SOBRE EL ESTADO ACTUAL DE LA EXGESIS BBLICA

SOBRE EL ESTADO ACTUAL DE LA EXGESIS BBLICAPor Horacio Bojorge S.J.

Necesitamos una visin crtica del panorama exegtico actual (Emmo. Card. Joseph Ratzinger)

Es un hecho por todos conocido y que no necesita documentacin que, en la estimacin del valor de la Sagrada Escritura, y en la orientacin exegtica, hay actualmente quienes se exceden y quienes se quedan cortos. Hay quienes tienden a prescindir de ellas como ignorndolas conformndose con la tradicin y el Magisterio y quienes se encierran en ellas ignorando lo dems. Hay tambin quien hace de ellas una lectura puramente humana, tcnico-cientfica y a veces producen lecturas e interpretaciones racionalistas que contradicen los dogmas de la fe catlica, y hay quienes, a veces por reaccin contra los excesos racionalistas, desconfan, condenan o excluyen todo mtodo de anlisis, histrico y literario y proponen un acceso puramente espiritual, como si la lectura creyente de la Escritura fuera incompatible con un anlisis histrico y literario de los textos. Hay quien ya sea en la ctedra, ya sea en la reflexin teolgica, ya sea en pastoral, ya sea en la enseanza del catecismo, ya sea en la predicacin, practica una especie de bibliolatra; y hay, por el contrario, quien en esos mbitos pareciera haber operado una bibliotoma. La bibliolatra, por su parte puede presentarse bajo dos formas aparentemente opuestas: o bien en forma de una adiccin algo dogmtica, por no decir a veces fantica, al criticismo racionalista, que llega hasta a impugnar la fe de la Iglesia en nombre de una lectura crtica y cientfica de la Escritura.O bien por el contrario, como por reaccin defensiva, en forma de un fundamentalismo espiritualista y literalista que quiere defender la fe, pero lo hace huyendo de la crtica en una direccin fidesta.Corresponde examinar primero la existencia de los dos polos tal como puede ser documentada en textos del Magisterio Pontificio, Conciliar y Episcopal. En segundo lugar corresponde llamar la atencin sobre la conveniencia de diagnosticar la diferencia de entidad de ambos extremos opuestos, sealados por los documentos del Magisterio, tanto ms y precisamente porque los documentos del Magisterio no incursionan en estos aspectos.Si al diagnstico de la naturaleza diversa de estos males ha de seguir una sabia prescripcin de la cura pastoral, conviene mostrar y explicitar su diversa naturaleza, su desigual peligrosidad e importancia, y otras consideraciones a tener en cuenta para una prudente eleccin del tratamiento, no slo adecuado sino posible, de cada uno de ellos.

LA EXISTENCIA DE LOS DOS POLOSLa Constitucin Dei Verbum del Vaticano II ha reafirmado la inseparabilidad de Tradicin, Escritura y Magisterio como instrumentos divinos de la trasmisin de la divina revelacin.En diversas oportunidades el Papa Juan Pablo II ha querido reexponer la verdad sobre estos asuntos. Ha recordado las sabias directivas con que el Magisterio conciliar y pontificio ha guiado a los fieles para que navegaran seguros entre estos opuestos escollos. Pero tambin ha sealado que a pesar de ser opuestos, ambos tienen algo en comn, se apartan de la fe en la Encarnacin del Verbo de Dios. Y por eso introducen una indebida: ruptura entre lo humano y lo divino, entre la investigacin cientfica y la mirada de la fe, y entre el sentido literal y el sentido espiritual.

Discurso de 1993 a la Pontificia Comisin BblicaQue no separe el hombre lo que Dios ha unidoEn su discurso a la Pontificia Comisin Bblica sobre la Interpretacin de la Biblia en la Iglesia, 23 abril 1993, Juan Pablo II hace notar cmo respondi Len XIII, en la Providentissimus Deus, a la ofensiva del liberalismo racionalista en exgesis bblica y despus, cmo respondi Po XII, cincuenta aos ms tarde, en la Divino Afflante Spiritu a los partidarios de una exgesis as llamada mstica. El Papa seala cmo ambos Papas, respondiendo a situaciones distintas y en algn modo opuestas, lo hacen desde principios comunes, a los que siempre debemos volver para orientarnos[1].Refirindose a Len XIII dice: Contra la ofensiva de la exgesis liberal, que presentaba sus afirmaciones como conclusiones fundadas en los logros de la ciencia, se podra haber reaccionado lanzando un anatema contra el uso de las ciencias de la interpretacin de la Biblia y ordenado a los exegetas catlicos que se limitaran a una explicacin espiritual de los textos. La Providentissimus Deus no sigui ese camino. Al contrario, la encclica exhorta a los exegetas catlicos a adquirir una verdadera competencia cientfica, para que aventajen a sus adversarios en su mismo terreno. El primer medio de defensa, sostiene, se encuentra en el estudio de las lenguas orientales antiguas, as como en el ejercicio de la exgesis cientfica. La Iglesia no tiene miedo de la crtica cientfica. Slo desconfa de las opiniones preconcebidas que pretenden fundarse en la ciencia, pero que, en realidad, hacen salir subrepticiamente a la ciencia de su campo propio [2].Y refirindose a continuacin a Po XII, dice: Cincuenta aos despus, en la Divino afflante Spiritu, el Papa Po XII pudo comprobar la fecundidad de las directivas impartidas por la Providentissimus Deus: Gracias a un mejor conocimiento de las lenguas bblicas y de todo lo que concierne a Oriente..., un buen nmero de cuestiones planteadas en la poca de Len XIII contra la autenticidad, la antigedad, la integridad y el valor histrico de los libros sagrados... hoy se ha aclarado y solucionado (Enc. Bib. 546). El trabajo de los exegetas catlicos, que han hecho un correcto uso de las armas intelectuales utilizadas por sus adversarios (n. 562), haba dado su fruto. Y precisamente por esta razn, la Divino afflante Spiritu se muestra menos preocupada que la Providentissimus Deus por combatir las posiciones de la exgesis racionalista[3]. Pero resultaba necesario responder a los ataques que provenan de los partidarios de la exgesis as llamada mstica (n. 552), que pretendan que el Magisterio condenara los esfuerzos de la exgesis cientfica.Cmo responde la Encclica? Podra haberse limitado a sealar la utilidad e, incluso, la necesidad de estos esfuerzos encaminados a defender la fe, lo cual habra favorecido una especie de dicotoma entre la exgesis cientfica, destinada a un uso externo, y la interpretacin espiritual, reservada a un uso interno. En la Divino afflante Spiritu Po XII evit deliberadamente avanzar en este sentido. Por el contrario, reivindic la estrecha unin de esos dos procedimientos, indicando, por un lado, el alcance teolgico del sentido literal, definido metdicamente (Enc. Bib. 251). Por otro lado, afirmando que, para que el sentido espiritual pueda ser reconocido como sentido de un texto bblico, debe presentar garantas de autenticidad. La simple inspiracin subjetiva no basta. Es preciso poder mostrar que se trataba de un sentido querido por Dios mismo, de un significado espiritual dado por Dios al texto inspirado (Enc. Bib. 552-553). La determinacin del sentido espiritual entra tambin de este modo, en el dominio de la ciencia exegticaComprobamos, pues, que a pesar de la gran diversidad de dificultades que tenan que afrontar, las dos encclicas coinciden perfectamente en su nivel ms profundo. Ambas rechazan la ruptura entre lo humano y lo divino, entre la investigacin cientfica y la mirada de la fe, y entre el sentido literal y el sentido espiritual. Aparecen, por tanto, plenamente en armona con el misterio de la Encarnacin[4].La Iglesia de Cristo toma en serio el realismo de la Encarnacin, y por eso atribuye gran importancia al estudio histrico-crtico de la Biblia. Lejos de condenarlo, como queran los partidarios de la exgesis mstica, mis predecesores lo aprobaron decididamente...[5] Una idea falsa de Dios y de la Encarnacin lleva a algunos cristianos a tomar una orientacin contraria[6].Fides et Ratio: Convicciones tan difundidas que son mentalidad comnUna expresin de esta tendencia fidesta difundida hoy es el 'biblicismo', que tiende a hacer de la lectura de la Sagrada Escritura o de su exgesis el nico punto de referencia para la verdad. Sucede as que se identifica la palabra de Dios solamente con la Sagrada Escritura[...](S.S. Juan Pablo II)En todo el nmero 55 de la Encclica Fides et Ratio Juan Pablo vuelve sobre estos asuntos en trminos que merecen ser recordados: Si consideramos nuestra situacin actual, vemos que vuelven los problemas del pasado, pero con nuevas peculiaridades. No se trata ahora slo de cuestiones que interesan a personas o grupos concretos, sino de convicciones tan difundidas en el ambiente que llegan a ser en cierto modo mentalidad comn. Tal es, por ejemplo, la desconfianza radical en la razn que manifiestan las exposiciones ms recientes de muchos estudios filosficos. Al respecto, desde varios sectores se ha hablado del final de la metafsica: se pretende que la filosofa se contente con objetivos ms modestos, como la simple interpretacin del hecho o la mera investigacin sobre determinados campos del saber humano o sobre sus estructuras.En la teologa misma vuelven a aparecer las tentaciones del pasado. Por ejemplo, en algunas teologas contemporneas se abre camino nuevamente un cierto racionalismo, sobre todo cuando se toman como norma para la investigacin teolgica, afirmaciones consideradas filosficamente fundadas. Esto sucede principalmente cuando el telogo, por falta de competencia filosfica, se deja condicionar de forma acrtica por afirmaciones que han entrado ya en el lenguaje y en la cultura corriente, pero que no tienen suficiente base racional (72).Aqu inserta el Papa una larga nota, la 72, que merece ser atendida an a costa de cortar la lectura: El Concilio Vaticano I con palabras claras y firmes haba ya condenado estos errores, afirmando de una parte que esta fe [...] la Iglesia catlica profesa que es una virtud sobrenatural por la que, con inspiracin y ayuda de la gracia de Dios, creemos ser verdadero lo que por l ha sido revelado, no por la intrnseca verdad [evidencia] de las cosas, percibida por la luz natural de la razn, sino por la autoridad del mismo Dios que revela, el cual no puede ni engaarse ni engaarnos : Const. dogm. Dei Filius, sobre la fe catlica, III: DS 3008, y can. 3,2: DS 3032. Por otra parte, el Concilio declaraba que la razn nunca se vuelve idnea para entender (los misterios) totalmente, a la manera de las verdades que constituyen su propio objeto: ibd., IV: DS 3016. De aqu sacaba la conclusin prctica: No slo se prohbe a todos los fieles cristianos defender como legtimas conclusiones de la ciencia las opiniones que se reconocen como contrarias a la doctrina de la fe, sobre todo si han sido reprobadas por la Iglesia, sino que estn absolutamente obligados a tenerlas ms bien por errores que ostentan la falaz apariencia de la verdad [7]El biblicismo, rebrote de fidesmo

