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Semana 1 Psicología del Aprendizaje

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1 UNIVERSIDAD DE LAS COMUNICACIONES



CONDUCTA Y APRENDIZAJE

Introducción

A lo largo del siguiente documento se desarrolla un resumen del recorrido de la

psicología conductual, entendida como una disciplina científica y como una

escuela o enfoque en psicología.

Es preciso aclarar que la psicología conductual es un término genérico con el que

se hace referencia a un conjunto de investigaciones teóricas y empíricas con una

serie de aspectos en común. Siendo más rigurosos, es posible diferenciar una

psicología de conducta radical, aprendizaje social, modificación de conducta y

psicología cognitivo-conductual. La psicología conductual radical hace referencia a

Watson y Skinner, cuya labor ha marcado este paradigma desde 1920 hasta 1960.

Después, Bandura es el autor clave del aprendizaje social, con su obra Teoría del

Aprendizaje Social (Bandura, 1982). Actualmente la modificación de conducta (o

terapia de conducta, según el ámbito de aplicación; principalmente clínico en el

caso de terapia), incorpora los enfoques previos con los nuevos hallazgos. Por

último, psicología cognitivo-conductual es, otra vez, un término genérico que no

refiere a un cuerpo de conocimiento claramente definido, sino a la parte de

psicología conductual que, respetando los axiomas propios de esta escuela

psicológica, incorpora variables mediaciones de carácter cognitivo.

Finalmente, se matizará la definición de conducta (como terminología conductual),

que de hecho permite un método de análisis exclusivo a esta disciplina (el análisis

funcional de la conducta).



La psicología conductual

La psicología conductual es un enfoque teórico y práctico que puede incorporarse

en distintos marcos teóricos, todos ellos con una serie de axioma en común.

En este sentido, con un sentido pedagógico y un criterio cronológico, a

continuación se delimitará la trayectoria de la psicología conductual como enfoque

teórico y práctico (Bandura, 1982; Vallejo, 1985; Pautassi y Godoy, 2003 y

Alfredo):

Primero. Es posible referirse con psicología conductual a la también llamada

psicología conductual radical, que tuvo su protagonismo entre 1920 y 1960

aproximadamente. A través de sus axiomas, mantiene un posicionamiento

positivista y niega el estudio de la subjetividad o la mente como objetos válidos

de estudio por parte de la psicología científica. Watson y Skinnerson dos

autores claves en ello. A partir de 1960 fue objeto de importantes críticas,

incluidas las recopiladas en la Teoría del Aprendizaje Social. En cierto sentido

estas críticas siguen teniendo vigencia en referencia a la validez,

probablemente por ello es referida con el término radical; sin embargo, debe

aclararse que constituyen el fundamento de posteriores enfoques más maduros

y sus aportaciones teóricas, empíricas, metodológicas y tecnológicas siguen

teniendo presencia.

Segundo. Este enfoque conductual está marcado por el hito de la Teoría del

Aprendizaje Social, de Bandura (1982). En esta teoría se reposicionaron

algunos axiomas, por ejemplo, se incluyen variables mediacionales (de carácter

cognitivo) entre el estímulo y la respuesta. De este modo refiere a un

neoconductismo o conductismo mediacional, que reconoce la influencia de

variables mediacionales entre el estímulo y la respuesta. Sin embargo, una

variable mediacional debe cumplir una serie de requisitos para seguir coherente

con el enfoque conductual.



Tercero. Hoy en día distintos marcos teóricos son incorporados en la llamada

modificación de conducta (también llamado Terapia de conducta; la diferencia

entre ambos términos no refiere al método ni al cuerpo teórico, sino en el

ámbito de aplicación de éste; tales como psicología laboral o psicología clínica).

Debe aclararse que la modificación de conducta mantiene el aprendizaje social

como uno modelo teórico clave, por ejemplo, en el desarrollo de técnicas de

modificación o control de la conducta, referidas al aprendizaje vicario.

Por otro lado, la psicología cognitivo-conductual es un término genérico que no

refiere a un cuerpo teórico bien delimitado, sino a un conjunto de distintos

autores o investigaciones. Estas investigaciones concuerdan con un

conductismo mediacional en donde se incluyen variables cognitivas. Por

ejemplo, las respuestas verbales de un sujeto pueden ser entendidas como una

modalidad de respuesta, en lugar de referir al proceso mental o razonamiento

cuyo modelo de análisis se correspondería con una psicología cognitiva.

