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Estudiar, escribir, diseñar la letrade Alejandro Lo Celso
Contenidos
Orfebrería tipográfica 1-3
Universidad de Buenos Aires 3-4
Universidad de Reading, Inglaterra 6-7
Cortázar: “las palabras, esas hormigas…” 7-8
Rayuela en Inglaterra 8-9
ANRT, Francia 9-11
Rayuela en Francia 11-12
El autor 15T
Estudiar, escribir, diseñar la letraAlejandro Lo Celso
Nuestra generosa afición por la iconografía y la cultura del impacto visual pareciera
justificar cierto halo de tecnicismo, aridez y aburrimiento con que muchos diseñadores
gráficos siguen cubriendo aun hoy el universo de la tipografía. Ésto ocurre sobre todo en
los países latinos. Pero aun si desestimáramos el hecho de que la tipografía ‘es’ también
imagen, creemos valioso reafirmar que el diseño de tipos es una actividad fascinante.
La tipografía es el más importante vehículo visual del conocimiento, y como tal merece de
nosotros la máxima dedicación y el entusiasmo más constante.
El diseño de tipos nos provee de un escenario rico para la discusión de aspectos muy
diversos, desde la tecnología a la lingüística, de la historia a la ideología, de la psicología
a la estética.
Dos posgrados europeos en el diseño de tipografías, el primero en el departamento de
Tipografía de la Universidad de Reading (Inglaterra), y el segundo en el anrt, Atelier
National de Recherche Typographique en Nancy (Francia), me concedieron la perspectiva
privilegiada para la observación de una serie de aspectos, que intento reflejar en este
texto, con la esperanza de que pudieran resultar de interés. El proceso de aprendizaje,
caracterizado por el descubrimiento constante de aspectos novedosos, desde atmósferas
de trabajo y valores pedagógicos diferentes, se materializó en la oportunidad excepcio-
nal de desarrollo de una familia tipográfica, Rayuela, desde una única continuidad de
tiempo.
Orfebrería tipográfica
Durante casi 500 años, desde la invención del sistema de colado de tipos con molde
y matriz por Johannes Gutenberg, la tipografía para textos prolongados fue producida
en un único medio: el metal. Quienes iniciaron el tallado de punzones tipográficos no
fueron tipógrafos, ni tampoco impresores, ni siquiera gente relacionada de algún modo
1 Estudiar, escribir, diseñar la letra
con el negocio de la edición. Los prime ros grabadores de punzones fueron joyeros.
Sus herramientas esculpían en la cara del punzón con el mismo talento y la misma
abnegación con que lo habrían hecho sobre una piedra preciosa.
Esto es evidente cuando se analiza la historia de los cuerpos tipográfi cos. En el gabinete
de punzones de la Imprenta Nacional de París descansan dos punzones metálicos dignos
de las páginas del libro Guiness:
–el punzón más grande jamás conocido (¡de unos 208 puntos y con 20 kilos de peso!
correspondiente al caracter ‘R’ del tipo de Philippe Grandjean, tallado en el propio
gabinete por su actual director Christian Paput); y –el punzón más diminuto (de unos 4
puntos, también correspondiente al alfabeto Grandjean o Romain du Roi, tallado por el
sucesor de Grandjean en el gabinete, Louis-René Luce).
Christian asevera que para cualquiera de esos joyeros era posible tallar un cuerpo aun
más pequeño que ése, dado que el verdadero límite físico de un punzón no estaba
determinado por la destreza manual del joyero, sino por la comodidad del ojo del lector.
De la misma manera que las letras de los misales leídos por los coros de las iglesias
debían tener un cuerpo francamente grande (sí, en esa época no había Macintosh ni
proyectores superbright), los cuerpos se tallaron también bien pequeños para componer
las páginas de libros pequeños. La razón no era el ahorro de materiales, sino la urgencia
de esconder facilmente los libros o desaparecer velozmente con ellos cuando se era
objeto de persecución religiosa, moneda muy corriente por esos días en Europa. (fi g.1)
Los grabadores de punzones llevaron a cabo su aprendizaje del oficio de la misma forma
que los joyeros u otros artesanos lo habían realizado durante la Edad Media.
