segura, si entrás a una villa
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Si vas a venir a una villa, loco, entr de otra forma.
Distancias sociales, lmites espaciales y efectos de lugar
en un barrio segregado del gran Buenos Aires.
Ramiro Segura
Introduccin:
La historia me la cont Laura, una mujer de por aquel entonces 30 aos, que desde haca
17 resida en el barrio, procedente de Corrientes. Cuando la conoc1 viva junto a su marido
y sus tres hijos en una casa de material que haban construido tras largos aos de combinar
trabajos informales mal pagos durante el da ella en el sector domstico, l en la
construccin- con actividades de cartoneo en la capital durante la tarde / noche.
Si vas a venir a una villa, loco, entr de otra forma. En su historia Laura se refera
explcitamente al encuentro con un conocido periodista de televisin que haba ido a La
Crcova2 a realizar una nota
3. En aquel encuentro, ante la pregunta del periodista acerca de
si poda volver a La Crcova en otra oportunidad para continuar la produccin de su nota,
ella le recomend que cambiara tanto su vestimenta como sus modos: no te confes... si vas
a venir otra vez a la villa, no te vengas as vestido, no traigas esos zapatos, no traigas ese
1 El trabajo de campo se desarroll entre los meses de Marzo y Septiembre de 2005 en el marco del proyecto
Deteccin de reas de vulnerables en el partido de Gral. San Martn dirigido por Alejandro Grimson y realizado por medio de un subsidio del Consejo de Investigaciones Cientficas de la Provincia de Buenos
Aires (CIC). Como es habitual, aplicando criterios ticos con vistas a preservar el anonimato de nuestros
informantes, en este trabajo los nombres de la totalidad de las personas y de ciertos lugares han sido
cambiados. 2 La Crcova barrio o villa? No existe consenso entre sus habitantes. Algunos distinguen explcitamente su
lugar de residencia de las villas, como el caso de Lita: viene a ser como un barrio, esto no es una villa, esto es barrio; otros, en cambio, remarcan que se trata de una villa, como el caso citado de Laura. De todas maneras, parece que el uso de un trmino u otro por parte de sus residentes depende de las situaciones de
interaccin. Esta pluralidad de usos contrasta con el uso casi exclusivo del trmino villa para referirse a La
Crcova por parte de los medios masivos de comunicacin y de quienes no residen ah. 3 Con posterioridad a la crisis de 2001, la existencia y expansin de las prcticas de cartoneo entre los sectores
ms afectados fue un tema privilegiado por la opinin pblica y tanto el tren blanco, que todos los das
alrededor de las 18 horas transporta a los cartoneros desde Jos Len Surez a la Capital para juntar cartones,
vidrio, metales, comida y retorna a Surez cerca de la medianoche, como el basural del CEAMSE
(Coordinacin Ecolgica rea Metropolitana Sociedad del Estado), lugar al que habitantes de La Crcova y
otros barrios concurren diariamente a rescatar aquello que an es utilizable, fueron tomados por los medios
como metforas condensadoras de la magnitud de la crisis econmica y social de la Argentina.
En Grimson, A.; Ferraudi Curto, M. C. y Segura, R. (comp.): La poltica en los barrios
populares de Buenos Aires, Editorial Prometeo, Buenos Aires, 2009.
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traje, venite ms humilde... de ltima, ests entrando en una villa y ac hay muchos chicos
drogados, perdidos, me cont que le dijo.
Aunque no llevaba traje ni zapatos de vestir e iba predispuesto a escuchar, dialogar y
comprender, no puedo dejar de pensar que la recomendacin era (tambin) para m. Pero
ms all de la cuestin de a quien o a quienes estaba dirigida la recomendacin, la frase de
Laura, aparentemente simple, condensa un conjunto de sentidos sociales y espaciales sobre
los cuales se intenta reflexionar en este artculo: las distancias sociales que separan a grupos
desiguales, los lmites espaciales en los que muchas veces (aunque no necesariamente) esas
distancias sociales se traducen o cristalizan y los efectos que esos lmites espaciales (ellos
mismos productos sociales) tienen en la vida cotidiana de las personas.
Precisando ms su objetivo, este trabajo se abocar a analizar los modos en que se
relacionan espacio y sociedad en un caso especfico: la experiencia social de los habitantes
de un barrio segregado del gran Buenos Aires.
Partimos para esto de la idea de que entre ambos trminos existe una relacin desfasada:
ni total autonoma, ni correspondencia necesaria entre espacio y sociedad. El desafo
analtico consiste, precisamente, en evitar recurrir a dos posiciones tericas antitticas. Por
un lado aquella que confunde las condiciones en que los acontecimientos ocurren con las
causas que provocan dichos acontecimientos, en este caso la aplicacin de una razn
espacial que explicara lo que ocurre en el barrio por razones localizadas nicamente en
dicho espacio; por otro lado, aquella que enfatizando procesos sociales globales desconoce
los efectos que eventualmente las configuraciones (sociales) del espacio tienen en la vida
social.
Georg Simmel capt hace ms de un siglo la dialctica entre espacio y sociedad a la que
nos referimos: si por un lado sostuvo que el lmite no es un hecho espacial con efectos
sociolgicos, sino un hecho sociolgico con una forma espacial, por el otro resalt que
cuando se ha convertido en un producto espacial y sensible, en algo que dibujamos en la
naturaleza con independencia de su sentido sociolgico y prctico, esto ejerce una
influencia retroactiva sobre la conciencia de la relacin entre las partes (1986: 652). Dicho
de otro modo, el espacio social se traduce en el espacio fsico de una manera ms o menos
turbia, de modo que la posicin de un agente en el espacio social se expresa en el lugar
del espacio fsico en que est situado (Bourdieu, 2002: 120); y a la vez, mediante un
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proceso de naturalizacin, las oposiciones sociales objetivadas en el espacio fsico (espacio
social reificado) tienden a reproducirse en el lenguaje y en las prcticas en la forma de
oposiciones constitutivas de un principio de visin y divisin, es decir, en tanto categoras
de percepcin y evaluacin (pp. 121) del espacio social.
Distancias sociales y segregacin residencial:
Comprender un lugar supone entonces, en primer trmino, descentrarlo, evitar todo tipo de
sustancialismo, situarlo en el juego de relaciones entre Estado, clases y espacio (Wacquant,
2001) que permiten vislumbrar, a travs de la relacin existente en determinado momento
entre la estructura espacial de la distribucin de agentes y la estructura espacial de la
distribucin de bienes, servicios y oportunidades, cmo el espacio social se traduce en el
espacio fsico y cmo la posicin en este ltimo expresa la posicin en el espacio social.
