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Taller seminario de diseño y de fundamentación de la propuesta didáctica
Semana 1. Aproximación a referentes conceptuales
sobre las nociones de Actividad, Secuencia Didáctica y
Pedagogía por Proyectos: tres alternativas para la
organización del trabajo didáctico.
Referentes conceptuales
Actividad, Secuencia Didáctica y Pedagogía por Proyectos: Tres
Alternativas para la Organización del trabajo Didáctico en el Campo del
lenguaje
Gloria Rincón Bonilla
Mauricio Pérez Abril
1. El Estatus de la Didáctica como Disciplina Emergente y la Noción de
Configuración Didáctica
A continuación se realiza una aproximación a la didáctica, como disciplina, y a
la noción de secuencia didáctica, desde una perspectiva que toma distancia a)
de la connotación instrumental que suele circular en nuestro contexto, b) de su
determinación exclusiva de los objetos de conocimiento, c ) de su
consideración como campo de aplicación de saberes provenientes de otros
campos disciplinares: la sicología, la sociología, las ciencias del lenguaje, la
comunicación, d) de su aparente “neutralidad” en relación las determinaciones
de contexto, el ámbito político e ideológico. También se establecen algunas
diferencias y semejanzas entres la pedagogía por proyectos y las secuencias
didácticas.
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La discusión y revisión crítica reciente sobre el estatus de la didáctica, en tanto
campo de reflexión e investigación (Camps 2003, Litwin 1997, Barriga 2003),
señala algunas tensiones centrales que consideramos relevantes para quienes
trabajamos en el terreno de la enseñanza. Veamos de manera breve tres de
esas tensiones.
A. Primera tensión. En la discusión actual sobre la didáctica se postula una
doble función y un doble carácter de la misma (Litwin 1997, Camps 2003). De
un lado, hay un consenso sobre el hecho que la didáctica pretende describir,
comprender, explicar e interpretar las prácticas o situaciones de enseñanza y
aprendizaje, en tanto prácticas sociales, marcadas políticamente, y
determinadas por los campos disciplinares. hecho que le otorga su carácter de
disciplina teórica. De otro lado, sigue quedando claro que la didáctica pretende
generar alternativas consistentes para orientar las prácticas de enseñanza,
hecho que le otorga un carácter propositivo. Este doble carácter,
principalmente el segundo, se vincula con los orígenes mismos de la didáctica
desde la formalización desarrollada por Comenio en la Didáctica Magna, en el
siglo XVII. En este sentido, Camilloni (2000) afirma que, aún hoy, la didáctica
es una disciplina de la intervención. Como vemos, el estatus de la didáctica se
ha mantenido en su esencia en cuanto a sus funciones.
B. Segunda tensión. La revisión crítica actual sobre la didáctica, señala que
actualmente es insostenible la idea de la estandarización de los procesos de
enseñanza, y la creencia ingenua en la transferibilidad mecánica de la
experiencia. Lo anterior se debe a que una situación didáctica toma su forma
en atención a las decisiones del sujeto que lo configura, está fuertemente
determinada por unas condiciones de contexto y anclada en el sistema de
representaciones e imaginarios que circulan en la cultura.. Dicho de otro modo,
una forma de organizar la enseñanza está situada en un lugar, un contexto
socio – político dado, un tiempo, y es la resultante de la relación que el docente
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establece con, y de la posición que toma frente a, diversos campos: disciplinar,
epistemológico, político, ético, institucional. De otro lado, esa forma de
organizar la enseñanza se configura en función de las fuerzas que en ella
convergen: las políticas educativas, las prácticas de resistencia, las diversas
posiciones sobre los saberes, los sentidos que se otorgan al cato de enseñar,
etcétera. Como se observa, la enseñanza es un objeto complejo multicausado
y con una carga política e ideológica muy fuerte. En este sentido Freire (1997)
afirmaba que ante todo educar es un acto político. Por tanto, aquella agenda de
la didáctica orientada al diseño de alternativas instrumentales, "puras", a
prueba de la diversidad de contextos y docentes, queda en cuestión.
De este modo, la explicación, descripción y diseño de propuestas didácticas
deben pensarse desde la complejidad de sus condiciones de producción y en
función de las determinaciones de su puesta en escena. Así, la didáctica en
tanto disciplina teórica, y en tanto disciplina de la intervención,
está multideterminada. En este marco, la didáctica adquiere un carácter
bastante más humilde, pero a la vez más complejo, que aquel que tuvo en sus
orígenes. En síntesis, la didáctica ha cuestionado la ingenuidad referida su
carácter universalizante, prescriptivo y estrictamente instrumental. Pero el
hecho que las practicas de enseñanza no sean estandarizables ni transferibles
mecánicamente no significa que se renuncie a la búsqueda de criterios,
estructuras y principios generales orientadores de las prácticas de enseñanza,
elementos que podrán, y deberán, ser analizados, discutidos y reconstruidos de
manera crítica por los docentes, en atención a las condiciones de contexto y al
tipo de proyecto académico, institucional, personal y político. Consideramos
que si se abandona este carácter propositivo, que se puede señalar y
cuestionar como “moderno”, la didáctica carece de sentido en cuanto a su
función de orientación de las prácticas de enseñanza. La didáctica, por tanto,
no puede solamente ocuparse de describir de manera infinita la diversidad de
prácticas, pues no hay ciencia de lo particular Camilloni (2000) y la didáctica,
en la actualidad, pretende constituirse en una disciplina científica.
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Nótese que esta perspectiva resalta el carácter situado y político de la didáctica
y se inscribe en un proyecto más amplio de generación de marcos de
referencia consistentes a nivel teórico y práctico, que sirvan de marcos para la
transformación de las prácticas de enseñanza en Latinoamérica. Esta
perspectiva, claramente toma distancia de la versión instrumental de la
didáctica, que tiene en su base un matiz de irrespeto por la profesión de
enseñar, en tanto la considera como un campo de aplicación, como un ejercicio
cuya condición es el dominio de un saber estrictamente técnico. En este
sentido, consideramos que la renovación de la didáctica puede verse como
un proyecto académico y político que parte de un reconocimiento y estudio
riguroso de las condiciones situadas de la labor de enseñar.
C. Tercera tensión. En la discusión actual en didáctica de la lengua se señala
que su objeto se ha venido aclarando en la medida que se ha distanciado, por
ejemplo, de la lingüística y de la psicología como disciplinas orientadoras de su
quehacer y sus fundamentos. Como sabemos, debido a los desarrollos de la
psicología, que desde sus diferentes escuelas ha producido buenas respuestas
a las preguntas por el aprendizaje, mas no necesariamente a aquellas sobre la
enseñanza, la didáctica fue impregnada por esos desarrollos, de tal modo que
se suele ver como una disciplina cuya pregunta central es el aprendizaje y
como un campo de aplicación de los hallazgos de la sicología. Algo similar
ocurrió con la llegada de los desarrollos de las ciencias del lenguaje a la
didáctica, en la medida que el criterio de organización de la enseñanza fue
determinado por los desarrollos y la estructura conceptual de esta disciplina.
Este análisis que ha sido suficientemente desarrollado (Lomas, Camps 2003),
lo obviaremos por razones de extensión.
En esta discusión, que por supuesto no está cerrada, Anna Camps define como
objeto de la didáctica de la lengua “ el conjunto complejo de procesos de
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enseñanza y aprendizaje de la lengua, con la finalidad de actuar sobre las
situaciones de aprendizaje y enseñanza.” . El análisis y fundamentación de ese
“conjunto de procesos”, hace referencia al carácter teórico antes nombrado en
este texto, y la orientación hacia el “actuar sobre las situaciones de enseñanza
y aprendizaje” da cuenta del carácter propositivo. Esta perspectiva coincide en
gran parte con el planteamiento de Godino.
“Es la disciplina científica y el campo de investigación cuyo fin es identificar,
caracterizar y comprender los fenómenos y procesos que condicionan la
enseñanza y el aprendizaje. Por tanto, estudia las relaciones entre las
características sociales de los procesos de interacción, el pensamiento del
profesor y el de los estudiantes, desde una perspectiva metodológica.” (Godino,
2004)
En esta línea de discusión, y como soporte de nuestro trabajo, consideramos
que la didáctica, en tanto sistema conceptual, se nutre de los saberes de otras
disciplinas, pero tiene su especificidad porque se ocupa de un objeto particular:
las prácticas de enseñanza, de cara al aprendizaje, prácticas claramente
marcadas por la voluntad de enseñar, situadas en contextos particulares y
marcadas por tensiones derivadas de los ámbitos disciplinar, institucional,
político, ideológico, entre otros. Estas características diferencian la práctica de
enseñanza de las demás prácticas sociales. Así, el problema central de la
didáctica, y de la investigación en didáctica, será contar con una estructura
teórica que le permita explicar y describir dichas prácticas, para desde allí
generar criterios y alternativas consistentes.
