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SÍNTESIS Habitar Humano En seis ensayos de Biología-Cultural de Humberto Maturana y Ximena Dávila por David Alcántara

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Page 1: Síntesis de Habitar humano en seis ensayos de biología-cultural, de Humberto Maturana y Ximena Dávila

SÍNTESIS

Habitar

Humano En seis ensayos de

Biología-Cultural

de Humberto Maturana

y Ximena Dávila

por David Alcántara

Page 2: Síntesis de Habitar humano en seis ensayos de biología-cultural, de Humberto Maturana y Ximena Dávila

Datos sobre la versión del libro de síntesis

Editorial: J. C. Sáez editor,

Santiago Traducción: Sin traducción Edición: Primera, 2008

Páginas: 394 ISBN: 978-956-306-041-6

Datos sobre detalles de la redacción

Las páginas citadas, todas, están indicadas con la abreviación “p.” y entre paré-

ntesis.

En aquellos casos que se usa doble “pp.” se hace referencia a todas aquellas páginas que se comprenden entre ambos números de página inmediatamente

señalados, con ellos incluidos.

Las frases que se encuentren entre los símbolos “” se refieren a una interpre-

tación, no literal, sobre ciertas ideas que se encuentran en su página correspon-diente.

Las frases que se encuentren escritas en cursiva pueden referirse a dos cosas: si se trata una o dos palabras entonces son consideradas importantes y por ello son des-tacadas, pero si es una frase o un párrafo, o más párrafos, entonces es

una reescritura literal de aquello que se encuentra en la página correspondiente, con excepción de los paréntesis que no se encuentran en cursiva.

Aquellas frases continuadas por tres puntos (…) expresan una conexión indirecta entre las ideas que se proponen, esto es, una forma de expresar que

ambas escrituras forman parte de la cita que les acompaña pero que, a su vez, poseen contenido intermedio en el libro original que no se consideró necesario citar.

El número de las figuras no respeta el orden original del libro, son una adapta-ción propia de éste documento.

Las páginas citadas debajo de los títulos corresponden a la extensión del capítulo en el libro original.

Según regla APA de citación, la abreviación Ibíd. (Íbidem) hace referencia a la última cita utilizada.

Si bien el documento es un diálogo entre co-autores, ésta síntesis está escrita en tercera persona, con excepción de aquellas citas literales del texto que se

ofrecerán en cursiva. Los paréntesis sin cursiva, entremedio de las citas lite-rales, también son de mi autoría.

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HABITAR HUMANO en seis ensayos de Biología-Cultural

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INTRODUCCIÓN

(pp. 23-29) Todo lo que hacemos, todos los mundos que vivimos y todas las interacciones en la que nos envol-vemos forman y son parte de una antropósfera como modo humano de habitar en la biósfera, dentro de un ámbito de coherencias ecológicas en donde surge, se realiza y conserva lo humano en el deve-nir evolutivo. Toda transformación estructural de la biósfera afecta la antropósfera, y todo cambio arquitectónico de la antropósfera afecta a la biósfera. Pasemos a señalar un par de características del vivir humano como modo de habitar la biósfera:

i. los seres humanos somos seres en continua transformación recursiva, por ende somos entes históricos;

ii. existimos en un presente a cada instante, y es allí donde implicamos las tramas históri-cas como ámbito explicativos que dan cuenta de cómo se originó ese presente;

iii. todo ser vivo, todo ser vivo humano y todo el cosmos existen como un presente de cam-bios estructurales entrelazados y continuos;

iv. por todo lo anterior, el pasado y el futuro son sólo dos modos de vivir el presente cam-biante continuo que se vive : pasado como un ámbito explicativo de sus coherencias (desde sus coherencias) y el futuro como extrapolación un ámbito generativo de posi-bilidades de transformación de sus coherencias (también desde sus coherencias).

El devenir evolutivo sigue un curso definido, generación tras generación, en la conservación de dos modos: uno es el vivir, ya que en la conservación del vivir está la posibilidad del vivir en todo ser vivo, y el otro es un habitar específico como modo particular de vivir su vivir, según la conserva-ción de cierta identidad de clase u organización. Y éste último, la conservación de un vivir particu-lar como modo de habitar, es guiado momento a momento desde una configuración de sentires rela-cionales íntimos hacia la coordinación de haceres y sentires que llevan al ser vivo a un continuo desplazarse en la búsqueda de un medio que le permita su vivir (‘buena tierra’; nicho); de no con-cretarse éste encuentro el ser vivo muere. A vista de un observador el ser vivo siempre aparece en el fluir de su plano relacional asociado a conductas y elecciones que lo definen, siempre que el observador opere en el mismo dominio, y por ello es que siempre que se distingue en un dominio relacional a un ser vivo necesariamente se dis-tingue conjunto con él la trama operacional-relacional que involucra el habitar psíquico en el cual éste se desenvuelve en su nicho. Y si bien no se puede describir el habitar psíquico de las familias ancestrales, ya que no poseemos lo procesos generativos necesarios para su explicación, sí podemos evocarlos señalando cómo podrían haberse comportado hasta llegar a conformarse como aquello con lo cual nos topamos ahora, procesos que sí podemos describir con más detalle. Lo primero que podemos señalar es que no es el vivir en coordinaciones consensuales recursivas de haceres (lenguajear) lo que necesariamente implica dominar, controlar o destruir aquello que se busca explicar, describir o conocer. Los que nos guían hacia la separación del mundo que traemos a la mano son nuestros sentires. Los que disciernen entre la estética y el placer del convivir con res-pecto a placer de la dominación y el mal-estar no es el lenguajear sino nuestra configuración parti-cular de sentires íntimos que priman en el dominio relacional de nuestro convivir. ¿Qué es lo que ocurrió exactamente en el fluir de nuestros sentires en la historia tal que vivimos nuestros diferentes vivires tal y como nos suceden? Humberto Maturana dice que no podremos sa-berlo con exactitud pero que sí podemos mirar nuestro habitares actuales, que seguramente provie-nen de la conservación de sentires ancestrales, y reflexionar sobre sus fundamentos biológico-cul-turales a modo de decidir cuál es el curso que deseamos tomar ahora.

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Siempre fuimos parte de la naturaleza, hasta que la fragmentamos en un análisis destructivo de su carácter sistémico-sistémico y reducimos nuestro habitar a parámetros lógicos que nos dejan ciegos ante la comprensión recursiva del cosmos. Y es por esto que el podemos afirmar que el principal propósito de éste libro no es presentar sucederes des-compuestos e independientes, sino evocar imaginativamente en la reflexión habitares que en su ocurrir están entrelazados los unos a los otros dentro de una dimensión sistémico recursiva que abarca todo el cosmos que nace con nuestro hacer. “Los seres vivos, y los procesos que los realizan como organismos en su operar e interactuar como totalidades generando procesos recursivos que dan origen a dominios operacionales-relacionales disjuntos intrínsecamente nuevos, ocurren todos como dinámicas evanescentes que surgen en un continuo fluir sistémico recursivo de sucederes entrelazados que no constituyen un mosaico de

entes, ni procesos o conceptos que se relacionan en su operar como entidades discretas independientes. (p.28)”

El observador entonces no distingue procesos aislados ni entes independientes, sino s iempre diná-micas operacionales y/o relacionales que forman parte de una matriz recursiva de sucederes evanes-centes espontáneos que surgen entrelazados a cada momento por procesos diferentes y disjuntos que a su vez forman parte en su operar de nuevos procesos que se entrelazarán con nuevos dominios disjuntos y diferentes, en el fluir de una dinámica de transformaciones continuas sin fin. Y el obser-vador comprende esto en una dinámica reflexiva en el lenguajear que también ocurre como un su-ceder evanescente orientado en un fluir sistémico-sistémico en un dejar de ser inconsciente, donde forma parte de algún habitar psíquico que nace a cada momento de la memoria histórica que se con-serva continuamente en su vivir y convivir. “Si al mirar un remolino que surge en el fluir de un río, intentamos ver sus bordes mientras se

mueve como una unidad arrastrado por la corriente, veremos que no lo vemos, y que en sentido

estricto no los tiene, pues el remolino tiene presencia sólo en la dinámica que lo constituye en su

ocurrir como un aspecto del río, siendo el río sin ser él. Así es el suceder de nuestro vivir. (p.29)”

ENLACE I (pp. 30-31)

El ensayo que se presenta a continuación abordará un evocación sobre el devenir del vivir humano desde tiempos ancestrales hasta el presente, bajo el entendimiento de que si bien las eras psíquicas que se expresan como reflejo de las matrices relacionales que configuran nuestros sentires íntimos cambian a lo largo del tiempo, permanece siempre intacta la conservación del vivir mismo en tanto que siempre abre espacio para que todo cambie en torno a él. O lo que es lo mismo, desde tiempos ancestrales todo ha cambiado en el vivir humano, como fruto del fluir del emocionear entrelazado con lo que se piensa y hace, en tanto cada unos de esos cambios permite a su vez que se conserven las regularidades del vivir (autopoiesis). En sus inicios el habitar humano era en la espontaneidad del placer en la compañía del otro, lejos de justificaciones de por qué sí o por qué no actuar de ese modo, y ya pasados los siglos vemos como inclusive se crean ámbitos del lenguajear que operan sobre la proposición de preguntas incontesta-bles que sólo pueden ser contestadas a través de la invención de supuestos aprióricos trascendenta-les-independientes que suelen negar y generar ceguera sobre los fundamentos sistémicos recursivos de la antropósfera; tendiendo en cuenta que una pregunta es incontestable cuando ‘no es posible contestarla operando desde las coherencias experienciales del dominio del vivir del observador en que fue formulada’. Éste ensayo es una invitación a un vivir ético en el mutuo respeto fundado en nuestra biología (del Amar y del Conocer).

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HABITAR HUMANO en seis ensayos de Biología-Cultural

I

ERAS PSÍQUICAS DE LA HUMANIDAD

Ximena Dávila Yáñez y Humberto Maturana Romesín

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INTRODUCCIÓN

(pp. 35-38) El devenir evolutivo que dio origen los seres vivos, y en el que se realizan y conservan hasta el día de hoy, se orienta a cada instante por lo que un observador ve como una configuración de sentires relacionales íntimos (emociones), tales como los deseos, las preferencias o los gustos, que guían el fluir relacional-operacional en coherencias estructurales internas y externas que se orientan al bien-estar psíquico-corporal del mismo, pese a que ocasionalmente se generen espacios de mal-estar. Desde las preguntas reflexivas Humberto y Ximena piensan que se abre la mirada y expande la conciencia de las coherencias organismo-nicho, en forma de nicho-psíquico-relacional, y desde allí dilucidamos que lo fundamental en el convivir evolutivo del ser humano, en tanto ente biológico-cultural, son las configuraciones de emociones, ya que ellas son las que dieron origen a los diversos espacios psíquicos en los que hemos habitado. De este modo reconocemos que cada era psíquica está determinada momento a momento por el propio habitar en el cual se vive, y éste a su vez por un trasfondo de histórico. Las eras psíquicas son entonces una “dinámica histórica de transformación integral de la psiquis humana” (p.37). Están fundadas en lo mítico y esto en una dinámica recursiva que permite que la sabiduría no sólo se transmita cíclicamente sino además como forma de ampliación de conciencia respecto de la evocación a las coherencias sistémicas-sistémicas con respecto al mundo natural y con respecto a la propia historia humana. De este modo comprenderemos, que si bien hablamos en distintas instancias de diferentes momentos psíquicos de la humanidad, cada vez que exista un cam-bio (transformación) fundamental de conciencia entonces se vislumbrará en cada uno de ellos un carácter común que corresponde a la dinámica cíclica de origen, cambio y vuelta al origen, de modo que un nuevo ciclo sólo puede comenzar en el estado de conciencia que caracterizó a su ciclo an-terior en su propio origen, el cual corresponde al estado de sentirse como parte del todo; como pert-eneciente a las coherencias sistémicas totales. Los autores llaman a esto la dinámica mítica-cíclica de la existencia humana.

ERA PSÍQUICA ARCAICA (pp. 39-41)

Dinámica emocional fundamental: El amar como suceder espontaneo Surgimiento: El surgimiento de esta era es el surgimiento de lo humano, y esto ocurre en la espon-taneidad íntima de la convivencia familiar como un modo de alcanzar el bien-estar psíquico-corpo-ral mediante el compartir caricias en el placer de la compañía, hace no menos de tres millones de años atrás. Surge el lenguajear como un modo de hacer cosas juntos en forma de coordinación re-cursiva consensual de conductas sobre la base de una emoción básica fundamental que es el amar. Más tarde el lenguajear se entrelaza al fluir del emocionar como una forma de conversar que ca-racterizará el convivir humano en su transmisión transgeneracional como un linaje común. Características : La era arcaica aparece cuando surgen de modo espontáneo habitares psíquicos que se caracterizan como redes de conversaciones cerradas que se fundan en el fluir del emocionar del amar y que no traen consigo, ni consiente ni inconscientemente, la psiquis del mal-estar en el de-samar. Se distingue una constante expansión recursiva-espontanea del convivir generador de mun-dos como una forma no pensada de vivir y convivir en la unidad operacional organismo-nicho en la

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co-laboración y la co-inspiración. Las regularidades del ocurrir de sus vidas les hace pensarlo todo como algo dado de hecho. Su linaje se constituye como el de los Homo sapiens-amans amans. Decaimiento y transición: Se vive en las coherencias del reino de Dios hasta que aparecen incohe-rencias al generarse las nociones explicativas que buscan concordancia en la unidad saber-hacer del vivir cotidiano. Desde allí se da un cambio desde la espontaneidad del suceder al intento de explicar los sucesos del ocurrir, el amar se expande como dimensión relacional intangible que funda el vivir y convivir desde el explicar. De un momento a otro, ya no todos son iguales.

ERA PSÍQUICA MATRÍSTICA (pp. 42-45)

Dinámica emocional fundamental: El amar como un convivir deseado. Surgimiento: Con la creación del cosmos como constructo explicativo del mundo que se habita surge la visión de una madre, desde el cuestionamiento sobre las coherencias de los sucederes del vivir, como aquella encargada de la re-novación de la unidad cíclica del existir. Surgen cuestiona-mientos urgentes e incontestables desde el operar humano fáctico pero que aún así son respondidas desde dimensiones intangibles y enajenantes soñadas desde las configuraciones de sentires relacio-nales íntimos que brotan del convivir cotidiano. Características : El amar no sólo es suceder espontaneo sino además un convivir deseable. De este modo, la era matríztica se caracteriza no sólo por la espontaneidad sino además por un pensar co-mún que generan, mediante redes cerradas de conversaciones, nociones explicativas que fundan el amar como camino para el bien-estar relacional. La reflexión se orienta a conservar la generación de una cultura que es sustentada desde un orden divino inmanente, que si es perturbado ya no re-sulta acogedor. Se vive en confianza en la conciencia de las coherencias del vivir en el mundo divino-natural. Decaimiento y transición: Se desvanece la configuración de sentires relacionales que entregaban confianza en las coherencias del suceder espontaneo y reflexionado sobe el mundo, y en su lugar surge una psiquis de desconfianza sobe el orden del mundo divino-natural que los lleva a la pérdida del bien-estar acogedor del cual se era parte, suplantándose por los sentires de control y jerarquía.

ERA PSÍQUICA DEL APODERAMIENTO (pp. 46-48)

Dinámica emocional fundamental: Apropiación de la verdad y veneración de la autoridad. Surgimiento: Comienza cuando se genera ‘adicción’ al poseerlo todo sin importar lo demás y los demás. Nace en el vivir cotidiano como una manera de vivir lo cotidiano, y aparece junto con el despertar de la consciencia de las capacidades manipulativas (corporales o psíquicas) y al adictivo deseo de ser servido y servir: ser servido para poseer poder y servir para renunciar a la responsa-bilidad. Su origen está en la pérdida de la confianza en las coherencias del orden del mundo divino-natural y natural en que se vive y convive. Características : Su esencia es la generación de una jerarquía estricta que se rige por el control, servilismo y poder de autoridad. Anula la confianza, la espontaneidad, la co-inspiración y la co-

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laboración. Elimina la aceptación recursiva y la cambia por la negación recursiva. Abre paso a la inseguridad y la discriminación sustentadas por el ‘adictivo’ deseo de poder. Y luego de generar todo esto se ofrece la confianza recién perdida mediante un acto de control del propio medio natural que les rodea. Hay dos formas particulares de vivencia de ésta era: Homo sapiens-amans agressans (fundada en la emoción de la agresión; deseo de violencia) y Homo sapiens-amans arrogans fundada en la emoción de la arrogancia; deseo de omnipotencia). Decaimiento y transición: Ambos linajes están destinados a extinguirse en el tiempo, ya que el único que se funda en la emoción del amar como modo de alcanzar el bien-estar psíquico-corporal es el Homo sapiens-amans amans. Pese a esto, ésta era no decae y se fortalece en el uso de la razón para dar paso a la era moderna.

ERA PSÍQUICA MODERNA (pp. 49-50)

Dinámica emocional fundamental: Dominio de la autoridad y la enajenación en el poder.

Surgimiento: La configuración de sentires relacionales se orienta en la seguridad de sentir que se conoce la verdad y la realidad mediante la ciencia y la tecnología. Se siente que se puede dominar el devenir natural real y que de hecho se le domina. Comienza a divinizarse la razón y a desplazarse la comprensión. Se crean los en sí como entidades objetivas invariables. Características : Confianza ya no en la armonía con un mundo natural sino en la posibilidad de controlar el medio en el que se vive mediante el uso de la razón universal y la verdad. Se confía en que el conocer la realidad permitirá generar bien-estar mediante la razón, y desde allí se crean justificaciones políticas-filosóficas que justifican la conservación de los linajes Homo Sapiens-amans agressans y arrogans. Se cree saber lo que es bueno para otro sólo mediante la razón, de modo que se justifica la dominación como forma de piedad ante la “ignorancia” del otro. Decaimiento y transición: Ésta era se fortalece en el dominio explicativo-imaginario de la razón sobre el control del mundo natural para dar paso a la era post-moderna.

ERA PSÍQUICA POSTMODERNA (pp. 51-53)

Dinámica emocional fundamental: Dominio de la confianza en el saber que se sabe lo que se cree que se sabe. Tentación de la omnipotencia, cegueras en el saber que se sabe lo que se dice que se sabe.

El saber no es comprensión, sino un sentir que se siente cuando no se duda sobre lo que se dice sa-ber que se sabe. El conocer no es sobre las coherencias fácticas del vivir, sino sobre lo que otros dicen que es adecuado saber según su pensar. El entender no es un abstraer coherencias experiencia-les sobre lo cual el saber hace sentido como lo que se sabe, sino un saber y conocer el entorno en el cual los otros dicen que algo es válido como tal.

Surgimiento: La cultura es dominada en su totalidad por la ciencia y la tecnología. Surge la emo-ción de creer poder hacer todo desde el dominio fundado de lo que imaginamos creer saber, en donde todo sólo es (en sí). Surge la hegemonía del liderazgo como forma de obligar a los otros a

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cumplir la adicción de algunos de hacer todo lo posible que se cree que se puede hacer y de su-plantar la co-inspiración como modo inspirador de convivencia y se reemplaza el respeto por sí mismo y por otros por un contrato. La tentación de la omnipotencia se ciega ante la legitimidad humana. Características : Justificación racional del progreso y la innovación como único ámbito posible de habitar en bien-estar, aunque para alcanzarlo se haga desde el sentir de la irresponsabilidad, la des-honestidad y la manipulación. Ceguera intencional ante la generación de dolor y sufrimiento ajeno en la antropósfera producto de un “no querer ver” la responsabilidad ética. Decaimiento y transición: El fanatismo moralista en el desamar de los líderes que guían la máqui-na del progreso no logran acabar con la intimidad amorosa que se genera en la relación materno-infantil de las familias, de modo que el amar aún existe como ámbito deseado para el convivir hu-mano. Se reflexiona sobre el propio vivir y se genera conciencia de la antropósfera, y la biósfera, como ámbito de coherencias ecológicas que ha sido descuidado, y de la objetividad como excusa fundante de la irresponsabilidad en el convivir humano.

ERA PSÍQUICA POST-POSTMODERNA (pp. 54-61)

Dinámica emocional fundamental: Surgimiento de la reflexión y acción ética consciente.

El fin del liderazgo abre el camino al resurgir del bien-estar psíquico-corporal operacional-rela-cional de la confianza en la honestidad como fundamento ético del convivir en la psiquis de la post-postmodernidad, abriéndose el espacio para la responsabilidad deseable y deseada en el respeto por sí mismo y por lo otros en la generación de una ‘buena tierra’.

Surgimiento: Comienza el desapego a las certidumbres y la orientación de la acción hacia la cons-trucción de un convivir armónico con la antropósfera (por lo tanto además con la biósfera que lo contiene y hace posible) producto del dolor que se ve en ella y que fue generado por la omnipoten-cia de las eras pasadas. Se desprenden las enajenaciones cognitivas de todo tipo y se da paso a una ampliación de la consciencia mediante reflexión responsable que nos permite darnos cuenta que todo el mal-estar que existe en la antropósfera, que es creada con nuestro propio hacer, fue gene-rado por nosotros mismos en nuestro hacer destructivo. Características : Audacia en la generación de responsabilidad ética (y social) consciente sobre las coherencias ecológicas de la antropósfera y la biósfera como medio que nos contiene y que nos hace posibles en nuestro vivir y convivir humano. Decisión de erradicar el mal-estar en el convivir que nosotros mismos hemos generado con nuestra propia configuración de sentires relacionales íntimos en la desconfianza de la armonía con el medio natural que dio origen a la confianza irre -flexiva sobre la omnipotencia del liderazgo. Búsqueda-rescate de la autonomía y libertad reflexiva que permite una red cerrada de conversaciones fundada sobre el flujo emocional del amar en el linaje Homo sapiens-amans amans como cúlmine de la “dinámica mítica cíclica” al crear el linaje consciente del amar, y de la renuncia del éxito y la utilidad, llamado el Homo sapiens-amans ethicus. Decaimiento y transición: Ésta era sólo se extinguirá si no existe la audacia suficiente para generar consciencia sobre el hacer propio y su generación de mundos de convivencia en el mal-estar o bien-estar, a modo de transformar la convivencia en pos de un vivir ético y responsable. Sólo se perdería la consciencia de la matriz biológico-cultural que se comprende en el vivir ético y responsable de la

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era post-postmoderna, que es el fundamento de todo en cuanto surge, se realiza y conserva el vivir humano, si se reconoce irreflexivamente la supuesta naturaleza trascendente de los valores en sí que arrastran consigo la utilidad y el éxito como objetivos del liderazgo propios de la era postmoderna.

Reflexiones finales En la psiquis de la era post-posmoderna se comprende que se es biológicamente primero un ser a-moroso, y desde allí se vive en el desapego de la necesidad de la certidumbre sobre alguna verdad absoluta que niegue la posibilidad de la reflexión. Sólo en dicha era se presentan sentires íntimos tales como:

- La consciencia de que lo que llamamos consciencia no es un en sí sino un fruto de la distin-ción reflexiva que brota desde la abstracción de las coherencias sistémicas-sistémicas ope-racionales-relacionales del vivir cotidiano del propio observador.

- La consciencia de que sólo la libertad reflexiva y de acción libera el potencial creativo que se funda en nuestro ser biológico amoroso.

- La consciencia de ser partes de una antropósfera, y por ende de una biósfera, que nos con-tiene y nos hace posibles como a la vez es creada por nuestro propio hacer humano, nos permite generar responsabilidad ética ecológica-espiritual.

- La consciencia de que somos responsables del cosmos que traemos a la mano con nuestro vivir y convivir humano.

Si bien no podemos saber exactamente cuál será el curso del devenir que seguirá el vivir humano una cosa sí es segura, y corresponde el punto en común de los sentires señalados recientemente: ‘el devenir humano, sea cual sea, surgirá en cada momento desde las dimensiones psíquicas que brota-rán de la configuración relacional de sentires íntimos que se han conservado en el devenir del pre-sente cambiante continuo hasta ese momento’. O lo que es lo mismo, nuestra existencia como entes biológico-culturales es el fundamento de todo nuestro sentir, pensar y hacer. La era post-postmo-derna es una oportunidad para no volver a negar la autonomía reflexiva, y de rescatar nuestra natu-raleza como seres amorosos En fin, todo devenir evolutivo y transformaciones de un ser vivo son guiadas por sus sentires ínt-imos y por la creación de sus dominios psíquicos que el observador ve como emociones en el es-pacio relacional. Todo convivir humano es riqueza recursiva que permite el operar del lenguajear entrelazado al emocionar como forma de conversaciones que definen una cultura particular, y que especifican a cada instante los sentires y haceres, y configuraciones de sentires y haceres, que fun-dan la psiquis biológico-cultural del propio convivir. “El futuro de la humanidad no son los niños, niñas u jóvenes, sino que somos nosotros los adultos con quienes ellos conviven, pues ellos a su vez serán como adultos, pareciéndose o diferenciándose

de nosotros, según seamos nosotros como adultos en nuestro convivir con ellos” (p.61).

APÉNDICE I (p.62)

Las leyes sistémicas que permiten la ampliación de la conciencia biológico-cultural de la existencia humana en tanto seres vivos que generan sus propios mundos que habitan son las siguientes:

1. Todo lo dicho es dicho por un observador a otro observador que puede ser él o ella misma.

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2. Todo lo hecho es hecho por un ser humano en el ámbito de la antropósfera que surge con él.

3. Cada vez que un conjunto de elementos comienza a conservar ciertas relaciones, se abre es-pacio para que todo cambie en torno a las relaciones que se conservan.

4. La historia de los seres vivos en general, y de los humanos en particular, ha seguido y sigue un curso definido a cada instante por los deseos, preferencias, ganas, emociones en general.

5. Todo sistema humano y no humano opera perfecto cuando opera, no existe la disfuncionali-dad en el operar de un sistema.

APÉNDICE II (pp. 63-64)

Los linajes biológico-culturales de Homo sapiens-amans tanto agressans (ceguera mediante la agresión) como arrogans (ceguera mediante la arrogancia) son transitorios debido a que cursan un recorrido que destruye su propio ser biológico y el entorno que los contiene y les hace posible su vivir, producto de una restricción de la conciencia de la unidad del existir que los lleva a generar una ceguera relacional con respecto a las coherencias estructurales del acoplamiento organismo-nicho sobre el cual el vivir se hace posible.

ENLACE II (pp. 65-66)

“La noción del tao implica una invitación a vivir la que se vive en un presente sin apegos,

y surge como una respuesta activa desde la acción de la no-acción, que en nuestro sentir pertenece al vivir en la Biología del Amar (p.65).”

El amor sólo se oscurece desde su visión patriarcal-matriarcal mediante las extensiones de caridad, compasión o pena, ya que en ninguna de ellas el suceder espontaneo reconoce la legitimidad del otro en convivencia. Sólo la Biología del Amar encuentra una salida en liberación a los dolores producidos por la cultura en la que estamos inmersos.

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HABITAR HUMANO en seis ensayos de Biología-Cultural

II

BIOLOGÍA DEL TAO

O

EL CAMINO DEL AMAR

Humberto Maturana Romesín y Ximena Dávila Yáñez

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INTRODUCCIÓN

(pp. 71-72) A través la distinción reflexiva que busca llegar a los fundamentos del vivir humano uno puede lle-gar a hacerse dos preguntas fundamentales: una por el ‘ser’ y otra por el mismo ‘hacer’. En Occi-dente, y parte del Oriente, se han preguntado siempre por el ser, esto es, por los en sí universales, trascendentales e independientes de la existencia. La pregunta que Humberto y Ximena se hacen ahora es sobre el hacer: ¿cómo podemos hacer lo que hacemos cuando hacemos lo que hacemos? Pero estamos en una época en la que la ciencia nos brinda la posibilidad de la libertad reflexiva, permitiéndonos dejar de lado los fundamentos ontológicos trascendentales de las explicaciones y apegándonos más a lo constitutivo mediante la Matriz Biológico-Cultural de la Existencia Humana. Desde allí vivimos en la denominada ‘filosofía espontanea’ en busca del fundamento de todo, en éste caso particular de la experiencia del Tao, en el mismo hacer: ¿qué hacemos en nuestro vivir cuando decimos que experimentamos la noción del Tao?

CAMINO DEL TAO

(pp. 73-78) “El camino del vivir que la noción del Tao evoca, constituye una invitación a un vivir en el bien-

estar psíquico-corporal de un vivir sin esfuerzo en la unidad de toda la existencia (p.73).” Lo que Humberto y Ximena se propondrán en el ensayo es hacer coincidir el resultado de los funda-mentos biológico-culturales del vivir humano con la noción Oriental del Tao, es decir, reconocer que toda experiencia humana es primeramente biológica y luego, mediante expansión, cultural. La noción del Tao se constituye como un tipo de expansión particular del ser biológico en donde se generan sentires de bien-estar en la armonía psíquica y corporal de y con todas las dimensiones relacionales, cualquiera sea la circunstancia del vivir que se viva. Por lo tanto el Tao no evoca “lo que se vive” sino “cómo se vive lo que se vive”. Debido a que la descripción no reemplaza lo descrito es que a continuación se presentan títulos que buscan describir las características de la experiencia del Tao como bien-estar relacional que nace desde fundamentos biológicos.

