral de la humanidad, Sócrates llega por el método indicado a las siguientes conclusiones:

a) El deber del hombre y el empleo más propio de sus facultades, es investigar el bien, y conformar su conducta con este bien moral una vez conocido. El conocimiento de sí mismo, y el esfuerzo constante para dominar sus pasiones y malas inclinaciones, sujetándolas a la razón, son los medios para conseguir este resultado, o sea para adquirir la perfección moral, en la cual consiste la verdadera felicidad del hombre en la tierra.

b) La prudencia, la justicia, la templanza o moderación de las concupiscencias sensibles y la fortaleza, son las cuatro virtudes principales y necesarias para la perfección moral del hombre, el cual será tanto más perfecto en ese orden, cuanto más se asemeje a Dios en sus actos, porque Dios es el arquetipo de la virtud y de la perfección moral. En el juicio divino y en la verdad misma, debe buscarse la norma de esa perfección moral, la noción real y verdadera de la virtud, pero no en el juicio del vulgo y de las muchedumbres: Lo importante, añade Sócrates en uno de sus diálogos de Platón no es el vivir, sino el vivir bien (non multi faciendum esse vivere, sed bene vivere), o sea vivir conforme a las

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reglas de la rectitud moral y de la justicia. En armonía con estas reglas o principios de moral, no debemos tomar venganza de las injurias, ni volver mal por mal; debemos anteponer la justicia y el amor de la patria y de las leyes a todas las demás cosas, sin excluir los hijos, los padres y la vida misma.

c) La justicia entraña la idea y el cumplimiento de nuestros deberes para con otros, siendo parte principal de estos deberes la observancia y la obediencia a las leyes humanas o positivas, y también a las leyes no escritas, es decir a la ley natural, anterior y superior a aquellas y raíz de toda justicia; pero sobre todo el sacrificio absoluto de nosotros y de nuestras cosas a la patria, y la sumisión incondicional y perfecta a los magistrados.

d) La piedad y la oración son dos virtudes muy importantes, por medio de las cuales tributamos a Dios honor y reverencia, al mismo tiempo que buscamos el remedio de nuestras necesidades. La mejor oración es la resignación en las contrariedades, y la sumisión a la voluntad divina.

e) El orden, armonía y belleza que resplandecen en el mundo y en el hombre atestiguan y demuestran [206] la existencia de un Dios supremo, primer autor de la ley moral y su sanción suprema. Dios es un ser inteligente e invisible, que se manifiesta y revela en sus efectos: su providencia abraza todas las cosas, y particularmente se ejerce sobre el hombre, pues está en todas partes, ve todas las cosas y penetra los pensamientos más secretos del hombre.

f) La inconstancia y las miserias de todo género que pesan sobre la vida presente, la harían despreciable y aborrecible, si no existiera una vida futura en que, desapareciendo estos males, llegara el alma a la posesión plena del bien. El justo debe tener confianza ilimitada en Dios, cuya providencia no le abandonará en la muerte.

Estas afirmaciones, unidas a otras ideas que pueden considerarse como premisas lógicas de la inmortalidad del alma, demuestran suficientemente la opinión de Sócrates acerca de este punto, por más que no se encuentren en él afirmaciones directas, precisas y concretas acerca del estado del alma después de la muerte.

EL VALOR DE LAS LEYES

SOCRATES parece identificar a la justicia con la ley positiva, quien obedece a las leyes del Estado obra justamente, Sócrates comprende en las leyes, en las que radica la justicia, las no escritas, que rigen igualmente en todo lugar, y que no han sido dadas por el hombre, sino por los dioses (iusnaturalismo), parece que el sitúa a las leyes en un mismo plano, y en efecto Sócrates reclama el respeto a la ley no por el valor intrínseco, objetivo, de la misma, sino en virtud de una exigencia moral, propia de conciencia del hombre. Para Sócrates la justicia consiste en obrar conforme a la ley pero no porque la ley sea por si misma necesariamente buena, sino mas bien porque aunque es molesta no se debe violar. Violar la ley es un injusticia es preferible padecer una injusticia a cometerla. No hay que devolver injusticia con injusticia. Atribuye a la ley un valor absoluto el valor de la ley encuentra apoyo en el consentimiento del ciudadano, viviendo en el territorio de un estado y siendo libres para abandonarlo no lo hace, aceptando tácitamente las leyes de ese estado, y nos comprometemos a respetarlas. El valor de la moral de la ley es ratificado de este modo con el reconocimiento que el ciudadano lleva a cabo, se evidencia un planteamiento contractualista de las relaciones entre el ciudadano y el estado.

El problema socrático. Truyol y Serra, Vol. 1, pp. 129-130

Sócrates sin haber escrito nada de su doctrina, es el punto de partida de varias corrientes doctrinales. Platón lo convirtió en el personaje central de casi todos sus diálogos. No es clara la división que separa el pensamiento de Sócrates y platón, los primeros diálogos eran mas socráticos, en los posteriores se va definiendo la personalidad de platón. La filosofía de Sócrates no se diferencia de los sofistas por su objeto. Sócrates busca claridad en los conceptos a base de preguntas y respuestas que van rodeado al objeto, descubriendo sus distintos aspectos, hasta poner de manifiesto la superficialidad e imprecisión de los juicios comunes, la verdad debe brotar de adentro y no imponerse desde afuera. Así llego Sócrates a la conclusión de que existen normas de conducta de validez absoluta, que todos pueden conocer si se interroga a si mismo o contrastan su juicios con los ajenos.

El problema socrático procede de la incapacidad de determinar en los escritos de Platón qué es una trascripción veraz del pensamiento de Sócrates y distinguirlo del pensamiento del propio Platón, que utiliza la figura de Sócrates como herramienta literaria para expresarlo. A menudo, al que a menudo se atribuye la creación de la filosofía occidental y que fue condenado a muerte por los demócratas atenienses en mayo del año 399 a.C., fue el maestro y mentor de Platón; Platón, como mucho de sus contemporáneos, escribió diálogos literarios sobre su maestro.

