san juan crisostomo sobre la divinidad de cristo

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  • 8/14/2019 San Juan Crisostomo Sobre La Divinidad de Cristo

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    UNIVERSIDAD DE NAVARRA

    FACULTAD DE TEOLOGA

    Francisco DELGADO MANCHA

    LA DIVINIDAD DE JESUCRISTOEN LAS HOMILIAE IN MATTHAEUM

    DE SAN JUAN CRISSTOMO

    Extracto de la Tesis Doctoral presentada en la

    Facultad de Teologa de la Universidad de Navarra

    PAMPLONA

    2000

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    Ad normam Statutorum Facultatis Theologiae Universitatis Navarrensis,

    perlegimus et adprobavimus

    Pampilonae, die 4 mensis iunii anni 2000

    Dr. Lucas Franciscus MATEO-SECO Dr. Ioseph MORALES

    Coram tribunali, die 30 mensis iunii anni 1977, hancdissertationem ad Lauream Candidatus palam defendit

    Secretarius FacultatisIoseph ENRIZ

    Excerpta e Dissertationibus in Sacra Theologia

    Vol. XXXIX, n. 3

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    PRESENTACIN

    Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es y ser siempre unmisterio para los hombres, pues al acercarnos a su persona sta nosinterpela con aquella misma pregunta que l plante a los suyos en laregin de Cesrea de Filipo: Y vosotros quin decs que soy Yo? (Mt15, 15). Ante esta pregunta los hombres de todos los tiempos hanadoptado y siguen adoptando posturas diversas, ya que l es escnda-lo para los judos y locura para los paganos (1 Cor 1, 23); an hoy algu-

    nos se sitan en uno u otro lado ante la misteriosa realidad del VerboEncarnado, Jesucristo1.Abordar el Misterio de Cristo exclusivamente desde nuestra poca,

    es reducir su comprensin una vez ms; por ello hemos querido acer-carnos a los Padres de la Iglesia.

    Ante todo por la insistencia constante con que la Iglesia invita a to-dos a profundizar en ella a partir del estudio de los Padres2; y porque apesar de la distancia que en el tiempo nos separa de ellos, nos une es-trechamente la misma fe en Cristo, el mismo ayer y hoy y por los siglos(Heb 13, 8), que ellos defendieron y explicaron, convencidos de quese trataba de lo esencial del Cristianismo.

    El conocimiento y el estudio de estas verdades de la fe, tal y comofueron enseadas, defendidas y vividas en la antigedad cristiana, nosayudar a comprender con luz antigua y nueva, al mismo tiempo, loque desde el principio se ense por quienes por razn de proximidadtemporal y de afinidad por su santidad y genio, estaban ms cerca dela fuente misma: JESUCRISTO, EL SEOR. Desde aqu podremos

    hablar a los hombres de nuestra poca de ese gran Misterio del Dioshecho hombre.Hemos acudido a un hombre cuyos escritos y personalidad irra-

    dian en toda la Iglesia desde el s. IV: San Juan Crisstomo.

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    1. EL AUTOR Y SU OBRA

    Presentar al ms grande de los Padres antioquenos resulta innecesa-rio, ya que su personalidad y su obra son bien conocidas; adems, losestudios monogrficos sobre su vida, que por otra parte trasciende elmbito de nuestro trabajo, son muy amplios3. Nos limitaremos a reco-ger los datos esenciales para enmarcar nuestro trabajo.

    Juan Crisstomo naci en Antioqua haca el ao 344 en el seno deuna familia cristiana; estudi filosofa con Andragathius y aprendi elarte de la oratoria junto a Libanios. Una vez que se dio cuenta de loabsurdo de la discusin por la discusin, se dedic de lleno al estu-dio de la Escritura Sagrada teniendo como maestro a Diodoro de Tar-so y como condiscpulo y amigo a Teodoro de Mopsuestia. Monje yermitao durante algn tiempo, profundiza en su silencio sobre losEvangelios. Vuelve a su ciudad natal y es ordenado dicono el ao 381y unos aos ms tarde recibe el sacerdocio con encargo de predicar enla Iglesia principal de Antioqua, cargo que desempeara con granelocuencia y profundidad hasta ser nombrado obispo de Constantino-

    pla el ao 398. Comienza as la poca dura de su vida, pues en esteperodo sufrira las incomprensiones de unos, las burlas de otros, ydestierros por su amor a la verdad y por su celo, a veces, poco diplo-mtico. Camino de su ltimo destierro, muri el 24 de Septiembredel 407 en Comana, en el Ponto.

    El Crisstomo es, ante todo, un predicador. Su elocuencia le con-quist el ttulo deCrusovstomos, que desde el s. VI casi ha suplanta-do su verdadero nombre. De sus maestros aprendi bien el arte de laoratoria; es el ms elocuente de todos los Padres tanto griegos comolatinos, hasta tal punto que Bossuet lo llam el Demstenes cristiano4.

    Pero el Crisstomo no es slo un orador, sino que en la base de suenseanza est la doctrina firme y segura que nace de la Palabra deDios. Por eso jams ha habido quien haya interpretado el texto sagra-do con tanta solidez y discrecin; con tal solicitud y, por decirlo as, tansecamente y, al mismo tiempo, con tanta profundidad y con aquellagracia y delicadeza necesarias para que la Palabra de Dios fructificase entodos los actos de la vida cristiana. Lo que lo distingue es la constancia y

    equilibrio entre la ciencia y la vida, entre la cabeza y el corazn5.Pero es, sin duda, en sus homilas sobre el Evangelio de S. Mateodonde con ms claro acento actual resuena la voz de S. Juan Criss-tomo, como eco de la eterna y nunca agotada actualidad y perennidaddel Evangelio6. Son noventa homilas en las que le vemos hablandocon su pueblo, interpelndolo. Su elocuencia es paterna, comunicati-

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    va, llena de calor y de cario, pero, al mismo tiempo, cruda y real,

    profunda y fustigadora a la hora de exponer la doctrina y de vituperarlos vicios, poniendo en guardia a los suyos contra el error, ya que loque l pretende es que no perezca nadie de su rebao.

    Estas homilas fueron pronunciadas en Antioqua como l mismoafirma en la Homila 7, 7, probablemente entre el 390 a 3987.

    En esta poca el Crisstomo est en la cumbre de su vida y de suobra, de ah que estos textos sean uno de los mejores comentariospatrsticos al Evangelio de S. Mateo, que hizo que Santo Toms prefi-

    riese tener una buena traduccin de ellos antes que ser dueo y seorde la ciudad de Pars8.El mismo Crisstomo nos afirma el mtodo que sigue en sus homi-

    las: para que mi explicacin os resulte ms fcil, os ruego y exhorto aque hagis aqu lo mismo que hemos hecho en otras Escrituras, que esleer de antemano el fragmento que va a ser objeto de mi comentario. Ala explicacin ha de preceder la lectura, como sucedi con el eunucode Etiopa (Cfr. Act 8, 26 ss)9. As pues, es del texto sagrado de dondenuestro Autor deduce la doctrina de su enseanza y de su predicacin.

    Esta doctrina est apoyada en el Antiguo Testamento al que cita entoda su obra a travs de la versin de los Setenta, pues con toda justi-cia deben ser tenidos los Setenta por los ms fidedignos de todos lostraductores de los Libros Santos... Los Setenta realizaron su obra cienaos o ms antes de Cristo y fueron tantos en nmero que estn libresde toda sospecha, y, al mismo tiempo, por su muchedumbre y su una-nimidad es justo que se les d ms crdito que a cualesquiera otros in-trpretes10.

    Respecto al uso de otras fuentes, ajenas a la Escritura, el Autor nosdice: Dios me libre de componer mi apologa por su locura, pues no pre-tendo sostener la verdad por la mentira11; y es que la doctrina de Cristoes verdadera sabidura, nica digna del cielo12. La Escritura, pues, espara el Crisstomo la nica fuente de su inspiracin y de su vida.

    Veamos al principio que el obispo de Tarso, Diodoro, fue su maes-tro y Teodoro de Mopsuestia su amigo y condiscpulo. Esta vincula-cin biogrfica a personajes tan destacados de la Escuela de Antioquapodra hacernos pensar en una idntica vinculacin ideolgica; pero

    no es as. La doctrina del Crisstomo est exenta de los errores carac-tersticos, propios de dicha escuela y su teologa cristolgica dista mu-cho de la de su maestro, como veremos a lo largo de las pginas que si-guen. Podemos decir que el Crisstomo es un antioqueno, porquese form y ejercit su ministerio en Antioqua, pero no es realmenteun discpulo de los maestros antioquenos.

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    2. NUESTRO TRABAJO

    Debemos preguntarnos, antes de seguir adelante: la divinidad deCristo en el Crisstomo no ha sido ya estudiada suficientemente? Noes suficientemente conocida? Hemos de admitir que el tema ha sidoestudiado por algunos autores13. Todos ellos, a nuestro entender y sinafanes presuntuosos por nuestra parte, aunque parcialmente vlidos,adolecen del mal de las generalidades. En efecto, teniendo en cuen-ta la abundante produccin literaria de nuestro Autor, estudiar endirecto toda la cristologa del Crisstomo en un artculo de revista oincluso en un apartado de una obra de proporciones normales nos pa-rece un objetivo respetable, pero con limitadas posibilidades de preci-sin y rigor cientfico. Puede que se logre recoger los temas funda-mentales de su pensamiento, pero ser muy difcil que se consigadescubrir los distintos matices que lo enriquecen. Para evitar el malde los apriorismos recogeremos dos ejemplos que nos parecen repre-sentativos.

    Uno de estos autores, E. Michaud, afirma en sus conclusiones:

    Et quand le Christ est-il n de lEsprit? quand lsprit lui a-t-il tcommuniqu, pour quil nous ft communiqu nous aussi, par lui? Ason baptme. Cest son baptme quil a t sacr par le Pre. Cest lthophanie. Cest partir de ce moment quil commence sa vie messiani-que et rdemptrice; avant, non; avant, il est Jsus, homme saint, fils deMarie et du St. Esprit, mais au baptme, il est Christ; cest alors que le St.Esprit loint et le consacre Messie....

    Este autor, un poco ms adelante, y siempre segn San Juan Cri-

    sstomo, sigue diciendo:

    Telle a t lunion des deux natures in persona. Cette union dite hy-postatique, en vertu de laquelle Jsus Christ, vrai homme par sa naturehumaine, a t aussi vrai Dieu par sa nature divine, a t appele onc-tion par S. Jean Chrysostome.

    Cest en vertu de cette onction par excellence que Jsus est Dieu, etnon parce quil serait n miraculeusement comme homme14.

    Creemos que no es esta la doctrina del Crisstomo que ve a Cristoverdadero Dios desde el primer momento de su concepcin en el senode Mara y el fin de la teofana en el momento del Bautismo en el Jor-dn es otro muy distinto al que el autor propone.

    Por otro lado C. Hay15 aborda tambin este tema desde el ngulode la humanidad de Cristo y afirma que el Crisstomo recalca la in-

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    tegridad de la naturaleza humana de Cristo, sin que ello indique, por

    su parte, un olvido de la divinidad. Su artculo, aunque correcto, estpolarizado solamente sobre la integridad de la naturaleza humana deCristo y no trata directamente el tema que nos ocupa.

    Ambos autores abordan slo de pasada una serie de afirmacionesdel Crisstomo sobre la divinidad de Jesucristo; es ms, aunque en susartculos aparecen algunas citas de las Homiliae in Mattheum, stasson muy escasas y, desde luego, insuficientes para agotar la riqueza decontenido respecto de este tema16.

