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sasa DOBLE VÍNCULO N° 4 Revista de estudiantes de Sociología PUC

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DOBLE VÍNCULO N° 4Revista de estudiantes

de Sociología PUC

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El proyecto de la revista Doble Vínculo nace el año 2007 y es concretado el año 2009 ante la urgencia de generar espacios colectivos de reflexión y exposición de trabajos sociológicos realizados por estudiantes del Instituto de Sociología de la Universidad Católica de Chile.

Se trata de un espacio autónomo, gestionado por estudiantes interesados en indagar las dis-tintas dimensiones y transformaciones de la realidad contemporánea de Chile, Latinoamérica y el Mundo, desde un trabajo riguroso y crítico que pueda utilizar las distintas herramientas del análisis sociológico.

Las opiniones expresadas en los artículos son las de los propios autores y no reflejan necesa-riamente los puntos de vista de la Revista Doble Vínculo.

Para fomentar la reflexión, discusión y difusión, los artículos están disponibles de forma gra-tuita en la página web de la organización (www.doblevinculo.wordpress.com).

Publicación de los estudiantes de sociología de la Pontificia Universidad Católica de ChileISSN 0718 – 7815 (electrónica)ISSN 0718 – 7750 (impresa)Fotografía portada: Cristián Valenzuela

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Revista Doble Vínculo

Tensiones y conflictos: normalidades y desviación social

N° 4Año 4

Directora Comité EditorialAmelia del Villar

Comité EditorialMariana Calcagni

Natalia LópezBernando MackennaJosé Antonio MenaMatías Valderrama

www.doblevinculo.wordpress.com

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ÍNDICE

Editorial

Libertad, control y poder: Un análisis del Stop and Frisk NeoyoequinoMarcelo Devilát

Análisis de mecanismos de adaptación al interior del Centro Penitenciario Femenino de San JoaquínGerwin Vöth y Amalia Valdés

Arqueología de una controversia: El Centro Industrial de VentanasJosefina Buschmann y Daniela Jacob

Irrupción y problemática mapuche en la historiografía chilena del siglo XXBastián Hoffmann

El rol del género en la prevalencia y autorreporte de diagnóstico clínico de depresión en ChileDaniela Pastén y Eduardo Santander

La incertidumbre como una tecnología para gobernar el futuro: Una mirada pos estructuralista a los conceptos de innovación y emprendimiento Pedro Seguel

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EDITORIAL

El N°4 de la revista Doble Vínculo quiere plantear una discusión que se asienta en el corazón mismo de la disciplina sociológica: el intento de instaurar un diálogo crítico sobre la sociedad. El ejercicio de una mirada crítica sobre la realidad social implica el

hecho de encontrar elementos que con frecuencia constituyen puntos ciegos para la sociedad misma. En esta línea, quizás uno de los ejemplos paradigmáticos sea la vocación que mueve a la investigación social a problematizar aquellas formas y parámetros que la cultura ha consti-tuido en términos de lo que es normal, y aún más, de aquello que se escapa de la norma. La pregunta por la normalidad nos remite a observar cómo la sociedad moderna, en un afán por conocerse y develarse a sí misma, tiende a comparar y a ordenar a los individuos en relación a una infinitud de características. Pareciera ser que esta “metodología del conocer” permea todas las capas del organismo social, modelando con sus juicios incluso las pautas mismas que rigen la vida cotidiana. De esta manera, la sociedad, en sus distintos planos, puede generar estadísticas de la población con la misma naturalidad con que impulsa al individuo a valorarse a sí mismo poniendo en relación las características propias con las de otras personas. En una sociedad que se exige y mide a sí misma desde el punto de vista de la norma, para la cual las estadísticas sociales son fuente inagotable de glorias y vergüenzas, pareciera inevitable que el valor propio del individuo se vea reducido a la distancia que lo separa de la media estadística, siendo su particularidad tomada en cuenta en tanto ésta corresponde a un punto específico que forma parte de una curva. Pero este riesgo, que casi siempre se consu-ma, es inaceptable: simplemente no nos podemos dar el lujo de relegar a la persona que ha sido maniatada tras las cifras. Quizás por fuerza de la costumbre muchas veces sea difícil, aún con buenas intencio-nes, pensar el mundo fuera de las categorías de lo normal/anormal. Sin embargo, aquí radica el desafío. Para una sociedad que ve multiplicarse día a día la diversidad de credos, etnias, expectativas y estilos de vida que convergen en ella, se hace forzoso relevar cualquier mirada normalizadora de la realidad por un análisis más profundo que pueda ser fructífero a la hora de rescatar el valor de la diferencia. Así, como los promedios esconden la riqueza y variabili-dad de una muestra conformada por personas, pretendiendo elaborar un retrato claro de la realidad, así también las convenciones y las instituciones muchas veces son las responsables de instaurar juicios normalizadores sobre las relaciones sociales, las costumbres y la diversi-dad en general, promoviendo sanciones correctivas sobre una diferencia cuyo valor, la mayo-ría de las veces simplemente no se conoce. La temática de este número, “Normalidad y desviación social”, nos invita a ejercitar la mirada crítica sobre la realidad social. Esta edición incluye artículos que establecen un diálo-go que invita a problematizar estas categorías y a desnaturalizar las convenciones “naturales” respecto a comportamientos y otras características de la sociedad que muchas veces se asu-men como hechos “normales”.

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Marcelo Devilat*

Resumen

LIBERTAD, CONTROL Y PODER: UN ANÁLISIS DEL STOP AND FRISK NEOYORQUINO

Durante los últimos meses, las calles de Nueva York se han visto repletas de personas protestando en contra de la práctica policial llamada Stop-and-Frisk (Parar y Registrar), que consiste en la práctica mediante la cual un oficial de policía detiene y registra a una persona, cuando tiene la “sospecha razonable” de que ha cometido un delito o lo hará pronto. Durante el presente ensayo, se buscará analizar este procedimiento policial bajo una perspectiva foucaultiana del poder y de algunas teorías del Derecho Penal. Luego, se hará una evaluación comparativa con las prácticas de restricción de la libertad ambulatoria existen-tes en Chile bajo la Constitución de 1980 y el actual Código Procesal Penal, así como examinar su posible colisión con derechos humanos fundamentales.

Palabras clave: Stop-and-Frisk, Detención, Libertad, Seguridad, Poder, Con-trol, Autoridad.

* Licenciado en Sociología y estudiante de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

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INTRODUCCIÓN

Durante el pasado año, numerosas manifestaciones fueron realizadas en la ciudad de Nueva York en contra del Stop-and-Frisk (en adelante, SaF), que consiste en la prác-tica policial en la cual un policía, al sospechar que un sujeto ha cometido un delito o

que lo hará pronto, lo detiene, le pregunta su identidad, e incluso, podría revisar sus ropas en busca de algún arma. Los detractores del SaF señalan que va en contra de la Cuarta Enmienda de la Cons-titución de EEUU, que protege en contra de registros y confiscaciones no razonables. Argu-mentan que esta práctica ha devenido en un abuso de poder por parte de la policía y que ha contribuido a generar un clima de desconfianza en algunas comunidades. Además, que ha seguido la lógica de estereotipar a ciertos grupos, puesto que la mayoría de los SaF se concen-tran en comunidades afroamericanas o latinas. (New York Civil Liberties Union, 2012). Sin embargo, quienes apoyan la práctica de SaF señalan que ésta contribuye signifi-cativamente a disminuir la delincuencia(Younger, 1967). Sobretodo, después de los años ´90, cuando el ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, la estableció como política pública en seguridad (Repetto, 2012). A lo largo del presente trabajo, se intentará hacer un análisis del SaF, a la luz de la ge-nealogía de la pena desarrollada por Michel Foucault, así como reflexionar acerca de los pro-blemas de su aplicación práctica, bajo algunas teorías del Derecho penal. Finalmente, se hará un análisis comparativo del SaF con algunas figuras similares contempladas en la legislación chilena, con especial atención a la Constitución Política de la República de 1980 y del actual Código Procesal Penal. Asimismo, se discutirá su posible colisión con derechos humanos fun-damentales, particularmente el derecho a la libertad ambulatoria.

STOP AND FRISK: RAZONABILIDAD Y POLICIA El primer caso judicial registrado en EEUU DE SaF, proviene de 1968 y produce un an-tecedente relevante en la magistratura estadounidense1. En este caso, llamado Terry vs. Ohio (Terry v. Ohio, 1968), se debatió la pertinencia de la detención2 y registró hecho por un oficial de policía en el estado de Ohio a tres hombres que actuaban sospechosamente frente a un lo-cal de comercio. En consideración a su actitud, el policía procedió a preguntarles su identidad y a revisarles sus ropas, producto de lo cual encontró que dos de los hombres llevaban armas de fuego, por lo que fueron imputados por el delito de portar armas ocultamente. De este caso

1 Cabe recordar que, a diferencia de lo que pasa en el sistema judicial europeo-continental y en el latinoamericano, el sistema anglosajón funciona principalmente en base a antecedentes de resoluciones previas de tribunales. 2 El término“detención” debe entenderse en su sentido cotidiano, no en el sentido procesal penal del artículo 19, número 7 de la Constitución, salvo que se haga referencia expresa a ello.

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viene el otro nombre otorgado a esta práctica: Terry stop. Luego de esta sentencia, la Corte Suprema estadounidense siguió la tendencia de afir-mar que la SaF resultaba legítima en los casos en que hubiera “sospecha razonable” de que el individuo estuviera involucrado en alguna actividad delictiva, o bien, de que el individuo se encontrase armado y fuese peligroso. Si bien la definición de “sospecha razonable” se fue elaborando a través de subsecuen-tes fallos de la Corte Suprema (Minnesota v. Dickerson, 1993; Hiibel v. Sixth Judicial District Court of Nevada, 2004), este concepto siguió siendo sumamente amplio, manteniendo los po-licías un gran margen de discreción a la hora de ejecutar el SaF. Por esta razón, si bien el SaF ha sido una herramienta importante para la reducción y prevención de los delitos en Nueva York, también ha llevado a que muchas comunidades se sientan vulnerables y desconfíen frente al poder que poseen los policías al ejecutar el SaF. Según los datos de la Unión por las Libertades Civiles de Nueva York (NYCLU, por sus siglas en inglés), la práctica del SaF se encuentra altamente concentrada en ciertas comunida-des étnicas: De las 685.724 detenciones realizadas en el año 2011, más de la mitad (52,9%) fueron hechas a afroamericanos y un tercio (33,7%) a latinos, mientras que sólo el 9,3% de las detenciones fueron hechas a blancos. El resto (4%), corresponde a asiáticos y a nativos americanos. (New York Civil Liberties Union, 2012). Además, si tomamos en cuenta la proporción de los afroamericanos y latinos en la población total de Nueva York, las diferencias resaltan aún más: “A pesar de representar sólo el 4,7% de la población de la ciudad, los hombres jóvenes negros y latinos entre 14 y 24 años, son objeto del 41,6% de las detenciones en 2011.3” (New York Civil LibertiesUnion, p. 2, 2012). En contraste, los hombres jóvenes blancos, que llegan hasta el 2% de la población, concentran un porcentaje de detenciones mucho menor (3,8%) que los otros dos grupos. Resulta claro, entonces, que las prácticas de SaF se concentran fuertemente en los hombres jóvenes afroamericanos y latinos. Por otra parte, sólo un 10,5% de los SaF producidos el 2011 se debieron a “sospecha de un crimen violento”, mientras que más de la mitad (51,3%) se realizaron según la amplí-sima y vaga razón de “movimientos furtivos”. Cabe preguntarse entonces, ¿qué hace que un “movimiento furtivo” de un hombre afroamericano o latino sea más sospechoso que el de un blanco? ¿Es su raza un elemento que predispone al policía a detenerlo y registrarlo? Los datos parecen indicar que los sujetos pertenecientes a ciertas comunidades étnicas son percibidos como más peligrosos.

3 “Though they account for only 4.7 percent of the city’s population, black and Latino males between the ages of 14 and 24 accounted for 41.6 percent of stops in 2011”.

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Una conclusión como ésta nos lleva a recordar que a fines del siglo XIX, se desarrolló la llamada Escuela Positivista del Derecho Penal, bajo los postulados del abogado Raffaele Garofalo, el sociólogo Enrico Ferri y el médico Cesare Lombroso, quienes estudiaron los dis-tintos aspectos que podían predisponer a una persona a delinquir. Tanto Garofalo como Ferri, sostuvieron que el individuo estaba totalmente predispuesto a cometer delitos por las condi-ciones sociales en las que le tocaba vivir; mientras que Lombroso se dedicó a estudiar las ca-racterísticas fisionómicas de los delincuentes, llegando a establecer lo que él vio como rasgos físicos de peligrosidad de aquellas personas que estaban condenadas a delinquir. Dado que estas personas no podrían evitar caer en delitos, había que marginarlas de la sociedad. Estas ideas generan una criminalización a priori de ciertas comunidades étnicas y de ciertos sectores socio-económicos, lo que produce, a su vez, discursos y prácticas de segrega-ción social. En ese contexto, la notoria focalización de las prácticas policiales como el SaF en al-gunas comunidades y sectores urbanos que poseen determinadas características, aumenta la sensación de segmentación y vulnerabilidad social. La policía, lejos de ser vista como un agente de protección, se constituye como un elemento perturbador y entorpecedor de su vida, y aún peor, como un elemento de vulneración de sus derechos.

FOUCAULT: EL PODER Y EL CONTROL A través de prácticas como el SaF, el Estado amplía su rango de conocimiento de la ciu-dadanía, lo que, a su vez, le entrega mayor control sobre ésta. Como veremos, el conocer, ver y vigilar entregan un poder de control sobre lo observado, lo cual no está exento de peligros. En su libro Vigilar y Castigar (2008), el francés Michel Foucault distingue 3 regímenes de legislación penal a través de la historia. El primero y más primitivo es el régimen de la prueba, en el cual el operador del derecho es la fuerza. Derecho y fuerza son lo mismo, pues frente a un conflicto de relevancia jurídica, obtendrá la razón quien gana una prueba de fuer-za. El segundo régimen es el régimen de indagación, en el que se reemplaza la fuerza por la verdad como operador de derecho, apareciendo un tercero que reclama para sí la autoridad de resolver el conflicto jurídico. Este tercero corresponde al Estado soberano o al Rey. El tercer régimen es el régimen de la prisión, inaugurado por la Constitución de EEUU y la De-claración de Derechos del Hombre y del Ciudadano francesa. En esta etapa, se produce lo que él llama una humanización de pena, al suprimir las formas crueles de castigo e iniciarse una preocupación por el debido proceso penal y por el trato a los condenados. En concordancia con esto, comienzan a desarrollarse formas de vigilancia más refinadas, bajo el fundamento de proteger a la sociedad y a sus miembros, lo cual para Foucault genera un efecto perverso, ya que esto produce un mayor control de la autoridad sobre las personas(Foucault, 2008).

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La máxima expresión del régimen de la prisión es la figura del panóptico, en la cual el vigilante (que es quien ostenta el poder) se hace invisible, pero los prisioneros pasan a ha-cerse visibles. En esta figura se optimiza la vigilancia, puesto que el guardia ve sin ser visto: El prisionero, al no saber si está siendo observado o no, actúa permanentemente como si estuviera vigilado. Como consecuencia de esto, se optimiza, además, el control sobre los pri-sioneros (Foucault, 2008). Uno de los más célebres exponentes de las ideas de este tercer régimen de legislación penal es César Beccaria, quien ya en el año 1764 manifestaba su preocupación por la natura-leza de los delitos, de los procedimientos penales y de las penas, así como por la situación de los condenados a prisión. En su obra “De los delitos y de las penas” (2006), manifiesta (citando a Montesquieu) uno de los grandes principios del Derecho penal: el manifestarse como la última ratio, o la última alternativa que tiene el Estado para restablecer el orden, frente a la violación del De-recho: “Toda pena (dice el gran Montesquieu) que no se deriva de la absoluta necesidad es tiránica” (p. 216). El régimen de la prisión trae aparejada, entonces, la preferencia ilustrada a prevenir y vigilar, antes que castigar. Esta elección es expresada fielmente por Beccaria: “Es mejor evi-tar los delitos que castigarlos. He aquí fin principal de toda buena legislación que es el arte de conducir los hombres al punto mayor de felicidad o al menor de infelicidad posible […]”. (2006, p. 314). Esta humanización de las penas, el aparente cuidado otorgado a los presos y la des-aparición del castigo como sanción ejemplar es tradicionalmente visto como uno de los más grandes avances en la historia del Derecho Penal, puesto que pretende asegurar (con escaso logro, por cierto) los derechos de los procesados y condenados. Pero para Foucault, esto con-lleva un perjuicio, ya que la autoridad, al verlas cada vez mejor, tiene cada vez más poder y control sobre las personas. Más aún, el régimen de vigilancia del panóptico no se mantiene sólo en el espacio de la prisión, sino que inunda toda la sociedad. En las democracias (post)modernas, los ciudada-nos se encuentran bajo el ojo cada vez más agudo de la autoridad, mientras que ésta perma-nece oculta. Los métodos de vigilancia y control ejercen un poder cada vez mayor y preciso en los distintos espacios. Con esto, aparece también el peligro de estar sujeto al arbitrio de la autoridad. Desde una perspectiva foucaultiana, la práctica del SaF extiende la lógica del panópti-co hasta la misma calle, toda vez que el ciudadano puede ser sujeto, en cualquier momento y en cualquier lugar, a un registro por parte de la autoridad. Independientemente de la utilidad criminológica de esta práctica, lo cierto es que ésta permite ampliar la capacidad de conoci-

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miento de la autoridad respecto de sus ciudadanos. Y con la capacidad de conocimiento, viene unida la capacidad de control.En ese mismo sentido, con la humanización de la pena y la elección de la vigilancia por sobre el castigo, el individuo continúa siendo objeto de control de la autoridad, pero esta vez con métodos más perfeccionados, más eficaces y más eficientes.

EL OTRO, EL ENEMIGO En pos de la seguridad nacional, se han refinado los instrumentos de vigilancia y con-trol de la autoridad hacia la ciudadanía. Con ello, se hace más evidente la tensión entre, por un lado, el ejercicio de la soberanía interna del Estado y la necesidad de seguridad por parte de la población; y por otro, el deseo y necesidad de libertad personal de los ciudadanos. El peligro de absolutizar la guerra a la criminalidad, de levantarlo al extremo, radica no sólo en vulnerar derechos humanos fundamentales como la libertad personal o la igualdad ante la ley, sino que también resulta sumamente útil a un modelo de Estado ausente. (Zaffaroni, 2000). Si se elevan al máximo los valores de seguridad, vigilancia y control, al tiempo que se genera un discurso penal coherente con ellas, se buscará el mantenimiento del orden social a toda costa, generando una fragmentación social y un Estado ausente que no se hace cargo de los factores que influyen en el aumento de la delincuencia, a través de un programa social profundo. Esto no quiere decir que la seguridad ciudadana no deba tener importancia en la agen-da pública, sino que deben tenerse en cuenta los peligros que pueden presentar sus medidas de implementación a ciertos derechos individuales y al Estado de Derecho. Por otro lado, la absolutización de la seguridad puede llevar a una sociedad a un conjunto de prácticas políti-cas, legislativas y policiales que bien podrían enmarcarse dentro de lo que el alemán Günther Jakobs llamó Derecho penal del enemigo. El Derecho penal del enemigo puede ser conceptualizado como “un ordenamiento de combate excepcional contra manifestaciones exteriores de peligro, desvaloradas por el le-gislador y que éste considera necesario reprimir de manera más agravada que en el resto de supuestos”. (Polaino-Orts, p. 80, 2009). Este concepto, contrapuesto al de Derecho penal del ciudadano, supone la existencia de sujetos (los enemigos) que “comprometen la vigencia del ordenamiento jurídico y dificultan que los ciudadanos fieles a la norma o que normalmente se guían por ella (las personas en Derecho)” puedan vincular su confianza al ordenamiento jurídico. (Polaino-Orts, p. 80, 2009). Sin embargo, el enemigo, tal como lo conceptualiza Jakobs, no es necesariamente el

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extranjero o el opositor político, y definitivamente no es alguien que por circunstancias aje-nas a su voluntad es visto como peligroso (ya sea por sus condiciones sociales o sus carac-terísticas fisionómicas), como los teóricos de la Escuela Positivista pensaran. El enemigo es quien, manteniendo sus capacidades intelectiva y volitiva intactas, y pudiendo adecuar su comportamiento a la norma, decide por su propia voluntad quebrar el ordenamiento jurídi-co, poniendo en peligro la estructura social y al resto de los ciudadanos de tal manera que, “ha de ser combatida por el ordenamiento jurídico de forma especialmente drástica, con una reacción asegurativa más eficaz” (Polaino-Orts, p. 214, 2009). En este sentido, las medidas del Derecho penal del enemigo poseen una función pre-dominantemente preventiva del delito y tienen como fundamento “la especial peligrosidad del sujeto, de manera que la función del Derecho penal del enemigo es primordialmente la eli-minación de un peligro, mientras que en el Derecho penal del ciudadano es la contradicción de la contradicción de la norma, esto es, la reafirmación de la vigencia del Derecho” (Polaino-Orts, p. 81, 2009). En la aplicación empírica del SaF, vemos que justamente se da el supuesto de que cier-tos sujetos son particularmente peligrosos y que, como tales, el aparato policial debe ejecutar contra ellos, medidas preventivas del delito. La dispareja distribución de las detenciones en-tre las distintas comunidades étnicas mostrada anteriormente, resulta ilustrativa al respecto. En la teoría de Jakobs, el enemigo es visto como un Otro distinto en la peligrosidad que representa para el ordenamiento jurídico y la sociedad, y lo es en virtud de su elección. En contraste, en el SaF, el enemigo lo es en virtud de sus características físicas, del lugar en el que transita, de los movimientos que hace, etc.; todo estos, atributos que lo hacen parecer especialmente sospechoso a los ojos del policía. Esto evidentemente abre la puerta para la generación de una estigmatización de cier-tos sectores de la sociedad, que pueden llegar a ser foco de especial atención de las prácticas de SaF. Es por esto que los problemas que genera el SaF, no sólo derivan de las posibles con-ductas inapropiadas que pueden darse durante su desarrollo (tocaciones indebidas, insultos, violencia desproporcionada, etc.), sino que también del abuso en su ejecución, incluso reali-zándose de manera correcta. Las consecuencias psicosociales en la población del abuso del SaF han sido documen-tados por el Center for Constitutional Rights (2012): “Me pongo nervioso, paranoico, porque nunca sabes lo que va a pasar y no me siento seguro, especialmente en Queens, porque ellos [los policías] te detienen sin importar qué, sin razón. Y no te dirán nada4” (p. 12). Además,

4 “I get nervous, I get paraoid ´cause you never know what´s going to happen, and I don´t feel safe, like specially in Queens, ´cau-se they just pull you for no matter what, any reason. And they won´t tell you anything”.

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estas consecuencias son acentuadas en personas que viven reiteradamente estas prácticas policiales:

“Ni siquiera puedo caminar por el complejo, siempre te están deteniendo, preguntado por tu documento de identidad. “¿Vives aquí?” Cada día. ¿Tengo que pasar por esto cada día? ¿Cuántas veces me preguntarán si vivo aquí? Las personas ni siquiera salen ya, porque temen más a la policía que a los tipos del barrio […]. Si eres un hombre negro o latino, te detienen… ni siquiera puedes caminar libremente por las calles5” (p. 25).

Las personas que son constantemente sujetas al SaF, comienzan a sentirse estigmati-zadas, vulnerables y segregadas, al ser objeto de una práctica que los supone particularmente peligrosos para el resto. Además, estas personas pasan a ser consideradas como un Otro que debe ser sujeto especialmente a prácticas de seguridad, y terminan constituyendo un foco de atención predo-minante en la aplicación empírica de aquellas, a pesar de no estar particularmente estableci-das para recaer en ellos.

UN ANÁLISIS COMPARATIVO: EL CASO CHILENO En Chile, la libertad ambulatoria se encuentra protegida por el artículo 19 numeral 7 de la Constitución Política de la República, que asegura a todas las personas el derecho a la libertad personal y a la seguridad individual, y según la cual “nadie puede ser privado de su libertad personal ni ésta restringida sino en los casos y en la forma determinados por la Constitución y las leyes” (artículo 19, númeral 7, letra b). Se contemplan, en la legislación chilena, cuatro figuras distintas de privación de este derecho. La primera es el arresto, la cual ocurre bajo tres formas: (a) como medida discipli-naria en el régimen castrense, (b) como medida posible a implementar en ciertos estados de excepción constitucional y (c) como medida de apremio para el cumplimiento de una resolu-ción judicial. La segunda es la prisión, establecida como medida de privación de libertad en virtud de una resolución ejecutada de tribunal competente. La tercera se refiere a las medidas preventivas en el proceso penal, habiendo trascu-rrido el plazo de detención y mientras dure el proceso de investigación. La cuarta figura es la detención, la cual procede en dos casos: (a) que se realice en

5 “I can´t even walk through the complex, they´re always stopping you, asking for your ID. “Do you live here?” Every single day. Do I have to go through this every single day? How many times you going to ask, do I live here? People don´t even come outside anymore, because they´re more fearful against the police than the folks in the neighborhood […] If you´re a Black man or a Lati-no man, you´re getting stopped… you can´t even walk through the streets freely”.