La mayoría de lo que se conoce sobre Sócrates, procede de las obras de Platón; sin embargo, suele considerarse que muy pocos de los diálogos de Platón son trascripciones de verdaderas conversaciones o representaciones del pensamiento de Sócrates. Muchos de los diálogos parecen utilizar a Sócrates para expresar el pensamiento de Platón, y ocasionalmente surgen inconsistencias entre Platón y otras fuentes sobre Sócrates; por ejemplo, Platón hace que Sócrates se niegue constantemente a aceptar dinero por enseñar, pero Jenofonte, en su Symposium[cita requerida] afirma con claridad que los estudiantes de Sócrates le pagaban por recibir su sabiduría y que con ese dinero se ganaba la vida. Debido a la evolución aparente del pensamiento de Platón durante su vida, a menudo se considera que los

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diálogos muestran cada vez más el pensamiento de Platón con el paso del tiempo. Sin embargo, no existe un acuerdo claro sobre qué elementos de los diálogos de Platón son representativos del pensamiento de Sócrates.

Su método: ironía y mayéutica. Abbagnano, Vol. 1, pp. 58-60 [puntos 30 y 31]

EL "CONÓCETE A TI MISMO" Y LA IRONÍATiene por objeto exclusivamente el hombre y su mundo, esto es, la comunidad en que vive. Jenofonte atestigua claramente la actitud negativa de Sócrates frente a toda investigación naturalísima y su propósito de mantenerse en el dominio de la realidad humana. Su misión es la de promover en el hombre la investigación en torno al hombre. Esta investigación debe tender a poner al hombre, a cada hombre individual, en claro consigo mismo, a llevarle al reconocimiento de sus límites y a hacerlo justo, esto es, solidario con los demás. Por esto Sócrates adoptó la divisa deifica Conócete a ti mismo e hizo del filosofar un examen incesante de sí mismo y de los demás: de sí mismo en relación con los demás, de los demás en relación consigo mismo.La primera condición de este examen es el reconocimiento de la propia ignorancia. Cuando Sócrates supo la respuesta del oráculo, que le proclamaba el hombre más sabio de todos, sorprendido se fue a interrogar a los que parecían sabios y se dio cuenta de que la sabiduría de éstos era nula.Comprendió entonces el significado del oráculo: ningún hombre sabe nada verdaderamente, pero es sabio únicamente quien sabe que no sabe, no quien se figura saber e ignora así hasta su misma ignorancia. Y en realidad sólo quien sabe que no sabe procura saber, mientras quien se cree en posesión de un saber ficticio no es capaz de investigar, no se preocupa de sí mismo y permanece irremediablemente alejado de la verdad y de la virtud. Este principio socrático representa la neta antítesis polémica de la sofística. Contra los sofistas que hacían profesión de sabiduría y pretendían enseñarla a los demás, Sócrates hace profesión de ignorante. El saber de los sofistas es un no-saber ficticio privado de verdad, que confiere sólo presunción y jactancia e impide asumir la actitud sumisa de la investigación.El medio para promover en los demás este reconocimiento de la propia ignorancia, que es condición de la investigación, es la ironía. La ironía es la interrogación tendente a descubrir al hombre su ignorancia, abandonándolo a la duda y la inquietud para obligarle a investigar. La ironía es un medio de descubrir la nulidad del saber ficticio, para poner al desnudo la ignorancia fundamental que el hombre oculta incluso a sí mismo con los oropeles de un saber hecho de palabras y de vacío. La ironía es el arma terrible de Sócrates contra la jactancia del ignorante que no sabe que lo es y por esto se resiste a examinarse a sí mismo y a reconocer sus propios límites Se trata ciertamente de una función negativa, del aspecto limitante y destructivo de la filosofía socrática, pero precisamente por ello, de un aspecto que es indisoluble de la filosofía como investigación y que, por lo mismo, contribuye a hacer de Sócrates el símbolo de la filosofía occidental.

LA MAYEUTICASócrates no se propone, pues, comunicar una doctrina o un conjunto de doctrinas. No enseña nada: comunica sólo el estímulo y el interés por la investigación. Él se declara estéril de sabiduría.Este arte mayéutica no es en realidad más que el arte de la común. El hombre no puede por sí solo llegar a ponerse en claro consigo mismo. La investigación que le concierne no puede empezar y acabar en el recinto cerrado de su individualidad: por el contrario, sólo puede ser fruto de un diálogo continuo con los demás, tanto como consigo mismo. En esto radica verdaderamente su antítesis polémica con la sofística. La sofística es un individualismo radical. El sofista no se preocupa de los demás sino para arrancar, a toda costa y sin parar mientes en la verdad, el asentimiento que le asegura el éxito; pero no llega nunca a la sinceridad consigo mismo ni con los demás. La mayéutica es parecida a la medicina, que no se preocupa si causa dolores al paciente, con tal de conservar o restablecer su salud.Al individualismo sofístico Sócrates opone, no el concepto de un hombre universal, un hombre-razón que no posea ya ninguno de los caracteres precisos y diferenciados del individuo, sino el vínculo de solidaridad y de justicia entre los hombres, por el cual ninguno de ellos puede liberarse ni lograr algo bueno por sí solo, antes bien, se halla necesariamente vinculado a los demás y puede progresar únicamente con su ayuda y ayudándoles a su vez. El universalismo socrático no es la negación de los individuos: es el reconocimiento de que el valor del individuo no se puede entender ni realizar sino en las relaciones entre individuos. Pero la relación entre individuos, cuando garantiza a cada cual la libertad de la búsqueda de sí mismo, es una relación fundada en la virtud y en la justicia. Y he ahí, por tanto, que la intención de Sócrates, en cuanto se propone promover en cada hombre la investigación de sí mismo, se dirige naturalmente al problema dela virtud y de la justicia.