    Teniendo en cuenta el status quaestionis, la importancia deltema, el Autor y la obra, hemos credo no slo justificado, sino muyconveniente volver sobre esta temtica sin, por otra parte, autocalificarde antemano nuestra aportacin como definitiva.

    Al introducir al lector en nuestro trabajo queremos recordar unavez ms que el Crisstomo no presenta de modo sistemtico la doctri-na sobre la divinidad de Cristo, dado el carcter eminentemente cate-qutico y prctico de su obra.

    Aunque ninguno ha interpretado la Sagrada Escritura con tanto

    xito como l, no senta ninguna inclinacin hacia lo especulativo, niinters alguno por lo abstracto. Con todo, su falta de inclinacin haciala presentacin sistemtica no excluye un conocimiento profundo delas cuestiones teolgicas difciles17. Este ha sido el primer paso denuestro trabajo: una bsqueda de los lugares que directa o indirecta-mente incidieran en el tema que nos ocupa. En un segundo momen-to, y sin olvidar que estos escritos pertenecen a la Tradicin viva de laIglesia, hemos procurado estudiarlos en s mismos y en su contexto

    prximo y de toda la obra. Finalmente, y partiendo de los resultadosconseguidos, no nos quedaba ms que sistematizar todos estos datos,intentado dar respuesta a los distintos interrogantes que esos mismosmateriales nos planteaban:

    El Hijo de Dios que est eternamente en el seno del Padre esigual a l y le es consubstancial? De dnde deduce el Autor sudoctrina sobre el Hijo de Dios?

    El Hijo, nacido antes de todos los siglos del Padre, ha nacidoen el tiempo de Mara, asumiendo una naturaleza humana, sin

    dejar de ser Dios pero constituyendo una nica persona divi-na que oculta en su naturaleza humana? El que anunci el Antiguo Testamento como el que haba de

    venir es Cristo? Cmo ha actuado Cristo respecto de la Ley? En Cristo, en sus palabras y en sus obras, descubrimos su ser

    divino?

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    Como decamos, nuestro trabajo est centrado exclusivamenteen

    las Homilas sobre el Evangelio de S. Mateo y, aunque a veces aparez-can algunas citas de otros escritos del Crisstomo, nuestras afirmacio-nes no trascienden el mbito de dicha obra. Por lo tanto, hemos dedecir que nuestro trabajo no aborda toda la doctrina del Crisstomosobre la divinidad de Jesucristo.

    Queremos, sin embargo, dejar constancia de que en las Homilassobre S. Mateo el Autor pretende sentar los principios bsicos de suCristologa, ya que al comenzar sus homilas nos afirma que trata de

    aportar la solucin a las dificultades que el Evangelio encierra sobreCristo18.De todos modos este tema queda abierto. Las conclusiones defini-

    tivas sobre la divinidad de Cristo en el pensamiento total del Crissto-mo solamente se podrn sacar en el momento en que se realicen otrostrabajos similares en toda la produccin literaria de este gran Doctorde la Iglesia.

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    NOTAS DE LA PRESENTACIN

    1. Cfr. Declaratio ad fidem tuendam de la Sagrada Congregacin para la Doctrina dela Fe, en donde se mencionan errores actuales sobre la persona del Hijo de Dios.AAS, LXIV, n 3.

    2. Cfr. CONCILIO VATICANO II, Const. Dei Verbum, n 8. CONGREGACIN PARA LAEDUCACIN CATLICA, Instruccin sobre el estudio de los Padres de la Iglesia en laformacin sacerdotal (30-11-1989). AAS LXXXII, 1990.

    3. Cfr. PALLADIUS, De vita S. Joannis Chrysostomi, PG 47, 5-82. El volumen PG 47trata de la vida de S. Juan Crisstomo hasta la columna 263. Cfr. tambin MOU-LARD, Saint Jean Chrysostome, sa vie, son oeuvre, Paris 1949; G. BARDY,Jean Chry-

    sostome, DTC, VIII, col. 660-690: en ella se encuentra una amplia bibliografa sobreel tema. Cfr. tambin P. ROUSSEAU, Golden Mouth: The story of John Chrysostom-Ascetic, preacher, bishop, Journal of Roman Studies 87 (1997) 318-319. VIRGILGHEORGHIU, San Juan Boca de Oro, Madrid 1992.

    4. Cfr. B.H. VANDENBERGHE, Lme de Chrysostome, en La vie spirituelle 99 (1958)256

    5. O. BARDENHEWER, Patrologa, II, Barcelona 1910, 179.6. D. R UIZ BUENO, Obras de S. Juan Crisstomo, Homilas sobre el Evangelio de S. Ma-

    teo, Madrid 1955, XIV.7. Esta fecha es slo conjetural, ya que no hay indicios de ella en las palabras de nues-

    tro Autor. Cfr. J. QUASTEN, Patrologa, II, Madrid 1962, 457.8. Barthlemy de Capome en el proceso de canonizacin del santo doctor indic estaancdota. No es que el santo no tuviese las homilas, sino que la traduccin que lposea no era de su agrado. Cfr. P. MANDONNET, Chronologie des crits scripturairesde S. Thomas dAquin, en Revue Thomiste 33-34 (1928-1929) 122-123.

    9. Hom. 1, 6; I p. 15; PG 57, 21. La traduccin de los textos de las Homilas de S.Mateo utilizados en este trabajo es de D. RUIZ BUENO, o.c., 141-142. Los nmerosromanos I y II y la p. que figuran despus de las citas del Crisstomo correspondena los volmenes y pginas de la mencionada traduccin. La referencia Hom. siem-pre que aparece sin hacer alusin a otra obra, corresponde a In Matth.

    10. Hom. 5, 2; I pp. 91-92; PG 57, 57.11. Hom. 1, 4; I p. 10; PG 57, 18.12. Hom. 8, 5; I p. 156; PG 57, 88.13. E. MICHAUD, La Christologie de S. Jean Chrysostome, en Revue Internationale de

    Thologie 17 (1909) 275-291. C. HAY, St John Chrysostome and the integrity of thehuman nature of Christ, en Franciscan Studies 19 (1956) 298-317. M.E. LAW-RENZ, The Christology of John Chrysostom, Dissertation Abstracts International48/5 Marquette University (1987), 1236.

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    14. E. MICHAUD, o.c., 289-290.

    15. C. HAY, o.c., 298.16. En el artculo de E. Michaud aparecen 11 citas de las Homiliae In Matth.; mientrasque en el artculo de C. Hay aparecen 18 veces. En relacin con el artculo de C.Hay hemos de decir que es seguido por A. GRILLMEIER, en su obra Le Christ dans latradition Chrtienne, Paris 1973, 385-388; estas pginas slo aaden alguna preci-sin histrica sobre el Crisstomo. El mismo C. HAYcita a J.H. JUZEK, Die Chris-tologie des hl. Johannes Chrysostomus, que hemos podido consultar.

    17. J. Q UASTEN, o.c., 496.18. Cfr. Hom. 1, 2; PG 57, 17; Hom 1, 6: PG 57, 21.

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    NDICE DE LA TESIS

    INTRODUCCIN .......................................................................... 21. El autor y su obra .......................................................................... 62. Nuestro trabajo ............................................................................. 11

    1EL HIJO DE DIOS

    1.1. R EVELACIN PROGRESIVA ............................................................ 20

    1.1.1. Sincatbasis ...................................................................... 211.1.2. Encarnacin ..................................................................... 24

    1.2. EL HIJO UNIGNITO DEL PADRE .................................................. 281.2.1. El Hijo Unignito ............................................................ 281.2.2. Nicea y el Crisstomo ...................................................... 371.2.3. El Hijo propio (i[dio~) de Dios ....................................... 421.2.4. Testimonio del Padre y del Espritu Santo ........................ 461.2.5. Testimonio de Cristo sobre su filiacin natural ................. 52

    1.3. EL HIJO ES UNO CON EL PADRE E IGUAL AL .............................. 581.3.1. El Hijo es uno con el Padre .............................................. 581.3.2. El Hijo es igual al Padre .................................................... 66

    1.4. EL HIJO CONOCEDOR DEL PADRE POR SERLE CONSUSTANCIAL .... 751.4.1. El Hijo conocedor del Padre ............................................. 751.4.2. El Hijo consustancial con el Padre .................................... 82

    2EL VERBO ENCARNADO

    2.1. JESUCRISTO, DIOS HECHO HOMBRE ............................................ 972.1.1. Dos naturalezas en Cristo ................................................. 982.1.2. La expresin templo (naov~) de su cuerpo .................... 1122.1.3. Mara, Madre de Dios ...................................................... 114

    2.2. UNIN DE LA NATURALEZA DIVINA Y HUMANA EN UNA SOLA PERSONA 1232.3. LA PRESENCIA DEL ESPRITU SANTO EN LA VIDA DEJESUCRISTO .. 136

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    3

    LA DIVINIDAD DE JESUCRISTOY EL ANTIGUO TESTAMENTO

    3.1. JESUCRISTO Y EL CUMPLIMIENTO DE LAS PROFECAS ..................... 1513.2. JESUCRISTO INFINITAMENTE SUPERIOR A LOS PERSONAJES DELAN-

    TIGUO TESTAMENTO .................................................................. 1593.2.1. Jons, el profeta ................................................................ 1613.2.2. David, el Rey profeta ........................................................ 1653.2.3. Juan Bautista, el Precursor ................................................ 170

    3.3. JESUCRISTO SEOR DE LALEY ..................................................... 1743.3.1 Jesucristo y la Antigua Ley ................................................. 1743.3.2. Jesucristo, el Legislador (Nomoqethv~) .............................. 1753.3.3. Marcin y Maniqueos ...................................................... 1853.3.4. Jesucristo y la plenitud de la Ley ....................................... 1873.3.5. El sacrificio de la nueva Ley .............................................. 198

    4MANIFESTACIONES DEL SER DIVINO DE CRISTO

    (LA OBRA DE CRISTO)

    4.1. LA OMNIPOTENCIA DE CRISTO .................................................... 2064.1.1. El poder de perdonar los pecados ..................................... 2064.1.2. El poder de hacer milagros ............................................... 2114.1.3. Jesucristo, Creador (Dhmiourgov~) .................................... 213

    4.2. LA CIENCIA DE CRISTO ............................................................... 2194.3. JESUCRISTO, SALVADOR(Swthvr) ................................................ 2234.4. CAPITALIDAD DE CRISTO ............................................................. 227

    4.4.1 Jesucristo, Seor (Kuvrio~) ................................................. 2274.4.2. Jesucristo, Juez .................................................................. 2344.4.3. Jesucristo, Rey .................................................................. 241

    Corolario: Cristo adorado como Dios ................................................. 254

    5. CONCLUSIN ........................................................................... 258

    6. BIBLIOGRAFA .......................................................................... 266

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    BIBLIOGRAFA DE LA TESIS*

    A. FUENTES

    Obras del CRISSTOMO: Hom. in Matthaeum(PG 57-58). Hom. in Ioannem(PG 59). Hom. in Genesim(PG 53-54). Hom. in Romanos(PG 60, 391-682). Contra Judaeos, Gentiles et Haereticos(PG 48, 813-912). De incomprehensibili(PG 48, 701-748; SC 28 bis) De Sacerdotio(PG 48, 623-692; SC 272).

    B. OTROS PADRES YESCRITORES ECLESISTICOS

    ATHANASIUSALEXANDRINUS,Apologa contra Arianos(PG 26, 12-524). Edi-cin Crtica: H.G. OPITZ, Athanasius Werke, 2/1, Berlin and Leipzig1935.