En esta direccin, la elaboracin de un mapa de riesgo y vulnerabilidad social del partido
de General San Martn4 con datos provenientes del ltimo Censo Nacional de Poblacin
(2001) permiti acceder a una visin panormica de dicho distrito e identificar un patrn de
segregacin residencial que muestra la existencia, a gran escala, de reas relativamente
homogneas en trminos socioeconmicos que remiten a la clsica configuracin de centro-
periferia (lvarez e Iulita, 2005). De tales reas, la ms vulnerable corresponde al espacio
delimitado por la autopista Camino del Buen Ayre y la Avenida Mrquez. Al interior de
dicho espacio, a medida que nos acercamos al ro Reconquista (lmite norte del partido), se
encuentran los ocupaciones ms recientes y vulnerables, representadas por Villa Hidalgo y
Villa La Crcova.
Esta ltima est ubicada a 15 cuadras de la estacin de trenes de la localidad de Jos Len
Surez. Aunque no existen datos precisos, se calcula que all viven alrededor de 11.000
personas, que subsisten a travs de una combinacin de planes sociales, (intermitente)
4 Vale sealar que las escalas de observacin son construidas. El proyecto se centr en la escala municipal,
relevante en tanto unidad poltico administrativa. Si ampliamos la escala con la que miramos los procesos de
segregacin residencial a la totalidad del rea Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), es decir, al
conglomerado urbano conformado por la Ciudad Autnoma de Buenos Aires y los 24 partidos que integran lo
que se conoce como Gran Buenos Aires, tenemos que decir que en trminos generales las condiciones de vida
decrecen a medida que nos alejamos del centro (Buenos Aires), pudiendo agrupar los partidos del Gran
Buenos Aires en dos cordones concntricos, donde tambin en trminos generales el primer cordn presenta
mejores condiciones de vida que el segundo cordn. El partido de San Martn limita con la ciudad de Buenos
Aires y pertenece al primer cordn. Si, por el contrario, reducimos la escala de observacin, seguramente
vamos a identificar situaciones heterogneas en lo que pareca ser un mbito homogneo en una escala mayor.
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ayuda social del estado, y lo obtenido en tareas de cartoneo / cirujeo / reciclaje (ya sea en
Buenos Aires o en el cinturn ecolgico del CEAMSE) y /o trabajos ocasionales,
predominantemente en el sector informal5.
El espacio ocupado por el barrio a partir de sucesivas oleadas de pequeos grupos de
familias, desde finales de la dcada de 1970, corresponde a parte de la planicie de
inundacin del ro Reconquista, es decir, una zona baja que durante mucho tiempo fue un
basural. Dicha zona es adyacente al loteo cuadricular que data de 1932 (ao en que el
ferrocarril lleg a Surez), que encontr en tal accidente geogrfico el lmite para su
prolongacin. As, la irregularidad de la llanura funcion como lmite de la cuadrcula. El
establecimiento del barrio ms all de la cuadrcula, a partir del punto donde el terreno
sufre un abrupto declive, transform a dicho accidente geogrfico, antiguamente obstculo
para la prolongacin de la cuadrcula, en lmite o frontera6 que separa dos mbitos urbanos
contrastantes.
Un vez identificada como una de las reas ms recientes y vulnerables del partido, producto
de la espacializacin de la desigualdad socioeconmica7, la aproximacin etnogrfica busc
conocer los modos en que se relacionan espacio y sociedad a partir del anlisis de la
5 Los datos del ltimo censo no nos ayudan a conocer las caractersticas de la poblacin del barrio ya que se
encuentra incluido en una fraccin censal junto a otros barrios que presentan mejores condiciones
socioeconmicas. De todas maneras, a los efectos de tener un panorama del conjunto, el censo arroja los
siguientes datos: el 23% de la poblacin presenta Necesidades Bsicas Insatisfechas (NBI), el 22,5% se
encuentra desocupada, ms del 60% de la poblacin carece de cobertura de salud y el 95% de la poblacin
tiene menos de 14 aos de instruccin. 6 Era precisamente en la ausencia de obstculos y de lmites donde radicaba para el culturalismo del siglo XIX
la paradoja de la ciudad argentina. La cuadrcula intenta llenar el vaco de la pampa, intenta fundar ciudad sobre la nada. Porque ve la naturaleza como amenaza material y cultural, funda una forma abstracta,
homognea, regular: pura cultura (...) pero en esa regularidad el culturalismo denuncia el triunfo de la
naturaleza (...) porque lo que aparece como principal abstraccin es la propia inmensidad de la llanura, su
ausencia de organicidad (Gorelik, 1998: 34). La ciudad realizaba, entonces, los designios de la pampa, al prolongar indefinidamente un trazado en cuadrcula que no encontraba obstculos para su expansin. Gorelik
seala que es sugestivo pensar que esta ausencia de un borde natural colabor con la voluntad pblica de
favorecer una suburbanizacin integrada y la compara con la situacin de otras ciudades latinoamericanas -
como Ro de Janeiro o Caracas- donde los accidentes naturales favorecieron la constitucin de barreras entre
sectores sociales. En una direccin similar Grimson (2003) sostiene para Buenos Aires que, en lugar de un
marcado contraste entre sectores, la segregacin opera mediante un degrad urbano. En La Crcova y muchas
otras zonas del conurbano, por el contrario, es el obstculo natural (y la persistente ausencia de voluntad pblica) el que es significado como lmite que separa realidades sociales contrastantes. 7 Se trata de la segregacin residencial socioeconmica, histricamente dominante en las sociedades
latinoamericanas(Sabatini, Cceres y Cerd, 2001; Rodrguez y Arriaga, 2004), donde no se espacializa la
diferencia tnica, cultural o nacional, sino la condicin socioeconmica. Esto no significa que las categoras
culturales o tnico nacionales carezcan de relevancia en las relaciones sociales sino que busca sealar que el
criterio fundamental por el cual se distribuye la poblacin es econmico, mostrando as cierta continuidad
histrica con el modelo conventillo y distinguindolo del modelo gueto, en el cual el criterio central es tnico racial (Sennett, 1997 ; Wacquant, 2007).