La primera definición de psicología conductual mencionada, durante la primera

mitad del siglo XX, parte de un contexto funcionalista y pragmático, propio del

contexto cultural y científico de EE.UU. en aquella época. Esto explica en parte la

rápida difusión del conductismo como disciplina científica, coherente con el

espíritu de la época. Watson (1982) trazó las premisas que consolidan este ámbito

de investigación; concretamente el funcionalismo se centra en el análisis a partir

de las consecuencias para significar las ideas, relegando con ello a la consciencia

y la mente hacia un papel secundario. Es necesario matizar que el funcionalismo

era un enfoque clave en las ciencias naturales de aquella época, especialmente

en biología y evolucionismo. De este modo, desterrar la consciencia como objeto

de conocimiento o estudio por parte de la psicología científica era un modo de

reafirmarse como ciencia y zanjar unas premisas sólidas con las que asegurar el

rigor del método científico para la psicología (Pautassi y Godoy, 2003).



Esta psicología conductual relativa a Watson (1982) dotó al condicionamiento

clásico de un papel central, especialmente en la explicación de las emociones, a

partir del condicionamiento de estímulos. Entre sus distintas investigaciones, toma

especial relevancia una de condicionamiento emocional de miedo en un bebé que

marcó un hito en la disciplina. Este caso de condicionamiento, con metodología

experimental, explica cómo el niño aprendía una reacción de miedo a partir de

experiencias previas. Pocos años antes su artículo Psicología desde el punto de

vista del conductista (1916) explicitó las premisas de este incipiente programa de

investigación y escuela psicológica (Watson, 1920; Pautassi y Godoy, 2003).

Una vez afianzado el conductismo en la década de los 30, Skinner, a partir de

Watson, reafirma las posturas iniciales y se convierte en otro autor clave, con hitos

tales como la publicación de La conducta de los organismos (1938). Skinner llegó

a caricaturizar los estudios de la mente como un “fantasma dentro de una

máquina”, de modo que la mente-fantasma que pudiera explicar la conducta

quedaba a su vez sin ser explicada. A partir de esta caricatura, fundamenta un

determinismo ambientalista y materialista en la explicación de las causas de la

conducta (Pautassi y Godoy, 2003).

La Teoría del aprendizaje social (Bandura, 1982) explicita y desarrolla una serie de

críticas al enfoque anterior (con evidencia experimental y de otras disciplinas). En

este sentido, Bandura propuso un modelo de determinación recíproca entre

conducta, variables personales y variables del ambiente; las tres en determinación

mutua, siendo cada una causa y consecuencia al mismo tiempo. Debe explicitarse

que una consecuencia lógica de esta determinación recíproca mantiene al

ambiente como agente causal último de la conducta.

En este sentido, desarrolló aspectos teóricos y metodológicos en referencia al

aprendizaje de símbolos, juicios de valor o morales, el aprendizaje mediante la

observación (especialmente el vicario: aprendizaje observando las consecuencias

de la conducta de otras personas), funciones de las consecuencias de la conducta

e, incluso, consecuencias autoproducidas, tales como el autocastigo.



Según Bandura (1982) las consecuencias de la conducta cumplen con tres

funciones distintas, de modo que las relaciones entre el estímulo y la respuesta no

son una mera asociación automática, sino deben ser entendidas como regulación

activa por parte del propio sujeto:

La función informativa: corresponde a un aprendizaje simbólico mediante el

cual las personas adquieren conocimiento sobre las respuestas y contextos,

a modo de hipótesis. Se explicita que este conocimiento funciona a modo

de hipótesis en el sentido de que siempre está en continua confrontación

con el resto de aprendizaje. En el caso de que nueva información la false,

entonces podría ser preciso alterar el símbolo (falsar una proposición,

hipótesis o idea denota rebatirla mediante un contraejemplo o una

observación empírica). Por ejemplo, es especialmente visible en el

reconocimiento explícito de contingencias estímulo-consecuencia, que

funcionan a modo de expectativas; si nueva información falsa la expectativa

o contingencia, podría ser preciso replanteársela, es decir, si la

contingencia nos premia cada 5 minutos pero alguien cree que la

contingencia es de cada 10 minutos, podría estar confirmando su creencia

con cada experiencia; haría falta alguna evidencia experiencial que

contradiga la creencia original. De este modo, las personas observan

acciones de los demás y aprender características de su conducta o de las

consecuencias que ésta adquiere en su contexto.

Función motivacional: el aprendizaje simbólico mencionado durante la

función informativa puede adquirir una función motivacional, influyendo en

las intenciones y metas personales. También puede influir mediante un

proceso de valoración por parte del propio sujeto.