    De decretis Nicaenae Synodi(PG 25, 415-476).ATHENAGORASATHENIENSIS, Legatio pro Christianis(PG 6, 889-972; TU

    4,2).CLEMENSALEXANDRINUS, Cohortatio ad gentes(PG 8, 49-246; SC 2).

    * El elenco bibliogrfico sobre las obras de San Juan Crisstomo es muy amplio. Aqu re-cogemos solamente los trabajos relacionados con nuestro tema. Para una bibliografa ms am-plia ver:

    Ephemerides Theologicae Lovanienses, Louvain, 1924-1995, que en su volumen anualde bibliografa siempre dedica unas pginas al Crisstomo.

    SCHNEEMELCHER, W., Bibliografa Patrstica, Walter De Gruyter & Co/Berln 30, 1963,en la voz JOHANNES CHYSOSTOMUS.

    QUASTEN, J., Patrology, Christian Classics, INC. Volumen III, Westminster, Maryland 1992.Tambin se encuentra una bibliografa muy bien seleccionada en O. PASQUATO, I Laici

    in Giovanni Crisostomo: Tra chiesa, famiglia citt, Roma 1998.

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    CYRILLUSALEXANDRINUS, Quod unus sit Christus(PG 75, 1253-1362; SC

    97).CYRILLUS HIEROSOLYMITANUS, Catechesis (PG 33, 331-1128).DIODORUS TARSENSIS, Contra Synusiastas(PG 33, 1559-1562).S. EPIHANIUS,Adversus haereses(PG 41, 173-1200).EUSEBIUS CAESARIENSIS, De Ecclesiastica theologia(PG 24, 825-1046). Historia Ecclesiastica(PG 20, 45-906; SC 31.41.55). De vita Constantini(PG 20, 906-1232; GCS 1).S. GREGORIUS NAZIANZENUS, Orationes Theologicae(PG 36, 11-664). Carmini Libri duo(PG 37, 397-522).

    S. GREGORIUS NYSSENUS, Contra EunomiumyRefutatio Confessionis Euno-mii(PG 45). Edicin crtica, W. JAEGER, Contra Eunomium libri, Grego-rii Nysseni Opera, Berlin 1921.

    S. IRENEUS, Contra haereses(PG 7; SC 263.293.210.100.152).PALADIUS, De vita S. Joannis Chrysostomi(PG 47, 5-82).THEODORETUS CYRRHENSIS,Ad Hebraeos(PG 82, 673-786).THEODORUS MOPOSUESTENUS, De Incarnatione(PG 66, 969-994). In Romanos(PG 66, 787-876).

    C. OTROS AUTORES

    ALVES DE SOUSA, P.G., El sacerdocio ministerial en los libros De sacerdotio deSan Juan Crisstomo, Pamplona 1975.

    AMANN, E., Marcin, en DTC, IX, 2010-2032.BARDENHEWER, D., Patrologa, Barcelona 1910.BARDY, G.,Jean Chrysostome, en DTC, VIII, 660-690. Macdonius et les macdoniens, en DTC, IX, 1464-1478.

    Manichisme, en DTC, IX, 1841-1895. Paul de Samosate, en DTC, XII, 46-51.BAREILLE, G., Doctisme, en DTC, IV, 1484-1501. Gnosticisme, en DTC, VI, 1434-1476.BOSIO, G.-DAL COVOLO, E.-MARITANO, M., Introduzione ai patri della

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    BIBLIOGRAFA DE LA TESIS 155

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    TABLA DE ABREVIATURAS

    DBS Dictionnaire de la Bible Supplement. ParisDTC Dictionnaire de thologie catholique. ParisGCS Die griechischen christlichen Schriftsteller. Leipzig.PG J.P. MIGNE, Patrologiae Cursus Completus, Petit MontrougeSC Sources chrtiennes, ed. H. DE LUBAC y J. DANILOU. ParisTU Texte und Untersuchungen. Leipzig.

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    LA DIVINIDAD DE JESUCRISTO EN LAS HOMILIAE

    IN MATTHAEUM DE SAN JUAN CRISSTOMO

    1. EL HIJO DE DIOS

    Llegada la plenitud de los tiempos (Cfr. Gal 4, 4) Dios, que se ha-ba revelado de muchas maneras a su pueblo (Cfr. Heb 1, 1 ss), se nosrevela en Cristo, su Hijo Unignito de un modo nuevo, nico y defi-nitivo. Pero, siguiendo la pedagoga del Antiguo Testamento, Cristose nos manifiesta de manera progresiva, paulatinamente, acomodn-

    dose a la mentalidad y a las posibilidades de sus interlocutores: es lacondescendencia divina; adems, acta as para que quede clara ypatente ante todos su perfecta humanidad la realidad de la Encar-nacin. No obstante, su revelacin es clara y precisa, pues es l mismo,Palabra de Dios hecha carne (Cfr. Io 1, 14), el que se nos manifiestacomo el Hijo de Dios y Unignito del Padre, engendrado eternamen-te en su seno. De esta manera el Autor, fiel a la Tradicin y a la doc-trina de la Iglesia, nos presenta su credo que no es otro que la fe dela Iglesia, proclamado solemnemente por los 318 Padres que hicieronrealidad el primer Concilio ecumnico.

    Cristo es el Hijo propio de Dios, y estas afirmaciones estn co-rroboradas por el testimono del Espritu Santo y del Padre mismoque son los nicos que pueden desvelar la misteriosa realidad del serde Cristo. A estos testimonios se unen el de los mismos demonios quelo confiesan como Hijo de Dios y el mismo Cristo, en muchas ocasio-nes, confirma con sus palabras y su modo de actuar que El es el Hijode Dios.

    l, por proceder del Padre por va de generacin, posee la nicaesencia divina y, de este modo, es Dios en y con el Padre con quienconstituye una unidad e igualdad de esencia y de poder. La unidad eigualdad entre ambos, en cuanto a la esencia, es tal que no slo tienenel mismo sentir y parecer, la misma gloria y el mismo poder, sino queson consustanciales; hay una identidad sustancial entre el Padre y el

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    Hijo. Por esto, el Hijo es el nico conocedor del Padre y puede dr-

    noslo a conocer mediante una revelacin propia y exclusiva que nonecesita de nada ni de nadie para manifestrnoslo (Cfr. Io 1,18). Conesta revelacin l se autorrevela haciendo as posible que los hombrespodamos conocer el ser de Dios, pues al fin de estos das (Dios) nosha hablado por su Hijo(Heb 1,1).

    1.1. Revelacin progresiva

    Dios, que desde los albores de la humanidad, haba prometido unSalvador (Cfr. Gen 3,15), cuando lleg la plenitud de los tiempos nos en-vi a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley para redimir a losque estaban bajo la Ley, para que recibiramos la adopcin(Gal 4,4-5).

    Pero Dios habla al hombre de maneras distintas y segn las circuns-tancias en las que stos se desenvuelven1, acomodndose, adems, a loque les es familiar. Cada uno ama lo que tiene de costumbre: de ah queDios y los hombres por Dios enviados para la salvacin de la tierra seadaptan de este modo a las cosas2. As aconteci en mltiples ocasionescomo a las ciudades de Ascaln y Gaza (Cfr. 1 Sam 6,1 ss) que hicieronlo que se les mand y, Dios, por condescendencia una vez ms, se aco-mod a la sentencia de aquellos y no tuvo por indigno de s realizar suprediccin y hacer que parecieran fieles en lo que en aquella ocasin di-

    jeron3. Por esto nos dice el Apstol de las gentes: muchas veces y de va-rios modos habl Dios antiguamente a nuestros padres por medio de los pro-

    fetas, pero al fin de estos das nos ha hablado por su Hijo(Heb 1,1 ss).

    El Hijo de Dios, Jesucristo, es en estos das la revelacin de Diosy as la revelacin se realiza en y por l. Pero siguiendo la lnea del An-tiguo Testamento, el estilo de Dios, Cristo va a realizar su revelacin,l mismo, de un modo gradual, progresivo y nos manifiesta con cier-ta reserva, al principio, su personalidad ntima fundamentalmente porcondescendencia (sugkatavbasi~) y, tambin, para probar la realidadde la Encarnacin (oijkonomiva).

    1.1.1. Sincatbasis

    La revelacin llega a su culmen con Cristo que es el anunciadopor los profetas; su persona, su actuar, su doctrina y su obra constitu-yen el objeto fundamental de la revelacin, su plenitud (Cfr. Mt 11,27)4.La revelacin, l mismo, se amolda a la debilidad de sus interlocutores:

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    el Verbo se hizo carne y habit entre nosotros (Io 1,14) y, adems, habla

    palabras de Dios (Io 3,34) con un lenguaje humano a fin de que loshombres puedan acceder al misterio de su persona. Es la sugkatavbasi~divina5.

    Cristo acta de este modo dada la debilidad de la naturaleza huma-na y usa de esa reserva al hablar de su persona no para ocultarla, sinopara que quede sta en el silencio ms absoluto, pues

    He aqu un punto que hay que mirar con el mayor cuidado, cuan-do el Seor habla de s humilde y modestamente, a fin de no escandali-

    zarse. La causa, entre otras muchas, es hablar por condescendencia(sugkatabaivnonta)6.

    Lo que pretende el Seor al hablar as es evitar que, de ser conoci-do, rehya el enemigo el combate y se espanten a la par todos los su-yos. Porque no quiere El espantar, sino salvar7.

    Cristo ha venido como Palabra de Dios a mostrarnos al Padre: na-die conoce al Padre sino el Hijo y nadie conoce al Hijo sino el Padre yaquel a quien el Hijo quiera revelar (Mt 11,27). Esta revelacin que elHijo nos trae se amolda a los que van a recibirla, pues l usa de aque-llo que les es familiar para manifestarse8. De este modo nos muestrasu realidad ntica con una revelacin clara y precisa aunque gradual,acomodada para obtener as el efecto deseado de iluminacin de fe yde vida: esta es la vida eterna: que te conozcan a t, nico Dios verdade-ro, y a tu enviado, Jesucristo (Io 17,3). Para que podamos llegar a unconocimiento verdadero y cierto del Enviado de Dios, Jesucristo, enocasiones, habla de s mismo muy por bajo de su propia dignidad9;

    otras ocasiones lo hace de modo imparcial10 u obscuro11 y, a veces, lohace como simple hombre12 dando a sus acciones un matiz marcada-mente humano: es que a la mayor parte de sus acciones les daba lun sesgo ms bien humano, pues todava no era llegado el momentode revelar a plena luz su divinidad13 y, por esto, reserva hasta el mo-mento oportuno la doctrina de su propia filiacin14.

    Descendiendo, pues, al plano de sus interlocutores va haciendo po-sible, como buen Pedagogo (l es el Maestro) la aceptacin de su mis-

    teriosa realidad de una manera sencilla, pero clara y precisa.

