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MARIANO SÁNCHEZ SOLER LOS HIJOS DEL 20-N HISTORIA VIOLENTA DEL FASCISMO ESPAÑOL

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  • MARIANO SNCHEZ SOLERLOS HIJOSDEL 20-N

    HISTORIA VIOLENTADEL FASCISMO ESPAOL

  • ACERCA DEL AUTOR

    Mariano Snchez Soler (Alicante, 1954) es escritor y periodista de investigacin. Experto en temas de Justicia e Interior, ha desarrollado su labor periodstica como cronista de tribunales en El Peridico de Catalunya y como redactor jefe del equipo de investigacin del semanario Tiempo, donde trabaja actualmente. Es autor de los libros de investigacin Los crmenes de la democracia (1989), donde analiza la transicin espaola a travs de sus delitos de sangre, y Villa verde, fortuna y cada de la casa Franco (1990), en el que desvela las finanzas ocultas y el ocaso de la familia directa del general Francisco Franco. Asimismo, es coautor de la obra colectiva Los sucesos de mayo de 1937: una revolucin en la Repblica, y de Alfaro-Egea: caso abierto, publicado por esta editorial.En el terreno estrictamente literario ha publicado las novelas Carne fresca (1988), Festn de tiburones (1990) y Para matar (1996), la novela corta Alacant Blues (1994) y el volumen de relatos Lusitania Express, as como varios libros de poemas.

  • INDICEPRLOG0 DE MANUEL VZQUEZ MONTALBN

    PREFACIO

    PRIMERA PARTE. NACIDOS EL 20 DE NOVIEMBRE

    CAP. UNO. VIERNES 13 PARA LUCRECIA

    Cuatro rosas en demolicin. Reparto de plomo. Dan Hassan ovahid.

    CAP. DOS. Los VIOLENTOS DE lA Ola SkIN.

    Campo de ftbol, campo de batalla. VanguardiaNacional Revolucionaria: Quin mat a SoniaPalmer? Guillem, jdete. Sin fronteras. Unretrato-robot del rapado espaol.

    CAP. TRES. EL 20-N DEL QUINTO CENTENARIO

    El filn poltico de la xenofobia. Somos espaoles, no nazis. La ruptura generacional de Nacin Joven.

    CAP. CUATRO. Los ANARCONAZI5

    A por ellos! el mensaje de Bases Autnomas. Los solidaristas.

    CAP. CINCO. Los REVISIONISTAS DEL FHRER

    De las Juventudes Hitlerianas a Orden Nuevo. Hitler, un canto a la paz.

    CAP. SEIS. LA ESCLEROSIS DE FALANGE

    Un curso de violencia prctica.

    CAP. SIETE. EL DOMIN ULTRADERECHISTA ESPANOL

    El Frente Nacional de Piar. Juntas Espaolas (de Integracin). De los combatientes al integrismo catlico militante.

    CAP. OCHO. EL TAMAO DE LA SERPIENTE

    Los segmentos visibles. La cabeza alemana. Veneno en los colmillos.

  • SEGUNDA PARTE. LOS HIJOS DEL GOLPE(DEL FRANQUISMO A LA DEMOCRACIACONSOLIDADA)

    CAP. NUEVE. EN EL ORIGEN DEL NEOFASCISMO ESPAOL.

    Los elementos de la trama.

    CAP. DIEZ. EL SANTUARIO DE LA INTERNACIONALNEGRA

    Catena, Aginter Press, OAS, Paladn... Skorzeny. Los hombres del prncipe Borghese.

    CAP. ONCE. Los ESTRATEGAS DE LA TENSIN EN ESPAA.

    El eje ultra Barcelona-Madrid. El pacto con Carrero Blanco. Historia policial de II Caccola>. Montejurra 76: la reconquista del Rey Sixto.

    CAP. DOCE. LA CONEXIN ITALIANA

    La Ingram espaola del caso Occorsio. Bomba contra El Papus. El misterio de Atocha. Unafbrica internacional de armas. La matanza de Bolonia pudo planearse en Barcelona.

    CAP. TRECE. Los RENGLONES TORCIDOS DE FUERZA NUEVA

    El comando de los paquetes-bomba. Los bateadores. Los asesinos de Yolanda. Crimen en Vallecas: el piarismo acorralado. Morir por una insignia en la solapa. Los apualamientos del Primero de Mayo. El caso San Bao. El Frente(pistolero) de la Juventud.

    CAP. CATORCE. FACHADOLID, ZONA NACIONAL DEL GOLPE

    Los civiles de la Operacin Cuchillo. Jornada de reflexin o sangre.

    CAP. QUINCE. EL SIMBOLO YNESTRILLAS

    La Legin de San Miguel Arcngel. El caso Muguruza. Un ao de represin. Una coartada al minuto. La sentencia del otro pistolero.

  • CAP. DIECISIS. PERSONAJES EN LA GALERIA

    Intento de fuga en la prisin de Zamora. Los neofascistas italianos refugiados en Espaa. La nmina negra nacional. Terroristas en tercer grado.

    APENDICE. LA CRUZADA NEGRA

    I. PARTIDOS, ORGANIZACIONES Y SIGLAS DE ENCUBRIMIENTO DE LA EXTREMA DERECHA ESPAOLA

    II. GUA DE PUBLICACIONES Y EDITORIALES ULTRADERECHISTAS

    III. LOS AOS DE PLOMO (CRONOLOGA)

    BIBLIOGRAFA ESENCIAL CONSULTADA

    INDICE ONOMASTICO

  • Dedicado a las vctimas de la intoleranciaY el fanatismo

    y el fanatismo

    y el

    El primer objetivo de la accin poltica es eliminar la violencia ,sustituir por formas de lucha menos brutales los conflictos sangrientos.

    Maurice Duverger

  • Introduccin a la politique

    Una idea muerta produce ms fanatismo que una idea viva; mejor dicho, slo la muerta lo produce. Ya que los estpidos , igual que los cuervos, slo huelen las cosas muertas. Y son tantos, y bullen tanto en torno a las cosas muertas, que a veces dan la impresin de la vida.

    Leonardo sciascia

    Negro sobre negro

    Luego pens en alguno de los lderes de voz estridente que incitan a nuestros vulnerables hermanos del alma y les hostigan para que se hagan matar, y por ltimo pens que toda violencia desordenada es como un ciego con una pistola.z accin poltica es eliminar la violencia, a menos brutales los conflictos sangrientos.

    Chester HimesHot day, hot night

    PRLOGO

    O NACEN O SE HACENP

    Cuando reaparece la preocupacin por las muestras de rebrotes de fascismo, normalmente la reflexin va al encuentro de la memoria histrica y sanciona: Es cierto que quedan bolsas residuales de nostlgicos del nazismo o del fascismo, pero son sectores aislados, en buena parte formados por viejos nostlgicos, por otros sectores de la poblacin que han hecho suyo el agravio de los vencidos en la Segunda Guerra Mundial y finalmente por los jvenes que abrazan la simbologa del fascismo porque la ven oficialmente condenada y en consecuencia, la mitifican. Considerar que los rebrotes de fascismo es slo eso, significa ponernos en marcha hacia el no entender que los fascismos han recibido el nombre de la concreta

  • experiencia poltica totalitaria de la Italia mussoliniana, entre la Marcha sobre Roma y el ajusticiamiento-linchamiento de Mussolini, pero son algo ms que una peripecia histrica y su nostalgia o tentacin: son recursos larvados de alternativa autoritaria a la organizacin democrtica, activados por condiciones materiales de crisis econmicas y por la reactivacin del miedo a la libertad en la convocatoria de las masas contra las libertades llamadas formales.En Espaa era lgico que la cuestin se abordara desde la propia y peculiar experiencia histrica del franquismo. Es el fascismo a la espaola, por ms que algunos cientficos sociales, por lo general algo vinculados, plena o tangencialmente, con el franquismo en algn momento de su vida o de la de algn familiar ntimo, hayan tratado de rebajar el carcter fascista del franquismo calificndolo simplemente de autoritario. El peculiar fascismo espaol, como el italiano o el alemn, representaba una respuesta comn de la poca del miedo a la de identificacin y prdida de rol de las capas medias ante el avance del entonces llamado proletariado y el doble juego cnico de las oligarquas utilizando la fuerza de choque de esas masas asustadas para recuperar una hegemona totalitaria, frente a la finalmente resistible ascensin del movimiento obrero. En interrelacin con esta sublimacin ideolgica y estratgica de unas necesidades materiales, cada cultura nacional-reaccionaria pona el detalle, que en todos los casos fuera el italiano, el alemn o el espaol lo marcaron poderes fcticos como la Iglesia y el Ejrcito. Curiosamente, en Espaa, Iglesia y Ejrcito llevaron a su molino lgico el movimiento de masas de la Cruzada y de la siempre aplazada revolucin nacional-sindicalista, por eso el fascismo espaol se pareci siempre tanto al reaccionarismo tradicional de la Espaa de la Contrarreforma.Otra peculiaridad espaola es el transcurso biolgico de la experiencia, por cuanto el periodo de mandato de excepcin cumpli todo su ciclo y no fue frustrado por una guerra mundial (Italia y Alemania) o por una sublevacin militar revolucionaria (Portugal). El general Franco muri en su cama, recibi toda clase de honores pstumos y todava hoy, dieciocho aos despus de su muerte, no se ha practicado una revisin pblica, sistemtica de su nefasta ejecutoria, porque no fue vencido polticamente, sino biolgicamente. El nuevo fascismo espaol es en parte hijo del viejo, pero sobre todo responde a los factores de modernidad de la crisis de identidad de la juventud sometida a toda clase de precariedades derivadas de la quiebra de la cultura del trabajo tal como la connot el pasado, desde Adn y Eva hasta esos arteros chips que sustituyen tanta mano de obra. Responde tambin a la aparicin de una nueva marginalidad, en Europa no estrictamente compuesta por pobres tradicionales, puesto que a trancas y barrancas funciona el Estado Asistencial, sino tambin por una nueva consciencia de pobreza del ciudadano sumergido, en relacin con la ciudadana emergente, la que marca las pautas del ser o no ser social. El referente del ciudadano emergente es a la vez abstracto y concreto: es el que ms consume y ms decide o, mejor dicho, aquel que se considera miembro de la mayora cualitativa emergente que ms consume y ms decide, aunque pocas veces se plantea qu consume y qu decide. Esta nueva situacin propicia caldos de cultivo para el huevo de la serpiente irracional-autoritaria, desde la convencin de que las serpientes son malas, pero serpientes cariosas, tmidas y domesticadas tambin las hay, y es que a la hora de encontrar animales que reflejan la maldad y la crueldad, por qu recurrir a animales fatalmente irracionales como las serpientes y no los conscientemente irracionales como los fascistas? Dejo pues la metfora en su nivel justo. Hay caldo de cultivo para el esperma neofascista y si vivimos un tanto en el criterio de que todo eso est controlado se debe a que los b rotes fascistas entre nosotros son recibidos como residuos de un pasado an demasiado inmediato, ms que como sntoma de las nuevas condiciones que los hacen posible. El libro de Mariano Snchez Soler llega en el momento oportuno, en la inflexin entre lo que puede quedar de lastramas negras sofocadas durante la etapa de UCD, hechos que sin duda estn

  • entre los secretos de estado de la caja fuerte de Martn Villa, y esos rebrotes a los que se refieren los medios de comunicacin de masas, desde la jerarqua de valores informativos de las sorprendentes formas que adoptan los nuevos fascistas e igualmente sorprendentes sus instrumentos de violencia y muerte y sus objetivos: pobres pertenecientes a otras etnias o pobres de la propia etnia, tan pobres y cados que les ofenden por su simple existencia como colegas de ciudadana. Snchez Soler rene en este libro su saber hacer de periodista de investigacin y de exce-lente novelista policiaco, de los que creen adems que la novela policiaca es una va de conocimiento social que contribuye a hacer necesaria la operacin de fabular, escribir y leer. En este caso, el trabajo de Mariano no es la escritura de una fabulacin, sino de una comprobacin basada en la investigacin, aunque el estilo y la forma de exposicin desvele al novelista que hay detrs.