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virtud de una orden de funcionario público competente facultado por la ley expresamente, la cual debe ser informada al detenido; y (b) que el sujeto sea sorprendido en delito flagrante, pero sólo para ser puesto a disposición del juez competente dentro de las 24 horas siguientes. Sin embargo, a diferencia de las cuatro figuras señaladas, el SaF no es privativa de libertad, sino que restrictiva de ésta. Por esto, el SaF se asemeja más a la figura contemplada en el artículo 85 del Código Procesal Penal: el control de identidad. Este artículo dispone que los funcionarios de Carabineros de Chile y de la Policía de In-vestigaciones “deberán, sin orden previa de los fiscales, solicitar la identificación de cualquier persona en casos fundados, tales como la existencia de un indicio de que ella hubiere cometi-do o intentado cometer un crimen, simple delito o falta, de que se dispusiere a cometerlo, o de que pudiere suministrar informaciones útiles para la indagación de un crimen, simple delito o falta. La identificación se realizará en el lugar en que la persona se encontrare […]”. Tal como se desprende del artículo, en el control de identidad no es necesaria la inter-vención u orden de otra autoridad para que proceda la actuación policial. Y, similarmente al SaF, se le entrega un margen de discreción al funcionario policial para que decida si efectuarla o no. Además, en el control de identidad, así como en el SaF, queda inserta la hipótesis de sospecha del policía de una conducta delictiva eventual por parte del sujeto, toda vez que se permite la aplicación de este procedimiento en caso de que se dispusiere a cometerlo, lo que queda sujeto al razonamiento del funcionario en cuestión. El artículo 85 prosigue en su inciso segundo: “Durante este procedimiento, la policía podrá proceder al registro de las vestimentas, equipaje o vehículo de la persona cuya identi-dad de controla.” Con lo cual, se otorgan similares potestades de registro a las del SaF. Durante la creación de esta norma, se señaló que esto debía permitírsele a la policía para “resguardar a los funcionarios policiales que están efectuando dicho procedimiento de posibles ataques que pudiesen ser efectuados por quien se encuentra bajo este control, ade-más de permitir la averiguación acerca de la existencia de evidencia del ilícito pesquisado” (Pfeffer, p. 147, 2010). Con esta medida, se busca “aumentar la eficacia de la persecución pe-nal, sin menoscabar la protección y amparo de los derechos de los ciudadanos.” (p. 147). En Chile se observa, entonces, una entrega importante de facultades discrecionales a la policía en la ejecución del control de identidad. Esto es, por un lado, necesario para un desempeño eficiente de la función policial y de la prevención del delito; pero también poten-cialmente peligroso, por los posibles abusos en que podría incurrirse. Sin perjuicio de lo anterior, en la legislación chilena se han establecido más restric-ciones en el procedimiento de control de identidad, comparado con el SaF. Como señala el mencionado artículo en su inciso cuarto: “El conjunto de procedimientos de detallados en los

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incisos precedentes no deberá extenderse por un plazo superior a seis horas”. En contraste con esto, las prácticas del SaF no tienen un límite establecido de tiempo máximo que puede durar el registro. Más aún, el abuso en el ejercicio del control de la identidad es constitutivo de delito, puesto que los procedimientos del artículo 85 “deberán realizarse de la forma más expedita posible, y el abuso en su ejercicio podrá ser constitutivo de delito previsto y sancionado en el artículo 225 del Código Penal” (artículo 85, inciso último). A pesar de los peligros que el control de identidad puede presentar en su aplicación empírica, esta práctica constituye un avance jurídico importante al remplazar a la antigua de-tención por sospecha, eliminada en 1998. Esta figura, facultaba a la policía no sólo a controlar la identidad o registrar, sino que, más aún, a detener a un sujeto. Bajo esta figura, se le podía privar de su libertad si al funcionario policial le parecía apropiado y cabía en alguna de las causales establecidas: la primera era que, a través de un disfraz u otra manera, el sujeto es-condiere su verdadera identidad y rehusare darla a conocer; y la segunda, “que se encontrare a deshora o en lugares o en circunstancias que presten motivo fundado para atribuirle ma-los designios, si las explicaciones que diere de su conducta no desvanecieren las sospechas” (artículo 260, números 3 y 4 del Código de Procedimiento Penal). Esta figura, que solía estar contemplada en el artículo 260 del Código de Procedimiento Penal, resultaba incompatible con un Estado de Derecho..

CONCLUSIÓN Desde un punto de vista sociológico, el SaF se contituye como una expresión de lo que Weber (1980) llamó el monopolio legítimo de la violencia que reclama con éxito el Estado. Violencia, puesto que el SaF, independientemente de su (i)legitimidad, produce una pertur-bación en el legítimo ejercicio del derecho a la libertad ambulatoria a aquel que se ve sujeto a esta práctica. Desde un punto de vista de política criminal, cumple una función importante en la prevención del delito. En primer lugar, porque es un elemento disuasorio para las personas que quieran delinquir, puesto que se ven enfrentadas a la posibilidad de ser registrados por la policía e impedidos de actuar. Y, en segundo lugar, porque permite frenar la acción de sujetos que ya se han dispuesto a cometer un delito, antes de que den inicio al curso causal. Mientras que, desde un punto de vista jurídico, la SaF aparece como una diligencia po-licial. Así, no constituye ni una pena ni una medida de seguridad, que esté establecida a través de un procedimiento en el que intervenga un funcionario judicial que permita garantizar el respeto a los derechos humanos fundamentales del ciudadano que es registrado. De cualquier forma, en esta práctica se evidencia, primero, el refinamiento de los me-

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canismos de vigilancia y control de las sociedades (post)modernas. Y segundo, se observa nítidamente el conflicto entre la necesidad de seguridad y certidumbre por parte de la socie-dad, por un lado; y el deseo y derecho del individuo a la libertad ambulatoria, por otro. Encontrar un punto de equilibrio eficaz entre la seguridad colectiva y la libertad personal resulta sumamente complejo. La formulación de reglas definidas y completas sería una ga-rantía para ambos anhelos y derechos, pero la aplicación empírica se volvería prácticamente imposible, dada la diversidad de situaciones que pueden darse (y la velocidad a la cada una de estas lo haría). De esta forma, en la jurisprudencia estadounidense, han sido reacios a establecer un criterio general que deba aplicarse para determinar la razonabilidad del SaF, puesto que han estimado que “el sentido común y la experiencia humana ordinaria deben gobernar por sobre los criterios rígidos” (Swift, 2006, p. 1103). Ahora bien, parece acertado señalar que las Cor-tes deberían considerar el grado de restricción de la libertad personal, así como su duración para establecer si un SaF resulta o no razonable (Swift, 2006). Por otro lado, no reglamentar o legislar en absoluto las prácticas privativas de libertad (como el SaF, el control de identidad y otras), da pie para todo tipo de abusos de poder. Sin embargo, como ya se ha demostrado en investigaciones recientes, la reglamentación no es garantía, en términos fácticos, para el respeto de los derechos de quienes son objeto de algún procedimiento procesal penal (Ramm, 2005). Esto, porque lo establecido en la normativa legal no siempre se expresa en su aplicación empírica. La postura que tomamos en este punto, no es que no debiera haber prácticas preventi-vas de seguridad policial, puesto que una medida como aquella implicaría una sobre-burocra-tización del deber policial y una gran pérdida de eficacia en el control de los delitos. Más bien, optamos por señalar que éstas deben ser revisadas y fiscalizadas constantemente, debido a que pueden representar un peligro contra la libertad personal (de ocuparse abusivamente), contra el derecho a la igualdad ante la ley (de ocuparse arbitrariamente), contra el derecho a la integridad física y psicológica, entre otros. Más aún, deben ir acompañadas de políticas públicas que traten los factores que influyen en el fenómeno de la delincuencia. En este sentido, el SaF (así como el control de identidad) puede colisionar y vulnerar derechos humanos fundamentales: si se ejecuta de forma arbitraria, si se ejecuta mediante abusos, si utiliza como medio para violentar al sujeto, si se utiliza como medida de represión política, etc. El problema radica, entonces, en los vicios y abusos de poder que se producen en su aplicación empírica. Además, lo que parece preocupante, es el proceso de estigmatización de ciertos gru-pos sociales, así como la emergencia de un discurso policial criminalizante respecto de algu-nas comunidades. Esto resulta sumamente perjudicial en términos sociales, ya que aumenta

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su sentimiento de vulnerabilidad social, puesto no creen que la policía esté para protegerlos, sino que para perturbarlos en sus vidas. En consecuencia, se produce un proceso de fragmen-tación y creciente desconfianza social. Por lo mismo, las prácticas de restricción de la libertad personal deben ejecutarse por la autoridad con el máximo sentido de compromiso. Como señalaban Inbau y Thompson en 1968, cuando se acababa de fallar en caso Terry: la capacidad de restringir la libertad personal “no debe ser interpretada por la policía como una luz verde para realizar registros indiscriminados y arbitrarios […].” (Inbau y Thompson, p. 1445, 1999). A nuestro parecer, esta atribución debe interpretarse como un poder-deber público, sujeto a las responsabilida-des pertinentes en caso de su ejecución viciada, así como de su inejecución. Esto parece una opción que nos permite desarrollar políticas de seguridad ciudadana, al tiempo que no son vulnerados nuestros derechos humanos fundamentales..

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Gerwin Vöth*Amalia Valdés**

Resumen

ANÁLISIS DE MECANISMOS DE ADAPTACIÓN AL INTERIOR DEL CENTRO PENITENCIARIO FEMENINO DE SAN JOAQUÍN

En este artículo se vislumbra el perfil general de las presas del Centro Peniten-ciario Femenino de San Joaquín, en Santiago de Chile, junto con la descripción de ciertos mecanismos de adaptación que las internas utilizan para poder en-tablar tácticas para una mejor vida -dentro de lo posible- al interior del penal. Para llevar a cabo esta investigación se realizaron entrevistas semi estructura-das a reas del penal, condenadas durante las fechas de la investigación, y reco-lección de datos facilitados por Gendarmería de Chile. Con este artículo se inten-ta describir al lector sobre las condiciones y características en las que mujeres chilenas se encuentran inmersas al verse en el encierro obligatorio a causa del castigo social.

Palabras clave: Mujeres presas, cárceles, Chile, adaptación en prisión

* Estudiante de quinto año de Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile ** Estudiante de quinto año de Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile

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INTRODUCCIÓN

En Chile existen actualmente 103.372 personas consideradas como población penal, dentro de los cuales el 12% son mujeres, es decir, 12.179 (Gendarmería de Chile, 2012). Dentro de este último subsistema, la población carcelaria femenina condena-

da es de 4.398 presas a lo largo de todo el país, siendo la región metropolitana la zona que cuenta con mayor índice de reas privadas de libertad (Gendarmería de Chile, 2012). Por lo demás, se puede establecer que la tasa de mujeres de prisión en Chile es una de las más altas del mundo (número 22 según un último informe de la Fundación Paz Ciudadana), siendo uno de los principales países carcelarios de Latinoamérica, superando países como Brasil, El Salvador y Colombia (Fundación Paz Ciudadana, 2012). Además de este dato, un fenómeno que también debe llamar la atención es que el crecimiento de la población femenina en Chile ha sido incluso mayor que el de los hombres, dado que mientras la población masculina tuvo una variación de 10% entre 2006 y 2007, la femenina tuvo el doble de crecimiento: 19% (L. Dammert & L. Zuñiga, 2008), hecho que confirma la población penal femenina como un tema de gran relevancia e interés social. La principal cárcel de mujeres establecida en la Región Metropolitana es el Centro Penitenciario Femenino de la comuna de San Joaquín, el cual concentra el 45% de las mujeres privadas de libertad en todo el país, contando con la suma de 1875 reclusas aproximada-mente (Gendarmería de Chile, 2012), indicando que es una institución de importancia a nivel nacional. Datos entregados por Gendarmería de Chile permiten esclarecer un perfil sociodemo-gráfico de las internas que se encuentran condenadas en este centro penitenciario: Comenzando con el nivel educativo, más del 75% de las internas no han completado la enseñanza media, donde incluso un 30% no ha terminado ni la básica, versus un 19% que ha logrado completar la enseñanza media. Asimismo, prácticamente no existen mujeres re-clusas que han conseguido estudios superiores (solo un 2%), lo cual nos indica que en gene-ral el nivel educativo de las mujeres que cometen delitos es en promedio muy bajo. Respecto a la edad, la moda estaría entre los 30 y 39 años, y el 70% se concentra entre las edades de 25 y 49 años.

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Por otro lado, 85% de las mujeres condenadas son efectivamente madres, lo cual afec-ta en gran medida con su experiencia de encierro, diferenciándose claramente con la de un hombre. Sobre esto, la autora Carmen Antony (2007) determina que la prisión es para la mujer un espacio discriminador y opresivo, en donde el encierro tiene un significado muy distinto y mucho más fuerte para la mujer en relación como lo es para un hombre, dada su condición de madre. La prisión para la mujer es más estigmatizadora y dolorosa si se tiene en cuenta el rol que la sociedad le ha asignado, un rol especialmente marcado en una sociedad como la latinoamericana. Una mujer que pasa por la prisión es calificada de “mala”, porque contravino el papel que le corresponde como esposa y madre, sumisa, dependiente y dócil (Antony, 2007). Y no es solo el hecho de que la mujer sufra un mayor estigma y repudio social que le conlleva el hecho de que esté encerrada, sino que la autora le otorga especial impor-tancia al hecho de que estas mujeres sean madres, estableciendo que uno de los aspectos más traumáticos para las mujeres privadas de su libertad lo constituye la pérdida de sus hijos. Asimismo, el tipo de delito mayormente cometido entre estas internas es el de Micro-tráfico, el cual explica el crimen de un 60% de las mujeres condenadas en el centro peniten-ciario, mostrando ser un fenómeno de gran importancia de la realidad chilena y latinoame-ricana, dado que es un crimen de índole mayormente femenino y principalmente de madres de familia. El creciente quiebre familiar y del aislamiento femenino es un fenómeno general a nivel América Latina, dado que se observa un aumento sostenido y acelerado de la población penitenciaria femenina debido al impulso de una política criminal centrada en los delitos relacionados con la comercialización y el tráfico de estupefacientes, donde el sufrimiento y aislamiento es más pronunciado en mujeres que en los hombres, por el hecho del quiebre familiar (Procuración Penitenciaria de la Nación, 2011). Por otro lado, se debe esclarecer que la población penal femenina en Chile es menos violenta que la del hombre, y en el país ma-yoritariamente se cumplen penas por robos menores, homicidios de personas que abusaban de ellas o por posesión y transporte de drogas en pequeñas cantidades para el beneficio de

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otros – como en toda Latinoamérica-, pues como establecen los autores, rara vez tienen una función importante en las redes del narcotráfico (L. Dammert & L. Zuñiga, 2008). Las mujeres condenadas del Centro Penitenciario Femenino tienen en general este perfil, y son analizadas para este artículo a través de 10 entrevistas semi estructuradas, con la idea de descubrir distintos tipos de mecanismos que las internas llevan a cabo dentro del pe-nal para poder adaptarse y aplicar tácticas de vidade la mejor manera posible, en un ámbito de institución totalizante que tiene sus propias estrategias de control (De Certeau, 2000). Es de vital importancia la manera en que se desarrollan las reclusas en estos ámbitos, dado que afecta directamente a la calidad de vida que se puede vivir dentro del centro penitenciario, y el resultado de sus futuros comportamientos en el exterior del recinto.

MECANISMOS DE ADAPTACIÓN

MAMÁS CANERAS Un fenómeno muy común dentro del centro penitenciario es el de la existencia de las Mamás Caneras para la adaptación y apoyo de las reclusas que recién llegan. Las mamás ca-neras son señoras adultas, quienes se juntan entre ellas, andan más tranquilas que el común de la población penal, generalmente sin problemas por la cárcel, y con disposición a ayudar a las otras internas (cualidad que las destacan de las demás), especialmente a las recién lle-gadas y más necesitadas. Son mujeres que apadrinan internas de menor edad, las ayudan, las orientan, les prestan cosas, y a veces las ayudan incluso a salir de las drogas. Muchas de las internas al llegar al penal establecen los primeros contactos con estas personas mayoreso mamás caneras, dada su amabilidad en un ambiente tan hostil como lo es la cárcel. Una carac-terística importante es que una interna puede tener muchas mamás caneras, como también una mamá canera puede tener muchas hijas caneras apadrinadas, formándose también fami-lias artificiales dentro del penal que reemplazarían de cierta manera las familias que están afuera. La necesidad de apoyo y afecto que da una señora mayor a una persona menor es muy fuerte, tanto así que en cárceles de mujeres es poco común estar adaptada sin la ayuda de una mamá canera. Estas familias artificiales se generan al interior de la cárcel, todo en base a vínculos de apoyo, de aprendizaje, y de redes en donde no se generan conflictos:

“Tengo muchas mamás canerasjaja. Mamás, tías, hermanas, hermanos. Son menos con-flictivas, y aparte que una aprende de la gente mayor” (entrevistada 6)

El formar familia al interior de la cárcel es muy importante para la adaptación de al-gunas internas a la vida carcelaria, dado que al estar presa se sufren pérdidas de familiares cercanos que no quieren ir a las visitas por castigo y enojo, dejándoles un vacío muy grande

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con el quiebre familiar; o varias otras que nunca tuvieron familia y que siempre les ha hecho falta. Es así como las mamás caneras y las familias que se puedan generan al interior del re-cinto penal puedan tener más importancia para algunas internas más que para otras, relación que depende directamente de la estructura familiar que tengan en el exterior, y de la cantidad de visitas que reciban en el penal. Más aún, las madres caneras realizan un rol muy importante al intentar ayudar a las menores metidas en problemas o en drogas, y hacer esfuerzos para apoyarlas, en intentar rehabilitar a las menores y alejarlas de las malas juntas, o como les dicen las mismas inter-nas, alejarlas del barretín. En este sentido, vale destacar el rol que cumplen estas señoras, en donde sin tener ninguna necesidad ni obligación –o al menos no se observa abuso ni favores convenientes a simple vista-, toman un papel muy difícil, logrando incluso alejar a algunas internas de las drogas. Todas estas características son las que cualquier madre tiene, y que dejan huellas en aquellas personas que ayudaron, a veces tan fuertes, que ellas mismas ter-minan siendo mamás caneras de otras internas más jóvenes aún. En todo caso, todas las internas tienen claro que en la cárcel estos vínculos familiares no son los mismos que los de una familia normal de afuera, dado que las relaciones familia-res no son duraderos como lo son los lazos sanguíneos: apenas salen de prisión, los vínculos maternales y familiares caneros se pierden. Éstas se mantienen vivas solo entre rejas, demos-trando que es un fenómeno de adaptación para las presas al estar en prisión. Y lo importante es que es un mecanismo tanto para las internas jóvenes (que reciben ayuda y cariño) como para las mamás caneras (que entregan ayuda que desean propiciar, sintiéndose igual de ma-dres para las internas como lo podrían ser con sus hijos que se encuentran afuera).

CONVIVENCIA FORZADA: METRO CUADRADO O PELEA

“la convivencia con las compañeras es lo más difícil, porque hay personas malas y buenas, pero acá hay más malas…acá te agarrai, te roban tus cosas, tenis peleas tontas. Aquí pe-lean a combos y a puñalás” (entrevistada 9)

Frente al gran problema que es el convivir forzadamente con personas que uno no quiere, o que son conflictivas, las internas se ven forzadas a adaptarse y actuar de dos mane-ras: o evadir a las otras y encerrarse en “mi metro cuadrado” como se establece comúnmente entre las internas, o ir a la pelea para demostrar que con una no se juega, generando así que aumente aún más el nivel de violencia dentro del penal. Es así como el recluirse en su mundo, el alejarse de los problemas e intentar sociali-zar lo menos posible es una mecanismo de adaptación efectivo en la vida carcelaria. De esta

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manera, una no tiene problemas con nadie y nadie tiene problemas con una. Esto es princi-palmente un tipo de adaptación para evitar conflictos, evadir elbarretín, la violencia de las otras internas, y no sentir la obligación de socializar con gente con la que no tienen el menor interés. Por otro lado, el tener que soportar diariamente situaciones incómodas o violentas genera otro tipo de mecanismo de adaptación que es menos recomendable, pero muy común: la pelea, siendo ésta más común entre las del Barretín.

El “Barretin” El barretin son grupos de internas, generalmente más jóvenes, localizadas cada una en su sección con su propio barretín, y que se caracterizan por ser más desordenadas y con mala comportamiento. Es un espacio en donde las reclusas se reúnen principalmente en base a la droga, por ello realizan hartos robos, y en consecuencia casi ninguna hace “conducta”. Es un círculo vicioso en el que se encuentran inmersas muchas reclusas, y del cual es muy difícil sa-lir dado el gran poder de la adicción. Las reclusas que intentan hacer conducta y que quieren salir del mundo de la delincuencia y de la droga, evitan el barretín lo más que puedan, pues este círculo les traería problemas sin lugar a dudas. Es por eso que frente al barretín hay dos maneras de adaptarse: uno sería participar de éste, ser abarretinada, lo cual puede traer con-secuencias negativas para su vida personal, pero que igual se le comprende como un espacio de rebelión que se generan las internas en esta institución vigiladora; y el otro sería evitar relacionarse con el barretín, alejarse de los círculos malos y viciosos que ofrece la prisión y así esquivar todo problema. En palabras de una interna:

“Las que siguen en el barretín son fomes. Siempre volándose. No saben a quien vender, ni a quien sacarle cosas. Pescan las cosas tiradas...¿cómo vamos a estar robando incluso estando presas? A eso llega la droga. Fuman en todos lados…”(entrevistada 3)

Por otro lado, algo a destacar de las peleas dentro de las cárceles de mujeres es que úl-timamente el uso de armas o de objetos se ha masificado, generando un aumento exponencial en la violencia penitenciaria no vista antes. Las peleas de mujeres en prisión antes se basaban en combos y tiradas de pelo, y ahora gran parte de éstas terminan con mujeres apuñaladas, golpeadas a palos de las camas, o con cabezas rotas por las tazas. Todo sirve como arma, tan-to de defensa como de ataque, demostrando un nivel de violencia creciente en este espacio cerrado que no es positivo para la mujer que intenta rehabilitarse en prisión por sus delitos. He aquí un claro ejemplo de que la prisión es cada vez más una Escuela del Delito antes que una institución normalizadora, como lo plantea Libertad y Desarrollo (2011) en un informe basado en los problemas del hacinamiento y la falta de dignidad existentes en las cárceles, las

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cuales cual lejos de constituir un clima favorable a la reinserción futura de los condenados, generan un contacto criminológico fuerte y reduce las posibilidades de una reinserción so-cial futura (Libertad y Desarrollo, 2011).

SEXUALIDAD EN CARCEL El hecho de estar conviviendo con puras mujeres afecta la vida de las personas en va-rias maneras, pero una de los ámbitos que más afecta a las personas y sus relaciones es el de la sexualidad. En prisión se generan cambios muy importantes respecto a este tema: florece el lesbianismo situacional, las machos, y otras mujeres que mantienen su heterosexualidad a través de la abstinencia o el uso del Venusterio. Respecto al lesbianismo dentro de prisión, Cooper (2002) lo determina como Lesbia-nismo Situacional, que es cuando las mujeres que practican el lesbianismo o que son lesbia-nas, prefieren entablar una relación afectiva y sexual con otra mujer, ya sea porque no tienen otra opción y el instinto sexual apremia, gestándose un lesbianismo situacional, o porque sienten una fuerte atracción endógena afectiva y sexual por las mujeres que finalmente se ha expresado. Dentro de este concepto, la autora también incluye a las lesbianas permanentes, es decir, que desde siempre han tenido una orientación sexual hacia su mismo sexo (Cooper, 2002). Se debe aclarar, primero que nada, que tanto en cárceles de mujeres como en la de hombres ocurre este fenómeno, en el cual las personas cambian de orientación sexual du-rante su encierro. Por ejemplo, dentro de las unidades penales masculinas, está la distinción entre los “Maricones Netos” de los “Caballos”, donde los primeros hacen uso de los segundos por satisfacer sus necesidades sexuales, mientras que en las cárceles femeninas se encuen-tran las “Machos verdaderos”, las “Machos de Cartón” y las lesbianas, dentro de las cuales algunas, por necesidades de afecto y de sexo, conforman parejas con las Machos. Si bien esta clasificación no es evidentemente exhaustiva, resulta de interés el que reconozcan al “Mari-cón Neto” y a la “Macho de Nacimiento”como una distinción que se hace necesaria entre los internos (Cooper, 2002). Respecto a las Machos, sin importar si son de nacimiento o no, son mujeres que no ne-cesariamente pasan por una operación para cambiar de sexo, pero sí de estilo de vida: se cor-tan el pelo, hablan más ronco, hablan de ellas mismas con el género masculino, generalmente se ven más rudas y fuertes. Las machos son verdaderos hombres dentro de prisión, fenómeno que interesa, dado que a falta de masculinidad, hay mujeres que toman este rol con bastante seriedad. Un ejemplo de cómo son las machos se expresa en la siguiente cita:

“los machos son de dos tipos, unas que son lesbianas, y acá se cortan el pelo y se vis-ten como hombres, mi pareja tú la veis y parece un weon, pero tiene cinco hijos, se hizo

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macho la primera vez que cayo acá, pero hay varias que salen y tienen hijos… machos mientras están acá en la cárcel nomas… pero están los machos que se hacen una vez y se quedan así por siempre, hasta afuera en la calle.” (entrevistada 10)

Con esto podemos concluir 2 cosas: los machos se generan a partir de mujeres lesbia-nas, pues no se observan mujeres heterosexuales y que se hagan macho con pareja mujer. Y las machos son un fenómeno más social que nada, dado que a partir de la falta de hombres en un ambiente, ciertas mujeres optan por asumir este rol y hacerse pasar (y sentirse realmen-te) como hombres. Al salir a la calle, puede pasar que el macho se mantenga como macho, o vuelva a ser una mujer lesbiana. Por último, dentro de las internas heterosexuales que se han mantenido en abstinen-cia a lo largo de su condena, algunas relatan que no han tenido relaciones con hombres de afuera por el hecho de no tener pareja, o por no querer usar el venusterio –sala para parejas-que está disponible en el centro penitenciario. Es así como se puede afirmar de que, el hecho de convivir solo con mujeres afecta considerablemente la vida de las internas en torno a su sexualidad. Como medidas de adap-tación a este tema en particular, algunas de las internas se hacen lesbianas momentáneamen-te, otras forman varias parejas dada su condición de lesbiana permanente, otras lesbianas se hacen machos y mantienen relaciones con sus parejas lesbianas, otras que mantienen su heterosexualidad pueden tener relaciones con sus parejas en el venusterio, o simplemente abstenerse a cualquier tipo de relaciones a lo largo de su condena.

CONSUMO DE DROGAS Y MEDICAMENTOS PSIQUIATRICOS Dentro de la cárcel es común que las presas consuman drogas, principalmente pasta base, cocaína y marihuana. Si bien gran parte de ellas eran adictas antes de entrar al cen-tro penitenciario, hay otras que declaran utilizar las drogas para evadir la realidad y dejar de pensar que están privadas de libertad. Algunas presas, por el contrario, disminuyen el consumo de drogas dentro de la cárcel porque consideran que producto de éstas, se encuen-tran en prisión –especialmente las micro traficantes que giran su vida en torno a las drogas-. Además consideran que la marihuana tiene muchos menos efectos negativos que las demás drogas que se consumen adentro, ya que destacan sus cualidades relajantes y no adictivas,y que las ayudan a sobrellevar periodos de estrés, en cambio otras drogas como la pasta base o la cocaína son vistas de manera sumamente negativa y las consumen casi únicamente por problemas de adicción. Por otra parte resulta significativo que dentro de la cárcel es mucho más complicado conseguir el dinero para comprar una dosis de pasta base que encontrar a la persona que

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tenga droga para vender.Con respecto al tratamiento y consumo de medicamentos psiquiátricos, cabe destacar que muchas de las internas presentan enfermedades mentales diagnosticadas como esquizofre-nia, depresiones suicidas o trastorno de límite de personalidad, algunas con anterioridad de entrar a la cárcel y otras después. Muchas consumen estos medicamentos para sobrellevar el estrés, la depresión, y los problemas mentales específicos dictaminados por médicos tra-tantes del centro penitenciario. No obstante hay varias internas que dejan de seguir estos tratamientos, así como las visitas a los psiquiatras, ya que no les gusta el estado “dopado” con que las dejan las pastillas que les recetan. He aquí el fenómeno de automedicación por parte de las internas, dado que ellas mismas deciden cuándo, cómo y cuántas pastillas toman al día. Algunas utilizan los medicamentos psiquiátricos que les son recetados para otros fines, como por ejemplo los aspiran en lugar de tragarlos para tener un efecto estimulante; otras los van guardandopara luego consumir dosis más altas, cuando están angustiadas por la droga y quieren dejarlo (así se quedan dormidas); y otras simplemente no las toman, dado que les recetan tal cantidad de pastillas que quedan postradas en cama sin poder hacer nada, y esto les impide hacer Conducta, para poder obtener beneficios y salir antes de prisión.