    1.1.2. La Encarnacin

    Cristo, adems de la divinidad, tena que dejar clara y patente antetodos su perfecta humanidad la realidad de la Encarnacin

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    (oijkonomiva)15, y para que sta pudiese ser aceptada plenamente portodos no deba manifestarse desde el principio como quien realmenteera, pues si el Seor hubiese empezado a hacer milagros desde su pri-mera edad, no se le hubiera tenido por hombre16. Acta, al principio,como uno ms entre los hijos de los hombres, lo llamaron fabrifilius(Mt 13,55); no quera obrar en todo de modo sobre humano paraque se creyese la encarnacin17; de ah que dejase muchas cosas en lapenumbra desde el principio18; que en su oracin en el huerto antesde morir dijese una, dos y tres veces lo mismo, a fin de que fuese cre-

    da su encarnacin19

    ; que tuviese necesidad de una barca para atrave-sar el lago y tuviese sueo20; que cuando ayun durante cuarenta dasno pasase adelante, para evitar, por exceso del milagro, viniera a ne-grsele fe a la verdadera encarnacin. Si el Seor hubiera seguido ade-lante, muchos hubieran tomado de ah argumento para no creer quehubiera tomado verdaderamente carne21.

    En mltiples ocasiones oculta la realidad de su persona22 y espera elmomento oportuno para manifestarse, aunque poco a poco y con suavi-

    dad va poniendo la verdad ante sus ojos23

    . Con sus milagros y su modode hablar va preparando el corazn de sus oyentes a recibir la gran revela-cin del Padre: l mismo24. Los hombres que ven como acta, a pesar dela apariencia (o[few~)25, se plantean una serie de interrogantes: quines ste, que hasta el viento y el mar le obedecen? (Mc 4,41); quin puede

    perdonar los pecados, sino slo Dios? (Mc 2,7). De este modo, Cristo, parano escandalizar a sus oyentes, se limita a confirmar lo que dicen de l26.Paulatinamente Cristo incorpora acciones extraordinarias que van levan-tando a los hombres que le seguan a la verdadera idea que de El deban

    tener, pues an no tenan de l la opinin debida27.Las gentes, aunque la carne (sajrx) se les pona delante, poco a

    poco, descubren, ayudados por el Seor, que despierta y levanta suspensamientos con su doctrina y con sus milagros, que El es el mayorde los hombres y que haba venido de Dios28 y lo tuvieron por supe-rior a todos, no slo de cuantos entonces existan, sino de cuantos jamshaban existido29; pero llevados por sus pasiones e intereses puramen-te materiales no logran descubrir su personalidad ntima y esencial

    que l va desvelando gradualmente30. Sus apstoles, a pesar de los mi-lagros que le haban visto realizar, tenan de l una idea equivocadaque, con su ayuda, va cambiando poco a poco. Cuando sus discpulos,despus de haber presenciado algunos de sus milagros, lo confiesancomo lo que realmente es el Hijo de Dios, Cristo les prohbe quelo manifiesten a los dems, pues no comprenderan31 y quera ante

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    todo que desapareciera todo lo que poda escandalizarlos32. No quie-

    re que los suyos hablen de su gloria (dovxa) hasta que El resucite deentre los muertos33 y los que se le acercan para ser curados de sus do-lencias, una vez realizado el prodigio, reciben el mandato y la prohibi-cin aunque generalmente no lo cumplen de no decirlo a nadie(Cfr. Mt 8,4; 9,30) y tambin ordena silencio a los demonios que loproclaman como Hijo de Dios (Cfr. Mc 1, 24; 3, 11).

    Las reservas de Cristo sobre la manifestacin de su personalidad n-tima, de su ser esencial se derivan, en definitiva, del secreto mesini-

    co que Marcos en su Evangelio destaca con mayor nfasis

    34

    y que S.Juan Crisstomo ve como ese desvelar paulatino y gradual de su inti-midad para que, sin grandes dificultades, los hombres conozcan lainefable benignidad de Dios, y de cunta adaptacin de palabra hausado teniendo providencia y cuidado de nuestra naturaleza35.

    1.2. El unignito del Padre

    S. Juan Crisstomo al comienzo de la obra que estamos estudian-do, nos habla de lo que atae al objeto de nuestra fe36 y que l irdesarrollando, no de modo sistemtico, a lo largo de todo el comen-tario al Evangelio de S. Mateo. Esta realidad, centro de nuestra fe, noes otra que el misterio del Dios que se hizo carne y habit entre noso-tros (Io 1,14) y que l mismo, de modo gradual, va desvelando a lossuyos para que lleguen al conocimiento de su personalidad ntima.

    1.2.1. El Hijo UnignitoEl predicador antioqueno, resumiendo el pensamiento del Nuevo

    Testamento y el de la Tradicin viva de la Iglesia, nos presenta, al co-mienzo de su comentario, su cristologa de modo sucinto, pero claroy preciso; nos dice que lo que atae al objeto de nuestra fe es:

    que Dios se hizo hombre, que obr milagros, que fue crucificado,que fue sepultado, que resucit, que subi al cielo, que ha de juzgar, quenos dio mandamientos saludables, que no estableci una ley contraria ala antigua, que es Hijo, que es Unignito, que lo es por naturaleza, que esde la misma sustancia que el Padre37.

    El Autor comienza a la inversa del prlogo joanneo, para desarro-llar las mismas ideas que aqul sobre Jesucristo. Parte de la realidad dela Encarnacin de Dios y se remonta, a travs del misterio de la pa-

    LA DIVINIDAD DE JESUCRISTO EN LAS HOMILIAE IN MATTHAEUM 163

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    sin, muerte y resurreccin, a la vida del Hijo en Dios.

    Llama a Cristo Hijo, pero no lo hace en sentido genrico, sino es-pecfico y de ah que lo llame tambin Unignito (Monogenhv~). Eltrmino hijo (YiJov~), con el que designa a Dios hecho hombre quemuri y padeci por nosotros, indica la verdadera generacin sustan-cial del mismo; la identidad de naturaleza y, al mismo tiempo, la filia-cin eterna de Cristo. En efecto, aunque no usa una forma verbal ex-plcita, las premisas de la segunda parte del texto, relativas al Hijo deDios en el seno de la Trinidad, exigen un presente (ejstiv) que contras-

    ta con los tiempos empleados en la primera parte, relativos a la Encar-nacin del Hijo, en los que aparece la idea de venir a ser o de pasa-do. Hay como una contraposicin entre ejimiv ygivgnomai y, de estemodo, el Autor subraya la verdadera filiacin eterna del Hijo, que steposee como algo propio y el nombre de Hijo toma el valor de nombrepropio y exclusivo.

    El ser del Hijo en Dios est en l de modo permanente, es algoque posee desde siempre, le es esencial, mientras que el venir a ser enla Encarnacin es algo que sin serle esencial eternamente, sin poseerlo

    desde siempre, vino a ser en l propio y peculiar, es decir, vino a serleesencial en el tiempo.Su ser Hijo es atemporal, pues lo es con un presente continuo y

    eterno mientras que su ser hombre y autor de la redencin estuvo so-metido al tiempo sin, por ello, dejar de ser Hijo.

    Cristo es el Hijo de Dios en el sentido ms genuino de la expre-sin, ya que el Dios que se hizo hombre no es otro que el que pa-deci, resucit, el que es de la misma sustancia que el Padre y aunque

    el Autor no da el nombre de Jesucristo, en todo el texto est latiendodicho nombre.Aunque en el texto que estudiamos dice slo que es Hijo (YiJov~) y

    no dice expresamente que es el Hijo de Dios (YiJov~ tou`` Qeou) portodo el contexto vemos que lo que el Autor quiere decirnos es que esteHijo no es otro que el Hijo de Dios, afirmacin que hace de modo ex-plcito en otros pasajes38. Con este trmino el Autor nos manifiesta laprocedencia eterna del Hijo respecto del Padre y, al mismo tiempo, laidentidad de naturaleza con el Padre.

    Esta afirmacin est reforzada por el trminoMonogenhv~ que aa-de singularidad a su generacin, confirmada, adems, por el adjetivognhvsio~ que indica la genuinidad de la misma y la precisa39.

    Con ambos trminos quiere el Crisstomo darnos a entender que elHijo no es algo extrnseco al Padre, una criatura de Dios en el tiempo yque, por tanto, nada tendra que ver con el ser del Padre y nada tendra

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    en comn con l, sino que, a lo ms, sera un simple hijo adoptivo.

    El trminoMonogenhv~ que, como acabamos de ver, da singulari-dad a la filiacin del Hijo y que el Crisstomo aplica a Cristo no sloen el texto que estamos comentando, sino en varias ocasiones40, apare-ce solamente en el Evangelio de S. Juan41 y no en el Evangelio de S.Mateo que es el que el Crisstomo est comentando. Nos podemospreguntar: por qu S. Juan Crisstomo, comentando, como esthaciendo, el evangelio de S. Mateo, donde no aparece dicho trmino,lo emplea para hablarnos de Cristo? Porque hay una tradicin anti-

    gua que de nuestros padres ha llegado a nosotros por la que sabemosque tampoco l (se refiere a S. Juan) se puso a escribir por puro azar.La razn fue sta: como los otros tres evangelistas haban puesto suprincipal empeo en poner de relieve la economa de la salvacin ypareca haberse pasado en silencio la doctrina acerca de la divinidad deCristo, para llenar esta laguna, movile Cristo ms adelante a compo-ner su Evangelio. Y esto es patente no slo por la historia misma, sinopor el prlogo de su evangelio42.

    El Crisstomo, pues, lo que pretende al llamar al HijoMonogenhv~

    no es otra cosa que resaltar lo que el evangelista Juan haba puesto demanifiesto sobre la divinidad de Cristo a lo largo de todo su evangelio ymuy especialmente en el prlogo del mismo. ste identifica a Jesucristocon el Verbo Encarnado. El Verbo que estaba desde el principio en Diosy es Dios se hizo carne y habit entre nosotros (Io 1,14) y, de este modo,hace visible en la carne el misterio inefable del Verbo, su misterio.

    En cuantoMonogenhv~ del Padre posee la misma gloria que Aqul(Cfr. Io 1,14), como veremos ms adelante, ya que una sola es la glo-

    ria del Padre y del Hijo

    43

    y el mismo Autor comentando este pasajedel prlogo quita todo valor comparativo a la particula wJ~44. Con estetrminoMonogenhv~ nos quiere decir el Crisstomo que la generacindel Hijo es eterna y singular y que est tan ntimamente unido al Pa-dre que reposa en su seno (Cfr. Io 1, 1 y 18). Es el nico engendradodel Padre, pues esMonogenh;~ YiJo;~ tou`` Qeou`45 aunque, a veces, elCrisstomo cambia eluiJov~ porpai`~46, sin duda para recalcar con msnfasis el sentido genuino y nico de su generacin. Para el Crissto-mo, al igual que para S. Juan, elMonogenhv~ no es otro que Jesucristo,

    el Verbo de Dios hecho carne47.As pues, Dios es su Padre48; l viene del Cielo49; vendr a juzgar alos vivos y a los muertos50; nos reconcili con el Padre siendo comoramos enemigos de Dios: sta fue la obra del Unignito: unir a losdistantes, reconciliar a los que estaban en guerra51 y, de este modo,nos ha hecho coherederos al hacernos hijos, no por naturaleza, como

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    lo es l, sino por adopcin52, cosa sta que sera imposible de no ser el

    Hijo por naturaleza, ya que el llegar a ser hijos en el Hijo est fundadoen su naturaleza. En razn de que l es el Hijo Unignito de Dios, no-sotros llegamos a ser hijos en el Hijo. l, Unignito de Dios, es elque encarna el amor infinito del Padre hacia todos los hombres: loque tena de ms preciado, su Hijo Unignito, a Ese nos lo dio a noso-tros que ramos sus enemigos53 y por ste os concedi gracias sincuento54. Por esta razn S. Juan Crisstomo invoca a Cristo pidiendolo libre de no gozar de su presencia: mas concdenos, oh Hijo Uni-

    gnito del Padre!, que jams probemos por experiencia ese castigo irre-mediable55. Porque plugo al Padre que en l habitase toda la plenitud(Col. 1,19), de su plenitud recibimos todos gracia sobre gracia (Io 1,16)lo cual no sera posible de no ser El engendrado eternamente en elseno del Padre y ser, por tanto, Dios en y con el Padre.