El presente

El presente es el suceder del vivir mismo. El presente es el ocurrir en el ocurrir,

lo que sucede en el fluir del suceder (p.74). Los seres humanos como seres vivos que viven en el lenguajear crean un ámbito generativo del presente continuo cambiante que denominamos pasado y un ámbito de posibilidades de transfor-mación del presente que denominamos futuro, pero ambos desde las coherencias del presente: de modo que pasado y futuro son sólo modos de vivir el presente. Lo que la noción del Tao evoca es un desapego de las expectativas y prejuicios que el vivir el pre-sente en una sensorialidad de pasado o futuro generan, ya que causan mal-estar relacional fundado en el apego. Se ha de vivir en el lenguajear pero a la vez hemos de fluir espontáneamente en el continuo cambio de un presente que no se amarra a nada, ni a algo que se desea ni que se perdió.

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La experiencia La experiencia es lo que decimos que nos pasa cuando somos conscientes de que lo que nos pasa nos pasa como un suceder de nuestro vivir que distinguimos en el vivir en el lenguajear (p.75)” Lo primero entonces es señalar que la descripción de la experiencia no cambia lo vivido, sólo la constituye en un ámbito de distinción que nos permite reflexionar sobre lo que la genera en el len-guajear. Por lo tanto, en el dominio de la coordinación recursiva consensual de haceres, la expe-riencia humana se puede vivir tanto de modo similar al animal, esto es, en una presente cambiante continuo que posee apego, como reflexivo, y desde aquí existen dos formas de vivir en conscien-cia: únicamente desde lo que se vive en el suceder mismo o apegado a la idea de algo que no es propio del ocurrir pero que deseamos que ocurriera o que no haya ocurrido. Toda reflexión transforma nuestro vivir en el presente en función de la emoción que le permite sur-gir como un ámbito generativo del mismo presente pero en otra faceta, por ello la noción del Tao evoca un vivir en el bien-estar consciente espontaneo en la libertad de saber que se evitará el sufri-miento sólo si se vive en el presente del suceder del ocurrir mismo, y no apegado a una expectativa o un prejuicio de lo que no-es. Sólo la repetición de la experiencia del ser consciente del sufrimiento del apego al no-ser de un ser (del presente mismo) es aquello que permitirá evocar la noción del Tao, ya que de ningún modo esto puede realizarse fuera del lenguajear ya que es el lenguajear lo que caracteriza el vivir humano humano.

EL DESAPEGO

(pp. 79-81)

“Vivimos en una cultura en la que el dolor que genera la pérdida de lo efímero le da sentido a lo deseado y constituye la medida de su valor (p.79).”

En nuestra cultura es el dolor que produce la pérdida de algo, comúnmente efímero, lo que asigna cuán valioso es ese algo. O lo que es lo mismo, sólo en la medida en que algo se vuelve doloroso en su ausencia es que ese algo decimos que tiene valor. Cuando el dolor es conservado, producto de que se piensa que algo en sí es valioso, se da origen al sufrimiento y con ello el apego al mal-estar. Valor y sentido no son propiedades trascendentales, no son en sí aprióricos, sino algo que revela las coherencias relacionales de una cultura, ya que es ella la que las ha generado como modo de distin-guir lo deseado y preferente dentro de ella misma. El dolor a lo intrínsecamente valioso sólo evoca la ‘ignorancia’ respeto al “conocer el no-ser del ser” por el cual se sufre. Y en el caso de los seres humanos es el lenguajear mismo el que origina ésta ignorancia. Sólo entender que nada tiene senti-do en sí mismo y comprender que todo lo que es valioso lo es porque nosotros lo generamos como tal en nuestra distinción, al asignarle propiedades sistémicas-sistémicas específicas, es lo que nos podrá liberar del apego al sufrimiento. La expresión del Tao evoca una manera de vivir en el desapego a todo en sí y a todo fundamento trascendental ajeno a las operaciones de distinción hechas por el propio observador que observa. El Tao invita a vivir en el lenguajear (entendimiento, comprensión, explicación, reflexión) y el emo-cionear (deseos, preferencias, gustos) como entrelazados de forma que todo se haga espontánea-mente en el fluir de un vivir sin dolor por no tener lo que no-es.

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EL DESAPEGO

(pp. 82-83)

“Los seres vivos existimos en el fluir de lo impermanente, en la continua transformación de nuestra corporalidad en torno a la conservación de una identidad relacional

que también puede estar en un flujo de continuo cambio (p.82).” El vivir humano es efímero ya que se constituye en la transitoriedad de un devenir de coherencias estructurales que busca conservar su identidad no permanente, en el que si se desea generar bien-estar relacional se debe lograr el desapego al control, la envidia, la vanidad, la codicia, la agresión y a toda negación que no viva en el presente sin apegos al deseo de ser del no-ser.

LA EXPLICACIÓN

(pp. 84-86) “Los seres humanos existimos en la continua generación de mundos que surgen y vivimos, por una

parte, en el entrelazamiento recursivo de nuestra dinámica biológica, que es el espacio de existencia desde donde somos seres vivos, y por otra parte, en el lenguajear, que como fluir

consensual de coordinaciones de coordinaciones de haceres constituye el ámbito relacional donde existimos como seres humanos en la realización biológica de la materialidad de nuestro vivir

(p.84)” Sólo los seres humanos, que nos relacionamos en el lenguajear, podemos hacernos preguntas que se contesten con explicaciones, esto es, “la proposición de una dinámica de procesos generativos que da como resultado de su operar aquello mismo que se desea explicar” (p.339), de modo que sólo el humano puede llegar a conocer el origen de algo y su historia como forma de ampliar el entendi-miento, es decir, “la visualización de la matriz operacional-relacional en la que lo distinguido hace sentido como lo distinguido” (p.339), en la dinámica de un fenómeno. Dese aquí visionamos que hay dos maneras de describir el camino del Tao, una desde la explicación y otra desde el entendi-miento:

a. Entendimiento: Un curso de acciones que evoca sistémicamente la disposición relacional que se debería optar de manera inconsciente para vivir conscientemente el bien-estar que trae consigo el vivir en el presente cambiante continuo sin apegos.

b. Explicación: Un curso de acciones específicas como secuencia de procesos que da como resultado de su operar la experiencia del Tao.

En la búsqueda del Tao ambos caminos se entrecruzan pero sin jamás agotar la vivencia misma en su descripción, ya que la explicación del Tao no es el Tao, la descripción del Tao no es el Tao, y el ansia de vivir en el Tao (…) niega el vivir en el camino del Tao (p.85). Lo importante es que la di-námica inevitable de transformación relacional que brota de la disposición de sentires íntimos vaya en búsqueda del bien-estar que el vivir espontáneamente sin apegos trae.

EL ENTENDIMIENTO

(pp. 87-91)

“Hablamos de entendimiento cuando podemos decir que lo que decimos que sabemos,

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lo sabemos en un contexto más amplio de coherencias sistémicas que el ámbito restringido de coherencias operacionales de la situación particular que decimos saber (p.87)”

El entendimiento es un ocurrir biológico, en tanto es producto del operar circular el sistema nervio-so en el cual los cambios de relaciones de actividad entre sus componentes constituyentes producen cambios de relaciones de actividad entre sus propios componentes constituyentes; un fluir cerrado recursivo. Si bien el sistema nervioso se intersecta ortogonalmente con otros sistemas mediante cambios estructurales que lo hacen transformarse de modo congruente según su operar en su domi-nio relacional como parte de un organismo, éste se mantiene ciego a la diferencia de interior con exterior, ya que ésta distinción pertenece sólo al operar del observador. El sistema nervioso no interactúa con el medio, el organismo sí (Ibíd). Lo que el sistema nervioso sí hace es dar origen a co-relaciones senso-efectoras desde su operar como parte sistémica de un organismo que tiene encuentros recursivos con un medio que lo contiene y lo hace posible en su vivir, y del cual también forma parte, en su totalidad, como elemento sistémico, y a través de ellas transformar su estructura. En el acoplamiento estructural de un organismo con su nicho mediante la generación recursiva de conductas se modifica su estructura de tal forma que internamente ésta transformación afecta tam-bién a nivel estructural a la arquitectura dinámica del sistema nervioso. Para el observador el siste-ma nervioso aparece como abierto en su operar debido a la capacidad que tiene éste de transfor-marse plásticamente en su estructura, mediante la creación de correlaciones senso-efectoras, según la interacción que éste tiene con el organismo como particular y éste a su vez en el medio como totalidad. El sistema nervioso cambia en su dinámica siempre como permitiendo el vivir del operar del organismo como totalidad del cual forma parte. La conducta, como configuración relacional dinámica, surge como interacción que permite una transformación congruente en la relación organismo/nicho y no como algo en sí que hace el orga-nismo desde sí. La conducta requiere de un organismo que la ejecute y de un medio que conserve el vivir del ejecutante. El medio no pre-existe al vivir del organismo, surge con él como única forma de realizarse en fluir de transformaciones estructurales que le permiten el vivir. Según ésta mirada entonces, el vivir del organismo, en su estructura operacional como arquitectura dinámica variable, surge como un proceso histórico de transformaciones estructurales congruentes recíprocas entre sistema-nervioso/organismo y organismo/nicho que determina a cada instante el fluir de correlaciones senso-efectoras que constituye el presente operacional biológico del organis-mo (sus sensorialidades) y la realización de los mundos que éste trae a la mano en su operar en el lenguajear (entrelazado con el emocionar) que constituye su presente cultural (sus haceres), y que duran en tanto se logra conservar los requerimientos orgánicos, de ambos dominios relacionales, que constituyen su vivir. A esto Humberto Maturana denomina el “Acoplamiento Estructural”: e-quiparidad operacional entre el campo sensorial del organismo y el ámbito de acción que el medio emergente le ofrece (p.90) a modo de conservar un tipo de normalidad que permite el bien-estar en el vivir.

LA TRANSFORMACIÓN

(pp. 92-95) “La liberación del dolor y del sufrimiento que genera el apego al valor o sentido que le asignamos a lo perdido, se produce con la ampliación del entendimiento que muestra que el valor o sentido de todas las cosas que surgen en el curso del vivir humano es sólo un modo cultural de mirar y actuar,

y no una propiedad intrínseca de ellas (p.92).”

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La ampliación del entendimiento, como modo de combinación dinámica de sentires y configuracio-nes relacionales internas del sistema nervioso, es un fenómeno que surge espontáneo en el fluir del vivir de un organismo ya que es la forma en la que él conserva la congruencia estructural en su o-perar en un espacio cambiante que surge con su hacer como algo mayor al ámbito de coherencias restringido del cual forma parte localmente. El observador puede distinguir cuándo un organismo está operando en un ámbito de coherencias mayor al cual se vive en ese instante particular y tam-bién puede notar que las configuraciones relacionales del organismo cambian según el curso con-tingente de su vivir y no de modo azaroso sino siguiendo un curso definido a cada instante en fun-ción de la conservación de su propio vivir en coherencia con un medio que surge con su vivir. Ésta relación no es fija, es cambiante, de modo que la equiparidad operacional entre sensorialidad y posi-bilidad de acción es un continuo cambio congruente de acciones. Lo peculiar de nosotros los seres humanos es que vivimos en el lenguajear, de modo que la distin-ción por parte del sistema nervioso de coherencias relacionales que hacen sentido operacional en todo ámbito, las cuales el organismo las capta operando como totalidad, son no sólo a nivel biológi-co sino además cultural, ya que cada mundo que se genera en el vivir humano se diferencia según sus redes de conversaciones que le definen y que se diferencian de otras según su valor o sentido en el ámbito de deseos y preferencias (tales como riqueza, éxito, fama, poder, justicia, etcétera) que se declaran como fuente de posible bien-estar justificación de apego al modo de convivir. No todo vivir, en tanto se vive en el bien-estar, es un vivir en el camino del Tao. Muchos modos de vivir se viven al borde del sufrimiento en el apego a lo trascendente. El Camino del Amar que im-pulsa el Tao es a enseñarnos a vivir en el desapego como la única manera de vivir sin apegos al no-ser del ser que se vive como la expectativa y/o preferencias de un presente que no existe pero que es creado a partir de las coherencias del propio presente.

EL CAMINO DEL AMAR

(pp. 96-102) Los seres humanos existimos en el convivir como modo de realización de nuestro propio vivir en conjunto con el vivir de otros a través de coordinaciones recursivas de acciones en el lenguajear, definiendo a cada instante dominios relacionales distintos según diferente es el flujo emocional que funda el hacer de las conductas dentro de dicho espacio. Desde allí surge el conversar como un modo de vivir en el convivir del entrelazamiento del lenguajear y el emocionar que funda los mun-dos de los cuales somos parte. Pero de todas las emociones que fundan el fluir del devenir del vivir del ser humano sólo el amar es fundamento del bien-estar, ya que sólo en él se presenta la unidad de toda la existencia en su legitimidad total. El amar entonces es la emoción que reconocemos como fundamento relacional de un dominio par-ticular cuando distinguimos que en el fluir del convivir el otro, la otra o lo otro surge como legítimo otro en convivencia conductual con uno. El amar no conoce buenos ni malos, ni hermosos ni feos: no resiste dualidad. Tampoco resiste expectativas ni prejuicios ya que es unidireccional; no acepta retribución ni anhelo. El amar no es generosidad, ni altruismo ni solidaridad, ya que los adjetivos sólo enuncian intención y si bien se puede describir aquello que se evoca como hacer y sentir en el amar, aquello no debe tomarse como conductas relacionales exactas que por sí solas le constituyan ya que aquello sería caer en manipulación. El amar no busca las consecuencias del amar. “La descripción no muestra lo descrito porque lo descrito pertenece a un dominio relacional

que es distinto y disjunto del dominio en que ocurre la descripción. Por esto es posible decir que el amar que puede ser descrito no es amar (p.97).”

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Pero, producto de su constitución en el no-apego, el amar es visionario ya que se abre, sin expecta-tivas ni prejuicios, al entendimiento y comprensión de todas las conductas de las dinámicas relacio-nales. El amar no es bueno pero produce bien-estar debido a que el ser humano es el presente de un devenir evolutivo que se definió momento a momento, en los primates bípedos, en torno al surgi-miento, realización y conservación de la familia como ámbito de convivir en el amar que permite co-inspiración y co-laboración como un modo de convivir en coordinación recursiva de haceres. Lo humano no nace en el apego al valor del no-ser de lo trascendente/permanente, se origina como un modo de convivir en el conversar bajo la emoción fundamental del amar en el tránsito (transitorie-dad) de la legitimidad de lo efímero. Toda experiencia humana se da en un fluir humano que se distingue humanamente a través del con-versar. Nada humano ocurre fuera de la antropósfera, como ámbito generativo del convivir humano que se crea con los mundos que traemos a la mano en el entrelazamiento del lenguajear con el emo-cionar, de modo que todo lo humano tiene una explicación desde lo humano. Por ello la noción del Tao no puede negar la consciencia de sí que es característica del vivir humano. En cambio, la no-ción del Tao surge como abstracción de todas aquellas coherencias de todos los dominios del vivir humano que permiten generar el bien-estar psíquico-corporal que funda el convivir social, ya que, debido a que la existencia de los seres vivos es multidimensional, sólo la realización independiente de sus variadas intensidades, que luego es integrada como unidad en la totalidad de su operar rela-cional, puede generar el fluir de la conservación de la identidad total del organismo. En la conservación del vivir de un organismo observamos que ésta surge en el operar de su vivir multidimensional como una unidad psíquica que le permite operar como totalidad en un espacio relacional, el cual a su vez está definido en su carácter por el emocionar propio de la circunstancia. Lo que define si viviremos en el apego a lo trascendente o en la transitoriedad del desapego no es la razón sino la emoción, ya que sólo desde el fluir emocional penetramos en y desde todas las dimen-siones de nuestro vivir. El apego ciega, el amar abre la mirada, ya que el apego sólo distingue dua-lidades, en cambio el amar múltiples mundos del existir.

Dice Lao-Tzu:

El Tao nada hace y, sin embargo, nada queda sin hacer. El sabio no actúa y todo se hace .

ENLACE III (pp. 103-104)

Los seres humanos hemos vivido proponiendo que se puede explicar los sucederes de forma obje-tiva respecto de supuestos ontológicos que apelan a una realidad trascendente e independiente a nuestro operar como observadores. Humberto y Ximena piensan que esto no es así, piensan que toda explicación se hace en el vivir y por lo tanto su base son las coherencias del vivir mismo. El cosmos que surge con el explicar nace como un ámbito de abstracción de coherencias del operar como seres vivos que existen desde la biología y se extienden hacia lo cultural (operando aún bio-lógicamente). El cosmos no es nosotros mismos sino nuestro habitar en nuestro habitar.

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HABITAR HUMANO en seis ensayos de Biología-Cultural

III

LEYES SISTÉMICAS

Y

META-SISTÉMICAS

Humberto Maturana Romesín y Ximena Dávila Yáñez

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INTRODUCCIÓN

(pp. 108-110) La dificultad que hemos creado en torno al estudio de la cognición es que todas nuestras explicacio-nes se apoyan , en último término, en un conglomerado de preceptos definidos a priori, como tras-cendentales e independientes de nuestro operar, que llamamos como lo real o lo objetivo, conceptos que por lo demás no estamos dispuestos a dejar porque aquello destruiría toda nuestra arquitectura epistemológica. El propósito de esto ha sido intentar universalizar un tipo de comprensión para todos los seres humanos, pero las dificultades se hacen aparentes cuando el operar de dichos entes no coincide con el operar de nuestra estructura biológica. Humberto Maturana piensa que tanto filósofos como científicos en Occidente han estado ocupados sólo desde una metafísica que se pregunta por el ser, y no por el hacer, lo cual a negado muchos espacios reflexivos que sí se fundan desde las coherencias del propio vivir. El giro consiste entonces en ya no considerar como válido el ser y lo a priori sino nuestro hacer y vivir como observadores que operamos haciendo distinciones en el observar.

NUESTRO PENSAR

(pp. 111-114) En el fluir biológico de nuestro vivir todo lo que hacemos lo hacemos en realización de nuestro vi-vir y todo lo vivido se vive in-mediatamente como válido en el momento mismo de la vivencia, de modo que no podemos suponer la existencia de una realidad externa independiente que se usa como patrón de comparación universal ya que esto contradeciría nuestro determinismo estructural bioló-gico. Y esto no es una limitación, sino propiedades constitutivas de nosotros como sistemas deter-minados en nuestra estructura molecular. Por ello todo lo que se dice como leyes sistémicas brota de un operar reflexivo que busca explicar los mundos que traemos a la mano en nuestro vivir sólo con las coherencias operacionales-relacionales de nuestro propio vivir. Pero lo que surge del operar de distinción del observador no es un mundo azaroso sino un ámbito de coherencias particular que está inserto en una matriz relacional-operacional de existencia mayor, que es la que le da sentido a lo distinguido como lo que hemos distinguido. Todo lo que aparece siempre que aparece lo hace como parte de un sistema mayor que le contiene y hace posible, de modo que muchos entes distintos, de distintas clases y en distintos dominios operacionales, sea cual sea su trama operacional-relacional, siempre forman parte de una única matriz de existencia que conforma el cosmos de nuestro existir y los mundos que vivimos. El tema de éste documento es justamente las “regularidades” que se dan en el ocurrir de nuestro vi-vir humano y que constituyen las tramas y matrices operacionales-relacionales que conforman el sentido y valor de nuestro vivir desde las coherencias de nuestro vivir.

SENTIR Y RAZONAR

(pp. 115-119) Parece que ahora nos encontramos dentro de una paradoja, ya que por un lado el entendimiento nos enseña que no hay realidad independiente y trascendente pero, a su vez, la experiencia se nos apare-ce tal y como si todo lo que ocurre alrededor de nosotros existiera desde antes de que estuviéramos allí para distinguirla y traerla a la mano en nuestro operar como observadores en el lenguajear.

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¿Por qué ocurre eso? Humberto y Ximena piensan que desde el vivir en la espontaneidad en que se piensa que todo está allí “desde antes de que nosotros lo distinguiéramos” permite el convivir en lo cotidiano, pero no resulta exitoso cuando deseamos explicar el operar del sistema nervioso y su relación con la totalidad del organismo. Pero entonces ¿cómo disolvemos ésta contradicción? Como sistemas vivos (dinámicos cerrados) determinados en nuestra estructura no recibimos infor-mación sobre el “afuera”, la interacción no es semántica, el exterior sólo gatillas cambios estructu-rales en nosotros que modifican ortogonalmente nuestro operar como entidades específicas. El co-nocer es un suceder biológico, compuesto de coherencias experienciales, que como tal permite el acoplamiento estructural de un organismo con su medio. Por ello sólo podemos conocer desde lo que nosotros mismos somos mediante la constitución del entendimiento de la matriz operacional-relacional que traemos a la mano para construir los mundos que habitamos, que nacen en y desde nuestro vivir en y desde las coherencias relacionales y operacionales de nuestro vivir, como forma de realización y conservación del vivir, y es justamente dicha matriz la que conservamos como mo-do de implicar con nosotros todas las regularidades que extraemos desde las coherencias del vivir. El conocer y el entendimiento son sucederes biológicos de modo que no son algo que “hagamos”, más bien simplemente nos “suceden” como expansión de nuestra dinámica corporal. Pero en el caso de la descripción, explicación y comprensión es distinto ya que son sucederes culturales que como tales surgen como dinámicas ‘recursivas’ que se dan en redes de conversaciones donde opera la temporalidad como base para una construcción histórica que hace uso de la intención y el propósito en la generación de mundos de convivencia. Si no nos preguntamos por nuestro vivir simplemente vivimos y si no nos preguntamos por nuestro hacer y sentir simplemente hacemos y sentimos. Cuando nos preguntamos por nuestro hacer ya estamos haciendo y cuando nos preguntamos por nuestro vivir ya estamos viviendo. El único vínculo entre ambos dominios relacionales es la refle-xión, en ella se crea el sentido operacional que hace a lo distinguido como algo distinguido que forma parte de un cosmos como ámbito total de distinciones. Lo que Humberto y Ximena exponen a continuación es que hablarán como normalmente se habla, como interpretando un mundo independiente a uno mismo, confiando en que han expuesto clara-mente su postura respecto a la invalidez biológico-cultural de ésta afirmación.

ARQUITECTURAS DINÁMICAS ESPONTÁNEAS

(pp. 120-126) Toda molécula, en tanto elemento que posee una estructura con arquitectura dinámica espontánea, se transforma (cambia de forma y características) sólo en la medida en que emerge en su interacción con otras moléculas la posibilidad de un encaje recíproco operacional, realizado mediante procesos de composición y descomposición, que permite formar, a su vez, una arquitectura meta-molecular que tendrá características particulares determinadas según la naturaleza de cada una de las molécu-las participantes que la componen. Todo cambio es “posibilidad de cambio respecto a otro” en tanto se crean o destruyen lazos en una dinámica que crea un flujo quede define una arquitectura particular como totalidad. Cuando dichas transformaciones ocurren como ‘regularidades operacionales en un espacio relacional de estructuras de arquitectura variable’ hablamos de procesos energéticos, de modo que no es la energía la que produce el cambio, ya que no es en sí, sino que es el cambio el que produce la energía. Un sistema autopoiético es un sistema con una arquitectura particular, compuesta de procesos diná-micos y ordenados que surgen espontáneamente a cada instante, que extiende y define sus límites

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como una entidad que existe discretamente en un espacio relacional en el fluir de continuas interac-ciones recursivas con su nicho, quien lo acoge y hace posible, que permiten generar transformacio-nes congruentes entre ambos formando un acoplamiento estructural que conserve su identidad de clase. Del mismo modo en que una molécula forma parte de una célula, como constitutiva de una arquitectura mayor, así mismo el organismo forma parte de un medio, quienes emergen mediante el hacer que permite la realización de su vivir a través de la creación de una arquitectura dinámica variable como unidad organismo/nicho. “La realización del vivir de un organismo en coherencia operacional con su nicho, tanto como la realización y la conservación de la unidad relacional organismo/nicho, ocurren en la dinámica de la unidad de arquitectura variable que el organismo y su nicho constituyen juntos en tanto sus interacciones recursivas resultan en la conservación de su coherencia operacional en el curso de sus cambios arquitectónicos independientes mientras el organismo conserva su vivir. (p.121)” Toda dinámica operacional-relacional coherente que un observador distingue como un ámbito eco-lógico (orgánico), sea un sistema de interacción multicelular, o de varios organismos en un espacio relacional diferente (y disjunto) al de una célula, ocurre como el entrelazamiento dinámico de las dinámicas relacionales de cada arquitectura variable que permite la conservación o pérdida de los vivires individuales de cada uno a través de la emergencia de una unidad (arquitectónica) dinámica (variable) mayor que los contiene a todos. Una arquitectura ecológica entonces es ‘un encaje recí-proco (coherencia operacional) del acoplamiento estructural de los procesos que realizan a las dis-tintas entidades relacionales que constituyen los distintos dominios relacionales’. El cosmos en general, y los mundos que traemos a la mano en particular, surgen en y desde el deve-nir de un fluir biológico de transformaciones estructurales de arquitecturas que se encajan recípro-camente según cómo éstas se encuentren en el curso de transformaciones históricas (recursivas) al que pertenecen, de modo que todo depende de ellas mismas (y de sus interacciones) y no de un a-gente externo que guíe el curso de su devenir relacional. “El azar y el caos no son en sí, son evocaciones de nuestra ignorancia ante las muchas dimensiones involucradas en un devenir histórico de múltiples procesos independientes espontáneamente

ordenados y coherentes desde su arquitectura dinámica espontánea . (p.122)” Desde aquí extraemos que todo ser vivo vive en las coherencias operacionales en interacción recur-siva con un nicho que permite su propia realización y conservación como ser vivo a través de un suceder sin propósito ni intención ni finalidad externa a su vivir mismo. Sólo los seres humanos, quienes vivimos en el lenguajear, operamos como observadores que en su distinción abstraen las coherencias de la arquitectura dinámica cambiante de un dominio del cual ya no se es parte en el ocurrir concreto, como modo de descripción o explicación que evoque las regularidades de las co-herencias de nuestro propio operar recursivo como ámbito de existencia. A éste constructo expli-cativo (recursivo coherente) de evocación de regularidades del ocurrir de nuestro vivir, desde la abstracción de las coherencias operacionales y relacionales de nuestro vivir, que se da como parte de una arquitectura mayor de existencia, es lo que se denomina como “leyes de la naturaleza”. Como podemos ver, la ‘efectividad operacional y relacional’ de las explicaciones, deducciones o computaciones esbozadas en una ley natural no encuentran su fundamento en un supuesto ontoló-gico trascendente e independiente de nuestro operar, sino todo lo contrario, ya que provienen, tau-tológicamente, de las abstracciones de las coherencias operacionales-relacionales de nuestro propio vivir como modo de dar origen a un ámbito generativo que nos esboce una secuencia dinámica de procesos que dé como resultado de su operar recursivo y regular aquello mismo que se busca expli-car, deducir o computar. O lo que es lo mismo, sólo podemos evocar con sentido aquello que forma

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parte de la matriz operación-relacional de la cual somos parte, esto es, desde donde surgen en nuestro operar de distinción como observadores todas nuestras abstracciones sobre las coherencias recursivas de nuestro operar. Pero ésta matriz no existe a priori sino que surge desde la reflexión sobre las regularidades de nuestro ocurrir, y es por esto mismo que entenderemos y comprendere-mos por “mundo natural” no un dominio de entidades y procesos independientes de nuestra distin-ción, sino un medio que surge de nuestro operar y nos acoge en la realización de nuestro vivir. Finalmente, las Leyes sistémicas y Meta-sistémicas (o de conservación) surgen en el operar de dis-tinción de un observador cuando éste trae a la mano una configuración de haceres que se fundamen-tan en abstracciones sobre las coherencias recursivas del propio operar, como un ámbito generativo que desde lo regular y dinámico describe (explica) los procesos históricos (o epigenéticos) del pro-pio cosmos que traemos a la mano para explicar nuestro vivir y del cual somos parte. La Leyes pre-sentadas a continuación corresponden a un constructo explicativo que nace de una visión del ente humano como biológico-cultural.