    Se han hecho algunos esfuerzos mediticos para avisar de la existencia del nuevo fascismo, aqu, ahora, pero ninguno, yo creo, como este sistemtico trabajo de Mariano Snchez, a partir del cual no estaremos en condiciones de autotran-quilizarnos desde el recurso de juzgar lo que el autor desvela como excepciones que confirman la regla de la pax democrtica vitalicia. El autor arriesga denuncias concretsimas, llama a las cosas por su nombre y a los responsables casi siempre por sus apellidos y acierta a ensamblar el posible fascismo de hoy con el fascismo de ayer, insisto que modificada en Espaa esta relacin por el especial sustrato de nuestro reaccionarismo. Inventario suculento para estudiosos futuros y curiosos presentes, aunque algo ausentes, sobre el quin es quin y el qu es qu, ese inventario slo ya sera suficiente justificacin para responder por la bondad y necesidad de este libro, si no fuera al mismo tiempo un esplndido reportaje cultural realizado desde la mejor tica de la nica polica del espritu que puede juzgarse positiva: la que vigila que las libertades no sean de quebradiza espuma, fcil de descomponer de un manotazo, sino hechas de materiales consensuados, participados, conscientes de que las libertades son instrumentos de cambio y no de parlisis. Da miedo lo de siempre. Que aquellos ms empeados en reducir las libertades a abstracciones bienintencionadas son los primeros que luego se sorprenden, y en muchos casos se acomodan, cuando aparece la brutal concrecin totalitaria del fascismo. El fascismo nunca se equivoca de objetivo y desde el desor-den aparente, incluso a veces estrafalario, de su gestualidad se mueve con paradjica precisin lgica hacia la finalidad de mantener los ms injustos rdenes.

    Manuel Vzquez Montalbn

    PREFACIO

    Del campo de ftbol al tiro en la nuca, la violencia organizada recorre las pginas de este libro; repta por sus captulos como una serpiente que los ms optimistas crean vencida en su madriguera. Durante la ltima dcada del siglo xx, el crtalo del .racismo, de la xenofobia brutal, muestra de nuevo sus violentos colmillos. Es un jinete oscuro que, lejos de cabalgar como un fantasma del pasado (muerto con Hit-ler, Mussolini, Jos Antonio y tantos otros), galopa como un caballista joven y vigoroso que rescata antiguas banderas e idearios y los ofrece como si fueran nuevos.

    Y sus ideas, remozadas con las ltimas iconografas, confusas en la nomenclatura, ambiguas en sus discursos y estrategias, reinventadas torpemente, mueven de nuevo los mecanismos de la violencia anti-sistema. Rapados, neonazis, falangistas, basistas, arcngeles, nacionalistas de extrema derecha, terceristas.., bajo estas etiquetas actan muchos jvenes que ni siquiera haban nacido cuando,

  • el 20 de noviembre de 1975, expiraba el ltimo dictador de Europa occidental. De ellos, dentro del contexto ideolgico y poltico en que se mueven, a veces sin saberlo, alimentados desde la sombra, trata la primera parte de este libro. Son los nacidos el 20 de noviembre, la ltima generacin.

    Desde 1993, La cruzada negra desciende hasta 1963, a lo largo de tres dcadas de historia oculta que discurre por las catacumbas de las tramas negras, a travs de los sumideros del aparato de Estado y las bandas parapoliciales, con las conspiraciones en marcha y los involucionistas agazapados. Pero tambin relata la proyeccin pblica de sus desvelos desestabilizadores: los hechos criminales de la estrategia de la tensin que han convulsionado la vida espaola desde la agona de la dictadura franquista hasta hoy, en la Espaa del Mercado Comn. Son los hijos del golpe, y de ellos habla la segunda parte.

    En esencia, a travs de estas pginas quedan desvelados los cimientos, las estructuras secretas y las ramificaciones de la denominada Internacional Negra, las conexiones y los crmenes del terror ultraderechista vertido, con sus actores, sus cmplices legales y sus herederos, a beneficio de inventario.

    La mayor parte de los documentos utilizados (autos judiciales, peticiones de extradicin, sentencias, boletines y publicaciones ultraderechistas, informes de la Brigada de Informacin Interior y del Servicio de Informacin de la Guardia Civil, sumarios...) pertenecen al archivo personal del autor, y muchos de ellos han sido atesorados a lo largo de una dcada de labor periodstica en Tiempo y El Peridico de Catalunya, tras numerosas crnicas y reportajes sobre el mundo de la extrema derecha, con sus personajes y sus mitos.

    El autor, por ltimo, desea destacar tambin las aportaciones fundamentales de los periodistas Dolores Card, Ismael Belda y Jordi Gordon, as como la ayuda desinteresada del novelista David C. Hall y el apoyo incondicional de Ana Paula durante la elaboracin de este libro.

    El lector se encuentra, pues, ante el resultado final de una investigacin paciente y reflexiva cuyo relato mezcla, sin proponrselo a priori, el thriller criminal con el libro de historia. El relato de un fenmeno social enfocado sin una tesis previa. Del campo de ftbol al tiro en la nuca. Los hechos. No poda ser de otro modo.

    PRIMERA PARTE

    NACIDOS EL 20 DE NOVIEMBRE

    El Fascismo es un fenmeno internacional, Potencialmente presente en toda sociedad humana

    en la que exista el racismo.

    Wilhelns Reich

  • PROLOGO

    CAPITULO UNO

    VIERNES 13 PARA LUCRECIA

    Felipe se levant a las ocho y media de la maana. Diecisis aos, flaco, espigado, con el cabello cortado casi al rape en el ms puro estilo skinhead. Se enfund en los pantalones ajustados, aboton su camisa militar y se calz las botas Doc Martens como quien ejecuta un ritual de orgullo. Aunque era viernes, no tena que ir al instituto porque le haban expulsado tras golpear a uno de sus profesores en una parada de autobs.Entr en la habitacin de Oscar, intacta desde el da de su muerte. Tens los msculos, estir los brazos, se pas la mano por su crneo rapado y se qued con la mirada perdida en la foto de su hermano, vital y sonriente, con su uniforme verde oliva. Mir el reloj, Luis llegara de un momento a otro. El muchacho no aceptaba la

  • ausencia definitiva de Oscar, perdido de una manera tan trgica cuando apenas haba cumplido los veintitrs aos.Muere un guardia civil de un disparo tras una discusin en una discoteca de Villamanrique del Tajo. Un cncer haba matado a su padre en 1991, y vivir completamente solo con su madre le provocaba una orfandad desgarradora, una soledad capaz de multiplicar los mecanismos mentales de una violencia en la que depositaba los signos de su propia identidad. La Direccin General de la Guardia Civil afirma que se suicid en el cuartel del pueblo. El agente era un cabeza rapada y, segn varios testigos, amenaz a un empleado con un guante de pinchos.

    Felipe conservaba el recorte de prensa que relataba el suicidio de su hermano. Desde agosto de aquel ao de 1992, lo lea y relea detenidamente, masticando la palabra venganza como si as pretendiera mantener viva su memoria contra el tiempo. Y como de costumbre, Luis, que tena que desplazarse en coche desde Mstoles, se atrasaba. Excepto esperarle, Felipe no tena nada mejor que hacer.

    Un guardia civil, al que los vecinos identificaron como un skinhead o cabeza rapada, muri el pasado da 15 de un disparo en el cuartel de la localidad madrilea de Villamanrique de Tajo, cercana a Chinchn. Un portavoz de la Direccin General de la Guardia Civil seal ayer a este peridico que el agente, identificado como Oscar M. 13., de veintitrs aos, se suicid tras haber tenido un cambio de palabras con el empleado de una discoteca.

    La tragedia se haba desatado en una calurosa noche de sbado, durante la festividad del 15 de agosto, cuando un disparo a bocajarro reson en el silencio de la casa-cuartel donde Oscar M. B. estaba destinado. El joven guardia civil, con un subfusil del calibre nueve milmetros Parabellum, se haba descerrajado un tiro mortal en la sien. Era el imprevisible final de una noche de bronca en la que a Oscar no le haba gustado la msica de la nica discoteca abierta en aquel pueblo de cuatrocientos habitantes.

    Tanto la Guardia Civil como las autoridades municipales de Villamanrique guardan absoluta discrecin sobre los hechos que provocaron el incidente; slo los vecinos de la localidad mantienen versiones algo diferentes de las oficiales.>

    A Felipe le quemaba por dentro aquella imagen final. Idolatraba a su nico hermano hasta el punto de querer seguir sus pasos en la Guardia Civil cuando la edad se lo permitiera. Para l, la muerte de Oscar deba tener culpables exteriores, inevitablemente.

    El agente, despus de acabar su servicio el viernes 15 de agosto, se dirigi a Disco Playa con el atuendo tpicamente skin y acompaado de otro agente que. sin intervenir en los incidentes, trat de tranquilizarle en todo momento. Sobre las tres de la madrugada, el joven comenz una disputa con el disc-jockeY del local. Oscar M. B. se enfad porque no le gustaba la msica flamenca que estaba poniendo en la sala, rompi varios discos y en su arrebato golpe a un camarero con un puo americano de hierro y lleno de pinchos explicaron testigos presenciales.

    Ah se acab todo, segn la Guardia Civil y los responsables de la discoteca. Oscar M. B. se march acompaado de su amigo gritando: Voy al cuartel a buscar una pistola para cargarme a todo el mundo. En el aparcamiento al coger su coche, golpe a tres vehculos que estaban estacionados cerca. Sin embargo, algunos testigos localizados por este peridico aseguraron que hubo una pelea en la puerta de la discoteca en la que un grupo de personas dio una paliza al guardia civil cabeza rapada.

    Un Oscar satisfecho y lleno de vida devolva la mirada a su hermano desde aquella imagen esttica, perenne.

    Ms tarde, cuando lleg al acuartelamiento, trat de conseguir un arma con la intencin de regresar a la discoteca y vengarse. La intervencin de los agentes que hacan la guardia impidi que utilizase su Star reglamentaria. Aquello no bast, porque Oscar M. B. entr en el pabelln de solteros de la casa-cuartel y cogi, al parecer, el subfusil de uno de los compaeros. El agente que custodiaba la puerta del acuartelamiento le impidi la salida del pabelln en el preciso instante en el que Oscar M. B. se puso el arma en la cabeza y se dispar un tiro que le provoc la muerte unas horas despus segn la versin facilitada por el portavoz de la Direccin General de la Guardia Civil. Una ambulancia del Insalud lo traslad

  • rpidamente a Madrid, situada a setenta kilmetros, Y a las siete de la maana expir en la Unidad de Vigilancia Intensiva del hospital Gregorio Maran.