Enseñanzas

La base de su enseñanza y lo que inculco, fue creencia en una compresión objetiva de los conceptos de amor y virtud y el conocimiento de uno mismo. Creía que todo vicio es el resultado de la ignorancia y que ninguna persona desea el mal, a su vez la virtud es conocimiento y aquellos que conocen el bien, actuaran de manera justa.Su lógica hizo incapie en la discusión racional y la búsqueda universal.

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Método socrático: la definición consiste en responder a la pregunta ¡que es? Es decir: enuncia la esencia universal de algo, su determinación. Solo sabiendo que es algo, independientemente de su apariencia, podremos conocerlo verdaderamente y construir una ci9encia sobre ello. El paradigma racional que Sócrates inaugura solo puede entenderse en relación al relativismo escéptico de los sofistas.Lo9s sofistas habían afirmado el relativismo gneosologico y moral, Sócrates lo critica, convencido de que los ejemplos concretos encierran un elemento común respecto Al cual esos ejemplos tiene un significado, si decimos que una acto es bueno, es porque tenemos una noción de lo que es buen o, sino tuviéramos esa noción no podríamos decir que es bueno, lo mismo ocurre en el caso de la virtud, de la justicia o de cualquier otro concepto moral. Para el relativismo estos conceptos no son susceptibles de una definición universal: son el resultado de una convención, lo que hace que lo justo en una ciudad pueda no serlo en otra. Sócrates por el contrario esta convencido de que lo justo ha de ser lo mismo en todas las ciudades y que su definición ha de valer universalmente. La búsqueda de la definición universal se presenta, pues, como la solución del problema moral y la superación del relativismo.

La ironía y la mayéuticaPero…. Como proceder a esa búsqueda?

Sócrates seguía un método de enseñanza basado en el dialogo y en la dialéctica, centraba su interés en los temas relacionados con el ser humano (virtud la verdad etc). Pero el tipo de dialogo que Sócrates aplicaba en sus enseñanzas, era distinto del de los sofistas, en la que el alumno preguntaba y el maestro respondía, Sócrates era quien preguntaba, comenzando con preguntas sencillas iba llevando el dialogo poco a poco al interlocutor hacia el tema filosófico hasta que el discípulo se veía obligado a reconocer su ignorancia, entonces, mediante una serie de interrogantes y observaciones cada vez mas precisas, Sócrates llevaba al interlocutor a formular los enunciados o conceptos que consideraba correctos sobre el tema en cuestión. Y así es como Sócrates desarrolla su método practico basado, en la conversación, la dialéctica y en el que a través del razonamiento inductivo se podría esperar alcanzar la definición universal.Su método tiene dos fases: la ironía y la mayéutica: en la primera fase (ironía) el objetivo fundamental es a través del análisis practico de definiciones concretas, reconocer nuestra ignorancia, nuestro desconocimiento de la definición que estamos buscando. Solo reconocida nuestra ignorancia, solo de ahí su famosa frase “solo sé que no se nada” estamos en condición de buscar la verdad. La segunda fase (mayéutica) o arte de dar a luz, consistiría en la búsqueda de la verdad, para llegar finalmente a esa definición universal. Que era el fin último de su método.La cuestión moral del conocimiento del bien estuvo en el centro de sus enseñanzas, con lo que imprimió un giro fundamental en la historia de la filosofía griega, el primer paso para alcanzar el conocimiento y por ende la virtud (pues conocer el bien y practicarlo era, para Sócrates, una misma cosa) consistía en la aceptación de la propia ignorancia.

El proceso en Apología. Guthrie, Vol. 4, pp. 76-97

LA APOLOGIA

La Apología es una de las fuentes más importante en relación con la vida, el carácter y las opiniones de Sócrates.

FECHAPodría ser la primera obra de Platón que haber sido escrita después del Protágoras o incluso más tarde.Como la obra pretende reproducir los discursos de Sócrates en el juicio, en el cual Platón afirma que estaba presente, cabe suponer naturalmente que lo escribió tan pronto como le fue posible, mientras estaban frescas en su memoria las palabras. La mayoría de los que la han sostenido creen también que la Apología fue la primera obra de Platón y que éste no había escrito ninguna otra antes de la muerte de Sócrates. Además de los nombres que aparecen en la nota de Friedlánder, podría mencionarse a H. Raeder, que añadió el argumento de que la Apología prefigura los otros diálogos socráticos, en los que Platón elaboró más completamente, pero con ciertas variaciones, ejemplos de los interrogatorios que hacía Sócrates a políticos, poetas y otras personas que menciona de paso en esta obra más temprana. Un ejemplo más reciente es H. Gauss, que no se aparta de lo que ya en 1953 se sintió obligado a llamar la opinión «anticuada», y sugiere que Platón escribió la Apología en Mégara.De otra parte, von Arnim, y Hackforth al elaborar y criticar los argumentos de éste, la sitúan más tarde, basándose fundamentalmente en el hecho de que la Apología de Jenofonte precede a la de Platón, pero no puede haber sido escrita antes de 394, cuando Jenofonte regresa a Grecia procedente de Asia.

RESUMEN1) Di s c u r s o p r i n c i p a l (17a-35d)Exordio. — Mis acusadores fueron muy persuasivos, pero no dijeron la verdad, especialmente cuando os previnieron contra mí por ser un orador peligrosamente hábil. Elegiré mis palabras al azar y sin embellecerlas, pero serán verdaderas. Como no tengo experiencia alguna de los tribunales de justicia, debo pediros que tengáis paciencia conmigo si me oís hablar como acostumbro a hacerlo en el ágora.

