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SE VENDE UNA MULA (sainete) Personajes: ANTONIO (el padre), PACHITA (La madre), JULIA (la hija), PEDRO (comprador), JUANITO (novio), RUTILA (sirvienta) ANTONIO: (Leyendo el periódico). ¡Todo esta por la nubes!; Los frijoles suben y suben todos los días y la plata se va al extranjero y el gobierno sigue sin hacer nada. PACHITA: ¿Y el pueblo? ANTONIO: Pos el pueblo desnudo, con tanta crisis. PACHITA: Mira, ya déjate de lecturas y mejor vente a comer. JULIA: (entra) (en voz baja alejada de Antonio) Amá, amá, te quiero enseñar una cosa. PACHITA: Eso sí ta gueno mija. Ya sabes que con su madre no debe haber secretos. JULIA: Es que tengo una carta de Juanito, y quiere que… que le dé… PACHITA: ¿Que le des qué? (exaltada) ¿Qué quiere que le des? JULIA: La mano amaáa, ¡pos que otra cosa quieres que le dé! PACHITA: ¡Ah vaya! Ya me habías espantado. JULIA: Es que me dice que hoy mismo va a venir a ver a mi apá, pero tengo miedo que lo reciba mal. Tú ya conoces su genio... y como siempre anda borracho. PACHITA: No tengas cuidado, yo lo arreglaré, yo sé como lo convenzo, dame esa carta. JULIA: Toma y entérate de lo que dice. PACHITA: (lee con dificultad) Mi a-dora-da bue-ni-ta. JULIA: ¡No amá, güerita! PACHITA: Tú sa-bes que mi ca-ri-ño es in-fierno... JULIA: ¡No amá, eterno! PACHITA: Y no puedo per per… permanecer más ti… tieso, tiempo sin obtener tu ma… ma… mano. Porque sábelo bien que me estás ma ma, matando la

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Page 1: Se vende una Mula.pdf

SE VENDE UNA MULA

(sainete)

Personajes: ANTONIO (el padre), PACHITA (La madre), JULIA (la hija), PEDRO

(comprador), JUANITO (novio), RUTILA (sirvienta)

ANTONIO: (Leyendo el periódico). ¡Todo esta por la nubes!; Los frijoles suben y

suben todos los días y la plata se va al extranjero y el gobierno sigue sin hacer

nada.

PACHITA: ¿Y el pueblo?

ANTONIO: Pos el pueblo desnudo, con tanta crisis.

PACHITA: Mira, ya déjate de lecturas y mejor vente a comer.

JULIA: (entra) (en voz baja alejada de Antonio) Amá, amá, te quiero enseñar una

cosa.

PACHITA: Eso sí ta gueno mija. Ya sabes que con su madre no debe haber

secretos.

JULIA: Es que tengo una carta de Juanito, y quiere que… que le dé…

PACHITA: ¿Que le des qué? (exaltada) ¿Qué quiere que le des?

JULIA: La mano amaáa, ¡pos que otra cosa quieres que le dé!

PACHITA: ¡Ah vaya! Ya me habías espantado.

JULIA: Es que me dice que hoy mismo va a venir a ver a mi apá, pero tengo

miedo que lo reciba mal. Tú ya conoces su genio... y como siempre anda

borracho.

PACHITA: No tengas cuidado, yo lo arreglaré, yo sé como lo convenzo, dame esa

carta.

JULIA: Toma y entérate de lo que dice.

PACHITA: (lee con dificultad) Mi a-dora-da bue-ni-ta.

JULIA: ¡No amá, güerita!

PACHITA: Tú sa-bes que mi ca-ri-ño es in-fierno...

JULIA: ¡No amá, eterno!

PACHITA: Y no puedo per per… permanecer más ti… tieso, tiempo sin obtener tu

ma… ma… mano. Porque sábelo bien que me estás ma ma, matando la

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existencia. Hoy mismo ladraré con tus pa-dres; no, no hablaré con tus padres.

Siempre tuyo, tu querubín, Juanito.

JULIA: Ya lo vio amá.

PACHITA: No te apures mija que yo voy a convencer a tu padre. Sssht, cállate

que ya viene.