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2. La Noción de Configuración Didáctica: la Pedagogía por Proyectos, las
secuencias didácticas y la actividad como tipos de configuración
Como ya se señaló, Litwin (1997) define como objeto central de la didáctica las
prácticas de enseñanza, que toman formas diversas en atención a las
concepciones, creencias y decisiones que toma el docente. A estas formas que
toma la práctica, la autora las denomina configuraciones didácticas entendidas
como "...la manera particular que despliega el docente para favorecer los
procesos de construcción del conocimiento. Esto implica una construcción
elaborada en la que se pueden reconocer los modos como el docente aborda
múltiples temas de su campo disciplinar […], el estilo de negociación de
significados que genera, las relaciones entre la práctica y la teoría que incluyen
lo metódico y la particular relación entre el saber y el ignorar. Todo ello
evidencia una clara intención de enseñar, de favorecer la comprensión de los
alumnos y de generar procesos de construcción de conocimiento, con lo cual
se distinguen claramente aquellas configuraciones no didácticas, que implican
sólo la exposición de ideas o temas, sin tomar en cuenta los procesos de
aprender del alumno”. Como puede notarse, una configuración puede verse
como un modo particular de práctica en tanto implica una forma peculiar de
organizar la enseñanza, y se sitúa en contextos institucionales. ”[.
Para generar un marco en el cual situar las nociones de actividad, secuencia
didáctica y pedagogía por proyectos, retomamos este concepto de
configuración y desarrollamos un poco los aspectos referentes a las diversas
determinaciones que la acotan. En este sentido, consideramos que la
configuración, en tanto práctica social y dada su multideterminación, está
soportada en un sistema de saberes explícitos, entendidos como la red
distribuida de conocimientos situados en ciertas instituciones a las que el
docente acude, ligados a ciertos grupos y comunidades de conversación a los
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que se pertenece (redes, grupos de discusión, seminarios, grupos de reflexión
e investigación...), a ciertos libros y tendencias teóricas, ciertos instrumentos
(materiales, textos guía...).
La configuración, además, se soporta, igualmente, en un sistema de intereses
personales, creencias, concepciones (sobre la enseñanza, el aprendizaje, la
interacción, el lenguaje, los sentidos de la escritura y la lectura, los fines de la
escuela...). De otra parte, la configuración toma forma en función de gustos no
necesariamente explícitos, determinados por la historia personal y/o grupal, así
como por la posición ideológica y política del docente y por su lugar frente al
gremio del profesorado. Igualmente, la configuración está marcada por la
posición del docente respecto de las demandas sociales (de la familia y la
sociedad local y nacional), y respecto de las orientaciones curriculares,
evaluativas y de otro tipo, planteadas por el estado y por la institución en la que
se labora. Este conjunto de elementos, que se entrecruzan de manera
compleja, hará que el docente asuma posturas y tome decisiones diversas que
finalmente darán una forma especial a la práctica. De este modo, la
configuración se puede ver como la resultante de un campo de tensiones.
En este sentido, consideramos que el objeto de la didáctica lo constituyen las
prácticas de enseñanza, y las formas que éstas toman, es decir las
configuraciones de diferente tipo, en su doble dimensión explicativa y
propositiva. Las secuencias didácticas, las actividades y la pedagogía por
proyectos pueden comprenderse como tipos de configuración. Por su parte, la
investigación en didáctica deberá ocuparse, en esta lógica, de la comprensión y
explicación de esas prácticas de enseñanza y la generación de criterios y
alternativas para orientar dichas prácticas.
Cabe señalar que desde la tradición francesa, un concepto relacionado con el
de configuración es el de "situación didáctica", planteado por Brousseau. Para
Brousseau (1995), el objeto de la didáctica lo constituyen las situaciones de
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enseñanza y aprendizaje, entendidas como el conjunto de relaciones
establecidas de manera explícita o implícita entre los alumnos, un cierto medio,
que comprende instrumentos y objetos, un saber y un sistema educativo
representado por el docente, la finalidad dominante consiste en que estos
alumnos se apropien de un saber constituido o en vías de constitución. En la
situación didáctica se manifiesta una voluntad de enseñar. A su vez, una
situación didáctica está soportada en la existencia de un contrato, entendido
como el sistema de obligaciones recíprocas entre el docente y sus alumnos,
obligaciones generalmente tácitas.
2.1. Actividad, secuencia didáctica y pedagogía por proyectos: tres
configuraciones posibles para el diseño didáctico
A continuación presentamos tres alternativas posibles para el diseño del trabajo
didáctico: la actividad, la secuencia didáctica y la pedagogía por proyectos. Se
trata de tres opciones para organizar nuestra labor de enseñanza del lenguaje
en los primeros grados. Las tres alternativas comparten elementos, como por
ejemplo, su carácter intencional, la sistematicidad en la organización de las
acciones e interacciones y la orientación a la construcción de saberes. La
actividad, tal como la definiremos aquí, es una unidad de enseñanza y
aprendizaje muy puntual, sin que esto signifique que sea de baja complejidad,
ligada a una intencionalidad de enseñanza y aprendizaje; la secuencia se
ocupa de algún, o algunos, procesos de conocimiento específicos, en nuestro
caso procesos de lenguaje, y se organiza en una serie de acciones e
interacciones ligadas a un propósito; y la pedagogía por proyectos es una
unidad de mayor complejidad, en cuanto al tipo de interacciones, a la manera
como se planifica y a que, entre otras cosas, puede permitir el trabajo
interdisciplinar. Cada una de estas unidades de planeación del trabajo didáctico
cuenta con autonomía, en la medida que se trata de sistemas organizados para
abordar procesos de enseñanza y aprendizaje, ligados a propósitos y
resultados específicos.
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Sin embargo, debe quedar claro que, por ejemplo, al interior de los proyectos
es posible diseñar actividades y secuencia didácticas con el fin de abordar
algún proceso de lenguaje en particular. Por ejemplo, si se está trabajando un
proyecto sobre la vida de los animales salvajes, y cada estudiante, o grupo de
estudiantes, debe preparar una exposición frente a sus compañeros, sobre la
vida de cada animal, exposición que se pondrá en escena el día que se vaya a
visitar el zoológico, en este proyecto es viable que el docente diseñe una
secuencia didáctica para aprender a escribir la carta de solicitud, con el fin de
pedir permiso para visitar dicho zoológico. Esa secuencia tendrá sus propios
objetivos, sus acciones y materiales de soporte, de alguna manera, operará
como una unidad de enseñanza y aprendizaje, al interior de otra unidad más
compleja, más global. De este modo, las secuencias didácticas, además de
constituirse en alternativas de enseñanza y aprendizaje de aspectos concretos
de lenguaje, funcionan como soporte para el trabajo sistemático de los saberes
y saberes hacer en el marco de los proyectos.
En el mismo sentido, las actividades pueden hacer parte de los proyectos y las
secuencias. Es frecuente, y recomendable, en las aulas de los primeros
grados, el diseño de cierto tipo de actividades permanentes (que se realizan
diariamente, o dos veces por semana o cada martes….), por ejemplo la
exploración del nombre propio; el trabajo con la fecha, en el tablero; la hora de
lectura en voz alta; etcétera. Este tipo de actividades están ligadas a propósitos
puntuales de lenguaje, que dado su carácter permanente van aumentando en
complejidad, al transcurrir el tiempo. Algunas de estas actividades pueden
vincularse al diseño de una secuencia o de un proyecto en la medida que sus
propósitos coincidan.
Como se observa, las actividades, las secuencias y los proyectos son
alternativas que si bien cuentan con autonomía, pueden incluyentes
Presentaremos las tres alternativas en orden de complejidad.
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3. La noción de Actividad
La conducta activa acarrea a la vez una transformación del mundo y una
transformación del propio organismo; una de las formas de transformación del
organismo es el incremento de conocimientos. De ahí la fórmula a la vez
común y decisiva: el conocimiento deriva de la actividad. (Bronckart, 1997)
El concepto de actividad, en el marco de la teoría sociocultural, fue planteado
por Vygotsky y desarrollado por Leontiev(1984) como un concepto orientado a
explicar y estudiar las prácticas humanas en relación con el desarrollo. Otros
autores como Galperin, V.V. Davidov, V. P. Zinchenko también realizaron
conceptualizaciones sobre esta noción. En este texto nos interesa presentar,
de manera breve, los rasgos básicos del concepto de actividad desde la
perspectiva histórico cultural y algunos desarrollos posteriores y
complementarios, pertinentes para el campo de la enseñanza.
Desde la perspectiva histórico cultural, la actividad es considerada como la
célula del actuar humano orientado al conocimiento. Desde ese enfoque, la
actividad tiene un carácter social y está históricamente y contextualmente
situada. Los humanos conocemos al lado de otros humanos, en relación con
otros, en interacción con otros. Esos otros pueden ser pares de nuestra misma
edad u otros pares de mayor trayectoria en la vida cultural y social.
"si retiráramos la actividad humana del sistema de relaciones sociales y de la
vida social, no existiría ni tendría estructura alguna. Con sus diversas formas, la
actividad individual humana es un sistema en el sistema de relaciones sociales.
