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SISTEMA DE PRODUCCION E HISTORIA : UNA PROPUESTA PARA EL ANALISIS REGIONAL (CENTROVERACRUZ,MEXICO) Odile HOFFMANN’, Emilia vELAZQUEZ* ORSTOM-México; IIS-UNAM RESUMEN La región central del Estado de Veracruz nos sirve de “laboratorio” para analizar las relaciones entre los sistemasde producción y sus entomos regionales. EI desarrollo agricola se dio ahí en forma de sucesiones de cultivos. EI desplazamiento de un cultivo por otro o la aparición de nuevos cultivos son la expresión de una serie de factores relacionados entre sí: cam- bios en la estructura agraria,transformaciones de la economía y política nacional, fluctuaciones en el mercado internacional. A través del análisis histórico y regional se busca construir un esquema de interpretación relativoa la dinámica de la sociedad local, de sus motores internos de transformación así como de sus relaciones con el “centro” y la sociedad englobante. PRODUCCION Y ORGANIZACION REGIONAL: LAS FLUCTUACIONESEN LA LLANURA COSTERA DE VERACRUZ Para descubriry conocer la costa veracruzana,en su porcióncentralqueva de VeracruzalsurhastaTuxpan al norte,hay que remontarse,paradójicamente,a los 2000 metros de alt-lra : ahí el altiplano deja lugar a serranías frondosasy accidentadasque,poco a poco o brutalmente dependiendo de la ruta que uno sigue,se conviertenen sierras bajasypiemonteantesdellegaralallanuracostera, constituidadeplaniciesquebordanlosríos, separadas por zonasmás onduladas sin que las alturas rebasenlos 200 metros de altitud. Esta “introducción”a la costa se revela imprescin- dible por varias razones, entre las cuales destaca la dimensión histórica y regional. Antes de volverse una regiónindividualizaday concaracterísticaspropias, en la primera mitad del siglo XX, la llanura era parte de una región mayor que incluía la sierra, cuyos centros de población(Huauchinango, Teziutlány Xalapa, todasubi- cadasarribadelos 1300 metrosdealtura)jugabanelpapel de centro rector,social,económica y políticamente ha- blando. La llanura era sobretodouna zona que uno teníaque atravesaralllegaralpaís o al negociarlasmercancíasque arribaban alospuertosdelGolfo, mástardeseconvirtióen una zonade explotación extensiva de maderas preciosas yganadoparalospocos que se atrevían a invertir en estos parajes insalubres (aunque. pocos residían en el lugar), pero durante mucho tiempo se quedó como una zona desconocida y poco poblada, que hasta el siglo XIX rechazó los diversos intentos de colonización. En gran parte de la llanura costera las poblaciones indígenas habían sido diezmadas en los primeros tiemposde la conquista, sinqueotrapoblacióntomarasu lugar. De manera muy generaly hasta el iniciodel presente siglo, lacostasepuedevercomo un conjuntoespacial poco estructurado (ausencia de vías de comunicación y de centroscomerciales), relacionadoa la sierrapor lasredes de arrieríapero poco integradoa la economía nacionaly fundamentalmenteorientado hacia lasorillasdel Golfo y el exterior en cuantoa flujos económicos(exportación de maderas, vainilla,tabaco, etc,a travésdelospuertos). Sin embargo,adentrode este conjuntoexistíaya una diferen- ciaciónespacialmarcadaentrelasporcionesdondesubsis- tíaunapoblaciónindígena(totonaca)importante, alrede- dordePapantla, y lasporcionesdespobladasalrededorde Martínezde la Torre. EnPapantlay el territorio alrededor-elTotonacapan, la sociedadindígenaintentaba,con rebelionespersisten- tes enelsigloXVIIIy XIX, resistiralempujeterritorialde los hacendados,mientras estos Últimos, estrechamente ligadosalgrupodecomerciantesdeTeziutlánenlasierra, asentabansudominio sobrelaexplotacióndevainillay la constitución de grandes propiedades sobretierras comu- nales, para explotaciónforestal, cultivode tabaco, maíz y ganadería(Naveda y González, 199 1). Afuera de este territorio poblado y habitado, y a excepción de algunos pioneros radicadosen los puertos (Tuxpan,Tecolutla,Nautla y por supuesto Veracruz), la llanuraexistía en losojosy pensamientos de losque no la habitaban, de los residentesenlospobladosy ciudadesde la sierra.Las ciudades de la costa, a excepción de los puertos y de Papantla, son creaciones“recientes”. Otra razón para empezarel viaje a la costa desde la sierraesdesentirycomprenderhastaquépuntolosmedios ambienteseran, y son, radicalmentedistintosy diversosa lo largo de la bajada. Al contrario de la sierra donde los conquistadores y susdescendientesencontraban un espa- cioyaconformado y manejadoparalaproducción, lacosta se presentaba como un espacio virgen y desconocido (a excepcióndelaregióndePapantla), un espaciodondetodo quedaba por inventar, dondelasinnovacionesen cuanto a cultivoy modo deexplotaciónseteníanqueexperimentar, con los evidentes riesgos que esto implicaba. Sólo un 119

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SISTEMA DE PRODUCCION E HISTORIA : UNA PROPUESTA PARA EL ANALISIS REGIONAL (CENTRO VERACRUZ, MEXICO)

Odile HOFFMANN’, Emilia vELAZQUEZ* ORSTOM-México; IIS-UNAM

RESUMEN

L a región central del Estado de Veracruz nos sirve de “laboratorio” para analizar las relaciones entre los sistemas de producción y sus entomos regionales. EI desarrollo agricola se dio ahí en forma de sucesiones de cultivos. EI desplazamiento de un cultivo por otro o la aparición de nuevos cultivos son la expresión de una serie de factores relacionados entre sí: cam- bios en la estructura agraria, transformaciones de la economía y política nacional, fluctuaciones en el mercado internacional. A través del análisis histórico y regional se busca construir un esquema de interpretación relativo a la dinámica de la sociedad local, de sus motores internos de transformación así como de sus relaciones con el “centro” y la sociedad englobante.