Juan Pablo II, seala que, por el lado opuesto: Tampoco faltan rebrotes peligrosos de fidesmo, que no acepta la importancia del conocimiento racional y de la reflexin filosfica para la inteligencia de la fe y, ms an, para la posibilidad misma de creer en Dios. Una expresin de esta tendencia fidesta difundida hoy es el biblicismo, que tiende a hacer de la lectura de la Sagrada Escritura o de su exgesis el nico punto de referencia para la verdad. Sucede as que se identifica la palabra de Dios solamente con la Sagrada Escritura, vaciando as de sentido la doctrina de la Iglesia confirmada expresamente por el Concilio Ecumnico Vaticano II. La Constitucin Dei Verbum, despus de recordar que la palabra de Dios est presente tanto en los textos sagrados como en la Tradicin,[8] afirma claramente: La Tradicin y la Escritura constituyen el depsito sagrado de la palabra de Dios, confiado a la Iglesia. Fiel a dicho depsito, el pueblo cristiano entero, unido a sus pastores, persevera siempre en la doctrina apostlica.[9] La Sagrada Escritura, por tanto, no es solamente punto de referencia para la Iglesia. En efecto, la suprema norma de su fe [10] proviene de la unidad que el Espritu ha puesto entre la Sagrada Tradicin, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia en una reciprocidad tal que los tres no pueden subsistir de forma independiente[11]. No hay que infravalorar, adems, - prosigue el Papa - el peligro de la aplicacin de una sola metodologa para llegar a la verdad de la Sagrada Escritura, olvidando la necesidad de una exgesis ms amplia que permita comprender, junto con toda la Iglesia, el sentido pleno de los textos. Cuantos se dedican al estudio de las Sagradas Escrituras deben tener siempre presente que las diversas metodologas hermenuticas se apoyan en una determinada concepcin filosfica. Por ello, es preciso analizarla con discernimiento antes de aplicarla a los textos sagrados.Otras formas latentes de fidesmo se pueden reconocer en la escasa consideracin que se da a la teologa especulativa, como tambin en el desprecio de la filosofa clsica, de cuyas nociones han extrado sus trminos tanto la inteligencia de la fe como las mismas formulaciones dogmticas. El Papa Po XII, de venerada memoria, llam la atencin sobre este olvido de la tradicin filosfica y sobre el abandono de las terminologas tradicionales[12][13].Hasta aqu el nmero 55 de la Fides et Ratio que hemos citado extensamente porque describe muy bien el Status Quaestionis actual de la exgesis bblica.El impacto en la catequesis

No hay que infravalorar el peligro de la aplicacin

de una sola metodologa para llegar a la verdad de la Sagrada Escritura, olvidando la necesidad de una exgesis ms amplia que permita comprender, junto con toda la Iglesia, el sentido pleno de los textos. (S.S. Juan Pablo II)Para continuar con esta presentacin del Status Quaestionis de la crisis de la exgesis contempornea, conviene sealar sus efectos en la vida de la Iglesia. Me parece interesante traer como testimonio, a este propsito, un documento reciente emanado de la Comisin para la doctrina de la Conferencia Episcopal Espaola y que seala los efectos de cierta exgesis bblica en la catequesis. La renovacin de la catequesis ha tenido que ver mucho con la presencia amplia de las Escrituras como fuente primera y principal de sus enseanzas. Ahora bien, el uso de la Sagrada Escritura en la catequesis no se ha visto exento de deficiencias. Seguramente no se ha valorado bastante, en ciertas catequesis, la Tradicin viva de la Iglesia, dando lugar a lecturas espontneas y a un subjetivo o inmediato uso de la Sagrada Escritura sin otro intermediario que el mtodo histrico-crtico. Pero, entonces, una catequesis apoyada en una exgesis que ni vive ni comprende la Biblia dentro del organismo vivo de la Iglesia se convierte en la transmisin de un contenido religioso neutro y muerto. Con ello se asiste a la desintegracin de la Biblia misma en la catequesis para dejar paso a una Biblia reconstruida tal como debera ser a partir del dato o de la clave hermenutica que viene a resultar ms importante que la fuente misma. As no importara hablar de lo acontecido, sino de la conciencia que de ello habran tenido los primeros discpulos y sus comunidades o la conciencia que podemos tener nosotros en esta nuestra nueva situacin. La certeza de la fe quedara sustituida por la confianza en la hiptesis histrica o en la interpretacin de nuestra propia situacin vital desde la que accedemos a la Escritura. No faltan exposiciones catequticas en las que se antepone a la certeza de la fe la garanta de la hiptesis histrica o de la hermenutica existencial o poltica ms plausible o que ms cuadre hoy [14].Hasta aqu el documento de la Comisin doctrinal de la Conferencia Episcopal Espaola.Cul es el mbito propio de los mtodos histrico - crticos

