secciÓn temÁtica · na de las localidades fronterizas con belice, la ausencia de infraestructu-ra...

50
SECCIÓN T EMÁTICA RELACIONES 111, VERANO 2007, VOL. XXVIII

Upload: others

Post on 06-Nov-2020

0 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

SECCIÓN TEMÁTICA

R E L A C I O N E S 1 1 1 , V E R A N O 2 0 0 7 , V O L . X X V I I I

Page 2: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

6 7

R E L A C I O N E S 1 1 1 , V E R A N O 2 0 0 7 , V O L . X X V I I I

lantear un análisis acerca de las etapas de la historio-grafía producida en una de las entidades federales másjóvenes del país, requiere fijar por anticipado las singu-laridades de la formación y el desarrollo del territorio.Por ello, antes de analizar la producción historiográfica

del siglo XX, nos permitimos precisar con brevedad algunas de las esta-ciones fundamentales por las que han atravesado la sociedad y las insti-tuciones quintanarroenses. El objetivo del presente artículo es examinar

* [email protected] El presente artículo forma parte de un proyecto de investi-gación en proceso, financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología para elperiodo 2006-2008, titulado “El Caribe mexicano. Instituciones públicas, población ycambio territorial”.

P

EL CARIBE MEXICANO. HISTORIA E HISTORIOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA

Carlos Macías Richard*CIESAS-PROGRAMA PENINSULAR

El artículo examina las características esenciales, interpretativas, de losestudios especializados en el Caribe Mexicano durante el siglo XX, enparticular desde la consolidación de la organización interna territorial(década de 1930) hasta la concesión de la estadidad y el patrocinio fe-deral del modelo turístico (década de 1970). El texto propone una ca-racterización de las etapas historiográficas sucesivas; reflexiona acer-ca de los efectos desestimados que acarreó el protagonismo dilatadode la administración pública federal en la vida del territorio quintana-rroense. Entre otras consecuencias, el artículo identifica el indudablepredominio de la visión gubernamental sobre la interpretación de lavida económica y política local, así como la desestimación de los pro-blemas de carácter social, cultural y los derivados de la nueva identi-dad territorial.

(Caribe mexicano, historiografía, cambio territorial, mayas, QuintanaRoo)

Page 3: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

6 9

En un territorio federal reciente, con escasos núcleos urbanos (el másrelevante e histórico se ubicaba en la isla de Cozumel), sometido a lajefatura militar, no debiera extrañar que la década 1910-1920 no hayaresultado altamente representativa de la Revolución mexicana. O mejor:no haya resultado altamente representativa de lo ocurrido en el centro yel norte del país en cuanto a movilización y emergencia de nuevos gru-pos, en cuanto a métodos violentos de reivindicación, o bien en cuantoa la aparición y protagonismo de sectores político-partidistas en pro detransformaciones en la forma de administrar y gobernar.

Durante la primera década del siglo XX, la administración militariza-da del territorio la ejerció el general Ignacio Bravo, el mismo que habíaencabezado la ofensiva final contra las posiciones mayas. Deliberada-mente, el general Bravo asentó su gobierno y su destacamento justo enel santuario maya, la localidad ubicada tierra adentro llamada ChanSanta Cruz (hoy Felipe Carrillo Puerto). En esos años y aún hasta 1913,Quintana Roo llegó a cobrar celebridad como tierra de reclusión y cau-tiverio, donde existía el trabajo forzado entre presos políticos proceden-tes del interior del país (tanto periodistas como seguidores de FranciscoI. Madero y Emiliano Zapata).

La dispersión de los mayas, la escasa población, la precariedad urba-na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férrea ocupaciónmilitar, impidieron cualquier foco sostenido de rebeldía e impusieronuna barrera natural a la difusión de ideas revolucionarias.1

De hecho, los testimonios dispersos y escasos de inconformidad so-cial en el territorio provinieron casi siempre de los estados vecinos: Yu-catán y Campeche. Las escaramuzas de los federales con los mayas, enparajes remotos colindantes con Yucatán (entre julio y noviembre de1910), difícilmente podrían inscribirse en el marco de un levantamiento

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

6 8

el conjunto de metodologías, recursos de información, conceptos y mar-cos de interpretación que han caracterizado a cada una de las etapas dela producción historiográfica dedicada a estudiar la región del Caribemexicano. Desde luego, el trabajo incorpora de manera analítica algunosargumentos que favorecen el empleo del concepto de Caribe mexicano,siempre en contraste con la noción territorial (Quintana Roo) forjada enlos albores del siglo XX, como escisión de la entidad yucateca.

LA CONDICIÓN INICIAL

El territorio federal de Quintana Roo fue creado en 1902 por el gobiernodel presidente Porfirio Díaz, en la franja costera oriental, caribeña, delestado de Yucatán. La creación de este territorio puede verse sin dudacomo una de las mayores consecuencias administrativas de la derrota delos mayas en un prolongado y desigual conflicto, conocido como guerrade castas (1847-1901). El nacimiento de Quintana Roo no se puede expli-car sin la creciente presencia militar del gobierno federal en el territoriomás selvático de la península de Yucatán (en especial durante la fase cul-minante de la resistencia maya, 1895-1901). Tampoco podría explicarsesin considerar, entre otros factores, los siguientes:

1) la activa política de concesiones para deslinde y usufructo de terre-nos nacionales, emprendida a partir de la década de 1880, así comola conformación de pequeños grupos de comerciantes que empeza-ron a negociar acuerdos de frontera (fiscales, aduanales, de importa-ción y exportación) con las diferentes secretarías de estado (Fomento,Guerra, Hacienda);

2) las contingencias de la vida política yucateca, mismas que habían in-cluido décadas atrás algunas experiencias irreconciliables de autono-mía (en el occidente de la península); y, ante todo,

3) una prolongada ofensiva militar contra los grupos de mayas rebel-des, concentrados cerca de la costa oriental, que concluyó con el en-vío masivo de grandes secciones del ejército federal y la militariza-ción de la zona.

1 La ciudad fronteriza de Payo Obispo (hoy Chetumal) era aún incipiente. PayoObispo había sido fundada apenas en 1898 y alcanzaría la categoría de capital del terri-torio hasta 1915, año en que se intensificaron los programas oficiales para atraer habi-tantes que se habían refugiado en Belice por efecto de la “guerra de castas”. Poco más de20 años después, en 1936, la capital se rebautizó como Chetumal.

Page 4: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

6 9

En un territorio federal reciente, con escasos núcleos urbanos (el másrelevante e histórico se ubicaba en la isla de Cozumel), sometido a lajefatura militar, no debiera extrañar que la década 1910-1920 no hayaresultado altamente representativa de la Revolución mexicana. O mejor:no haya resultado altamente representativa de lo ocurrido en el centro yel norte del país en cuanto a movilización y emergencia de nuevos gru-pos, en cuanto a métodos violentos de reivindicación, o bien en cuantoa la aparición y protagonismo de sectores político-partidistas en pro detransformaciones en la forma de administrar y gobernar.

Durante la primera década del siglo XX, la administración militariza-da del territorio la ejerció el general Ignacio Bravo, el mismo que habíaencabezado la ofensiva final contra las posiciones mayas. Deliberada-mente, el general Bravo asentó su gobierno y su destacamento justo enel santuario maya, la localidad ubicada tierra adentro llamada ChanSanta Cruz (hoy Felipe Carrillo Puerto). En esos años y aún hasta 1913,Quintana Roo llegó a cobrar celebridad como tierra de reclusión y cau-tiverio, donde existía el trabajo forzado entre presos políticos proceden-tes del interior del país (tanto periodistas como seguidores de FranciscoI. Madero y Emiliano Zapata).

La dispersión de los mayas, la escasa población, la precariedad urba-na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férrea ocupaciónmilitar, impidieron cualquier foco sostenido de rebeldía e impusieronuna barrera natural a la difusión de ideas revolucionarias.1

De hecho, los testimonios dispersos y escasos de inconformidad so-cial en el territorio provinieron casi siempre de los estados vecinos: Yu-catán y Campeche. Las escaramuzas de los federales con los mayas, enparajes remotos colindantes con Yucatán (entre julio y noviembre de1910), difícilmente podrían inscribirse en el marco de un levantamiento

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

6 8

el conjunto de metodologías, recursos de información, conceptos y mar-cos de interpretación que han caracterizado a cada una de las etapas dela producción historiográfica dedicada a estudiar la región del Caribemexicano. Desde luego, el trabajo incorpora de manera analítica algunosargumentos que favorecen el empleo del concepto de Caribe mexicano,siempre en contraste con la noción territorial (Quintana Roo) forjada enlos albores del siglo XX, como escisión de la entidad yucateca.

LA CONDICIÓN INICIAL

El territorio federal de Quintana Roo fue creado en 1902 por el gobiernodel presidente Porfirio Díaz, en la franja costera oriental, caribeña, delestado de Yucatán. La creación de este territorio puede verse sin dudacomo una de las mayores consecuencias administrativas de la derrota delos mayas en un prolongado y desigual conflicto, conocido como guerrade castas (1847-1901). El nacimiento de Quintana Roo no se puede expli-car sin la creciente presencia militar del gobierno federal en el territoriomás selvático de la península de Yucatán (en especial durante la fase cul-minante de la resistencia maya, 1895-1901). Tampoco podría explicarsesin considerar, entre otros factores, los siguientes:

1) la activa política de concesiones para deslinde y usufructo de terre-nos nacionales, emprendida a partir de la década de 1880, así comola conformación de pequeños grupos de comerciantes que empeza-ron a negociar acuerdos de frontera (fiscales, aduanales, de importa-ción y exportación) con las diferentes secretarías de estado (Fomento,Guerra, Hacienda);

2) las contingencias de la vida política yucateca, mismas que habían in-cluido décadas atrás algunas experiencias irreconciliables de autono-mía (en el occidente de la península); y, ante todo,

3) una prolongada ofensiva militar contra los grupos de mayas rebel-des, concentrados cerca de la costa oriental, que concluyó con el en-vío masivo de grandes secciones del ejército federal y la militariza-ción de la zona.

1 La ciudad fronteriza de Payo Obispo (hoy Chetumal) era aún incipiente. PayoObispo había sido fundada apenas en 1898 y alcanzaría la categoría de capital del terri-torio hasta 1915, año en que se intensificaron los programas oficiales para atraer habi-tantes que se habían refugiado en Belice por efecto de la “guerra de castas”. Poco más de20 años después, en 1936, la capital se rebautizó como Chetumal.

Page 5: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

7 1

De entre los sucesivos gobernadores o jefes militares que permane-cieron en Quintana Roo entre 1911 y 1918 (Manuel Sánchez Rivera,Rafael Eguía Liz, Víctor Morón, Alfredo Cámara Vales, Arturo Garcilazo,Carlos Plank, Carlos A. Vidal y Octaviano Solís), sólo el coronel Garci-lazo tomó partido frente a los hechos nacionales, por lo que se le con-sideró desleal al gobierno federal y aliado a la facción yucateca anticarrancista encabezada por Abel Ortiz Argumedo.4 Pero ni siquiera Gar-cilazo encontró adversarios ideológicos internos; sus detractores mayo-res en el partido yucateco de Quintana Roo (el territorio fue suprimidotemporalmente por Carranza) resultaron ser justo aquellos comerciantesa quienes había confiscado embarcaciones y cargamentos de chicle, elproducto más importante de la selva por esos años. En función de lo an-terior podría comprenderse por qué en el territorio no encontramos gru-pos, partidos o ejércitos populares que, con un discurso concreto y arti-culado, actuaran en forma continua para reivindicar algún proyecto detransformación revolucionaria.

Al igual que en otros estados del país, en Quintana Roo proliferaronlos partidos “socialistas” y “agrarios” en la década de 1920. La mayorcompetitividad electoral siempre se escenificó en Cozumel, debido a laorganización de sindicatos de estibadores y pescadores, así como a la ha-bitual participación política de sectores de comerciantes yucatecos o li-baneses arraigados en la isla. Sin duda, la cancelación de la vida muni-cipal dispuesta por el presidente Calles en 1928 para el Distrito Federaly los territorios, privó por décadas a la cultura política quintanarroensede un aprendizaje social invaluable que hubiera podido mejorar su vidademocrática contemporánea.

Después, a lo largo del siglo XX, el territorio batalló sucesivamentepara lograr la anhelada suficiencia demográfica que lo transformara enestado libre y soberano. La estrecha y paternalista administración del te-rritorio, a través de gobernadores designados por el presidente de la Re-pública, contrastó con el tardío impulso de programas de fomento, capi-talización e infraestructura, que sí tuvieron lugar en otros rincones del

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

7 0

nacional. En su informe de 1909 a 1910, el general Bravo se jactaba de“no haber tenido que lamentar pérdida alguna. Tengo entendido –insis-tió– que el bienio a que esta memoria se refiere, puede considerarsecomo una de las etapas más importantes en la marcha ascendente del te-rritorio hacia su prosperidad”.

Es cierto que en Quintana Roo se registraron simpatías y acciones enfavor del maderismo y del carrancismo, pero éstas fueron muy escasasy de nula influencia en el ejercicio de poder militar interior. Resultó céle-bre, por ejemplo, un paro de labores aislado que intentaron los trabaja-dores chicleros en el sureño Campamento Mengel (en tierras del actualejido Álvaro Obregón). Esporádicas actividades revolucionarias, asimis-mo, se registraron entre 1911 y 1915 en Icaiché, una zona histórica com-partida con Campeche, en donde cobró relevancia el dirigente ManuelCastilla Brito. La influencia del campechano Castilla Brito y de algunosactivistas-empresarios yucatecos, como los hermanos Alfredo y NicolásCámara Vales, llegó a extenderse eventualmente hacia la frontera conBelice (e incluso a la región Itzáe del lago Petén y de Las Flores, justo enlas inmediaciones de la antigua ciudad de Tayasal, en Guatemala), don-de los reportes consulares mexicanos aludían a actividades antihuertis-tas, como contrabando de armas y organización rebelde.2

El propio estatuto territorial hacía depender directamente los desti-nos de Quintana Roo de la presidencia de la República, por medio de laSecretaría de Gobernación.3 Los sucesivos gobernadores designados du-rante los años de la revolución y de la contrarrevolución (algunos connombramiento simultáneo de jefes políticos y militares), era común quesustentaran una política y una línea de conducta apartada de la opinióne influencia de los sectores sociales o productivos internos, ya que todasu legitimidad provenía de instancias externas.

2 Para mayor abundamiento acerca de las condiciones que privaron en la fase revolu-cionaria, véase Carlos Macías, Nueva frontera mexicana. Milicia, burocracia y ocupación terri-torial en Quintana Roo, México, Universidad de Quintana Roo-Conacyt, colecc. “Sociedady cultura en la vida de Quintana Roo”, 1998, 170-246.

3 El estatuto territorial en Quintana Roo se mantuvo en vigencia de 1902 a 1974, aun-que padeció dos breves interrupciones, en las que se le cedió por zonas a Yucatán y aCampeche: la primera interrupción la dispuso el Primer Jefe Venustiano Carranza, de1913 a 1915; la segunda la decidió el presidente Pascual Ortiz Rubio, de 1931 a 1935.

4 A la llegada de Salvador Alvarado a Yucatán, el coronel Garcilazo fue sometido aun consejo de guerra y terminó sus días en el paredón, acusado de rebelión, en julio de1915.

Page 6: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

7 1

De entre los sucesivos gobernadores o jefes militares que permane-cieron en Quintana Roo entre 1911 y 1918 (Manuel Sánchez Rivera,Rafael Eguía Liz, Víctor Morón, Alfredo Cámara Vales, Arturo Garcilazo,Carlos Plank, Carlos A. Vidal y Octaviano Solís), sólo el coronel Garci-lazo tomó partido frente a los hechos nacionales, por lo que se le con-sideró desleal al gobierno federal y aliado a la facción yucateca anticarrancista encabezada por Abel Ortiz Argumedo.4 Pero ni siquiera Gar-cilazo encontró adversarios ideológicos internos; sus detractores mayo-res en el partido yucateco de Quintana Roo (el territorio fue suprimidotemporalmente por Carranza) resultaron ser justo aquellos comerciantesa quienes había confiscado embarcaciones y cargamentos de chicle, elproducto más importante de la selva por esos años. En función de lo an-terior podría comprenderse por qué en el territorio no encontramos gru-pos, partidos o ejércitos populares que, con un discurso concreto y arti-culado, actuaran en forma continua para reivindicar algún proyecto detransformación revolucionaria.

Al igual que en otros estados del país, en Quintana Roo proliferaronlos partidos “socialistas” y “agrarios” en la década de 1920. La mayorcompetitividad electoral siempre se escenificó en Cozumel, debido a laorganización de sindicatos de estibadores y pescadores, así como a la ha-bitual participación política de sectores de comerciantes yucatecos o li-baneses arraigados en la isla. Sin duda, la cancelación de la vida muni-cipal dispuesta por el presidente Calles en 1928 para el Distrito Federaly los territorios, privó por décadas a la cultura política quintanarroensede un aprendizaje social invaluable que hubiera podido mejorar su vidademocrática contemporánea.

Después, a lo largo del siglo XX, el territorio batalló sucesivamentepara lograr la anhelada suficiencia demográfica que lo transformara enestado libre y soberano. La estrecha y paternalista administración del te-rritorio, a través de gobernadores designados por el presidente de la Re-pública, contrastó con el tardío impulso de programas de fomento, capi-talización e infraestructura, que sí tuvieron lugar en otros rincones del

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

7 0

nacional. En su informe de 1909 a 1910, el general Bravo se jactaba de“no haber tenido que lamentar pérdida alguna. Tengo entendido –insis-tió– que el bienio a que esta memoria se refiere, puede considerarsecomo una de las etapas más importantes en la marcha ascendente del te-rritorio hacia su prosperidad”.

Es cierto que en Quintana Roo se registraron simpatías y acciones enfavor del maderismo y del carrancismo, pero éstas fueron muy escasasy de nula influencia en el ejercicio de poder militar interior. Resultó céle-bre, por ejemplo, un paro de labores aislado que intentaron los trabaja-dores chicleros en el sureño Campamento Mengel (en tierras del actualejido Álvaro Obregón). Esporádicas actividades revolucionarias, asimis-mo, se registraron entre 1911 y 1915 en Icaiché, una zona histórica com-partida con Campeche, en donde cobró relevancia el dirigente ManuelCastilla Brito. La influencia del campechano Castilla Brito y de algunosactivistas-empresarios yucatecos, como los hermanos Alfredo y NicolásCámara Vales, llegó a extenderse eventualmente hacia la frontera conBelice (e incluso a la región Itzáe del lago Petén y de Las Flores, justo enlas inmediaciones de la antigua ciudad de Tayasal, en Guatemala), don-de los reportes consulares mexicanos aludían a actividades antihuertis-tas, como contrabando de armas y organización rebelde.2

El propio estatuto territorial hacía depender directamente los desti-nos de Quintana Roo de la presidencia de la República, por medio de laSecretaría de Gobernación.3 Los sucesivos gobernadores designados du-rante los años de la revolución y de la contrarrevolución (algunos connombramiento simultáneo de jefes políticos y militares), era común quesustentaran una política y una línea de conducta apartada de la opinióne influencia de los sectores sociales o productivos internos, ya que todasu legitimidad provenía de instancias externas.

2 Para mayor abundamiento acerca de las condiciones que privaron en la fase revolu-cionaria, véase Carlos Macías, Nueva frontera mexicana. Milicia, burocracia y ocupación terri-torial en Quintana Roo, México, Universidad de Quintana Roo-Conacyt, colecc. “Sociedady cultura en la vida de Quintana Roo”, 1998, 170-246.

3 El estatuto territorial en Quintana Roo se mantuvo en vigencia de 1902 a 1974, aun-que padeció dos breves interrupciones, en las que se le cedió por zonas a Yucatán y aCampeche: la primera interrupción la dispuso el Primer Jefe Venustiano Carranza, de1913 a 1915; la segunda la decidió el presidente Pascual Ortiz Rubio, de 1931 a 1935.

4 A la llegada de Salvador Alvarado a Yucatán, el coronel Garcilazo fue sometido aun consejo de guerra y terminó sus días en el paredón, acusado de rebelión, en julio de1915.

Page 7: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

7 3

México, 1936) y otra contemporánea, de Lorena Careaga, compuesta pordos volúmenes con documentos diversos y un volumen con interpreta-ción histórica (Quintana Roo, textos de su historia, México, Instituto de In-vestigaciones José María Luis Mora, 1990).

En un territorio como Quintana Roo, donde la historiografía demoróen beneficiarse del tratamiento profesional, derivado del trabajo acadé-mico, es comprensible que los testimonios asociados con la propia ges-tión pública –cercana o lejanamente– hayan ocupado un espacio centralen la consulta, el empleo y hasta la interpretación de la informaciónhistórica.5

Si a ello agregamos el papel decisivo de la administración pública fe-deral en la vida del territorio quintanarroense, se comprenderá la asidui-dad con la que historiadores aficionados e, incluso, los historiadoresacadémicos –más recientemente– hemos acudido a los diversos testimo-nios de origen institucional sobre la administración pública, como los in-formes, los reportes elaborados por comisionados, las memorias o auto-biografías de exfuncionarios de fomento, de agricultura, de hacienda, deaduanas y de guerra y marina, entre otros.

En gran parte de los estudios especializados recientes se puede verun interés particular en incorporar fuentes archivísticas externas. Ello seha debido, por un lado, a que las condiciones naturales locales nuncafacilitaron la tarea de conservar este género de fuentes y, por el otro, aque los altos responsables institucionales del territorio residieron siem-pre fuera de la península. Así, los historiadores empezaron –en la déca-da de 1980– a incorporar con acento la visión y la actividad específica deactores de gran importancia para la historia quintanarroense, como elejército (Archivo de la Secretaría de la Defensa Nacional), el Departa-mento Agrario (Archivo del Registro Agrario Nacional), la Secretaría de

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

7 2

país. Por lo demás, el impulso tardío a formas transitorias de organiza-ción campesina (cooperativa, permisionaria, posesionaria) y el diseñode modelos de fomento (industrialización de la madera, introducción decultivos arroceros y cañeros), colonización y poblamiento encontró re-sultados desiguales, la mayoría de las veces infructuosos, aunque debeaceptarse que contribuyeron a despresurizar grandes problemas socio-económicos, por ejemplo, en el campo lagunero y en el campo yucateco(1971-1979). Desde luego que la excepción mayor, desde el punto de vis-ta del empleo masivo y el logro de infraestructura, la constituyó el fo-mento al turismo promovido a partir de 1970.

EL GÉNERO DE LAS FUENTES LOCALES

Una de las vías para caracterizar la producción historiográfica sobreQuintana Roo es a partir de las etapas identificables en que han evolu-cionado los géneros de los textos.

Empecemos por aquellos autores que se han preocupado por siste-matizar la información bibliográfica. Las obras que presentan un recuen-to de las fuentes quintanarroenses son aún escasas. Destaca por su ca-rácter precursor la guía elaborada por Elena Gómez Ugarte y AuroraPagaza en 1937, Bibliografía sumaria del territorio de Quintana Roo (México,SEP/DAAPP). Sin embargo, tres libros mucho más recientes, que incluyenensayos historiográficos, fueron publicados por Antonio Higuera Bonfil,Quintana Roo en el Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores.Guía documental (Chetumal, Editora Norte Sur, 1996); por Lorena Carea-ga y Luz del Carmen Vallarta, Quintana Roo: Historiografía regional, insti-tuciones y fuentes documentales (Chetumal, Editora Norte Sur, 1996); y porLuz del Carmen Vallarta Vélez, Bibliografía de Quintana Roo. Un enfoqueregional, 1979-1996 (Chetumal, Universidad de Quintana Roo-EditoraNorte Sur, 1997).

Las antologías documentales sobre Quintana Roo tampoco abundan.Por su utilidad, se han distinguido dos: la clásica, de Gabriel A. Menén-dez, que consiste en una miscelánea de testimonios periodísticos y pe-queñas crónicas sobre el porfiriato y la revolución en el territorio, edi-tada en los albores del cardenismo (Quintana Roo. Álbum monográfico,

5 Tres de los mejores ejemplos de historiadores locales, no profesionales, que busca-ron recuperar la memoria del territorio fueron Juan Álvarez Coral, Carlos Hoy y Francis-co Bautista. De Álvarez Coral, nos parecen citables su Historia de Quintana Roo(Chetumal, Ediciones del Gobierno del Estado, 1971) y Galería de gobernadores de QuintanaRoo (Chetumal, Ediciones del Gobierno del Estado, 1975). De Hoy, su Breve historia deQuintana Roo (México, 1971). Y de Bautista, Chetumal (tomo 1, Chetumal, Fondo deFomento Editorial del Gobierno del Estado, 1980).

Page 8: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

7 3

México, 1936) y otra contemporánea, de Lorena Careaga, compuesta pordos volúmenes con documentos diversos y un volumen con interpreta-ción histórica (Quintana Roo, textos de su historia, México, Instituto de In-vestigaciones José María Luis Mora, 1990).

En un territorio como Quintana Roo, donde la historiografía demoróen beneficiarse del tratamiento profesional, derivado del trabajo acadé-mico, es comprensible que los testimonios asociados con la propia ges-tión pública –cercana o lejanamente– hayan ocupado un espacio centralen la consulta, el empleo y hasta la interpretación de la informaciónhistórica.5

Si a ello agregamos el papel decisivo de la administración pública fe-deral en la vida del territorio quintanarroense, se comprenderá la asidui-dad con la que historiadores aficionados e, incluso, los historiadoresacadémicos –más recientemente– hemos acudido a los diversos testimo-nios de origen institucional sobre la administración pública, como los in-formes, los reportes elaborados por comisionados, las memorias o auto-biografías de exfuncionarios de fomento, de agricultura, de hacienda, deaduanas y de guerra y marina, entre otros.