ANTONIO: (Entra) Oye vieja ¿la comida va a ser pa mañana o pa cuándo? Porque

tengo tanta hambre que hasta un buey entero me comería.

PACHITA: Ya cállate viejo atarantado, que tu en puro comer te la pasas, por eso

estás tan panzón ¿Y que no ves que estoy muy preocupada con lo de la niña?

ANTONIO: Pos que tiene la niña.

PACHITA: Casi nada. Su novio va venir hoy a pedirte su mano.

ANTONIO: ¿La mía?

PACHITA: No, la de ella, viejo distraído.

ANTONIO: Pos no lo permitiré.

PACHITA: Mira viejo tonto; ahora los hombres están muy escasos y no hay que

perder esta oportunidad orita que se nos presenta

ANTONIO: Pero al menos hay que ver qué clase de monigote es, ¿no crees?

JULIA: ¡Ay apacito! No seas malo. Acéptalo.

PACHITA: Ven mijita, no llores ya veras que sí lo acepta.

ANTONIO: No seas tan consentidora, vieja alcahueta, pero ta gueno: ya veremos;

y mejor anda, ya vamos a comer ¿no? ¡ah! Y oye hija antes de que se me olvide,

dile a Rutila que si alguien viene a comprar la mula vieja que le diga que me

espere, es que ya quiero deshacerme de ella cuanto antes.

JULIA: Sí apá. ¡Rutila! ¡Rutila!

RUTILA: (Entra) ¿Llamaba la señorita?

JULIA: Sí, ven acá. No te olvides que va a venir un señor a comprar la mula vieja

de mi apá, en cuanto llegue lo haces pasar y dile que lo espere, eh.

RUTILA: Ta bien señorita, no se preocupe.

JULIA: ¡Hay dios mio! Ojalá mi apá esté de buen humor y le conceda mi mano

aprovechando orita que no está tan borracho.

RUTILA: Ah precisamente ahí está un hombre allá afuera quesque quiere hablar

con su papá.

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JULIA: Pos dile que pase; (aparte) ( ilusionada) de seguro que es mi Juanito, me

dijo que vendría a esta hora ¡ay, cómo me palpita mi corazón!

PEDRO: (Entra) Busco al señor Antonio.

JULIA: (Desilusionada) No es él. Pase, mi apá esta en el comedor, pero si quiere

le hablo….

PEDRO: No, no, deje que termine de comer, mejor guelvo dentro de diez minutos

y sólo dígale que quiero comprar la mula que tiene en venta.

JULIA: ¿No quiere pasar a esperarlo? Ya no tarda.

PEDRO: No, no, mejor guelvo al ratito en lo que voy por un encarguito; con su

permiso, eh (sale).

JULIA: ¡Ay, ya estoy impaciente... ¿por qué tardará tanto mi Juanito?!

ANTONIO: (Entra) ya vente hija, que tu mamá te está esperando ¿que no vas a

comer?

JULIA: Ya voy, apacito, es que vino un señor que dice que le quiere comprar la

mula.

ANTONIO: ¿Y por qué no me llamaste mija?

JULIA: Dijo que orita regresaba, que no se tardaba.

ANTONIO: Ya quiero deshacerme de esa maldita mula, que es más lo que gasto

en darle de tragar que lo que me sirve.

RUTILA: Señor un hombre quiere hablarle.

ANTONIO: Dile que pase. De seguro ha de ser el que viene a comprar la mula.

RUTILA: Pásele joven.

JUANITO: (Aparte) Ya me esta dando cus-cus tener que hablarle a un suegro

gruñón como este. Perdón ¿el señor Antonio?

ANTONIO: Su servidor, tome asiento.

JUANITO: Gracias, pues yo venia a…

ANTONIO: Sí, sí, sí, ya sé a lo que viene, no me diga más, ya mi hija me lo contó.

JUANITO: ¡Así que usted ya lo sabe?

ANTONIO: Sí señor, ya nos arreglaremos.

JUANITO: ¿Así que no se opone?

ANTONIO: ¡No, que va! qué me voy a oponer, al contrario, estoy de acuerdo y

hasta gusto me da.

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JUANITO: Pues cuanto me alegra ¿Ya sabe que acabo de heredar la fortuna de mi

abuela?