No existe sin tales relaciones." (Leontiev, en Wertsch, 1988, p. 219)
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3.1. Rasgos distintivos de una actividad:
En general, podemos afirmar, siguiendo a Leontiev, que la actividad está
orientada por los motivos (propósitos) e intereses de sus actores, se orienta a
una finalidad (por ejemplo de conocimiento), y supone unas condiciones de su
ocurrencia. La actividad supone una mediación (referida a un objeto cultural u
otro sistema de mediación simbólica). Pero dada su compleja naturaleza social
y cultural, muchas acciones escapan al control de los individuos y tienen
efectos que no hemos buscado. Así, la actividad debe analizarse,
también, como un producto (un efecto) de la acción social (Ricoeur, 1986).
Por esto, la actividad no está determinada en su totalidad por una decisión
consciente de los individuos que intervienen en ella. Para el caso de los
procesos relacionados con la enseñanza y el aprendizaje, es claro que la
actividad es una unidad multicausada, multideterminada, pues hay factores de
diverso orden que inciden en la forma que toma dicha actividad. Por ejemplo,
hay elementos de contexto socio – cultural de la escuela, elementos
relacionados con el proyecto educativo, elementos referidos a la organización
del currículo, la existencia de ciertos materiales, la organización de los tiempos
del horario de clases, que inciden en la actividad. Así, la actividad depende de
unas condiciones y está marcada por factores contextuales.
Veamos algunos rasgos básicos de una actividad:
Toda actividad es conjunta (social). Así la desarrolle un sujeto “aislado”,
siempre estará referida, al menos de modo potencial, a un otro. La actividad
implica coordinación de acciones entre sujetos y depende de ciertas
condiciones.
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Una actividad generalmente se orienta a una tarea de naturaleza colectiva,
social. Por ejemplo en la relación maestro – alumno.
Una actividad está conformada por una serie de acciones y operaciones que se
orientan en función de las necesidades, los motivos, los intereses y la tarea
misma. Así, una actividad está formada por un conjunto de acciones.
Las acciones que se desarrollan en una actividad se articulan entre sí. Por esto
se habla de un sistema de acciones. De otro lado, las acciones se desarrollan
en coordinación con otros, es decir se trata de actividad conjunta.
Toda actividad implica una mediación, un sistema de mediación que puede ser
de alta complejidad. Es decir, toda actividad está mediada simbólicamente, no
sólo a través del lenguaje verbal, sino de otros sistemas de significación.
La mediación, en una actividad, es un sistema complejo que se rige por reglas
históricas, sociales, culturales e institucionales que hacen la actividad una
unidad de alta complejidad, por ejemplo, para ser estudiadas (Engeström,
2001).
Desde los rasgos relacionados con la noción de actividad, en el diseño del
trabajo didáctico resulta necesario considerar que una actividad debe verse
como una unidad de trabajo que incluye, al menos, un propósito de enseñanza
y aprendizaje, relacionado con una campo disciplinar; el diseño de un conjunto
de acciones, articuladas; la realización de una tarea concreta (un producto); el
seguimiento a dichas acciones; la verificación de su realización (ejecución); el
soporte en materiales. Desde esta perspectiva, las preguntas claves que
debemos hacernos al diseñar una actividad son ¿qué pretendo con su diseño?
¿qué saber o saberes deseo construir’ ¿Cuáles son las acciones e
interacciones pertinentes para ese fin? ¿Qué resultados de aprendizaje espero
alcanzar? ¿Qué productos vamos a realizar? ¿Qué tipo de andamiajes y
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mediaciones debo emplear (materiales, discursos, instrucciones, símbolos?
¿De qué modo voy a verificar los aprendizajes? ¿Qué sentido social, político y
ético tiene la actividad?
Desde nuestra perspectiva, la actividad es considerada como estructura básica
de planeación del trabajo didáctico, se orienta a saberes, o saberes hacer, muy
puntuales de un campo disciplinar específico. El desarrollo de una actividad, en
esta conceptualización que tiene como propósito generar criterios para el
diseño del trabajo didáctico, es de corta duración en el tiempo. Así, la actividad,
como unidad básica de planeación didáctica es la base para diseñar unidades
más complejas como las secuencias didácticas o los proyectos de aula. Tal
como se señaló, la actividad está compuesta por acciones articuladas y
reguladas por un sistema de mediación. En algunos casos nos encontramos
con acciones que parecieran ser actividades pero que en realidad no están
claramente ligadas a un propósito, que no tienen un objeto de trabajo claro. En
ese caso se trata más de acciones aisladas que de actividades. Una manera de
identificar si se está realmente frente a una actividad y no frente a acciones
desarticuladas consiste en identificar su conclusividad, es decir, el
cumplimiento de una tarea (un producto, por ejemplo un texto) preestablecida,
que da cuenta del alcance de un propósito, en este caso de aprendizaje.
Veamos algunos ejemplos de diferentes tipos de actividades, en el campo de la
enseñanza del lenguaje.
3.2. Algunos Tipos de Actividad
La docente Guiomar González, docente de una escuela pública de Bogotá, del
grado transición, con el fin de que sus estudiantes se descubran productores
de textos de ficción, y exploren las hipótesis de construcción de la lengua
escrita, realiza lo siguiente:
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Lleva a clase, para cada niño, la imagen, pequeña, impresa, de dos animales
salvajes. Se las entrega, pegadas en la parte superior de una hoja blanca,
tamaño carta, con líneas. Les pide inventar por escrito una historia fantástica
que involucre a esos animales. Los niños deberán crear la historia, en
independencia de si ya escriben de modo convencional o no. En caso de no
escribir alfabéticamente, lo harán en función de sus hipótesis de construcción
de la lengua escrita. Les da 40 minutos para terminar el texto y hacer un dibujo
alusivo a la historia. Al cabo de los 40 minutos, recoge los textos y los pega en
el tablero. Se realiza una especie de exposición de los textos. Los niños pasan
a observar y comentar el trabajo de sus compañeros. Pueden hacerse
preguntas entre sí, y observaciones. Generalmente los niños piden a sus pares
que les lean alguna de las historias o hacen preguntas y observaciones,
algunas veces muy críticas, sobre la forma de escritura debido a su ilegibilidad,
o a la no convencionalidad. Para esto tienen 10 minutos. Luego, la docente
elige, al azar, 12 niños para que lean en voz alta sus historias frente a sus
compañeros. Terminada la lectura de cada texto se abre una sesión
de preguntas y observaciones. Si alguien no quiere leer, lo reemplaza por otro
niño, con la observación de que ese alguien luego pasará a leer. Una vez
terminada la actividad, cada niño archiva su texto, fechado, en su portafolio de
escrituras.
Esto se realiza una vez por semana. Al cabo de tres semanas todos los niños
han tenido que leer sus historias.
Como se observa, en esta situación nos encontramos frente a una actividad, en
la medida que hay, al menos, un propósito: producir una historia / explorar el
lenguaje escrito. Hay una tarea y un producto concreto: crear una historia de
ficción, por escrito, publicarla (pegarla en el tablero y compartirla). Hay un
sistema de mediación: el lenguaje escrito y oral, el dibujo, la imagen… Desde el
punto de vista didáctico, se trata de una actividad que busca apoyar los
procesos de construcción del lenguaje escrito, además permite desarrollar la
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capacidad de ficción y posibilita explorar el lenguaje oral, al hacer preguntas y
observaciones a sus pares. De otro lado, explora la lectura pública en voz alta.
Tanto la producción del texto, como las verbalizaciones y las lecturas en voz
alta permiten a la docente hacer un seguimiento de los aprendizajes.
Es claro que no se está frente a una serie de acciones desarticuladas. Se está
frente a una actividad. Pero es igualmente claro que no se trata de una unidad
de trabajo didáctico que resuelva los procesos del lenguaje implicados. Para
cumplir con ese macro - propósito se deberá diseñar otro tipo de alternativas
complementarias, por ejemplo secuencias didácticas y proyectos de aula y otro
tipo de actividades, como por ejemplo las actividades permanentes. Veamos un
ejemplo de actividad permanente.
Margarita Pérez, diariamente, en una aula de grado transición de una escuela
pública de Bogotá, trabaja con los niños la escritura de la fecha. Cada día, al
comienzo de la jornada, un estudiante pasa al tablero y escribe (o intenta
escribir) la fecha. Los niños que en su mayoría tienen cinco años, están
explorando sus hipótesis sobre el funcionamiento del sistema escrito. Así, la
maestra respeta el nivel de escritura en el que se encuentra el estudiante y a la
vez alienta a los niños a que escriban en el tablero El tablero resulta ser muy
atractivo para los niños. Es necesario poner una silla para que los niños se
suban a escribir en la parte superior derecha del tablero. A medida que ocurre
el proceso de escritura la maestra realiza una serie de preguntas relacionadas
con asuntos referidos a las hipótesis de construcción del lenguaje escrito y al
orden de los números, los días de la semana y los meses. Además, abre una
situación de conversación, discusión y contraste entre las diferentes hipótesis
de escritura de los niños, pues varios niños escriben la fecha según las
diferentes hipótesis en las que se encuentran. De este modo, la escritura en el
tablero, acompañada de esos espacios de deliberación y contraste de las
hipótesis de escritura se constituyen en valiosos espacios para explorar la
marcha hacia la convencionalidad de la escritura. La resultante, en síntesis, es
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una actividad de discusión y conversación, sobre los fenómenos de la lengua.
