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 Sanidad Divina Andrew Murray

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Un clásico de Andrew Murray para despertar la fe de la Iglesia y disfrutar de esta provisión básica de la Redención de Cristo.

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  • Sanidad DivinaAndrew Murray

  • 2 edicin corregida

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  • Sanidad DivinaUna serie de Mensajes y Testimonio Personal

    Por Andrew Murray (1828-1917)Traducido por Jorge A. Bozzano

    [email protected]

    Este libro es de dominio pblico.Versin utilizada para las Escrituras en espaol: Reina Valera 1960 (N. del T.)

    PREFACIO

    La publicacin de esta obra puede ser considerada como un testimonio de mife en la sanidad divina. Despus de haber tenido que parar por ms de dos aosen el ejercicio de mi ministerio, fui sanado por la misericordia de Dios enrespuesta a la oracin de los que ven en l "el Seor tu sanador" (xodo 15:26).

    Esta sanidad, otorgada a la fe, ha sido la fuente de una rica bendicinespiritual para m. He visto claramente que la Iglesia posee en Jess - nuestroDivino Sanador - un tesoro inestimable, el cual ella an no sabe como apreciar.He sido convencido de nuevo de aquello que la Palabra de Dios nos ensea eneste asunto, y qu es lo que el Seor espera de nosotros; y estoy seguro que si losCristianos aprenden a darse cuenta en forma prctica de la presencia del Seorque sana, su vida espiritual va, de esta manera, a ser desarrollada y santificada.Debido a esto, no puedo ms guardar silencio, y publico aqu una serie demeditaciones, con miras a mostrar - de acuerdo a la Palabra de Dios - que laoracin de fe (Santiago 5:15) es el medio sealado por Dios para la cura delenfermo, y que esta verdad est en perfecto acuerdo con la Santa Escritura; y queel estudio de esta verdad es esencial para cualquiera que quiera ver al Seormanifestar Su poder y Su gloria en medio de Sus hijos.

    Andrew Murray

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  • Captulo 1PERDN Y SANIDAD

    Pues para que sepis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra paraperdonar pecados (dice entonces al paraltico): Levntate, toma tu cama, y vetea tu casa. (Mateo 9:6)

    En el hombre hay dos naturalezas combinadas. l es al mismo tiempo espritu ymateria, alma y cuerpo. Por esta razn, por una parte l es hijo de Dios, y por laotra l est condenado a la destruccin debido a la Cada; el pecado en su alma yenfermedad en su cuerpo son testimonios del derecho que la muerte tiene sobrel. Es esta doble naturaleza la que ha sido redimida por la gracia divina. Cuandoel Salmista llama por sobre todo lo que tiene dentro de l para bendecir al Seorpor Sus beneficios, clama: Bendice, alma ma, a Yahv l es quien perdonatodas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias (Sal. 103.2-3). CuandoIsaas predice la liberacin de su pueblo, agrega: No dir el morador: Estoyenfermo; al pueblo que more en ella le ser perdonada la iniquidad (Is. 33:24).

    Esta prediccin se cumpli ms all de toda anticipacin cuando Jess elRedentor baj a la tierra. Cun numerosas fueron las sanidades hechas por l,quien vino a establecer sobre la tierra el reino de los cielos! Ya sea por Suspropios actos o despus de esto por los mandamientos que l dej a susdiscpulos, no nos muestra l claramente que la prdica del Evangelio y lasanidad del enfermo van juntas en la salvacin que l vino a traer? Ambas sondadas como evidencia de prueba de Su misin como el Mesas: Los ciegos ven,los cojos andan, y a los pobres es anunciado el evangelio (Mt. 11:5). Jess,quien tom sobre S alma y cuerpo de hombre, libera a ambos - en igual medida -de la consecuencia del pecado.

    Esta verdad en ningn lado es ms evidente o mejor demostrada que en lahistoria del paraltico. El Seor Jess empieza dicindole: Los pecados te sonperdonados, (Mt. 9:5) despus de lo cual agrega: Levntate, toma tu cama, yvete a tu casa. El perdn del pecado y la sanidad de la enfermedad se completanuna a la otra, porque a los ojos de Dios - quien ve nuestra naturaleza completa -el pecado y la enfermedad estn tan estrechamente unidos como el cuerpo y elalma. De acuerdo con las Escrituras, nuestro Seor Jess ha considerado elpecado y la enfermedad bajo otra luz que la que nosotros tenemos. Para nosotrosel pecado pertenece a la esfera espiritual; reconocemos que est bajo el justodesagrado de Dios, justamente condenado por l, mientras que la enfermedad,por el contrario, parece solamente parte de una condicin presente de nuestra

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  • naturaleza, y que no tiene nada que ver con la condenacin de Dios y Su justicia.Algunos van tan lejos como para decir que la enfermedad es una prueba del amory gracia de Dios.

    Pero ni la Escritura ni an el Seor Jesucristo mismo hablaron nunca de laenfermedad bajo esta luz, ni tampoco ninguno de ellos presenta la enfermedadcomo una bendicin, o como una prueba del amor de Dios la cual debemossobrellevar con paciencia. El Seor habl a los discpulos de diversossufrimientos que ellos deberan sobrellevar, pero cuando l habla de enfermedad,siempre se refiere a un mal causado por el pecado y Satans, y del cual debemosser liberados. Muy solemnemente l declara que cada discpulo suyo deberllevar su propia cruz (Mt. 16:24), pero nunca ense que una persona enfermadebe resignarse a s misma a quedar enferma. En todos los lugares donde Jesssan a los enfermos, en todas partes, trat la sanidad como una de las graciaspertenecientes al reino de los cielos. El pecado en el alma y la enfermedad en elcuerpo ambas son testigos del poder de Satans, y para esto apareci el Hijo deDios, para deshacer las obras del diablo. (1 Jn. 3:8)

    Jess vino a liberar al hombre del pecado y la enfermedad para poder dar aconocer el amor del Padre. Es Sus acciones, en Sus enseanzas a los discpulos,en la obra de los Apstoles, el perdn y la sanidad siempre se encuentran juntos.Ya sea el uno o el otro, sin duda, aparecen ms de relieve de acuerdo aldesarrollo de la fe de aquellos a quienes ellos hablaron. Algunas veces era lasanidad la que prepar el camino para la aceptacin del perdn, otras era elperdn el que precedi a la sanidad, la cual, viniendo luego, vino a ser su sello.En la primera parte de Su ministerio, Jess cur a muchos enfermos,encontrndolos listos para creer en la posibilidad de sus sanidades. De estamanera buscaba influenciar sus corazones a recibirlo como el que era capaz deperdonar los pecados. Cuando vio que el paraltico poda recibir el perdn degolpe, l empez por aquello que era de mayor importancia; luego de lo cualvino la sanidad, la cual puso el sello al perdn que se le haba concedido.

    Vemos - por los relatos dados en los Evangelios - que era ms difcil para losjudos en ese tiempo el creer en el perdn de sus pecados, que en la sanidaddivina. Ahora es todo lo contrario. La Iglesia Cristiana ha odo tanto de la prdicadel perdn de los pecados que el alma sedienta fcilmente recibe este mensaje degracia; pero no ocurre lo mismo con la sanidad divina; de esto raramente sehabla; los creyentes que han experimentado esto no son muchos. Es cierto que lasanidad no se da en estos tiempos - como lo fue en aquellos tiempos - a lasmultitudes a quienes Cristo san sin una previa conversin. A fin de recibirla, es

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  • necesario empezar por confesar los pecados y el propsito de vivir una vidasanta. Esta es sin duda la razn por la cual la gente encuentra ms difcil creer enla sanidad que en el perdn; y esto tambin es el por qu aquellos que recibensanidad, reciben al mismo tiempo nueva bendicin espiritual; se sienten msestrechamente unidos al Seor Jess, y aprenden a amarlo y servirlo mejor. Laincredulidad trata de separar estos dos dones, pero ellos siempre estn unidos enCristo. l es siempre el mismo Salvador tanto del alma como del cuerpo,igualmente presto a conceder el perdn y la sanidad. El redimido siempre puedeclamar: Bendice, alma ma, a Yahveh l es quien perdona todas tusiniquidades, El que sana todas tus dolencias (Salmo 103:2-3).

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  • Captulo 2

    POR VUESTRA POCA FE

    Viniendo entonces los discpulos a Jess, aparte, dijeron: Por qu nosotros nopudimos echarlo fuera? Jess les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto osdigo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diris a este monte: Psatede aqu all, y se pasar; y nada os ser imposible. (Mateo 17:19-20)

    Cuando el Seor Jess envi a sus discpulos a diferentes partes de Palestina, losinvisti con un doble poder, el de echar espritus inmundos y el de sanar todaenfermedad y toda dolencia (Mateo 10:1). Hizo lo mismo con los setenta quevinieron de vuelta a l con gozo, diciendo: Seor, aun los demonios se nossujetan en tu nombre (Lucas 10:17). En el da de la Transfiguracin, mientras elSeor todava estaba sobre el Monte, un padre trajo a los discpulos a su hijo elcual estaba posedo por un demonio, suplicndoles que echaran fuera el esprituinmundo, pero ellos no pudieron. Cuando, despus que Cristo cur al muchacho,los discpulos le preguntaron por qu fueron incapaces de hacerlo ellos mismoscomo lo hicieron en otros casos, Su respuesta fue: Por vuestra poca fe1. Fueentonces su incredulidad, y no la voluntad de Dios, la causa del fracaso de ellos.

    En nuestros das se cree poco en la sanidad divina, porque la misma hadesaparecido casi por completo de la Iglesia cristiana. Uno se puede preguntar larazn de esto, y aqu estn las dos respuestas que han sido dadas: La mayoracree que los milagros, incluyendo el don de sanidad, se debi limitar al tiempo dela Iglesia primitiva, que su objetivo era establecer el primer fundamento delCristianismo, pero que desde ese entonces las circunstancias han cambiado; otroscreyentes dicen sin dudar que si la Iglesia ha perdido estos dones, es debido a supropia culpa; es porque ella se ha vuelto mundana, que el Espritu actadbilmente en ella; y es porque ella no ha permanecido en directa y habitualrelacin con todo el poder del mundo invisible; pero que si ella viese en medio desus hombres y mujeres un nuevo brotar de la vida de fe y del Espritu Santo,enteramente consagrados a su Dios, de nuevo vera la manifestacin del mismodon como en los tiempos antiguos. Cul de estas dos opiniones coincide mscon la Palabra de Dios? Es por la voluntad de Dios que los dones de sanidad[1 Corintios 12:9] han sido suprimidos, o es ms bien el hombre responsable deeso? Es la voluntad de Dios que los milagros ya no ocurran? No va l a darms - como consecuencia de esto - la fe que los produce? O nuevamente, es laIglesia quien ha sido la culpable de no tener fe?.

    1 En la versin en ingls dice: Por vuestra incredulidad. (N. del T.)

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  • Qu dice la Escritura? La Biblia no nos autoriza - ni tampoco por las palabrasdel Seor a Sus Apstoles - a creer que los dones de sanidad solo fueron dadospara los primeros tiempos de la Iglesia; por el contrario, la promesa que hizoJess a los Apstoles cuando les dio instrucciones concernientes a su misin, unpoco antes de Su ascensin, nos parece aplicable a todos los tiempos (Mr. 16:15-18). Pablo pone el don de sanidad entre las operaciones del Espritu Santo.Santiago da un mandamiento preciso sobre este asunto sin ninguna restriccin detiempo. Toda la Escritura declara que estas gracias sern concedidas de acuerdo ala medida del Espritu y de fe.