ANTONIO: Tanto mejor mi amigo, así la podrá mantener porque yo la verdad ya

no puedo mantenerla, come demasiado y es muy bruta.

JUANITO: (Aparte) ¡Qué padre tan tacaño! Pos no importa yo así de todos modos

la quiero.

ANTONIO: Además le advierto que tiene una llaga en el lomo, pero no es nada

malo, no se preocupe.

JUANITO: ¡Cómo que nada malo! ¡qué barbaridad!

ANTONIO: !ah! y también esta coja de una pata, pero eso se arregla.

JUANITO: ¿También coja? ¡Cómo es que no lo había notado!

ANTONIO: Sí, sí, casi no se le nota mucho por eso se lo estoy advirtiendo,

después no se me vaya a rajar.

JUANITO: (Aparte) ¡Qué cosa más rara! (Triste) Y yo que la creía un ángel.

ANTONIO: Y todavía hay que ver cuando la bañan, se necesita amarrarla y a

veces tira de patadas; es bastante floja, pero con unos palos se le quita.

JUANITO: (Aparte) ¡Vaya que padre tan ingrato tiene mi Julita!

ANTONIO: Pero por eso le advierto antes, para que no reclame, pos ya se la han

llevado cuatro veces y siempre me la devuelven.

JUANITO: ¡Qué barbaridad! Lo que es yo, mejor no me la llevo.

ANTONIO: Ta bien ta bien, mire, orita no me de un solo centavo, si no lo

satisface me la regresa.

JUANITO: No, ¡mejor ai nos vemos, hasta luego! (Aparte) ¡Qué familia de locos!

(Sale)

ANTONIO: Otra vez lo mismo, nadie compra esa maldita mula, ni regalada ya la

quieren. Decididamente la voy a mandar al matadero ( sale molesto y poco

después regresa Pedro).

PEDRO: Busco a don Antonio.

RUTILA: Sí, sí, pase aste, orita lo voy a llamar.

PEDRO: Oye y… ¿Cómo te llamas dulzura?

RUTILA: ¿Yo? … pos, Rutila Melquiades pa servirle a Dios y aste.

PEDRO: (Sorprendido) Ah, ya doy, ¿qué no me reconoces?

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RUTILA: No, pos no.

PEDRO: Soy pedro el que te jalaba las greñas de niño, ¿no te acuerdas?, me jui

unos años al norte y pos me traje unos fierritos que quiero invertir en un

ranchito por aquí, ¿como ves?

RUTILA: ¡Pos cómo pasa el tiempo, que ni te reconoces por lo cambiado questás!

PEDRO: Pos por aquí voy andar pa lo que se te ofrezca.

RUTILA: Vaya hombre, cuánto me alegro. ¡Ah mira!, aquí viene el patrón;

después hablamos.

PEDRO: (Aparte) Está re guena la potranca. No estaría mal enamorarla.

ANTONIO: (Entra) Buenos días caballero.

PEDRO: Buenos días señor.

ANTONIO: (Aparte) ¡Vaya! ¡qué malos gustos tiene mi hija! Tome usted asiento.

PEDRO: Gracias. Pos señor, ya le habrá dicho su hija a lo que vengo, ¿no?

ANTONIO: Sí señor, no me diga más, lo sé todo.

PEDRO: Pos ojalá nos podamos arreglar cuanto antes.

ANTONIO: ¡Ay! No sabe lo que se lleva.

PEDRO: Sí señor, ya lo sé.

ANTONIO: Es que es nuestro único tesoro, le pido que la cuide mucho.

PEDRO: Sí señor, no se preocupe, no crea que tengo mal corazón.

ANTONIO: ¡Ay, señor! No sabe lo que se lleva. No vaya a pegarle por favor.

PEDRO: Tanto como pegarle no; pos si es trabajadora ¿qué necesidad hay?

ANTONIO: Ah, a trabajadora no hay quien le gane, es bien ligerita.

PEDRO: Oiga, pues a mi me han dicho lo contrario; que es muy floja.

ANTONIO: ¿Quién es el infame que le ha dicho eso?

PEDRO: Gueno, gueno, si quiere lo dejamos pendiente.

ANTONIO: Claro que sí señor, pos no faltaba más.

PEDRO: Si vine por ella, es porque la necesito pa la carga, pues las cosas se me

han puesto difíciles.