LEYES SISTÉMICAS Y META-SISTÉMICAS

(pp. 127-128)

“Lo que llamamos Leyes Sistémicas y Meta-Sistémicas son abstracciones que hacemos como observadores de las coherencias operacionales de la realización espontánea de nuestro vivir, y que surgen tanto de lo que distinguimos en el ocurrir relacional de nuestro ámbito de existencia al hablar de la naturaleza, como de lo que distinguimos en el suceder de las coherencias de nuestro vivir en ese ámbito relacional (…) son abstracciones de las condiciones relacionales espontáneas bajo las cuales surge, se realiza o conserva todo lo humano que surge con las operaciones de

distinción del observador. (p.127)”

LEYES SISTÉMICAS BÁSICAS

(pp. 129-147) La siguientes leyes han sido denominadas por Humberto y Ximena como “básicas” porque son abs-tracciones de las ‘condiciones’ que constituyen el fundamento de toda experiencia operacional in-consciente de nuestro pensar y explicar ‘racional’. Éstas leyes son aquellas que se abstraen de nues-tro vivir cuando ya nos vemos viviendo y de nuestro hacer cuando ya nos vemos haciendo, de modo que, si bien la única manera de generar dicha abstracción es mediante la distinción reflexiva, cuan-do operamos en ellas lo hacemos de modo espontáneo en nuestro suceder biológico; por lo que éstas tienen que ver con el hacer constitutivo y no con el ser trascendental del fenómeno. Éstas leyes son la base del entendimiento que permite la comprensión sobre la Biología del Conocer y la Biología del Amar, de modo que nos permiten reflexionar sobre los fundamentos que permiten el operar en distinciones del observador que observa. Y desde allí se comprende además que el de-venir evolutivo que permitió la constitución de la Matriz Biológica-Cultural de la existencia huma-na, como síntesis y expresión de las coherencias que permitieron el surgimiento, realización y con-servación de lo humano, sólo puede haber tenido origen en la especie Homo sapiens-amans amans, como forma de vivir y convivir en coordinaciones de coordinaciones consensuales de haceres y emociones en la cercanía amorosa de la co-inspiración y co-laboración, y en su conservación, a tra-vés de la transmisión sistémica de su aprendizaje transgeneracionalmente, como modo de búsqueda del bien-estar común.

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“En fin, por todo esto podemos afirmar también que las Leyes sistémicas básicas que presentamos a continuación se hacen visibles en la ampliación del entendimiento que un observador vive cuando

se da cuenta de que su existir en el lenguajear en redes de conversaciones, es de hecho el fundamento experiencial de su preguntar reflexivo sobre su propio operar como algo que le ocurre sin requerir el supuesto de una realidad independiente para fundamentar su operar. (p.134)” Las Leyes Sistémicas Básicas son las siguientes: 1. Posibilidad del conocer: Lo humano, posibilidad de todo conocer, entender y explicar. La consciencia de sí y la reflexión necesarias para poder generar el comprender y explicar sólo se pueden dar en y desde el operar de un observador sobre las coherencias de su vivir desde las coherencias de su vivir, en tanto hace distinciones en su observar operando en el lenguajear como modo de convivir en coordinaciones recursivas consensuales de haceres. 2. Observar: Todo lo dicho es dicho por un observador a otro observador que puede ser él o ella misma. Nada aparece en el vivir del observador por (desde) sí mismo, ni su propio existir ni lo que él dice. Todo surge en su operar como observador en el observar al hacer distinciones en el lengua-jear. Pero el observador es un ser vivo humano de modo que si no hay vida humana no hay obser-vador y si no hay observador no hay distinción, y si no hay distinción nada es dicho , porque nada aparece en el lenguajear si no ha sido dicho. Por esto, observador y observar son inseparables. 3. Ni azar ni caos : Todo lo que un observador hace como ser vivo y ser humano, surge en su hacer según regularidades y coherencias operacionales que se conservan en todos los instantes y circuns-tancias de su operar en el fluir de la realización de su vivir. No hay azar en el suceder del vivir. El vivir surge como una unidad compuesta en la que la totalidad de la arquitectura dinámica variable espontánea se ve afectada tanto por el operar de cada componente particular como por las relaciones existentes entre ellos en conformación de su totali-dad, de modo que todo aquello que surge en el vivir humano, mediante el operar del observar en la realización de su vivir, surge en conjunto con una trama operacional-relacional que participa cohe-rentemente y regularmente de dicha (su) arquitectura total. 4. Observador y observar: El observador surge con su distinción reflexiva de su propio operar en el observar. El observador no preexiste a su propia distinción reflexiva. El observador no es un ente primario que existe en sí, aparece sólo a través de la distinción reflexiva sobre el ‘operar recursivo’ del propio vivir. Pero al distinguir lo que nos sucede, como par-te de nuestra experiencia, nos encontramos con que ya nos está sucediendo, cuando nos pregunta-mos por nuestro vivir nos encontramos ya de facto viviendo. 5. Fluir recursivo del observar: El acto de reflexión ocurre en el operar del observador en la con-versación que distingue su propio operar; y ocurre como un proceso del vivir que lleva a la conti-nua conservación de la ampliación recursiva de la comprensión del propio vivir, de la consciencia de sí, y de las acciones a la mano propias del fluir del vivir en el presente de continuo cambio que esa misma reflexión recursiva genera, y ocurre en el acto de soltar la certidumbre de que se sabe lo que se cree que se sabe.

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La recursión, como fenómeno de ‘combinación entre lo cíclico/circular y lo lineal/progresi-vo’, ocurre en lo humano sólo como fenómeno histórico, permitiendo la coordinación de coordina-ciones conductuales consensuales que originan el lenguajear mediante interacciones en la convi-vencia. Por ello el observador en su operar en el observar no puede hacer distinciones fuera del do-minio de las coherencias de su praxis del vivir, dentro de la cual siempre se encuentra en correspon-dencia estructural recursiva (congruencia operacional) con el medio que lo contiene. Dese allí, en la medida que el observador conversa reflexivamente desde y sobre su propio operar, el ser humano habita una antropósfera que trae a la mano con su distinción, que le contiene y que no existe antes de que él la distinga.

El observar se desliza dentro de un fluir recursivo porque en su operar genera, realiza y con-

serva, mediante la reflexión, un ámbito de coherencias del vivir, en base a su propio vivir, como modo de habitar en coherencias estructurales determinadas, por cada elemento y por sus relaciones, que aparecen como regulares justamente producto de su carácter recursivo-histórico-temporal. 6. Ilusión o percepción: ‘Todo lo que vivimos lo vivimos como válido en el momento de vivirlo ’. Sin embargo, no sabemos en la experiencia misma de vivir lo que vivimos como válido, si más tarde lo confirmaremos como una percepción o lo invalidaremos como una ilusión con relación a otra experiencia de cuya validez no dudamos en ese instante, la que sin embargo está sujeta a éstas mismas condiciones. Dada nuestra naturaleza biológica, como seres moleculares determinado en nuestra estruc-tura, nada es independiente de nuestro hacer, y éste jamás opera sin tener consecuencias. Ésta ley es necesaria para vivir, conocer y explicar el vivir, el conocer y el explicar sin la necesidad se recurrir a ningún supuesto ontológico apriórico trascendental-independiente, ya que toda experiencia se re-futará o validará con respecto a otra experiencia, de la cual no se duda, pero bajo ningún caso con respecto a algo que sea independiente de nuestro hacer. La pregunta ya no será entonces sobre “qué hacemos” sino sobre “cómo podemos hacer lo que hacemos cuando hacemos lo que hacemos”. 7. Generación de mundos : El mundo que vivimos a cada instante es el ámbito de todas las distin-ciones que hacemos, que pensamos que podemos hacer, que pensamos que podríamos hacer, o que pensamos que no podríamos hacer los seres humanos en el curso de nuestro vivir como seres que existimos en nuestro operar reflexivo de observadores que vivimos en el conversar. Los mundos que vivimos existen en nuestros vivirlos y vivimos lo que vivimos en convi-vencia humana, esto es, en el fluir de un conversar que se desliza entre dominios de existencia de-finidos a cada instante por una emoción fundamental común que se posee y conserva mientras se consensuan las conductas en coordinaciones recursivas de haceres. Y debido a que no existe nada en el vivir humano que no sea generado en y desde el vivir humano, y que no podemos diferenciar entre ilusión y percepción, inclusive pese a que al aparecer en nuestra propia distinción reflexiva pareciera que hubiésemos existido desde antes de nuestro propio observar, es que la Matriz Bioló-gico-Cultural de la Existencia Humana se presenta como síntesis y expresión de todo vivir humano en la antropósfera que lo contiene y que aparece con él. 8. Devenir evolutivo: El curso que sigue el devenir evolutivo de los seres vivos en general, y de los seres humanos en particular, en la sucesión de las generaciones que constituyen sus respectivos li-najes, surge momento a momento en su deslizarse en su vivir guiados por sus preferencias, gustos, deseos, en la realización y conservación de su bien-estar en el vivir. Si nos preguntamos por cómo se configura el presente del vivir de un organismo debemos acudir a su configuración de sentires relacionales íntimos que se realizan a cada instante desde la

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conservación transgeneracional del devenir evolutivo que está definido por sus ancestros. Y desde ésta mirada el ser humano se visiona como aquel que se desliza por el fluir de su vivir actual sobre la base evolutiva de sentires relacionales fundados en el amar (reconocimiento del otro como legítimo en convivencia con uno) de primates bípedos cómo único modo de dar origen a la coordinación recursiva consensual de conductas. Llegamos al mundo en la confianza de que se nos acogerá y se nos cuidará como forma de lograr la congruencia operacional que constituye la historia de nuestro linaje sin necesidad de tener que justificar nuestra existencia a través de expectativas u opiniones.

LEYES SISTÉMICAS GENERALES

(pp. 148-164) Estas leyes son abstracciones que hacemos como observadores en y desde las coherencias de nues-tro vivir y evocan ‘el surgimiento y realización de las regularidades, esto es, la conservación, de las dinámicas estructurales de nuestro operar como unidades compuestas de unión espontánea’. Las Le-yes Sistémicas Generales son las siguientes: 1. Conservación y cambio: Cada vez que en un conjunto de elementos comienzan a conservarse ciertas relaciones, se abre espacio para que todo cambie en torno a las relaciones que se conser-van.

Cualquier cambio que distinguimos en un suceder se define no por sus irregularidades, sino por sus regularidades. Lo que caracteriza a un cambio no es lo que cambia, sino lo que se conserva. Y lo que define qué puede cambiar es también la regularidad que no se somete al proceso de cam-bio. Por esto mismo, lo que hace que una totalidad aparezca no es aquello que se desliza a su alre-dedor en el espacio relacional, sino sus propias relaciones que se conservan y que lo hacen ser una unidad compuesta de cierta clase.

2. Determinismo estructural: Cada vez que el observador distingue una unidad compuesta tal que todo lo que ocurre con ella en cada instante ocurre en la realización de las coherencias operacio-nales y relacionales de sus componentes en el dominio de su composición, cualquiera sea el ámbito operacional en que surgen los componentes al ser distinguidos, decimos que el observador ha dis-tinguido una unidad compuesta determinada en su estructura . Si nos detenemos a reflexionar sobre nuestro vivir, en base a las coherencias de nuestro vi-vir, nos daremos cuenta de que operamos en la confianza implícita de que cada coherencia opera-cional la vivimos como regularidad invariante de un dominio relacional particular y que es por ello que cuando vemos que algo varía, esto es, no se cumplen las coherencias abstraídas por nosotros, lo primero que hacemos es ampliar la mirada y distinguir el operar de un dominio mayor de coheren-cias que explique el operar que provocó el cambio en las coherencias del fluir de nuestro vivir. A esta abstracción de las coherencias relacionales y operacionales de nuestro vivir regular Humberto y Ximena lo llaman el Determinismo Estructural. 3. Unidades compuestas y simples : Como observadores distinguimos unidades simples o com-puestas. Las unidades simples surgen en la distinción del observador cuando éste no hace separa-ción de sus componentes. Las unidades compuestas surgen en la distinción del observador como totalidades que éste luego descompone en componentes que operan según las propiedades con que ellos surgen al ser distinguidos como tales en el operar del observador.

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La unidad simple opera sólo en el dominio de su totalidad como sistema, de modo que sus descripciones nacen del operar del sistema como totalidad en el espacio relacional del cual es parte en su ámbito de determinismo estructural. Una unidad compuesta en cambio opera en dos dominios: su operar como totalidad y su operar como componentes, de modo que existe determinado en su es-tructura tanto a nivel de componentes como de totalidad. Y ambos dominios son disjuntos: no se puede deducir lo que pasa en uno desde lo que pasa en otro; no hay reducción de los fenómenos. 4. Componentes y composición: Los componentes de una unidad compuesta no son componentes en sí o por sí mismos, son elementos que surgen como componentes cundo un observador los distin-gue en su participación en las relaciones de composición de una unidad compuesta que él o ella ha distinguido como tal. Sólo puede distinguirse un componente como parte de una totalidad que luego se descom-pone. Lo que permite que un componente sea el componente que se ha distinguido y no otro es la trama operacional-relacional que aparece con él cuando es distinguido como parte de la totalidad que conforma en su operar relacional. Un ente no existe sino como parte del medio que lo contiene y lo hace posible, y en el caso de la distinción de una unidad compuesta sólo es posible distinguir un elemento si se abstrae tanto el elemento como su matriz de relaciones y su totalidad operacional. 5. Identidad y cambio: La configuración de relaciones entre los componentes de una unidad com-puesta que se conserva invariante en el flujo de sus cambios estructurales y define su identidad de clase como totalidad, constituye lo que un observador distingue como la organización de dicha u-nidad compuesta. Los componentes y las relaciones entre ellos que realizan a una unidad compues-ta particular como un caso particular de una cierta clase, constituyen lo que un observador distin-gue como la estructura de esa unidad compuesta. Toda sistema es distinguido como conformado por un espacio relacional compuesto de cierto tipo de relaciones o componentes que sí se conservan en él y cierta parte que no, y ambos son necesarios en la conformación de su identidad ya que el factor invariante define su “generalidad”, a través de lo regular ,y lo variante su “particularidad”, a través de lo transitorio. Pero es su organiza-ción la que lo hace ser un sistema de cierta clase, de modo que un sistema identificado como de cla-se X seguirá siendo de ésa clase X a menos que las transformaciones de su estructura alteren com-ponentes y/o relaciones que involucran la constitución de su trama invariante de organización X. 6. Acoplamiento estructural: Una unidad compuesta existe en la conservación de su identidad de clase sólo en tanto el medio que la contiene y con el cual interactúa, sólo gatilla en ella cambios estructurales que resultan en que conserva su organización. Llamamos acoplamiento estructural a esta relación, y llamamos nicho al ámbito dinámico particular de encuentro de una unidad com-puesta con el medio. La relación de acoplamiento estructural es ‘un ocurrir espontáneo que ocurre o no ocurre’. Si ocurre entonces se logra una trasformación dinámica congruente entre la unidad y su medio tal que la unidad emerge como preservando su organización a cada momento en correspondencia es-tructural con su medio. Una unidad compuesta sólo puede conservar su existencia en la medida en que el medio que lo contiene y hace posible, mediante el surgimiento de un nicho como ámbito de encuentro congruente, permite que se conserve su identidad de clase en el fluir de una matriz opera-cional-relacional a través de interacciones recurrentes y recursivas de transformaciones estructura-les que no alteran su organización. Pero esto no es algo que la unidad “haga” sino sólo algo que le sucede, ya que su distinción es histórica y no pragmática. En los seres vivos esto se denomina adap-tación, y la adaptación es lo que busca constantemente conservar un ser vivo en la deriva del fluir de su vivir ‘una vez que ya se ha adaptado’.

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7. Dominios de existencia: Una unidad compuesta existe y opera en dos ámbitos o dominios de e-xistencia disjuntos: esto es, en el ámbito o dominio del operar de sus componentes, y en el ámbito o dominio de su operar como totalidad en interacciones en el medio que la contiene . La unidad compuesta interactúa a nivel relacional a través del operar de sus componentes y opera a nivel de componentes a través de las interacciones con los agentes externos, en donde el operar de cada componente, y sus relaciones, tiene consecuencias en el operar como totalidad y las relaciones de la totalidad opera en consecuencias en cada uno de los componentes que le constitu-yen. La relación es recursiva: lo local afecta a lo total y éste luego a lo local nuevamente, y esto una vez más a lo total. Pero ambos dominios son disjuntos, ya que a nivel operacional se es ciego sobre lo que ocurre a nivel relacional y en el dominio en el que opera como totalidad se es ciego al operar de los componentes y sus relaciones. Sólo se pueden establecer correlaciones generativas entre lo que sucede en ambos dominios en base a distinciones históricas, no deducciones lógicas que bus-quen reducirlos fenomenológicamente. 8. Presente en continuo cambio: Una unidad compuesta (o sistema) opera en su dinámica interna en cada instante según sus coherencias estructurales de ese instante, en un fluir de cambios sin al-ternativas, y en una dinámica estructural que ocurre como un continuo presente cambiante en el que no hay ni pasado ni futuro. Los seres vivos existimos en un continuo presente cambiante; es el cosmos mismo en su surgir desde el explicar las coherencias operacionales del v ivir del observa-dor, el que ocurre como un continuo presente cambiante en un continuo tránsito evanescente . Todo sistemas determinado en su estructura carece de temporalidad intrínseca. Todo siste-ma determinado estructuralmente lo estará en cada dominio diferente de su operar según las cohe-rencias locales que correspondan a ese instante de su ocurrir. Y sólo en una segunda fase un obser-vador puede hablar de predicción, ya que para ello se necesita una ‘computación’ que incluya todos los elementos y relaciones que están involucrados en la generación de las regularidades de su deve-nir histórico. En principio todo sistema determinado estructuralmente es predecible , pero en lo fáctico muy pocas veces el observador está en conocimiento directo de los procesos involucrados en el operar, o indirecta-mente de sus nociones probabilísticas, a modo de describir o evocar las regu-laridades de su operar en un dominio determinado. 9. Sistemas cerrados : Cada vez que un observador distingue una unidad compuesta constituida como totalidad como un conjunto de elementos que interactúan entre sí de modo que cuando actúa sobre uno de ellos actúa sobre todos, distingue un sistema dinámico cerrado. Cuando un observador distingue un sistema cerrado lo hace tanto en su dominio local como global a través de la distinción de la matriz operacional-relacional en que sus propios componentes operan y existen. Pero lo peculiar de un sistema cerrado es que lo es sólo en un ámbito de dinámica de relaciones interna que le constituyen como tal, ya que en las dimensiones relacionales éste opera necesariamente como totalidad en la realización de su identidad dentro del medio que lo contiene, abierto a cambios que le permitan correspondencia estructural con su nicho.

RECURSIÓN REFLEXIVA

(p.165) Todo lo que se ha dicho, expresan Maturana y Dávila, surge en el operar de ellos como observado-res al hacer distinciones, mediante coordinaciones recursivas de haceres consensuales, sobre las ab-stracciones de las coherencias operacionales y relacionales que nacen con ellos como ámbito cogni-tivo de habitar localmente en una matriz operacional-relacional mayor de existencia que trasciende

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su operar particular pero que bajo ningún caso es independiente de él. O lo que es lo mismo, el fun-damento último de éstas abstracciones no es un grupo de identidades trascendentes-independientes sino las coherencias experienciales del propio vivir, con la forma de “si esto ocurre entonces ocurre esto otro” (por ejemplo, si AB y BC entonces AC), que es, dentro de todo, lo único que po-demos decir.

LEYES SISTÉMICAS EN EL ÁMBITO BIOLÓGICO

(pp. 166-173) Las leyes sistémicas que Humberto y Ximena presentan continuación corresponden a una abstrac-ción de las coherencias operacionales y relacionales en las cuales un observador distingue que un ser vivo constituye, realiza y conserva su vivir a través de su acoplamiento estructural organismo-nicho con el medio que lo contiene y lo hace posible en su dinámica autopoiética. Las Leyes Sis-témicas del Ámbito biológico son las siguientes: 1. Espontaneidad del vivir: Cuando en un ámbito molecular surge un conjunto de moléculas que interactúan entre sí constituyendo una red cerrada de producciones moleculares que produce las mismas clases de moléculas que la componen, moléculas que en sus interacciones generan recursi-vamente a la misma red de producciones moleculares que las trajo a la vez que realizan sus límites como un sistema molecular que opera como una unidad discreta que produce y especifica su propia extensión, y además todo esto ocurre en un continuo flujo molecular a través de ella, surge un sis-tema autopoiético molecular. Esto es, surge un ser vivo. Nada hace al vivir, éste simplemente sucede. Es espontáneo. Y no se trata de que los seres vivos “tengan” autopoiesis molecular, ya que los seres vivos “son” autopoiesis molecular. En sen-tido estricto, la autopoiesis sólo se sostiene como tal en un ámbito molecular ya que la espontanei-dad que requiere en su operar sólo se obtiene de la agitación molecular. 2. Organización e identidad: Una unidad compuesta existe como totalidad sólo en tanto se conser-va la organización que define su identidad de clase a través de los cambios estructurales que ocu-rren en ella como resultado de su dinámica interna, o gatillados como resultado de sus interaccio-nes con elementos del medio que la contiene. La organización que define la identidad de clase de un ser vivo es la autopoiesis. Un ser vivo vive sólo en tanto se conserva su autopoiesis. Todo lo que le ocurre a un ser vivo en su vivir le ocurre como un fluir de cambios estructu-rales en los que se conserva espontáneamente su autopoiesis sin designio, ni propósito ni intención; ya que éstas son nociones que nacen con la ‘comprensión’ de la sensorialidad del presente cambian-te continuo en el que se está inmerso, desde un dominio relacional en el que se convive en redes de conversaciones. La finalidad no es una distinción de la operacionalidad del vivir sino una manera de describir y evocar las conductas de la totalidad del organismo en su relación con el medio. 3. Adaptación: Una unidad compuesta existe como una unidad compuesta de una cierta clase sólo en tanto sus interacciones en el medio en el que opera como totalidad, gatillan en ella cambios es-tructurales a través de los cuales conserva la organización que define su identidad de clase. Si esto no ocurre la unidad compuesta se desintegra y algo diferente aparece en su lugar. La conservación de la congruencia operacional entre organismo y medio que ocurre en el fluir de la conservación del vivir es la relación de adaptación entre organismo y medio. La conservación de la relación de adaptación entre el ser vivo y el medio, en su operar como organismo, es una condición necesaria para la realización y conservación del vivir.

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Un ser vivo vive sólo en tanto el medio que lo contiene gatilla en él cambios estructurales a través de los cuales se conserva su autopoiesis. Si ésta relación de congruencia dinámica de trans-formación (acoplamiento estructural) entre el organismo y su nicho no se conserva el ser vivo mue-re, y si sí se conserva entonces hay adaptación y el ser vivo vive. 4. Determinismo estructural del vivir: Los seres vivos en tanto entes moleculares autopoiéticos operan y se conservan en su operar como entes determinados en su estructura, y todo lo que sucede con ellos ocurre en el curso de sus cambios estructurales en la realización de su autopoiesis mole-cular mientras su autopoiesis molecular se conserva a través de esos cambios estructurales. El ser vivo y su medio (en el que se realiza y conserva) operan en dominios diferentes, dis-juntos y autónomos el uno del otro ya que cada uno presenta dinámicas de cambio estructural inde-pendientes, pese a que éstas se vuelven congruentes a través de modelaciones recíprocas, gatilladas recursivamente, en el fluir de sus cambios estructurales espontáneos que permiten su adaptación. Y el observador no es la excepción en esto ya que él sólo puede ver lo que su presente estructuralmen-te determinado le permite ver, sea cual sea el estado estructural de los dominios que rodean su en-torno relacional. 5. El no-tiempo: Como sistemas determinado en nuestra estructura los seres vivos existimos en e l no-tiempo, en un presente en continuo cambio estructural en el que cada nuevo momento del pre-sente surge como modificación del momento presente que se vive . El tiempo no es una noción que ‘explique’ el dominio del operar particular de los sistemas vivos sino un ámbito imaginario creado por observadores que conviven en el conversar como modo de conectar sucesos que distinguen en su vivir cultural, como un antes o un después en el fluir de transformaciones (recursivas) que se dan en su mismo dominio relacional de existencia (en el que operan como totalidad). Pasado y futuro son proposiciones explicativas que buscan conectar varios procesos como modo de vivir el propio vivir explicativo en el lenguajear, permitidas por nuestra biología ya que ‘el operar neuronal trata de la misma manera las correlaciones senso-efectoras

que provienen de una sucesión espacial de sensaciones que las que provienen de una separación espacial de sensaciones’, de modo que ambas formas de sensorialidad son modos de movernos en el vivir como una forma de vivir el fluir su presente en el no-tiempo biológico autopoiético a través del explicar cultural en el lenguajear. 6. Ocurre lo que ocurre : Un ser vivo como sistema determinado en su estructura hace en cada ins-tante lo único que puede hacer en ese instante según sus coherencias estructurales de ese instante en su continuo surgir en un presente continuo en continuo cambio. Los seres humanos, y el cosmos que traemos a la mano en nuestras distinciones y explicaciones, existimos en un presente cambiante continuo. En nuestro vivir explicativo los seres humanos vivimos (biológicamente) como emergiendo a cada instante de la nada, una nada de la que no podemos hablar porque convivimos (culturalmen-te) en redes de conversaciones que se fundan sobre la noción recursiva de la temporalidad histórica. Pero si bien las conversaciones las hacemos, el vivir no, el vivir simplemente nos ocurre, nos pasa como nos pasa determinado estructuralmente por el momento en que nos pasa sin finalidad externa ni propósito ya que ocurre perfecto en su ocurrir.

LEYES META-SISTÉMICAS

(pp. 174-182)

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Ya se han presentado la leyes básicas, generales y del ámbito biológico. Las que se presentarán a continuación tienen que ver con el ámbito cultural que surge y se conserva en el vivir humano con el operar de observadores en el observar al abstraer las regularidades de su experiencia sistémica a través de la reflexión. Por ello se hará referencia a las abstracciones que tienen que ver con el fluir del vivir humano en un flujo de continuos cambios relacionales en los que está inmerso él y el cosmos que trae a la mano en su operar. Desde la consciencia de que domos el instrumento de explicación y lo explicado, a la vez, presenta-mos las siguientes Leyes Meta-sistémicas: 1. Historia y deseos : El curso que sigue la historia de los seres vivos en general, y los seres huma-nos en particular, surge momento a momento definido por los deseos y preferencias que determinan lo que el ser vivo o ser humano hace y conserva o hace y desdeña en su vivir relacional, y no por lo que usualmente llamamos recursos u oportunidades como si estos fueran recursos u oportunidades en sí. Algo es un recurso o es una oportunidad sólo si lo quiere o desea . Los seres vivos siguen un curso en su deriva evolutiva que no está guiado por las conse-cuencia de sus actos, su utilidad o función, sino por lo que ellos quieren, ya que el resultado de un proceso no puede formar parte del origen del proceso que le dio origen a él. 2. El centro del cosmos : Todo ser vivo opera en su vivir en todo momento como centro de la matriz relacional en que se da su vivir y que surge con su vivir y que en el vivir humano será la Matriz Biológico-Cultural de su existencia. Como seres vivos humanos somos sistemas determinados en nuestra estructura, de modo que todo cambio en nosotros está definido por nosotros mismos y no en referencia a algo externo, aunque aquello sí pueda gatillarlo. Todo ser vivo vive su dinámica estructural en acoplamiento es-tructural con un medio al cual se mantiene ciego ya que vive en base al ‘operar efectivo de su sen-sorialidad’ (que permite su adaptación), y no en referencia a lo externo, de modo que todo el ámbito en el que él se desenvuelve no es otra cosa que la “expansión de su corporalidad”; todo lo que tiene un ser vivo en su vivir es su operacionalidad. Lo externo sólo nace en la distinción del observador que lo observa y de lo cual será consciente sólo si su cosmos se entrecruza con las ma-triz relacional que crea el cosmos del ser vivo observado.

Por esto Humberto y Ximena dicen que somos el centro: porque nosotros mismos somos to-do lo que tenemos y desde donde se crea todo a la hora de traer a la mano el cosmos desde el cual se crean nuestras transformaciones biológicas y culturales. Y si bien todo ser vivo opera como centro del cosmos que trae a la mano en su vivir , como modo de hacer su vivir, sólo los seres humanos, que operamos en distinciones reflexivas en el lenguajear, somos conscientes de ello. Por esto “el ser humano no es la medida de todas las cosas, sino el vivir humano el origen de todas las cosas” (p.177). 3. Ser vivo y medio: Un ser vivo y el medio que lo contiene cambian juntos de manera congruente como el resultado espontáneo de sus interacciones recursivas sólo si en el fluir de cambios estruc-turales, que esas interacciones gatillan en ambos, el ser vivo conserva su autopoiesis y su relación de adaptación al medio en su nicho. Si esto deja de suceder el ser vivo muere, y si no muere, su vivir sigue un curso orientado por el bien-estar relacional en relación con su medio.