“Yo cacho que si no estuviera haciendo conducta, y me tomara las pastillas, pasaría la cana puro durmiendo. Entonces solo me las tomo en la noche, y trato de disminuirlas. Y las junto solo cuando me da angustia o cuando me dan ganas de fumar droga, es mi propia terapia para dejar la droga, porque así me quedo dormida y no me drogo.” (Entrevistada 3)

TELEFONOS CELULARES Dentro de la cárcel no está permitido tener teléfonos celulares, no obstante es común que las presas posean tanto los chips como los teléfonos, y los utilicen para conseguir cosas de afuera, para que las vayan a ver, o saber de la familia en horarios que no son de visitas. A pesar de esto, hay muchas internas que prefieren no usarlos porque quieren evitar saber no-ticias problemáticas en su familia, ante los cuales no pueden hacer nada –ser madre es difícil si se está encerrada-,y tampoco pueden decirles a los gendarmes que se enteraron de proble-mas familiares, porque es mediante celulares, y las castigarían. Por otro lado, el uso de celulares les otorga un beneficio material y personal a las in-ternas, dado que pueden llamar a sus familiares y pedirles que las visiten, y les traigan cosas útiles para subsistir al interior, como elementos higiénicos, azúcar y pan. Es decir, les piden encomiendas. Otro uso común del celular -y poco conocido al exterior del penal- son los chat telefó-nicos. Hay algunos chat en donde las internas hablan y coquetean con otros hombres, en su mayoría presos de otros penales. Aquí se conocen y comienzan a tener “pololeos” a través del

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teléfono, luego hablan con los asistentes sociales y le dicen que se conocen de antes de caer en prisión, para que de esta forma les permitan ir al venusterio con quienes conocen por celular. Hay que tener en cuenta sí, que estas relaciones a veces son sentimentales, pero otras veces ocurren por fines instrumentales: algunas internas aceptan ir al venusterio con desconocidos que contactan por el chat del celular a cambio de que éstos les den dinero o cosas que ellas les pidan.

“Acá la gente habla con presos por teléfono o con weones que están en la calle pa que los conozcas y te vengan a ver…de manera solapada igual se prostituyen, pa que les traigay una manilla como se dice acá, se van al venusterio” (Entrevistada 10)

RELACIÓN CON GENDARMES Primero que nada, se debe esclarecer que al interior del centro penitenciario los gen-darmes son principalmente mujeres, por lo que las relaciones entre internas y gendarmes se dan de mujer a mujer. Respecto al tipo de relaciones que se arman en la cárcel, éstas depen-den de cómo se comporten las reas, y qué disposición e idea tengan las gendarmes respecto de ellas. Asimismo, el tipo de relación que se genere es de vital importancia para la adapta-ción de la interna en prisión, dado que el trato y la calidad de vida varía de sobremanera en base a la relación que se construya:

“si te llevai mal no te pescan, si tenis a la policía en contra no te dan permiso, no podis ir a ningún lado, no te dejan ir a la iglesia, a trabajar, a estudiar, nada…si te llevai bien, te dejan ir donde querai, si tenis depresión te ayudan…” (entrevistada 9)

En este primer sentido, se puede establecer que el tipo de relación que establezcan las internas con los gendarmes tiene un efecto directo en la obtención de varios tipos de benefi-cios para la utilidad de las internas: si hay buena relación por parte de la interna, la gendarme no tendría problemas en otorgarle más beneficios y ayuda, pero si hay mala relación, serían menos los beneficios a los que la interna pueda optar, con repercusiones más nocivas. Como medida de adaptación dentro del penal, a las internas les conviene hacer Con-ducta y tener una buena relación con Gendarmería, dado que las consecuencias para su vida en la cárcel sería cualitativamente mejor. Un ejemplo de esto, es que es más fácil conseguir permisos de salidas sabatinas y dominicales –salir sábados o domingos de prisión a sus ca-sas-aumentando la calidad de vida de la interna dada la implicancia que tiene con suslazos familiares y el beneficio de salir al exterior en un contexto de encerramiento. También, si es que existe una relación provechosa con la institución, se nota un trato más flexible, en donde te permiten andar más libremente por el centro penitenciario sin estar presionando en todo

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momento, o poder ir a las visitas en donde vienen los familiares, para poder vender rifas o cosas cocinadas y poder mantenerse más estables económicamente en la cárcel. Por otro lado, también se pueden encontrar relaciones de tipo violentas. En el centro penitenciario existen muchas internas, especialmente delBarretin, que tienen una relación negativa y violenta con la institución vigiladora. Varias veces son castigadas a los Rosados, un calabozo oscuro y cerrado, que se presenta como solución ante el mal comportamiento o des-orden de las internas, castigándolas con una segunda reja, una doble exclusión a la sociedad. Para culminar, se puede establecer que es evidente la importancia del tipo de relación que mantienen las internas con las gendarmes, dado que tiene impacto directo a la manera en cómo ellas se puedan adaptar a la vida en prisión. El llevarse bien con gendarmería puede traer variados beneficios para las internas: beneficios de tipos económicos (poder ir a ven-der afuera a las visitas), beneficios familiares (conseguirse permisos para visitas sabatinas y dominicales a sus casas a visitar a las familias), beneficios de libertad (poder caminar por cualquier lado o irse de la cárcel a visitar a las familias), y beneficios personales (apoyo y ayuda por parte de las gendarmes en algunos problemas). Teniendo eso claro, cabe destacar que estas relaciones son principalmente de tipo instrumental, dado que la interna, al tener conocimiento de los beneficios que esta relación le trae, intenta sacar provecho de ésta. Por otro lado, relaciones negativas traen como consecuencias más encierro y castigo por parte de gendarmería a las internas. Por ende, es importante que tanto internas como gendarmes ten-gan claro estos hechos, dado que afecta de sobremanera la adaptación en la cárcel, y el poder generar una mejor vida ahí dentro.

VISITAS FAMILIARES A INTERNAS La investigación ha arrojado que las visitas y la frecuencia de éstas cumplen un rol fun-damental en una mejor adaptación a la vida dentro del centro penitenciario, generando una serie de beneficios a favor de la vida de la reclusa en el interior de penal. Los beneficios que traen las visitas se manifiestan principalmente en tres dimensiones de la vida de las internas: dimensión material, dimensión emocional, dimensión familiar. Además, a la mayoría de las internas únicamente la visitan integrantes de su familia, principalmente sus madres, lo cual nos recuerda nuevamente la necesidad y apoyo maternal que se reitera, tanto con las madres reales que están afuera de prisión, como con las mamás caneras al interior. Por un lado las visitas permiten satisfacer necesidades materiales y económicas de las internas, en cuanto las visitas pueden llevar regalos y encomiendas a las internas de acuerdo a lo que éstas vayan necesitando, por ejemplo artículos de aseo, comida, dinero, ropa, facili-tando en gran medida la calidad de vida de las internas. Aquí se marca una diferencia notoria entre aquellas presas que reciben visitas y las que no, ya que las segundas se ven forzadas a

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participar en oficios o a vender sus manualidades en el patio de visitas para tener dinero y poder comprar ciertos artículos básicos. Aquellas internas que no son visitadas, suelen tener muchas más carencias, que las que tienen visitas regulares de sus familiares. Por otra parte las visitas permiten mantener la estabilidad emocional de las internas. Muchas manifestaban que si no las vinieran a ver serían más violentas o se verían más en-vueltas en el consumo de drogas dentro de la cárcel. Las visitas les permiten a las internas distraerse y alejarse en cierta medida de los problemas que sufren al interior del centro pe-nitenciario. Las reas suelen manifestar que el estar junto a sus familiares es de gran utilidad para poder sobrellevar las constantes depresiones que sufren dentro de la cárcel. Además ver que sus familiares se encuentran bien afuera, permite que las internas estén más tranquilas.

“Siempre fue muy importante que me vinieran a ver, porque así uno se mantiene más tranquila, piensa en otras cosas buenas…sabe que a una la esperan y la quieren. El apoyo es importante…si no me visitaran yo creo que sería otra persona. Estaría totalmente triste y deprimida… en otra parada.” (Entrevistada 1)

Dentro del plano familiar, las visitas constituyen para las internas el mayor y único vínculo con el exterior. Esta instancia les permite mantener lazos con el mundo de la calle y de reafianzar los vínculos familiares. Es en las visitas en donde las presas pueden seguir cumpliendo de algún modo su rol dentro de la familia, en especial aquellas internas que son visitadas varias veces al mes por sus familiares. No obstante reconocen que el hecho de estar presas siempre constituirá un obstáculo para mantener su función dentro de la familia, sobre todo el rol de madre, ya que es imposible enterarse de todo lo que hacen sus hijo o bien hacer algo para ayudarlos en sus problemas. En muchos casos, los hijos de madres criminales caen en la delincuencia, siendo éste una de las peores pesadillas para las internas –y, recordando que el 85% de las reclusas son madres-, éste es un miedo bastante común.Es por esto que las visitas pueden compensar de alguna manera esta ausencia maternal, y el control para con los hijos, pero no siempre es así, y el riesgo que los hijos caigan en malos pasos es alto.

“Yo sigo siendo madre de mis hijos, cada vez que me vienen a ver les hablo, les digo qué tienen que hacer, que vayan al colegio...cosas que le dice una madre a sus hijos. Pero, por otro lado, no puedo ser totalmente madre porque hay cosas que viven afuera que yo no puedo hacer nada acá…a mi hija la violaron…eso fue terrible, y yo aquí sin poder abrazar-la. Mi hijo también se está metiendo en la delincuencia, y son cosas que yo no quiero que hagan, que si yo estuviera con ellos los podría parar, pero no puedo, porque estoy acá. Las visitas ayudan, pero no es lo mismo.” (Entrevistada 1)

Por otro lado, el venusterio permite seguir manteniendo la relación con la pareja del

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exterior. Es una manera de mantener el vínculo sexual con la pareja estable, que el centro penitenciario otorga. Muchas internas además se esfuerzan en tener buena conducta para que de esa ma-nera les otorguen beneficios intrapenitenciarios que les permitan tener salidas sabatinas o dominicales y así poder ver más seguido a sus familiares. La mejora de la conducta en estos casos tiene como motivación el ver con mayor frecuencia a sus familiares. Incluso, en algunos casos, a algunas detenidas se les permite visitar a familiares que se encuentran detenidos en otras cárceles. Es así como la necesidad de las visitas se puede entender de dos maneras: Una inter-na que es visitada por sus familiares puede obtener los beneficios materiales, emocionales y familiares que éstas conllevan, y así tener una mayor facilidad para adaptarse al interior del penal comparado con las que no reciben estos tipos de apoyo. Por el otro lado, una interna –tenga o no tenga familiares afuera- debe hacer conducta y adaptarse de la mejor manera posi-ble en prisión para que los beneficios de las visitas les sean efectivos, dado que si no, pueden correr el riesgo de perder el permiso de gendarmería, y no poder salir afuera a las visitas. De esta manera, las visitas se observan efectivamente como un mecanismo de adapta-ción de las presas al interior del centro penitenciario.

CONCLUSIÓN Para concluir, las mujeres privadas de libertad deben transformar radicalmente las pautas de comportamiento que tenían en el exterior, ya que resulta inviable su existencia sin que se adapten a las nuevas condiciones de vida que le son impuestas al interior de la cárcel. Muchas de estas nuevas prácticas cotidianas, al constituir acciones cuyos agentes poseen una mínima o ninguna instancia de poder, son lo que (De Certeau, 2000) entendería como táctica, es decir un conocimiento práctico necesario para lidiar con los aspectos inmediatos de las situaciones en las que el estratega, en este caso los gendarmes, hacen para operar las fuerzas y recursos que administran. Las tácticas empleadas por las presas para lograr adaptarse a la vida dentro de la prisión van desde ingresar celulares para así lograr contactarse con per-sonas del exterior en horarios distintos al de visita, hasta consumir drogas para sobrellevar los tiempos muertos que genera el encierro. En este sentido las formas de adaptación de las presas, tienen como fin eludir, en cierta medida, la vigilancia que ejerce la cárcel y el constan-te control que se interpone en el quehacer cotidiano de éstas, resultando muy difícil para los gendarmes neutralizar estos mecanismos que adoptan. Estas acciones tácticas de las presas constituyen una forma de resistencia silenciosa a las situaciones restrictivas de la institución carcelaria y la eficacia de éstas se centra en rehuir de la vigilancia de la prisión, utilizando los intersticios que ésta deja. Los mecanismos de adaptación constituyen una forma en que las

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presas son capaces de experimentar un cierto grado de libertad dentro de la cárcel, burlando la normatividad y desafiando la realidad restrictiva en que se encuentran, generando tácticas ante las cuales los mecanismos de vigilancia y control no sean capaces de contraponerse.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Antony, C. (2007). Mujeres Invisibles: Las cárceles femeninas en América Latina. Revista Nue-va Sociedad.Certeau, M. D. (2000). La invención de lo cotidiano 1. En M. D. Certeau. México:Universidad Iberoamericana.Cooper, Doris. (2002).Criminología y Delincuencia Femenina Fundación Paz Ciudadana. (8 de Marzo de 2012). Pazciudadana.cl. Recuperado el 19 de mar-zo de 2012, de http://www.pazciudadana.cl/prensa_interior.php?idPub=287Gendarmería de Chile. (2012). Base de Datos. Gendarmería de Chile. Santiago.Gendarmería de Chile. (29 de febrero de 2012). gendarmeria.gob.cl. Recuperado el 19 de marzo de 2012, de http://www.gendarmeria.gob.cl/L. Dammert & L. Zuñiga. (2008). La cárcel: problemas y desafios para las Américas. Santiago: FLACSO Chile.Libertad y Desarrollo. (2011). Reincidencia y Reinsercion: Buscando un futuro para los Re-clusos. Santiago.Procuración Penitenciaria de la Nación. (2011). Mujeres en prisión: los alcances del castigo. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores .

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Josefina Buschmann*Daniela Jacob**

Resumen

ARQUEOLOGÍA DE UNA CONTROVERSIA: EL CENTRO INDUS-TRIAL DE VENTANAS1

Durante los últimos años, y en especial a partir del año 2009, hemos presencia-do la aparición y desarrollo de diversas controversias en torno al Centro Indus-trial de Ventanas a través de los medios de comunicación de masas. Lo que a simple vista pareciera ser sólo un problema medio ambiental se desvela luego como un conflicto en torno a la toma de decisiones sobre un espacio que es habi-tado por comunidades a las que históricamente se les ha impuesto el desarrollo de un polo industrial de gran importancia para el resto del país. Algunos indi-viduos de las comunidades ahora tienen los medios y conocimientos necesarios para expresarse y organizarse haciendo posible que surjan controversias donde antes no las habían.

Palabras clave: Controversia, Medio Ambiente, Large Technical Systems (LTS), Ventanas, Puchuncaví, Riesgo, Ciudadanía, Participación

* Estudiante de quinto año de Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile ** Estudiante de quinto año de Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile1 Esta investigación fue realizada a modo de práctica profesional durante el primer semestre del 2012, guiada por Manuel Tironi. Se enmarca dentro de un estudio licitado por el Minis-terio de Medio Ambiente a Greenlab UC e ISUC, titulado: Comunicación del riesgo ambiental para las sustancias potencialmente contaminantes en el aire, suelo y agua, en las comunas de Concón, Quintero y Puchuncaví.

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EL CENTRO INDUSTRIAL DE VENTANAS

El Centro Industrial de Ventanas (CIV) es uno de los polos de desarrollo industrial más grandes de Chile, en donde se emplazan no solo una fundición y refinería de cobre, sino que también se produce energía por medio de termoeléctricas, es entrada de gas

natural al país, y se ubican diversas empresas de carácter tóxico. Su historia se remonta a los años sesenta, cuando se instala la fundición de cobre perteneciente a la Empresa Nacional de Minería (ENAMI), tras una lucha entre distintas regiones por su ubicación ya que se creía esta traería beneficios y progreso no solo al país, sino que también a la zona. Luego de la ins-talación del CIV, Puchuncaví sufrió drásticos cambios no solo geográficos sino que también sociales, culturales, ambientales, entre otros. Esta comuna era predominantemente agrícola y pesquera, con pobladores dispersos en los campos, quienes compartían tradiciones en co-mún como los bailes chinos. Tras la instalación de la usina, la zona se va transformando en un centro de desarrollo industrial. A pesar de esto, Puchuncaví sigue siendo una de las comunas más pobres de la quinta región (CASEN 2006), tanto así que hasta el año 2011 no contaba con sistema de alcantarillado ni de agua potable. Más aun, es una zona que desde 1993 ha sido declarada como saturada de contaminación. Hoy sus tierras, aguas, y aire se encuentran con-taminados, por lo que resulta muy difícil, y casi imposible, subsistir económicamente a partir del cultivo o pesca. Sumado a esto, los mismos pobladores de la zona se encuentran contami-nados producto de las emanaciones del centro industrial. Esto ha llevado que en los últimos años el sector se haya convertido en un foco de controversias las cuales se deben a distintos eventos que generan polémica en los medios de comunicación, tales como “Contaminación con azufre en escuela La Greda deja a 31 niños intoxicados” Anónimo, (2011, Noviembre) La Tercera, “Paralización construcción termoeléctrica de Campiche por recurso de apelación de vecinos” Anónimo,(2009, julio) EMOL, “Recurso de Apelación buscará la paralización definiti-va de Fundición Ventanas por daños a la salud” Anónimo, (2011, Mayo) Radio Bio-Bio. Las industrias del CIV han contaminado progresivamente suelos, aguas, y aire de la comuna de Puchuncaví, especialmente los sectores aledaños como Las Ventanas, La Greda, Los Maitenes, Loncura y Campiche. La causa está en los procesos y materiales implicados en las industrias de la zona. Como manifiesto de esta situación, a fines de 1993 Puchuncaví fue declarada como zona saturada de SO2, PM10 y CO2. A raíz de esta situación en los últimos años han aparecido organizaciones ambientales de la zona, como el Consejo Ecológico de Puchuncaví y El Comité de Defensa de La Greda, que participan de controversias en torno al CIV. Algunos de ellos han puesto en jaque el desarrollo de este, ya sea mediante juicios como el recurso de apelación que mantuvo paralizada la termoeléctrica Campiche, la presión gene-rada a través de diversas manifestaciones para que no se instalara otra termoeléctrica en la zona (Proyecto Río corrientes del grupo de inversiones Southern Cross) o las manifestacio-

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nes para que no se clausurara la Escuela de La Greda. A pesar de que la contaminación lleva 50 años en la zona, sólo en tiempos recientes esta ha devenido controvertida siendo sujeta a distintas definiciones propuestas por distintos actores. Es por esto que resulta relevante preguntarse por el recorrido histórico que ha llevado a que el Centro Industrial de Ventanas (CIV) se convierta hoy en una controversia, es decir, ¿Qué cambios han ocurrido que permiten que el CIV se desvele como una controversia?

EL ADVENIMIENTO DE LA SOCIEDAD DEL RIESGO A lo largo del desarrollo del CIV, vemos el paso de una “Sociedad del Progreso” (o pri-mera modernidad) a lo que Beck (1998) denomina Sociedad del Riesgo. Esta situación es pro-ducto del pase de una primera modernidad, donde las pautas eran, entre otras, el progreso y la explotación de la naturaleza; a una segunda modernidad. Esta última se distingue a partir de cinco procesos clave que han sido consecuencias inesperadas de la primera. Uno de estos procesos es la emergencia de riesgos globales, en donde el riesgo se ha vuelto una situación cotidiana de incertidumbre formada a partir de elementos sociales y naturales. A su vez, en las sociedades del riesgo la lógica de la distribución de la riqueza cede paso a la lucha por la distribución de los riesgos (VARA, 2007). Esto refleja la condición paradójica de la sociedad en donde en el mismo proceso de producirse, va generando riesgos que la ponen en peligro. En ese sentido es que el desarrollo científico-técnico se torna contradictorio. Tales artefactos que se suponía traerían progreso, iban aparejados a riesgos inconmensurables. Tal es el caso del CIV, el que además no es cualquier tipo de artefacto, sino que puede clasificarse como un large technical system.

EL CIV: UN LARGE TECHNICAL SYSTEM (LTS) De acuerdo a Hughes (1987) lo que caracteriza a este tipo de sistemas técnicos a gran escala es que tienen implicancia en una multiplicidad de ámbitos, tanto políticos, tecnológi-cos, sociales, económicos, culturales, entre otros. A su vez, imponen cierto camino a seguir, un path dependency, ya que, una vez instalados, se suelen seguir tomando decisiones que ratifican la decisión inicial. Es decir, cuando se instala un LTS, éste suele condicionar el modo en que se irá ordenando ese espacio de ahí en adelante. Mientras más años pasan tomando las mismas decisiones, más difícil es cambiar la dirección.Pero el CIV no solo se impone a un espacio y a la sociedad en que se inserta, sino que también es construido e interpretado socialmente de diversas maneras dependiendo del contexto.

CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE UN ARTEFACTO Para Bijker y Pinch (1987), “los artefactos tecnológicos son culturalmente construi-

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dos e interpretados; en otras palabras, poseen una flexibilidad interpretativa”, lo que implica que hay más de una explicación posible para estos, la que desaparece prontamente cuando se llega a un consenso sobre qué es la verdad. Ese es el momento en que se cajanegriza una tecnología y es naturalizada en el cotidiano de los individuos. Las definiciones o interpretaciones en torno al artefacto son esgrimidas por grupos sociales que se ven lo suficientemente afectados por ellas como para tematizarlas de cierto modo e intentar imponer sus definiciones. En ese sentido, “un problema es un problema solo cuando alguien lo define como tal” (Bijker & Pinch, 1987). Cuando eso sucede, en este caso cuando el CIV y su producción de riesgos afectan de tal manera a ciertos grupos sociales, capaces de expresarse y negociar, que lo definen como un problema, el riesgo se torna motivo de movilización política.

MOVILIZACIÓN POLÍTICA DEL RIESGOEn este contexto los riesgos se han convertido en uno de los principales motivos de moviliza-ción política (Beck, 2002), ya que las

“…decisiones no sólo vienen a implicar al país en su conjunto, sino que afectan a los habi-tantes de la zona intervenida in situ, ya sea mediante la instalación de nuevas infraestruc-turas o el empeoramiento de sus condiciones de vida por razones medio ambientales.” (Acselrad, 2010).

La sociedad del riesgo abre al debate público temas ecológicos que antes estaban rele-gados a una elite, apareciendo una multiplicidad de voces provenientes de distintos ámbitos de la sociedad. Es por esto que ella exige una apertura del proceso de decisión, lo que pone a prueba la democratización, el rol del estado, corporaciones privadas y de los diversos orga-nismos científicos (Beck, 2002). Cuando esto sucede, estamos ante una controversia.

APARICIÓN DE UNA CONTROVERSIA Una controversia nos abre al momento de perturbación ontológica en donde las cosas en las que descansamos como partes no examinadas del tejido material de nuestro cotidiano se vuelven difusas (Landström & Whatmore, 2011). En tales situaciones, fuerzas, o cuestio-nes, las controversias actúan como campos de fuerza en donde la experticia se enreda con y se distribuye a través de un grupo creciente y variado de actores lo suficientemente afectados por el asunto para querer participar en un mapeo colectivo de este y transformarlo en conoci-miento y luego en un ordenamiento social. Estas controversias se desencadenan al momento en que los actores ya no pueden ignorarse y terminan cuando estos consiguen ponerse de acuerdo (Venturini, 2009). Aparejado al surgimiento de una controversia y como requisito a

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su aparición emergen los actores, quienes definen el problema y hacen algo al respecto. Pero este hacer algo no es un cualquier hacer algo, sino que debe ser relevante, o sea su presen-cia o ausencia debe tener consecuencias en la controversia (Latour, 1992). Son los actores quienes despliegan estrategias para extender sus redes y entrar en negociaciones con otros actores en pos de imponer sus definiciones o un determinado orden del mundo. Esto es de-nominado como proceso de traducción por Latour (1992) o como framing por Callon (Jolivet et al, 2010). De la cualidad de negociación intersubjetiva de la controversia entre actores de diversa índole se deduce que ésta ocurre en la esfera pública. Es en la actualidad que el CIV se ha develado como una controversia.

METODOLOGÍA Como las controversias son algo que surge en el ámbito público resulta pertinente ob-servar cómo el CIV aparece en la prensa escrita, el cual muestra a gran escala como se plantea cierto tema y es a su vez un medio que ha sido transversal a la historia del CIV. La dificultad que esto conlleva es que, bajo las condiciones en que se realiza esta investigación, resulta imposible hacer una revisión de la prensa en su totalidad, lo que involucraría más de 50 años de historia y muchos diarios, semanarios, revistas, distintos. Es por esto que en primera ins-tancia es pertinente realizar entrevistas, recopilar investigaciones y documentos legales, ya que estos pueden ser indicadores de hechos que podrían aparecer en la prensa, y otorgan una pauta en torno a la que buscar.

RESULTADOS El eje principal en torno al que se analizan los resultados es la tematización que se hace en la prensa del CIV, de este modo es el cambio en esta la que dicta el paso de un perío-do a otro. Este eje se ve complementado con la identificación de los grupos sociales que se encuentran tras estas tematizaciones, por el contexto en que estos se insertan y finalmente por la identificación de cuales son los grupos sociales que efectivamente ingieren en la toma de decisiones en cuanto al CIV. A pesar de que el eje principal es la tematización se inicia ex-plicando el contexto ya que este vuelve más fácil la comprensión de esta.

PERIODO 1 (1955-1966) El Progreso de Chile: la usina como sacrificio necesario

1. Contexto histórico Chile se encontraba en plena época desarrollista, en la que se buscaba potenciar en es-pecial el avance industrial de modo de llegar a ser un país desarrollado. En esta línea se crea

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en 1960 la ENAMI, Empresa Nacional de Minería, a partir de la fusión de la Caja de Crédito y Fomento Minero y la Empresa Nacional de Fundiciones. En este contexto el objetivo de la Fundición y Refinería de Cobre de Ventanas ENAMI tenía como objetivo recopilar el mineral extraído por la pequeña y median minería a modo de potenciar el crecimiento del país al re-finar y procesar estos materiales, lo que permitiría venderlos a un mejor precio.