ANTONIO: ¿Qué esta usted diciendo?

PEDRO: Lo que oyó. Ni modo que vaya a tenerla en un nicho, porque cuando ya

no me sirva la voy a mandar al rastro.

ANTONIO: (Saca la pistola) ¡Ah!, ¿con que esas tenemos no?

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PEDRO: (Asustado) ¿Pero qué le pasa, está usted loco o qué?.

ANTONIO: ¿Yo loco? Ora verá. Espere aquí y en cuanto venga mi hija lo dirá

delante de ella.

PEDRO: Será mejor entenderme con ella, porque lo que es con usted no se puede

tratar. Ya verá que ella me dará la razón.

ANTONIO: ¡Vaya, descarado! Espere un momento.

PEDRO: De veras que este no está en su juicio, primero me ofrece una mula en

venta y ora quesque no quiere que se le maltrate, ¡quién lo entiende!

RUTILA: (Entra) ¿Ya te arreglaste con el patrón?

PEDRO: ¡Qué me voy a arreglar si ese hombre está loco! Dice barbaridades. Oye,

¿y tú estás casada?

RUTILA: Yo… pos no

PEDRO: (Con pena) ¿Te gustaría arrejuntarte conmigo?

RUTILA: No, ¡qué tal si resultas casado!

PEDRO: ¿Yo casado? ¡No! menos ahora.

RUTILA: No, nos conocemos desde niños, y qué tal si nomás me engañas.

PEDRO: Qué te voy a engañar. Y dime ¿qué yo no te gusto? (abraza a Rutila)

RUTILA: ¡Cómo no!, si desde chica te quise, pero tú nunca me hiciste caso.

ANTONIO: (Entra) ¡Pero qué veo, Dios mio! ¡qué veo! Con que abrazando a mi

criada.

PEDRO: ¡Huy, qué viejo tan loco! Ora está celando a su servidumbre

ANTONIO: ¡Y en mi casa y en mis barbas! eso sí no lo voy a permitir.

RUTILA: Señor, si yo no…yo no quería

ANTONIO: ¡Y tú no tienes vergüenza! Descarada, besándote con el novio de mi

hija.

RUTILA: ¿Que qué…?

ANTONIO: Váyase a la cocina, desvergonzada esta.

PEDRO: Pero oiga, ¿usted está zafado, o qué?

ANTONIO: Ah ¿y todavía lo niega?

RUTILA: ¡Infiel! ¡falso! ¡poco hombre!

PEDRO: Usted me confunde. ¡Qué es lo que les pasa pues!

ANTONIO: Orita va ver este descarado también (pistola en mano). Orale métase

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a ese cuarto, camine pa adentro.

PEDRO: Oiga pero esto es un abuso (lo encierra). PERMITAME.

ANTONIO: (Solo) Qué desvergonzado, abrazó a Rutila aquí en mi presencia, esto

lo tiene que saber Julita.

PACHITA: (Entrando) Hasta el comedor se escuchan tus gritos, ¡qué pasa!

JULIA: (Entra) De seguro que era mi novio.

ANTONIO: Sí, con tu novio. Allí lo tengo encerrado y tiene que morir como un

sapo.

JULIA: ¡Ay papacito! ¡perdónalo! No seas malo.

ANTONIO: ¿ Y todavía lo defiendes?.

PACHITA: Aquí tú no mandas viejo desobligado.

ANTONIO: Tú menos, vieja consentidora.

JULIA: (Llorando) Pero amá, pero apá, ¿qué les pasa?

ANTONIO: ¿Sabes lo que me ha dicho tu tal novio?

LAS DOS: ¿Qué pasó? ¿Qué te ha dicho?

PACHITA: Puras intrigas de tu padre borracho, mijita, ese joven no es capaz de

hacerte algo malo.

JULIA: ¡Ay amacita!.

ANTONIO: Lo sorprendi abrazandose con la criada.

JULIA: ¡Ay, qué vergüenza! ¡Dios mio!

ANTONIO: Espera hija, te voy a desengañar. (Llama a rutila) ¡Rutila, Rutila!

RUTILA: (Llega) ¿Llamaba aste patrón?

ANTONIO: Dinos aquí frente a todos, ¿Apoco no te estaba abrazando ese

carcaman?