El vivir no es sólo lo que surge y se realiza, sino además lo que se conserva. Sólo hay vivir si los seres vivos conservan su autopoiesis en el fluir de interacciones recursivas que generan trans-formaciones recíprocas congruentes con el medio que los contiene. Sólo hay vivir allí donde existe

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el acoplamiento estructural como forma congruente de interacciones que genera un nicho que con-serva las condiciones para el operar de la autopoiesis. El organismo no existe fuera de la relación organismo-nicho, ya que el organismo no puede conservar su autopoiesis fuera de un medio que lo contenga y lo haga posible en su vivir. El organismo es un continuo cambio estructural en búsqueda del bien-estar de sí mismo y eso es lo que guía el curso de su vivir, de modo que la orientación que define cada organismo para acoplarse estructuralmente a su medio en la búsqueda de su bien-estar es lo que lo diferencia de los demás, ya que se ‘orientan y acoplan’ de forma diferente. 4. Siempre hacemos lo que hacemos : Los humanos siempre hacemos lo que queremos hacer, aún cuando digamos que no quereos hacer lo que hacemos. Cuando hacemos lo que decimos que no queremos hacer, lo hacemos porque al hacerlo esperamos conservar algo que pertenece a un do-minio diferente de aquel en que decimos que no queremos hacer.

Un ser vivo hace lo único que puede hacer en un instante cualquiera como resultado de su vivir en un instante estructuralmente determinado y en relación de congruencia operacional con un medio en la formación de una armonía arquitectónica mayor. Un ser vivo siempre desea conservar el bien-estar relacional organismo-nicho. En el caso de los seres humanos la situación no es dife-rente, sólo que como parte de la biósfera mayor tenemos una antropósfera que nos envuelve y que creamos momento a momento con nuestro hacer ‘reflexivo y explicativo’, por lo que el ser vivo hu-mano es el único que hace pudiendo tener consciencia de lo que hace y eso es parte de su propio de-terminismo estructural, en el sentido de que se acopla no sólo biológicamente sino además cultural-mente; de modo que sus preferencias lo llevan a aceptar en emoción sentires de ambos dominios. 5. El presente : El devenir del vivir de un ser vivo ocurre en la realización de su autopoiesis en un curso sin alternativas, sin pasado ni futuro en un presente cambiante continuo. Todo ser vivo opera en cada momento del devenir de su vivir de la única manera que puede operar en ese momento se-gún sus coherencias estructurales de ese momento en su continuo presente cambiante.

Nada es bueno o malo en el vivir del operar de los seres vivos en la realización de su auto-poiesis. La autopoiesis opera o no opera; se vive o no se vive; se vive y se conserva el vivir o se vi-ve y no se conserva el vivir y se muere. Lo deseable o indeseable, operando la autopoiesis y vién-dose el vivir que se vive (sea cual sea en éste su orientación o acoplamiento), aparece desde la mira-da de un observador, en un dominio relacional compuesto de redes de conversaciones, como apre-ciaciones expresadas producto de una comparación de dos sistemas, en el cuál se escoge cuál es el que se prefiere más. Pero esto no altera el operar de nuestro vivir, debido a que cada mundo que creamos en nuestras conversaciones (dualidades: lo bueno y lo malo; el pasado y el futuro) son par-te de las transformaciones estructurales espontaneas de nuestro presente continuo cambiante que permiten nuestro acoplamiento estructural en congruencia con la conservación operacional de nues-tra autopoiesis. La explicación en base a la temporalidad sobre el presente no lo reemplaza, tan sólo dice qué sucesos concatenados operan de modo que se llega al presente que se busca explicar. 6. Autopoiesis : Todo lo que ocurre en el fluir del vivir de un ser vivo ocurre como un continuo re-sultar en el presente cambiante continuo de la continua realización de su autopoiesis según su mo-do particular de vivir como organismo en el ámbito relacional (nicho) en que opera como totali-dad. En el caso de los seres humanos su modo particular de vivir es el conversar, esto es, un con-vivir en coordinaciones de coordinaciones de haceres y emociones, y todo lo que los seres humanos hacen ocurre en redes de conversaciones. La autopoiesis se conserva no sólo dentro de un nicho biológico sino además como parte de un mundo cultural. La temporalidad, la historia, las intenciones y explicaciones (el fenómeno de re-cursión en general) son parte de los mundos que traemos a la mano como Homo sapiens-amans

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amans en el fluir de cambios estructurales, gatillados como redes de conversaciones, que constitu-yen el devenir de un resultar de un presente cambiante continuo en el cual se conserva su autopo-iesis. O lo que es lo mismo, nuestro presente en el resultar de un fluir en transformaciones estructu-rales recíprocas-congruentes se ve influido tanto por procesos biológicos como culturales, cambia tanto dentro de un nicho como dentro de un ‘mundo’ (de conversaciones). Si bien el vivir no conoce propósito o intención en su operacionalidad, sí se ve afectado por las transformaciones estructurales generadas por las redes de conversaciones propositivas y/o intencionales que traemos a la mano en los mundos culturales que generamos en nuestro dominio relacional en al cual operamos como tota-lidad, ya que ellos gatillan los cambios internos de nuestra corporalidad en el flujo de un emocio-near que se entrelaza con el lenguajear.

“Todo lo pensado o sentido en el fluir del vivir es parte del fluir estructural

del continuo presente cambiante del vivir. (p.181)”

Humberto y Ximena llaman a éste proceso, en el cual se realiza y conserva lo no intencional (autopoiesis) afectado por medios no intencionales (nicho) o también, en el caso humano, sí in-tencionales (mundos de conversaciones y distinciones), de modo no pre-determinado pero sí deter-minado a cada instante, la epigénesis. 7. Resultado y resultar: ‘El resultado de un proceso no es ni puede ser un factor en el suceder del proceso que le da origen’. El resultado de un proceso no opera ni puede operar como un factor para el inicio del proceso que le da origen. El resultado y el proceso que le da origen pertenecen a dominios disjuntos no reductibles el uno al otro. Nada ocurre en el suceder de vivir o de los pro-cesos que constituyen la realización del vivir de los seres vivos, o en el suceder del cosmos que el observador trae a la mano en sus operaciones de distinción al explicar su vivir, porque el resultado de ese suceder sea necesario o deseable para ese ocurrir.

Lo que pensamos como un resultado posible de un proceso no es parte del proceso como ‘e-vento fáctico experiencia l’ sino como un ‘constructo imaginativo’ que sí es (éste segundo) creado en el proceso mismo (el presente del vivir), desde las coherencias del proceso (del presente del vi-vir), como un modo de vivir el presente del vivir en un futuro posible pero que no es. Por ello es que cuando expresamos “hicimos lo que hicimos a causa de X-cosa”, en donde X-cosa es algo que aún no se genera fácticamente en su vivir pero que sí es posible, lo que está influyendo en el operar del observador no es la experiencia fáctica de X-cosa sino la imaginación de cómo creemos que se generaría X-cosa y cómo esto nos afectaría, y si estamos en preferencia de esto o no, en función de ciertos criterios de validez propuestos por él mismo desde el presente de su vivir emocional; y no desde otro ámbito de distinciones.

REFLEXIONES FINALES

(pp. 183-193) Como ya se ha mencionado anteriormente, y reiteradamente, Humberto Maturana y Ximena Dávila expresan su interés por recalcar el hecho pensado y sentido por ellos sobre su proposición de Leyes Sistemas y Meta-sistémicas no como un ámbito generativo explicativo que se fundamenta en su-puestos ontológicamente trascendentales-independientes del hacer de los observadores, sino todo lo contrario, ‘son abstracciones hechas sobre las coherencias del vivir humano desde y en las coheren-cias del vivir humano’, esto es, como parte de los mundos biológico-culturales que nacen de las dis-tinciones que el observador trae a la mano en su distinguirlo, ya que nada existe para el observador fuera de su operar en el observar.

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El hecho de que todos los mundos que vivimos consensualmente como ámbito de conversar cultural se den desde un dominio relacional de coordinaciones consensuales recursivas de haceres y emo-ciones no quiere decir que todo sea fantasía, esto eso, creaciones que no se ajusten a un patrón co-mún, ya que todo es modulado por el operar biológico de nuestro organismo como modo de vivir y convivir en conversaciones que permiten un vivir y convivir humano en la búsqueda del bien-estar en la conservación de su autopoiesis. Así, por ejemplo, cuando surgen mundos en el fluir relacional tales como obras de títeres, de teatro o películas hemos de diferenciar las distinciones del dominio relacional, tales como seudónimos o caracterizaciones de seres inertes, con la dinámica operacional del dominio biológico en cual viven cada uno de los observadores; hemos de distinguir diferencia entre el dominio operacional del vivir y donde el vivir, o lo no vivo, se desenvuelve relacionalmente en el ámbito humano. Así el hecho de “sentirse alagado” pertenece al dominio cultural, pero el ope-rar corporal dinámico que permite que se genere “el sentir del alago” pertenece al dominio biológi-co y no queda reducido, sí diferenciado y disjunto, a las relaciones culturales en el conversar.

“Nuestro vivir y convivir como seres humanos, son un suceder consensual de coordinaciones de coordinaciones de haceres

que ocurren en nuestro fluir biológico . (p.184)” Pero todo esto queda escondido detrás de la pregunta metafísica de Occidente sobre el ser si no nos preguntamos por ¿cómo hacemos lo que hacemos?. Sólo preguntándonos por la naturaleza de nues-tros actos como seres vivos humanos podemos llegar a la conclusión de que todo lo humano surge en el convivir humano en el conversar que es posible gracias al operar biológico del sistema nervio-so. Y sólo haciéndonos esa pregunta además nos damos cuenta de que surgimos momento a mo-mento desde un trasfondo de nada, que es nada porque no se puede hablar de él, pero que no evita que nos sintamos a cada instante como pertenecientes a las regularidades de nuestro ocurrir como si fueran independientes de nosotros, siempre que lo que aparezca como independiente dentro del vivir no se fundamente trascendentalmente fuera de él sino respondiendo a coherencias operaciona-les y relacionales como abstracción de las regularidades de su operar en relación a nuestro vivir. Y esto es así porque el vivir no lo hacemos, sino que simplemente nos pasa. Y su explicación no lo reemplaza (al vivir) sino sólo propone un mecanismo generativo que como resultado de su operar lo produce, con la forma de “si esto ocurre entonces ocurrirá estoy esto otro”, recorriendo un tránsito metafísico desde las ontologías trascendentales a las constitutivas, de la filosofía tradicional a la filosofía espontánea. “Los mundos que vivimos en nuestro vivir humano surgen de la reflexión como un modo de vivir y convivir biológico-cultural-consensual-recursivo en el cambio de ‘consciencia’ que produce cam-bios en el emocionear que produce cambios en el lenguajear que produce cambios en la ‘acción’, como un modo de fluir en el cambio de un presente continuo determinado, pero no pre-determina-do, y posible a través de la extensión de nuestra corporalidad en un suceder recursivo que tiene como telón de fondo la nada; aquello de lo que no se puede hablar, ya que existimos en un suceder evanescente de transformaciones en la consciencia de ser en el surgir de un suceder cuya sustancia es la consciencia de ese suceder mismo y no de lo que no nos sucede.” (p.188)

“El devenir del vivir de los seres vivos no tiene finalidad o propósito en sí, y sigue un curso que se construye momento a momento definido por la conservación de su bien-

estar en un deslizarse en el camino que surge de la continua conservación del vivir y las preferencias relacionales del organismo . (p.190)”

El resultado de lo anterior es la biósfera como ámbito ‘ecológico’ de coherencias del vivir, pero el vivir humano se realiza y conserva además en la antropósfera como un ámbito de coherencias eco-

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lógicas del vivir humano, esto es, el vivir operando como observador en la dinámica recursiva re-flexiva que permite preferencias tanto emocionales como argumentativas o estéticas, dentro del cosmos como ‘intersección de mundos que traemos a la mano en nuestras distinciones reflexivas’ a modo de ampliar nuestro entendimiento y generar comprensión sobre las acciones que son adecua-das para la conservación del bien-estar: la reflexión busca el bien-estar cultural y las emociones buscan el bien-estar biológico, pero las emociones guían la reflexión de modo que el bien-estar cultural está supeditado el bien-estar biológico. O lo que es lo mismo, los mundos que traemos a la mano en nuestras distinciones, operando como observadores reflexivos, sólo son comprensibles desde la dinámica de la emoción que funda su operar. Nada ocurre en el vivir relacional humano y no humano porque sea necesario que ocurra para las consecuencias de su ocurrir, todo ocurre en el vivir porque se prefiere y desea que así ocurra, de modo que lo consensual del lenguajear, como parte del conversar, es un ámbito de ‘intersección de preferencias’ que surgen como la búsqueda de un bien-estar común. De modo que el lenguajear es humano en tanto es social y lo social es humano en tanto involucra individuos en su conformación como seres que ‘se reconocen localmente en su corporalidad como ámbito de la realización de su vivir’. Somos dinámica corporal que modula un fluir relacional y un fluir relacional que modula

una dinámica corporal en el ámbito de nuestro sentir, hacer y pensar.

ENLACE IV

(pp. 194-195)

“El conversar liberador de Ximena Dávila tiene consecuencias terapéutica precisamente porque lleva a quien la consulta a encontrarse consigo mismo en una reflexión desde donde ella suelta el apego inconsciente a un dolor

que surge de una negación cultural del amar vivido en el pasado, y que conserva como un referente de auto-negación en su presente continuo

y en torno al cual se transforma su vivir. (p.194.)” Si bien el pasado no se puede modificar en cuanto a lo vivido sí podemos decidir dejar de cargar con el sufrimiento al apego de la negación de un pasado que se revive a cada instante en el presente cambiante continuo. Si soltamos la certidumbre de creer que se sabe lo que se dice que se sabe en torno a la validez del dolor en el tiempo, daremos paso a dimensiones sistémicas-recursivas que nos permitirán ver la matriz biológico-cultural de nuestra existencia como Homo sapiens-amans amans que sólo encontrarán su bien-estar en el amar y el ser se hace en la vivencia y no el no-ser del ser de lo que no se tiene en el presente, y que se resguarda como supuesto ente de naturaleza en sí.

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HABITAR HUMANO en seis ensayos de Biología-Cultural

IV

REFLEXIONES SOBRE TERAPIA

Y MIS CONVERSACIONES

CON XIMENA DÁVILA SOBRE LA

LIBERACIÓN DEL DOLOR CULTURAL

Humberto Maturana Romesín

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ENTECEDENTES

(pp. 202-209) Humberto Maturana nos comenta en éste título cuáles son las nociones epistémicas que él considera fundamentales en la comprensión biológica y cultural del hombre, pero no como supuestos ontoló-gicamente trascendentales-independientes de nuestro hacer, sino todo lo contrario, se presentan co-mo abstracciones de las coherencias de nuestro operar como observadores en el hacer distinciones para explicar y reflexionar sobre nuestro vivir. El vivir ‘no se hace’ sino que simplemente nos pasa, y prueba de ello es que cuando nos preguntamos por lo que hacemos en nuestro vivir ya nos encon-tramos viviendo el vivir mientras hacemos lo que hacemos. Observador y observar: Todo lo dicho es dicho por un observador a otro observador que puede ser él o ella misma. El observador es un ser humano que distingue lo que distingue como si lo distin-guido existiese con independencia de su acto de distinción y que al encontrarse a sí mismo en la distinción reflexiva se ve ya lenguajeando en el hacer distinciones para esa pregunta. El observador no pre-existe a su propia distinción ya que no tiene cómo saber si la experiencia que vive, y que la vive como válida, será considerada como una ilusión o percepción en comparación a otra expe-riencia de cuya validez no dudamos pero que está sometida a los mismo criterios de validación. Experiencia: Consciencia de las distinciones que un observador hace de lo que sucede en su operar como tal en el lenguajear en el conversar, y no una referencia a algo independiente de él. Conservación: Todo sistema es conservador ya que todo sistema existe sólo en tanto conserva su identidad de clase (organización) dentro del fluir de cambios estructurales en el que fluye. Todo cambio existe sólo como un cambio en torno a algo que se conserva. Sistema nervioso: El sistema nervioso, como todo sistema determinado en su estructura, opera so-bre sí mismo en una dinámica generadora de cambios internos que producen cambios internos, en éste caso cambios de actividad neurona l que producen cambios de actividad neuronal, ciego a la dinámica relacional que ocurre fuera de él, por tanto de la procedencia que puedan tener las pertur-baciones que gatillan sus cambios estructurales, pudiendo ser con unión o separación espacial, invalidando absolutamente la posibilidad de distinguir en el momento mismo de la experiencia entre ilusión y percepción. Emocionear: Dominios o ámbitos relacionales que vivimos como distintos según las distintas con-ductas que se viven en cada uno. Las emociones son disposiciones corporales dinámicas que guían el vivir relacional y el operar racional según los distintos ámbitos senso-efectores en que se da la conservación de nuestro vivir. Lenguajear: Modo de convivir en el fluir recursivo de coordinaciones de coordinaciones de haceres consensuales (de intersección preferencial en la búsqueda del bien-estar relacional). Conversar: Todo el vivir humano, descendiente de primates bípedos, ocurre en el conversar como entrelazamiento del lenguajear con el emocionear. Cultura: Red cerrada de conversaciones que realiza y conserva un modo de convivir humano. Amar: Dinámica relacional en que las conductas que se dan en ella llevan a reconocer al otro, la otra o lo otro como legítimo otro en convivencia con uno (también legítimo). El amar amplía, la in-diferencia ciega. El amar es sistémico-sistémico, la indiferencia es lógica.

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Realidad y existencia: La realidad no es una dimensión ontológica trascendente-independiente de nuestro operar, la realidad es un substrato epistemológico (una proposición) que sirve de dominio para sustentar el ámbito de distinciones en que se fundamentan los mecanismos generativos que na-cen con el explicar de un observador. La realidad no agota la vivencia en su descripción, debido a que ella, como permitiendo un ámbito explicativo, pertenece a otro dominio, distinto al de lo expli-cado (que es la vivencia misma; lo vivido en ese momento; el suceder del suceder). Y la experien-cia, al igual que la realidad, ‘sólo existe con nuestro distinguirla y explicarla’, de modo que sólo puede hacer referencia operacional a nuestro propio vivir desde las coherencias operacionales de nuestro vivir. Presente: Los seres vivos y su cosmos existen como un presente en continuo cambio. Las nociones de pasado y futuro, por tanto de historia, sólo pertenecen al dominio de la realidad (explicativa y recursiva) en que los seres humanos se relacionan en el conversar operando como observadores que hacen distinciones en el lenguajear sobre los cambios del propio vivir. Determinismo estructural: Es la condición mediante la cual un observador en su realidad explica-tiva opera bajo la aceptación implícita de que es parte de un ámbito de existencia que se rige por regularidades dadas por las coherencias operacionales distinguidas en su propia existencia. Señala además que nada le ocurre a un sistema determinado desde afuera, sino sólo desde las operaciones y relaciones de sus componentes (sean dinámicas o estáticas). Acoplamiento estructural: Ésta noción designa lo que un observador distingue cuando observa a un organismo (ser vivo) sólo como parte de una biósfera (medio) que surge con él en su operar, dentro de la cual conserva su vivir (autopoiesis), su anatomía y fisiología particular, a través de una histo-ria de transformaciones recíprocas congruentes entre ambos que se distinguen como dinámicas ope-racionales cambiantes.

¿TERAPIA, AYUDA O LIBERACIÓN?

(pp. 212-215) Maturana nos comenta que fue muy criticado porque, en vista de que e l proponer un procedimiento estricto que explique el ‘cómo’ amar sólo ocasionaría cegueras respecto de la libertad reflexiva que se debería poseer en torno a su realización, siempre respondía, ante cualquier inquietud, con un “ámense”. Pensaban que esto era una respuesta vacía. Fue entonces cuando conoció a Ximena Dá-vila, quien en sus conversaciones aportó a poder poner en movimiento los fundamentos de la Biolo-gía del Conocer y la Biología del Amar como forma de abstraer la matriz relacional cultural, que ellas viven y que surge con su vivir, que quedaba en evidencia en todas las personas en su conver-sar, como modo reflexivo de entrelazar las dinámicas biológicas y culturales del vivir y convivir humano. El ser vivo, en tanto vive, en tanto conserva su autopoiesis operacional, existe en soledad en un cur-so que no conoce bien ni mal. El bien-estar o el mal-estar también son parte del operar del ser vivo como totalidad en un espacio relacional humano de la reflexión en el lenguajear y son el resultado de hábitos que han sido generados por las preferencias emocionales, argumentos racionales o siste-mas de creencias y, sea cual sea de estos tres casos, la única salida al mal-estar de la ceguera es el amar que en el desapego amplía la mirada hacia los fundamentos del bien-estar psíquico y somático del propio vivir en el fluir del vivir en el respeto por el otro y por uno mismo. Finalmente, lo que hace Ximena no es terapia sino conversar, reflexionar sobre el vivir y liberar del dolor cultural a quienes han sido negados sistemáticamente, a través de la búsqueda del respeto.

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REFLEXIONES SOBRE NUESTRO CONVERSAR

(pp. 216-229) Ximena Dávila piensa que ‘todo dolor por el que suele pedirse ayuda siempre es de origen cultural’, ya que nació de la negación recurrente y recursiva del respeto en el amar en base a relaciones de dominación y control; propias de nuestra época patriarcal-matriarcal. Y también piensa que la única forma de sacarlas de ese dolor es mostrándoles en un conversar reflexivo la mirada sistémica-sistémica que trae a la mano la matriz relacional cultural de su propio vivir. Pero ¿cómo sucede esto? Veamos los resultados de las conversaciones que Humberto Maturana a tenido con ella:

Sobre el vivir ‘El vivir nos sucede, no lo hacemos, y no surge caótico’. El vivir ocurre en la conservación de la autopoiesis en el fluir de un presente continuo de cambios estructurales congruentes (coherentes) con un medio que surge con él, cambia con él, que lo contiene y hace posible en su operar. El vivir del ser vivo sólo es posible si el medio que nace en su operar nace congruente con él, y en el caso humano esto cuenta tanto para lo biológico como para lo cultural; lo biológico permite el vivir o la muerte, en un acoplamiento estructural que busca y vela por el bien-estar, y lo cultural la creación de mundos todos igualmente legítimos, pero no igualmente deseables. La temporalidad nace de un observador que convive en el conversar en un espacio relacional huma-no: el pasado es una proposición explicativa que explica la consciencia de un existir coherente e histórico (en un presente cambiante continuo aparentemente caótico) y el futuro una extrapolación de las coherencias del vivir que imagina cursos de transformaciones creíbles y posibles (para el presente cambiante continuo aparentemente caótico). Son dimensiones explicativas, no intrínsecas del vivir, ya que el dominio en el que opera el mecanismo propuesto en una explicación no es el mismo dominio en el que opera lo que se busca explicar. Sobre el bien-estar

Cuando un observador distingue la circunstancia en la cual un ser vivo conserva su vivir se da cuen-ta que ésta se caracteriza por un operar anatómico y fisiológico por parte del ser vivo en ‘correspon-dencia estructural’ con el medio a través de correlaciones senso-efectoras internas y externas que permiten una transformación coherente en su relación organismo/nicho. Decimos entonces que un

ser vivo conserva su bien-estar (tendencia al vivir) cuando conserva la dinámica coherente de

transformaciones con el medio que lo contiene y hace posible en su operar. “Desde su mirada externa el observador ve que en el fluir de su vivir un organismo, al moverse en el presente de su localidad relacional, lo hace generando en su dinámica interna espontáneamente lo que parece ser una confianza implícita en que ésta dinámica dará origen a un fluir senso-efector externo que resultará anticipatorio para la conservación de su bien-estar en un medio que surgirá

congruente con él en el fluir de su vivir ‘porque así ha sido antes’. (pp. 219-220)” De modo que organismo y medio son independientes, pese a su historia de acopamiento estructural, está la posibilidad siempre de que las coherencias estructurales de congruencia en sus transforma-ciones se conserven totalmente o no, ya que el fluir senso-efectos externo puede anticipar la dinámi-ca congruente totalmente o parcialmente, esto es, sólo en algunas de las dimensiones del vivir y no en todas. Cuando se conserva totalmente surge el bien-estar, cuando se conserva parcialmente surge el mal-estar. Por esto, los seres humanos podemos operar en el presente relacional que surge con nuestro operar conservando el bien-estar biológico básico, ya que de lo contrario el ser vivo muere, al mismo tiempo que conservamos un mal-estar cultural como forma de congruencia relacional,

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presos de sentires internos que jamás llegarán al entendimiento del observador a menos que haya una intersección de dominios en el ámbito de acoplamiento estructural de cada uno: allí se distingue la ‘matriz emocional’ en que se desliza el ser vivo observado como parte de una matriz operacio-nal-relacional mayor de la que todo ser vivo es parte (la biósfera), y que posibilita la intersección de espacios relacionales comunes ya que cualquiera sea el espacio de nuestras distinciones, con-cretas o abstractas, todas forman parte del mismo espacio fundamental: “las coherencias del operar del vivir”.

“El que pide ayuda quiere ver lo que no ve, y como no sabe lo que no ve, sólo puede recibir ayuda de quien sabe qué es lo que él o ella no ve, a la vez que sabe que está en él o ella y no fuera de él o ella . (p.222)”

Sobre la matriz relacional del amar Todos vivimos como válido lo que vivimos en el momento de vivirlo porque todos vivimos como parte de las coherencias estructurales del vivir de ese momento, sean operacionales de su operar o operacional-relacional del mundo que emerge constituyendo el espacio relacional del cual todos somos parte en nuestro vivir. Todo organismo existe en su individualidad, en el operar de su singularidad estructural histórica, sólo en tanto se realiza y conserva como parte de un medio que surge con su operar y que lo acoge y hace posible en su dinámica interna autopoiética molecular. Dese allí, desde la conservación de la congruencia biológica estructural básica de su operar autopoiético, existen dos tramas posibles en su operar en su realización en el espacio relacional: el mal-estar y el bien-estar. Es en éste sentido que la matriz relacional del amar esboza el espacio relacional de transformaciones estructurales entre el organismo y su nicho en que se respeta la legitimidad operacional del ser vivo. En el dominio cultural del operar humano, en relaciones en el conversar, sólo se puede salir del mal-estar cultural cuando el propio afectado recupera el respeto por sí mismo (amar-se) y amplía su mirada sobre la trama biológico-cultural de su existencia tomando consciencia de su propia legiti-midad y la de los otros, otras y lo otro en convivencia con uno. Sólo se puede vivir lo que se ve, y la biología del amor amplía la mirada al ver las relaciones estructurales del presente en continuo cam-bio del que se es parte biológica y culturalmente.

¿Cómo sucede lo que sucede? Veamos ahora qué utilidad prestaría a nuestro entendimiento la comprensión de la matriz biológico-cultural de la existencia humana a la hora de observar la búsqueda del bien-estar de una persona que lo ha perdido:

i. todo lo que ocurre en el vivir de un organismo ocurre como un aspecto dinámico-sistémico de la continua realización y conservación de la producción de sí mismo (autopoiesis);

ii. en el operar biológico del vivir de un organismo no hay enfermedad, nada funciona mal ya que en el operar del vivir no hay propósito ni finalidad: se vive o no se vive. En el operar del ser humano como totalidad en un espacio cultural-relacional en el conversar sí existe la enfermedad como una distinción de lo no deseable o no preferente;

iii. el vivir en el bien-estar (en el amar y amar-se) es un suceder natural del vivir y convivir hu-mano que si se pierde se puede re-vivir a través del conversar reflexivo (en el amar);

iv. se pierde el bien-estar cuando se es negado culturalmente en un dominio relacional de po-der y jerarquía, y se conserva el mal-estar adquirido en la certidumbre de que lo que se vive

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se debe vivir o sólo eso se puede vivir, como algo independiente de nuestro hacer. Éste es el convivir en la cultura patriarcal-matriarcal;

v. se abre la posibilidad de recuperar el bien-estar cuando se sueltan las certidumbres (teorías racionales de todo tipo) que niegan el amar en convivencia y se amplía la mirada mediante la reflexión sobre la dimensión sistémica-sistémica de nuestro convivir en redes de conver-saciones creadoras de mundos diferentes y disjuntos que operan como totalidad en el operar de una arquitectura mayor;

vi. se recupera el bien-estar cuando se experimenta una ‘transformación cultural’ que lleva a la persona a recuperar el respeto por sí mismo y por lo que le rodea, en una armonía conscien-te e inconsciente con la totalidad de la biósfera en la ampliación de la mirada de la matriz biológico-cultural de la existencia humana que nos enseña que por herencia de Homo sa-piens-amans amans, fundada en las relaciones amorosas de mamíferos como primates bípe-dos, nos fundamentamos biológicamente en el amar, por tanto en la co-laboración, el respe-to y la co-inspiración;

vii. si otros linajes culturales son transmitidos y resguardados en el trascurso de las generacio-nes futuras, se puede llevar a la extinción al linaje Homo sapiens-amans amans en pos del agressans o al arrogans, lo cual llevaría a la extinción de la raza humana. Sólo la herencia ethicus preserva la armonía con la biósfera y antropósfera que nace en nuestro operar.