    El joven Felipe todava no haba vengado su muerte, a pesar de que, una semana despus, se desplaz hasta Villamanrique del Tajo para jurar a todos los vecinos que la sangre de Oscar sera pagada por todo el pueblo con violencia.

    Rodeado por el pesado silencio de la habitacin, en sus tmpanos resonaba todava su propia voz justiciera, que, tras exclamar Heil Hitler con el brazo en alto, prometi volver ante la estupefaccin de todos. All tambin estuvo su madre, una mujer de carcter explosivo y difcil, segn los vecinos de su urbanizacin, una de esas colonias de pisos de clase media y zona ajardinada que rodean el pueblo de Torrelodones, a veinte kilmetros de la capital. En ese pueblo, Felipe, con la cabeza rapada, haba destacado por su violencia singular, destilada desde el instituto hasta el campo de ftbol del Real Madrid, encuadrado en las gradas de los Ultrasur.

    Pasadas las nueve de la maana, el guardia civil Luis Merino Prez dej en su casa a su mujer y a su hija pequea. Se haba citado con Felipe para rendir un homenaje a su amigo Oscar, en el tercer mes de su fallecimiento. Aunque libraba aquel da y vesta de paisano ,jams se separaba de su Star BMK reglamentaria, del calibre nueve milmetros Parabellum; no en vano entre sus amistades tena fama de usar mucho la pistola. Estaba destinado a la vigilancia de la crcel de Carabanchel como miembro de la VII Compaa de la Comandancia 111 de la Guardia Civil, donde algunos de sus compaeros comentaban de l rarezas tales como su apariencia de skinhead, su automvil lleno de emblemas nazis en el salpicadero y su ostentacin ultraderechista manifestada siempre que poda levantando el brazo en los actos pblicos. A sus veintitrs aos, su carcter tempestuoso vena avalado por numerosos incidentes, uno de los cuales lleg hasta los juzgados, en marzo de 1992, cuando fue denunciado por una pelea en un pub de Getafe.

    Antes de abandonar Mstoles, tom un caf y una copa de coac en el bar de siempre y, sin ninguna prisa, comenz su largo peregrinaje hasta Torrelodones por la carretera de Extremadura. No le preocupaba lo ms mnimo llegar tarde. Desde que ingres en la Guardia Civil, el 1 de mayo de 1987, le haban expedientado en nueve ocasiones, muchas de ellas por falta de puntualidad. Adems, Felipe esperara.

    El guardia lleg hasta Torrelodones, pero antes de dirigirse al domicilio de Felipe se detuvo en otro bar, tom varias cervezas y, de nuevo en la calle, se fum un canuto de hachs del da, comprado en el barrio de San Fermn. Con una lata de cerveza en la mano, buscando quizs una soledad ntima, se desplaz al cementerio y, ante la tumba de Oscar, brind alzando la cerveza.

    Por ti, Oscar! exclam.A las once de la maana, Luis Merino entr en casa de Felipe, compartieron una

    cerveza y, sin salir de la habitacin del difunto, bebieron y hablaron de l con admirada devocin, rodeados por sus cosas, por objetos personales conservados como en un museo fetichista. Estaban rabiosos por la manera en que los peridicos describan a Oscar, pero ellos eran distintos al resto del mundo y no les sorprenda lo ms mnimo.

    Oscar M. B. era un joven muy extrao y se notaba que tena problemas. Llevaba la cabeza completamente rapada y vesta de una forma muy rara, siempre con botas militares, como sos que llaman skinhead, dijo a EL Mundo uno de los vecinos. Segn la opinin de quienes haban tratado con l, es difcil creer que alguien con un carcter como el de Oscar se suicidara. Era del tipo de personas que prefiere pegarle un tiro a los dems. Al parecer, este agente padeca algunos problemas psicolgicos que, cuatro meses atrs, haban aconsejado su traslado a Villamanrique del Tajo, un destino considerado tranquilo por los mandos de la Guardia Civil. Era una persona muy rara que tena unas ideas muy radicales. Odiaba a los negros, a los judos y a todos los extranjeros, pero a pesar de ello nunca tuvo ningn problema con nadie, dijo un vecino.

  • Al medioda, Luis y Felipe salieron a la bsqueda de Jos Luis M., Pepe para los amigos. Compraron cervezas mientras deambulaban por las calles poco transitadas de Torrelodones.

    El reloj marcaba poco ms de las doce y media cuando entraron en el instituto, donde Felipe lideraba a una veintena de adolescentes de ideologa nazi que desplegaban en las aulas el anticomunismo y el racismo como bandera.

    Felipe ha presentado una instancia para entrar en el Ejrcito como voluntario a primeros de ao explic Luis al director del centro, haciendo valer su condicin de guardia civil, no es preciso que la expulsin se haga efectiva.

    Pasearon por las calles sin encontrar a Pepe y se liaron varios canutos antes de dirigirse al cementerio.

    Delante de la tumba de Oscar rindieron su homenaje. Firme y solemne, Merino sac su pistola y dispar dos veces al aire.

    Por ti, Oscar! exclam de nuevo.Despus, tras la emocin y las lgrimas contenidas, dej que Felipe tambin

    tirana de pistola en un descampado prximo. Estaban sin blanca, y por eso, casi a las dos de la tarde, se marcharon en el Talbot hasta la cercana poblacin de Villalba con la intencin de sacar dinero de una sucursal del Banco Bilbao Vizcaya, donde Luis tena una cuenta corriente. No consiguieron su propsito porque cuando llegaron, el banco, ya a puerta cerrada, atenda a su ltimo cliente.

    Compraron varias latas de cerveza en el apeadero de Villalba y se las bebieron durante el camino de regreso. En Torrelodones, por fin, encontraron a Pepe y los tres decidieron marcharse juntos a Madrid.

    Cuando el Talbot rojo pas a toda velocidad por el kilmetro 9 de la carretera de La Corua apenas tuvieron tiempo para mirar aquel edificio blanco al que regresaran horas ms tarde y que, a causa de la construccin de un cuarto carril de autova, tena los das contados. Era la discoteca Four Roses, de Aravaca, en la confluencia de la carretera de Castilla. El lugar antes del crimen. Yaquel 13 de noviembre un diario de la capital destacaba que en las ruinas de la discoteca Four Roses de Aravaca se refugiaban ms de treinta inmigrantes dominicanos de raza negra. Los nimos estaban caldeados, y en los sectores ultraderechistas todos se disponan a utilizar la plataforma de un 20-N singular, en el que se conmemoraba tambin el centenario del nacimiento de Franco. El primero en hacerlo era el Crculo Espaol de Amigos de Europa (CEDADE), organizacin nazi que haba convocado al da siguiente una manifestacin ultra en la Puerta del Sol de Madrid. Tambin Juntas Espaolas haba desatado su campaa de propaganda contra los inmigrantes extranjeros.

    CUATRO ROSAS EN DEMOLICION

    Desde finales de marzo, Four Roses haba quedado convertida en un edificio fantasma que la piqueta borrara del mapa antes de fin de ao para sembrar asfalto donde antes estuvo la pista de baile. En sus momentos de esplendor, Four Roses, antes llamada Nueva Romana, haba sido un espacioso antro de paredes blancas y columnas jnicas, convertido durante aos en uno de los lugares veraniegos de moda, junto a la discoteca Oh!, a pocos metros en la misma carretera. Mientras recibi a las oleadas de adolescentes del distrito de Moncloa, Four Roses haba funcionado como un establecimiento elitista, para adolescentes blancos, limpios y de clase media, cuyo acceso estaba vedado a hippies, gente mal vestida, con l pelo demasiado largo o con la piel oscura.

    Ahora, aquel escenario ldico se haba convertido en el refugio de los inmigrantes dominicanos de la zona oeste, al servicio domstico de los dueos de los chalets, que no tenan otro techo en el que cobijarse. Sus compatriotas les llamaban los sin casas, por ser recin llegados desde la misma procedencia: el pueblo rural Vicente Noble.

    Durante los ltimos dos aos cientos de dominicanos residentes en Madrid se renen los jueves y los domingos, sin el menor incidente, en la plaza de la Corona Boreal, un espacioso descampado sin terminar de ajardinar donde se ubica el centro social de los jubilados de la zona y en el que, desde el ltimo verano, la nica obra emprendida es la construccin residencial de lujo Plaza de Aravaca, que edifica la empresa Ferrovial. Hasta el pasado octubre jams hubo incidentes, ni problemas de

  • prostitucin o trfico de drogas; las nicas peleas se produjeron por cuestiones amorosas, ya que el SO por ciento de los inmigrantes son mujeres. Como colectivo, sus relaciones con la Guardia Civil, que tiene su puesto a pocos metros de la plaza, siempre fueron excelentes.

    Sorprendentemente la situacin cambi tras el verano. En el ambiente empez a respirarse la sospecha de una posible agresin. Yen octubre, la Polica Municipal comenz a pedir la documentacin a los inmigrantes. El diario ABC, principalmente, dedicaba crnicas enteras a relatar el malestar de los vecinos. A finales de aquel mes, el jueves 22, la Polica Municipal despleg un descomunal operativo para controlar a los dominicanos; los agentes entraron en locales tan frecuentados como El Caribeo, que pone msica merengue, y como consecuencia se desat la indignacin que hizo saltar, como un simple mecanismo de causa-efecto, una manifestacin espontnea de inmigrantes al grito de no pasarn. Era el principio de una escalada emprendida por una accin policial sistemtica, provocativa, tan celosa en su cometido que se lleg incluso a pedir cuatro veces la documentacin a la misma persona en el plazo de media hora.Desde agosto, tambin la treintena de dominicanos refugiados en Four Roses fueron vctimas del acoso permanente de la Polica Municipal. El miedo llegaba cada noche, cuando una patrulla irrumpa en el fantasmal edificio y amenazaba a sus moradores con argumentos reveladores como los esgrimidos por el agente de la Polica Municipal que, en la madrugada, entraba mientras todos dorman, pisaba fuerte sobre el suelo y gritaba:Os vamos a pisar como a cucarachas segua pisoteando el suelo y, mientras miraba con asco a los dominicanos hacinados, se le llenaba la boca al exclamar: Odiosa nacin de negros!Ya estaban acostumbrados a recibir aquellas visitas intimidatorias cuando, a principios de noviembre, se sucedieron por fin los primeros forcejeos con un coche-patrulla, enfrentamientos fsicos y peleas entre policas y dominicanos. El peligro latente hizo que el embajador de la Repblica Dominicana, Rafael Gautreau, tratara de negociar con el concejal de Moncloa, Luis Molina, la designacin de un local donde sus compatriotas pudieran reunirse sin problemas.Para que la escalada de terror fuera total, el mircoles 11 de noviembre las paredes de Aravaca amanecieron plagadas de carteles firmados por el partido ultraderechista Juntas Espaolas en los que se lea:

    STOP INMIGRACIN. Los ESPAOLES, PRIMERO.