En gran parte de los estudios especializados recientes se puede verun interés particular en incorporar fuentes archivísticas externas. Ello seha debido, por un lado, a que las condiciones naturales locales nuncafacilitaron la tarea de conservar este género de fuentes y, por el otro, aque los altos responsables institucionales del territorio residieron siem-pre fuera de la península. Así, los historiadores empezaron –en la déca-da de 1980– a incorporar con acento la visión y la actividad específica deactores de gran importancia para la historia quintanarroense, como elejército (Archivo de la Secretaría de la Defensa Nacional), el Departa-mento Agrario (Archivo del Registro Agrario Nacional), la Secretaría de

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

7 2

país. Por lo demás, el impulso tardío a formas transitorias de organiza-ción campesina (cooperativa, permisionaria, posesionaria) y el diseñode modelos de fomento (industrialización de la madera, introducción decultivos arroceros y cañeros), colonización y poblamiento encontró re-sultados desiguales, la mayoría de las veces infructuosos, aunque debeaceptarse que contribuyeron a despresurizar grandes problemas socio-económicos, por ejemplo, en el campo lagunero y en el campo yucateco(1971-1979). Desde luego que la excepción mayor, desde el punto de vis-ta del empleo masivo y el logro de infraestructura, la constituyó el fo-mento al turismo promovido a partir de 1970.

EL GÉNERO DE LAS FUENTES LOCALES

Una de las vías para caracterizar la producción historiográfica sobreQuintana Roo es a partir de las etapas identificables en que han evolu-cionado los géneros de los textos.

Empecemos por aquellos autores que se han preocupado por siste-matizar la información bibliográfica. Las obras que presentan un recuen-to de las fuentes quintanarroenses son aún escasas. Destaca por su ca-rácter precursor la guía elaborada por Elena Gómez Ugarte y AuroraPagaza en 1937, Bibliografía sumaria del territorio de Quintana Roo (México,SEP/DAAPP). Sin embargo, tres libros mucho más recientes, que incluyenensayos historiográficos, fueron publicados por Antonio Higuera Bonfil,Quintana Roo en el Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores.Guía documental (Chetumal, Editora Norte Sur, 1996); por Lorena Carea-ga y Luz del Carmen Vallarta, Quintana Roo: Historiografía regional, insti-tuciones y fuentes documentales (Chetumal, Editora Norte Sur, 1996); y porLuz del Carmen Vallarta Vélez, Bibliografía de Quintana Roo. Un enfoqueregional, 1979-1996 (Chetumal, Universidad de Quintana Roo-EditoraNorte Sur, 1997).

Las antologías documentales sobre Quintana Roo tampoco abundan.Por su utilidad, se han distinguido dos: la clásica, de Gabriel A. Menén-dez, que consiste en una miscelánea de testimonios periodísticos y pe-queñas crónicas sobre el porfiriato y la revolución en el territorio, edi-tada en los albores del cardenismo (Quintana Roo. Álbum monográfico,

5 Tres de los mejores ejemplos de historiadores locales, no profesionales, que busca-ron recuperar la memoria del territorio fueron Juan Álvarez Coral, Carlos Hoy y Francis-co Bautista. De Álvarez Coral, nos parecen citables su Historia de Quintana Roo(Chetumal, Ediciones del Gobierno del Estado, 1971) y Galería de gobernadores de QuintanaRoo (Chetumal, Ediciones del Gobierno del Estado, 1975). De Hoy, su Breve historia deQuintana Roo (México, 1971). Y de Bautista, Chetumal (tomo 1, Chetumal, Fondo deFomento Editorial del Gobierno del Estado, 1980).

Page 9: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

7 5

diario se distinguió por su alta calidad editorial y, ante todo, por su posi-ción escéptica hacia los gobiernos revolucionarios, cuando lo contrarioera lo común en la prensa nacional y regional. Las innegables simpatíasque exhibió con la “restauración del orden” en diciembre de 1924, em-prendida por Juan Ricárdez Broca, le acarrearon problemas con los se-guidores de Felipe Carrillo Puerto, hasta el punto de ver en cenizas sustalleres a la caída del golpista. Su retorno fue efímero: dejó de circular en1925, para dar paso al Diario de Yucatán.

En cambio, un género de documentos que ha resultado muy útil parala historiografía del siglo XX –como asentamos– son los informes o me-morias legadas por las incontables comisiones oficiales de estudio, mis-mos que ofrecen abundantes testimonios de primera mano. Algunos delos materiales que han atraído en forma habitual la atención de los histo-riadores cubren desde la última fase del porfiriato hasta la década de1940. Van desde las memorias del vicecónsul mexicano en Belice MiguelRebolledo7 hasta las impresiones de Salvador Toscano,8 Amado Aguirre,Moisés Sáenz, Mario Beteta, Ulises Irigoyen y Luis Rosado Vega.9

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

7 4

Gobernación y, ante todo, la Presidencia de la República (ambos en elArchivo General de la Nación y en acervos privados), entre otros.

No está de más advertir que la tarea siguiente, de revisión autocríti-ca, será analizar hasta dónde hemos hecho nuestras la perspectiva y laspreocupaciones gubernamentales al momento de elegir, abordar e inter-pretar nuestros temas en las dos últimas décadas.

En cuanto a las fuentes hemerográficas, el balance interior no es másafortunado al compararlo con las fuentes archivísticas. Debido al estadoincipiente de las localidades urbanas de Quintana Roo, no existieronpublicaciones periódicas regulares antes de la década de 1920, por lo quecarecemos de una mirada frecuente y sistemática de la vida social, políti-ca, económica y cultural para la época revolucionaria. Ello es una lásti-ma, porque como se sabe las fuentes hemerográficas suelen proporcio-nar un gran caudal informativo y un abanico de impresiones acerca delambiente interior. Por fortuna, la sólida tradición de la prensa yucatecaha contribuido a resarcir un poco tal carencia, a través de cuatro institu-ciones periodísticas: El Eco del Comercio, La Revista de Mérida, La Revistade Yucatán y La Voz de la Revolución.

El Eco del Comercio y La Revista de Mérida acostumbraron ofrecer in-formación regular acerca de las localidades de la frontera con Belice, delas islas, de la población maya, y en general de la costa oriental de la pe-nínsula durante las últimas décadas del siglo XIX y los primeros años delXX. La fusión del Eco del Comercio con El Peninsular (adquirido en 1905por Alfredo Cámara Vales) dio lugar en 1907 al Diario Yucateco, que conun formato vanguardista (tabloide) subsistió cinco años.6

Sin embargo, el medio informativo que con el tiempo mostró mayorconsistencia fue La Revista de Yucatán, que se fundó en 1912 y alcanzópronto un tiraje regular de 10 mil ejemplares. La Revista fue cerrada du-rante los periodos de gobierno de Eleuterio Ávila y de Salvador Alvara-do. Su director fundador, Carlos R. Menéndez, la reabrió en 1918. Este

6 Antonio Canto López, “Historia de la imprenta y el periodismo”, en EnciclopediaYucatanense [1ª. ed. 1945], vol. VII, México, edición oficial del Gobierno del Estado deYucatán, 1977, pp. 5-107. Para consultar la hemerografía yucateca, nos parece conve-niente recomendar la hemeroteca José María Pino Suárez y la del Diario de Yucatán, ambasubicadas en la ciudad de Mérida.

7 Miguel Rebolledo, acompañante del brigadier Ángel Ortiz Monasterio en la expe-dición por el Caribe mexicano (1898), relata –entre otras impresiones– las inconvenien-cias que tendría la navegación desde la bahía de Chetumal, luego de la firma del tratadode límites con Belice. Véase Miguel Rebolledo, Quintana Roo y Belice, México, Ed. Stylo,1946.

8 Siendo el tema de los límites geográficos del territorio un asunto aún irresuelto,vale la pena destacar que Salvador Toscano trabajó habitualmente con dos ingenieros:Manuel Medina y Horacio Herrera. Ambos escribieron, por su cuenta, dos textos que serelacionan con los veinte en Quintana Roo. Medina escribió su Memoria sobre la situacióngeográfica de Put, punto de intersección de los linderos entre los estados de Yucatán, Campeche yel territorio de Quintana Roo, Tacubaya, México, Dirección de Estudios Geográficos, 1925.Y Herrera editó, aunque tardíamente, las memorias de su trabajo en Quintana Roo parala Secretaría de Fomento, en Monografía del Río Hondo, México, Sociedad Mexicana deGeografía y Estadística, 1946.

9 Véase Amado Aguirre, Informe que rinde al C. Presidente de la República el jefe de la Co-misión nombrada por el mismo, para hacer el estudio de Quintana Roo, México, Dirección deEstudios Geográficos y Climatológicos, 1925. Luis Rosado Vega (responsable de la expe-dición científica mexicana de 1937, respaldada por el gobierno del estado y la Secretaríade Comunicaciones), Un pueblo y un hombre, México, 1940. Los informes del resto de loscomisionados se mencionan líneas adelante.

Page 10: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

7 5

diario se distinguió por su alta calidad editorial y, ante todo, por su posi-ción escéptica hacia los gobiernos revolucionarios, cuando lo contrarioera lo común en la prensa nacional y regional. Las innegables simpatíasque exhibió con la “restauración del orden” en diciembre de 1924, em-prendida por Juan Ricárdez Broca, le acarrearon problemas con los se-guidores de Felipe Carrillo Puerto, hasta el punto de ver en cenizas sustalleres a la caída del golpista. Su retorno fue efímero: dejó de circular en1925, para dar paso al Diario de Yucatán.

En cambio, un género de documentos que ha resultado muy útil parala historiografía del siglo XX –como asentamos– son los informes o me-morias legadas por las incontables comisiones oficiales de estudio, mis-mos que ofrecen abundantes testimonios de primera mano. Algunos delos materiales que han atraído en forma habitual la atención de los histo-riadores cubren desde la última fase del porfiriato hasta la década de1940. Van desde las memorias del vicecónsul mexicano en Belice MiguelRebolledo7 hasta las impresiones de Salvador Toscano,8 Amado Aguirre,Moisés Sáenz, Mario Beteta, Ulises Irigoyen y Luis Rosado Vega.9

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

7 4

Gobernación y, ante todo, la Presidencia de la República (ambos en elArchivo General de la Nación y en acervos privados), entre otros.

No está de más advertir que la tarea siguiente, de revisión autocríti-ca, será analizar hasta dónde hemos hecho nuestras la perspectiva y laspreocupaciones gubernamentales al momento de elegir, abordar e inter-pretar nuestros temas en las dos últimas décadas.

En cuanto a las fuentes hemerográficas, el balance interior no es másafortunado al compararlo con las fuentes archivísticas. Debido al estadoincipiente de las localidades urbanas de Quintana Roo, no existieronpublicaciones periódicas regulares antes de la década de 1920, por lo quecarecemos de una mirada frecuente y sistemática de la vida social, políti-ca, económica y cultural para la época revolucionaria. Ello es una lásti-ma, porque como se sabe las fuentes hemerográficas suelen proporcio-nar un gran caudal informativo y un abanico de impresiones acerca delambiente interior. Por fortuna, la sólida tradición de la prensa yucatecaha contribuido a resarcir un poco tal carencia, a través de cuatro institu-ciones periodísticas: El Eco del Comercio, La Revista de Mérida, La Revistade Yucatán y La Voz de la Revolución.

El Eco del Comercio y La Revista de Mérida acostumbraron ofrecer in-formación regular acerca de las localidades de la frontera con Belice, delas islas, de la población maya, y en general de la costa oriental de la pe-nínsula durante las últimas décadas del siglo XIX y los primeros años delXX. La fusión del Eco del Comercio con El Peninsular (adquirido en 1905por Alfredo Cámara Vales) dio lugar en 1907 al Diario Yucateco, que conun formato vanguardista (tabloide) subsistió cinco años.6

Sin embargo, el medio informativo que con el tiempo mostró mayorconsistencia fue La Revista de Yucatán, que se fundó en 1912 y alcanzópronto un tiraje regular de 10 mil ejemplares. La Revista fue cerrada du-rante los periodos de gobierno de Eleuterio Ávila y de Salvador Alvara-do. Su director fundador, Carlos R. Menéndez, la reabrió en 1918. Este

6 Antonio Canto López, “Historia de la imprenta y el periodismo”, en EnciclopediaYucatanense [1ª. ed. 1945], vol. VII, México, edición oficial del Gobierno del Estado deYucatán, 1977, pp. 5-107. Para consultar la hemerografía yucateca, nos parece conve-niente recomendar la hemeroteca José María Pino Suárez y la del Diario de Yucatán, ambasubicadas en la ciudad de Mérida.

7 Miguel Rebolledo, acompañante del brigadier Ángel Ortiz Monasterio en la expe-dición por el Caribe mexicano (1898), relata –entre otras impresiones– las inconvenien-cias que tendría la navegación desde la bahía de Chetumal, luego de la firma del tratadode límites con Belice. Véase Miguel Rebolledo, Quintana Roo y Belice, México, Ed. Stylo,1946.

8 Siendo el tema de los límites geográficos del territorio un asunto aún irresuelto,vale la pena destacar que Salvador Toscano trabajó habitualmente con dos ingenieros:Manuel Medina y Horacio Herrera. Ambos escribieron, por su cuenta, dos textos que serelacionan con los veinte en Quintana Roo. Medina escribió su Memoria sobre la situacióngeográfica de Put, punto de intersección de los linderos entre los estados de Yucatán, Campeche yel territorio de Quintana Roo, Tacubaya, México, Dirección de Estudios Geográficos, 1925.Y Herrera editó, aunque tardíamente, las memorias de su trabajo en Quintana Roo parala Secretaría de Fomento, en Monografía del Río Hondo, México, Sociedad Mexicana deGeografía y Estadística, 1946.

9 Véase Amado Aguirre, Informe que rinde al C. Presidente de la República el jefe de la Co-misión nombrada por el mismo, para hacer el estudio de Quintana Roo, México, Dirección deEstudios Geográficos y Climatológicos, 1925. Luis Rosado Vega (responsable de la expe-dición científica mexicana de 1937, respaldada por el gobierno del estado y la Secretaríade Comunicaciones), Un pueblo y un hombre, México, 1940. Los informes del resto de loscomisionados se mencionan líneas adelante.

Page 11: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

7 7

en los círculos centrales la idea de que era más apropiada la supresióndel mismo.

LOS MAYAS Y LA NOCIÓN DE CARIBE CONTINENTAL

Quizá la franja más importante y cuantiosa de los estudios sobre Quin-tana Roo, la constituyan las obras relativas a la población de origen, losmayas. Los temas asociados con la población maya que han sido aborda-dos con más persistencia y profesionalismo se relacionan con su prolon-gado enfrentamiento con las instituciones yucatecas y federales, perotambién se relacionan con su cultura, su organización económica, la vita-lidad de los linajes en la etapa colonial, su organización militar, su heren-cia arqueológica, su religiosidad y su cambio socio familiar, en particu-lar a raíz de una resistencia militar de casi 50 años.

Por su condición geográfica, la costa oriental de Yucatán (el Caribemexicano) desempeñó históricamente un papel trascendental en el pro-ceso de conquista de la Nueva España y del Petén. Nos ahorramos cual-quier disquisición acerca de la supuesta connotación exclusivamente in-sular de la definición histórica del Caribe, con la oportuna incorporacióndel juicio temprano del cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, escritoapenas dos décadas después de iniciada la conquista española. Su expli-cación se originó al abundar sobre las razones del nombre que se dio auna población costera del sur de Cartagena: Caribana. Del título dadoa este pueblo, apunta Fernández de Oviedo, es

de donde se deriva este nombre caribe, como cabeza o solar solariego de loscaribes [...] Yo creo que, propiamente, quiere decir caribe, fuerte o bravo, enaquella costa o parte de la Tierra Firme, y aún en aquestas mismas islas; por-que cuando uno come ají y quema mucho, o sorbe algún caldo que quemamucho, dice: “Muy caribe está” [cursivas no originales].10

El Caribe mexicano figuró como el punto de acceso para las primerasexpediciones españolas: la de Francisco Hernández de Córdova (1517),

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

7 6

De éstos, dos trabajos han sido referidos con alta frecuencia por loshistoriadores: el que elaboró la comisión geográfico-exploradora, enca-bezada por Pedro C. Sánchez y Salvador Toscano entre 1916 y 1917; y elencomendado a la comisión técnica de estudios, bajo la dirección del ge-neral Amado Aguirre en 1925.

Sánchez y Toscano editaron un documento dividido en cuatro seccio-nes: un informe del estado general que guardaba el territorio (demogra-fía, economía, administración interior), firmado por ambos; un informede flora que estuvo a cargo de A. Roldán; uno más sobre fauna, escritopor Manuel Morfín; y uno que describe las “condiciones sanitarias” delterritorio, escrito por el doctor Tomás Rojas. La comisión de Sánchez yToscano expresó sin ambages el renovado interés de la administracióncarrancista en el territorio, luego de la errática política defendida por elPrimer Jefe Carranza, misma que había incluido la disolución de Quin-tana Roo y una discontinua administración interior, plagada de interina-tos y gestiones temporales.

Respecto a la comisión de estudio de 1929, en la que participaronMoisés Sáenz, Ramón Beteta y Miguel Othón de Mendizábal, sus resul-tados se dieron a conocer en forma de artículos de autoría individual enla prensa del centro del país. “Desgraciadamente –escribió Sáenz en1937– el mejor informe de aquel viaje, un estudio completo de la situa-ción chiclera..., se ha perdido en no sé que expediente burocrático.”

Tanto Beteta como Sáenz publicaron poco después el balance indi-vidual de su experiencia de viaje en Quintana Roo. El primero escribiósus impresiones en Tierra del chicle (México, DAPP, 1937); y el segundo lohizo en México íntegro (Lima, Perú, Imprenta Torres Aguirre, 1939). El in-forme de Ulises Irigoyen, por su parte, fue publicado en 1934, bajo losauspicios de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, con el título deEl problema económico de Quintana Roo.

No podemos dejar de advertir que el motivo último de casi todas lascomisiones y expediciones oficiales de esta naturaleza revelaron las du-das que privaban en la presidencia de la República sobre la viabilidadeconómica del territorio de Quintana Roo y sobre la conveniencia o node mantenerlo. Curiosamente, los informes claves tanto del veterano ge-neral Aguirre (1925) como del joven analista Irigoyen (1935) otorgaroncertidumbre al territorio, en momentos en los que parecía predominar

10 Véase Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias,Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, tomo II, 1992, 323-325.

Page 12: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

7 7

en los círculos centrales la idea de que era más apropiada la supresióndel mismo.

LOS MAYAS Y LA NOCIÓN DE CARIBE CONTINENTAL

Quizá la franja más importante y cuantiosa de los estudios sobre Quin-tana Roo, la constituyan las obras relativas a la población de origen, losmayas. Los temas asociados con la población maya que han sido aborda-dos con más persistencia y profesionalismo se relacionan con su prolon-gado enfrentamiento con las instituciones yucatecas y federales, perotambién se relacionan con su cultura, su organización económica, la vita-lidad de los linajes en la etapa colonial, su organización militar, su heren-cia arqueológica, su religiosidad y su cambio socio familiar, en particu-lar a raíz de una resistencia militar de casi 50 años.

Por su condición geográfica, la costa oriental de Yucatán (el Caribemexicano) desempeñó históricamente un papel trascendental en el pro-ceso de conquista de la Nueva España y del Petén. Nos ahorramos cual-quier disquisición acerca de la supuesta connotación exclusivamente in-sular de la definición histórica del Caribe, con la oportuna incorporacióndel juicio temprano del cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, escritoapenas dos décadas después de iniciada la conquista española. Su expli-cación se originó al abundar sobre las razones del nombre que se dio auna población costera del sur de Cartagena: Caribana. Del título dadoa este pueblo, apunta Fernández de Oviedo, es

de donde se deriva este nombre caribe, como cabeza o solar solariego de loscaribes [...] Yo creo que, propiamente, quiere decir caribe, fuerte o bravo, enaquella costa o parte de la Tierra Firme, y aún en aquestas mismas islas; por-que cuando uno come ají y quema mucho, o sorbe algún caldo que quemamucho, dice: “Muy caribe está” [cursivas no originales].10

El Caribe mexicano figuró como el punto de acceso para las primerasexpediciones españolas: la de Francisco Hernández de Córdova (1517),

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

7 6

De éstos, dos trabajos han sido referidos con alta frecuencia por loshistoriadores: el que elaboró la comisión geográfico-exploradora, enca-bezada por Pedro C. Sánchez y Salvador Toscano entre 1916 y 1917; y elencomendado a la comisión técnica de estudios, bajo la dirección del ge-neral Amado Aguirre en 1925.

Sánchez y Toscano editaron un documento dividido en cuatro seccio-nes: un informe del estado general que guardaba el territorio (demogra-fía, economía, administración interior), firmado por ambos; un informede flora que estuvo a cargo de A. Roldán; uno más sobre fauna, escritopor Manuel Morfín; y uno que describe las “condiciones sanitarias” delterritorio, escrito por el doctor Tomás Rojas. La comisión de Sánchez yToscano expresó sin ambages el renovado interés de la administracióncarrancista en el territorio, luego de la errática política defendida por elPrimer Jefe Carranza, misma que había incluido la disolución de Quin-tana Roo y una discontinua administración interior, plagada de interina-tos y gestiones temporales.

Respecto a la comisión de estudio de 1929, en la que participaronMoisés Sáenz, Ramón Beteta y Miguel Othón de Mendizábal, sus resul-tados se dieron a conocer en forma de artículos de autoría individual enla prensa del centro del país. “Desgraciadamente –escribió Sáenz en1937– el mejor informe de aquel viaje, un estudio completo de la situa-ción chiclera..., se ha perdido en no sé que expediente burocrático.”

Tanto Beteta como Sáenz publicaron poco después el balance indi-vidual de su experiencia de viaje en Quintana Roo. El primero escribiósus impresiones en Tierra del chicle (México, DAPP, 1937); y el segundo lohizo en México íntegro (Lima, Perú, Imprenta Torres Aguirre, 1939). El in-forme de Ulises Irigoyen, por su parte, fue publicado en 1934, bajo losauspicios de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, con el título deEl problema económico de Quintana Roo.

No podemos dejar de advertir que el motivo último de casi todas lascomisiones y expediciones oficiales de esta naturaleza revelaron las du-das que privaban en la presidencia de la República sobre la viabilidadeconómica del territorio de Quintana Roo y sobre la conveniencia o node mantenerlo. Curiosamente, los informes claves tanto del veterano ge-neral Aguirre (1925) como del joven analista Irigoyen (1935) otorgaroncertidumbre al territorio, en momentos en los que parecía predominar

10 Véase Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias,Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, tomo II, 1992, 323-325.

Page 13: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

7 9

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Año en que lo redactó:Ca. 1518-1519

• Año en que se publicó:1522

HERNÁN CORTES, 1519

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Documento de referencia: Dirigió la expedición a Tenochtitlan, Primera Carta-Relación de la justicia misma que inició por la costa oriental y regimiento de la Rica Villa de la de Yucatán.Veracruz.

• Fecha en que la redactó:Julio de 1519.

• Fecha en que se publicaron las Cartas completas:1678.

HERNÁN CORTES, 1534

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Documento de referencia: • Cortés presentó el presente Interrogatorio general presentado por Interrogatorio (para testigos deHernando Cortés para el examen de descargo) con el objeto de defenderselos testigos de su descargo. del conjunto acusaciones en contra

suya y de la primera Audiencia de• Fecha en que se redactó: Nueva España, desatadas a finales Ca. 1534 de la década de 1520.

• Fecha en que se publicó:Siglo XX.

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

7 8

la de Juan de Grijalva (1518) y la de Hernán Cortés (1519). De la mismaforma, la ruta Bacalar-Tipú-Petén figura en el siglo XVII como el caminoconvencional de sacerdotes y militares para cristianizar y reducir a lositzaes.

Incluso las sucesivas armadas, previas a la conquista, desembarcaronen Cabo Catoche, Cozumel, Isla Mujeres, Bahía de la Ascensión, Zamá(Tulum) y Xel-ha. En estas tierras, los conquistadores españoles incorpo-raron a sus primeros traductores mayas (Melchorejo y Julianillo, quienesfueron trasladados a Cuba). En el Caribe mexicano, Hernán Cortés setopó con uno de los dos castellanos que habían permanecido cautivosdurante ocho años, luego del célebre naufragio de 1511, ocurrido frentea las islas de Jamaica. Se trató del mismo castellano que resultaría deci-sivo como traductor durante la conquista de Nueva España, al lado deMarina o Malinche, uno de los personajes preferidos de la narrativa me-xicana contemporánea: Jerónimo de Aguilar.

El segundo castellano, quien se negó a acompañar a Cortés y que a fi-nales del siglo XX ha sido convertido en símbolo propicio para la exalta-ción del mestizaje, fue Gonzalo Guerrero, el náufrago español que decidióquedarse con su familia de origen chetumaleño, y que decidió permane-cer al servicio del cacicazgo maya de Nachancan. A continuación presen-tamos un listado con los primeros cronistas (siglo XVI), quienes incorpo-raron tempranamente al Caribe mexicano en la historia de la conquista.

CRONISTAS O INFORMANTES QUE ABORDAN DE PRIMERA MANO EL TEMA DE

LA CONQUISTA DEL CARIBE MEXICANO (COSTA ORIENTAL DE YUCATÁN)

JUAN DÍAZ, 1518-1519

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Documento de referencia:Itinerario lisola et Yucatán novamente Capellán de Juan de Grijalva, duranteritrovata por il signor Joan de Grijalva la expedición a Cozumel de 1518. capitan generale del armada del re de También figuró en la armada deSpania, per il suo capellano composta [sic]. Hernán Cortés, 1519.

Page 14: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

7 9

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Año en que lo redactó:Ca. 1518-1519

• Año en que se publicó:1522

HERNÁN CORTES, 1519

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Documento de referencia: Dirigió la expedición a Tenochtitlan, Primera Carta-Relación de la justicia misma que inició por la costa oriental y regimiento de la Rica Villa de la de Yucatán.Veracruz.

• Fecha en que la redactó:Julio de 1519.

• Fecha en que se publicaron las Cartas completas:1678.

HERNÁN CORTES, 1534

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Documento de referencia: • Cortés presentó el presente Interrogatorio general presentado por Interrogatorio (para testigos deHernando Cortés para el examen de descargo) con el objeto de defenderselos testigos de su descargo. del conjunto acusaciones en contra

suya y de la primera Audiencia de• Fecha en que se redactó: Nueva España, desatadas a finales Ca. 1534 de la década de 1520.

• Fecha en que se publicó:Siglo XX.

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

7 8

la de Juan de Grijalva (1518) y la de Hernán Cortés (1519). De la mismaforma, la ruta Bacalar-Tipú-Petén figura en el siglo XVII como el caminoconvencional de sacerdotes y militares para cristianizar y reducir a lositzaes.