POR ÚLTIMO

(pp. 230-232) En el intento por justificar de manera objetiva el vivir humano, en base un reduccionismo raciona-lista, se ha desplazado la importancia de las emociones como fundadoras de todo el hacer humano. Actuamos como si la razón guiara nuestros pasos, y no es así, expresa Humberto, ya que todo cons-tructo teórico se basa en supuestos base, puntos de partida y axiomas que son asumidos a priori desde la emoción. Los conflictos que vivimos en la cultura patriarcal-matriarcal no son de índole racional, son encuentros de deseos y preferencias que son negadas por otros deseos y preferencias que se imponen como controladores y autoritarios. Los seres humanos, igual que todo mamífero, sigue un curso guiado por sus emociones, la diferen-cia está en que a través de lenguajear posibilitamos las distinciones reflexivas como forma de poder cambiar nuestro flujo emocional a otros espacios relacionales que nos parezcan más gratos. Pero si bien en un cambio de dominio relacional cambia el razonamiento que surge en él, ya que cambian los criterios de validez de aceptación de sus explicaciones, aún así sigue siendo un fluir emocional el que guía nuestro hacer a cada instante.

LA POÉTICA DEL VIVIR

(pp. 233-239) En la vida de un ser humano, la corporalidad es ‘el substrato operacional en el que surge todo lo que hacemos y donde converge todo lo que hacemos’. Múltiples personalidades, mundos y existen-cias que se entrelazan en una trama recursiva de símbolos y evocaciones se reducen al fin corporal último de comer y dormir. El fundamento operacional de toda posibilidad concreta de lo humano es su biología y el de todo horizonte de abstracción relacional es su cultura, y es en ésta intersección entre lo concreto y lo abstracto en donde surge tanto el dolor y el sufrimiento (negación) como la libertad y la autonomía (afirmación).

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Dentro de las orientaciones históricas que han preferido salir y liberarse del dolor cultural que pro-duce la negación encontramos las siguientes: Psicología Oriental. Se compone principalmente de las cuatro nobles verdades del budismo:

1. Hay sufrimiento. 2. El origen del sufrimiento es el apego. 3. El sufrimiento puede cesar. 4. El camino para que cese el sufrimiento es la meditación que lleva al no-apego.

Ésta orientación nace en el ceno de una cultura patriarcal-matriarcal India hace 2.500 años atrás como una vía psicológica que busca liberar al hombre de su dolor y sufrimiento en el apego a lo transitorio y lo efímero. Pero sus discípulos lo escuchan con el trasfondo de su cultura de nega-ción y efectividad de modo que sólo se esfuerzan en la búsqueda de un método exacto que permita alcanzar la iluminación. Humberto propone que la única vía posible para alcanzar el objetivo que Buda se propone es la Biología del Amar. Mística Occidental. Se compone de las principales enseñanzas de Jesús:

a) Yo soy amor. b) Yo soy el fin y el camino.

Jesús decía que la mística de la gracia divina se encuentra en el amar. Dice que el amar es el camino y el amar es el fin. Lo que Jesús quiere es disolver la cultura patriarcal-matriarcal en que está inmerso, pero no se logra porque la gente que lo escucha lo hace psíquicamente desde dentro de ella: no quiere a Jesús el amoroso, quieren al rey salvador. Inclusive quienes cambian su emocio-near lo hacen desde la mirada de la compasión, el altruismo y la solidaridad, no desde la esponta-neidad del amar: sin expectativas ni retribución. Psicología Occidental. La terea de toda terapia psicológica es:

“La obtención de la recuperación de la ‘salud psíquica’ con procedimientos que pretenden ser solidarios con un mirar biológico científico racional

de métodos unidireccionales psicológicos-químicos.” Orientación desde la Biología del Amar. Humberto procede a enfocarnos una síntesis expresada en cuatro aforismos claves:

1. El dolor y el sufrimiento por el que se pide ayuda son siempre de origen cultural. 2. El dolor y el sufrimiento por el que se pide ayuda surgen de la negación cultural recursiva

del respeto y el amor por sí mismo que se vive en una cultura centrada en relaciones de do-minación y sometimiento a la vez que de desconfianza y control.

3. En tanto el dolor y el sufrimiento por el que se pide ayuda surgen de la negación cultural re-cursiva del respeto y el amor por sí mismo, pueden desaparecer si se recuperan el respeto y el amor por sí mismo.

4. El camino para la recuperación del respeto y el amor por sí mismo es el de la recuperación de la consciencia emocional de que se es biológicamente un ser amoroso que existe en la di-námica entrelazada de la Biología del Conocer y la Biología del Amar.

Las conversaciones (liberadoras) de Ximena Dávila, nos comenta Humberto Maturana, no tienen objetivos terapéuticos sino la intención de crear un espacio reflexivo guiado por el amar en la

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búsqueda del modo de recuperar el respeto y la armonía sistémica que se encuentran perdidas. La interacción relacional que permite llegar a un estado poético de consciencia que surge en la bús-queda del bien-estar cuando se reconoce ser biológicamente amoroso y parte de una biósfera sisté-mica-sistémica, que lo acoge y hace posible en su operar, es lo que Ximena llama las conversacio-nes liberadoras.

“Los seres humanos somos seres poéticos: existimos en un espacio molecular pero vivimos en un mundo relacional; somos sistemas

determinado en nuestra estructura pero existimos en un espacio poético relacional en el que lo que nos guía en último término es el amar o la negación del amar. (p.239)”

A MODO DE EPÍLOGO

(pp. 240-241)

La gran dificultad Desde la cultura patriarcal-matriarcal, y sus doce mil años de antigüedad, vivimos en la búsque-

da de métodos eficaces y efectivos que logren asegurar determinados resultados pre-vistos a tra-

vés de pre-determinaciones que se sustentan en la confianza de que se puede manipular una

realidad objetiva que trasciende independiente al observador. Lamentablemente nuestra biología no nos permite asegurar que el ámbito de regularidades que se espera se cumplirá en el futuro de-seado e imaginado que pre-asumen éstos métodos. La gran dificultad es renunciar a todo esto, por-que produce cegueras en la reflexión, y en el camino de búsqueda del control niega el amar. Cuando entendemos que el substrato epistémico que nace con nosotros en nuestro operar en distin-ciones en el observar (la realidad) no nace de modo lineal, sino como parte de un espacio relacional sistémico-sistémico, nos podemos hacer cargo de comprender las cegueras que exige un método y la ampliación del ver que trae el amar y desde allí darnos cuenta que somos nosotros quienes damos origen a nuestro mal-estar o a nuestro bien-estar. Sólo desde un ‘conversar liberador’ una persona que no ve la matriz operacional-relacional en la que está inmerso puede lograr vivenciar su autono-mía reflexiva, y desde allí hacerse cargo de su propia existencia biológica-cultural eligiendo si de-sea el apego al del no-ser del ser posible o pasado o el amar en la consciencia de lo efímero de un presente cambiante continuo.

ENLACE V

(pp. 242-244) Cuando Ximena dice que “todo dolor y sufrimiento por el que se pide ayuda es siempre de origen cultural” se está enfatizando, de modo no tan explícito, tres cuestiones fundamentales:

a) Que la comprensión del ser humano debe llevarse a cabo sobre un entendimiento sistémico-sistémico (recursivo) de las dinámicas de su existencia, en tanto ente biológico-cultural.

b) Desde el convivir en redes de conversaciones nace un ámbito biológico-relacional que en su entrelazamiento da origen a una matriz biológico-cultural de la existencia humana den-tro de la cual se generan un sin fin de mundos biológico-culturales del vivir.

c) Todo esto es sólo humano y por lo tanto no puede ser independiente al operar humano.

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HABITAR HUMANO en seis ensayos de Biología-Cultural

V

MATRIZ BIOLÓGICO-CULTURAL

DE LA EXISTENCIA HUMANA

Y CONVERSAR LIBERADOR

Ximena Dávila Yáñez

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EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO

(pp. 251-264) Ximena nos escribe sobre su pasado, lo tiempos en los cuales ella creía que existe una única reali-dad inmutable. Luego comenta haber conocido a Humberto Maturana y haberse fascinado con la idea del Multiverso. Más tarde conoce a la madre de él, Olga Romesín Goguita, con quien tiene la oportunidad de aprender sobre el compartir y el co-laborar que ella inspiraba desde los tiempos en que vivió en un comunidad Aymará. Fue entonces cundo por primera vez pensó –todo bebé nace en la confianza implícita en su anatomía y fisiología esperando un lugar acogedor que le permita alcan-zar su bien-estar–; y eso era una idea estremecedora, porque asumía que no nacemos con dolor, es decir, que el dolor no es biológico, sino cultural: Todo dolor y sufrimiento por el que se pide ayuda es siempre de origen cultural en la cultura

patriarcal-matriarcal que vivimos la mayor parte de la humanidad actualmente. Luego Ximena escribe sobre cómo su experiencia en terapia de conversaciones le permitió darse cuenta que existimos en un presente continuo de cambios que describen nuestra matriz relacional, que creamos consciente e inconscientemente y que nos contiene a cada momento, y que justamente es ella la encargada de mostrarnos por qué la persona sufre y cómo ella puede salir del sufrimiento. ‘Es como si las personas repitieran una y otra vez un poema para no olvidarlo’. Es algo que no ha-cemos, algo que sólo nos pasa (lo queramos o no) y nos pasa dentro de la matriz biológico-cultural en la que surge, se realiza y conserva lo humano en el devenir evolutivo, y que no pre-existe a nues-tro vivirlo sino que surge momento a momento con nuestro operar en el vivir y convivir en el con-versar. Cuando las personas llegan donde Ximena, expresa ella, lo hacen porque quieren ver lo que no ven. Quieren ser ayudados. Es por ello que la labor del Conversar Liberador no es aplicar métodos es-trictos de orden lineal sino reflexionar sobre la trama operacional-relacional en la que está inmersa una persona, donde regularmente es legítimo sólo el desamar y la negación, como forma de ampliar la mirada hacia la comprensión de caminos que pueden llegar al bien-estar sólo si se desprende la certidumbre de que el único camino posible es el de la negación; psiquis del apoderamiento que se vive en a cultura patriarcal-matriarcal. Éste camino sólo es posible en el escuchar que permite la ampliación del ver en la reflexión.

¿Cuál es el fundamento? Todos ser humano es ser vivo y todo ser vivo vive en el presente que vive como un continuo de cambios estructurales congruentes con el medio, que lo acoge y hace posible en su operar autopoié-tico, en una síntesis constante de dimisiones de dominios de interacciones que serán diferentes así como diferentes son sus arquitecturas dinámicas en el fluir del espacio relacional en el que operan como totalidad. O lo que es lo mismo, todo ser vivo vive en tanto conserva las transformaciones congruentes que experimenta con su nicho al mismo tiempo que conserva además su propio vivir en tanto operar autopoiético; Ximena llama a esto, al igual que Maturana, el acoplamiento estructural. Extraemos de lo anterior que dependiendo la arquitectura dinámica del ser vivo variara la trama operacional-relacional de su vivir ya que existe dentro de un dominio de posibilidades operacio-nales y relacionales específico a su clase; Ximena y Humberto llaman a éste ámbito de posibilida-des de transformación, dentro de lo cual existe todo lo que involucra el ser vivo de esa clase, la matriz biológica de la existencia del organismo.

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Si cambia el fluir de la arquitectura dinámica, en su proceso de epigénesis que es guiado por su sensorialidad y emocionear contingente al presente en un medio que no pre-existe a su operar, cambia el fluir de la matriz biológica que va con él. Ésta matriz que guía el operar y las relaciones

del vivir del ser vivo es la que permite que su fluir cambiante en el devenir del presente se vuelva

continuo en el ahora. Los seres humanos existimos, como extensión de todo lo dicho anteriormente, también en el entre-lazamiento de nuestro emocionear con el lenguajear: damos origen a conversaciones que a su vez se entrelazan en la creación de culturas como multidimensionales formas de habitar mundos dife-rentes en la síntesis de nuestro vivir y convivir. Por esto mismo nosotros no sólo presentamos una matriz biológica sino además una matriz cultural; Ximena y Humberto llaman al entrelazamiento humano de ambas matrices como la matriz biológico-cultural de la existencia humana. Cuando no entendemos esto, cuando estamos segados y decidimos pedir ayuda, la mirada reflexiva que permite zacear nuestra curiosidad y curar nuestro dolor sólo es posible como un acto poético de amor en la confianza de la propia legitimidad que brota desde una experiencia inspiradora que per-mite ampliar la consciencia estética, o de pertenencia a un ámbito biológico y espiritual más amplio que el de nuestro propio operar concreto. Sólo los seres humanos podemos distinguir, en nuestro operar como totalidades en un espacio rela-cional como observadores en el conversar, entre dominios diferentes y disjuntos de adentro/afuera. Por esto sólo los seres humanos, si saben mirar, expresa Ximena, pueden distinguir el ámbito sisté-mico-sistémico en que operan ellos mismos tanto en lo biológico como en su expansión cultural. Y saber mirar es ver la distinción adentro/afuera que permite la distinción de la epigénesis humana desde la ampliación del entendimiento (de lo lógico a lo recursivo) que permite la consciencia ope-racional-relacional a través de la reflexión. “La matriz biológico-cultural de la existencia humana es la trama relacional del vivir en que surge, se realiza y conserva lo humano y aparecen todos los mundos que vivimos como las distintas

dimensiones de nuestro vivir cultural. Como dinámica operacional-relacional de nuestro vivir y de los mundos que vivimos, su comprensión requiere del entendimiento de los fundamentos biológicos en el entrelazamiento de las dinámicas de la Biología del conocer y la biología del amar y se

proyecta en una nueva dimensionalidad sistémica-sistémica que se evoca en lo que hemos llamado biología cultural. (p.257)”

Saber mirar: las tres miradas del fundamento epistemológico unitario Todo conversar liberador es una búsqueda de un saber mirar que se funda en el substrato episte-mológico unitario que distingue tres dominios claves de existencia en lo humano:

- Biológico: Hace referencia a la realización y conservación del vivir como condiciones fun-dantes de todo lo posible en el ser humano. Es cultural en el sentido de que ocurre en la rea-lización del convivir cultural que guía el suceder de la realización de lo biológico.

- Cultural: Hace referencia al curso que sigue el vivir según la forma particular del vivir hu-mano en redes de conversaciones. Es biológico en el sentido de que ocurre en la realización del vivir.

- Biológico-Cultural: Hace referencia al entrelazamiento dinámico operacional-relacional

de lo biológico y lo cultural en la realización y conservación del vivir humano. Funda la naturaleza amorosa de lo humano como posibilidad de liberación del dolor.

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¿Dónde estamos? ¿dónde está usted? ¿estamos enteros donde estamos? Lo humano existe y se vive en lo cultural: en redes cerradas de conversaciones que determinan ins-tante a instante todo lo que se puede pensar, hacer o sentir cuando se vive dentro de ella, inclusive la reflexión que permite ampliar la mirada fuera del ámbito particular de existencia, ya que lo que guía lo cultural no es la razón sino la emocións; la cultura se guía por un fluir emocional que busca ser transmitido en todos los dominios del convivir de quienes lo poseen, porque si bien la cultura no nos pre-determina sí se in-corpora en nuestra transformación (corporal) de tal modo que, a menos que se reflexione, se elige sin estar consciente del vivir cultural que ese vivir implica. Así lo que distingue a las culturas es la emoción común que conservan, y sus especies, su modo de linaje conservado de generación en generación de modo sistémico-sistémico, se definen por las con-ductas que se realizan en base a esa emoción. Por ello tenemos culturas centradas en relaciones de aceptación en la colaboración, participación y cercanía que generan bien-estar en el amar, y otras en la negación en la lucha, competencia y separación que genera mal-estar en el desamar. Vivimos actualmente, la mayoría del planeta, en una cultura que niega al otro y lo sumerge en la auto-depreciación hasta el punto de hacerlo perder su confianza; confianza que buscará recuperarse a través del control que ofrece el mismo sistema jerárquico que le negó el amar. Ximena expresa a continuación que Humberto Maturana llama a esta cultura la cultura patriarca-matriarcal, ya que no distingue de sexos en la conservación de la emoción de negación. Pero la agresión (agressans) y la arrogancia (arrogans) tan características de ésta cultura no son propias de ella en sus especies desde el inicio, ya que el vivir y convivir de los bebés y niños es en el amar, en la aceptación y con-fianza de quien los cuida. Por ello Ximena afirma, al igual que Humberto, que el Homo sapiens-amans amans es el único fundamento, al menos aún, de lo humano en su aspecto biológico; pese a los mundos culturales a los cuales se ven enfrentados en su adultez, en los cuales se habla de amar como adjetivos forzosos, no espontáneos, que se figuran como la caridad, compasión, solidaridad, entrega, sinceridad, y otros que no se caracterizan por su fluir emocional sino por sus argumenta-ciones. Ella dice que ‘no hay amar en la cultura patriarcal-matriarcal’. ¿Cómo aparece el amar, si aparece el amar, en el vivir de la cultura patriarcal-matriarcal?

El amar se presenta primero en el juego materno-infantil de las relaciones familiares. Más tarde se muestra como una liberación ante una contradicción racional que niega la vida a través de un co-menzar a ver a uno mismo a todo lo demás como un legítimo en la armonía. Homos sapiens-amans amans: el modo de convivir que nos da origen Lo es porque sólo desde la ampliación de la mirada del amar que el amans permite se pueden ver los otros tipos de Homo sapiens-amans. La reflexión, el entendimiento y la comprensión sólo son posibles en una mirada amorosa, de modo que sólo el amar puede liberarnos del dolor y el sufri-miento cultural de la negación. Sólo el amar que se da en ese linaje permite la co-laboración y la co-inspiración que caracterizan las redes de conversaciones que dieron origen a lo humano.

CONVERSAR Y CONVERSACIONES

(pp. 265-268)

El vivir humano es un vivir relacional consciente en el conversar implicando un entrelazamiento con un vivir biológico-animal que lo hace posible como un ámbito sistémico-sistémico biológico-

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cultural mayor, ya que nuestro lenguajear siempre se enlaza a un emocionear que lo especifica como una conducta determinada en cierto espacio de convivencia. Ver la matriz biológico-cultural dela existencia humana

Como observadores que operamos en la distinción reflexiva vemos lo que vemos siempre desde el suceder de nuestro vivir en un presente cambiante continuo. Y desde allí se distingue las matrices biológicas y/o biológicas-culturales no como un en sí apriórico sino como una existencia dinámica en lo vivo y multidimensional en lo cultural. La existencia de lo vivo jamás es un suceder meramen-te lógico ya que se extiende desde lo lógico a las correlaciones que se dan entre dominios diferentes y disjuntos que conservan en sus interacciones la arquitectura dinámica del ocurrir del presente his-tórico, y la existencia de lo vivo en cultura es todo esto y además un suceder multidimensional en el que se agregan todos los mundos del convivir relacional que se crean en el entrelazamiento del len-guajear y el emocionear:

“El observador que ve, si sabe mirar la matriz biológico-cultural de la existencia humana, no mira las circunstancias particulares aunque las ve. Mira la trama de relaciones en que las circunstancias particulares hacen sentido en el fluir de los procesos a los que ellas pertenecen como instantes históricos, y las abre como red de relaciones posibles para la construcción de un

pasado y un futuro. (p.226)” “Saber mirar la matriz biológico-cultural de la existencia humana no se deduce ni se puede deducir del relato de una vida, surge en un acto poético reflexivo como una abstracción que el observador hace de las coherencias históricas de procesos disjuntos que constituyen la deriva epigenética del

vivir humano. (Ibíd)” “El devenir histórico surge en una dinámica de encuentros de procesos independientes que se entrelazan en una arquitectura de sucederes que permanecen disjuntos dando origen a sistemas de procesos correlacionados y coherentes sin relaciones de interdependencia lógica entre ellos como variaciones en torno a la conservación de un modo o estilo de sentir en la epigénesis del vivir. En estas circunstancias, la matriz biológico-cultural de la existencia humana es una abstracción en el presente de las correlaciones históricas que surgen en el fluir sistémico-sistémico de la epigénesis

humana. (Ibíd)” Sólo desde allí, desde lo que permite ver la matriz biológico-cultural, nos daremos cuenta que lo que guía el presente continuo cambiante en su devenir es un fluir emocional de deseos y preferen-cias que pueden nacer en el ahora o pueden haberse conservado desde lo ya vivido como una ‘con-figuración de sentires relacionales íntimos’. Por ello Ximena nos afirma que el emocionear del pa-sado jamás es del pasado, es del presente porque ha sido conservado hasta sentirse en él, sin impor-tar cuan distintos sean los procesos que se relacionan en y con él. Y sólo si se comprende esto se podrán, personas presas del dolor, liberar de su angustia generada en el presente.

CONVERSAR DOLOROSO

(pp. 269-281)

Desde el saber mirar, como explicaba Ximena, podemos darnos cuenta que el pasado y el futuro son formas de vivir el presente. El pasado sólo es una proposición explicativa generada desde el propio presente que describe una arquitectura histórica que evoca las coherencias y correlaciones operacionales desde las cuales posiblemente se formó ese presente. Y esto es así porque la com-

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prensión del vivir se lleva a cabo desde la comprensión de que todo fluir continuo cambiante del presente estructural de un ser vivo surge como modif icación de un instante estructural anterior, también cambiante y continuo, en torno a configuraciones relacionales a las cuales ese ser vivo se somete en el espacio relacional en el cual opera como totalidad y que lo hacen ser un ser individual, poseedor de un estilo emocional-relacional particular que es realizado y conservado desde los sen-tires íntimos que espontáneamente e inconscientemente guían su vivir cultural. Y es por esto que si nuestro vivir fue generador de dolor y sufrimiento entonces la configuración de sentires íntimos guiarán su identidad emocional-relacional a la conservación del dolor y el sufrimiento como flujo emocional fundante de todas sus conductas en el lenguajear en el conversar. Sólo una reflexión guiada por el saber mirar, por las abstracciones de las coherencias y correlacio-nes históricas del presenten del vivir, podrá mostrarnos la matriz del presente biológico-cultural del vivir de una persona. Y sólo abriendo un espacio de conversaciones fundado en el amar ésta perso-na podrá ser escuchada y aceptada, por tanto generará, consciente de su propio vivir estructural ope-racional-relacional, lo que le permitirá salir en búsqueda del bien-estar anatómico y fisiológico que funda su biología dejando de lado las certidumbre de aquellos pensamiento que le dicen que ‘el do-lor y el sufrimiento son así porque no hay otra forma de que eso ocurra’.

¿Cómo surgen el dolor y el sufrimiento en la cultura? Comienzan cuando nos vemos inmersos en un convivir en redes cerradas de conversaciones que nos niegan continuamente (recursivamente), generando sometimiento, miedo, inseguridad y desconfían-za desde el control, la dominación y el poder, características de la cultura patriarcal-matriarcal, sin que nos demos cuenta que ese vivir no es en sí, no es algo que exista desde siempre y que tiene que existir por siempre, y que sí existe la posibilidad de vivir de otra manera.

Conductas relacionales Las conductas relacionales son aquellas que nos permiten saber cuál es el tipo de dominio relacional en el que nos movemos, desde el entendimiento del fluir emocional que sostiene nuestro convivir en ese fluir relacional. Ximena nos propone las siguientes conductas clave: El amar: El amar es la clase de conductas relacionales a través de las cuales uno mismo, la otra, el otro o lo otro, surge ‘como legítimo otro en convivencia con uno’. El amar es aquello que amplía la mirada a través de un deshacerse de las certidumbres tras-cendentales-independientes. El amar es espontaneo, no busca consecuencias, es unidireccional y o-bliga a aceptar la legitimidad de lo que se está viviendo desde la comprensión de que sólo podemos saber después de ver lo que se vive si queremos ese vivir o no. Desde aquí la libertad surge como una experiencia de preguntarse, desde el entendimiento de la legitimidad de todo vivir, ‘¿quiero el querer que quiero?’ para luego responder ‘esto sí es lo que quiero querer’ como modo de alcanzar la armonía del vivir y convivir en el bien-estar psíquico-corporal. La agresión: Es la clase de conductas relacionales a través de las cuales uno mismo, la otra, el otro o lo otro, surge ‘negado otro en convivencia con uno’. La agresión es ceguera porque uno se restringe a mirar sólo aquello que se está agrediendo. Puede tomar forma de desconfianza, no ser visto, culpabilización o deseo de controlar y ser contro-lado, generando mal-estar psíquico-corporal que desencadena confrontación y lucha.

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La envidia: Es la clase de conductas relacionales a través de las cuales uno se comporta de modo que otro ve que uno ‘desdeña lo propio con resentimiento por no poseer lo que tiene otro’. Una persona desdeña lo propio, sus talentos e historias, por colocar a otro en el centro de sus preferencias, generando inseguridad y disconformidad que culminan en la lucha de la auto-depreciación, un mal-estar psíquico-corporal. Pero distinto es el ad-mirar en donde se ve con sor-presa al otro en su belleza y simpatía sin desdeñar lo que es propio de uno. La vanidad: Es la clase de conductas relacionales a través de las cuales uno se comporta de modo que otro ve que uno ‘exhibe lo propio con desdeño de lo del otro’.

Desde la emoción de la arrogancia se vive en un deseo de independencia que jamás se lo-gra, porque se vive dependiente de mostrar lo que es propio como algo fantástico. El mal-estar producido por la vanidad nos quita nuestra autonomía reflexiva y de acción. La superficialidad: Es la clase de conductas relacionales a través de las cuales uno ‘se comporta de modo que otro ve que uno aprecia las apariencias de algo en la ceguera sobre lo que lo cons-tituye’. Es la segunda actitud más común en nuestra cultura patriarcal-matriarcal (consciente e in-conscientemente): oler, vestir, comer y hablar de cierta manera que satisfaga la imagen esperada en el vivir cotidiano de esa cultura. Sólo se busca ganar y competir porque eso es lo que todos dicen buscar. No hay autonomía reflexiva y de acción por que la prioridad es dar en el gusto a otro. La Hipocresía: Es la clase de conductas relacionales a través de las cuales uno ‘niega al otro, la otra en la apariencia de acogerlo’. Ésta emoción es perfecta en su invisibilidad consciente, pero terrible cuando es descubierta por quien era honesto ya que es mentira de la propia emoción y no de la razón. Puede ser gatillada por envidia, enojo, resentimiento o desconfianza y genera mal-estar tras la pérdida del respeto y la dignidad por sí mismo. Certidumbre: Es la clase de conductas relacionales a través de las cuales uno se comporta de mo-do que otro ve que uno ‘no está dispuesto a reflexionar sobre los fundamentos de lo que uno dice y hace’. Es sin duda la actitud más común en la cultura patriarcal-matriarcal (consciente e incons-cientemente): de modo que tenemos un supuesto acceso a una realidad independiente de nuestro operar entonces no necesito reflexionar sobre ‘mi hacer’ sino sólo por lo que ‘ya he creado’ con mi hacer y pensar. No se cuestiona el origen y el fundamento del propio operar, se vive en un refugio donde lo que pienso es lo natural y siempre en la tentación de homogenizar al otro y negarlo en su diversidad. En el conversar sólo se busca convencer al otro de la ‘verdad’ y dese allí nacen los fundamentos racionales para la discriminación, el poder y el control como forma de imponer dicha verdad universal a todos, ya que se está convencido de que ‘es lo mejor’.

Siempre que en una conversación se desee que prevalezca la verdad entonces no nos esta-mos escuchando, y peor aún, si nos sometemos a la autoridad de la verdad para lograr tener presen-cia allí donde somos negados entonces quedaremos con un sabor amargo de pérdida de dignidad y respeto propio que nos llevará en algún momento al desamar de las peleas y enojos, estado de mal-estar psíquico-corporal que nos enferma dentro de nuestra propia cárcel.

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La ternura: Es la clase de conductas relacionales a través de las cuales uno ‘acoge al otro y la otra desde el dominio del amar’. La ternura evoca al amar y el amar evoca a la ternura. La ternura es un actuar desde el amar de modo espontaneo en la unicidad de la propia existencia en el encuentro. No se busca cambiar al otro sino aceptarlo y preocuparse por él. Se vive en el bien-estar psíquico-corporal que produce el encuentro legítimo con los otros y con uno mismo. La sensualidad: Es la clase de conductas relacionales a través de las cuales uno ‘amplía la senso-rialidad que acoge al otro en la ternura’. Es la manifestación fundamental del linaje Homos sapiens-amans amans. En la sensualidad se ama sin intención, se juega a ser uno mismo y se expande el amar a todos los dominio de la exis-tencia sin propósito ni intención. Configuración de sentires relacionales íntimos El presente cultural que vivimos es la consecuencia de su transformación en la convivencia que trae consigo nuestra historia individual en la conservación de su epigénesis, y lo que nos guía en todo ese trayecto es un fluir emocional que da sentido relacional a todas nuestras conductas. Los sentires íntimos son conservados en el tiempo y es así como se forma el fluir de nuestras emociones, pero pueden configurarse de modo cambiante si a través de la reflexión podemos mirar-sentir lo que se vive y decidir que ya no se quiere vivir lo que se está viviendo y que se prefiere vivir de otra ma-nera; y una de esas alternativas siempre será el bien-estar psíquico-corporal que trae consigo el amar y amar-se. Dependerá de qué queremos conservar el modo en el cual viviremos, ya que sólo tenemos dos opciones: fortalecer el modo en el que ya vivimos o romper la conservación de uno para dar paso a otro.