    Y de toda Europa, los espaoles fueron realmente los primeros en contestar a la inmigracin con sangre.

    REPARTO DE PLOMO

    A las cuatro de la tarde, Luis, Pepe y Felipe llegaron hasta la sucursal del Banco Bilbao Vizcaya en la Gran Va. Estaba cerrado por ser viernes. Se marcharon hacia la zona del Templo de Debod, donde antao estuvo el Cuartel de la Montaa.

    Con el sol del atardecer en el rostro, Luis sac del bolsillo un gastado recorte de prensa del que jams se desprenda.

    LA BANDA DEL GUARDIA CIVIL SKINHEAD AMENAZA CON VENGAR SU MUERTE.

    La tranquilidad de la localidad madrilea de Villamanrique del Tajo, de apenas cuatrocientos habitantes, puede verse alterada en breve. La banda de jvenes skinhead a la que supuestamente perteneca el guardia civil muerto ha amenazado a los propietarios de la discoteca Disco Playa. El dueo de ese establecimiento ha pedido proteccin ante el temor de que los compaeros de la vctima intenten vengar la muerte del agente, ya que atribuyen su suicidio a la discusin que mantuvo por el tipo de msica que ponan en la discoteca, segn informa la agencia Efe. Los responsables de la Direccin de la Guardia Civil estudian la adopcin de medidas especiales para evitar posibles actuaciones violentas de los cabezas rapadas. Los problemas podran producirse el prximo viernes, ya que es el nico

  • da de la semana que abre la discoteca. Tras el incidente del da 15, la Guardia Civil moviliz a las dos parejas de agentes del acuartelamiento de la localidad para evitar posibles altercados. El portavoz de la Guardia Civil neg a este peridico que se hubiera mandado refuerzos de otras localidades cercanas para asegurar la zona. Sin embargo, los vecinos de Villamanrique aseguran que al da siguiente el pueblo se llen de guardias civiles. Nunca habamos visto tantas estrellas juntas, dijo de ellos.

    Pepe, Luis y Felipe entraron en un bar cercano, se comieron unos bocadillos y compraron litronas; volvieron a Debod y pasaron la tarde entre tragos, canutos y palabras hasta que, en la noche, a las 19.45 horas, se marcharon a la plaza de los Cubos, zona de pubs de Argelles donde habitualmente se rene una veintena de skinheads, cabezas rapadas.

    En la plaza de los Cubos, entre grupos de rapados, Merino conoci a dos skins amigos de Felipe llamados Javier Q. M., que vive en Puerta de Hierro, y Vctor Julin F. R., de Galapagar, a quien todos apodan Oxidado por su cabello rojizo. Aunque Felipe no los haba visto antes ms que un par de veces, hizo las presentaciones pertinentes, acompaadas por un minibarril de cerveza comprado en Vips. Vctor Julin Oxidado, Felipe y Javier, adems de tener diecisis aos compartan su ideologa ultraviolenta y razi. Con su indumentaria militante compuesta por una cazadora boomer y botas militares, Javier sola llevar siempre una pegatina de la organizacin neonazi Bases Autnomas. Los tres guardaban en sus casas, como tesoros, los recortes de prensa que relataban hazaas de los skinheads en las que, probablemente, ellos mismos haban participado. Todos, incluido Merino, pensaban asistir al acto conmemorativo del 20-N en la plaza de Oriente.

    Al menos durante los cuarenta y cinco minutos anteriores a que marcharan hacia Aravaca, ninguno consumi bebidas alcohlicas, segn declarara el menor J. A. 5., primo de Felipe y amigo de Javier, que se sum al grupo. Los seis estaban tranquilos, sin alteracin alguna. Luis se mantena silencioso, mientras Pepe era el nico que fumaba porros.

    Podramos ir a dar un escarmiento a los negros afirm uno de los reunidos.Se animaron.Dnde ser ms fcil encontrarlos?

    Discutieron el lugar en el que sera mejor darles el escarmiento, hasta que Felipe dijo:

    Algunos dominicanos pasan la noche en la discoteca Four Roses, lo he ledo en el peridico. Son negros.

    En Aravaca?Un dominicano me llam hijo de puta una vez aadi Felipe porque no le

    di una limosna.Yo les dar el susto intervino el guardia civil, con frialdad.Y nosotros!respondieron Felipe, Vctor Julin y Javier, casi a coro.Yo no voy anunci Pepe, antes de disculparse: He bebido un poco y no

    estoy en condiciones de correr si es necesario. Adems, aqu me lo estoy pasando bien.

    Subieron al Talbot sin un plan preestablecido; pensaban divertirse un poco. J. A. S. tuvo que quedarse en tierra porque una sillita de nio, empotrada en el asiento trasero, no le daba cabida. El automvil arranc y se dirigieron hacia la fantasmal discoteca.

    Cuando se saltaron dos semforos a la altura de la plaza Elptica, un patrulla de la Polica Municipal les par. A Merino le bast con mostrar su credencial de Guardia Civil para que funcionara como un salvoconducto. Ni siquiera le hicieron la prueba de alcoholemia, y el improvisado comando sigui su camino tras repostar gasolina cerca del Estadio Vicente Caldern.

    A las nueve de la noche de aquel viernes 13, el Talbot Horizon rojo, con una pegatina en el parabrisas trasero que deca Surfrica, tus hermanos blancos luchan por tu supervivencia, se detuvo en la isleta situada frente a la entrada

  • principal de la discoteca, en el cruce con la carretera de Castilla; un lugar tan visible que Luis se lo pens dos veces y aparc a cincuenta metros, en un descampado cercano a la discoteca que garantizaba mayor discrecin.

    Sin salir del vehculo, Merino sac su Star.Quin necesita armas?Vctor respondi con un ademn y el guardia civil le entreg un cuchillo de

    diecisiete centmetros. Felipe tena otro cuchillo de quince centmetros y un punzn-barrena.

    No necesito ms dijo mientras exhiba sus armas.Descendieron del coche. Era una noche cerrada que les converta en sombras.

    Slo Vctor utiliz su bufanda para cubrirse el rostro.Yo con unas piedras tendr bastante se jact Javier. Sin embargo, termin blandiendo un tubo de goma de seis centmetros de dimetro capaz de descalabrar a una estatua.Los cuatro intrusos se deslizaron en el interior de la discoteca a travs de una puerta lateral, metlica y blanca, que antes sirvi como salida de emergencia.Javier Iba delante, seguido por Felipe, Vctor y Luis. Buscaban en la oscuridad del recinto hasta que, por la rendija inferior de una puerta, vieron luz.Aqu hay gente susurr Javier a sus compaeros.De una patada, dej la puerta entreabierta. Con el primer estruendo, Enrique, uno de los dominicanos que haba en el interior, avanz hacia la entrada, confiado, con la intencin de facilitar el acceso a los intrusos que, para l, no podan ser otros que los policas municipales con sus finos modales. Para su desgracia, aquella noche la patrulla no hizo su habitual ronda de control. Antes de que sus palabras fueran cortadas de cuajo por aquel golpe incierto, Lucrecia, con un plato de sopa entre los dedos, despedida del ltimo trabajo por su dbil salud, estaba diciendo a sus paisanos:Voy a quedarme en Madrid. He encontrado trabajo en una...Violentamente, Felipe abri la puerta de par en par. Ante l apareci un pequeo cuarto alicatado de azulejos, con dos camas y una mesa iluminada por una vela; a su alrededor cenaban cuatro personas de raza negra.Todo fue cuestin de segundos.

    La corriente de aire apag la vela y dej la habitacin en penumbra. Merino apart a Felipe y desenfund su Star reglamentaria. Aunque la primera bala sali sin rumbo fijo hasta quedar incrustada en la pared, las otras las escupi apuntando, con la Star sostenida con las dos manos y las piernas arqueadas, como un verdadero profesional.Disparo tres veces.Lucrecia, al recibir los impactos (dos proyectiles que le atravesaron la axila derecha y el pecho), lanz el plato de sopa por los aires y se desplom sobre una de las camas, encima de Kati, la otra mujer con quien comparta la habitacin. Su sangre quedara empapada en aquel humilde colchn para siempre. El tercer tiro se hundi en el muslo de Augusto, mientras Enrique Cspedes, el cuarto dominicano, salv la vida al ver a los asesinos de frente y refugiarse, en un acto reflejo, debajo de la otra cama.

    Los fogonazos haban provocado la estampida de los menores. Mientras Luis Merino abandonaba la discoteca con paso firme y seguro, Javier, en su carrera, dej caer el tubo de goma. Eran las 21.10: la hora del crimen racista. Atrs quedaba el cadver de Lucrecia Prez Matos, de treinta y tres aos, asistenta dominicana, con una hija de seis aos llamada Kenia. La mujer apenas llevaba un mes en Espaa y, varios das antes, haba enviado una carta a su marido Vctor Trinidad, que permaneca en su pueblo de Vicente Noble, en la que le relataba lo mal que lo estaba pasando. Con el proyectil en la pierna y la hemorragia cortada con un torniquete, tambin quedaba all Augusto Csar Vargas, de treinta y siete aos, que utilizaba un pasaporte a nombre de Porfidio Elas Pimentel. Y el terror.

  • De nuevo en el Talbot, los asesinos regresaron a Madrid por la carretera de Castilla.

    Vosotros tranquilos, que nadie abra la boca, que yo har lo necesario para que no identifiquen la pistola dijo el guardia civil, con tranquilidad. Les he dado tres plomos, que se los repartan como quieran.

    DAN ASAN OVAHID

    Con Lucrecia haba culminado el primer asesinato de mvil netamente racista ejecutado en Espaa. As, en el ao de la Expo-Olimpiada, el pas se pona tambin en el primer puesto de la criminalidad racista europea, en plena oleada xenfoba internacional. Se vea venir deca el 21 de noviembre un editorial del peridico londinense The Eeonomist. Espaa ha absorbido demasiados inmigrantes en los ltimos aos como para estar exenta de la violencia racial que est desfigurando a Europa. Lo que no se esperaba es que el primer episodio fuera as de desagradable. En los ltimos acontecimientos de Alemania no hubo ningn muerto; en Espaa, la intencin, llevada a cabo con xito, era matar.

    Apenas veinticuatro horas despus del asesinato de Four Roses, y a pocos kilmetros avanzando por la misma carretera, el inmigrante marroqu Hassan el Yahaqui, de veinticinco aos, fue golpeado en la cabeza por un activista skinhead y perdi la vida tras permanecer diez das en coma.

    El hecho sucedi alrededor de la medianoche del da 14 de noviembre, cuando Hassan, borracho y acompaado por su amigo Mustaf, regresaba a su casa, en el pueblo residencial de Majadahonda.

    Segn confes ante la Polica el agresor, Pablo L. Pea, de diecinueve aos, al llegar a la confluencia de la Gran Va con la calle Norias, se cruz con ellos y, tras insultarles, empuj violentamente al magreb, quien qued en el suelo en estado de coma. Uno de los compaeros de la vctima, Aitalali Al, de veintids aos, declar que Hassan tena seales de haber recibido cuatro golpes en la cabeza.