JULIA: ¿Es verdad, Rutila? Ya, dímelo.

RUTILA: Pos sí señorita , y hasta me dijo que se casaría conmigo.

ANTONIO: Ora sí ya lo estás oyendo, ¿ora sí me crees?

JULIA: (Llorando) No puede ser, no, ya no quiero ni verlo.

PACHITA: ¿Quién habrá de creerlo de un abogado?

RUTILA: No señora, si no es abogado. Es un vil ranchero.

JULIA: ¡Ay, a mí me a dar algo! ¡ay me da! ¡me da…!

JUANITO: (Llegando) No, esta sí que no me engaña; ademas de coja, floja, esto

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no me agrada, se la llevaron cuatro veces ¡qué burla!.

JULIA: (A su novio) ¿Qué haces aquí? No tienes vergüenza.

JUANITO: La que no tiene vergüenza eres tú. Ya me dijo tu padre cómo te portas.

JULIA: ¡Estás hablando con una señorita!

JUANITO: Eso sería antes de las cuatro veces que te escapaste.

JULIA: Vete majadero, antes de que llame a mi apá.

JUANITO: Eso, llámalo para decirle lo de llaga en tu lomo.

JULIA: ¿Qué escucho? ¡apá, amá! Vengan.

PADRES: (Entran) ¿Qué ocurre ahora?

JULIA: ¡Que me ha ofendido este hombre!

PACHITA: Yo me lo como vivo.

ANTONIO: ¿Te hizo daño?, déjamelo a mí. Vamos ¿con qué derecho a ofendido a

mi hija?

JUANITO: Con el derecho que usted me ha dado.

ANTONIO: Yo no le he dado nada.

JULIA: Por supuesto que no, ¿verdad apá?

JUANITO: Sí, hasta me dijo que no la quería mantener, que me la llevara.

JULIA: ¡Qué malo eres apá!

PACHITA: ¿Eso dijiste viejo panza de sapo?

ANTONIO: Pero si me habré vuelto loco…

PEDRO: (Desde adentro) ¡Ábranme, por favor, ¿qué no piensan abrir?…! (Abren)

ANTONIO: Ahora verán. (A Pedro) Dígales lo que me dijo. Ahí tienes hija mía a tu

novio.

JULIA: Pero si yo ni conozco a este señor.

JUANITO: ¡Ah, ese debe ser otro que se la quiere llevar también! ¿no?

JULIA: Es que este señor no es mi novio.

ANTONIO: Ya decía yo, está tan feo ¡Qué bruto soy!

PEDRO: ¿No le dije que estaba usted loco?

ANTONIO: Cállese y díganos quién es.

PEDRO: Pos yo soy Pedro, el que se fue al norte ya hace algunos años y solo vine

por que quería comprarle su mula.

ANTONIO: ¿Y por qué no me lo dijo antes, sonso?

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PEDRO: Pos porque usted no me dejo hablar.

ANTONIO: Estuve a punto de matarlo ¡y ni pio iba usted a decir!

PEDRO: ¿Cómo no que cree que no iba a sentir?

ANTONIO: Ya, ta gueno ta gueno, y pos usted a casarse con mi hija.

JUANITO: Eso sí que no ¡y lo de la pata coja! ¡y lo de la llaga en el lomo!.

JULIA: Yo no tengo nada de eso.

JUANITO: Tu padre me lo dijo.

ANTONIO: No sea bruto. Yo le hablaba de la mula, no de mi hija, soquete

(dándole un golpe en la cabeza).

JULIA: Ya decía yo que tú no eres capaz de hacerme eso.

PACHITA: Lo que estoy viendo es que tú eres el causante de este enredo ¡viejo

idiota! ¡borracho!

PEDRO: Pos aprovechando que se aclaró todo, pos yo también quiero la mano

pero de Rutila, si ustedes me la conceden

ANTONIO: Ya aclarada la situación, les concedo eso y todo lo que ustedes

quieran, desde luego, y si quieren también la de mi mujer, hay ustedes verán.

PACHITA: ¡Eso quisieras viejo mula!

ANTONIO: Bueno a casarse todos y a celebrar la función; y si el sainete les ha

gustado, les pido un aplauso al bajarse el telón.