Este documento registra un hecho sobre el que me parece conveniente llamar la atencin y detenernos a examinarlo porque es un aspecto del Status Quaestionis de la exgesis bblica actual, en el que hasta ahora se ha reparado poco. Estamos aqu ante un caso particular de un olvido y silencio sobre lo esencial que habra que agregar a los que ha elencado Jean Guitton[15].Es tan obvio que al decirlo parecer un dicho de Pero Grullo, y sin embargo hay que decirlo, porque parecera que a fuerza de ser un hecho que rompe los ojos ha terminado dejando ciegos a los ms.Me refiero a que los mtodos histrico-crticos pertenecen al momento interpretativo pero tienden a invadir el momento expositivo: es decir el de la docencia de la Escritura y de la Teologa, el de la catequesis, y el de la predicacin. En efecto: estos y otros mtodos de anlisis textual tienen su lugar en el momento heurstico pero han de ceder el paso a otros cuando llega el momento proforstico. Son instrumentos para el intrprete, pero no convienen para que los use el expositor o el predicador. Si la fe echa mano de ellos al tiempo de interpretar, no los necesita ya al tiempo de exponer. Por el contrario, si se ha depositado una fe indebida en los mtodos mismos, se comprende que pueda llegarse a proponerlos, como verdades salvadoras. Es decir que salvan al creyente de lo que se considera y condena como simpleza o como fundamentalismo del creyente ante la Escritura. Se puede llegar a sustituirlos a los contenidos de la fe y an a oponer el resultado de sus artculos de revista a los artculos de la fe.La Constitucin Dei Verbum ha separado cuidadosamente los momentos. El momento interpretativo es tratado en el Nmero 12, al que pertenecen tambin los nmeros siguientes hasta el 20. En los nmeros 21 al 25 trata de la Escritura en la Vida de la Iglesia, tal como debe ser cultivado su estudio, enseada, predicada y estudiada por pastores y fieles para alimento de su vida espiritual.Gran parte del malestar reinante en torno a los mtodos histrico-crticos es que se los extrapola indiscreta e indebidamente de su lugar propio. Pero ellos son slo un andamio que conviene remover cuando una vez terminada la casa llega el momento de habitarla, cuando pasado el momento constructivo llega el momento contemplativo.El texto, antes citado, de la Comisin doctrinal de la Conferencia Episcopal Espaola atestigua precisamente - y deplora - la existencia de esa extrapolacin de mbitos, por el cual no ya los mtodos mismos sino una cierta mentalidad crtica invade, a caballo de los mtodos, el espritu del docente, del catequista, del predicador con mengua de la propia fe y de la de los oyentes y discpulos. Pertenece al Status Quaestionis que estamos presentando esta confusin de mbitos que transpola a la catequesis y a la predicacin, un mtodo que no les es adecuado. Una confusin de espritu crtico con mtodos histrico-literarios.La causa de esta extrapolacinEl Documento de la Pontificia Comisin Bblica anunciaba, algo ingenuamente, hace diez aos, en 1993, que desde hace mucho tiempo se ha renunciado a amalgamar el mtodo con un sistema filosfico[16]. Esto, como es notorio, no ha bastado para conjurar la tendencia de numerosos usuarios de estos mtodos, a dejarse llevar por un espritu que no slo no es el de la fe sino que, a pesar de lo que se diga, sigue siendo crtico de la fe, tanto en el momento heurstico, como en el expositivo o proforstico, invadindolo indebidamente Juan Pablo II en la Encclica Fides et Ratio, hace notar que actualmente, el problema subsiste aunque en otra forma peor. Ya no se trata de que el uso de los mtodos histrico-crticos puedan ser usados con dao de la fe por algunos, bajo el efecto del influjo de un sistema filosfico. Si la actual dolencia fuese de esa ndole sera comparable a una infeccin localizada en abscesos. Pero no. Actualmente, observa el Papa en la Fides et Ratio, lo que gobierna el desvo en el uso de los mtodos histrico-crticos y otros instrumentos exegticos son convicciones tan difundidas en el ambiente, que llegan a ser en cierto modo mentalidad comn[17]. O sea una gangrena, una infeccin difusa y no localizada. A consecuencia de esto, observa el Papa, el exegeta o el telogo se deja condicionar en forma acrtica por afirmaciones que han entrado ya en el lenguaje y en la cultura corriente, pero que no tienen suficiente base racional[18]. Una de esas convicciones muy difundidas es una cierta desconfianza de la razn del hombre para alcanzar la verdad.La invasin de una difusa mentalidad dialctica rupturista

Las falsas dialcticas a las que continuamente consciente o inconscientemente- es sometido el texto bblico por algunos crculos de estudiosos contemporneos como principio del mtodo, no logran sino caer en definitiva en la ideologizacin de la Sagrada Escritura y consecuentemente en las proyecciones particularizadas y tendenciosas.(R. P. Gustavo Javier Nieto)Nos hemos referido ms arriba al diagnstico de Juan Pablo II que atribuye al olvido del misterio de la Encarnacin, el hecho que se suela operar una ruptura entre cosas que deben ir unidas: la ruptura entre lo humano y lo divino, entre la investigacin cientfica y la mirada de la fe, y entre el sentido literal y el sentido espiritual.El R. P. Lic. Gustavo Javier Nieto, ha profundizado, en su estudio Las Dialcticas de la Exgesis Contempornea[19], este diagnstico de Juan Pablo II. Nieto demuestra en su estudio, que en la raz de stas y de otras rupturas, est la falsa dialctica ilustrada, convertida ya en mentalidad difusa. Las rupturas indebidas de lo que la fe en la Encarnacin haba unido, son el resultado de una mentalidad dialctica, que, como dice el Papa, es ya una conviccin tan difundida que constituye una mentalidad comn. Ante la cual, por lo tanto, muchos no estn en guardia crticamente.Nieto observa que: La dialctica que ha caracterizado a la filosofa que rige los diversos estratos del orden contemporneo no ha dejado de producir su impacto en los estudios que se realizan sobre la Sagrada Escritura y en los mismos profesionales bblicos. La consecuencia, observa Nieto es que: Las falsas dialcticas a las que continuamente consciente o inconscientemente- es sometido el texto bblico por algunos crculos de estudiosos contemporneos como principio del mtodo, no logran sino caer en definitiva en la ideologizacin de la Sagrada Escritura y consecuentemente en las proyecciones particularizadas y tendenciosas. Y aade que: Todo pensamiento que se aleje del genuino valor de lo real se convierte necesariamente en una ideologa subjetivista e idealizada. Nieto comprueba que: Trasladada al campo bblico toda falsa dialctica apoyada en principios situados al margen de la naturaleza del mismo texto sagrado, no logra sino minimizar la Sagrada Escritura, desvirtuarla de su vigor penetrante y hacerla precipitar en una cada que termina por convertirla en el mejor de los casos en un libro interesante de la literatura antigua. Aqu tenemos entonces, un principio rector para analizar y delatar las oposiciones o confusiones que de manera inevitable se constatan en los crculos comprensivos de la exgesis y de la hermenutica actual. Nieto enumera las falsas oposiciones que introduce la mentalidad dialctica aplicada a la exgesis bblica:

1) Libro inspirado contra libro humano (y viceversa);

2) Exgesis contra Teologa (y viceversa); 3) Exgesis contra Hermenutica (y viceversa); 4) El mito contra la historia (y viceversa); 5) Antiguo Testamento contra Nuevo Testamento (y viceversa); 6) Diacrona contra sincrona (y viceversa); 7) Tradicin contra progresismo (y viceversa); 8) Magisterio contra Biblia (y viceversa)

La Sagrada Escritura slo puede ser leda en la fe de la Iglesia.

El diagnstico final de Nieto es el siguiente: La Sagrada Escritura es un libro que expresa y vive la fe de la Iglesia, por lo tanto slo puede ser ledo en la fe de la Iglesia. Desmitificar el libro hacindolo un libro meramente humano al margen de la fe es la contradiccin y el engao mayor en el que puede caer quien pretenda conocer e interpretar la Sagrada Escritura, se trata de un verdadero callejn sin salida que sienta las bases de un trabajo estril y vano. La fe cristiana es pues la precomprensin requerida al anlisis exegtico. La crisis de las falsas dialcticas que se han creado en torno al libro sagrado es fundamentalmente una crisis de fe, una crisis de fe en la Biblia. Ya lo hemos notado: cuando la exgesis deja de ser ciencia de la fe, deja de ser exgesis bblica. Y contina: Hemos denunciado varias de las principales dialcticas con las que se quiere afectar al texto sagrado en la actualidad del hoy de la exgesis. Un denominador comn se recuesta sobre todas estas desviaciones y es no considerar a la Sagrada Escritura como una obra eminentemente divina, en la que el elemento humano es instrumento libre pero permeado por el carisma de la inspiracin que hace que exprese, afirme, enuncie, insine, lo que el Espritu Santo expresa, afirma, enuncia o insina. La crisis de las dialcticas que afectan a la exgesis contemporneas es en primer lugar una crisis sobre la doctrina de la inspiracin bblica y su consecuencia inmediata: la inerrancia.