2.Tematización del CIV en la prensa2.1 Fundición y Refinería de Cobre como progreso. Se planteaba que la usina era necesaria para el progreso y desarrollo del país, trayen-do grandes beneficios económicos para Chile en general y a la región que se la adjudicara en particular. Instalación que facilitaría la proyección de este espacio como un polo de desarrollo industrial,

“Cabe tener en cuenta, por su importancia, las industrias que se generarían al comple-mentarse la refinería y fundición de cobre con la refinería de petróleos de Concón. (…) Esto aconseja que ambas refinerías estén ubicadas en las proximidades, lo cual también favorece el criterio de Las Ventanas (…) Resulta indispensable que tales centros indus-triales estén cercas de grandes ciudades como Valparaíso” Anónimo (1957, 25 de agosto) El Mercurio de Valparaíso.

2.2 La usina traería contaminación La contaminación aérea que producían las industrias no era algo desconocido a la épo-ca, y aparece en la prensa como algo que debía ser considerado al momento de instalar una industria de las características de la refinería y fundición de cobre. Middleton y Mallette, dos expertos norteamericanos en temas ambientales concluyen que la bahía de Quintero vendría a ser el mejor lugar ya que la contaminación sería menor

“…Bajo ciertas condiciones de calma e inversión baja, pueden producirse en las Ventanas niveles inconvenientes (no peligrosos) de materias específicas y de gases nocivos pero ellos se dispersaran en masas de aire mas grande que las disponibilidades en La Calera y Papudo” Anónimo (1957, 17 de julio) El Mercurio de Valparaíso.

2.3 Los habitantes de la zona han de sacrificarse por el progreso Ya que Quintero era el mejor lugar para instalar la fundición y refinería según los es-tudios realizados por los especialistas, los habitantes de la zona debían aceptar con ánimo patriótico sacrificarse por el progreso del país.

“Los vecinos deben mirar este problema con ánimo patriótico y aceptar algunos sacri-ficios; de otra manera no se podría instalar la fundición en ninguna parte del país. Las

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naciones que se han industrializado han aceptado estos sacrificios. Es el precio del pro-greso. La lluvia es indispensable para la agricultura, pero cuando llueve algunos tienen que mojarse y cada nuevo edificio le quita el sol a alguien pero nadie pensaría por eso en paralizar la construcción. Anónimo (1957, 17 de julio) El Mercurio de Valparaíso.

3. Grupos Sociales que tematizan3.1 Grupos de influencia política, económica y mediática. El CIV nace a partir de una lucha por definir el lugar en que se instalaría una fundi-ción y refinería de cobre de la entonces Caja de Crédito y Fomento Minero (en 1960 esta se uniría a la Empresa Nacional de Fundiciones para conformar la Empresa Nacional de Minería ENAMI). Una de las posibilidades era en la bahía de Quintero, bajo la jurisdicción de la quinta región de Valparaíso. Se planteaba que traería grandes beneficios económicos al país en ge-neral y a la región que se la adjudicara en particular. Este tipo de apreciaciones, hacen que se genere una campaña para que la fundición y refinería se ubique en la zona de Valparaíso, en la que participan los siguientes grupos sociales que van tematizando el CIV de acuerdo a lo expuesto anteriormente, ellos son: El Centro para el progreso de Valparaíso (el cual había nacido en el Rotary Club1 de esa ciudad),

“El señor Ossa Sainte Maire, en su declaración a El Mercurio expreso lo siguiente: “Tan pronto como supimos que la empresa de fundiciones, hoy ENAMI, había resulto la cons-trucción de una fundición y refinería de cobre en la zona central del país, nos pusimos en campaña para estudiar la conveniencia de que esta quedara en nuestra provincia”. Anóni-mo, (1964, 30 de Septiembre) El Mercurio de Valparaíso.

Parlamentarios de la zona , “…al diputado por Valparaíso y Quillota señor Carlos Muños Horz, quien en las sesiones del 17 de abril de 1956 y del 3 de septiembre de 1957 hizo meritorias intervenciones a favor de Valparaíso… la letra textual de las palabras dichas por el referido parlamentario, en una de las sesiones, en forma resumida es la siguiente: “el ingeniero de minas don Mario rodríguez Diez sostienes en su informe que el sitio ideal para la instalación de la refinería seria el puerto de quintero…” Anónimo, (1964, 30 de Septiembre) El Mercurio de Valparaíso.

y en el frente mediático, “El Mercurio de Valparaíso”.

1 El Rotary Club es una asociación cuyo objeto es “reunir mensual o quincenalmente hombres de significación en el Comercio y Sociedades, para que así lleguen a conocer en la intimidad los unos a los otros y establecer relaciones de amistad y ayuda común. Así se llega a conocer los negocios del vecino, quizás estimulando el desarrollo y consiguiendo mayor eficacia por el cambio de experiencia. Hasta nueva disposición, se admitirán dos socios nuevos en cada reunión” http://www.rotary4320.cl/noticias_detalle.php?noticia_id=274

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3.2 Agricultores de Quintero Hay agricultores que escriben cartas a la ENAMI argumentando que en la zona la agri-cultura es más importante de lo que los expertos han considerado, y que esto debe tomarse en cuenta como razón para no construir la fundición en la zona. Estos argumentos son deses-timados por “El Mercurio de Valparaíso”, como “opiniones sin base suficiente”;

“Siguen llegando a ENAMI solicitudes emanadas de personas sin la preparación técnica necesaria, que opinan a favor o en contra de tal o cual ubicación para la fundición y refi-nería de cobre, de cuya acertada ubicación depende el provenir minero de la zona central del país. … Creen los firmantes que una visita tal vez muy superficial impidió a la comisión técnica valorar la importancia agricultora de la zona de Quintero. No hay tal, los técnicos conocen la producción agropecuaria de la región y la aprecian en todo su valor. “Anónimo, (1957, 17 de Julio) El Mercurio de Valparaíso

Esto hace que la tematización de estos agricultores aparezca de modo marginal y poco legítimo. Aquí se observa como las tematizaciones válidas son esgrimidas por grupos y suje-tos pertenecientes a las esferas más altas del poder político, económico y comunicacional. Los agricultores del sector en este caso no son más que un grupo social afectado por el CIV pero no pueden contrapesar estas definiciones.

4. Toma de decisiones.4.1 Grupos de influencia política, económica y mediática. Estos grupos sociales, que lucharon con ahínco porque la refinería se instalara en la región de Valparaíso, desplegaron diversas estrategias para que la usina se ubicara en Quin-tero. Entre ellas se contaban:

“…preparar numerosos artículos de prensa que se publicaban principalmente en Santiago para formar opinión en los parlamentarios y otros sectores con influencia en el gobierno. Visitas reiteradas a S.E. el presidente de la república y a los ministros llevándoles nuevos y poderosos argumentos; reuniones periódicas con senadores y diputados de la región; conferencias publicas en las aulas de las universidades porteñas, completaron las activi-dades de esta memorable campaña que se gano al fin” Anónimo (1964, 30 de septiembre) El Mercurio de Valparaíso.

Los argumentos desplegados en las anteriores instancias se apoyaban en los resulta-dos de estudios de índole científica que se habían realizado (7 en total), y que en su mayoría argumentaban que la bahía de Quintero era el mejor lugar. Finalmente los actores a favor de

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construir la usina en la bahía de Quintero ganan la batalla contra las otras regiones el año 1959, año en que se empiezan a rubricar contratos con consorcios alemanes para gestionar la construcción.2

PERIODO 2 (1966-1989) Invisibilización en la prensa y naturalización del CIV en el cotidiano

La tematización pública que se dio durante la lucha inicial para instalar la fundición y refinería de ENAMI en Ventanas, expresada principalmente en sus apariciones en la prensa3 (El Mercurio de Valparaíso), de a poco se va silenciando4. Los grupos que habían participado en la lucha por adjudicarse la locación de la usina ya han logrado su objetivo, por lo que no es necesario seguir tematizando en la prensa. Sumado a que en 1973 Chile pasa a ser regido por una dictadura militar, lo que limita la libertad de prensa; esto lleva a que el tema medio am-biental sea omitido y relegado. Esto no quiere decir que el CIV haya dejado de provocar con-flicto, de hecho todo lo contrario, hay grupos sociales afectados por él, entre los cuales existe descontento por los gases contaminantes emitidos por este y que afectan sus propiedades, ya sean cultivos o techos de las casas, entre otros. Mas estos no tienen la fuerza ni medios para intentar imponer sus tematizaciones sobre lo que sucede en la zona en que viven. A pesar de que no existe tematización de importancia en la prensa de la época, exis-ten hechos que son relevantes para la investigación, ya que condicionarán las tematizaciones posteriores. Estos son el devenir de la comunidad local en la época, y la toma de decisiones en torno al CIV.

1. La Comunidad local1.1 Naturalización del CIV La imposibilidad que tenía la comunidad de ingerir en la situación sumada a un con-texto nacional con un gobierno dictatorial, en donde no había libertad de prensa ni de expre-sión y que rechazaba la existencia de organizaciones y demandas grupales (Sabatini, 1996), sumado al hecho de que muchos de los habitantes de la zona trabajaban o tenían parientes trabajando en la fundición, lleva a que este orden de cosas se torne infranqueable, inmodifi-cable, y, finalmente, se naturalice. Simón, quien nació en La Greda y trabajó en la fundición,

2 Esto deja entrever la relación con fuerzas tras nacionales que existe en la industrialización de la zona, tema en el que sin embar-go no se ahondará.3 Es probable que haya habido aun mas prensa de la que se encontró para el primer periodo del CIV explicitando esta situación, por lo que se recomienda profundizar en el desarrollo del CIV en la prensa.4 Es preciso decir que es necesario ahondar en la búsqueda de archivos de prensa en este período (1968-1990) dada las limitacio-nes de este estudio para su búsqueda, condicionada fundamentalmente por las condiciones materiales de acceso a archivos no digitalizados y que abarcan un largo periodo de tiempo imposible de surcar en profundidad en 6 meses.

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expresa que“… los gases que se generaban en la fundición o el material particulado que se generaban aquí en las termoeléctricas eran parte del paisaje en el fondo (…) para nosotros en esa época era parte de nuestro hábitat. (…) muchas veces tú te encontrabas con que el agua cambiaba de color y los peces muertos. Pero también tú pensabas que eso era algo nor-mal, que era algo cotidiano.” Simón, integrante Comité de Defensa de La Greda (Entrevis-ta) (2012, 16 de Mayo)

En este sentido, las chimeneas pasan a formar parte constitutiva de lo que es Puchun-caví, lo que se expresa en la inclusión de una chimenea en el escudo del municipio.

1.2 Grupos sociales afectados que toman acciones en torno al CIV Pero esta naturalización del CIV no es generalizable a toda la comunidad ya que existen diversos individuos y grupos aislados que se dan cuenta de que algo sucede y toman diversas medidas para enfrentarse a la situación. Estos serán denominados grupos sociales afectados, pues a pesar de que toda la comunidad se encuentra afectada por el CIV, sólo son estos los que se sienten suficientemente imbricados como para hacer algo al respecto. A pesar de que esto no llega a la prensa y que no participan en la toma de decisiones en torno al CIV, los distintos grupos sociales afectados emprenden diversas acciones para enfrentar la contaminación que viven. Esto lo hacen principalmente de cuatro formas.

1.21 Empleo de contactos personales para obtener compensaciones particulares. Primero cabe mencionar a los “distinguidos agricultores de la zona” aquejados por la contaminación emitida por la fundición y refinería de la ENAMI, sobre todo, quienes de-nuncian los daños que éste ha generado en sus cultivos y van en búsqueda de algún tipo de compensación particular. Estos usan sus redes de contactos para obtener compensaciones particulares por el daño causado a sus tierras. De acuerdo a Pedro, pescador y oriundo de la zona,

“… existieron un par de personas, unos agricultores que se atrevieron a decir que acá había contaminación, y a ellos los compensaron con algún tipo de beneficios, pasto para los animales, alambre de púas. Pero la cuestión de la contaminación siguió… a un hombre más o menos adinerado le dieron un subsidio de luz y eso fue todo.” Pedro, pescador perteneciente a Sindicato de Pescadores de Puchuncaví, (Entrevista) (2012, 17 de Mayo)

1.22 Imposición de recursos judiciales Un segundo grupo social afectado se manifestó interponiendo recursos judiciales.

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Cabe mencionar la denuncia por daños en cultivos de la localidad de Los Maitenes a causa de emanaciones de la refinería que hace el Ministerio de Agricultura a ENAMI en 1968 en donde le notifica que de no cesar la contaminación se tomarán las medidas pertinentes como clau-surar la planta. Otro caso son los juicios que en 1981 llevan a cabo Andrés Da Costa Petersen y Justo Terraza Torres en contra de ENAMI en búsqueda de compensaciones por la contami-nación de sus cultivos, los cuales son rechazados por la justicia ya que no se podía comprobar una relación causal entre los humos emanados por las chimeneas de ENAMI y el estado de los suelos. (Sabatini et al, 1996).

1.23 Rogativas en bailes Chinos Un tercer modo de manifestación de descontento con las chimeneas puede encontrar-se en las plegarias religiosas realizadas en los bailes chinos que se llevan a cabo todos los años en Puchuncaví5.

1.24 Búsqueda de científicos que hicieran estudios A fines de los setenta, habitantes de Puchuncaví, algunos pertenecientes al sindicato de trabajadores de ENAMI, creado en 1979, y otros dueño(a)s de casa, van en búsqueda del ingeniero químico Jaime Chiang. Este, imbuido en la emergencia de la “conciencia medioam-biental” estadounidense6, trabajaba investigando metodologías de detección y cuantificación de sustancias contaminantes. En palabras de Chiang,

“Esta preocupación mía llego a oídos de la gente en Puchuncaví, no los directivos de in-dustrias sino que me refiero a la gente (…) fueron los presidentes de los sindicatos, due-ñas de casa que querían mostrarme que estaba pasando con sus campos, que estaba pa-sando con sus casas, cercados… Pero ¿porqué se producía eso? porque principalmente el daño que en primera instancia se observó fue un daño de ataque ácido a por ejemplo los techos de las casas que eran todos de calamina con los gases sulfurados que se hacían fuertemente presentes en aquella época (…), como también dañaba los cercados … o sea había un daño evidente”. J. Chiang (Entrevista) (2012, 16 de mayo).

Este es el cuarto modo en que los grupos sociales afectados manifestaron el conflicto existente en torno al CIV. Tal tipo de acción será de vital importancia ya que desembocará en la publicación de un estudio que posteriormente proveerá de un nuevo instrumento de nego-ciación que tendrán los grupos sociales afectados. Ya que son los estudios científicos quienes

5 Para mas información ver Sabatini, Las chimeneas y los bailes chinos.6 Jaime Chiang venía llegando de cursar un post-doctorado en una universidad de Estados Unidos en el área medioambiental.

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aportan argumentos legítimamente aceptados en la luz pública. Son estas investigaciones las que harán que posteriormente a contaminación del CIV se vuelve innegable.

2. Toma de decisiones en torno al CIV2.1. Gobierno y Empresas toman decisiones. Cabe mencionar que, a pesar de que ENAMI negara la contaminación generada y que los grupos sociales afectados no tuvieran poder de negociación, sí se registran cambios en la infraestructura del CIV. Acá se mencionarán los que van relacionados ya sea con la ampliación del centro industrial o con la toma de medidas por la contaminación. Existen cambios en tor-no a la materialidad del CIV como la inauguración de la termoeléctrica Ventanas II (1977) el cual va de acuerdo a la proyección de Ventanas como polo industrial; pero a su vez se toman medidas que pueden vincularse a la prevención de la contaminación, tales como la prolonga-ción de una Chimenea (1978) y la instalación de un electro-filtro (1981), ambos en la fundi-ción y refinería de ENAMI. Por otro lado en agosto de 1987 se publica el decreto supremo nº 116 del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, el cual modifica el plan regulador intercomunal, ampliando la zona E9B, tipificada como “Zona de Industrias Peligrosa e Insalubre” mas no para infraestructura eléctrica, a la vez que declaran ciertas zonas de riesgo para el asentamiento humano conoci-das como ZR-2. Con esta resolución se reafirman las decisiones tomadas desde la instalación del CIV en Puchuncaví como un polo de desarrollo industrial en expansión, como un área que debe ser sacrificada en pos de la economía nacional.

PERIODO 3 (1989-2005): El CIV como contaminación: vuelta a la democracia, tematización pública y marco re-gulatorio ambiental

1. Contexto1.1 Vuelta a la Democracia. El año 1988 se había realizado un plebiscito en el que se vota a favor del fin de la dictadura y la vuelta a la democracia. Esto llega a concretarse el 11 de marzo del año 1990 en que asume el presidente electo Patricio Aylwin7 (candidato de la concertación de parti-dos por la democracia). Esto conlleva un resurgimiento de la libertad de prensa y la reacti-vación de diversos movimientos sociales, quienes comienzan a pronunciarse a favor de sus causas(Sabatini, 1996).

7 Candidato de la concertación de partidos por la democracia, que estaba conformado por la Democracia Cristiana, Partido por la democracia, Partido Socialista, y el Partido Radical Social Demócrata.

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1.2 Aumento tematización del tema Medio Ambiental en la prensa. Existe una tematización cada vez mayor del tema medio ambiental en la prensa, dán-dose a conocer a mayor escala lo que sucede en Ventanas. Como se plantea en una columna de “El Observador de Quillota” en 1991:

“En todas partes el tema ecológico ha ido ganando espacio. Antes apenas se hablaba, hoy nadie puede dejar de mencionarlo. Lo que pasa es que ahora los problemas del medio ambiente nos tocan directamente, nos afectan la salud y la calidad de vida que queremos”. Anónimo (1991, 22 de marzo), El Observador de Quillota

Por esto distintos hechos en torno al CIV y el medio ambiente comienzan a ser publi-cados, tales como la instalación e inauguración de la red de monitoreo en 1992.

1.3 Difusión de estudios de contaminación La tematización en la prensa lleva a que se empiecen a difundir de modo más masivo los resultados de los estudios realizados en las décadas anteriores por el Dr. Jaime Chiang. Estos demostraban que había contaminación en el aire, en los organismos de las personas y en las capas superficiales de la tierra en los terrenos cercanos al CIV. De este modo el co-nocimiento científico, que ligaba la contaminación de la zona con las industrias, se empieza a difundir en la población, dotándola de argumentos antes ausentes con los cuales discutir frente a las empresas. Antes de la existencia y masificación de los resultados de estos estudios no había modo de probar una relación causal entre el funcionamiento de las empresas y la contaminación.

1.4 Regulación Ambiental El 9 de diciembre de 1993 se declara Ventanas como zona saturada de anhídrido sul-furoso y material particulado. Por otro lado en marzo de 1994 se aprueba la ley 19.300, ley general del medio ambiente.

“La ley se propone dar un ordenamiento jurídico adecuado a la garantía constitucional que asegura a todas las personas el derecho a vivir en un ambiente libre de contamina-ción, regulando intereses en conflicto y dando preeminencia al hecho de que ninguna actividad puede desenvolverse a costa del medio ambiente” Anónimo (1993, marzo), La Nación

Esta ley aparece en la prensa de la época, y el diario “La Nación” que publica la noticia

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anteriormente citada, declara que al momento de enviar la ley para su aprobación al congre-so, el entonces presidente, Aylwin, escribe una nota en la que condena al sistema liberal que con sus modos de proceder causa gran daño al medio ambiente.

“Todo se vuelve cosa que se compra, se usa y se tira al basurero. De allí que –sostuvo el presidente – se requiere que el estado fije limites y regulaciones derivadas del imperativo del bien común y de un desarrollo económico sustentable.” Anónimo (1993, marzo), La Nación

Esto último expresa el rol que adopta el estado en los albores de la democracia, que es la de preocuparse del tema medio ambiental que no había sido tratado durante la dictadura. De hecho a fines del año 1994 ENAMI estaría detenida por dos semanas, para poder cumplir con la norma de emisiones anual impuesta por la ley. Pero este marco legal no sólo involucra al estado y a las empresas, sino que proveerá las bases con las que posteriormente los miem-bros de las organizaciones medio ambientales de la sociedad civil podrán hacer demandas a las empresas contaminantes, pudiendo de este modo exigir a las empresas y por tanto nego-ciar con ellas.

1.5 Camino dependencia en la planificación territorial En 1987 se había modificado el plano regulador, lo que abre la puerta a que muchas empresas sigan llegando a la zona.

2. Tematización en la prensa2.1 El CIV como contaminación humana Se habla del CIV como contaminación, pero esta ya no es sólo aérea, ni del agro como en los períodos anteriores, sino que también humana. Comienzan a aparecer noticias sobre nubes tóxicas que causan “problemas respiratorios, irritaciones y cefaleas” (La tercera, abril 1992) a la población de Ventanas. Se atribuye el origen de la nube tóxica a ENAMI pero no hay consenso con respecto al tema. El mismo año también es noticia la interposición de un recurso de protección por esta nube tóxica, por un grupo de cinco mujeres de Puchuncaví, el cual se presenta contra ENAMI Ventanas y Chilgener. A pesar de esto la mayoría de las veces se hace desde la perspectiva de las empresas y el gobierno (Malman, 1995).

3. Grupos sociales que tematizan3.1 Grupos organizados de la zona El año 1989 el Sindicato de Trabajadores Número 1 de ENAMI Ventanas toma los re-sultados de los estudios del Dr. Chiang como argumento para realizar demandas a la empresa,

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lo que aparece en la revista APSI “Eduardo Torreblanca, dirigente sindical de ENAMI-Ventanas, dijo a APSI que efectiva-mente una de las principales causas de defunción de los trabajadores de la refinería es el cáncer… no en vano en la última negociación colectiva consiguió que se le otorgara seguro oncológico a todos los empleados por un 100 por ciento del costos de esta enfermedad. Padilla” (1989, 18 de junio), Los hombrecitos Verdes, Revista APSI

Dentro del Club Rotario de Puchuncaví, se junta un grupo de agricultores y profeso-res que envían cartas a El Mercurio (1989) y La Tercera (1990) denunciando el tema de la contaminación. Es dentro del mismo Club Rotario donde posteriormente se crea la Junta de Adelanto de Puchuncaví, que en marzo de 1990 redacta un documento denominado “Bases para una política Medio Ambiental” en la que se plantea:

“reconocer que el modelo productivo vigente en la zona involucra, por un lado, el desa-rrollo nacional, (destacándose la importancia del complejo industrial Ventanas) y, por el otro, el subdesarrollo local … este modelo se satisface con el drenaje de la calidad am-biental de la zona contaminada que se transforma en calidad de vida mejor en el resto del país.” … (existen) aportes no compensados que se traducen en una deuda ambiental que el país tiene con la zona de Puchuncaví” (Junta de Adelanto en Sabatini, 1996)

De este modo, existe“…una deuda patrimonial, una deuda de trabajo, y una deuda de salud. Los habitantes locales “no reciben la debida compensación y, además, no son reconocidos como interlo-cutores en el problema”. Por ultimo se señala que “la búsqueda de una solución deberá de-fender permanentemente la tesis de los aportes ambientales realizados por la comuna al desarrollo nacional y no compensando en cuanto a los daños recibidos”. (Sabatini, 1996)

Uno de los avances que se hacen en pos de la inclusión de la comunidad en la toma de decisiones es la creación del Comité de Defensa del Medio Ambiente en 1990. Este Comité es la primera instancia de negociación formal que incluye a miembros de la comunidad, con esperanza de que estos puedan incidir en la toma de decisiones.

3.2 Empresas y Gobierno: A pesar de lo anterior, la perspectiva más común desde la que se aborda el tema medio ambiental es la de las empresas, el gobierno y parlamentarios (Malman, 1996). De hecho, al revisar prensa de la época se puede advertir un rechazo por parte de los empresarios mine-ros hacia los grupos ecologistas

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“También destacaron la necesidad de contar con “normas ambientales claras y estables fundadas en parámetros técnicos que permitan el desarrollo sustentable de la industria minera y eviten la acción nociva y contraproducente de grupos organizados que, revesti-dos de supuestos objetivos ecológicos, ocultan propósitos claramente anti empresariales” Anónimo, (1994, 15 de mayo) El Mercurio de Valparaíso

3.3 Científicos Entre ellos juega un papel fundamental el Dr. Jaime Chiang quién despliega estrategias mediáticas para que sus estudios pudieran aparecer en distintos ámbitos públicos “Cuando se comenzó con este trabajo no aparecía nada, pero la prensa y la ayuda que me prestó fue importante, estábamos constantemente en contacto contándole los planes y los resultados”8. J. Chiang (Entrevista) (2012, 16 de Mayo)

4. Toma de decisiones4.1. Empresas y Gobierno: Rechazo a la inclusión de las organizaciones de la sociedad civil. En paralelo al plan de desarrollo alternativo preparado por el Comité de Defensa del Medio Ambiente y enviado como propuesta al Ministro de Minería el 20 de marzo del año 1991, el gobierno local firma un protocolo de acuerdo con Chilgener y ENAMI para proponer un plan de descontaminación. Este Plan de Descontaminación de Ventanas (PAV) es aproba-do finalmente en marzo de 1993, sin incluir en su elaboración a representantes de la comuni-dad. Contempla una reducción gradual de las emisiones con plazo final en 1999, en la mate-rialización de inversiones tendientes a lo anterior, y en la instalación de una red permanente de monitoreo de la calidad del aire9. (PAV, 1994). Resulta relevante subrayar el hecho de que hasta el momento las centrales termoeléctricas habían tenido poca mención; la mayoría de las demandas por contaminación iban contra ENAMI. Sin embargo en el año 1993 cuando se firma el PAV son dos las empresas implicadas, que además son las más grandes de la zona; ENAMI y Chilgener. Esto no es del todo obvio, ya que en 1987 tras la modificación del plan regulador (decreto 116), empiezan a llegar más empresas contaminantes y de características tóxicas y peligrosas a la zona, tales como Oxiquim, Gasmar, Moliendas de Cementos, ENAP, entre otras10. Este decreto ratifica el camino de dependencia que ha seguido la comuna como

8 No se encontraron todos los archivos de prensa a los que Chiang hacía referencia. Solo hallamos el artículo de APSI del 18-12/6/1989 (Ver Anexo Prensa).9 Esta red de monitoreo ya había sido instalada por las empresas en el año 1991, pero el año 1993 se amplía a pedido de la auto-ridad. Abrigo Bilbao, D. & Veas Basso, C. (2011) Desintegración social en Las Ventanas, las empresas y su efecto en la comunidad Seminario para optar al título de Periodista, USACH.10 Para mayor información ver Abrigo Bilbao, D. & Veas Basso, C. (2011) Desintegración social en Las Ventanas, las empresas y su efecto en la comunidad.

