san cipriano

24
LA UNIDAD DE LA IGLESIA. Las herejías y los cismas. El Señor nos exhorta, para que conservemos la inocencia, que seamos sencillos y prudentes a la vez (1), puesto que siendo precavidos y manteniéndonos vigilantes descubriremos las asechanzas del enemigo (2), poniéndonos en guardia prontamente. Así entonces, revestidos de Cristo y de las armas de la luz (3), aseguraremos la salvación. No debemos temer demasiado al enemigo que ataca abiertamente, pues así la precaución es más fácil y, por consiguiente, el defenderse; sino que, hemos de temer más al que, acercándose furtivamente y bajo apariencias de paz, trata de seducir con palabras engañosas tal como lo hizo el demonio bajo la forma de una serpiente, con nuestros primeros padres, en el Jardín del Edén (4). Lo mismo intentó hacer con Nuestro Señor, se acercó solapadamente con el fin de engañar, pero fue descubierto, rechazado y derrotado (5). Debemos, entonces, seguir el ejemplo de Cristo vencedor (6) para no caer nuevamente en los lazos de la muerte y mantener la inmortalidad que hemos recibido. Mas, esto sólo lo lograremos -como el mismo Cristo nos lo advierte-, si guardamos sus mandamientos (6). El Señor también nos dice " el que escucha mis palabras y las pone en práctica edifica sobre roca" (7). Nosotros, desde luego, debemos seguir sus palabras: aprender todo lo que El enseñó y hacer todo lo que El hizo, porque ¿ cómo pretende obtener la salvación quien no quiere cumplir lo que Cristo mandó ?, o también, ¿ cómo podrá mantenerse en el verdadero camino que conduce a la salvación, quien dice que cree en Cristo pero no quiere ser fiel a sus mandatos ? Necesariamente se perderá porque ha equivocado el camino recto.

Upload: roberto-aguirre

Post on 19-Dec-2015

26 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

Reseña

TRANSCRIPT

Page 1: San Cipriano

LA UNIDAD DE LA IGLESIA.

Las herejías y los cismas.

El Señor nos exhorta, para que conservemos la inocencia, que seamos sencillos y prudentes a la vez (1), puesto que siendo precavidos y manteniéndonos vigilantes descubriremos las asechanzas del enemigo (2), poniéndonos en guardia prontamente. Así entonces, revestidos de Cristo y de las armas de la luz (3), aseguraremos la salvación.

No debemos temer demasiado al enemigo que ataca abiertamente, pues así la precaución es más fácil y, por consiguiente, el defenderse; sino que, hemos de temer más al que, acercándose furtivamente y bajo apariencias de paz, trata de seducir con palabras engañosas tal como lo hizo el demonio bajo la forma de una serpiente, con nuestros primeros padres, en el Jardín del Edén (4). Lo mismo intentó hacer con Nuestro Señor, se acercó solapadamente con el fin de engañar, pero fue descubierto, rechazado y derrotado (5).

Debemos, entonces, seguir el ejemplo de Cristo vencedor (6) para no caer nuevamente en los lazos de la muerte y mantener la inmortalidad que hemos recibido. Mas, esto sólo lo lograremos -como el mismo Cristo nos lo advierte-, si guardamos sus mandamientos (6).

El Señor también nos dice " el que escucha mis palabras y las pone en práctica edifica sobre roca" (7). Nosotros, desde luego, debemos seguir sus palabras: aprender todo lo que El enseñó y hacer todo lo que El hizo, porque ¿ cómo pretende obtener la salvación quien no quiere cumplir lo que Cristo mandó ?, o también, ¿ cómo podrá mantenerse en el verdadero camino que conduce a la salvación, quien dice que cree en Cristo pero no quiere ser fiel a sus mandatos ? Necesariamente se perderá porque ha equivocado el camino recto.

Por tanto, no sólo hay que cuidarse de los peligros evidentes sino también de aquellos que astutamente atacan de manera encubierta para ocasionar un daño más grave.

¿ Y quién más astuto que aquel enemigo derrotado por Cristo ?, quien ante la serie de prodigios realizados en el nombre del Señor -con los que manifestaba a los hombres que el día de su redención había llegado- y viendo que crecía de un modo admirable el número

Page 2: San Cipriano

de los creyentes, se inventa una nueva forma de engañar a los cristianos, escondiéndose bajo el mismo nombre de cristiano.

(1) Cfr. Mt 10, 16.(2) San Cipriano llama al demonio enemigo, diablo y, a veces, serpiente.(3) Cfr. Ga 3, 27; Rm 13, 12. 14.(4) Cfr. Gen 3, 1 ss.(5) Cfr. Mt 4, 1 ss.(6) Cfr. Mt 19, l7.(7) Cfr. Mt 7, 24 ss.Surgen así la herejía y los cismas (8) como la manera más directa de corromper la doctrina cristiana, tergiversar la fe y romper la unidad de la Iglesia. De modo que muchos cristianos, habiéndose liberado de las antiguas tinieblas del error, caen en nuevas tinieblas por las que creen caminar poseyendo la luz sin mantenerse en el Evangelio de Cristo ni en la observancia de la ley.