CONVERSAR LIBERADOR: UN VIVIR HUMANO ÉTICO

(pp. 282-306)

“Dese el saber mirar sabemos que sabemos que el vivir humano ocurre en el espacio relacional como vivir cultural en el fluir del convivir en redes de conversaciones abiertas a la consciencia del vivir que se vive. También sabemos que sabemos que el vivir biológico que sustenta el vivir humano sucede en el fluir de los procesos del vivir que no implican el conversar para su ocurrir aunque sean del ocurrir del conversar, y que por esto ocurren fuera de la consciencia. Sabemos que

sabemos que estos dos vivires son disjuntos aunque se realizan en el operar de la misma corporalidad. (p.282)”

El vivir ‘biológico’ ocurre tanto en la dinámica fisiológico-estructural que constituye al organismo como una totalidad que opera en un espacio relacional cualquiera como en la configuración de los sentires relacionales íntimos que guían el operar de dicha totalidad en su espacio relacional, y el vivir ‘cultural’ humano ocurre cuando la sensorialidad de su configuración de sentires relacionales íntimos guía un conversar en su operar relacional como entrelazamiento del emocionear y el len-guajear. Todo lo que desde el conversar humano se distingue en su biología pasa a ser parte del vivir humano, y todo lo que era parte del vivir humano en el conversar al desaparecer puede pasar a formar parte de lo biológico o no, y es por esto último que algunos sentires del vivir cultural que se vivieron en algún momento pueden permanecer operando biológicamente como moduladores in-

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conscientes del fluir del presente cambiante continuo, pero de modo que distinguimos que lo mo-dulan distinguimos también que no son parte de él. Si entendemos lo anterior entonces entenderemos también que todo vivir humano relacional cons-ciente del desamar que se traspasa a la dinámica corporal inconsciente de sentires íntimos terminará por guiar el curso del conversar de quien lo padece desde la emoción del desamar, y sólo se podrá renunciar al apego de ésta aceptación inconsciente, a la certidumbre de la negación, desde la am-pliación del ver que producen las conversaciones fundadas en el amar que invitan a una reflexión que muestra la legitimidad propia y del otro en convivencia. Ximena llama a este peculiar espacio de convivencia en el lenguajear el conversar liberador, el cual no pretende suprimir el dolor que se puede haber vivido sino mostrar que no es necesario que ese dolor se conserve en la corporalidad de modo inconsciente ya que esto sólo desvaloriza el amar y quita la oportunidad de poder vivir en el bien-estar del no-apego del presente cambiante continuo. El conversar liberador tiene como principal objetivo mostrar, a la luz de la matriz biológico-cultural de la existencia humana, cuál es la configuración de sentires relacionales íntimos que

se conservan en nuestra biología y desde allí ver cómo ellos modulan en un generar recursivo el

emocionear que constituye el origen de todas nuestras conductas culturales. En una segunda

instancia podemos decidir si queremos vivir tal y como nos vemos o deseamos vivir de otro modo.

La ciencia y el arte del conversar liberador Lo siguiente no es una propuesta metodológica, aclara Ximena, sólo es una muestra de lo que pro-bablemente podría ocurrir dentro de las dimensiones psíquicas-relacionales y/o sensoriales-ope-

racionales que le hacen posible:

I. Orientación en la atención: Éste punto hace alusión al carácter espontáneo, ya que se ha de recibir al otro en la conversación reflexiva sin expectativas, ni pre-juicios ni intenciones. Sólo se debe operar desde la confianza en el amar en la honestidad.

II. Escuchar, escuchar-se, escuchar-nos: Siempre que escuchamos lo hacemos desde nuestra

‘corporalidad’, desde nuestra epigénesis histórica y particular que nos ha entregado ciertos criterios de validez que han sido aprobados o des-aprobados en los ambientes en los cua-les nos hemos criados. Éste punto señala la importancia de deshacernos de todo criterio que nos aleje del momento presente y de la persona, dejar de lado un pasado que nos ama-rre al dolor o un futuro que nos haga perdernos entre las expectativas. Sólo se puede escu-char-sentir-reflexionar-estar desde la comprensión de que toda historia es única y que he-mos de dejar que aparezca completa sin limitaciones, de no ser así no estaremos escuchan-do al otro sino a nosotros mismos.

III. Ver es amar, amar es ver: Aquí se nos expresa que, lejos de todo propósito, el amar trae

consigo amar y el respeto trae consigo respeto. Sólo desde la aceptación de uno mismo puede nacer la aceptación del otro y sólo desde la aceptación del otro se puede ver, y sólo donde se ve hay amar. El amar es inicio y final. Sólo si se responde a la pregunta ‘¿quere-mos vivir en el mundo que vivimos?’ desde el respeto se podrá abrir el camino a la libe -ración del dolor.

IV. Encuentro con el otro u otra: En nuestro presente biológico evolutivo todos nosotros he-

mos nacido como seres amorosos herederos de un linaje ancestral primario que Humberto y Ximena llaman el Homo sapiens-amans amans. Comprender esto es abrir un espacio u-niversal de conversación con el otro desde una sola emoción fundamental; el amar; tam-

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bién una vía esencial en la búsqueda del bien-estar que trae consigo el dejar que el otro y nosotros mismos aparezcamos en nuestra autonomía reflexiva y de acción.

V. Soltar certidumbres: Sólo podremos escuchar, escuchar-nos y escuchar-se si participamos

de un proceso constante de soltar las certidumbres que nos impiden que el otro, la otra o lo otro aparezcan en toda su legitimidad y aceptación, con toda la trama sistémica-sistémica que rodea y da sentido a lo distinguido en ellos como lo distinguido. Soltar las razones úl-timas, verdades y apegos de todo tipo; esto es lo central en éste quinto punto de reflexión. Si no lo hacemos, estaremos escuchando a las verdades y no a las personas.

VI. Hacerse cargo: Éste punto es categórico en el sentido de lo que implica. Ximena escribe

que, al igual como lo piensa Humberto Maturana, la biología-cultural es un llamado a hacernos cargo de que, con excepción de casos particulares en los cuales el sistema ner-vioso se ve alterado, todos los seres humanos, en tanto vivimos en el entrelazamiento de coordinaciones consensuales recursivas de haceres y emociones, en la creación de redes cerradas de conversaciones que definen los mundos que vivimos dentro de nuestra cultura, somos ‘igualmente inteligentes’. Desde la biología-cultural la inteligencia no está definida por los saberes que entregan poder y autoridad, como lo es en el caso de la cultura patriar-cal-matriarcal en la que estamos inmersos, sino por ‘desenvolverse con plasticidad con-ductual en un mundo en continuo cambio’. Por lo tanto, paradójicamente, mientras más inteligentes creamos saber que somos, acumulando verdades últimas, menos inteligentes sabremos que creemos que somos.

VII. Acto de humildad: Si entendemos todo lo anterior entonces entendemos también que no

poseemos acceso a una verdad privilegiada, de modo que ya no vemos al otro como al-guien que ‘necesite ayuda’ sino como un par con quien tenemos la posibilidad de formar un espacio de reflexión en el conversar, sustentado en la emoción de amar, que nos per-mita decidir por cuál es el mundo que queremos vivir; y cuál no. El privilegio ya no es ‘saber algo’ sino un tener la posibilidad de compartir en la confianza y liberación que permite la Biología del Amar.

VIII. Todo ocurre sólo como puede ocurrir : Entender que todo ocurrir ocurre perfecto en su o-

currir y todo sistema opera perfecto en su operar. Nada es bueno o malo en sí. La distin-ción de disfuncionalidad de los sistemas es la opinión de un observador cuando el sistema no es un sistema que él o ella desea que sea (p.290).

A continuación la autora nos lleva por un camino descriptivo que propondré resumir a través de los siguientes títulos: La ciencia del conversar liberador: Cuando Ximena escribe sobre ciencia se refiere al ‘saber qué’ de algo. Concretamente, hace alusión a los siguiente puntos del saber (…):

- El dolor y el sufrimiento no son un en sí, no es obligatorio vivir de esa manera, sólo es un camino que se vive cuando se ha conservado como legítimo el vivir vivido en la negación cultural recursiva.

- El dolor y el sufrimiento se manifiestan como formas de la negación del respeto por uno mismo y por los otros que operan recursivamente en todos los dominios de existencia.

- Sólo se puede salir del camino que produce dolor y sufrimiento desde la ampliación de la mirada que permite la reflexión en el amar que permite ver que la negación cultural no es una realidad trascendente sino un operar en el relacionarse desde la negación, por lo tanto no es algo culturalmente deseable ni necesariamente legítimo en su obligatoriedad.

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El arte del conversar liberador: Los siguientes sentires reflejan aquello que entra en acción cuan-do deseamos salir del camino que produce dolor y sufrimiento cultural a través del arte, que es el ‘saber cómo’ de las conversaciones liberadoras:

- Saber mirar la matriz relacional que genera, realiza y conserva el mal-estar en el vivir y convivir a modo de descubrir las formas de negación que la cultura usa para producir dicho mal-estar en una persona o grupo de personas.

- Comprender que el mal-estar nace de haber vivido conservando consciente e inconsciente-mente sentires relacionales que niegan el respeto a otros y a sí mismo y encontrarse vivien-do en esa situación.

- Preguntar-se cómo se llegó a estar como se está. - Invitar-se al acto reflexivo que permite soltar las certidumbres que legitiman como único

camino posible el de la negación y abrir la posibilidad de caminos que invitan al bien-estar. Espejo dirigido: Lo esencial para quien abre el espacio de reflexión en el conversar, junto a la per-sona que pide ayuda por su dolor, es servir de espejo para esa persona, es decir que ella debe poder ver-se a sí misma en su emocionear a través de él, debe poder distinguir sus propios sentires relacio-nales íntimos y sus configuraciones en su historia como realizadoras y conservadoras de su propio mal-estar, para desde allí, desde el entendimiento ampliado que permite el ver y ver-se en el amar, transformar la configuración de esos sentires hacia aquel camino que quien pide ayuda estime como deseables o preferentes para él. La gran herramienta: La ampliación del entendimiento, consciente e inconsciente, sobre la multi-dimensionalidad del vivir y convivir cultural humano es la herramienta fundamental que todo par-ticipante del conversar liberador puede llevar consigo luego de la reflexión que permite el espacio relacional del espejo dirigido. Lo esencial es la comprensión de la dinámica recursiva del vivir y convivir sistémico-sistémico de la biología-cultural del ser humano. La verdadera dificultad: Ximena nos comenta además que, de modo que vivimos inmersos, la ma-yoría de la antropósfera humana, en una cultura patriarcal-matriarcal que niega el amar en pro de una certidumbre que entrega confianza sólo a través de control y poder (que niegan la reflexión), la tarea del conversar liberador, en tanto entrega de las herramientas biológico-culturales que permi-ten la comprensión de la matriz humana de existencia, no es asunto sencillo. Guiar la mirada reflexiva y de acción hacia una persona que ha sido negada en su autonomía refle-xiva y de acción sólo es posible desde la ‘seducción del amar’ como camino que entrega bien-estar desde los fundamentos biológicos de nuestra herencia como Homo sapiens-amans amans. Y el bien-estar de seguro es lo que la mayoría busca obtener cuando pide ayuda directa o indirectamente en la forma de paz, felicidad o alegría; o en general aceptación. Pero la opción del bien-estar sólo llegará de la mano de una consciencia de responsabilidad sobre la creación de un mundo que nace con nuestro vivir y convivir y que no está dado como ontológicamente único e irreflexivo. “La tan ansiada búsqueda de la libertad, está en el logro de la autonomía reflexiva y de la acción como único camino en el respeto por sí mismo y por el otro, la otra o lo otro. Y que es sólo desde esta autonomía que podremos conservar lo que deseamos conservar en nuestro convivir siendo responsables de lo que hacemos: autonomía en la reflexión y en la acción en el respeto por sí mismo, por el otro, la otra y el mundo natural que nos rodea. Desde ésta autonomía decimos, hacemos y aceptamos lo que decimos, hacemos y aceptamos desde el centro de nosotros mismos, y

el vivir en libertad se convierte en una experiencia natural. (pp. 296-297)”

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“Nos damos cuenta de que el respeto por sí mismo, por el otro, la otra o lo otro es lo que determina el borde desde donde nos movemos sin dañarnos a nosotros mismos y a los otros en la libertad de

ser conscientes de que hacemos lo que queremos hacer, viviendo espacios efectivos de colaboración y co-inspiración con los otros. Es sólo dentro de este modo de vivir como Homo

sapiens-amans ethicus, que podemos ser conscientes de que todo hacer es posible, que podemos ser conscientes de que generamos el mundo que deseamos vivir, y que podemos ser conscientes de que somos libres de escoger si nos deslizamos en el vivir haciéndonos responsables de nuestros actos,

siendo éticos y socialmente conscientes, o no. (p.297)” Deriva Natural Liberadora: Homo sapiens-amans ethicus

En el ensayo El origen de las especies por medio de la deriva natural, de Humberto Maturana y Jorge Mpodozis (2000), se destaca que ‘lo que define el curso que sigue la deriva de un linaje está dado por las preferencias y gustos de los organismos’. Desde allí, Ximena hace una visión que la lleva ha pensar que lo que mueve momento a momento a un organismo es la búsqueda de su bien-estar (la congruencia dinámica organismo/nicho que crea el acoplamiento estructural), lo cual pue-de tomar la forma de una rica comida, la contemplación de un paisaje, armonía en la circunstancia o la cercanía corporal. Y esto es muy distinto al discurso tradicional, ya que no se toma en cuenta ni la competencia ni las ventajas adaptativas: se expresa que lo que guía la deriva natural del organis-mo es una dinámica sensorial que lo hace evitar el mal-estar y buscar el bien-estar. Un observador puede distinguir esa sensorialidad dinámica como el fluir emocional del organismo, sus gustos y preferencias, fluir que si no tiene presencia el organismo muere. A continuación Ximena vuelve a citar a Humberto Maturana, per esta vez para señalar su pensa-miento sobre el origen de nuestro linaje, quien lo sitúa tres o cuatro millones de años atrás en la creación de la familia ancestral como un grupo de primates bípedos que producto de la expansión de la sexualidad de la hembra llegó al disfrute de intimidad y cercanía corporal que generó estabilidad en grupos pequeños de convivencia. Y es en la creación de ésta familia como un espacio relacional íntimo de co-laboración y co-inspiración que el amar, como fundamento del convivir en la intimi-dad y el goce, dio origen al lenguajear como modo de fluir en su convivencia en coordinaciones de coordinaciones de haceres consensuales, que más tarde entrelazado con el emocionear como forma de convivir en redes cerrada de conversaciones, y esto transmit ido transgeneracionalmente, consti-tuyó el origen de nuestro linaje como Homo sapiens-amans amans. Es desde la consciencia de procedencia y pertenencia a éste linaje amoroso de Homo sapiens-amans amans que las conversaciones liberadoras cobran sentido, ya que se constituyen como una forma de rescatar los fundamentos de un convivir en la co-inspiración y co-laboración, en el respeto y el disfrute en la cercanía, que son parte de los orígenes de nuestro linaje; de lo que nos es propio. Pero existe una diferencia fundamental de nuestra actualidad, con respecto a nuestro linaje fundante, y es que hemos generado consciencia: vivimos en un tercer y cuarto orden de dominios de coordinacio-nes recursivas de haceres, llegando incluso a hacer distinciones reflexivas sobre nuestro propio hacer. Es por esto que Ximena propone que nuestro linaje se constituya con otro término, que ella visiona como lo ético, nombrando al linaje que surge desde el amar en la consciencia de amar-se y amar a otros en la autonomía de reflexión y acción que permite que surja el respeto, como el Homo sapiens-amans ethicus: característico de la era psíquica de la Post-postmodernidad.

Distintos modos de vivir, distintos Linajes

Desde la comprensión de la matriz biológico-cultural de la existencia humana se rescata no sólo la posibilidad de convivir según el linaje biológico-cultural recién expresado, y su fundante ancestral, sino además dos linajes anexos. A continuación se presenta una reseña explicativa de estos:

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Homo sapiens-amans amans: Éste es el linaje humano fundante, el básico, sin él lo ‘humano’ no es posible que haya surgido tal. El amar es fundamento espontaneo e inconsciente de todo hacer en la convivencia co-laborativa y co-inspirativa. Surge en la intimidad corporal de la dinámica de acepta-ción materno infantil del juego y la caricia. Es desde aquí donde nacen todos los demás linajes co-mo modificación de la configuración de los sentires relacionales íntimos que los guían en su fluir conductual en la convivencia. Homo sapiens-amans agressans: Su emoción fundamental, que guía el vivir y el convivir, es la a-gresión, por tanto en el desamar. Sus redes de conversaciones se guían desde la psiquis de la autori-dad/servilismo, control, apropiación, discriminación e inclusive el exterminio del otro. Todo desa-cuerdo en la convivencia es motivo y problema que genera la necesidad del poder como mecanismo de control en búsqueda de la confianza perdida. Éste linaje lleva a la propia destrucción del linaje humano y de su entorno que lo hace posible. Homo sapiens-amans arrogans: Su emoción fundamental, la que guía el vivir y el convivir, es la a-rrogancia, por tanto en el desamar. Sus redes de conversaciones se guían desde la psiquis de la va-nidad, omnipotencia, razón, manipulación y también por mecanismos de discriminación y extermi-nio del otro, que se ve como un peligro que debe ser controlado. El otro siempre aparece como su-perior o como inferior. Éste linaje lleva a la propia destrucción del linaje humano y de su entorno que lo hace posible. Homo sapiens-amans ethicus: Su emoción fundamental, que guía el vivir y el convivir, es el amar en la consciencia de saber que los seres humanos somos generadores de una antropósfera que puede ser conservadora o destructora de la biósfera que nos hace posible. Las redes de conversaciones se generan en torno a una psiquis abierta el ver, escuchar y sentir al otro, la otra o lo otro, sintiéndonos parte del cosmos que generamos y de una misma naturaleza fundamental de lo vivo que es la con-fíanza. No se desea vivir y convivir desde el desamar, de modo que este linaje lleva a la conserva-ción del entorno biológico-relacional que hace posible lo vivo y lo humano.

ENLACE VI (pp. 307-313)

Cuando busca entender el operar de los sistemas vivos se encuentra con tres problemas elementales:

- Lo temporal: Se habla de los seres vivos como entes que existen y operan históricamente con un pasado y futuro, pero esto no son aspectos de su vivir; ellos existen en el no-tiempo. La temporalidad se crea como una dimensión imaginaria que pretende conectar las observa-ciones que nosotros, en nuestro operar en el lenguajear, hacemos, desde un dominio expli-cativo, sobre el operar de lo vivo; también operando como sistemas vivos que conservan su autopoiesis en un presente continuo cambiante en el no-tiempo.

- Regulación (control): Lo mismo ocurre aquí, de modo que no podemos distinguir lo que o-curre en el no-tiempo, ya que toda explicación es temporal e histórica, sólo podemos hacer distinciones sobre procesos y operacionalidad de procesos y sucederes que, siendo diferen-tes y disjuntos, conforman una arquitectura dinámica cambiante como parte del cosmos que ocurre y se explica de forma diferente. En el presente estructural continuo cambiante no existe la regulación y el control; sólo los distingue el observador.

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- Sistemas cerrados : Si bien se dice todo ser vivo esta abierto al paso de energía, la energía no es un en sí sino una consecuencia del operar de la arquitectura dinámica que conforma al ser vivo, el cual opera conformado por una organización que preserva relaciones como no alterables en su estructura, en acoplamiento estructural con el medio que lo hace posible.

Si nos hacemos cargo de que nunca ‘el resultado de un proceso puede formar parte como un factor que le da origen a ese mismo proceso’, entonces no podemos mirar ni el pasado ni el futuro como modo explicativo del existir mismo del operar del vivir mismo, porque sería dejar de atender al pro-ceso que se está constituyendo en el presente cambiante continuo del sistema vivo por dar lugar a nociones propositivas temporales que no forman parte de su operacionalidad. El ser vivo es auto-poiesis, y la continua producción de si mismo no conoce ni de historia, ni de finalidad ni de tiempo. El ser vivo no opera esperando algo, queriendo algo o por lograr algo. El ser vivo opera en la con-tinua y cambiante producción de sí mismo sin esperar nada, ni querer nada ni por lograr algo.

“Al hablar de arquitectura dinámica orgánica o ecológica, nos referimos al encaje recíproco o coherencia operacional

del acoplamiento estructural de los procesos moleculares que realizan a las distintas entidades relacionales que constituyen esos distintos dominios. (p.310)”

Y es por lo anterior que todo lo que ocurre en el devenir del cosmos que crea el observador con sus distinciones ocurre como un continuo fluir de distintas formas arquitectónicas cambiantes que a su vez se encajan recíprocamente entre ellas, creando una arquitectura mayor, según el instante histó-rico al que pertenezcan (dentro del mismo ámbito de distinciones). El suceder del vivir, entonces, no es guiado o controlado por un agente externo ya que todo ocurre, para un observador, como parte de un devenir histórico en el que cada molécula se encuentra donde se encuentra según su momento presente de cambios operacionales-relacionales como parte de un campo dinámico de arquitecturas cambiantes coherentes.

“El azar y el caos no son en sí, son evocaciones de nuestra ignorancia ante las muchas dimensiones involucradas en un devenir histórico de múltiples procesos independientes espontáneamente ordenados

desde su arquitectura dinámica. (p.311)” Todo ser vivo vive en la coherencias operacionales recursivas que permiten la realización y conser-vación de su vivir. La diferencia con el vivir humano está en que nosotros operamos en el lengua-jear abstrayendo, en y desde nuestro operar como observadores ‘reflexivos’, las coherencias opera-cionales recursivas de las arquitecturas dinámicas de las cuales somos parte, en vivir y convivir, de modo que sacamos las coherencias del operar concreto en el cual operan y las usamos para esbozar las regularidades de nuestro mismo ámbito de existir recursivo, y allí es cuando nacen las explica-ciones. No fabricamos nuestro devenir, pero sí lo guiamos.

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HABITAR HUMANO en seis ensayos de Biología-Cultural

V

AUTOPOIESIS Y

SISTEMAS DINÁMICOS CERRADOS

Tiempo, regulación y control, operaciones imaginarias en la comprensión del vivir

Humberto Maturana Romesín

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FUNDAMENTOS

(pp. 317-322) En el vivir y convivir cotidiano los observadores distinguimos todo lo que distinguimos como si ca-da suceder existiera desde antes de nuestra distinción, tanto en lo biológico como en lo cultural. Si bien desde el estar explicando nuestra perspectiva operacional biológica nos encontramos con que todos los seres vivos vivimos desde una confianza implícita de que vivimos en un ámbito de proce-sos regulares y repetitivos, dentro de los cuales encontraremos todo lo necesario para seguir vivien-do, ya que nuestra herencia fisiológica y anatómica implica precisamente eso, desde el explicar el operar relacional cultural nos encontramos con que no todo convivir humano, y aspecto interior de él, puede ser explicado de esta forma, ya que lo único que se puede explicar, en tanto asumimos que operamos como entes humanos biológico-culturales, son aquellas coherencias del existir que se a-poyan en abstracciones sobre las coherencias del existir. O lo que es lo mismo, en nuestro operar como observadores vemos que todo lo que distinguimos surge operando con propiedades que parecen ser intrínsecas de ellos pero que sólo pueden ser vali-dadas conceptualmente si somos capaces de explicarlo desde una abstracción sobre las coherencias operacionales-relacionales de nuestro propio vivir y convivir, ya que, de modo que no somos capa-ces de saber si algo es ilusión o percepción en el momento mismo de vivirlo y que tampoco sabe-mos si más tarde lo vivido lo trataremos como una ilusión o una percepción, todo en cuanto se nos presenta como parte de nuestro cosmos explicativo necesariamente lo es porque fue distinguido como parte de una serie de experiencias que, entre todas ellas, conforman una regularidad específica que nos permite abstraer coherencias que nos enseñan la naturaleza estructural de aquello que oca-siona lo explicado. Con un momento se vive una experiencia, pero son varios los momentos experienciales que se agrupan para poder develar las regularidades estructurales que permiten proponer un mecanismo generativo que explique dicha experiencia sin reemplazarla. Lo que hace que una experiencia sea válida no es un sustento en una realidad externa sino todo lo contrario: el único modo de validar una experiencia, esto es, reconocerla como percepción y no como ilusión, es fundamentándola en el hacer que permite abstraer las regularidades del ocurrir desde el asumir que somos entes que, ante

todo, operamos biológicamente en el convivir cultural. (frase del autor) De lo único que podemos hablar es de lo que hacemos (distinción de la experiencia; recursión de primer y segundo orden) cuando hacemos lo que hacemos y de cómo hacemos lo que hacemos (ex- plicación de la experiencia; recursión de tercer y cuarto orden) cuando hacemos lo que hacemos. Por esto toda experiencia que se vive y que es propuesta explicativamente sobre un substrato epis-temológico de lo ‘real’ necesariamente es la proposición de un mecanismo generativo de aquello que buscamos explicar, y ningún mecanismo puede estar sustentado sistémicamente en una unidad compuesta que no esté determinada por su estructura, de modo que si algo no forma parte de cohe-rencias estructurales determinadas en las regularidades de su ocurrir entonces no es explicable por-que el observador no poseerá en su distinción coherencias experienciales regulares para poder abs-traer . Y en el caso de que sí sea explicable, dicha explicación no reemplaza lo explicado, de modo que en cada instante en el cual operamos, como observadores que distinguen en el lenguajear, lo hacemos en una confianza implícita o explícita de que se conservarán las regularidades del ocurrir del determinismo estructural del cual somos parte en ese momento, decimos entonces además que ésta confianza no nace de supuestos ontológicos-trascendentales-independientes de nuestro operar sino de las propias distinciones; de las coherencias operacionales-relacionales del vivir y convivir humano.

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Es por esto que sí podemos responder preguntas como ¿por qué lo que digo que es lo vivo digo que es lo vivo? ¿cómo hacemos lo que hacemos? Pero no podemos responder otras del tipo ¿qué es el vivir? ¿qué es el hacer? Ya que en éstas últimas se supone el poder captar una especie de esencia trascendental que muchas veces se propone como objetividad, lo cual es biológicamente imposible de comprobar y sólo busca dominar por totalitarismo. Desde allí, desde preguntarse por lo vivo y no por la vida, Humberto Maturana nos comenta que lle-gó a una definición de lo vivo acuñada por el neologismo de autopoiesis, el cual tiene las siguientes característica:

i. toda célula está constituida por una red cerrada de producciones moleculares en las que las moléculas producidas por sus interacciones generaban la misma red de producciones moleculares que las produjo, y especifican su extensión constituyendo sus bordes ope-racionales como una unidad discreta;

ii. el resultado de la dinámica de esa red cerrada de producciones moleculares de la célula era la continua producción de la misma célula;

iii. la célula es cerrada en su organización pero abierta al paso de energía y moléculas; iv. lo que hace a un ser vivo no es un ‘tipo’ particular de moléculas sino la ‘dinámica de

procesos’ que constituyen las interacciones de las mismas, sea cual sea su clase. Por esto es que como organismos existimos en dos dominios: el de la realización de nuestro vivir como continua producción de sí mismo (autopoiesis) y el dominio de nuestra realización como tota-lidades en un espacio relacional. Todo lo que ocurre en el espacio relacional en el que el organismo opera como totalidad ocurre como un curso de transformaciones en las cuales existe como ser vivo sólo si se realiza y conserva su autopoiesis (molecular).