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lugar de sacrificio en pos del desarrollo industrial centralizado del país. Con la puesta en marcha del PAV se deja, una vez más, fuera a las agrupaciones locales de la toma de decisiones. El “plan de desarrollo alternativo” pasa al olvido y la comunidad es relegada a“… formular a las empresas peticiones de “colaboraciones” que, sin embargo, debían estar lo más alejadas posible del tema de fondo, la contaminación, y definitivamente excluyendo el tema de las compensaciones. “ (Sabatini, 1996) Esto lleva a un paro de actividades y luego a la disolución de la Junta de Adelanto y el Círculo de Agricultores (cuyos miembros también participado activamente del Comité por la Defensa del Medio Ambiente). No han logrado ser actores que negocian activamente lo que sucede en su propia comuna, permanecen como grupos sociales afectados y, ahora, desorga-nizados.

PERIODO 4 (2005-2012) El CIV como Controversia: la sociedad civil alza la voz

Es en este período cuando surgen las distintas controversias, las cuales se caracteri-zan por la falta de consenso y la disputa por imponer diversas tematizaciones en torno a un asunto. Es en este sentido que el eje analítico de tematización deja de existir de modo uní-voco, siendo esta ausencia de tematización única la que marca el comienzo del período. La controversia en torno a Rivox expresa un quiebre con la etapa anterior, esto se debe a que por primera vez aparecen actores provenientes de un sector hasta entonces relegado de la toma de decisiones, la sociedad civil. Esto es lo que permite que surjan controversias en torno al CIV, ya que son estos actores los que entran con nuevas definiciones y estrategias para impo-nerlas, desestabilizando el modo en que se tomaban las decisiones.

1.Contexto1.1 Distribución de experticia en las organizaciones de la zona Ha ocurrido una distribución de experticias en la sociedad civil. Aparecen distintas or-ganizaciones que, por alguna razón u otra, se interesan en el tema medio ambiental. Estas se contactan entre sí, formando alianzas, las que permiten contrapesar las decisiones tomadas por las empresas“…entendíamos que tenia que ser algo en común con otras organizaciones del lugar... Nosotros llevamos 10 años trabajando y son puras capacidades profesionales, la fuerza esta en sus capacidades técnicas, por eso se pudo abordar el territorio…” Ricardo Co-rrea (Entrevista) (2012, 16 de mayo)

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1.2 Medios de Comunicación y Organización de masas Cabe destacar el rol que pasan a jugar las nuevas redes sociales en los procesos de tra-ducción que emprenden las organizaciones ambientales de Puchuncaví. Denominaremos a estas redes medios de comunicación y organización de masas; ya que a través de esto enrolan adeptos, dan a conocer sus ideas y organizan sus movilizaciones y estrategias. Como plantea Ricardo Correa de Chinchimén: “…entonces no teni nada que ir a hacer con el alcalde ni con el seremi, o llegai donde el ministro o estai perdido, pa que te escuchen teni que gritar por Twitter…” Ricardo Correa (Entrevista) (2012, 16 de mayo). Aparecen también páginas web como Wikileaks, en la que se sube información que se ha “colado” proveniente de los distintos gobiernos y su proceso de toma de decisiones para ser examinada por la comunidad global. A su vez ocurre un aumento explosivo de la información producida por los medios de prensa escrita en torno al CIV con respecto de los años anteriores. Esto puede explicarse en parte a partir del advenimiento de la sociedad de la información

2. Las Controversias Es en torno a la locación del depósito Rivox, de la empresa Oxiquim, en que los gru-pos afectados por la contaminación, aparecen como actores de una controversia que no sólo piden negociar, sino que se organizan e imponen sus posturas estratégicamente, formando parte de una negociación continua que involucra un proceso performativo de enmarcamien-to (framing) en el cual se intenta crear una realidad deseada a través del orden gradual y de la materialización de redes relevantes. Existen distintos grupos dentro de la comunidad de Puchuncaví que tienen distintos intereses, y que generan alianzas estratégicas de acuerdo a la propia contingencia para lograr sus objetivos. A su vez, estos actores aunque son capaces de entrar en un proceso de negociación con el gobierno y las empresas, no tienen el mismo peso al momento de la toma de decisiones. Esto se hace notar en controversias tales como el caso de la instalación de una nueva termoeléctrica de Campiche (2009), y de la intoxicación de alumnos de la escuela de La Greda (2011).

CONCLUSIONES1. Decisiones del gobierno y las empresas en torno al CIV: un camino de dependencia Desde su inauguración, el CIV fue proyectado como un polo de desarrollo industrial en expansión en la región. De esto modo, ya había un caminado trazado que condicionaría el uso de este espacio a posteriori. El gobierno y las empresas operan con una lógica de camino de dependencia, y son las organizaciones de la sociedad civil quienes deben enfrentarse a este. De hecho la lucha medio ambiental en la zona se puede conceptualizar como una lucha contra el peso de decisiones que fueron tomadas hace mucho tiempo, y que se han seguido tomando

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y ratificando durante más de 50 años.

2. Construcción social de un artefacto (CIV): De distribución de riquezas a distribución de riesgos Se aprecia cómo ha ido cambiando el modo en que se ha tematizado el CIV en la pren-sa, de progreso a fuente de riesgos en torno a la que se hace necesario tomar decisiones. Esto denota un cambio en la interpretación que se hace de una tecnología la cual se va construyen-do socialmente y es influida por el contexto histórico en donde se encuentran los grupos so-ciales que tematizan, el cual aporte el horizonte interpretativo de un fenómeno. Observamos un proceso en el que se ha pasado de una lucha por la obtención de los beneficios aparejados al CIV, a una lucha por la correcta distribución y dosificación de los riesgos que conllevan un centro industrial de tal magnitud. 3. Proceso de aparición de controversias: la transformación de las organizaciones de la sociedad civil en actores Un problema es sólo tal cuando un grupo socialmente relevante lo define de ese modo y es capaz de actuar para imponer sus definiciones. En el transcurso histórico del CIV, obser-vamos el proceso mediante el cual un grupo que tenía un problema y lo definía como tal, pero no era relevante en la toma de decisiones al respecto, ni podía entrar a negociar; pasa a tener las herramientas necesarias para poder entrar a definir un problema y generar controversia. Esto se debe a diversas razones, entre ellas pues estos individuos no tenían el conocimiento experto necesario, tanto científico como jurídico, para conocer el modo en que las negocia-ciones y estrategias se llevaban a cabo en la toma de decisiones. Por otro lado no existían las condiciones materiales ni contextuales que permitían tanto la problematización de la temá-tica ambiental como la creación de instancias en que las organizaciones de la sociedad civil puedan expresarse y participar de las negociaciones. La vuelta de la democracia y la libertad de prensa y expresión que esta conlleva, unida a una política estatal de regulación e institu-cionalización ambiental, abre espacios para que el tema medio ambiental sea discutido en la esfera pública. A esto se suma el marco socio técnico que surge con la aparición de los medios de comunicación y organización de masas, que da instrumentos para que estos grupos apa-rezcan y actúen. Esto da cuenta de la potencia política de las controversias del conocimiento que importan en el ensamblaje de uniones y capacidades políticas. (Landström & Whatmore, 2011)4. Lo que causa controversia no es solo la contaminación sino que la toma de decisio-nes en torno a la planificación del CIV. Hoy existe consenso en torno a que hay contaminación y que esta proviene del operar

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de las industrias del CIV en la zona. Pero los temas que generan controversia están relaciona-dos al modo en que se toman y se han ido tomando las decisiones en relación a la planificación del CIV, las cuales históricamente han dejado afuera a la comunidad. Gracias a los procesos anteriormente nombrados, esta hoy alza la voz y si bien no siempre triunfa, al menos genera controversia lo que visibiliza el conflicto.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Bastian Hoffmann*

Resumen

IRRUPCIÓN Y PROBLEMÁTICA MAPUCHE EN LA HISTORIOGRA-FÍA CHILENA DEL SIGLO XX

La Historiografía chilena del siglo XX ha generado una amplia producción aca-démica e intelectual sobre el mapuche, quienes se han constituido como un suje-to histórico importante. Los textos historiográficos en su mayoría hablan desde el saber académico y desde historiadores no mapuche, que sitúan al indígena dentro de problemáticas más amplias, como la formación de la nación chilena, de la cultura nacional y en función de las trabas y obstáculos de la modernidad y el desarrollo económico nacional. Es así que los mapuches han sido caracte-rizados de distintas maneras: como héroes, sujetos de resistencia y rebeldía so-cial, y como víctimas de la pacificación de la Araucanía a fines del siglo XIX. En las producciones más recientes, aparece como sujeto organizado y defensor de sus derechos frente al Estado y la sociedad winka.

Palabras clave: Historiografía, Mapuche, Estado, Historiadores,

* Licenciado en Historia y estudiante de magíster de Pensamiento Contemporáneo de la Universidad Diego Portales.

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Afines del siglo XIX, con la Guerra del Pacifico y el proceso de pacificación de la Arau-canía, se logró la anexión de nuevos territorios y como consecuencia, el comienzo de una nueva era económica. La capacidad de conquista del Estado permitió la expan-

sión de las fronteras en el norte del país, adquiriendo territorios ricos en salitre que lograron proporcionar más del cincuenta por ciento de los ingresos fiscales; asimismo, en la zona sur, se logró el control de terrenos fructíferos para la agricultura, la seguridad de los procesos de colonización y la reanudación permanente de los negocios de la burguesía de la época, puesta en peligro entonces, de alguna manera, por los pueblos originarios de la zona. Debido a la gran riqueza que proporcionaron los nuevos territorios anexados, se trans-formaron en la base fundamental de la acumulación capitalista chilena según Luis Vítale1; de esta manera, se consolidaba y expandía el Estado, junto con ello, los recursos obtenidos por la venta de salitre, permitieron una mayor inversión a nivel social en el país. En este período, la zona del norte grande no será la única en ser incorporada al territorio nacional, también en los territorios del sur del país se vivirá un acontecimiento similar; sin embargo, se le llamará guerra, sino pacificación de la Araucanía y, según las investigaciones realizadas, podemos llegar a un acuerdo que el gran motivo de las expansiones se fundamenta, en los intereses económicos sobre los terrenos conquistados.

“El hecho de que Chile alcanzara, en la segunda mitad del siglo XIX, su fisionomía terri-torial definitiva, hizo que la incorporación real de las nuevas regiones del norte y sur del país se transformara en una necesidad imperiosa. Este proceso de afiatamiento no sólo involucró al territorio sino también a su población, pues en la práctica comprendió a los nuevos segmentos sociales emergidos a partir de la diversificación socioeconómica ocu-rrida en la época” (CORREA, 2001).

A nivel mundial, la anexión de nuevos territorios, tanto política como físicamente, era cosa común –Chile es un caso más de tantos–. En Europa, la etapa entre 1875-1914 se cono-

1La acumulación capitalista comenzaría desde 1880 con la explotación del salitre en las pampas de los nuevos territorios conquista-dos por motivo de la Guerra del Pacífico (1879-1883). De esta manera, se tuvo control total de las tierras explotadas por el valioso mineral, que provocó el proceso de modernización tanto del Estado-nación como de la sociedad, debido a la infraestructura cons-truida desde el norte hasta el sur del país, siendo el ferrocarril el símbolo de modernidad dentro del territorio. La comunicación por este medio de transporte se expandió de norte a sur, debido a la inversión británica que produjo la apertura de los mercados hacia Europa y también la incorporación del extranjero a la estructura oligárquica del país. Por último, es necesario señalar que después de la Guerra del Pacífico la expansión de las fronteras era necesaria para el Estado, así que las tropas que lucharon en la guerra fueron enviadas hacia el sur del país al mando del coronel Cornelio Saavedra para recuperar el territorio ocupado por los indígenas que no permitían el progreso del país al no explotar sus tierras de manera eficiente entonces la zona sur se observa como una zona fructífera que se encuentra perdida en las mano de aborígenes. La expansión del territorio en el norte del país desencadenó la expansión en la zona sur, si el problema en el norte correspondía a los impuestos a las fábricas, en la zona sur, consistía en la presencia mapuche y sus conflictos con la burguesía, además de los extranjeros ubicados cerca de esas zonas. Para mayor información sobre el proceso de acumulación capitalista.

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ce como la era del imperio2. Uno de los países con mayor capacidad de conquista fue Gran Bretaña. No se puede negar que en ese entonces la división de tierras a nivel mundial se ha-cía desde una perspectiva económica. En consecuencia, las prácticas económicas y políticas de las grandes naciones de este período contribuyeron a futuras rivalidades principalmente ocasionadas por el interés sobre los recursos naturales proporcionados por los territorios colonizados. Es necesario considerar que a esto se suma el período de consolidación de las naciones mediante el status de potencias mundiales, a costa de naciones más débiles, las cua-les no poseían el desarrollo ni la modernización de sus instituciones, ni avances en ciencias y tecnologías. Una de las características principales del Estado se relaciona con la capacidad de con-quista de nuevos territorios, puesto que la expansión de las fronteras es congruente con la ampliación del aparato estatal, mediante el aumento de las instituciones que velan por el control y orden dentro de los marcos territoriales. De esta manera, se contribuirá tanto a la seguridad de las negociaciones y la prosperidad de un mercado interno, como al aumento y fortalecimiento de la burguesía estatal y comercial. La primera conformada, mayoritariamen-te, por funcionarios del gobierno que ayudarán a la solidificación del Estado en los nuevos territorios conquistados y, la segunda, por familias adineradas.

“Una aprobada capacidad de conquista. No hay como ser un pueblo imperial para hacer que una población sea consciente de su existencia colectiva como tal (…) además, para el siglo XIX la conquista proporcionaba la prueba darwiniana del éxito evolucionista como especie social” (HOBSBAWN, 2000)

La expansión de territorio –directamente relacionados a la ampliación del Estado– en otros países de Latinoamérica no se realizó en gran medida, causa de las luchas entre nacio-nes (como es el caso de la guerra de la Triple Alianza contra Paraguay o la Guerra del Chaco protagonizada por Bolivia y Paraguay) sino, más bien, por la lucha contra el enemigo interno, es decir, la lucha contra el indígena, como son los casos de México, Argentina, Perú y Ecuador. En Chile, la crisis económica de 1857 sería la causante de los primeros discursos in-tegracionistas y de los llamados a ser soberano en todo el territorio nacional. El proceso de

2 A fines del siglo XIX, se produce la era del imperio por la gran cantidad de colonias por parte de las grandes naciones europeas que se disputan el territorio mundial, por las materias primas que poseen los lugares colonizados. Además, el sistema económico de estos países los obliga a expandirse cada vez más, hasta el punto de ocasionar tensiones entre las naciones por el proceso de conquista. Este período tendrá su final con el comienzo de la primera guerra mundial que acabará con grandes consecuencias humanas, así como también terminará con todo modelo imperial impuesto en el siglo XIX. Para mayor comprensión del período véase: HOBSBAWM, Eric. La era del imperio. 1875-1914. Buenos Aires: Crítica, 1998.3 Las características de un Estado serían tres, la primera se refiere a la capacidad de conquista, ya explicada en la cita del párrafo. Las otras dos características tienen relación a una tradición histórica entre el Estado y la comunidad que logrará a lo largo del tiem-po, establecer una relación que permitirá exigir a sus ciudadanos acciones en defensa del Estado. La segunda, hace relación con poseer una lengua vernácula incorporada por una elite que gobernara el Estado-nación.

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expansión de la frontera no sólo se llevó a cabo en el norte del país, sino también en la zona sur, con el fin de alcanzar el tan anhelado desarrollo capitalista por parte de los grupos eco-nómicos dominantes que, en su mayoría, corresponde a los sectores adinerados que poseían haciendas y veían peligrar sus negocios e intereses en los terrenos del sur de Chile. Para ello, se realizó un completo mecanismo de deslegitimación hacia el indígena desde mitad del siglo XIX hacia adelante.

1.2 Exclusión nacional La expansión de las fronteras territoriales de fines del siglo XIX produjo que, durante los períodos previos y posteriores a la conquista, se reorganizaran, dispersaran o segregaran los habitantes que vivían en los nuevos terrenos incorporados. En la zona sur, la mayoría de los habitantes eran indígenas, específicamente mapuche, lo que implicó no reconocerlos como pueblo, hasta hoy día.

“Las intenciones del Estado a medida que pasaba el tiempo cobraban mayor fuerza, más temprano que tarde había que acabar con las dos naciones que se creía que existían en Chile, una civilizada, bárbara la otra. Por eso parecía evidente y necesario que la primera invadiera a la segunda” (GAZMURI ET, AL, 2005).4

Los mapuches fueron excluidos del discurso nacional, por no representar el camino que la nación deseaba tomar bajo el influjo de las lógicas capitalistas y sus agentes económi-cos –inversionistas británicos, burguesía nacional y el Estado–. Al pasar las primeras décadas del siglo XX, los sectores dominantes ejercieron una violencia inusitada mediante diversas formas: expropiación de terrenos, el quiebre de relaciones económicas en la frontera y la implementación de la fuerza en las zonas conflictivas, provocando, en los años posteriores, la construcción de las características culturales del mapuche, que consisten en una viva con-

4 La invasión por parte de la civilización a la barbarie es una lucha universal dada por el pensamiento positivista con rasgos bio-logicistas de la época. El darwinismo traspasará las áreas biológicas para penetrar el área social, dominando el pensamiento de la mayoría de los intelectuales de la época. Uno de los tantos casos en nuestro territorio será Francisco Encina, Nicolás Palacios, entre otros, quienes argumentan en favor de la civilización por las capacidades biológicas del blanco, en contraposición a negros e indígenas. Al otro lado de la cordillera, se dará un proceso similar a la pacificación de la Araucanía llamado la Guerra del Desierto en la Patagonia, por el general Rosas. Algunos intelectuales como Ramos Mejía e Ingenieros propusieron la población o la mezcla entre razas con inmigrantes europeos de distintas partes como: italianos, españoles, franceses, rusos entre otros. siendo omitidos los indígenas del sur del país, por su cultura no desarrollada y decadencia mental. Para observar los proyectos conservadores y liberales y otros de la historia de Chile.5 José Bengoa indica que la violencia ejercida por parte del Estado y su conjunto hacia el mapuche en las primeras décadas del siglo XX, determinará las características culturales del pueblo mapuche, convirtiéndola en una cultura de resistencia. Junto con ello, y su relación con la sociedad chilena será desconfiada en todas y cada una de sus manifestaciones; cada mapuche en particular conoce-rá, y se hará rápidamente parte de su cultura, que la relación con el blanco es siempre peligrosa, asimétrica, engañosa, fuente de robos y violencia. De esta manera, la cultura mapuche será de resistencia para sobrevivir en términos físicos, psíquicos, sociales. La resistencia se da para sobrevivir en el sentido literal de la palabra, a lo largo del siglo XX y hasta nuestros días estas características definen al pueblo mapuche en su relación con la sociedad chilena en general.

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ciencia de persecución, discriminación y violencia arbitraria en los días de hoy5. Entre 1883 y 1920 se lleva a cabo la usurpación de terrenos mapuche, situación que, posteriormente, será el motivo principal de lucha. Este acto se configura como él o uno de los formadores de conciencia e identidad étnica a lo largo del siglo XX. Desde una interpre-tación marxista, se indica que el despojo de tierras se reforzó con el pretexto de expandir la denominada “frontera interior”. Este proceso se condujo en varios países y exterminó varias nacionalidades originarias de nuestra tierra, al mismo tiempo que se acentuaba el fenómeno de transculturación, aculturización y la migración de millones de indígenas a las ciudades en crecimiento (VITALE, 2001). La expropiación de territorios en la zona sur del país se llevó a cabo mediante reduc-ciones de hectáreas que dividieron a las comunidades indígenas, estas prácticas se profun-dizaron con la puesta en marcha de la Ley Indígena de 1927 que inició el otorgamiento legal de títulos de merced promoviendo la propiedad privada. De esta manera, de 10 millones de hectáreas que aproximadamente corresponden a las regiones del sur que habitaban los ma-puche, el Estado les cedió unas 500 mil y los dejó ocupando otro tanto en Osorno y Valdivia, sin protección legal alguna (BENGOA, 2002). La consolidación de los territorios y la demarcación de las fronteras no comprometen la soberanía de los Estados, por lo tanto, no se pone en peligro la seguridad nacional, tan im-portante para el Estado chileno, evitando guerras como las ocurridas con anterioridad. Junto con ello, la necesidad de incorporar el territorio mapuche a la economía capitalista, provocó acciones violentas que produjeron la usurpación de terrenos a familias indígenas en la zona sur: éstas eran violentadas y despojadas de sus terrenos. Existe una serie de casos que datan desde 1911 hasta 1930 sobre estos sucesos; además, se estima que unas 165 mil hectáreas fueron usurpadas por el Estado sin contar las hectáreas ya obtenidas en la pacificación de la Araucanía. El objetivo del Estado era terminar con la cultura y visión de vida del mapuche sobre la tierra, que consiste en la posesión de tierras de manera colectiva, que derivan en prácticas comunitarias. Pero al erradicar la obtención de tierras de forma comunal y pasar a una es-tructura de obtención de tierras individual, se logró desarticular las relaciones entre los su-jetos y romper con las ideas prístinas de la cultura mapuche. Por lo tanto, al fracturar la con-cepción de vida (en función a la tierra) y desarticular el tejido social, se trató de incluir o más bien, homogeneizar al indígena como uno más de la nación chilena, al incorporarlo dentro de la mecánica estatal y economía capitalista como un vendedor de artesanías o agricultor, mas no como un sujeto con historia, cultura y lengua distinta dentro del territorio nacional. Las primeras décadas del siglo XX responden a lógicas de consolidación y determina-ción tanto en el plano privado como público, es así que la importancia de consolidar geopo-

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líticamente el país sobrepasa toda otra necesidad. Llamar frontera la zona sur del territorio nacional será un primer indicio de consagración de los límites de la nación, delimitando lo que se es y no se es. De esta manera, habrá una confrontación con el pueblo mapuche que a principios de siglo pondrá en peligro el desarrollo del país –según la historiografía conserva-dora–. La necesidad de querer deslegitimar a los indígenas será central para los intereses de la burguesía y el Estado, por lo cual comenzará una naturalización del individuo, correspon-diente al etiquetado de los indígenas como bárbaros, en contraposición al modelo de nación que se pretende construir. La labor de invisibilización del indígena, fue transversal a la postura política de los individuos tanto liberales como conservadores de la primera mitad del siglo XX. El sector li-beral ponía resistencia a la muerte de mapuches en la zona sur, pero la idea-fuerza de moder-nización se debía llevar a cabo sí o sí, pese al conflicto entre los ideales de libertad individual y progreso. En este caso, tendría que llevarse a cabo el progreso económico, en desmedro de los pueblos originarios; además, para imponer el nuevo orden, la modernidad exigía no ne-cesariamente la muerte física, pero sí al menos la muerte cultural del indígena (SALAZAR Y PINTO, 1999). Las consecuencias del conflicto entre mapuche y Estado en el siglo XX se proyecta-ron en las reiterativas reducciones y erradicaciones de tierras por parte del Estado, lo que provocó un proceso de campesinización forzoso para los mapuches, disgregando a cientos de comunidades y cambiando las estructuras de la cultura mapuche desarrollada por miles de años “la sociedad se campenizo y asumió el hecho de vivir como campesinos pobres. Se establecieron sistemas de herencia de tierras siguiendo la tradición patrilineal y patrilocal, lo cual permitía mantener la continuidad familiar sobre los terrenos de cultivo” (Op. Cit, 2002). Las reiteradas divisiones de terreno no lograron el objetivo de destruir la cultura mapuche, más bien mostraron la capacidad de adaptabilidad y resistencia de esa cultura, de ahí que se produciría un ensimismamiento cultural6 para resguardar las pocas posesiones –de los cua-les, la más importante es la tierra– de los que eran dueños los miembros de las comunidades indígenas de la zona sur.

6 Sobre el tema de introversión cultural, podemos indicar que este cierre en sí mismo de la sociedad mapuche, produjo que se desarrollara una cultura de resistencia durante todo el siglo XX. El espacio donde se llevará a cabo será en la comunidad de origen reduccional, en donde se establece el límite con la sociedad huinca. Es el espacio material de la resistencia cultural, lo que quedó del territorio. Son espacios cercados por fundos, haciendas, propiedades de colonos; pero son espacios territoriales propios. Dejando atrás la sociedad mapuche del siglo pasado, abierta a todos los cambios, a las influencias, a las costumbres etc. Algunos textos que exponen el tema son: FOERSTER, Rolf y MONTECINOS, Sonia. Organizaciones, líderes y contiendas mapuches. Santiago: CEM, 1998. BENGOA, José. La memoria olvidada. Historia de los pueblos indígenas de Chile. Santiago: Publicaciones del Bicente-nario, 2004.7 Para un análisis detallado, en donde el Estado chileno ha sido el principal actor y responsable de las políticas que se han desarro-llado en torno a la sociedad mapuche, siendo estas acciones el origen de la situación actual. Véase en: BENGOA, José. Historia de un conflicto. El Estado y los mapuches en el siglo XX. Santiago, Planeta Ariel, 1999.