Dialectizar la Escritura es dialectizar a JesucristoY Nieto concluye reafirmando su acuerdo con el diagnstico de Juan Pablo II acerca de la necesidad de guiarse en estos asuntos por la fe en la Encarnacin:Dialectizar la Biblia no es ms que reducir al campo de los textos sagrados las antiguas herejas cristolgicas. No es otra cosa sino dialectizar el misterio central del cristianismo, el Verbo Encarnado; sea acentuando en el elemento humano en detrimento del divino sea acentuando en el divino en detrimento del humano. Es dar cita en el plano de la interpretacin bblica a las grandes herejas cristolgicas destructoras del misterio. La falta de fe en la realidad divino-humana de la Escritura es producida por una falta de fe en la realidad divino-humana de la Encarnacin del Verbo. En otras palabras dialectizar la Escritura no es una falta mayor que dialectizar a Jesucristo, la ms terrible de todas las dialcticas de la fe y la raz de todas las desviaciones. No en vano, en la presentacin del documento de la Pontificia Comisin Bblica del 93, el Papa Juan Pablo II tuvo que insistir sobre esto ante los miembros de la Pontificia Comisin Bblica y los profesores del Pontificio Instituto Bblico de Roma: la exgesis catlica debe estar en armona con el misterio de la Encarnacin. La complejidad creciente dijo el Papa - requiere los esfuerzos de todos y una amplia colaboracin interdisciplinaria. En un mundo en que la investigacin cientfica se vuelve cada vez ms importante en muchos campos, es indispensable que la ciencia exegtica se site en un nivel adecuado. Es uno de los aspectos de la inculturacin de la fe, que forma parte de la misin de la Iglesia, en unin con la aceptacin del misterio de la Encarnacin.La poca recepcin de la Dei VerbumLa exgesis cristiana no puede ser solamente filolgica e histrica, debe ser tambin teolgica(R.P. Ignace de la Potterie,S.J.)Es a esas convicciones extendidas en forma de opinin comn que hay que atribuir otro fenmeno que pertenece al Status Quaestionis de la actual exgesis y enseanza bblica en la Iglesia Catlica. Me refiero a la escasa recepcin de que ha sido objeto la Constitucin Dei Verbum sobre la divina Revelacin del Vaticano II. Ya el Snodo de los Obispos de 1985 comprobaba la escasa recepcin de la Dei Verbum. Como texto representativo del magisterio tomo de una conferencia del Cardenal Augusto Vargas Alzamora las siguientes observaciones: Tambin en Amrica Latina se puede constatar una inadecuada recepcin de la Dei Verbum. Adems de los problemas del racionalismo, cabe destacar la presencia de un reduccionismo temporalista e ideolgico en no pocos textos [es decir, escritos: libros, artculos] y tambin en la prdica de algunos. Esta situacin no ha manifestado mayores mejoras a pesar de la notable difusin del Catecismo de la Iglesia Catlica y del eco que l brinda a la doctrina conciliar de la Dei Verbum, sobre todo en aquellos aspectos que han venido teniendo pobre recepcin en no pocos exegetas, como el sentido teolgico de la interpretacin[20]. Aunque el Cardenal Arzobispo no los nombre es fcil reconocer aqu a los telogos de la teologa de la liberacin, como Gustavo Gutirrez, Juan Luis Segundo[21] y otros en cuyas obras, en efecto, no se menciona la Dei Verbum, a no ser para expresar reservas o tomar distancias. Ruptura con el pasadoLa falta de recepcin de la Dei Verbum se explica porque en el espritu de muchos escrituristas se ha operado la ruptura, - caracterstica de la modernidad-, de la interpretacin moderna y modernista, con la tradicin interpretativa de la Iglesia. Un claro testimonio de ello es el artculo de Charles Kannengiesser[22] en la revista Concilium que ha sido puesto como ejemplo por el R.P. Ignace de la Potterie y al que le ha dedicado un pormenorizado comentario[23].El Padre de la Potterie, observa que la Dei Verbum era la sntesis de la discusin conciliar en torno a la revelacin, a la tradicin, a la Sagrada Escritura y al exacto acercamiento a sta y que por lo tanto es asombroso que con el correr de los aos, en vez de convertirse en un punto de referencia de la investigacin cientfica en el mundo catlico (al menos), la Dei Verbum ha quedado ms o menos ignorada, letra muerta. Recuerda el Padre de la Potterie que ya por los aos de 1970, el Padre Yves Congar OP, en carta al padre Umberto Betti franciscano que ha sido rector del Laterano hasta poco-, se lamentaba as: "Este texto tan hermoso est lamentablemente casi olvidado...; la segunda constitucin dogmtica del Vaticano II (la Dei Verbum) ha pasado en silencio".Observa el Padre de la Potterie, que el Catecismo de la Iglesia Catlica, vino, en 1992 a hacer justicia a la Constitucin, dndole su lugar cuando trata de la Escritura. Pero se queja al mismo tiempo de que la Pontificia Comisin Bblica haya hecho silencio tambin sobre esta reivindicacin de la Dei Verbum: An ms nos sorprende dice el Padre de la Potterie, que un posterior documento de la Pontificia Comisin Bblica del '93, cuyo ttulo es La interpretacin de la Biblia en la Iglesia, no haya hecho ninguna referencia a aquellas indicaciones del Catecismo del '92. Indicaciones que estaban ya contenidas en la Dei Verbum treinta aos antes. Por tanto se trata (y esto es un poco malvado de mi parte) de una omisin voluntaria. Haba pasado solamente un ao desde la publicacin del Catecismo y han querido ignorarlo, aun cuando ciertamente conocan la Dei Verbum escrita hace ya treinta aos.Un volumen de Homenaje al Padre Umberto Betti La 'Dei Verbum' trent'anni dopo (1995) viene a confirmar la falta de recepcin de las enseanzas de la Dei Verbum y del Catecismo de la Iglesia Catlica entre los conspicuos contribuyentes a esta miscelnea: exgetas, tambin patrlogos, filsofos, historiadores, etc. No faltan lamenta el P. De la Potterie, - contribuciones interesantes sobre temas de la actividad exegtica posteriores al documento conciliar. No obstante, en su conjunto esta obra confirma ulteriormente que hoy la Dei Verbum no ha sido todava recibida. En efecto, observa el P. De la Potterie, este volumen: no cita jams la seccin del Catecismo de la Iglesia Catlica dedicada a la Sagrada Escritura. Y ninguno de los artculos hace ver cules eran los aspectos de novedad de la Dei Verbum.Y contina: lo que ha hecho el Concilio, es decir la Dei Verbum misma, no es explicado. Ms an, alguno (un exegeta de Antiguo Testamento de la Universidad de Letrn cuyo nombre no debo decir) afronta en manera crtica uno de los puntos cualificados de la Constitucin (Dei Verbum, IV, 16), en el cual se repite el gran principio que viene de San Agustn: lo conocen bien... Vetus Testamentum in Novo patet.Tres aportes de la Dei Verbum que hace falta recibir De frente a esta prolongada remocin obrada por los exgetas, me parece necesario dice el Padre de la Potterie - reafirmar algunos puntos de novedad contenidos en la Dei Verbum y retomados en el reciente Catecismo de la Iglesia Catlica.Y esos puntos son tres:1) La inspiracin de la Escritura: Para gran parte de la exgesis moderna dice el Padre De la Potterie-, el hecho que la Escritura sea inspirada por Dios no tiene ninguna importancia para la lectura y la interpretacin de la misma. Segn esta consideracin, el texto bblico para ser comprendido en todos sus aspectos y contenidos debera ser analizado exclusivamente a travs de los instrumentos de la filologa, de la crtica histrica, etc.... y otros medios modernos de interpretacin. La Dei Verbum por el contrario retoma el gran principio de la Tradicin: la Sagrada Escritura debe ser leda e interpretada "a la luz del mismo Espritu mediante el cual ha sido escrita". Por tanto, la inspiracin divina de los autores humanos de la Biblia se convierte en criterio de lectura y de interpretacin para nosotros. Debemos leer e interpretar la Escritura a la luz de la inspiracin.2) La Unidad de toda la Escritura: La novedad de la Dei Verbum que me apremia recordar es el nfasis dado a la unidad de toda la Escritura dice el Padre de la Potterie y recuerda a continuacin que, como lo afirma tambin el Catecismo de la Iglesia Catlica, CIC 134, citando un texto medieval: toda la divina Escritura es un solo libro y este nico libro es Cristo. En efecto, toda la divina Escritura habla de Cristo y en Cristo encuentra su cumplimiento. El primer presupuesto de toda exgesis dir el Cardenal Ratzinger, a quien cita aqu el Padre de la Potterie-, es aceptar la Biblia como un libro nico. Haciendo esto, la exgesis ya ha elegido una posicin que no es el resultado de un acercamiento slo literario e histrico. El exegeta que hace esto ha comprendido que este texto literario es producido por una historia que tiene su cohesin interna, y que esta historia es el verdadero lugar de la comprensin de la Escritura. 