Incluso las sucesivas armadas, previas a la conquista, desembarcaronen Cabo Catoche, Cozumel, Isla Mujeres, Bahía de la Ascensión, Zamá(Tulum) y Xel-ha. En estas tierras, los conquistadores españoles incorpo-raron a sus primeros traductores mayas (Melchorejo y Julianillo, quienesfueron trasladados a Cuba). En el Caribe mexicano, Hernán Cortés setopó con uno de los dos castellanos que habían permanecido cautivosdurante ocho años, luego del célebre naufragio de 1511, ocurrido frentea las islas de Jamaica. Se trató del mismo castellano que resultaría deci-sivo como traductor durante la conquista de Nueva España, al lado deMarina o Malinche, uno de los personajes preferidos de la narrativa me-xicana contemporánea: Jerónimo de Aguilar.

El segundo castellano, quien se negó a acompañar a Cortés y que a fi-nales del siglo XX ha sido convertido en símbolo propicio para la exalta-ción del mestizaje, fue Gonzalo Guerrero, el náufrago español que decidióquedarse con su familia de origen chetumaleño, y que decidió permane-cer al servicio del cacicazgo maya de Nachancan. A continuación presen-tamos un listado con los primeros cronistas (siglo XVI), quienes incorpo-raron tempranamente al Caribe mexicano en la historia de la conquista.

CRONISTAS O INFORMANTES QUE ABORDAN DE PRIMERA MANO EL TEMA DE

LA CONQUISTA DEL CARIBE MEXICANO (COSTA ORIENTAL DE YUCATÁN)

JUAN DÍAZ, 1518-1519

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Documento de referencia:Itinerario lisola et Yucatán novamente Capellán de Juan de Grijalva, duranteritrovata por il signor Joan de Grijalva la expedición a Cozumel de 1518. capitan generale del armada del re de También figuró en la armada deSpania, per il suo capellano composta [sic]. Hernán Cortés, 1519.

Page 15: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

8 1

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Fecha en que se publicó: lo censuraron por sus referencias 1552 indirectas, genéricas y subjetivas.

Adquirió notoriedad en el siglo XIX, como autor de Crónica de los corsariosBarbarroja, obra publicada tardíamente 1851.

BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, 1527-1556

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Obra de referencia: • Sacerdote dominico. Obispo de Historia de las Indias Chiapas. Polemizó con Gonzalo

Fernández de Oviedo acerca de la • Fecha en que la redactó: manera en que los españoles llevaron 1527-1556 a cabo la conquista. Autor de la

influyente obra: Brevísima relación de • Fecha en que se publicó: la destrucción de las Indias. En 1559, 1875 dispuso que Historia de las Indias se

publicara 40 años después, aunque en realidad pasaron 300 años antes de verse impresa y difundida.

NAKUK PECH, 1562

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Obra de referencia: • Gobernador de Chac Xulub Chen, Historia y Crónica de Chac Xulub Chen antes de la llegada de los españoles.

Descendiente del linaje de Maxtunil.

• Fecha en que la redactó:1562

• Fecha en que se publicó:1861

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

8 0

GONZALO FERNÁNDEZ DE OVIEDO, 1525-1546

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Obra de referencia: • Escribano real, administrador Historia general y natural de las Indias, español y primer cronista oficial en el islas y tierra firme del mar océano. Nuevo Mundo. Llegó a América

en 1513, con Pedrerías Dávila.• Fecha en que la redactó:1525-1546

• Fecha en que la publicó:1535-1548

ANDRÉS DE TAPIA, CA. 1537-1540

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Documento de referencia: • Capitán del ejército de Hernán Relación hecha por el señor Andrés de Cortés, al momento de ingresar Tapia sobre la conquista de México. a las costas de Yucatán, 1519.

• Fecha en que lo redactó:Ca. 1537-1540

• Fecha en que lo envío al Consejo de Indias:Ca. 1540

• Fecha en que se publicó:1879

FRANCISCO LÓPEZ DE GÓMARA, 1544-1550

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Obra de referencia: • Capellán del veterano conquistadorHistoria de la conquista de México Cortés en la campaña de Argel y en

España. No conoció Nueva España. • Fecha en que la redactó: Algunos autores, como Bernal Díaz del1544-1550 Castillo Francisco Cervantes de Salazar,

Page 16: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

8 1

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Fecha en que se publicó: lo censuraron por sus referencias 1552 indirectas, genéricas y subjetivas.

Adquirió notoriedad en el siglo XIX, como autor de Crónica de los corsariosBarbarroja, obra publicada tardíamente 1851.

BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, 1527-1556

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Obra de referencia: • Sacerdote dominico. Obispo de Historia de las Indias Chiapas. Polemizó con Gonzalo

Fernández de Oviedo acerca de la • Fecha en que la redactó: manera en que los españoles llevaron 1527-1556 a cabo la conquista. Autor de la

influyente obra: Brevísima relación de • Fecha en que se publicó: la destrucción de las Indias. En 1559, 1875 dispuso que Historia de las Indias se

publicara 40 años después, aunque en realidad pasaron 300 años antes de verse impresa y difundida.

NAKUK PECH, 1562

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Obra de referencia: • Gobernador de Chac Xulub Chen, Historia y Crónica de Chac Xulub Chen antes de la llegada de los españoles.

Descendiente del linaje de Maxtunil.

• Fecha en que la redactó:1562

• Fecha en que se publicó:1861

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

8 0

GONZALO FERNÁNDEZ DE OVIEDO, 1525-1546

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Obra de referencia: • Escribano real, administrador Historia general y natural de las Indias, español y primer cronista oficial en el islas y tierra firme del mar océano. Nuevo Mundo. Llegó a América

en 1513, con Pedrerías Dávila.• Fecha en que la redactó:1525-1546

• Fecha en que la publicó:1535-1548

ANDRÉS DE TAPIA, CA. 1537-1540

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Documento de referencia: • Capitán del ejército de Hernán Relación hecha por el señor Andrés de Cortés, al momento de ingresar Tapia sobre la conquista de México. a las costas de Yucatán, 1519.

• Fecha en que lo redactó:Ca. 1537-1540

• Fecha en que lo envío al Consejo de Indias:Ca. 1540

• Fecha en que se publicó:1879

FRANCISCO LÓPEZ DE GÓMARA, 1544-1550

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Obra de referencia: • Capellán del veterano conquistadorHistoria de la conquista de México Cortés en la campaña de Argel y en

España. No conoció Nueva España. • Fecha en que la redactó: Algunos autores, como Bernal Díaz del1544-1550 Castillo Francisco Cervantes de Salazar,

Page 17: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

8 3

DIEGO LÓPEZ DE COGOLLUDO, 1660-1680

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Obra de referencia: • Sacerdote franciscano. Residió en Historia de Yucatán Yucatán. Uno de los primeros

historiadores de Yucatán.• Fecha en que la redactó:Ca. 1660-1680.

• Fecha en que se publicó:1688

Fuentes empleadas: 1) JUAN DÍAZ, “Itinerario de la Armada del rey católico a la Isla de Yu-catán, en la India, el año de 1518, en la que fue por comandante y capitán general Juande Grijalva, escrito para su alteza por el capellán mayor de la dicha Armada” [ca. 1522],en Joaquín García Icazbalceta (ed.), Colección de Documentos inéditos para la historia de Mé-xico, México, Imprenta particular del Editor, tomo I, 1879, pp. 281-308; 2) HERNÁN COR-TÉS, Cartas de Relación (edición de Mario Hernández Sánchez-Barba), Madrid, Ed. DastinHistoria, Serie Crónicas de América, 2000 [1ª edición con las cartas completas: 1678];3) HERNÁN CORTÉS, Documentos cortesianos (Edición y notas de José Luis Martínez), tomoII, México, Fondo de Cultura Económica, 1990; 4) GONZALO FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Histo-ria general y natural de las indias, en Biblioteca de Autores españoles desde la formacióndel lenguaje hasta nuestros días, tomos II y III, Ediciones Atlas [Salamanca, 1547; Sevilla,1535, Juan Cromberger], 1992; 5) BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, Historia de las Indias (ediciónde Agustín Millares Carló; estudio preliminar de Lewis Hanke) [1ª edición: 1875], tomoII y III, México, Fondo de Cultura Económica, 1951; 6) AH NAKUK PECH, “Crónica deChac-Xulub-Chen”, en Agustín Yáñez (Introducción selección y notas), Crónicas de Mé-xico, México, UNAM, 1950; 7) ANDRÉS DE TAPIA, “Relación de algunas cosas de las queacaecieron al Muy Ilustre Señor Don Hernando Cortés, marqués del Valle, desde que sedeterminó ir a descubrir tierra en la Tierra Firme del Mar Océano” [ca. 1540], en JoaquínGarcía Icazbalceta (ed.), Colección de Documentos inéditos para la historia de México, México,Imprenta particular del Editor, tomo II, pp. 554-594; 8) FRANCISCO CERVANTES DE SALAZAR,Crónica de la Nueva España, México, Ed. Porrúa, [1ª. edición: 1914], 1985; 9) BERNAL DÍAZ

DEL CASTILLO, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (Edición, índices y pró-logo de Carmelo Sáenz de Santa María), México, Alianza editorial, 971 pp.; 10) DIEGO DE

LANDA, Relación de las cosas de Yucatán (edición de Miguel Rivera Dorado), Madrid, Ed.Dastin, 201 pp.; 11) FRANCISCO LÓPEZ DE GÓMARA, Historia de la conquista de México, Méxi-co, Ed. Océano [1ª. edición: 1552]; 12) DIEGO LÓPEZ DE COGOLLUDO, Historia de Yucatán,Campeche, Publicaciones del H. Ayuntamiento de Campeche [1ª. edición: 1688], tomo I;13) JOSÉ LUIS MARTÍNEZ, Documentos cortesianos (Edición y notas de José Luis Martínez),tomo II, México, Fondo de Cultura Económica, 1990 (contiene el Interrogatorio general pre-sentado por Hernando Cortés, redactado en 1534).

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

8 2

FRANCISCO CERVANTES DE SALAZAR, 1556-1573

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Obra de referencia: • Escritor prolijo. Bachiller y doctor Crónica de la Nueva España en teología. Rector de la Universidad

de México.• Fecha en que la redactó:1556-1573

• Fecha en que se publicó:1914

BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, 1557-1575

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Obra de referencia: • Soldado en las sucesivas Historia verdadera de la conquista de la expediciones que iniciaron en la costa Nueva España oriental de Yucatán, encabezadas por

Juan de Grijalva (1517), Pedro de • Fecha en que la redactó: Alvarado (1518) y Hernán Cortés 1557-1575. (1519).

• Fecha en que se publicó:1632

DIEGO DE LANDA, CA. 1566

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Obra de referencia: • Sacerdote en Yucatán. ComoRelación de las cosas de Yucatán guardián de Izábal, fue responsable

de la construcción del convento de• Fecha en que la redactó: San Francisco. Fue obispo de Yucatán.Ca. 1566.

• Fecha en que se publicó:1864

Page 18: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

8 3

DIEGO LÓPEZ DE COGOLLUDO, 1660-1680

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Obra de referencia: • Sacerdote franciscano. Residió en Historia de Yucatán Yucatán. Uno de los primeros

historiadores de Yucatán.• Fecha en que la redactó:Ca. 1660-1680.

• Fecha en que se publicó:1688

Fuentes empleadas: 1) JUAN DÍAZ, “Itinerario de la Armada del rey católico a la Isla de Yu-catán, en la India, el año de 1518, en la que fue por comandante y capitán general Juande Grijalva, escrito para su alteza por el capellán mayor de la dicha Armada” [ca. 1522],en Joaquín García Icazbalceta (ed.), Colección de Documentos inéditos para la historia de Mé-xico, México, Imprenta particular del Editor, tomo I, 1879, pp. 281-308; 2) HERNÁN COR-TÉS, Cartas de Relación (edición de Mario Hernández Sánchez-Barba), Madrid, Ed. DastinHistoria, Serie Crónicas de América, 2000 [1ª edición con las cartas completas: 1678];3) HERNÁN CORTÉS, Documentos cortesianos (Edición y notas de José Luis Martínez), tomoII, México, Fondo de Cultura Económica, 1990; 4) GONZALO FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Histo-ria general y natural de las indias, en Biblioteca de Autores españoles desde la formacióndel lenguaje hasta nuestros días, tomos II y III, Ediciones Atlas [Salamanca, 1547; Sevilla,1535, Juan Cromberger], 1992; 5) BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, Historia de las Indias (ediciónde Agustín Millares Carló; estudio preliminar de Lewis Hanke) [1ª edición: 1875], tomoII y III, México, Fondo de Cultura Económica, 1951; 6) AH NAKUK PECH, “Crónica deChac-Xulub-Chen”, en Agustín Yáñez (Introducción selección y notas), Crónicas de Mé-xico, México, UNAM, 1950; 7) ANDRÉS DE TAPIA, “Relación de algunas cosas de las queacaecieron al Muy Ilustre Señor Don Hernando Cortés, marqués del Valle, desde que sedeterminó ir a descubrir tierra en la Tierra Firme del Mar Océano” [ca. 1540], en JoaquínGarcía Icazbalceta (ed.), Colección de Documentos inéditos para la historia de México, México,Imprenta particular del Editor, tomo II, pp. 554-594; 8) FRANCISCO CERVANTES DE SALAZAR,Crónica de la Nueva España, México, Ed. Porrúa, [1ª. edición: 1914], 1985; 9) BERNAL DÍAZ

DEL CASTILLO, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (Edición, índices y pró-logo de Carmelo Sáenz de Santa María), México, Alianza editorial, 971 pp.; 10) DIEGO DE

LANDA, Relación de las cosas de Yucatán (edición de Miguel Rivera Dorado), Madrid, Ed.Dastin, 201 pp.; 11) FRANCISCO LÓPEZ DE GÓMARA, Historia de la conquista de México, Méxi-co, Ed. Océano [1ª. edición: 1552]; 12) DIEGO LÓPEZ DE COGOLLUDO, Historia de Yucatán,Campeche, Publicaciones del H. Ayuntamiento de Campeche [1ª. edición: 1688], tomo I;13) JOSÉ LUIS MARTÍNEZ, Documentos cortesianos (Edición y notas de José Luis Martínez),tomo II, México, Fondo de Cultura Económica, 1990 (contiene el Interrogatorio general pre-sentado por Hernando Cortés, redactado en 1534).

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

8 2

FRANCISCO CERVANTES DE SALAZAR, 1556-1573

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Obra de referencia: • Escritor prolijo. Bachiller y doctor Crónica de la Nueva España en teología. Rector de la Universidad

de México.• Fecha en que la redactó:1556-1573

• Fecha en que se publicó:1914

BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, 1557-1575

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Obra de referencia: • Soldado en las sucesivas Historia verdadera de la conquista de la expediciones que iniciaron en la costa Nueva España oriental de Yucatán, encabezadas por

Juan de Grijalva (1517), Pedro de • Fecha en que la redactó: Alvarado (1518) y Hernán Cortés 1557-1575. (1519).

• Fecha en que se publicó:1632

DIEGO DE LANDA, CA. 1566

Información sobre la obra: Tipo de participación del autor:

• Obra de referencia: • Sacerdote en Yucatán. ComoRelación de las cosas de Yucatán guardián de Izábal, fue responsable

de la construcción del convento de• Fecha en que la redactó: San Francisco. Fue obispo de Yucatán.Ca. 1566.

• Fecha en que se publicó:1864

Page 19: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

8 5

EL SIGLO XX Y EL AÑEJO DEBATE COLONIAL: YUCATÁN, HONDURAS Y LA MAIA

El viaje de exploración comandado por Juan Díaz de Solís y Vicente Yá-nez Pinzón, entre 1508 y 1509, posee especial relevancia, debido a que diopie a una tan falaz como trascendental versión histórica sobre el “descu-brimiento de Yucatán”, la cual había sido sugerida por Cortés en 1519, des-pués alimentada involuntariamente por Bartolomé de las Casas en 1559,copiada por Antonio Herrera en 1601 (fiel a los párrafos de Las Casas), re-creada tardíamente por López de Cogolludo en 1688 y, finalmente, robus-tecida en el siglo XIX y en el XX por autores diversos como Eligio Ancona,Juan Francisco Molina Solís y José Torre Revello, entre otros.

Dicha versión consistió en atribuir a la flota de Díaz de Solís y YánezPinzón el descubrimiento de Yucatán. (Casi sobre decir que, en realidad,la primera armada que arribó a las costas orientales de Yucatán fue co-mandada por Francisco Hernández de Córdoba, en 1517, apenas seisaños después de que un naufragio llevara a las mismas tierras a los ma-rinos Jerónimo de Aguilar y a Gonzalo Guerrero.)

Con todo, la imprecisión histórica alrededor del descubrimiento deYucatán siempre jugó un papel central, ya que las versiones que atribu-yeron tal hecho a Díaz de Solís y a Yáñez Pinzón ubicaron erróneamentesu viaje de exploración por Centroamérica tres años antes (en 1506),como si se hubieran tratado de dos viajes distintos.13 Tal interpretaciónhistórica, colocada a veces en el centro de la genealogía de Yucatán, engran medida continúa viva, y aún hoy la vemos reproducida sin ate-nuantes en varios resúmenes históricos.

Es probable que la obra esencial que profundizó el escepticismo acercadel paso de Díaz de Solís y Yañez Pinzón por las costas de Yucatán, hayasido The Discovery of North America, escrita por Henry Harrisse a finales del

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

8 4

La lista de exploradores e interesados en la población maya y en elespacio selvático de lo que andando el tiempo se llamó Quintana Roo esmuy amplia. Han resultados célebres por sus testimonios escritos y grá-ficos los visitantes decimonónicos Richard Owen, John Stephens, Frede-rick Catherwood, Désiré Charnay, Karl Sapper y los primeros visitantesdel siglo XX Sylvanius Morley (en primer lugar), Thomas Gann, EdwardThompson, Samuel K. Lothrop y el príncipe Guillermo de Suecia, entremuchos más.

Pero si tuviéramos que seleccionar un precursor de la historia étnicaen Quintana Roo nos quedaríamos con Alfonso Villa Rojas. Su más am-plio y detallado estudio sobre los mayas fue publicado en 1945: se titulóThe Maya of the East Central Quintana Roo y, luego de 30 años, se tradujoen México como Los elegidos de dios.11 En justicia, debe recordarse que susprimeras investigaciones datan de mucho tiempo atrás, de principios dela década de 1930.12

Villa Rojas realizó después estudios en la Universidad de Chicago yse incorporó al grupo de investigadores patrocinados por la InstituciónCarnegie. No resultó extraño que asimilara la metodología de los estu-dios comparativos, con objeto de calibrar los diversos grados de acul-turación y cambio existentes entre los múltiples “cacicazgos” de origenmaya. “Puede decirse –aceptó el propio Villa Rojas– que el objeto finalde tal investigación fue conocer, en forma concreta, el proceso sociocul-tural que se opera al transformarse en civilizada o urbana una sociedadprimitiva o rural”.

11 The Maya of the East Central Quintana Roo fue editado por la Carnegie Institution,Washington. Con dos apéndices más, Villa Rojas conformó Los elegidos de dios (México,INI, 1978). Vale decir que una síntesis del libro The Maya... se dio a conocer con puntuali-dad, en 1946, a través de la Enciclopedia Yucatanense, bajo el título “Los mayas del actualterritorio de Quintana Roo” (tomo VI, pp. 31-62, Edición del Gobierno del Estado deYucatán).

12 Villa Rojas, entonces un maestro rural, y Robert Redfield publicaron en 1934 los re-sultados de una investigación realizada con los mayas de Chan Kom (comunidad yucate-ca). Véase Robert Redfield y Alfonso Villa Rojas, Chan Kom: a Maya Village, Washington,Carnegie Intitution, núm. 448.

13 La vaguedad que se percibe en la historiografía que trata sobre los territorios ver-daderamente explorados por Díaz de Solís y Yáñez Pinzón, suele complementarse con lainexactitud cronológica. Molina Solís y algunos otros autores, fundados probablementeen Las Décadas del cronista de Indias Antonio Herrera (publicadas en 1601) y López deCogolludo (1688), recogieron con imprecisión la fecha de 1506. Véase Juan Francisco Mo-lina Solís, Historia del descubrimiento y conquista de Yucatán. Con una reseña de la historia delos mayas, México, Ediciones Mensaje, tomo I, 1943, 43.

Page 20: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

8 5

EL SIGLO XX Y EL AÑEJO DEBATE COLONIAL: YUCATÁN, HONDURAS Y LA MAIA

El viaje de exploración comandado por Juan Díaz de Solís y Vicente Yá-nez Pinzón, entre 1508 y 1509, posee especial relevancia, debido a que diopie a una tan falaz como trascendental versión histórica sobre el “descu-brimiento de Yucatán”, la cual había sido sugerida por Cortés en 1519, des-pués alimentada involuntariamente por Bartolomé de las Casas en 1559,copiada por Antonio Herrera en 1601 (fiel a los párrafos de Las Casas), re-creada tardíamente por López de Cogolludo en 1688 y, finalmente, robus-tecida en el siglo XIX y en el XX por autores diversos como Eligio Ancona,Juan Francisco Molina Solís y José Torre Revello, entre otros.

Dicha versión consistió en atribuir a la flota de Díaz de Solís y YánezPinzón el descubrimiento de Yucatán. (Casi sobre decir que, en realidad,la primera armada que arribó a las costas orientales de Yucatán fue co-mandada por Francisco Hernández de Córdoba, en 1517, apenas seisaños después de que un naufragio llevara a las mismas tierras a los ma-rinos Jerónimo de Aguilar y a Gonzalo Guerrero.)

Con todo, la imprecisión histórica alrededor del descubrimiento deYucatán siempre jugó un papel central, ya que las versiones que atribu-yeron tal hecho a Díaz de Solís y a Yáñez Pinzón ubicaron erróneamentesu viaje de exploración por Centroamérica tres años antes (en 1506),como si se hubieran tratado de dos viajes distintos.13 Tal interpretaciónhistórica, colocada a veces en el centro de la genealogía de Yucatán, engran medida continúa viva, y aún hoy la vemos reproducida sin ate-nuantes en varios resúmenes históricos.

Es probable que la obra esencial que profundizó el escepticismo acercadel paso de Díaz de Solís y Yañez Pinzón por las costas de Yucatán, hayasido The Discovery of North America, escrita por Henry Harrisse a finales del

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

8 4

La lista de exploradores e interesados en la población maya y en elespacio selvático de lo que andando el tiempo se llamó Quintana Roo esmuy amplia. Han resultados célebres por sus testimonios escritos y grá-ficos los visitantes decimonónicos Richard Owen, John Stephens, Frede-rick Catherwood, Désiré Charnay, Karl Sapper y los primeros visitantesdel siglo XX Sylvanius Morley (en primer lugar), Thomas Gann, EdwardThompson, Samuel K. Lothrop y el príncipe Guillermo de Suecia, entremuchos más.

Pero si tuviéramos que seleccionar un precursor de la historia étnicaen Quintana Roo nos quedaríamos con Alfonso Villa Rojas. Su más am-plio y detallado estudio sobre los mayas fue publicado en 1945: se titulóThe Maya of the East Central Quintana Roo y, luego de 30 años, se tradujoen México como Los elegidos de dios.11 En justicia, debe recordarse que susprimeras investigaciones datan de mucho tiempo atrás, de principios dela década de 1930.12

Villa Rojas realizó después estudios en la Universidad de Chicago yse incorporó al grupo de investigadores patrocinados por la InstituciónCarnegie. No resultó extraño que asimilara la metodología de los estu-dios comparativos, con objeto de calibrar los diversos grados de acul-turación y cambio existentes entre los múltiples “cacicazgos” de origenmaya. “Puede decirse –aceptó el propio Villa Rojas– que el objeto finalde tal investigación fue conocer, en forma concreta, el proceso sociocul-tural que se opera al transformarse en civilizada o urbana una sociedadprimitiva o rural”.

11 The Maya of the East Central Quintana Roo fue editado por la Carnegie Institution,Washington. Con dos apéndices más, Villa Rojas conformó Los elegidos de dios (México,INI, 1978). Vale decir que una síntesis del libro The Maya... se dio a conocer con puntuali-dad, en 1946, a través de la Enciclopedia Yucatanense, bajo el título “Los mayas del actualterritorio de Quintana Roo” (tomo VI, pp. 31-62, Edición del Gobierno del Estado deYucatán).

12 Villa Rojas, entonces un maestro rural, y Robert Redfield publicaron en 1934 los re-sultados de una investigación realizada con los mayas de Chan Kom (comunidad yucate-ca). Véase Robert Redfield y Alfonso Villa Rojas, Chan Kom: a Maya Village, Washington,Carnegie Intitution, núm. 448.

13 La vaguedad que se percibe en la historiografía que trata sobre los territorios ver-daderamente explorados por Díaz de Solís y Yáñez Pinzón, suele complementarse con lainexactitud cronológica. Molina Solís y algunos otros autores, fundados probablementeen Las Décadas del cronista de Indias Antonio Herrera (publicadas en 1601) y López deCogolludo (1688), recogieron con imprecisión la fecha de 1506. Véase Juan Francisco Mo-lina Solís, Historia del descubrimiento y conquista de Yucatán. Con una reseña de la historia delos mayas, México, Ediciones Mensaje, tomo I, 1943, 43.

Page 21: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

8 7

regional en el que la ciudad de Mérida se consideraba la amalgama cul-tural-urbana más compleja y las comunidades de Dzitás y Chan Kom losprototipos culturales intermedios. Como colaborador de Redfield, Al-fonso Villa Rojas se encargó de analizar una de las comunidades másconservadoras, a juzgar por tal tipología: Tusik.

Una parte de The Maya of the East Central Quintana Roo está fundadatanto en autores clásicos (cronistas) de la época virreinal, como en las fuen-tes del siglo XX que hemos referido antes (Aguirre, Othón de Mendizábal,La Revista de Mérida, Irigoyen, Menéndez). Otra parte ofrece una ampliadescripción acerca de cómo los mayas vencidos reorganizaron su vida lue-go de la avalancha militar porfirista y, ante todo, de la avalancha centrali-zadora de la Revolución, “bajo las normas de antiguas tradiciones”.