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El actor vencedor, activo y responsable fue, es y será el Estado chileno7, gracias a las po-líticas desarrolladas en torno a la sociedad mapuche. La política de colonización y reparto de tierras que el Estado aplicó, responde a un acto maquiavélico de “dividir para reinar”. De esta manera, las acciones que ocurren hoy en día tienen su origen en acciones pasadas que han bloqueado la participación libre del mapuche y asimismo, su espacio en el escenario social de Chile, mediante la segregación y división de las comunidades. Así, todo acto de articulación mapuche con respecto al ámbito económico fue desarmado, por el Estado, mediante más re-ducciones o simplemente la violencia, con el fin de mantener el control por medio del cierre de pasos fronterizos y la vigilancia de cada transacción dentro de la zona. Las prácticas de usurpación de tierras y erradicación del mapuche, en pos de los in-tereses económicos del Estado y sus agentes económicos, fueron criticadas por la izquierda chilena (PC) el día dos de febrero de 1927 (en la cámara de diputados) cuando comenzó la discusión sobre “radicación de indígenas”, pues para los comunistas –En palabras de Sama-niego– en el 27, los mapuche constituyen una “minoría nacional”; en tanto “tribus aboríge-nes”, la sociedad y el Estado de Chile debiera garantizarles territorios y el ejercicio de formas de “autonomía” (SAMANIEGO, 2005). La incorporación indígena por los sectores de izquierda apunta a resaltar la identidad mestiza del latinoamericano, apoyando a las etnias indígenas explotadas y rechazadas por los proyectos de nación que buscan el desarrollo económico, social y político de los países de América. La incorporación del indígena como parte del proyecto político refleja a un nuevo su-jeto histórico, en la lucha contra la desigualdad de los estados capitalistas, así el indígena sería un constructor, un nuevo proletario en la historia universal. De esta manera, ya no sólo lucharía desde los márgenes territoriales, sino también desde un grupo organizado con otros actores sociales en contra del enemigo común. El socialismo incorporaría al indígena en la lucha, pero no en toda su dimensión, ya que las ideologías que conocemos se dan dentro de lo civilizado, por ende toda cultura que se basa en rituales u otros actos que no responden a la razón debe ser rechazada; uno de los elementos no integrados es el ethos identitario que refleja la identidad étnica como indígena, que tensiona la conformación del proletariado, en tanto sujeto colectivo compuesto por todo grupo explotado. Aún así, existen algunos elementos identitarias que se rescatan, como por ejemplo la solidaridad que se practica al interior de las comunidades. Al mismo tiempo las prácticas básicas del mundo indígena son rechazadas incluso por el socialismo que desea la adhesión de sujetos indios, pero no acepta su diferenciación étnica de los nuevos grupos.En el período de dictadura militar (1973-1989) todo movimiento fue desarticulado, incluido el indígena. La penetración de la dictadura en el mundo mapuche se puede exponer en dos períodos. El primero (con resabios de una cultura estatista) se extiende desde 1973 a 1982,

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período en el cual los indígenas fueron absorbidos en un esfuerzo estatal que imponía su adaptación al modelo que propulsaba el régimen militar. El segundo se extiende entre 1982 y 1989, y se caracteriza por un marcado “alejamiento de la cultura estatista” que hasta ese momento había primado en dictadura, lo que significa, junto con el retiro del Estado, que gran parte de las demandas mapuche deban ser canalizadas a través de organismos no gu-bernamentales. Las primeras acciones se concretarían alrededor de 1979 con la creación de algunos decretos, los cuales modificará alrededor de medio millón de hectáreas, provocando divisiones de territorio, violaciones a territorios sagrados y no respetando pastizales entre otras consecuencias. La reducción de los territorios sumado al aumento de la población, provocó el des-contento y la rearticulación de los movimientos sociales, los que a principios de los ochenta respondían a una demanda en común –tierras–. Las movilizaciones reivindicatorias se exten-dieron hasta la explosión social de 1983, que no sólo expresó el descontento del sector indí-gena, sino también, el de toda una sociedad mutilada y fragmentada por medio de la violencia física; panorama que se replicaba en el ámbito social y económico. Las movilizaciones mapu-ches fueron trascendentales mientras hubo un objetivo en común, pero, al pasar el tiempo, las diferentes perspectivas de cada grupo indígena terminaron por debilitar el movimiento, ya que algunos sectores formaban parte de partidos políticos que promulgaban discursos de clase y no un discurso de reivindicación étnica. En 1990, con la vuelta a la democracia, el escenario se presenta auspicioso para las reivindicaciones indígenas, la administración del presidente Patricio Aylwin conforma mesas de conversación como también informes en busca de la “verdad histórica”. Aún así, la estruc-tura del Estado-nación (homogeneización, soberanía, racionalidad) se mantuvieron en los acuerdos y desacuerdos en relación a los nuevos debates dentro de América Latina sobre el indígena, como es el convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales de países independientes, agregamos los debates sobre derechos indígenas que se discuten en los or-ganismos de las Naciones Unidas. Sobre el convenio 169, podemos decir que consiste en atri-buir el carácter de pueblo a grupos indígenas, es decir, características de nación; en cambio, el segundo discute sobre temas de autodeterminación de los pueblos. Estos dos documentos presentan resquemores dentro de la clase política chilena, es así como en 1992 se rechazó en el congreso el convenio 169 de la OIT. En las últimas décadas del siglo XX y en la actualidad, las relaciones entre el Estado y el mapuche han estado marcadas por la predominancia de las lógicas del Estado-nación. La violencia desatada por parte de la sociedad winka hacia los mapuche, en este último año ha sido correspondida con violencia desde los sectores afectados, acosados por la fuerza policial que busca responsables por tomas de terrenos y otras acciones. Últimamente, la imagen del

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mapuche ha variado radicalmente: si a comienzos de los noventa (con la vuelta a la democra-cia) deseaba mantener una buena relación mediante alianzas con los sectores políticos en el gobierno, hoy esas alianzas se encuentran rotas por el incumplimiento de ciertos tratos por el bajo nivel de compromiso de la clase política en general. En estas últimas décadas no podemos negar un cambio de escenario: “Desde hace ya dos décadas, los mapuche han iniciado un nuevo ciclo de movilizaciones donde las tensio-nes entre sus distintos niveles de auto reconocimiento –campesino, étnico y/o etnonacio-nal– puede contribuir a crear las condiciones para un nuevo escenario étnico muy alejado del que dominó en el siglo veinte” (FOERSTER, 2001). Además, debemos destacar el proceso de consolidación de una identidad de resistencia forjada por las relaciones con el Estado, a lo largo del siglo XX, que ha permitido la creación de una identidad histórica, en la cual el ámbi-to político destaca por sobre otros “la construcción de una política de identidad sólo puede estar situada en la historia. La historia de las relaciones del Estado de Chile y los mapuche es una secuencia compleja de políticas de presión” (SAMANIEGO, 2007). Los procesos de forjamiento de identidad mapuche se dan en la historia, pero no sólo son parte de la etapa republicana de la historia en Chile, de modo similar ocurrió en la etapa colonial: en el siglo XVIII aparece por primera vez el mapuche como sujeto verbal, gracias al misionero Jesuita José Luis Febrés que lo consigna en su diccionario, iniciando una auto de-nominación de los indígenas que habitan en el centro-sur de Chile, forjando la aparición de esta nueva entidad e identidad étnica, la cual debe ser interpretada como el resultado tanto de un proceso de etnogénesis como de etnificación (BOCCARA, 1999). Se dice proceso de et-nogénesis porque los mapuches son el resultado de una dinámica socio-histórica específica. De modo similar, se dice proceso de etnificación porque la naturaleza de los métodos em-pleados por los agentes del Estado colonial produjeron un efecto tanto sobre las estructuras objetivas de los grupos indígenas (su economía y organización sociopolítica) como sobre las estructuras cognitivas de los individuos y colectividades. Por lo tanto, podemos indicar que los procesos de reformulación de identidad están a cargo de las instituciones gubernamen-tales de los distintos períodos, los cuales serán responsables directos de las identidades del siglo XIX y XX. Finalmente, presenciamos un dinamismo en los estudios sobre los mapuches, pues el material académico producido no sólo es desde el historiador no mapuche, sino también desde académicos mapuche ligados a una comunidad, organizaciones activas o militancia de-clarada y se han encargado de debatir las premisas elaboradas durante décadas anteriores, abriendo un nuevo espectro en el debate nacional.

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B) POLÍTICA E HISTORIOGRAFÍA.

1.1 Construcción del Estado-Nación. La construcción del Estado-nación se realiza a través de distintas coyunturas a lo lar-go de la historia de Chile, las cuales poseen una característica común: el uso de la violencia8. De manera que, esta característica es fundamental a la hora de pensar las construcciones sociales que emergen y se mantienen en la sociedad. El Estado, como todas las asociaciones políticas que históricamente han precedido, es una relación de dominación de hombres sobre hombres, que se sostiene por medio de la violencia legítima (WEBER, 2001). El orden no sólo se puede mantener a través de las configuraciones sociales que ma-nejan los individuos, es por ello que la violencia se transforma en una cualidad natural del Estado, el que sin ella no existiría9. La función de la cualidad natural es mantener un orden dentro de una comunidad humana tan heterogénea como son las naciones, de esta manera, con el paso del tiempo, se desarrollará una relación histórica entre el Estado y la comunidad, creando una característica única entre los habitantes de un mismo territorio que conforma-rán tradiciones. Cualidad que posteriormente dibujará una ficción real de homogeneidad so-bre los individuos. El hecho de construcción y reconstrucción del Estado chileno10 se debe relacionar ne-tamente a los sectores políticos que también forman parte de la intelectualidad de la sociedad chilena en las primeras décadas del siglo XX. Por esto mismo, no podemos olvidar las herra-mientas que ayudaron a consolidar el Estado, me refiero al papel que jugó la historia –desde sus dos dimensiones: historiografía e historiadores– como agente aglutinador y de exclusión, en ciertos períodos (históricos) de la historia de Chile.

8 El uso de la violencia en la construcción de nación y la gobernabilidad se focaliza en siete ciclos de la historia de Chile, (1750-1832; 1836-1860; 1865-1891; 1896-1907; 1908-1934; 1943-1973; 1978-1990) en los cuales desarrollan escenarios de violencia que marcan cada época. La relación entre ciclo y escenario de violencia son diferentes, ya que uno plantea una coyuntura, en cambio el otro es un acontecimiento de no más de 3 a 5 años. Para mayor información sobre esto véase el texto: SALAZAR, Gabriel, Violencia política popular en las grandes alamedas: La violencia en Chile 1947-1987 (una perspectiva histórico-popular). Santiago: LOM, 2006.9 Cita: Mediante una mirada histórica la asociación entre Estado y violencia corresponde a un acto que hace recordar un tiempo inmemorable, en que la violencia es un acto natural del Estado, mientras que desde una perspectiva sociológica, el Estado es defi-nible por referencia a un medio específico que él, como todas las asociaciones políticas, posee: La violencia física10 La construcción del Estado en Chile ha tenido diversas interpretaciones a lo largo del tiempo, una de ellas (parte primordial dentro de la historiografía de hoy en día) es la propuesta por Gabriel Salazar y Julio Pinto, que trata de componer una estructura de tiempo, la cual expresa coyunturas históricas que fortalecen la creación y construcción del Estado. Uno de estos períodos trata de la crisis del Estado Español, la construcción del Estado Oligárquico Liberal (1810-1920), la construcción del Estado Liberal De-mocrático (1920-1973) y el Estado Neoliberal (1973-1998). Los autores exponen lapsos de tiempo que ayudan a comprender de mejor manera la construcción, tendiendo este orden a una mejor comprensión y no a la simplificación del hecho. Por el contrario, la propuesta incorpora nuevos sujetos históricos como son la ciudadanía, la burocracia y los pueblos indígenas. Véase: SALAZAR, Gabriel; PINTO, Julio. Historia contemporánea de Chile.. Santiago, LOM, 1999. Vol. I Estado, legitimidad, ciudadanía.

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En América Latina, la disciplina histórica es clave para entender los procesos de ex-clusión e inclusión al indígena, ya que la modernidad11, paradigma que sostiene al Estado-nación, no incluyó a los grupos subalternos. La reflexión sobre el indígena de principios de siglo se manifiesta como una representación idealizada de las virtudes guerreras y de resis-tencia contra el Imperio español, pero al comenzar a consolidarse la nación en el continente, se invierte el sentido de la virtud, y pasan los indígenas a formar parte de la barbarie, carac-terística que debía ser eliminada para avanzar hacia el progreso anhelado. Los lazos históricos entre el Estado y la comunidad son mecanismos articulados por los funcionarios de la institución, uno de ellos es el historiador decimonónico y de principios del siglo XX, que se preocupa por el estudio del pasado y trabaja predominantemente como funcionario del Estado, pero de un Estado en gestación, es decir de un Estado que emerge de las cenizas del Imperio español (CANCINO, 2004).

1.2 En busca del alma nacional. Las propuestas o proyectos de la historiografía chilena manifestaron ideales para la conducción de la nación chilena. En las primeras décadas del siglo XX, el escenario social pa-recía auspicioso tras la expansión de las fronteras y los recursos que estos nuevos territorios otorgaban a la nación, pero las ganancias de la exportación salitrera, en su mayoría, se las llevaban los inversionistas extranjeros. La elite política no estaba a la altura de las circunstan-cias del proceso histórico del país, ya que no proporcionaba soluciones a las movilizaciones ciudadanas que demandaban mejoras en la calidad de vida. Las manifestaciones develaron una crisis de legitimidad de los gobernantes y una crítica por la extinción de lo nacional debi-do a la invasión extranjera y la ineficiencia del Estado, por lo que una corriente nacionalista elevaría la voz. En América Latina existe una realidad totalmente diferente a la de Europa, es por ello que se tuvo que modificar conceptualmente la idea de autoritarismo tradicionalista. Algu-nos de los intelectuales más influyentes de las tendencias autoritarias y tradicionalistas son Spengler y Carl Schmitt, quienes moldearon las ideas de los intelectuales conservadores en base a la noción de autoridad por parte del Estado, así como también de unidad nacional, al

11 Entendemos por modernidad al movimiento ideológico, cultural y civilizatorio que alcanzará su más alta expresión en el discurso de la filosofía de la Ilustración y de la Revolución francesa. Este movimiento que coloca al hombre, la razón y la ciencia en el centro, tenía sus raíces remotas en el Renacimiento y en la Reforma. En el contexto cultural latinoamericano el discurso tradición se refiere a dos matrices principales: las culturas precolombinas y la cultura hispánica. Véase: Pie de página del texto: CANCINO, Hugo. Los intelectuales Latinoamericanos entre la modernidad y la tradición siglos XIX y XX. España, AHILA-Iberoamericana - Vervuert, 2004. P. 9

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querer integrar nuevos sectores de la sociedad y mantener un orden para la búsqueda del alma nacional.

“Esta situación de profunda crisis política la que intenta ser controlada por esos antiguos y estos nuevos sectores dominantes de la economía y la sociedad, a través de este mé-lange aparentemente incoherente entre antiliberalismo, autoridad y sensibilidad social, por cuyo intermedio se buscan nuevas bases de apoyo en los mismos sectores sociales medios, atemorizados por la crisis, para una política que, hacia las clases populares, no puede ser ya la de la democracia y el consenso, sino de la autoridad” (RUIZ, 1977).

El pensamiento histórico de la escuela nacionalista –conservadora– compuesta por grandes pensadores, denominados las tres E12, adopta premisas sobre la idea de Chile como un ente único y espiritual, provisto con características irrepetibles y superiores a la indivi-dualidad de sus miembros, y portador de una suerte de “destino” histórico en cuya realiza-ción se juega su verdadero sentido de trascendencia (…) En algunos pasajes esta concepción se hundía en el terreno biológico, como cuando se atribuía a la excepcionalidad chilena, o al menos a la de su clase dirigente, un fundamento eminentemente racial (PINTO, 2006). Una de las principales características del pensamiento conservador, es la idea de orden natural correspondiente a un origen divino, el cual produce divisiones sociales, económicas, religiosas, etcétera. En consecuencia, la sociedad se jerarquizaría por estratos de poder; es así que el orden natural se replicaría en el orden político: la natural estructuración jerarquizada de la sociedad se correlaciona con una natural estructuración del orden político. Este orden se caracterizaría por el gobierno de las elites, esto es, de ciertas minorías selectas, únicas que dominarían el arte de gobernar (GAZMURI, ET AL, 2005). Las obras históricas de las primeras décadas del siglo XX poseen una marcada tenden-cia a resaltar una nación moral, con actores activos en su formación política, social y econó-mica, provenientes de la clase dirigente como el caso de la burguesía criolla. La interpretación conservadora es reconocida por su condición ensayística, que permitió una redacción fructí-fera sobre los temas de investigación. Es Francisco Encina quien indica que la historia debe proceder sin esquemas previos; no debe analizársela con ideas preconcebidas, con el propó-sito de confirmar una opinión ya formada. Muy por el contrario, es preciso que sólo a través de ella el historiador logre reflejar el espíritu del trozo de historia al que se refleje (ENCINA, 1983), en contraposición a la práctica histórica de fines del siglo XIX, promovida por Lasta-rria, Vicuña Mackenna, Barros Arana y Amunategui; pues estos practicaban el vicio común que trata de hacer encajar los hechos establecidos por la investigación en los esquemas, las

12 Cuando se menciona la letra “E”, es para referirse explícitamente a Francisco Encina, Alberto Edwards y Jaime Eyzaguirre.

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ideas y las creencias presentes del historiador: esa deformación de querer ver el pasado con los ojos del presente (Ibíd., 1983). El texto que marcó la interpretación conservadora de la primera mitad del siglo, por su capacidad interpretativa sobre la formación de la nación y su clase dirigente, es La Fronda Aristocrática de Alberto Edwards13, su interpretación ensayística resalta características racia-les y étnicas14 que permitieron la germinación de una clase fructífera, en contraposición a la clase dirigente del pasado. De esta manera, se indica que la clase aristocrática chilena fue una selección racial15. Las pautas entregadas por Encina tuvieron eco y fueron incorporadas por Jaime Eyzaguirre16 quien escribe que la nación chilena posee una profunda herencia hispa-nista, con un arraigado legado católico, tanto así, que sus obras dejan entrever un nulo legado de toda raíz aborigen en la formación de una cultura nacional (EYZAGUIRRE, 1992)17. Por último, el ideario conservador era parte de la búsqueda de un alma nacional y consolidar la nación, por lo que las fronteras del país son un punto clave para delimitar la so-beranía del Estado18. Es así, que el texto Breve historia de las fronteras de Chile de Eyzaguirre es un recopilatorio de las transformaciones de las fronteras por las diversas circunstancias de la historia, como es la Guerra del Pacífico, pero no hay mayor detalle sobre la modificación de la frontera en la zona sur del país, en donde desde fines del siglo XIX (con la pacificación de la Araucanía), se incorporaron nuevos territorios. En conclusión, podemos dilucidar que existe una omisión o silencio historiográfico entorno a un relato histórico de que enuncie las

13 Para profundizar en la vida y obra del autor. Véase: AYLWIN, Mariana. Et. al. Perspectivas de Alberto Edwards. Santiago: Ediciones Aconcagua. 1976.14 Cita: “El origen étnico y la formación de nuestra antigua clase dirigente explican de sobra sus características, que sólo en estos últimos tiempos han venido a debilitarse ante el cosmopolitismo invasor del nuevo siglo. Sus aptitudes económicas, sus virtudes domesticas y prácticas, su religiosidad independiente y puritana, su especial idiosincrasia en que se mezcla el buen sentido bur-gués con la soberbia aristocrática, la vigorosa cohesión de sus familias, sus cualidades y defectos como elemento de organización política, hicieron de ella un grupo social lleno de originalidad y vigor, único en la confusa historia del primer siglo de la América española independiente y que logró marcar con el sello de su genio al mismo pueblo viril que por tantos años dominara”. P. 19-2015 Cita: “El inmigrante del norte subió a las alturas en fuerza de sus aptitudes superiores, el del sur se hizo pueblo o clase media. Hubo un tiempo no lejano en que era tan raro encontrar un apellido vasco en la plebe como uno inglés o un alemán. En este sen-tido, la aristocracia chilena fue una selección racial”. 16 Para profundizar en la vida y obra del autor, véase: HANIS, Walter et. Al. Jaime Eyzaguirre, Historia y pensamiento. Santiago: Universitaria 1995.17 Cita: “Si historia es la sucesión consiente y colectiva de los hechos humanos, la de Chile sería inútil arrancarla de una vaga y frag-mentaria antecedencia aborigen, carente de movilidad creadora y vacía de sentido y horizontes. Chile se revela como un cuerpo total y se introduce en el dinamismo de las naciones al través del verbo imperial de España. Por eso la primera y más de una de las páginas siguientes de su vida serán páginas españolas, con todas las modalidades propias que se quiera, pero sin velar en esencia la fisonomía originaria”. P. 1418 Para lograr el propósito de consolidar la nación desde sus límites, se destaca el papel que jugó la geografía como disciplina de conocimiento, en el proceso de construcción de las ideas de nación en Chile, enfocado en las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX. La disciplina cooperó en la constitución de las naciones como entidades de existencia supuestamente real y objetiva, desprendiéndose, a su vez, dispositivos de inclusión y exclusión de sujetos respecto de la nacionalidad acorde a su reco-nocimiento a una pertenencia temporal histórica o bien a una expulsión hacia una naturaleza atávica fuera del tiempo cronológico y, consecuentemente, fuera de la calidad de nacionales. Para mayor información sobre el papel de la disciplina geográfica en el proceso de construcción de nación véase: FIGUEROA, Consuelo. Geografía en disputa. La construcción del Chile territorial. Revista 180. Agosto 2011, n°27, p. 10-13

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prácticas de usurpación, violencia, discriminación, etcétera; por parte de la tendencia histó-rica conservadora entorno al proceso de pacificación de la Araucanía. La búsqueda del alma nacional –entendiéndolo bajo las ideas de orden natural– deca-yeron pos década de los cuarenta, por las consecuencias de la segunda guerra mundial, pero no desaparecieron del escenario historiográfico de Chile, sino que sus ideas parecieran ser artífices de la visión histórica del desarrollo chileno que hoy es corriente entre la población del país que se estima con alguna inquietud de tipo cultural (De RAMON, 1976). Pero, a nivel académico e intelectual se mantuvo en bajo perfil hasta la dictadura militar de 1973.

1.3 La historiografía como medio de lucha. Los proyectos historiográficos nacionales de mediados de siglo serán influenciados por el contexto internacional, marcado por la Guerra Fría en el período de posguerra y la posterior polarización política del mundo. En el campo político, encontramos al bloque capi-talista y, en el otro, el bloque comunista; ambos polos competirán por la hegemonía mundial durante casi medio siglo. Además, debemos mencionar –dentro del contexto Latinoameri-cano– la revolución cubana, que ejerce un alto impacto a nivel mundial y se proclama como modelo a seguir por los países de Latinoamérica. Por último, en el plano nacional, ocurre la proscripción legal del partido comunista entre 1948 y 1958. En el plano nacional así como en el internacional se pueden apreciar cambios socia-les tales como una mayor democratización por parte de las instituciones y la irrupción de la clase media como principal articulador de la vida social dentro del mundo; al cambio de las estructuras cotidianas de la sociedad, debemos sumar la irrupción de una nueva tendencia historiográfica en Chile. El nuevo grupo se divide en dos vertientes: una relacionada directa-mente a lo político, denominada historiadores marxistas clásicos y, la otra, más suspicaz, pero con una preferencia política clara que desarrollará sus preferencias desde la academia. La perspectiva de los historiadores marxistas clásicos se expresa en el texto de Julio Jobet llamado Ensayo crítico del desarrollo económico-social de Chile, publicado por primera vez en 1951. Se expone una reflexión panorámica de la historia de Chile desde la independencia explicando y retratando los hechos desde las bases económicas y sociales del país, indicando claramente que el motor de la historia es la lucha de clases, al igual como lo decía Marx.

La base del desarrollo de la sociedad humana reside en la economía, o sea, la lucha que el hombre sostiene con la naturaleza por la existencia, de tal modo que la historia se halla movida por intereses materiales, es decir, por la necesidad que el hombre tiene de alimen-tación, vestido, vivienda, calefacción y herramientas. Y el motor de la historia es la lucha de

19 El énfasis es nuestro.

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las clases sociales, según el sitio que ocupan en la producción económica (JOBET, 1955)19. La interpretación de Jobet se replica en otros autores de igual tendencia política como lo son: Ramírez Necochea y Luis Vítale. La narración no sólo se reduce hacia una interpreta-ción de la historia, sino que, además reflexiona en torno a cómo se ha escrito “el verdadero desarrollo histórico de Chile, por lo menos desde la independencia, es conocido de modo de-formado (…) a causa del espíritu de familia o clase que ha guiado el criterio de la mayor parte de nuestros historiadores, mientras que otros personajes de mérito efectivo y de gravitación poderosa han sido injustamente rebajados o mistificados en su acción e ideas” (IBID, 1955) y también hacia las nuevas generaciones de historiadores que deberán escribir la historia del país.

“A los nuevos historiadores corresponde la enorme tarea de analizar y comprender el pasado nacional en su verdadera raíz, con el objeto de poder presentar más exacta y real-mente el momento actual tan denso de problemas graves y necesidades agudas, cuya re-solución adecuada exige la interpretación franca y valerosa de la realidad sin prejuicios y sin mezquinas limitaciones, como único camino para conseguir la verdadera transfor-mación estructural y progresiva que Chile requiere si no pretende quedar a la zaga de la historia” (IBÍD, 1955)

El otro grupo de historiadores, con una militancia expresada dentro de los márgenes de la vida académica, se proponía estudiar el conjunto de la sociedad chilena. El grupo po-seía una formación universitaria con influencia extranjera, específicamente, la escuela de los Annales, que proveía un nuevo paradigma para el quehacer de la historia, inspirando a todo el grupo de jóvenes historiadores. Actualmente, este grupo se encuentra consolidado dentro de la historiografía chilena. Sus escritos han influenciado a diversas generaciones que buscan ser el relevo de este canal historiográfico. Con el paso del tiempo, el grupo diversificó sus te-mas de interés y se relacionó con otras disciplinas de las ciencias sociales; algunos nombres del grupo son: Mario Góngora, Álvaro Jara, Armando de Ramón y Sergio Villalobos. El sector académico nos presenta una interpretación más diversificada de la historia de Chile, en contraposición a la interpretación marxista. Claro ejemplo de esto es el texto His-toria del pueblo chileno, tomo I, en su introducción, especialmente en el apartado la historia que proponemos, en el cual se observa un planteamiento para escribir la historia:

“Al plantear la elaboración de una historia del pueblo chileno nos guía un propósito de globalidad en que todos los aspectos del pasado, tratados de acuerdo a su importancia relativa, se integren como visión de conjunto. En tal forma, no habría ningún proceso histórico, sector social, institución social, grupo racial, ámbito cultural, región u otros ele-mentos que puedan ser olvidados” (VILLALOBOS, 1983).

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El grupo redefinió su sujeto de investigación, lo que implicó el reconocimiento de una serie de actores antes soslayados, como las mujeres, los campesinos, los indígenas, los artesa-nos o los bandoleros (PINTO, 2006). De esta manera, el grupo consolidó una idea de estudio que pretendía rescatar al pueblo, que había sido excluido por décadas. La influencia de la historia social es la propuesta historiográfica hegemónica dentro de la academia hoy en día, es decir, es la tendencia historiográfica oficial en Chile hace ya más de una década. La última manifestación pública en conjunto corresponde a la emisión del manifiesto de historiadores, como respuesta a dichos y opiniones propuestas por sectores conservadores sobre los hechos ocurridos en la dictadura militar, debido al arresto de Pinochet en Londres en 1998. El Manifiesto de Historiadores definió su postura al proponer su compromiso social y político en pos de las grandes mayorías de la historia que han sido excluidas.

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Daniela Pastén*Eduardo Santander**

Resumen

EL ROL DEL GÉNERO EN LA PREVALENCIA Y AUTORREPORTE DE DIAGNÓSTICO CLÍNICO DE DEPRESIÓN EN CHILE

El presente trabajo se propone analizar la relación entre depresión y género a partir de la Encuesta Nacional de Salud aplicada entre los años 2009 y 2010, nutriendo el campo de la morbilidad y la epidemiología psiquiátrica en Chile. La literatura documenta la existencia de un patrón de 2:1 en la prevalencia de síntomas depresivos entre mujeres y hombres. En este contexto, se reconoce que la brecha de género se consolida principalmente en los grupos etarios jóvenes y adultos, atenuándose con el curso de la vida. Un déficit en la literatura revisada es el distingo metodológico entre prevalencia de síntomas depresivos y autorre-porte del diagnóstico clínico de dichos síntomas. Este estudio arroja que, en el primer caso, se identificaría el clásico patrón de 2:1, mientras que en segundo, un patrón de 3:1. Esto sugiere que muchas personas sufrirían síntomas asocia-dos al cuadro depresivo, pero no se los tratan. Así, se propone reorientar la po-lítica pública sobre depresión hacia la detección clínica de dichos síntomas, de manera de proveer de tratamiento psicológico y compañía emocional.