3) La Escritura a la luz de la Tradicin: El tercer punto demasiado ignorado, sobre el que me parece urgente una reflexin afirma el P. De la Potterie- es la unidad entre la Sagrada Escritura y la Tradicin. Leo la Dei Verbum n. 9: La Sagrada Tradicin y la Sagrada Escritura estn entre ellas estrechamente unidas y comunicadas. Puesto que ambas brotan de la misma divina fuente, forman en cierto modo una cosa sola y tienden al mismo fin. Se trata del famoso problema durante el Concilio de las dos fuentes de la teologa. Problema que ha sido superado: las dos fuentes son al fin de cuentas una sola fuente. En este sentido, una recuperacin del espritu con el que los Padres de la Iglesia se acercaban al texto sagrado sera saludable y fecundo tambin para la exgesis contempornea, permitiendo leer e interpretar la Sagrada Escritura a la luz del mismo Espritu mediante el cual ha sido escrita. Si la letra de la Escritura es inspirada, es decir cargada de Espritu, el Espritu est en la letra y por tanto la letra es importante. Hay que notar, sin embargo, que hay densidad del Espritu en aquella letra para una exgesis que sea al mismo tiempo crtica, respetuosa de los modernos mtodos filolgicos, histricos, arqueolgicos, etc. y abierta a la profundidad contenida en el texto mismo, segn la gran analoga del Verbum caro factum est. [...] Para los autores medievales, el Verbo encarnado era el Verbum abbreviatum [...]. Toda la Sagrada Escritura en ltima instancia es un Verbo nico: [...] y todas esas palabras se remiten al Verbo hecho carne, el Verbum abbreviatum, que es la sntesis de la Escritura, la sntesis de todo lo que Dios quera decir a los hombres.El Emmo. Card. J. Ratzinger y su evaluacin de los resultados del mtodo histrico-crticoEn el empleo del mtodo histrico-crtico no slo ha habido inconvenientes por abusos ideolgicos introducidos de contrabando bajo la etiqueta de un mtodo, tanto en el momento heurstico que le es propio, como en las indebidas extrapolaciones al momento proforstico. El mtodo en s y su empleo, an el lcito no ha estado exento de ciertos inconvenientes, que desde algunos aos antes del Documento de la Pontificia Comisin Bblica sobre La Interpretacin de la Biblia en la Iglesia vena sealando el mismo Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregacin para la Doctrina de la Fe[24].Los inconvenientes producidos por el mtodo mismoEl Cardenal comienza notando que: Hoy resulta un lugar comn hablar de la crisis del mtodo histrico-crtico. Esto a pesar del clima de optimismo con que este mtodo se inici (p. 5). Su origen ilustrado lo ha marcado y lo sigue marcando: La fe no forma parte de este mtodo y para l Dios no es un factor a ser considerado en los acontecimientos histricos (p. 6). Como el supuesto es que los textos bblicos no dan acceso confiable a la verdad histrica, en lugar de la historia expuesta por esos textos, se debe construir otra historia real. Debajo de las fuentes existentes es decir de los libros de la Biblia se supone que debemos descubrir unas fuentes ms primitivas que, a su vez, se convierten en la norma referencial para la interpretacin. En realidad, nadie debera sorprenderse de que este mtodo conduzca a una abundancia de hiptesis cada vez ms numerosas que finalmente se convierten en una jungla de contradicciones. En ltima instancia ya no se estudia lo que el texto dice, sino lo que debi decir. (p. 7).Esta situacin hace que los telogos sistemticos miren con desconfianza la ciencia bblica e inicien la bsqueda de una teologa tan independiente de la exgesis como les sea posible. Pero: qu valor podr tener una teologa que se separa de su propio fundamento (p. 8). Es de aqu de donde se originan actitudes fundamentalistas.No podemos reproducir los finos anlisis del Cardenal Ratzinger, pero nos limitaremos a presentar sus conclusiones en las que queda expuesto resumidamente el Status Quaestionis.1) Primero: Parece haber llegado el momento de hacer una nueva y minuciosa reflexin sobre el mtodo exegtico. La exgesis cientfica debe reconocer que en un buen nmero de sus axiomas fundamentales est presente el elemento filosfico y debe por tanto reconsiderar los resultados fundados sobre estos axiomas[25]. [Esta afirmacin del Cardenal Ratzinger contradice la del Documento de la Pontificia Comisin Bblica La Interpretacin Bblica en la Iglesia segn el cual: Desde se hace mucho tiempo se ha renunciado a amalgamar el mtodo con un sistema filosfico. Para evaluar la autoridad relativa de la afirmacin del Cardenal Prefecto de la Sagrada Congregacin para la Doctrina de la Fe y la de la Pontificia Comisin Bblica se ha de tener en cuenta lo que el mismo Cardenal J. Ratzinger dice en el Prefacio al aludido Documento: La Pontificia Comisin Bblica no es, conforme a su nueva estructura despus del Concilio Vaticano II, un rgano del Magisterio, sino una comisin de especialistas que, como exegetas creyentes, y conscientes de su responsabilidad cientfica y eclesial, toman posicin frente a problemas esenciales de la interpretacin de la Escritura, apoyados por la confianza que en ellos deposita el Magisterio[26]].El Cardenal Ratzinger ha vuelto sobre este tema en la conferencia tenida en Guadalajara en 1998 sobre La Situacin actual de la Fe y de la Teologa[27] Vemoslo con algo ms de precisin. El mtodo histrico-crtico es un excelente instrumento para leer fuentes histricas e interpretar textos. Pero contiene su propia filosofa que, en general -por ejemplo, cuando intento estudiar la historia de los emperadores medievales-, apenas tiene relevancia. Y es que, en este caso, quiero conocer el pasado, y nada ms. Tampoco esto se puede hacer de un modo neutral, y por eso tambin aqu hay lmites del mtodo. Pero si se aplica a la Biblia, salen a la luz muy claramente dos factores que de lo contrario no se notaran. En primer lugar, el mtodo quiere conocer lo pasado como pasado. Quiere captar con la mayor precisin lo que sucedi en un momento pretrito, encerrado en su situacin de pasado, en el punto en que se encontraba entonces. Y, adems, presupone que la historia es, en principio, uniforme: el hombre con todas sus diferencias, el mundo con todas sus distinciones, est determinado de tal modo por las mismas leyes y los mismos lmites, que puedo eliminar lo que es imposible. Lo que hoy no puede ocurrir de ningn modo, no pudo tampoco suceder ayer, ni suceder tampoco maana.Si aplicamos esto a la Biblia, resulta que un texto, un acontecimiento, una persona estar fijada estrictamente en su pasado. Se quiere averiguar lo que el autor pasado ha dicho entonces y puede haber dicho o pensado. Se trata de lo histrico, de lo pasado. Por eso la exgesis histrico-crtica no me trae la Biblia al hoy, a mi vida actual. Esto es imposible. Por el contrario, ella la separa de m y la muestra estrictamente asentada en el pasado. ste es el punto en que Drewermann ha criticado con razn la exgesis histrico-crtica en la medida en que pretende ser autosuficiente. Esta exgesis, por definicin, expresa la realidad, no de hoy, ni ma, sino de ayer, de otro. Por eso nunca puede mostrar al Cristo de hoy, maana y siempre, sino solamente -si permanece fiel a s misma- al Cristo de ayer.2) Segundo: Hay que reconocer y tener en cuenta que los resultados de la exgesis cientfica no tienen, como los resultados de las ciencias naturales, una vigencia independiente de la historia de la misma disciplina.La exgesis es una disciplina histrica y se ha de tener en cuenta que su historia forma parte de ella misma. Advertir este hecho es necesario, en primer lugar, para que la disciplina crtica pueda hacerse autocrtica. Es decir, reconocer la relatividad de sus propios juicios. Y en segundo lugar, para que pueda llegar a penetrar mejor en la comprensin real, aunque siempre imperfecta, de la palabra bblica.3) Tercero: Los mtodos filolgicos y de las ciencias literarias e histricas seguirn siendo auxiliares necesarios de una correcta exgesis. Pero para su aplicacin verdaderamente crtica, sobre todo en un texto con tales exigencias como es el bblico, es necesaria adems una comprensin de las implicaciones filosficas del proceso de la interpretacin. [No alcanza la buena intencin de no amalgamar conscientemente el mtodo con un sistema filosfico, como afirma, algo ingenuamente, el Documento de la Pontificia Comisin Bblica que ya hace tiempo que no sucede ms. Los sistemas filosficos no son lentes que uno se pone y se puede sacar a propsito para mirar las cosas, sino que tienden a convertirse en una deformacin astigmtica de la mirada misma]. Es insuficiente tomar en consideracin los resultados de los ltimos ciento cincuenta aos de historia de la interpretacin. Es necesario introducir en la discusin las grandes propuestas del pensamiento patrstico y medieval. [Es un hecho que muchos exegetas cultores de los mtodos histrico-crticos-literarios parecen sentirse eximidos de compulsar sus resultados con los de la tradicin interpretativa bimilenaria de la Iglesia y padecen del sndrome rupturista con el pasado propio de la modernidad].Tambin es necesario reflexionar sobre las opciones fundamentales del protestantismo y sobre sus consecuencias en la historia de la exgesis. [Es necesario para estar en guardia y no adoptar la ptica de donde han derivado ciertas interpretaciones, para no terminar incapacitndose para mirar la Escritura con ojos catlicos].Lo que ha dicho el Cardenal Ratzinger en la antes citada conferencia en Guadalajara, profundiza lo dicho aqu: A esto hay que aadir [...] la homogeneidad