Villa Rojas pareció reencontrar a aquellos grupos mayas que habíanofrecido el mayor sustento cultural y la espiritualidad durante la “guerrade castas”: los asentados en Xcacal, los que reforzarían la práctica religio-sa de la “Cruz que habla” en Chan Santa Cruz. La “Cruz que habla” llegóa ser considerada como la auténtica representación de dios en la tierra enlas comunidades investigadas alrededor de Tusik, y Villa Rojas nos legóun escrupuloso diagnóstico acerca del cambio social experimentado por losmayas del centro de Quintana Roo, sin descuidar las implicaciones de laorganización teocrático-militar que implicaba la Cruz.

Inspirado por Villa Rojas y por un esquema de historia yucateca bos-quejado antes por el profesor Howard F. Cline, el estadounidense Nel-son Reed escribió décadas después uno de los más vivos y convincentesrelatos sobre las motivaciones de la resistencia maya, de su dramáticaevolución y del marco político y económico que acompaña su conclu-sión.15 El propio Reed considera, con justicia, que una de sus mayoresaportaciones es haber otorgado mayor perspectiva a los acontecimientosposteriores a la llamada guerra de castas. Y no falta quien sostenga quepor el empleo liberal de las fuentes de que hace gala y por la agilidad na-tural de su pluma, bien puede leerse la obra de Reed como una novelarealista y entretenida. Con todo, creemos que el autor da un paso ade-

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

8 6

siglo XIX. Este libro se enmarcó en una discusión más amplia que incluíapreguntas acerca del descubrimiento de la Florida y el Golfo de México,así como del papel de exploradores como el Adelantado Juan Ponce deLeón (1513) y el trabajo cartográfico de celebridades como Juan de la Cosa,Alberto Cantino, Nicolo Caveri y el propio Pedro Mártir de Anglería.

A partir de la publicación de The Discovery de Harrisse, autores quetrataban la historia de la costa oriental de Yucatán como S. K. Lothrop,en la década de 1920, insistieron en que Díaz de Solís y Yánez Pinzón nohabían llegado más al norte de la costa de Honduras. Para Lothrop, cier-ta región que había sido identificada como Maia (o Maya) en la obra deLópez de Gómara, no era más que una parte del golfo de Honduras. Re-cuérdese que la obra de López de Gómara es una de las historias mástempranas de Indias, escrita desde Europa entre 1544 y 1550, y se basóen testimonios directos de conquistadores.14

Una de las más rigurosas historias dedicadas al Yucatán del siglo XVI,la del profesor Robert S. Chamberlain (The Conquest and Colonization ofYucatán, 1517-1550), ni siquiera se distrae en discutir el vínculo entre eldescubrimiento de Yucatán y el viaje de Díaz de Solís y Yánez Pinzón.La historia que Chamberlain nos cuenta tiene su inicio –de la mano delas interpretaciones de Fernández de Oviedo y de Díaz del Castillo– atri-buyendo el descubrimiento de Yucatán a la armada encabezada porFrancisco Hernández de Córdoba, en 1517

LOS MAYAS DE QUINTANA ROO

Como se sabe, la tipología inicial de Robert Redfield, profesor de la Uni-versidad de Chicago, otorgaba a los mayas de la selva quintanarroenseel grado de evolución social más precario dentro de un rígido esquema

14 Véase Francisco López de Gómara, Historia de la conquista de México, México, Ed.Océano, 2003 [1ª. edición: 1552], 66. También véase Samuel Kirkland Lothrop, Tulum, anarchaeological study of the east coast of Yucatan, Washington, The Carnegie Institution ofWashington, 1924, 13, comentado por Rubio Mañé, “Documentos para la historia de Yu-catán, Campeche y Tabasco”, en Archivo de la historia de Yucatán, Campeche y Tabasco,México, Imprenta Aldina, Robredo y Rosell, 1942, pp. XXI y XXI.

15 Nelson Reed, La guerra de castas de Yucatán, México, Era, 1971 (1ª. ed. en inglés:1964).

Page 22: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

8 7

regional en el que la ciudad de Mérida se consideraba la amalgama cul-tural-urbana más compleja y las comunidades de Dzitás y Chan Kom losprototipos culturales intermedios. Como colaborador de Redfield, Al-fonso Villa Rojas se encargó de analizar una de las comunidades másconservadoras, a juzgar por tal tipología: Tusik.

Una parte de The Maya of the East Central Quintana Roo está fundadatanto en autores clásicos (cronistas) de la época virreinal, como en las fuen-tes del siglo XX que hemos referido antes (Aguirre, Othón de Mendizábal,La Revista de Mérida, Irigoyen, Menéndez). Otra parte ofrece una ampliadescripción acerca de cómo los mayas vencidos reorganizaron su vida lue-go de la avalancha militar porfirista y, ante todo, de la avalancha centrali-zadora de la Revolución, “bajo las normas de antiguas tradiciones”.

Villa Rojas pareció reencontrar a aquellos grupos mayas que habíanofrecido el mayor sustento cultural y la espiritualidad durante la “guerrade castas”: los asentados en Xcacal, los que reforzarían la práctica religio-sa de la “Cruz que habla” en Chan Santa Cruz. La “Cruz que habla” llegóa ser considerada como la auténtica representación de dios en la tierra enlas comunidades investigadas alrededor de Tusik, y Villa Rojas nos legóun escrupuloso diagnóstico acerca del cambio social experimentado por losmayas del centro de Quintana Roo, sin descuidar las implicaciones de laorganización teocrático-militar que implicaba la Cruz.

Inspirado por Villa Rojas y por un esquema de historia yucateca bos-quejado antes por el profesor Howard F. Cline, el estadounidense Nel-son Reed escribió décadas después uno de los más vivos y convincentesrelatos sobre las motivaciones de la resistencia maya, de su dramáticaevolución y del marco político y económico que acompaña su conclu-sión.15 El propio Reed considera, con justicia, que una de sus mayoresaportaciones es haber otorgado mayor perspectiva a los acontecimientosposteriores a la llamada guerra de castas. Y no falta quien sostenga quepor el empleo liberal de las fuentes de que hace gala y por la agilidad na-tural de su pluma, bien puede leerse la obra de Reed como una novelarealista y entretenida. Con todo, creemos que el autor da un paso ade-

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

8 6

siglo XIX. Este libro se enmarcó en una discusión más amplia que incluíapreguntas acerca del descubrimiento de la Florida y el Golfo de México,así como del papel de exploradores como el Adelantado Juan Ponce deLeón (1513) y el trabajo cartográfico de celebridades como Juan de la Cosa,Alberto Cantino, Nicolo Caveri y el propio Pedro Mártir de Anglería.

A partir de la publicación de The Discovery de Harrisse, autores quetrataban la historia de la costa oriental de Yucatán como S. K. Lothrop,en la década de 1920, insistieron en que Díaz de Solís y Yánez Pinzón nohabían llegado más al norte de la costa de Honduras. Para Lothrop, cier-ta región que había sido identificada como Maia (o Maya) en la obra deLópez de Gómara, no era más que una parte del golfo de Honduras. Re-cuérdese que la obra de López de Gómara es una de las historias mástempranas de Indias, escrita desde Europa entre 1544 y 1550, y se basóen testimonios directos de conquistadores.14

Una de las más rigurosas historias dedicadas al Yucatán del siglo XVI,la del profesor Robert S. Chamberlain (The Conquest and Colonization ofYucatán, 1517-1550), ni siquiera se distrae en discutir el vínculo entre eldescubrimiento de Yucatán y el viaje de Díaz de Solís y Yánez Pinzón.La historia que Chamberlain nos cuenta tiene su inicio –de la mano delas interpretaciones de Fernández de Oviedo y de Díaz del Castillo– atri-buyendo el descubrimiento de Yucatán a la armada encabezada porFrancisco Hernández de Córdoba, en 1517

LOS MAYAS DE QUINTANA ROO

Como se sabe, la tipología inicial de Robert Redfield, profesor de la Uni-versidad de Chicago, otorgaba a los mayas de la selva quintanarroenseel grado de evolución social más precario dentro de un rígido esquema

14 Véase Francisco López de Gómara, Historia de la conquista de México, México, Ed.Océano, 2003 [1ª. edición: 1552], 66. También véase Samuel Kirkland Lothrop, Tulum, anarchaeological study of the east coast of Yucatan, Washington, The Carnegie Institution ofWashington, 1924, 13, comentado por Rubio Mañé, “Documentos para la historia de Yu-catán, Campeche y Tabasco”, en Archivo de la historia de Yucatán, Campeche y Tabasco,México, Imprenta Aldina, Robredo y Rosell, 1942, pp. XXI y XXI.

15 Nelson Reed, La guerra de castas de Yucatán, México, Era, 1971 (1ª. ed. en inglés:1964).

Page 23: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

8 9

gen definitivamente posterior. Justo porque su premisa inicial fue tratarde demostrar que el folclor maya no podría entenderse sin considerar lasbases históricas, fácticas, que le dan asiento, Briker completa su investi-gación haciendo extensiva la evidencia de ingredientes mitológicos quecontiene la producción historiográfica. Para ilustrarla, ofrece su expe-riencia personal: “Al principio, ingenuamente supuse que el mito y lahistoria podrían distinguirse claramente. A posteriori descubrí, con gransorpresa, que la historiografía a menudo tiene bases mitológicas”. No escasual, pues, que El cristo indígena, el rey nativo haya devenido en una crí-tica a la historiografía sobre el tema.19

Las conversaciones inconclusas (en español en 1991), del antropólogoPaul Sullivan, se amparan en cambio en los copiosos testimonios perso-nales de intercambio y comunicación entre mayas y extranjeros. En unaafortunada propuesta ahistórica, fundada en la lingüística y la antropo-logía, Sullivan rescata y ordena los hilos mayores del trato interculturalfluido, regular, que data de al menos tres generaciones entre mayas y ex-tranjeros (visitantes) y que ha tenido como moneda de cambio la memo-ria, la profecía (las visiones del pasado y las de un nuevo futuro), las sen-saciones de “esclavitud” (a partir de la derrota de 1901), y las esperanzasy desesperanzas de la paz, la guerra y la libertad. A Sullivan se le puedeleer desde diferentes emplazamientos, pero de éstos preferimos dos:como hábil proveedor de iconos (intercambios testimoniales donde des-filan Linbergh, Morley, el príncipe Guillermo de Suecia, Blom, Zuluub,Cituk y Villa Rojas) y como un acucioso cronista y crítico de la labor delos patrocinados por la Institución Carnegie, precursores en el estudiode los mayas de Quintana Roo.20

Ubicado cronológicamente entre Bricker y Sullivan, la obra escritadel arqueólogo Grant D. Jones reviste un gran interés para la historia dela costa suroriental de Yucatán. La mayoría de sus trabajos aún no hansido traducidos al español y no creemos exagerar si afirmamos que suslibros Maya Resistance to Spanish Rule. Time and History on a Colonial Fron-

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

8 8

lante al acudir a los archivos y bibliotecas de Yucatán y al acopiar unaparte sustancial de documentos del archivo de Honduras Británica (res-guardados en Londres), de entre los volúmenes organizados por JohnBurdon.16

Y en el marco de los estudios contemporáneos que ofrecen nuevasexplicaciones de la resistencia indígena, ha destacado sin duda el traba-jo de Victoria Bricker, El cristo indígena, el rey nativo (en versión castellanade 1989), cuyo objetivo fue analizar los orígenes y significados de las fes-tividades y rituales mayas en Yucatán, en los Altos de Chiapas y en Gua-temala, así como explicar los fundamentos de las instituciones religiosasvigentes. En un contexto nacional propicio para la reinterpretación de la“guerra de castas”, la relectura de Bricker resulta muy útil porque enlas páginas de su libro campea la crítica historiográfica concisa, dondese recuperan en forma razonada aquellos autores que podrían conside-rarse fundamentales: Eligio Ancona, Serapio Baqueiro, Juan FranciscoMolina Solís y los materiales clásicos del profesor Cline,17 cuyos papelesde trabajo –como apuntamos– habían representado el imán que llevó aReed a escribir sobre el tema.18

Victoria Bricker llega a la conclusión de que gran parte de los ingre-dientes de la mitología y del ritual de los mayas (de Yucatán, de Chiapas,de Guatemala) que se consideran previos a la conquista, tienen un ori-

16 Archives of British Honduras, Londres, Sifton Praed & Co., 3 vols., 1931-1935.17 Véase Eligio Ancona, Historia de Yucatán desde la época más remota hasta nuestros días,

Mérida, Edición del Gobierno del Estado de Yucatán, 1917; Serapio Baqueiro, Ensayo his-tórico sobre las revoluciones de Yucatán desde el año de 1840 hasta 1864, 2 tomos, Mérida, Im-prenta de Manuel Heredia Argüelles, 1878-1879; Juan Francisco Molina Solís, Historia deYucatán desde la independencia de España hasta la época actual, 2 vols., Mérida, Talleres gráfi-cos de la Revista de Yucatán, 1921; y de Howard F. Cline, en especial: “Remarks on a select-ed bibliography of the Caste War and allied tropics”, en el apéndice de C del libro cita-do de Villa Rojas, The Maya...

18 El maestro Moisés González Navarro y Arnold Strickson también son puestos derelieve por Bricker, aunque se subraya que éstos se guiaron más por preocupacionesde orden económico. Véase Moisés González Navarro, Raza y tierra: la guerra de castas yel henequén, México, El Colegio de México, 1970; y Arnold Strickson, “Hacienda and plan-tation in Yucatan: An historical-ecological consideration of the folk-urban continuum inYucatan”, en América Indígena, núm. 25, 1965, 35-63.

19 Victoria Bricker, El cristo indígena, el rey nativo. El sustrato histórico de la mitología delritual de los mayas, México, FCE, 1989 (edición en inglés: 1981), 9.

20 Paul Sullivan, Conversaciones inconclusas. Mayas y extranjeros entre dos guerras,Barcelona, Gedisa, 1991 (edición en inglés: 1989).

Page 24: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

8 9

gen definitivamente posterior. Justo porque su premisa inicial fue tratarde demostrar que el folclor maya no podría entenderse sin considerar lasbases históricas, fácticas, que le dan asiento, Briker completa su investi-gación haciendo extensiva la evidencia de ingredientes mitológicos quecontiene la producción historiográfica. Para ilustrarla, ofrece su expe-riencia personal: “Al principio, ingenuamente supuse que el mito y lahistoria podrían distinguirse claramente. A posteriori descubrí, con gransorpresa, que la historiografía a menudo tiene bases mitológicas”. No escasual, pues, que El cristo indígena, el rey nativo haya devenido en una crí-tica a la historiografía sobre el tema.19

Las conversaciones inconclusas (en español en 1991), del antropólogoPaul Sullivan, se amparan en cambio en los copiosos testimonios perso-nales de intercambio y comunicación entre mayas y extranjeros. En unaafortunada propuesta ahistórica, fundada en la lingüística y la antropo-logía, Sullivan rescata y ordena los hilos mayores del trato interculturalfluido, regular, que data de al menos tres generaciones entre mayas y ex-tranjeros (visitantes) y que ha tenido como moneda de cambio la memo-ria, la profecía (las visiones del pasado y las de un nuevo futuro), las sen-saciones de “esclavitud” (a partir de la derrota de 1901), y las esperanzasy desesperanzas de la paz, la guerra y la libertad. A Sullivan se le puedeleer desde diferentes emplazamientos, pero de éstos preferimos dos:como hábil proveedor de iconos (intercambios testimoniales donde des-filan Linbergh, Morley, el príncipe Guillermo de Suecia, Blom, Zuluub,Cituk y Villa Rojas) y como un acucioso cronista y crítico de la labor delos patrocinados por la Institución Carnegie, precursores en el estudiode los mayas de Quintana Roo.20

Ubicado cronológicamente entre Bricker y Sullivan, la obra escritadel arqueólogo Grant D. Jones reviste un gran interés para la historia dela costa suroriental de Yucatán. La mayoría de sus trabajos aún no hansido traducidos al español y no creemos exagerar si afirmamos que suslibros Maya Resistance to Spanish Rule. Time and History on a Colonial Fron-

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

8 8

lante al acudir a los archivos y bibliotecas de Yucatán y al acopiar unaparte sustancial de documentos del archivo de Honduras Británica (res-guardados en Londres), de entre los volúmenes organizados por JohnBurdon.16

Y en el marco de los estudios contemporáneos que ofrecen nuevasexplicaciones de la resistencia indígena, ha destacado sin duda el traba-jo de Victoria Bricker, El cristo indígena, el rey nativo (en versión castellanade 1989), cuyo objetivo fue analizar los orígenes y significados de las fes-tividades y rituales mayas en Yucatán, en los Altos de Chiapas y en Gua-temala, así como explicar los fundamentos de las instituciones religiosasvigentes. En un contexto nacional propicio para la reinterpretación de la“guerra de castas”, la relectura de Bricker resulta muy útil porque enlas páginas de su libro campea la crítica historiográfica concisa, dondese recuperan en forma razonada aquellos autores que podrían conside-rarse fundamentales: Eligio Ancona, Serapio Baqueiro, Juan FranciscoMolina Solís y los materiales clásicos del profesor Cline,17 cuyos papelesde trabajo –como apuntamos– habían representado el imán que llevó aReed a escribir sobre el tema.18

Victoria Bricker llega a la conclusión de que gran parte de los ingre-dientes de la mitología y del ritual de los mayas (de Yucatán, de Chiapas,de Guatemala) que se consideran previos a la conquista, tienen un ori-

16 Archives of British Honduras, Londres, Sifton Praed & Co., 3 vols., 1931-1935.17 Véase Eligio Ancona, Historia de Yucatán desde la época más remota hasta nuestros días,

Mérida, Edición del Gobierno del Estado de Yucatán, 1917; Serapio Baqueiro, Ensayo his-tórico sobre las revoluciones de Yucatán desde el año de 1840 hasta 1864, 2 tomos, Mérida, Im-prenta de Manuel Heredia Argüelles, 1878-1879; Juan Francisco Molina Solís, Historia deYucatán desde la independencia de España hasta la época actual, 2 vols., Mérida, Talleres gráfi-cos de la Revista de Yucatán, 1921; y de Howard F. Cline, en especial: “Remarks on a select-ed bibliography of the Caste War and allied tropics”, en el apéndice de C del libro cita-do de Villa Rojas, The Maya...

18 El maestro Moisés González Navarro y Arnold Strickson también son puestos derelieve por Bricker, aunque se subraya que éstos se guiaron más por preocupacionesde orden económico. Véase Moisés González Navarro, Raza y tierra: la guerra de castas yel henequén, México, El Colegio de México, 1970; y Arnold Strickson, “Hacienda and plan-tation in Yucatan: An historical-ecological consideration of the folk-urban continuum inYucatan”, en América Indígena, núm. 25, 1965, 35-63.

19 Victoria Bricker, El cristo indígena, el rey nativo. El sustrato histórico de la mitología delritual de los mayas, México, FCE, 1989 (edición en inglés: 1981), 9.

20 Paul Sullivan, Conversaciones inconclusas. Mayas y extranjeros entre dos guerras,Barcelona, Gedisa, 1991 (edición en inglés: 1989).

Page 25: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

9 1

información que ofrece la más completa crónica sobre la conquista espa-ñola de los alrededores de Chetemal: la de Gonzalo Fernández de Ovie-do.24 Pero, en última instancia, el aporte de Jones consiste, desde nuestropunto de vista, en actualizar el debate sobre la presumible ubicación y,ante todo, la función del señorío chetumaleño, donde sobresalen losasentamientos de Ichpaatun, Oxtancah, La Iglesia y la isla de Tamalcab.(Es de sobra conocido cierto discurso oficial contemporáneo, que al bus-car asideros históricos con denuedo, intenta vigorizar una historia urba-na fabricada, cuya acta de nacimiento se ha colocado en 1898).

A ello debe agregarse su estimulante propuesta para interpretar laestructura social interna de Salamanca de Bacalar, la temprana declina-ción de su cabildo (bajo la hegemonía de la elite hispana) y su importan-cia natural como núcleo de intercambio de mercancías, incluso en elcontexto de la ruta comercial de Valladolid. Llama la atención cómo elautor ilustra las actitudes sociales de los pobladores peninsulares, conquienes los mayas se vieron obligados a interactuar.

Lorena Careaga, por su parte, ha presentado algunas conclusionesde su trabajo de revisión de episodios cotidianos registrados durante laresistencia maya, en su libro Hierofanía combatiente. Lucha, simbolismo yreligiosidad en la guerra de castas (Uqroo-Conacyt, 1998). Basada en infor-mación extraída del Archivo Histórico Militar, Careaga dedica la prime-ra parte de su obra a analizar aspectos asociados con la azarosa vida encombate, tanto entre los mayas como entre los soldados del ejército me-xicano (en particular, otorga seguimiento al desempeño del general Ró-mulo Díaz de la Vega). Resultan apreciables, en esta sección, la evalua-ción detallada sobre el peso estratégico que tenía Chichanhá para losmayas rebeldes, así como una amplia ambientación realizada con infor-mación original sobre encuentros, hechos y personajes entre 1857 y 1867.

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

9 0

tier y The Conquest of the Last Maya Kingdom (que reúnen sus más acaba-das propuestas) reclaman urgentemente un traductor.21

Jones ha dedicado páginas muy valiosas a analizar y contextualizarlos asentamientos en la llamada frontera española en Honduras Británi-ca, en especial en la comunidad de Tipú, que había permanecido un tan-to semioculta para los historiadores hasta 1977, cuando fue incorporadapor Scholes y Thompson al reproducir un censo del siglo XVII.22 El primerlibro de Jones (Maya Resistance...) aborda centralmente la evolución delintercambio en el corredor Bacalar-Tipú (en el proceso de conquistadel Petén); revela una tradición interactiva que puede decirse que lo her-mana más al Petén y a la porción sur de la llamada provincia maya deUaymil (Chetemal), que a la provincia de Ecab (Zamá o Tulum y Xel-ha).Creemos equilibrado el análisis de Jones sobre la provincia de Chetemal,al enmarcarla como una de las más tempranas confluencias entre espa-ñoles y comunidades mayas.

Maya Resistance… permite apreciar las afinidades y vínculos entre lospueblos sureños de la costa oriental de Yucatán (la provincia de Uaymil:Chablé, Bakalal, Chitemal o Chetemal, Chequitaquil, etcétera) y los pue-blos que alguna vez fueron relevantes en el territorio del actual Belice(como Tipú). Un paso adelante en tal dirección (aunque ya enfocado porcompleto en la región de los itzaes) lo ha presentado el mismo Grant D.Jones en su obra posterior (The Conquest of the Last Maya Kingdom, 1999).

Robert Chamberlain construyó una base inapreciable para la historiade la conquista temprana de Yucatán. Sin duda, Chamberlain hizo ex-tensivo un apropiado bastidor geohistórico para el estudio de las pro-vincias de Chetumal y Uaymil (con base en testimonios legados por loscélebres Alonsos: Dávila y Luján).23 Chamberlain manejó como nadie la

21 Grant D. Jones, Maya Resistance to Spanish Rule. Time and History on a ColonialFrontier, University of New Mexico Press, 1989; y Grant D. Jones, The Conquest of the LastMaya Kingdom, Stanford University Press, 1999.

22 France V. Scholes y Eric S. Thompson, “The Francisco Pérez Probanza and the Ma-trícula of Tipú”, en Grant D. Jones (ed.), Anthropology and History in Yucatan, Austin, Uni-versity of Texas Press, 1977, 43-68.

23 Véase Robert S. Chamberlain, The Conquest and Colonization of Yucatan, 1517-1550,Washington, Carnegie Institution, 1948. Otro testimonio, publicado más recientemente,que ha estimulado el interés en la misma región, a partir de la difusa presencia de Gon-

zalo “Guerrero” en las crónicas de los siglos XVI y XVII, es el que ofrecen Pedro Bracamon-te y Gabriela Solís, basados en las memorias de un religioso franciscano e historiador:Fray Joseph de San Buenaventura. Historias de la conquista del Mayab, 1511-1697, Mérida,UADY, 1994.

24 La crónica indispensable para la región se llama Historia general y natural de lasIndias (Madrid, Biblioteca de Autores Españoles 1992), de Fernández de Oviedo. Losdesatinos múltiples del capitán Alonso Dávila y de su subordinado Alonso Luján, en lasescaramuzas cercanas a Chetumal, se pueden consultar en el volumen III, libro XXIII.

Page 26: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

9 1

información que ofrece la más completa crónica sobre la conquista espa-ñola de los alrededores de Chetemal: la de Gonzalo Fernández de Ovie-do.24 Pero, en última instancia, el aporte de Jones consiste, desde nuestropunto de vista, en actualizar el debate sobre la presumible ubicación y,ante todo, la función del señorío chetumaleño, donde sobresalen losasentamientos de Ichpaatun, Oxtancah, La Iglesia y la isla de Tamalcab.(Es de sobra conocido cierto discurso oficial contemporáneo, que al bus-car asideros históricos con denuedo, intenta vigorizar una historia urba-na fabricada, cuya acta de nacimiento se ha colocado en 1898).

A ello debe agregarse su estimulante propuesta para interpretar laestructura social interna de Salamanca de Bacalar, la temprana declina-ción de su cabildo (bajo la hegemonía de la elite hispana) y su importan-cia natural como núcleo de intercambio de mercancías, incluso en elcontexto de la ruta comercial de Valladolid. Llama la atención cómo elautor ilustra las actitudes sociales de los pobladores peninsulares, conquienes los mayas se vieron obligados a interactuar.

Lorena Careaga, por su parte, ha presentado algunas conclusionesde su trabajo de revisión de episodios cotidianos registrados durante laresistencia maya, en su libro Hierofanía combatiente. Lucha, simbolismo yreligiosidad en la guerra de castas (Uqroo-Conacyt, 1998). Basada en infor-mación extraída del Archivo Histórico Militar, Careaga dedica la prime-ra parte de su obra a analizar aspectos asociados con la azarosa vida encombate, tanto entre los mayas como entre los soldados del ejército me-xicano (en particular, otorga seguimiento al desempeño del general Ró-mulo Díaz de la Vega). Resultan apreciables, en esta sección, la evalua-ción detallada sobre el peso estratégico que tenía Chichanhá para losmayas rebeldes, así como una amplia ambientación realizada con infor-mación original sobre encuentros, hechos y personajes entre 1857 y 1867.