El maestro hacía su trabajo asistido por el aprendiz, quien era instruido en cada uno de
los procesos técnicos. Un día, dotado de la experiencia necesaria, él mismo se convertiría
en maestro. Nos han quedado innumerables relatos de las relaciones entre estos maes-
tros y aprendices en el negocio de la tipografía, curiosamente propensos al compromiso
familiar: el aprendiz solía casarse con la hija del maestro y, si tenía suerte, sucedía a su
suegro en el negocio, por lo cual el negocio quedaba en casa. Claro, era preciso que el
maestro tuviera una hija, pues no había aprendices mujeres. Me pregunto por qué, casi
(fi g.1) En el libro Dialogue entre la vie et la mort, 1557, de Innocenzio Ringhieri, el
célebre impresor de Lyon Robert Granjon utilizó por primera vez su revolucionario
tipo Lettre Françoise, conocida luego como Civilité, que él mismo talló inspirándose
en la bastarda, un estilo manual muy difundido por la época. Luego la forma latina
venida de España e Italia, que usamos hoy, impuso su simpleza sobre todos los
estilos amanuenses del momento. Se insiste a menudo en atribuir a la desaparición
del estilo Civilité la dificultad de esculpir sus enrevesadas formas en la escala
minúscula del punzón metálico necesario para obtener un cuerpo pequeñísimo,
como el de este libro. Sin embargo, la destreza de Granjon no parece haber experi-
mentado ningún problema en ello. ¿Son simpleza para el ojo y simpleza para el
tallado manual aspectos necesariamente correlativos?
(foto: Alessandro Colizzi, Biblioteca Municipal de Nancy, 2001)
2 Estudiar, escribir, diseñar la letra
Detalle del libro Dialogue entre la vie et la mort.
quinientos años más tarde, la presencia femenina en el ámbito del diseño de tipos de hoy
es igualmente ínfima, sobre todo si se tiene en cuenta la generalizada amplia mayoría
de mujeres en las carreras de diseño gráfi co. Pero en todo caso digamos que enseñanza,
trabajo y familia fueron en esa época valores integrados íntimamente. Ahora, ¿cómo es
hoy el aprendizaje de este oficio?
Universidad de Buenos Aires
Para quienes en la carrera de Diseño Gráfi co de la Universidad de Buenos Aires tuvimos
la suerte de cursar los tres años de la cátedra de Tipografía dictada por Rubén Fontana,
la tipografía se volvió para nosotros un argumento clave en nuestra actividad. Basando
inicial mente su trabajo en el programa de la escuela de tipografía de Basilea, pero
independizándose luego, adaptando enfoques y métodos a la idiosincrasia local, el curso
se desarrollaba desde una fuerte base de taller: viernes a viernes se desarrollaba un
ejercicio cuidadosamente planificado, que permitía a los alumnos una interiorización
progresiva con la cultura de la letra. El taller de cada año se componía de unos 120
alumnos, en grupos de unos 25 por docente. La cátedra Fontana era una entre ocho o
más cátedras de Tipografía en ese momento. Como ven, se trataba de una experiencia
decididamente social (quiero evitar la palabra “masiva”). De modo que un elemento
clave en la experiencia del aprendizaje fue la interacción abierta con otras personas de
diversa procedencia e intereses.
Los ejercicios eran en su mayoría individuales, pero eran ejecutados en el ámbito del
taller junto a los demás estudiantes. Así, la experiencia se catalizaba en una escena
grupal, de intercambio y discusión con los demás. De acuerdo a su problemática y
compromiso expresivo, los ejercicios recorrían un camino de lo simple a lo complejo:
el primer año estaba orientado a la caligrafía y al estudio de los estilos históricos.