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Respuesta a los «viejos acusadores» (Í8a-24b). — No temo tanto a los queme han acusado ahora como a los que, durante muchos años, se han encargado de llevar toda una campaña de mentiras sobre mí, diciendo que soy «un sabio» que investiga los secretos de la naturaleza y convierte el argumento más débil en el más fuerte, prácticas relacionadas popularmente con el ateísmo. Estos calumniadores son muy numerosos y han actuado sobre vosotros desde vuestra niñez. Frente a ellos me encuentro inerme, porque, a excepción de los poetas cómicos, son anónimos. Éstos son mis verdaderos acusadores, y contra ellos debo hacer primeramente mi defensa.No tengo deseo alguno de menospreciar la ciencia natural, pero, de hecho, no sé nada de ella. Preguntaos unos a otros, vosotros que me habéis oído hablar, os desafío a que me digáis si alguna vez me habéis oído pronunciar una sola palabra sobre esos temas. Tampoco soy un educador profesional como los sofistas, aunque debería estar orgulloso de poseer la habilidad que ellos tienen.Entonces, ¿qué explica la existencia de esos rumores? Yo os lo diré, si estáis dispuestos a escucharme en silencio, aunque pueda parecer que es presunción.Querefonte preguntó al oráculo de Delfos si existía alguien más sabio que yo y el oráculo dijo que no. (Querefonte ha muerto, pero su hermano es testigo de lo que digo.) Os ruego que permanezcáis en silencio: lo que sigue es relevante. Conociendo mi ignorancia, me preguntaba qué habría querido decir el dios y pensé en un plan para poner a prueba su respuesta. Me dirigí a un hombre que tenía reputación de sabio —un político—, con la esperanza de poder decir:«Decía que yo era el más sabio, pero él es más sabio que yo». Sin embargo me di cuenta de que, en realidad, no era sabio y que yo era un poco más sabio que él, justamente porque conocía, al menos, mi ignorancia. Intenté hacer lo mismo con otros y obtuve el mismo resultado. Eso los irritaba, cosa que me apenaba y me producía temor, pero tenía que tomarme en serio al dios y descubrí que la gente con la mejor reputación era la peor. Los poetas tan incapaces de explicar sus propios poemas que sólo pude concluir que no los escribían con conocimiento, sino en un trance divino, como los profetas. No obstante, por causa de su poesía, se consideraban sabios también en otras materias. Así es que resolví que les llevaba la misma ventaja que a los políticos.Por último, me dirigí a los artesanos. Ciertamente, ellos poseían un valioso saber del que yo carecía y, respecto a esto, eran más sabios. Pero cometían el mismo error que los poetas: por el hecho de ser buenos en su oficio, consideraban que entendían también las materias más elevadas. Así es que decidí que era mejor quedarme como estaba, sin su saber, pero también sin la clase de ignorancia que ellos tenían. El oráculo llevaba razón. Estos interrogatorios son los que me han traído enemistades y calumnias, así como el nombre de «sabio». Pero el sabio es el dios y éste me tomó sólo como ejemplo, para transmitir el siguiente mensaje: «El más sabio de todos vosotros es el que, como Sócrates, se da cuenta de no posee sabiduría alguna que merezca ser llamada así». Por eso voy examinando a quienquiera que considero sabio y, si no da prueba de que lo es, ayudo ai dios a demostrarlo.Esta tarea no me ha dejado tiempo libre para ocuparme ni de los asuntos públicos ni de los míos y me ha llevado a la pobreza.Debo admitir también que los jóvenes que disponen de tiempo libre, cuando me siguen, se divierten con este proceso y lo imitan, y sus víctimas me culpan a mí, en lugar de culparse a sí mismos, y dicen que corrompo a la juventud.Pero cuando se Ies pregunta cómo y por medio de qué enseñanzas, no lo saben, y sacan a relucir las acusaciones que suelen esgrimirse contra todos los filósofos: «la investigación de la naturaleza», «el ateísmo», «hacer fuerte el argumento débil» cualquier cosa menos la verdad, que no es otra que haber sido sorprendidos pretendiendo estar en posesión de un saber del que carecen. Son gente influyente y persuasiva, de manera que propagan tales patrañas y ahoratengo que soportar los ataques de mis acusadores: Meleto, que habla en nombre de los poetas, Ánito, en el de ios artesanos y políticos, y Licón, en el de los oradores.

Respuesta a las presentes acusaciones (24b-28a). — Vayamos ahora al buen patriota Meleto y a sus compañeros de acusación. Los cargos que presentan contra mí adoptan más o menos los siguientes términos: Sócrates es culpable de corromper a la juventud y de no creer en los dioses de la ciudad, sino en nuevos fenómenos sobrenaturales. Yo, por el contrario, acuso a Meleto de presentar contra mí una frívola acusación y de simular preocuparse por materias a las que nunca ha dedicado un solo pensamiento. Ahora, ven aquí, Meleto, tú dices que corrompo a la juventud. Entonces, ¿quién los educa y los hace mejores? M. Las leyes. No dije qué, sino quién; ¿Quién los educa? ¿Los dicastas?. ¿La audiencia?¿Los miembros del Consejo? ¿La Asamblea?M. Sí, todos ellos.Los jóvenes son verdaderamente afortunados si en toda Atenas un solo hombre los corrompe y todos los demás los hacen mejores. Pero yo no creo que esto sea así, como tampoco lo es en el caso de los caballos o en el delos demás animales. Son sólo unos pocos cuidadores o criadores adiestrados los que los mejoran, mientras que la inmensa mayoría los echa a perder. Tú, evidentemente, no te has preocupado lo más mínimo dé este asunto.De cualquier forma, ¿cómo corrompo yo a la juventud? ¿Acaso por enseñarles esa irreligión que me atribuyen en el proceso que has entablado contra mí?De manera que si quisierais absolverme a condición de renunciar a mi indagación filosófica, debería deciros, con todo respeto, que obedeceré al dios antes que a vosotros. Si me matáis, sólo os haréis daño a vosotros mismos. Meleto y Ánito no pueden hacerme daño, porque un hombre bueno no puede ser dañado por uno malo. Pueden imponerle a uno la muerte, el exilio o la pérdida de los derechos ciudadanos, cosas que ellos consideran males, pero que no lo son en comparación con el mal de llevar a un hombre injustamente a la muerte.