    Como veamos antes, el adjetivognhvsio~ precisaba el tenor de lafiliacin del Hijo. Con este adjetivo el Autor, dando un paso ms, nosquiere decir que el Hijo Unignito, Jesucristo, procede (gevnnhsin)56

    directamente del Padre sin ningn intermediario, pero que, al mismo

    tiempo, no es sacado de la nada, pues de ser as sera una criatura ysu ser dependera de la voluntad libre del Padre. En consecuencia am-bos tienen identidad de naturaleza. El Crisstomo, no obstante, nosadvierte que nos encontramos ante un misterio inefable que es impo-sible descifrar o atisbar, pues aunque admitimos y creemos que Jesu-cristo es el Hijo Unignito del Padre, engendrado eternamente en suseno, cmo no tener por suma locura la de aquellos que a todo tran-ce quieren inquirir y averiguar la inefable generacin del Verbo?57.

    El Autor va peldao a peldao por la escala de la igualdad sustan-cial: Cristo es el Hijo del Padre, luego es engendrado, pero engendradode modo nico y as es su UnignitoMonogenhv~; ambas afirmacionesprecisadas por el adjetivognhvsio~ nos hablan de la eternidad de su ge-neracin. Pero el Crisstomo va a precisar las anteriores afirmaciones y,dando un paso ms, termina dicindonos que el Hijo es de la mismasustancia que el Padre (oti th~ aujth`~ oujsiva~ tw``/ Patriv), frase queviene a explicar y determinar el sentido delMonogenhv~. Esta frase noaade nada nuevo a la idea de generacin, sino que precisa que es ver-

    dadera y propia segn la sustancia del Padre, como en cualquier gene-racion natural, excluyendo todas las imperfecciones propias de la ge-neracin humana. As pues, la esencia del Hijo no difiere de la delPadre y, como todo hijo recibe la naturaleza del padre que lo engen-dra, as el Hijo, aunque hemos de eliminar en Dios todas las imperfec-ciones de cambio o mutacin y extrinsecismo que connota la idea de

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    generacin humana.

    El Crisstomo construye la frase en genitivo y dativo con eijmivim-plcito58 con lo que nos muestra que el Hijo no posee otra oujsiva59 dis-tinta del Padre, sino que por tener su origen en l, su oujsiva es algopropio, tambin, del Hijo y, al mismo tiempo, nos indica que no esalgo exterior al Padre, pues el aujth``~ precisa que es el ser ntimo deDios, reforzada esta afirmacin por el artculoth`~ que le da singulari-dad. El Hijo posee la esencia divina como algo constitutivo, pues esengendrado de la misma esencia o naturaleza que el Padre que es el

    que lo engendra. Con ello el Autor nos est diciendo que su genera-cin es eterna, simple y necesaria, ya que es natural y, por esto, l es elHijo eterno de Dios e Hijo natural de Dios (oJfuvsei uiJov~)60 es Hijode Dios no por adopcin o complacencia, sino por naturaleza y demodo nico y exclusivo. Ambas afirmaciones estn confirmadas por elsustantivo fuvsi~ en dativo regido por eijmivimplcito. Esta misma ideanos la corrobora el Autor al llamar al Hijopai`~ Qeou`61 expresin em-pleada por los Padres para expresar la preexistencia del Hijo en el senodel Padre.62

    1.2.2. Nicea y el Crisstomo

    Antes de seguir adelante con otros textos que esclarezcan el tenordela filiacin natural del Hijo, quisiramos comparar lo que acabamosde ver y la primera parte del segundo artculo de la profesin de fe delsmbolo niceno, referido al Hijo.

    Podemos comenzar preguntndonos: tiene el Crisstomo presentela definicin dogmtica de Nicea aunque altere el orden de la misma,emplee algunos trminos distintos e incluso no use algunas de sus expre-siones peculiares? La insistencia del Autor en la utilizacin de la expre-sin dogma (dovgma) o dogma de su divinidad (dovgma Qeion)63,aunque no hemos de tomarla necesariamente como una referencia direc-ta a dicha definicin dogmtica, ya que el trmino dogma (dovgma) notena en la poca de nuestro Autor el sentido tcnico que hoy posee64, sinembargo no podemos minusvalorarla. Como se sabe, lo que estaba en li-

    tigio en la poca del Concilio de Nicea era la divinidad de Cristo queArrio negaba.Creemos que existe una relacin intencionada de este texto del

    Crisstomo que acabamos de estudiar, con Nicea. El Autor sigue elmismo esquema que emplearon los 318 Padres de Nicea para expresarsu fe en el Hijo, fe recibida de los Apstoles y manifestada en la Sagra-

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    da Escritura y la Tradicin de la Iglesia, por oposicin a la hereja de

    Arrio. Hemos de admitir, no obstante, como decamos al principio,que el Autor altera el orden de la misma al anteponer a la vida delHijo en Dios su exposicin sobre el misterio del Verbo encarnado.Pero, a decir verdad, esta alteracin es slo aparente, pues el Concilioenuncia el mistero del Verbo Encarnado al principio: Un solo Seor,

    Jesucristo65 y lo desarrolla ms tarde en la segunda parte de este se-gundo artculo; nuestro Autor, sin embargo, comienza con el misteriodel Verbo encarnado desarrollndolo para terminar con la Vida del

    Hijo en el seno del Padre.Los Padres de Nicea, una vez confesada su fe en el Padre, confiesansu fe en el Hijo, objeto principal de nuestra fe, dndonos la definicindogmtica. El Crisstomo, como hemos visto anteriormente, nos hablaal presentarnos el texto que acabamos de estudiar, de lo que atae alobjeto de nuestra fe y para ello emplea la palabrakhvrugma66. Coneste trmino67 nos est diciendo que lo que a continuacin va a afirmarno es algo que l ha inventado, su discurso o su doctrina particular, sinoel legado recibido de Cristo mismo a travs de la Vida de la Iglesia, la

    Tradicin; adems, no hemos de olvidar que el uso de la palabrakhvpugma, cuando se refiere a un punto concreto y determinado de la fe,cosa que sucede con el texto en cuestin, significa doctrina, dogma68.

    Adems el paralelismo entre ambos textos es muy amplio comopodemos observar en este dptico:

    NICEA69 S. JUANCRISSTOMO

    Kai;eij~ ena Kuvrion I Cristo;n Kurivou hJmw``n jIhsou` Cristou`70

    to;n uiJo;n tou`` Qeou oti uiJo;~ (tou` Qeou)71

    gennhqevnta ejktouPatpo;~ oti Monogenhv~, oti gnhvsio~Monogenh`` toutevstinejk th`~ oujsiva~ tou` Patrov~... oti th~ aujth`~ oujsiva~ tw/`` PatrivoJmoouvsion tw/`` Patriv, kai;oJmoouvsion dh``lon72

    di jou`Jta;pavnta ejgevneto... pavnta ga;r di jaujtou`ejgevneto73katelqovnta kai;sarkwqevvnta, oJQeo;~ anqrwpo~ ejgevvneto...ejnanqrwphvsantapaqovnta kai;ajnastavnta th``/trivth/hJmevra,/aelqovnta eij~ tou;~ oti ejstaurwvqh, oti ejtavfh, otioujranouv~, ejrcovmenon kri``nai ajnh``lqen, oti mevllei krivvnein...

    zwvnta~ kai;nekrouv~Como podemos cotejar en el dptico el credo del Crisstomo nodifiere mucho del credo del Concilio de Nicea. La omisin en el cre-

    168 FRANCISCO DELGADO MANCHA

  • 8/14/2019 San Juan Crisostomo Sobre La Divinidad de Cristo

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    do del Crisstomo de las expresiones en un solo Seor Jesucristo

    (ena Kuvrion jIhsou`n Cristovn), de Dios (tou`` Qeou`) referido alHijo, por quien todo fue hecho (ta;pavnta ejgeneto), consustan-cial al Padre (oJmoouvsion tw/`Patriv) es ciertamente real, pero estas ex-presiones aparecen en otros lugares que nosotros hemos incorporado altexto de su credo y hacen coincidir ambos credos. Las proposiciones:que obr prodigios, que nos dio mandamientos saludables, y queno estableci una Ley contraria a la antigua son una verdadera adicinal credo niceno. Creemos que estas son las nicas ya que el fue crucifi-

    cado, fue sepultado es el equivalente y la explicacin del que sufridel concilio de Nicea. Sin embargo, no obstante estas divergencias, el pa-ralelismo entre ambos credos es muy grande, no slo en la temtica (quees la misma en ambos) sino, incluso, en la terminologa.

    Parece, pues, que podemos concluir 74 que la intencin y el deseode nuestro Autor, al hacer las afirmaciones sobre el Hijo de Dios he-cho hombre, Jesucristo y expresar lo que atae al objeto de nuestrafe, no es otra que exponer, una vez ms, la doctrina de la Iglesia san-cionada en el concilio de Nicea.

    1.2.3. El Hijo propio (idio~) de Dios

    Vamos a centrarnos ahora en otros textos en los que el Autor nosda ms detalles sobre la filiacin propia y peculiar del Hijo.

    Para justificar que Cristo est exento de pagar el tributo al templode Jerusaln, el Crisstomo, comentando el pasaje de Mt 17, 24 ss.,pone en labios de Cristo unas palabras a las que aade su propio co-

    mentario:Yo estoy ciertamente libre de pagar el tributo, pues si los reyes de la

    tierra no lo cobran a sus hijos, sino de los extraos, con mayor razn hede estar yo libre de esa exigencia, hijo que soy no de un rey terreno, sinodel rey de los cielos, y tambin soy rey. Mirad como distingue los hijos ylos que no son hijos. Mas si l no era Hijo, el ejemplo de los reyes no hu-biera tenido sentido. S, me respondes, era hijo, pero no natural (ajll jouj

    gnhvsio~). Luego no era en absoluto Hijo; y si no era Hijo, tampoco na-

    tural (eijde;oujc uiJo;~, oujde;gnhvsio~) ni suyo (oujde;aujtou`), sinoextrao (ajlla; ajllovtrio~), y si era extrao, el ejemplo perda todafuerza. Porque no habla aqu el Seor de los hijos en general, sino de loshijos naturales y propios (gnhsivwn kai;ijdivwn), de los que juntamentecon sus padres participan de la realeza75.