El segundo año se centraba en la problemática editorial, es decir la tipografía en la
puesta en página. En el tercer año el argumento fue el diseño de información, que pedía
un análisis crítico y una búsqueda de soluciones comunicativas radicales. En todos los
casos era siempre la tipografía la herramienta estratégica. Incluso se experimentó con un
cuarto nivel de posgrado, sólo por un año, donde se instaba a cada alumno a desarrollar
un proyecto personal de máxima complejidad. Éste fue para muchos el espacio inicial
3 Estudiar, escribir, diseñar la letra
de diseño de una familia tipográfica. En el libro Pensamiento tipográfi co ha quedado
registrada toda esa experiencia académica que Rubén Fontana dirigió en la Universidad
de Buenos Aires por 10 años. Lamentablemente la cátedra se retiró y aunque, de algún
modo, la revista tipográfica supo convertirse en un ámbito de prolongación de esa tarea
docente, cientos de estudiantes de la universidad pública ya no pudieron tener contacto
con aquella experiencia privilegiada. (fi g.2)
Las exhibiciones que acompañaron el encuentro “Tipografía para la vida real” organizado
por la revista tpG en noviembre pasado al cumplir sus 15 años de vida, fue una ocasión sin
precedentes. Allí pudo comprobarse el interés creciente y la pasión ejercitada de muchos
diseñadores, no sólo de muchas provincias argentinas, sino también de colegas venidos
de México, Chile, Paraguay y Uruguay. Cerca de 650 personas venidas de todas las
latitudes de América Latina pudieron estrecharse las manos, intercambiar información,
entusiasmo y conocimiento, generar compromisos mutuos para nuevos proyectos.
Sin embargo, si bien experiencias como la de la cátedra Fontana dan cuenta del nivel de
excelencia que una materia puede alcanzar aun en el contexto de países descentralizados
como la Argentina, se trata siempre de experiencias excepcionales. El nivel medio general
es bien distinto.
De todas maneras son escasos los lugares en el mundo donde el diseño de tipografías
puede estudiarse seriamente, desde la plataforma de un plan de estudios, en la infraes-
tructura de una escuela y con acceso a buena literatura. A nivel de posgrado en Europa
existen unos cinco lugares prestigiados: el departamento de Tipografía de la Universidad
de Reading (Inglaterra), la Real Academia de Bellas Artes de la Haya (Holanda), y en
Francia: el anrt, Atelier National de Recherche Typographique, dependiente del Ministe-
rio de Cultura, en Nancy; el Atelier de création typographique de la École Supérieure
Estienne de Paris, y el Scriptorium de Toulouse (aunque más centrado en el estudio de
la caligrafía).
(fi g.2) Un típico ejercicio de la cátedra Fontana: el diseño de un signo inexistente,
correspondiente al fonema “ch”, para ser integrado a una familia tipográfica real.
4 Estudiar, escribir, diseñar la letra
Universidad de Reading, Inglaterra
Mi ingreso a la Universidad de Reading, Inglaterra, estuvo marcado por la sorpresa y
el descubrimiento de un ámbito radicalmente diferente, como es el de una universidad
británica. Fue preciso improvisar rápidos mecanismos de adaptación en una serie de
aspectos diversos, no sólo desde lo académico; también desde lo lingüístico, lo climático,
lo gastronómico, lo humano. La enorme confluencia multicultural que caracteriza al
campus de Reading, como al de la mayoría de las universidades británicas, hizo de mi
estadía en ese pueblo una experiencia fascinante que jamás olvidaré. Sólo por ese motivo
recomendaría con entusiasmo una experiencia similar.
Diseñar tipografías requiere una inagotable paciencia, un mes tras otro de constante
trabajo y ajuste, sentado solo, frente a un monitor, largas horas del día, imprimiendo
pruebas láser contínuamente. De alguna manera nuestro trabajo ha vuelto a parecerse
al de aquellos joyeros.
Por supuesto han ocurrido algunas cosas en el medio. Por lo pronto ya no es preciso que
el alumno se case con la hija del profesor, aunque pueda existir algún caso aislado. Sin
embargo, aunque sean naturalmente los cambios tecnológicos los que han creado una
escena totalmente diferente, la bendición del acceso masivo al mundo de la autoedición
a partir de la tecnología digital ha tenido también sus aspectos nefastos: en los países
tecnológicamente dependientes, ha habido una tendencia a centrar los problemas en
derredor de la tecnología, invirtiendo los valores. En muchos casos el diseño gráfi co
contínua siendo enseñado desde la triste perspectiva del uso de una Macintosh.
La inmersión a la cultura de la letra hoy requiere sin duda de un dominio importante
de la tecnología de producción. Pero es la instrucción y el acceso a la buena literatura,
a las ideas de un sinnúmero de personas que han estudiado y diseñado la palabra,
fundamentalmente durante el siglo veinte, lo que marca la diferencia.
Por haberse desprendido originamente de la Universidad de Oxford, la universidad de
Reading cuenta con características a veces excepcionales. El departamento de Tipografía
ha sido uno de los sectores beneficiados. Emplazado en una área muy verde y tranquila
del campus, en sus instalaciones se respira a la vez un aire de historia y actualidad.