SISTEMAS DINÁMICOS CERRADOS

(pp. 323-330)

Lo vivo Pese a que toda descripción sobre lo vivo se haga según dimensiones espaciales y temporales, lo vi-vo está constituido a-temporalmente como una red cerrada de producción de moléculas que en sus interacciones generan de manera recursiva la misma red cerrada de procesos de producciones mo-leculares que las produjo produciendo moléculas de la misma clase de aquellas que las produjeron, todo dentro de una dinámica cerrada que hace de esa red una unidad discreta que opera en un espa-cio relacional como totalidad (organismo). Lo temporal (y lo recursivo) nace como una noción imaginaria que busca juntar las experiencias de, por un lado, distinguirse ‘viviendo en un presente continuo’ y, por otro, de distinguirse ‘cambiando a cada instante’, en un ámbito de sucederes que pueden agruparse en un antes y un después de modo de explicar que todo presente es el resultado de una transformación que se inició desde un momento anterior; pero lo vivo (en su dominio operacional; que no es el explicativo) existe en un presente en continuo cambio estructural que no opera según ámbitos de temporalidad. Lo temporal El tiempo como dimensión imaginaria entonces nace desde el operar de un observador al hacer dis-tinciones con ‘un trasfondo experiencial emergente de procesos que fluyen en un suceder tal que su ocurrir surge siempre como una transformación que brota de un momento anterior’ (carácter unidi-

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reccional-histórico) y que además es irreversible; ya que no es posible separar a un proceso de la trama de relaciones que lo hacen posible en su ocurrir. Así es como un observador integra procesos secuenciales diferentes y disjuntos en el operar coherente de un único sistema dinámico cerrado, co-mo una arquitectura dinámica temporo-espacial, distinguiendo además cada momento de dicho ope-rar (en su totalidad) como una instancia del presente continuo del ocurrir epigénico de la arquitectu-ra dinámica en su espacio relacional (que lo contiene y hace posible en su operar como tal). La temporalidad es, finalmente, una noción que permite, a través de la reflexión, distinguir procesos diferentes y disjuntos por separado a la vez que se les distingue además en su operar integrado co-mo una totalidad arquitectónica en un espacio relacional, y que, desde allí, permite también generar proposiciones explicativas sobre los ocurrires determinados en su estructura.

Lo organísmico El primer error que puede cometer un observador es no distinguir la diferencia entre los dominios no sólo diferentes sino además disjuntos que componen a un organismo: su operar fisiológico (sen-sorial) en la realización de su vivir y su operar cultural (psíquico) como totalidad en un espacio re-lacional. El segundo error, que es producido desde el primero, es asignar patrones fisiológicos a la temporalidad o de lleno imaginar el operar autopoiético con una identidad histórica que posee pro-pósito o intención. Y el tercero es tratar a relaciones que sólo tienen presencia conceptual en un do-minio explicativo, en la visualización del devenir epigénico, como algo que condiciona o influye en el presente cambiante continuo del operar del vivir. Si cometemos estos errores diremos, por ejemplo, que el termostato regula la temperatura, y queda-remos ciegos ante el operar de concatenaciones de procesos que ocurren en su interior en un presen-te que no conoce ni de propósito ni de intensión. Debemos entender que el control o la regulación son nociones temporales-históricas-explicativas que surgen de la reflexión de un observador cuan-do se relaciona ‘lo que se desea’ con la ‘inter-relación de las dinámicas estructurales entre el ter-mostato y la habitación’; el termostato sólo opera y hace lo que hace. Lo sistémico Como Humberto Maturana ya ha expuesto más de una vez en este escrito, y vuelve a reiterarlo una vez más, para que podamos llegar a una comprensión sistémica tal que ‘describa’ el operar del mis-mo en su presente cambiante continuo no debemos observar los resultados de su operar como totali-dad en el espacio relacional, los cuales siempre tendrán forma de nociones históricas, temporales o causales, ya que esto sería ‘evocar’ y no describir el sistema, porque se está observado lo que se produce y no el proceso que genera los productos a cada instante, de modo que lo que se debe hacer es observar el operar mismo del sistema a cada instante y desde allí abstraer sus regularidades orga-nizacionales cíclico-recursivas y describir cuáles son los procesos tales que si operan entre ellos producen lo que en el primer caso observábamos como sus resultados. Cada vez que un observador distingue un conjunto de elementos interconectados que conforman una totalidad, distingue una ‘unidad compuesta’. Cada vez el observador distingue una unidad com-puesta que se ve afectada localmente por alteraciones en su totalidad y que se ve afectada en su tota-lidad por alteraciones locales, el observador distingue un ‘sistema’. Cada vez que un observador distingue un sistema en el cual sus interconexiones son dinámicas (no estáticas) y que se organiza mediante procesos recursivos (cíclicos y lineales a la vez) cerrados sobre sí mismo al mismo tiempo que distingue un espacio relacional en el cual éste opera como totalidad (a través del operar de sus componentes), el observador distingue un ‘sistema dinámico cerrado’.

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Una unidad compuesta, un sistema o un sistema dinámico cerrado conservarán su identidad de cla-se sólo si en el fluir de cambios en interacciones con su medio, que lo contiene y hace posible en su operar, sus transformaciones estructurales no alteran las relaciones entre componentes que lo defi-nen en su organización.

El existir Un sistema dinámico cerrado opera en una doble existencia, por una parte es un sistema cerrado en su dinámica cíclica recursiva, y por otra es una totalidad con una identidad particular que se conser-va a través de sus interacciones en un espacio relacional que lo contiene como tal. Estos dos domi-nios de existencia no sólo son diferentes sino además ‘disjuntos’, esto es que no se intersectan feno-ménicamente: lo que ocurre en la dinámica de procesos recursivos cerrados no ‘ve’ lo que sucede con la entidad que aquellos mismos con su operar forman como totalidad y que opera como tal en un espacio relacional más amplio que incluye lo temporal como dimensión, y lo que ocurre como totalidad en dicho espacio relacional no ‘ve’ el interactuar dinámico recursivo cerrado de su operar que lo conforma como totalidad. O lo que es lo mismo, un observador no puede expresar el operar de la dinámica interna de un siste-ma en términos de su operar relacional como totalidad y tampoco puede expresar su operar relacio-nal como totalidad en términos del operar de los elementos que lo componen y de sus relaciones in-ternas. Pero pese a que ambos dominio son disjuntos sí están entrelazados ortogonalmente cuando el sistema se realiza estructuralmente en su operar, de modo que sí se puede evocar a co-relaciones entre ambos dominios. Por lo tanto sí podemos decir que un dominio depende en su existencia del otro y también que si un dominio cambia el otro también lo hará, lo que no podemos saber exacta-mente es qué cambió en uno de ambos dominios en término de lo que ha ocurrido en el otro domi-nio y sus transformaciones.

Lo recursivo Lo recursivo ocurre en la dinámica relacional como una ‘proposición explicativa de un observador que distingue el entrelazamiento de un operar cíclico-repetitivo y de un proceso lineal-progresivo’, de modo que cada nuevo ciclo se monta sobre un desplazamiento lineal asociado al ciclo anterior; se requieren al menos dos ciclos, la repetición de uno sobre el otro, para que exista recursión. En el fluir del operar de las arquitecturas dinámicas es usual distinguir asociación entre una dinámica cí-clica y otra lineal, pero sólo decimos que hay recursión si dicha asociación lineal de lo cíclico se monta continuamente como modificación o transformación de un proceso anterior.

COHERENCIAS SISTÉMICAS:

CORRELACIONES HISTÓRICAS

(pp. 331-345) Cuando el observador distingue un sistema dinámico cerrado en su operar como totalidad, trae a la mano consigo a lo largo de su observación una trama relacional que se compone de dos momentos:

1. primero se abstraen relaciones locales lógicas (sistémicas) que se muestran como coheren-cias inmediatas de sus interacciones en su presente cambiante continuo;

2. luego se distingue una totalidad de relaciones recursivas (sistémicas-sistémicas) que va más allá del ámbito local de observación de su presente, como abstracciones de observaciones de diferentes procesos sucesivos que en su operar conforman un sistema dinámico cerrado.

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En el primer paso estamos distinguiendo un dominio a-temporal en el cual lo que aparece es el ope-rar natural del sistema en su presente cambiante continuo. Luego, al observar en distinción más de un dominio a-temporal de coherencias lógicas, el observador busca explicar por qué los cambios que se presentan cíclicamente en el sistema se conectan uno al otro como transformaciones que o-curren siempre desde un momento previo de sí mismo: entonces se crea el substrato epistémico del tiempo-espacio como un ámbito de coherencias operacionales-relacionales que se conectan históri-camente de tal modo que se pueden describir los procesos que conforman la identidad de clase del sistema a través de la unión recursiva de diferentes y disjuntos dominios sucesivos de existencia: se pasa desde una ámbito sistémico local reducido a un ámbito sistémico-sistémico global más amplio. Para explicar una totalidad y poder manipularla en nuestro espacio relacional como un sistema de una clase determinada por cierta identidad necesariamente debemos asignarle una dimensión opera-cional-relacional que evoque el continuo presente de transformaciones del presente que distingui-mos en ese momento. Pero así mismo debemos comprender que la asignación de su trama operacio-nal-relacional jamás se queda en lo sistémico lineal ya que jamás es algo puramente lógico: traspa-sa una dimensión particular para adentrarse en un continuo de transformaciones de interacciones ortogonales entre dominios espacio-temporales, como procesos diferentes y disjuntos que no se in-tersectan el uno al otro pero que escriben una historia congruente que los caracteriza, a todos, por una dimensión sistémica-sistémica o sistémica-recursiva que los hace aparecer como lo distinguido. Cuando desde configuraciones arquitectónicas nace espontáneamente la conservación de una singu-laridad operacional como modo de orden que da origen a un devenir histórico, en un trasfondo de interacciones espontáneas de entidades independientes que provocan constantes procesos de compo-sición y descomposición, decimos que nace un sistema ‘determinado en su estructura’, de modo que lo que da origen al determinismo estructural de un sistema no es intención o finalidad en las conse-cuencias de su operar sino la naturaleza de su propia arquitectura dinámica singular en interacción con otras arquitecturas dinámicas en un fluir de cambios estructurales de arquitecturas dinámicas; el cual el observador distingue gracias a que forma parte del ocurrir de un presente cambiante conti-nuo como una de ellas y en interacción con otras. Desde allí entendemos que los términos regula-ción y control sólo pueden evocar las coherencias de un sistema desde las distinciones de los resul-tados de su operar en un presente cambiante continuo, pero jamás podrán describirnos el origen de dichas coherencias justamente porque la proposición explicativa está basada en las consecuencias de los procesos y no en una seguidilla de procesos dinámicos que como consecuencia de se operar generarían el operar del sistema (independientemente de las consecuencias del operar del sistema). Es por lo anterior que el único modo de lograr ‘proponer explicativamente’ un proceso que como consecuencia de su operar resulte en las coherencias operacionales-relacionales que constituyen el presente cambiante continuo de un sistema ‘determinado en su estructura’ es a través de la proposi-ción de una arquitectura dinámica que se guíe por el surgimiento espontaneo de coherencias opera-cionales-estructurales históricas, cuya naturaleza de cambios estructurales siempre se dan en el pre-sente como transformaciones continuas de un momento anterior y que permite conservar las relacio-nes que le son constitutivas al sistema como totalidad temporo-espacial en tanto sistema que posee una identidad de clase particular u ‘organización’. O lo que es lo mismo, lo que da origen a las co-herencias que conforman un sistema cerrado no son las relaciones causales locales de su ocurrir en su presente (dimensión sistémica) sino el resultado de cambios estructurales históricos que confor-man una arquitectura dinámica espontánea que conserva relaciones coherentes (dimensión sistémi-ca-sistémica) que le otorgan su identidad en su dinámica interna y en su operar relacional como totalidad.

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La pregunta que cabe hacerse ahora entonces es ‘¿cuál es la noción crucial que se necesita para po-der explicar cómo logramos abstraer las coherencias recién definidas?’ Humberto parece expresar que lo esencial es la invención de un ámbito imaginario en donde interactúan ‘ortogonalmente’ el tiempo y el espacio: sólo así se logrará elaborar una proposición explicativa que permita describir cómo se entrelazan las coherencias locales lógicas (sistémicas) y las coherencias históricas (sisté-micas-recursivas) como modo de constitución de un sistema dinámico cerrado en su operar en el fluir de un presente continuo de transformaciones congruentes en el ámbito del determinismo es-tructural. O lo que es lo mismo, el ámbito temporo-espacial es una: “dimensión imaginaria que permite ver que los sistemas dinámicos cerrados son arquitecturas dinámicas espontáneas que ante la mirada que atiende sólo a la integración de las dinámicas que lo realizan se ven como el resultado de la conservación de procesos cíclicos en la realiza ción y conservación del operar como totalidad de una unidad compuesta en el devenir histórico de un

operar relacional que existe como un presente cambiante continuo . (p.335)” Si entendemos esto entonces también entendemos que el organismo es un caso particular de sistema dinámico cerrado en el que se existe como una totalidad arquitectónica temporo-espacial que con-serva su organización en el devenir histórico de su presente cambiante continuo, en tanto que los cambios gatillados por sus interacciones con el medio que surge con su operar, que lo contiene y que lo hace posible en su operar, permite la realización y conservación de su autopoiesis como una red cerrada de procesos que constituye una arquitectura molecular cambiante. Entendemos además entonces que toda abstracción de coherencias sistémicas que involucren la na-turaleza de la arquitectura dinámica espontánea sobre cómo se genera el operar de un sistema deter-minado en su estructura resulta del operar de un observador, en una dimensión imaginaria temporo-espacial, cuando distingue el operar del sistema explicándolo propositivamente de modo causal. En cambio cuando un observador distingue los resultados de los procesos del operar del sistema en su presente cambiante continuo y los co-relaciona de modo histórico evoca las coherencias sistémicas o sistémicas-sistémicas del ámbito relacional de sistema en su operar como totalidad en su presente cambiante continuo, pero sin lograr evocar las causas de dicho operar.

Estructura histórica: arquitectura dinámica espontánea Nuevamente Humberto Maturana nos describe (explica cómo es que siempre ocurre) la configura-ción molecular dinámica, que constituye y realiza lo vivo como ser vivo, como la autopoiesis mole-cular: un entrelazamiento de procesos moleculares que configura un red cerrada de producción de moléculas que con y en sus interacciones realizan recursivamente la misma red cerrada de produc-ciones de moléculas que las produjo, especificando a la vez su extensión como totalidad en un es-pacio relacional formando una identidad a lo cual llamamos organismo y el cual sólo es posible gra-cias a un fluir de interacciones con su medio que se caracteriza como un fluir histórico de transfor-maciones congruentes con él. Pero el fluir histórico no se ve tan sólo en un instante del presente cambiante continuo, la única for-ma de verlo es confiar implícita o explícitamente en las regularidades y constancia del determinismo estructural, ya que lo histórico no es característica operacional del presente sino una forma de pro-posición explicativa de por qué un sistema opera como opera en su presente cambiante continuo. Pero a su vez lo histórico en un sistema, que es un suceder generativo, queda determinado por la

‘naturaleza de la configuración de su arquitectura dinámica’, y sus coherencias operacionales y

relacionales, y no por los resultados o consecuencias que su operar tiene, por esto es que utilidad,

ventaja, fin o intención no son nociones que permitan explicar o describir el operar de del vivir

sino que sólo permiten evocar las coherencias bajo las cuales el mismo sistema opera.

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Por lo tanto la creación de una dimensión imaginaria temporo-espacial como noción explicativa que nos permite la unión de procesos como fluir histórico nos permite ver dos cosas fundamentales:

- primero una proposición explicativa sobre qué procesos concatenados en su operar, como configuraciones de arquitecturas dinámicas espontáneas y entes moleculares que en sus in-teracciones se componen y descomponen a sí mismos, dan como resultado el ámbito gene-rativo del operar sistémico que se observa;

- y luego, después de explicar o describir ese fluir histórico, nos damos cuenta además que si bien la explicación de por qué un sistema opera como opera sólo puede verse a través de una invención, uso y proyección de las nociones de pasado y futuro, cuando tratamos de ex- plicar cómo éste operar genera los resultados que genera (ordenados y efectivos) nos encon-tramos con el uso de dicha dimensión no debe proyectarse ya que el sistema vivo opera en un tiempo cero, en el fluir epigenético de un presente de cambios estructurales continuos que no conoce ni de antes ni de después pese a que cada momento resulta como transfor-mación de un momento anterior en la continua producción de sí mismo (autopoiesis).

En este momento del escrito Humberto hace un corte de paréntesis en la temática para aclarar la de-finición de tres conceptos fundamentales que operan a lo largo de todo su recorrido conceptual: (p. 339)

a) Explicar: ‘Proposición’ de una dinámica o proceso generativo cuyo operar resulta en lo que

se quiere explicar. b) Entender: Es lo que resulta en el vivir y el pensar del observador cuando éste ‘visualiza’ la

matriz relacional sistémica-sistémica en la cual lo que dice hace sentido como lo que dice para él o ella.

c) Comprender: ‘Visualizar’ de la dinámica recursiva del entender. Es por esto entonces que se puede afirmar que entender y comprender la autopoiesis permite poder explicar que jamás podrá ser vista por un presente a-temporal, pese a que opera en él, sino sólo como una ‘arquitectura dinámica espontanea’, como una red de procesos recursivos de produccio-nes moleculares que son resultado de su operar como sistema dinámico cerrado; y que se distingue en un flujo histórico. Veamos ahora dos ejemplos:

i. La insulina no controla el metabolismo de la glucosa del ser humano. El suceder biológico de la insulina, y de las células del páncreas que la producen, son componentes de una arqui-tectura dinámica que aparece ante el observador con su ver temporal como el fluir de una continua transformación estructural espontánea que participan de la dinámica recursiva de un proceso metabólico que se junta con muchos otros procesos metabólicos recursivos en un ocurrir de procesos moleculares y celulares entrelazados que resultan en un ser humano en la armonía fisiológica de su vivir espontáneo.

ii. La membrana celular no surgió en el origen de las primeras células para delimitar un es-pacio metabólico. La membrana surgió luego de que una red cerrada de procesos molecu-lares recursivos produjera la misma red que los produjo al separar el ámbito operacional autopoiético del ámbito mayor que lo contiene y hace posible.

Cuando distinguimos un conjunto de elementos de tal modo que al afectar a uno de ellos o a sus re-laciones afectamos a la totalidad, y que al afectar a la totalidad afectamos a cada elemento y a sus relaciones, entonces distinguimos un sistema cerrado, el cual emerge de un ‘ocurrir espontaneo’ que

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resulta a su vez de una configuración cerrada de ‘procesos de cambios estructurales cíclicos’ como un ‘ámbito cerrado de cambios estructurales recursivos’ interconectados, constituyéndose un deve-nir histórico, determinado por su condición inicial y por las circunstancias relacionales de cada ins-tante de su presente cambiante continuo, y no por propósito u intención, que permite que distinga-mos una arquitectura dinámica, la cual: “Lo que genera, guía y conserva, en tanto se conservan cada una de las diferentes e infinitas configuraciones de orden que surgen en el devenir estructural espontáneo del cosmos, son las

dinámicas de conservación que surgen en la arquitectura variable de su suceder . (p.243)” Lo interesante es que si bien un sistema aparece ante el observador como una arquitectura dinámica que opera temporalmente esto no es así, ya que lo temporal es propio del observador (ser humano) y del método a través del cual él conectan recursivamente las arquitecturas dinámicas en su operar y los resultados de los procesos de su operar. Pero el sistema no opera, ni se relaciona, temporalmen-te. Por esto es que una célula congelada a -180 grados Celsius no es una célula por que no es un sis-tema autopoiético, no es una arquitectura dinámica espontanea: sólo es un trozo de hielo. Y si la célula vuelve a su temperatura que permite su operar autopoiético vuelve como una operar ‘nuevo’, pese a que el observador desde la proposición explicativa temporal asigne una historia de célula y no-célula a lo observado para darle una identidad particular.

“Nada existe suelto en la nada, todo lo que distinguimos surge participando en una trama de relaciones y procesos

que configuran el presente dinámico de nuestro vivir en el cosmos que surge con nuestro vivir sin orientación pre-establecida ni propósito final alguno. (p.342)”

El vivir de un ser vivo entonces es el ‘resultar espontáneo’ de una continua transformación de su ar-quitectura dinámica en congruencia estructural, una que permita la realización y conservación de su autopoiesis, con la continua transformación de la arquitectura dinámica espontánea del medio en la conservación de su acopamiento estructural. Y en éste proceso epigenético cada instante, cada mo-mento es un resultar continuo de un devenir que es un comienzo eterno, un punto de partida cons-tante en el que la arquitectura dinámica es un presente inicial, que sin duda es el resultado de la transformación de un instante anterior, que implica el hecho de múltiples posibilidades de cursos históricos diferentes. Finalmente, Humberto explica que la proposición de la noción de arquitectura dinámica espontanea no pretende esbozarse como un en sí trascendente sino como una noción que se refiera a la ‘natura-leza del espacio operacional’ en que surgen el observador y los mundos que éste trae a la mano como un ocurrir arquitectónico dinámico en tiempo-cero en el cual surgen las descripciones y expli-caciones históricas: y lo humano ocurre exclusivamente en el ámbito de las reflexiones históricas ; en un espacio relacional que existe como un suceder en la continua trascendencia del operar de nuestro ocurrir como arquitecturas dinámicas espontáneas en tiempo cero.

LA DIFICULTAD (pp. 346-354)

En resumidas palabras, la idea que Humberto Maturana trata de hilvanar en éste título, como con-tinuación de todo lo escrito anteriormente, es acerca de la gran dificultad que tenemos para darnos cuenta que por el hecho de que un sistema dinámico cerrado opere armónicamente en sus compo-nentes permitiendo que exista como un todo en un espacio relacional, no necesariamente esto im-

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plica que debe existir un agente controlador central que guíe el proceso. Él piensa que esto es una confusión, principalmente una confusión de dominios fenoménicos y de auto-organización de un sistema en el ámbito del determinismo estructural. Todo comienza cuando extrapolamos nuestro diseños ‘intencionales’ de creación de cosas u objetos pre-vistos hacia el ámbito sistémico natural. En nuestro dominio relacional cultural podemos hacer cosas pensando en que lleguen a ser como queremos que sean, y de hecho observado cómo los pro-cesos concatenan uno tras otro hasta que se logra lo que deseábamos con antelación que ocurriera, pero los sistemas dinámicos espontáneos naturales, aquellos que en su operar no forman parte del dominio relacional cultural humano, no surgen de es amanera. Un sistema dinámico cerrado es un sistema ‘determinado en su estructura’, por lo tanto el surgimiento de su operar proviene del ámbito de transformaciones congruentes de su arquitectura dinámica con la arquitectura dinámica cambian-te del medio que lo contiene, en la conservación de su operar cíclico como una identidad de clase particular a lo largo del fluir de sus interacciones en el cual opera como totalidad. Todo ocurre sin designio ni intención, pero aún así nada es azaroso ya que el azar no es en sí, nada aparece en la nada ya que todo aquello que se conforma como una entidad particular en nuestro cos-mos explicativo está relacionado en su operar a un ámbito de determinismo estructural en un flujo de transformaciones estructurales de arquitecturas dinámicas espontáneas. Pero sí son difíciles de pre-decir, cuantificar y medir ya que involucran, muchas veces, una enorme cantidad de dominios diferentes y disjuntos en las coherencias del operar de un sistema, de modo que un proceso será pre-decible sólo si se tiene acceso a todas las dimensiones fenoménicas involucradas; cuestión que no siempre ocurre. Volvamos a la autopoiesis

Un ‘organismo’ es un sistema dinámico cerrado que se realiza y conserva en su dinámica interna (particular de elementos) como una red de procesos recursivos que operan subordinados a su reali-zación y conservación como totalidad en un espacio relacional. Pero si un observador mira compa-rativamente las dinámicas internas y externas de un organismo se dará cuenta que su relación no es directa, por lo que es una co-relación entre dominios que operan en ‘congruencia operacional’ en sus transformaciones. Por esto es que la dinámica interna es ciega ante lo que ocurre en la externa, y la externa opera en su congruencia relacional ciega ante su propia dinámica interna, pese a que siempre debe permitir que se conserve su autopoiesis molecular. La conclusión, repetida ya reiteradas veces anteriormente, salta a la vista: debido a que los dominios operacionales-relaciones internos y externos son diferentes y disjuntos sí pueden establecer co-rela-ciones entre ellos, pero debido a que ‘no se intersectan’ es que no se puede deducir lo que ocurre en un dominio desde lo que ocurre en otro. Lo funcional y útil no explica la dinámica interna, y el pre-sente cambiante continuo del operar interno no explica las dinámicas históricas. En lo humano, lo interno no opera pensando en el futuro y lo externo no opera sin apoyarse en alguna noción de posi-bilidad imaginaria de su operar. Si bien el observador distingue una conexión estructural histórica (recursiva) en el operar tanto de la dinámica interna como de la externa de un ser vivo humano, sólo en la externa vemos que esa no-ción ‘hace consciencia como parte del operar en el lenguajear (como causal de conductas)’, ya que en su dinámica interna se sigue operando un presente continuo de transformaciones en encuentros de arquitecturas dinámicas en acoplamiento estructural contante, en donde si bien e l observador distingue un operar interno que en el presente se inició como transformación de un momento que le precede, aún así, el operar sistémico sigue siendo un continuo presente de cambios estructurales que

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no conoce de temporalidad ya que surge espontáneamente como modo de realización y conser-vación de su dinámica interna autopoiética; la organización que les propia. Veamos algunos ejemplos del ámbito inorgánico:

1. Cuando se deja caer un chorro de arena en un punto de una superficie horizontal, depen-diendo del grado de fricción, se forma espontáneamente un cono de arena. Se distingue aquí tres dominios diferente y disjuntos: i) la relación entre los granos, ii) relación entre los gra-nos y la superficie desde la gravitación y iii) un observador que distingue que se forma un cono de arena.

2. En la formación de cristales de nieve la dinámica arquitectónica que provoca su emergencia está relacionada a las condiciones iniciales y la dinámica de cada situación, y distinguimos los mismos tres dominios del caso 1.

3. Cuando se deja caer agua sobre una superficie hidrófoba se forman espontáneamente gotitas pequeñas y a su vez gotitas más grandes desde las pequeñas. Se distinguen los mismos tres dominios del caso 1.

En fin, todo en cuanto ocurre en el cosmos que el observador trae a la mano con su operar en el

distinguir ‘surge de la continua composición y descomposición de entes compuestos y se realiza

como una dinámica espontánea de encuentros de arquitecturas que en sus interacciones, no in-

tersecciones, dan origen a dominios relacionales diferentes y disjuntos que se co-relacionan en

su operar en ámbito de transformaciones estructurales recíprocas (indirectas) u ortogonales’.

Volvamos una vez más a la autopoiesis

La autopoiesis no sólo permite el surgimiento, realización y conservación de cada proceso cíclico interno (recursivo) de un organismo sino además el de la totalidad del organismo en un espacio re-lacional, y a su vez la autopoiesis es posible gracias a la congruencia (correspondencia) estructural entre el organismo y su nicho, ya que permite coherencia operacional en un dominio relacional y operacional interno y externo a través de una dinámica estructural espontánea de arquitecturas va-riables que son moduladas en el vivir del organismo en realización y conservación de su organiza-ción particular. Y en éste fluir de sucederes estructurales, en los que se conserva la autopoiesis del organismo a tra-vés de su operar en un espacio relacional en acoplamiento estructural con su nicho, no existe pro-pósito, ni intención ni finalidad, ya que somos el presente cambiante continuo de una historia de transformaciones, diría el observador, que ocurre espontáneamente como culminación de dos pro-cesos: primero la constitución espontánea de su organización y luego el encuentro espontáneo de esa organización con un medio que lo contiene y hace posible en su operar sistémico. Por esto es que las coherencias operacionales-relacionales del sistema no son el origen ni lo primordial en la conservación del acoplamiento estructural, sí lo es la naturaleza de sus arquitecturas dinámicas, en donde las coherencias son sólo una consecuencia no forzada y no intencionada por él mismo Finalmente, las dos principales características de los sistemas vivos es que son autopoiéticos (auto-organizados auto-productivamente de modo singular) e históricos (temporales y espaciales; un pre-sente recursivo eterno y una existencia discreta). “No estamos acostumbrados a ver que lo que distinguimos en nuestro operar como observadores son configuraciones estructurales (entes y relaciones) que a su vez integran otras configuraciones estructurales que surgen como tramas arquitectónicas dinámicas que se extienden en el espacio-

tiempo sin límites desde sí.” (pp. 353-354)

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“Tampoco estamos acostumbrados a reconocer que todos los límites que surgen en las distinciones del observador son clivajes relacionales que no rompen conexiones arquitectónicas, pero sí

establecen separaciones de flujos relacionales que generan espacios operacionales disjuntos . (p.354)”

“Y por esto mismo, no vemos que aunque las unidades compuestas pueden intersectarse en su realización estructural, no pueden intersectarse en su organización. Esto es, dos o más unidades compuestas pueden tener elementos comunes en su realización, y puede existir en esa intersección estructural en tanto el fluir estructural de cambios estructurales de la unidad compuesta más

grande que integran en conjunto, resulte continuamente en la conservación simultánea de sus respectivas entidades individuales. (Ibíd)”

“La realización de un ser vivo como sistema autopoiético molecular, implica la intersección

estructural de muchos sistemas cíclicos cerrados que surgen operacionalmente definidos por la conservación de las distintas dinámicas relacionales que los constituye, y no por los componentes

que los realizan. (Ibíd)” A continuación veremos dos ejemplos de sistemas que se entrecruzan en la realización de la auto-poiesis de muchos organismos multicelulares.

