sócrates
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Lo que sé de Sócrates
José Fortuny Pou
Filosofia Griega. 1º de grado de filosofia.
UIB. Marzo 2011
Contenidos:
Acerca de su vida.
¿Persona o personaje?
El tábano de Atenas.
Más hilos de los que tirar.
Bibliografía.
Lo que sé de Sócrates.
He pensado en este título, jugando con la socrática paradoja, archiconocida, de que tenemos que
saber mucho para darnos cuenta de lo ignorantes que somos. Sobre Sócrates no sé prácticamente
nada, así que he decidido buscar ayuda. En la barra del buscador de Internet, Google, he tecleado
Sócrates, y en 0,24 segundos la pantalla me ha mostrado un listado de casi trece millones de
entradas. Apabullante. Cuando nació Internet se decía aquello de que “si no estas en la red es que
no existes”. Podemos dar por demostrada, pues, la existencia de Sócrates. Mucha broma y poca
ayuda. Al final, he ido a la biblioteca.
Mi osada intención, es rescatar del alud de información disponible, algunos de los muchos
rasgos que definen la poliédrica figura de Sócrates. Y, de manera un tanto precipitada y
superficial, exponerlos a grandes trazos. Como un esbozo inacabado o lista de sugerencias, punto
de partida para un necesario estudio posterior más cuidadoso. El criterio seguido es absolutamente
subjetivo y por lo tanto, aleatorio, basado más que en un método, en unas preferencias, producto
de la curiosidad.
Acerca de su vida.
Estas son, dato más, dato menos, las informaciones que aparecen en las enciclopedias.
Nacido en Atenas en el año 470 (469) a. de C. Su madre, Fenareta, fue comadrona o partera, oficio
al que, cuentan, se sentía íntimamente ligado el filósofo, ya que a lo largo de su vida se dedicó,
igual que una partera, a ayudar a parir a los demás, no hijos, sino ideas o verdades. Es la técnica
dialéctica conocida como mayéutica, (del griego maieutike, la que se ocupa del parto), que se
atribuye a Sócrates. Consiste, dicha técnica, en hacer preguntas al interlocutor de forma que en
base a ellas, el interrogado medite y encuentre la respuesta por si mismo. Su padre Sofronisco era,
según las distintas fuentes, escultor, picapedrero o cantero, (que a mi, como profesión y puestos a
lo literario, es la que más me gusta. Porque un cantero debe saber, antes que un escultor, en que
bloque de piedra se esconde la futura escultura y eso también seria mayéutica). Trabajo, fuera cual
fuera este, el de su padre, que también desempeñó Sócrates temporalmente.
Sócrates pudo recibir, como ciudadano libre, una buena educación. Frecuentó la escuela, donde
recibió enseñanzas que comprendían la lectura de los poetas tradicionales, cálculo elemental,
música y gimnasia.
Esto último era fundamental con vistas al servicio militar. A Sócrates se le reconoció su gran
valor como soldado durante la guerra del Peloponeso. Intervino en el sitio de Potidea, (432-430),
sublevada contra Atenas, donde salvó la vida a Alcibíades, (lo alejó del peligro cargándolo en
hombros), y contra los espartanos, en las batallas de Delio (424) y Antípolis (421). Parece que
estas fueron las únicas ocasiones en que salio de su amada Atenas.
Se casó con Jantipa, que era de familia noble, y tuvo tres hijos con ella. La historia la retrata
como una mujer de mucho carácter. Dicen que era la única persona a la que Sócrates daba la razón
aunque no la tuviera. Jantipa, al parecer, quiso enmendar el errático comportamiento de su marido,
que se pasaba el día fuera de casa discutiendo con todo el mundo en lugar de preocuparse por el
sustento de la familia.
Y es que Sócrates dejo de lado el cincel y la maza, un oficio respetable, y se convirtió, nada
menos, que en el centro de la filosofía de su época. Llamaba la atención de los que lo rodeaban por
la agudeza de sus razonamientos y su facilidad de palabra. El poder de su oratoria y su facultad de
expresión en público eran su fuerte para conseguir la atención de las personas. Su sabiduría fue
proverbial. Cuenta Platón, que uno de sus mejores amigos, Querefonte, le preguntó al oráculo de
Delfos si había alguien más sabio que Sócrates, y la Pitonisa le contestó que no había ningún
griego más sabio que él. Como filósofo, Sócrates, supo rodearse de personajes influyentes y de un
enorme círculo de discípulos: Jenofonte, Esquines, Antístenes, Aristipoentre, Crítias, (uno de los
Treinta Tiranos cuya relación le costaría cara a en el juicio, al final de su vida), y el más conocido
entre ellos, Platón.