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

9 0

tier y The Conquest of the Last Maya Kingdom (que reúnen sus más acaba-das propuestas) reclaman urgentemente un traductor.21

Jones ha dedicado páginas muy valiosas a analizar y contextualizarlos asentamientos en la llamada frontera española en Honduras Británi-ca, en especial en la comunidad de Tipú, que había permanecido un tan-to semioculta para los historiadores hasta 1977, cuando fue incorporadapor Scholes y Thompson al reproducir un censo del siglo XVII.22 El primerlibro de Jones (Maya Resistance...) aborda centralmente la evolución delintercambio en el corredor Bacalar-Tipú (en el proceso de conquistadel Petén); revela una tradición interactiva que puede decirse que lo her-mana más al Petén y a la porción sur de la llamada provincia maya deUaymil (Chetemal), que a la provincia de Ecab (Zamá o Tulum y Xel-ha).Creemos equilibrado el análisis de Jones sobre la provincia de Chetemal,al enmarcarla como una de las más tempranas confluencias entre espa-ñoles y comunidades mayas.

Maya Resistance… permite apreciar las afinidades y vínculos entre lospueblos sureños de la costa oriental de Yucatán (la provincia de Uaymil:Chablé, Bakalal, Chitemal o Chetemal, Chequitaquil, etcétera) y los pue-blos que alguna vez fueron relevantes en el territorio del actual Belice(como Tipú). Un paso adelante en tal dirección (aunque ya enfocado porcompleto en la región de los itzaes) lo ha presentado el mismo Grant D.Jones en su obra posterior (The Conquest of the Last Maya Kingdom, 1999).

Robert Chamberlain construyó una base inapreciable para la historiade la conquista temprana de Yucatán. Sin duda, Chamberlain hizo ex-tensivo un apropiado bastidor geohistórico para el estudio de las pro-vincias de Chetumal y Uaymil (con base en testimonios legados por loscélebres Alonsos: Dávila y Luján).23 Chamberlain manejó como nadie la

21 Grant D. Jones, Maya Resistance to Spanish Rule. Time and History on a ColonialFrontier, University of New Mexico Press, 1989; y Grant D. Jones, The Conquest of the LastMaya Kingdom, Stanford University Press, 1999.

22 France V. Scholes y Eric S. Thompson, “The Francisco Pérez Probanza and the Ma-trícula of Tipú”, en Grant D. Jones (ed.), Anthropology and History in Yucatan, Austin, Uni-versity of Texas Press, 1977, 43-68.

23 Véase Robert S. Chamberlain, The Conquest and Colonization of Yucatan, 1517-1550,Washington, Carnegie Institution, 1948. Otro testimonio, publicado más recientemente,que ha estimulado el interés en la misma región, a partir de la difusa presencia de Gon-

zalo “Guerrero” en las crónicas de los siglos XVI y XVII, es el que ofrecen Pedro Bracamon-te y Gabriela Solís, basados en las memorias de un religioso franciscano e historiador:Fray Joseph de San Buenaventura. Historias de la conquista del Mayab, 1511-1697, Mérida,UADY, 1994.

24 La crónica indispensable para la región se llama Historia general y natural de lasIndias (Madrid, Biblioteca de Autores Españoles 1992), de Fernández de Oviedo. Losdesatinos múltiples del capitán Alonso Dávila y de su subordinado Alonso Luján, en lasescaramuzas cercanas a Chetumal, se pueden consultar en el volumen III, libro XXIII.

Page 27: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

9 3

cionarios comisionados y de viajeros; rescatan e incorporan en contextofolletos e informes olvidados del siglo XIX que muestran un incipientecomercio en la costa oriental de Yucatán, con actores concretos y regula-res; integran a la historiografía relacionada con la costa oriental los in-gredientes económicos y demográficos de frontera; y en suma, ofrecennuevas explicaciones para enriquecer el escenario que privaba en la cos-ta oriental antes de su separación del estado de Yucatán.

En tal sentido, el periodo de 1880 a 1930 ha emergido en las más re-cientes décadas como un poderoso remolino que ha atraído hacia su nú-cleo a una cantidad significativa de profesionales de la historia interesa-dos en Quintana Roo.

En épocas actuales, en las que presenciamos el despliegue de locali-dades urbanas en Quintana Roo, con amplio contacto internacional, lo-calidades que han encontrado en el turismo un motor para obtener uncrecimiento demográfico sostenido cercano a 10% anual, casi todo ha lle-vado a reparar en la naturaleza y en la esencia de lo quintanarroense, es-pecialmente en el año 2002 en que la entidad cumplió 100 años de habersido fundada.

Consideramos oportuno aprovechar el momento de interés que hadespertado en la vida local la historia de “lo quintanarroense”, para re-flexionar sobre algunas líneas de interpretación. En el proceso de redefi-nición de líneas de interés de estudio, ha destacado una preocupación otendencia de interpretación histórica, misma que aún dista de haber en-contrado un cauce afortunado. Me refiero a la tentación de forjar unahistoria estatal de Quintana Roo más allá de la propia existencia deQuintana Roo; es decir, estableciendo una circunscripción imaginaria apartir de la franja caribeña o costera, por llamarle de alguna manera, olo que históricamente fue conocido como costa oriental de Yucatán.

Desde nuestro punto de vista, uno de los inconvenientes de estaperspectiva está en su motivación por encontrar una certificación para lallamada historia matria. Al respecto, sólo recordaría el enorme escepti-cismo que suele mostrar la historiografía yucateca (en cierta forma, justi-ficado) hacia los intentos de fabricación histórica de lo quintanarroenseantes del siglo XX. Es indudable que hacer historia de la costa oriental deYucatán en los siglos XVI-XVIII, pensando que se está haciendo la historiade Quintana Roo, requiere de un gran esfuerzo de imaginación y auto-

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

9 2

En la segunda parte, “Hierofanía combatiente” estudia la relevanciaestratégica del culto a la Cruz que habla, con énfasis en sus implicacio-nes como instrumento de readaptación y resistencia. También nos ofreceuna reseña de la evolución del culto, atendiendo tanto a sus periodos demayor apogeo durante la segunda mitad del siglo XIX, como a su condi-ción actual entre la población maya macehual de Quintana Roo.

Finalmente, uno de los autores jóvenes que han trabajado consisten-temente la dinámica contemporánea de las comunidades mayas del cen-tro del estado, es el suizo Ueli Hostettler. Este antropólogo ha mantenidointerés predominante en el estudio del impacto de los sistemas de traba-jo y de las normas de justicia en las comunidades campesinas mayas,como determinantes de la estratificación social y económica. Apoyadoen una fructífera discusión conceptual con referentes históricos y en uncomprometido trabajo de campo que lo asemeja a franciscano, el profe-sor Hostettler ha centrado su esfuerzo en el análisis del grupo de Xcacal(Yaxley), organizado bajo la agricultura de milpa y una peculiar divisióndel trabajo, para descifrar las claves de su elaborada y convincente tipo-logía sobre la estratificación social interna.25

NUEVAS PREGUNTAS Y NUEVOS TEMAS DE LA HISTORIOGRAFÍA LOCAL

La investigación y las renovadas lecturas acerca del pasado de esta jovenentidad, han estado ligadas –como probablemente ocurre en el resto delos estados del país– a la creación de instituciones académicas locales.No es casual que, luego de la fundación de las primeras universidades(la Universidad de Quintana Roo, en particular) y de centros investiga-ción en el estado (El Colegio de la Frontera Sur, por ejemplo), en los másrecientes 15 años, se hayan incorporado novedosas propuestas de rein-terpretación histórica.

Desde hace década y media, los investigadores reúnen y sistemati-zan nuevos hallazgos documentales en instituciones públicas, de exfun-

25 Véase en particular: Ueli Hostettler, “Social Justice and Socioeconomic Stratifica-tion in a Maya Peasant Society: A Case Study from Central Quintana Roo”, LASA, Chi-cago, Illinois, Septiembre 24-26, 1998.

Page 28: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

9 3

cionarios comisionados y de viajeros; rescatan e incorporan en contextofolletos e informes olvidados del siglo XIX que muestran un incipientecomercio en la costa oriental de Yucatán, con actores concretos y regula-res; integran a la historiografía relacionada con la costa oriental los in-gredientes económicos y demográficos de frontera; y en suma, ofrecennuevas explicaciones para enriquecer el escenario que privaba en la cos-ta oriental antes de su separación del estado de Yucatán.

En tal sentido, el periodo de 1880 a 1930 ha emergido en las más re-cientes décadas como un poderoso remolino que ha atraído hacia su nú-cleo a una cantidad significativa de profesionales de la historia interesa-dos en Quintana Roo.

En épocas actuales, en las que presenciamos el despliegue de locali-dades urbanas en Quintana Roo, con amplio contacto internacional, lo-calidades que han encontrado en el turismo un motor para obtener uncrecimiento demográfico sostenido cercano a 10% anual, casi todo ha lle-vado a reparar en la naturaleza y en la esencia de lo quintanarroense, es-pecialmente en el año 2002 en que la entidad cumplió 100 años de habersido fundada.

Consideramos oportuno aprovechar el momento de interés que hadespertado en la vida local la historia de “lo quintanarroense”, para re-flexionar sobre algunas líneas de interpretación. En el proceso de redefi-nición de líneas de interés de estudio, ha destacado una preocupación otendencia de interpretación histórica, misma que aún dista de haber en-contrado un cauce afortunado. Me refiero a la tentación de forjar unahistoria estatal de Quintana Roo más allá de la propia existencia deQuintana Roo; es decir, estableciendo una circunscripción imaginaria apartir de la franja caribeña o costera, por llamarle de alguna manera, olo que históricamente fue conocido como costa oriental de Yucatán.

Desde nuestro punto de vista, uno de los inconvenientes de estaperspectiva está en su motivación por encontrar una certificación para lallamada historia matria. Al respecto, sólo recordaría el enorme escepti-cismo que suele mostrar la historiografía yucateca (en cierta forma, justi-ficado) hacia los intentos de fabricación histórica de lo quintanarroenseantes del siglo XX. Es indudable que hacer historia de la costa oriental deYucatán en los siglos XVI-XVIII, pensando que se está haciendo la historiade Quintana Roo, requiere de un gran esfuerzo de imaginación y auto-

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

9 2

En la segunda parte, “Hierofanía combatiente” estudia la relevanciaestratégica del culto a la Cruz que habla, con énfasis en sus implicacio-nes como instrumento de readaptación y resistencia. También nos ofreceuna reseña de la evolución del culto, atendiendo tanto a sus periodos demayor apogeo durante la segunda mitad del siglo XIX, como a su condi-ción actual entre la población maya macehual de Quintana Roo.

Finalmente, uno de los autores jóvenes que han trabajado consisten-temente la dinámica contemporánea de las comunidades mayas del cen-tro del estado, es el suizo Ueli Hostettler. Este antropólogo ha mantenidointerés predominante en el estudio del impacto de los sistemas de traba-jo y de las normas de justicia en las comunidades campesinas mayas,como determinantes de la estratificación social y económica. Apoyadoen una fructífera discusión conceptual con referentes históricos y en uncomprometido trabajo de campo que lo asemeja a franciscano, el profe-sor Hostettler ha centrado su esfuerzo en el análisis del grupo de Xcacal(Yaxley), organizado bajo la agricultura de milpa y una peculiar divisióndel trabajo, para descifrar las claves de su elaborada y convincente tipo-logía sobre la estratificación social interna.25

NUEVAS PREGUNTAS Y NUEVOS TEMAS DE LA HISTORIOGRAFÍA LOCAL

La investigación y las renovadas lecturas acerca del pasado de esta jovenentidad, han estado ligadas –como probablemente ocurre en el resto delos estados del país– a la creación de instituciones académicas locales.No es casual que, luego de la fundación de las primeras universidades(la Universidad de Quintana Roo, en particular) y de centros investiga-ción en el estado (El Colegio de la Frontera Sur, por ejemplo), en los másrecientes 15 años, se hayan incorporado novedosas propuestas de rein-terpretación histórica.

Desde hace década y media, los investigadores reúnen y sistemati-zan nuevos hallazgos documentales en instituciones públicas, de exfun-

25 Véase en particular: Ueli Hostettler, “Social Justice and Socioeconomic Stratifica-tion in a Maya Peasant Society: A Case Study from Central Quintana Roo”, LASA, Chi-cago, Illinois, Septiembre 24-26, 1998.

Page 29: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

9 5

gráficas académicas.26 La autora concentra su atención en aquellos acto-res o segmentos internos que figuran como destinatarios del tutelaje delgobierno federal: mayas, comerciantes, contratistas, chicleros y estibado-res, entre los más significativos. Se trata de actores que no sólo perma-necieron al margen de los planes federales al erigir un nuevo territorio,sino que padecieron con severidad la imposición del estatus territorial,en la medida en que éste perfeccionaba el esquema de control militarinstaurado a la derrota de los mayas. No es fortuito, por tanto, que el es-tatus territorial lo hayan asumido los dirigentes nacionales de la Revo-lución, al menos durante la segunda década del siglo XX, como un sinó-nimo de imposición –incluso hacia el estado yucateco– y de coerciónfederal hacia el conjunto peninsular. Recuérdese la infausta imagen deQuintana Roo, a la vez, como botín de funcionarios porfiristas de Fo-mento y como presidio para opositores.

Tanto en la tesis de Ramayo como en una obra posterior: Nueva fron-tera mexicana de Carlos Macías, se puede apreciar cómo el carrancismo noescatimó esfuerzos para recomponer los liderazgos internos y para labrarnuevas alianzas en beneficio de su causa mayor, que era beneficiarse conla bonanza chiclera en su calidad de tutor de aquella entidad.27

Entre otros experimentos revolucionarios de deslinde con el antiguorégimen, ilustrado en forma complementaria por ambos autores, son dedestacar la momentánea desaparición del territorio (símbolo de opre-sión, tierra de presidio para opositores), la desocupación federal de ChanSanta Cruz y la apertura de negociaciones para validar las representacio-nes mayas de los generales Francisco May y Juan Bautista Vega. En loshechos, la Federación estuvo en condiciones de probarse a sí misma queel experimento territorial aún era viable, apenas luego de que el presi-dente Carranza pudo negociar con los mayas el reconocimiento mutuo.Con ello, además, el Estado revolucionario estuvo en condiciones de em-prender la regulación y el control de la explotación forestal.

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

9 4

complacencia, así como de la necesaria sinceridad acerca de que se estátrabajando para el consumo discursivo de lo “quintanarroense”. Casi so-bra decir que lo “quintanarroense”, como construcción gentilicia, ideo-lógica, no puede haber nacido antes de 1902. Por ello, para efectos deanálisis e interpretación de la evolución histórica de la costa orientalde Yucatán, nosotros preferimos emplear el concepto derivado del cro-nista Gonzalo Fernández de Oviedo: el Caribe mexicano.

En gran medida, los temas y problemas que han merecido la aten-ción de los autores y autoras recientes sobre Quintana Roo han estadoasociados con las líneas de discusión que provienen de los documentosde archivos federales, sean epístolas, informes, memoranda, memorias,reportes de exploración o crónicas de viaje. La nueva generación de his-toriadores académicos ha intentado visualizar en conjunto los proble-mas perennes del desarrollo quintanarroense, y nos ha planteado nuevaspreguntas, sin dejar de delinear algunas confluencias de gran interés.

A diferencia de otras entidades, en Quintana Roo el estudio sobre losactores y segmentos sociales que impulsaron algún género de transfor-mación revolucionaria (1910-1930), se ha reducido al mínimo. Queremosdecir: la historiografía más reciente –sin proponérselo– ha terminadopor desestimar cualquier hipótesis derivada de la idea del predominiotanto de actores revolucionarios locales. La noción de “revolución desdeafuera” (mediante la incorporación de factores exógenos de carácter eco-nómico, político e ideológico), ha sido aplicada razonablemente en di-versos estudios históricos acerca de Yucatán –Gilbert M. Joseph la plan-teó en 1982–.

La observación al respecto es que en el territorio de Quintana Rooincluso los revolucionados (procedentes del exterior) distaron de ser fi-guras relevantes del ejército nacional o políticos con alianzas de corteregional o nacional; en realidad, no debe extrañar que los dirigentes de-signados en Quintana Roo no hayan pasado nunca de actuar como dele-gados de la Federación, quienes aplicaban tardíamente las iniciativas ex-perimentadas en otras latitudes.

En sentido estricto, a La revolución en Quintana Roo, 1917-1940 de Ma-ría Teresa Ramayo Lanz corresponde el honor de abrir la prolífica déca-da de 1990 experimentada en la entidad en cuanto a propuestas historio-

26 María Teresa Ramayo Lanz, La revolución en Quintana Roo, 1917-1940, México, Tesisde doctorado en Historia por El Colegio de México, 1992.

27 Véase Carlos Macías, Nueva frontera mexicana. Milicia, burocracia y ocupación territo-rial en Quintana Roo, México, Universidad de Quintana Roo-Conacyt, colecc. “Sociedad ycultura en la vida de Quintana Roo”, 1998.

Page 30: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

9 5

gráficas académicas.26 La autora concentra su atención en aquellos acto-res o segmentos internos que figuran como destinatarios del tutelaje delgobierno federal: mayas, comerciantes, contratistas, chicleros y estibado-res, entre los más significativos. Se trata de actores que no sólo perma-necieron al margen de los planes federales al erigir un nuevo territorio,sino que padecieron con severidad la imposición del estatus territorial,en la medida en que éste perfeccionaba el esquema de control militarinstaurado a la derrota de los mayas. No es fortuito, por tanto, que el es-tatus territorial lo hayan asumido los dirigentes nacionales de la Revo-lución, al menos durante la segunda década del siglo XX, como un sinó-nimo de imposición –incluso hacia el estado yucateco– y de coerciónfederal hacia el conjunto peninsular. Recuérdese la infausta imagen deQuintana Roo, a la vez, como botín de funcionarios porfiristas de Fo-mento y como presidio para opositores.

Tanto en la tesis de Ramayo como en una obra posterior: Nueva fron-tera mexicana de Carlos Macías, se puede apreciar cómo el carrancismo noescatimó esfuerzos para recomponer los liderazgos internos y para labrarnuevas alianzas en beneficio de su causa mayor, que era beneficiarse conla bonanza chiclera en su calidad de tutor de aquella entidad.27

Entre otros experimentos revolucionarios de deslinde con el antiguorégimen, ilustrado en forma complementaria por ambos autores, son dedestacar la momentánea desaparición del territorio (símbolo de opre-sión, tierra de presidio para opositores), la desocupación federal de ChanSanta Cruz y la apertura de negociaciones para validar las representacio-nes mayas de los generales Francisco May y Juan Bautista Vega. En loshechos, la Federación estuvo en condiciones de probarse a sí misma queel experimento territorial aún era viable, apenas luego de que el presi-dente Carranza pudo negociar con los mayas el reconocimiento mutuo.Con ello, además, el Estado revolucionario estuvo en condiciones de em-prender la regulación y el control de la explotación forestal.

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

9 4

complacencia, así como de la necesaria sinceridad acerca de que se estátrabajando para el consumo discursivo de lo “quintanarroense”. Casi so-bra decir que lo “quintanarroense”, como construcción gentilicia, ideo-lógica, no puede haber nacido antes de 1902. Por ello, para efectos deanálisis e interpretación de la evolución histórica de la costa orientalde Yucatán, nosotros preferimos emplear el concepto derivado del cro-nista Gonzalo Fernández de Oviedo: el Caribe mexicano.

En gran medida, los temas y problemas que han merecido la aten-ción de los autores y autoras recientes sobre Quintana Roo han estadoasociados con las líneas de discusión que provienen de los documentosde archivos federales, sean epístolas, informes, memoranda, memorias,reportes de exploración o crónicas de viaje. La nueva generación de his-toriadores académicos ha intentado visualizar en conjunto los proble-mas perennes del desarrollo quintanarroense, y nos ha planteado nuevaspreguntas, sin dejar de delinear algunas confluencias de gran interés.

A diferencia de otras entidades, en Quintana Roo el estudio sobre losactores y segmentos sociales que impulsaron algún género de transfor-mación revolucionaria (1910-1930), se ha reducido al mínimo. Queremosdecir: la historiografía más reciente –sin proponérselo– ha terminadopor desestimar cualquier hipótesis derivada de la idea del predominiotanto de actores revolucionarios locales. La noción de “revolución desdeafuera” (mediante la incorporación de factores exógenos de carácter eco-nómico, político e ideológico), ha sido aplicada razonablemente en di-versos estudios históricos acerca de Yucatán –Gilbert M. Joseph la plan-teó en 1982–.

La observación al respecto es que en el territorio de Quintana Rooincluso los revolucionados (procedentes del exterior) distaron de ser fi-guras relevantes del ejército nacional o políticos con alianzas de corteregional o nacional; en realidad, no debe extrañar que los dirigentes de-signados en Quintana Roo no hayan pasado nunca de actuar como dele-gados de la Federación, quienes aplicaban tardíamente las iniciativas ex-perimentadas en otras latitudes.

En sentido estricto, a La revolución en Quintana Roo, 1917-1940 de Ma-ría Teresa Ramayo Lanz corresponde el honor de abrir la prolífica déca-da de 1990 experimentada en la entidad en cuanto a propuestas historio-

26 María Teresa Ramayo Lanz, La revolución en Quintana Roo, 1917-1940, México, Tesisde doctorado en Historia por El Colegio de México, 1992.

27 Véase Carlos Macías, Nueva frontera mexicana. Milicia, burocracia y ocupación territo-rial en Quintana Roo, México, Universidad de Quintana Roo-Conacyt, colecc. “Sociedad ycultura en la vida de Quintana Roo”, 1998.

Page 31: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

9 7

nuevas lealtades regionales al Ejecutivo federal. La propia creación deuna entidad partidista patrocinada en 1929 por la facción revolucionar-ia triunfante (el Partido Nacional Revolucionario), podría inscribirse entales esfuerzos.

Los sucesivos gobernadores del territorio intentaron colocar tambiénsu granito de arena para promover ideas reformistas extraídas del nuevoprograma nacional, aunque sus logros resultarían escasos. Como seaprecia en el último capítulo de Nueva frontera mexicana, Antonio Anco-na, un gobernador extraído del oficio periodístico, pareciera que sóloarribó para rivalizar tenazmente con los comerciantes de Payo Obispo,hasta que literalmente fue despedido en 1927. Otros gobernadores untanto más afortunados, como José Siurob y Rafael Melgar, impulsaroncon mayor consistencia y habilidad la vía del cooperativismo (de abastoy de consumo) y el reparto agrario provisional.

El proceso para elegir al diputado de Quintana Roo al Congresofederal en 1928, es tomado por Ramayo para documentar el origen de laorganización partidista y de los sindicatos en el territorio (Partido deObreros y Campesinos de Payo Obispo y sindicato de estibadores de Co-zumel). Su relato sobre la febril campaña del candidato obregonista,Librado Abitia, otro ex gobernador del territorio que había padecido unasuerte muy similar a la de Ancona, llegó a simbolizar –por un lado– ladecadencia del obregonismo en el país y en el territorio (Abitia fue de-rrotado), y terminó por desnudar –por otro– algo de los usos y abusosque empezaba a perfilar el grupo hegemónico.

Los efectos de la recesión de 1929 afectaron sensiblemente el proyec-to cooperativista y la política agraria del gobernador reformista José Siu-rob e, indirectamente, socavaron la integridad del territorio. De nuevacuenta el gobierno federal, al verse imposibilitado para administrar el te-rritorio, no dudó al aliarse con grupos de poder yucatecos y campecha-nos, para terminar canjeando la selva quintanarroense por apoyo político.

La reposición del territorio, dispuesta poco después por el cardenis-mo, ofreció mejores condiciones para el auge del reformismo en Quinta-na Roo. Pero a pesar del ambicioso proyecto popular, que se planteóagrupar a los trabajadores en cooperativas (dotadas, a un tiempo, de te-rrenos, de créditos y de técnica), tropezó con la explicable incompetenciadel aparato burocrático para proveer recursos con oportunidad y sufi-

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

9 6

Otra expresión de subsistencia y readaptación continua de los acto-res internos, mucho menos dramática al compararla con los grupos ma-yas, estuvo representada por los comerciantes. Ramayo Lanz define elpaulatino encumbramiento de éstos (“formación de grupos de interéslocal”), mismos que llegarían a obtener el mayor beneficio durante laapertura de la selva territorial.

Pero quizá lo notable no resida tanto en que el régimen carrancistahaya sido, también, la instancia que impulsó con vigor la apertura de laselva quintanarroense (auge de permisionarios). Probablemente lo relevan-te, desde el punto de vista político, fue que esos nuevos comerciantes –adiferencia de los representantes étnicos– pudieron incorporarse en brevey sin mayor dificultad en el aparato de poder formal, justo en el núcleo derepresentación interno de mayor legitimidad: la renovada estructura mu-nicipal. Por tanto, no es casual que el análisis de Ramayo Lanz incluya unapartado especial para tratar acerca del vínculo burocracia-comerciantes.Hacia la década de 1920, los comerciantes vinculados con la explotaciónforestal y con las importaciones de bienes, habían extendido ya su partici-pación en el transporte de mercancías y de personas.

La misma paternidad carrancista vale reconocer cuando se habla delos municipios libres, entidades que –cuando existieron en QuintanaRoo– se caracterizaron por servir como contrapeso efectivo con respectoal gobernador o jefe político. Mientras los municipios libres permanecie-ron vigentes en el territorio (de 1917 a 1929), predominaron en su direc-ción los comerciantes, y vaya que menudearon los antagonismos con losgobernadores del territorio.28

Como es sabido, la edificación del Estado nacional encontró comoobstáculo la gran diversidad de intereses y liderazgos no formales entrelos grupos regionales. Se ha vuelto común afirmar, incluso, que la Revo-lución mexicana perfeccionó la tarea centralizadora, en lo político, delporfiriato. Y aunque, en realidad, el origen de los esfuerzos por legitimary hacer efectivo el poder federal se ubicó en el siglo XIX, es claro que du-rante la década de 1920 se intensificaron las estrategias para garantizar

28 Véanse los capítulos VII y VIII: “Avatares de la reorganización interna, 1916-1920” y“Estampa del poder posrevolucionario”, Ibid.