del mundo y de la historia, es decir, lo que Bultmann llama la moderna imagen del mundo. M. Waldstein ha mostrado, con un cuidadoso anlisis, que la teora del conocimiento de Bultmann estaba totalmente influida por el neokantismo de Marburgo. Gracias a l saba lo que puede y no puede existir. En otros exegetas, la conciencia filosfica estar menos pronunciada, pero la fundamentacin mediante la teora del conocimiento kantiana est siempre implcitamente presente, como acceso hermenutico incuestionable a la crtica. [...] Gracias a Dios, en medio de la actual crisis de la filosofa y de la teologa, se ha puesto hoy en marcha, en la misma exgesis, una nueva reflexin sobre los principios fundamentales, elaborada tambin gracias a los conocimientos conseguidos mediante un cuidadoso anlisis histrico de los textos. stos ayudan a romper la prisin de previas decisiones filosficas, que paraliza la interpretacin: la amplitud de la palabra se abre de nuevo. El problema de la exgesis se encuentra ligado, como vimos, al problema de la filosofa. La indigencia de la filosofa, la indigencia a la que la paralizada razn positivista se ha conducido a s misma, se ha convertido en indigencia de nuestra fe. La fe no puede liberarse, si la razn misma no se abre de nuevo. Si la puerta del conocimiento metafsico permanece cerrada, si los lmites del conocimiento humano fijados por Kant son infranqueables, la fe est llamada a atrofiarse: sencillamente le falta el aire para respirar. Cuando una razn estrictamente autnoma, que nada quiere saber de la fe, intenta salir del pantano de la incertidumbre tirndose de los cabellos -por expresarlo de algn modo-, difcilmente ese intento tendr xito. Porque la razn humana no es en absoluto autnoma. Se encuentra siempre en un contexto histrico. El contexto histrico desfigura su visin (como vemos); por eso necesita tambin una ayuda histrica que le ayude a traspasar sus barreras histricas. Soy de la opinin de que ha naufragado ese racionalismo neo-escolstico que, con una razn totalmente independiente de la fe, intentaba reconstruir con una pura certeza racional los praeambula fidei; no pueden acabar de otro modo las tentativas que pretenden lo mismo. S: tena razn Karl Barth al rechazar la filosofa como fundamentacin de la fe independiente de la fe; de ser as, nuestra fe se fundara, al fin y al cabo, sobre las cambiantes teoras filosficas. Pero Barth se equivocaba cuando, por este motivo, propona la fe como una pura paradoja que slo puede existir contra la razn y como totalmente independiente de ella. No es la menor funcin de la fe ofrecer la curacin a la razn como razn; no la violenta, no le es exterior, sino que la hace volver en s. El instrumento histrico de la fe puede liberar de nuevo a la razn como tal, para que ella -introducida por ste en el camino- pueda de nuevo ver por s misma. Debemos esforzarnos hacia un nuevo dilogo de este tipo entre fe y filosofa, porque ambas se necesitan recprocamente. La razn no se salvar sin la fe, pero la fe sin la razn no ser humana[28].4) Cuarto: Lo que ahora necesitamos no son nuevas hiptesis sobre el Sitz im Leben, sobre posibles fuentes o sobre el proceso de trasmisin. Necesitamos una visin crtica del panorama exegtico actual, de manera que podamos regresar al texto y distinguir entre las hiptesis fecundas y las que no lo son. Esta es la condicin necesaria para que se reabra una fructfera colaboracin entre la exgesis y la teologa sistemtica. nicamente por este camino podr la exgesis ser de verdadera ayuda para la comprensin de la Biblia.5) Quinto: Finalmente, el exegeta debe darse cuenta de que no habita en una regin neutra por encima o fuera de la historia y de la Iglesia. Esta pretendida inmediatez respecto de lo puramente histrico, no puede sino conducir a callejones sin salida [como ha estado sucediendo]. El primer presupuesto de toda exgesis es aceptar la Biblia como un solo libro. La Constitucin Dei Verbum recuerda que en la interpretacin de la Escritura se debe atender al contenido y la unidad de toda la Escritura (12,3).Al proceder as, la exgesis habr superado el enfoque exclusivamente literario. Tendr en consideracin que este singular texto literario es producto de una historia que tiene una cohesin interna, y que esta historia es el verdadero lugar para llegar a comprenderlo. Si la exgesis quiere ser teologa debe dar an un paso ms. Debe reconocer que la fe de la Iglesia es aquella forma de sim-pata sin la cual la Biblia permanece como un libro cerrado. Debe llegar a reconocer esta fe como una hermenutica, como el lugar de comprensin, que no ejerce violencia dogmtica sobre la Biblia, sino que le proporciona precisamente la nica posibilidad de ser verdaderamente ella misma. En conclusin: Los callejones sin salida del mtodo crtico nos muestran claramente una vez ms concluye el Cardenal Ratzinger - que la comprensin exige un sujeto que comprenda. sta es la clave sin la cual un texto no tiene nada que decir a nuestro tiempo. Bultmann puso claramente de relieve la necesidad de la hermenutica, pero permaneci prisionero de presupuestos que desvalorizan sus conclusiones.Quizs la apora de los intentos actuales pueda ayudarnos a comprender de nuevo que la fe es verdaderamente aquel espritu en el que ha nacido la Escritura, y que por tanto es tambin la nica puerta para penetrar en su interior.No es acaso otra manifestacin de la acedia esa valoracin negativa de la fe que la considera un impedimento, ms que una ayuda, para alcanzar la verdad del texto y a travs del texto?El exegeta que mira con desconfianza la aproximacin creyente al texto se priva as de la principal clave hermenutica: la fe. Y sta no es una mera estructura natural de la conciencia, sino un don infuso, sobrenatural. La interpretacin de la Escritura es uno de los carismas que comunica el Espritu Santo y est emparentado con los dones de Profeca y de Enseanza. La exgesis bblica no es por lo tanto una actividad propia y exclusiva del hombre que pueda llevarse a cabo sin la intervencin de la gracia. Es, anlogamente con el carisma de la inspiracin, fruto de una sinergia de Dios y del intrprete dcil a sus mociones e inspiraciones.II.- VALORACIN DE LAS ACTITUDES OPUESTASNo queremos cerrar esta exposicin del Status Quaestionis sin tomar en consideracin la valoracin relativa de las dos grandes desviaciones que han quedado sealadas por el Magisterio.Esa consideracin debe tomar en cuenta tres aspectos, uno subjetivo, otro ambiental, y otro social: Primero la disimetra intrnseca de la actitud subjetiva de sus cultores respectivos: los poco autocrticos crticos de la fe por un lado, y los que no saben distinguir entre el mtodo y su uso desviado, por el otro. Segundo el apoyo y la oposicin, de que son objeto respectivamente, una y otra posicin, tanto desde fuera de la Iglesia, de parte de la cultura dominante, como tambin desde dentro de la Iglesia, de parte del partido del mundo que hay en ella. Tercero la influencia relativa de cada uno en un mbito diverso de la Iglesia. Sin nimo de agotar la cuestin, parece que pertenece a la comprensin del Status Quaestionis, el poner sobre el tapete estos asuntos.Y esto, no tanto por el prurito de esgrimir acusaciones, barajar o comparar culpabilidades y excusar a unos como menos culpables que otros, sino por la elemental responsabilidad pastoral de conocer la naturaleza diversa de los males para prescribir los remedios adecuados a cada uno. En estos asuntos y en los documentos no se trata de culpas sino de errores.Estos factores ayudan a comprender la desigualdad de su vigor y prosperidad dentro de la Iglesia, y por fin su diversa peligrosidad.1) La disimetra subjetiva o intrnsecaAqu queremos entrar en el examen subjetivo de quienes sostienen uno u otro error: el polo racionalista y el polo fidesta.En los documentos no se entra a examinarlo [29]. Queda as la impresin de que ambos fueran errneos por los mismos motivos, o por motivos de la misma naturaleza y que estar en una u otra posicin fuera igualmente grave para la persona y daoso para su ambiente. Sin embargo, los excesos racionalistas en el uso de los mtodos histrico-crtico no son de la misma naturaleza que el rechazo fidesta de su empleo por reaccin contra las impugnaciones contra la fe. Los que usan los mtodos histrico-crticos impugnando dogmas de fe y jugando la Escritura contra la fe de la Iglesia pecan contra la fe. 1) Primero porque argumentando contra la fe mediante su interpretacin de la Escritura, muestran no tenerla y por lo tanto estar en estado o pecado de incredulidad. 2) Segundo, porque no teniendo fe se creen o se muestran como creyentes, con engao propio o ajeno. En efecto, hacindose intrpretes de un libro que es de los creyentes y para los creyentes, usurpan temerariamente una operacin de la que no son capaces. 3) En tercer lugar, por este mismo hecho, cuando interpretan sin fe y contra la fe la Escritura no ya en forma privada sino en el desempeo de algn ministerio que implica una misin de enseanza confiado por la Iglesia, al aceptar sin fe un ministerio para cuyo ejercicio se exige la fe, fingiendo una fe que no tienen, incurren en hipocresa, porque ocultan su condicin apstata, disimulndola insinceramente. 