Así, los niños avanzan en la construcción del sistema convencional de
escritura. Esta actividad se realiza diariamente, con la misma estructura, hasta
que al cabo de unos meses todos los niños hayan construido la escritura
convencional, y hayan aprendido a escribir las fechas. La actividad va
avanzando en cuanto a la complejidad de las reflexiones, gracias a la manera
de guiar las conversaciones por parte de la docente. Esto no sería posible si la
docente no conoce las diferentes hipótesis que construyen los niños cuando
están aprendiendo el lenguaje escrito.
Veamos otro tipo de actividad que le denominaremos: Actividades de origen
espontáneo. No actividades espontáneas…
Una docente, o un docente, que tiene clara una perspectiva de trabajo y unos
referentes sobre el lenguaje, es decir alguien que se guía por conceptos y
principios pedagógicos y didácticos claros y consistentes, puede aprovechar de
manera muy valiosa las situaciones coyunturales, que surgen
espontáneamente, sin caer en el activismo sin sentido. Veamos una actividad
referida por una docente de grado primero. Resulta que un día, un niño no llegó
a clase porque tuvo un accidente, se lesionó un pie y esto implicaba que
estaría hospitalizado unos días. Frente a la preocupación e inquietud de
algunos niños, la docente aprovechó esa situación y les propuso escribir una
carta al niño accidentado, para manifestarle el deseo de su pronta
recuperación. Se trataba de una carta cuyo emisor era colectivo, es decir una
carta firmada por todos, igualmente se trataba de un tipo particular de carta. La
docente, que trabaja desde la idea de promover la diversidad textual en el aula,
así como las funciones sociales de los textos, vio en esta situación la
posibilidad de trabajar estos elementos. Además, le permitiría explorar con los
niños, de manera colectiva, algunos elementos relacionados con la
construcción de la convencionalidad de la escritura y algunos fenómenos
ortográficos.
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El texto se escribió en el tablero de la siguiente forma. Se comenzó con una
conversación sobre los elementos básicos de una carta. La docente tomó nota,
en el tablero, sobre esos elementos que los niños nombraban. Luego de
acordar los elementos y su estructura: fecha, ciudad, destinatario,
saludo, contenido, despedida, firmas… se comenzó a escribir en el tablero.
Algún niño se postuló para copiar en el tablero lo que los demás iban dictando.
Se fueron revisando aspectos tanto de contenido como de forma del texto, y se
fueron realizado las correspondientes reflexiones relacionadas con la
convencionalidad de la escritura, guiadas por la docente, así como reflexiones
relacionadas con los cuidados en la forma y la ortografía que se debían tener
en este proceso de escritura de esa carta, debido a que se trataba de un texto
público, pues sería leído no sólo por el niño accidentado, sino por sus
familiares: La docente explicó que por esas razones se debía realizar un texto
muy cuidado.
Dado que los niños no contaban, en ese momento, con los saberes suficientes
para solucionar todos los fenómenos ortográficos, la docente explicó cada uno
de los fenómenos que los niños no pudieron explicar. Algunas palabras los
niños las buscaron en el diccionario, con la orientación de la docente, y se
realizaron las correspondientes reflexiones colectivas, pero en muchos
casos no fue posible debido a la falta de tiempo. Cabe señalar que si se
estuviera en una secuencia didáctica, o en el marco de un proyecto, se
diseñaría el trabajo para que esos fenómenos fueran trabajados en clase y en
casa, en actividades individuales y colectivas, que avanzaran en complejidad.
Pero dado que se trató de una actividad de origen espontáneo, cuyo producto
debía enviarse el mismo día, fue necesario proceder de este modo. Además
porque no desdibujaba los propósitos centrales de la actividad: aprender
elementos sobre la estructura de la carta y los usos sociales de la misma.
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Luego de unos 50 minutos, se contaba con una breve, pero muy emotiva y
alentadora carta, escrita en el tablero, con el aporte de toda la clase. Se
escogió a un niño para que la “pasara” a una hoja, es decir para que hiciera la
trascripción. En otra hoja cada niño firmó con su nombre, tratando de que la
letra fuera legible y bonita. La carta se metió en un sobre, y uno de los niños se
encargó de hacerla llegar a su destinatario… Unos días después llegó la carta
de respuesta….
La potencia de este tipo de actividades consiste en aprovechar el alto interés
generado en los estudiantes frente a una situación coyuntural, y sobre ese
interés potencial diseñar “en caliente” una actividad que puede ser muy valiosa.
En la actividad descrita se trabajaron aspectos como la carta como tipo textual,
la idea de emisor colectivo, la estructura de la carta, algunos aspectos
ortográficos, el sentido comunicativo de ese tipo de texto. Además, se
realizaron reflexiones colectivas, metadiscursivas, para construir algunos
saberes asociados con la escritura de la carta. De otro lado, cabe resaltar que
la actividad tuvo un propósito formativo que va más allá de la construcción de
los saberes sobre el lenguaje y los textos, se trata del sentimiento de
solidaridad y la manifestación de sentimientos a través de la escritura, es decir
se abordan elementos relacionados con las funciones sociales del lenguaje.
Como se observa, es posible diseñar diversos tipos de actividades con sentido
didáctico y que van mucho más allá del activismo sin sentido. En los ejemplos
descritos y en otros que analizaremos, queda clara la fortaleza de este tipo de
alternativa para el diseño didáctico.
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4. La Noción de Secuencia didáctica
Desde la perspectiva sobre la didáctica, de corte sociocultural, que
desarrollamos en este texto, y cuyo objeto lo constituyen las prácticas de
enseñanza, marcadas por un carácter situado en condiciones de contexto
particulares, se ubica la didáctica de la lengua como un campo específico cuyo
objeto lo conforman los procesos de enseñanza y aprendizaje del lenguaje, en
contextos socioculturales e institucionales particulares. Al respecto Grácida
señala que se trata de una disciplina científica de intervención en el aula: sus
resultados deben conducir a mejorar el aprendizaje de la Lengua y sus usos; a
través de la investigación y la reflexión sobre la acción.” (Grácida, 2007:113)
La didáctica de la lengua en la actualidad cuenta con suficiente bibliografía de
referencia con un cúmulo de investigaciones que la promueven como una
disciplina emergente. Dentro de estos desarrollos surge la noción de secuencia
didáctica, que ha sido abordada por Anna Camps (1995) en los siguientes
términos: La secuencia didáctica es una unidad de enseñanza de la
composición (oral, escrita) que definimos por las características siguientes:
a. Se formula como un proyecto de trabajo que tiene como objetivo la
producción de un texto (oral, escrito), y que se desarrolla durante un
determinado período de tiempo más o menos largo, según convenga.
b. La producción del texto, base del proyecto, forma parte de una situación
discursiva que le dará sentido, partiendo de la base que texto y contexto son
inseparables.
c. Se plantean unos objetivos de enseñanza/aprendizaje delimitados que han
de ser explícitos para los alumnos. Estos objetivos se convertirán en los
criterios de evaluación. La articulación del trabajo de producción global y de
unos objetivos puntuales se fundamenta en el concepto de «foco» de la
actividad. Los alumnos llevan a cabo la actividad global a partir de los
conocimientos que ya tienen y la atención didáctica preferente se orienta hacia
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los nuevos objetivos de aprendizaje.
d. El esquema general de desarrollo de la secuencia tiene tres fases:
preparación, producción, evaluación.
La preparación es el momento en que se formula el proyecto y se explicitan los
nuevos conocimientos que se han de adquirir, formulados como criterios que
guiaran la producción; es también la fase de la primera elaboración de los
conocimientos necesarios para llevar a cabo la tarea: contenidos, situación
discursiva, tipo de texto, etc. Tiene lugar actividades muy variadas como
lecturas, búsqueda de información, ejercicios, etc. El objetivo de estas
actividades es ofrecer modelos de estrategias de planificación para que más
adelante los alumnos sean capaces de realizarlas de forma autónoma.
La fase de producción es aquella en que los alumnos escriben el texto. Puede
tener características muy diferentes, según el tipo de secuencia, de texto, de
objetivos, etc.: se puede llevar a término individualmente, colectivamente o en
grupo; puede ser de larga o de corta duración, etc. Durante la tarea, los
escritores pueden utilizar el material elaborado durante la fase de preparación.
La interacción oral con los compañeros y sobre todo con el maestro es el
instrumento imprescindible para aprender a seguir procesos adecuados de
producción escrita.