Todo esto lo realiza aquel enemigo seductor y embustero, según san Pablo (9), transformado en ángel de la luz, disfrazando a sus ministros como ministros de la justicia para que, engañando con apariencias, sutilmente tergiversen la verdad.

Esto ocurre porque no se vuelve al origen de la verdad, ni se observa la doctrina del maestro celestial (10).

La unidad de la Iglesia.

La demostración de estas cosas, de acuerdo con la fe es fácil, por la simplicidad de la verdad.

Dijo a Pedro el Señor: "Yo te digo que tú eres Pedro y sobre ésta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no la vencerán. A ti te daré las llaves del reino de los cielos y lo que atares sobre la tierra, será atado en los cielos y lo que desatares sobre la tierra será desatado en los cielos"(11).

Sobre uno solo edifica la Iglesia; y, aunque después de su resurrección, el Señor conceda la misma potestad a todos los apóstoles diciendo: "Como el Padre me envió, así también os envío Yo: "Recibid el Espíritu Santo: A quienes les perdoneis los pecados les quedarán perdonados y a quienes se los retuvieseis, les quedarán retenidos"(12), es únicamente a Pedro a quien, también después de su resurrección, le dice: " Apacienta mis ovejas "(13). Sobre él edifica la Iglesia y a él le manda que apaciente las ovejas, de manera que, tanto Pedro como los demás apóstoles estaban dotados de igual honor y potestad, pero el primado se lo da a Pedro estableciendo

Page 3: San Cipriano

así, con su autoridad, una sola Iglesia y una sola cátedra que explica o da razón de la unidad eclesial.

El que no mantiene la unidad de la Iglesia de Cristo, no puede mantener la fe. Quien se separa de la Cátedra de Pedro, también se separa de la Iglesia.

(8) Cipriano frecuentemente asocia estos dos términos pero no los confunde: en el primero indica una divergencia doctrinal; el segundo más bien la división y la ruptura con la unidad eclesiástica.

(9) Cfr. 2 Co 11, 14.(10)Cipriano indica aquí, como origen y principio de la verdad y

como magisterio celeste, las enseñanzas de la Escritura. En ella encontraremos la prueba fácil de la verdad: las palabras de Jesús a Pedro.

(11) Mt 16, 18 - 19.(12) Jn 20, 21 - 23.(13) Jn 21, 17San Pablo nos enseña y nos muestra el misterio de la unidad: " Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a la que habéis sido llamados. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos " (14).

Los llamados a defender y mantener firme esta unidad son, sobre todo, los Obispos, puesto que presiden la Iglesia. Además, con esta acción, demuestran que el episcopado también es uno solo e indiviso.

La Iglesia, aunque se encuentre extendida por todo el mundo, es una sola. Al igual que, aunque las ramas de un árbol son muchas uno solo es el tronco; o aún cuando sean muchos los riachuelos, todos fluyen de un solo manantial; así también la Iglesia, inundada con la luz del Señor y guiada por el Espíritu Santo, esparce su luz por doquier sin que se divida su unidad.

Además, si una rama se separa del tronco se seca y no da fruto, si cortamos el cauce del riachuelo separándolo del manantial que lo origina, se seca; todo esto sin que el tronco y el manantial se vean afectados; así mismo, la unidad de la Iglesia no se ve afectada por la deserción de unos " malos hijos ", que desconocen a la Iglesia como nuestra madre en la fe, siendo que en su seno somos engendrados, nos alimenta con su leche y por su espíritu tenemos vida.

En la Iglesia está la salvación.

Page 4: San Cipriano

La Iglesia, esposa de Cristo, nos guarda para Dios y nos conduce al reino de los hijos, que ha engendrado. Así, quien se separa de la Iglesia se convierte en su enemigo y en un sacrílego: " No puede tener a Dios por Padre quien no tiene a la Iglesia por Madre " (15). Tampoco alcanzará los premios de Cristo pues el mismo Señor nos lo advierte cuando dice: " El que no está conmigo, está contra mí, y quien conmigo no recoge, desparrama " (16)

Cipriano es aún más radical cuando afirma: "Sólo si alguien pudo salvarse fuera del arca de Noé, también se salvará quien estuviera fuera de la Iglesia" (17).

Dice el Señor: " Yo y el Padre somos uno (18) y además, está escrito del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo que " los Tres son Uno " (19). Pues bien, se equivoca quien cree que esta unidad que proviene de la firmeza de Dios puede romperse y escindirse en la Iglesia, por ciertos conflictos derivados de voluntades que se contraponen (20).

(14) Ef 4, 4 - 6.(15) Esta fórmula de Cipriano ha sido inmortalizada por la Tradición

y ha llegado a ser clásica por su profundo contenido. (16) Mt 12, 30.(17) Nadie pudo salvarse fuera del arca; igualmente nadie se salvará

fuera de la Iglesia. Por tanto, el arca es figura y prototipo de la Iglesia.

(18) Jn 10, 30.(19) 1 Jn 5, 7.(20) Para Cipriano, la Iglesia es el reflejo de la Santísima Trinidad y

la compara, en su unidad, a la perfecta Unidad divina. La túnica de Cristo, símbolo de la unidad.