Función reforzante: de nuevo, el aprendizaje simbólico mencionado durante

la función informativa puede adquirir una función reforzante. Según

evidencia experimental, tomar consciencia de la contingencia entre el

estímulo y sus consecuencias. Además, esta toma de consciencia puede

ocurrir en distinto grado.



La modificación o terapia de conducta (por ejemplo, Vallejo, 1985; Labrador,

Cruzado y Muñoz, 2001) incorpora todos estos enfoques anteriores y aportaciones

teóricas más recientes, como una disciplina científica conductual que permite

aplicaciones para conocer los casos particulares.

La conducta no debe ser malinterpretada, reduciéndola al proceso mental o a la

mera ejecución motora. Conducta corresponde a terminología conductista para

referirse (desde un enfoque positivista, materialista y funcionalista) a una

consecuencia mecanicista del estímulo. En este sentido, los procesos mentales

podrían considerarse una parte o componentes de la conducta, pero no su causa,

es decir, expresado con otras palabras, la mente no es la variable explicativa sino

lo que debe ser explicado. Por otro lado, la conducta no debe ser situada en el

organismo, sino es una interacción, contextualizada; de ahí el marcado enfoque

ambientalista en la explicación de la conducta (Freixa, 2003).

Finalmente, merece mención que existe un método de análisis exclusivo de la

psicología conductista, el análisis funcional de la conducta.

Conclusión

A raíz de lo expuesto, existe una diversidad de corrientes teóricas incorporadas en

la psicología conductual, cada una de ellas matizadas con distintas posiciones. No

obstante, debe subrayarse que todas ellas siguen un proyecto de investigación

común, relativo a axiomas como su concepción de la conducta y el papel del

ambiente en ella.

Actualmente, la modificación de conducta (también llamada terapia de conducta,

según el ámbito de aplicación) tiene un papel inclusivo de todas estas corrientes,



con especial influencia de la Teoría del Aprendizaje Social. Congruentemente, los

presupuestos iniciales de Watson y Skinner mantienen una importancia clave

como presupuestos de la disciplina, sin embargo, pueden dar lugar a

controversias, tales como las presentadas y discutidas en la Teoría del

Aprendizaje Social.

Hoy, la psicología tiene un carácter centrado en la mente. Tal y como Pautassi y

Godoy (2003) describen la situación actual del conductismo, no ha prosperado la

propuesta radicalizada de Skinner, sino a partir de la revolución cognitiva variables

de esta naturaleza empezaron a incluirse, respetando los axiomas conductuales.

Hoy en día no se sustenta el planteamiento inicial radical propuesto por Skinner, si

bien aún existen grupos científicos relevantes al respecto, así como su influencia

en la psicología es notable.



Referencias Bibliográficas

Ruiz, A. Bases histórico-epistemológicas de la Psicología Cognitiva. Universidad

Nacional de Cumahue, Facultad de Ciencias de la Educación.Disponible

en: http://goo.gl/TwfvGE

Pautassi, R. M. y Godoy, J. C. (2003). Conductismo: orígenes y principales

postulados. Universidad Nacional de Córdoba, Facultad de Psicología.

Disponible en

http://psicologiamonserrat.zonalibre.org/Monserrat%20%28Conductismo%

29.pdf

Freixa i Baqué, E. (2003). ¿Qué es conducta? International Journal of Clinical

and Health Psychology, 3 (3), pp. 595-613.

http://www.aepc.es/ijchp/articulos_pdf/ijchp-89.pdf

Watson, J. B. y Rayner, R. (1920). Condicionamiento de reacciones emocionales.

Journal of Experimental Psychology, 3, 1-14.

Bandura, A. (1982, 1976 en inglés). Teoría del Aprendizaje Social. 2ª edición.

Madrid: Espasa-Calpe.

Vallejo Pareja, M. (1998). Manual de terapia de conducta (Volumen 1) (pp. 3-80 y

169-216). Madrid: Dykinson.

http://goo.gl/TwfvGE

http://psicologiamonserrat.zonalibre.org/Monserrat%20%28Conductismo%29.pdf

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http://www.aepc.es/ijchp/articulos_pdf/ijchp-89.pdf



Labrador, F. J.; Cruzado, J. A. y Muñoz, M. (2001). Manual de técnicas de

modificación y terapia de conducta (pp. 31-70 y 284-318). Madrid:

Pirámide.

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UNIACC (2014). Conducta y Aprendizaje. Sicología del Aprendizaje. Lea esto

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