ser y devenir. apariencia y realidad o verdad

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Ser y devenir. Apariencia y realidad o verdad. El Romanticismo fue un movimiento cultural que se extendió en la primera mitad del siglo XIX. Éste se caracterizó por ser una reacción revolucionaria contra el racionalismo propio de la Ilustración, pasando a otorgar más importancia a las emociones que a la razón. Además, también se tuvo en gran consideración la actitud artística creativa. En este siglo surgieron diversas corrientes filosóficas, como el positivismo, así como conocidos filósofos que posteriormente influenciaron muchos de los pensamientos europeos, como Nietzsche. Éste fue un pensador alemán cuya filosofía se basó en criticar los valores de la sociedad occidental como contrarios a la vida e introducir nuevos conceptos como el superhombre, el eterno retorno o la voluntad de poder. En la presente disertación se va a tratar el tema de ser y devenir, exponiendo los argumentos de los filósofos antiguos y los de Nietzsche, así como la crítica de este último a los anteriores. La cultura occidental, desde hace siglos, expone que la realidad que apreciamos mediante los sentidos es una realidad engañosa, pues estos sólo nos conducen al error y a lo falso. Se trata de una apariencia y tras ella se encuentra la única verdad, la cual puede ser alcanzada mediante la razón. Muchas han sido las corrientes filosóficas o de pensamiento que han apoyado esta teoría; como Platón, que defendía que la verdad se obtenía a partir de la dialéctica; el cristianismo, a partir de la fe; Descartes, mediante el cogito; o Kant, que afirmaba que se obtenía a partir de la razón práctica o las categorías del entendimiento. Mediante la razón podemos llegar al mundo verdadero, donde los objetos permanecen constantes, sin variar, de manera que permiten la obtención de la verdad. Por tanto, existen dos mundos: el mundo del devenir o mundo aparente y el mundo del ser o mundo verdadero. El primero de ellos se caracteriza por la razón, mientras que el segundo está unido a los sentidos. Estos mundos están estrechamente vinculados al dualismo ontológico de Platón, es decir, al mundo sensible y al mundo inteligible. Estos dos mundos se apoyan en la afirmación de que todo aquello que permanece tiene un valor superior a lo que cambia y que el único método para conocer el mundo verdadero es la razón. Todos estos filósofos que tratan de conservar intactos todos sus conceptos a pesar de que el tiempo transcurra, son denominados filósofos-momias por Nietzsche. Estos confían únicamente en los conceptos abstractos y desconfían de los sentidos. En cambio, Nietzsche defiende que la realidad no es, sino que deviene, se encuentra en un continuo cambio. Nunca se puede percibir un objeto de la misma forma que se ha percibido anteriormente, ya que éste deviene continuamente, del mismo modo que nuestra forma de percibir cambia. Por lo tanto, afirma que la realidad es inaccesible al conocimiento humano, es decir, podemos experimentarla pero no conocerla. Si se intentase

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Page 1: Ser y Devenir. Apariencia y Realidad o Verdad

Ser y devenir. Apariencia y realidad o verdad.

El Romanticismo fue un movimiento cultural que se extendió en la primera mitad del siglo XIX. Éste se caracterizó por ser una reacción revolucionaria contra el racionalismo propio de la Ilustración, pasando a otorgar más importancia a las emociones que a la razón. Además, también se tuvo en gran consideración la actitud artística creativa. En este siglo surgieron diversas corrientes filosóficas, como el positivismo, así como conocidos filósofos que posteriormente influenciaron muchos de los pensamientos europeos, como Nietzsche. Éste fue un pensador alemán cuya filosofía se basó en criticar los valores de la sociedad occidental como contrarios a la vida e introducir nuevos conceptos como el superhombre, el eterno retorno o la voluntad de poder. En la presente disertación se va a tratar el tema de ser y devenir, exponiendo los argumentos de los filósofos antiguos y los de Nietzsche, así como la crítica de este último a los anteriores.

La cultura occidental, desde hace siglos, expone que la realidad que apreciamos mediante los sentidos es una realidad engañosa, pues estos sólo nos conducen al error y a lo falso. Se trata de una apariencia y tras ella se encuentra la única verdad, la cual puede ser alcanzada mediante la razón. Muchas han sido las corrientes filosóficas o de pensamiento que han apoyado esta teoría; como Platón, que defendía que la verdad se obtenía a partir de la dialéctica; el cristianismo, a partir de la fe; Descartes, mediante el cogito; o Kant, que afirmaba que se obtenía a partir de la razón práctica o las categorías del entendimiento. Mediante la razón podemos llegar al mundo verdadero, donde los objetos permanecen constantes, sin variar, de manera que permiten la obtención de la verdad. Por tanto, existen dos mundos: el mundo del devenir o mundo aparente y el mundo del ser o mundo verdadero. El primero de ellos se caracteriza por la razón, mientras que el segundo está unido a los sentidos. Estos mundos están estrechamente vinculados al dualismo ontológico de Platón, es decir, al mundo sensible y al mundo inteligible. Estos dos mundos se apoyan en la afirmación de que todo aquello que permanece tiene un valor superior a lo que cambia y que el único método para conocer el mundo verdadero es la razón. Todos estos filósofos que tratan de conservar intactos todos sus conceptos a pesar de que el tiempo transcurra, son denominados filósofos-momias por Nietzsche. Estos confían únicamente en los conceptos abstractos y desconfían de los sentidos.