    Tambin se alega que al principio de cada nueva dispensacin Dios obramilagros, que eso es Su ordinario curso de accin; pero no es nada de eso. Pienseen el pueblo de Dios en la antigua dispensacin, en los tiempos de Abraham, y atravs de la vida de Moiss, en el xodo de Egipto, bajo Josu, en el tiempo delos Jueces y de Samuel, bajo el reinado de David y de otros reyes buenos hastalos tiempos de Daniel: durante ms de mil aos los milagros ocurrieron.

    Pero se dice que los milagros eran mucho ms necesarios en los primerostiempos del Cristianismo que despus. Pero y qu del poder del paganismo aunen estos das, dondequiera que el Evangelio necesita combatirlo? Es imposibleadmitir que los milagros eran ms necesarios para los paganos en feso (Hechos19.11, 12) que para los paganos de frica en este tiempo presente. Y si pensamosacerca de la ignorancia e incredulidad que reina an en medio de las nacionesCristianas, no estamos siendo conducidos a concluir que hay una necesidad demanifestar los hechos del poder de Dios para sostener el testimonio de loscreyentes y probar que Dios est en medio de ellos? Adems, entre los mismoscreyentes, cunta duda y cunta debilidad hay! Cunto su fe necesita serdespertada y estimulada por alguna prueba evidente de la presencia del Seor enmedio de ellos! Una parte de nuestro ser consiste en carne y sangre; es por esoque en carne y sangre la voluntad de Dios manifiesta Su presencia.

    Con miras a probar que es la incredulidad de la Iglesia la que ha perdido el donde sanidad, veamos lo que la Biblia dice acerca de eso. No nos pone a menudoen guardia en contra de la incredulidad, contra todo aquello que pueda alejarnos yvolvernos de Dios? No nos muestra la historia de la Iglesia la necesidad de estasadvertencias? No nos provee con numerosos ejemplos de los pasos del volverseatrs, de agradar al mundo, en donde la fe crece dbilmente en la medida exactaen la cual el espritu del mundo toma la delantera? Debido a eso, la fe solo esposible para aquel que vive en el mundo invisible. Hasta el tercer siglo las

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  • sanidades por fe en Cristo fueron numerosas, pero en los siglos siguientes ellas sevolvieron ms infrecuentes. Sabemos por la Biblia que siempre es la incredulidadlo que oculta la obra poderosa de Dios.

    Oh, que pudiramos aprender a creer en las promesas de Dios! Dios no se havuelto atrs en cuanto a Sus promesas; Jess todava es quien sana tanto el almacomo el cuerpo; la salvacin nos ofrece aun ahora tanto sanidad como santidad, yel Espritu Santo siempre est dispuesto a darnos algunas manifestaciones de Supoder. An cuando preguntamos por qu este poder divino no se ve tan amenudo, l nos contesta: Por vuestra poca fe. Cuanto ms nos demos anosotros mismos a experimentar personalmente la santificacin por fe, msvamos a experimentar la sanidad por fe. Estas dos doctrinas caminan a la par.Cuanto ms el Espritu de Dios acta en el alma de los creyentes, ms se van amultiplicar los milagros por los cuales l obra en el cuerpo. Y debido a esto, elmundo puede reconocer lo que significa la redencin.

    Captulo 3JESS Y LOS DOCTORES

    Pero una mujer que desde haca doce aos padeca de flujo de sangre, y habasufrido mucho de muchos mdicos, y gastado todo lo que tena, y nada habaaprovechado, antes le iba peor, cuando oy hablar de Jess, vino por detrsentre la multitud, y toc su manto. Porque deca: Si tocare tan solamente sumanto, ser salva. Y en seguida la fuente de su sangre se sec; y sinti en elcuerpo que estaba sana de aquel azote. Luego Jess, conociendo en s mismo elpoder que haba salido de l, volvindose a la multitud, dijo: Quin ha tocadomis vestidos? Sus discpulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices:Quin me ha tocado? Pero l miraba alrededor para ver quin haba hechoesto. Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella habasido hecho, vino y se postr delante de l, y le dijo toda la verdad. Y l le dijo:Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote. (Marcos 5.25-34)

    Debemos estar agradecidos a Dios por habernos dado doctores. Su vocacin esuna de las ms nobles, porque un gran nmero de ellos buscan realmente hacer -con amor y compasin - todo lo que puedan para aliviar los males y sufrimientosque sobrelleva la humanidad debido al pecado. Hay inclusive algunos que soncelosos siervos de Jesucristo, y que buscan tambin el bien de las almas de sus

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  • pacientes. Con todo, es Jess mismo quien siempre es el primero, el mejor, y elms grande de los Mdicos.

    Jess sana enfermedades sobre las cuales los mdicos terrenales nada puedenhacer, porque el Padre le ha dado este poder cuando le encarg la obra de laredencin. Jess, al tomar sobre s un cuerpo humano, lo liber del dominio delpecado y de Satans; l ha hecho nuestros cuerpos templos del Espritu Santo ymiembros de Su nuevo cuerpo (1 Cor 6.15, 19), y an en nuestros das, cuntoscasos los mdicos dieron por incurables, casos de tuberculosis, de gangrena,parlisis, epilepsia, ceguera y sordera, han sido curados por l! No es por lotanto asombroso que tan poco nmero de los enfermos se dirijan a l?

    El mtodo de Jess es bastante diferente al de los mdicos terrenales. Ellosbuscan servir a Dios haciendo uso de remedios los cuales se encuentran en elmundo natural, y Dios hace uso de estos remedios de acuerdo a la ley natural,conforme a las propiedades naturales de cada uno de ellos, mientras que lasanidad que proviene de Jess es de un orden totalmente diferente; es por mediodel poder divino, del poder del Espritu Santo, que Jess cura. Y por eso, ladiferencia entre estos dos modelos de sanidad es muy marcada. Para quepodamos entenderlo mejor tomemos un ejemplo: aqu tenemos un mdico que noes creyente, pero extremadamente bueno en su profesin; muchas personas sanasle deben su salud. Dios da estos resultados por medio de remedios prescritos, y elconocimiento de dichos remedios de parte del mdico. Aqu tenemos otro mdicoque s es creyente, y quien ora a Dios para que bendiga los remedios que lemplea. En este caso tambin un gran nmero son sanados, pero ni en el primercaso ni en el otro la sanidad trae consigo una bendicin espiritual. Ellos van apreocuparse - aun los que de entre ellos son creyentes - sobre los remedios queellos usan, mucho ms que sobre lo que el Seor pueda estar haciendo con ellos,y en tal caso su sanidad va a ser ms perjudicial que beneficiosa. Por el contrario,cuando es slo Jess a quien la persona enferma se dirige por sanidad, l aprendea no contar ms con los remedios, sino a ponerse a s mismo en una relacindirecta con Su amor y Su poder. Con miras a obtener tal sanidad, l debecomenzar por confesar sus pecados y renunciar a ellos, y ejercitar una fe viva. Lasanidad vendr directamente del Seor, quien toma posesin del cuerpo enfermo,y as se convierte en una bendicin tanto para el alma como para el cuerpo.

    Pero acaso no es Dios quien ha dado los remedios al hombre? se suelepreguntar. Acaso el poder curativo de los remedios no viene de l? Sin duda;pero por otro lado, no es Dios quien nos ha dado Su Hijo con todo el poder parasanar? Debemos seguir el camino de la ley natural con todos aquellos que an

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  • no conocen a Cristo, y tambin con aquellos de Sus hijos cuya fe es todavademasiado dbil para abandonarse ellos mismos a todo Su podero; o en vez deeso elegimos el camino de la fe, recibiendo sanidad del Seor y del EsprituSanto, viendo de ah en ms los resultados y la prueba de nuestra redencin?

    La sanidad que es forjada por nuestro Seor Jess trae consigo y deja a su pasouna bendicin ms real que la sanidad obtenida a travs de los mdicos. Lasanidad ha sido una desgracia para ms de una persona. En el lecho de laenfermedad serios pensamientos han sido tenidos en cuenta, pero desde elmomento en que tal persona se cur cun a menudo el enfermo fue halladonuevamente apartado del Seor! No sucede as cuando es Jess quien sana. Lasanidad es concedida despus de la confesin de los pecados; y eso hace que elenfermo se acerque ms a Jess, y que establezca una nueva relacin con elSeor; causa que experimente Su amor y poder: empieza dentro de l una nuevavida de fe y santidad. Cuando la mujer que toc el borde del manto de Jesssinti que se haba sanado, aprendi algo de lo que el amor divino significa. Ellase alej con las palabras: Mujer, tu fe te ha salvado: ve en paz.

    Oh!, usted que est padeciendo de alguna enfermedad, sepa que Jess elsoberano Sanador est an en medio nuestro. El est cercano a nosotros y da denuevo a Su Iglesia pruebas manifiestas de Su presencia. Est usted listo pararomper con el mundo, para abandonarse a l con fe y confianza? Entonces notema, recuerde que la sanidad divina es una parte de la vida de fe. Si nadiealrededor suyo puede ayudarle en oracin, si ningn anciano est cerca paraorar la oracin de fe, no tema ir usted mismo al Seor en el silencio de lasoledad, como la mujer que toc el borde de Su manto. Encomindele el cuidadode su cuerpo. Vaya pronto ante l y diga como la pobre mujer dijo: Ser salva.Tal vez lleve un tiempo para romper las cadenas de su falta de fe, pero conseguridad nadie que espera en l ser confundido (Salmo 25:3).

    Captulo 4SALUD Y SALVACIN POR EL NOMBRE DE JESS

    Y por la fe en su nombre, a ste, que vosotros veis y conocis, le ha confirmadosu nombre; y la fe que es por l ha dado a ste esta completa sanidad enpresencia de todos vosotros sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo deIsrael, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteisy a quien Dios resucit de los muertos, por l este hombre est en vuestrapresencia sano Y en ningn otro hay salvacin; porque no hay otro nombre

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  • bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. (Hechos 3.16;4.10, 12)

    Cuando despus de Pentecosts el paraltico fue sanado a travs de Pedro y Juanen la puerta del templo, fue en el nombre de Jesucristo de Nazaret que ellos ledijeron: Levntate y anda, y tan pronto como la gente en su asombro corrijunto a ellos, Pedro declar que fue el nombre de Jess el que sancompletamente a ese hombre.

    Como resultado de este milagro y del discurso de Pedro, muchas personas queoyeron la Palabra, creyeron (Hechos 4.4). Al da siguiente Pedro repiti esaspalabras ante el Sanedrn: Que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quienvosotros crucificasteis por l este hombre est en vuestra presencia sano, yagreg: Porque no hay otro nombre bajo el cielo en que podamos sersalvos. Estas palabras de Pedro nos declaran que el nombre de Jess sana tantocomo salva. Tenemos aqu una enseanza de la ms alta importancia con relacina la sanidad divina.