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experiencia social de sus residentes. La misma tuvo dos objetivos: por un lado, caracterizar
los modos de simbolizar el espacio barrial, sus lmites y su entorno, por parte de sus
habitantes; por otro, analizar las interacciones, reconstruir las redes de relaciones en las
que los habitantes de la unidad territorial se encuentran insertos. Si el territorio barrial
adquiere centralidad en relacin al primer objetivo, es la territorialidad de las prcticas de
los habitantes del barrio el foco del segundo objetivo, ya que por medio de la
reconstruccin de las redes de relaciones es posible analizar si las mismas se circunscriben
al espacio barrial o no8.
Coincidimos con Wacquant en que la separacin entre reas de relegacin urbana y el
resto del cuerpo social es una separacin de `mundos vividos, no de `sistemas, es decir,
remite a la especificidad de las experiencias y relaciones concretas de sus ocupantes, no a
los lazos subyacentes que los anclan con firmeza al conjunto metropolitano, si bien en la
modalidad de la exclusin (2001: 39). Uno de los argumentos centrales de nuestro trabajo
(Segura, 2006) es precisamente que el acercamiento a ese mundo vivido nos indica no
slo que existen nexos causales y funcionales entre la vida en el barrio y el sistema social,
sino que la experiencia de la segregacin espacial se halla tensada por dos fuerzas
contrapuestas que modelan la vida de los habitantes del barrio. Por un lado, una conjuncin
de procesos que empujan hacia el aislamiento: dbil insercin en el mercado de trabajo,
relegacin en un espacio urbano degradado y estigmatizado, tendencia a la socializacin en
espacios homogneos, exclusin del acceso a bienes materiales y simblicos valorados. Por
otro lado, en tanto el espacio barrial, aunque relegado y excluido, no es un gueto, es
decir, no es un mbito relativamente autosuficiente, sus habitantes desarrollan estrategias
varias y diversas que implican la movilidad para mitigar los efectos del aislamiento y la
exclusin. En definitiva, la frontera existe y modela la vida social, que se estructura y
depende, en gran medida, de la movilizacin de (escasos) recursos y la elaboracin de
variadas estrategias para atravesar la frontera, no siempre ni para todo, con la finalidad de
8 Retomamos aqu algunas propuestas de Hannerz (1993) , bsicamente su divisin de la ciudad en cinco
dominios o mbitos: domstico / parentesco, aprovisionamiento, recreacin, vecindad y trnsito. Cul es la
espacialidad que las prcticas en tales dominios suponen? El espacio barrial las contiene en su totalidad? En
caso de no ser as, a cules s y a cules no? Qu tipo de prcticas laborales, recreativas, familiares- se llevan a cabo fuera del barrio? Por otra parte, cules son las interrelaciones entre los dominios? total
autonoma de cada dominio? O, por el contrario, interpenetracin entre vecindad y recreacin? entre familia
y trabajo? entre vecindad y familia?
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acceder a bienes y servicios escasos o ausentes en el barrio (trabajo, salud, educacin,
recreacin) necesarios para la reproduccin de las condiciones de vida.
El barrio, su representacin y sus lmites:
En el ensayo Puente y puerta Simmel sostuvo que en un sentido tanto inmediato como
simblico, tanto corporal como espiritual, somos a cada instante aquellos que separan lo
ligado o ligan lo separado (2001: 46). Separar y ligar aparecen as como operaciones
complementarias y constitutivas de los modos de simbolizar y habitar el espacio. Por un
lado, existe un conjunto de operaciones de marcacin de lmites y umbrales que separan y
aslan mbitos y prcticas, distinguiendo segn los casos adentro y afuera, interior y
exterior, pblico y privado, nosotros y otros. Por otro lado, un conjunto de operaciones que
se dirigen en sentido opuesto, estableciendo puentes y pasajes entre tales mbitos separados
y diferenciados. As, pensamos que una va til para conocer y caracterizar los modos de
experimentar el espacio es analizando las maneras en que los actores sociales distinguen y a
la vez vinculan el adentro y el afuera, el interior y el exterior, lo pblico y lo privado, la
mismidad y la otredad, y esto supone identificar tanto los lmites y los umbrales
(operaciones de separacin de mbitos y prcticas) como los puentes y pasajes (operaciones
de conjuncin de tales mbitos y prcticas dismiles). Con fines analticos pensamos en un
conjunto de oposiciones o ejes metafricos (Silva, 2000; Segura, 2007) como cerca-lejos,
adentro-afuera, arriba-abajo, pblico-privado e interior-exterior y a la experiencia urbana
como el modo de vincular, no sin tensiones y contradicciones, y de manera cambiante
segn los actores sociales involucrados, los contextos y las situaciones de interaccin, tales
oposiciones.
El trabajo de campo nos posibilit identificar tres ejes metafricos a partir de los cuales los
residentes simbolizan el espacio barrial y su relacin con el entorno circundante.
El primer eje metafrico corresponde a la oposicin adentro-afuera. Los lmites del barrio9,
principalmente el exterior, se constituyen como frontera por medio de la cual se separa el
9 El espacio barrial se encuentra claramente delimitado: el lmite exterior corresponde al comienzo de la
planicie de inundacin del ro Reconquista, punto en el cual culmina el trazado cuadricular planificado y, a la
vez, punto a partir del cual se extiende La Crcova; los lmites laterales, que corresponden, uno a las vas del
ferrocarril, otra al camino de circunvalacin; y el lmite interior, que corresponde a un zanjn artificial, ms
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espacio barrial del entorno mayor, quedando delimitado un adentro y un afuera. Al barrio se
entra, del barrio se sale.
Juana, una joven de 23 aos, nos comentaba que [los trabajos] son por afuera y que
debido a que es madre soltera de tres hijos chicos y a que su madre se encuentra en un
estado de salud delicado que requiere de su constante atencin no puedo salir [a buscar
trabajo].
Esta frontera a partir de la cual se delimitan ambos mbitos funciona no slo para los que
estn adentro, que deben hacer el esfuerzo de salir, sino tambin para aquellos que,
como el periodista de la historia narrada por Laura, estn afuera y tienen motivos
(fundamentalmente laborales) para entrar al barrio. En relacin con esto, si bien una
vecina nos deca que la ambulancia no quiere entrar y otro que los remises no se animan
a entrar, hubo un consenso generalizado en que, en comparacin con otras pocas, entran
mucho los policas ahora.
El segundo eje metafrico corresponde a la oposicin delante-detrs. El espacio barrial, a
pesar de lo que una mirada rpida y distante podra suponer, no es un mbito homogneo,
multiplicndose las diferencias hacia su interior. En este caso, el adentro tiene un delante y
un detrs, un fondo.