Page 32: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

9 7

nuevas lealtades regionales al Ejecutivo federal. La propia creación deuna entidad partidista patrocinada en 1929 por la facción revolucionar-ia triunfante (el Partido Nacional Revolucionario), podría inscribirse entales esfuerzos.

Los sucesivos gobernadores del territorio intentaron colocar tambiénsu granito de arena para promover ideas reformistas extraídas del nuevoprograma nacional, aunque sus logros resultarían escasos. Como seaprecia en el último capítulo de Nueva frontera mexicana, Antonio Anco-na, un gobernador extraído del oficio periodístico, pareciera que sóloarribó para rivalizar tenazmente con los comerciantes de Payo Obispo,hasta que literalmente fue despedido en 1927. Otros gobernadores untanto más afortunados, como José Siurob y Rafael Melgar, impulsaroncon mayor consistencia y habilidad la vía del cooperativismo (de abastoy de consumo) y el reparto agrario provisional.

El proceso para elegir al diputado de Quintana Roo al Congresofederal en 1928, es tomado por Ramayo para documentar el origen de laorganización partidista y de los sindicatos en el territorio (Partido deObreros y Campesinos de Payo Obispo y sindicato de estibadores de Co-zumel). Su relato sobre la febril campaña del candidato obregonista,Librado Abitia, otro ex gobernador del territorio que había padecido unasuerte muy similar a la de Ancona, llegó a simbolizar –por un lado– ladecadencia del obregonismo en el país y en el territorio (Abitia fue de-rrotado), y terminó por desnudar –por otro– algo de los usos y abusosque empezaba a perfilar el grupo hegemónico.

Los efectos de la recesión de 1929 afectaron sensiblemente el proyec-to cooperativista y la política agraria del gobernador reformista José Siu-rob e, indirectamente, socavaron la integridad del territorio. De nuevacuenta el gobierno federal, al verse imposibilitado para administrar el te-rritorio, no dudó al aliarse con grupos de poder yucatecos y campecha-nos, para terminar canjeando la selva quintanarroense por apoyo político.

La reposición del territorio, dispuesta poco después por el cardenis-mo, ofreció mejores condiciones para el auge del reformismo en Quinta-na Roo. Pero a pesar del ambicioso proyecto popular, que se planteóagrupar a los trabajadores en cooperativas (dotadas, a un tiempo, de te-rrenos, de créditos y de técnica), tropezó con la explicable incompetenciadel aparato burocrático para proveer recursos con oportunidad y sufi-

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

9 6

Otra expresión de subsistencia y readaptación continua de los acto-res internos, mucho menos dramática al compararla con los grupos ma-yas, estuvo representada por los comerciantes. Ramayo Lanz define elpaulatino encumbramiento de éstos (“formación de grupos de interéslocal”), mismos que llegarían a obtener el mayor beneficio durante laapertura de la selva territorial.

Pero quizá lo notable no resida tanto en que el régimen carrancistahaya sido, también, la instancia que impulsó con vigor la apertura de laselva quintanarroense (auge de permisionarios). Probablemente lo relevan-te, desde el punto de vista político, fue que esos nuevos comerciantes –adiferencia de los representantes étnicos– pudieron incorporarse en brevey sin mayor dificultad en el aparato de poder formal, justo en el núcleo derepresentación interno de mayor legitimidad: la renovada estructura mu-nicipal. Por tanto, no es casual que el análisis de Ramayo Lanz incluya unapartado especial para tratar acerca del vínculo burocracia-comerciantes.Hacia la década de 1920, los comerciantes vinculados con la explotaciónforestal y con las importaciones de bienes, habían extendido ya su partici-pación en el transporte de mercancías y de personas.

La misma paternidad carrancista vale reconocer cuando se habla delos municipios libres, entidades que –cuando existieron en QuintanaRoo– se caracterizaron por servir como contrapeso efectivo con respectoal gobernador o jefe político. Mientras los municipios libres permanecie-ron vigentes en el territorio (de 1917 a 1929), predominaron en su direc-ción los comerciantes, y vaya que menudearon los antagonismos con losgobernadores del territorio.28

Como es sabido, la edificación del Estado nacional encontró comoobstáculo la gran diversidad de intereses y liderazgos no formales entrelos grupos regionales. Se ha vuelto común afirmar, incluso, que la Revo-lución mexicana perfeccionó la tarea centralizadora, en lo político, delporfiriato. Y aunque, en realidad, el origen de los esfuerzos por legitimary hacer efectivo el poder federal se ubicó en el siglo XIX, es claro que du-rante la década de 1920 se intensificaron las estrategias para garantizar

28 Véanse los capítulos VII y VIII: “Avatares de la reorganización interna, 1916-1920” y“Estampa del poder posrevolucionario”, Ibid.

Page 33: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

9 9

Stella Maris Arnaiz y Alfredo César Dachary, por su parte, a travésde obras de muy diversa naturaleza, han animado el enfoque regional–enfáticamente caribeño– al analizar el pasado y el presente de la enti-dad. Estimo que su libro más reciente, El Caribe mexicano, una frontera ol-vidada puede tomarse como el más acabado referente, ya que sistemati-za varias de las conclusiones parciales escritas en sus obras anteriores.31

Con un enfoque que acentúa los procesos económicos regionales, StellaMaris Arnaiz y César Dachary distinguen cinco etapas en la historia dela costa oriental de Yucatán, de la cual emergería Quintana Roo al inicio delsiglo XX.

La etapa en la que César Dachary y Arnaiz Burne inscriben a la revo-lución no resulta diferente, comprensiblemente, a la que reservan para elporfiriato. En poco más de medio siglo que va desde la administraciónde Porfirio Díaz hasta la fase revolucionaria no sólo tiene lugar la derro-ta militar de los mayas y la creación del territorio de Quintana Roo; tam-bién se presentan transformaciones socioeconómicas decisivas, entre lascuales César Dachary y Arnaiz Burne destacan el repoblamiento de lafrontera para la explotación de las maderas preciosas y el chicle, así comouna más compleja relación comercial con Belice. Este renovado vínculode Quintana Roo con Belice, en palabras de César Dachary y ArnaizBurne, “incluye la inserción de ambos en un gran enclave forestal tribu-tario de las compañías estadounidenses e integrado al circuito de Repú-blicas bananeras controladas por la United Fruit, la Pan American Airli-nes y la Ward Line”.32

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

9 8

ciencia.29 Y en estricta justicia, como señala Ramayo, a lo anterior debie-ra sumarse el hecho de que los contratistas chicleros no cesaron en la ta-rea de bloquear el esquema cooperativo.

Con una perspectiva temporal más amplia, tres estudiosos prove-nientes del extranjero coincidieron en la revisión histórica minuciosa dela entidad durante la década de 1980 y principios de la siguiente. Se tratadel canadiense Herman Konrad y de los argentinos avecindados en elCaribe mexicano Stella Maris Arnaiz y Alfredo César Dachary.

En el caso del desaparecido profesor Konrad, más que legarnos unaobra acabada y extensiva, nos entregó un conjunto de artículos con temáti-ca original y factura escrupulosa, agrupados bajo la línea de la interacciónsociedad-medio ambiente. Los temas que predominaron en sus trabajosson: sistemas de producción chiclera, subsistencia de comunidades fores-tales, transformación de la economía maya y, más recientemente, impactode los huracanes en las prácticas de subsistencia maya. Justo en uno de susúltimos artículos, el profesor Konrad aventuró una hipótesis sugerente,que es de nuestro interés recuperar. Argumentó que la destrucción de laselva causada por tormentas tropicales, y los ciclos de sucesión que le si-guen, se asemejan no sólo a la agricultura de roza, o de tumba-roza-quema,sino también a los ciclos de sucesión naturales, que son más lentos y pre-decibles. Así, mientras que las más discutidas causas del declive de la civi-lización maya prehispánica aluden a factores políticos, patrones demográ-ficos, guerra y comercio, Konrad sugiere con audacia que la adaptación alos efectos ecológicos de las tormentas tropicales repercutió también en eléxito o el fracaso de las estrategias de subsistencia.30

29 Uno de los procesos económicos más importantes en Quintana Roo durante la se-gunda mitad del siglo XX lo representó el ambicioso programa oficial de nuevos centrosde población ejidal, una modalidad moderna de colonización, particularmente en la mar-gen fronteriza del río Hondo. Nos parecen significativos tres trabajos que, desde diferen-tes enfoques, abordan el tema de la migración, la política de dotación y el proceso de po-blamiento. Éstos son: Odile Fort, La colonización ejidal en Quintana Roo, México, INI, 1979;Victoria Chenaut, Migrantes y aventureros en la frontera sur, México, CIESAS, 1989; y MarthaMendoza, “La colonización dirigida en Quintana Roo”, en Secuencia, núm. 37, México,Instituto Mora, enero-abril de 1997, 95-110.

30 Véase Herman Konrad, “Caribbean tropical storms. Ecological implications forpre-Hispanic and contemporary Maya subsistence practices on the Yucatan peninsula”,

en Revista Mexicana del Caribe, núm. 1, Chetumal, enero-junio de 1996, 99-130. Otro ar-tículo de interés de Konrad es: “Capitalismo y trabajo en los bosques de las tierras bajastropicales mexicanas: el caso de la industria del chicle”, en Historia Mexicana, núm. 143,México, enero-marzo de 1987, 465-505.

31 Algunas de sus obras anteriores, son: El Caribe mexicano, una introducción a su histo-ria, México, CIQRO, 1992; y El Caribe mexicano; hombres e ideas, México, Cuadernos de laCasa Chata, 1985.

32 Stella Maris Arnaiz y Alfredo César Dachary, El Caribe mexicano, una frontera olvi-dada, Chetumal, Universidad de Quintana Roo-Fundación de Parques y Museos deCozumel, 1998, 24-25.

Page 34: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

9 9

Stella Maris Arnaiz y Alfredo César Dachary, por su parte, a travésde obras de muy diversa naturaleza, han animado el enfoque regional–enfáticamente caribeño– al analizar el pasado y el presente de la enti-dad. Estimo que su libro más reciente, El Caribe mexicano, una frontera ol-vidada puede tomarse como el más acabado referente, ya que sistemati-za varias de las conclusiones parciales escritas en sus obras anteriores.31

Con un enfoque que acentúa los procesos económicos regionales, StellaMaris Arnaiz y César Dachary distinguen cinco etapas en la historia dela costa oriental de Yucatán, de la cual emergería Quintana Roo al inicio delsiglo XX.

La etapa en la que César Dachary y Arnaiz Burne inscriben a la revo-lución no resulta diferente, comprensiblemente, a la que reservan para elporfiriato. En poco más de medio siglo que va desde la administraciónde Porfirio Díaz hasta la fase revolucionaria no sólo tiene lugar la derro-ta militar de los mayas y la creación del territorio de Quintana Roo; tam-bién se presentan transformaciones socioeconómicas decisivas, entre lascuales César Dachary y Arnaiz Burne destacan el repoblamiento de lafrontera para la explotación de las maderas preciosas y el chicle, así comouna más compleja relación comercial con Belice. Este renovado vínculode Quintana Roo con Belice, en palabras de César Dachary y ArnaizBurne, “incluye la inserción de ambos en un gran enclave forestal tribu-tario de las compañías estadounidenses e integrado al circuito de Repú-blicas bananeras controladas por la United Fruit, la Pan American Airli-nes y la Ward Line”.32

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

9 8

ciencia.29 Y en estricta justicia, como señala Ramayo, a lo anterior debie-ra sumarse el hecho de que los contratistas chicleros no cesaron en la ta-rea de bloquear el esquema cooperativo.

Con una perspectiva temporal más amplia, tres estudiosos prove-nientes del extranjero coincidieron en la revisión histórica minuciosa dela entidad durante la década de 1980 y principios de la siguiente. Se tratadel canadiense Herman Konrad y de los argentinos avecindados en elCaribe mexicano Stella Maris Arnaiz y Alfredo César Dachary.

En el caso del desaparecido profesor Konrad, más que legarnos unaobra acabada y extensiva, nos entregó un conjunto de artículos con temáti-ca original y factura escrupulosa, agrupados bajo la línea de la interacciónsociedad-medio ambiente. Los temas que predominaron en sus trabajosson: sistemas de producción chiclera, subsistencia de comunidades fores-tales, transformación de la economía maya y, más recientemente, impactode los huracanes en las prácticas de subsistencia maya. Justo en uno de susúltimos artículos, el profesor Konrad aventuró una hipótesis sugerente,que es de nuestro interés recuperar. Argumentó que la destrucción de laselva causada por tormentas tropicales, y los ciclos de sucesión que le si-guen, se asemejan no sólo a la agricultura de roza, o de tumba-roza-quema,sino también a los ciclos de sucesión naturales, que son más lentos y pre-decibles. Así, mientras que las más discutidas causas del declive de la civi-lización maya prehispánica aluden a factores políticos, patrones demográ-ficos, guerra y comercio, Konrad sugiere con audacia que la adaptación alos efectos ecológicos de las tormentas tropicales repercutió también en eléxito o el fracaso de las estrategias de subsistencia.30

29 Uno de los procesos económicos más importantes en Quintana Roo durante la se-gunda mitad del siglo XX lo representó el ambicioso programa oficial de nuevos centrosde población ejidal, una modalidad moderna de colonización, particularmente en la mar-gen fronteriza del río Hondo. Nos parecen significativos tres trabajos que, desde diferen-tes enfoques, abordan el tema de la migración, la política de dotación y el proceso de po-blamiento. Éstos son: Odile Fort, La colonización ejidal en Quintana Roo, México, INI, 1979;Victoria Chenaut, Migrantes y aventureros en la frontera sur, México, CIESAS, 1989; y MarthaMendoza, “La colonización dirigida en Quintana Roo”, en Secuencia, núm. 37, México,Instituto Mora, enero-abril de 1997, 95-110.

30 Véase Herman Konrad, “Caribbean tropical storms. Ecological implications forpre-Hispanic and contemporary Maya subsistence practices on the Yucatan peninsula”,

en Revista Mexicana del Caribe, núm. 1, Chetumal, enero-junio de 1996, 99-130. Otro ar-tículo de interés de Konrad es: “Capitalismo y trabajo en los bosques de las tierras bajastropicales mexicanas: el caso de la industria del chicle”, en Historia Mexicana, núm. 143,México, enero-marzo de 1987, 465-505.

31 Algunas de sus obras anteriores, son: El Caribe mexicano, una introducción a su histo-ria, México, CIQRO, 1992; y El Caribe mexicano; hombres e ideas, México, Cuadernos de laCasa Chata, 1985.

32 Stella Maris Arnaiz y Alfredo César Dachary, El Caribe mexicano, una frontera olvi-dada, Chetumal, Universidad de Quintana Roo-Fundación de Parques y Museos deCozumel, 1998, 24-25.

Page 35: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

1 0 1

mentaria de aquellas versiones escritas por los actores directos o indirec-tos de los procesos locales, como Carlos Hoy y Jesús Martínez Ross.35

Luz del Carmen Vallarta, por su parte, ha logrado una de las másafortunadas aproximaciones conceptuales a la identidad quintanarroen-se, al adentrase y analizar –apoyada en gran parte por la tradición orallugareña– la categoría sociocultural del payobispense, aquel actor quepudo crear y recrear una región delimitada por el norte de HondurasBritánica (hoy Belice) y el sur de Quintana Roo. En su obra póstuma Lospayobispenses. Identidad, población y cultura en la frontera México-Belice(Universidad de Quintana Roo-Conacyt, 2002), Vallarta propone nume-rosos accesos que ayudan a comprender mejor el origen cultural-reli-gioso de los refugiados mayas y yucatecos que huyeron de la “guerra decastas”, más allá de las frases que habían sido comunes en la historiogra-fía tradicional. De hecho, una de las conclusiones notables que nos trans-mite el libro de Vallarta tiene que ver con la manera en que la poblaciónmaya yucateca, luego de residir durante décadas en Honduras Británicay compartir el espacio sociocultural con otros grupos étnicos, pudo asi-milar, integrar y enriquecer un cúmulo de tradiciones que hoy alimen-tan la identidad fronteriza, payobispense.

En otro frente, comprometido con el análisis de procesos históricosacotados y de tratamiento exhaustivo, Gabriel Macias Zapata presentóen fecha reciente los resultados de una prolija investigación que tituló Lapenínsula fracturada.36 Aunque el propósito inicial fue analizar, con todassus implicaciones, el ciclo forestal localizado en el oriente de la penínsu-la de Yucatán previo al establecimiento del territorio de Quintana Roo,1884-1902, sus resultados desde luego van mucho más allá: no sólo abor-da con detenimiento las modalidades que adoptaron la colonización y elpoblamiento, los flujos comerciales y las compañías que hicieron de lademanda de palo de tinte, chicle y caoba su manera de sobrevivir y acu-

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

1 0 0

LA NUEVA GENERACIÓN INTERIOR33

Antonio Higuera, Luz del Carmen Vallarta y Gabriel Macías iniciaron, du-rante la década de 1980, un loable trabajo de recuperación documental enel Instituto Quintanarroense de la Cultura. Se dieron a la tarea de crear lasala bibliográfica, donde concentraron la reproducción de notables expe-dientes de interés local procedentes del Archivo General de la Nación.

En el caso de Higuera, la línea de interés histórico se desplazaría en dossentidos: por un lado, hacia el análisis de las tentativas de defensa del es-tatuto y la integridad territorial y, por otro, hacia el estudio de la presenciamaya en la conformación del territorio, sin desestimar los sucesivos cam-bios en los renglones administrativos y comerciales de la frontera.34

En cuanto al rosario de desventuras a que fue sometido el estatuto te-rritorial durante el siglo XX, nos resulta digno de destacar que Higuerahaya procurado plantear una de las escasas historias razonadas sobre elorigen político y cultural del nativismo, de los comités proterritorio (y pro-defensa territorial), así como del movimiento progobernador nativo (yproestado); se trata de un estudio de la resistencia interior que incorporanuevos documentos y que, en mucho, puede leerse como obra comple-

33 A falta de un título mejor, definimos así a la generación que ha publicado sus obrasmayores a partir de la década de 1990, y que en gran parte mantiene adscripción en lasinstituciones de educación superior e investigación del estado. Un punto de confluenciaentre ellos han sido los proyectos de investigación en donde participan. Ha resultado so-bresaliente, en tal sentido, el ambicioso programa editorial de la Universidad de Quinta-na Roo, en Chetumal, así como el programa de investigación “Sociedad y cultura en lavida de Quintana Roo”, formado en la misma institución, al cual pertenecieron Luz delCarmen Vallarta, Lorena Careaga, Antonio Higuera, Martín Ramos y Carlos Macías.

34 En el primer sentido, Higuera publicó dos obras en cierta forma complementarias:Historias y hombres: el comité pro-territorio de Quintana Roo (México, FOPE, 1992) y A dios lasdeudas y al alcalde las jaranas. Religión y política en el Caribe mexicano (México, Universidadde Quintana Roo-Conacyt, colecc. “Sociedad y cultura en la vida de Quintana Roo”,1999), la cual contiene dos secciones que sin duda hubieran merecido una presentaciónpor separado: la organización y crecimiento de los testigos de Jehová en la frontera; y labúsqueda del autogobierno en el siglo XX quintanarroense. En el segundo sentido, elvínculo temático se dio entre las memorias de El general May, último jefe de las tribus mayas(Chetumal, FOPE, 1993); y Quintana Roo entre tiempos: Política, poblamiento y explotación fo-restal, 1872-1925 (Chetumal, Universidad de Quintana Roo-Editora Norte Sur, 1997).

35 Nos referimos a la Breve historia de Quintana Roo, de Carlos Hoy (México, 1971) yAl pie de la letra (Crónica de Quintana Roo), de Jesús Martínez Ross (México, Electrocomp,1986).

36 El título completo es La península fracturada. Conformación marítima, social y forestaldel territorio federal de Quintana Roo, 1884-1902, México, Ciesas-Uqroo-Miguel Ángel Po-rrúa, 2002.

Page 36: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

1 0 1

mentaria de aquellas versiones escritas por los actores directos o indirec-tos de los procesos locales, como Carlos Hoy y Jesús Martínez Ross.35

Luz del Carmen Vallarta, por su parte, ha logrado una de las másafortunadas aproximaciones conceptuales a la identidad quintanarroen-se, al adentrase y analizar –apoyada en gran parte por la tradición orallugareña– la categoría sociocultural del payobispense, aquel actor quepudo crear y recrear una región delimitada por el norte de HondurasBritánica (hoy Belice) y el sur de Quintana Roo. En su obra póstuma Lospayobispenses. Identidad, población y cultura en la frontera México-Belice(Universidad de Quintana Roo-Conacyt, 2002), Vallarta propone nume-rosos accesos que ayudan a comprender mejor el origen cultural-reli-gioso de los refugiados mayas y yucatecos que huyeron de la “guerra decastas”, más allá de las frases que habían sido comunes en la historiogra-fía tradicional. De hecho, una de las conclusiones notables que nos trans-mite el libro de Vallarta tiene que ver con la manera en que la poblaciónmaya yucateca, luego de residir durante décadas en Honduras Británicay compartir el espacio sociocultural con otros grupos étnicos, pudo asi-milar, integrar y enriquecer un cúmulo de tradiciones que hoy alimen-tan la identidad fronteriza, payobispense.

En otro frente, comprometido con el análisis de procesos históricosacotados y de tratamiento exhaustivo, Gabriel Macias Zapata presentóen fecha reciente los resultados de una prolija investigación que tituló Lapenínsula fracturada.36 Aunque el propósito inicial fue analizar, con todassus implicaciones, el ciclo forestal localizado en el oriente de la penínsu-la de Yucatán previo al establecimiento del territorio de Quintana Roo,1884-1902, sus resultados desde luego van mucho más allá: no sólo abor-da con detenimiento las modalidades que adoptaron la colonización y elpoblamiento, los flujos comerciales y las compañías que hicieron de lademanda de palo de tinte, chicle y caoba su manera de sobrevivir y acu-

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

1 0 0

LA NUEVA GENERACIÓN INTERIOR33

Antonio Higuera, Luz del Carmen Vallarta y Gabriel Macías iniciaron, du-rante la década de 1980, un loable trabajo de recuperación documental enel Instituto Quintanarroense de la Cultura. Se dieron a la tarea de crear lasala bibliográfica, donde concentraron la reproducción de notables expe-dientes de interés local procedentes del Archivo General de la Nación.

En el caso de Higuera, la línea de interés histórico se desplazaría en dossentidos: por un lado, hacia el análisis de las tentativas de defensa del es-tatuto y la integridad territorial y, por otro, hacia el estudio de la presenciamaya en la conformación del territorio, sin desestimar los sucesivos cam-bios en los renglones administrativos y comerciales de la frontera.34

En cuanto al rosario de desventuras a que fue sometido el estatuto te-rritorial durante el siglo XX, nos resulta digno de destacar que Higuerahaya procurado plantear una de las escasas historias razonadas sobre elorigen político y cultural del nativismo, de los comités proterritorio (y pro-defensa territorial), así como del movimiento progobernador nativo (yproestado); se trata de un estudio de la resistencia interior que incorporanuevos documentos y que, en mucho, puede leerse como obra comple-

33 A falta de un título mejor, definimos así a la generación que ha publicado sus obrasmayores a partir de la década de 1990, y que en gran parte mantiene adscripción en lasinstituciones de educación superior e investigación del estado. Un punto de confluenciaentre ellos han sido los proyectos de investigación en donde participan. Ha resultado so-bresaliente, en tal sentido, el ambicioso programa editorial de la Universidad de Quinta-na Roo, en Chetumal, así como el programa de investigación “Sociedad y cultura en lavida de Quintana Roo”, formado en la misma institución, al cual pertenecieron Luz delCarmen Vallarta, Lorena Careaga, Antonio Higuera, Martín Ramos y Carlos Macías.

34 En el primer sentido, Higuera publicó dos obras en cierta forma complementarias:Historias y hombres: el comité pro-territorio de Quintana Roo (México, FOPE, 1992) y A dios lasdeudas y al alcalde las jaranas. Religión y política en el Caribe mexicano (México, Universidadde Quintana Roo-Conacyt, colecc. “Sociedad y cultura en la vida de Quintana Roo”,1999), la cual contiene dos secciones que sin duda hubieran merecido una presentaciónpor separado: la organización y crecimiento de los testigos de Jehová en la frontera; y labúsqueda del autogobierno en el siglo XX quintanarroense. En el segundo sentido, elvínculo temático se dio entre las memorias de El general May, último jefe de las tribus mayas(Chetumal, FOPE, 1993); y Quintana Roo entre tiempos: Política, poblamiento y explotación fo-restal, 1872-1925 (Chetumal, Universidad de Quintana Roo-Editora Norte Sur, 1997).

35 Nos referimos a la Breve historia de Quintana Roo, de Carlos Hoy (México, 1971) yAl pie de la letra (Crónica de Quintana Roo), de Jesús Martínez Ross (México, Electrocomp,1986).

36 El título completo es La península fracturada. Conformación marítima, social y forestaldel territorio federal de Quintana Roo, 1884-1902, México, Ciesas-Uqroo-Miguel Ángel Po-rrúa, 2002.

Page 37: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

1 0 3

Como otros autores que han concentrado sus estudios en los siste-mas económicos, Gabriel Macías no se contenta con las explicaciones po-líticas acerca del surgimiento del territorio federal de Quintana Roo.Descree de las versiones tradicionales (mismas que pusieron en boga losfuncionarios federales de aquella época) que atribuyen en exclusiva elnacimiento de la entidad a la incompetencia del gobierno yucateco paraafrontar la rebelión de los mayas.

Estamos de acuerdo en que a estas alturas esa interpretación resultaparcial, incompleta –aunque desde luego nada maniquea–. Bien recuer-da Gabriel Macías que, con antelación al nacimiento del territorio, el go-bierno federal había tomado control de las tierras baldías o nacionales, yque esta acción restringió el margen de maniobra en la costa orientalpara el gobierno yucateco.

Por lo demás, quienes hemos estudiado el papel del concesionario ygestor Sierra Méndez en Yucatán, así como de otros personajes parale-los, contemporáneos entre sí, como los que actuaron en el valle del Yaqui(Sonora) y en el distrito norte de Baja California, podemos suscribir –sinponer en litigio lo económico con lo político– la idea de que las zonaseconómicas suelen anteceder y apurar la propia “zonificación” políticay administrativa.