De la misma manera que en el Calvario, la túnica de nuestro Señor Jesucristo, por ser tejida de una sola pieza, no se la divide ni desgarra sino que, a quien le toca en suerte, la recibe íntegra (21). Así también quien se haya revestido de Cristo (22) no puede romper la unidad y dividir su Iglesia porque la recibió como algo sólido e indisolublemente estable.

Con esta imagen y símbolo de su vestidura, inconsútil y tejida de una sola pieza, que no puede ser dividida por quienes la poseen, quiso el mismo Señor revelarnos la unidad de la Iglesia.

Los símbolos del Antiguo Testamento.

¿ Quién será tan malvado e impío que crea que puede romperse o que quiera atreverse a romper la unidad de Dios, de la Iglesia de Cristo ?.

Page 5: San Cipriano

El mismo Señor Jesucristo nos lo enseña en su Evangelio: " ... y habrá un solo rebaño y un solo pastor" (23). Por tanto, no puede haber muchos pastores o muchos rebaños.

En el antiguo testamento, a Rajab, en quien estaba prefigurada la Iglesia, se le dice: " Reunirás a tu padre y a tu madre, a tus hermanos y a toda la casa de tu padre junto a ti, en tu misma casa; y sucederá que el que salga fuera de las puertas de tu casa, se constituirá culpable por su cuenta " (24).

También la celebración de la Pascua en el libro del Exodo implica que el Cordero, que es sacrificado como figura de Cristo, sea comido en una sola casa, sin arrojar fuera nada de carne (25). Esto quiere decir que, la carne de Cristo y las cosas santas del Señor no pueden ser arojadas fuera, puesto que no existe otra casa para los creyentes más que la única Iglesia.

Es en la Casa de Dios, en la Iglesia de Cristo, donde habitan los que tienen una sola alma, soportándose mutuamente y esforzándose en mantenerse unidos en un mismo sentir y en un mismo pensar (26).

El ejemplo de la paloma.

El Espíritu Santo vino en forma de paloma (27) porque ésta es un animal sencillo y alegre que se siente a gusto allí donde habitan los hombres y sólo conoce la compañía de una casa.

(21) Jn 19, 23 ss.(22) Cfr. Ga 3, 27; Rom 13, 14.(23) Jn 10, 16.(24) Jos 2, 18 s.(25) Ex 12, 46.(26) 1 Co 1, 10.(27) Mt 3, 16.Las palomas alimentan juntas a sus crías y siempre se movilizan a otros sitios volando en grupo.

Esta sencillez de las palomas es la que debe vivirse al interior de la Iglesia y la caridad que debe lograrse será: una caridad que imite la sencillez de las palomas, la mansedumbre de los corderos (28) y la dulzura de las ovejas (29).

Porque en un corazón cristiano no tienen cabida la fiereza de los lobos, el veneno mortal de las serpientes o la sanguinaria crueldad de las bestias, hay que dar gracias a Dios que estos estén fuera de la Iglesia; de manera que, las palomas, corderos y ovejas se vean preservados de su venenoso contagio.

Page 6: San Cipriano

Y, así como no pueden coexistir lo dulce y lo amargo, la luz y la oscuridad, la guerra y la paz, la tempestad y la calma; los buenos no pueden separarse de la Iglesia porque a los árboles bien plantados y con raíces profundas no los arranca la tormenta, sino a los árboles endebles. A éstos se refiere el apóstol Juan cuando dice: "salieron de entre nosotros, porque no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros " (30)

Las herejías menoscaban la fe de los creyentes.

De aquí han surgido frecuentemente las herejías, puesto que una mente perversa no fomenta la paz ni la unidad. Pero Dios permite que sucedan estas cosas, respetando la libertad de cada uno, pues como dice San Pablo, es " para que se ponga de manifiesto quienes son de probada virtud entre vosotros " (31)

De este modo, pues, son probados los fieles y desenmascarados los culpables. Estos últimos, sin ninguna disposición por parte de Dios, se colocan como jefes de determinados grupos; usurpan el título de Obispos, sin que nadie les haya dado el episcopado y " se sientan en la cátedra de la pestilencia " (32) para vomitar el veneno mortal de sus pestíferas lenguas y corromper la verdad, confundiendo a los fieles.

Contra todos ellos clama el Señor y trata de mantener a su pueblo alejado de sus engañosos discursos, diciendo: " no escuchéis las palabras de los falsos profetas, porque os están embaucando contando sus propias fantasias y no lo que proviene de la boca de Yahveh ... Yo no envié a esos profetas. Ellos han profetizado por su cuenta. Si se hubieran mantenido en mi consejo, harían oir mi Palabra a mi pueblo y le harían volver de su mal camino y de sus malas acciones " (33)

A estos mismos se refiere de nuevo el Señor cuando los increpa diciendo: "Doble mal ha hecho mi pueblo: a Mí me dejaron, Manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas agrietadas que el agua no retienen " (34)