El delante del barrio, su centro, corresponde a las nicas dos calles asfaltadas (ms all
de algn pequeo tramo de algunas calles, pasajes y cortadas cercanas) que corren
paralelas: Central y 1 de Mayo. Adems de asfalto (muy precario y en mal estado), en esas
calles predominan las casas de material, algunas de las cuales funcionan tambin como
comercios: almacenes, ferreteras, comida al paso, panaderas, talleres mecnicos,
reparacin de electrodomsticos y kioscos, entre otros. En contraste con el resto del barrio,
se ven varios autos. Se encuentran adems en esa zona algunas iglesias evanglicas, un
centro de salud y varios comedores.
A medida que uno se aleja se introduce en lo que tanto residentes como agentes externos
llaman fondo. Calles, pasajes y pasadizos de barro, donde no hay seales de luz elctrica
y predominan las casas y casillas de madera y chapa. Si en el centro hay indicios de una
tendencia a la disposicin en cuadrcula de casas y calles (aunque no faltan los pasajes que
all del cual se extiende un descampado hacia el ro. Es decir, se trata de un espacio cerrado, comunicado con el resto del espacio urbano por solo uno de sus lmites (el exterior).
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comunican el interior con los lotes y casas que dan a la calle), en el resto del barrio la
disposicin es muy irregular. Predominan las actividades vinculadas al reciclado de
materiales y cirujeo. Los carros y las carretas son omnipresentes, y tambin se ven caballos
y otros animales (gallinas, perros, patos, etc). Ya se trate en el menor de los casos- de
tener un galpn, o de usar el patio, el frente o la vereda, las casas y casillas son a la vez
lugares donde se llevan, clasifican y depositan los productos del cirujeo (vidrios, botellas,
cartones, metales) que luego sern vendidos a grandes depsitos, algunos de ellos ubicados
tambin en el fondo.
Este contraste es sealado constantemente por los vecinos. Por un lado, se seala su
peligrosidad. Ms para el fondo no me meto nos deca un vecino que desde chico vive en
el barrio y seguramente todos coincidiran con la percepcin de Rosario que por ac
adelante es ms tranquilo que en el fondo. Por otro, se sealan las peores condiciones de
vida en la que se encuentran quienes all habitan. Vos te vas para el fondo y es peor, pobre
gente!, exclama Laura. Es la ausencia de servicios, sintetizada en la ausencia de asfalto, la
que la lleva a sostener a la gente del fondo por ah se le complica [la vida con la lluvia y el
barro]10.
Por ltimo, el tercer eje metafrico corresponde a la oposicin arriba-abajo, y funciona
como nexo entre las dos primeras oposiciones, una referida a la relacin entre el barrio y el
entorno (adentro-afuera), la otra referida a las diferencias dentro del barrio (adelante-
detrs). En efecto, la oposicin arriba abajo se aplica, en un continuo, tanto a las
relaciones entre barrio y entorno como a las relaciones hacia el interior del espacio barrial.
El afuera est arriba, por lo tanto, entrar es bajar. [Vivo] de la escuela para all abajo, para
la bajada, nos indica una mujer mientras lleva su hijo a la escuela y otra, llegada hace poco
al barrio, seala [estamos viviendo] en una casa que compramos ac abajo.
10
Al interior del barrio se reproducen las diferencias y los estigmas que se pueden encontrar en la relacin
entre el adentro y el afuera, entre el barrio y su entorno. Dos indicios. Primero, la oposicin asfalto-barro es
usada tanto para delimitar y separar- al barrio y sus habitantes del resto del entorno (una maestra seal que de los ms de 700 alumnos que tena la escuela slo uno es del asfalto) como para distinguir en el mbito barrial al fondo, ligado al barro. Segundo, el trmino villa es utilizado tanto por la gente de Surez para
designar al barrio como tambin por muchos de los habitantes del barrio para estigmatizar a sus vecinos del
fondo. Eh, no me dijiste vos que no te juntabas con negros villeros! fue la recriminacin que un nio del fondo lanz a otro de adelante, quien en una de las primeras visitas al barrio nos haba acompaado hasta ese
lugar.
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De esta manera, si entrar es bajar, salir es subir: All arriba me dan [leche] dice una
madre refirindose al centro de salud Agote, ubicado sobre la avenida Mrquez, en el
centro de Surez; y otra sostiene que [las compras] las hacemos arriba, en Surez.
Por ltimo, una vez adentro se puede ir descendiendo desde adelante hacia atrs, hacia el
fondo. Un vecino del barrio sostiene, refirindose al fondo, ah abajo s la mayora [de la
gente] se dedica al cirujeo y, en la misma direccin, una vecina cuenta que all en el bajo,
cuando llueve, sabe lo que esa pobre gente, con criaturas [sufre], con criaturas, lleno de
agua, de barro.
De este modo, las tres pares de oposiciones forman un sistema topolgico por medio del
cual se simboliza, segmenta y otorga sentido al espacio barrial y a la relaciones con el
entorno: entrar y salir, delante y detrs, bajar y subir. Se representa el espacio barrial y se
orientan las prcticas del espacio. Ejes metafricos que, en tanto modos de conceptuar la
realidad, impregnan la vida cotidiana: el lenguaje, el pensamiento y las prcticas. En
definitiva, se trata de un sistema que tiene su base en la experiencia del espacio y al mismo
tiempo le da forma a dicha experiencia, orientando a las actores sociales en el espacio.
Simultneamente y aqu radica su riqueza metafrica- al hablar del espacio habla tambin
de otra cosa: simboliza las relaciones de poder y las desiguales posiciones sociales de
distintos actores asociados a un determinado espacio.
Prcticas del espacio:
Espacio segregado, en relacin al grado de proximidad espacial o aglomeracin territorial
de familias que pertenecen a un grupo social similar en trminos socioeconmicos. Espacio
literal y no solo metafricamente- marginado, situado a un costado y en un pozo del
trazado urbano, construido por sus propios habitantes en una zona no apta para el
poblamiento urbano. Espacio estigmatizado, asociado en el imaginario social con la
violencia, los delitos, la anomia.
Lo que nos interesa discutir en esta seccin es la idea generalizada de una total separacin,
aislamiento o exclusin de los espacios segregados, marginados y estigmatizados como La
Crcova y el resto de la sociedad, idea que se condensa en el concepto de gueto. No se
trata slo de reconocer los vnculos causales y funcionales entre las realidades
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macrosociales y los barrios. Se trata tambin de ver que los actores, expuestos ante tales
lmites y presiones (Williams, 1997), muchos de los cuales tienden hacia el aislamiento y la
exclusin, desarrollan diversas estrategias que implican atravesar al menos parcialmente-
las fronteras o lmites sociales y espaciales para sobrevivir, en tanto el espacio barrial no es
un mbito autosuficiente.
