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SAN JUAN DE LA CRUZ Y LAS RELIGIONES ANIMIST AS A San Juan de la Cruz se le ha es,tudiado bajo múltiples aspectos. Todavía no se le ha reladonado con las religiones animista'S. Formado en la espiritualidad sanjuanista, teniendo encomendadas multitud de almas en estas selvas del Kivu, he pensado muahas veces en las con- vergencias que hay entre ell Doctor místico y las creencias de los pue- blos animistas. G. Morel se pregunta por las relaciones que puede haber entre San Juan de la Cruz y el hombre del siglo xx. Nosotros nos hacemos una pregunta más amplia: ¿Qué relaaiones puede haber entre el religioso español del siglo XVI y el hombre que viviendo en el siglo xx tiene una mentalidad de período neoHtico? Las noticias que los primeros exploradores y milsioneros de Africa llevaron a Europa fueron negativas y pesimistas. El mundo africano era un mundo sin reltigión, sin moral, sin derecho y sin historia. Basado en estos comentaTios el propio Hegel no dudaba en escribir éstas frases: «El carácter particutar de Africa es muy difícil de comprender, ya que tendríamos que renunciar a todo lo, que entre nosotros llamamos repre- sentación y categoría general. Lo que caracteriza a los negros es que su conciencia no ha llegado a la intuición de la objetividad de Dios, 1 Le sens de la existence selon S. Jean de la Croix. Etudes pUbliees sous la direction de la faculté de Theologie S. J. de Lyon-Fourviere, 1960, T. 1, p. 9.

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SAN JUAN DE LA CRUZ Y LAS RELIGIONES ANIMIST AS

A San Juan de la Cruz se le ha es,tudiado bajo múltiples aspectos. Todavía no se le ha reladonado con las religiones animista'S. Formado en la espiritualidad sanjuanista, teniendo encomendadas multitud de almas en estas selvas del Kivu, he pensado muahas veces en las con­vergencias que hay entre ell Doctor místico y las creencias de los pue­blos animistas.

G. Morel se pregunta por las relaciones que puede haber entre San Juan de la Cruz y el hombre del siglo xx. Nosotros nos hacemos una pregunta más amplia: ¿Qué relaaiones puede haber entre el religioso español del siglo XVI y el hombre que viviendo en el siglo xx tiene una mentalidad de período neoHtico?

Las noticias que los primeros exploradores y milsioneros de Africa llevaron a Europa fueron negativas y pesimistas. El mundo africano era un mundo sin reltigión, sin moral, sin derecho y sin historia. Basado en estos comentaTios el propio Hegel no dudaba en escribir éstas frases: «El carácter particutar de Africa es muy difícil de comprender, ya que tendríamos que renunciar a todo lo, que entre nosotros llamamos repre­sentación y categoría general. Lo que caracteriza a los negros es que su conciencia no ha llegado a la intuición de la objetividad de Dios,

1 Le sens de la existence selon S. Jean de la Croix. Etudes pUbliees sous la direction de la faculté de Theologie S. J. de Lyon-Fourviere, 1960, T. 1, p. 9.

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de la Ley... Como se ha dtioho, el negro representa al homlbre natural en su estado de brutalidad total. Hay que hacer abstración de todo res­peto y de toda moralidad de todo lo que pueda llamarse sentimiento. Las noticia;s de los misioneros confirman todo ésto y solamente el 1S­la;mismo parece que se acerca en ciertO' sentido a la de la civilización negra 2.

Hoy sabemos que los negros son profundamente reli~iosos. Todas sus instituciO'nes fa;miliares, pO'líticas y sociales se apoyan en la religión de ta;l suerte que estos pueblos, a los cuales se les ha consideradO' siem­pre como paganos, hoy se nos presentan como los más reil'igiosos de todos los hombres.

En las páginas que siguen tratamos de comparar a San Juan de la Cruz con el hombre de las religiones animistas. En primer lugar, da­remos un resumen general de la doctrina del Santo Doctor. A continua­ción veremos las ansias de perfeccionamiento de las religiones. primi­tivas. Luego hahlaremO's del sentidO' de impureza en San Juan de la Cruz y en las religiones arnmistas. Esto nos UevaTá a tratar de las pu­rificaciones místicas y de las purificaciones míticas. Finailmente trata­remos de la unión con Dios según San Juan de la Cruz y de la divini­zación y participación en los misterios animistas. En este últimO' apar­tado sobre la unión queremos aportar una sollu:ción desde San Juan de la Cruz y desde los mitos paganos a un prO'blema que viene discutién­dose desde hace unos años entre liturgistas y teólogos sobre la teO'logía de los misterios, sO'bre todo del sentido del tiempo en el act0' del culto.

Leopoldo Sedar Shengor, p1'esidente del Senegail, se pregunta p0'r lo que hubiera hedho Santo Tomás si hubiera venido al Afri'ca. Yo me pregunto por lo que hubiera heoho San Juan de la Cruz. En el capítulo de 1591, celebrado en Madrid por la reciente reforma, San Juan de la Cruz se ofrece voluntario para ir de misionerO' a Méji'co. El P. Jeróni­mo de San José nos ha dejado el texto del capítulo: «En Madrid, a 25 de junio de 1591 años, estando juntos los padres vicari0' general y de­finidores, vista; la demanda de los padres de la provincia de Méjico. de la Nueva España, en que piden que se les envíen una docena de reli­giosos, y el ofrecimiento que el pa:dre fray Juan de la Cruz ha heoho a todo el capítulo, y que iría de huena gana allá, enviándole, propuse que se envíen los doce padres a Méjico y se acepte el ofrecimiento del didho padre fray Juan de la Cruz para esta jO'rnada, y se envíen otro.S once, que sean tales cuales la provincia de Méjico pide y vayan de su voluntad» 3.

Por aquellos años los navíos del rey de Portugal, Felipe n, venían acompañados de carmelitas descalzos que se dirigían a las misiones del

2 Philosophie der Geschichte. Stuttgart, 1961, p. 155. 3 JERÓNIMO DE SAN JOSÉ, Historia 1, 7; c. 2, p. 699.

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En la anotación que hace a la canción 36, San Juan de la Cruz sigue la distinción agustiniana a propósito del conocimiento de los ángeles y los bienaventurados, entre ciencia matutina y ciencia vespertina. El monte sería la cienoia matutina en cuanto las cosas son conocidas en el Verbo divino. «Esto es, a la noticia matutina y esencial de Dios, que es conocimiento en el Verbo divino, el cual por su aMeza es aquí sig­nificado por el monte» 8.