    Vemos que la sanidad y la salud forman parte de la salvacin de Cristo. Noestablece claramente Pedro en su discurso al Sanedrn donde - habiendo habladode sanidad - inmediatamente prosigue hablando de la salvacin por Cristo?(Hechos 4.10, 12). En el cielo an nuestros cuerpos tendrn su parte en lasalvacin; la salvacin no ser completa para nosotros hasta que nuestros cuerpospuedan gozar la completa redencin de Cristo. Por qu entonces no deberamoscreer en esta obra de redencin para aqu abajo? Aun ya mismo aqu en la tierra,la salud de nuestros cuerpos es un fruto de la salvacin la cual Jess ha adquiridopara nosotros.

    Vemos tambin que la salud tanto como la salvacin debe ser obtenida por fe. Latendencia del hombre por naturaleza es tratar de obtener la salvacin por obras, yes solo con dificultad que l termina recibindola por fe; pero cuando es unasunto de la sanidad del cuerpo, l tiene aun ms dificultad en apoderarse de ella.En cuanto a la salvacin, termina por aceptarla porque por ningn otro medio lpuede abrir la puerta del cielo; mientras que para el cuerpo, l hace buen uso delos remedios. Por qu entonces buscara la sanidad divina? Feliz es aquel queentiende que sa es la voluntad de Dios; que Dios desea manifestar el poder deJess, y tambin revelarnos Su amor paternal; para ejercitar y confirmar nuestrafe, y hacernos probar el poder de la redencin tanto en el cuerpo como en elalma. El cuerpo es parte de nuestro ser; an el cuerpo ha sido salvado por Cristo;debido a eso, es en nuestro cuerpo que nuestro Padre desea manifestar el poder

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  • de la redencin, y dejar que el hombre vea que Jess vive. Oh, que podamoscreer en el nombre de Jess! No fue en el nombre de Jess que una perfectasalud fue dada a ese hombre impotente? Y no fueron estas palabras: Tu fe te hasalvado, pronunciadas cuando el cuerpo fue sanado? Busquemos entonces elobtener la sanidad divina.

    Donde sea que el Espritu acta con poder, ah l obra sanidades divinas. Noparecera que si alguna vez los milagros fueron poderosos, fue en Pentecosts,porque ah la palabra de los Apstoles obr poderosamente, y el derramamientodel Espritu Santo fue abundante? Bien, es precisamente porque el Espritu actupoderosamente que Su obra debe necesitar ser visible en el cuerpo. Si la sanidaddivina es raramente vista en nuestros das, no lo podemos atribuir a otra causaque a que el Espritu no acta con poder. La incredulidad de lo mundanal y lafalta de celo entre los creyentes detiene Su obrar. La sanidad que Dios est dandoaqu y all son los signos precursores de todas las gracias espirituales que nosfueron prometidas, y es solamente el Espritu Santo quien revela todo el poderdel nombre de Jess que opera tales sanidades. Oremos fervientemente por elEspritu Santo, pongmonos sin reservas bajo Su direccin, y busquemos estarfirmes en nuestra fe en el nombre de Jess, ya sea para predicar salvacin, o parala obra de sanidad.

    Dios concede sanidad para glorificar el nombre de Jess. Busquemos ser sanadospor Jess para que Su nombre pueda ser glorificado. Es triste ver como tan pocoel poder de Su nombre es reconocido, cun poco es el resultado del predicar y delorar. Tesoros de gracia divina - de los cuales los cristianos se privan a s mismospor su falta de fe y celo - se encuentran escondidos en el nombre de Jess. Es lavoluntad de Dios glorificar a Su Hijo en la Iglesia; y l lo va a ser dondequieraque encuentre fe. Ya sea entre creyentes o entre paganos, l est presto convirtud de lo alto para despertar conciencias y traer corazones a la obediencia.Dios est presto para manifestar todo Su poder en Su Hijo, y hacerlo de unamanera sorprendente tanto en el cuerpo como en el alma. Cremoslo por nosotrosmismos; cremoslo para otros; para el crculo de creyentes alrededor nuestro, ytambin para la Iglesia en todo el mundo. Dmonos nosotros mismos a creer confe firme en el poder del nombre de Jess; pidamos grandes cosas en Su nombre,contemos con Su promesa, y veremos que Dios todava hace maravillas por elnombre de Su santo Hijo.

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  • Capitulo 5NO POR NUESTRO PODER

    Viendo esto Pedro, respondi al pueblo: Varones israelitas, por qu osmaravillis de esto? o por qu ponis los ojos en nosotros, como si por nuestropoder o piedad2 hubisemos hecho andar a ste? (Hechos 3.12)

    Tan pronto como el hombre fue sanado a la puerta del templo a travs de Pedro yJuan, la gente corri hacia ellos. Pedro, viendo que este milagro fue atribuido asu poder y piedad, no perdi tiempo en corregir las cosas dicindoles que toda lagloria de este milagro perteneca a Jess, y de que es en l en quien debemoscreer.

    Pedro y Juan estaban indudablemente llenos de fe y santidad; tal vez ellos hayansido los ms santos y celosos siervos de Dios en su tiempo, de otra manera Diosno los hubiera escogido como instrumentos en este caso de sanidad. Pero ellossaban que su santidad de vida no era de ellos mismos, sino que era de Dios atravs del Espritu Santo. Ellos pensaban tan poco de ellos mismos que ignoraronsu propia santidad pues saban una sola cosa: que todo el poder perteneca a suMaestro. Entonces se apresuran a declarar que en este asunto ellos no cuentanpara nada, que es una obra solo del Seor. Este es el objeto de la sanidad divina;que sea una prueba del poder de Jess, un testimonio a los ojos del hombre de loque l es, proclamando Su intervencin divina, y atrayendo los corazones hacial. No por nuestro poder o piedad. As se vuelve el hablar de aquellos aquienes el Seor se complace en utilizar para ayudar a los dems por su fe.

    Es necesario insistir en esto debido a la tendencia de los creyentes a pensar locontrario. Aquellos quienes han recuperado su salud en respuesta a la oracinde fe, a la oracin eficaz del justo puede mucho (Stg. 5.16), estn en peligrode estar muy ocupados con el instrumento humano al cual Dios se agrad enusar, y en pensar que el poder descansa en la piedad del hombre.

    Sin lugar a dudas la oracin de fe es el resultado de una santidad real, peroaquellos que la poseen sern los primeros en reconocer que ella no proviene deellos mismos, ni de ningn esfuerzo propio. Ellos temen en robar al Seor hastala ms mnima partcula de la gloria que le pertenece solo a l, y saben que sihacen eso, lo van a obligar a retirar Su gracia de ellos. Es su gran deseo ver quelas almas que Dios bendijo a travs de ellos, entran en una directa y cada vezmayor intimidad de comunin con el mismo Seor Jesucristo, ya que eso es el2 La versin de la Biblia en ingls dice santidad. (N. del T.)

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  • resultado que su sanidad debe producir. Y as, ellos insisten que eso no esproducido por su propio poder o piedad.

    Tal testimonio de parte de ellos es necesario para responder las errneasacusaciones de los incrdulos. La Iglesia de Cristo necesita or claramente elanuncio que es debido a su mundanalidad e incredulidad que ella ha perdidoestos dones espirituales de sanidad (1 Cor. 12.9) y que el Seor lo restaura aaquellos que con fe y obediencia, han consagrado su vida a l. Esta gracia nopuede reaparecer sin antes ser precedida por una renovacin de fe y piedad. Peroentonces - dice el mundo - y con ello un gran nmero de cristianos, Ustedesestn demandando la posesin de un orden superior de fe y piedad; ustedes seconsideran ms santos que los dems. A tales acusaciones esta palabra de Pedroes la nica respuesta ante Dios y los hombres, confirmada por una vida deprofunda y real humildad: No por nuestro poder ni piedad. No a nosotros, ohYahv, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tuverdad. (Salmo 115.1). Tal testimonio es tambin necesario en vista de nuestropropio corazn y de los engaos de Satans. En tanto que - debido a lainfidelidad de la Iglesia - los dones de sanidad sean raramente dados, aquelloshijos de Dios que han recibido estos dones estn en peligro de volverseorgullosos sobre eso, y de imaginar que ellos tienen en s mismos algoexcepcionalmente meritorio. El enemigo no se olvida de perseguirlos con talesinsinuaciones, y ay de ellos si lo escuchan. Ellos no son ignorantes de susmaquinaciones, por eso necesitan orar continuamente al Seor para que losguarde en humildad, que es el medio verdadero de obtener continuamente msgracia. Si ellos perseveran en humildad, reconocern que cuanto ms los usa elSeor, tanto ms sern penetrados con la conviccin de que es solo Dios quienobra por medio de ellos, y que toda la gloria le pertenece a l. Pero no yo, sinola gracia de Dios conmigo (1 Cor. 15.10). Tal es su santo y sea. Finalmente,este testimonio es til para los dbiles que anhelan salvacin, y que deseanrecibir a Cristo como su Sanador. Ellos oyeron de la consagracin plena y de laplena obediencia, pero se forman una idea falsa de ello. Piensan que debenobtener un mayor nivel de conocimiento y de perfeccin, y terminan siendopresas del desaliento. No, no; no es por nuestro propio poder o piedad queobtenemos estas gracias, sino por una fe muy simple, fe como la de un nio, elcual sabe que no tiene poder o piedad suyos propios, y se encomienda a s mismocompletamente a l quien es fiel, y cuyo podero puede cumplir Su promesa.Oh, no busquemos hacer o ser nada de nosotros mismos! Es solo cuandosentimos nuestra propia impotencia, y esperamos todo de Dios y Su Palabra, quenos damos cuenta del glorioso camino por el cual el Seor sana las enfermedadespor fe en Su nombre.

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  • Captulo 6DE ACUERDO A LA MEDIDA DE LA FE

    Entonces Jess dijo al centurin: V, y como creste, te sea hecho. Y su criadofue sanado en aquella misma hora. (Mateo 8.13)

    Este pasaje de la Escritura trae ante nosotros una de las principales leyes delreino de los cielos. Con miras a entender los caminos de Dios con Su pueblo, ynuestra relacin con el Seor, es necesario entender profundamente esta ley y nodesviarnos de ella. No solo Dios da o retiene Sus dones de acuerdo a la fe oincredulidad de cada uno, sino que adems ellos son concedidos en mayor omenor medida solo en proporcin a la fe del que los recibe. Dios respeta elderecho de decidir sobre aquello que l le ha conferido al hombre. Por eso, lsolo puede bendecirnos en la medida en que cada uno cede de s mismo a Sudivino obrar, y le abre a l todo su corazn. Fe en Dios no es nada ms que abrircompletamente el corazn para recibir todo de Dios: debido a eso el hombre solopuede recibir gracia divina de acuerdo a su propia fe; y esto se aplica tanto a lasanidad divina como a cualquier otra gracia de Dios.