PRODUCCION Y ORGANIZACION REGIONAL: LAS FLUCTUACIONES EN LA LLANURA

COSTERA DE VERACRUZ

Para descubrir y conocer la costa veracruzana, en su porción central que va de Veracruz al sur hasta Tuxpan al norte, hay que remontarse, paradójicamente, a los 2000 metros de alt-lra : ahí el altiplano deja lugar a serranías frondosas y accidentadas que, poco a poco o brutalmente dependiendo de la ruta que uno sigue, se convierten en sierras bajas y piemonte antes de llegar a la llanura costera, constituida de planicies que bordan los ríos, separadas por zonas más onduladas sin que las alturas rebasen los 200 metros de altitud.

Esta “introducción” a la costa se revela imprescin- dible por varias razones, entre las cuales destaca la dimensión histórica y regional. Antes de volverse una región individualizada y con características propias, en la primera mitad del siglo XX, la llanura era parte de una región mayor que incluía la sierra, cuyos centros de población (Huauchinango, Teziutlán y Xalapa, todas ubi- cadas arriba de los 1300 metros de altura) jugaban el papel de centro rector, social, económica y políticamente ha- blando.

La llanura era sobre todo una zona que uno tenía que atravesar al llegar al país o al negociar las mercancías que arribaban a los puertos del Golfo, más tarde se convirtió en una zona de explotación extensiva de maderas preciosas yganadoparalospocos que se atrevían a invertir en estos parajes insalubres (aunque. pocos residían en el lugar), pero durante mucho tiempo se quedó como una

zona desconocida y poco poblada, que hasta el siglo XIX rechazó los diversos intentos de colonización. En gran parte de la llanura costera las poblaciones indígenas habían sido diezmadas en los primeros tiempos de la conquista, sin que otra población tomara su lugar.

D e manera muy general y hasta el inicio del presente siglo, la costa se puede ver como un conjunto espacial poco estructurado (ausencia de vías de comunicación y de centros comerciales), relacionado a la sierra por las redes de arriería pero poco integrado a la economía nacional y fundamentalmente orientado hacia las orillas del Golfo y el exterior en cuanto a flujos económicos (exportación de maderas, vainilla, tabaco, etc, a través de los puertos). Sin embargo, adentro de este conjunto existía ya una diferen- ciación espacial marcada entre las porciones donde subsis- tía una población indígena (totonaca) importante, alrede- dor de Papantla, y las porciones despobladas alrededor de Martínez de la Torre.

En Papantla y el territorio alrededor -el Totonacapan, la sociedad indígena intentaba, con rebeliones persisten- tes en el siglo XVIII y XIX, resistir al empuje territorial de los hacendados, mientras estos Últimos, estrechamente ligados al grupo de comerciantes de Teziutlán en la sierra, asentaban su dominio sobre la explotación de vainilla y la constitución de grandes propiedades sobre tierras comu- nales, para explotación forestal, cultivo de tabaco, maíz y ganadería (Naveda y González, 199 1).

Afuera de este territorio poblado y habitado, y a excepción de algunos pioneros radicados en los puertos (Tuxpan, Tecolutla, Nautla y por supuesto Veracruz), la llanura existía en los ojos y pensamientos de los que no la habitaban, de los residentes en los poblados y ciudades de la sierra. Las ciudades de la costa, a excepción de los puertos y de Papantla, son creaciones “recientes”.

Otra razón para empezar el viaje a la costa desde la sierra es de sentir y comprender hasta qué punto los medios ambientes eran, y son, radicalmente distintos y diversos a lo largo de la bajada. Al contrario de la sierra donde los conquistadores y sus descendientes encontraban un espa- cio ya conformado y manejado para la producción, la costa se presentaba como un espacio virgen y desconocido (a excepción de la región de Papantla), un espacio donde todo quedaba por inventar, donde las innovaciones en cuanto a cultivo y modo de explotación se tenían que experimentar, con los evidentes riesgos que esto implicaba. Sólo un

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reducido grupo de personas, en general ligadas entre ellas y formando un grupo social con bastante cohesión y fuerza, era capaz de financiar tal aventura. A fines del siglo XIX con el descubrimiento de los recursos petrole- ros, son otros actores -las empresas privadas, en su mayo- ría extranjeras- que entran y se inmiscuyen en la explota- ción de la región, antes de que el Estado intervenga, en un contexto político radicalmente distinto después de la Revolución (dotaciones agrarias desde los años 1920, nacionalización petrolera en 1938).

Todavía en los años 1960 los espacios productivos se repartían en la llanura en forma de manchas discontinuas, cada una localizada alrededor de un polo o un eje donde se concentran los productores y se deciden las innovaciones: cafia de azúcar alrededor de Martínez de la Torre, cítricos alrededor de Gutierrez Zamora, maíz y chile alrededor de Papantla, pastizales alrededor de Alamo-Tuxpan. A su vez, estas manchas conocen dinámicas diferenciadas en el tiempo, en general marcadas por pautas y cambios brutales que llegan a transformar profundamente la conformación regional en su conjunto, y la dinámica productiva en particular : en Martínez de la Torre la llanura antiguamen- te productora de maíz se convirtió en cañera al iniciar la

década de los 1950, antes de volverse citricola desde hace unos 20 años.