Como podemos ver en estos pasajes San Juan de la Cruz entiende por monte algo sublime. Potencias del alma, cumbres de la actividad humana. Las virtudes, principalmente las teologa1es. En otros lugares el monte será el símbolo de Dios y de su Verbo. Podíamos resumir d sistema de San Juan de la Cruz como una ascensión a lo sublime.

LAS ANSIAS DE ASCENSIÓN EN LAS RELIGIONES ANIMISTAS

Para los místicos la vida espiritual es una ascensión. Esta ascensión es el símbolo de una interiorización. E1 hombre va despojándose de todo lo que es impuro para revestirse de inocencia originall. En l'as religiones animistas el símbolo contiene una realidad en sí mismo. Si hablamos de subida hay que subir realmente. Jamás un animista entenderá una subida como una in:teriorización. Si le dicen que hay que subir a'l monte de la pedección, tomará en sus manos un bastón para escalar materirul­mente la cumbre más alta de la región.

En la religión cristiana el símbolo sirve de medio para trascender una realidad. En las religiones animistas el símbolo se busca en sí mis.­mo. El sÍmbo¡o animista no trasciende su envO'ltura cósmica.

«Me dices -escribía Odon Casel a una dirigida suya el S de febre­ro de 1946- que los misterios paganos nos dan sO~lamente una ilusión mientras que los misterios cristianos nos dan una rea1lidad. Yo prefiero decir, por mi parte, que los misterios paganos dan una: reaLidad, pero que esta realidad permanece prisionem de las, fuerzas cósmicrus, mien­tras que las misterios cristianos nos dan parte, gmcias a la Cruz de Cristo, del verdadero D~os trascendente» 9.

Si queremos precisar las ansirus de perfección de los animistas te­nemos que recurrir a sus i:deas sobre el origen del hombre. En la Biblia el hombl'e es creado pO'r Dios sobre la tierra. Según las tradiciO'nes afri­canas el hombre habitaba en tiempos muy lejanos el cielo. Los 'hom­bres quisieron saber lo que hahÍa debajo de aquella bóveda. Unos mar­tilLazos, dados en lo que pudiéramos llamar suelo del cielO', practicaron

8 O. C., p. 726. 9 Le mystere du culte richesse du mystilre du Christ. Lex Orandi, 1964, p. 187.

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orificios en la bóveda celeste. Los hombres cayeron por aquellos agu­jeros a la tierra. Las estrellas no son más que ventana,s de una ciudad sublime y llena de luz.

La tribu de los Pende tiene esta leyenda: «Al principiO' los hombres habitaban el firmamento. Una araña tejió un hilo desde el cielo a la tierra. Gran mL~1titud de personas seguían este hilo que les permitía bajar desde el cielo a la tierra. Pero cuando descendían el hilo se rom­pió. La ruptura del hilo se debió a la caída de una vieja que llevaba su batidor. Así los hombres no pudieron vol1ver al cielo» 10.

Según las leyendas taJbwa, los hombres han venido de una ciudad luminosa a la tierra. Doy la traducción de un relato de los tabwas, ya que muestra un gran paraJelismo bíbli:co. «En los primeros tiempos de la existencia de la tierra hacía un frío riguroso. Espesas tiniebJas se ex­tendían sobre la superficie de la tierua. Un silencio de muerte reinaba en todas partes. El sol no brillaba toda,vía sobre la tierra y el hombre no habitaba aquÍ abajo.

Sólo M tumbi, la gran hormiga león con su jauría de perros se dedi­caba con ardor a la oaza. Un día que Mtumbi se dedicaba con ardor a la caza, un Nsenzi (el nsenzi es una rata muy grande) sailltó ante él y se metió en un agujero. Cuan Mtumbi le vio comenzó a perseguirle y no dudó entrar bajo tierra, donde hacía más obscuro que fuera. El esperaiba llegar pronto alI fin de la caverna, pero después de haber co­rrido largo tiempo se dio cuenta de que había entratdo en un túnel, que parecía no tener fin. Escuchaba al nsengi correr del'ante de él. Alen­tado por et hambre se obstinaba en la persecución hasta que a,l fin se paró absorto y como fuera de sÍ. Delante de él apa1reció, una ciudad grande y magnífitca, toda resplandeciente de luces. Como Ntumbi que­daba allí preso de admiración, Leza en persona se le apa,reció (Leza es el dios de los tabwas). Leza le preguntó: ¿Qué hace aquí, Mtumbi? ¿Cómo te encuentras en la tierra? Preso de un miedo reverencial ante la presencia deJ Todopoderoso LeZia, la hormiga león respondió tarta­mudeando: ¡Oh soberano Señor! Sobre la tÍ'erra no hay otra cosa que tristeza. Reina un frío insoportable. La O'scuridad más completa. Si nos­otros tuviéramos un solo rayo de esta espléndida luz que ilumina vues­Íl'a morada seríamos felices.

y pues me permitís, que os hable, srubio Leza, yo os descubriré mi pensamiento. Hay tanta tristeza en la tierra porque no hay un hombre que la habite. Yo arreglaré todo ésto, respondió Leza. Aqtú están el hombre y la mujer que yo enviaré sobre la tierra. La mujer lleva una gran cesta nena de mis dones.

10 Cfr., BARTHOLOME GUISlMANA, L'homme selon la philosophie pende. En los "Cahiers des religions africaines, enero 1968, p. 68.

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Mtumbi, habiendo agradecido a Leza sus dones, emprendió eL viaje a la tierra. E[ hombre y la mujer le seguían. El viaje en aquel túnel interminab'le y obscuro fue fatigoso, pero al fin llegaron a la tierra. Las tinieblas reinaban sobre la tierra. El frío no había cesado. El hombre se puso ensegu1da a cortar árboles secos y a encender fuego. Mtumbi aturdido y lleno de pánico ante la vista del fuego no volvió más a la tierra.

El hombre y la muj er se acercaron aJ fuego para oallentar sus miem­bros conge~ados por el frío. Cuando un du:lce oalor se extendía por sus cuerpos ahrieron la cesta. ¡Maravilla! El sol sa:!ió, subió a~ firmamento y comenzó a brillar y a calentar la tierra. Cuando se hizo tarde el sol se fue a reposar al Oocidente y las sombras de la noohe vinieron sobre la tierra. La mujer fue de nuevo a abrir la cesta. La luna y las estrellas salieron. Fueron a instalarse en su puesto y comenzaron a brillar y a centellear en el firmamento.