    Esta verdad es confirmada por la bendicin espiritual que pueda resultar de laenfermedad. Dos preguntas se hacen a menudo: (1) Es la voluntad de Dios queSus hijos algunas veces permanezcan en un estado prolongado de enfermedad?(2) Debido a que es una cosa reconocida que la sanidad divina trae consigo unabendicin espiritual ms grande que la misma enfermedad, por qu Dios permitea ciertos hijos suyos el continuar enfermos a travs de muchos aos, y por qu enesta condicin les da bendiciones en santificacin y en comunin con l mismo?La respuesta a estas dos preguntas es que Dios da a Sus hijos de acuerdo a la fede ellos. Ya hemos tenido ocasin de sealar que en el mismo grado en que laIglesia se ha vuelto mundana, su fe en la sanidad divina ha disminuido hasta elpunto de casi desaparecer. Los creyentes parecen no darse cuenta que ellospueden pedir a Dios por la sanidad de los enfermos, y debido a eso ellos puedenser santificados y amoldarse para Su servicio. Ellos solamente buscan sumisin aSu voluntad con respecto a la enfermedad como un medio para estar separadosdel mundo. En tales condiciones, el Seor les da lo que piden. l est presto paradarles an ms, concederles sanidad en respuesta a la oracin de fe, pero tienenfalta de fe para recibirla. Dios siempre cumple con Sus hijos donde seencuentren, con todo lo dbiles que puedan ser. Por eso, los enfermos que tienendeseos de recibirle a l con todo su corazn, recibirn de l los frutos de laenfermedad en su deseo de que sus voluntades sean conformadas a la voluntad deDios. Ellos pudieron haber estado capacitados para recibir sanidad como adicin,

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  • como prueba de que Dios acept sus sumisiones; si esto no ha sido as, es porquela fe les ha faltado para pedirlo.

    Como creste, te sea hecho. Estas palabras dan la respuesta tambin a otrapregunta: Cmo puede usted decir que la sanidad divina trae consigo muchasms bendiciones espirituales, cuando uno ve que el gran nmero de aquellos quefueron sanados por el Seor no recibieron nada ms que una liberacin de supresente sufrimiento, sin que den ninguna prueba de que ellos tambin fueronbendecidos espiritualmente? Aqu, de nuevo, as como creyeron, as les fuehecho.

    Un buen nmero de personas enfermas, habiendo sido testigo de las sanidades deotros, ganaron suficiente confianza en Jess como para ser sanados, y Jess lesconcedi su pedido, sin agregar otras bendiciones para sus almas. Antes de Suascensin el Seor no tena tan libre la entrada en los corazones del hombre comola tiene ahora, porque an no haba venido el Espritu Santo (Jn. 7.39). Lasanidad de los enfermos no era mucho ms que una bendicin para el cuerpo. Fuesolo despus - en la dispensacin del Espritu - que la conviccin y confesin depecados se volvieron para el creyente la primera gracia a ser recibida; lacondicin esencial para obtener sanidades, como San Pablo nos dice en suEpstola a los Corintios, y Santiago en la suya a las doce tribus de la dispersin (1Cor. 11.31, 32; Stg. 5.16). Y as, el grado de gracia espiritual que es posible paranosotros recibir, depende de la medida de nuestra fe, ya sea para sumanifestacin eterna, o ya sea especialmente para su influencia sobre nuestravida interior.

    Recomendamos para cada doliente que est buscando sanidad, y que buscaconocer a Jess como su divino Sanador, que no se obstaculice a s mismo por suincredulidad; que no dude de las promesas de Dios, y as sea fuerte en la fe,dando gloria a Dios como Le es debida. Como creste, te sea hecho. Si contodo su corazn confa en el Dios vivo, usted ser abundantemente bendecido; nodude de ello.

    La parte de la fe es siempre asirse de aquello que parece imposible o extrao alos ojos humanos. Dejemos que nos consideren insensatos por amor de Cristo (1Cor. 4.10). No temamos pasar como personas de mentes dbiles a los ojos delmundo y de tales cristianos que son ignorantes de estas cosas, porque, en laautoridad de la Palabra de Dios, creemos en aquello que otros no pueden admitir.Por eso, no permita ser desalentado en su expectacin aunque Dios quieraretrasar su respuesta, o si su enfermedad se agrava. Una vez que haya puesto

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  • firmemente su pie en la inconmovible roca de la propia Palabra de Dios, yhabiendo orado al Seor para que manifieste su potencia en su cuerpo porqueusted es un miembro de Su cuerpo, y templo del Espritu Santo, persevere encreer en l con la firme seguridad de que l ya lo ha emprendido por usted, quel se ha hecho a S mismo responsable por su cuerpo, y que Su virtud sanadorava a venir para que l sea glorificado en usted.

    Captulo 7EL CAMINO DE LA FE

    E inmediatamente el padre del muchacho clam y dijo: Creo; ayuda miincredulidad. (Mar. 9.24)

    Estas palabras han sido una ayuda y fortaleza a miles de almas en su bsqueda desalvacin y de los dones de Dios. Note que es en relacin a un muchacho afligidoque ellas fueron pronunciadas, en la lucha de fe cuando se buscaba sanidad departe del Seor Jess. En ellas vemos que en una misma persona y alma puedesurgir una lucha entre fe e incredulidad, y que no es sin lucha que venimos acreer en Jess y en todo Su poder para sanar al enfermo. En esto encontramos lanecesaria fortaleza para la realizacin del poder del Salvador.

    Hablo aqu especialmente a los dolientes que no dudan del poder o de la voluntaddel Seor Jess para sanar en estos das sin el uso de remedios terrenales, perocarecen de la osada de aceptar sanidad para ellos mismos. Ellos creen en elpoder divino de Cristo, creen de una manera general de Su buena voluntad parasanar; han adquirido - ya sea por las Escrituras, o por hechos de sanidadrealizados solo por el Seor que han tenido lugar en nuestros das - la persuasinintelectual que el Seor les puede ayudar aun a ellos, pero se vuelven a echaratrs de aceptar la sanidad, y de decir: El Seor me ha odo, s que l me estsanando.

    Note primeramente que sin fe nadie puede ser sanado. Cuando el padre del jovenafligido dijo a Jess: Si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, yaydanos, Jess respondi: Si puedes creer. Jess tena el poder de sanar yestaba presto a hacerlo, pero l pasa la responsabilidad al hombre. Si puedes!Todas las cosas son posibles para aquel que cree. Con miras a obtener tusanidad de Jess, no es suficiente orar. La oracin sin fe no tiene poder. Es laoracin de fe la que salva al enfermo (Stg. 5.15). Si usted ya ha pedidosanidad al Seor, o si otros la han pedido por usted, debe - antes de que sea

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  • conciente de cualquier cambio - poder estar en condiciones de decir: En laautoridad de la Palabra de Dios tengo la seguridad que l me oye y que yo sersanado. Tener fe significa en su caso rendir su cuerpo absolutamente en lasmanos del Seor. La fe recibe sanidad como una gracia espiritual la cual procededel Seor aun cuando no hay un cambio consciente en el cuerpo. La fe puedeglorificar al Seor y decir: Bendice, alma ma, a Yahv El que sana todas tusdolencias (Salmo 103.1-3). El Seor requiere esta fe para que l pueda sanar.Pero y cmo se obtiene tal fe? Diga al Seor acerca de la incredulidad que ustedencuentra en su corazn y cuente con l que lo libere de eso. La fe no es undinero por el cual su sanidad pueda ser comprada del Seor. Es l quien deseadespertarlo y desarrollar en usted la fe necesaria. Ayuda mi incredulidad,clam el padre del muchacho.

    Fue su deseo ardiente que esta fe no se quede corta. Confiese al Seor todas lasdificultades que usted tiene para creerle con base en Su Palabra; dgale quequiere deshacerse de esta incredulidad, que se la lleva a l con toda su confianzasolo en Su Palabra. No pierda tiempo en deplorar su incredulidad, sino mire aJess. La luz de su rostro le permitir encontrar el poder para creer en l (Sal.44.3). l le llama a que confe en l; igalo, y por Su gracia, la fe triunfar enusted. Dgale: Seor, todava estoy consciente de la incredulidad que hay en m.Encuentro difcil creer que estoy seguro de mi sanidad porque poseo a Aquel quela obra. Y, debido a esto, quiero conquistar esta incredulidad. T, Seor, medars la victoria. Deseo creer; voy a creer, por Tu gracia me atrevo a decir quepuedo creer. S, Seor, creo, porque T vienes a ayudarme en mi incredulidad.Es entonces, cuando estamos en ntima comunin con el Seor - y cuandonuestro corazn responde al de l -, que la incredulidad es vencida yconquistada.

    Es necesario tambin testificar la fe que uno tiene. Resulvase a creer aquello queel Seor le dice a usted. Crea, por sobre todo, que l es. Apyese completamentesobre Sus promesas. La oracin del justo salvar al enfermo. Yo soy elSeor tu Sanador (Ex. 15.26). Mire a Jess, quien llev nuestraenfermedades (Mat. 8.17), y Quien san a todos los que a l vinieron; cuentecon el Espritu Santo para que manifieste en su corazn la presencia de Jessquien tambin ahora est en el cielo, y que obre tambin en su cuerpo por elpoder de Su gracia. Alabe al Seor sin esperar sentirse mejor, o de tener ms fe.Albele y diga con David: Yahv, Dios mo, A ti clam, y me sanaste (Sal.30.2). La sanidad divina es una gracia espiritual, la cual solamente puede serrecibida espiritualmente y por fe antes de sentir sus efectos en el cuerpo.Acptelo, y d gloria a Dios. Cuando el Seor Jess orden al espritu inmundo

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  • que saliera del muchacho, el espritu sali con violencia, de manera que elmuchacho qued como muerto, tanto como muchos dicen est muerto. Si,debido a esto, su enfermedad no cede de golpe, si Satans y su propiaincredulidad intentan tomar la delantera, no le preste atencin, adhirase a Jesssu Sanador, y l con seguridad lo sanar.

    Capitulo 8SU CUERPO ES EL TEMPLO DEL ESPRITU SANTO

    No sabis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? Quitar, pues, losmiembros de Cristo y los har miembros de una ramera? De ningn modo. O ignoris que vuestro cuerpo es templo del Espritu Santo, el cual est envosotros, el cual tenis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habis sidocomprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestroespritu, los cuales son de Dios. (1 Corintios 5.15, 19-20)

    La Biblia nos ensea que el Cuerpo de Cristo es la compaa del hombre fiel.Estas palabras son tomadas generalmente en su sentido espiritual, mientras que laBiblia nos pregunta positivamente si es que no sabemos que nuestros cuerpos sonlos miembros de Cristo. De la misma manera, cuando la Biblia habla de moradadel Espritu Santo o de Cristo, limitamos Su presencia a la parte espiritual denuestro ser: el alma, o nuestro corazn. Sin embargo la Biblia expresamente dice:O ignoris que vuestro cuerpo es templo del Espritu Santo? Cuando laIglesia entiende que el cuerpo tambin tiene parte en la redencin que es porCristo, por el cual el mismo debe ser trado a su destino original, para ser el lugarde morada del Espritu Santo, para servir como Su instrumento, para sersantificado por Su presencia, ella tambin va a reconocer todos los lugares dondela sanidad divina est en la Biblia y en los consejos de Dios.