    El crimen de Lucrecia, sin autores conocidos todava en aquel momento, puso en marcha la actividad policial ante lo que poda ser una epidemia de violencia, un proceso criminal coleccionista. La Polica necesitaba resultados ante la fuerte presin de la opinin pblica, y no deba demostrar torpeza.

    En su investigacin, el grupo de Polica Judicial de Pozuelo de Alarcn visit los pubs donde se renen los skins, famosos por sus continuas peleas. Los inspectores recorrieron Funky y Mamola en Pozuelo, Larantuca y Pelayos en Majadahonda, Klase en Hmera... El Remos fue identificado, pero se hallaba escondido en un piso de Argelles y no daban con l. Tras vigilar su casa de la calle Panam, de Ma-jadahonda, al fin detuvieron al autor material de la agresin y, con l, a sus encubridores, con los que haba presumido de su hazaa: Jos Antonio Blanco, el Jamones, de la misma edad; Daniel San Jos, de veinte aos, experto en full contad; y Rubn 1. G., de diecisiete aos, conocido como Bull. Posteriormente seran puestos en libertad sin cargos.

    Dan Lucrecia ovahid, dan Hassan ovahid (Sangre de Lucrecia, sangre de Hassan), gritaban quinientos inmigrantes de Majadahonda durante una manifestacin legal de protesta que parti del Ayuntamiento de Majadahonda y termin en Las Casas de Diego, un poblado de cuatrocientas chabolas donde vivi el marroqu asesinado; veinte de estas chabolas haban sido demolidas y quemadas en el anterior mes de febrero por los propietarios del terreno.

    Esto haba que pararlo, el campamento iba creciendo da a da declararon los dueos de la finca. En nuestra actitud no hay un fondo racista.

    Como tribu urbana, los skinheads no eran un fenmeno nuevo. Seguidores de la msica Oi y Ska, bebedores de cerveza y fumadores de porros, se les empez a ver masivamente en Espaa a mediados de los aos ochenta como espectadores en los conciertos de grupos musicales del estilo de Specials o Four Skins y en los partidos de ftbol, donde desataron una violencia que ya se ha cobrado varios muertos y centenares de agresiones, navajazos y disturbios callejeros. Llegaron incluso a poner de moda el denominado pinchazo de medio cuerpo, ya que siempre intentaban clavar la navaja de cintura para abajo.

  • En la noche del asesinato de Lucrecia, la violencia skin dej a su paso un rastro de sangre que parti como siempre de la plaza de los Cubos, donde se forj el comando criminal. Tras tirotear a los dominicanos, sus asesinos volvieron a la plaza y continuaron la juerga mientras se jactaban con una sonrisa bravucona:

    Ya os enteraris maana de lo que hemos hecho por los peridicos.

    CAPITULO DOS

    LOS VIOLENTOS DE LA OLA SKIN

    En la noche de aquel domingo, 15 de enero de 1984, el solitario parque de Roma, en Madrid, era un escenario perfecto para poner las cosas en su sitio. El estilete palp el aire tras el crujido metlico de su apertura automtica. El rocker Manuel Rodrguez Moncls, de diecisiete aos, se quit la cazadora verde para usarla como defensa. Frente a l, dos punkies esgriman sus navajas mortales de doce cent-metros y con ellas, la muerte. El rocker, dando pasos hacia atrs, se defenda mientras la hoja amenazante tanteaba el terreno.

    Manuel Rodrguez solt la cazadora y se lanz a la carrera. Pero su fuga no dur ms de cuarenta metros. Quiso esconderse en una caseta de Hidroelctrica situada en la calle Antonio Casero, en un extremo del parque de Roma, y aqulla fue su tumba. Dieciocho pualadas acabaron con l y con su heavy rock. El estilete hizo su trabajo con celeridad de maniaco: un tajo mortal en la yugular y todo el cuerpo sembrado de cuchilladas: la sien derecha, la oreja, la clavcula, la espalda, el trax, el abdomen, los glteos, los msculos gemelos de la pierna derecha, las rodillas, el brazo, la mano... Una vez en el suelo, los punkies se cebaron en l.Cuando los agresores regresaron a su casa ya haban limpiado la sangre de sus navajas automticas. Abrieron un cajn de su dormitorio y las depositaron junto a sus treinta y dos armas blancas, bayonetas y hachas que esperaban su turno

  • matador junto a una mscara negra con una calavera y una svstica pintada en su parte frontal. Eran punkies nacionalsocialistas, toda una innovacin en aquel momento.Un ao ms tarde, el 20 de febrero de 1985, el rockero de diecisiete aos Demetrio Jess Lefler muri apualado en la puerta de la discoteca Rock-Ola, la sala madre de la llamada movida madrilea. Una reyerta entre un grupo de rockers y otro de mods acab en sangre. Fueron detenidos por la Polica.Era la madrugada de un lunes cuando, segn los mods, Lefler sac una navaja y, tras intercambiar algunas palabras insultantes, fue hacia los que despus le agrederan. Un mod le arrebat el arma y le apual certeramente. En los ltimos aos, y a edad ms temprana cada vez, muchos adolescentes cumplen a su manera el ritual que Jan Anderson hizo cancin: Son demasiado viejos para el rocanrol y demasiado jvenes para morir, mientras otros utilizan su violencia con fines polticos. El ao 1985 marca, tambin, la aparicin en Espaa de los skinheads, los rapados, que en febrero de aquel ao, como presentacin en sociedad, apualaron en Barcelona a un boix noi tras un partido de ftbol entre el Bara y el Espaol.Los skinheads son herederos de una escisin de los mods britnicos ocurrida a finales de los aos sesenta, y de los punkies en los setenta. Tienen sus races en la contraposicin al fenmeno hippy de hace tres dcadas, pero, como explica Santi C., un jefe skin de Barcelona:Ahora somos nacionalsocialistas. Nos vestimos as y nos rapamos por una cuestin esttica. Nacimos como contraposicin a los hippies. Ellos eran antimilitaristas, nosotros militaristas; ellos iban descalzos, nosotros con botas; ellos lleva-ban el pelo largo, nosotros nos rapamosLos skinheads neonazis fueron detectados por primera vez en Inglaterra, cuando en 1981 protagonizaron el mayor brote de violencia racista desatado durante el mandato de Margaret Thatcher. En poco ms de una dcada esta rama se ha extendido por toda Europa con una fuerza creciente en el movimiento juvenil. En Espaa coexisten cuatro clases de skins: los boneheads, o cabezas huecas, que es como llaman a los nacionalsocialistas, espaolistas y fachas; los redskins, o skins rojos, anarco-comunistas; los catalanistas nazis, que lucen la seera junto a la svstica; y los skins antirracistas y antifascistas llamados SHARP (Skin Head Against Racial Prejudice), que surgieron en 1988 en Estados Unidos para reivindicar la autenticidad del movimiento. Si se pretende seguir la pista a los entusiastas de la agresividad, vale la pena resear la reflexin del etnlogo Julio Caro Baroja sobre las caractersticas confesionales y simblicas de estos grupos, desde que surgieron en la sociedad britnica capitalista (Teddy Boys, Billy Boys, Norman Conquerors...), y sobre los otros elementos que les caracterizan: (...) por vestimenta, desde el punto de vista sexual, por xenofobia, por actitudes particulares en certmenes deportivos, etc. Se piensa que estos productos de la sociedad actual se deben a los cambios tcnicos, materiales y morales de la misma, en relacin con la inmediatamente anterior [...] No se puede negar, sin embargo, que los grupos de jvenes rebeldes y agresivos de hoy tienen sus antecedentes y parientes lejanos: porque el viejo en muchos rasgos es igual a s mismo siempre y el joven tambin, por mucho que cambien los tiempos y las circunstancias, que tampoco lo hacen en una lnea ascendente siempre.

    Durante los aos setenta, el ascenso de la accin violenta es una constante. La violencia pas a ser un componente obligado para la revolucin o la reforma. A veces, con exclusin de los hippies, habra que pensar silos jvenes activistas no descartaran la reforma o la revolucin no violenta, inclusive si se les aseguran los mismos resultados. Creo que la violencia por s ha llegado a ser un valor y los actuales movimientos de ruptura no pueden interpretarse correctamente sin esta concepcin de la violencia.

    CAMPO DE FUTBOL, CAMPO DE BATALLA.

  • Desde el ao 85, los jvenes espaoles han protagonizado brotes de violencia masiva insospechada hasta entonces en la pennsula. Esa fecha marca la entrada oficial de los skinheads en los grupos de hinchas violentos, denominados por la Polica grupos eversivos: bandas de jvenes radicales que animan a los equipos de ftbol. De los diez mil jvenes integrados en el medio centenar de peas que funcionan en Espaa, alrededor de mil setecientos son rapados que, segn los investigadores de la Comisin Antiviolencia del Ministerio del Interior, estn dominando en muchas de estas peas. Oficialmente, el tema skinhead fue investigado por primera vez el 7 de febrero de 1987 cuando, durante un partido de la UEFA entre el Miln y el Espaol, en el campo de Sarri, alrededor de cuatrocientos skins figuraban en las gradas de las denominadas Brigadas Blanquiazules espao-listas.

    La actitud violenta de estas brigadas de cabezas rapadas fue, mimtica y rpidamente, imitada por los Boixos Nois del Barcelona, por los Ultrasur del club dirigido por Ramn Mendoza y por el Frente Atltico del equipo presidido por el controvertido Jess Gil y Gil.

    En la nica encuesta sobre la violencia en el ftbol espaol hecha en abril de 1992 por la Comisin Antiviolencia, se detect el protagonismo dirigente de los skins en doce de los treinta y ocho grupos entonces contabilizados. Los rapados dominaban ya en: Brigadas Azules, del Real Oviedo; Boixos Nois, del Ftbol Club Barcelona; Brigadas Blancas, del Albacete, brigadas blanquiazules, del Espaol(Barcelona); Frente Atltico, del Atltico de Madrid, con su escisin Juventud Rojiblanca; Indargorri, del Osasuna; Juventudes Verdiblancas, del Racing; Ligallo Fondo Norte, del Real Zaragoza; Celtarras, del Celta de Vigo; Ultrasur, del Real Ma-drid; Ultra Violetas, del Valladolid; y Ultra Yomus, del Valencia. Por otra parte, en estos grupos, tan fcilmente manejables, emergieron personas con intereses que nada tienen de futbolstico: ultraderechistas polticos dispuestos a utilizar aquel marco de accin y captacin, domingo tras domingo.

    Las directivas de los clubes apenas han puesto medidas de control, y los violentos han convertido los estadios en sus campos particulares de batalla con la excusa de animar a su equipo. La defensa del terreno y el odio violento contra los que vienen de fuera son los elementos con los que desatan su agresividad ms arquetpica. Dos caractersticas stas muy en la lnea nacionalsocialista (el racismo / xenofobia y el nacionalismo a ultranza) que, al ser sumergidas con xito en el lenguaje de las canchas, han sido vistas por muchos directivos con simpata disfrazada de paternalismo.

    En un reciente estudio policial titulado Anlisis del comportamiento skinhead y su relacin con el ftbol, los investigadores concluan:

    No son conocidas iniciativas destacadas a nivel nacional, por parte de las directivas de los clubes, que limiten o autocontrolen la agresividad-violencia de los grupos eversivos; y si se producen aqullas, son muy escasas y de estrategia coyuntural que sirven para la gestin de las directivas.