(28) Lc 10, 3.(29) Jn 21, 15 - 17.(30) 1 Jn 2, 19.(31) 1 Co 11, 19.(32) Cfr. Sal 1, 1.(33) Jr 23, 16; 21 - 22.(34) Jr 2, 13." Han abandonado la fuente de la vida y prometen la gracia del agua de vida y la salvación. Piensan que pueden bautizar, cuando no hay más que un solo Bautismo. A quienes han bautizado sólo los han ensuciado mucho más y han incrementado sus pecados. ¿ Cómo se

Page 7: San Cipriano

puede pretender ser hijo de Dios sin haber nacido de la Iglesia ? y ¿ Cómo puede la herejía generar hijos de Dios para Cristo, cuando no es la esposa de Cristo ?. Este nacimiento no engendra hijos para Dios sino para el diablo, porque son nacidos de la mentira y, por ser procreados por la infidelidad, pierden la gracia de la fe " (35).

Dondequiera que haya dos o tres reunidos ...

Ahora bien, no engañen a algunos con sus falsas interpretaciones de la Escritura, sacando las frases o palabras del contexto para interpretarlas a su conveniencia.

Cuando el Señor dice: " Dondequiera que haya dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos " (36), antes de esto les aconseja a sus discípulos la concordia y la paz: " Si dos de vosotros -dice- se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos (37). Porque dondequiera que ... "

El Señor pone primero la unidad de almas, mostrando así que lo que se concede no obedece a la multitud sino, a la concordia de los que oran.

Entonces, ¿ cómo podrán reunirse en el nombre de Cristo, dos o tres que están separados de Cristo y su Evangelio; que no están de acuerdo con el cuerpo mismo de la Iglesia ?.

Esta recomendación la da el Señor, hablando de su Iglesia, a quienes están en su Iglesia. Así salvaguardó la integridad de los tres jóvenes que estaban en medio de las llamas, porque eran humildes y sencillos ante Dios y permanecían unidos entre sí (38). De igual forma, El mismo se hizo presente para liberar a los dos apóstoles que estaban encerrados en la cárcel (39), porque eran sencillos y se mantenían unidos.

El mismo Señor nos dice que , si cuando presentamos una ofrenda en el altar recordamos que estamos enemistados con un hermano nuestro, dejemos allí la ofrenda y vayamos primero a reconciliarnos con el hermano, para que, a su vez, en paz con él, presentemos a Dios nuestra ofrenda (40).

Así entonces, ¿ qué paz pueden esperar quienes están enemistados con sus hermanos ? o ¿ acaso piensan que está Cristo con ellos, cuando están reunidos fuera de la Iglesia de Cristo ?.

Page 8: San Cipriano

(35) En relación al bautismo administrado por los herejes, Cipriano lo considera nulo, confundiendo la licitud con la validez.

(36) Mt 18, 20.(37) Mt 18, 19.(38) Dan 3, 49 s.(39) Hech 5 17 - 21.(40) Mt 5, 23 s.

El cristianismo está en la unidad y en el amor.

Estos, aunque dieran su vida en nombre de Cristo, no lavarían la mancha de su pecado ni siquiera con su propia sangre, porque es tan grave el pecado de la discordia que ni con el martirio se perdona.

No puede ser mártir quien no está en la Iglesia, porque no ha mantenido la caridad fraterna; no ha querido vivir bajo los vínculos del amor y la caridad. Y ya lo dice el apóstol: " Aunque tuviera una fe como para trasladar montañas, aunque tuviera el don de profetizar, aunque repartiera todos mis bienes y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, de nada vale todo aquello " (41).

La caridad no se acabará nunca (42). Y quien no tiene caridad, no tiene a Dios porque Dios es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él " (43).

Aunque ardan sus cuerpos en las llamas o sean arrojados a las bestias, no alcanzarán la corona de la gloria. Incluso podrán confesar que son cristianos pero, igual que el diablo, son unos mentirosos, porque el mismo Cristo nos lo advierte: "muchos vendrán usurpando mi nombre y diciendo: Yo soy Cristo, y engañarán a muchos" (44). Y, puesto que el diablo no es Cristo, así tampoco es cristiano quien no permanece en la verdad de la fe y del evangelio de Cristo.

Ciertamente es admirable y portentoso arrojar demonios y hacer grandes milagros aquí en la tierra, pero, no todo el que realice esto alcanzará elreino de los cielos. Ya lo afirma el Señor cuando dice: " muchos me dirán aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?Y entonces Yo les diré: ¡ jamás os conocí; apartaos de mí los que obráis la maldad !" (45).

Es necesario, pues, observar los preceptos y advertencias del Señor, para que nuestros méritos reciban su recompensa. Porque, ¿qué unidad conserva o qué amor se propone guardar quien divide a la Iglesia, destruye la fe y, perturba la paz y la caridad?

Page 9: San Cipriano

Los signos de los tiempos.

Este mal, amadísimos hermanos, empezó hace ya mucho tiempo, pero ha crecido tanto que han comenzado a brotar y a propagarse los malos venenos de las perversas herejías y de los cismas, pues convenía que ocurriera así hacia el fin del mundo (46), según nos lo anuncia el Espíritu Santo por medio del apóstol: " en los últimos días sobrevendrán tiempos difíciles..." (47).