Es indudable que cuando la lgica dej de ser arriba / abajo para ser adentro / afuera barrios
como La Crcova tendieron y tienden (si ya no lo son) a dejar de ser lugares en los que los
segmentos inferiores del mercado de trabajo se reproducen para transformarse en
espacios de supervivencia de aquellos relegados (Auyero, 2001: 25). Sin embargo, lo que
el anlisis de la territorialidad de las prcticas de los habitantes nos muestra es que, an
desde la lgica de la exclusin, la supervivencia requiere el despliegue de prcticas que
atraviesen las fronteras urbanas y sociales.
En relacin con las fronteras, coincidimos con Grimson (2004) en que el nfasis insistente
en el carcter poroso, ambiguo, hbrido de las fronteras, a veces parece olvidar por qu se
las sigue llamando as: lmite, diferencia, frente de batalla, separacin, discontinuidad y
que tampoco ayuda demasiado a comprender el fenmeno la generalizacin deshistorizante
que afirma que `todas las fronteras son separacin y unin al mismo tiempo (pp. 3).
Debemos, en cambio, analizar como se ordenan y jerarquizan las dos caractersticas de toda
frontera: la separacin y la unin. En toda frontera hay momentos de mayor apertura y
otros de mayor cierre, hay personas que la atraviesan con mayor facilidad que otras, hay
motivos o razones por los cuales es ms factible atravesarla que otros.
En la seccin anterior delineamos una topologa barrial a partir de la interaccin de tres ejes
metafricos, uno de los cuales corresponda a la oposicin adentro-afuera, fundada en una
frontera o lmite entre el espacio barrial (el adentro, los de adentro) y el resto de la sociedad
(el afuera, los de afuera). Nos proponemos aqu caracterizar su dinmica, el entrar y el salir,
a partir de un doble reconocimiento: por un lado, no se trata slo de un lugar de cruce y
dilogo, sino de conflicto y desigualdad; por otro, como quedar de manifiesto en nuestro
caso, cruzar una frontera no implica necesariamente desdibujarla (Grimson, 2004: 19).
Podramos decir que la ecuacin recursos hacia afuera, vnculos hacia adentro condensa
esquemtica y parcialmente ya que no todos los recursos para vivir se obtienen afuera ni
se sale nicamente en bsqueda de recursos- la vida barrial, vida tensada entre una
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multiplicidad de fuerzas que empujan hacia el aislamiento y la exclusin, por un lado, y la
movilidad como prctica fundamental en las estrategias implementadas para sobrevivir, por
el otro, que de este modo cuestiona la idea de una total exclusin.
Cmo logran sobrevivir estas familias? En la mayora de los presupuestos familiares se
verifica la combinacin de al menos dos fuentes de ingresos monetarios el Plan Jefes y
Jefas11
y el generado por el cirujeo, ya sea en Capital o en el CEAMSE, y /o trabajos
ocasionales en el sector informal-, la (intermitente) ayuda social del estado y las redes de
intercambio social, bsicamente familiares. Reconstruyamos brevemente sus historias.
Rosa tiene 40 aos y 9 hijos. Desde hace 15 aos vive en el barrio, en una pequea casa
junto a sus cuatro hijos ms pequeos, su actual pareja y dos de sus hijos. Ambos reciben el
plan. Su pareja, adems, es pen de albail, trabaja afuera, habitualmente por Boulogne o
San Martn, lugares a los que llega por medio del tren, la camioneta del patrn o, en su
defecto, la bicicleta. En el ltimo tiempo ha conseguido bastante trabajo. Ahora viene bien
dice Rosa- a veces trabaja hasta los domingos. De los hijos que viven con ella, el mayor
tiene 18 aos, va a la escuela porque quiere terminar y a veces va a la quema, ac al
cinturn, a cirujear para darme una mano a mi, porque no alcanza. Adems de salir del
barrio para realizar la contraprestacin en una escuela cercana, Rosa cuenta que para lo
nico que salgo es los mircoles, viernes, sbados y domingos, que voy a la iglesia
evanglica y el resto del tiempo estoy en mi casa. A lo sumo me voy a la casa de mi
hermana que vive ac, a tres cuadras, o si no a lo de mis hijos, que viven enfrente. Sus
hijos mayores viven en el barrio, se han casado o juntado con gente del barrio se
conocieron ac en el barrio, se pusieron de novios y bueno, despus se juntaron, cuenta
Rosa- y ellos y sus yernos se dedican al cirujeo en Capital y aproximadamente cada dos
semanas venden lo obtenido, previa seleccin y clasificacin, en los depsitos que estn
en la zona, centralmente en el fondo.
La rutina de Rosa y su familia es sumamente interesante. Ella sale por la
contraprestacin, su marido por trabajo, sus hijos para obtener productos mediante el
cirujeo, ya sea al CEAMSE o la Capital. Y, simultneamente, la gran mayora de sus
11
La casi totalidad de los ms de 700 chicos que asisten a la escuela N 51 viven en el barrio y alrededor del
90 % de estos chicos pertenecen a familias que son beneficiarias del Plan Jefas y Jefes. Salvo un caso, todos
los entrevistados y tambin muchos de sus familiares, hermanos / as o hijos / as con sus propias familias- son beneficiarios del plan.
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vnculos se establecen en el mbito barrial, donde se solapan las relaciones de vecindad,
parentesco y afinidad. Sus vecinos son, en muchos casos, familiares, a quienes visita en su
tiempo libre. Y sus hijos mayores han armado sus propias familias con personas del barrio.
Al igual que los hijos y yernos de Rosa, en el presupuesto de Carlos es central lo obtenido
mediante el cirujeo. Carlos tiene 41 aos, viudo hace cinco y padre de cuatro hijos, entre 17
y 6 aos. Adems de cobrar un plan jefes, que ayuda, Carlos trabaja desde hace dos aos
en el Cinturn Ecolgico del CEAMSE. Al cinturn va todos los das, de lunes a sbados.
Sale para all alrededor de las 15,30 horas, ya que caminando tiene alrededor de una hora y
media o dos de trayecto. Generalmente va solo y busca nylon, y ve si hay algo para comer.
Describe el ingreso al cinturn como una pelcula de guerras, cuando un ejrcito est
esperando para invadir, para entrar y llegar arriba de la montaa. Al cinturn llega gente
de todos lados y en gran cantidad: Crcova, Curita, Villa Hidalgo, Loma Hermosa,
Independencia, Corea. Todos esperan en la puerta, esperan y presionan para que les abran
(es en esta situacin donde es comn que se produzcan enfrentamientos con los guardias).