La evaluación debe basarse en primer lugar en la adquisición de los objetivos
planteados, que son los criterios que habrán guiado la producción. Es por lo
tanto una evaluación formativa. Las tres fases pueden interrelacionarse. Se
pueden dar fases de evaluación, por ejemplo, que lleven a la necesidad de
intensificar la preparación en algunos aspectos no previstos, con una nueva
elaboración de la información, aportaciones nuevas, etc.
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5. En el desarrollo de la secuencia hay una continua interacción entre oral y
escrito y entre lectura y escritura. La interacción entre compañeros y con el
maestro es un elemento fundamental para la elaboración del texto en todas las
fases. La lectura y el análisis de textos juegan distintas funciones, una de las
cuales es ofrecer «modelos» textuales que sirvan de punto de referencia.
(Camps, 1995. P 3)
Desde estos planteamientos, proponemos una noción de secuencia didáctica,
en el campo del lenguaje, entendida como una estructura de acciones e
interacciones relacionadas entre sí, intencionales, que se organizan para
alcanzar algún aprendizaje. La secuencia aborda algún (o algunos) proceso del
lenguaje, generalmente ligados a un género y a una situación discursiva
específicos. Una secuencia también puede diseñarse para construir saberes
sobre el lenguaje y los textos. Como se observa las secuencias didácticas son
unidades de trabajo que se ocupan de procesos y saberes muy puntuales. Por
ejemplo, una secuencia didáctica para aprender a argumentar oralmente, una
secuencia para aprender a escribir artículo de opinión, una secuencia didáctica
para aprender saberes sobre la escritura, etcétera.
En otras palabras, una secuencia didáctica concreta unos propósitos
específicos de enseñanza y aprendizaje, planeados por el docente, y vincula
unos saberes y saberes - hacer particulares, en el marco de una situación
discursiva que le otorga sentido. En una secuencia didáctica, que está
constituida por una sucesión de actividades, acciones e interacciones, debe ser
posible evidenciar el criterio de asignación de complejidad entre las actividades
a medida que transcurre su desarrollo. Otro elemento clave de una secuencia
es que está ligada a una producción discursiva específica: un texto, una
intervención oral pública, una disertación.
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De manera más concreta, la Secuencia Didáctica SD está referida a la
organización de acciones de enseñanza orientadas al aprendizaje, a las
características de la interacción, los discursos y materiales de soporte
(mediaciones). Una SD debe permitir identificar sus propósitos, sus condiciones
de inicio, desarrollo y cierre, los procesos y resultados involucrados. De otro
lado, una SD no es necesariamente una secuencia lineal ni es de carácter
rígido. Debe comprenderse como una hipótesis de trabajo. Como vemos, las
nociones de Configuración y Secuencia, se refieren a una toma de posición
respecto de los saberes, las creencias, los rituales, la cultura escolar, el marco
de políticas, el discurso disciplinar, las concepciones sobre el enseñar, el
aprender y el interactuar. Enmarcada esta complejidad en una reflexión sobre
los fines políticos de la enseñanza.
Desde estos planteamientos se orienta nuestro trabajo de diseño y puesta en
marcha de secuencias didácticas que deben contar, al menos, con cuatro
condiciones generales:
a. Definir claramente los propósitos, en relación con el proceso (o procesos) del
lenguaje, los saberes y saberes hacer que serán su objeto de trabajo, y las
producciones discursivas que se esperan.
a. Explicitar el sistema de postulados teóricos, en relación con el lenguaje y la
enseñanza, que soportan el trabajo didáctico.
b. El diseño de un sistema de acciones con sus correspondientes propósitos de
aprendizaje y enseñanza y ligados a una producción discursiva particular, en
los cuales sea posible reconocer el criterio de asignación de complejidad, en el
transcurrir de la secuencia.
c. Contar con un mecanismo de seguimiento y evaluación tanto del desarrollo
de la secuencia, como de los aprendizajes alcanzados y las producciones
discursivas.
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5. La Pedagogía por Proyectos
“Decidir juntos, diariamente el plan del día.
Decidir juntos las actividades y los períodos importantes de la semana...
Decidir juntos las grandes etapas que distinguirán el trimestre del año...
Decidir juntos las reglas de convivencia de la clase...
Informar a los padres, a los compañeros de las otras clases.
Participar en los consejos de escuela, interpelar, proponer, exigir, hacer escuchar su
punto de vista, defenderlo”...
Josette Jolibert (1992)
Hoy en la escuela casi todo se llama “proyecto”: desde los conjuntos de
actividades que se planean para llevar a cabo en el año escolar por parte de
maestros y directivas, hasta los planes impuestos por las autoridades
escolares. No porque esté de moda defendemos la propuesta de realizar
proyectos en la escuela; los validamos en el marco de la Pedagogía por
proyectos, como explicaremos a continuación.
Defendemos esta opción pedagógica porque sabemos que es una herramienta
de cambio profundo que permite a cada docente enriquecer su quehacer
educativo alejándose de la rutina y la repetición sin sentido al vincular la
enseñanza con el contexto específico de la escuela, de los estudiantes, de los
acontecimientos y desarrollos teóricos actuales. También la defendemos
porque ésta permite realizar proyectos sin mayores dificultades dado que los
procedimientos son fácilmente transferibles y adaptables a comunidades
diferentes y a los acontecimientos imprevistos que vayan surgiendo.
A continuación vamos a referirnos más en detalle sobre la Pedagogía por
proyectos para comprender cuando un proyecto se ubica en este marco y
cuando no.
Taller seminario de diseño y de fundamentación de la propuesta didáctica
5.1 ¿Qué es un proyecto? ¿Qué características debe tener cuando el proyecto
se ubica en el marco de la Pedagogía por proyectos?
En el diccionario de la Real Academia de la Lengua (1992) encontramos estas
acepciones sobre el término proyectos:
a) …el latín proiectus. Representado en perspectiva.
b) Ortografía proyecta.
c) Planta y disposición que se forma para la realización de un tratado, o para la
ejecución de una cosa de importancia.
d) Designio o pensamiento de ejecutar algo.
e) Conjunto de escritos, cálculos y dibujos que se hacen para dar una idea de
cómo ha de ser y lo que ha de costar una obra de arquitectura o de ingeniería.
f) Primer esquema o plan de cualquier trabajo que se hace a veces como
prueba antes de darle la forma definitiva de ley: Ley elaborada por el gobierno y
sometida al parlamento para su aprobación”.
En casi todas estas acepciones el concepto más habitual de proyecto es “la
idea, el plan de algo que se va a hacer”. La primera y la cuarta, nos remiten al
hecho de anticiparse a las acciones, de darles una orientación determinada por
un propósito, características fundamentales de los Proyectos.
Vamos a tener en cuenta estas acepciones pero vamos a ubicar este concepto
en el marco de la Pedagogía por proyectos por lo que es necesario ampliar la
definición de proyecto caracterizándolo así:
Un proceso completo: no se trata sólo de la elaboración de un plan. En el
proyecto debe incluirse desde la gestación de la idea de lo que se va a hacer,
su puesta en práctica, hasta su culminación y evaluación.
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Un proceso intencional: es fundamental que para todos los que participan en el
Proyecto sea claro qué se va a hacer, para qué y por qué.
Un proceso lo más consciente posible: como se trata de vivir una experiencia
de aprendizaje, los procedimientos y los resultados obtenidos deben ser objeto
de reflexión y se deben llevar a cabo continuas sistematizaciones de los
aprendizajes que se van logrando.
Estas características las asumimos porque compartimos la definición que da
Josette Jolibert de la Pedagogía por Proyectos: “es una de las estrategias para
la formación de personas que apunta a la eficiencia y eficacia de los
aprendizajes y a la vivencia de valores democráticos, a través de un trabajo
cooperativo, de co-elaboración del plan, de co-realización, de co-teorización
que debe involucrar a todos los actores: maestros-alumnos”. (1994).
La Pedagogía por proyectos implica pues, un cambio profundo de la vida
escolar en cuanto busca que en ésta sea posible la vivencia de procesos
educativos significativos en cuanto estudiantes y profesores se ponen de
acuerdo en unos propósitos, los comparten y se comprometen con ellos; por
esto, articulan los esfuerzos –cada uno aporta desde sus posibilidades, pero la
participación de todos es importante- y asumen retos y responsabilidades –se
plantean alcanzar nuevos y más complejos logros-. Por esto, introducir la
Pedagogía por proyectos a la vida escolar no es un asunto técnico o
metodológico: va más allá, porque implica cambios en la forma como se
establecen las relaciones de poder, de saber, de relacionarse, de valorarse y
auto-valorarse entre toda la comunidad educativa: autoridades educativas,
padres de familia, estudiantes y maestros.
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Así, al mismo tiempo que se está aprendiendo nuevos conceptos, se está
propiciando una forma de aprender a aprender, de desarrollar estrategias para
enfrentar colectiva y organizadamente problemas de la vida cotidiana y
académica en cuanto exige ambientes de trabajo cooperativo, solidario,
tolerante, en los que permanentemente se practique la democracia, la
valoración de la diferencia y la responsabilidad. Al partir de problemas
concretos, el proceso de investigar es el hilo conductor efectivo en lugar de la
transmisión de contenidos disciplinarios.