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Yo no he sido maestro de nadie. Cualquiera que lo deseara, joven o viejo, rico o pobre, podía venir a escucharme, mientras me ocupaba de mi tarea, y hacerme preguntas. No soy responsable de que se hayan hecho mejores o peores, porque ni prometí ni di instrucción a nadie. Si alguien dice que aprendió algo de mí en privado, está mintiendo.Ciertamente, hay personas a las que Ies gusta perder el tiempo en mi compañía y os he dicho por qué: se divierten con el examen de ios pseudosabios, pero esto me lo ha encomendado el dios por medio de oráculos, de sueños y de todas las formas posibles. Si he corrompido a alguien que ahora sea mayor y más sabio, dejad que se presente aquí y lo diga; o dejad que testifiquen los padres y hermanos de los corruptos. Veo aquí ante el tribunal a muchos familiares mayores de mis amigos jóvenes. ¿Por qué no los llama Meleto? De hecho, todos están dispuestos a hablar en mi defensa.

2) Después del veredicto: contra p r o p u e s t a de castigo

Meleto propone la pena de muerte, y yo debo decir lo que creo que merezco. Mi crimen consiste en haber desatendido el dinero, los cargos o las intrigas políticas y el haberme dedicado a hacer el bien a cada uno en particular, persuadiéndolos para que no dieran más importancia a sus posesiones que a sí mismos y a su propio perfeccionamiento, ni a la prosperidad externa de la ciudad más que a la ciudad misma. En esto creo que he obrado bien, y lo que se necesita es una retribución adecuada a un benefactor indigente: así es que, si tengo que proponer lo que es recto y justo, propongo la manutención en el Pritaneo.Tampoco esto es arrogancia. Estoy convencido de que no he hecho mal a nadie, pero no puedo persuadiros de ello en el breve espacio de tiempo que tenemos para dialogar. No obstante, convencido como estoy de mi inocencia, ¿por qué debería proponer yo un castigo? ¿Para escapar al de Meleto? Pero ni siquiera sé si es algo bueno o malo. No tengo deseo alguno de pasar mi vida en prisión, y una multa, con encarcelamiento hasta poder pagarla, sería lo mismo. Tal vez digáis: ¿por qué no eres capaz de alejarte y permanecer en silencio?Convenceros de esto es lo más difícil de todo. Si os dijera que eso significa desobedecer al dios, pensaríais que no estoy hablando en serio, y me creeríais aún menos si os dijera que este examen de uno mismo y de otros por medio de la discusión es lo mejor que le puede pasar a un hombre y que no merece la pena vivir una vida sin examen. Pagaría una multa si pudiera, porque la pérdida de dinero nunca le hizo daño a nadie. Quizás podría reunir una mina de plata: por tanto, eso es lo que propondré.

3) Después de la sentencia (38c-42a)

A los que votaron por la pena de muerte (38c-39e). — En poco tiempo la naturaleza os habría ahorrado el trabajo y os habría evitado el reproche de vuestros enemigos, que dirán que matásteis al «sabio Sócrates», sea yo sabio o no. No he sufrido esta condena por carecer de argumentos en mi defensa.Argumentos tenía, pero me faltó la desvergüenza de humillarme y lamentarme ante vosotros, como hacen otros y como os gusta a vosotros. No me arrepiento de haberme defendido como lo hice, y tampoco deseo vivir avergonzado de mí mismo. No es difícil escapar a la muerte: como saben muchos soldados, no hay más que huir. Evitar la maldad es más difícil, porque corre más deprisa.Tanto yo como ellos tenemos que atenernos a la pena que nos es impuesta —y así es como debe ser.Y os haré una profecía. Por desembarazaros de mí no os libraréis de ver vuestras vidas puestas a prueba y sometidas a examen. Vendrán otros, más jóvenes y severos, que yo he tenido contenidos. No podéis escapar a la censura condenando a muerte a la gente, sino reformando vuestras vidas.A los que votaron por la absolución (39e-42a). Quiero que sepáis que mi destino tiene que ser bueno, ya que la señal divina que me es familiar no se ha opuesto a mí en ningún momento. La muerte sólo puede ser una de estas dos cosas: un dormir carente de sueños o una migración del alma a otro lugar. A ambas las considero una ganancia, y si son verdaderos los relatos religiosos y vamos a otro lugar donde encontramos a todos los muertos, nada sería mejor. Allí están los verdaderos jueces y hay también otra gente interesante, entre los que hay que incluir a los que han sufrido, como yo, un juicio injusto, con quienes se pueden comparar las experiencias. Lo mejor de todo sería continuar con mis preguntas, averiguar quién es sabio y quién cree serio y no lo es, al menos, allí no pueden condenar a muerte por eso. Por tanto, no debéis temer a la muerte; al contrario, debéis tener fe y pensar que al hombre bueno nunca lo abandonan los dioses. A mis adversarios no les guardo rencor, pero les pido que asedien a mis hijos como yo lo hubiera hecho, cuando sean mayores, si valoran el dinero o cualquier otra cosa más que la bondad, o si llegan a tener una idea elevada de sí mismos sin razón alguna.

COMENTARIOSu «manera acostumbrada de hablar» (17c), Por muy inocente que pareciera esa combinación de lenguaje cotidiano y analogías tomadas de oficios y ocupaciones conocidas, estaba perfectamente calculada para llevar a sus adversarios una desesperada autocontradicción y a otras trampas lógicas. De la misma manera, su alegato de que el lenguaje de los tribunales de justicia es para él una lengua extraña tiene más sentido del que tenía cuando venía de los profesionales que se servían de tales alegaciones como truco forense.

La ignorancia de Sócrates. — La confesión socrática de que su única pretensión de saber radica en el reconocimiento de la propia ignorancia, en la Apología también nos enteramos de que esta ignorancia tiene sus límites «... pero sí sé que

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es malo y deshonroso obrar mal y desobedecer al que es mejor, sea dios u hombre». Sócrates sabe, de hecho, la verdad que los sofistas negaban, es decir, sabe que hay una distinción objetiva entre el bien y el mal y que hay principios morales independientes de las diferentes opiniones de uno u otro individuo , y la necesidad de descubrirlos es lo que hace que «no merezca la pena vivir una vida sin examen» (38a).