Por último, uno de los más jóvenes integrantes de la generación inte-rior, Martín Ramos, ha emplazado su especialización en literatura hispá-nica hacia el universo humanístico, educativo y literario, que ofrece elpasado en el Caribe mexicano.

La aproximación de Ramos al tema concluyó en una original pro-puesta en forma de tríptico. La diáspora de los letrados (Universidad deQuintana Roo-Conacyt, 1997) es un libro con tres afluentes que, sin pro-ponérselo, convergen en la tarea de inventariar el proceso de seculariza-ción experimentado entre los pueblos de la costa oriental, a través de lavida y la influencia de educadores, clérigos y poetas.

En la primera parte, el autor redescubre las andanzas del bacalareñoJuan de Dios Enríquez en el bando liberal (primera mitad del siglo XIX),a la vez que se esfuerza por sacar del anonimato a Alpuche (poeta deTihosuco) y a otros tantos prolíficos creadores de procedencia ignota(como Delgado, Trujillo y Quiroga), de quienes sólo se sabía que habíanvisto la luz cerca de Salamanca de Bacalar.

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

1 0 2

mular recursos monetarios.37 También se detiene a escudriñar acerca delo que hasta ahora nos había parecido obvio, o al menos nos había pare-cido consustancial al escenario de la resistencia maya: la existencia delMéxico selvático no regulado, sustraído a las leyes y a las institucionesde la administración pública.

Después de todo, ¿a quién podría extrañarle que las compañías fo-restales hicieran del contrabando de madera, de chicle, de colorantes yde comestibles una forma de vida en la frontera con Belice, si se carecíaahí de instituciones fiscales durante las décadas en que transcurrió la re-sistencia maya?

A pesar de que Gabriel Macías define como “táctica del gobierno fe-deral de concesionar a empresarios yucatecos una parte considerable delterritorio de los mayas”, el autor no duda en afirmar que tales concesionesforestales nada tuvieron que ver con el auge henequero que se experimen-tó en el noroeste peninsular. Y es que con base en la trayectoria de ManuelSierra Méndez, comerciante y funcionario aduanal –mismo que había sidoanalizado como concesionario en Cozumel en las obras de Michael An-tochiw38 y Carlos Macías Richard39–, el autor establece que los beneficia-rios yucatecos fueron la punta de lanza para separar a este territorio delestado de Yucatán, a contracorriente del grupo de políticos meridanos.

37 Un artículo previo, de gran interés sobre un periodo similar, fue escrito por MarthaVillalobos: “Las concesiones forestales de Quintana Roo a fines del porfiriato”, en Relacio-nes, núm. 53, Zamora, El Colegio de Michoacán, 1993, 87-112.

38 Una de las obras que han tratado con mayor detenimiento la historia de esta islaes la de Michel Antochiw y Alfredo César Dachary, Historia de Cozumel, México, CONAC-ULTA, 1991. La primera parte (escrita por Antochiw) es la más abundante, aunque no estácentrada en el siglo XX. Con todo, el único libro que rastrea deliberadamente los aconteci-mientos políticos ligados con la Revolución en la isla fue escrito por Gonzalo Rosado Itu-rralde, Breve historia de Cozumel, publicado en 1940 por Linotipográfica Peninsular. Untrabajo más reciente, el de Martín Ramos (Cozumel. Vida porteña, Universidad de Quinta-na Roo, 1999), se concentra en la década de 1920 y años posteriores, con énfasis en las ac-tividades de la Negociación Chiclera Mexicana y en los nacientes empresarios.

39 En Nueva frontera mexicana. Milicia, burocracia y ocupación territorial en Quintana Roo,de Carlos Macías, se analizan la concesiones de Sierra Méndez y de otras compañías enCozumel, Isla Mujeres y en tierra continental y fronteriza, en el contexto de la política fe-deral hacia la costa oriental de Yucatán. El propósito central de la obra es estudiar la con-formación del territorio federal hasta entrados los años 1920.

Page 38: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

1 0 3

Como otros autores que han concentrado sus estudios en los siste-mas económicos, Gabriel Macías no se contenta con las explicaciones po-líticas acerca del surgimiento del territorio federal de Quintana Roo.Descree de las versiones tradicionales (mismas que pusieron en boga losfuncionarios federales de aquella época) que atribuyen en exclusiva elnacimiento de la entidad a la incompetencia del gobierno yucateco paraafrontar la rebelión de los mayas.

Estamos de acuerdo en que a estas alturas esa interpretación resultaparcial, incompleta –aunque desde luego nada maniquea–. Bien recuer-da Gabriel Macías que, con antelación al nacimiento del territorio, el go-bierno federal había tomado control de las tierras baldías o nacionales, yque esta acción restringió el margen de maniobra en la costa orientalpara el gobierno yucateco.

Por lo demás, quienes hemos estudiado el papel del concesionario ygestor Sierra Méndez en Yucatán, así como de otros personajes parale-los, contemporáneos entre sí, como los que actuaron en el valle del Yaqui(Sonora) y en el distrito norte de Baja California, podemos suscribir –sinponer en litigio lo económico con lo político– la idea de que las zonaseconómicas suelen anteceder y apurar la propia “zonificación” políticay administrativa.

Por último, uno de los más jóvenes integrantes de la generación inte-rior, Martín Ramos, ha emplazado su especialización en literatura hispá-nica hacia el universo humanístico, educativo y literario, que ofrece elpasado en el Caribe mexicano.

La aproximación de Ramos al tema concluyó en una original pro-puesta en forma de tríptico. La diáspora de los letrados (Universidad deQuintana Roo-Conacyt, 1997) es un libro con tres afluentes que, sin pro-ponérselo, convergen en la tarea de inventariar el proceso de seculariza-ción experimentado entre los pueblos de la costa oriental, a través de lavida y la influencia de educadores, clérigos y poetas.

En la primera parte, el autor redescubre las andanzas del bacalareñoJuan de Dios Enríquez en el bando liberal (primera mitad del siglo XIX),a la vez que se esfuerza por sacar del anonimato a Alpuche (poeta deTihosuco) y a otros tantos prolíficos creadores de procedencia ignota(como Delgado, Trujillo y Quiroga), de quienes sólo se sabía que habíanvisto la luz cerca de Salamanca de Bacalar.

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

1 0 2

mular recursos monetarios.37 También se detiene a escudriñar acerca delo que hasta ahora nos había parecido obvio, o al menos nos había pare-cido consustancial al escenario de la resistencia maya: la existencia delMéxico selvático no regulado, sustraído a las leyes y a las institucionesde la administración pública.

Después de todo, ¿a quién podría extrañarle que las compañías fo-restales hicieran del contrabando de madera, de chicle, de colorantes yde comestibles una forma de vida en la frontera con Belice, si se carecíaahí de instituciones fiscales durante las décadas en que transcurrió la re-sistencia maya?

A pesar de que Gabriel Macías define como “táctica del gobierno fe-deral de concesionar a empresarios yucatecos una parte considerable delterritorio de los mayas”, el autor no duda en afirmar que tales concesionesforestales nada tuvieron que ver con el auge henequero que se experimen-tó en el noroeste peninsular. Y es que con base en la trayectoria de ManuelSierra Méndez, comerciante y funcionario aduanal –mismo que había sidoanalizado como concesionario en Cozumel en las obras de Michael An-tochiw38 y Carlos Macías Richard39–, el autor establece que los beneficia-rios yucatecos fueron la punta de lanza para separar a este territorio delestado de Yucatán, a contracorriente del grupo de políticos meridanos.

37 Un artículo previo, de gran interés sobre un periodo similar, fue escrito por MarthaVillalobos: “Las concesiones forestales de Quintana Roo a fines del porfiriato”, en Relacio-nes, núm. 53, Zamora, El Colegio de Michoacán, 1993, 87-112.

38 Una de las obras que han tratado con mayor detenimiento la historia de esta islaes la de Michel Antochiw y Alfredo César Dachary, Historia de Cozumel, México, CONAC-ULTA, 1991. La primera parte (escrita por Antochiw) es la más abundante, aunque no estácentrada en el siglo XX. Con todo, el único libro que rastrea deliberadamente los aconteci-mientos políticos ligados con la Revolución en la isla fue escrito por Gonzalo Rosado Itu-rralde, Breve historia de Cozumel, publicado en 1940 por Linotipográfica Peninsular. Untrabajo más reciente, el de Martín Ramos (Cozumel. Vida porteña, Universidad de Quinta-na Roo, 1999), se concentra en la década de 1920 y años posteriores, con énfasis en las ac-tividades de la Negociación Chiclera Mexicana y en los nacientes empresarios.

39 En Nueva frontera mexicana. Milicia, burocracia y ocupación territorial en Quintana Roo,de Carlos Macías, se analizan la concesiones de Sierra Méndez y de otras compañías enCozumel, Isla Mujeres y en tierra continental y fronteriza, en el contexto de la política fe-deral hacia la costa oriental de Yucatán. El propósito central de la obra es estudiar la con-formación del territorio federal hasta entrados los años 1920.

Page 39: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

1 0 5

1) La historiografía del siglo XX quintanarroense ha mostrado una ten-dencia similar a la registrada en otros estados en cuanto a alta in-fluencia de temas político-administrativos, en demérito de los aspec-tos culturales, económicos y sociales.

Sin embargo, debe precisarse que se cuenta con una profusa tra-dición de estudios especializados en la población maya, derivada dela historiografía sobre Yucatán, en la cual la aportación de académi-cos del extranjero ha sido y es decisiva. Esta tradición historiográfi-ca, que ha abordado desde sus orígenes aspectos culturales, socialesy económicos, permanece unida a los conceptos y visiones de la ar-queología, la lingüística y la antropología.

2) Uno de los materiales que la historiografía quintanarroense del sigloXX ha empleado en abundancia han sido los informes o memorias le-gadas por las incontables comisiones oficiales de estudio, mismasque ofrecen testimonios de primera mano. Ello se debe al protagonis-mo que tuvo la administración pública federal en la vida del territo-rio quintanarroense (los altos responsables institucionales residieronsiempre fuera de la península). Algunos de esos materiales cubrendesde la última fase del porfiriato hasta la década de 1950.

Una consecuencia práctica del empleo extendido o exclusivo detales fuentes, ha sido el predominio de la visión gubernamental so-bre la interpretación de la vida económica y política local, así comola desestimación de los problemas de carácter social, cultural y losderivados de la nueva identidad territorial.

3) En Quintana Roo, la historiografía demoró en beneficiarse del trata-miento profesional un poco más del tiempo que el resto del país. Lainvestigación académica y las renovadas lecturas acerca del pasadode esta entidad han estado ligadas a la creación de instituciones edu-cativas locales. No es casual que, luego de la fundación de las prime-ras universidades y centros investigación en el estado en los recientes15 años, se hayan incorporado novedosas propuestas de reinterpre-tación histórica.

Gran parte de los estudios especializados recientes han incorpo-rado fuentes archivísticas externas. Los historiadores empiezan areunir y a sistematizar hallazgos documentales en instituciones pú-blicas federales; incorporan en contexto folletos e informes olvida-

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

1 0 4

Menos difusos resultan los personajes que desfilan en los capítulosrestantes. Creemos que éstos representan un sustancial grano de arenaen la tarea de explicar la historia de los procesos educativos (y de las ins-tituciones que los propician) en el Caribe mexicano, una línea historio-gráfica que espera mayor atención.40 En uno de los capítulos llama nues-tra atención el recuento de libros escolares empleados antes de la guerrade castas y el contraste analítico entre los usos y lecciones de caligrafía yla educación femenina.

El empleo extensivo del archivo de la Secretaría de Educación Publi-ca (resguardado en la ciudad de México), permitió a Ramos no sólo esta-blecer un diagnóstico de las dificultades comunes padecidas por las ins-tituciones educativas del estado, sino documentar en los hechos aquelque fue el reto mayor asumido por los gobiernos derivados de la revolu-ción mexicana: llevar hacia los indígenas (en este caso exrebeldes) el dis-curso integrador del mestizaje, envuelto en las virtudes emergentes delnacionalismo revolucionario, cuya proyección concreta en la selva quin-tanarroense lo hacía ver (aún en 1930) como un engendro discursivo tanextraño como temido.

Entre los temas dignos de destacar en este proceso, pueden señalarseel arribo de la SEP al territorio, las escuelas y los jefes indígenas, las tri-bulaciones de la vida escolar en Chan Santa Cruz y la creación de institu-ciones en siete localidades fronterizas, consideradas como fruto de la mi-gración posrevolucionaria.

CONCLUSIONES

Algunos de los planteamientos más relevantes del presente balancehistoriográfico podrían resumirse en los siguientes puntos.

40 Ramos ha contribuido, asimismo, a recuperar aspectos de la vida comercial y edu-cativa en Cozumel y en Carrillo Puerto, respectivamente. Dos recientes publicacionesque dan cuenta de ello son: Cozumel. Vida porteña, México, Universidad de Quintana Roo-Conacyt-Ayuntamiento de Cozumel-Fundación de parques y museos de Cozumel, 1999;y Niños mayas, maestros criollos. Rebelión indígena y educación en los confines del trópico, Mé-xico, Universidad de Quintana Roo-Fundación Oasis-Gobierno del Estado de QuintanaRoo, 2001.

Page 40: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

1 0 5

1) La historiografía del siglo XX quintanarroense ha mostrado una ten-dencia similar a la registrada en otros estados en cuanto a alta in-fluencia de temas político-administrativos, en demérito de los aspec-tos culturales, económicos y sociales.

Sin embargo, debe precisarse que se cuenta con una profusa tra-dición de estudios especializados en la población maya, derivada dela historiografía sobre Yucatán, en la cual la aportación de académi-cos del extranjero ha sido y es decisiva. Esta tradición historiográfi-ca, que ha abordado desde sus orígenes aspectos culturales, socialesy económicos, permanece unida a los conceptos y visiones de la ar-queología, la lingüística y la antropología.

2) Uno de los materiales que la historiografía quintanarroense del sigloXX ha empleado en abundancia han sido los informes o memorias le-gadas por las incontables comisiones oficiales de estudio, mismasque ofrecen testimonios de primera mano. Ello se debe al protagonis-mo que tuvo la administración pública federal en la vida del territo-rio quintanarroense (los altos responsables institucionales residieronsiempre fuera de la península). Algunos de esos materiales cubrendesde la última fase del porfiriato hasta la década de 1950.

Una consecuencia práctica del empleo extendido o exclusivo detales fuentes, ha sido el predominio de la visión gubernamental so-bre la interpretación de la vida económica y política local, así comola desestimación de los problemas de carácter social, cultural y losderivados de la nueva identidad territorial.

3) En Quintana Roo, la historiografía demoró en beneficiarse del trata-miento profesional un poco más del tiempo que el resto del país. Lainvestigación académica y las renovadas lecturas acerca del pasadode esta entidad han estado ligadas a la creación de instituciones edu-cativas locales. No es casual que, luego de la fundación de las prime-ras universidades y centros investigación en el estado en los recientes15 años, se hayan incorporado novedosas propuestas de reinterpre-tación histórica.

Gran parte de los estudios especializados recientes han incorpo-rado fuentes archivísticas externas. Los historiadores empiezan areunir y a sistematizar hallazgos documentales en instituciones pú-blicas federales; incorporan en contexto folletos e informes olvida-

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

1 0 4

Menos difusos resultan los personajes que desfilan en los capítulosrestantes. Creemos que éstos representan un sustancial grano de arenaen la tarea de explicar la historia de los procesos educativos (y de las ins-tituciones que los propician) en el Caribe mexicano, una línea historio-gráfica que espera mayor atención.40 En uno de los capítulos llama nues-tra atención el recuento de libros escolares empleados antes de la guerrade castas y el contraste analítico entre los usos y lecciones de caligrafía yla educación femenina.

El empleo extensivo del archivo de la Secretaría de Educación Publi-ca (resguardado en la ciudad de México), permitió a Ramos no sólo esta-blecer un diagnóstico de las dificultades comunes padecidas por las ins-tituciones educativas del estado, sino documentar en los hechos aquelque fue el reto mayor asumido por los gobiernos derivados de la revolu-ción mexicana: llevar hacia los indígenas (en este caso exrebeldes) el dis-curso integrador del mestizaje, envuelto en las virtudes emergentes delnacionalismo revolucionario, cuya proyección concreta en la selva quin-tanarroense lo hacía ver (aún en 1930) como un engendro discursivo tanextraño como temido.

Entre los temas dignos de destacar en este proceso, pueden señalarseel arribo de la SEP al territorio, las escuelas y los jefes indígenas, las tri-bulaciones de la vida escolar en Chan Santa Cruz y la creación de institu-ciones en siete localidades fronterizas, consideradas como fruto de la mi-gración posrevolucionaria.

CONCLUSIONES

Algunos de los planteamientos más relevantes del presente balancehistoriográfico podrían resumirse en los siguientes puntos.

40 Ramos ha contribuido, asimismo, a recuperar aspectos de la vida comercial y edu-cativa en Cozumel y en Carrillo Puerto, respectivamente. Dos recientes publicacionesque dan cuenta de ello son: Cozumel. Vida porteña, México, Universidad de Quintana Roo-Conacyt-Ayuntamiento de Cozumel-Fundación de parques y museos de Cozumel, 1999;y Niños mayas, maestros criollos. Rebelión indígena y educación en los confines del trópico, Mé-xico, Universidad de Quintana Roo-Fundación Oasis-Gobierno del Estado de QuintanaRoo, 2001.

Page 41: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

1 0 7

ANEXO: MAPAS

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

1 0 6

dos del siglo XIX que muestran los circuitos habituales del trato co-mercial en la costa oriental de Yucatán; integran ingredientes econó-micos y demográficos de frontera; y en suma, ofrecen nuevos puntosde vista sobre la dinámica de desarrollo y “colonización” del Caribemexicano.

4) El periodo de 1880 a 1940 (fase formativa del territorio) ha emergidoen las más recientes décadas como un poderoso remolino que haatraído hacia su núcleo a una cantidad significativa de profesionalesde la historia. Sin embargo, a diferencia de otras entidades, en Quin-tana Roo el estudio sobre los actores sociales que impulsaron algúngénero de transformación revolucionaria (1910-1930), ha sido míni-mo, y está relacionado con la peculiaridad del estatus territorial. Dela misma forma, como en otras entidades del país, aún distan de serabundantes los estudios acerca de la segunda mitad del siglo XX.

Mapa 1. Conquista española del Caribe mexicano.

Ruta elaborada con base en el Informe del contador y capitán Alonso Dávila, capitán de las par-tes de Yicatán a vuestra magestad Carlios I de España, tomado del Archivo General de Indias(AGI), Sevilla, España, Patronato, 20, N. 2, R. 3/1. ff. 1.19.

Page 42: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

1 0 7

ANEXO: MAPAS

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

1 0 6

dos del siglo XIX que muestran los circuitos habituales del trato co-mercial en la costa oriental de Yucatán; integran ingredientes econó-micos y demográficos de frontera; y en suma, ofrecen nuevos puntosde vista sobre la dinámica de desarrollo y “colonización” del Caribemexicano.

4) El periodo de 1880 a 1940 (fase formativa del territorio) ha emergidoen las más recientes décadas como un poderoso remolino que haatraído hacia su núcleo a una cantidad significativa de profesionalesde la historia. Sin embargo, a diferencia de otras entidades, en Quin-tana Roo el estudio sobre los actores sociales que impulsaron algúngénero de transformación revolucionaria (1910-1930), ha sido míni-mo, y está relacionado con la peculiaridad del estatus territorial. Dela misma forma, como en otras entidades del país, aún distan de serabundantes los estudios acerca de la segunda mitad del siglo XX.

Mapa 1. Conquista española del Caribe mexicano.

Ruta elaborada con base en el Informe del contador y capitán Alonso Dávila, capitán de las par-tes de Yicatán a vuestra magestad Carlios I de España, tomado del Archivo General de Indias(AGI), Sevilla, España, Patronato, 20, N. 2, R. 3/1. ff. 1.19.

Page 43: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

1 0 9

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

1 0 8

Mapa 2. Propuesta de demarcación para British Yucatán, 1785.

Tomado del Archivo Histórico Nacional (AHN), Madrid, Legajo 4227, Signatura 941. Título:“Provincia de Yucatán.” El mapa presenta el estado de avance en las negociaciones hispano-bri-tánicas para ceder una franja de terreno para la explotación de palo de tinte, en beneficio de delos colonos de ésta última potencia, en los límites del Río Hondo, Nuevo y Belice. El mapa estáfechado el 11 de noviembre de 1785. El terreno marcado con “A” fue cedido a los ingleses pormedio del tratado de paz previo, al cual éstos empezaron a llamar “British Yucatán”. El “B” co-rresponde a la línea de demarcación que propusieron los ingleses el 28 de marzo de 1785, desdeRío Molino hasta el Río Walix, de cuya palabra se derivó Belice. El “C” corresponde a la fran-ja que les ofrecieron los negociadores españoles, desde Río Sebun hasta el Walix. El “D” consis-tía en los límites revisados (ampliados) de la demanda inglesa de noviembre del mismo año. Ellímite marítimo “E” representa la línea que se estableció el 28 de marzo del año citado para per-mitir la navegación y la pesquería inglesas. Finalmente, el límite marítimo “H” indica la de-manda ampliada de éstos, presentada a finales de 1785.

Mapa 3. Rutas marítimas en el bajo Caribe mexicano, 1785.

Tomado del Archivo Histórico Nacional (AHN), Madrid, Legajo 4227, Signatura 939. Título:“Parte de los Ríos Hondo, Nuevo y Belice, cercana a la costa, e islas adyacentes. 1785”.

Page 44: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

1 0 9

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

1 0 8

Mapa 2. Propuesta de demarcación para British Yucatán, 1785.

Tomado del Archivo Histórico Nacional (AHN), Madrid, Legajo 4227, Signatura 941. Título:“Provincia de Yucatán.” El mapa presenta el estado de avance en las negociaciones hispano-bri-tánicas para ceder una franja de terreno para la explotación de palo de tinte, en beneficio de delos colonos de ésta última potencia, en los límites del Río Hondo, Nuevo y Belice. El mapa estáfechado el 11 de noviembre de 1785. El terreno marcado con “A” fue cedido a los ingleses pormedio del tratado de paz previo, al cual éstos empezaron a llamar “British Yucatán”. El “B” co-rresponde a la línea de demarcación que propusieron los ingleses el 28 de marzo de 1785, desdeRío Molino hasta el Río Walix, de cuya palabra se derivó Belice. El “C” corresponde a la fran-ja que les ofrecieron los negociadores españoles, desde Río Sebun hasta el Walix. El “D” consis-tía en los límites revisados (ampliados) de la demanda inglesa de noviembre del mismo año. Ellímite marítimo “E” representa la línea que se estableció el 28 de marzo del año citado para per-mitir la navegación y la pesquería inglesas. Finalmente, el límite marítimo “H” indica la de-manda ampliada de éstos, presentada a finales de 1785.

Mapa 3. Rutas marítimas en el bajo Caribe mexicano, 1785.

Tomado del Archivo Histórico Nacional (AHN), Madrid, Legajo 4227, Signatura 939. Título:“Parte de los Ríos Hondo, Nuevo y Belice, cercana a la costa, e islas adyacentes. 1785”.

Page 45: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

1 1 1

CERVANTES DE SALAZAR, Francisco, Crónica de la Nueva España, México, Ed. Po-rrúa, [1ª. edición: 1914], 1985.

CLINE, Howard F., “Remarks on a selected bibliography of the Caste War andallied tropics”, en el Apéndice de C de Alfonso VILLA ROJAS, The Maya of theEast Central Quintana Roo, Washington, Carnegie Institution, 1945.

CORTÉS, Hernán, Cartas de Relación (edición de Mario Hernández Sánchez-Bar-ba), Madrid, Ed. Dastin Historia, Serie Crónicas de América [1ª edición conlas cartas completas: 1678], 2000.

––––, Documentos cortesianos (Edición y notas de José Luis Martínez), tomo II,México, Fondo de Cultura Económica, 1990 [1534].

CHAMBERLAIN, Robert S., The Conquest and Colonization of Yucatan, 1517-1550,Washington, Carnegie Institution, 1948.

CHENAUT, Victoria, Migrantes y aventureros en la frontera sur, México, CIESAS, 1989.DE LANDA, Diego, Relación de las cosas de Yucatán (edición de Miguel Rivera Do-

rado), Madrid, Ed. Dastin, 2001, 201 pp.DE LAS CASAS, Bartolomé, Historia de las Indias (edición de Agustín Millares

Carló; estudio preliminar de Lewis Hanke) [1ª edición: 1875], tomo II y III,México, Fondo de Cultura Económica, 1951.

DE TAPIA, Andrés, “Relación de algunas cosas de las que acaecieron al Muy Ilus-tre Señor Don Hernando Cortés, marqués del Valle, desde que se determinóir a descubrir tierra en la Tierra Firme del Mar Océano” [ca. 1540], en Joa-quín García Icazbalceta (ed.), Colección de Documentos inéditos para la historiade México, México, Imprenta particular del Editor, tomo II, 1879, 554-594.

DÍAZ, Juan, “Itinerario de la Armada del rey católico a la Isla de Yucatán, en laIndia, el año de 1518, en la que fue por comandante y capitán general Juande Grijalva, escrito para su alteza por el capellán mayor de la dicha Arma-da”, en Joaquín García Icazbalceta (ed.), Colección de Documentos inéditos parala historia de México, México, 1879, Imprenta particular del Editor, tomo I,1879 [ca. 1522], 281-308.

DÍAZ DEL CASTILLO, Bernal, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España(Edición, índices y prólogo de Carmelo Sáenz de Santa María), México,Alianza editorial, 1991, 971 pp.

FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Gonzalo, Historia general y natural de las indias, en Biblio-teca de Autores españoles desde la formación del lenguaje hasta nuestrosdías, tomos II y III, Ediciones Atlas [Salamanca, 1547; Sevilla, 1535, JuanCromberger], 1992 [1547]

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

1 1 0

BIBLIOGRAFÍA

AGUIRRE, Amado, Informe que rinde al C. Presidente de la República el jefe de la Co-misión nombrada por el mismo, para hacer el estudio de Quintana Roo, México,Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos, 1925.