Palabras clave: Depresión, Género, Autorreporte, Prevalencia.

* Estudiante de quinto año de Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile ** Estudiante de cuarto año de Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile

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INTRODUCCIÓN:

La literatura médica ha reconocido la necesidad de ampliar el abordaje de los problemas de la salud mental, problematizando su incidencia a partir de la inclusión de explicacio-nes culturales o psicosociales que codifican dinámicas de socialización y de subjetiva-

ción, complejizando los determinantes del bienestar psicológico (Montesó-Curto et al., 2011; Lara et al., 2004). En este contexto, la estratificación por género de la enfermedad mental ha sido uno de los grandes descubrimientos de la sociología de la salud y de la epidemiología psiquiátrica en general (Timmermans y Hass, 2008; Smiler, 2004), por lo que se hace necesa-rio deducir la relación entre género y salud mental como producto de “diferentes factores que se entretejen: condiciones socio–económicas, producción histórica de la masculinidad y de la feminidad, sistema de valores y creencias en relación a los ejes salud – enfermedad mental, modelos científicos de interpretación e intervención técnica; análisis de las prácticas sociales y de vidas cotidianas, entre otros puntos” (Grela y López, 2000: 31). Bajo la premisa del des-centramiento de la perspectiva biomédica en la discusión sobre salud mental, varios estudios han demostrado la existencia de diferencias de género en la prevalencia de trastornos depre-sivos. En efecto, las mujeres tienen más del doble de probabilidades que el hombre en sufrir depresión y desórdenes del ánimo (Nolen-Hoeksema, 1990; Weissman et al., 1996; Brown y Harris, 1978; Blazer, et al., 1994). La depresión es un fenómeno de aún nebulosa conceptua-lización, diagnóstico y evaluación (Kleinman y Good, 1985), pese a lo cual podría definirse ampliamente como una alteración patológica del estado de ánimo que afecta el funciona-miento físico, psicológico y social del individuo (Culbertson, 1997: 5), cuya sintomatología se caracteriza por descenso significativo del humor, episodios prolongados de tristeza, soledad y aislamiento, así como un enrarecimiento de las respuestas emocionales, comportamentales y del pensamiento ante situaciones de estrés (MINSAL, 2006). Diversos estudios verifican que la brecha de género de depresión se constata básicamente en la juventud-adultez, ya que tendería a disminuir con el curso de la vida ante el advenimiento de la jubilación, la soledad y los problemas de salud mental asociados (Harkness, et al., 2010). Estudios también sostienen que no se observarían diferencias de género en el comportamiento de los síntomas depresi-vos en los niños pre-púberes, pero, después de los 15, las adolescentes mujeres doblarían a los hombres en la prevalencia de esta psicopatología (Nolen-Hoeksema y Girgus, 1994). En Chile, la investigación epidemiológica sobre depresión ha sido escasa. Básicamente, se tienen, a la fecha, dos estudios que dan cuenta de la prevalencia de trastornos psiquiátricos en la población en general. Uno es el estudio de Trastornos Mentales Comunes en Santiago (Araya et al., 2001) y el otro es el Estudio Chileno de Prevalencia de Patología Psiquiátrica (Vi-cente et al., 2002). Los datos confirman la tendencia mundial sobre prevalencia de depresión en la población y reproducen el patrón de género documentado en la literatura.

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Esta investigación busca aprovechar el déficit empírico sobre epidemiología psiquiá-trica en Chile, contribuyendo a actualizar la información sobre la relación entre depresión y género en adultos chilenos. Además, se controlará la relación por tramos de edad reconoci-dos en la literatura. Para ello, se ocupará la Encuesta Nacional de Salud, aplicada en los años 2009-2010.

II.- Un modelo de análisis para el estudio de la relación entre género y depresión: Un hallazgo robusto de la literatura en sociología médica sostiene la existencia de diferencias de género en la prevalencia de psicopatalogías depresivas en la población. In-vestigaciones recientes llevadas a cabo en Estados Unidos demuestran la existencia de una proporción 2:1 entre mujeres y hombres (Nolen-Hoeksema, 1990; Weissman et al., 1996), mientras que la Encuesta Nacional de Comorbilidad reportó que las mujeres tienen dos ter-cios más de probabilidad que los hombres en sufrir depresión, tanto en prevalencias anuales como de vida (Kessler, 1994) e incluso algunos expertos han deducido un patrón de 3:1 en el comportamiento poblacional de dicho trastorno (Klerman y Weissman, 1989). En lo que sigue, se tratará de ofrecer un modelo de análisis para explicar las diferen-cias de género. La literatura, en general, acredita dos macro vertientes explicativas: la pri-mera, relacionada con factores biológicos y fisiológicos, y la segunda, fundamentada en una perspectiva sociocultural, que es la que este artículo apoya. En un último apartado se darán cuenta de los resultados de dos estudios epidemiológicos en Chile.

PERSPECTIVA BIOLÓGICA Este enfoque sugiere la existencia de mecanismos y procesos biológicos, propios del sexo femenino, que operarían en una mayor vulnerabilidad genética de la mujer a eventos depresivos. En particular, se arguye que los sistemas reproductivos de la mujer y la produc-ción de hormonas ováricas, especialmente el estrógeno y la progesterona, facilitarían una desregulación del ánimo y de la respuesta al estrés emocional, desembocando en una mayor predisposición a la tristeza patológica (Nolen-Hoeksema, 1990). En este contexto, se sostiene que los cambios en el flujo hormonal de la vida fértil de la mujer afectarían directamente las sustancias bioquímicas del cerebro que gobiernan las emociones y los estados de ánimo, con consecuencias en el humor, peso, apetito, lívido y temperatura (Sherline et al., 2003). Otros han señalado que las mujeres están en mayor riesgo producto de las conse-cuencias biológicas derivadas del embarazo y el parto (Gater et al., 1989). Las variaciones hormonales producidas durante el embarazo –básicamente, un aumento de la progesterona y la disminución de los estrógenos- sumados a los temores y las nuevas responsabilidades que implican un bebé, pueden derivar en un cuadro clínico conocido como depresión pos-

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parto, caracterizado por labilidad emocional, angustia, alteraciones de sueño, irritabilidad y fatigabilidad, que generalmente no requiere tratamiento farmacológico, pero sí apoyo tanto emocional como psicoterapéutico para la madre (Barra et al., 2009: 5). Un estudio reciente del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos (NIMH, por sus siglas en inglés) indicó que la elevación y disminución cíclica del estrógeno y otras hormonas durante el período de ovulación, pueden desencadenar un síndrome pre-mens-trual, también llamado trastorno disfórico pre-menstrual, que afectan la química del cerebro, resultando en una mayor predisposición a la enfermedad depresiva (NIMH, 2009: 8). Sin embargo, aún no hay consenso en la comunidad científica sobre la acreditación del vínculo causal entre la producción de hormonas ováricas femeninas y la depresión (Muraka-mi, 2002: 29). Estudios discuten que el incremento de circulación hormonal se traduzca sólo en estados negativos del ánimo (Eccles et al., 1988; citado por Murakami, 2002: 30). Por otro lado, un reciente estudio realizado por Sit y colegas (2011) reportan la inexistencia de una correlación entre síndrome pre-menstrual y los cambios en el humor y las funciones psicoso-ciales en un grupo heterogéneo de mujeres padeciendo trastorno bipolar.

PERSPECTIVA CULTURAL El género, en este contexto, se invoca como dispositivo conceptual para guiar el análi-sis de los procesos sociales, históricos, económicos y psicológicos que moldean la experien-cia subjetiva de depresión y enfermedad mental, lo que va más allá de un enfoque somático orientado a la explicación de diferencias biológicas según sexo (Addis, 2008: 153). Así, la existencia de la desigualdad de género en la enfermedad mental ha levantado un conjunto de investigación relativa a la producción histórica de la subjetividad femenina y masculina, en-tendiéndolas como construcciones socioculturales que modifican la probabilidad de padecer depresión por parte de hombres y mujeres. Esto conduce a una naturalización de los roles que desempeñan diferencialmente hombres y mujeres lo que constituye el pilar fundamen-tal en la organización social de la identidad de género (Cantoral et al., 2006; Bellucci, 1992). Autores como Bleichmar (1992), llegan a sustentar que lo que predispone a la depresión es la femineidad como tal, mientras que la masculinidad previene contra ella. La cristalización de esta tendencia podría ubicarse, por ejemplo, en el modelo de división sexual del trabajo, donde las mujeres se orientan hacia actividades reproductivas (ámbito privado) mientras que los hombres se encargan de tareas productivas (ámbito público), lo que normativiza el espacio político de interacción y las redes de significado que portan ambos géneros, creando un conjunto de atributos, roles y expectativas que cada sociedad, en su momento histórico, le asigna a sus mujeres y hombres sobre la base de un principio de diferenciación sexual y de construcción social, política y cultural de la díada femenino-masculino (Grela y López, 2000:

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33). De aquí se siguen lógicas de subordinación y legitimación de la diferencia de poder y es-tatus entre hombres y mujeres que comporta no sólo una desvalorización de las actividades desempeñadas por ellas, sino también una mayor desventaja en las posibilidades de “acceder a condiciones que fortalezcan la autoestima, y con ello a la posibilidad de enfrentar eventos estresantes (dentro o fuera del ámbito de la familia)” (Cantoral et al., 2006: 29). Algunos au-tores incluso han llegado a acuñar el concepto de “depresión de género” para connotar aque-lla depresión exógena que sólo se produce en las mujeres y cuyas causas se encuentran en las desigualdades estructurales de la socialización patriarcal y en el aprendizaje de prejuicios y pautas cognitivas y conductuales de dominación y violencia de género (Muruaga, 2008). Una de las maneras en que se traduce la marginalización femenina en las jerarquías de poder se expresa en su mayor vulnerabilidad a sufrir traumas, particularmente abuso sexual, lo que tiene un efecto directo en el diagnóstico de enfermedades depresivas, toda vez que las mujeres se sienten incapaces de controlar sus vidas y hacer frente a los peligros. En efecto, se reconoce un patrón bidreccional en la relación entre abuso sexual y depresión, donde si bien la depresión incrementa el riesgo de abuso sexual tanto en hombres como en mujeres, el abuso sexual aparece como un variable estadísticamente significativa en el inicio y reini-cio de trastornos depresivos (Nolen-Hoeksema, 2001: 173-174). Esto último se explica por la polarización de las respuestas biopsicológicas a situaciones de estrés y la alteración de la perspectiva sobre sí mismo (Weiss et al., 1999; citado en Nolen-Hoeksema, 2001: 174). Otro de los modos en que se manifiesta la brecha cultural en las tasas de depresión entre hombres y mujeres, tiene que ver con las maneras en que hombres y mujeres exhiben y socializan la depresión. En particular, se documenta en la literatura el hecho de que las muje-res tiendan a ser más introspectivas y auto-reflexivas que los hombres, siéndoles más difícil distraerse (Nolen-Hoeksema, 2000). Así también, los hombres suelen buscar menos ayuda médica que las mujeres, por cuanto el cuadro depresivo se asocia con la tristeza y la soledad, sentimientos comúnmente atribuidos al género femenino. Como consecuencia, los hombres tienden a “enmascarar” su depresión ya que sufrirla se interpreta como “amanerado” o “pro-pio de niñas” en función de las normas culturales y simbólicas anidadas en las construcciones de género respectivas (Addis y Mahalik, 2003; citado en Addis, 2008: 157). El peligro del en-mascaramiento de la depresión radica en que se canalice en enfermedades típicamente mas-culinas como la violencia doméstica, el abuso de drogas y de alcohol (Real, 1997: 22; citado en Addis, 2008: 157).

Dos Estudios Epidemiológicos sobre Depresión en Chile. A la fecha, se registran dos estudios sistemáticos de epidemiología psiquiátrica en Chi-le. Uno de ellos es el Estudio Chileno de Prevalencia de Patología Psiquiátrica llevado a cabo

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entre junio de 1992 y junio de 1999, pionero en Latinoamérica en utilizar muestreo repre-sentativo de la población del país. Realizado en cuatro grandes ciudades en Chile,incluida Santiago, los resultados se resumen en la siguiente tabla:

En la tabla, se puede apreciar cómo, aproximadamente el 9% de la población estudia-da ha tenido un desorden depresivo alguna vez en su vida, mientras que 4,6% ha reportado el trastorno en los últimos 6 meses. Así también, se evidencia la reproducción del patrón de género 2:1 encontrado en la literatura. En efecto, las mujeres doblan a los hombres en preva-lencia 6 meses, y casi lo hacen en prevalencia vital. Por otro lado, 8% de la población chilena ha sufrido alguna vez de trastorno distímico, desorden afectivo de carácter depresivo crónico que suele presentar comorbilidad con abuso de sustancias y de alcohol. Se evidencia cómo el patrón de género para esta enfermedad se radicaliza, encontrándose una proporción de 4:1, inobservado en la literatura revisada. Por otro lado, se tiene el Estudio de Trastornos Mentales Comunes en Santiago que, utilizando metodología de entrevista estructurada, muestreó a 197 a adultos, de entre 16 y 64 años de edad, residentes en el Gran Santiago. La recogida de datos tuvo lugar entre octubre de 1996 y abril de 1998. Los resultados se resumen en la siguiente tabla:

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Al igual que el estudio anterior, los resultados confirman el patrón de género. Esta investiga-ción replica la de Kessler (1994) ya que las mujeres tendrían dos tercios más de probabilidad de padecer depresión que los hombres. Asimismo, este estudio muestra una prevalencia de depresión bastante más baja, cercana al 6%.

Del total de la población encuestada correspondiente a 4650 casos, lo que equivale a nivel nacional a una población estimada de 11.611.249 de chilenos, observamos que un solo un 17% ha tenido prevalencia de síntomas depresivos alguna vez en su vida, versus un 83% que nunca ha presentado tales síntomas. Esto significa que una población estimada de aproximadamente 2.000.000 de chilenos ha presentado síntomas depresivos alguna vez. Al diferenciar la prevalencia de síntomas depresivos según el género de la persona observamos que, dentro del grupo de hombres, un pequeño porcentaje, correspondiente al 9%, declara prevalencia de síntomas depresivos, en comparación con un 26% de mujeres que también declara haber presentado tales síntomas. Es decir, la prevalencia de síntomas depre-sivos es mucho mayor en mujeres que en hombres, con una diferencia de 17 puntos porcen-tuales. En cuanto a las mujeres, un 74% declara nunca haber presentado síntomas depresivos en relación a un amplio 91% de hombres que se encuentran en la misma situación.

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Con un 95% de confianza, se puede decir que las diferencias por género son estadísti-camente significativas. Los resultados se pueden observar en el siguiente gráfico:

Nos ha parecido interesante investigar la distribución por género de ambas dimensio-nes de la variable depresión por separado básicamente porque la teoría sugiere que las mu-jeres tiene peores indicadores de morbilidad que los hombres, ya que reportan mas frecuen-temente síntomas de enfermedad que sus pares masculinos. Esto, sumado a la idea de que las mujeres presentan mayores tasas de depresión y estrés que los hombres, y que al mismo tiempo, esto resulta un determinante intermedio del estado de salud, explica la importancia

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de profundizar más en cada dimensión por separado, y ver cómo se comporta tanto entre mujeres como hombres. En primer lugar, con respecto al Autorreporte, observamos que, del total de la pobla-ción encuestada correspondiente a 5293 casos, lo que equivale a nivel nacional a una pobla-ción estimada de 13.351.811 de chilenos, sólo un 22% autorreporta un diagnóstico de depre-sión, en comparación a un 88% que nunca ha reportado síntomas depresivos. Si observamos las diferencias de Autorreporte de diagnósticos depresivos según el gé-nero de la persona observamos que, dentro del grupo de hombres, sólo un 10% ha reportado diagnósticos depresivos, en comparación con un 33% de mujeres que sí ha declarado tal diag-nóstico. Es decir, existe una diferencia importante de 23 puntos porcentuales entre hombres y mujeres respecto al Autorreporte de depresión, lo que resulta consiste con la teoría revisada. Si nos fijamos inmediatamente en la dimensión de presencia de síntomas depresivos, vemos que, en primer lugar, la presencia de síntomas depresivos en la población es relativa-mente baja, con un 64% de los chilenos que no presentan síntomas depresivos de ningún tipo, un 17% que tiene una leve presencia de síntomas, y un 19% que presenta una alta presencia de síntomas. Ahora bien, la prevalencia de síntomas depresivos es mucho mayor en mujeres que en hombres, pero las diferencias se suavizan si las comparamos con la dimensión de Autorrepor-te. Un 74% de los hombres no presenta síntomas depresivos de ningún tipo, a diferencia de las mujeres en donde un 20% presenta sintomatología leve, y un 26% alta, cifra que contrasta con la realidad de los hombres, de los cuales sólo un 11% muestran una alta presencia de sín-tomas depresivos. Esto significa que, si bien las mujeres efectivamente demuestran una mayor presencia de síntomas depresivos, las mayores diferencias se generan al momento de auto-rreportar dicho síndrome, lo que podría influenciar las tasas de depresión tanto de hombres como mujeres: los hombres reportan muy poco sus estados depresivos y las mujeres lo hacen mucho. Con un 95% de confianza, se puede decir que las diferencias por género son estadísti-camente significativas para ambas dimensiones, las cuales se pueden observar a continuación:

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Con respecto al comportamiento de las diferencias de género en la prevalencia de sín-tomas depresivos en distintos grupos de edad, nuestros datos no corroboran las hipótesis arrojadas por la revisión de literatura., En primer lugar, observamos que, independiente de la edad las mujeres presentan un porcentaje mayor de prevalencia de síntomas depresivos que los hombres y que la población total. En el grupo de aquellos chilenos menores de 25 años, un 14% tiene prevalencia de sínto-mas depresivos, mientras que aquellas personas que tienen entre 25 y 45 años, el porcentaje aumenta 5 puntos porcentuales a un 19%, para luego descender a un 17% correspondiente las personas mayores de 45 años. No existen grandes diferencias en la prevalencia de síntomas depresivos entre los distintos grupos etarios, sin embargo, son las adolescentes, entre todas las mujeres chilenas, las que presentan menores tasas de depresión, y las mujeres de mediana edad (entre 25 y 45 años) las que presentan los mayores índices, lo que se contrapone a la teoría de altos síntomas depresivos en adolescentes, al menos para Chile. Al analizar a hombres y mujeres por separado, vemos que las proporciones replican los porcentajes poblacionales, es decir se mantienen bajos porcentajes de personas con pre-

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valencia de síntomas depresivos. En el caso de las mujeres menores de 25 años, el porcentaje aumenta a un 21% y para los hombres disminuye a 8% (en comparación al 14% de la pobla-ción total. Por otro lado, para las mujeres que tienen entre 25 y 45 años el porcentaje aumenta 9 puntos porcentuales hasta un 28%, mientras que para los hombres de la misma edad dis-minuye 9 puntos porcentuales hasta llegar a un 10%. Finalmente, para las mujeres de mayor edad, el porcentaje aumenta de un 17% a un 26%, mientras que para los hombres disminuye a un 7%, siendo los hombres mayores los que presentan menor prevalencia de síntomas de-presivos en toda la población. Esto también se opone a la teoría e un aumento de la depresión masculina en la vejez. En general, las diferencias entre hombres y mujeres se mantienen relativamente cons-tantes en todos los grupos de edad, Sin embargo, en la adolescencia es donde, comparativa-mente, existen menos diferencias entre hombres y mujeres, alcanzando solo 13 puntos por-centuales. Estos resultaos son significativos a un 95% de nivel confianza y se expresan en el siguiente gráfico:CONCLUSIONES Y DISCUSIÓN:

Una adecuada comprensión de las diferencias de género en la prevalencia de síntomas depresivos, así como también los cambios que experimente a lo largo del ciclo vital puede ser una clave esencial no solo en la disminución de los índices de depresión en Chile, sino que tam-bién en el enfoque que las políticas públicas deben tener en el tratamiento de dicho síndrome. Para lograr esto, es necesario integrar los hallazgos válidos de las distintas hipótesis en una

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mirada no reduccionista, que articule lo biológico y psicosocial. Hasta el momento, ningún enfoque es capaz de explicar el trastorno por completo, de allí que la búsqueda de explicacio-nes más específicas a los cambios en las diferencias de género en la presencia de trastornos depresivos a lo largo del ciclo vital probablemente deba esperar el resultado de estudios lon-gitudinales. A partir de los dos millones de chilenos que identificamos con prevalencia de sínto-mas depresivos, hemos podido comprobar el patrón reconocido en la literatura; las mujeres efectivamente tienen más depresión que los hombres, en una razón de aproximadamente 1:3, razón que se mantiene a lo largo de todo el ciclo vital. Sin embargo, vemos que las diferencias se acrecientan cuando observamos las dos dimensiones identificadas por separado, es decir, Autorreporte y Presencia de síntomas depresivos cada uno por sí solo. Si bien, las mujeres efectivamente demuestran una mayor presencia de síntomas depresivos (en una razón de 1:2 respecto a los hombres) las mayores diferencias se generan al momento de autorreportar di-cho síndrome (en razón de 1:3 del Autorreporte de las mujeres respecto a los hombres), lo que podría influenciar las tasas de depresión tanto de hombres como mujeres. Los hombres reportan su enfermedad en mucho menor grado de lo que la sufren, y las mujeres al contrario, la autorreportan mucho más. Al relacionar este descubrimiento con un análisis entre grupos etarios, podemos pen-sar que la brecha de género no se mitiga con el curso de la vida, sino que la disminución de las diferencias entre hombres y mujeres a determinada edad, así como también entre distintos grupos etarios del mismo sexo, se deben a la falta de Autorreporte o tratamiento adecuado. Efectivamente, las adolescentes demuestran menos síntomas depresivos que las mujeres de mediana edad, que son las que tienen mayores índices de prevalencia depresiva. Sin embargo, esta diferencia puede deberse a que son justamente las mujeres de mediana edad las que más se tratan la depresión, y culturalmente son el grupo al que más se le permite sufrirla. Sínto-mas depresivos en adolescentes muchas veces pueden ser pasados por alto o confundidos con cambios hormonales y de carácter típicos de la edad, y no darles el diagnostico ni el tratamien-to necesario. Un fenómeno parecido puede estar ocurriendo con los hombres de mayor edad, ya que, a pesar de que la literatura le adjudica mayores tasas de depresión (dadas principalmente por jubilación y perdida de la pareja), en nuestro análisis representan el grupo con menores tasas de depresión. Esto puede deberse, por un lado, a patrones culturales que estereotipan la depresión masculina como un signo de debilidad, y que por lo tanto desincentiva el Autorre-porte, así como también tiene sentido asociarla a una mayor presencia de enfermedades en la vejez, lo que pone la depresión en segundo plano al momento de seguir un tratamiento de salud.

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De acuerdo a lo anterior le proponemos a las distintas iniciativas de política pública del área salud fortalecer tanto el diagnóstico temprano y adecuado, como el tratamiento efectivo de síntomas depresivos principalmente en el grupo de adolescentes y hombres mayores. Esto implica desmitificar tanto la enfermedad como el patrón de pacientes que son socialmente aceptados, de manera de fomentar el Autorreporte temprano. Sabemos que esto es difícil, pues implica un cambio de patrones culturales, pero resulta necesario si queremos disminuir por ejemplo, las tasas de depresión en mujeres de mediana edad (el cual considera seguramente a mujeres que han sufrido depresión desde que eran adolescentes). Queda claro que la depresión es una enfermedad determinada socialmente, no solo en su aparición, sino que en su diagnostico y tratamiento, por lo que representa un problema de salud pública que debe ser atendido en profundidad. Con esta investigación esperamos haber dado algunas luces respecto de aquellos sectores de la población que necesitan mayor apoyo, y algunas estrategias que podrían mitigar dicho problema.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Pedro Seguel*

Resumen

LA INCERTIDUMBRE COMO UNA TECNOLOGÍA PARA GOBER-NAR EL FUTURO: UNA MIRADA POS ESTRUCTURALISTA A LOS

CONCEPTOS DE INNOVACIÓN Y EMPRENDIMIENTO

* Licenciado en Sociología y estudiante de magíster en Sociología de Pontificia Universidad Católica de Chile

Este artículo plantea discutir el discurso de la innovación y emprendimiento que exalta la creatividad individual como motor de una nueva economía. Don-de se invita a tomar las riendas de los cambios de la propia vida e incluso en donde el más pobre se haga “cargo” de su propia “superación”. En este sentido, la economía contemporánea aparece como más creativa y abierta a la incerti-dumbre, en oposición a una sociedad más disciplinada y calculadora de riesgos. Así incertidumbre y riesgo parecen dos opuestos. Sin embargo, aquí se plantea que detrás de este discurso opera un dispositivo de poder que delimita la cons-trucción de subjetividades en la época contemporánea. Se presenta el argumen-to que tanto el riesgo como la incertidumbre operan a modo complementario. Ambos constituyen un nuevo régimen en el cual se articulan los nuevos espacios para la realización subjetiva. Así, este artículo pretende exponer el potencial de analizar procesos contemporáneos a la luz de la relación entre riesgo e incerti-dumbre.