Los poetas inspirados por la divinidad (22b-c). — La afirmación de Sócrates es aquí abiertamente irónica, puesto que la razón que le lleva a hacerla es la incapacidad de los poetas para entender sus propias producciones. Ni sus mejores amigos podrían haber pretendido que hubiera en su naturaleza un lado poético. Pero Platón sí lo tenía. Él habla mucho de los poetas, y su actitud ambivalente en relación a ellos puede explicarse en gran medida por el conflicto interior entre la devoción adquirida por la demanda socrática de «dar razón» de lo que se dice y el resurgir de un sentimiento natural en él, que concedía a la poesía un valor en sí misma, independientemente de los contenidos racionales o morales que ésta pudiera tener. En el Ion prevalece todavía la voz irónica de Sócrates, mientras que en el Fedro se habla con verdadera simpatía y admiración de la «locura divina», uno de cuyos productos es la poesía. La crítica de los poetas en la República no hace referencia alguna a la inspiración, y habla de ellos con una mezcla extraña de desaprobación y afecto.

El cuidado del alma (29e). — este «cuidado del alma ( ) es para Sócrates sobre todo, como podría sugerir su asociación con la sabiduría y la verdad, la mente, la facultad de la razón.Sócrates insiste en la necesidad de preocuparse por el alma y no por el dinero o las demás cosas materiales. Para el filósofo griego el cuidado del alma se relaciona con el interés por el conocimiento del valor y de la verdad.En el pensamiento socrático aparece como algo nuevo el mundo interior. El hombre no puede alcanzar la plena armonía con el ser por medio del desarrollo y la satisfacción de su naturaleza física, sino por medio del dominio completo sobre sí mismo con arreglo a la ley que descubra indagando en su propia alma. Así,la virtud y la dicha se desplazan al interior del hombre. Este es uno de los grandes avances en la historia de la filosofía, el “bien ”absoluto, el “camino” hay que buscarlo en nuestro interior.

Es mejor sufrir el mal que cometerlo. — En 30c-d dice Sócrates que Meleto y Ánito no pueden hacerle ningún daño. Pueden matarle o enviarle al exilio, pero él no cree que sufrir tal destino sea un mal, o al menos no cree que lo sea en comparación con el mal de hacer que un hombre sea condenado injustamente a muerte. De esta creencia, de que obrar mal es peor que sufrirlo y más digno de compasión el que lo comete que su víctima, depende la sentencia de que nadie peca voluntariamente y de que el obrar mal es debido a la ignorancia. Parece darse aquí un uso claramente erróneo de kakón (malo, mal), palabra ambigua, que podía referirse tanto a la maldad moral («hiciste mal al negar tu ayuda») como a experiencias desagradables (mala suerte, enfermedad): puesto que es malo matar injustamente a alguien, Sócrates supone que es malo para el agente.De esta manera, la «paradoja socrática» de que es peor obrar mal que sufrirlo está vinculada con la afirmación inmediatamente precedente de que el verdadero interés del hombre tiene que ver más con el bienestar de su psyché que con su fortuna terrena o con su reputación. En las circunstancias del juicio habría sido inapropiado para Sócrates intentar una defensa filosófica de estas tesis; desde luego, como él mismo dice (37a-b), el tiempo concedido por la ley de Atenas no permitiría tales lujos. Sócrates se ve forzado a salir de su propio papel de filósofo y queda obligado a ocupar una posición de declamante u orador, a la que no está acostumbrado, más propia de al quien que, como Platón le hace decir en Teeteto 127d-e, debe hablar deprisa, presionado por un reloj amenazador y privado del precioso don de quien puede emplear el tiempo libremente, como es prerrogativa del filósofo. Aquí, en la Apología, lo que más se acerca a un argumento relevante es uno puramente retórico en el que Sócrates afirma que no podría corromper a otros, porque, al vivir con malos vecinos, correría el riesgo de hacerse daño a sí mismo. En el Menón (77b-78b) mantiene que nadie desea el mal, reconozca lo o no como tal. Si no lo reconoce, no está deseando, entonces, el mal, sino algo que cree bueno. Si desea «conseguir el mal», no puede ser sobre la base de suponer que el mal hace daño a quien lo posee, porque nadie desea ningún daño para sí mismo, y, en consecuencia, una vez más, debe contarse entre los que confunden el mal con el bien. Como creo haber mostrado en un capítulo posterior, el argumento logra su objetivo por una manipulación deliberadamente sofística de la ambigüedad de los términos bueno y malo. Es en el Gorgias donde se revela toda la verdad, tal y como Sócrates la veía.Sócrates predica una doctrina profundamente moral elevada, al argumentar que las acciones moralmente malas perjudican, de hecho, al autor de las mismas, porque le dañan inevitablemente en su verdadero ser personal (psyché), y no de una manera meramente superficial.

El filósofo no puede participar en política (31c-32a). En el Gorgias(521d y sigs.) hace que Sócrates anticipe dramáticamente su propio juicio y muerte, porque dice a los atenienses lo que es bueno para ellos y no lo que desean oír. En el libro VI de la República repite las tesis sostenidas en la Apología, hasta el punto de mencionar la advertencia personal del signo divino.La multitud despreciará siempre a los filósofos (494a), y cualquiera que se oponga a ella en nombre de la justicia será destruido antes de poder prestar ningún servicio. Así que el filósofo actuará como el viajero que se resguarda de una tempestad detrás de una pared, contento con mantenerse libre de todo crimen y terminar su vida con la serenidad de una buena esperanza. Más adelante encontraremos todavía el conocido pasaje del Teeteto (172c-176a) que establece la

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oposición del filósofo con el hombre de acción, especialmente con el orador forense, y describe su indefensión en un tribunal de justicia o en cualquier asamblea pública. Hemos visto (supra, cap. II) que Platón abandonó la carrera política por la filosofía.