Los hombres vivieron drehosos aquí a:bajo hasta el día que ofendie­ron al todopoderoso Leza. (La leyenda no especifica el peoado que co­metieron.) Nada se escapó a los ojos de Le2)a. Lezai es infinitamente saJbio. Su justicia no podía dejar el pecado implll?'e. Leza se presentó delante de los culpabIes y les mostró dos cestas pequeñas tapadas, di­déndoles: Aquí tenéis dos cestas pequeñas. En una he encerrado la muerte y en otra la vida. Escoged una de las dos. En ellas está vuestra sentencia. E'llos escogieron una cesta. La abrieron y enoontraron la muer­te. Aq~í -dijo. Leza- tenéis el castigo de vuestro pecado. Desde aquel día todos los hombres mueren.

La serpiente, que había asistido a la escena, pidió a Leza el poder escoger ella también. E~ permiso le fue otorgado. Más afortunada que los hombres, la serprente eligió la cesta que contenía la vida. Desde aqueL día, cuando la sel1piente envejece se despoja de su piel vieja para tomar otra nueva y así rejuvenecida continúa a vivir» 11.

Según la mentalidad animista el hombre habitaba una ciudad ce­leste. Su destino en esta vida será el de recuperar otra vez aquel par raíso perdido. San Juan de la Cruz recurrirá a la interioridad para dar al hombre su grandeza perdida. Bajo el símbolo de la subida al monte Cal'melo nos enseñará todo un proceso de interioridad. El animista no sabe superar el símbolo. Tendrá que subirse a las aWturas del OHmpo, tendrá que construir torres de Babel para aproximarse aJ paraíso per­dtdo.

Desde la cabaña donde escribo estas líneas se ven las cumbres del Mikeno, una gran montaña de origen volcánico. Según las leyendas rwandesas en la cumbre de esta montañ'a se encuentra: el héroe Rían-

11 Cfr., P. J. WEGHSTEEN, Origine et dispersion des hommes d'apres les legen­des tabwa. Annali del Pontificio museo missionario etnologico, 1962, p. 213.

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gombe y todos sus sectarios. Aquí viven dichO'samente bebiendo una cerveza mezclada con miel y gozando de todas las alegrías. E1 28 de abril de 1967 el Mikeno comenzó a hechar llamaradas. Los paganos decían que Riangombe estaba descontento de la conducta de los hom­bres.

El monte Carmelo, que sirve de símbolo a San Juan de la Cruz, pa­rece que fue un nidO' de 3Jdoradores de la diosa Astarté. «Les disdples d'Elie -escribe el' P. Daniélou- ont remrpJacé sur le Carroel les pr~­tresses d' Astarté 12.

Para el autor sagrado el re13Jto de la torre de Babel es un acto de la soberbia de los hombres con ans~as de perpetuar su nombre antes de di1seminarse por las regiones de la tierra 13. «Es evidente -dice L. Bouyer- que este relato nos describe los comienzos de lo que nosotros Hamamos civiHzación. Los hombres se reúnen y conjugan sus fuerzas para construir una torre. Pero ellos conciben su obra común en un es­píritu de rivalida:d con el poder divino 14.

El hombre de la Bibha ha sido creado en la tierra. La fina,Jidad de su torre de Babel será la de afirmar su poderío sobre la tierra. El ani­mista de Africa es un ser que ha descendido del cielo. Su torre servirá para mostrar a los otros mortales el poderío de su raza, pero sobre todo le servirá para esoa:lar las alturas del cielo y poder ganar su antigua morada. Traduzco de las teyendas tabwas un relato sobre la torre de Babel africana.

«Hace muchos años, nuestro antepasado kiomba vivía todavía en su paSs de origen lejos de aquí, al Norte. Vivía con sus conciudadanos bajo la autoridad de Milunga-Leza. El nombre de este rey significa: Aquel que luoha contra Leza. Este jefe imaginó un plan gmndioso. Se le veía frecuentemente pararse y contemplar la esfera celeste, como si quisiera medir su altura. Un día reúne a todos sus sujetos y les dice: Escuohad bien. Quiero exponeros la gran obra que deseo emprender. Todos veis encima de vuestras cabezas una esfera azul. Vosotros sabéis que se extiende hasta 10's extremos de la tierm y se apoya sobre cuatro pilares. Encima de esta esfera habita Leza. Allá arriba todo es hermo­so, ~3Jgnífico; resplandeciente. Allí reina la luz, la dicha. Las miserias de esta vida son desconocidas. He resuelto construir una oasa muy alta, que llegue hasta la esfera azul. En esta esfera quiero hacer una entrada. Todos vosO'tros me podéis acompañar para estableceros allá arr~ba. Con­seguiréis la verdadera dicha. Desde allí podréis contemplar lo que pasa entre los hombres. Mostraremos a los otros hombres nuestro genio y nuestra fuerza. Todos 3Jcogieron estas palabras con entusiasmo.

12 Die,u e,t nous. Ed Bernard Grasset, 1956, p. 25. 13 Cfr., E. PANNIER, Babel en Dictionaire de la Bible. T. 2, p. 1346. 14 Introduction a la vie spirituelle. Desclée, 1960, p. 160.

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Al día siguiente comenzaron a trabajar. Todos trabajaban con ardor. Muy pronto se vio smgir un edificio más grande y más sótlido que cuan­tos había en el país y que se elevaba cada día. E:l orgulloso rey triun­faba y daba fiesta sobre fiesta.

Pero un día en medio de los cánticos de los trabajadores se dejo oír un gran ruido. El edificio había caído a tierra sobre todos los que tra­bajaban. El). número de víctimas fue considerable. Durante largas jor­nadas los cánticos fúnebres resonaron en la selva. El edificio quedó abandonado: Nadie se presentó al trabajo. Por fin MlungarLeza viene a dar ánimos a sus hombres. ¡Camaradas! ¿Qué hacemos? ¿Vamos a con­tinuar a llorar y a lamentarnos? ¿Dejaremos la obra de nuestros herma­nos sin acabar? ¡No! ¡No! ¡Jamás! La muchedumbre contestó: ¡Jamás!

Con nuevo ardor se metieron todos al trabajo. Todo fue ejecutado y elaborado cuidadosamente. El edificio se elevó más alto que la pri­mera vez. Todos trabajaban con plena confianza de que llegarían hasta el cielo. Pero el edificio se derrumbó de nuevo e hizo muchas víctimas.

Si la catástrofe fue grande, la obstinación de M~umba-Leza, y de sus hombres fue mayor aún. Ellos no abandonarían la empresa, sino que la proseguirían hasta lograr instalarse junto a Leza.

El trabajo fue recomenzado con un ardor sin igual. Alcanz'aron una altma vertiginosa, desde donde ellos podían contempJar la inmensa lla­nura, que brillaba magníficamente bajo los rayos del sol. Todavía un poco más de trabajo -gritaba Mlumba-Lezar- y alcanzaremos nuestro ideal. Podremos contemplar toda la superficie de 1a tierra y seguir las acciones de sus habi,tantes. Un ruido siniestro hizo caer sus ilusiones. La parte inferior del edificio cedió a,l peso de los pisos superiores. Todos los obreros murieron.

