sobre la transdisciplinariedad del miembro entre los pliegues instersticiales femeninos

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Este articulo se divide en dos, Arti (quien fuera el que me pasó el papel) y culo ( que es el trasero de Arti) por ende vamos a retomar el estudio de las nalgas de este personaje

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Page 1: Sobre la transdisciplinariedad del miembro entre los pliegues instersticiales femeninos

La Victimización en el Proceso Judicial de la Mujer maltratada por su pareja

Por Inés Alcira Olima

Dra. En Ciencias Humanas, mención en estudios sociales y culturales. Doctorado en

Ciencias Humanas, UNCa.

Resumen

Este trabajo reúne las conclusiones de la investigación para la tesis doctoral, la cual tuvo como

objetivo analizar el proceso de judicialización de la mujer maltratada por su pareja, en el fuero

especial de Familia de los Juzgados de Familia Nº 1 y Nº 2 de la provincia de Catamarca. Las

dos conjeturas centrales del trabajo son: primeramente que las respuestas inadecuadas e

insuficientes del Sistema Judicial producen una nueva victimización en la mujer, como así

también se presupone que las consecuencias de las prácticas violentas de estos dos “agresores”

son similares. Se presenta un nuevo modelo teórico denominado Modelo Integrado (MI), el cual

integraría la visión de los modelos existentes, como así también explicaría las múltiples

interactuaciones simultáneas, entre el micro sistema, exo y macro-sistema, entre las

representaciones sociales, el sistema político, el sistema económico, los legados culturales y los

diferentes tipos de violencia practicadas. Describe el movimiento de la violencia ya que ésta es

entendida como “energía destructiva es expansiva”, destruyendo las tramas relacionales de la

mujer víctima. La reacción en cadena se origina en la fricción y acoplamiento simultáneo entre

diferentes tipos de violencia en la familia, con las estructuras culturales y sociales inmersas en

un determinado macro-sistema. Éstas atraviesan, determinan y promueven nuevas

manifestaciones violentas. La integralidad y la simultaneidad dibujan patrones únicos de

violencia, los cuales pueden ser mapeados según la sistematización de la casuística

Palabras Claves: Violencia, Familia, Mujer, Revictimización, Sistema Judicial

Women Abused by their Partners’ Victimization in the Judicial Process

Abstract

This paper presents the findings of the PhD dissertation research, which aimed to analyze the

process of prosecution of the woman abused by her partner, in the special jurisdiction of Family

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Courts Family No. 1 and No. 2 in the province of Catamarca. The two central assumptions of

the work are, first, that the inappropriate and inadequate response of the judicial system

produced a new woman's victimization; it is also assumed that the consequences of the violent

practices of the two "aggressors" are similar. A new theoretical model called Integrated Model

(IM) is presented, which would integrate the vision of existing models, and would also explain

the multiple simultaneous interactions among the micro, exo and macro system, among social

representations, the political system, the economic system, cultural legacies and different types

of violence practiced. It describes the movement of violence understood as "destructive

expansive energy," destroying the female victim’s relational framework. The chain reaction

originates from the friction and simultaneous coupling between different types of violence in the

family, with cultural and social structures embedded in a given macro system. They traverse,

determine and promote new violent demonstrations. The integrality and simultaneity draw

unique violence patterns, which can be mapped according to the casuistry systematization.

Key Words: Violence, Family, Women, Revictimization, Judicial System.

UNA VISIÓN DESDE LA INTEGRALIDAD Y LA SIMULTANEIDAD

MODELO INTEGRADO

El Modelo Integrado (2007), posee una visión integradora contemplando la

multidimensionalidad del plurifacetismo del ser humano. Permite ampliar la visión

interpretativa de la violencia, ya que al ser una problemática humana y por ende social, deben

tenerse en cuenta todas las dimensiones que atraviesan y emergen del ser humano, desde una

visión de integralidad y simultaneidad y no sólo ser explicada desde un tópico disciplinar.

En tal sentido se entiende como modelo integrado (MI), a la interacción simultánea de los

subsistemas del modelo ecológico de Bronfenbrenner (1979), la dinámica circular de Walker

(1999) y la triangularidad de Galtung (1998), modelos que necesariamente interactúan

complementariamente en el mundo de relaciones. Este efecto situacional se yuxtapone con las

combinaciones de la tipología de la violencia, creando así patrones explicativos únicos de la

violencia.

Es en el microsistema del modelo ecológico donde opera el “círculo” de Walker ubicado

en el vértice de la Violencia directa y visible del triángulo de Galtung. Directa porque la

comunicación agresiva entre dos o más personas o cosas, deja siempre indicios que pueden ser

observados. Dicho de otra manera, la violencia psicológica, física o económica ejercida en

niños, ancianos, objetos, animales y en este caso contra la mujer puede ser vista, oída, y sentida.