    El relato de la creacin nos muestra que el hombre est compuesto de tres partes.Dios primeramente form el cuerpo del polvo de la tierra, luego de lo cual lsopl dentro de l aliento de vida. l sopl Su propia vida, Su espritu, paraque entre en ese cuerpo. Por medio de esta unin del Espritu con la materia, elhombre vino a ser un alma viviente. El alma, la cual es esencialmente elhombre, encuentra su lugar entre el cuerpo y el espritu; es la relacin que une aambos. Por medio del cuerpo el alma se encuentra en relacin con el mundoexterno; por el espritu se encuentra con el mundo invisible y con Dios. Pormedio del alma, el espritu puede sujetar al cuerpo a la accin de las fuerzascelestiales y as poder espiritualizarlo; por medio del alma, el cuerpo tambin

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  • puede actuar sobre el espritu y atraerlo hacia lugares terrenales. El alma, sujeta alas solicitudes tanto del espritu como del cuerpo, est en una posicin de elegirentre la voz de Dios, hablando por el Espritu, o la voz del mundo, hablando atravs de nuestros sentidos.

    Esta unin de espritu y cuerpo forma una combinacin que es nica en lacreacin: hace que el hombre sea la joya de la obra de Dios. Otras criaturas yahaban existido anteriormente; algunas, como los ngeles, eran todo espritu, sinun cuerpo material, y otros, como los animales, eran solamente carne, poseyendocuerpos animados con un alma viviente, pero careciendo de espritu. El hombrefue destinado a mostrar que el cuerpo material, gobernado por el espritu, eracapaz de ser transformado por el poder del Espritu de Dios, y poder as,participar de la gloria celestial.

    Sabemos lo que el pecado y Satans hicieron con esta posibilidad detransformacin gradual. Por medio del cuerpo, el espritu fue tentado, seducido, yvino a ser un esclavo de los sentidos. Sabemos tambin lo que Dios ha hechopara destruir las obras de Satans y para cumplir los propsitos de la creacin.Para esto apareci el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo (1 Jn.3.8b). Dios prepar un cuerpo para Su Hijo (Heb. 10:5). Y aquel Verbo fuehecho carne (Jn. 1.14). Porque en l habita corporalmente toda la plenitud dela Deidad (Col. 2.9). Quien llev l mismo nuestros pecados en su cuerposobre el madero (1 Pe. 2.24a). Y ahora Jess, resucitado de entre los muertoscon un cuerpo tan libre del pecado como Su espritu y Su alma, comunica anuestros cuerpos la virtud de Su cuerpo glorificado. La cena del Seor es lacomunin del cuerpo de Cristo; y nuestros cuerpos son los miembros deCristo (1 Cor. 10.16; 6.15; 12.27).

    La fe nos pone en posesin de todo lo que la muerte de Cristo y Su resurreccinhan conseguido para nosotros, y no es solamente en nuestro espritu y alma quela vida del Jess resucitado manifiesta Su presencia aqu abajo; es tambin en elcuerpo para que pueda obrar de acuerdo a la medida de la fe.

    O ignoris que vuestro cuerpo es templo del Espritu Santo? Muchoscreyentes piensan que el Espritu Santo viene a morar en nuestros cuerpos comose mora en una casa. Nada de esto. Yo puedo morar en una casa sin que ellarepresente parte de mi ser. Yo la puedo dejar sin sufrir; no existe una unin vitalentre mi casa y yo. No es as con la presencia de nuestra alma y espritu ennuestro cuerpo. La vida de una planta vive en ella e impregna cada parte de ella;y nuestra alma no est limitada a tal o cual parte del cuerpo, el corazn o la

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  • cabeza por ejemplo, sino que penetra profundamente, aun hasta el fondo de losmiembros ms bajos. La vida del alma impregna todo el cuerpo; esta vida en todoel cuerpo es prueba de la presencia del alma. Es de esta misma manera que elEspritu Santo viene a morar en nuestro cuerpo. l lo penetra enteramente. l nosanima y nos posee infinitamente ms de lo que nos podemos imaginar. De lamisma forma en la cual el Espritu Santo trae a nuestra alma y espritu la vida deJess, Su santidad, Su gozo, Su fortaleza, l viene tambin a impartir al cuerpoenfermo toda la vigorosa vitalidad de Cristo tan pronto como la mano de fe esestirada para recibirla.

    Cuando el cuerpo est completamente sujeto a Cristo, crucificado con l,renunciando a toda voluntad propia e independencia, deseando nada ms que serel templo del Seor, es entonces cuando el Espritu Santo manifiesta el poder delresucitado Salvador en el cuerpo. Solamente entonces podemos glorificar a Diosen nuestro cuerpo, dndole a l completa libertad para manifestar en ello Supoder, para demostrar que l sabe como dejar Su templo libre de la dominacinde la enfermedad, pecado, y Satans.

    Captulo 9EL CUERPO PARA EL SEOR

    Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al unocomo a las otras destruir Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicacin, sinopara el Seor, y el Seor para el cuerpo. (1 Corintios 6.13)

    Uno de los telogos ms eruditos ha dicho que la corporeidad3 es la finalidad delos caminos de Dios. Como ya hemos visto, esto es efectivamente lo que Dios harealizado al crear al hombre. Es esto lo que hizo que los habitantes del cielo semaravillen y admiren cuando ellos contemplan la gloria del Hijo. Revestido conun cuerpo humano, Jess ha tomado Su lugar para siempre sobre el trono deDios, para participar de Su gloria. Es esto lo que Dios ha deseado. Deber serreconocido en aquel da cuando la humanidad regenerada, formando el cuerpo deCristo, sea real y visiblemente el templo de Dios viviente (2 Cor. 6.16), y cuandotoda la creacin en los cielos y tierra nuevos compartan la gloria de los hijos deDios. El cuerpo material ser entonces completamente santificado, glorificadopor el Espritu; y este cuerpo, ya espiritualizado, ser la ms alta gloria del SeorJess y de Sus redimidos.

    3 Cualidad de corpreo. (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Espaola) - (N. del T.)

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  • Es en anticipacin a esta nueva condicin de las cosas, que el Seor otorga unagran importancia a la morada y santificacin de nuestros cuerpos, aqu abajo, porsu Espritu. Tan poco es comprendida esta verdad por los creyentes que menosan ellos buscan el poder del Espritu Santo en sus cuerpos. Tambin muchos deellos, creyendo que este cuerpo les pertenece, lo usan como ellos quieren. Al noentender cunto la santificacin del alma y espritu dependen de nuestro cuerpo,no se agarran del significado de las palabras El cuerpo es para el Seor, conmiras a recibirlas en obediencia.

    El cuerpo es para el Seor. Qu significa esto? El Apstol ah mismo habadicho: Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto aluno como a las otras destruir Dios. Comer y beber permiten al cristiano unaoportunidad de demostrar esta verdad de el cuerpo es para el Seor. lefectivamente debe aprender a comer y a beber para la gloria de Dios. Por comer,el pecado y la Cada sucedieron. Fue tambin por medio del comer que Satansbusc tentar al Seor. Y as, el mismo Jess santific su cuerpo en comer solo deacuerdo a la voluntad de Su Padre (Mat. 4.4). Muchos creyentes fracasan encuidar sus propios cuerpos; fallan en conservar una sobriedad santa como paraevitar ceder sus cuerpos a que sean no aptos para el servicio a Dios. Comer ybeber nunca deben impedir la comunin con Dios; su propsito es ms bienfacilitar la comunin por medio de mantener el cuerpo en su condicin normal.

    El Apstol habla tambin de fornicacin, este pecado que envilece el cuerpo, yque est en directa oposicin a las palabras el cuerpo es para el Seor. No esuna simple incontinencia fuera del estado matrimonial, sino es en ese estado a loque se refiere aqu; toda voluptuosidad, toda falta de sobriedad de cualquier clasees condenada con estas palabras: Vuestro cuerpo es templo del Espritu Santo(1 Cor. 6.19). De la misma manera, todo aquello que es para mantener el cuerpo -para vestirlo, para fortalecerlo, descansar durmiendo, o que le permite el disfrute-, debe ser puesto bajo el control del Espritu Santo. Pues as como bajo el ViejoPacto el templo fue construido solamente para Dios, y para Su servicio, tambinas nuestro cuerpo ha sido creado para el Seor, y solamente para l.

    Entonces, uno de los mayores beneficios de la sanidad divina ser ensearnosque nuestro cuerpo debe ser liberado del yugo de nuestra propia voluntad paravolverse una propiedad del Seor. Dios no concede sanidad a nuestras oracioneshasta que l haya obtenido la finalidad por la cual l ha permitido la enfermedad.l desea que la disciplina nos traiga a una comunin ms ntima con l; l nos vaa hacer entender que nosotros hemos usado nuestro cuerpo como si fuerapropiedad nuestra, mientras que pertenece al Seor; y que el Espritu Santo busca

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  • santificar todas sus acciones. Nos gua a comprender que si nosotros cedemosnuestro cuerpo sin reservas a la influencia del Espritu Santo, experimentaremosSu poder en nosotros, y que nos sanar por medio de traer a nuestro cuerpo lamismsima vida de Jess; l nos gua, finalmente, a decir con plena conviccin:El cuerpo es para el Seor.

    Hay creyentes que buscan la santidad, pero solo para el alma y el espritu. En suignorancia olvidan que el cuerpo y todo su sistema nervioso, que la mano, elodo, los ojos, la boca, son llamados a testificar directamente de la presencia y lagracia de Dios en ellos. No han tomado suficientemente en serio estas palabras:No sabis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? Si por el Esprituhacis morir las obras de la carne, viviris. (1 Cor. 6.15; Rom. 8.13). Y elmismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espritu, almay cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro SeorJesucristo (1 Ts. 5.23). Oh, cunta renovacin ocurre en nosotros cuando, porSu propio toque, el Seor sana nuestros cuerpos, cuando l toma posesin deellos, y cuando por Su Espritu se vuelve vida y salud en ellos! Es con unaindescriptible conciencia de santidad, de temor y de gozo, que el creyente puedeentonces ofrecer su cuerpo como un sacrificio vivo para recibir sanidad, y tenercomo un lema estas palabras: El cuerpo es para el Seor.

    Captulo 10EL SEOR PARA EL CUERPO

    Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al unocomo a las otras destruir Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicacin, sinopara el Seor, y el Seor para el cuerpo. (1 Corintios 6.13)

    Hay una reciprocidad en las relaciones de Dios con el hombre. Aquello que Diosha sido para m, yo debo serlo de vuelta para l. Y aquello que yo soy para l, llo desea nuevamente para m. Si en Su amor l se da a S mismo completamentea m, est en orden que yo amorosamente me d a m mismo completamente a l.En la medida en que yo ms o menos realmente rinda todo mi ser ante l, en esamedida l se da a S mismo ms realmente a m. Y as Dios gua al creyente acomprender que este abandono de S mismo envuelve el cuerpo, y cunto msnuestra vida sea testigo de que el cuerpo es para el Seor, ms tambin vamos aexperimentar que el Seor es para el cuerpo. Al decir El cuerpo es para elSeor, expresamos el deseo de ceder nuestro cuerpo como completamenteconsagrado, ofrecido en sacrificio para el Seor, y santificado por l. Al decir:

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  • El Seor es para el cuerpo, expresamos la preciosa certeza que nuestra ofrendaha sido aceptada, y que - por su Espritu - el Seor va a impartir a nuestro cuerpoSu propia fortaleza y santidad, y de ah en adelante, l nos fortalecer y guardar.