4) Al impugnar la fe de otros y dar motivo a que tropiecen y la pierdan, escandalizando a los fieles menos instruidos y confundindolos con su prestigio de ministros de la Iglesia, se convierten en perseguidores de la fe y apstoles de la incredulidad. De este modo agregan los pecados de incredulidad y apostasa, de hipocresa, de usurpacin dolosa de un oficio o ministerio.El diagnstico de semejante mal es reservado. A creer a la carta a los a Pedro y Pablo, no hay remedio para el mal de apostasa militante (2 Pedro 2, 20-22; Hebr. 6, 4-6; 10, 26-31, 12, 17). Parece tratarse, como ya anotamos antes de paso, de un caso particular de la acedia anticatlica de origen protestante.No se apartan del eje de la verdad, ni de la misma manera, ni por los mismos motivos, ni con las mismas consecuencias subjetivas y eclesiales, los as llamados fidestas. Hay que notar que Juan Pablo II, en la Fides et Ratio, no los llama fidestas, ni los ubica dentro de esa corriente, porque el Papa entienda o sostenga que ellos afirman el error fidesta condenado por el Vaticano II, sino porque comparten una cierta desconfianza por la razn que les es comn con aquellos; desconfianza que tiene el mismo o parecido origen, en una reaccin contra los excesos racionalistas, en ese caso en el campo de la exgesis. Mientras el polo racionalista da lugar a desviaciones respecto de la fe y provoca en muchos su prdida, el eje fidesta se desva de la verdad pero no de la fe. Se desviaba de la verdad en su valoracin de la razn la doctrina fidesta condenada por el Vaticano I, pero no impugnaba la fe, ni llevaba a otros a perderla, como haca el racionalismo, sino que se equivocaba en los medios para defenderla. Su intencin era otra, favorable a la fe y que quera hacerla su defensora, aunque fuera indiscreta en la eleccin de sus argumentos. Ni siquiera llega a tanto la actitud, que no doctrina, calificada de fidesmo por su desconfianza, no ya respecto del poder de la razn misma, sino por el uso racionalista de los mtodos histrico-crticos aplicados a la Sagrada Escritura.En el primer caso hay malicia y pecado contra la fe. En el segundo, parece ms bien existir error intelectual e imprudencia. En el primer caso estamos ante pecados contra la fe y la moral, mientras que en los que se retraen ante la aplicacin de mtodos exegticos al texto Sagrado, hay males del orden de las virtudes intelectuales y prcticas, de prudencia. Su pecado no es contra la fe, por falta de ella, sino de celo indiscreto.Por lo tanto, ya sea el remedio disciplinar cuanto la cura pastoral de unos y otros exige un diagnstico diferenciado, que la aplicacin de los remedios sea la que exige el arte de la medicina pastoral y la prudencia espiritual de los pastores responsables.Nos conformamos con haber sealado solamente la necesidad de ahondar en esta discrecin de la diversa entidad de los males y de sus terapias diversas. 2) Desigual favor de parte del mundo extra e intraeclesialComo sucedi ya otras veces en la vida de la Iglesia, los asuntos internos de la Iglesia, la doctrina, la fe y la exgesis, son seguidos con inters poltico por el Csar. El Status Quaestionis exegtico no es ajeno a influencias del mundo que pretende influir as sobre la Iglesia y los creyentes para empujarlos en determinada direccin, que suele ser la de la asimilacin con el modo de pensar mundano. Los pases hoy econmicamente ms poderosos y culturalmente ms agresivos, constituyen el rea protestante del mundo, Nordeuropa y Norteamrica. El poder poltico mundial ve con simpata las formas protestantes de cristianismo y considera retrgradas las formas catlicas. Esto incide en que el protestantismo sea favorecido y el catolicismo sea resistido. La presin del mundo se hace sentir en el impulso que da a las formas del pensamiento teolgico y exegtico protestantiformes. Los mtodos histrico-crticos llevan ese signo desde su cuna. Por eso el impulso de la cultura dominante crea condiciones que hay que tener en cuenta para entender el Status Quaestionis exegtico. La cultura dominante occidental practica, como deca A. Soljenitsin, una censura de ipso: selecciona lo que tiene acceso a las editoriales, a las revistas, a los congresos, a las ctedras. Selecciona y promueve, otorgando financiacin y apoyo, lo que el pensamiento del mundo aprueba y descarta lo dems. Apoya desde mbitos acadmicos o de instituciones no catlicas a aquellas personas, obras o instituciones que, dentro de la Iglesia Catlica coinciden con sus modos de ver. Crea incluso organizaciones y hasta ONGs que usurpan el nombre catlico para impugnar las posiciones catlicas, arrogndose el derecho de su fingida pertenencia.Pero estas presiones no vienen solamente de afuera. Hay un partido del mundo establecido dentro de la Iglesia.Como hemos dicho en otro lugar: A nadie le gusta la hostilidad del mundo ni la persecucin. La irritacin del mundo contra los fieles termina causando irritacin entre los fieles. Algunos, queriendo evitarla, piensan equivocadamente que podrn bienquistarse al mundo dndole razn y cediendo a los pretextos de los crticos y de los perseguidores. Surge as un partido del mundo, que aspira a la asimilacin, y a travs del cual la persecucin se introyecta en la comunidad misma, con formas intraeclesiales de mundanidad mental, con diversidad de criterios y con crticas a los dems. Crticas que defienden puntos de vista mundanos con razones cristianas[30]. Esto redunda en que a la hora de intentar establecer una disciplina doctrinal, los responsables eclesisticos, por ms que quieran actuar ecunimemente y corregir abusos de un lado u otro con nimo igual, se ven empujados o tironeados por sectores de dentro y de fuera de la Iglesia en direcciones contrarias, sometidos a poderosos e influyentes grupos de presin que tienen acceso o manejan y dirigen los medios de opinin pblica y al poder poltico, y que presionan y cohben a los obispos y a los responsables de la disciplina y la doctrina eclesial en sentidos contrarios, para que repriman a unos y dejen correr a otros, protegiendo al racionalismo, y disuadiendo de tomar medidas limitatorias de sus expresiones contra la doctrina. Los medios de comunicacin vigilan las medidas disciplinares de la jerarqua y ejercitan una verdadera poltica de premio y de castigo, que crea reflejos condicionados y conductas de autocensura previa en los pastores. Sucede que stos no se atreven a tomar las medidas que consideraran necesarias o convenientes, por temor al juicio del mundo que saben los vigila y suele fustigar sus decisiones cuando no le agradan.Los responsables de mantener intacta la disciplina y la doctrina podrn querer sinceramente aplicar los mismos criterios con todos. Pero, como se ha visto, dado que son de naturaleza distinta, tratarlos de la misma manera sera faltar a la equidad. Las situaciones son, es verdad, en este sentido, bien distintas. Y la presin del mundo es inversamente proporcional en un caso y otro.3) Influencia cualitativa y cuantitativamente desigualEl racionalismo exegtico predomina en el medio acadmico superior y desde all desciende a los institutos terciarios donde se forman los catequistas y profesores de religin. Es predominante en los laboratorios heursticos, en las tesis y revistas bblicas. Con tendencia a invadir tambin los mbitos de la proforstica. La influencia relativa de ese posicionamiento en la Iglesia es innegable.En cambio, la resistencia reactiva a emplear los mtodos histrico-crticos es mnima. Y cuando existe, est en la situacin de las minoras intimidadas por la actitud adversa del poder y de las autoridades. No le resulta fcil a una alumna, casi adolescente, de un Instituto catequstico diocesano, salir al cruce de su profesor de Escritura, o acudir a una autoridad superior, que lo mantiene en el cargo, a pesar de que le consta que dicho profesor niega los milagros, o sostiene alguna hereja cristolgica, o se pronuncia contra la virginidad de Mara.A menudo, tambin, es presentada como si fuera una resistencia al mtodo mismo, lo que es o quiere ser solamente refutacin de esas abusivas conclusiones en casos concretos. Como por ejemplo cuando se sale al paso de los que niegan milagros por el rechazo de principio de que puedan darse. Esa resistencia puede darse algo ms en algunos bolsones cada vez ms reducidos de sacerdotes formados en aos anteriores a la hegemona del espritu crtico en exgesis. Es casi inexistente en las Facultades y medios acadmicos y puede ubicrsela en el campo de la pastoral, ms precisamente en los agentes de la proforesis pastoral. Y con esto cerramos este bosquejo del Estado actual de la cuestin exegtica a la luz de su historia tal cual lo encontramos a travs de algunos documentos eclesiales, y tal como la observamos y reflexionamos sobre ella. Quizs eso contribuya a hacernos comprender mejor la naturaleza y los motivos de hechos y situaciones que encontramos y padecemos en el mbito eclesial, tanto acadmico como espiritual y pastoral.Horacio Bojorge S.J.Natividad de San Juan Bautista24 de Junio 2003