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Esta violencia no sólo es generada en los microsistemas, sino que tiene una raíz más profunda e

invisible, y está propiciada por las exigencias que imponen el sistema político, religioso,

capitalista/neoliberal, los medios de comunicación, entre otros, que imperan en la sociedad. Otra

raíz invisible son las representaciones1 y mitos sociales2, que se reproducen en el exo y

macrosistema. Es decir en las instituciones, en la cultura y en su legado, haciendo que el ser

humano actúe según esos mandatos a veces inconscientes. Estos sistemas son los responsables

que la violencia se perpetúe y persista siendo muy difícil romper con el círculo patológico. Tal

complejidad se amplia y expande creando nuevas figuras como las creadas en un calidoscopio,

dichas figuras pueden ser observadas desde su integralidad y simultáneamente en su

particularidad. Los acoplamientos, choques y fricciones entre las variables intervinientes, tales

como los subsistemas, representaciones sociales y los diferentes tipos de violencia, crean

patrones únicos en cada caso.

La multicausalidad y pluridimensionalidad de la problemática necesita ser vista de un

modo integrado, los abordajes deben plantearse desde esta óptica, creando una red que contenga

y satisfaga cada una de las facetas del problema de una manera simultánea. La integralidad de

este modelo hace que la víctima y toda persona involucrada en la problemática, sea partícipe de 1El concepto de “representación social” ha sido elaborado por la escuela europea de psicología social (Jodelet, 1989), recuperando y operacionalizando un término de Durkheim por mucho tiempo olvidado. Se trata de construcciones socio-cognitivas propias del pensamiento ingenuo o del “sentido común”, que pueden definirse como “conjunto de informaciones, creencias, opiniones y actitudes a propósito de un objeto determinado” (Abric, 1994). Las representaciones sociales serían, entonces, “una forma de conocimiento socialmente elaborado y compartido orientado a la práctica, que contribuye a la construcción de una realidad común a un conjunto social” (Jodelet, 1989. p. 36). Las representaciones sociales así definidas - siempre socialmente contextualizadas e internamente estructuradas - sirven como marcos de percepción y de interpretación de la realidad, y también como guías de los comportamientos y prácticas de los agentes sociales. De este modo los psicólogos sociales han podido confirmar una antigua convicción de los etnólogos y de los sociólogos del conocimiento: los hombres piensan, sienten y ven las cosas desde el punto de vista de su grupo de pertenencia o de referencia.

2 Lucio Cerdá (2006) explica el mito: “Ocurre en toda sociedad, en todos los tiempos y geografías. Se trata de una escena argumentada, es decir de una narración que presupone un argumento y que emerge como responsable y sostén de una o varias verdades que son entendidas como esenciales o perennes. El mito social sostiene una verdad incuestionable, un aserto inamovible, un hecho o conjunto de hechos que configuran una narración imposible de ser puesta en duda para aquellos que pertenecen a esa sociedad. A veces, es cierto, los mitos anclan o se generan en determinados sectores de esa comunidad mostrando ciertas fracturas o subculturas diferenciadas. No pertenecen a la racionalidad instrumental que prima en los saberes letrados. Son de otro orden, configuran una realidad diferente y no por ello menos significativa o menos legítima. Los mitos juegan un papel central en relación con la configuración de valores y creencias epocales. Son, sin duda, un fenómeno producto de los imaginarios sociales”. Publicado en Anales de la educación común / Tercer siglo / año 2 / número 4 / Filosofía política del currículum / agosto de 2006 Publicación de la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires, Dirección Provincial de Planeamiento.

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su autopoiesis, es decir de la búsqueda de una solución liberadora a su problema, junto a la

creación de una red en su exosistema. El Modelo Integrado (MI), permite la búsqueda de

soluciones integradas a partir de la visión pluridimensional, desterrando así la concepción

mesiánica o unipersonal al momento del abordaje profesional.

Son muchos los factores que pueden incidir potenciando la fuerza agresiva y nociva de la

violencia, éstos pueden ser la situación económica, las representaciones sociales y los mandatos

culturales, entre otros. Factores que son utilizados como excusas, cobrando un significado

indiscutible y dejando entrever erróneamente que tienen una razón de ser.