El mismo fenómeno de sucesión en la organización de la producción agrícola se dio en los demás espacios, aunque con diferentes ritmos y cultivos. E n la figura 1 representamos las fluctuaciones de los principales produc- tos de la costa, desde finales del siglo XE hasta nuestros días. Las décadas de 1920-1940 son las que ven el mayor trastorno, con el abandono o la crisis de las producciones “tradicionales” destinadas a la exportación (maderas, chicle, vainilla, tabaco, plátano). A partir de 1940 la integración regional, y de la región a la economia nacio- nal, propician nuevos cultivos, hasta los años 1980 cuando cítricos y ganadería se vuelven preponderantes. Hoy en día casi todas las porciones de la costa sufren un proceso de homogeneización y especialización productiva hacia estas dos actividades.

Es así que, partiendo de un análisis regional e histó- rico, llegamos a cuestionarnos acerca de los cambios de cultivo, y más allá de las transformaciones en los sistemas de producción agropecuarios. ¿Cómo se da la relación entre organización espacial regional y sistema de produc- ción? En efecto, las redes de negociación y comunicación

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madera

chicle

vainilla

tabaco

plátano

caña

IMÚ

ganado

cítricos

café en la sierra

~ 1 extracción ) :;;: en 10s años

I t L a d o !/

exportación

altibajas del mercado internacional

mercado regional Y nacional

despegue a partir de los años 1940

exportación

Los sistemas de producción en el espacio, la historia y la sociedad

Figura 1. Croquis de periodización de las producciones en la Costa Central de Veracruz.

Fuentes: E. Velázquez 1992.

NB: Las curvas no tienen unidad especifica, ya que setrata devariaciones de intensidad en la producción que no son estrictamente cuanti- ficadas, debido a la diversidad de las fùentes (archivos, inf‘ormes de gobemadores, etc.)

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social y política, que conforman la organización regional, están directamente insertas en, y dependientes de relacio- nes económicas de produccih. Cambiar de cultivo impli- ca cambiar de entorno productivo con sus consecuencias a nivel técnico, pero también social y político.

En otros términos, buscamos desenredar las relaciones que existen entre los sistemas de producción que se pueden ver y analizar en un momento dado, y su entorno regional sometido a dinámicas territoriales y sociales variables en el tiempo. Esto implica manipular varias escalas, desde la unidad de producción -y el sistema de producción asocia- do- hasta el nivel regional, tomando dos ejemplos en la llanura costera : el Totonacapan al norte, que incluye la región de Papantla, y más al sur la región “nueva” a lo largo del río Bobos (ver figura 2).

Cuando hablamos de sistema de producción, nos refe- rimos fundamentalmente a tres elementos constitutivos que son la organización de la producción (tipo de cultivo, relaciones técnicas y sociales de producción), la tenencia de la tierra (estructura agraria), y la organización de la coniercialización (Velázquez, 1992). Comprendidos así en un sentido amplio, los sistemas de producción partici- pan a la conformación regional en la medida en que privilegian tal tipo de relación social, económica y políti- ca, propician o obligan a tal tipo de ordenamiento territo- rial y construcción de infraestructuras, etc. Las conjugaciones de los tres elementos mencionados deter- minan las características de la Conformación regional, misma que evoluciona en el tiempo hasta llegar a puntos de ruptura como ocurre en el Totonacapan en los años 1940.

EL TOTONACAPAN: LA REORGANIZACION DE UNA REGION

En el Totonacapan veracruzano se han identificado tres períodos diferentes en torno a los sistemas de producción agrícola, cuyos cambios y rupturas explican cómo se estructuró una determinada conformación regional, y de qué manera ésta tuvo que reestructurarse a partir de nuevas condiciones internas y externas que empezaron a desarrollarse a finales de la década de 1930. En algunos períodos el cambio principal tuvo que ver con la tenencia de la tierra, lo que más adelante se reflejó en la producción, mientras que en otros tiempos las transformaciones esenciales se dieron en relación a la comercialización agrícola.

Final del Siglo XM-1920: haciendas vrs. comunidades

La llegada de los españoles en el siglo XVI marcó una serie de cambios en la organización social y territorial de

los pueblos totonacas (ver Kelly-Palerm, 1952; García, 1987). Como consecuencia de estas transformaciones, para la segunda mitad del siglo XIX en el Totonacapan veracruzano coexistían dos tipos de tenencia de la tierra: la gran propiedad privada y la propiedad comunal indíge- na. Sin embargo, las Leyes de Reforma de 1856 sentaron las bases para que una de estas formas de tenencia de la tierra -la comunal- desapareciera.

Varias de las comunidades indígenas de la Llanura Costera y de la contigua Sierra de Papantla lograron mantener sus propiedades comunales hasta los años 1980 del siglo pasado. Después, una a una fueron perdiendo sus tierras, no sin antes luchar de varias maneras por evitar el despojo (ver Velasco, 1979). En Cazones, por ejemplo, la resistencia al fraccionamiento de las tierras comunales fue violenta. Estas se repartieron en 1877, dividiéndose en grandes lotes bajo el régimen de condueñazgo. Ello provo- có que en 1891 y 1896 los indígenas condueños de las tierras se levantaran en armas en contra de las autoridades del cantón de Papantla, a quienes consideraban responsa- bles del reparto. Ambos levantamientos fueron sofocados por las armas, después de lo cual las tierras se repartieron entre los sobrevivientes. Estos muy pronto perdieron sus nuevas posesiones por venta o empeño de escrituras, formándose con ellas una propiedad privada de siete mil hectáreas (ACAM, exp. 383-A).