La desgracia sobrepasó todas las otras. Mlunga-Leza debió conside­rarse vencido. Se corto los cabellos de su cabeza. Se despojó de su her­moso vestido para vestirse otro de duelo. Se puso un turbante. Roció su ouerpo con ceniza y quedó tendido en tierra para llorar sus muertos. El due~o dmó semanas. Desde la primera hora de la mañana comen­zaba el canto fúnebre. Toda actividad había desaparecido. La desola­ción reinaba en el país. Los espíritus se sublevaron contra MiLunga-Leza. Nos quiere matar a todos. No le seguiremos más. Los que no habían muerto reunieron sus familias y huyeron de este país de muerte.» Kiom­ba, nuestro antepasado, dejó también el valle de la desgracia y tomó la direccion de Sur.»

Como puede verse en este largo relato, el hombre africano busca su liberación en las altmas. Como los místicos. Sin embargo, aJ no haber sabido librarse de la fuerza cósmica busca su paraíso en las alturas del Olimpo, del Mikeno, de las torres de Babel.

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H. Urs van Balthasar ha escrito una página precioso en su Teología de la Historia para indicar los límites entre la místioa cristiana y las otras místicas: «Toda mística y toda filosofía puramente naturales deben recurrir a la vía de la «ascensión», la vía del eros pJatónico: por un despojo sucesivo de Hmites finitos buscar despoJarse de sus propios lí­m~tes, y dejar como un ladrón en la noche sombría su morada finita e introducirse en el palado de lo infinito. La característica de todo mo­vimiento místico y de toda filosofía religiosa: no cristiana es una ten­denda il1lcondicionada a despojarse de su ser y meter todo límite en el abismo del Dios infinito, a hacer desaparecer toda palahra. sensible y todo concepto determinado en el abismo original de la cr¡'f~ , del sil'en­cio; chinos e indios, griegos y árabes, Plotino, Erígena, Sdhelling y Rilke se reúnen aquí. A todo esto el cristianismo es extraño 15.

NOCIÓN DE IMPUREZA EN SAN JUAN DE LA CRUZ

Entendemos por impureza en la doctrina de San Juan de la Cruz todo lo que puede estorbar a la divina unión: bien sean apetitos, bien aprehensiones de ras potencias, bien los pecados capitales, descritos en los primeros capítulos de la noche pasiva del sentido. Para San Juan de la Cruz, la impureza viene condicionada por la afección habituat a las cosas terrenas. Será indulgente con las almas que caen en mil pecados diferentes; pero no tolera el menor hábito en el a.1ma. Lo que impide la unión no son las faltas aisladas, sino el estado pegajoso a las cria­turas.

Bajo el símbolo de la fuerte cadena y del hilo fino, ha demostrado la gravedad de las afecciones pequeñas. Un pájaro que está atado con un hilo fino quedará sin volar mientras no rompa el hilo de la misma manera que el otro atado con una fuer~e maroma. Los, apetitos no mor­tificados cansan, atormentan y enflaquecen al alma. El afma, que tiene que guardar toda su potenciaHdad para su Dios, la derrama en mil ba­gatelas. Sobre todo, los apetitos no mortificados ensucian el arma: «El cuarto daño que hacen los apetitos 1lI1 alma es que la ensucian y man,. ahan, según la enseñanza del Eclesiástico: El que tocare la pez ensu­ciarse ha de ella. Y entonces taca uno la pez cuando en alguna oreatura cumple el apehto de su voluntad!. En lo cual es de notar que el sabio compara las creaturas a la pez, porque más diferencia hay entre la ex­celencia del a1ma y todo lo mejor de ellas que hay del claro diamante

15 Cfr., La théologie de l'histoire. Plon, Paris 1950, p. 190.

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o fino oro a la pez}) 16. El alma que se deja guiar de los apetitO's ha perdido toda su hermosura.

LA IMPUREZA EN LAS RELIGIONES ANIMISTAS

En los pueblos animistas se encuentra muy acentuado el sentidO' de la impureza. Tienen miedo a mancharse. Para ellO's un santo será un hombre puro. Jamás los cátaros cristianos estuvieron tan preO'cupados de su pureza cO'mo lo están los adeptos de las religiones primitivas.

¿En qué consiste lo impuro para un animista? Impuro, en primer lugar, es todo lo insólito, lo raro, lo que sucede pocas veces. PO'nerse en contaClto con lO' insÓll'ito, con lo raro, con lo que sucede pO'cas veces, será cO'ntaminarse. Doy algunos ejemplO's: Cuando un cocotero da fru­tos antes de tiempO' es señal de desgracia. Cuando una gallina canta a una hora intempestiva es también señal de desgracia. EIIJI:re los bantus el nacimientO' de mellizos es señal de impureza. En la tribu de lO's kantohatka se mira muy mal el nacimiento. de 10's mellizos. Cuando estO' O'curre todas las gentes se precipitan a salir de la casa de la infortunada madre. Lo mismO" podemO's decir de los albinO's. Se les mira cO'mO' per­sonas extrañas que hay que evitar. Un loco, un hombre que se enfada frecuentemente es un portador de desgracias. La tribu de los Azande atribuye sus desgracias a las personas que se irritan fácillmente.

Todo lo que signifique mezcla de sexO's es también una fuente de impureza. Una mujer que ejecutase los trabajO's de un hombre queda­ría impura. Entre los batutsi una mujer que ordeñase una cabra o una vaca habría contraidO" por ellO' la mayor de las impurezas. Todo lo que sea insólito es portador de males,: La primera mula que un europeo trajo a Uganda fue la causa, al decir de los nativO's, de una mala co­secha. En la misma U ganda hace unO"s añO's los nativO's pensaban que no llovía a causa del ferrocarril que se estaba construyendo.

Los instrumentos hechos de hierro son también causa de impureza. Entre los esquimales está prohibido llevar cuchillos de hierro durante el período de la pesca de la ballena. Y se prohíbe la utilización de todo instrumento de hierro durante los, cuatro días que SIiguen a la pesca de una ballena. Sobre todo en los sacrificios a los diO'ses está terminaIIJI:e­mente prohibido el llevar instrumentos de hierro. LO's mismos mahO'me­tanos no pueden llevar utensilios de hierro durante sus plegarias.

En todas las tribus de cuItma primitiva los herreros son muy mal vistos. La Biblia no habla tampoco con elogio del origen de los herreros.