El acoplamiento de las combinaciones de las tipologías analizadas, prepara las

condiciones para que se tejan y se construyan otras manifestaciones que se materializan como

una onda expansiva. Es decir entonces que la violencia hacia la mujer, circunscripta en el

mundo familiar, posee un poder destructor expansivo de tal magnitud que la aniquila, como así

también todo lo que encuentra en su radio, hijos, animales, objetos. Destruye no sólo el mundo

familiar, sino que afecta las relaciones que pueda tener la mujer con sus vecinos, amigos,

compañeros de trabajo, sociales, dejándola en un completo aislamiento e inhabilidad para su

posterior reconstrucción e inserción social. Es decir que en este universo violento se pueden

concretar múltiples combinaciones, creando inevitablemente un mundo agresivo en constante

expansión. Realidad que crea un patrón único para cada mujer maltratada.

Presentaremos la aplicación del Modelo Integrado en la casuística relevada. En una

primera etapa, se realizó una primera aproximación a la realidad. Para esto, se tomó como

dispositivo de análisis el discurso escrito (denuncias realizadas por la mujer en el expediente

caratulado como Violencia Familiar en los Juzgados de Familia Nº 1 y Nº 2 de la provincia de

Catamarca), en el oral (testimonio grabado de las entrevistas realizadas), en las cuales se

procedió a identificar las seis categorías de violencia: violencia emocional, física, violencia con

objetos, homicida, sexual y económica. Así también se analizan las dimensiones denominadas

legados culturales, sistema político, sistema económico, representaciones sociales y la

incorporación de los ejes de análisis del Modelo Ecológico y del Modelo Triangular. El análisis

discursivo se realizó según la perspectiva de análisis de Strauss y Corbin (1996) y Fairclough

(1998). Indagadas las categorías y subcategorías de violencia entre las entrevistadas éstas se

pueden traducir en un mapa multicolor que refiere a distintas dimensiones del maltrato y a

causales que la producen y sus traducciones simbólicas y gestuales captables en el testimonio.

En ese sentido los registros recogidos mediante la observación del trabajador social para

reconocer las condiciones de la cotidianeidad doméstica en que vive la víctima, completan el

cuadro de la situación de vulnerabilidad, ya que permite contrastar versiones sobre episodios o

sucesos, identificar silencios como significaciones, etc.

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Cuando las indagaciones se dirigen a identificar relaciones entre el maltrato doméstico y

otras formas de violencia las entrevistadas refieren al sistema judicial afirmando que las

tramitaciones para seguir sus denuncias en los juzgados implican pérdida del tiempo productivo

ya que debe concurrir en horarios laborales a las oficinas, lo que impacta en el recorte de su

salario y en consecuencia de la cobertura de necesidades. En muchos casos, dado que el trabajo

empleo es precario suele perderlo debido a las inasistencias que ocasiona el seguimiento de la

causa judicial.

Esa relación entre el maltrato doméstico y el maltrato judicial puede graficarse a través

del cuadro comparativo que sigue:

PAREJA AGRESORA SISTEMA JUDICIAL AGRESOR

No le deja el dinero para cocinar en el día.

La obligan a presentarse en horarios donde la mujer debe trabajar.

No le suministra lo necesario para satisfacer las necesidades básicas de ella y de sus hijos.

La atención no es inmediata, por lo que debe perder medio día de trabajo.

No le pasa la cuota alimentaria reglamentada en audiencia.

Generalmente los empleos son inestables y no inscriptas en libros, por lo que peligra su trabajo.

Renuncia a su trabajo para no pasar la cuota alimentaria.

Despido y pérdida de la fuente laboral por inasistencia al trabajo.

Las asociaciones que efectúan las mujeres entrevistadas entre la violencia psicológica

perpetuada por sus parejas y las formas de maltrato judicial se ligan a referencias al daño o

deterioro de la identidad de la mujer. Es decir, la violencia ya sufrida por las mujeres en el orden

doméstico se recrea ante el maltrato de los agentes de justicia, que incurren en actitudes

burocráticas, produce una experimentación superlativa de la violencia. Superlativa porque en

comparación con su pareja, la mujer agredida tiene bien identificado a su agresor, puede

predecir sus reacciones porque lo conoce, pero sobre el sistema judicial desconoce los

mecanismos, le desconcierta y resulta impredecible.

En el escenario judicial el agresor puede ser tanto una persona concreta, como el

empleado judicial – escribiente -, el secretario, el juez; la burocracia, que se materializa en la

pérdida del expediente, la demora de las audiencias, la demora en el traslado del expediente de

los diferentes organismos judiciales (Fiscalía, Defensoría, Juzgados de Menores, Cuerpo

Interdisciplinario Forense); la estructura edilicia, el hacinamiento que no permite privacidad,

durante la atención de los agentes judiciales – pues la violencia generalmente ocurre los fines de

semana o en la noche, cuando el Juzgado de Familia se encuentra cerrado, por lo cual la victima

debe esperar hasta el día hábil o a la mañana siguiente para hacer su denuncia.