Además, la Pedagogía por proyectos es una propuesta para el desarrollo de los
currículos escolares orientada hacia la integración de los aprendizajes, tanto
los que se están abordando en el momento como los ya trabajados, para
otorgar significado y valor a las actividades, para ayudar a comprender que un
saber se construye estableciendo “puentes” entre los aspectos estudiados, así
como también retomando y formulando de manera distinta lo que se dice sobre
lo que se estudia, es decir, acudiendo a nuevos tipos de textos.
Si estamos de acuerdo con lo anterior, un Proyecto no puede ser:
Un conjunto de actividades,
una “nueva” metodología que busca hacer más agradable lo que se hace sin
ponerlo en cuestión,
seguir unos pasos o etapas sin importar cómo ellos se realicen, ni cuándo o
quién lo haga,
o en fin, un nombre nuevo para denominar una rutinaria actitud profesional ante
las relaciones de enseñanza y aprendizaje.
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Cuando los Proyectos se comprenden así, se tiende a caer en un activismo que
no favorece el desarrollo ni el aprendizaje, que instrumentaliza la propuesta
porque deja de lado el aprendizaje cooperativo, la integración de los
conocimientos, la resolución de los problemas sentidos y en fin, como dice
Jolibert (1999), “la construcción de nuevos sujetos y de una nueva sociedad”,
que, como ya se dicho, es lo que constituye el gran valor (al mismo tiempo que
su gran dificultad) de esta propuesta pedagógica.
Esta propuesta tiene sus orígenes a finales del siglo XIX y comienzos del siglo
XX, cuando en el mundo, sobre todo en Estados Unidos, se inició un
Movimiento Pedagógico hoy conocido como la Escuela Nueva o Educación
Nueva (Progressive education).
Uno de los exponentes más conocidos de este movimiento de ideas fue el
filósofo y pedagogo John Dewey (1848-1952). En uno de sus libros
“Democracia y educación”, que circula en 1916, expone su método educativo.
Él propone :
“1.-Que el niño encuentre por sí mismo situaciones problemáticas en su
experiencia.
2.- Facilitarle la delimitación e intelectualización de la situación problemática.
3.- Darle oportunidad para que haga sus observaciones y experiencias.
4.- Reelaboración de las hipótesis para que el niño se forme sus propias ideas
y no dárselas estereotipadas de antemano.
5.- Aplicación de las ideas elaboradas.”
Como se puede notar los conceptos de experiencia e interés son
fundamentales para su propuesta y fueron la fuente de inspiración para que
uno de sus discípulos, William Kilpatrick (1871-1965), llegara a proponer el
denominado “Método de proyectos”, antecedente directo de la Pedagogía por
proyectos.
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Este pedagogo definía los Proyectos como “una actividad preconcebida en que
el designio dominante fija el fin de la acción, guía su proceso y proporciona su
motivación”. Ya en esta definición son notorias las características básicas de un
proyecto: planeación previa (preconcebida) de las actividades, coherencia entre
objetivos, plan de acción y evaluación, así como motivación intrínseca,
originada en el interés que hace surgir el proyecto mismo. Si bien lo llama
Método, no lo concibe como un procedimiento fijo: lo importante no son los
pasos para hacerlo sino que los proyectos permiten revisar y reajustar los fines
y los medios del proceso educativo. Ésta es su potencialidad, prevista ya desde
hace tantos años por Kilpatrick.
Durante el siglo XX, con el desarrollo de teorías psicológicas del aprendizaje y
del desarrollo, de la Pedagogía y del estudio del Lenguaje, esta propuesta
didáctica se enriqueció y dimensionó. Veamos rápidamente estos aportes:
Desde la Psicología, un gran sustento lo aportó la concepción constructivista de
la enseñanza y el aprendizaje, sobre todo desde la perspectiva sociohistórica y
cultural de Vygostki, al permitir superar el imaginario del aprendiz como “tabla
rasa” y por tanto, la enseñanza como transmisión. Al comprenderse el proceso
educativo como construcción, como encuentro de sujetos sociales portadores
de saberes y de creencias, se realza el lugar de la interacción, de la puesta en
relación, del intercambio de significados, de la modificación conceptual.
También, para la Pedagogía por Proyectos ha sido muy importante el concepto
de “aprendizaje significativo” (Ausubel) aportado desde la psicología cognitiva.
Desde la Pedagogía, un aporte muy destacado han sido los estudios sobre la
integración curricular o currículo globalizado. Como afirman Sancho y
Hernández, (2001) este tipo de currículo propone el aprendizaje de “los
procedimientos, en cuanto maneras de hacer y de pensar, no siempre finalistas
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en sí mismas, que les permitan seguir aprendiendo a lo largo de la vida. Pero,
sobre todo, para que el conocimiento escolar sea actualizado y responda a la
necesidad de que la escuela ofrezca un “andamiaje” básico para explorar las
diferentes parcelas de la realidad y de la experiencia de los propios alumnos
(como individuos que forman parte de una colectividad que se debate entre lo
singular y lo global)”.
Justamente estos desarrollos sustentan la posibilidad de efectuar proyectos
que integran diferentes áreas y disciplinas curriculares en los que conceptos de
todas ellas se introducen en un abordaje que tiene en cuenta diversas
perspectivas, intenciones y finalidades.
Otro campo de estudio que ha aportado notablemente a la Pedagogía por
Proyectos es el de los estudios del Lenguaje: La Pragmática, el Análisis del
discurso, la historia de las prácticas de lectura y escritura, la Lingüística textual.
Estos desarrollos muestran como el lenguaje en uso, es decir el discurso, se
constituye en una herramienta fundamental, porque es a través de él y gracias
a él, que nos representamos el mundo, que podemos construir conocimientos,
negociar los significados, comunicarlos e intercambiarlos, re-creando la
realidad y generando otros mundos posibles. Específicamente el discurso que
circula en las clases, en la relación maestro estudiantes, además de ser un
sistema de valores ontológicos, sociales y culturales que influye en la
mediación de la experiencia con el mundo social y natural (externa) y en la
construcción misma del sujeto social (interna), es el medio para adquirir formas
de utilización del lenguaje (cómo preguntar, cómo responder, cómo plantear un
problema), géneros discursivos y lenguajes sociales (el lenguaje de los textos
literarios, de la ciencia, de la historia, de la cafetería, etc.). Estos conocimientos
son objetos de aprendizaje pero muy pocas veces de enseñanza en la
institución escolar, a pesar de que en últimas aprender ciertos géneros, –sobre
todo los vinculados al lenguaje escrito-, así como sus usos, es apropiarse de
los conocimientos en cualquiera de las áreas del currículo escolar.
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El papel del lenguaje en un Proyecto es entonces el de ser mediador del
proceso de aprendizaje y también objeto de conocimiento, por ello, es
importante especificar los procesos y las actividades del lenguaje que se
implican y las que pueden ser objeto de reflexión en cada uno de los momentos
del proyecto.
Por todos estos aportes, hoy se mantienen en los discursos sobre el enfoque
de proyectos, los siguientes principios:
“La primacía en la actividad y en los intereses del niño.
El trabajo cooperativo en el grupo-clase, con carácter participativo y
“democrático”.
El desdibujamiento de la verticalidad del maestro.
La inserción en la realidad sociocultural de los estudiantes (mundo vital).
La oposición a la Pedagogía tradicional.
La recuperación del vínculo escuela-vida o escuela-comunidad ”.
A este listado podemos agregar la posibilidad que ofrece la Pedagogía por
proyectos de integrar diferentes áreas y hacer pertinente el uso y la reflexión
sobre el lenguaje.
5.2. ¿Cuáles son las fases de un proyecto? ¿Cómo se hace un proyecto en el
marco de la Pedagogía por proyectos?
Reconocemos que hay varias formas de realizar los proyectos, sin embargo,
consideramos que es importante tener en cuenta unas fases o momentos para
su desarrollo, porque, como veremos en el análisis, ellas implican diferentes
funciones para la enseñanza y el aprendizaje. Dichas fases son: planificación,
ejecución y evaluación. Veamos en qué consisten.
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5.3. Planificar Conjuntamente y no Sólo Oír Propuestas
La planificación del proyecto se lleva a cabo con los estudiantes como primer
punto del proyecto, pero también cada vez que se considera conveniente en el
desarrollo del mismo. Este es un momento muy importante, porque permite
hacer explícitos tanto los intereses, las inquietudes, los procedimientos y llegar
a compromisos. Lógicamente, también implica la negociación y la búsqueda de
consenso, de tal forma que se pueda construir un plan conjunto. Dado que se
pretende que se viva un proceso significativo, es fundamental lograr la
participación de todos desde la preparación de los proyectos, hacer posible que
los estudiantes hagan ‘suyo’ el proyecto para que no se convierta en una
imposición y pueda llevarse hasta su culminación.