ÁLVAREZ CORAL, Juan, Historia de Quintana Roo, Chetumal, Ediciones del Gobier-no del Estado, 1971.

––––, Galería de gobernadores de Quintana Roo, Chetumal, Chetumal, Ediciones delGobierno del Estado, 1975.

ANCONA, Eligio, Historia de Yucatán desde la época más remota hasta nuestros días,Mérida, Edición del Gobierno del Estado de Yucatán, 1917.

ANTOCHIW, Michel y Alfredo César DACHARY, Historia de Cozumel, México,CONACULTA, 1991.

BAQUEIRO, Serapio, Ensayo histórico sobre las revoluciones de Yucatán desde el año de1840 hasta 1864, 2 tomos, Mérida, Imprenta de Manuel Heredia Argüelles,1878-1879.

BAUTISTA, Francisco, Chetumal, tomo 1, Chetumal, Fondo de Fomento Editorialdel Gobierno del Estado, 1980.

BRACAMONTE, Pedro, La memoria enclaustrada. Historia indígena de Yucatán 1750-1915, México, CIESAS-INI, 1994.

BRICKER, Victoria, El cristo indígena, el rey nativo. El sustrato histórico de la mitologíadel ritual de los mayas, México, FCE (edición en inglés de 1981), 1989.

BURDON, John A., Archives of British Honduras, Londres, Sifton Praed & Co., 3vols., 1931-1935.

CANTO LÓPEZ, Antonio, “Historia de la imprenta y el periodismo”, en Enciclope-dia Yucatanense, vol. VII, México, edición oficial del Gobierno del Estado deYucatán, 1977 [1ª. ed. 1945], 5-107.

CAREAGA VILIESID, Lorena, Quintana Roo, textos de su historia, México, Instituto deInvestigaciones José María Luis Mora, 1990.

––––, Hierofanía combatiente. Lucha, simbolismo y religiosidad en la guerra de castas,Universidad de Quintana Roo-Conacyt, colecc. “Sociedad y cultura en lavida de Quintana Roo”, vol. II, 1998.

CAREAGA VILIESID, Lorena y Luz del Carmen VALLARTA VÉLEZ, Quintana Roo: His-toriografía regional, instituciones y fuentes documentales Chetumal, EditoraNorte-Sur, 1996.

Page 46: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

1 1 1

CERVANTES DE SALAZAR, Francisco, Crónica de la Nueva España, México, Ed. Po-rrúa, [1ª. edición: 1914], 1985.

CLINE, Howard F., “Remarks on a selected bibliography of the Caste War andallied tropics”, en el Apéndice de C de Alfonso VILLA ROJAS, The Maya of theEast Central Quintana Roo, Washington, Carnegie Institution, 1945.

CORTÉS, Hernán, Cartas de Relación (edición de Mario Hernández Sánchez-Bar-ba), Madrid, Ed. Dastin Historia, Serie Crónicas de América [1ª edición conlas cartas completas: 1678], 2000.

––––, Documentos cortesianos (Edición y notas de José Luis Martínez), tomo II,México, Fondo de Cultura Económica, 1990 [1534].

CHAMBERLAIN, Robert S., The Conquest and Colonization of Yucatan, 1517-1550,Washington, Carnegie Institution, 1948.

CHENAUT, Victoria, Migrantes y aventureros en la frontera sur, México, CIESAS, 1989.DE LANDA, Diego, Relación de las cosas de Yucatán (edición de Miguel Rivera Do-

rado), Madrid, Ed. Dastin, 2001, 201 pp.DE LAS CASAS, Bartolomé, Historia de las Indias (edición de Agustín Millares

Carló; estudio preliminar de Lewis Hanke) [1ª edición: 1875], tomo II y III,México, Fondo de Cultura Económica, 1951.

DE TAPIA, Andrés, “Relación de algunas cosas de las que acaecieron al Muy Ilus-tre Señor Don Hernando Cortés, marqués del Valle, desde que se determinóir a descubrir tierra en la Tierra Firme del Mar Océano” [ca. 1540], en Joa-quín García Icazbalceta (ed.), Colección de Documentos inéditos para la historiade México, México, Imprenta particular del Editor, tomo II, 1879, 554-594.

DÍAZ, Juan, “Itinerario de la Armada del rey católico a la Isla de Yucatán, en laIndia, el año de 1518, en la que fue por comandante y capitán general Juande Grijalva, escrito para su alteza por el capellán mayor de la dicha Arma-da”, en Joaquín García Icazbalceta (ed.), Colección de Documentos inéditos parala historia de México, México, 1879, Imprenta particular del Editor, tomo I,1879 [ca. 1522], 281-308.

DÍAZ DEL CASTILLO, Bernal, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España(Edición, índices y prólogo de Carmelo Sáenz de Santa María), México,Alianza editorial, 1991, 971 pp.

FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Gonzalo, Historia general y natural de las indias, en Biblio-teca de Autores españoles desde la formación del lenguaje hasta nuestrosdías, tomos II y III, Ediciones Atlas [Salamanca, 1547; Sevilla, 1535, JuanCromberger], 1992 [1547]

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

1 1 0

BIBLIOGRAFÍA

AGUIRRE, Amado, Informe que rinde al C. Presidente de la República el jefe de la Co-misión nombrada por el mismo, para hacer el estudio de Quintana Roo, México,Dirección de Estudios Geográficos y Climatológicos, 1925.

ÁLVAREZ CORAL, Juan, Historia de Quintana Roo, Chetumal, Ediciones del Gobier-no del Estado, 1971.

––––, Galería de gobernadores de Quintana Roo, Chetumal, Chetumal, Ediciones delGobierno del Estado, 1975.

ANCONA, Eligio, Historia de Yucatán desde la época más remota hasta nuestros días,Mérida, Edición del Gobierno del Estado de Yucatán, 1917.

ANTOCHIW, Michel y Alfredo César DACHARY, Historia de Cozumel, México,CONACULTA, 1991.

BAQUEIRO, Serapio, Ensayo histórico sobre las revoluciones de Yucatán desde el año de1840 hasta 1864, 2 tomos, Mérida, Imprenta de Manuel Heredia Argüelles,1878-1879.

BAUTISTA, Francisco, Chetumal, tomo 1, Chetumal, Fondo de Fomento Editorialdel Gobierno del Estado, 1980.

BRACAMONTE, Pedro, La memoria enclaustrada. Historia indígena de Yucatán 1750-1915, México, CIESAS-INI, 1994.

BRICKER, Victoria, El cristo indígena, el rey nativo. El sustrato histórico de la mitologíadel ritual de los mayas, México, FCE (edición en inglés de 1981), 1989.

BURDON, John A., Archives of British Honduras, Londres, Sifton Praed & Co., 3vols., 1931-1935.

CANTO LÓPEZ, Antonio, “Historia de la imprenta y el periodismo”, en Enciclope-dia Yucatanense, vol. VII, México, edición oficial del Gobierno del Estado deYucatán, 1977 [1ª. ed. 1945], 5-107.

CAREAGA VILIESID, Lorena, Quintana Roo, textos de su historia, México, Instituto deInvestigaciones José María Luis Mora, 1990.

––––, Hierofanía combatiente. Lucha, simbolismo y religiosidad en la guerra de castas,Universidad de Quintana Roo-Conacyt, colecc. “Sociedad y cultura en lavida de Quintana Roo”, vol. II, 1998.

CAREAGA VILIESID, Lorena y Luz del Carmen VALLARTA VÉLEZ, Quintana Roo: His-toriografía regional, instituciones y fuentes documentales Chetumal, EditoraNorte-Sur, 1996.

Page 47: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

1 1 3

LÓPEZ DE COGOLLUDO, Diego, Historia de Yucatán, Campeche, Publicaciones delH. Ayuntamiento de Campeche, [1ª. edición: 1688], tomo I, 1996.

LÓPEZ DE GÓMARA, Francisco, Historia de la conquista de México, México, Ed. Océa-no [1ª. edición: 1552], 2003.

MARTÍNEZ, José Luis, Documentos cortesianos (Edición y notas de José Luis Martí-nez), tomo II, México, Fondo de Cultura Económica (contiene el Interrogato-rio general presentado por Hernando Cortés, redactado en 1534), 1990.

MACÍAS, Carlos, Nueva frontera mexicana. Milicia, burocracia y ocupación territorialen Quintana Roo, México, Universidad de Quintana Roo-Conacyt. colecc.“Sociedad y cultura en la vida de Quintana Roo”, vol. III, 1998.

MACÍAS, Gabriel, La península fracturada. Conformación marítima, social y forestal delterritorio federal de Quintana Roo, 1884-1902, México, Ciesas-Uqroo-MiguelÁngel Porrúa, 2002.

MARIS ARNAÍZ, Stella y Alfredo César DACHARY, Caribe mexicano; hombres e ideas,México, Cuadernos de la Casa Chata, 1985.

––––, Caribe mexicano, una introducción a su historia, México, CIQRO, 1992.––––, El Caribe mexicano, una frontera olvidada, Chetumal, Universidad de Quin-

tana Roo-Fundación de Parques y Museos de Cozumel, 1998.MARTÍNEZ ROSS, Jesús, Al pie de la letra (Crónica de Quintana Roo), México, Electro-

comp, 1986.MEDINA, Manuel, Memoria sobre la situación geográfica de Put, punto de intersección

de los linderos entre los estados de Yucatán, Campeche y el territorio de QuintanaRoo, Tacubaya, México, Dirección de Estudios Geográficos, 1925.

MENDOZA, Martha, “La colonización dirigida en Quintana Roo”, en Secuencia,núm. 37, México, Instituto Mora, enero-abril, 1997, 95-110.

MOLINA SOLÍS, Juan Francisco, Historia de Yucatán desde la independencia de Españahasta la época actual, 2 vols., Mérida, Talleres Gráficos de la Revista de Yuca-tán, 1921.

NAKUK PECH, Ah, “Crónica de Chac-Xulub-Chen”, en Agustín Yáñez (Introduc-ción selección y notas), México, Crónicas de México, UNAM, 1950.

RAMAYO LANZ, María Teresa, La revolución en Quintana Roo, 1917-1940, México,Tesis de doctorado en Historia por El Colegio de México, 1992.

RAMOS, Martín, La diáspora de los letrados. Poetas, clérigos y educadores en la fronteracaribe de México, México, Universidad de Quintana Roo-Conacyt, colecc.“Sociedad y cultura en la vida de Quintana Roo”, vol. I, 1997.

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

1 1 2

FORT, Odile, La colonización ejidal en Quintana Roo, México, INI, 1979.GAMBOA, Teresa y Lorena CAREAGA, “Paro de labores en el campamento Men-

gel”, telegrama localizado por..., nota informativa de Diario de Quintana Roo,Chetumal, 2 de octubre, 1995.

GARCÍA ICAZBALCETA, Joaquín (ed.), Colección de Documentos inéditos para la histo-ria de México, México, Imprenta particular del Editor, vols. I y II, 1879.

GÓMEZ UGARTE, Elena y Aurora PAGAZA, Bibliografía sumaria del territorio de Quin-tana Roo, México, SEP/DAAPP, 1937.

GONZÁLEZ NAVARRO, Moisés, Raza y tierra: la guerra de castas y el henequén, Méxi-co, El Colegio de México, 1970.

HERRERA, Horacio, Monografía del Río Hondo, México, Sociedad Mexicana deGeografía y Estadística, 1946.

HIGUERA, Antonio, Historias y Hombres: el comité pro-territorio de Quintana Roo,México, FOPE, 1992.

––––, El general May, último jefe de las tribus mayas, Chetumal, FOPE, 1993.––––, Quintana Roo entre tiempos: Política, poblamiento y explotación forestal, 1872-

1925, Chetumal, Universidad de Quintana Roo-Editora Norte Sur, 1997.––––, A dios las deudas y al alcalde las jaranas. Religión y política en el Caribe mexi-

cano, México, Universidad de Quintana Roo-Conacyt, colecc. “Sociedad ycultura en la vida de Quintana Roo”, vol. IV, 1999.

HOSTETTLER, Ueli, “Social Justice and Socioeconomic Stratification in a MayaPeasant Society: A Case Study from Central Quintana Roo”, Chicago, LASA,septiembre 24-26, 1998.

HOY, Carlos, Breve historia de Quintana Roo, Chetumal, Impresora México, 1971.JONES, Grant D., Resistance to Spanish Rule. Time and History on a Colonial Frontier,

Albuquerque, University of New Mexico Press, 1989, 339 p.––––, The Conquest of the Last Maya Kingdom, Stanford, Stanford University

Press., 1998, 568 p.KONRAD, Herman, “Capitalismo y trabajo en los bosques de las tierras bajas tro-

picales mexicanas: el caso de la industria del chicle”, en Historia Mexicana,núm. 143, México, El Colegio de México, enero-marzo, 1987, 465-505.

––––, “Caribbean tropical storms. Ecological implications for pre-Hispanic andcontemporary Maya subsistence practices on the Yucatan peninsula”, en Re-vista Mexicana del Caribe, núm. 1, Chetumal, 1996, 99-130.

LAVALLE, Cecilia, Parece que fue ayer… Álbum de familia, Chetumal, 2 vols., 2004.

Page 48: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

1 1 3

LÓPEZ DE COGOLLUDO, Diego, Historia de Yucatán, Campeche, Publicaciones delH. Ayuntamiento de Campeche, [1ª. edición: 1688], tomo I, 1996.

LÓPEZ DE GÓMARA, Francisco, Historia de la conquista de México, México, Ed. Océa-no [1ª. edición: 1552], 2003.

MARTÍNEZ, José Luis, Documentos cortesianos (Edición y notas de José Luis Martí-nez), tomo II, México, Fondo de Cultura Económica (contiene el Interrogato-rio general presentado por Hernando Cortés, redactado en 1534), 1990.

MACÍAS, Carlos, Nueva frontera mexicana. Milicia, burocracia y ocupación territorialen Quintana Roo, México, Universidad de Quintana Roo-Conacyt. colecc.“Sociedad y cultura en la vida de Quintana Roo”, vol. III, 1998.

MACÍAS, Gabriel, La península fracturada. Conformación marítima, social y forestal delterritorio federal de Quintana Roo, 1884-1902, México, Ciesas-Uqroo-MiguelÁngel Porrúa, 2002.

MARIS ARNAÍZ, Stella y Alfredo César DACHARY, Caribe mexicano; hombres e ideas,México, Cuadernos de la Casa Chata, 1985.

––––, Caribe mexicano, una introducción a su historia, México, CIQRO, 1992.––––, El Caribe mexicano, una frontera olvidada, Chetumal, Universidad de Quin-

tana Roo-Fundación de Parques y Museos de Cozumel, 1998.MARTÍNEZ ROSS, Jesús, Al pie de la letra (Crónica de Quintana Roo), México, Electro-

comp, 1986.MEDINA, Manuel, Memoria sobre la situación geográfica de Put, punto de intersección

de los linderos entre los estados de Yucatán, Campeche y el territorio de QuintanaRoo, Tacubaya, México, Dirección de Estudios Geográficos, 1925.

MENDOZA, Martha, “La colonización dirigida en Quintana Roo”, en Secuencia,núm. 37, México, Instituto Mora, enero-abril, 1997, 95-110.

MOLINA SOLÍS, Juan Francisco, Historia de Yucatán desde la independencia de Españahasta la época actual, 2 vols., Mérida, Talleres Gráficos de la Revista de Yuca-tán, 1921.

NAKUK PECH, Ah, “Crónica de Chac-Xulub-Chen”, en Agustín Yáñez (Introduc-ción selección y notas), México, Crónicas de México, UNAM, 1950.

RAMAYO LANZ, María Teresa, La revolución en Quintana Roo, 1917-1940, México,Tesis de doctorado en Historia por El Colegio de México, 1992.

RAMOS, Martín, La diáspora de los letrados. Poetas, clérigos y educadores en la fronteracaribe de México, México, Universidad de Quintana Roo-Conacyt, colecc.“Sociedad y cultura en la vida de Quintana Roo”, vol. I, 1997.

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

1 1 2

FORT, Odile, La colonización ejidal en Quintana Roo, México, INI, 1979.GAMBOA, Teresa y Lorena CAREAGA, “Paro de labores en el campamento Men-

gel”, telegrama localizado por..., nota informativa de Diario de Quintana Roo,Chetumal, 2 de octubre, 1995.

GARCÍA ICAZBALCETA, Joaquín (ed.), Colección de Documentos inéditos para la histo-ria de México, México, Imprenta particular del Editor, vols. I y II, 1879.

GÓMEZ UGARTE, Elena y Aurora PAGAZA, Bibliografía sumaria del territorio de Quin-tana Roo, México, SEP/DAAPP, 1937.

GONZÁLEZ NAVARRO, Moisés, Raza y tierra: la guerra de castas y el henequén, Méxi-co, El Colegio de México, 1970.

HERRERA, Horacio, Monografía del Río Hondo, México, Sociedad Mexicana deGeografía y Estadística, 1946.

HIGUERA, Antonio, Historias y Hombres: el comité pro-territorio de Quintana Roo,México, FOPE, 1992.

––––, El general May, último jefe de las tribus mayas, Chetumal, FOPE, 1993.––––, Quintana Roo entre tiempos: Política, poblamiento y explotación forestal, 1872-

1925, Chetumal, Universidad de Quintana Roo-Editora Norte Sur, 1997.––––, A dios las deudas y al alcalde las jaranas. Religión y política en el Caribe mexi-

cano, México, Universidad de Quintana Roo-Conacyt, colecc. “Sociedad ycultura en la vida de Quintana Roo”, vol. IV, 1999.

HOSTETTLER, Ueli, “Social Justice and Socioeconomic Stratification in a MayaPeasant Society: A Case Study from Central Quintana Roo”, Chicago, LASA,septiembre 24-26, 1998.

HOY, Carlos, Breve historia de Quintana Roo, Chetumal, Impresora México, 1971.JONES, Grant D., Resistance to Spanish Rule. Time and History on a Colonial Frontier,

Albuquerque, University of New Mexico Press, 1989, 339 p.––––, The Conquest of the Last Maya Kingdom, Stanford, Stanford University

Press., 1998, 568 p.KONRAD, Herman, “Capitalismo y trabajo en los bosques de las tierras bajas tro-

picales mexicanas: el caso de la industria del chicle”, en Historia Mexicana,núm. 143, México, El Colegio de México, enero-marzo, 1987, 465-505.

––––, “Caribbean tropical storms. Ecological implications for pre-Hispanic andcontemporary Maya subsistence practices on the Yucatan peninsula”, en Re-vista Mexicana del Caribe, núm. 1, Chetumal, 1996, 99-130.

LAVALLE, Cecilia, Parece que fue ayer… Álbum de familia, Chetumal, 2 vols., 2004.

Page 49: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

1 1 5

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

1 1 4

––––, Cozumel. Vida porteña, México, Universidad de Quintana Roo-Conacyt-Ayuntamiento de Cozumel-Fundación de parques y museos de Cozumel, 1999.

––––, Niños mayas, maestros criollos. Rebelión indígena y educación en los confines deltrópico, México, Universidad de Quintana Roo-Fundación Oasis-Gobiernodel estado de Quintana Roo, 2001.

REBOLLEDO, Miguel, Quintana Roo y Belice, México, Ed. Stylo, 1946.REDFIELD, Robert y Alfonso VILLA ROJAS, Chan Kom: a Maya Village, Washington,

Carnegie Intitution, núm. 448, 1934.REED, Nelson, La guerra de castas de Yucatán, México, Era, 1971.ROSADO ITURRALDE, Gonzalo, Breve historia de Cozumel, Mérida, Linotipográfica

Peninsular, 1940.ROSADO VEGA, Luis, Un pueblo y un hombre, México, Editorial Mijares, 1940.RUBIO MAÑÉ, J. Ignacio, “Documentos para la historia de Yucatán, Campeche y

Tabasco”, en Archivo de la historia de Yucatán, Campeche y Tabasco, México, Im-prenta Aldina, Robredo y Rosell, 1942.

SCHOLES, France V. y Eric S. THOMPSON, “The Francisco Pérez Probanza and theMatrícula of Tipú”, en Grant D. Jones (ed.), Anthropology and History in Yuca-tan, Austin, University of Texas Press, 1977, 43-68.

SOLÍS, Gabriela y Pedro BRACAMONTE (eds.), Fray Joseph de San Buenaventura. His-torias de la conquista del Mayab, 1511-1697, Mérida, UADY, 1994.

STRICKSON, Arnold, “Hacienda and plantation in Yucatan: An historical-ecologi-cal consideration of the folk-urban continuum in Yucatan”, en América Indí-gena, núm. 25, 1965, 35-63.

SULLIVAN, Paul, Conversaciones inconclusas. Mayas y extranjeros entre dos guerras,Barcelona, Gedisa (edición en inglés de 1989), 1991.

TORRE REVELLO, José, “El viaje de Yánez Pinzón y Díaz de Solís (1508)”, en revis-ta Historia Mexicana, núm. 22, oct.-dic., 1956, 233-246.

VALLARTA VÉLEZ, Luz del Carmen, Bibliografía de Quintana Roo. Un enfoque regio-nal (1979-1996), Chetumal, Universidad de Quintana Roo-Editora Norte Sur,1997, 519 p.

––––, Los payobispenses. Identidad, población y cultura en la frontera México-Belice,México, Universidad de Quintana Roo-Conacyt, colecc. “Sociedad y culturaen la vida de Quintana Roo”, vol. V, 2002.

VILLALOBOS, Martha, “Las concesiones forestales de Quintana Roo a fines delporfiriato”, en Relaciones, núm. 53, Zamora, Michoacán, El Colegio de Mi-choacán, 1993, 87-112.

VILLA ROJAS, Alfonso, The Maya of the East Central Quintana Roo, Washington,Carnegie Institution, 1945.

––––, “Los mayas del actual territorio de Quintana Roo”, en Enciclopedia Yucata-nense, tomo VI, edición del Gobierno del Estado de Yucatán, 1946, 31-62.

––––, Los elegidos de dios, México, Instituto Nacional Indigenista, 1978.XACUR MAIZA, Juan A., Enciclopedia de Quintana Roo, Fascículo Historia, Chetu-

mal, vol. 10, 2000, 262 p.

FECHA DE RECEPCIÓN DEL ARTÍCULO: 13 de octubre de 2005 FECHA DE ACEPTACIÓN Y RECEPCIÓN DE LA VERSIÓN FINAL: 24 de agosto de 2006

u u u

Page 50: SECCIÓN TEMÁTICA · na de las localidades fronterizas con Belice, la ausencia de infraestructu-ra de caminos y vías de comunicación permanentes y la férr ea ocupación militar,

E L CAR I B E MEX ICANO

1 1 5

CAR LOS MAC ÍAS R ICHARD

1 1 4

––––, Cozumel. Vida porteña, México, Universidad de Quintana Roo-Conacyt-Ayuntamiento de Cozumel-Fundación de parques y museos de Cozumel, 1999.

––––, Niños mayas, maestros criollos. Rebelión indígena y educación en los confines deltrópico, México, Universidad de Quintana Roo-Fundación Oasis-Gobiernodel estado de Quintana Roo, 2001.

REBOLLEDO, Miguel, Quintana Roo y Belice, México, Ed. Stylo, 1946.REDFIELD, Robert y Alfonso VILLA ROJAS, Chan Kom: a Maya Village, Washington,

Carnegie Intitution, núm. 448, 1934.REED, Nelson, La guerra de castas de Yucatán, México, Era, 1971.ROSADO ITURRALDE, Gonzalo, Breve historia de Cozumel, Mérida, Linotipográfica

Peninsular, 1940.ROSADO VEGA, Luis, Un pueblo y un hombre, México, Editorial Mijares, 1940.RUBIO MAÑÉ, J. Ignacio, “Documentos para la historia de Yucatán, Campeche y

Tabasco”, en Archivo de la historia de Yucatán, Campeche y Tabasco, México, Im-prenta Aldina, Robredo y Rosell, 1942.

SCHOLES, France V. y Eric S. THOMPSON, “The Francisco Pérez Probanza and theMatrícula of Tipú”, en Grant D. Jones (ed.), Anthropology and History in Yuca-tan, Austin, University of Texas Press, 1977, 43-68.

SOLÍS, Gabriela y Pedro BRACAMONTE (eds.), Fray Joseph de San Buenaventura. His-torias de la conquista del Mayab, 1511-1697, Mérida, UADY, 1994.

STRICKSON, Arnold, “Hacienda and plantation in Yucatan: An historical-ecologi-cal consideration of the folk-urban continuum in Yucatan”, en América Indí-gena, núm. 25, 1965, 35-63.

SULLIVAN, Paul, Conversaciones inconclusas. Mayas y extranjeros entre dos guerras,Barcelona, Gedisa (edición en inglés de 1989), 1991.

TORRE REVELLO, José, “El viaje de Yánez Pinzón y Díaz de Solís (1508)”, en revis-ta Historia Mexicana, núm. 22, oct.-dic., 1956, 233-246.

VALLARTA VÉLEZ, Luz del Carmen, Bibliografía de Quintana Roo. Un enfoque regio-nal (1979-1996), Chetumal, Universidad de Quintana Roo-Editora Norte Sur,1997, 519 p.

––––, Los payobispenses. Identidad, población y cultura en la frontera México-Belice,México, Universidad de Quintana Roo-Conacyt, colecc. “Sociedad y culturaen la vida de Quintana Roo”, vol. V, 2002.

VILLALOBOS, Martha, “Las concesiones forestales de Quintana Roo a fines delporfiriato”, en Relaciones, núm. 53, Zamora, Michoacán, El Colegio de Mi-choacán, 1993, 87-112.

VILLA ROJAS, Alfonso, The Maya of the East Central Quintana Roo, Washington,Carnegie Institution, 1945.

––––, “Los mayas del actual territorio de Quintana Roo”, en Enciclopedia Yucata-nense, tomo VI, edición del Gobierno del Estado de Yucatán, 1946, 31-62.

––––, Los elegidos de dios, México, Instituto Nacional Indigenista, 1978.XACUR MAIZA, Juan A., Enciclopedia de Quintana Roo, Fascículo Historia, Chetu-

mal, vol. 10, 2000, 262 p.

FECHA DE RECEPCIÓN DEL ARTÍCULO: 13 de octubre de 2005 FECHA DE ACEPTACIÓN Y RECEPCIÓN DE LA VERSIÓN FINAL: 24 de agosto de 2006

u u u