    Pero los ultras no slo contaban con la permisividad de los directivos, por accin u omisin, sino tambin con el beneplcito de numerosos futbolistas. En una encuesta de Asociacin de Futbolistas Espaoles, realizada en 1988 tras surgimiento de los hinchas ultras, el 61 por ciento de profesionales se manifest desfavorable a su existencia mientras un 9 por ciento declar sin ambages estar totalmente a favor. Al resto le daba igual.

    El cultivo de una violencia manejable haba encontrado as unas condiciones ptimas para crecer y extenderse desde los campos de ftbol hasta las calles de las ciudades con una nueva accin de masas, con su propia identidad y su garanta de origen fcilmente detectable, ya que, como escribe Julio Caro Baroja, los movimientos de violencia presentan focos iniciales y difusiones, que se pueden seguir como cualquier otro hecho cultural .

    Los primeros navajazos y las batallas campales se trasladaron, paulatinamente, a ese terreno poltico que es la calle: la agresin, en marzo de 1987, de uno de los dirigentes de la organizacin independentista catalana Moviment per la Defensa de la Terra; el apaleamiento de un estudiante en julio de 1990 por negarse a besar una foto de Adolf Hitler; los intentos de asalto a las sedes de Catalunya Lluire; las innu-merables y casi diarias agresiones con puos americanos... entre 1985 y 1990, ocho enfrentamientos en los que intervinieron skins acabaron en los juzgados.

  • No obstante, el primer muerto lleg el 13 de enero de 1991, cuando el joven francs Frderic Rouquier, de veintin aos, seguidor del RCD Espaol y miembro de las Brigadas blanquiazules, fue mortalmente apualado por los skins de Boixos Nois, seguidores del Barcelona, despus del encuentro entre los dos equipos. Una semana ms tarde, diez miembros de las Brigadas Blanquiazules fueron detenidos por el ataque al boixo Sergi Segarra, de veintin aos, a quien apalearon una barra de hierro, le patearon con botas de punteras metlicas y remataron la faena asestndole una pualada. Desde entonces, como si fueran cazadores de cabelleras, los skins han cubierto su historial de trofeos sangrientos. en 1991 se registraron oficialmente veintisiete incidentes violentos. Al ao siguiente est cifra se cuadruplic. Todas las concentraciones juveniles servan para hacerse notar. El domingo 8 de septiembre de 1991, la suspensin de un concierto de rock en Trrega acab en una batalla entre skins, estudiantes, jvenes parados y trabajadores, ellos llegados en su mayora desde el cinturn industrial de Barcelona y unidos contra las Fuerzas de Seguridad. La pequea guerra, en la que no falt la contundencia de las armas, se sald con ochenta y nueve detenidos y diecisiete ingresados en prisin. A la Guardia Civil el asunto se le haba escapado de las manos.

    VANGUARDIA NACIONALREVOLUCIONARIAQUIEN MATO A SONIA PALMER?

    La tribu skin era ya una de las principales preocupaciones de la polica autonmica catalana, porque tres semanas despus, un 12 de octubre de 1991, Da de la Hispanidad, Barcelona volvi a convertirse en un campo minado. Tras la celebracin, uno de los dirigentes falangistas, organizador del acto, invit desde el megfono:

    Y ahora, el que quiera divertirse, el que quiera hacer algo, tiene toda Barcelona!

    Ante una pasividad policial que desat el escndalo, cuatrocientos jvenes ultras se lanzaron a las calles y, a su paso, agredieron a cuantas personas encontraron en los alrededores de la plaza deis Paisos Catalans. Ultras, skins y miembros de las Brigadas Blanquiazules sembraron el terror en las Ramblas, entre cantos falangistas y brazos en alto, sin que la Polica moviera un dedo. Saldo final: siete heridos graves hospitalizados.

    Al da siguiente, setenta y seis skins identificados fueron detenidos por las Fuerzas de Seguridad en una redada sin precedentes en la ciudad. Como declarara uno de los rapados encarcelado por su participacin en los disturbios: Ya estbamos hartos de que la prensa hablara de los fachas y del Da de la Hispanidad. Nosotros tambin existimos.

    Sin l pretenderlo, con sus palabras haba desvelado la clave de la psicologa skin: con la violencia demuestran que existen. Yen esta escalada de sus acciones callejeras dejaban patente que cada vez eran (son) ms. De los ochenta skins que participaron en la cruzada del doce de octubre de 1990, haban pasado a

  • cuatrocientos en apenas un ao, de los cuales la Polica tena identificados a doscientos cincuenta, con refugio habitual en ms de cincuenta bares y pubs de la Ciudad Condal.

    En la populosa Badalona, uno de los corazones del cinturn industrial barcelons, funcionaba un grupo skin autodenominado guilas Negras que, hasta 1990, no haba causado problemas a la Polica. Pero los guilas Negras experimentaron su propio salto cualitativo el 12 de octubre de aquel ao, al formar parte de los servicios de orden de los partidos ultraderechistas (CEDADE y Juntas Espaolas, principalmente) en la celebracin del Da de la Hispanidad. Se haban convertido desde entonces en Vanguardia Nacional Revolucionaria (VNR), un pequeo partido nazi-skinhead que aquel mismo da hizo su presentacin en sociedad apaleando a un ciudadano de raza negra, rompiendo las puertas de un local independentista y destrozando la entrada de una boca de metro.

    Un ao ms tarde, en la madrugada del sbado 5 de octubre de 1991, varios skins sembraron la muerte en el parque barcelons de la Ciutadella durante una salvaje operacin de limpieza cuyo balance final fue: cuatro mendigos apaleados y gravemente heridos con la cara desfigurada y tumefacta por los golpes; un travesti indigente llamado Ernesto C. al borde de la muerte y el asesinato del tambin travesti Juan Jos Rescalvo, llamado Sonia.

    Entre los charcos de sangre y el polvo, los criminales dejaron bien marcadas las huellas de sus botas Doc Martens. Los ataques los ejecutaron en un corto plazo de tiempo, sucesivamente. Sin mediar palabra y en cuadrilla, les machacaron la cabeza mientras dorman indefensos y les molieron a palos en el suelo hasta dejarles conmocionados, con las fosas nasales rotas y los crneos abiertos.Por estos hechos, seis rapados capitaneados por Hctor Lpez Frutos, de diecinueve aos, fueron detenidos y procesados el 17 de noviembre de 1992 por el Juzgado de Instruccin nmero 23 de Barcelona. Entre las pruebas incautadas por los mossos d esquadra en el domicilio de Hctor se hallaron los recortes de prensa que reseaban su accin, y en cuyomargen haba escrito a mano: Quin mat a Sonia Palmer?

    4Una produccin de 5km Linch para Celti 5. Otra anotacin deca: Los chicos del Gol Sur no nos metemos con nadie. Quien se meta con nosotros lo vamos a hostiar.

    Los seis eran miembros de VNR, considerado ya por la Polica como el grupo poltico skin ms activo de la Ciudad Condal, con una treintena de miembros liderados por un skin de Premi de Dalt llamado Alex Soro. El grupo tiene tambin militantes en Madrid, Oviedo, Santander, Valladolid y Cartagena.

    Barcelona es, sin duda, el principal foco de actuacin de los rapados nazis, con seiscientos skins contabilizados en todo el espectro de las familias skins. No obstante, el movimiento se ha afianzado tambin en Madrid (con doscientos skins neonazis), Valencia (donde se contabilizan trescientos skins ultraderechistas), Granada, Gijn, San Sebastin y Cceres, con sus incidentes por el cierre de bares.

    El titular del Juzgado de Instruccin nmero 711 de Barcelona, Francisco Gonzlez Mallo, abri en febrero de 1993 diligencias para investigar a diversos grupos, principalmente a VNR, por sus constantes campaas xenfobas en la Ciudad Condal. Y la Polica, adems, tiene detectados a otros importantes skins, militantes de la extrema derecha catalana, como los hermanos Alberto y Mauricio Royuela, hijos del famoso ultra Alberto Royuela, sobre los que ha centrado parte de sus pesquisas desde que, en mayo de 1990, fuera detenido el joven Mauricio bajo la acusacin de haber participado en el asalto a un local de okupas en la calle Gros, de Barcelona.

    Teniendo en cuenta los canales de distribucin y alguna documentacin aprehendida, los investigadores policiales temen que en poder de los skins pronto empiecen a surgir las armas de fuego. Hasta el momento, la escalada armaments-tica ha sido contundente: primero iban desarmados, pero pronto empezaron a usar palos y bates de bisbol, hasta que, en la actualidad, cualquier skin va provisto de un puo de acero y una navaja como mnimo. Ya el 8 de noviembre de 1992

  • apareci el primer revlver, junto a dos escopetas de perdigones, machetes, navajas, cuchillos, hachas, puos americanos, bates de bisbol, grilletes y aerosoles de defensa, en poder de ocho skins detenidos en Barcelona, Badalona y varios pueblos del Maresme, a quienes se acus de traficar con drogas para pagarse los viajes a concentraciones ultraderechistas y las armas. Los agentes incautaron doscientas sesenta pastillas de xtasis, que vendan a 4.600 pesetas la unidad, una bolsa de speed, una cantidad indeterminada de LSD y cpsulas de frmacos.

    Los detenidos pasados a disposicin judicial fueron: Ral Lacuesta, Sheila Balds, Francisco Osuna, Juan Jos Valls,Diego Ortiz, Sergio Abdell y el jefe del grupo, Antonio Candal Domingo, el Toni, de veintitrs aos, fichado por la polica como miembro de VNR y expulsado de los Boixos Nois por su excesiva violencia.

    GUILLEM, JODETE

    El ltimo crimen, anterior al verano de 1993, sucedi en Montanejos, poblacin castellonense de 422 habitantes, donde Guillem Agull i Salvador, de dieciocho aos, miembro del colectivo antirracista SHARP muri en la madrugada del 11 de abril de 1993, domingo de Resurreccin, al ser apualado por el skin confeso Pedro Jos Cuevas, de veintids aos.