Cuando finalmente abren las puertas, corren para subir a la montaa de basura, donde
puede llegar a haber algo. Adems de obtener algo para comer, Carlos hace entre 20 y 30
kilos de nylon por semana, que los vende en el fondo del barrio a 1 o 1, 10 pesos el kilo.
Tambin en el fondo venden sus productos quienes cirujean en Buenos Aires. Laura y su
marido lo hicieron durante mucho tiempo con el objetivo de sumarlo al plan de Laura y al
trabajo de albail de su marido en una localidad cercana para construirse una casa de
material. Me iba a cirujear con l [por el marido] y me caminaba todo... salamos a las
cinco y llegbamos como a las 12 de la noche, la una, y ah juntbamos el cartn, los
diarios, todo, clasificbamos todo para al otro da levantarnos temprano. Llegaron a su
objetivo, la casa de material, y actualmente no cirujean. El marido de Laura contina con su
trabajo de albail ahora est trabajando pero... a veces no tiene nada, meses y meses sin
nada- y Laura, adems de cobrar el plan, trabaja en limpieza, por hora, tres veces a la
semana en San Martn.
Si bien es una actividad muy difundida en el barrio, de hecho la primera impresin que se
tiene del espacio y la dinmica barrial es la de estar organizada alrededor del cirujeo
(adems de los grandes depsitos, por las maanas es habitual ver a las personas
clasificando productos y por las tardes comienzan a circular los carros y las carretas), no
-
todos sus habitantes se dedican a esta actividad. Rita es una mujer de 47 aos, viuda y
madre de 10 hijos, vive con las dos hijas que tuvo con su ltima pareja y con una de las
hijas de su primer matrimonio y sus dos nenas. Ambas reciben el plan. Rita, adems,
trabaja por hora en actividades de limpieza, en Surez y San Martn. En su caso, al igual
que en el de muchos otros, es sumamente relevante la ayuda social. Sus hijas menores
almuerzan todos los das en el colegio, adems de recibir ah tiles escolares, zapatillas y
guardapolvos, asisten todos los das de la semana a un apoyo escolar y los sbados y
domingos almuerzan en un comedor que hay en el barrio. Rita sufre de diabetes y
semanalmente concurre a una salita de salud cercana al barrio ya que los remedios me los
dan todos ellos.
Valeria, 26 aos, separada (de un chico del barrio) y con tres hijos, vive en una pieza aparte
construida en el terreno de su madre, y tanto ella (en una clnica en Malvert) como su
madre (en una casa de familia en Villa Ballester) se dedican a la limpieza para
complementar lo que obtienen de los planes y viajan diariamente en el tren que llega a Jos
Len Surez.
Recursos hacia afuera, vnculos hacia adentro, decamos. A partir de los relatos de los
entrevistados las historias se repiten, parecen recurrentes. Ms all de las variaciones, el
afuera adquiere centralidad (variable) en las estrategias de aprovisionamiento y el
adentro es el mbito donde se construyen los lazos no slo vecinales sino tambin
familiares y afectivos.
Salir es, en la mayora de los casos, extremadamente necesario. Y, aunque central, no se
sale nicamente para trabajar. Por un lado, es habitual que se salga del barrio para acceder a
ciertos bienes y servicios. As, muchas madres llevan una vez por mes a sus hijos al
hospital, ya sea a San Martn o a Buenos Aires, y muchos trmites fundamentales como
los relacionados con los planes- implican trasladarse hasta San Martn. Por otro lado, el
consumo (escaso) y la recreacin (excepcional) tambin implican desplazarse. As, muchas
familias realizan compras mensuales de los alimentos bsicos fuera del barrio en busca de
mejores precios y es comn que en el tiempo libre los padres lleven a sus hijos a pasear
fuera del barrio.
Lgica del cazador, la llam Merklen (2000; 2005): grupos e individuos se mueven como
cazadores que recorren la ciudad y las instituciones en busca de una oportunidad(2000:
-
82). Sin dudas, como seala correctamente, este movimiento constante en busca de
oportunidades, producto de una situacin caracterizada por la inestabilidad y la
vulnerabilidad, remite a situaciones de marginalidad social (al hecho de vivir en y de los
mrgenes, no fuera de ellos) y no de exclusin social, entendida como la completa
separacin de la vida social instituida. Sin embargo, nos alejamos del planteo de Merklen
cuando, a partir de la inexistencia de exclusin (en sentido estricto), sostiene que esta
realidad permite el desarrollo de una cultura de la periferia donde es imposible definir los
lmites del adentro y del afuera (2000: 112).
Que el adentro no sea un mundo autosuficiente, totalmente separado del resto de la
sociedad, en definitiva, excluido, y que por el contrario la subsistencia implique
desplazamientos, movilidad y sagacidad por parte de cazadores significa que es imposible
definir el adentro y el afuera? Creemos que no. En lo que sigue del artculo discutiremos
este punto.
Efectos de lugar12
:
Como dijimos al inicio de nuestro trabajo lmite refiere a un hecho sociolgico que puede
tener (aunque no necesariamente) forma espacial y no a la inversa; a la vez, dicha forma
espacial tiende a naturalizarse y condiciona las relaciones sociales presentes. Los lmites,
tengan una traduccin espacial o no, remiten a relaciones sociales, a los modos como las
personas se clasifican e imaginan entre s y a las formas en que se relacionan en virtud de
tales clasificaciones e imaginarios. Y as como atravesar un lmite no supone abolirlo,
tampoco la existencia de relaciones entre las partes supone necesariamente identidad entre
las mismas (Elias, 2000).
Las configuraciones espaciales, ellas mismas objetivaciones del espacio social, en tanto
adquieren evidencia dxica, es decir, en tanto adquieren ante los ojos de todos aquellos
que lo disfrutan la inmutable razn de ser de los hechos de la naturaleza (Signorelli, 1999:
12
La expresin efecto de lugar corresponde al ttulo de un artculo de Pierre Bourdieu (2002) en el cual el autor argumenta contra el pensamiento sustancialista acerca de los lugares y propone, en cambio, pensar los
lugares en clave relacional: analizar las relaciones entre espacio social y espacio fsico, productos de luchas
por la apropiacin del espacio (Wacquant, 2007). Adems, el artculo seala un conjunto de efectos que el espacio fsico (espacio social reificado) produce; es decir, el espacio fsico expresa el espacio social y a la
vez, en tanto es reificado, tiene efectos sociales, que el analista debe evitar, pero que a pesar de esto no dejan
de tener importancia en la dinmica espacial, apareciendo entonces el espacio como uno de los lugares donde se afirma y ejerce el poder, y sin duda en la forma ms sutil, el de la violencia simblica como violencia
inadvertida (2002, 122). Es en este ltimo sentido que utilizamos en lo que sigue la idea de efectos de lugar.