(41) 1 Co 13, 1 - 3.(42) 1 Co 13, 8.(43) 1 Jn 4, 16 b.(44) Mc 13, 5 s.(45) Mt 7, 22 s.(46) Cipriano, al igual que muchos cristianos de los primeros siglos,

creía que el fin del mundo estaba próximo. (47) 2 Tim 3, 1 - 9.

En efecto, se han de cumplir todas las cosas que han sido anunciadas. Acercándose ya el fin del mundo, crece más el engaño, prende la envidia, ciega la concupiscencia, hincha la soberbia, exaspera la discordia y arrebata la ira.

El deber de apartarse de los cismáticos disidentes.

A nosotros , sin embargo, no debe inquietarnos el observar tanta maldad, sino que nuestra fe debe robustecerse al comprobar que se cumple lo ya anunciado.

Hay que: a) evitar el contacto con estos hombres apartándolos de nuestro lado porque " si un ciego guia a otro ciego, ambos caerán en el hoyo " (48); y, b) " rodear nuestros oídos con espinos y no escuchar la lengua perversa (49), porque las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres (50) ".

Hay que apartarse y huir de todo aquel que se haya separado de la Iglesia porque es un pecador y un pervertido que se ha condenado por sí mismo (51). El que levanta sus armas contra la Iglesia, oponiéndose a lo establecido por Dios, despreciando a los Obispos y abandonando a los Sacerdotes de Dios, con su temeraria conducta acarrea sobre sí el castigo divino.

Castigo de los revoltosos en el Antiguo Testamento.

Page 10: San Cipriano

Coré, Datán y Abirón, se enorgullecieron y se alzaron contra Moisés y Aarón intentando arrogarse la potestad de ofrecer sacrificios, pero Dios, indignado, los castigó por su osadía haciendo que la tierra se abriera y los tragase vivos con todas sus familias y sus bienes. Y, a sus doscientos cincuenta colaboradores, cómplices de su locura, envió un fuego devorador que los consumió instantáneamente (52).

Del mismo modo, Dios castigó con la lepra al rey Osías, cuando, a pesar de no ser Sacerdote ni tener la potestad de sacrificar, quiso quemar incienso en el templo de Yahveh -esta función le correspondía a los hijos de Aarón, que eran Sacerdotes consagrados para quemar el incienso- . Habiendo ofendido al Señor fue marcado con la lepra en la frente, precisamente en la parte del cuerpo que son signados los que se hacen dignos del Señor. Así quedó leproso hasta el día de su muerte (53).

También los hijos de Aarón: Nadab -su primogénito- y Abihú, fueron castigados por presentar delante del altar de Yahveh un fuego profano, en el desierto del Sinaí. Murieron instantáneamente ante la presencia del Señor (54).

(48) Mt 15, 14.(49) Si 28, 28.(50) 1 Co 15, 33.(51) Cfr. Tt 3, 11.(52) Nm 16.(53) 2 Cro 26, 16 - 23.(54) Nm 3, 4.

Gravedad del pecado contra la unidad.

A estos siguen e imitan en su obrar todos aquellos que despreciando los mandamientos divinos, introducen novedosas doctrinas inventadas por los hombres, mereciendo la censura del Señor en el Evangelio: " Dejando el precepto de Dios , os aferráis a la tradición de los hombres " o, " Violan el mandamiento de Dios para conservar vuestra tradición " (55).

De estos también profetizó Isaías, cuando dijo: " Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de Mí ". En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres " (56).

Este crimen es peor que el que cometieron los lapsos (57), porque siquiera éstos, reconociendo su pecado, lo lamentan y lloran; pero, aquellos que corrompen la doctrina y fomentan la división, se enorgullecen de su pecado y, no contentos con esto, arrancan los

Page 11: San Cipriano

hijos de la madre, dispersan las ovejas de entorno al pastor y destruyen los sacramentos de Dios.

El lapso pecó una vez pero, el otro, lo hace todos los días. Por tanto, aunque ambos sufran el martirio, el lapso puede alcanzar la salvación eterna pero no el hereje, por encontrarse fuera de la Iglesia.

Incluso entre los confesores (58) hay quienes fomentan la división de la Iglesia. De modo que el ser confesor no le hace inmune a las asechanzas del demonio, ni le libra de caer en graves faltas que ofenden al Señor como estupros, adulterios, engaños, tal cual se ve ahora en muchos de ellos.

Por eso, para conservar la gracia divina hay que andar por los caminos del Señor. Puesto que el Señor nos advierte: " Mantén con firmeza lo que tienes, para que no sea otro quien reciba tu corona " (59), quien abandona el camino del Señor perderá también su gracia, al igual que le sucedió a Salomón, Rey de Israel (60) .

La sola confesión no asegura ya la corona porque sólo " el que persevere hasta el final, ése se salvará " (61). Por tanto, toda acción que realizas antes del final es sólo un paso más que das en pos de la salvación pero no el último.