Palabras clave: Innovación, Incertidumbre, Riesgo, Poder, Desnaturalización

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Innovación y emprendimiento son dos palabras que resuenan en los mercados contem-poráneos constantemente. Todo el mundo parece llamado a relacionarse con el cambio, a aprovecharlo de manera creativa, así como a generarlo constantemente. La sociedad que

fomenta las economías del conocimiento parece consensuar en un discurso que le da crecien-temente importancia al individuo y su agencia en virtud de la innovación. El fenómeno de súper ventas de las biografías de Steve Jobs –creador de exitosas mar-cas como Apple- tras su muerte, ejemplifica de cierto modo esta atracción por una figura del sujeto que innova y emprende. Jobs no solo aparece como la figura de un empresario que ha creado un commodity exitoso, si no que parece ser un emprendedor que generó cambios en el mundo. Ello parece motivo de admiración y celebración generalizado en los medios. En este sentido, innovar y emprender no son sólo verbos, sino que también parecen reflejar ideales de conducta de los sujetos y, en este sentido, la idealización de ciertos tipos de sujetos. Del mismo modo, esta semántica parece llegar a la política social. Programas como el FOSIS, así como en el caso de la Municipalidad de Peñalolén con el Centro Yunus, promueven el emprendimiento en poblaciones de altos niveles de pobreza y vulnerabilidad. Esta estrate-gia de superación de la pobreza se distingue por su vinculación a semánticas que promueven el rol de la superación de los propios pobres. Es una noción de auto-superación, es decir, de ser protagonista de los propios logros, haciendo que el cambio aparezca como resultado de una agencia personal. Es decir, un discurso que avala el hecho de que con su propia creati-vidad y esfuerzo, las personas pueden sortear las condiciones más adversas de la vida, que sólo requieren de una oportunidad para desplegar su capacidad. Siguiendo estos discursos, pareciera que la capacidad creativa si se lleva de modo adecuado, significa poder sortear cualquier restricción cotidiana, incluso la de la pobreza más dura. Lo que se requiere es una disposición al cambio, una iniciativa individual. El presente ensayo plantea discutir esta retórica contemporánea, es decir plantear la interrogante respecto qué existe detrás de esta retórica que se deleita con lo novedoso y la libertad creativa. Esta interrogante se inspira en una aproximación foucaulteana, lo que significa que, más que un proyecto de revisión del pensamiento de un autor, se hace uso de elementos lógicos de la perspectiva pos estructuralista fomentada por él. Es decir, hacer uso de ella en tanto un instrumento estratégico para desnaturalizar los conceptos de innovación y emprendimiento. En primer lugar, interesa retomar dos elementos contenidos en la noción de innovación: el cambio y la libertad creativa. Así como cuestionar su significado desde pre-supuestos que resaltan la importancia socio histórica de la generación de enunciados. Luego, se propone una comparación de la figura innovadora frente a su opuesto aparente que sería la de la prudencia frente al riesgo. A través, de la noción de dispositivos, se trabajan ambas figuras como tecnologías de gobernabilidad del futuro y de poblaciones en las sociedades

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contemporáneas.

Innovando y emprendiendo: ¿Cambiando qué y a quién? Las nociones de innovación y emprendimiento, así como los sujetos que presuponen y pretenden formar, apuntan a la capacidad individual de generar algo nuevo como funda-mento del éxito. Para ello, resaltan la capacidad, la creatividad e individualidad de los sujetos, así como resaltan la noción del “cambio” como producto de su propia acción individual. Es la expresión de salir de lo ordinario a través de una idea para generar un producto totalmente nuevo o hacer entrega de un servicio de una forma novedosa. Históricamente la teoría económica, que ha descrito la innovación y a la figura del emprendedor, ha puesto en oposición enfoques funcionales con enfoques psicológicos o con-ductuales (Herbert & Link, 2006). Básicamente esto se traduce en la interrogante de definir si, ¿es el emprendedor la persona que provoca el cambio o simplemente la que se ajusta a él? Es decir, si es capaz de generar nuevos contextos que dinamizan la economía, o si justamen-te es capaz de aprovechar los residuos o las oportunidades críticas para generar inversión. Presentando una suerte de paradoja, en el sentido si la teoría debería enfocarse en el input u output de la relación innovadora. Donde para una situación son relevantes las características del espíritu emprendedor como la percepción, valentía y acción; mientras que para la otra simplemente importan los efectos de una acción para ser considerada innovadora. Desde los planteamiento contemporáneos de Knight (en Herbert & Link, 2006) se pro-pone centrar el análisis en los elementos de la naturaleza distintiva del concepto, no a las circunstancias de la acción o reacción. Esta naturaleza de la acción o reacción innovadora, estaría dada por la noción de incertidumbre como distintiva frente la noción de decisiones de riesgo. Diferencia que se entrará en mayor detalle en la siguiente sección, pero que basta con señalar que la incertidumbre presenta una figura de sujeto que se arriesga frente un escena-rio incalculable o de escaso poder predictivo. Como se ha dicho anteriormente, los planteamientos de este artículo se inspiran en un enfoque pos estructuralista. Específicamente basado en algunos planteamientos lógicos de Foucault como estrategia de desnaturalización de los conceptos de innovación y emprendi-miento descritos anteriormente. Desde este enfoque, es posible señalar que tanto la exaltación por la novedad, así como las capacidades individuales tras estas nociones de la innovación, naturalizan los mecanismos que presuponen su propia construcción. Es decir, no dan cuenta de los regímenes de verdad que dan sentido a los enunciados y prácticas descritas como innovadoras. Se basan en lógicas causales, que no logran superar dicotomías como sujeto/objeto o de teoría/práctica, presen-tando problemas como los señalados en la comprensión del fenómeno de la innovación. Así

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mismo, las únicas soluciones aparentes corresponden a identificar identidades (la naturaleza dada en la “incertidumbre”), que no hace más que generar nuevas oposiciones ontológicas. ¿Cómo explicar desde aquí la doble existencia del riesgo y de la incertidumbre como parte de la misma economía? ¿Cómo explicar el doble llamado de la economía a la prudencia para minimización de riesgos y la aventura a desafiar la incertidumbre? Una solución sería hablar de un cambio de paradigmas económicos, hacia una sociedad de la innovación o de la incerti-dumbre, desde una postura pos estructural se podría plantear algo más híbrido. Desde una lógica pos estructuralista (Foucault, 2007; Lupton, 1999a; 1999b), habría que comenzar por señalar que no habría algo como el riesgo o la incertidumbre en sí mismos, sino que lo que se entiende por ellos debe ser producto de un contingente ensamblaje de mi-radas histórica-, social- y políticamente situadas. Éstos al no ser supuestos, es decir, no supo-nerles un estado ontológico previo al análisis, pasan en sí mismo a ser una pregunta empírica. Su realidad como devenir contingente requiere de una explicación, lo que implica analizar el discurso, las estrategias, así como las prácticas e instituciones alrededor de un fenómeno que se nos presenta como una verdad. En este sentido, las mismas nociones exaltadas de cambio y de libertad creativa (o capacidades individuales) pueden ser re problematizadas. Es decir, no habría tal cosa como una entidad “pura” de individualidad que expresa sus capacidades inherentes en libertad, sino que formada a través de dispositivos discursivos entrecruzados de manera contingente. Como señalaré a continuación, la libertad es algo también construido desde estas perspec-tivas y es posible disfrutar de tipos de libertad ajustadas a marcos de gobernabilidad. Así también, desde esta lógica toda realidad (y significado) se conciben como un constante flujo o devenir de fusiones de elementos heterogéneos. Es decir, un constante devenir en el presente, pero con una trayectoria particular. En este sentido se habla de hacer historia del presente y no historia del pasado: “Ciertamente, el pasado no se repite a sí mismo hasta el presente; sin embargo, el presente no actúa fuera del pasado, sino que innova utilizándolo” (Foucault en Arteaga, 2008: 155). Esto cuestiona el planteamiento de la innovación como un acto que se apropia únicamente del despliegue de la novedad. En este sentido y con una mirada sociohistórica, el significado de la exaltación a la novedad y las capacidades individuales cobran una nueva relevancia a ser explicada. No todo parece ser un acto innovativo, como por ejemplo una acción revolucionaria no es innovadora. La innovación trae consigo una noción productiva del éxito, una mirada funcional al régimen económico. En este sentido, el sujeto innovador y emprendedor puede ser considerado como un constructo que esconde un régimen de la mirada particular. Claramente, para la economía actual no todo parece ser susceptible de cambio, más bien se trata de la innovadora utiliza-ción de las “reglas del juego”. Es decir, el discurso de la innovación se funde con ciertas prác-

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ticas y resultados particulares, no con todo acto de cambio. Por su cercanía a la noción de novedad, el concepto presenta dificultades similares al estudio de los enunciados históricos que apuntan a la descripción de discontinuidades his-tóricas propuestas por Foucault en la Arqueología del Saber (1970). Donde son ellos mismos una suerte continuidad, relacionada en serie con otros conceptos y apreciaciones. Estos de-ben ser cuestionados por la mirada crítica, en virtud de sus realidades contextuales que les brindan sentido. Para dar cuenta de esta formación de sentido, en la siguiente sección se presentará la concepción de dispositivo y de tecnologías de seguridad inspiradas en el análisis de Foucault (2007). Estos conceptos son relevantes para una lógica no casualista, dado que como señala Deleuze (1987) existe siempre una presuposición recíproca entre causas y efectos, así como los mismos dispositivos concretos. Para ello y en diálogo con las teorías que identifican la innovación con su naturaleza en la incertidumbre, parece útil la comparación de la innovación con el concepto de riesgo. Es a través de la comprensión de ambos como parte de un dispositivo o tecnología de gober-nabilidad de ciudadanos, donde se comprenderán como un juego de libertades, más que dos ámbitos naturalmente opuestos. Dada la existencia de una mayor literatura bajo la concepción de riesgo, se comenzará por describir el significado del dispositivo en virtud de este concepto.

Desnaturalizar el riesgo y la innovación: Dispositivos de seguridad Lupton (1999a; 1999b) sistematiza las miradas socioculturales que abordan el riesgo en un continium epistemológico que va desde el realismo, hacia miradas más constructivistas de la realidad social. Si bien en este artículo se abordará la aproximación más fuerte del cons-truccionismo, comprendida en las teorías de la gubernamentalidad, cabe mencionar algunos elementos de las otras miradas que pueden servir a modo de contraste. Las miradas más realistas están asociadas a perspectivas técnico-científicas del riesgo que es entendido como una “amenaza” objetiva en la realidad. En este sentido, el riesgo es susceptible de ser medido de manera independiente a los procesos sociales y culturales, a pesar que estos pueden “distorsionar” la percepción de este fenómeno objetivo en casos par-ticulares. El análisis de estas “distorsiones” resalta la importancia cognitiva para el análisis de las ciencias sociales desde estas posturas epistémicas. La relación con el riesgo sería una representación psíquica de un sujeto con un objeto. En oposición a esta postura realista y dentro de las miradas de un constructivismo fuerte, podemos identificar las teorías pos estructuralistas de la gubernamentalidad, inspi-radas en la biopolítica de Foucault (2007) con un énfasis de análisis sociohistórico descrito

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anteriormente, en donde el riesgo mismo y los régimenes de verdad que le dan sentido pasan a ser una pregunta empírica. Tanto las ideas de discurso, verdad y “miradas de ver” presentan una realidad inte-grativa que se relaciona a la noción de tecnologías o dispositivos sociales. Este concepto ha sido recuperado por diversos autores desde la mirada foucaulteana (Agamben, 2009); De-leuze, 1987) y denota principalmente 3 características: en primer lugar que el dispositivo incluye virtualmente todo tanto elementos lingüísticos como no lingüisticos. El dispositivo es la red o la relación establecida entre estos elementos heterogéneos que dan cuenta de lo que se entiende como realidad. En segundo lugar, siempre tiene una función estratégica y es localizado en relaciones de poder. El término de “función” refiere a que se constituye como una interrelación de fuerzas que tienen una intencionalidad racional, es decir una función de dominación. Esta intencionalidad o disposición demarca el límite de lo posible o aceptable en ciertos ordenes discursivos. El panóptico (Foucault, 2002) en este sentido, constituiría un dispositivo particular asociado a la función de disciplinamiento de los cuerpos. Este estaría compuesto y performado por diversas instituciones, objetos, disciplinas y sujetos. Estos ele-mentos son unidos por la noción básica de dominar sin ser visto, es decir aumentar la visi-bilidad de los sujetos que son dominados para generar la sensación de vigilancia constante. Esta dominación está relacionada con la capacidad de generar desarrollo económico, distri-buyendo eficientemente las fuerzas y los cuerpos de la sociedad. El riesgo, en cambio, des-de la perspectiva de la gubernamentalidad está asociado a las tecnologías de seguridad que cambian el modo de operar de las tecnologías disciplinares. Finalmente, y en tercer lugar, el dispositivo siempre implica una intersección de relaciones de poder y relaciones de saberes. Es decir, el set estratégico de relaciones de fuerza siempre son apoyadoras o son apoyadas en ciertos tipos de conocimiento. En palabras de Foucault (1980): “He dicho que el dispositivo era de naturaleza esencialmente estratégica, lo que su-pone que se trata de cierta manipulación de relaciones de fuerza, bien para desarrollarlas en una dirección concreta, bien para bloquearlas, o para estabilizarlas, utilizarlas, etc. [...] El dispositivo se halla pues siempre inscrito en un juego de poder, pero también siempre ligado a uno de los bordes del saber, que nacen de él pero, asimismo lo condicionan” (194-195).El riesgo, entonces, implica una relación de saber/poder particular. Estas 3 características, son descritas como tecnologías de seguridad, que frente a la problemática del riesgo generan conocimiento para la regulación de poblaciones. Como se decía anteriormente, las tecnologías disciplinares, descritas por Foucault en Vigilar y Castigar en su forma de panóptico (2002) se constituían e una orientación de fuer-zas para el dominio de los cuerpos dóciles. Esto se constituía como un cambio en los regíme-nes de poder y en los marcos desde donde se fabricaban subjetividades. En las tecnologías de

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seguridad, sin embargo el énfasis está puesto en la libertad más que en la disciplina. Como dirá Agamben (2009) los dispositivos pueden generar no tan solo cuerpos dóciles, sino que cuerpos libres. Foucault (2007) en sus últimos trabajos y donde desarrolla la noción de bio-política, genera un análisis exhaustivo sobre las formas de gobierno neoliberales que se ex-tienden entre las naciones. Estas se caracterizan por una mayor desregulación del mercado y procesos de globalización. Es decir, es un Estado que pierde fuerza de gestión directa y desa-rrolla su poder desde otra manera más difusa. En este sentido, Foucault identifica un cambio en los regímenes de poder. En primer lugar, cambia el foco de dominio desde la regulación de cuerpos hacia la regulación de poblaciones. En los Estados Neoliberales, ya no se trata de conquistar o poseer, sino de producir y de organizar la población con el fin de permitir que esta despliegue todas sus propiedades (Lemcke, 2010). El gobierno de poblaciones y no de cuerpos se resguarda bajo dos ideas que parecerían expresar cierta tensión mutua: libertad y riesgo. Este tipo de gobierno debe desarrollar el potencial productivo de sus poblaciones, atendiéndolas como recursos valiosos de creatividad. En este sentido, los gobiernos aumen-tan márgenes de libertad, desregulación y flexibilidad dentro de las dinámicas instituciona-les. Esta libertad se relaciona, por otro lado, con el aumento potencial de efectos inespe-rados generando una situación de incertidumbre. La desregulación se ejerce en el marco de economías cada vez más globalizadas, que vinculan a los actores de un modo sin precedentes a lo largo del globo. Así mismo, se construyen discursos asociados al impacto de la tecnolo-gía humana sobre el mundo, incrementando los riesgos catastróficos que esta puede causar (Lupton, 1999). El riesgo en este sentido, se presenta como un problema creado dentro del marco las libertades y fomenta discursos que plantean la necesidad de crear seguridad. Las tecnologías de seguridad deben presentar un control de la indocilidad de la conducta de sus poblaciones, pero dentro del cuidado de la libertad. Así, para las teorías de gubernamentalidad, existiría un doble proceso de gobierno (Taylor-Gooby & Zinn, 2006). Por un lado, los gobiernos piensan controlar a sus ciudadanos a través de un amplio catalogo de mediciones, que incluyen significados en que las poblaciones pueden ser contadas, juzgadas, disciplinadas o categorizadas. Además incluyen la instalación de valores considerado como apropiados para el logro de resultados particulares (fundamen-talmente de productividad y de fines políticos). La promesa de la seguridad y bienestar, justi-ficarían entonces estas mediciones. Así mismo, permitiría un trato heterogéneo según diver-sas medidas de riesgo y del tipo de vínculo que las poblaciones tienen con ellos. Es en base a estas poblaciones y su actitud heterogénea frente a ellas que los gobiernos pueden generar márgenes de acción, en los que la libertad individual puede darse con mayor “seguridad”. Es

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decir, este tipo de dispositivos fabrica ciertos tipos de libertad. Es decir, de márgenes de liber-tad donde los ciudadanos desarrollan su vida a supuesta voluntad. Así mismo, esta libertad se vincula a la producción y uso de un conocimiento experto. Sin embargo, como se trata más adelante esto no significa que este tipo de gobierno relacionado a la minimización del riesgo se logre únicamente a través del cálculo estratégico. También son relevantes, en las dinámicas de los gobiernos neoliberales, las actitudes innovadoras que incentivan un tipo de actitud no prudente respecto al riesgo, sino más bien deseadora de éste (O’Malley, 2000). Resumiendo hasta el momento, el análisis de la gubernamentalidad expresaría en pa-labras de Lupton (1999) un constructivismo radical, en donde ninguna de las categorías pre-vias estaría supuesta de modo ontológico. En este sentido constructivista, las subjetividades tampoco son supuestas. El constructivismo no opera aquí como una percepción subjetiva de una realidad que es exterior, ni como un cúmulo de interpretaciones. El énfasis de la interpre-tación foucaultiana está puesto en como a través de la interacción de voluntades y poderes, así como la relación de elementos no sólo simbólicos, la realidad misma deviene. Junto con esta realidad devienen como producto ciertos tipos de sujeto. A continuación se desarrollará esta idea de los procesos de subjetivación relacionados a las tecnologías de seguridad.

Procesos de subjetivación y riesgo Como señala Martuccelli (2007) la visión de los procesos de subjetivación enfatizan la noción de que ciertos tipos de sociedades fabrican ciertos tipos de sujetos. Sin embargo, esta idea de “fabricación” no debe ser comprendida como un puro determinismo social. La idea de la subjetivación siempre se maneja en una dupla entre emancipación y sujeción. La relación con uno mismo, es leída, entonces, como resultado de una oposición de relaciones de poder y su cuestionamiento social. Es decir, existen juegos de poder involucrados y no mero determi-nismo. Para Agamben (2009) junto con los dispositivos se pueden distinguir otra clase de elementos: los seres vivos y los sujetos. Los dispositivos operarían de modo de disponer de las fuerzas vitales de los seres vivos a través de procesos de subjetivación. Los sujetos se iden-tifican como un resultado intermedio de fuerzas entre las otras dos clases, caracterizados por expectativas de comportamiento y los regímenes de verdad que están en juego. A su vez, como puede existir una multiplicidad de dispositivos, también puede haber una multiplici-dad de procesos de subjetivación. Las teorías de la gubernamentalidad presentan afinidades con las difundidas teorías de la Sociedad del Riesgo inspiradas en los análisis de Beck y Giddens que pueden ser cate-gorizadas como un constructivismo “débil” (Lupton 1999a; 1999b). Estas teorías mencionan una evolución histórica de la sociedad que ha encaminado a un nuevo individualismo institu-

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cional. Es riesgo es analizado como un hecho objetivo, pero es inevitablemente mediado por procesos sociales y culturales asociados a la modernidad tardía. Es decir, trata de un contexto en donde las instituciones que otorgaban sentido a los individuos pierden dicha capacidad, acrecentado la responsabilidad sobre el individuo. En el mismo sentido, la política social se orienta crecientemente hacia la mayor in-dividualización de sus ciudadanos, incorporando semánticas de la responsabilidad indivi-dual de cada uno de ellos. Esta responsabilidad, va asociada de un mayor empoderamiento ciudadano. En el caso la intervención estatal, esto puede verse a través de las transferencias condicionadas o aquellas que privilegian la decisión autónoma de los actores en su proceso de superación o movilidad social (Abbot, Jones & Quilgars, 2006). También, y a modo similar de lo expuesto por la teoría de la gubernamentalidad, la agencia humana pareciese verse más presente que nunca sobre la naturaleza. El riesgo en este sentido, no se concibe como “natu-ral” o proveniente de fuerzas inexplicables, sino que es comprendido como fruto del desarro-llo de la humanidad. Es por tanto la propia agencia humana la que presentaría la sensación de descontrol de sus efectos en forma de riesgo. Este empoderamiento, asociado a una dinámica institucional, presenta ciertas afini-dades a lo expuesto por la teoría de la gubernamentalidad. Sin embargo, el empoderamiento debe ser entendido como la generación de márgenes de libertad social. Entre ambas teorías se puede identificar, entonces, una diferencia epistémica fundamental. Mientras que para las teorías de la Sociedad del Riesgo, se podría tener un análisis paralelo entre aquella sociedad exterior y una interioridad individual, para las teorías de la biopolítica esto sería asumir la condición de preexistencia del individuo. Como se ha señalado anteriormente, la mirada foucaulteana, en tanto tiene un fin emancipatorio –y por tanto como un discurso con una propia orientación estratégica- im-plica una mirada desnaturalizadora. Como señala Deleuze (1987), la intención de Foucault por privilegiar un peso a una exterioridad aparente frente a una interioridad supuesta, se en-cuentra en el ejercicio crítico de describir como se fabrican ambos lados. Como se producen ontológicamente, estabilizando su significado y oposición a través de pequeños ensamblajes. Es decir, la tarea descriptiva de los dispositivos ofrece la posibilidad de evidenciar una inte-rioridad como ilusoria, para después de ello poder realmente analizar cuál es su exterioridad constitutiva. De este modo, la mirada desnaturalizadora ofrecería un ejercicio reflexivo que incluiría no tan solo la conciencia, sino de una reflexión sobre los regímenes de verdad que se encuentran en juego. En el caso de las tecnologías de seguridad, resulta interesante comprender la dinámica en que se fabrican individuos en función de la libertad o empoderamiento. La gubernamenta-lidad adquiere un carácter performativo, en donde a través de propiciar márgenes de acción

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los individuos, éstos se recrean en tanto sujetos de cierto tipo. Es decir, en la producción de sujetos creados por los mecanismos de ciertos dispositivos, es necesario entender como es-tos sujetos se mueven en el espacio y como dichos actos gestan juegos de poder y procesos de subjetivación. Eso coloca el foco de estudio en las prácticas sociales (Rojas, 2010: 66). Si bien es cierto que el análisis foucaultiano presenta una mirada estratégica y un aparato conceptual a fines, en los términos que hemos señalado anteriormente, el análisis no elimina la atención de las particularidades emergentes en el estudio de campo. Por el con-trario, el análisis foucaulteano es siempre situado, donde los dispositivos y los procesos de subjetivación se vuelven una pregunta de tipo empírico, más que una respuesta estandariza-da a cualquier situación. Además, dado el carácter performativo de las prácticas liberales de gobierno, lo local se vincula a procesos generales. Más que negar las particularidades locales, este análisis ofrece –como lo hemos dicho con el caso de la interioridad- una manera analí-tica de vincular las visiones particularistas del riesgo con las lógicas de gobierno existentes, así como otros procesos de subjetivación posibles. De modo de evitar un puro determinismo social, así como evitando el extremo relativismo culturalista que eleva la localidad como foco unívoco del análisis. En el mismo sentido y en respuesta a la noción determinista que se le atribuye al pensamiento foucaulteano es posible señalar que hablar de formas de gobierno entendidas comúnmente como exteriores al individuo, no enfatizan la pura determinación como un pro-ceso hipodérmico. Más bien, el énfasis en la producción de individuos, visto desde esta reali-dad dinámica expresada en la confrontación de fuerzas y voluntades, entiende la fabricación como un análisis en el que la realidad pierde su naturalidad, donde la verdad pierde su condi-ción simple y se complejiza. Dicha complejidad es abordada de un modo estratégico, a través de una concepción móvil y situada de los procesos sociales en juego. Como señala O’Malley (2000) el concepto de incertidumbre puede ser entendido como estrategia de gobierno en un sentido similar. Las nociones de emprendimiento e innovación van asociadas a una modalidad de riesgo que no se define por su calculabilidad, que sería entendido como un modo de tomar decisiones estratégicas y prudentes en pos de minimizar riesgos. La creatividad necesaria para la innovación no debe ser prudente y debe manejarse en situaciones de incertidumbre (sin cálculo o escasez predictiva). Esto como señala O’Malley, no significa la erosión del conocimiento experto, sino que un cambio de ámbito en donde este se desarrolla. Más que un cálculo abstracto y científico, el conocimiento en incertidumbre supone sujetos que adquieran una alta capacidad adaptativa y conocimiento situacional, que son fruto de la experiencia en los negocios. En este sentido, se levantan nuevos “gurús” de la innovación expresados en los medios de comunicación, congresos innovativos, coaching organizacionales, etc. Que focalizan la transmisión de un conocimiento más experiencial que

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técnico científico para gobernar el futuro. La economía misma, requiere del fomento de es-tas actitudes arriesgadas y no prudentes para dinamizar desarrollo. Es justamente en este afán productivo, en el que la generación de inversiones, agregación de valor por parte de las prácticas calificadas de innovación que se evidencia la importancia de estas figuras para las estrategias de gobernabilidad neoliberales. En la creación innovadora no sólo se crean nuevos commodoties, si no que el mismo innovador se crea y construye en tanto tal. Actualiza su propia novedad aprovechando una oportunidad y se recrea como experto en innovación. Es como señala Deleuze respecto a la causa y el efecto, “Es una causa que se actualiza en su efecto, que se integra en su efecto, que se diferencia en su efecto. O más bien, causa inmanente es aquella cuyo efecto la actualiza, la integra y la diferencia” (1987: 63). Así mismo, el fomento de iniciativas de innovación por parte de programas suelen focalizarse a través de mecanismos concretos como capacitaciones, créditos y concursos que incentivan este tipo de conocimientos. Sin embargo, para acceder a este tipo de programas, se requiere estar dentro del sistema de mediciones. Por tanto, es posible señalar que se cruzan procesos de subjetivación asociados a la condición en tanto población, con los del carácter de emprendimiento. En este sentido, el emprendedor implica otra modalidad del gobierno de futuro y es complementario a las tecnologías del riesgo señaladas anteriormente. Ambas expresiones las de la actitud prudente frente a riesgos, como la actitud emprendedora, se insertan dentro del gobierno de conductas en los programas de intervención estatal. Son dos elementos claves para comprender el tipo de procesos de subjetivación que se dan concretamente.Comentarios finales A lo largo de este artículo, se ha presentado la clave analítica que constituye el riesgo y la incertidumbre para comprender los procesos contemporáneos en que se mueven los ac-tores sociales. Desde la perspectiva de la gubernamentalidad esto se inserta en una lógica de dominación que es particular. Si bien este trabajo ha contenido un carácter más especulativo, dado la escasez de ma-terial empírico realizado en el análisis, se ha intentado demostrar la potencialidad de estos enfoques. Como se ha señalado, estas teorías sirven como una estrategia para dar cuenta de la particularidad y la emancipación a través de la desnaturalización de ciertos discursos.Por otro lado, como se ha mencionado los dispositivos no son sólo disciplinares y de riesgo. Estos adquieren un carácter dinámico, que debe ser estudiando para cada caso particular. A sí mismo, mecanismo como la incertidumbre cumplen un rol cada vez más central frente des-prestigio del conocimiento experto y de mediciones, en el contexto de las nuevas economías del conocimiento. Esto no se reduce a los estratos más altos o de mayor nivel educativo, sino

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que se instala dentro de la política social. Esto expresa como el discurso de la responsabilidad individualizada se va constituyendo como un consenso valórico de estas sociedades.

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www.doblevinculo.wordpress.comISSN 0718 – 7815 (electrónica)

ISSN 0718 – 7750 (impresa)