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Existe cierta contradicción en la urgencia o premura del diligenciamiento y el tratamiento

concreto de los expedientes, pues la ley establece un plazo de 72 horas para las primeras

acciones precautorias. Es decir, que en algunos casos, se cumple con el “requerimiento

protocolar de la ley”, pero sin ninguna otra decisión que ayude a solucionar la problemática de

la mujer que asiste al juzgado solicitando amparo, por lo tanto las agencias del poder judicial

incurren en mora judicial.

Se observa también, la presencia de otras variables, quizás más imperceptibles, como la

comunicación análoga, donde se expresan actitudes de desprecio, desentendimiento,

despersonalización, sorna, sarcasmo, indiferencia y superioridad, entre otras actitudes que

penetran dolorosamente en la autoestima de la mujer y que pueden graficarse mediante el

cuadro que sigue:

PAREJA AGRESORA SISTEMA JUDICIAL AGRESOR

Humillación verbal Humillación analógica Indiferencia Desvalorización Persecución Indagación

La tercera relación asociativa, entre el impacto de la violencia sexual y el sistema de

justicia, debe ser analizada desde la posición de la víctima según lo plantean Bonilla y Álvarez

Morales (2006: p.65) pues se produce un estado postraumático en la víctima después de haber

sido abusada o violada. El nerviosismo, la angustia, ansiedad y depresión, son sensaciones y

estados donde la víctima transita casi inexorablemente. Estos estados son similares a lo que

plantea Marchiori (2004) señalando como victimización secundaria a la propiciada por el

sistema judicial, que desmerece la voz de la víctima.

Se observó también el incumplimiento de los plazos razonables en la entrega de las

pericias por parte de los peritos judiciales. La mayoría de los requerimientos periciales son

extemporáneos. Estos atrasos, en algunas oportunidades son de hasta 7 meses, demorando el

proceso de resolución judicial. Otro serio indicador de victimización judicial es la existencia de

expedientes no impulsados de oficio por los tribunales, aún cuando la ley prevé la oficiosidad

del trámite cuando estuvieran involucrados menores de edad, por lo que la inobservancia de la

oficiosidad conlleva el perjuicio del trámite. Es frecuente la confrontación de la mujer con el

agresor, en instancias de audiencias requeridas por el magistrado, donde se la somete

nuevamente a una situación de victimización; lo cual está expresamente prohibido en Ley Nº

26.485.

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La variable estudiada “reiteraciones de denuncias” emerge como un indicador de

victimización, porque a menudo la reiteración es motivada por un nuevo hecho de violencia. La

concreción del acto violento podría haber sido evitado o controlado, mediante una medida

judicial mucho más rápida. La lentitud del proceso judicial, produce la desprotección de la

mujer víctima de violencia.

Los sentimientos que produce el maltrato en uno y otro orden pueden entonces

reconocerse en el siguiente gráfico:

PAREJA AGRESORA SISTEMA JUDICIAL AGRESOR

Angustia Ansiedad

Invasión Exposición

Depresión Estigmatización Social

Teniendo en cuenta que la violencia es un acto que atenta directamente a los derechos

fundamentales del ser humano, se propone que se penalice la figura de la violencia familiar.

Además que dichas penas sean severas para el hombre agresor, como la privación de la libertad,

tiempo que será proporcional a los daños producidos en la víctima. Cabe destacar que esta

propuesta fue realizada por la mayoría de las mujeres quienes desean ver a su maltratador

castigado. Otra alternativa es que se realicen trabajos comunitarios y sobre todo se concreten

tratamientos terapéuticos no sólo del agresor sino de la mujer y sus hijos si fuera necesario,

siempre en ámbitos separados.

Para afrontar la violencia familiar se requiere actuar no sólo sobre sus consecuencias a

través de las leyes de protección, sino que se debe operar concretamente sobre sus causas,

mediante la adopción de una política de Estado integradora que contemple no sólo la sanción y

aplicación de leyes, sino que impulse un cambio de mentalidad en la sociedad. Pero sobre todo

este trabajo de investigación es un serio llamado de atención al Sistema Judicial Catamarqueño,

ya que los procedimientos que se están aplicando son violentos.

Estos son algunos de los hallazgos por los cuales se comprueba que las consecuencias del

maltrato perpetrado por estos “dos agresores”: el varón maltratador y el Sistema Judicial son

similares.