La formación de haciendas y fincas en la Llanura Costera se vio también favorecida por las Leyes de Colo- nización, al amparo de las cuales surgió una colonia de inmigrantes italianos: Gutiérrez Zamora. El fbndo legal del poblado se creó en tierras de los extintos terrenos comunales de Papantla (ACAM, exp.64). Algunos inmigrantes sumaron a las tierras recibidas para su colo- nización, la compra de tierras al gobierno federal, por lo que para la segunda década del presente siglo varias haciendas de la Llanura Costera pertenecían a personas de apellidos italianos (ver Velázquez, 1992:67/69).

Los cultivos principales de esta época eran maíz, frijol, tabaco y vainilla, así como la extracción de chicle y la explotación de maderas preciosas. De estos productos, el de mayor importancia económica era lavainilla, cultivada tanto en las haciendas como en las tierras de los campesi- nos totonacas. Estos, sin embargo, estaban totalmente excluidos del beneficio y la comercialización de la vaini- lla, que fue la base sobre la que se crearon o engrandecie- ron varias fortunas de familias asentadas en las ciudades de Papantla, Gutiérrez Zamora y Tuxpan.

De los bosques se sacaba caoba, cedro y palo de rosa, que se llevaban a Tuxpan y de aquí se enviaban a Tampico, de donde salían rumbo a Estados Unidos, Fran- cia e Italia. D e igual manera el chicle se extraía principal- mente para la exportación (Quintal, 1981). D e estas actividades se beneficiaban las haciendas y las compañías contratistas. La comercialización agrícola estaba funda-

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mentalmente orientada hacia el extranjero, aunque tam- bién existían intercambios comerciales con centros r e e tores de la Sierra Norte de Puebla mediante arrieros que viajaban de la Sierra a la Llanura Costera (verfig. 2).

En este período, por lo tanto, el acontecimiento prin- cipal fie la transformación de la estructura agraria planea- da por la política liberal de Juárez y ejecutada por el régimen de Díaz. Con la incorporación al mercado de las tierras comunales indígenas se favoreció la producción

comercial bajo el régimen de propiedad privada, lo que a su vez fortaleció el papel de Papantla y Tuxpan como centros económicos rectores, y creó las condiciones para el surgimiento de un nuevo centro rector: Gutiérrez Zamora.

Así la Llanura Costera se consolidó como una zona volcada hacia el mar, por donde navegaban los productos de exportación rumbo a los mercados europeos y estado- unidense.

hacla Veracruz

despojo de tierras comunales y rebeliones indígenas hacendados y negociantes residentes en la sierra

comercio de arriería

un espacio vertido hacia la costa y la exportaci6n

las regiones de estudio 1 : el Totonacapan 2 :Martinez de la Torre

Figura 2. Final XIX-1920. La era de la extracción.

Esta relación con el mercado extranjero que la singu- larizaba, no impedía la vinculación económica con otras zonas del Totonacapan, principalmente con la Sierra Norte de Puebla y la Sierra de Papantla. D e Teziutlán provenía una parte del capital que se invertía en la compra de haciendas y vainilla en la Llanura Costera; de la Sierra de Papantla llegaba una proporción considerable de la vainilla que se vendía en Papantla y Gutiérrrez Zamora.

1920-1940: el reparto agrario

Para la década de 1920, según los datos contenidos en expedientes del archivo de la Comisión Agraria Mixta (ACAM) y en algunas fuentes bibliográficas (Quintal, 1981; Ramírez, 1981), había más de veinte haciendas en la Llanura Costera, siendo ésta la forma casi exclusiva de propiedad de la tierra en algunas partes. Tal era el caso de Tecolutla, en donde de las 47,l O0 hectáreas que conforma- ban el municipio, 41,581 estaban ocupadas por cuatro haciendas propiedad de tres personas (Ramírez, 1981).

La estructura agraria en este período estaba conforma- da por: a) campesinos sin tierra; b) campesinos pequeños propietarios (1 a 12 ha.); c) campesinos arrendatarios de

las haciendas (1 a 12 ha.); d) medianos propietarios (25 a 200 ha.); e) hacendados (hasta 33,000 ha.)3. E n las hacien- das y en las propiedades medianas se sembraba vainilla, tabaco, caña de azúcar, plátano, maíz y frijol en poca escala, se criaba ganado vacuno y se extraía madera, hule y chicle. Algunas haciendas arrendaban a compaAías extranjeras petroleras los derechos para la exploración y explotación del subsuelo, o les vendían a éstas sus tierras, como ocurrió con la hacienda Palma Sola de 24.270 hectáreas. El resto de los productores sembraban princi- palmente maíz, vainilla y caña de azúcar.

Tal estructura agraria se transformó con el reparto agrario que comenzó en la década de 1920 y continuó a lo largo de la siguiente década. Así, en los aílos 1920 apareció un nuevo tipo de productor, el ejidatario, que se incorporó a la producción de básicos y de cultivos comer- ciales. Por su parte, los haciendados se convirtieron en “pequeños propietarios” vinculados nuevamente a la agri- cultura comercial y la ganadería bovina.

En este período comenzó la decadencia del cultivo de la vainilla, originada por el decremento del precio en el mercado internacional, debido a que en Madagascar se inició la siembra de vainilla a gran escala y con altos indices de producción: 131 kilogramos por hectárea,

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mientras que en México se producían 41 kilogramos por hectárea (De la Peu, 1981a:134/35). Otro cultivo que, por el bajo precio registrado en el mercado entre 1933 y 1939, perdió importancia económica fue el tabaco, el cual desde el siglo XVIII había contribuido a enriquecer co- merciante~~. A principio de los años 1930 cobró auge el plátano, cuya producción decayó a finales de la misma década, debido a los cambios en el mercado internacional y a la aparición de una plaga (“chamusco”) que invadió los platanares (De la Pea, 1981a,T.I1:82/89). Otro cultivo que se practicaba en este período en la Llanura Costera era el chile, que se destinaba al mercado nacional mediante los arrieros que llegaban de la Sierra Norte de Puebla. También se sembraba caña de azúcar, la cual se transformaba en panela y se comercializaba básicamente al interior de la zona. Además de estos cultivos eminen- temente comerciales, se sembraba maíz y frijol.