En la planificación conjunta se intenta responder los siguientes interrogantes:
¿Qué se va a hacer o aprender (tema o problema)?,
¿Sobre ese tema o problema qué se quiere aprender (subtemas)?,
¿Para qué (objetivos)?
¿Por qué? (Desafíos),
¿Cómo (Metodologías)?,
¿Cuándo (Cronograma)?,
¿Dónde (Espacios a utilizar)?,
¿Con quiénes (invitados, colaboradores), o con qué (recursos)?,
¿Cómo se va a llamar el Proyecto?
¿Cómo se va a evaluar el Proyecto?
Estas preguntas no tienen porque abordarse todas en una misma sesión. Es
más, pueden escribirse y dejar un margen de tiempo para permitir que en
grupos de trabajo o con la colaboración de familiares y amigos se vayan
resolviendo. No hay que olvidar que no se trata de un ejercicio escolar: Es la
construcción de un plan para llevar a cabo una “aventura” del conocimiento.
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Las respuestas a estas preguntas deben quedar recogidas en un cartel que hay
que poner en un lugar visible del aula. También se consignan en los cuadernos
(inclusive en el de la maestra (o)), para tenerlo siempre a mano, porque
constituyen el contrato que va a guiar el camino. Así, este texto escrito cumple
una de las funciones de la escritura: regular el comportamiento, anticipar y
prefigurar las acciones.
En la planificación se producirán textos que básicamente son listas: listas de
preguntas -ojo, aprender a preguntar, ayudar a construir preguntas bien
formuladas, encuentra aquí un espacio privilegiado-, listas de objetivos, de
hipótesis, de recursos, de actividades. La lista, como sabemos, es un texto
enumerativo que exige poco esfuerzo para articular y relacionar las ideas entre
sí.
Con la planificación de un Proyecto, un proceso que tradicionalmente ha estado
por fuera de la interacción en el aula y que ha sido del ámbito de la decisión
individual de los profesores –o a veces del equipo de profesores- pasa, por un
lado a ser parte de la enseñanza y por otro, asunto de elaboración conjunta.
Es muy probable que en la planificación colectiva surjan temas, actividades y
en general, problemas o bien alejados de las tradiciones escolares (p.e inventar
aparatos) o bien muy cercanos a ésta (p.e. aprender a sumar, a leer). Como no
se trata de escuchar y obedecer, sino de aprender a planificar, de negociar, de
construir retos, hay que llevar a cabo un proceso que se puede orientar así: al
iniciar el año escolar, dialogar con los niños y con los padres sobre los
conocimientos que los niños han ido adquiriendo, así como también sobre los
que hay que mejorar y los nuevos que necesitan saber. En estas reuniones los
maestros presentan y sustentan también sus propuestas. Así, mediante el
análisis, la comparación, la discusión argumentada y la evaluación de la
viabilidad de las propuestas, de manera negociada, se llega a definir los
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Proyectos de aula que se llevarán a cabo ese año.
Se procede de este modo porque se concibe a los niños y a sus padres como
interlocutores válidos cuyas ideas no son mandatos para obedecer sino
propuestas para considerar. Ahora bien, no se trata de preguntar sobre qué se
quiere saber (así en general), cada vez que se va a iniciar un Proyecto. Si ha
habido una planificación conjunta del año escolar, de lo que se trata es de
precisar los contenidos a abordar y los modos para lograr los propósitos
acordados.
Reiteramos que de ningún modo la Pedagogía por Proyectos tiene el propósito
de anular la participación de los maestros en la planificación como en el resto
del desarrollo del Proyecto; tampoco pretende una simetría absoluta entre los
participantes en el aula y menos aún que se pase de la “dictadura” de los
maestros a la “dictadura” de los estudiantes.
Por el contrario, se reconoce la asimetría cognitiva y más bien de lo que se
trata es de promover un mayor control y responsabilidad en el aprendizaje
como vía para promover la autonomía, mediante la definición y rotación de
roles así como asumir responsabilidades diversas y variadas. El liderazgo de
los maestros es fundamental porque son quienes pueden tener presentes las
necesidades educativas básicas, quienes deben orientar la evaluación de las
propuestas, sugerir preguntas que ayuden a valorarlas, exponer y hacer
exponer argumentos, analizar la pertinencia y viabilidad de las propuestas así
como también hacer evidentes las conexiones entre los intereses y las
necesidades. No es la primera idea que se lanza ni el orden en que ellas se
escuchan, lo que decide el tema de los Proyectos. Debe darse la negociación
para que se pase de temas o asuntos netamente escolares (respuestas obvias
cuando la pregunta se hace, por primera vez en un contexto escolar), a un
asunto más significativo que puede involucrar los aprendizajes mencionados
inicialmente sin estar centrados en ellos.
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Paralela a la planificación conjunta, el maestro hace su planificación didáctica:
es decir, va previendo los conceptos que va a introducir, las relaciones que va
a establecer con los contenidos ya trabajados, las actividades necesarias para
apoyar y fortalecer los aprendizajes, las interacciones que se van a promover,
etc. Esta labor sólo la puede hacer él, dado que tiene el profesionalismo para
ello.
La planificación conjunta marca una de las diferencias evidenciables entre el
trabajo por proyectos y las tradiciones educativas porque es un ejemplo de
concebir a los estudiantes como interlocutores válidos para definir con ellos
asuntos tan importantes como los contenidos y los procesos metodológicos y
evaluativos. Al permitir que los alumnos propongan temas y modos de
trabajarlos y evaluarlos, además de hacer posible que se comprometan en su
abordaje, de posibilitar un espacio para aprender cómo se hace una
planeación, de hacer explícitas las relaciones entre temas, así como los
itinerarios que hay que seguir en los aprendizajes y en su evaluación, también
se está logrando una aproximación a sus saberes e intereses y una
problematización de los mismos.
La planificación permite además, vivenciar tres funciones primordiales de la
escritura: apoyar la construcción de acuerdos, registrarlos para volver sobre
ellos y prefigurar las acciones que se van a realizar.
Finalmente, es la posibilidad de romper “el círculo de la repetición” metáfora
para explicar porqué es tan difícil el cambio escolar: cuando pensamos en
enseñar algo, lo primero que viene a nuestra mente son las experiencias que
vivimos cuando fuimos alumnos.
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5.4. La Ejecución, Mucho más que Hacer y Hacer y Hacer…
Como se sabe, esta fase consiste en el desarrollo del proyecto de acuerdo con
el plan acordado para lograr las metas del proyecto y compartirlas con otras
personas.
Así como en la fase anterior, en ésta es todo un reto no ser vencido en el
intento y caer en la tradición de “presentar” contenidos, de que la voz del
maestro sea la que más se escuche, de que sus preguntas, respuestas y
evaluaciones acallen las comprensiones de los estudiantes.
En esta fase debe ser muy visible la vida cooperativa de la clase para que se
logre el aprendizaje autónomo y significativo, el trabajo interdisciplinario y en
equipo y se genere una interactividad estimulante, exigente, valorizante,
contradictoria, conflictiva pero respetuosa y responsable.
Analizando el desarrollo de diversos proyectos, hemos observado que se
hacen muchas actividades, pero casi no hay momentos especiales en los que
se ayude a los alumnos a sistematizar cómo se lograron los aprendizajes sobre
el tema o sobre el lenguaje, tal como lo proponen los desarrollos teóricos sobre
el trabajo por proyectos (Jolibert, 1994; Camps, 1996). Es decir, se enseña en
el hacer, pero no se reflexiona sobre el hacer, no se fomentan los intercambios
para hacer conciencia de dichos aprendizajes, de los procedimientos utilizados
o de los medios por los cuales se ha llegado a construirlos.
Ahora bien, cuando en el contexto escolar se piensa en definir los aprendizajes,
sigue siendo muy fuerte la idea de que estos sólo son temas y por eso se deja
por fuera el aprendizaje de los procedimientos, de las actitudes (Coll, 1992),
cuando justamente por integrar la necesidad de hacer algo con la posibilidad de
aprender cómo hacerlo, los Proyectos permiten que en la enseñanza se
consideren estas tres dimensiones de los contenidos escolares.
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5.5. La Culminación del Proyecto
Un momento muy importante en la ejecución es compartir, comunicar,
presentar “públicamente” lo que se aprendió durante el Proyecto.
Para llevar a cabo esta etapa es fundamental explorar diferentes formas de
socializar los procesos vividos. Esto exige, por ejemplo, tener interlocutores
diferentes a los que participaron en el Proyecto (pueden ser los padres de
familia, los estudiantes de otros cursos), dado que de este modo se genera una
situación comunicativa en la que, como no se comparte información ni
experiencia con los interlocutores, hay que ser explícito, coherente,
convincente, etc., condiciones retóricas que no existen cuando se habla con
quienes saben de qué estamos hablando (los compañeros o el profesor, p.e).