Una gigantesca colección de tipos de madera cuelga de las paredes de los pasillos, y
Entrada del departamento de Tipografía,
Universidad de Reading.
5 Estudiar, escribir, diseñar la letra
una exhibición gráfi ca que cambia contínuamente recibe generosamente al visitante. En
una de las habitaciones yace la colección de especímenes tipográfi cos probablemente
más importante del mundo. Las clases tienen lugar en dos aulas-seminarios o en los
propios talleres de los estudiantes, quienes cuentan con escritorios individuales. Existen
dos talleres macintosh con los periféricos de costumbre y una imprenta bien equipada
que, accesible a todos los alumnos, también abastece de gráfi ca impresa al resto de
las facultades de la universidad. La biblioteca departamental es bastante completa, pero
las colecciones de libros, revistas y archivos multimedia de la biblioteca central de la
universidad despejan toda duda sobre la excelencia británica en materia de acceso a la
información.
El staff académico es altamente especializado, algo que ha hecho de Reading una refe-
rencia central en materia de enseñanza. Su visión de la tipografía como “representación
gráfi ca del lenguaje”, acuñada por su ex-director y profesor emérito Michael Twyman,
le ha otorgado una profundidad y originalidad a su enfoque, nada f ácil de encontrar en
otras casas académicas.
La carrera de grado en Comunicación Gráfi ca cubre en total cuatro años. Existen varias
alternativas para quienes desean desarrollar posgrados, desde cursos cortos de nueve
meses hasta doctorados (phd) a llevarse en un máximo de cinco años. Entre los alumnos
de los ma, la posibilidad de interactuar es reducida, por tratarse de grupos pequeños
de gente. Es decir aquella experiencia ‘social’ que mencionaba al comienzo se reduce
sensiblemente. Sin embargo, los alumnos de docto rado (actualmente unos veintiuno)
exponen los avances de sus investigaciones en seminarios regulares que son presencia-
dos por idóneos exteriores, por todo el staff del departamento y por los alumnos ma,
por lo cual se convierte en una buena ocasión de aprendizaje e intercambio. Si se quiere
aprovechar la experiencia plenamente, es preciso tener un profundo dominio del inglés.
En mi caso, el desarrollo práctico del ma en Diseño de Tipografías fue intenso y cubrió, en
doce meses, todas las áreas teóricas, históricas y técnicas del diseño de alfabetos.
El seguimiento cercano de mi tutor, Christopher Burke, hizo el proceso más meduloso
y me obligó a un rigor académico que yo no poseía hasta entonces. La parte práctica
del curso demandaba la creación de una familia tipográfica en al menos dos variantes
6 Estudiar, escribir, diseñar la letra
(normal y negrita, o normal e itálica). La parte teórica del curso exigía el desarrollo de
ensayos teóricos o históricos sobre aspectos del oficio. Relacionar de algún modo ambas
áreas fue muy beneficioso en mi caso, pues los ensayos teóricos apuntalaron la evolución
práctica del propio diseño. Así por ejemplo el estudio del ritmo, que yo traía asociado
a la obra literaria del escritor argentino Julio Cortázar, que inspiraba el diseño de mi
alfabeto, devino un aspecto crucial del proyecto. El esfuerzo por hallar la descripción de
esos ritmos en palabras, desde el ámbito de otras disciplinas en las que el ritmo era
un aspecto constitutivo (música, teatro, ceremonias, poesía, artes plásticas, caligrafía)
facilitó la comprensión de ciertos principios rítmicos en tipografía y ayudó a agudizar mi
sensibilidad. Lo mismo ocurrió con otras investigaciones, en forma de ensayo, sobre las
familias tipográficas seriales, la evolución de los revivals tipográfi cos, la relación entre
tipografía y lenguaje, etc.
Las clases magistrales del diseñador holandés Gerard Unger, las teóricas del genial
historiador James Mosley y los talleres de tipografía dictados por el eminente Michael
Harvey fueron expe riencias únicas para mí, que tampoco olvidaré. Pero la experiencia
social con gente de todos los rincones del mundo fue algo fundamentalmente mágico,
algo indisociable de la circunstancia de aprendizaje.