    Este es un asunto de fe. Nuestro cuerpo es material, dbil, flojo, pecador, mortal.Por eso, es difcil captar de golpe toda la extensin de las palabras El Seor espara el cuerpo. Es la Palabra de Dios la que nos explica la forma de asimilarlas.El cuerpo fue creado por el Seor y para el Seor. Jess tom sobre s un cuerpoterrenal. En Su cuerpo l llev nuestros pecados en la cruz, y de esa maneraliber nuestro cuerpo del poder del pecado. En Cristo el cuerpo ha sidoresucitado nuevamente, y sentado en el trono de Dios. El cuerpo es la habitacindel Espritu Santo; es llamado a una eterna asociacin en la gloria celestial. Poreso, con certeza, y en un sentido amplio y universal, podemos decir: S, el SeorJess, nuestro Salvador, es para el cuerpo. Esta verdad tiene muchasaplicaciones. En primer lugar, es una gran ayuda en una santidad prctica. Msde algn pecado deriva su poder de alguna tendencia fsica. El alcohlico que seha convertido le tiene terror a las bebidas intoxicantes, pero, a pesar de eso, susapetitos son algunas veces una trampa para l, teniendo victoria sobre sus nuevasconvicciones. Si, como sea, en el conflicto l entrega su cuerpo con confianza alSeor, todo apetito fsico, todo deseo de beber, ser vencido. Nuestrotemperamento tambin a menudo es el resultado de nuestra constitucin fsica.Un sistema nervioso irritable, produce palabras que son agudas, duras, y carecende amor. Pero deje que el cuerpo con esta tendencia fsica sea tomado por elSeor, y pronto experimentar que el Espritu Santo puede mortificar ellevantamiento de la impaciencia, y santificar el cuerpo, volvindolo sin culpa.

    Estas palabras: El Seor es para el cuerpo, son aplicables tambin a la fuerzafsica la cual es demandada de nosotros para servir al Seor. Cuando Davidclam Dios es el que me cie de poder, l se refera a la fuerza fsica, porqueagrega: Quien hace mis pies como de ciervas Para entesar con mis brazos elarco de bronce. (Sal. 18.32, 33, 34). Nuevamente estas palabras: Yahv es lafortaleza de mi vida (Sal. 27.1), no se refieren solamente al hombre espiritual,sino al hombre completo. Muchos creyentes han experimentado que la promesapero los que esperan a Yahv tendrn nuevas fuerzas (Is. 40.31) toca elcuerpo, y el Espritu Santo incrementa la fuerza fsica.

    Pero es especialmente en la sanidad divina que vemos la verdad de estas palabrasEl Seor es para el cuerpo. S, Jess, el soberano y misericordioso Sanador,siempre est listo para salvar y curar. Hubo en Suiza, algunos aos atrs, unachica joven con tuberculosis y prxima a la muerte. El doctor le haba

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  • recomendado un clima ms suave, pero ella estaba demasiado dbil para hacer elviaje. Ella supo que Jess es el Sanador de los enfermos. Ella crey en las buenasnuevas, y una noche cuando ella estaba pensando sobre este asunto, le parecique el cuerpo del Seor vino cerca al suyo, y ella tom estas palabrasliteralmente: Su cuerpo por nuestro cuerpo. Desde ese momento empez amejorar. Un tiempo despus empez a tener lecturas de la Biblia, y ms tarde seconvirti en una celosa y muy bendecida obrera del Seor entre las mujeres. Ellahaba aprendido que el Seor es para el cuerpo.

    Estimado enfermo, el Seor le ha demostrado por medio de la enfermedad elpoder que el pecado tiene sobre el cuerpo. Por medio de su sanidad l tambin ledemostrar el poder de la redencin del cuerpo. l lo llama a comprender aquelloque usted no ha comprendido hasta ahora, que el cuerpo es para el Seor. Poreso, dselo a l su cuerpo. Dele a l con su enfermedad y con el pecado, el cuales la fuente original de la enfermedad. Crea siempre que el Seor se ha hechocargo de su cuerpo, y l manifestar con poder que l realmente es el Seor. ElSeor, quien ha tomado sobre S mismo un cuerpo aqu en la tierra y lo haregenerado, desde los altos cielos - donde l est ahora, revestido con su cuerpoglorificado - nos enva su fortaleza divina, deseando as manifestar Su poder ennuestro cuerpo.

    Capitulo 11NO CONSIDERE SU CUERPO

    Y no se debilit en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto(siendo de casi cien aos), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dud,por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleci en fe, dandogloria a Dios, plenamente convencido de que era tambin poderoso para hacertodo lo que haba prometido. (Romanos 4.19-21)

    Cuando Dios prometi dar a Abraham un hijo, el patriarca nunca hubiera podidoser capaz de creer en esta promesa si es que hubiera considerado su propiocuerpo, ya viejo y desgastado. Sin embargo, l solo vio nada ms que a Dios y Supromesa, el poder y la fidelidad de Dios quien le garantizaba el cumplimiento dela misma.

    Esto nos permite echar mano de toda la diferencia que existe entre la sanidad quese espera de los remedios terrenales, y la sanidad que se busca solamente de partede Dios. Cuando hemos recurrido a los remedios para sanarnos, toda la atencin

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  • del enfermo est sobre el cuerpo, considerando el cuerpo, mientras que la sanidaddivina nos llama a desviar nuestra atencin del cuerpo, y abandonarnos nosotrosmismos, alma y cuerpo, al cuidado del Seor, ocupndonos solamente con l.

    Esta verdad igualmente nos permite ver la diferencia entre la enfermedadretenida por bendicin y la sanidad recibida de parte del Seor. Algunos tienenmiedo de tomar la promesa de Santiago 5 en su sentido literal, porque ellos dicenque la enfermedad es ms buena que la salud para el alma del hombre. Es ciertoque en el caso de sanidad obtenida por remedios terrenales, mucha gente serms bendecida en permanecer enferma que en recobrar la salud, pero escompletamente otra cosa cuando la sanidad viene directamente de la mano deDios. Con miras a recibir sanidad divina, el pecado debe ser confesado yrenunciado; uno debe estar completamente rendido al Seor, debe ceder hastaestar completamente en Sus manos, y la voluntad de que Jess tome control delcuerpo debe ser firmemente tomada en cuenta para que la sanidad sea elcomienzo de una nueva vida de ntima comunin con el Seor.

    Y as aprendemos a rendir enteramente a l el cuidado de nuestra salud, y a lamenor indicacin del retorno del mal, es considerado como una advertencia de noconsiderar nuestro cuerpo, sino de estar ocupados solamente con el Seor.

    Qu contraste es esto con el gran nmero de personas enfermas que buscansanidad por medio de los remedios! Si algunos pocos de ellos han sidosantificados debido a la enfermedad, habiendo aprendido a perderse de vista ellosmismos, cuntos ms hay all quienes son llevados por la misma enfermedad aestar constantemente ocupados con ellos mismos y con la condicin de suscuerpos. Cun infinito cuidado ellos ejercitan en observar hasta el sntoma mspequeo, favorable o no favorable! Qu constante preocupacin para ellos escomer y beber, la ansiedad de evitar esto o aquello! Cunto se preocupan con loque ellos consideran que otros le deben, si es que piensan suficientemente enellos, si hay suficientes enfermeras, si les visitan lo suficiente! Cunto tiempo sededica de este modo a considerar el cuerpo y lo que se exige, en vez de al Seory las relaciones que l busca establecer con las almas! Oh, cuntos hay que, atravs de la enfermedad, se ocupan casi exclusivamente de ellos mismos!

    Todo esto es totalmente diferente cuando la sanidad es buscada en fe de parte denuestro amoroso Dios. Entonces la primera cosa para aprender es: Deje de estaransioso acerca del estado de su cuerpo, usted lo ha confiado al Seor y l hatomado la responsabilidad. Si usted no ve una rpida mejora inmediatamente,sino por el contrario, los sntomas parecen ser ms serios, recuerde que usted ha

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  • entrado en un sendero de fe, y debido a eso no debera considerar el cuerpo, sinoaferrarse solo en el Dios viviente. El mandamiento de Cristo: No os afanispor vuestro cuerpo (Mat. 6.25), aparece aqu bajo una nueva luz. Cuando Diosllam a Abraham a no considerar su cuerpo, fue porque l pudo llamarlo aejercitar el mayor ejercicio de fe posible, para que l pudiera aprender a ver sloa Dios y Su promesa. Sostenido por su fe, l dio gloria a Dios, convencido queDios hara lo que haba prometido. La sanidad divina es una maravillosa ataduraque nos une al Seor. Al comienzo uno puede temer a creer que el Seor va aestirar Su poderosa mano y tocar el cuerpo; pero al estudiar la Palabra de Dios elalma adquiere coraje y confianza. Finalmente uno decide, diciendo: cedo micuerpo en las manos de Dios; y dejo el cuidado del mismo al Seor. Entonces nose pone ms la mirada en el cuerpo y sus sensaciones, y solamente el Seor y Supromesa quedan a la vista.

    Querido lector, entrar usted tambin en este camino de fe, muy superior aaquello que habitualmente se llama natural? Camine en los pasos de Abraham.Aprenda de l a no considerar su propio cuerpo, y a no dudar debido a laincredulidad. Considerar el cuerpo da luz a dudas, mientras que aferrarse a lapromesa de Dios y estar ocupado solamente con l, da entrada al camino de la fe,el camino de la sanidad divina, el cual glorifica a Dios.

    Captulo 12DISCIPLINA Y SANTIFICACIN

    Dios nos disciplina para lo que nos es provechoso, para que participemos de susantidad. (Hebreos 12.10)As que, si alguno se limpia de estas cosas, ser instrumento para honra,santificado, til al Seor, y dispuesto para toda buena obra. (2 Timoteo 2.21)

    Santificar algo es ponerlo aparte, consagrarlo para Dios y para Su servicio. Eltemplo en Jerusaln era Santo, es decir, estaba consagrado, dedicado a Dios paraque lo pueda servir como lugar de morada. Los vasos del templo eran santos,porque estaban dedicados al servicio del templo; los sacerdotes eran santos,elegidos para servir a Dios y listos para trabajar para l. De la misma manera loscristianos tambin deben estar santificados, a disposicin del Seor, dispuestospara toda buena obra.

    Cuando el pueblo de Israel sali de Egipto, el Seor los reclam para Su serviciocomo un pueblo santo. Deja ir a mi pueblo para que me sirva (Ex. 7.16), dijo

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  • a Faran. Liberados de la dura esclavitud, los hijos de Israel fueron deudores paraentrar de una buena vez bajo el servicio de Dios, y volverse sus felicesservidores. Su liberacin fue la ruta que guiaba a la santificacin.

    Nuevamente en este da, Dios est formando para S mismo un pueblo santo, y espara que nos volvamos parte de ellos que Jess nos liber. l se dio a s mismopor nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para s un pueblopropio, celoso de buenas obras (Tit. 2.14). Es el Seor el que rompe las cadenaspor las cuales Satans nos mantiene en esclavitud. l nos quiere libres,completamente libres para servirlo. l desea salvarnos, para liberar tanto el almacomo el cuerpo, para que cada uno de los miembros del cuerpo pueda serconsagrado a l y puestos sin reservas a Su disposicin.