De Sócrates se decía que era el hombre más feo de Atenas, bajito, patizambo, de ojos saltones,
barrigón y calvo. No tenia ideas políticas concretas, no era un exaltado, se le presenta como a un
hombre tranquilo y moderado. Fue conocido también, por su austeridad y por mantener una
conducta irreprochable, siempre de acuerdo con sus propias ideas sobre la ética y la virtud. Un
modelo de todo quehacer filosófico, honesto e insobornable.
Quien sabe si quizá por eso vivió 70 años, con buena salud, en un tiempo en que las
expectativas de vida no eran muy elevadas. Murió debido a la ingestión voluntaria de una solución
de cicuta. Injustamente condenado a muerte, por un jurado compuesto por 500 ciudadanos, en el
año 399 a. C.
¿Persona o personaje?
A pesar de ser, todos los anteriores, datos más o menos aceptados, la figura de Sócrates está
envuelta en la ambigüedad y la polémica. Sobre todo, debido a que no escribió ninguna obra, ni
tampoco fundó una escuela regular de filosofía. No existe una sola línea escrita por Sócrates, que
creía en la superioridad de la discusión sobre la escritura. Todo lo que se sabe de su persona y de
su pensamiento se conoce, indirectamente, a través de varias fuentes, bastante heterogéneas.
Por una parte, tenemos las noticias que sobre él nos ha dejado Jenofonte, que aunque no fue
discípulo suyo, sí lo conoció personalmente y fue su adepto. Escribió varias obras, (El banquete y
los Recuerdos socráticos), en las que tacha de absolutamente injustificada su condena y donde
alaba la virtud cívica del filósofo. Sin embargo, pese al afán de fidelidad a los hechos, los
informes de Jenofonte dependen de noticias y referencias recogidas de fuentes muy diversas y no
siempre fiables historicamente.
La comedia del dramaturgo Aristófanes Las nubes, (o Las Bromas), en la que el filósofo
aparecía "en su tienda del pensamiento" y se dedicaba a enseñar el arte de las paradojas, a sus
discípulos, para que pudieran refutar los razonamientos justos. Fue escrita cuando Sócrates tenía
solamente 41 años, es decir, antes de convertirse en el personaje trascendente que sería.
Ridiculizándolo y colocándolo en el lugar de los sofistas. Obra reveladora acerca de lo molesta
que pudo ser la actitud de Sócrates. Se dice que, en parte, la condena a Sócrates fue motivada
precisamente por las comedias de Aristófanes.
Y, por ultimo, Los diálogos de Platón, (la Apología, el Critón y el Fedon, por ejemplo) y las
objetivas referencias de Aristóteles, en buena parte de su obra, como fuentes más importantes.
El problema del Sócrates real o ficticio, empieza al comprobar las escasas coincidencias entre
esas fuentes. A pesar de la fascinante paradoja de que toda la filosofía occidental se origina a partir
la filosofía griega y ésta se sustenta en la figura central de Sócrates, personaje que pudiera no
haber existido, creo que el debate acerca de sí Sócrates existió realmente, o fue una invención
literaria, resulta un debate estéril. Como lo puede ser el debate acerca de si existió Gilgamés,
Moisés, Don Quijote o Hamlet. El hecho incontestable es que existe un pensamiento socrático, que
configura un corpus filosófico. Que, dicho pensamiento, esté basado en la “tradición oral” y no en
fuentes documentales es uno de sus principales rasgos diferenciadores.
El tábano de Atenas.
Famoso y popular en su época y, sobre todo, en su ciudad, la Atenas de Pericles. Fue lo que hoy
llamaríamos, un personaje público. Se le define como el hombre del ágora, el hombre de la calle y
de la plaza. Estuvo en todas las salsas, debía ser un tertuliano habitual. Hablaba en todos los
ámbitos de la misma manera, llana y sencilla. Se hacia escuchar por todos y escuchaba. Sócrates
pasaba el día debatiendo con los atenienses, de todas las extracciones sociales, esclavos incluidos,
interrogándoles, para intentar definir los conceptos de justicia, ley, deber y virtud. Sostenía que se
pueden hallar verdades incuestionables, para definir tales conceptos. Algo así como verdades
científicas, que fueran incontestables por parte de cualquier ser humano. Verdades que se
alejarían, por tanto, del campo de las opiniones y estarían asentadas en la sólida base de la razón.