16 Subida del Monte Carmelo, 1 L, C. 9, p. 382.

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La impureza viene, sobre todo, de la viO'lación de una ley grave 17.

Las trasgresiones más graves son el incesto y el homicidiO'. El incestuoso y el hO'micida son partrcularmente impuros.

Entre los Bruhesu, un hombre que ha matado a otro no debe entrar en casa el día del crimen. Se debe purificar asperjándose con el conte­ni:do del estómago de un carnero. Ningún hO'mbre hO'micida puede comer con sus manos antes de la purificación.

El incesto es un acto tan horrihle que puede hasta perturbar el orden de la naturaleza. Hay muchas tribus de animistas que piensan que los terremotos, la actividad de los volcanes, las malas cosechas se deben a un incesto cometido en la región. En muchas partes se da muerte al incestuoso o debe partir a oI\:ro país. En las tradicciones de los habitantes de Rwanda se lee que un día Imana (Dios) mandó a Mututsi, padre de una gran tribu, casarse con su hermana. Mututsi tuvo tanta vergüenza en cometer esta acción que prefirió huir a un país lejano. Allí vivio muchos años. Cuando había cambiado de figura cambió' también de nombre. Entonces volvió a su país natal y se casó con su hermana. Las gentes de su tierra ya no le conocían. Se presento como un extranjero. Así pudo obedecer a las órdenes de Imana y aparecer a los ojos de sus conciudadanos como ajeno a la famHia.

La impureza del adulteriO' O' del incestO' puede transmitirse. Los kibu­yu piensan que este género de impureza puede transmitirS'e de padres a hijos.

El rey o el jefe pueden ser fuente de impureza para aquellas, perso­nas que se atrevan a tocarles. En la Polinesia nrudie estaiba autorizado a tocar el cuerpO' del rey O' de la reina. Si alguno se atrevía a pasar la mano pÜ'r su cabeza era condenado a muerte. En las islas Tonga si al­guien se atrevía a tocar el cadáver de un jefe quedaba impurO' durante diez meses. Todas las persÜ'nas que tocan un cadáver quedan impuras. En Samoa, nadie puede ser tocadO' por la sombra de un jefe si nO' quiere contaminarse. Freud interpreta el tabú del jefe comO' una manifestación del sentimiento de hostirlidad que se siente ante todo superior 18.

Para Jung, sin embargo, la idea del jefe como ser superior en de­terminadas fases de la cultura humana llegaría a engendrar la idea de Dios 19.

La guerra engendra la impureza. En algunas tribus los hO'mbres que vuelven de la guerra se les considera manchados y tienen que purificarse antes de entrar en sus cabañas. En Africa Central el guerrero que ha matado a un hombre queda impuro durante cuarenta días.

17 JEAN C'AZENEUVE, Les rites et la conaition humaine. Presses Universitaires de Franee, 1958, p. 68.

18 Totem et tabou. Payot, Paris 1947, p. 62. 19 RAYMOND HOSTIE, Du mythe a la religion, en Etudes Carmelitaines, 1955.

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Sobre todo las menstruaciones y los períodos de gestación son parti­cularmente la causa de la impureza. En muohas tribus africanas las mu­jeres tienen sus cabañas separadas de todo el resto de los habitantes del poblado para retirarse en los períodos que preparan su maternidad.

Estas son las causas que manohan al hombre en las religiones ani­mistas. Estas son las causas también que le llenan de terror y de angus­tia. Por otra parte, es curioso observar que la mayoría de los objetos y personas impuras de las religiones animistas lo eran también para los judíos.

LAS PURIFICACIONES MÍSTICAS

San Juan de la Cruz, que ha analizado con mano maestra las impu­rezas del alma, nos ha dado también el medio para purificarse de ellas. Para él no existen limitaciones. Hay que pur1ficarse de todo para estar ágiles en las duras subidas del Carmelo. «San Juan de la Cruz escribe Baruzi-es un ser que va derecho a la vida despojada y perfecta. Con una inflexibiHdad quizá única él no olvida el desarrollo final. De tal suerte que se despega de todas las pueri:lidades y de todas las bagatelas y hasta de esa suavidad dulzarrona, de la que los más grandes místicos no se hallan exentos» 20.

Para el doctor mÍsUco es preciso purificarse de todo lo que no sea Dios. Uno de los hijos más precIaros de San Juan de la Cruz, José del Espíritu Santo, define la purificación de una manera absoluta: «Remo­tio eorum, quae ab intima unione cum Deo removeant» 21. Si el alma quiere subir a las alturas, la única vía será la purificación y el renuncia­miento. A veces los místicos son condescendientes con las gracias extra­ordinarias: éxtasis, visiones, revelaciones. Madame De Cuyon escribía a este respecto: «Hay una manera de ir a Dios por la vía de elevación. Esta vía está acompañada de éxtasi's y de fenómenos extraordinarios. y hay otra vía de negación y de desnudez muy encarecida por el beato Juan de la Cruz» 22.

Tres cosas es preciso purificar en el sistema Sanjuanista: los sentidos, las potencias y el espíritu.

Las potencias del alma tienen sus continuas aprehensiones. Estas aprehensiones al ser arte del genio humano no son medio proporcionado para unirse a Dios. San Juan de la Cruz ha encontrado como medio para purificar las potencias del alma las tres virtudes teologales.

20 Saint Jean de la Croix et le probleme de l'expérience mystique. pal'is, 1931, p. XVIII.

21 Cursus theologiae mystico-scholasticae, predicabile IV, Disp. XXIX, quest. II 22 Les justifications de madame J. M. B. de Guyon, Cologne, 1720, T. I, p. 179.

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Para Maritain San Juan de la Cruz sigue la división agustiniana de las potencias del alma: entendimiento, memoria y vO'luntad. Desde el punto de vista ontO'Lógico la división bipartita: entendimiento voluntad es más conforme con la realidad. Sin embargo, si se considera la activi­cIad del sujeto respeato de sus fines, la división tripartita es excelente 23.

La teoría de las noches, en todo lo que indique purgación en un alma es esencial en la mente de San Juan de la Cruz. Paul Marie de la Croix, al hablar de las grandes purificaciones de Jeremías y de Job hace continuas alusiones a la doctrina de San Juan de la Cruz24• El P. Danié­lou, en su Essai sur le Mystere de l'hístoíre, ha intentado dar una dimen­sión social a las noches purgativas de San Juan de la Cruz. Afirma que Rusia estaría pasando ahora por una noche sanjuanista para despertar dentro de cierto tiempo en la aurora de un cristianismo rejuvenecidO'.