    Un gran nmero de cristianos todava no entienden todo esto, no saben cmo esque el propsito de su liberacin es para que ellos puedan ser santificados,preparados para servir a su Dios. Ellos hacen uso de sus vidas y sus miembrospara procurar su propia satisfaccin; consecuentemente no sienten en la libertadde pedir por sanidad con fe. Es por eso que para disciplinarlos, para que puedanser trados a la santificacin deseada, el Seor permite a Satans a que inflijaenfermedades sobre ellos y por medio de ellas mantenerlos encadenados yprisioneros (Luc. 13.11, 16). Dios nos castiga para lo que nos es provechoso,para que participemos de su santidad y para que podamos ser santificados, ydispuestos para toda buena obra (Heb. 12.10; 2 Tim. 2.21).

    La disciplina que inflige las enfermedades trae grandes bendiciones con ella. Esun llamado al enfermo a reflexionar; lo lleva a ver que Dios est ocupado con l,y busca mostrarle qu es lo que todava lo separa de l mismo. Dios le habla, lollama a examinar sus caminos, a reconocer que a l le falta santidad, y que elpropsito del castigo es hacerlo participante de Su santidad. l despierta dentrodel enfermo el deseo de ser alumbrado por el Espritu Santo en lo ms hondo desu corazn, para que l pueda estar capacitado para tener una clara idea de lo queha venido a ser su vida hasta ese momento, una vida egocntrica, muy diferente ala vida que Dios requiere de l. l lo lleva a confesar sus pecados, para que losconfe al Seor Jess, a creer que el Salvador puede librarlo de ellos. l lo urge aque ceda ante l, para consagrar su vida, para morir a s mismo para que puedaser capaz de vivir para Dios.

    La santificacin no es algo que usted pueda lograr por usted mismo; ni siquierapuede ser producida por Dios en usted como algo que usted pueda poseer ycontemplar en usted mismo. No, es el Espritu Santo, el Espritu de santidad

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  • solamente puede comunicarle Su santidad y renovarla continuamente. De ah quees por fe que usted viene a ser participante de Su santidad. Habiendo entendidoque Jess ha sido hecho santificacin de Dios para usted (1 Cor. 1.30), y que esla obra del Espritu Santo el impartirle Su santidad la cual fue manifestada en Suvida en la tierra, rndase a l por fe para que l le permita vivir esa vida de horaen hora. Crea que el Seor - por Su Espritu - puede guiarlo, y guardarlo en estavida de santidad y de consagracin al servicio de Dios. Y as, viva en laobediencia de fe, siempre atento a Su voz, y a la guianza de Su Espritu.

    Desde el tiempo que esta Paternal disciplina ha llevado al enfermo a una vida desantidad, Dios ha obtenido su propsito, y l va a sanar a aquel que se lo pidacon fe. Nuestro primeros padres por pocos das nos disciplinaban Es verdadque ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza;pero despus da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados(Heb. 12.10, 11). S, es cuando el creyente se da cuenta de este fruto apacible dejusticia, que est en condiciones de ser liberado del castigo.

    Oh!, es porque los creyentes an comprenden muy poco que santificacinsignifica una entera consagracin a Dios, que ellos realmente no pueden creerque la sanidad pronto seguir a la santificacin del enfermo. Buena salud es muya menudo para ellos solo un asunto de confort y placer personal la cual puedendisponer como les plazca, pero as Dios no puede ministrar a su egosmo. Sientendiesen mejor que Dios requiere de Sus hijos que ellos deben estardispuestos para toda buena obra, no se sorprenderan verle a l dando sanidady renovando fuerzas a aquellos que han aprendido a poner sus miembros a Sudisposicin, deseando ser santificados y emplendose en Su servicio por elEspritu Santo. El Espritu de sanidad tambin es el Espritu de Santificacin.

    Captulo 13ENFERMEDAD Y MUERTE

    El te librar del lazo del cazador, de la peste destructora. (Sal. 91.3)Ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del da

    destruya. (Sal. 91.6) Lo saciar de larga vida, y le mostrar mi salvacin. (Sal. 91.16)Aun en la vejez fructificarn; estarn vigorosos y verdes. (Sal. 92.14)

    Esta objecin a menudo se hace a las palabras del apstol Santiago La oracinde fe salvar al enfermo: Si tenemos la promesa de ser siempre sanados en

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  • respuesta a la oracin, cmo puede ser posible morir? Y algunos agregan:Cmo una persona enferma puede saber si es que Dios, quien determina eltiempo de nuestra vida, no ha decidido que debemos morir por dichaenfermedad? En tal caso, no ser sin sentido la oracin, y no sera pecado orarpor la sanidad?

    Antes de contestar, queremos sealar que esta objecin no va contra el creer enJess como el Sanador de los enfermos, sino contra la misma Palabra de Dios yla promesa tan claramente declarada en la epstola de Santiago y en cualquierlugar. No tenemos la libertad de cambiar o limitar las promesas de Dios cuandosea que ellas presenten una dificultad para nosotros; ni tampoco podemos insistirque ellas nos sean claramente explicadas antes de que nosotros podamos creer loque ellas establecen. Nosotros debemos recibirlas sin resistencia; solamenteentonces el Espritu de Dios nos encuentra con el estado de razonamiento el cualpuede ser enseado y alumbrado.

    Ms aun, sealaremos que el considerar una verdad divina la cual ha sido pormucho tiempo rechazada en la Iglesia, difcilmente pueda ser entendida desde elprincipio. Es solo poco a poco que su importancia y funcionamiento sondiscernidas. En la medida en que va siendo revivida, despus de haber sidoaceptada por fe, el Espritu Santo la va a acompaar con una nueva luz.Recordemos que es por la incredulidad de la Iglesia que la sanidad divina la hadejado. La fe en las verdades de la Biblia no debe hacerse depender de lasrespuestas de tal o cual persona. Resplandeci en las tinieblas luz (Sal.112.4) para los rectos que estn listos a someterse a la Palabra de Dios.

    La primera objecin es fcil de responder. La Escritura determina setenta uochenta aos como la medida ordinaria de la vida humana. El creyente que recibea Jess como el Sanador de los enfermos descansar satisfecho con la declaracinde la Palabra de Dios. Se sentir en la libertad de esperar una vida de setentaaos, pero no ms. Adems, el hombre de fe se coloca a s mismo bajo ladireccin del Espritu, el cual le permitir discernir la voluntad de Dios si es quealgo deba prevenir que llegue a la edad de setenta. Toda regla tiene susexcepciones, tanto en las cosas del cielo, como en las de la tierra. De esto, poreso, estamos seguros de acuerdo a la Palabra de Dios - ya sean por las palabrasde Jess, o por aquellas de Santiago - que nuestro Padre celestial quiere, comoregla, ver a Sus hijos en buena salud para que ellos puedan trabajar a Su servicio.

    Por la misma razn, l quiere librarlos de la enfermedad tan pronto como ellosconfiesen sus pecados y oren con fe por su sanidad. Para el creyente que ha

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  • caminado con su Salvador, fuerte con la fortaleza que procede de la sanidaddivina, y cuyo cuerpo est consecuentemente bajo la influencia del EsprituSanto, no es necesario que cuando venga su tiempo de morir, deba morir deenfermedad. Dormir en el Seor, tal es la muerte del creyente cuando llega alfinal de su vida. Para l morir es solo dormir despus de una fatiga, entrar en elreposo. La promesa para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra(Ef. 6.3), est dirigida a nosotros los que vivimos bajo el Nuevo Pacto. Cuntoms ha aprendido el creyente el ver en el Salvador a Aquel quien llev nuestrasenfermedades ms libertad tiene de clamar el cumplimiento literal de la promesaLo saciar de larga vida, Aun en la vejez fructificarn; estarn vigorosos yverdes.

    El mismo texto se aplica a la segunda objecin. El enfermo ve en la Palabra deDios que es Su voluntad sanar a Sus hijos luego de la confesin de sus pecados, yen respuesta a la oracin de fe. No dice que ellos estarn exentos de otraspruebas; pero en cuanto a la enfermedad, ellos son sanados de eso porque ataca elcuerpo, que ha venido a ser el lugar de morada del Espritu Santo. El enfermoentonces debe desear sanidad para que el poder de Dios pueda ser manifestado enl, y para que pueda servirlo a l en llevar a cabo Su voluntad. En esto se aferrael que conoce la voluntad de Dios revelada y para aquello que no est revelado,l sabe que Dios har conocer Sus pensamientos a Sus siervos que caminan conl. Insistiremos aqu que la fe no es un razonamiento lgico que pueda de algunamanera obligar a Dios a actuar de acuerdo con Sus promesas. Es ms bien laactitud de confianza de un nio quien honra a su Padre, que cuenta con Su amorpara verlo cumplir Sus promesas, y que sabe que l es fiel para comunicar altanto al cuerpo como al alma, la nueva fuerza que fluye de la redencin, hastaque llegue el momento de partir.

    Captulo 14EL ESPRITU SANTO, EL ESPRITU DE SANIDAD

    Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espritu es el mismo. a otro, fepor el mismo Espritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo EsprituPero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espritu, repartiendo a cada unoen particular como l quiere. (1 Corintios 12.4, 9, 11)

    Qu es lo que distingue a los hijos de Dios? Cul es su gloria? Es que Dioshabita en medio de ellos y se revela a S mismo a ellos con poder (Ex. 33.16;34.9-10). Bajo el Nuevo Pacto, esta morada de Dios en el creyente es aun ms

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  • manifiesta que en los tiempos antiguos. Dios enva el Espritu Santo a Su Iglesia,la cual es el Cuerpo de Cristo, para obrar en ella con poder, y la vida yprosperidad de ella depende de l. El Espritu debe encontrarse en ella sinreservas, en completa libertad, para que ella pueda ser reconocida como la Iglesiade Cristo, el Cuerpo del Seor. En cada era la Iglesia puede buscarmanifestaciones del Espritu, porque ellas forman nuestra indisoluble unidad: uncuerpo y un Espritu (Ef. 4.4).

    El Espritu opera variadamente en tal o cual miembro de la Iglesia. Es posible serllenado del Espritu para una obra en especial y no para otra. Hubo tambintiempos en la historia de la Iglesia cuando ciertos dones del Espritu fueron dadoscon poder, mientras que en otros tiempos la ignorancia o incredulidad puedenrestringir otros dones. Donde sea que se encuentre ms abundantemente la vidadel Espritu, debemos esperar que l manifieste todos Su dones.

    El don de sanidad es uno de las ms hermosas manifestaciones del Espritu. Estescrito de Jess, cmo Dios ungi con el Espritu Santo y con poder a Jess deNazaret, y cmo ste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidospor el diablo (Hch. 10.38). El Espritu Santo en l era un Espritu sanador, y lfue el mismo en los discpulos luego de Pentecosts. Y as las palabras de nuestrotexto expresan lo que fue la continua experiencia de la Iglesia primitiva (compareatentamente Hechos 3.7; 4.30; 5.12, 15, 16; 6.8; 8.7; 9.41; 14.9, 10. 16.18, 19;19.12; 28.8, 9). El abundante derramamiento del Espritu Santo produjoabundantes sanidades. Qu leccin para la Iglesia en nuestros das!

    Sanidad divina es la obra del Espritu Santo. La redencin de Cristo extiende supoderosa obra al cuerpo, y el Espritu Santo es responsable tanto de transmitiresto como de mantenerlo en nosotros. Nuestro cuerpo comparte los beneficios dela redencin, y an ahora puede recibir la garanta de eso por medio de la sanidaddivina. Es Jess quien sana, Jess quien unge y bautiza con el Espritu Santo.Jess, quien bautiz a Sus discpulos con el mismo Espritu, es Quien nos envael Espritu Santo aqu en la tierra, ya sea para mantener a la enfermedad alejadade nosotros, o para restaurar nuestra salud cuando la enfermedad se ha apoderadode nosotros.