    Jesucristo es, pues, el Hijo del Rey de los cielos y rey al mismo

    LA DIVINIDAD DE JESUCRISTO EN LAS HOMILIAE IN MATTHAEUM 169

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    tiempo y lo es por ser Hijo de Dios en sentido propio, es decir por na-

    turaleza, hijo natural de Dios, y no un simple hijo adoptivo o ex-trao que no participa de la realeza del que vino a ser su padre yaque no procede del mismo por va de generacin, sino que viene aser rey por complacencia o eleccin, pero de ninguna manera por na-turaleza. Cristo, sin embargo, es el Hijo de Dios engendrado por elPadre en sentido autntico y genuino y, as, l es el Hijo propio(idio~) de Dios76 ya que es nacido de Dios. Posee por naturaleza lanica esencia divina (oujsiva~ movnh~ ejkeivnh~)77 por proceder de

    Dios Padre. Su filiacin es natural y propia, pues posee plenamente lanaturaleza divina; si fuera esta adoptiva o impropia no slo no se-ra Hijo de Dios, sino un extrao (ajllovtrio~), lo cual connota laidea de no ser de la naturaleza de. El adjetivo ajllovtrio~ se usa encontraposicin a idio~; el Hijo no es un ajllovtrio~ para Dios, sinoidio~, es decir, el Hijo tiene la misma naturaleza divina. Cristo es Hijonatural y suyo (del Padre); es el Hijo de Dios 78, engendrado eterna-mente en el seno del Padre. En efecto,gnhvsio~, en neutro como apa-rece en el texto que estudiamos, se dice de la generacin eterna del

    Hijo79 y es una expresin genuina de su filiacin natural 80.Al mismo tiempo el Autor nos est diciendo que el Hijo, por ser

    tal, participa de la realeza del que lo engendra y no ha sido hechoHijo en el tiempo, y por tanto, no hubo tiempo en el que no exis-tiese. No ha sido, pues, creado. Caso contrario sera un extrao(ajllovtrio~) para el Padre y Cristo no slo no es un extrao para elPadre, sino que es de la misma naturaleza que el Padre que lo ha en-gendrado (gegennhkovta). El verbogennavw en sentido propio se

    emplea cuando se habla del Padre81

    . Si el Padre es el que lo engendra(gegennhkovta), Cristo es su Hijo82, su Hijo amado83, el engendra-do de Dios.

    1.2.4. Testimonio del Padre y del Espritu Santo

    La filiacin natural del Hijo es anunciada, corroborada y puesta aldescubierto por el Padre y por el Espritu Santo. El mismo Padre pro-

    clama a Cristo Hijo suyo: fue el mismo Padre quien lo proclam des-de el cielo (ajll joJPath;r anwqen ajnekhvrutten) sobre la corrientedel Jordn84; el Espritu Santo, en forma de paloma, aparece para se-alar como con el dedo (in jwsper ajnti;daktuvlou tino;~ deivxh/) alos all presentes y a Juan mismo al Hijo de Dios85; es el Padre, quees mayor que todos y est por encima de todos, quien emite una voz

    170 FRANCISCO DELGADO MANCHA

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    desde la nube para afirmarlo86.

    Ambos revelan y confirman lo genuino de su filiacin: el Padre demodo directo este es mi Hijo amado en quien tengo mi complacencia,escuchadle (Mt 17,5) y el Espritu Santo sealndonos a quin van di-rigidas las palabras que salen de la nube. Es la teofana del Dios Trinodel Nuevo Testamento que se revela en y por Cristo por ser ste Hijode Dios por naturaleza.

    A estos testimonios se une el testimonio explcito del Padre queCristo provoca. Cristo una vez ha dado a los suyos mltiples prue-

    bas de su divinidad y de su concordia con el Padre87

    , quiere que susdiscpulos le manifiesten la opinin que las gentes tienen de l. Paraello Cristo se llama a s mismo Hijo del Hombre: quin dicen las

    gentes que es el Hijo del Hombre? (Mt 16, 13). Con este modo de pre-guntar a los suyos Cristo pretende poner de relieve su misteriosa reali-dad: su divinidad y la Encarnacin atestiguadas en muchas ocasionescomo nos dice el Autor88. Pero, ante todo, lo que pretende es que lossuyos confiesen quin es l para ellos con el fin de apartarlos de la fal-sa idea que los dems tenan de su persona: idea muy inferior a la rea-lidad. Por eso les pregunta, una vez escuchada la primera respuesta:Para vosotros quin soy yo? (Mt 16, 15). La respuesta de Pedro es cla-ra y precisa: T eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo (Mt 16, 16) y el Se-or lo proclama bienaventurado. Y el Crisstomo, en un comenta-rio cargado de doctrina sobre la genuina filiacin de Cristo, escribe:

    Ahora bien, si Pedro no hubiera confesado a Jess por Hijo natural deDios y nacido del Padre mismo, su confesin no hubiera sido obra de unarevelacin. De haberlo tenido por uno de tantos, sus palabras no hubieranmerecido la bienaventuranza. La verdad es que antes de esto, los hombresque estaban en la barca, despus de la tormenta de que fueron testigos, ex-clamaron: Verdaderamente ste es Hijo de Dios (Mt 14, 33). Y, sin em-bargo, a pesar de su aseveracin de verdaderamente, no fueron procla-mados bienaventurados. Porque no confesaron una filiacin como la queaqu confiesa Pedro. Aquellos pescadores crean, sin duda, que l, uno detantos, era verdaderamente Hijo, escogido ciertamente entre todos, perono de su misma sustancia o naturaleza (ejk th`~ oujsiva~ aujth`~)89.

    Los discpulos anteriormente, debido al milagro realizado por Cris-to (Cfr. Mt 14, 33), haban afirmado: Verdaderamente eres Hijo deDios (Mt 14, 33). Esta afirmacin, nacida en ellos por la sorpresa delmilagro presenciado, no es una confesin de la verdadera y peculiarfiliacin de Cristo. Esto viene corroborado por el contraste que existeentre el verbo oJmologevw aplicado a las palabras de Pedro y el verbo

    LA DIVINIDAD DE JESUCRISTO EN LAS HOMILIAE IN MATTHAEUM 171

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    nomivzw referido a los dems. En efecto, el verbonomivzw indica la idea

    de tener por, creer, pensar a causa de la costumbre o por haberloodo, mientras que el verbo oJmologevw con acusativo indica la idea deconfesar, aprobar algo de alguien90. Ellos, los discpulos, que vean aCristo como uno de tantos, lo crean (ejnovmizon) hijo verdadero,pero esta filiacin era ms bien de tipo eleccional y no sustancial yaque para ellos Cristo era, en aquel momento, Hijo escogido cierta-mente entre todos. Esta eleccin (ejxaivreto~) era excepcional, sin-gular, pero ello no implicaba la afirmacin de la misma sustancia o na-

    turaleza (oujsiva~ aujth`~) que el Padre. Con su esfuezo personalllegaron a la conclusin, al ver las obras que Cristo realizaba, de quehaba en l un algo especial que lo elevaba sobre los dems hombres,diferencindolo extraordinariamente de ellos. Pero esta afirmacin nolos eleva a la categora de bienaventurados. Sin embargo, mientras elgrupo de los discpulos no consigue saber de Cristo, ms que este ni-vel de conocimiento (vnomivzw), Pedro confiesa (oJmologevw) la digni-dad propia y peculiar de su Maestro: T eres el Cristo, el Hijo del Diosvivo (Mt 16, 16).

    Hay una contraposicin entre la afirmacin de los discpulos enMt 14, 33 y sta de Pedro en Mt 16, 16 en la que el nfasis gramaticales muy fuerte, pues cada una de las afirmaciones de Pedro sobre Cris-to va precedida de artculo; es ms, esta confesin de Pedro no es fru-to del esfuerzo personal, no se la revela ni la carne ni la sangre, esdecir, hombre alguno o esfuerzo personal, sino que es una revelacin(ajpokavluyi~) especial que el Padre Celestial, el nico que conoce al

    Hijo

    91

    , le hace a Pedro de modo gratuito: el Padre le hizo a Pedro lagracia de revelarle el Hijo.92 Se trata, pues, de un misterio inefableque ni los discpulos, ni Pedro conocan, y un misterio que nadie, in-cluidos los apstoles y discpulos, poda alcanzar con su esfuerzo per-sonal, sino mediante una revelacin especialsima por parte del Padre.Pedro es el elegido por Dios Padre para revelarle a su propio Hijo, poreso es bienaventurado y si Pedro fue quien habl, el Padre fue quienle dict las palabras, palabras que ya no podemos mirar como opininhumana, sino creerlas como dogma divino 93. Pedro, pues, confiesa

    con sus palabras iluminacin y obra del Padre Celestial que Cris-to es el Hijo de Dios por naturaleza, por ser el engendrado del Dios;que Cristo es, por tanto, el Hijo genuino (gnhvsio~) del Padre, engen-drado de su misma sustancia (oujsiva), que tiene una relacin exclusivay nica con su Padre, pues procede inmediatamente (ejk) de l94 yposee la nica sustancia (oujsiva miva) divina95.

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    Pero no son slo el Padre y el Espritu Santo quienes nos lo mues-

    tran como lo que es, el Hijo de Dios, sino que, adems, los mismosdemonios proclaman su filiacin natural: Qu tenemos que ver conti-go, Hijo de Dios? Has venido aqu antes de tiempo para atormentarnos?(Mt 8, 29) y nuestro Autor, comentando este versculo, opina que losdemonios confiesan la divinidad de Jess: como las turbas le habanconfesado hombre, vienen ahora los demonios a proclamarle Dios( jEpeidh;ga;r anqrwpon aujto;n wJmolovghsan oiJocloi, hj`lqon oiJ

    daivmone~ th;n qeovthta aujtouajnakhruvttonte~)96. Y comentando

    el pasaje de las tentaciones de Cristo (Cfr. Mt 4, 1-11)) nos dice: Y esque, como ignoraba (se refiere al diablo) la grandeza de la economadivina, crea que tener hambre haba de ser vergonzoso para Cristo.De ah que, para adularle, slo le recuerda su dignidad de Hijo deDios97. En mltiples ocasiones el mismo Cristo prohbe a los demo-nios que lo proclamen como Hijo de Dios, l los haca enmudecercuando lo proclamaban por Hijo de Dios98.

    1.2.5. Testimonio de Cristo sobre su filiacin naturalDespus de haber abordado los testimonios que el Padre y el Esp-

    ritu Santo nos dan sobre la filiacin natural de Cristo y visto, adems,el testimonio que sobre dicha filiacin nos dan los mismos demonios,vamos a estudiar el testimonio que el mismo Cristo nos da sobre su fi-liacin peculiar y nica.

    Cristo, el Hijo de Dios, procede del Padre por va de generacin.En efecto, comenta el Crisstomo refirindose a la respuesta que Cris-

    to dio ante la confesin de Pedro:Qu le contesta, pues, Cristo? T eres Simn, hijo de Jons, T te

    llamars Cefas. Como t has proclamado a mi Padre le dice, astambin yo pronuncio el nombre de quien te ha engendrado. Era pocomenos que decirle: Como tu eres hijo de Jons, as lo soy yo de mi Padre.Porque por lo dems, superfluo era llamarle hijo de Jons. Mas como Pe-dro le haba llamado Hijo de Dios, l aade el nombre del padre de Pedropara dar a entender que lo mismo que Pedro era hijo de Jons, as era elHijo de Dios, es decir de la misma sustancia del que lo engendra99.

    La generacin del Hijo respecto al Padre es natural, pues l es Hijodel Padre como Pedro es hijo de Jons, aunque, claro est, hay que ex-cluir de su generacin las imperfecciones propias de la generacin hu-mana, ya que el que lo engendra es el Dios eterno. El que lo engendraes Dios; luego Cristo tambin es Dios e Hijo de Dios, de la misma

    LA DIVINIDAD DE JESUCRISTO EN LAS HOMILIAE IN MATTHAEUM 173

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    manera que Pedro es hombre e hijo de Jons, por haber sido engen-

    drado por l. Cristo es de la misma sustancia del que lo engendra ysu filiacin es verdadera. As pues, la generacin eterna del Hijo es ver-dadera y propia generacin, pues tuvo un doble nacimiento, uno se-mejante a nosotros y otro que sobrepasa el nuestro100. Su generacineterna es infinitamente transcendente (uJperbaivnousa) y no se puedecomparar de ningn modo con la nuestra, pues aqulla no es el resulta-do de un acto contingente como lo es la nuestra, fruto de un deseo (elcarnal) y de una voluntad (la del hombre) (Cfr. Io 1, 14), sino que la

    suya es natural y necesaria y, al mismo tiempo, transcendente. Por ser elHijo del Padre, est ntimamente unido a Aquel ya que est eterna-mente en el seno del Padre (ejn tw/kovlpw/onta tou`Patrov~)101.