-
57), participan de muchas maneras en la naturalizacin del espacio social y de las
posiciones sociales de los agentes.
Las oposiciones sociales objetivadas en el espacio fsico como adentro-afuera, delante-
detrs y alto-bajo tienden a reproducirse en el lenguaje y las prcticas como principios de
visin y divisin, en definitiva, en categoras de percepcin y clasificacin de objetos,
lugares y personas. En el caso estudiado adentro y afuera son categoras que comparten
tanto residentes del barrio como los agentes que cotidianamente entran al barrio (docentes,
mdicos, policas, polticos). En las interacciones cotidianas hay personas que son de
adentro y hay otras que son de afuera, donde el adentro se vincula al barro y el afuera al
asfalto, donde entrar es bajar y salir es subir13
. En definitiva, las categoras espaciales
funcionan como categoras sociales que simbolizan las posiciones de cada uno de los
actores en el espacio social, vinculan tales posiciones a dimensiones morales y organizan
las relaciones entre los actores en clave de nosotros otros.
De esta manera, el salir que, como sealamos, es central para la reproduccin de la vida-
se realiza a partir y contra lmites y obstculos muy poderosos.
En primer lugar, los lmites territoriales y econmicos. En efecto, se trata de una zona
marginada y alejada, debindose cubrir grandes distancias para satisfacer muchas veces
necesidades bsicas con escasos recursos y malos servicios. Salir supone dinero para
traslados o estrategias alternativas, como recorrer grandes distancias a pie o en bicicleta.
En esta direccin Bourdieu (2002) ha sostenido que la ubicacin en el espacio de la ciudad
y las distancias que se deben recorrer traducen las posiciones y las distancias sociales. La
incorporacin de las estructuras del orden social se realiza en gran medida a travs de la
experiencia prolongada e indefinidamente repetida de las distancias espaciales que se
afirman en distancias sociales y a travs de los desplazamientos y movimientos del cuerpo14
13
Kessler (2004: 227) ha identificado que en la perspectiva de los actores barrio y villa se diferencian, adems
de por cuestiones infraestructurales y por cualidades morales, por lgicas de circulacin. Mientras del barrio
se va y se viene, a la villa se entra y se sale. As, mientras el ir y el venir remiten a un espacio abierto, el
entrar y el salir aluden a un espacio cerrado sobre s mismo: hay una entrada y a medida que nos introducimos
hacia el fondo las condiciones se tornan ms desfavorables. En su trabajo comparativo entre la periferia
francesa y el gueto norteamericano Wacquant ha identificado, ms all de tratarse de formaciones socio
espaciales distintas, una sensacin compartida por parte de sus residentes: encierro social (2007: 46). 14
Efectivamente, hay que prestar atencin tanto a la distancia espacial como al modo en que la misma es
suprimida, es decir, a las formas y medios de desplazamiento. Sennett (1997) ha sealado que tanto la
planificacin urbana moderna, con sus lneas rectas primero y sus autopistas despus, como el diseo de los
medios de trasporte como el ferrocarril y el automvil, mediante el nfasis en reducir el tiempo, eliminar
obstculos e incrementar el confort y el placer del viajero, han favorecido la indiferencia por los lugares que
-
que esas estructuras sociales convertidas en estructuras espaciales, y con ello naturalizadas,
organizan y califican: entrar y salir, subir y bajar, ir y venir, cerca y lejos.
En segundo lugar, los lmites simblicos. Se trata de una zona estigmatizada y el estigma
territorial acompaa de manera persistente a sus habitantes en las interacciones cotidianas.
En relacin con el estigma que recae sobre el barrio y sus residentes Rita me desafa: usted
va a buscar trabajo y dgale que es de La Crcova y no lo toman, yo le digo porque fui a
buscar trabajo a la casa de una familia y no me tomaron porque era de La Crcova. Y
concluye: somos discriminados nosotros15. Lo paradjico de la situacin es que a la vez
que la discriminacin sufrida la indigna, deja deslizar y la verdad es que tienen razn,
haciendo referencia a que efectivamente se trata de un lugar violento, inseguro y en el que
mucha gente fundamentalmente los jvenes- se dedica a actividades consideradas ilegales.
De esta manera el estigma es otro obstculo a superar que generalmente tiene un doble
efecto: hacia afuera, en relacin con la sociedad, refuerza el lmite y la separacin; hacia
adentro, en relacin con la vida barrial, potencia la conflictividad interna, estimula la
evitacin mutua y la desconfianza interpersonal, colaborando de esto modo en la
produccin de la realidad (violenta, insegura) que nombra16
.
Por ltimo, no podemos perder de vista que son precisamente esos lmites territoriales y
simblicos los que crecientemente empujan hacia la socializacin en espacios homogneos
se atraviesan e incrementado la pasividad de quien los atraviesa. Precisamente es lo opuesto a lo que ocurre
con los residentes de La Crcova, donde desplazarse y cubrir grandes distancias supone mltiples esfuerzos y
donde podramos pensar el cuerpo siente y aprende la distancia fsica y social que lo separa de lo elemental para sobrevivir. 15
La hija de Rita, de 11 aos, me cont que bailaba en una murga, Los caprichosos de Villa Martelli. Al preguntarle por el nombre y la alusin a otro barrio intervino la madre no nos ponen de Villa Crcova porque somos todos de... de, como es... nos miran todos con otra cara, somos otra gente, nadie quiere La Crcova,
vio? somos despreciados en otros lados. 16
Los miedos disuelven ms lazos de los que construyen. As, la tendencia al aislamiento dentro de un
espacio segregado y estigmatizado se profundiza, ya que no slo existen los mecanismos que tienden a aislar
a los habitantes del resto del cuerpo social, sino tambin la sospecha, el temor y la desconfianza como
constitutivos de los vnculos entre los vecinos del barrio. Si bien esta percepcin del barrio es compartida por
personas de diversas edades y de ambos sexos, habra que indagar con mayor profundidad el vnculo entre
espacio, miedo y gnero. Varias investigaciones han sealado el acceso y uso diferencial de los espacios
pblico y privado segn el gnero (Bourdieu, 1973; Rosaldo, 1974). El espacio pblico barrial es
masculino y preponderantemente juvenil. La mayora de las mujeres sale cotidianamente del barrio para trabajar, realizar las compras, ir al mdico, llevar a los hijos a la escuela. De hecho, desde la maana
hasta pasado el medioda predominan las mujeres circulando por el espacio barrial, generalmente
acompaadas por sus hijos, realizando diversas tareas, entrando y saliendo. Sin embargo, para ellas el barrio no es un lugar para estar (como lo es, por ejemplo, para los jvenes en las esquinas) sino un espacio
que necesariamente hay que atravesar para llevar a cabo las tareas cotidianas. No me muevo mucho de mi casa, sostiene Laura, a pesar de que realiza mltiples actividades fuera del barrio. Dicho de otro modo, solo sale (atraviesa el espacio barrial) cuando es necesario, el resto del tiempo lo pasa en su casa.