E n su gran mayoría, la producción comercial de la Llanura Costera seguía orientada de manera principal al mercado internacional, por lo que debía ajustarse a los vaivenes de Cste. Ello explica en buena parte los cambios constantes en el patrón de cultivos durante este período. Una proporción menor de la producción comercial (el chile) se dirigía al mercado nacional mediante los centros rectores serranos. D e éstos, el mas importante era Teziutlán ya que aquí se encontraba la estación de ferrocarril más próxima a esta zona, además de que varios integrantes de la burguesía de dicho lugar tenían importantes intereses en relación a la comercialización de la vainilla y el tabaco que se producía en la Llanura Costera.

E n este período se vivieron importantes sucesos: la estructura agraria nuevamente se transformó, a la vez que fueron desplazados antiguos cultivoscuyacomercialización había sido la base del poder económico de la clase dominante. Esta situación, sin embargo, pudo enfrentarse con rapidez debido a que ni los agricultores privados ni los ejidatarios estaban comprometidos con un sólo culti- vo. Los notables cambios tanto en Ia tenencia de la tierra como en la producción no afectaron la integración de la Llanura Costera al resto del Totonacapan. Se siguió siendo parte de un circuito comercial intrarregional que unía a todo el Totonacapan. Sin embargo, la expropiación petrolera de finales de este período sentaría las bases para una reorganización regional. (ver fig. 3)

1940-1986: la reorganización regional

A partir de este período ya no hubo cambios sustancia- les en la estructura agraria, conformada por ejidatarios, campesinos pequeños propietarios y agricultores capita- listas. Los cambios mas importantes se registraron en el patrón de cultivos y el uso del suelo. Los cultivos de vainilla, plátano y tabaco pasaron por varios altibajos, hasta que decayeron totalmente. Sin embargo, la respuesta de los productores fue rápida: los agricultores privados introdujeron el cultivo de cítricos que más tarde adoptaron los ejidatarios. Estos, a su vez, incrementaron su produc- ción de chile “xalapeño”, aprovechando los nuevos mer- cados a que les dió acceso la apertura de carreteras. E n los años 1960 los productores privados empezaron a

*epartici6n agraria ucionalizacibn petrolera 1938

caen los mercados de vainilla, madera, chicle

e tabaco en las vegas, y plátanos a deforestación y ganaderia

Figura 3. 1920-1940. La intervención del Estado.

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incrementar la ganadería bovina, la cual desde entonces ha ido expandiéndose sobre las áreas de cultivo.

Hasta 1938 la Llanura Costera sólo tenía salida hacia el centro y norte del país, y hacia el resto del estado de Veracruz, por caminos de herradura transitados por arrieros.

Ninguna carretera ni vía de ferrocarril se internaban en esta zona, lo que no fue problema mientras el mercado internacional demandó productos de la Llanura. Cuando esto dejó de ocurrir se supo aprovechar las nuevas condiciones creadas por el Estado mexicano. La expropiación petrolera hizo necesaria la comunica- ción de la Llanura Costera con el resto del país, por lo que en la década de 1940 se construyeron la carretera México-Tuxpan y Papantla-Teziutlan. La nueva acti- vidad económica hizo surgir una ciudad y nuevo centro rector: Poza Rica. La Llanura Costera fue debili- tando paulatinamente sus nexos comerciales con la Sierra Norte de Puebla, hasta que se convirtió en una región por sí sola. Actualmente no se puede hablar de un Totonacapan con cuatro zonas diferenciadas pero integradas mediante un sistema comercial, sino de la Llanura Costera totonaca como región separada de la Sierra Norte de Puebla totonaca. En el transcurso de este proceso, las dos zonas de transición entre la Sierra Norte de Puebla y la Llanura Costera dejaron sus relaciones comerciales con la primera para integrarse a la economía de la Llanura. (ver fig. 4 y 5)

EN MARTINEZ DE LA TORRE: NACIMIENTO Y DECAIMIENTO DE UNA REGION CAÑERA

La región de Martínez de la Torre también se caracte- riza por ciclos de producción, pero con “contenidos” y lógicas distintas que en la región vecina al norte. Aunque los años claves en los cambios no coinciden exactamente con las que son pertinentes para el Totonacapan, los periodos son globalmente los mismos.

Final del XK-1920: la colonización paulatina de la costa

En la llanura se extendían amplios latifundios, desde la primera mitad del siglo pasado en que Guadalupe Victoria, primer presidente de la República en 1824, recibió una gigantesca concesión en agradecimiento a su labor patriótica, sobre terrenos supuestamente baldíos que abarcaban desde Tlapacoyan al oeste, hasta el mar, al este, desde Papantla al norte hasta los margenes del río Bobos al sur, o sea la casi totalidad de la cuenca del río Bobos (Archivos del Registro F’úblico de la Propiedad, ARPP, Jalacingo, Ver,). El latifundio se fraccionó a su muerte, y se reconstituyó en parte a fines del siglo XIX y principios del XX conManuel Zorrilla, español instaladoen Teziutlán que aceleró la explotación a base de deforestación, ganaderización, cultivos de caña de azúcar y tabaco, y explotación de vainilla. Sin embargo la reconstrucción del

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conformaci6n regional e incorporaci6n a la economía nacional

Figura 4. 1940-1970. El desarrollo agrícola regional.