LAS PURIFICACIONES MÍTICAS

Ya hemos visto las causas que manchan al hombre anixnista; sin embargo, tiene sus remedios para purificarse de ellas y recuperar su pureza tan deseada. Para purificarse de un incestuoso, de un hoxnicida, de una mujer que prepara su maternidad, el mejor medio es expulsarla del poblado. En muahas tribus se teme matar al homicida, ya que los que le matasen serían a su vez homicidas y se caería en un círculO' que llevaría hasta la exterminación del alano En otras partes se les arroja al mar metidos en un saco juntamente con una serpiente, para que sea el animal el que cargue con la impureza. Cuando quieren purificar un po­blado contaminado por los espíritus enemigos, las tribus del Borneo hacen una gran fiesta con muchas danzas y mucha música. Todos los habitantes hacen una procesión lejos del poblado. Los espíritus vendrían atraidos por el ruido de la música y de las danzas.

Los machos cabríos emisarios tienen una gran importancia. Todos los habitantes de la tribu depositan sus impurezas y sus pecados en el ani­mal. Después se le abandona en la selva para que se lo coman las fieras. En la tribu de Dogon, el hombre que quiere purificarse toma unas hojas de un árbol, un gusano y una tortuga y salle a cierta distancia del poblado. Allí se lava con las hojas del árbO'I y hace pasar el gusano y la tortuga entre sus piernas mientras dice: «Tomad tO'dos mis pecados e impurezas».

23 Saint Jean de la Croix praticien de la contemplation, en "Etudes Carmeli-taines". avril 1931, p. 86. ,

24 L'ancien testament, source de vie spirituelle, Desclée de Brouwer, 1952, p. 847.

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De la tribu de los Baganda, cuando un rey comienza a reinar tiene que purificar todo su reino. La acción se realiza. de esta manem: Se toma un esclavo, un maoho cabrío, un perro, una gallina y las cenizas del rey difunto y se les lleva hasta la frontera del próximo país. Allí se cortan las piernas del esclavo y las patas de los animales para que no puedan traer de nuevo la impureza al país.

Sobre todo tiene mucha importancia para ellos la purificación por la sangre. La sangre que se vierte involuntariamente, menstruaciones, homicidio, es fuente de impureza. En cambio, la sangre que se vierte v0'luntariamente es el mejor detergente de toda impureza. Es curioso 0'bservar como en casi todas las regiorres arumistas y de mentalidad pri­mitiva está en uso la circuncisiÓlll. La sangre que el joven vierte en este acto le purifica de todas las manchas de su vida infantil y le da fuerzas para su vida futura.

En algunas tribus, para purificar Jos utensilios del culto, el unico me­dio empleado es la sangre humana. En la sangre reside la vida, por eso el mejor medio de ururnos a la divinidad es la sangre.

Para San Juan de la Cruz las noches son necesarias para la purifi­cación. Veamos ahora lo que es la noche cósmica para un hombre de las religiones animistas. Para un animista las tinieblas simbolizan todo lo que es anterior a la manifestación de las formas. Todo lo que hahÍa antes de la creación. El joven de las religiones pdmiitivas, cuando llega a la edad de los catorce años, tiene que pasar su iruciación. La iruciaciÓitl es un acto por el que el joven renáce a la vida verdadera. En algunas tribus se castiga hasta dejarles casi muertos. Se les ata en un Jugar don­de haya gran cantidad de hormigas y serpientes. Los ejercicios que pre­ceden a la noche de la iniciación son terribles. Hambre, sed, castigos que pueden causar la muerte del individuo. El neófito tiene que morir a la vida pasada para renacer a la perfecta.

Mircea Eliade habla de un «regressus ad uterUIID> para el joven que se inicia 25. Estas costumbres de los animistas nos recuerdan el diálogo entre Jesús y Nicodemo sobre el renacer a la vida del espíritu. Los ani­mistas entienden el símbolo del renacer de una manera natural. A lo Nicodemo. En algunas tribus de animistas las madres toman a sus hijos entre sus piernas al momento de efectuarse la iniciacfón. Comienzan a llorar sobre ellos y cortan una tripa de un cordero, símbolo del cordón umbilical. El iniciado ha nacido otra vez a la vida desde el seno de su madre.

En otras tribus el renacer viene no por su madre carnal; sino de la madre común de todas las cosas que son las tinieblas. Se construyen ca­bañas bien tupidas donde solamente reinen las tinieblas y la noche.

2S Le symbolisme des ténebres dans les religions archaiques, en "Etudes Car­melitaines", Polarité du symbole, 1960, p. 19.

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Allí se mete a los que van a iniciarse durante cuatro días que preceden a la iniciación. No se les dará nada de comer. Aquellas sombras de noche serán el medio para que renazcan a la vida. A veces estas mora­das oscuras tienen forma de animales monstruosos que terminan por arrojarles a la vida. La mayoría de los héroes de las religiones arcaicas han pasado algunos días en el vientre de un monstruo. De las tinieblas del estómago del monstruo han sacado fuerza para sus nuevas proezas. Las tinieblas, las noches son un medio de purificación. Es el regressus ad uterum de la madre común de todas las cosas, las tinieblas, para rena­cer a la vida.

üdón Casel se ha servido de los misterios paganos para consolidar sus afirmaciones sobre los misterios cristianos. Entre otros ha seleccio­nado el mito de Ameta y el de Eleusis. He aquÍ el mito de Ameta que tanta relación puede tener con 10 que vamos diciendo sobre las noches: «Cuando las nueve familias de hombres-dice el relato de Ameta-ha­bían abandonado su antiguo país, llegaron a la isla de Geran. Entre ellos se encontra!ba un hombre llamado Ameta. Jill no estaba casado. Un día se abrió las venas de su brazo y regó con su sangre una palmera. De esta palmera nacio. la virgen Hainuwele. Esta virgen era buenísima y hacía muchos mi,lagros. Cierto día los hombres la mataron por envidia. Para expiar su muerte, todos los años tienen que reproducir el crimen mediante una danza cultual. Durante la danza tenían que pasar por la puerta de la muerte. Solamente los que pasan por aquella horrible puerta podían ver a la diosa Hainuwele.

El mito de Eleusis significaba un morir a la vida antigua para rena­cer a la nueva. E,l rito se celebraba en las tinieblas de la noahe. El ayuno era obligatorio. Después del rito de la iniciación, al decir de Salustio, los iniciados eran alimentados con leche durante cierto período. Aquel que quiere ser iniciado-decía Plutarco-tiene que morir. Después puede mirar a la turba de los vivientes que deja detrás de sÍ, que permanecen en la miseria y en la impureza por miedo a morir, porque no creen en los bienes de la otra vida.»