Cortázar: “las palabras, esas hormigas…”
La publicación de la novela Rayuela, en 1963, puso en crisis definitivamente la manera
en que la literatura hispanoamericana había sido escrita y leída hasta entonces.
La poderosa fuerza lúdica de Cortázar contribuyó fuertemente a una fiebre generalizada
de búsquedas estéticas que fueron el correlato literario latinoamericano a la ola de
revoluciones intelectuales que experimentó el mundo occidental de los años sesenta y
setenta. (fi g.4)
Para quienes, lectores de Rayuela, siguieron los juegos desesperados de Oliveira por
las calles de París, su búsqueda alquímica de La Maga, sus tragicómicos espejos de la
vida, enderezando clavos o persuadiendo a los enfermos del neuropsiquiátrico, habrán
cosechado ya esa experiencia tan cortazariana del perseguidor, algo que Julio Cortázar
explicaba a través de su devoción por Charlie Parker y el jazz en general: un deseo
(fi g.4) Portada de una buena edición de
Rayuela, editorial Cátedra, Barcelona, con
notas de Andrés Amorós.
7 Estudiar, escribir, diseñar la letra
por escudriñarlo todo, revelar el sentido oculto de las cosas, buscar aquello que parece
perdido u olvidado, cavar la realidad hasta su profundidad más densa y viscosa y volverla
nimiedad frágil, insecto, hormiga ridícula, palabra. La palabra: aquello con lo que tozuda
y esperanzadoramente intentamos explicar el mundo.
Durante la lectura de Rayuela creo haber sido deslumbrado por algo que me obsesiona
desde entonces: el ritmo. Rayuela es más música que literatura. Es una orquestación
maravillosa de pensamientos vestidos de palabras como si las páginas fuesen pentagra-
mas. Novela y rayuela eran entonces una sola idea, un juego. La rayuela, el tejo, estaba
ahí, crudísimo, y había que jugar. Eso era arte puro, jazz y tango, el vértigo de una
literatura que brota de una región poderosamente rítmica, más cercana al boxeo y al
saxofón que a la pluma virtuosa, más cercana a la oralidad que a la escritura. Imaginaba
entonces a Cortázar dejándose llevar por el chiquitic de su máquina de escribir viajando
de un lado a otro de su mandala mental. La sola idea de un mandala, de una rayuela, un
tejo que regía por debajo de toda su novela, obligando al lector a saltar de un capítulo a
otro a lo largo del libro, se volvió para mí de una belleza infinita.
Rayuela en Inglaterra
El diseño de la tipografía Rayuela nació como un intento de dar una respuesta visual a
estas visio nes reveladoras que Cortázar nos lanzaba desde su búsqueda literaria.
Mi desafío surgió en ese momento en forma de desafío a la legibilidad misma: ¿existía
algo en la experiencia de la lectu ra que pudiera ser revisitado, replanteado, de modo de
encontrar una nueva alquimia con la palabra? ¿Hasta qué punto era posible subvertir la
visualidad de las palabras sin perder reconocimiento, sin alterar radicalmente la legibili-
dad de un texto? (fi g.5)
Mi búsqueda se orientó así hacia una forma conectada con la informalidad, con aquel
espíritu insurgente y provocador de Julio Cortázar. Una silueta “informal” es dibujada a
partir de una estructura de trazo monolineal, con medios serifs, emulando el gesto de
la escritura manual. El serif no está completo en la base. Por lo tanto, para sustentar la
estabilidad de la línea de texto fue preciso dotar a los signos de un contraste de trazo muy
sutil, de modo de obtener un color muy parejo en el bloque de texto.(fi g.6)
(fi g.5) Primeros bocetos en busca de estructura y trazo. La fuerza de un signo
muchas veces deviene de su coherencia caligráfi ca. Una estructura de medio serif se
asocia a la escritura manual, como si fuese una itálica que ha sido puesta derecha.
8 Estudiar, escribir, diseñar la letra
Las fuentes itálicas fueron un gran problema de diseño. La itálica debe funcionar normal-
mente como una alternativa de contraste de la romana o redonda. En el caso de Rayuela,
la romana poseía ya una fuerte sensación itálica, debido a su estructura de medio serif.
Fue preciso diseñar y descartar tres versiones de itálicas diferentes hasta llegar a la que
considero mejor: una itálica de ritmo más nervioso, con una estructura más diagonal.