SISTEMA NERVIOSO (pp. 355-362)

El sistema nervioso (SN) está compuesto por elementos neuronales que se interconectan generando cambios de relaciones de actividad entre sí, de modo tal que constituyen un red de cambios cerrada sobre sí misma, en donde si nos desplazamos por las líneas de contacto entre sus componentes reco-rreremos toda la red y jamás saldremos de ella. El SN ‘es una red cerrada de cambios de relaciones de actividad’ generada de dos formas:

- Interna: Aquí los cambios de relaciones de actividad son producidos por otros cambios de relaciones de actividad del operar interno del SN.

- Externo (ortogonal): Aquí todo cambio estructural (en relación de actividades entre com-ponentes) es gatillado por un agente externo que opera en un dominio diferente y disjunto al del SN, proveniente de otro tipo de células del organismo.

Debido a que el SN se intersecta estructuralmente y no operacionalmente (en su organización) con las superficies sensor-efectoras internas y externas del organismo, es el organismo el que interactúa con el medio externo y no el SN. Sin embargo el SN genera co-relaciones senso-efectoras con/en el organismo de tal modo que se logran modular sus cambios de relaciones de actividad interna con el fluir relacional del organismo en su nicho. Cabe algo más por señalar. En los encuentros ortogonales del SN puede incurrir un agente magnéti-co o de radiación que modifica su estructura gatillando nuevas superficies sensoras, a través de un gatillar primeramente cambios estructurales en el organismo, que operarán permitiendo la amplia-ción de las dimensiones de acoplamiento estructural del organismo en su deriva ontogénica o filo-génica. De hecho, afirma Humberto Maturana, todas las superficies sensoras tienen que haber naci-do de ésta manera, y toda intersección operacional que es posible hoy tiene que haberse posibilitado por la intersección estructural de algún efecto gatillado por agente externo al organismo y éste so-bre el SN.

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Por lo tanto el SN no hace una re-presentación cognitiva del medio ya que éste, el medio, interactúa con el organismo como totalidad y es éste último quien gatilla, en un segundo orden, las modifica-ciones estructurales del SN el cual, a su vez, sólo puede interactuar con el medio a través del operar del organismo en un espacio relacional distinto y disjunto. Y el resultado general de esto es que el SN modifica su dinámica interna de relaciones de actividades cerradas congruentemente con las contingencias que vive el organismo en el espacio relacional de interacciones con el nicho. Hay cuestiones fundamentales de las que nos tenemos que hacer cargo desde una perspectiva re-presentacionista:

1. Si pensamos en que el conocimiento es algo hecho por el organismo desde sí entonces no veremos que el SN es una red cerrada de dinámicas de elementos relacionados, y tampoco veremos que todo esto forma parte de un organismo que también carece de ontología de en sí, ya que también forma parte de su propia dinámica cerrada que define su organización.

2. Si pensamos que toda percepción se hace en referencia a lo ‘real’ no veremos que toda con-ducta no es otra cosa que algo considerado adecuado en un medio especifico par el organis-mo según un observador. Y tampoco veremos que todo suceder sistémico forma parte de una globalidad sistémica-sistémica que lo contiene y hace posible.

3. Si pensamos que el SN capta directamente lo que está afuera no veremos que forma parte de un fluir de cambios estructurales congruentes con el organismo del cual forma parte y que a su vez (éste) forma parte de un fluir de cambios estructurales con el medio que lo contiene y hace posible.

4. Si proponemos la explicación sobre el SN desde sus resultados como sistema no veremos que lo que origina su operar son las transformaciones espontáneas congruentes de las arqui-tecturas dinámicas que lo componen.

Una explicación diferente Desde el operar del SN en intersecciones estructurales tanto ortogonales como internas, con respec-to al organismo (en su fluir recursivo que genera su arquitectura relacional) al cual pertenece y que permiten el acoplamiento estructural en base a sus cambios congruentes, surgen co-relaciones senso-efectoras que si bien parecen hacernos estar viviendo en presencia de un mundo indepen-diente de nosotros, en su biología opera en la intimidad de una sensorialidad en dominios y meta-dominios operacionales y relacionales recursivos que se generan como distintas ‘configuraciones’ de co-relaciones. Desde allí opera en todo animal lo ‘temporal’ como una dimensión relacional espontánea que permite experimentar el vivir de un modo que un observador describiría como lo espacio-temporal pero que en el operar del ser vivo carece de noción de espacio y de tiempo. Desde allí es que los seres humanos tratamos a los distintos tipos de configuraciones de co-relacio-nes senso-efectoras como distintos ámbitos espaciales de un fluir relacional externo, asignándole coordinaciones consensuales de haceres a cada co-relación (que funda la emoción) como un modo de vivir relacional en el lenguajear. Nace entonces el observador como un modo humano de mover-nos en distintos ‘ámbitos espaciales de coherencias reflexivas’ bajo la idea de una intersección co-mún del ocurrir de todos los ámbitos de co-relaciones senso-efectoras en aquello que denominamos ‘la realidad’ o ‘el mundo externo’. El tiempo se creará posteriormente sólo como un substrato que permitirá explicar los sucederes del vivir en el lenguajear en base a nuestra propia noción de reali-dad y con la posibilidad de agregar nociones como propósito, función o finalidad; aunque no es algo estrictamente necesario. Finalmente el observador tiene la posibilidad de quedarse únicamente con la noción imaginaria del tiempo, entendiendo la dinámica espontánea de las arquitecturas variables que se transforman es-

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tructuralmente en su devenir epigenético cambiante y continuo, y que dan origen a las totalidades temporo-espaciales que explica, o agregar más nociones imaginarias como función y utilidad y en-tonces enmascarar el operar espontáneo de los sistema dinámicos cerrados restringiéndolos a una explicación que sólo evocará sus coherencias desde la distinción de las consecuencias de su operar.

SISTEMA INMUNITARIO (pp. 363-365)

En éste título Humberto Maturana hace uso de las coherencias ya abstraídas sobre el operar de los otros sistemas explicados. Por esto es que él manifiesta estar en descuerdo con reconocer el sistema inmunitario (SI) según las consecuencias, supuestamente propositivas, de su operar como sistema determinado en su estructura. Pero en vista que el SI es un sistema cerrado, entonces caemos, si hacemos uso de esa explicación, en una contradicción: las características defensivas no pueden ser el origen del operar del sistema, sólo pueden evocar sus coherencias internas en términos de sus efectos, pero bajo ningún caso el sistema puede ser determinado por un agente externo. “Lo que actualmente llamamos sistema inmunitario es un sistema celular-molecular compuesto por elementos celulares y moleculares que interactúan entre sí constituyendo una red cerrada de

producciones y transformaciones celulares y moleculares dentro de la misma red, en un entrecruzamiento estructural con la realización de la autopoiesis del organismo . (p.363)”

A un sistema cerrado nada lo ataca, no distingue ni de enemigos ni de lo propio ya que son ciegos a lo que ocurre fuera de ellos. Y esto es posible porque ellos se auto-contienen a través de su propio operar en el fluir de una producción y destrucción de células y moléculas en el continuo surgimien-to, realización y conservación de configuraciones particulares de ‘clases’ de células y moléculas y de ‘relaciones’ celulares y moleculares que se intersectan estructuralmente (y no operativamente) con otros sistemas dinámicos cerrados del organismo como modo de transformación tisular de cé-lulas y moléculas que permiten la realización de su autopoiesis; y no un agrupamiento funcional de actitudes defensivas frente a un agente ajeo que, al parecer, lo ataca. Finalmente Humberto expresa que lo primordial para el SI no es defenderse de agentes externos sino la continua producción de sí mismo (autopoiesis) y a su vez operar sistémicamente intersectado en su estructura con los otros sistemas del organismo como modo de realización de la continua producción de sí mismo de él como totalidad; sea cual sea el medio que lo contenga y haga posible o la fisiología particular a la cual se pertenece en él.

La autopoiesis sólo ocurre, no es un logro.

LO INESPERABLE (pp. 366-370)

“Nada ocurre en la arquitectura dinámica del cosmos que viole el determinismo estructural,

y al mismo tiempo todo ocurre en un devenir de transformaciones históricas

en el que nada está pre-determinado. (p.366)” Para comprender la frase recién citada debemos hacer una primera distinción:

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- Lo esperable hace referencia a un momento del vivir del observador en el cual, producto de que el dominio de su vivir y el de su suceder de ese momento tienen una historia común de transformaciones estructurales intersectadas, él dice que algo puede o tiene que suceder.

- Lo no-esperable (inesperable) hace referencia a un momento de intersección estructural en-tre el vivir del observador y un suceder que emerge en un dominio operacional (disjunto) que hasta el momento era incognoscible porque le es intrínsecamente nuevo.

- Lo esperado o no-esperado (inesperado) hace referencia al estado de consciencia del obser-

vador respecto de si tiene o no en cuenta que algo puede o no suceder independiente de si él posee o no una historia común de transformaciones con el dominio operacional de su vivir en el cual ocurre su suceder, esto es, sea esperable o no-esperable ese ocurrir.

Lo esperable o inesperable hacen referencia o momentos a priori o posteriori respecto del vivir fác-tico del suceder de un ocurrir ya que hacen alusión a las coherencias estructurales del mismo en base a lo que se define consensualmente como lo ‘normal’, en cambio lo esperado o inesperado res-ponden a un indicar cuál es el estado de consciencia en el momento mismo en que un ocurrir sucede tal y como sucede independientemente si se ha considerado, o no, o se considerará, o no, esperable. Podemos ahora entonces hacer una configuración de los posibles sucederes del vivir de un observador y ver que hay cuatro combinaciones posibles:

i. Lo inesperado e inesperable: no se está en consciencia de que puede ocurrir y tampoco se ha pensado o se piensa que se pensará que tiene que ocurrir así en el caso de que ocurra tal y como está ocurriendo.

ii. Lo inesperado pero esperable: no se está en consciencia de que puede ocurrir pero sí se ha pensado o se piensa que se pensará que tiene que ocurrir así en el caso de que ocurra tal y como está ocurriendo.

iii. Lo esperado pero inesperable: sí se está en consciencia de que puede ocurrir pero no se ha pensado o se piensa que se pensará que tiene que ocurrir así en el caso de que ocurra tal y como está ocurriendo.

iv. Lo esperado y esperable: sí se está en consciencia de que puede ocurrir y también se ha pensado o se piensa que se pensará que tiene que ocurrir así en el caso de que ocurra tal y como está ocurriendo.

Autopoiesis otra vez

Todo ser vivo es autopoiesis. Toda realización de un ser vivo es realización de su autopoiesis. Y es por esto que todo fluir del vivir de un ser vivo en su epigénesis se realiza entre contingencias de su vivir relacional necesariamente siendo moduladas fisiológicamente, interna y externamente, por el organismo a través de sus emociones (disposición corporal dinámica a una conducta específica) en la búsqueda del bien-estar de modo que se conserve su autopoiesis. Y el vivir humano no es distinto pero debemos agregar nuestro convivir en coordinaciones consen-suales recursivas de haceres que entrelazado con las coordinaciones consensuales recursivas de e-mociones forman el conversar como una forma de convivir humano cultural en consciencia espa-cio-temporal e histórica. Por esto es que el vivir humano se modula en su bien-estar y mal-estar tanto en lo biológico (fisiológico) como en lo cultural (relacional en conversaciones): el bien-estar o mal-estar biológico tienen repercusiones en lo cultural y el bien-estar o mal-estar cultural tienen repercusión en lo biológico.

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El darse cuenta Una vez que el observador se inventa la noción explicativa imaginaria de la temporalidad asigna una mirada histórica al devenir cambiante-continuo a-temporal del presente, y dese allí se puede dar cuenta que aquello que hace que algo sea discreto en su distinción no es un borde o una finali-dad sino el ‘operar mismo’ del sistema observado. Para evitar entonces el error, para no asignar características originarias al operar de un sistema en base a los resultados de su operar, no se debe atender a los efectos de sus procesos sistémicos en el ámbito donde éste se desenvuelve como tota-lidad sino a la dinámica arquitectónica espontánea que ejerce el determinismo estructural en el sis-tema y que hace que, en un fluir de cambios estructurales, se mantengan inalteradas las relaciones de ciertos elementos que hacen que la organización (identidad de clase) de él sea la que es: en el caso de los seres vivos, todo ocurre originado en la dinámica de la producción de sí mismos como entes autopoiéticos. Todo fenómeno biológico, entonces, debe ser entendido como el operar de un ente en la continua producción de sí mismo: descomposición y composición molecular y celular y cambios arquitectó -nicos históricos (un fluir de cambios estructurales continuos) que tienden al infinito porque están fuera del tiempo, porque sólo el vivir explicativo (temporo-espacial) en el conversar humano ocurre temporalmente en el ámbito de las distinciones históricas. Motivo (el tiempo) por el cual los huma-nos somos el centro del cosmos que creamos con nuestro operar como observadores.

POR ÚLTIMO (pp. 371-383)

Si bien la distinción de las moléculas o entes meta-moleculares surgen a menudo desde nuestra sen-sorialidad táctil, ésta por sí sola no es la que da solidez organizacional al sistema, su permanencia y estabilidad, ya que su operar es generado desde la dinámica arquitectónica espontánea interna que hace que se conserven ciertas relaciones que permiten su operacionalidad como clivajes que lo se-paran de otros entes y no desde nociones de utilidad o finalidad, por o que todo borde no es algo que en sí se constituye en un sistema sino una consecuencia de su operar relacional en el fluir de sus cambios estructurales en su medio que lo contiene y hace posible en su existir como sistema deter-minado en su estructura. La energía, por ejemplo, no es un flujo in-material en sí que se desplaza entre materia sino una alu-sión que hace el observador sobre las ‘regularidades (cuantificación, medición o inclusive predic-ción) del cambio estructural’ que ocurren en el fluir del cambio de una arquitectura dinámica espon-tánea, entre la tensión de composición y descomposición que junta y separa entes según surjan o no los bordes, del cosmos que surge con nuestro vivir humano. Dos cosas más que cabe la pena señalar:

- el vivir, humano y no humano, existe en múltiples tipos de dominios operacionales y rela-cionales que ‘trascienden’ su operar molecular dinámico básico (autopoiético): que consiste en descomposición y composición de arquitecturas moleculares en congruencia operacional con las interacciones del dominio relacional del organismo al cual modulan;

- sin importar cuántos o cuáles sean esos dominios, se puede trascender de ellos, y de hecho

se trasciende (por ejemplo en este momento), pese a que jamás se puede ser independiente de la necesidad de la realización y conservación de nuestra autopoiesis como operar básico del vivir: de modo que todo vivir necesita de la autopoiesis; si la autopoiesis se detiene en-

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tonces ninguna otra posibilidades del existir de los dominios del vivir que lo trascienden es posible en su operar.

Cada organismo es una arquitectura cambiante que se transforma en contacto (interacción e inter-sección) con otras arquitecturas cambiantes en un espacio multidimensional que se configura rela-cionalmente por un operar que sólo es conocido si se participa de él como observadores que operan en distinción reflexiva, explicativa y auto-consciente. Pero encontraremos una gran dificultad en la abstracción de éstas coherencias si no reconocemos que la mente, por ejemplo, forma parte de una misma arquitectura dinámica espontánea que es el organismo; y no pertenece a un dominio opera-cional distinto; y sobre todo teniendo en cuenta que:

“i) El operar de la arquitectura dinámica cambiante del vivir es a-temporal, ocurre como un presente en continuo cambio.

ii) El operar de nuestro vivir en los espacios trascendentes que son los que constituyen nuestro vivir humano, y donde explicamos nuestro vivir, y somos conscientes de él, es temporal. (p.373)”

Lo ‘temporal’ nace sólo en el vivir y convivir humano en el conversar cuando se busca explicar las coherencias de nuestro vivir experiencial (en base a las coherencias de nuestro vivir experiencial), en la comprensión de que todo suceder del vivir es evanescente pero que a la vez existe en un tras-fondo de posibilidades coherentes que evidencia nuestro carácter generador del cosmos.

Los bordes De modo que ‘jamás posee sentido operacional hablar sobre algo sin especificar cómo fue que lo distinguido se trajo a la mano’, así mismo es engañador hablar sobre bordes en un sistema sin espe -cificar cómo se llegó a su distinción. Y hay dos formas principales de hacer esto, amabas como par-te de una matriz operacional-relacional configurada desde las coherencia del vivir humano tempo-ro-espacial:

- definirlos como algo pre-existente a nuestro operar en función de las consecuencias que se distinguen desde el operar de dicho sistema en su entorno y acudiendo a sensorialidades táctiles definidas sólo en el operar relacional del sistema en tanto totalidad;

- visualizar la dinámica de las arquitecturas variables que dan origen a su operar como siste-ma determinado en su estructura y desde allí distinguir el borde como una consecuencia de su operar como un modo discreto de diferenciarse identitariamente de los demás entes que le rodean, y no como una causa.

Existencia Aquí Huberto vuelve a insistir en la necesidad operacional biológica de no fundamentar la existen-cia y el vivir en entes ontológicamente (objetivos) trascendentales-independientes del hacer de un observador. Propone en cambio como punto de partida para toda reflexión y explicación el presente experiencial: pasado y futuro son sólo dos ámbitos que permiten vivir el presente, sea en posibilidad o en generación. Se dará fundamento al operar de algo desde nuestro operar en coherencias

experienciales en relación con ese algo.

Lo lineal y lo recursivo

“Lo recursivo se produce en la asociación de un proceso cíclico con un procero lineal cuando cada nuevo ciclo del proceso se asocia al desplazamiento del proceso lineal

asociado que ocurrió con el ciclo anterior. (p.376)”

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Donde hubo recursión operacional el sistema ya no vive el mismo dominio operacional de existen-cia que desde antes de ese ocurrir, ahora vive sucederes en un dominio nuevo. Ese dominio nuevo, que es cíclico, ocurre segmento a segmento como un entrecruzamiento de procesos lineales que in-tegran al sistema y que pueden estar sujetos, o no, a dinámicas recursivas nuevamente. En el caso de que el observador distinga que sí lo están, como parte de una historia de sucederes operacionales re-gulares, entonces la dinámica relacional interior del sistema tiende a la realización y conservación de su organización en la deriva epigenética que integra como parte de un medio que lo hace posible y que surge con su operar en el ámbito de su acoplamiento estructural.

Operar sistémico Cada vez que un observador distingue un sistema lo identifica según dos dominios de existencia:

1. donde se realiza internamente como una red de elementos interconectados de cierta clase; 2. donde se realiza como totalidad en interacciones con el medio.

Es por esto que el observador cuando distingue un sistema sólo puede hacerlo al traer a la mano la matriz operacional-relacional donde se intersecta su operar en la matriz relacional de la existencia de ambos, y no en referencia a algo independiente de su hacer, ya que allí es donde es distinguido como el conjunto inter-relacionado de elementos de cierta clase que se ha distinguido. O lo que es lo mismo, un sistema de cierta clase sólo puede realizarse y conservarse como parte de una matriz relacional particular, y un observador sólo podrá distinguir esto si aquella matriz relacional se inter-secta operacionalmente con la suya: allí donde la existencia de ambos se funda en un dominio co-mún. En resumen, en la operación de distinción del observador se puede distinguir en intersección estructural dos dominios que crean un tercero: la matriz relacional del observador y la del sistema forman parte de un único ámbito de coherencias que son abstraídas, reconociendo que el observador no puede distinguir fuera de la suya y que el sistema no puede operar fuera de la que le es propia, y además que el observador aún pudiendo distinguir no lo podría hacer sobre el operar del sistema si su dominio no se intersecta al de él. Y es por todo esto, aclara Humberto Maturana, que para comprender el operar de un sistema no bas-ta con nociones semánticas de proposiciones sobre finalidad o utilidad ya que se necesita tener cla-ridad sobre su identidad de clase (su organización): el conjunto de elementos que interactuando a

cada instante lo definen como una entidad discreta que opera en un espacio relacional más am-

plio. Un sistema opera entonces siguiendo a cada instante el curso relacional que es configurado es-pontáneamente por su arquitectura dinámica como modo determinado en su estructura de realizarse y conservarse organizacionalmente en su devenir de cambios estructurales continuos. Y para poder explicar el fluir de los sucederes evanescentes distinguidos en las transformaciones arquitectónicas como una totalidad multidimensional sistémica recursiva , que en su operar genera el presente que vemos a cada instante, necesariamente ha de crearse la noción imaginaria del tiempo, ya que no hay otra manera de conectar recursivamente los sucederes.

En ejemplo: el sistema nervioso Cuando un observador distingue un sistema nervioso (SN) lo ve como una arquitectura dinámica, compuesta por elementos neuronales interactuantes (en inhibición y excitación) que constituyen una red cerrada de cambios de relaciones de actividad, que a su vez forma parte de la arquitectura diná-mica de un organismo, la cual define su curso en un fluir de transformaciones, que modulan sus ‘configuraciones conectivas básicas’, a través de sus interacciones con el medio relacional que de-fine su morfología y anatomía.

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Éstas configuraciones conectivas implican lo siguiente:

a) La intersección de los elementos de la red neuronal con los elementos sensores y efectores de las distintas superficies relacionales internas y externas del organismo. O lo que es lo mismo, todo fluir de actividad de la red neuronal siempre da origen a co-relaciones senso-efectoras que a su vez permiten el origen del operar relacional del organismo, ya que ambas tramas, determinadas estructuralmente cada una, se relacionan a través de un mapeo recí-proco que genera transformaciones congruentes entre ambos.

b) Las interconexiones inhibidoras y excitadoras evolutivas-recíprocas constituyen una red

primaria que genera co-relaciones senso-efectoras ‘básicas’, internas y externas, de su

vivir relacional que además si bien son, o pueden ser, afectadas en el fluir de sus interac-

ciones con el medio siempre tienden a restituirse como único modo de origen de la ar-

monía relacional interna: Humberto llama a esto la ‘dinámica de conservación del bien-

estar’.

c) El presente cambiante continuo de la arquitectura dinámica espontánea del organismo hace que la estructura del SN no sea fija sino variable según sus interacciones recíprocas con él.

d) Estos cambios estructurales del SN (composición de sus elementos particulares o efectivi-

dad del operar de sus relaciones) siguen un curso de conservación según el fluir de interac-ciones del organismo que permite la realización y conservación de su autopoiesis.

El SN no hace una re-presentación del medio en el cual opera el organismo como su ámbito de exis-tencia. Su relación no es directa ni semántica. Lo que sí hace el SN, como ya se indicó, es generar co-relaciones senso-efectoras en las superficies internas y externas del organismo como resultado espontáneo de una historia relacional de interacciones con un medio que tras transformaciones con-gruentes en las estructuras de ambos generó un ámbito como una arquitectura dinámica que Hum-berto denomina la unidad organismo-nicho, en la cual la dinámica co-relativa básica que ha tendido a conservarse en su camino evolutivo como armonía interna es lo que se manifiesta como su bien-estar; recordaremos que ningún sistema dinámico cerrado es determinado por un agente externo, pero que a la vez no puede existir fuera del medio que lo contiene y hace posible en su operar, ya que todo ser vivo vive en tanto se mantiene a cada instante de su presente cambiante continuo en congruencia estructural con la arquitectura de su medio en torno a una epigénesis particular.

APÉNDICE (pp. 384-393)

Adaptación: Devenir de interacciones recursivas en donde se gatillan transformaciones estructura-les donde surgen a cada instante tanto la conservación de la identidad de clase de ambos sistemas como su acoplamiento estructural operacional mutuo. Adicción: Apego a un suceder del vivir que produce placer y que nos lleva a tratar de repetirlo. Los seres vivos humanos siempre estamos al borde de la adicción y un ejemplo de ello es el ejercicio del poder: siente placer excesivo quien ordena y quien es servido; como aquel que gusta servir y dejar de ser responsable de sí mismo. Antropósfera: Ámbito de coherencias ecológicas donde surge, se realiza y conserva lo humano en el devenir evolutivo; surge del hacer humano como forma de ser parte de la biósfera. Todo hacer humano se hace en la antropósfera y por lo tanto en la biósfera.

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Calidad y eficacia: Características o propiedades de la realización de una actividad relacional hu-mana que se manifiestan como opiniones de un observador en su operar en su contexto particular según cumple o no con sus expectativas. Cambio: Hablamos de cambio cuando vemos transformaciones que ocurren relacionadas en torno a algo que parece conservarse o que permanece invariante. Sólo se cambia respecto de algo, no se cambia en sí mismo sin referencia a nada. Co-inspiración: Hablamos de co-inspiración cuando vemos varias personas participando en las con-versaciones de surgimiento, realización y conservación de un proyecto co-laborativo que les hace sentido como parte de su vivir en el placer de co-inspirar y co-laborar. Co-laboración: Hablamos de co-laboración cuando vemos a varias personas coordinando sus hace-res y emociones en alguna tarea particular en el placer de hacerlo, sin esperar otro beneficio de más que dicho placer. Creatividad: Hacer algo que sorprenda positivamente a otros en un lugar que parecía ser estéril. Cultura: Red cerrada de conversaciones que se dan como entrelazamiento entre el lenguajear y el emocionear. Cuando dos personas de culturas distintas se encuentran sólo pueden ocurrir dos cosas: o se niegan irreflexivamente o se aceptan en la reflexión trae consigo el arte de conversar. Gerencia: Conversaciones donde se coordinan deseos sobre lo que se debe hacer y que además se quiere hacer en común, haciendo lo que se sabe y aprendiendo lo que no se sabe. Cuando éstas con-versaciones se hacen recursivas en la generación de un proyecto conjunto se crea la ‘gerencia co-inspirativa’. Innovación: Red de conversaciones que genera algo que sorprende positivamente y que resuelve conflictos operacionales a través del surgimiento de un vivir y convivir que antes no se veía y que mezcla sucederes de varios dominios mediante una ampliación de la mirada curiosa y de la refle -xión; actividad posible por el operar del SN como red cerrada de cambios de relaciones de actividad entre sus componentes en base a co-relaciones senso-efectoras que él permite como relación opera-cional de dominios diferentes y disjuntos del vivir, ya que se mantiene ciego ante lo que vive el or-ganismo en el plano relacional en el que opera como totalidad. Pero la innovación no es en sí ya que la trama operacional-relacional del vivir que en cierto dominio resulta común, en otro dominio sí puede ser algo novedoso. Investigación: Reflexión explicada de una experiencia (intencional o espontánea) que sirve como fundamento para el curso emergente del vivir y convivir que se quiere seguir de ahí en adelante Liderazgo: Relación inter-personal en la que una persona deja que otra inspire su hacer en un acto de sometimiento admirativo a los deseos o voluntad que el otro acepta como guía. El liderazgo tam-poco es en sí y siempre está al borde de caer en el autoritarismo si es que recurre a teorías supuesta-mente inobjetables que usan del miedo como método par obtener la obediencia. Organización: Todas las organizaciones humanas están conformadas por seres vivos humanos, de modo que pueden ser tratadas como organismos (sistemas autopoiético de tercer orden); como lo es una colmena por ejemplo. Y lo central en un organismo es la búsqueda de su bien-estar, ya que si bien están compuestos por una armonía operacional interna en la que cada elemento molecular o celular existe subordinado a lo que hace (como robots), en el dominio en que el se opera como tota-lidad orgánica las personas podemos decir si nos sentimos bien o no en haciendo lo que hacemos: y

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esto es lo central. Cuando esto no se toma en cuenta, se llega a la tiranía. Lo importante entonces para entender una organización como organismo es comprender la importancia de la confirmación de una comunidad como una común-unidad fundada en acuerdos productivos de proyectos de vivir y convivir común. Poder: Ocurre como consecuencia generativa desde la obediencia de alguien. No es en sí. Podría-mos decir que el apego al poder surge primeramente desde el apego a obedecer. Progreso: Dirección de un curso de cambios que nos parecen positivos y deseables en algún domi-nio de nuestro vivir y convivir. Realización personal: Vivir sin quejas por no haber vivido lo que no se ha vivido. Responsabilidad: Experiencia de estar consciente de que uno acepta las consecuencias de sus actos. Servicio: Nace cuando alguien hace por otra persona algo que ésta necesita pero que ella no podía o no quería hacer por sí misma; acto que es agradecido. Sistémico: Conjunto de elementos interconectados de modo que si actuamos sobre uno de ellos ac-tuamos sobre todos, y viceversa. Cuando un observador distingue un sistema, siempre lo distingue además con la trama operacional-relacional. Sistémico- sistémico (sistémico recursivo): Esta noción hace referencia a que todo sistema trascien-de el entorno lineal de interacciones del cual es parte en un momento particular y específico de su existir, y lo hace ya que su sentido no es lineal sino sistémico. Todo sistema forma parte de una tra-ma sistémica (recursiva; histórica), que involucra dominios diferentes y disjuntos de existencia, en la cual hace sentido como el sistema que se ha distinguido. Por ejemplo, todo ser humano forma parte de una trama de co-relaciones de procesos históricos (diferentes y disjuntos) de una antropós-fera que a su vez se entrelazan a través de una trama sistémica-sistémica con los procesos sistémi-cos-sistémicos de la biósfera, donde el curso de su existir no es lógico, ya que no involucra sólo un dominio; aunque sí es imaginable a cada instante según el vivir que se vive.

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