Que el confesor no se sienta seguro pues, por el mismo hecho de haber confesado la fe, el enemigo se siente mayormente provocado. Conviene pues que se mantenga firme en el Evangelio, por el que ha conseguido la gloria del Señor. Recuerde que a quien mucho se le da, mucho se le exigirá (62). (55) Mc 7, 8 - 9. (56) Is 29, 13.(57) Este nombre se utiliza para indicar a los que renegaron de la fe

durante las persecuciones.(58) Se denomina confesores a todos aquellos que durante las

persecuciones confesaron públicamente su fe pero no sufrieron el martirio.

(59) Ap 3, 11.(60) 1R 11, 1 ss.(61) Mt 10, 22.(62) Lc 12, 48.El confesor, a imitación de su Maestro, debe ser humilde, modesto y ejemplar en su comportamiento porque " todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado " (63). Uno que es confesor de Cristo no puede amar la soberbia: " revestíos todos de humildad en vuestras mutuas relaciones, pues Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes " (64).

Page 12: San Cipriano

Tampoco, quien confiesa a Cristo, puede blasfemar después contra la majestad y dignidad de Cristo. Quien con su lengua ha confesado a Cristo y luego, con la misma, vierte veneno contra sus hermanos en la fe y los Sacerdotes de Dios, echando a perder su confesión con una mala conducta y abandonando la Iglesia donde llegó a ser confesor, sólo ha logrado aumentar los motivos para su condenación eterna. Porque así como el Señor eligió entre sus apóstoles a Judas, pero éste terminó entregándolo para que lo mataran; y, a pesar de que Judas, traicionando a su Maestro, se separó del grupo, la fe de los apóstoles no se vino abajo. Así mismo, la firmeza, unidad y dignidad de los confesores no se ha resquebrajado por haberse roto la fe de alguno de ellos. Porque, " si algunos de ellos son infieles, no por su infidelidad cambiará la fidelidad de Dios, puesto que Dios siempre es veraz y, en cambio, todo hombre es mentiroso " (65).Hacen bien los confesores que se mantienen firmes en su fe y en la verdad de la Ley del Señor, en alejarse de aquellos que se han separado de la paz de la Iglesia. Se hacen también dignos de alabanza, por conservar la paz de Cristo y por mantenerse iluminados con la luz del Evangelio.

Por eso, os exhorto amadísimos hermanos a que os apartéis de todos aquellos que se obstinan en andar por el camino equivocado (66), no sea que por juntarse con ellos -que vagan por las sendas del error y el engaño-, se haga uno también culpable de este crimen, desviándose del camino recto. ¡ Que no se pierda ninguno de los hermanos y que todo el pueblo sea reunido en el amoroso seno de nuestra madre ! (67).

Hay un solo Dios, un solo Cristo, una sola Iglesia, una sola fe y un solo pueblo, conjuntado todo en la sólida unidad de un cuerpo mediante el vínculo de la concordia de manera que, quien se separa del tronco vital, necesariamente morirá porque le faltará el soporte de la vida.

El ideal de la paz y de la concordia.

" La paz os dejo, mi paz os doy " (68). Esta es la herencia que el señor nos dejó. De manera que la consecución de todos los dones y gracias que El nos prometió, dependen de la conservación de la paz.

Si somos herederos de Cristo, permanezcamos en la paz de Cristo. Y, trabajemos por la paz para que merezcamos ser llamados hijos de Dios (69).

(63) Lc 18, 14.(64) 1 P 5, 5.(65) Rom 3, 3 s.

Page 13: San Cipriano

(66) 2 Tes 3, 6.(67) Cuando Cipriano menciona a la Madre, se refiere a la Iglesia.(68) Jn 14, 27.(69) Mt 5, 9.Sólo si somos pacíficos, mansos de corazón y sencillos en el hablar, viviremos fielmente unidos entre sí como verdaderos hermanos.

Esta unidad ya existía en tiempos de los apóstoles, al interior de la primera comunidad cristiana, como lo reseña la escritura: " la multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma " (70); o, " todos ellos perseveraban en la oración con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres; de María, la Madre de Jesús y, de sus hermanos " (71). Porque oraban unidos, sus oraciones eran eficaces.

Pero ahora, entre nosotros se ha debilitado tanto esta unidad que hasta la generosidad se ha visto menguada.

Los primeros cristianos vendían todas sus propiedades y ponían el dinero a disposición de los apóstoles para que sea repartido a cada uno según sus necesidades (72). En cambio ahora, desoyendo el consejo del Señor que nos dice: " Vended vuestros bienes y dad limosnas para que acumuléis tesoros en el cielo " (73), no damos ni siquiera el diezmo y, más bien, incrementamos nuestros patrimonios debilitando con nuestra actitud la fe de los creyentes.

Por eso, bien dijo el Señor: " Cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará fe en la tierra? (74). Con tristeza vemos que se está cumpliendo lo que El predijo, puesto que se vive sin temor de Dios. No se teme los suplicios que sobrevendrán a los incrédulos y los castigos reservados a los malvados (75). No tenemos fe; si la tuviéramos, si creyéramos en lo que el Señor nos dice, tendríamos temor de ofenderle y obraríamos rectamente.