Para él, por ejemplo, no era aceptable que el mal o el bien lo decidieran los ciudadanos de cada
pueblo, en cada momento y lugar, (como sostenía el sofista Protagoras: "El hombre es la medida
de todas las cosas", entendiendo “hombre” como persona individual o ciudadano habitante de una
ciudad-estado). Lo que está mal, lo está desde cualquier punto de vista. Tal sería una verdad
absoluta. De aquí su enfrentamiento con los sofistas, sus filósofos contemporáneos, que vendrían a
ser, dicho rápidamente, los representantes del “pensamiento único” del momento, el establishment
ideológico. Ese tipo de razonamientos entraban en conflicto abierto con el escepticismo,
argumento vehicular del relativismo moral, del que se servia la clase dominante, el poder, en
aquellos días. Al parecer las cosas no han cambiado mucho y las verdades siempre molestan.
La forma de alcanzar la verdad esencial era el conocimiento y éste, a su vez, se conseguía con
el dialogo. Utilizó el diálogo con los demás como método para llegar a la verdad. Sólo a través del
auto-conocimiento, ("Hombre, conócete a ti mismo"), y la participación entre todos, podremos
perfeccionarnos moralmente y alcanzar esas verdades absolutas fundamentadas racionalmente.
Siguiendo con el ejemplo anterior, si hablamos del concepto del bien, podríamos decir en los
términos de Sócrates "solo aquel que conoce el bien, es capaz de realizar el bien".
En conclusión, fue conocido y reconocido, y como ocurre siempre en tales casos, admirado y
criticado. Tuvo seguidores incondicionales y feroces detractores. Sócrates, el “tábano” de Atenas,
fue un personaje molesto para muchos de sus contemporáneos. Al final de su vida su ánimo de
ponerlo todo en duda, de pensarlo todo, fue mal visto por los demócratas más conservadores,
gobernantes con poder, como Anito y Meleto, a los que, parece ser que, les resultaba odioso.
Meleto presentó la acusación contra Sócrates, ante la Asamblea, de no creer en los dioses de la
ciudad, introducir nuevos dioses y corromper a la juventud. Y se pidió la pena de muerte.
Más hilos de los que tirar.
Hasta aquí algunos de los rasgos, propiamente socráticos, que hacen referencia, principalmente, a
su persona, a su personalidad y a su leyenda. Por supuesto hay mucho más, pero, por ahora, se
queda en el tintero de mi ignorancia. Aún y así, quiero hacer una sucinta enumeración de aquello
que es propio de Sócrates y que me parece interesante como para “seguir leyendo”.
Su contribución al paso del mito al logos, y el antes y el después que supone su figura en la
filosofía griega. Su desengaño por las estrellas y su interés por los hombres.
El que el ser humano sea el único conocimiento que le interesa y la única certeza posible.
La contribución ética de Sócrates a la filosofía, y la idea de que la política debería estar en
manos de los filósofos. Su preocupación por la formación moral de los jóvenes, que no creían en
la tradición, ni en los dioses, ni en los políticos.
Su búsqueda de definiciones generales en las que enmarcar los conceptos, para comprenderlos
objetivamente.
La “ignorancia socrática” o el no pensar que se sabe lo que no se sabe. La ironía.
La creencia de que todo vicio es el resultado de la ignorancia y que ninguna persona desea el
mal; y, a su vez, la virtud es conocimiento y aquellos que conocen el bien, actuarán de manera
justa. Su conciencia moral.
Su uso de la dialéctica, frente a la retórica y la demagogia y el hincapié en la discusión racional.
Su convicción de que el conocimiento de uno mismo es el único camino a la sabiduría y la
virtud en tanto que excelencia.
Que fuese capaz de pasear por el mercado y exclamar: “cuantas cosas que no necesito”.
Bibliografía y páginas web consultadas.
Ferrater Mora, José. Diccionario de filosofia abreviado. Edhasa: Buenos Aires, 1976
Marias, Julian. Historia de la filosofia. Revista de Occidente: Madrid, 1941
Torelló, Ramón M. Intrtoducció a la filosofia grega. Enciclopedia catalana: Barcelona, 1993
http://www.filosofia.net/materiales/rec/griega.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Sócrates
http://eigr.grupoei.com/paginas/diccionario/socrates.html
http://es.shvoong.com/humanities/philosophy/1799663-sócrates-contexto-histórico-su-vida/