Además, para facilitar la comprensión en este espacio de socialización, surge
la necesidad de elaborar algunos productos (por ejemplo un video, una
cartelera, folletos impresos, una dramatización, una exposición oral, una página
web, etc), en los que se aplica y sintetiza lo aprendido, situación ideal de
aprendizaje tanto de un o unos conceptos específicos como de las
características propias de los textos que se están utilizando para comunicar lo
aprendido.
5.6. La Evaluación del Proyecto: Cómo, Quién y Cuándo
La evaluación en un proyecto incluye tanto la permanente –que se hace
durante el desarrollo del proyecto- como la final. Se hace sobre los
aprendizajes logrados con el desarrollo del proyecto, sin olvidar que estos
aprendizajes son tanto conceptuales como sociales.
En un Proyecto, se viven diferentes momentos que incluyen situaciones
evaluativas. En ellos, estudiantes y profesores participan analizando las
situaciones con criterios definidos, para que se cumpla el propósito de que sea
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una ayuda para tomar decisiones sobre la necesidad de avanzar, detenerse,
devolverse o modificar el abordaje previsto para aprender lo que se quiere y
necesita aprender.
La evaluación no es pues una actividad final, ni únicamente corresponde a un
examen o prueba escrita. Atraviesa el Proyecto así haya una evaluación final.
Para ayudar a objetivar la evaluación se pueden diseñar unas herramientas,
por ejemplo, las rejillas co-construidas en el grupo que son una gran ayuda
para tener claros los criterios que van a orientar la co-evaluación, o la auto-
evaluación y para sopesar la evaluación que hacen los maestros.
Para llevarla a cabo se pueden tener muy presentes estos interrogantes:
¿Qué se quería aprender con el proyecto?,
¿Los contenidos se abordaron con la adecuada profundidad?
¿Qué creen los alumnos que han aprendido?,
¿Cómo saber si se está realizando un aprendizaje significativo?
¿Cómo saber si está aprendiendo a aprender?
5.7. La Evaluación del Proyecto Mismo
La evaluación del proyecto toma como base la planificación para analizar si se
lograron los objetivos, cómo se asumió la responsabilidad, qué tanto se avanzó
en la construcción de la solidaridad, la cooperación, en formarse como mejor
persona.
La evaluación del proyecto es además un espacio fundamental para hacer
evidentes los retos que deben tenerse en cuenta para el siguiente proyecto (las
resoluciones).
Esta evaluación casi siempre se hace al final del Proyecto, pero también puede
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hacerse en su desarrollo, por cuanto es un alto en el camino para hacer
balances sobre los resultados que se van obteniendo, sobre las estrategias y
procedimientos que funcionan o no, y sobre qué seguir haciendo para mejorar
el desarrollo del proyecto y lograr sus objetivos.
Algunas preguntas que pueden orientar esta fase, que puede ser efectuada en
una asamblea del curso, son:
1.- ¿La planeación que hicimos para este Proyecto fue adecuada? ¿Por qué si
o por qué no? ¿Qué nos hizo falta tener en cuenta?
2.- ¿Logramos lo que nos habíamos propuesto? ¿Qué sí y qué no? ¿Por qué?
3.- ¿Qué contribuyó a que pudiéramos llevar a cabo este Proyecto? ¿Qué no
contribuyó al desarrollo del Proyecto?
4.- ¿Qué es conveniente continuar haciendo porque ayuda al desarrollo de los
proyecto? ¿Qué tenemos que procurar mejorar en los próximos Proyectos?
Reiteramos que es fundamental que un Proyecto sea definido, realizado y
evaluado colectivamente. Así será posible que se tenga una percepción global
de lo que se busca, sabiendo planificar y organizar el tiempo, confrontando
ideas, escuchando las proposiciones de los demás, autoevaluándose y
evaluando a los pares.
6. Secuencias Didácticas y Pedagogía por Proyectos: Similitudes y
Diferencias
Como puede inferirse, las secuencias didácticas cuentan con elementos
comunes con la pedagogía por proyectos trabajada en este módulo. Por
ejemplo, comparte el hecho de trabajar desde situaciones discursivas que
otorgan sentido a la enseñanza y el aprendizaje, es decir que se trata de
propuestas que abordan los saberes y saberes – hacer en situación, no de
manera abstracta y atomizada. Otra similitud se relaciona con que en ambos
casos se trata de propuestas que anticipan y organizan de manera sistemática,
Taller seminario de diseño y de fundamentación de la propuesta didáctica
pero flexible, las acciones e interacciones, es decir, ambas alternativas implican
procesos claros de planeación. En el caso de la pedagogía por proyectos la
planeación se hace conjuntamente entre docente y estudiantes, generalmente
en atención a problemáticas e intereses temáticos diversos, declarados por los
estudiantes, esta apertura a la diversidad de intereses hace que la pedagogía
por proyectos pueda contar con una carácter trans e inter - disciplinar.
En el caso de las secuencias, dado que se ocupan de saberes particulares de
un campo de conocimientos, y se orienta por intencionalidades muy
específicas, generalmente son planeadas por el docente, pero este hecho no le
resta legitimidad, pues dicha legitimidad está garantizada por la situación
discursiva, de interés de los estudiantes, en que se enmarca. Un ejemplo claro
de estos elementos lo constituyen las secuencias didácticas para aprender
gramática, desarrolladas por el equipo de Anna Camps (2006).
Otra diferencia entre las secuencias y los proyectos consiste en que en la
pedagogía por proyectos la planeación es un objeto de aprendizaje, mientras
que en las secuencias, dado que esa planeación es realizada por el docente,
no da lugar a un aprendizaje en ese sentido.
De otro lado, las secuencias didácticas pueden desarrollarse al interior de
propuestas más amplias, o proyectos complejos. Por ejemplo, si el docente
propone a los estudiantes realizar, a lo largo del año, una revista electrónica
para dar a conocer las producciones escriturales de los estudiantes, esa
propuesta, que entre otras cosas puede surgir de interés de los estudiantes o
de un interés compartido entre docente y estudiantes, puede incluir secuencias
didácticas específicas. En este caso podría resultar pertinente que el docente
diseñara una secuencia para la escritura de textos periodísticos informativos,
otra para aprender a escribir un editorial, en función de los tipos textuales que
la revista requiere, otra para abordar los saberes relacionados con la
diagramación y el diseño digital, etcétera. En fin, se podrán diseñar secuencias
Taller seminario de diseño y de fundamentación de la propuesta didáctica
que vinculen procesos del lenguaje particulares (en relación con la lectura, la
escritura, la oralidad, la argumentación, etc…)
* Algunas de estas ideas de este apartado se basan en el texto: elementos
para pensar las configuraciones didácticas, de autoría de Mauricio Pérez Abril,
publicado en el libro LA DIDACTICA DE LA LENGUA: ESTADO DE LA
DISCUSION EN COLOMBIA. Universidad del Valle – ICFES. Cali. 2005.
Seguimos en esta síntesis el trabajo de Vladimir Zapata y otros (1994) “Historia
de la Pedagogía” de la Universidad de Antioquia, Medellín-Colombia.
Seguimos en esta parte el trabajo la exposición realizada por Nylza Offir García
Vera, Profesora de la Facultad de Educación de la Universidad Pedagógica
Nacional de Colombia, en un evento efectuado por esta misma universidad en
el año 2006.
Taller seminario de diseño y de fundamentación de la propuesta didáctica
Actividades
Actividad 1.
a) Leer y tomar notas de cada uno de los apartados de los referentes
conceptuales que se encuentran en el temario de esta semana. Publicar
estas notas de lectura en el portafolio individual el día indicado en el
cronograma.
b) Revisar la bibliografía de esta semana.
Actividad 2.
En su correo encontrará los enlaces correspondientes a dos blogs en los que
encontrará dos propuestas didácticas diferentes. Debe ir a cada blog y leer
detenidamente. A partir de la lectura, realice un análisis de las dos propuestas
completando de manera individual los siguientes cuadros:
Propuesta didáctica No 1
Características de la configuración
didáctica
¿Qué se observa en la propuesta
objeto de análisis?
Taller seminario de diseño y de fundamentación de la propuesta didáctica
Propuesta didáctica No 2
Características de la configuración
didáctica
¿Qué se observa en la propuesta
objeto de análisis?
Tenga en cuenta:
-Con la columna 1 Características de la configuración didáctica se busca
que usted enliste diferentes características de la configuración didáctica en la
que se enmarca la propuesta que se está analizando. Por ejemplo, si es una
secuencia didáctica en esta columna, a partir de los referentes conceptuales,
deberá enlistar en cada fila una característica.
-En la columna 2 ¿Qué se observa en la propuesta objeto de análisis? se
propone que a partir de cada característica de la columna 1 usted hable de lo
que se evidencia en la propuesta didáctica.
Actividad 3
Realice una reunión con su equipo de trabajo y discutan sobre los cuadros
individuales que realizaron previamente. A partir de la discusión deberán
realizar cada cuadro unificando las respuestas. De manera que, como
resultado de la reunión deberán publicar en su portafolio grupal, el día indicado
en el cronograma, una memoria que contenga el cuadro grupal de cada
propuesta.