    La perennidad, la eternidad y atemporalidad, pues, de dicha exis-tencia eterna del Hijo en el seno del Padre est afirmada no slo por laexpresindia;pantov~, sino, tambin, por el participio onta. l es en-gendrado eternamente en el seno del Padre y est en unin constantecon el Padre, con quien constituye una unidad de esencia. Por eso, en-tre Dios Padre y l existe una intimidad tan profunda que l conoce

    todo lo suyo y, al mismo tiempo, es uno con Aqul: Todo lo mo estuyo (Io 17, 10); Yo y el Padre somo una sola cosa (Io 10, 3)102.La claridad de los contenidos anteriormente expresados se ve com-

    pletada por esta serie de afirmaciones del Crisstomo en las que, ade-ms, pone de relieve que Cristo es Dios con el Padre, pero distinto aEl, pues no hay dos dioses ingnitos; y el ser engendrado es en lo queconsiste la personalidad del Hijo; por eso nos dice al comentar Mt 11,25 ss:

    Todo es mo, todo me ha sido entregado. Mas, ya que oyes la pala-bra entregado, no por ello te imagines una entrega a la manera humana.Si el Seor lo emplea aqu es porque quiere que no nos imaginemos ados dioses ingnitos. Porque que l es engendrado y a la par Dueo So-berano de todas las cosas, por otros muchos testimonios nos lo pone demanifiesto103.

    Comienza el Autor ponindonos de manifiesto el dominio absolu-to de Cristo sobre todas las cosas, ya que pone en sus labios el todo es

    mo (ejma;pavnta ejstiv). Nos dice que el Hijo es Dueo absoluto detodo ya que todo le pertenece. Para mostrarnos que esta pertenencia esalgo propio y permanente en l, construye la frase en presente(ejstiv); por otra parte el Autor sabe que el Padre tambin es Dueoabsoluto y soberano de todo cuanto existe. Si el texto quedase as ha-bra la posibilidad de pensar en dos principios absolutos que, como

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    tales, seran dueos soberanos de todas las cosas. Partiendo de este

    dominio absoluto de Dios (pavnta), el Crisstomo habla de la rela-cin que existe entre el Padre y el Hijo; relacin que es de entrega(paredovqh), pero una entrega peculiar. Si el Padre lo posee todo y elHijo tambin lo tiene todo y no puede haber dos dioses ingnitos(ina ga;r mh;duvo qeou;~ ajgennhvtou~ nomivsh/~), necesariamente elHijo recibe todo en su generacin, de ah que l mismo nos diga to-das las cosas me han sido entregadas por mi Padre (Mt 11, 27).

    El nico inengendrado, pues, es el Padre, principio sin principio

    (ajgevnnto~) aunque el Hijo es igual al Padre en dignidad, honor y po-der104, ya que posee la misma y nica esencia divina por proceder delPadre por va de generacin a travs de la cual lo recibe todo; es, sinembargo, distinto realmente del Padre. Su distincin radica en que elPadre es inengendrado, principio sin principio y, al mismo tiempo,quien lo engendra; mientras que el Hijo, por ser Hijo, procede del Pa-dre y es, adems su Unignito, el nico engendrado (Monogenhv~) delPadre. Por esto el Autor al expresarnos esta idea nos dice que no es unaentrega a la manera humana en la que hay un antes y un despus e in-

    cluso una separacin a causa de la composicin existente en los serescreados. En Dios, sin embargo, con ser simple, al comunicarse o en-tregar todo a su Hijo le entrega, en su generacin, su misma esen-cia. As el Hijo engendrado eternamente en el seno de Padre existedesde siempre y, por eso, l es tambin Dueo Soberano de todo(Despothv~)105, pues recibe junto con su esencia el poder creador, la so-berana absoluta que ejerce junto con el Padre en una y misma accin y,por eso, el Hijo nos dice: todo es mo ( jEma pavnta ejstiv).

    1.3. El hijo es uno con el Padre e igual a l

    1.3.1. El Hijo es uno con el Padre

    Cristo, por ser el Hijo Unignito de Dios, constituye con el Padreuna unidad intrnseca de tal modo que l y el Padre son una misma ynica realidad en cuanto a la esencia (Cfr. Io 10, 3). Ambos poseen la

    nica esencia divina aunque conservan su peculiaridad personal. ElHijo es el nico engendrado eternamente en el seno del Padre, que asu vez, es el Inengendrado; de este modo su filiacin es singular, pro-pia y nica pero, al mismo tiempo, hay una unidad radical entre el Pa-dre y su Unignito. Este constituye una unidad de esencia, de natura-leza con el Padre de quien procede por va de generacin participando

    LA DIVINIDAD DE JESUCRISTO EN LAS HOMILIAE IN MATTHAEUM 175

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    plenamente de la naturaleza del que lo engendra, que es distinto de l

    porque en l tiene su origen. Sin embargo, algunos, negando esta uni-dad, pretenden dividir, mejor anular, al Unignito. Por eso el Criss-tomo nos dice refirindose a Mt 23, 8 ss.:eij~

    Con mucho gusto preguntara yo ahora qu pueden respondermeesos que tantas veces aplican la expresin uno solo (eij~ kai;eij~) al Pa-dre, solamente con el fin de anular el Unignito (aJrmozonte~ tw/Patri;movnon, ejpi;ajqethvsei tou`Monogenou`~) Es gua el Padre? Todosdirn que s y nadie podr contradecirlos. Y sin embargo: uno slo es

    dice vuestro gua, es decir el Cristo (kaqhghth;~ oJ Pathvr.Apante~ an eipoien, kai; oujdei;~ ajnterei`. Kai; mh;n eij~,fhsi;n, ejsti; kaqhghth;~ uJmw`n, oJCristov~). Luego con decirseCristo el solo gua no excluye al Padre de ser tambin el gua, ni tampocoque el Padre sea dicho el nico Maestro no excluye que lo sea tambinCristo (kai;eij~ didavskalo~ legovmeno~ oJPath;r oujk ejkbavllei

    to;n YiJo;n tou`eivnai didavskalon). Porque uno slo se dice por con-traposicin a los hombres y al resto de la creacin106.

    Hay un principio absoluto del que todo procede que es la esencia

    divina (eiJ~), pero este principio absoluto, fuente originaria de la vidaes, en su unidad, comunicable. La unidad de esencia que es a la quese refiere el Autor con el Eij~ kai; EiJ~107 no excluye la distincin,pues aunque el Padre y el Unignito (Monogenhv~) son una solacosa en cuanto a la unidad sustancial que hay entre ambos, son, sinembargo, distintos, pues el Unignito, como hemos visto anterior-mente, tiene su origen en el Padre. La unidad entre ambos es tal quela expresin Eij~ kai;EiJ~ se aplica indistintamente al uno y al otrosin que ello indique una exclusin (ejkbavllei) o una hegemona deluno sobre el otro, lo cual dara pie a un subordinacionismo del Hijorespecto del Padre y la unidad de esencia y la igualdad quedarananuladas.

    El Autor para expresarlo construye la frase subordinada con ejpivygenitivo, con ello nos dice que la causa del desprecio (ajqethvsei), dela anulacin del Hijo es el aplicar slo al Padre, como trmino exclusi-vo y propio el eij~, y al mismo tiempo, de modo diverso nos est afir-mando que ambos son una sola cosa. Pero, adems, nos dice que no

    slo son distintos entre s, pues los llama Padre e Hijo, dos realidadesdistintas, sino que tambin son esencialmente distintos de todo lo crea-do porque uno solo (EiJ~) se dice por contraposicin a los hombres yal resto de la creacin; el Autor con estas afirmaciones est en la lneade los Santos Padres que emplean el trmino eiJ~ para explicar la uni-dad esencial existente entre el Padre y el Hijo108.

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    As el llamar al Hijo el slo gua o el nico Maestro no excluye

    que el Padre tambin lo sea y esto slo es admisible si ambos constitu-yen una unidad sustancial, cosa que el mismo Hijo nos dice al afir-mar: El que me ha visto a mi ha visto al Padre (Io 14, 9). El atribuiruna realidad esencial al Padre no va en detrimento del Hijo o vicever-sa, ya que ambos son una y misma realidad en cuanto Dios. Hay unaunidad perfecta entre ambos, de tal naturaleza que alcanza no slo elplano del ser yo y el Padre somos una misma cosa (Io 10, 3), sino tam-bin el del obrar. Para confirmarlo el Autor comentando el pasaje de la

    transfiguracin (Mt 17, 1 ss.) nos dice:Porque si el Padre es poderoso, como efectivamente lo es, es evidente

    que el Hijo lo es igualmente (eudhlon oti kai;oJYiJo;~ oJmoivw~).No temas, pues, los sufrimientos. Mas si todava no aceptas esto, refle-

    xiona por lo menos que es Hijo y que es amado. Porque: este es dicemi Hijo amado. Ahora bien si es amado, no temas, puesto que nadie trai-ciona a aquel a quien ama. No te turbes, por ende. Porque por muchoque t le ames, no le amas tanto como su Padre (kan muriavki~ aujto;nfilh``/~, ouJfilei`~ aujto;n tou`gegennhkovto~ ison). En quien me

    he complacido. Porque no le ama slo por haberle engendrado, sino tam-bin porque es en todo igual a l y no tiene otro sentir que l (oujga;rejpeidh;ejgevnnhse movnon, filei`, ajll jejpeidh;kai;iso~ aujtw``/

    kata;pavnta kai;oJmognwvmwn ejstivn). De suerte que doble, o, pormejor decir, triple, es el motivo de su amor: por Hijo, por Amado y portener en l sus complacencias. Y qu quiere decir en quien me he com-placido? Es como si dijera en quien tengo mi descanso, en quien tengomis delicias. Y eso es porque en todo y en toda perfeccin era igual a l,porque slo haba en l una voluntad con la del Padre, porque, aun sien-

    do Hijo, era en todo una sola cosa con quien lo haba engendrado (dia;to;kata;pavnta ejxiswsqai pro;~ aujto;n meta;ajkribeiva~, kai;bouvlhma en ejn aujtw``/eij``nai kai;tw``/Patri;, kai;mevnonta YiJo;n

    kata;pavnta en eij``nai pro;~ to;n gegennhkovta)109.

    Cristo, el Hijo de Dios, es poderoso como el Padre, pues es Dioscon y en el Padre. El amor del Padre hacia el Hijo es inigualable. Launidad del Hijo con el Padre es total, pues aun siendo Hijo es entodo una sola cosa con quien lo haba engendrado. Esta unidad entre

    el Padre y el Hijo se extiende a todo (katavpavnta) y es una unidadtan real y tan ntima que el Hijo es Dios y una misma cosa con elPadre por ser este quien lo ha engendrado. Su unidad radica en su ori-gen y as el Hijo tiene la misma naturaleza numrica una (en) que elPadre, participando plenamente de su vida. Al mismo tiempo hay unadistincin que no anula la unidad, sino que la supone y arranca de

    LA DIVINIDAD DE JESUCRISTO EN LAS HOMILIAE IN MATTHAEUM 177

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    ella; de este modo, el Hijo, a pesar de la unidad existente, permanece

    (mevnonta) siendo Hijo, otro que el Padre. El Hijo en cuanto engen-drado es otro distinto que el que lo engendra, pero es el mismo encuanto Dios en todo (kata;pavnta) y as, a pesar de la unidad exis-tente, el Hijo no pierde su prerrogativa propia y peculiar: Ser Hijo. Elparticipio mevnonta indica la perennidad de dicha distincin y, al mis-mo tiempo, la perennidad de la unidad.