LA APOLOGIA DE SOCRATES

Apología de Sócrates es una obra de Platón que da una versión del discurso que Sócrates pronunció como defensa, ante los tribunales atenienses, en el juicio en el que se lo acusó de corromper a la juventud y no creer en los dioses de la polis. Aunque su datación exacta es incierta, el texto, por su temática, pertenece al ciclo platónico de las primeras obras llamadas «socráticas», que Platón escribió en su juventud, e incluso se piensa que es su primera obra.

La acusaciónLos tres hombres en presentar cargos contra Sócrates son:

Anito, hijo de un ateniense prominente, Antemión. Anito aparece en Menón, donde aparece inesperadamente mientras Sócrates y Menón (que está visitando Atenas) discuten si la virtud puede ser enseñada. Sócrates argumenta que no, y ofrece como evidencia que muchos buenos atenienses han tenido hijos inferiores a sus padres, tras lo cual procede a dar nombres, entre ellos Pericles y Tucídides. Anito se ofende, y avisa a Sócrates que menospreciar ("kakos légein") a esas personas le traerá problemas algún día. (Menón 94e-95a).

Meleto, de los tres el único en hablar durante la defensa de Sócrates. También se lo menciona en otro diálogo,Eutifrón, aunque no aparece . En él Sócrates dice que Meleto es un joven desconocido de gran nariz aquilina. En la Apología, Meleto presenta sus acusaciones, lo que permite a Sócrates rebatirlas. Sin prestar mucha atención a los cargos que está afirmando, acusa a Sócrates de ateísmo, y de corromper a la juventud mediante sus enseñanzas.

Licón, del cual poco se sabe; de acuerdo con Sócrates era representante de los oradores.

Los cargos contra Sócrates

Sócrates dice que tiene que rechazar dos tipos de acusaciones diferentes: los viejos cargos de que es un criminal y un curioso que pregunta hasta al cielo y la tierra, y los más recientes cargos legales de corromper a los jóvenes y de creer en cosas sobrenaturales de su propia invención, en vez de los dioses de la polis. Sobre los viejos cargos dice que son el resultado de años de rumores y prejuicio, y por lo tanto no pueden ser respondidos. Sócrates desvirtúa estos "cargos informales" dándoles una apariencia legal diciendo: "Sócrates comete delito al investigar los fenómenos celestes y subterráneos, debido a que, según ellos, convierte el argumento más débil en el más fuerte, instruyendo esto a otros, y sin creer en los dioses, es decir, es ateo". También dice que estas alegaciones nacieron de la boca de cierto poeta cómico, es decir, Aristófanes. La apasionada defensa de Sócrates al ser acusado de sofista, no es más que una distracción de las otras, más graves, acusaciones, pues los sofistas no eran condenados a muerte en Grecia; al contrario, eran frecuentemente buscados por los padres para ser tutores de sus hijos, por lo que Sócrates dice que no puede ser confundido con un sofista, ya que éstos son sabios (o creen que lo son), y están bien pagados, mientras que él es pobre (a pesar de ser frecuentemente visto en las mesas de juego), y dice no saber absolutamente nada.

La obraLa Apología se divide en tres partes. La primera para propia defensa de Sócrates, y que contiene las partes más famosas del texto, como el recuerdo que realiza su amigo Querefonte al Oráculo de Delfos y su refutación a Meleto.

Discurso principal (17a - 35d)

Lo primero que hace Sócrates es acusar al que le acusa, Meleto, cuyo nombre significa "aquel al que le importa", de no importarle las cosas que dice le importan. Mientras interroga a Meleto, dice que nadie corrompería intencionadamente a otro, pues después correría el riesgo de que éste les dañara en el futuro. Este tema de la corrupción es importante por dos razones: primero pues parece ser la acusación más grave que se le imputa, el corromper a los jóvenes enseñándoles una versión de ateísmo, y la segunda, porque Sócrates clama que si Meleto está convencido, debe ser porque Aristófanes corrompió las mentes de su audiencia, cuando ésta era joven (con su obra Las nubes, escrita 24 años antes).

Así pues Sócrates partió en una "misión divina" para resolver la paradoja (que un hombre ignorante pudiera ser también la persona más sabia de la ciudad)e intentó demostrar que el dios se equivocaba. Tras esto, proclamándose la voz del oráculo (23e), procede a preguntar sistemáticamente a los políticos, poetas y artesanos, determinando al final que los primeros son impostores, los segundos no comprendían sus propias obras al igual que los visionarios y los profetas no comprenden sus visiones, y que los terceros tampoco se libran de ser pretenciosos. Por su parte, él se pregunta así

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mismo si preferiría ser un impostor, como la gente con la que habla, y de nuevo hablando como la voz del oráculo responde que no, pues prefiere ser él mismo.