Siguiendo esa analogía es que apelamos a la noción de revictimización para referir a una

violencia segunda o secundaria, y sobre ella a la de “plurivictimización”, considerando los

diferentes aspectos que intervienen durante el tratamiento judicial de los casos de violencia en

que las mujeres son victimas: la infraestructura edilicia, la organización interna de cada juzgado,

el trato de los empleados judiciales, la pérdida del tiempo productivo de la mujer, entre otros

aspectos. Desde esta postura integral debemos pensar a la mujer “víctima holística”, en un

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creciente proceso multivíctimal, ya que se siguen reproduciendo patrones violentos a tal punto

que están instaurados como una “cultura propia de violencia judicial”.

El problema abre interrogantes sobre las posibilidades de mudanzas en el Sistema Judicial

especialmente el fuero de Familia de Catamarca, a fin de examinar las distintas formas de abuso

de poder en que incurre: mediante la violencia ejercida en sus prácticas y omisiones o inacción.

El ideal posible a pensar respecto del cuadro de situación señalado, es una actitud autopoiética

de los efectores judiciales, que permita construir un servicio de justicia paradigmático, que

asegure respuestas rápidas, efectivas y despojadas del maltrato hacia las ciudadanas que

recurren a ellos, ya victimizadas por otras formas de violencia en sus vidas cotidianas, como

refiere este pasaje de un testimonio, que reproducimos por su elocuencia:

Me parece a mí, es mi opinión como mujer, las otras mujeres opinan muy distinto a mí, yo

dije hasta acá llegué, hasta acá fueron mis problemas, hasta acá los soluciono y no doy más y

corto todo por lo sano. Yo pienso que la Justicia puede ayudar, pero depende de uno, de uno de

decir basta, no quiero más, no quiero más agresiones, no quiero más golpes, no quiero más

palabras que me hieran, esas que te tratan de la más baja y como que no hay como defenderse.

Me parece que de uno mismo depende y después, bien la ayuda de todas las personas que

puedan dar una mano me parece, a mí. No deseo decir nada más simplemente decir que

aprendí muchas cosas, “que se puede”, que se puede a pesar que vos pasas muchos dolores,

muchas cargas de culpas, que no han hecho y te hacen sentir nada. ¡Que se puede vivir, se

puede ser una persona normal y podes volver a creer que la vida te puede llevar por buen

camino, lo fundamental, lo sencillo respirar y tener tranquilad, nada más! (1447/05)

Muchas de las mujeres recurren a la justicia en busca de “otro poderoso”, que legitime su

verdad, quedando el sistema judicial entrampado en esta guerra de poderes, guerra de a tres – la

mujer, el agresor y el sistema judicial- en la cual la mujer es la más perjudicada, siendo agredida

por ambos.

De modo que sobre la descripción enunciada puede reflexionarse que la dominación

masculina en los términos de Bourdieu (2000) se transparenta y emerge claramente en las

prácticas violentas en el seno de la familia, donde cotidianamente, el varón deja sentado que él

es quién manda y deben obedecerse las reglas impuesta bajo su techo. Este poderío casi siempre

es impuesto con amenazas, castigos por los incumplimientos a sus reglas, y para sostenerlo,

ejerce más violencia en todas sus formas. Esta dominación también se observa en el Sistema

Judicial (en el discurso de empleados y funcionarios, en los escritos y en el sistema legal

propiamente dicho). Las “reglas” impuestas por la Ley, los “procedimientos” elegidos por el

Juez, revisten un carácter imperativo y coercitivo que conllevan sus propios tiempos y

formalidades que obligan a la mujer a someterse y a soportar esas modalidades. Existe la

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percepción en la mujer que la “Justicia es lenta y por esa razón no es Justa”, el tiempo como

dimensión de análisis, al igual que la funcionalidad de los juzgados, sus estructuras edilicias

inadecuadas, los malos tratos impartidos por los empleados, son algunas de las capas

sedimentadas que van constituyendo el cimiento de una nueva y única figura de violencia

judicial, con sus características propias. La dominación masculina se erige como dominación

judicial que históricamente se perpetuó, por lo que se puede afirmar que existe una violencia

simbólica, donde casi siempre gana quién tiene el poder y el conocimiento, en este caso es la

mujer quién vuelve a ser víctima y rehén del sistema.

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Datos de la Autora

Alcira Inés Olima, Lic. En trabajo Social, Dra. En Ciencias Humanas, Mención Estudios Culturales y Sociales. Fundadora del al “O.N.G. A.M.A.M. por la No Violencia”. Perito Forense del Poder Judicial de Catamarca.

[email protected]