    Este, el Hijo, es su Hijo amado, pero el origen del amor del Padreal Hijo no es slo efecto de su ser engendrado, sino tambin porque

    l es igual (iso~) al Padre en todo; hay una mutua intimidad de co-nocimiento y amor entre ambos. Lo que el Autor quiere poner de re-lieve es que el Padre en el acto eterno de su paternidad se da un igualal engendrar al Hijo. El amor del Padre hacia el Hijo es causa del serigual del Hijo respecto de su Padre. La conjuncin ejpeidhv seguidade la partculakai;nos da el sentido causal de dicho amor al referirloa iso~110.

    El Autor, paso a paso, va afirmando con mayor precisin la unidade igualdad entre el Padre y el Hijo. El Hijo no es slo igual al Padre

    (ejxisw``sqai)111 en todas las cosas, sino que adems lo es con todaexactitud, con precisin como nos lo indica el Autor al emplear meta;ajkribeiva~, por eso hay una sola voluntad (bouvlhma en), una iden-tidad de parecer, de querer, en el sentido de deseo, entre ambos(oJmognwvmwn). La unidad de voluntad y de actividad es perfecta entreambos, de tal modo que el gran predicador de Antioqua comentandola frase de Cristo: porque el Hijo del Hombre ha de venir en la gloria desu Padre con los santos ngeles, y entonces dar a cada uno conforme a sus

    obras (Mt 16,27), afirma: mirad cmo una sola es la gloria del Padrey del Hijo. Y si una sola es la gloria es evidente que una sola es la sus-tancia. Porque no dijo que vendra en gloria semejante a la del Padre,con lo que pudiera sospecharse alguna diferencia entre los dos, sino,dando pruebas de escrupulosa precisin, dijo que vendra en la mismagloria, de suerte que hay que suponerla una sola y la misma112.

    El autor llega a la cima de su afirmacin sobre la unidad entre elPadre y el Hijo. Ambos tienen la misma gloria, la nica (miva) gloriadivina por poseer la nica sustancia (oujsiva miva). No hay, pues, dife-

    rencia alguna entre ambos, en cuanto a la esencia, claro est, pues lagloria del Hijo no es semejante (oia) a la del Padre, sino la misma deAqul (ejn aujth``/ejkeivnh/) por ser una sola y la misma gloria la queambos poseen. La gloria que Cristo, el Hijo, posee es algo que le per-tenece personalmente y sta no es ms que la manifestacin de su ser(Cfr. Io 17, 22. 24). De este modo, El puede afirmar: el que me recibe

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    a m, recibe a Aqul que me ha enviadoy el Autor comenta: puede

    haber honor mayor que recibir juntamente al Padre y al Hijo ?113.Hay identidad numrica de naturaleza (oujsiva miva) y de gloria

    (dovxa miva); unidad de vida; unidad de poder porque si el Padre espoderoso, como efectivamente lo es, es evidente que el Hijo lo seaigualmente114; unidad de Magisterio y de gua115 y, finalmente, uni-dad de voluntad, pues el Hijo no tiene otra voluntad que la del Pa-dre116.

    Existe una nica sustancia, la divina; una gloria tambin divina

    que poseen el Padre y el Hijo; un solo y nico Dios: por qu no sedice que la esposa se desposa con el Padre mismo, sino con el Hijo?Porque la que se desposa con el Hijo se desposa tambin con el Padre.La Escritura habla indistintamente de eso por la unidad de sustanciadel Padre y del Hijo (dia;to;ajparavllakton th~ oujsiva~)117.

    1.3.2. El Hijo es igual al Padre

    La unidad e igualdad del Hijo con el Padre es debida a su origen,por eso el Autor al comentar el pasaje de la multiplicacin de los pa-nes y los peces (Mt 14, 13ss.) donde Cristo ora al Padre antes de reali-zar el milagro en presencia de la multitud, se pregunta: por qu le-vant el Seor los ojos al cielo y ech la bendicin? y el mismo Autorresponde:

    Era menester que se creyera que haba venido del Padre y que eraigual al Padre. Ahora bien, las pruebas de una y otra verdad parecan im-

    pugnar entre s. Porque su igualdad con el Padre se manifiesta en la auto-ridad personal con que lo haca todo; su dependencia, en cambio, delmismo Padre, no podan creerla, sino por la humildad con que obraba ytodo lo refera a l y le invocaba al realizar sus prodigios118.

    El Hijo procede del Padre (ajpov) y, sin embargo, es igual a l(iso~). Ambas oraciones estn en presente, lo cual nos indica que suigualdad con el Padre es una realidad inherente a su ser y permanente,no algo que se le dio en el tiempo, algo sobreaadido, sino algo que le

    pertenece como propio. Esto no manifiesta inferioridad alguna, nidistincin en el poder del Hijo respecto del poder del Padre, sino tansolo que el Hijo tiene todo su poder de comunicacin (ajpov) del Pa-dre que es de donde le viene su grandeza. El Hijo no ha llegado a estepoder o perfeccin de modo sucesivo, ya que su igualdad (ijsovth~)nos la muestra por el poder y autoridad con que obra (ejxousiva~). l

    LA DIVINIDAD DE JESUCRISTO EN LAS HOMILIAE IN MATTHAEUM 179

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    tiene poder por s mismo, obra con propio poder y, sin embargo, en

    todo hace referencia al Padre a quien invoca. Esto lo hace no porquela fuerza le haya de venir de otra parte, sino porque quiere l glorificara su Padre119.

    Prueba de que no hay cabida al subordinacionismo del Hijo res-pecto del Padre, es lo que l mismo aadi una vez pronunciada laoracin ante la tumba de su amigo Lzaro a quien va a resucitar. Refi-rindose a esto dice el Autor: porque esto no se tomara por prueba desu inferioridad respecto del Padre, corrigiendo toda sospecha, aadi:

    esto he dicho por razn de la muchedumbre que me rodea, a fin deque crean que T me has enviado120. l es igual al Padre en todo ycuando acta de modo que pudiese dar pie a que la igualdad no era unarealidad, corrige tal posibilidad precisando el sentido de su actuacin;tal acontece cuando al perdonar los pecados sus interlocutores dudande que l pueda realizar semejante accin, exclusiva de la divinidad.Para probarlo les dice: Pues porque veais que el Hijo del Hombre tiene

    poder de perdonar los pecados... (Mt 9, 6); y comenta el Crisstomo:Mirad cun lejos est el Seor de no querer que se le tenga por igual

    (iso~) al Padre, pues no dijo que el Hijo del Hombre necesita de otro,ni que otro le dio a l poder, sino que tiene poder121, y a rengln se-guido, pone en boca de Cristo estas palabras: no creas que blasfemocuando me hago a M mismo igual al Padre. La igualdad con el Padreno es algo que l se atribuya a s mismo sin que ello le convenga, comoarrogndose algo que le trasciende, sino que, al contrario, el proclamar-se a s mismo igual al Padre le pertenece, le es inherente a su ser.

    As cuando los interlocutores de Cristo lo acusan de blasfemo y

    transgresor de la ley al atribuirse una gloria que no le perteneca, lles muestra que estn en un error, pues comenta nuestro Autor refi-rindose a Mt 17, 1 ss.:

    Para mostrar a sus enemigos que ambas acusaciones procedan deenvidia y l era totalmente inocente en ellas, pues ni sus actos eran trans-gresin de la ley ni se apropiaba una gloria que no se le debiera al procla-marse igual al Padre (ison tw``/ Patri;), saca all al medio a los doshombres que ms haban brillado en la guarda de la ley y en el celo de lagloria de Dios.

    Moiss, en efecto, era el que haba dado la ley, y los judos podan cal-cular que Moiss no hubiera tolerado al que, como ellos pensaban, laconculcaba ni hubiera rendido pleitesa a un enemigo declarado del pro-pio legislador. En cuanto a Elas, nadie como l haba celado por la gloriade Dios y, si el Seor hubiera sido contrario a Dios, si se hubiera procla-mado Dios, hacindose igual al Padre (ison eJauto;n poiw``n tw``/Patri;)

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    sin ser lo que deca ni convenirle aquella gloria, Elas no se hubiera pre-

    sentado a su lado ni le hubiera obedecido122

    .

    Los judos, al or a Cristo proclamarse igual a Dios en honor y dig-nidad piensan que es un blasfemo y un transgresor de la ley, pues, pa-sando del plano del obrar al plano del ser, descubren que las palabrasde Cristo expresan su igualdad con Dios. La presencia de los dos hom-bres que ms haban brillado por su celo en la defensa de la Ley y detodo lo divino, Moiss y Elas, corrobora lo afirmado por Cristo: quel es Dios y que el hacerse igual al Padre es una realidad inherente a suser. As, pues, Cristo es Dios e igual al Padre en todo. Dicha igualdadse manifiesta adems al mostrarse, con la presencia de Moiss y de Elas,muertos haca siglos y vueltos ahora a la vida, que l es Seor de lavida y de la muerte, del cielo y del infierno. Esto sera inadmisible deno ser Cristo igual al Padre y Dios con y en l.

    El que al principio se abstuvo de manifestar su igualdad (ijsovth~)con el Padre123, paso a paso va descubrindola bien al confirmar lo quede l dicen: obliga a sus enemigos a que confiesen su igualdad con el

    Padre, y por boca de ellos hace que esta verdad quede patente124; biencuando les descubre sus ms ntimos pensamientos para mostrar quees Dios e igual al Padre (deivknusin tw`/Patri;ison)125 en rango,consideracin, y honor126. Para indicarnos esta igualdad de rango(oJmovtimo~) el Autor construye la frase conprov~ y acusativo que in-dica una relacin subjetiva de amistad y entendimiento entre ambos,connotando adems la idea de afeccin127. Vemos, pues, que la igual-dad de Padre con el Hijo es fruto de ese amor que el Padre tiene haciael Hijo por ser su engendrado, su Unignito, que le constituye en seruno con l y Dios al mismo tiempo. La partculaprov~ nos indicaadems que entre el Padre y el Hijo no hay identidad personal peroque tampoco se puede pensar en dos dioses porque hace consistir alHijo en una relacin al Padre.128 Elprov~ tiene tambin un sentido di-nmico: al referirse el Hijo al Padre mediante esta partcula se nosmuestra al Padre como principio sin principio. El ser del Hijo consiste,pues, en estar prov~ tovn Patevra. Cristo, el Hijo de Dios, es Dios ypor esto es igual al Padre de tal modo que no creer en l es no creer en

    el Padre129 y as al no creerle a l ofendieron tambin al Padre130.El Padre y el Hijo son uno, tienen la misma naturaleza divina y porello tienen el mismo sentir y parecer (oJmognwvmwn)131. El Hijo (encuanto Dios), no tiene otra voluntad (qevlhma) que la del Padre132,pues, como hemos visto, es igual a l. Hay en ellos un slo deseo(bouvlhma en)133 que es posesin de ambos y que el Hijo tiene no

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    como algo aadido ya que el Padre posee su mismo querer 134. Esta

    idea viene expresada por el participio del verbo bouvlomai135. Exis