    El suceso tena la misma factura de otros choques sangrientos protagonizados por la difusa tribu skin. Agull y sus amigos, acampados durante la Semana Santa en la zona, charlaban en la puerta de la iglesia de Montanejos cuando, a la 71.30 horas de la madrugada, cinco jvenes se acercaron al grupo. Junto a Cuevas llegaron Gerardo Damin M., de veinte aos, y otros miembros de su banda apodados Modi, el Picha y el Bombero (que fueron identificados como Francisco Antn, Jos Snchez y Jos Cuat). Aunque no pertenecan a ningn grupo poltico ultraderechista, formaban parte de una banda juvenil conocida como los marcheleneros, por tener en el barrio de Marxelenes, de Valencia, su centro de reunin, en unos futbolines cuyos servicios siguen teniendo las paredes sembradas de pintadas tales como Machakarojos, Piojoss y Rojos No, Skin Head, todas las oes marcadas con cruces clticas y las terminaciones plurales acabadas en dobles eses hitlerianas. A ver dnde estn esos matanazis! exclam presuntamente Cuevas, molesto por el parche de tela con una leyenda antirracista que Agull llevaba cosido a su cazadora.La violencia se desat de inmediato. Apareci un puo americano. Segn varios de los presentes, Gerardo Damin M. propin el primer golpe a uno de los jvenes

  • sharp y, en el tumulto, cuando Guillem trat se salir en defensa de uno de sus amigos, fue sujetado por Gerardo mientras Pedro Cuevas, que haba sacado de su cazadora de cuero negro una navaja, clav la hoja en el pecho del muchacho, segn reconoca posteriormente el agresor en el Juzgado de Segorbe. Guillem Agull qued herido de muerte, mientras los agresores se marchaban cantando himnos fascistas. Despus, Cuevas se reuni con otros miembros de su bando y escondi cuidadosamente el arma bajo unos matorrales, al pie de un pino, en la partida de La Copa, a quinientos metros del pueblo. La versin oficial calific el hecho como una reyerta entre dos personas, un homicidio ms, a pesar de las declaraciones de los testigos. La organizacin SOS-Racisme, de Valencia, denunci las continuas agresiones y actos de violencia contra personas inmigrantes y miembros de los colectivos antirracistas. La muerte de Agull est enmarcada en un cierto clima de impunidad y envalentonamiento de grupos neonazis y paramilitares.La respuesta ultraviolenta no tard en llegar. El domingo siguiente, 18 de abril de 1993, durante un partido de ftbol en el estadio Carlos Belmonte, de Albacete, los skinhead.s. seguidores del Valencia Club de Ftbol desplegaron una. pancarta que deca: Guillem, jdete.

    SIN FRONTERAS

    Los veinte mil skinheads contabilizados en la Alemania unificada forman una fuerza de choque fcilmente utilizable por oscuros intereses. En Francia son dos mil, de los quinientos viven en Pars. En Portugal, aunque escasos, son de beligerancia probada: en noviembre de 1989 asesinaron a un dirigente del Partido Socialista Revolucionario, de orientacin trotskista. Excepto en Espaa y Gran Bretaa, donde existe la pequea corriente de los redskins, ideolgicamente de izquierda como ya se ha dicho, en toda Europa pronunciar la palabra skin es decir nazi.

    Aunque los rapados espaoles no estn adscritos monolticamente a un partido poltico determinado, los ms activos se autodefinen ya como nacionalsocialistas y no ocultan sus preferencias por formaciones polticas como Juntas Espaolas, CEDADE, Nacin Joven o Bases Autnomas. Sin embargo, los ms radicales acusan a estas organizaciones, junto al Frente Nacional de Blas Piar, de ser hebreas, sinnimo para ellos de lo ms tirado y uno de sus insultos favoritos.

    Documentos aprehendidos por la Polica demuestran, por ejemplo, las excelentes relaciones entre los skins de Sevilla y sus hermanos de Catalua, Euskadi, Pas Valenciano y Andaluca, en especial Granada y Mlaga. Una muestra de que su capacidad de movilizacin va en aumento est en los cientos de skins que se desplazaron a Madrid desde toda Espaa, e incluso desde el extranjero, para participar en la concentracin del 20-N de 1992 convocada por los partidos ultraderechistas.Como revelan tambin otros documentos incautados por espaola, los distintos grupos de skins autctonos mantienen unas estrechas relaciones internacionales con hermanos de otros pases, inscritos en partidos como el National Party, del

  • Reino Unido; el Fronte della x, de Italia; el Movimento de Aco Nacional, de y el White House Network, con sede central en Pennsylbania, Estados Unidos. En Francia, los skins estn relacionados con el Front National de Jean Marie Le Pen y desde hace tres o cuatro aos muchos skins espaoles mantienen relaciones por correo con miembros del Ku-Klux-Klan nortearnericano.Los skins del Estado espaol han asistido en 1992 a reuniones internacionales neonazis en Alemania y Estados Unidos. Los catalanes, adems, se desplazan habitualmente a Perpin, donde, adems de establecer contactos personales, aprovechan la estancia para comprar ropa y sprays de gases lacrimgenos prohibidos en Espaa. Cada verano, esta visita es devuelta en la localidad gerundense de Rosas, donde se concentran skins espaoles con rapados del sur de Francia vinculados a la rbita del ultraderechista Le Pen, lder que no desaprovecha ninguna ocasin para manifestar pblicamente su desvinculacin con respecto a estos grupos.Los numerosos fancines (publicaciones realizadas al margen del mercado legal) son su instrumento de propaganda y contacto internacional, autnticos portavoces ideolgicos del movimiento skin. Se distribuyen por todo el continente y poseen ttulos tan elocuentes como: Offensive Weapon y Blood and Honour, editados en Londres; Working Class News, en Pars; La Rebelle Blanc, en Francia; Kriminal Class, Ah ourAttack y Opera al Nero, en Italia; Radikahl, en Nuremberg; Combate Branco y Soluo Final, en Portugal; as como las espaolas Zyklon B, Luz del Norte o Das Rei ch.

    UN RETRATO-ROBOT DEL RAPADO ESPAOL

    En plena adolescencia, con los diecisis aos recin cumplidos, se uniforma como sus nuevos hermanos: corte de pelo al uno, cara casi siempre rasurada, pantaln con bolsillos militares para guardar cmodamente la navaja, cazadora negra o verde que esconde un puo de acero y, en el antebrazo, como un distintivo de batalla, banderas espaolat svsticas, smbolos nazis... Los pies calzados con botas Do Martens o, en su defecto, de la Brigada Paracaidista. Despus sale a la calle, orgulloso de su imagen colectiva.Un estudio sobre el fenmeno skinhead realizado en por la Universidad de Viena recoge esta declaracin de un cabeza rapada: Con la violencia uno se convierte de pronto en persona, y a travs del miedo de otros uno confirma su existencia. Tales palabras coinciden totalmente con la afirmacin del cabeza rapada espaol citado anteriormente en este mismo captulo. A fin de cuentas son hermanos y forman parte de un movimiento juvenil homogneo.

    El skinhead existe por la violencia, y lo sabe. Es para l un refugio-hogar edificado con las paredes del monolitismo, la uniformidad con sus compaeros y el fanatismo del grupo. Cuanto mayor es su inseguridad adolescente, ms se endure-ce por fuera. Quiere ser persona y confirmar su lugar en el mundo a golpes. Y lo hace en una sociedad recin descubierta que no le ofrece salidas ni mayos del 68 a la vista, y en la que los modelos difundidos por el cine y la televisin constituyen un constante culto a la esttica de la violencia, con una imagen ldica, limpia, necesaria. Ante la falta de perspectivas nuevas, el skin defiende el territorio de su identidad en un campo de ftbol, con una svstica, hasta llegar, casi por efecto de un juego ldico, al estadio superior del crimen.

  • Con un inters cultural nulo, pertenece a una familia de clase media baja que le tiene comido el coco. Si hubiera nacido en un barrio obrero probablemente no tendra ideologa definida, y podra ser rojo o crata, pero si viene de las zonas acomodadas rpidamente se definir como nacionalsocialista, neonazi en estado cachorro, con o sin partido. Usar la parafernalia con orgullo neohitleriano y preferir lucir la sigla de su organizacin preferida.Como buen skin, le gusta usar el bate de bisbol, la navaja, cadenas, el martillo, el puo de acero americano y los Todava no ha probado con la pistola, pero hace a menudo prcticas de tiro. Le emociona, es para l como un Kenso de categora.

    Odia a los negros. Llega a explicar: Es simple, a un negro le pegamos porque no es nuestro hermano. Y aade: Pegarlede a uno del Bara es un placer, pero mejor an es apalear un negro. Para despus asegurar: La historia de estos putos negros de la plaza de Espaa, que venden droga, se va a acabar. Los vamos a echar. Tambin odia a los rabes: A m me da asco pensar que algunos de esos cerdos moros se acuestan con nuestras mujeres. Ya los polticos: Todos son unos ladrones y algunos judos. No soportan a los homosexuales ni a los drogadictos. Se les fue la mano con el travesti ese de Barcelona; por un maricn no hay que hablar tanto.

    Es un gran bebedor de cerveza y prefiere los canutos y los tripis a la cocana, una droga que detesta casi tanto como a los punkies, su tribu enemiga por excelencia. Se encuentra con los suyos en el estadio, siempre en la grada sur, o en las cerveceras del barrio. Despus sale con ellos en grupos numerosos.

    En esencia, es blanco, y se siente orgulloso de su raza. Me gustara pensar que siempre que se hace algo a un animal de otra raza es por motivos polticos, no para divertirse. La Biblia lo deja muy claro: Juntaos con los de vuestra especie. Por eso, nosotros simplemente somos racistas, y no vemos bien lo que no pertenece a la raza blanca.

    Tambin es xenfobo: Si tenemos fobia a los extranjeros principalmente por la falta de trabajo; aunque son losempresarios quienes tienen la culpa de que haya tantos extranjeros en Espaa, as dan menos salario. Los rojos, los negros, los rabes, los judos, los sudacas, los orientales, los separatistas, los homosexuales, los drogadictos, los forasteros, los hippies y los punkies son, pues, sus enemigos.

    Y ha decidido dedicar su vida a defenderse de ellos por que, segn dice: Nosotros somos el brazo ejecutor de lo que la mayora de la gente piensa, y vamos a hacerlo. Somos soldados.

  • CAPITULO TRES

    EL 20-N DEL QUINTO CENTENARIO

    Los skins nacionalsocialistas prometieron quemar vivo a un negro en Madrid para celebrar el 20 de noviembre de 1992, una conmemoracin marcada ese ao por el crimen de Lucrecia y, permanentemente, por la testarudez de la historia. El 20-N rememora, al unsono, la muerte del general Franco y el fusilamiento de Jos Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange. Por no citar que un 19 de noviembre aconteci el misterioso accidente que acab con el dirigente anarquista Buenaventura Durruti, como consecuencia de un disparo de su propio fusil naranjero.El aniversario habra quedado para la historia, aunque surcado por algaradas de cachorros ultras y manifestaciones en recuerdo del jefe del antiguo rgimen, si alrededor de la fecha no hubiera comenzado a planear una persistencia asesina el 20-N de 1984 se atent mortalmente contra el dirigente abertzale Santiago Brouard; el mismo da de 1989 fue asesinado el diputado de Herri Batasuna Josu Muguruza; durante 1991 la violencia nazi-skin entr en este escenario poltico-nostlgico; y por fin, de un modo singular, el 20-N en plena euforia del Quinto Centenario del Descu-brimiento dc Amrica, constituy el contexto (y quizs el de las agresiones racistas culminadas en el asesinato de la inmigrante dominicana Lucrecia Prez, elegida al azar de la accin por un fascismo de nuevo cuo, implacable, que haba centrado en la xenofobia su agitacin poltica y de captacin.

    La alarma desatada por la galopante crisis econmica converta 1992 en uno de esos momentos propicios en los que, como ya escriba en 1990 el antroplogo

  • Toms Calvo Buezas, los demagogos y la opinin pblica se las ingenian para crear problemas o hacer cargar los problemas sociales sobre los extraos, a fin de distraer la atencin sobre las verdaderas causas de la crisis y sobre sus verdaderos responsables .