Por tanto hermanos, " teniendo en cuenta el momento en que vivimos, es hora ya de levantaros del sueño, porque la salvación está más cerca de nosotros " (76). Es necesario que permanezcan vigilantes, con las cinturas ceñidas y las lámparas encendidas, esperando que vuelva nuestro Señor, para que así, cuando El llegue y llame ( a la puerta), al instante le abran (77).

Si al volver repentinamente el Señor, encuentra nuestra fe en vela, recibirá de su parte el premio a la vigilancia y, por haber permanecido fieles reinaremos con El para siempre.

Page 14: San Cipriano

(70) Hch 4, 32.(71) Hch 1, 14.(72) Hch 4, 34 s.(73) Lc 12, 33 s.(74) Lc 18, 8.(75) Cipriano alude al fin del mundo que, según supone, está muy

próximo.(76) Rom 13, 11.(77) Lc 12, 35 - 40.

LA UNIDAD DE LA IGLESIA

( De catholicae Ecclesiae unitate )

SAN CIPRIANO.

Trabajo realizado por :

SEGUNDO TIRSO VARELA POLO

PATROLOGIA.

PROFESOR: Don Domingo Ramos-Lissón.

Page 15: San Cipriano

PAMPLONA - NAVARRA

ESPAÑA

Diciembre de 1996.

INTRODUCCION

Cecilio Cipriano, apellidado Tascio, cuyo nombre completo tal como se cita en algunas obras es Thascius Caecilius Cyprianus -Thascius parece haber sido su apodo-, nació probablemente entre los años 200 y 210, en Cartago, en el Africa Proconsular. De ricos padres paganos, por pertenecer a una familia de la alta burguesía vivió y creció rodeado de muchas comodidades.

Estudió Retórica. Llegó a tener una formación literaria muy grande y un elevado nivel expresivo, matizado de mucha elocuencia y vivacidad.

Entregado a las diversiones -según sus propias palabras- " yacía en tinieblas sin saber el significado de mi vida " (1), hasta que se convirtió al cristianismo luego de leer el Evangelio, por sugerencia del presbítero Ceciliano, amigo suyo.

Recibió el Bautismo, hacia el año 246, con tal disposición que, " incluso a él le parecía increíble una conversión así "(2). Su propio testimonio escrito ha quedado perennizado en la historia de la Iglesia, como para mostrar lo que puede lograr la gracia divina si la dejamos actuar en nosotros: " Después que el agua regeneradora ( del Bautismo) lavó mis manchas del pecado, en mi corazón transformado y purificado, llovió la luz de lo alto... , se me aclaró toda duda, y me pareció fácil lo que antes me resultaba difícil, y posible lo que consideraba imposible "(3). Desde ese

Page 16: San Cipriano

día se propone vivir plena y exclusivamente entregado al evangelio cumpliendo estrictamente los preceptos cristianos.

Poco tiempo después de su Bautismo, en el 249, es elegido Obispo de su ciudad natal, Cartago y, no pasaría sino sólo un año para que tenga que enfrentarse a una de las pruebas más duras de su vida: la persecución de Decio. Esta sacudió hasta los cimientos a la comunidad africana, puesto que así como hubo varios mártires que dieron testimonio de Cristo con su vida, también hubo muchos cristianos que, para salvarse, renegaron de su fe.

La persecución de Decio (250), interrumpió pronto su gran actividad pastoral, viéndose obligado a esconderse en las cercanías de la ciudad, aunque siempre se mantuvo en contacto con sus fieles, para animarles a mantenerse firmes en la fe. Pero, unida a esta calamidad, surge una controversia que va a asestar otro duro golpe a la, ya de por sí, perseguida y maltratada Iglesia africana, como es el cisma provocado por la readmisión - en el seno de la Iglesia-de muchos cristianos que durante la persecución habían apostatado.

Cipriano, a pesar de habérselo pedido los confesores, se opuso a la reconciliación inmediata de los lapsos; entonces se formó un partido con el diácono Felicísimo a la cabeza, al cual se unieron no sólo los descontentos, sino también cinco Sacerdotes que ya antes se habían opuesto a la consagración episcopal de Cipriano.

(1 ) A Donato, 3.(2) Ibid.(3) Ibid, 3 - 4Uno de estos, Novato, se fue a Roma para apoyar el cisma de Novaciano. Después de la muerte del emperador Decio, al fin, en la primavera del 251 pudo Cipriano regresar a Cartago. Se pregunta entonces, qué hacer con los que habían apostatado. Celebró un Sínodo en Cartago, expulsó de la Iglesia a los jefes del partido rebelde y, estableció que los sacrificati y thurificati, aunque convertidos, debían someterse a una penitencia severa o muy dura, para que se los pueda reintegrar en el seno de la Iglesia; dejando abierta la posibilidad de que en caso de sobrevenir una nueva persecución, podía administrárseles la Eucaristía, aún antes de terminarse el período fijado para la penitencia.

Entre los años 252 - 254 se desató una terrible peste que devastó el Imperio Romano, la que también abatió la ciudad de Cartago y acarreó a los cristianos de Africa nuevos sufrimientos y nuevas persecuciones, debido a que los paganos echaron la culpa de esta calamidad a los cristianos.