LA UNION CON DIOS SEGÚN SAN JUAN DE LA CRUZ

La etapa purificativa prepara a la unión con Dios. Un solo apetito desordenado estorbaría la divina unión. El alma sería el pájaro atado con un hilo débil, pero que está incapacitado para volar mientras no le rompa.

En la divina uniÓin todo queda divinizado en el hombre. Las poten­cias del alma quedan sublimadas por las virtudes teologales. El alma

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se une a Dios no entendiendo, sino creyendo. Sobre todo es el amor el que une. San Juan de la Cruz llega a decir que el hábito de la caridad eS en esta vida tan perfecto como en la otra. El alma se siente sustan­cialmente unida a Dios. Bajo el símbolo humano del desposorio y sobre todo del matrimonio, ha concentrado toda la potencialidad mística de la unión con Dios 26.

La unión con Dios encarna uno de los problemas filosóficos más graves de todos los tiempos: El de la personalidad humana, el de la afir­mación del mundo frente a la grandeza de Dios. Ya Parménides afir­maba que solamente existe el Uno y que todas las cosas son ilusiones. Dios se afirma y el mundo se niega 27. En nuestros días, Sartre ha vuelto a plantearse el problema de la afirmación de Dios y de la negación del hombre. Sartre resuelve el problema en sentido contrario de Parménides. Sartre anuncia la muerte de Dios como condición de la existencia del hombre. Orestes no existe, sino cuando ha matado a Agamenón. Merleau­Ponly concluye su tesis con esta disyuntiva: «Es necesario decir o que Dios existe y que el hombre no existe o que el hombre existe y Dios no existe».

La grandeza de San Juan de la Cruz está: En haberse sabido preser­var del panteísmo, y de otra parte en haber anunciado de una manera clara la transcendencia divina y la gran personalidad que adquiere el alma transformada. El alma, al unirse a Dios, no se niega, sino que se afirma.

LA UNIÓN AL SER SUPREMO EN LAS RELIGIONES ANIMISTAS

En las religiones animistas se habla de unión con la divinidad o con las divinidades. Muohas son las causas que pueden dar al animista la unión con la divinidad. En primer lugar, el aspecto totémico de estas religiones. Casi todas las tribus han hecho un pacto con la divinidad. Un animal, toten, sirve de lazo visible en este pacto. Este animal es un signo de la divinidad. Jamás se atreverán a matar el animal de su tribu. Sería un atentado contra la divinidad. Las vacas de la India, las grandes serpientes y pájaros del Africa son animales totémicos.

Hace muy poco liempo, una bandada de pájaros comían los pocos frutos de la misión. Yo les tiré una piedra para que no siguieran. Tuve tan mala suerte que fui visto por dos nativos en el momento de tirar la piedra, que vieron muy mal mi acción.

26 EULOGIO DE SAN JUAN DE LA CRUZ, La transformación total del alma en Dios según San Juan de la Cruz, Edit. de Espiritualidad, Madrid, 1963.

27 Cfr., JEAN DANIÉLOU, Dieu et nous. Bernard Grasset, Paris, 1956, p. 87.

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Aquellos paJaros eran el signo de su clan. Encerraban una fuerza superior y había que respetarlos.

La divinidad e individuos del clan están unidos por el pacto toté­mico. La sangre del animal es el lazo visible de la gran realidad invisible del pacto.

El sacrificio, que pudiéramos llamar don, es una fuente de unión entre los dioses y el hombre. Cuando un hombre mata un animal, que pasa de un mundo a Ü'tro, es lazo de unión del mundo de aquí abajo y el mundo que trasciende. Pero donde se ve la total participación de la divinidad es en el sacrificio-comunicín. Los pueblos primitivos piensan que hay una gran relación entre los alimentos y las cualidades morales del individuo. Doy algunos ejemplos: Los indios de América del Norte creen que para ser hombres ágiles es necesario comer la carne de ani­males veloces y evitar la de los pesados.

Los Guaraní se abstienen de comer la carne de tortuga por temor a perder la agilidad. Para permanecer valientes, los bañangas jamás comen la carne de liebre. Por Ü'tra parte, la víctima ofrecida a los dioses pierde su carácter terreno para convertirse en divina. Los conquistadores españoles se encontraron en Méjico cÜ'n tribus donde sus hombres que­rían ser sacrificados a los dioses. Todo hombre sacrificado a los dioses perdía su condicicín humana para convertirse en divino. Al comer la carne de la víctima, bien fuera carne de animal o carne humana, los hombres adquirían propiedades divinas. En algunas tribus se mete un pedazo de carne en la boca de la víctima para significar que la divinidad también comparte la comida de los hombres.

Desde el lugar donde escribo estas líneas veo una cabaña más alta y más grande que todas las del poblado. Es la casa del hechicero. En de­terminados días del año se sacrifican vacas y cabras en honor de las divinidades. El primer trozo de carne, la primera botella de cerveza del sacrificio se esconde en un lugar apartado y oscuro del recinto para que la divinidad venga a gustarlo. Algunos de nuestros cristianos asisten al sacrificio. Es curioso observar en el confesonario cómO' solamente cuan­do han comido o han bebido del sacrificio se acusan de falta grave. Por el contrario, hay cristianos que asisten a misa los domingos, si no co­mulgan en la misa, en la próxima confesión dicen que no han cumplido con el precepto del dorningo. La participación es esencial al sacrificio.

Donde llega la participación al cuImen es en la muerte de dios. En determinadas épocas del año se celebra la muerte del espíritu del trigo, la muerte del espíritu del árbOll. Es la muerte del dios de la agri­cultura o del dios de las estaciones. La muerte y la resurrección de los dioses hace participar a sus devotos de la vida eterna.

Los aztecas tenían una costumbre preciosa para significar la muerte de los dioses. Hacían estatuas de los dioses de harina. El día que se

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celebra la muerte de los dioses las rompen. Todos los hahitantes de la región comen de esta pasta, que en último término es la carne de sus dioses. . '. ': ." 1

Los mitos dionisíacos de Grecia no tenían otra finalidad que la par­ticipacion de la divinidad mediante las fiestas al dios del vino. Los mitos dionisiacos consisten en comer la carne de este dios bajo la forma de un animal consagrado. Dionisias era el dios del vino. Las fiestas dadas en sU honor consistían esencialmente en el sacrificio de un toro. Se hacían durante la noche en un lugar selvático. Las mujeres vestidas con pieles de cabra danzaban en torno del sacrificio como queriendo participar de la fuerza de Dionisios 28.

Por fin, los hombres de las religiones animistas son divinizados des­pués de su muerte por el fervor y por el sentimiento popular. En muchas regiones sustituyen a la divinidad. La divinidad se aleja y vienen a susti­tuil"la los antepasados. Este fenómeno, tan frecuente, hoy se conoce con el nombre de Evéeme1'ismo en historia de las religiones. Evéero de Me­sina supuso que los dioses de los paganos no eran sino hombres divini­zados después de su muerte 29.