En cambio, Nietzsche defiende que la realidad no es, sino que deviene, se encuentra en un continuo cambio. Nunca se puede percibir un objeto de la misma forma que se ha percibido anteriormente, ya que éste deviene continuamente, del mismo modo que nuestra forma de percibir cambia. Por lo tanto, afirma que la realidad es inaccesible al conocimiento humano, es decir, podemos experimentarla pero no conocerla. Si se intentase descubrirla, sólo se obtendría un desengaño. También apoya que sólo hay devenir y que lo real es únicamente lo que cambia. De este modo, el mundo verdadero y el mundo aparente de la cultura occidental son realmente el mundo inventado y la realidad, respectivamente. No se puede llegar a la verdad mediante la razón, ya que ésta es un elemento secundario que nunca podrá guiarnos hasta la realidad, pues la falsea. Nietzsche termina con el dualismo de realidades, porque si el mundo verdadero desaparece, deberíamos dejar de llamar aparente al otro mundo, ya que no sería apariencia de nada. Así, sólo nos quedaría el auténtico mundo verdadero, es decir, el mundo del devenir, el mundo experimentable.

Nietzsche critica el mundo metafísico de la cultura occidental y afirma que la construcción del “mundo verdadero” no es otra cosa que un síntoma de una vida descendente, donde los hombres son débiles y muestran la necesidad de crear un mundo en el que creer y en el que sentirse protegidos. Este mundo fue creado por el miedo al devenir, de modo que se convirtió lo alterable en inmutable.

El principal método de esta conversión es el lenguaje, ya que muestra dificultades a la hora de expresar y percibir el cambio. A partir del lenguaje no se puede experimentar la realidad, por lo que permite la creencia del “mundo verdadero”. Hay numerosos elementos lingüísticos que admiten la creación de diversos mundos artificiales, como el término “yo”, el verbo ser, las estructuras de sujeto-predicado o las polisemias y sinonimias. Por ejemplo, en la oración “la casa es azul” se toma “casa” como sustancia y el color “azul” como accidente, de modo que si decimos “la casa es amarilla”, el accidente cambia. De este modo se le quita

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importancia a las diferencias experimentales que se puedan tener sobre la casa, como si es vieja, nueva, con más color, con menos, etc. Se piensa que es algo obvio que la casa continúe siendo la misma, por lo que parece que no se somete a ningún cambio, hecho que permite creer en la esencia de las cosas. Así, el lenguaje debería ser modificado si se quiere hablar del devenir.

Por tanto, como se ha mencionado anteriormente, la creación del “mundo verdadero” se basa en el miedo, de manera que todos aquellos que creen en él son débiles, cobardes y viven en el autoengaño. No podemos obtener una verdad a partir de él, pero sí nos ayuda a sobrevivir y adaptarnos a nuestro mundo. Se trata de una solución para estar tranquilos y vivir todos juntos ilusionados y esperanzados. De este modo, como no hay un mundo verdadero, pues sólo existe el “aparente”, no hay realidades, sino múltiples interpretaciones y perspectivas basadas en la experiencia, las cuales son todas válidas. Así, se afirma que la verdad no es más que la creencia o necesidad de creer que algo va a ser permanente y eterno, es la necesidad de huir del devenir, de todo aquello que cambia. No existen verdades, sólo interpretaciones de la realidad y ésta no puede ser alcanzada con exactitud. Así, cada percepción será única, será una interpretación del mundo de aquel que lo percibe, y en ésta hay tres influencias subjetivas: el aparato sensorial, las vivencias e impulsos propios, por lo que cada una es personal, exclusiva de cada uno. De este modo, Nietzsche afirma que el “mundo verdadero” no es falso, sino que es la perspectiva de aquellos débiles que necesitan refugiarse y creer en este nuevo mundo. No obstante, crítica que estos impongan ese mundo a todos los demás, como si fuera lo único posible, una verdad absoluta e inquebrantable.

En definitiva, para los denominados filósofos-momia el mundo verdadero es aquel del cual se obtiene la verdad a partir de la razón, mientras que el mundo aparente es aquel que ofrece una visión engañosa de la realidad, obtenida mediante los sentidos. En cambio, para Nietzsche no hay dos mundos, sólo hay uno. Del “mundo verdadero” de los anteriores no se podría extraer una verdad, pues la razón engaña. El único mundo de Nietzsche sería el mundo aparente de los otros, aunque afirma que sólo a partir de él se pueden obtener las percepciones, que son interpretaciones que cada uno hace de la realidad. De este modo, no existe una única verdad, sino que cada uno tiene una visión distinta y todas son válidas. Nietzsche critica que este “mundo verdadero” haya sido impuesto como el único real y válido. Además, existen numerosos elementos lingüísticos que producen engaños y que, consecuentemente, permiten la creencia en ese tipo de mundos irreales.