Cipriano organizó vigorosamente el servicio de enfermería para la comunidad , exhortando a los cristianos a que tengan una gran caridad con los apestados. Esta actitud ejerció un influjo benéfico

Page 17: San Cipriano

incluso en la moral de sus conciudadanos paganos, al ver el heroico comportamiento de Cipriano y los cristianos en la atención de los enfermos.

Sus últimos años, a partir del año 255, fueron bastante agitados para El, a causa de la controversia que surgió en torno al bautismo administrado por los herejes. Cipriano presidió tres Concilios celebrados en Cartago entre los años 255 y 256, en donde se resolvió que el bautismo administrado por los herejes no es válido porque nadie da lo que no tiene: los herejes no tienen fe, por tanto no la pueden dar. Esta resolución fue comunicada prontamente al Papa Esteban el mismo que contestó, criticando agriamente la posición adoptada por Cipriano. Pero, aunque el Papa rechazó la decisión de la Iglesia de Africa y las relaciones se hicieron muy tensas, sin embargo, Cipriano permaneció firme en sus ideas, sin llegar a la ruptura (Esta controversia terminaría con la muerte de ambos acaecida poco tiempo después).

Posteriormente se dió una explicación diciendo que, el hereje no es el que da la fe sino Cristo (como dice San Agustín: no es el hombre quien bautiza sino Cristo mismo en la persona del Ministro), por tanto, no había ninguna objeción en el bautismo de los herejes.

En esta época se desató la persecución de Valeriano (emperador durante 253 - 260) y el Papa san Esteban murió martir en el año 257. Poco después Cipriano fue desterrado y, luego, decapitado fuera de la ciudad, el 14 de Septiembre del 258.

COMENTARIO.

La figura de San Cipriano ocupa un sitial destacadísimo dentro de la Iglesia, no solamente por su rectitud de doctrina y celo apostólico sino también por su recia personalidad. Fue fundamentalmente un hombre enérgico y de acción; además, muy equilibrado. Supo enfrentarse a todo tipo de eventos adversos con gran entereza y no rehuyó nunca al sacrificio. Renovó la vida espiritual de su diócesis y ejerció una gran influencia en todo el norte de Africa.

Page 18: San Cipriano

Es, junto a Tertuliano, el otro gran teólogo africano. Su mentalidad no era especulativa sino esencialmente práctica. Teóricamente, tiene influencia de su maestro Tertuliano, pero le supera ampliamente por la mesura, dignidad, equilibrio y constancia de su carácter. Como escritor su pensamiento muchas veces parece influenciado por su maestro, aunque supo mantenerse inmune de los defectos de exageración y unilateralidad propios de éste.

Unía a su talento innato, un estilo más inteligible y más exquisito.

San Cipriano está considerado como uno de los más eminentes escritores eclesiásticos latinos y tanto en la antigüedad como en la edad media sus obras fueron siempre muy leídas. Y, por eso nos han sido transmitidas en muchos manuscritos. Sus cartas, por ejemplo, se conservan en más de ciento cincuenta manuscritos, lamentablemente, no siempre completos.

En el De ecclesiae unitate, compuesto en el año 251, antes de regresar del lugar donde se hallaba oculto durante la persecución de Decio, Cipriano combate el cisma que se había levantado en Cartago por iniciativa del diácono Felicísimo.En ésta obra Cipriano acentúa y demuestra la obligación que tiene todo cristiano de permanecer en la Iglesia Católica si quiere salvarse: "habere non potest Deum patrem qui ecclesiam non habet matrem". Señala que el peor mal que puede haber es romper la unidad de la Iglesia. De todas las obras de San Cipriano, ésta es la que ha tenido una influencia más duradera y, en ella confirma ser un gran defensor de la unidad de la Iglesia, porque separarse de Ella es no conservar la fe ni alcanzar la salvación.

Es impresionante la honda preocupación de Cipriano por la unidad de la Iglesia en su lucha contra los cismas de Novaciano y Felicísimo y, con todo, le encontramos a punto de romper con Roma en la amarga controversia acerca de la validez del bautismo de los herejes. Sólo la rectitud de su conducta le mantuvo fiel a la Iglesia, a su Iglesia, a la que tanto amaba y defendía.

Por todos los aspectos que he mencionado y, sobre todo, por su gran calidad humana unida indisociablemente a su rectitud de doctrina es, en definitiva, uno de los más ilustres Padres de la Iglesia, cuyas obras han sido de obligada consulta por parte del magisterio eclesial, debido principalmente a su gran riqueza doctrinal.

Page 19: San Cipriano

BIBLIOGRAFIA.

- Cipriano: La unidad de la Iglesia. Biblioteca de Patrística.

Edit. Ciudad Nueva, 1991.

- Patrología. Ramón Trevijano.B.A.C., 1994.

- Patrología. Prof. Johannes Quasten.B.A.C., 1991.

- Patrología. Dr. Berthold Altaner.Espasa - Calpe, S. A., 1945.

- Espiritualidad de los primeros Don D. Ramos-Lissón. cristianos. Edic. RIALP, 1979.