ETERNIDAD y TIEMPO EN SAN JUAN DE LA CRlY¿

y EN LOs MISTERIOS PAGANOS

Entre teólogos y liturgistas modernos se ha discutido y se discute to­davía de la famosa teoría de los misterios. Odón Casel, en un afán de renovar la liturgia ha recurrido a todas las ciencias posibles, sobre todo a la historia de las religiones. El 9 de febrero de 1944, Odón Casel escri­bía estas líneas sobre los misterios paganos: «no nos hagáis decir que después de la Revelación de Cristo tenemos necesidad de las religiones paganas. Sin embargo, nuestro pensamiento moderno, tan subjetivo, nos ha alejado de tal manera del espíritu realista de los antiguos que nos son necesarios para trasportarnos, por así decir, al interior del pensa­miento objetivo y para mejor comprender poco a poco el espíritu de la Revelación 30.

La reacción vino muy pronto de parte del gran teólogo jesuita P. Umberg. Este teólogo veía en las tesis de Casel sobre los misterios teorías extravagantes que él calificaba de «Fata mOl·gana». Umberg in­sistía sobre todo en la dificultad intelectual que hay en hacer las accio-

---- ..m 28 Cfr., EMMANUE1. AEGENTER, Les grandes Religions, Presses universitaires de

France, 1954, p. 38. 29 Cfr., A. LLUNEAU, Pour aider au dialogue: Les peres et les religions non

ehrétiennes, en "Nouvelle Revue Theologige". 1967, p. 824. 30 O. e., p. 186.

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nes de Cristo presentes cuando históricamente pertenecen a.} pasado. Casel respondía que no se trataba de hacer una actuación real o históri­ca; sino sacramental.

Hoy son muohos los teólogos partidarios de las doctrinas de Casel. ¿Qué decir de San Juan de la Cruz y de las religiones animistas? Para San Juan de la Cruz un alma unida a Dios ya no tiene ideas de tiempo, sino que habita la eternidad. El tiempo es una impureza que el alma tiene que sublimar.

En las religiones animistas, los actos del culto tienen lugar en la eternidad. Hace unos días un joven vino a avisarme. En su poblado había un cristiano muy grave que quería recibir los sacramentos. E~ po­blado distaba 15 kilómetros. Cuando llegarnos a la cabaña del enfermo ya anochecía. Le administré los sacramentos. Comencé a andar para vol­ver a la misión en la noohe. En la mitad del camino oigo muy cerca de mí el ruido de un tambor. Me acerco a la persona que le tocaba. Le pregunté por qué toc.aba el tambor a aquella hora.

Hoy-me dijo-es el día que tenernos determinado para ofrecer los sacrificios a Riangombe. Aquí tenernos dos vacas, cinco cabras, y veinte cántaros de cerveza. Los adoradores de Riangombe comenzarán a llegar. ¿A qué hora tenéis los sacrificios?, le pregunté. No tenemos hora para hacer los sacrificios. Los adventistas de aquella montaña celebran el día del sábado. Los católicos tenéis la Misa mayor de los domingos a las nueve de la mañana. Los adoradores de Riangombe no tenemos hora. Hacemos los cultos en la eternidad. Los católicos podéis decir que cele­bramos el culto a media noohe. Nosotros sabemos que al celebrar nues­tro culto nos introducimos en la eternidad. E[egimos las tinieblas de la noche porque ellas nos ayudan a pensar en la eternidad.

Doy unos textos de autores modernos, otro de San Juan de la Cruz y otro de un historiador de las religiones para ver las relaciones que hay entre ellos en el problema de los misterios. Oigamos a Odon Casel: «J esucristo es para nosotros un contemporáneo. El no ha pasado al fu:turo. El es nuestro presente, que permanece siempre con nosotros.» 31.

Otro texto de un teólogo de fama bien reconocida en materia sacra­mentaria, Schillebeekx: «Es todo el misterio redentor de Cristo, no en su contenido histórico; sino como acción divina que se hace presente en los sacramentos. Somos tocados por la acción redentora. El centro de la eficacia sacramental es, por lo tanto, el acto siempre actual del Hijo de Dios 32.

Jean Mouroux afirma: «El acto sacramental es, en primer lugar, to­talmente divino. Su origen eficaz es el acto redentor, único y eterno, actualizándose cada vez en el acto sacramentab> 33.

31 O. C., p. 250. 32 Citado por el P. GEFFRÉ en R.S¡P.T., 1959, p. 391. 33 Le mystere du temps. Lyon-Fourviere. 1961, p. 205.

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El protestante TI. Bultmann afirma que «Por la predicación de la Iglesia cristiana y por la fe, el acontecimiento escatológico se hace pre­sente.» 34

Veamos lo que piensa San Juan de la Cruz de la eternidad durante el período místico: «De donde al alma esta oración (aunque, como de­cimos, le dure mucho) le parece brevísima, porque ha estado unida en inteligencia pura, que no está en tiempo, y es la oración breve de que se dice (Ecol. 35, 21) que penetra los cielos, porque es breve porque no es de tiempo, y penetra los cielos porque el alma está unida en inteli­gencia celestiah> 35.

Dice el historiador de las religiones, Cazeneuve: «Estudiando los ca­raoteres generales de las fiestas religiosas de los primitivos, podemos no­tar que el tiempo durante el cual tienen lugar es un reflejo del tiempo místico, el cual es una especie de eternidad. «Le sacré, en tant que mo­dele idéal, inalterable de l'ordre humain se situe en dehors du temps» 36.

Los paganos tienen también ansias de eternidad. En sus fiestas, en sus cultos, tratan de trascender el tiempo.

Aquí cerramos las convergencias entre San Juan de ia Cruz y las reli­giones animistas. Las relaciones no son pocas: Las ansias de ascensión, el sentido de impureza, las purificaciones, la unión buscada en la eter­nidad pueden enfrentar a San Juan de la Cruz con los animistas. Los mis­terios paganos refuerzan las doctrinas de San Juan de la Cruz. Por fin, una pastoral basada en las enseñanzas del místico Doctor daría resul­tados sorprendentes.

JESÚS GUTIÉRREZ ocd Misionero en el Congo

34 Histoire et Escatologie. Delaehaux, Niestle, 1959, p. 129. 35 Subida del Monte Carmelo, L. 2, e. 14. 36 JEAN CAZENEUVE, Les rites et la condition humain, Presses Universitaires de

Franee, Paris, 1958, p. 227.