Una afición, en aquel momento, por las tipografías seriales o multiestilo, es decir siste-
mas que combinan familias serif con familias sans, o variantes formales con variantes
informales dentro de un mismo estilo general, me llevó al experimento de realizar una
versión sanserif de todo lo que había hecho en Rayuela. El ejercicio, largo y tedioso, no
me satisfizo de forma finalmente. Pero aprendí mucho. (fi g.7/8)
El diseño de tipos puede ser también una pasión. No importa cuánto pueda durar un
curso académico, el tiempo nunca es suficiente para dar fin a algo que está ahí, bajo
la propia mirada, acechándonos contínuamente. Al finalizar en Reading el destino me
llevaría inmediatamente a Nancy, este de Francia, donde el Atelier National de Recherche
Typographique dependiente del Ministère de la Culture proponía una beca de nueve
meses para seguir desarrollando mi proyecto. (fi g.9)
ANRT, Francia
El anrt, dirigido por el tipógrafo suizo Peter Keller, fue fundado en 1985 por el Ministerio
de Cultura bajo la solemne misión de recuperar los peldaños de la tradición tipográfica
francesa perdida después de las generaciones de Fourniers y Didots. El atelier selecciona
anualmente cinco o seis candidatos para desarrollar sus proyectos personales (vincula-
(fi g.6) Dibujo original signo ‘m’, prueba de digitalización
en Ikarus y rendering en Fontographer (derecha).
(fi g.7) Romana e itálica defi nitivas.
(fi g.8) Romana e itálica de Rayuela Sans, y comparación de mayúsculas y
versalitas entre Rayuela y Rayuela Sans.
k
l
9 Estudiar, escribir, diseñar la letra
no
pq
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(fi g.9) Rayela y Rayuela Sans al momento de fi nalizar el curso en Reading.
10 Estudiar, escribir, diseñar la letra
dos con la tipografía de las formas más diversas) y los instala en un amplio y muy
confortable altillo del edificio de la École des Beaux Arts de Nancy, ubicado en un barrio
residencial de la villa, al lado de un bello parque rodeado de mansiones Art Nouveau.
El taller está excelentemente equipado para cada uno de los afortunados stagiaires-
chercheurs, y hasta es posible hacer uso de otras instalaciones de la escuela de be llas
artes en cuyo seno se encuentra alojado el atelier.
El anrt no posee una grilla académica formal, es decir no hay clases teóricas ni semina-
rios, la filosofía es la de la autogestión personal. Cuatro grafistas reconocidos (los suizos
Hans-Iürg Hunziker, Jean Widmer, André Baldinger y el francés Philippe Millot, más un
encargado de tecnología, Jean Philippe Bazin) intervienen regularmente para discutir y
cuestionar los avances que cada uno de los investigadores va produciendo semana a
semana. Pero no hay una exigencia académica estricta, y los logros del stagiaire depen-
den más de la capacidad que tenga para aprovechar su propia libertad. Es preciso
entonces tener, de antemano, una idea clara de lo que se desea hacer. (fi g 10)
Rayuela en Francia
En mi caso, Nancy fue la oportunidad de replanteo de muchos aspectos de mi diseño.
Creo que el cambio de ambiente, de un contexto académicamente riguroso y más cer-
cano al mundo profesio nal, a un contexto más relajado y de refl exión, propenso a la
autogestión, incidió en la introducción de cambios oxigenantes en mi familia tipográfica.
Decidí descartar, por ejemplo, todas las versio nes sanserif, y concentrarme sólo en la
versión regular, de la que extraje una fuente más ligera, en romana, itálica y versalitas.
La versión regular era bastante oscura, un poco inspirada en la tradición Elzeviriana
holandesa, y entonces imaginé que una versión apenas más clara podía ofrecer un gris
más suave en el bloque de texto. (fi g.11)
Las versalitas fueron la excusa para ensayar nuevas formas, diferentes a las preferidas
en las roma nas. La idea de diversidad fue a todas luces más importante que la de regula-
ridad o extrema racio nalidad, que ha sido el paradigma reinante en la tipografía desde
el auge del Estilo Suizo Internacio nal de los años 50, y que creo saludable pongamos
en crisis. (fi g.12)
(fi g.10) Interior del espacioso atelier, en los
altillos de la École des Beaux Arts de Nancy.