    Este autor, Premio Nacional de Investigacin por sus trabajos sobre el racismo en Espaa, aade: La ola de conflictos tnico-raciales que se estn produciendo en Europa (con el consiguiente resurgir de grupos neo-nazis) contra los extranjeros, como causantes del paro, de la droga y de la delincuencia, es un buen botn de muestra de lo que queremos significar; los nuevos residentes inmigrantes de otro color-lengua-religin son visualizados como una amenaza contra la culta Europa, siendo designados como los nuevos brbaros del siglo xx. Espaa no est exenta de estos fenmenos proyectivos contra los extranjeros del Tercer Mundo, contra los que se desplazan los problemas colectivos de la inseguridad ciudadana, del paro y de la droga.

    Y este discurso tomaba, desde 1990, nuevos bros entre los grupos de extrema derecha congregados cada ao en la conmemoracin funeraria franquista: Los espaoles, primero, Espaa para los espaoles, Inmigrantes maleantes, Camellos, sistema, inmigrantes: hazles frente...

    Parafraseando a Delibes, la sombra del Quinto Centenario, como la de los cipreses de los cementerios, suele ser alargada, porque el verano de 1992 estuvo salpicado por los estragos causados por actos racistas propios del Ku-KluxKlan. En Cases dAlcanar (Tarragona) la paliza recibida por un inmigrante magreb, que fue hospitalizado, ocasion dura tensiones entre los vecinos y los trabajadores norteafricanos. En Bincet (Huesca), un marroqu fue agredido en la calle sin que nadie le socorriera. En Rub (Barcelona) un local comercial apareci con la pintada son judos, junto a la estrella de David. En Puebla de Valverde (Teruel), seis marroques fueron golpeados por varios lugareos cuando pacficamente pretendan vender alfombras...

    La batalla de la ciudad oscense de Fraga, con sus once mil habitantes, merece mayor atencin como sntoma y por su dimensin social, slo comparable a las agresiones perpetradas en los actos vandlicos y organizados de Mancha Real, donde los vecinos incendiaron las viviendas de los gitanos , o en los del barrio madrileo de Villaverde, donde los gitanos tambin fueron atacados por los vecinos para impedir que la Comunidad de Madrid les ubicara en aquella zona.

    En Fraga, durante la madrugada del sbado 27 de junio de 1992 alrededor de veinte encapuchados, amparados en la noche y armados de porras y estacas, asaltaron el campamento de inmigrantes norteafricanos contratados como tempo-reros en el campo y apalearon a seis de ellos mientras dorman. El argelino Lounes Cherid, de treinta y siete aos, fue hospitalizado en estado grave con politraumatismo enceflico. Le haban machacado la mano derecha, con rotura de tres dedos y amputacin violenta de una falange.Detenidos los primeros atacantes, algunos de los cuales se entregaron voluntariamente, ante los juzgados de Fraga se concentraron ms dc quinientos ciudadanos que vitorearon a los agresores y lanzaron gritos contra los inmigrantes. Como consecuencia, doscientos magrebes afincados temporalmente en Fraga se marcharon de la ciudad por temor a la violencia racial, mientras otros cien pedan a las autoridades municipales que les facilitaran billetes de tren para irse cuanto antes. Ya la semana anterior haban sido expulsados de Fraga veinte inmigrantes que carecan de documentos. Cuando estos magrebes regresaron, al no tener dinero para costearse el pasaje, se inici una escalada de tensin rematada con un acto propio del Ku-Klux-Klan.

    Avergonzado por el suceso, y abandonado por parte de la poblacin, el alcalde socialista Francisco Beltrn y nueve concejales dimitieron de su cargo. Entre sollozos, Beltrn declar al dimitir:

    Es un problema de carcter nacional y el Gobierno espaol no est a la altura. Los chicos que apalearon a un grupo de magrebes no son los verdaderos culpables; lo es la sociedad violenta, sin tica, moral ni principios que, tengo que decirlo, mi partido, el PSOE, ha ayudado a formar. El Gobierno ha creado un

  • ambiente de amor al dinero que olvida cualquier signo de solidaridad. Fraga no es ms que el principio de lo que ser Espaa dentro de unos aos.

    El 1 de julio, medio millar de fraguenses saltaron de nuevo a la calle con una pancarta que deca: GRACIASALCALDE POR HABERNOS VENDIDO A LOS ACUERDOS INTERNACIONALES. FRAGA ESPERABA MAS DE TI. LIBERTAD PARA LOS DETENIDOS. Los concentrados criticaron la dimisin de Beltrn y, mediante un escrito ledo pblicamente, justificaron la agresin con estas palabras:

    Es una consecuencia lgica de toda la tensin que se iba creando. Cada vez llegaban ms magrebes y no sabamos dnde ponerlos.

    EL FILON POLTICO DE LA XENOFOBIA

    Como analizaba el londinense The Economist el 21 de noviembre de 1992: Las encuestas sugieren que los espaoles son ms tolerantes con los extranjeros que la mayora de europeos. Sin embargo, hasta que los inmigrantes empezaron a llegar, a mediados de los ochenta, se trataba de una tolerancia bastante terica. Los espaoles expulsaron a las minoras juda y musulmana en los siglos XVI y XVII. Slo quedaron los gitanos, y, dgase lo que se diga, en gran medida aislados. Ahora, a juzgar por las numerosas pintadas contra inmigrantes en Madrid, se est extendiendo una forma ms maligna de racismo. Una razn es que crece el ya de por s alto desempleo (aunque no por la inmigracin; los inmigrantes hacen los trabajos que rechazan los espaoles). Otra razn es la elevada proporcin de inmigrantes ilegales.

    Las cifras hablan.El Centro de Investigaciones Sociolgicas (el oficial CIS), en una encuesta

    realizada entre el 25 de abril y el 5 de mayo de 1991 sobre 17.800 personas de todo el territorio espaol, mostraba un dato revelador: el 5 por ciento de los espaoles se defina como racista militante y consideraba positivo el auge de un partido racista que expulsara a ciertos colectivos. El 30 por ciento crea que, con el tiempo, podra aparecer en Espaa un partido poltico esencialmente racista. Ya en aquella fecha, el 11 por ciento de los espaoles hubiera votado a un partido racista en caso de que la llegada de extranjeros a Espaa supusiera un problema grave. Esta encuesta confirmaba los datos recabados y la tendencia del ao anterior. El nuevo racismo llegaba de la mano del ingreso de Espaa en la CEE.

    En mayo de 1992 el Centro de Investigaciones sobre la Realidad Social (CIRES), organismo promovido por tres entidades bancarias y dirigido por el socilogo Juan

  • Dez Nicols, hizo pblico su estudio La realidad social en Espaa 1990-91, en el que se revelaba el racismo como lo ms negativo de los aos noventa en Espaa. Tras quinientos aos de agravios al pueblo gitano, los espaoles ya estaban a la altura europea en cuanto a su rechazo a los inmigrantes. Mientras uno de cada tres padres prohibira a su hija casarse con un gitano, el 62 por ciento de los encuestados por CIRES culpaba a los inmigrantes del aumento de la delincuencia en las ciudades espaolas, y el 38 por ciento consideraba que sus salarios haban disminuido por la llegada de esta nueva mano de obra.

    En marzo de 1993 el ltimo estudio de CIRES revelaba que el 31 por ciento de los espaoles mayores de dieciocho aos desea que se facilite a los inmigrantes el regreso a sus pases de origen, el 5 por ciento se define abiertamente xenfobo / racista y el 58 por ciento se muestra favorable a la integracin de los inmigrantes. Ante el impacto que su llegada ejerce en la economa espaola, el 49 por ciento se manifiesta a favor de limitar la entrada en Espaa de los inmigrantes, frente al 40 por ciento que opina lo contrario.

    Pero los espaoles, acostumbrados a mirarse al espejo y decirse hipcritamente que ellos no son racistas hasta convencerse, ya han descubierto, con la llegada de los inmigrantes, el perfil ms oscuro de su rostro colectivo; su realidad Mr. Hyde ancestral oculta bajo la apariencia de un tolerante doctor Jeckill.

    Lo que se produce es una doble moral escribe Oscar Lpez en su estudio Racismo en la Comunidad de Madrid publicado por la Asociacin Pro-Derechos Humanos de Espaa que consiste en admitir la igualdad terica de derechos de los individuos, pero sin garantizarle los medios para lograrlo. Quizs el aspecto en que se manifiestan con crudeza las actitudes racistas sea el del rechazo a los matrimonios mixtos.

    Y es que tambin el CIS, en su encuesta de octubre 1992, confirma esta doble moral de los ciudadanos espaoles. Mientras el 90 por ciento de los encuestados se expresaba unos meses antes a favor de la libertad para vivir y trabajar cualquier pas, sea o no el de nacimiento, la mitad de el aada que los inmigrantes llegados a Espaa se dedican a delincuencia por falta de trabajo, y otro 16 por ciento afirmaba simplemente que son delincuentes.

    Los mismos que niegan cualquier animadversin a extranjeros (el 78 por ciento) muestran sin tapujos su apata hacia los negros. En la encuesta del CIS, un tercio los espaoles pide medidas muy o bastante duras contra los inmigrantes rabes y africanos. Dos de cada tres espaoles piensan que los extranjeros les quitan puestos laborales aunque, como sealaba The Economist, la experiencia muestra que los inmigrantes realizan aquellos trabajos los espaoles no quieren. Entre julio de 1991 y noviembre de 1992 los inmigrantes legales trabajaban en los lugares ms bajos de sectores como: el servicio domstico (45.382), los servicios (30.968), la hostelera (25.385), la agricultura (18.297) y la construccin (16.576), principalmente.

    Este brote xenfobo-racista, para ms inri, se da en Espaa cuando la presencia extranjera es poco numerosa, pues supone menos del 2,5 por ciento de la poblacin total, una proporcin muy inferior a la de los restantes pases comunitarios. En el mercado de trabajo apenas alcanza el 0,3 por ciento de la poblacin activa. Es decir, 360.000 obreros sin cualificar.En los institutos de enseanza media, el 33 por ciento de los maestros y el 46 por ciento de los estudiantes creen que la raza blanca es superior a las dems. Es el desmitificador resultado de una encuesta sobre 1.500 personas, recogida en el libro El racismo que viene. El 40 por ciento de los profesores y alumnos preguntados piensa que no es recomendable relaciones prolongadas ni casarse con personas de otra raza y religin. Es, sin duda, el fracaso evidente de una educacin impartida con textos escolares en los cuales la condena del racismo es contundente, explcita y radical, pero del campo histrico del racismo, quedan excluidos y los espaoles, segn el estudio Los racistas son los otros. Algunos de nuestros comportamientos colectivos en contra de otros pueblos (expulsin de los judos/ inquisicin/ americanos/ gitanos de ayer y hoy/ indios/ negros son calificados en

  • los textos escolares de fanatismo/ discriminacin/ abusos/ marginacin, categoras moralmente inaceptables, pero en todo caso menos abominables tica-mente el calificativo de racismo. De esta forma, nuestra con otros se atena y se rebaja al grado de inmoralidad mientras se agiganta y refuerza el estereotipo de que a son los otros.El ranking del racismo e