[1] Juan Pablo II, Discurso sobre la Interpretacin de la Biblia en la Iglesia a la Pontificia Comisin Bblica, 23 abril 1993 a los cien aos de la Encclica Providentissimus Deus y a los cincuenta de la Encclica Divino Afflante Spiritu, y con ocasin de la presentacin del Documento de la Pontificia Comisin Bblica La Interpretacin de la Biblia en la Iglesia. Tambin se ha ocupado del asunto en la Encclica Fides et Ratio, N 55.

[2] Juan Pablo II, Discurso sobre la Interpretacin de la Biblia en la Iglesia a la Pontificia Comisin Bblica, 23 abril 1993 N 4

[3] Juan Pablo II, Discurso sobre la Interpretacin de la Biblia en la Iglesia a la Pontificia Comisin Bblica, 23 abril 1993 N 4

[4] Juan Pablo II, Discurso sobre la Interpretacin de la Biblia en la Iglesia a la Pontificia Comisin Bblica, 23 abril 1993 N 5

[5] Juan Pablo II, Discurso sobre la Interpretacin de la Biblia en la Iglesia a la Pontificia Comisin Bblica, 23 abril 1993 N 7

[6] Juan Pablo II, Discurso sobre la Interpretacin de la Biblia en la Iglesia a la Pontificia Comisin Bblica, 23 abril 1993 N 8

[7] Ibd. , IV: DS 3018.

[8] Constitucin Dei Verbum nn. 9-10.

[9] Constitucin Dei Verbum n. 10

[10] Constitucin Dei Verbum n. 21

[11] Constitucin Dei Verbum n. 10

[12] Cf. Enc. Humani Generis (12 de agosto de 1950): AAS 42 (1950), 565-567; 571-573.

[13] Fides et Ratio N 55

[14] INFORME de la Comisin Episcopal para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Espaola presentado a la Asamblea Plenaria Sobre algunos aspectos de la situacin doctrinal de la Iglesia en Espaa (26 mayo 1988) Puede consultarse en: http://www.conferenciaepiscopal.es/doctrina/

[15] Jean Guitton: Silencio sobre lo esencial, Ed. Edicep, Valencia Librera Parroquial de Clavera, Mexico, 1988

[16] Documento de la Pontificia Comisin Bblica: La Interpretacin de la Biblia en la Iglesia, 15 abril 1993

[17] Juan Pablo II, Enc. Fides et Ratio N 55.

[18] Juan Pablo II, Enc. Fides et Ratio , l.c.

[19] Vase en Internet: http://www.iveargentina.org/Foro_Exegesis/Monografias/dialectica_exegesis.htm

[20] Card. Augusto Vargas Alzamora Arzobispo de Lima y Primado del Per Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, La Revelacin divina Apuntes sobre la Constitucin dogmtica Dei Verbum Conferencia dictada en el ciclo de conferencias: Vigencia y Proyeccin del Concilio Vaticano II - A 30 aos -. Lima 26 de enero de 1996.

[21] Hemos sealado este silencio y desacuerdos en las obras del jesuita uruguayo Juan Luis Segundo S.J.: Entre los documentos conciliares del Vaticano II, la cenicienta, por no decir la gran ausente, en los escritos de Juan Luis Segundo, es la Dei Verbum. Juan Luis Segundo se desentendi de ella como orientadora de su pensamiento. Y cuando se ocupa de ella es, por lo general, para cuestionarla. (Vase por ejemplo el tratamiento que hace de Dei Verbum 9-10 en El dogma que libera pp. 317-323; o de Dei Verbum 15 en pp. 343.344). La Dei Verbum proclama demasiado clara e irrefutablemente los contenidos y la historicidad de la Revelacin, la inquebrantable unidad de Escritura-Tradicin-Magisterio (Horacio Bojorge, Teologas Deicidas. El Pensamiento de Juan Luis Segundo en su contexto, Ed. Encuentro, Madrid 2000, cita en p. 75 y nota 16)

[22] Charles Kannengiesser Die Bibel, wie sie in der frhen Kirche gelesen wurde. Die patristische Exegese und ihre Voraussetzungen en: Concilium, Internationale Zeitschrift fr Theologie 27. Jahrgang / 1991 Heft 1 pp. 25-30

[23] R.P. Dr. Ignace de la Potterie, SJ, La Crisis de la Exgesis contempornea Exposicin realizada en el saln de conferencias del Seminario Religioso Mara, Madre del Verbo Encarnado, con ocasin de la I Jornada Bblica "Biblia y Hermenutica"; San Rafael, martes 28 de setiembre de 1998. http://www.iveargentina.org/Foro_Exegesis/ Articulos_Varios/crisis_exegesis_contemp.htm

[24] Se trata de una Conferencia sobre la exgesis moderna dicha en Nueva York en 1987. Publicada en italiano como "L'interpretazione biblica in conflitto (problema del fondamento ed orientamento dell'esegesi contemporanea)", en el volumen: "L'esegesi cristiana oggi", a cargo de Luciano Pacomio; Ed. Piemme, Casale Monferrato 1992, pp. 93-125. Existe traduccin castellana Joseph Card. Ratzinger La Interpretacin Bblica en Crisis. Problemas del fundamento y la orientacin de la exgesis hoy. Ed. Vida y Espiritualidad, Lima 1995.

[25] La Interpretacin Bblica en la Iglesia 1,A,4. en la edicin que citamos p. 37.

[26] Intercalamos entre parntesis rectos nuestros comentarios o aclaraciones a las afirmaciones del Cardenal J. Ratzinger.

[27] http://www.corazones.org/doc/fe_teologia_actual_ratz.htm

[28] Cardenal Joseph Ratzinger La Situacin Actual de la Fe y la Teologa, Conferencia pronunciada en Guadalajara, Mxico. 1998; http://www.corazones.org/doc/fe_teologia_actual_ratz.htm

[29] Solamente el Cardenal Ratzinger reclama que se tome en cuenta la historia y el mbito exegtico protestante donde se gestan inicialmente los mtodos histrico-crtico-literarios.

[30] En mi sed me dieron vinagre. La Civilizacin de la Acedia, Ensayo de Teologa Pastoral, Ed. Lumen Buenos Aires 1999, el tema de la cita en las pp. 109-116

PAGE 1