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(fi g.11) Rayuela Regular y Rayuela Ligera. No existe suficiente contraste entre las
versiones regular y ligera, pues la idea no es que funcionen juntas.
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11 Estudiar, escribir, diseñar la letra
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Luego surgieron también nuevas variantes como una necesidad de probar el espíritu de
la fami lia bajo otras exigencias. Desde el principio me interesó la posibilidad de una
versión display, algo que, siguiendo la coherencia formal básica de la familia, ofreciera
en los cuerpos grandes una alternativa visual distintiva. Así nació Rayuela Luz, evocando
la incidencia de la luz natural en las ins cripciones epigráfi cas o monumentales. (fi g.13)
Luego me dediqué a una variante ultra negra, que llamé “Chocolate” inspirado en las
anécdotas de Gerard Unger, profesor en Reading, sobre las letras de chocolate que los
holandeses suelen regalar se para la fiesta de San Nicolás. (fi g.14)
Finalmente me animé a una variante de misceláneas, que daba rienda suelta al apetito
lúdico, algo que es preciso cultivar cuando se está tantas largas horas frente al monitor.
Compuse esa suerte de alfabeto de palabras cruzadas para un uso decididamente lúdico,
y lo acompañé de unos rosetones ornamentales que nacen de la repetición rotada de
ciertos signos. (fi g.15)
En fin, así es como Rayuela se volvió para mí una especie de bitácora de abordo de
este proceso de profundización de la tipografía en Europa. Naturalmente, el camino
pudo haber sido otro muy distinto. En mi caso fue ése. Pero hay tantos caminos como
caminantes.(fi g.16)
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iB C D E F G
S(fi g.15) Rayuela Misceláneas.
(fi g.13) Las tipografías huecas (open face) han perdido ciertamente la presencia
que tuvieron en la época del metal. Varios revivals se han hecho en formato digital,
pero la oferta es aun hoy muy mezquina en comparación con la rica variedad de
fuentes huecas disponibles ante rior mente. Algunas de ellas son muy elegantes,
pero pueden utilizarse en situaciones nada convencionales.
(fi g.12) La idea de diversidad se aprecia en todo el alfabeto, pero sobre todo en las
‘Q’, en la ‘&’ inglesa (ampersand), en las alternativas de ciertos signos minúsculos
y en las ligaduras itálicas con la ‘s’.
(fi g.14) Según Unger, para tener éxito al diseñar la versión bold de tu propia fuente
tipográfica, es preciso ingerir grandes cantidades del chocolate preferido.
12 Estudiar, escribir, diseñar la letra
(fi g.16) Rayuela es distribuida por la empresa MyFonts.com de Boston.
13 Estudiar, escribir, diseñar la letra
Para más información sobre las escuelas mencionadas:
Universidad de Reading
http://www.rdg.ac.uk/AcaDepts/lt/
Director de curso: Gerry Leonidas
Department of Typography & Graphic Communication
The University of Reading
2 Earley Gate, Whiteknights
PO Box 239
Reading RG6 6AU
United Kingdom
tel +44 (0)118 931 8081
fax +44 (0)118 935 1680
Atelier National de Recherche Typographique (anrt)
Director: Peter Keller
Atelier National de Recherche Typographique
École Nationale Supérieure d’Art, Nancy
1, avenue Boffrand
54000 Nancy
France
tel +33 (0)383 41 62 82
fax +33 (0)383 41 51 93
14 Estudiar, escribir, diseñar la letra
El autorAlejandro Lo Celso, diseñador gráfico y tipográfico nacido en 1970 en Córdoba,
Argentina, ha sido jefe de arte en diversos medios editoriales de Buenos Aires, profesor
adjunto de Tipografía en la Universidad de Buenos Aires y ha publicado varios artículos
sobre tipografía y diseño en la revista tipográfica. En 2000 obtuvo su ma en diseño de
tipos en la Universidad de Reading, Inglaterra, y continuó su investigación en el anrt,
Atelier National de Recherche Typo graphique en Nancy, Francia. Ha trabajado como
diseñador free lance en Londres, y su familia Rayuela fue premiada en el concurso inter-
nacional de tipos Bukva:raz! organizado por la Association Typogra phique Internationale
en Moscú, 2001. Actualmente reside en Córdoba, Argentina, y dirige su propia fundición
digital PampaType.
15 Estudiar, escribir, diseñar la letra
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