Sócrates comienza diciendo al jurado que sus mentes han sido envenenadas por sus enemigos mientras eran jóvenes e impresionables y que su reputación de sofista ha sido impuesta por sus enemigos, los cuales son maliciosos y le tienen envidia. Dice, sin embargo, que éstos van a permanecer en el anonimato, salvo Aristófanes, el poeta cómico. Responde después a la acusación de corromper a los jóvenes argumentando que el corromperlos de forma deliberada es una idea incoherente. Después explica que todos sus problemas comenzaron con la visita al oráculo, tras lo cual, recuenta ésta. Querefonte acudió al Oráculo de Delfos para preguntar si había alguien más sabio que Sócrates, a lo que el dios respondió que no lo había. Cuando Querofonte se lo refirió a Sócrates éste se lo tomó como una adivinanza, pues clamaba no poseer sabiduría grande o pequeña, pero también que era contrario a la naturaleza de los dioses el mentir.Sócrates dice que estas preguntas indiscriminadas le ganaron la reputación de cotilla o curioso, pero a partir de ahí él interpreta su misión en la vida como la prueba de que la verdadera sabiduría pertenece exclusivamente a los dioses, y que la sabiduría humana tiene poco o ningún valor. Habiendo refutado los prejuicios, Sócrates comienza a defenderse de los cargos formales de corrupción de los jóvenes y ateísmo. Procede después a defenderse de la acusación de ateísmo tendiendo una trampa a Meleto hasta que éste se contradice diciendo que Sócrates es un ateo y que cree en semidioses y espíritus. Sócrates humilla a Meleto preguntando a la corte si éste ha pasado algún test que muestre si sabe identificar contradicciones lógicas. En una de las partes más controvertidas de la obra, Sócrates afirma que no ha habido mayor bien para Atenas que su preocupación por sus compañeros ciudadanos, que la riqueza es una consecuencia de la bondad, y que los dioses no permiten que un hombre bueno sea dañado por uno peor que él. Clama ser un tábano y el estado un gran caballo perezoso que necesita ser despertado. Para probar esto, Sócrates recuerda al jurado de su daimon, que él ve como una experiencia sobrenatural. Reconoce que esto hará sospechar a muchos de que realmente inventa deidades, pero no hace concesiones en este respecto, a pesar de estar al tanto de las sospechas que esto levantaría. Sócrates proclama no haber sido nunca un profesor, puesto que no ha impartido su conocimiento a otros. Por esta razón no se le puede hacer culpable de lo que hacen otros ciudadanos. Si ha corrompido a alguien, dice, ¿Por qué no acuden como testigos?, si han sido corrompidos, ¿Por qué no ha intercedido la familia en su beneficio? además muchos de estos familiares acudieron al juicio en defensa de Sócrates. Para concluir esta parte, Sócrates recuerda a los jurados que no va a recurrir a los trucos comunes de llantos, ni traerá a sus tres hijos para provocar su compasión. Afirma no temer a la muerte y asegura que no actuará de manera contraria a su deber religioso, por lo que confiará plenamente en su sólida argumentación y en la verdad para ganarse el veredicto. El jurado, sin embargo, lo encuentra culpable por 281 votos a 220.

Después del veredicto (35e - 38b)Sócrates propone un castigo alternativo que no le generara popularidad. Como se considera benefactor de Atenas, dice que deberían participarlo en las comidas del Pritaneo, uno de los edificios que albergaba a miembros de la asamblea. Esto era un honor reservado a atletas y otros ciudadanos importantes.Considera después como pena el pago de una multa de una mina de plata (100 dracmas), pues no tenía suficiente dinero para pagar una multa mayor. El jurado, considerándolo una suma muy pequeña comparada con el castigo propuesto por la acusación, opta por la condena a muerte. Los amigos de Sócrates, Platón, Critón, Critóbulo y Apolodoro, se disponen a aumentar la suma inicial a 30 minas, pero la asamblea no ve esto como una alternativa, por lo que se deciden por la pena de muerte bebiendo cicuta.

Luego de la sentencia (38c - 42aD)La alternativa propuesta por Sócrates enfadó al jurado. 360 votaron por la sentencia a muerte, y solo 141 votaron en favor de la multa de 3.000 dracmas. Sócrates, entonces, responde al veredicto, refiriéndose primero a los que votan por su muerte. Afirma que no ha sido la falta de argumentos por su parte lo que ha dado resultado a su condena, sino su repulsión por rebajarse a las habituales prácticas sentimentalistas que podían esperarse de cualquiera que se encuentra ante una condena a muerte e insiste, de nuevo, que la cercanía de la muerte no exime a uno de seguir el camino de la bondad y la verdad. Profetiza que críticos más jóvenes y severos seguirán sus pasos, sometiéndoles a un examen más riguroso de sus propias vidas. Para aquellos que votaron a su favor dice que su "daimon" no quiso detenerle en su discurso pues consideraba que era la forma correcta de actuar. Como consecuencia, la muerte debe ser una bendición pues, o constituirá la aniquilación (trayendo paz a todas sus preocupaciones) o una migración a otro lugar en el que conocer las almas de gente tan famosa como Hesíodo y Homero o héroes como Odiseo, con los que puede continuar su labor de preguntar todo. Sócrates concluye la Apología diciendo que no guardará rencor contra los que le han acusado y condenado, y en un acto de total confianza les pide que cuiden de sus tres hijos mientras éstos crecen, asegurándose de que éstos pongan lo bueno por delante de su propio interés. Al final de todo, Sócrates dice: "Es hora de irse, yo para morir, y vosotros para vivir. Quién de nosotros va a una mejor suerte, nadie lo sabe, solo los dioses lo saben".

Las leyes de la polis. Truyol y Serra, Vol. 1, pp. 131-132 [punto 4]

La ciudad y sus leyes son necesarias y responden a la naturaleza humana, es la convicción de socrates incluso lo demostró su actitud ante la sentencia de muerte de la que fue objeto. La obediencia a las leyes de la ciudad es un deber siempre y para todos incluso cuando se vuelven contra nosotros. Hay un convenio tacito entre la ciudad y cada uno de

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sus ciudadanos (contrato) por el cual el ciudadano obedece a cambio de protección, pero la ciudad y el ciudadano no se hallan en un plano de igualdad, ya que la ciudad, que hace posible la vida del ciudadano, da mas de lo que recibe. Sócrates ve en la ciudad ve en la ciudad una realidad ética, fundada en el orden divino de las cosas. Dice que mostro una resistencia pacifica a una orden injusta, tal desobediencia no puede llevarse al extremo de poner en peligro los cimientos del orden social, sin el cual es inimaginable una vida humana digna de tal nombre. Socrate admite la existencia de leyes no escrita, fundadas en la voluntad recta de la divinidad y que se refleja en la conciencia, en estas leyes se basan las leyes positivas.se daba cuenta del conflicto entre ambas en la realidad, al proclamar ante jueces que el que lucha por la justicia debe ser persona privada y no desempeñar cargos públicos. Se oponía al espíritu democrático de Atenas su exigencia de una política filosófica.