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individualizaciiin de las regiones costeras del golfo

latifundio no fue total, y dio oportunidad a varias hacien- das de considerable extensión, todas en manos de españo- les residentes en Teziutlán, y a ranchos más modestos pero de cientos de hectáreas cada uno, ambos para implementar una ganadería vacuna extensiva al lado de parcelas de cultivos (caña y tabaco, algo de arroz). Este fraccionamiento, sobre todo aquel que desembocaba en la instalación de ranchos, propició un poblamiento paulatino de esta franja costera, que culminó con la fundación de la villa de Martínez de la Torre sobre terrenos donados por el abogado del mismo nombre, en 1882, y la creación del municipio correspondiente sobre tierras del municipio de Tlapacoyan. Por esta época ya se había consolidado la comunidad de origen francesa instalada río abajo, en San Rafael, a raíz de una colonización empezada en 1833. La llegada del ferrocarril a Teziutlán, en 1890, reforzó la importancia de esta ciudad como centro comercial y foro de intercambio: era el Único punto de salida regional para los productos destinados a la ciudad de México (tabaco, ganado en pie), a la vez que el lugar de las transacciones mercantiles para los de exportación (maderas preciosas, vainilla). Solamente la caña de azúcar (transformada en aguardiente) y el maíz tenían redes comerciales locales o regionales, siguiendo los circuitos de arriería que difun- dían las demás mercancías (abarrotes, mercería).

1920-1940: reparto agrario y poblamiento de la región

Pero no fue sino hasta los años 1930-40, con la política de dotaciones agrarias, que el panorama demográfico y de tenencia de la tierra se modifica verdaderamente. Entre

1930 y 1940 se repartió 21% del territorio municipal (16683ha)5, y los ejidatarios conformaban en 1940 el 6 1.4% de la PEA primaria. Esta Última proporción bajó a 41% en 1950, después de la llegada masiva de imigrantes: la población del municipio se duplicó entre 1940 y 1950 (de 12597 a 24567, con un crecimiento anual de 6.91%)6.

Esta transformación radical de uno de los pilares de cualquier sistema de producción -el modo de acceso a la tierra- se tradujo en un primer tiempo en una ampliación de las superficies sembradas en maíz, base de la alimenta- ción, por parte de los ejidatarios, mientras los propietarios temerosos de una eventual afectación se apuraban en ampliar sus superficies efectivamente explotadas, princi- palmente a base de ganadería. Ambas actividades se extendieron a costa de la selva, cuya tala se intensificó notablemente hacia 1940. Esta primera etapa no provocó cambios sustanciales en los sistemas técnicos de produc- ción, ni en las redes sociales, comerciales principalmente, ligadas a la producción. EI maíz se seguía cultivando según el esquema de tumba, roza y quema, la caña de azúcar era destinada a trapiches cuyos propietarios eran los mismos que antes del reparto, y el ganado se comercia- lizaba a través de los ganaderos instalados previamente a la repartición. Sólo los cítricos, cultivados en algunas parcelas de ganaderos y plataneros alrededor de la ciudad, hacían figura de innovación tanto técnica como socio- comercial, en la medida en que escapaban a las redes anteriores y abrían nuevos espacios de producción y coniercialización. Propagado a partir de la zona citrícola vecina de Gutierrer. Zamora, el proceso de injerto de naranja Valenciana sobre patrón cucho, o naranja agria nativa de la región (difundido por el Sr Bigurra, italiano

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recién llegado a la zona), dio un empuje a la producción local, que hasta este momento se reducía a algunos huertos de naranjos criollos de Tlapacoyan7.

1940-1970: polo regional y presencia del Estado

El cambio profundo se dio a partir de la instalación de un ingenio de &car en Martínez de la Torre (Indepen- dencia, 1947-48), fomentada por la política voluntarista del Presidente de la República, Manuel Avila Camacho, nativo de Teziutlán pero hijo predilecto de Martínez. El concebía al ingenio como un polo de desarrollo regional, alrededor del cual se iban a ordenar las actividades, productivas o no, de la región. También promovió la construcción de la carretera Nautla-Teziutlán (terminada en 1946), eje de desenclave de la costa que había sido iniciada a principios de siglo por Manuel Zorrilla.

D e hecho el ingenio, luego secundado por otro ubicado en el municipio vecino de Misantla (La Libertad, 1956- 57), provocó un cambio espectacular en el patrón de cultivos, y llegó a procesar la caña sembrada en 16000ha, la mayoría de ellas en ejidos. Casi desde sus inicios, los ingenios estuvieron bajo control del Estado ; manejados conjuntamente con el sindicato de productores de caña de azúcar, propiciaron una sindicalización y una corporativización masiva de los productores agrícolas y obreros de la fábrica.

El sistema de producción de las unidades cañeras cambió totalmente. E n el sistema cañero, la casi totalidad de las necesidades familiares están consideradas por el ingenio: las del trabajo productivo en su totalidad (desde la siembra hasta el corte y el procesamiento en fábrica), pero también las del abasto en básicos, de la vivienda, de la educación de los hijos, de la salud y el acceso al seguro social, de la jubilación y de la defunción, y a nivel regional las infraestructuras en comunicación, centros de salud, etc. Optar por la caña significa escoger un estilo de vida, un cierto modo de controlar y asegurar sus necesidades, una cierta manera de insertarse en la sociedad local y nacional, a través del sindicato, habiendo como interlocutor privilegiado, y a menudo, Único el gerente, representante del gobierno central.