    La sanidad divina acompaa la santificacin por el Espritu. Es para hacernossantos que el Espritu Santo nos hace participantes de la redencin de Cristo. Deah el nombre Santo. Debido a eso, la sanidad la cual l opera en nosotros esuna intrnseca parte de Su misin divina, y l inviste esto ya sea para llevar alenfermo a ser convertido y sanado (Hec. 4. 29, 30; 5.12, 14; 6.7, 8; 8. 68), o

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  • para confirmar su fe si es que ya es convertido, pues l le constrie para asrenunciar al pecado, y para consagrarlo enteramente a Dios y para Su servicio (1Cor. 10.31; Stg. 5.15, 16; Heb. 12.10).

    La sanidad divina tiende a glorificar a Jess. Es la voluntad de Dios que Su Hijosea glorificado, y el Espritu Santo hace esto cuando viene a mostrarnos lo que laredencin de Cristo hace por nosotros. La redencin del cuerpo mortal aparececasi ms maravillosamente que la del alma inmortal. De estas dos formas Diosdesea morar en nosotros a travs de Cristo, y as, triunfar sobre la carne. Tanpronto como nuestro cuerpo viene a ser templo de Dios a travs del Espritu,Jess es glorificado.

    La sanidad divina toma lugar cuando sea que el Espritu de Dios obra con poder.Pruebas de esto se pueden encontrar en la vida de los Reformadores, y en algunosde aquello Moravos en sus mejores tiempos. Pero todava hay otras promesasconcernientes al derramamiento del Espritu Santo las cuales aun no han sidocumplidas hasta este tiempo. Vivamos en una santa expectacin, orando al Seorpara que las cumpla en nosotros.

    Captulo 15PERSEVERANDO EN ORACIN

    Tambin les refiri Jess una parbola sobre la necesidad de orar siempre, yno desmayar, diciendo: Haba en una ciudad un juez, que ni tema a Dios, nirespetaba a hombre. Haba tambin en aquella ciudad una viuda, la cual vena al, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y l no quiso por algn tiempo;pero despus de esto dijo dentro de s: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto ahombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le har justicia, no seaque viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Seor: Od lo que dijoel juez injusto. Y acaso Dios no har justicia a sus escogidos, que claman a lda y noche? Se tardar en responderles? Os digo que pronto les har justicia.Pero cuando venga el Hijo del Hombre, hallar fe en la tierra? (Lucas 18:1-8)

    La necesidad de orar con perseverancia es el secreto de toda la vida espiritual.Qu bendicin es poder ser capaz de pedir al Seor por tal o cual gracia hastaque l nos la de, sabiendo con certeza que es Su voluntad contestar la oracin!,pero qu misterio es para nosotros que se nos llame a perseverar en oracin,golpear con fe a Su puerta, para recordarle de Sus promesas, y hacer esto sincansarnos hasta que l se levante y otorgue nuestra peticin! No es la seguridad

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  • de que nuestra oracin puede obtener del Seor aquello que l no la va dar deotra manera, la prueba evidente de que el hombre ha sido creado a la imagen deDios, que l es su amigo, que l es su compaero en la obra, y que los creyentesquienes conjuntamente forman el Cuerpo de Cristo participen de esta manera ensu obra intercesora? Es a la intercesin de Cristo la que el Padre responde, y a lacual l concede Su favor divino.

    Ms de una vez la Biblia nos explica la necesidad de perseverar en la oracin.Hay muchos fundamentos, el mayor de todos es la justicia de Dios. Dios hadeclarado que el pecado debe llevar sus consecuencias; el pecado, por eso, tienederechos sobre el mundo el cual lo recibe y permanece esclavizado por eso.Cuando el hijo de Dios busca detener este orden de cosas, es necesario que lajusticia de Dios deba consentir con eso; por lo tanto se necesita tiempo para quelos privilegios los cuales Cristo ha conseguido para los creyentes deban pesarseante el tribunal de Dios. Aparte de esto, la oposicin de Satans, quien siemprebusca evitar la respuesta a la oracin, es una razn para eso (Dan. 10.12, 13). Losnicos medios para que este enemigo invisible sea conquistado, es fe. Parndosefirme en las promesa de Dios, la fe se rehsa a ceder, y contina orando yesperando por la respuesta, aun cuando sta se retrasa, sabiendo que la victoria essegura (Ef. 6.12-18).Finalmente, la perseverancia en la oracin es necesaria para nosotros mismos. Elretraso en la respuesta tiene la intencin de probar y fortalecer nuestra fe; buscadesarrollar en nosotros la firmeza la cual no va a dejar ir las promesas de Dios,sino que renunciar a su propio lado de las cosas para confiar solamente en Dios.Es solo entonces cuando Dios - viendo nuestra fe - nos ve listos para recibir Sufavor y nos lo concede. El har justicia rpidamente, aunque se tarde. S, a pesarde todos los retrasos necesarios, l no nos va a hacer esperar mucho. Siclamamos ante l da y noche, l nos har justicia prontamente.

    Esta perseverancia en oracin ser fcil para nosotros tan pronto comocomprendamos completamente lo que es la fe. Jess nos ensea en estaspalabras: Y todo lo que pidiereis en oracin, creyendo, lo recibiris (Mat.21.22). Cuando la Palabra de Dios nos autoriza a pedir cualquier cosa, debemosde buenas a primeras creer que lo vamos a recibir. Dios nos lo da; esto losabemos por fe, y podemos decir entre Dios y nosotros que lo hemos recibido,aunque puede ser solo ms tarde que se nos permita darnos cuenta de sus efectosaqu en la tierra. Es antes de que hayamos visto o experimentado nada de lo quesea, que la fe se regocija en haberlo recibido; persevere en oracin, y espere hastaque la respuesta se manifieste. Pero aun despus de haber credo que hemos sido

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  • escuchados, es bueno perseverar hasta que se haya convertido en un hechoconsumado.

    Esto es de gran importancia para obtener sanidad divina. Algunas veces, escierto, la sanidad es inmediata y completa; pero puede pasar que debamosesperar, aun cuando una persona enferma ha sido capaz de pedirlo con fe.Algunas veces tambin los primeros sntomas de sanidad se manifiestaninmediatamente; pero despus de eso el progreso es lento, e interrumpido a vecescuando se detiene o cuando el mal regresa. En tales casos es importante tantopara la persona enferma como de aquellos que oran con l, creer en la eficacia deperseverar orando, aunque ellos no puedan entender el misterio de eso. Aquelloque parece que al comienzo Dios rechaza, l lo concede despus a la oracin dela mujer Cananea, a la oracin de la viuda, al del amigo que golpea a la puertaa medianoche (Mat. 15.22; Luc. 18.3; 11.5). Sin importar si hubo un cambio orespuesta, la fe basada en la Palabra de Dios, y la cual contina orando conimportunidad, termina obteniendo la victoria. Acaso Dios no har justicia asus escogidos, que claman a l da y noche? Se tardar en responderles? Osdigo que pronto les har justicia. Dios sabe como retrasar todo el tiempo quesea necesario, ms sin embargo actuar rpidamente sin esperar ms de lonecesario. Al mismo tiempo las dos cosas deben pertenecer a nuestra fe.Sostengmonos con una santa prontitud de la gracia que nos es prometida, comosi ya la hubisemos recibida; esperemos con incansable paciencia la respuestaque tarda en llegar. Tal fe pertenece a los que viven en l. Es en orden deproducir en nosotros esa fe que la enfermedad se nos enva, y que la sanidad noses concedida, porque tal fe - por sobre todo - glorifica a Dios.

    Captulo 16DEJE QUE EL QUE ES SANADO GLORIFIQUE A DIOS

    Es una idea prevalente que la piedad es ms fcil en la enfermedad que en lasalud; que el silencio y el sufrimiento inclinan al alma a buscar al Seor y entraren comunin con l mejor que las distracciones de una vida activa; que, dehecho, la enfermedad nos arroja ms sobre Dios. Por estas razones la genteenferma duda en pedir sanidad de parte de Dios, porque ellos se dicen a smismos Cmo sabremos si la enfermedad no es mejor para nosotros que lasalud? Pensar as es ignorar que la sanidad y sus frutos son divinos. Tratemos deentender que aun una sanidad a travs de medios ordinarios puede a veces correrel riesgo de hacer que Dios relaje Su mano. La sanidad divina, por el contrario,

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  • nos ata ms cerca a l. Y eso viene a suceder que en nuestros das - as como enel tiempo del comienzo del ministerio de Jesucristo - el creyente que ha sidosanado por l puede glorificarlo mucho ms que uno que permanece enfermo. Laenfermedad solo puede glorificar a Dios en la medida que da ocasin demanifestar Su poder (Jn. 9.3; 11.4).

    El sufriente que es llevado por su enfermedad a dar gloria a Dios, lo hace, por asdecir, por necesidad. Si hubiese tenido salud y libertad de escoger, es bastanteposible que su corazn se volviese al mundo. En tal caso, el Seor lo debe reteneren un lado; su piedad depende de su condicin enfermiza. Esto es el por qu elmundo supone que la religin es difcilmente eficaz en cualquier parte que no seaen los cuartos de los enfermos o en los lechos de muerte, y para los tales no haynecesidad de entrar en el ruido y revueltas de la vida ordinaria. De modo que paraque el mundo pueda ser convencido del poder de la religin contra la tentacin,debe ver al creyente en buena salud y santidad aun en medio del trabajo y de unavida activa. Sin duda muchas personas enfermas han glorificado a Dios por supaciencia en el sufrimiento, pero l puede ser an ms glorificado por una saludque l ha santificado.

    Por qu entonces - se nos pregunta - deben aquellos que han sido sanados enrespuesta a la oracin de fe glorificar al Seor ms que aquellos que han sidosanados a travs de remedios terrenales? Aqu est la razn: La sanidad pormedio de remedios nos muestra el poder de Dios en la naturaleza, pero no nostrae a un directo y vivo contacto con l, mientras que la sanidad divina es un actoque procede de Dios, sin nada ms que el Espritu Santo.

    En esto ltimo, el contacto con Dios es lo que es esencial, y es por esta razn queel examen de la conciencia y la confesin de pecados debe ser la preparacinpara eso (1 Cor. 11.30-32; Stg. 5.15, 16). Uno que es sanado de esta manera esllamado a consagrarse a s mismo completamente de nuevo al Seor (1 Cor. 6.13,19). Todo esto depende del acto de fe que se aferra a la promesa de Dios, quiencede ante l, y que no duda que el Seor de una buena vez toma posesin de loque es consagrado a l. Esto es el por qu la continuacin de salud recibidadepende de la santidad de esa vida, y la obediencia en buscar siempre el buenplacer del divino Sanador (Ex. 15.26).La salud obtenida bajo tal condicin asegura bendiciones espirituales. La merarestauracin de la salud por medios ordinarios no lo hace. Cuando el Seor sanael cuerpo es para que l tome posesin de ello y lo haga un templo para que lpueda morar all. El gozo que luego llena al alma es indescriptible. No essol