-
desde el punto de vista socioeconmico. Como se desprende de las historias narradas, en el
espacio barrial se desarrollan, de modo superpuesto, las relaciones de vecindad, parentesco
y afinidad. En ms de una oportunidad se observa que se solapan las relaciones de vecindad
con las de parentesco y es sumamente comn que las personas encuentren su pareja entre
la gente del barrio.
Una vasta literatura seala que este proceso de socializacin en espacios homogneos
refuerza los lmites que lo posibilitaron. En esta dinmica la segregacin residencial no
acta sola sino que se conjuga y potencia- con los efectos de la inestabilidad y la
vulnerabilidad del mercado de trabajo y la segmentacin del sistema educativo (Katzman,
2001). En efecto, instituciones pblicas como las educativas colaboran para (re) producir
los procesos de socializacin en espacios homogneos. Esto es claramente lo que sucede en
la escuela N 51, ubicada en el lmite del barrio y creada a principios de la dcada de 1990
para absorber el crecimiento de la matrcula de una escuela cercana, producido por el
incremento de la poblacin del barrio. La totalidad de los ms de 700 alumnos son de La
Crcova. Es decir, los chicos salen del barrio para ir a la escuela, en donde se encuentran
nicamente con chicos del barrio.
En definitiva, la territorialidad de las prcticas excede el mbito barrial. Sin embargo, los
lmites, espaciales y simblicos, existen, y el hecho de cruzarlos -ni siempre ni para todo-
no implica su abolicin. Quizs pueda pensarse la vida urbana como una compleja de red
de interacciones, transacciones y comunicaciones, cada uno de cuyos componentes tiene
distintos ritmos, formas de sociabilidad y parmetros espaciales. Como ha sostenido Frisby
(2007), por medio del anlisis de la intensidad (densidad) social, temporal y espacial de las
distintas interacciones se pueden estudiar las fronteras o lmites (que no necesariamente
tienen una expresin espacial) de clase, gnero y etnia presentes, entre otros, en la vida
urbana. En ese sentido, el claro clivaje entre el tipo de relaciones y prcticas que se
establecen y se llevan a cabo afuera y las relaciones y prcticas que se establecen y se
llevan a cabo adentro del barrio que hemos sintetizado en la ecuacin recursos hacia
afuera, vnculos hacia adentro creemos remite a una frontera o lmite donde intervienen la
distancia y configuracin espaciales, los estigmas sociales y las polticas pblicas.
-
Eplogo:
El problema es cmo y por qu unos hombres se perciben como parte del
mismo grupo y se incluyen unos a otros dentro de los lmites grupales que
ellos mismo establecen al hablar de nosotros, mientras excluyen a otros pertenecientes a otro grupo, al que se refieren colectivamente en trminos
de ellos. Norbet Elias
A partir de los resultados expuestos parece que no es posible sostener dos argumentos
simtricos y opuestos. Por un lado, aquel que supone que la segregacin se traduce en una
total separacin y, por ende, un aislamiento total de la vida barrial del resto de la sociedad.
Por otro lado, tampoco se puede sostener, ante la evidencia de la existencia de vnculos
entre ambas realidades (y por lo tanto, ante el cuestionamiento a la idea de exclusin y a su
traduccin espacial, el gueto) , que los lmites sean difusos o directamente no existan.
Hemos intentado mostrar cmo las distancias sociales se expresan en una configuracin
espacial particular y, a la vez, cmo esta ltima tiene efectos sociales que tienden a
reproducir la realidad desigual que expresa. Se trata de una configuracin que tiene su base
en la experiencia del espacio y al mismo tiempo le da forma a dicha experiencia,
orientando a las actores sociales en el espacio: adentro y afuera, adelante y atrs, subir y
bajar. Simultneamente, al hablar del espacio habla tambin de otra cosa: expresa y es
expresin- de las relaciones de poder y las desiguales posiciones sociales de distintos
actores, posiciones que los actores tienen a incorporar, naturalizndolas, en la experiencia
cotidiana del espacio, a travs de la transformacin de las categoras espaciales en
categoras sociales.
As, residir adentro, es decir, en un espacio cerrado sobre s mismo y ligado al barro, el
desvo y la anomia, implica cotidianamente salir, que en este caso significa tambin
subir, recorriendo grandes distancias con mucho esfuerzo y enfrentando habitualmente
estigmas, para obtener lo necesario para vivir. Es por esta experiencia reiterada y
naturalizada que marcaciones espaciales como adentro y afuera, delante y detrs, abajo y
arriba, productos ellas mismas de relaciones sociales, funcionan como categoras sociales
que remiten a los modos como las personas se clasifican e imaginan entre s y a las formas
en que se relacionan en virtud de tales clasificaciones e imaginarios: ser de adentro o de
afuera, de adelante o de atrs, de abajo o de arriba, tiene relevancia en el tipo de relaciones
que se establecen en mltiples contextos de interaccin.
-
Quizs ahora podamos comprender los sentidos que se condensan en la historia narrada por
Laura que abre el presente artculo: a la vez que el encuentro nos indica que no existe una
separacin o aislamiento total, tambin nos muestra que atravesar un lmite no supone
necesariamente abolirlo y que establecer vnculos y relaciones no supone necesariamente
identidad entre las partes. Es ms, la historia expresa cmo las distancias sociales se han
traducido en lmites espaciales (adentro y afuera) y cmo estas categoras espaciales
tienden a funcionar como categoras sociales (los de adentro y los de afuera), que se
relacionan asimtricamente, no siempre ni para todo, siguiendo la lgica de nosotros-ellos.
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