A la vez que se generaba una sociedad cañera entre los ejidatarios y los minifúndistas, la ciudad se desarrollaba como centro de servicios (administrativos, técnicos, servi- cio al público..) y centro comercial. Los inmigrantes a la ciudad ya no eran solamente campesinos enbusca de tierra o trabajo, sino profesionistas e inversionistas agrícolas. La tierra alrededor, lo que quedaba de las haciendas y los ranchos, se fraccionó en los años 1950, repartida entre ganaderos y productores que empezaban la citricultura. Al lado de este nuevo cultivo, los sistemas técnicos deproduc- ción empezaron a cambiar también en los cultivos “clási-

cos” de la región, con una intensificación notable en la ganadería (mejoramiento gendtico, siembra y rotación de pastizales, cuidado zootécnico. .) y en el cultivo de plhta- nos, este Último restringido a las vegas del río Bobos en su parte más baja, alrededor de San Rafael.

Tanto la difusión de la caña de azúcar como la paula- tina diversificación de las producciones m&can pro- fundamente las redes de comercialización a nivel regio- nal. Al igual que la región del Totonacapan al norte, la costa alrededor de Martínez de la Torre deja de ser un enclave para exportación, para volverse un centro autóno- m o de comercialización, con negociantes, servicios e infraestructuras adecuadas.

E n la fase de estabilidad de la producción cañera regonal, entre 1950 y 1980 aproximadamentes, son casi dos mundos que evolucionan en paralelo : los cañeros que controlan la vida regional, y los otros productores, sean ejidatarios, pequeños propietarios o ganaderos y citricultores capitalistas. Sinembargo, como lo menciona- mos, y a pesar de no tener relaciones directas, el desarrollo de uno se repercute sobre el otro, en la medida en que permite una mayor apertura al exterior.

A partir de 1970: ¿quiebra el sistema cañero o gana la citricultura?

No se puede fechar con exactitud el inicio de la crisis cañera en la región, ya que los problemas y conflictos venían perturbando la producción casi desde la puesta en marcha del ingenio La Libertad, que nunca logró la rentabilidad económica y finalmente cerró en 1986. Sin embargo se puede apreciar por el abandono del cultivo de caña de azúcar, por algunos ejidatarios que empiezan a sustituirlo por la citricultura, desde los primeros años de 1970. Apartirde 1982-83, cuando bajael preciodelacaña de azúcar y aumenta el del cítrico, el movimiento de sustitución de cultivo conoce un nuevo auge, y un tercero ocurre a principios de 1990 cuando se privatiza el ingenio de Independencia (octubre de 1990) y se hunde el mercado nacional del azúcar después de la liberalización de las importaciones. E n 1990 el ingenio procesó apenas 450 O00 toneladas de caña, cuando en 1960-65 procesaba 900 O00 toneladas por zafra. Se estima la superficie cosechada en 4600 hectáreas en 1990, la mayoría en tierras ejidales, y la zona de abasto del ingenio se reduce y se atomiza : siguen numerosos los cañeros pero cada uno conuna porción reducida de su dotación sembrada con caña, principalmente para beneficiarse de las prestaciones que todavía mantiene el nuevo propietario (grupo SUCRUM).

Al principio, en los años 1970, el proceso de cambio de cultivo se da principalmente cerca de la ciudad de Martínez y a lo largo de la carreterra principal donde abundan los

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compradores y transportistas que incitan al cambio, y se generaliza en varios ejidos. Además esta conversión a cítricos se da no sólo a partir de los cafiaverales, sino también de los extensos pastizales dotados a ejidos en la década de 1970 alrededor de lafinca de la Soledad, antigua propiedad de Manuel Avila Camacho. Es entonces un movimiento generalizado, cuyos iniciadores son en mu- chos casos los productores de plantas (viveristas) que financian y proceden ellos mismos a la plantación de las huertas en terrenos ejidales, a cambio de algunos afios de producción (varían según los contratos, desde 5 hasta 10 años después de la plantación) y terrenos que necesitaban para sus actividades.

El cambio de cultivo fue tanfbién favorecido por el hecho que, en lugar de cafiaverales o pastizales, se insta- laron huertas complejas que incluían no sólo a cítricos, sino también cafetos, plátanos, y maíz en los primeros años de la plantación. E n este sentido el auge cafetalero de los años 1970, y la actividad del INMECAFE que tiene un centro experimental en Ixtacuaco, a escasos 4 kilometros de Martínez de la Torre, participaron en la difusión del nuevo patrón de cultivo aun si este patrón, con su diversidad, no correspondía al esquema que dif’undía el instituto.

La conversión a cítricos conlleva así una dimensión técnico-social que explica en parte su éxito : permite regresar a un sistema de producción diversificado, más adaptado a las realidades campesinas de vulnerabilidad económica, puesto que la complejidad es, en cierta medi- da, garantía contra los riesgos de la innovación, por un lado, de los cultivos exclusivamente comerciales, por otro. Los buenos precios del producto en el mercado nacional fueron evidentemente decisivos para acelerar el cambio, así como la presencia en la ciudad de comerciantes y agricultores capacitados en la rama e interesados en desarrollarla.

CONCLUSION

A lo largo de más de un siglo y de los diferentes periodos, ha habido importantes cambios en la estructura agraria, en la organización de la producción agrícola y en la comercialización de la misma, en toda la región central del Golfo veracruzano.

A partir de 1940 se inició una reorganización de las actividades agrícolas y pecuarias, así como de los inter- cambios comerciales, y con ellas un proceso de conforma- ción e individualización de nuevas regiones. Influyeron en ello los avatares del mercado internacional y la interven- ción decidida del Estado mexicano, que por esas fechas se había fortalecido y había adquirido cierta autonomía para implantar un proyecto económico nacional que repercutió de diversas maneras en las regiones del país.

Esta intervención puede ser directa, o a través de la construcción de infraestructuras de comunicación, así como de conjuntos agroindustriales que determinan “vo- caciones agrícolas”. E n el ejemplo de la caiIa de azúcar y la construcción de ingenios, los sistemas de producción “alternos” (no caííeros) se desarrollan en los intersticios tanto espaciales y territoriales como sociales del “sistema cafia”: los actores son rancheros y pequeños propietarios, pero también profesionistas y técnicos disponiendo de un capital que invierten en la citricultura y la ganadería. Esta doble ruptura, en la tenencia de la tierra y en el tipo de agricultura, propicia a su vez cambios en los sistemas de producción regional (ver fig 6).

En general los cambios de cultivos, y luego de sistemas de producción, responden a transformaciones del entorno productivo (infraestructuras y redes comerciales) que, si bien son inducidos por el Estado, son manejados por grupos locales y regionales. En algunas partes los antiguos hacendados se transforman en rancheros dispuestos a innovar, y los campesinos indígenas, sean propietarios, comuneros o ejidatarios, conservan relaciones de subordinación (social pero también técnica) con los primeros. E n otras, la generación de nuevos sistemas de producción, en el sentido de generar y desarrollar ciertas actividades y los medios correspondientes, surge de una sociedad menos establecida y marcada por su relativa “juventud. D e ahí derivan algunas características que vienen a interferir directamente en los procesos de cambios productivos.

E n este último caso, en efecto, la relación con la tierra es menos compleja que en otras sociedades campesinas de más tradición. La tierra es antes que todo un medio de producción, adquirido por compra o dotación ejidal, pero no heredada de los padres ni cargada de un peso social, simbólico, afectivo o de tipo patrimonial. La tierra es una mercancía y se valora por los recursos que procura. Poco a poco se dobla también de un valor social en la medida en que justifica y legitima la presencia de uno en tal lugar, y participa en la construcción de una identitad local terri- torial, pero esto es un proceso lento que apenas se está dando en estas tierras nuevas donde los inmigrantes recientes son mayoritarios. E n estas condiciones el cambio de patrón de cultivo no interfiere con una visión o concep- ción de “lo que se debe hacer”, “lo que siempre se ha hecho”, como Ocurre en las sociedades campesinas más arraigadas a un territorio dado. D e tal forma que el productor tiene un cierto margen de acción en cuanto a sus opciones productivas. Su posición económica y social le impone evidentemente limitaciones (acceso a la tierra, capacidad para invertir en mano de obra e insumos, etc), pero no debe obedecer a esquemas previamente estableci- dos por las generaciones pasadas, y culturalmente codifi- cados. Este a su vez tiene su reverso. La otra cara de esta

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“libertad reside en un mayor peso de lo estrictamente económico, y somete al pequefío productor a las opciones y decisiones de los que más tienen económicamente (el comprador, coyote, usurero, etc. .) o políticamente (el sindicato, el cacique, el comisariado ejidal), sin que exis- tan medadores o amortiguadores sociales. Estos procesos podrían explicar el aspecto “masivo” que revisten las conversiones de una actividad productiva a otra, ya que en estas regiones todavía jóvenes son pocas las opciones que manejan los grandes productores y los comerciantes locales.

La imbricación es total entre los diversos factores de producción (acceso a la tierra, al crédito...), entre los diferentes sistemas de cultivo presentes en un espacio dado (combinaciones y cambios de cultivos), y entre éstos y las características del sistema regional (infraestructuras, re- des comerciales, aparato sindicato-productivo, otros acto- res ...). En los dos ejemplos estudiados, la relación entre esos tres niveles de análisis se da a través del Estado, que

vainilla

caña de azucar

maíz

ganadería

cítricos

Notas:

semi-recolección

para trapiches industrial

roza, tumba y quema

extensivo cría y engorda

criollo injerto

intensivo de temporal

manejo genético y zootécnico

Tal tipología de productores se construyó a partir de los censos que se elaboraban cuando se realizaban los estudios técnicos para responder las solicitudes de dotación de ejidos. Se revisaron los expedientes 120 (Coyutla), 42 (Espinal), 383-A (Cazones), 64 (Gutierrez Zamora), 163 (Coatzintla) del Archivo de la Comisión Agraria Mixta (ACAM); así como los expedientes 25/5169 de Pueblillo, mpio de Papantla, 23/ 5510 de San Pedro Miradores, mpio de Espinal, Ver. Delgado (1989) reporta un levantamiento de totonacos en Papantla en 1787, en el que “la multitud de indios atacó a los funcionarios del monopolio del tabaco y a los residentes espailoles que no tuvieron tiempo de salir del pueblo ...”( :2 1 ) Hoy en día son 29409 hectáreas en ejidos, sea 40% del municipio. En la misma década la población de la ciudad de Martínez pasó de 1962 a 5352 habitantes (fuentes: censos SPP-INEGI). Los cuales tenían una cierta fama y un mercado en la ciudad de México desde la Colonia. La mayoría de los datos proviene de entrevistas.

interviene de manera distinta pero determinante sobre las dinámicas agrícolas regionales. La política actual de retirada indiscriminada del Estado de las esferas de la producción rompe con este esquema sin que se vislumbre quién o qué mecanismos serán capaces de ocupar el lugar.

La cual estabilidad no excluye conflictos frecuentes y persis- tentes entre los obreros, los cañeros y la fábrica, así como resultados técnicos bastante desiguales y bajos en producti- vidad, tanto en como en fábrica.

tenencia de la tierra

latifundios haciendas ranchos f ejidos pequeíías propiedades

J. 1930-40

tipo de agricultura

pioneros colonizadores f agricultura comercial

cambios en los STP J.

1940-50

_ _ _ _ ~ ~

Figura 6. La doble ruptura y sus efectos en los sistemas técnicos de producción, en Martínez de la Torre, Veracruz.

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