salutatio julio agosto 2015 esp

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 1 “153”  Una Misión que nos desborda Queridos hermanos: Cuando recibáis esta carta, la Orden estará celebrando su 47º Capítulo General, en Esztergom (Hungría). Es la última carta del sexenio, y está escrita pensando en la razón de ser de la Orden: la Misión. Las Escuelas Pías, fundadas por San José de Calasanz, nacen en la Iglesia y en la sociedad para impulsar una misión apasionante: la educación integral, desde el Evangelio, de los niños y jóvenes, y de manera especial de los pobres 1 . A esta Misión entregó su vida Calasanz, en cuerpo y alma, y por esta Misión batalló incansablemente hasta conseguir que las Escuelas Pías fueran elevadas a Orden Religiosa. Para esta Misión, los escolapios eran llamados desde tantos lugares para iniciar nuevas fundaciones, ya en tiempos de Calasanz. A esta Misión han entregado su vida tantas generaciones de escolapios. Nada de esto ha cambiado hoy. La Misión nos sigue llamando, a ella entregamos nuestras energías y nuestro tiempo, por ella convocamos a los jóvenes o iniciamos nuevas fundaciones. Y, como siempre, sigue siendo absolutamente necesario que esta Misión sea encarnada por personas capaces de dar la vida porque están centradas en lo esencial, viven en comunidades arraigadas en su único Señor, construyen una Orden religiosa que se siente llamada al discipulado y al testimonio de Aquél que es la razón de todo y comparten sus dones con todas las personas que el único Señor llama y envía a dar lo mejor de sí mismas por el sueño de Calasanz. Quiero basar esta reflexión, enviada a las Escuelas Pías en pleno Capítulo General, en el riquísimo pasaje evangélico narrado en el capítulo 21 de Juan. En él, la Misión es presentada desde la alegoría de la pesca. Era de noche y las cosas no iban bien, pero desde la presencia de Jesús, y siguiendo sus instrucciones, ya con la luz del d ía, la pesca se convierte en extraordinaria: 153 peces, y bien grandes. La Misión sólo da frutos desde Jesús y desde sus claves. Sólo si está impulsadas por personas que lo reconocen como su Señor y que actúan en consecuencia, cambiando lo que deban 1  Constituciones de las Escuelas Pías nº 1. Salutatio Patris Generalis Carta a los Hermanos — Julio Agosto 2015

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Salutatio Julio Agosto 2015 ESP

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    153 Una Misin que nos desborda

    Queridos hermanos:

    Cuando recibis esta carta, la Orden estar celebrando su 47 Captulo General, en Esztergom (Hungra). Es la ltima carta del sexenio, y est escrita pensando en la razn de ser de la Orden: la Misin. Las Escuelas Pas, fundadas por San Jos de Calasanz, nacen en la Iglesia y en la sociedad para impulsar una misin apasionante: la educacin integral, desde el Evangelio, de los nios y jvenes, y de manera especial de los pobres1. A esta Misin entreg su vida Calasanz, en cuerpo y alma, y por esta Misin batall incansablemente hasta conseguir que las Escuelas Pas fueran elevadas a Orden Religiosa. Para esta Misin, los escolapios eran llamados desde tantos lugares para iniciar nuevas fundaciones, ya en tiempos de Calasanz. A esta Misin han entregado su vida tantas generaciones de escolapios.

    Nada de esto ha cambiado hoy. La Misin nos sigue llamando, a ella entregamos nuestras energas y nuestro tiempo, por ella convocamos a los jvenes o iniciamos nuevas fundaciones. Y, como siempre, sigue siendo absolutamente necesario que esta Misin sea encarnada por personas capaces de dar la vida porque estn centradas en lo esencial, viven en comunidades arraigadas en su nico Seor, construyen una Orden religiosa que se siente llamada al discipulado y al testimonio de Aqul que es la razn de todo y comparten sus dones con todas las personas que el nico Seor llama y enva a dar lo mejor de s mismas por el sueo de Calasanz.

    Quiero basar esta reflexin, enviada a las Escuelas Pas en pleno Captulo General, en el riqusimo pasaje evanglico narrado en el captulo 21 de Juan. En l, la Misin es presentada desde la alegora de la pesca. Era de noche y las cosas no iban bien, pero desde la presencia de Jess, y siguiendo sus instrucciones, ya con la luz del da, la pesca se convierte en extraordinaria: 153 peces, y bien grandes. La Misin slo da frutos desde Jess y desde sus claves. Slo si est impulsadas por personas que lo reconocen como su Seor y que actan en consecuencia, cambiando lo que deban

    1 Constituciones de las Escuelas Pas n 1.

    Salutatio Patris Generalis

    Carta a los Hermanos Julio - Agosto 2015

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    cambiar de s mismos. El texto termina en contexto eucarstico y con el envo de Pedro a su misin especfica: apacentar a las ovejas del nico Pastor.

    Inspirado en este texto, y en el hecho de que nos encontremos reunidos en un Captulo General convocado por primera vez en tierras de Europa Central -donde nuestra Orden comenz su dinamismo misionero- y bajo el lema de Discpulos y Testigos, quisiera compartir con todos vosotros cuatro sencillas reflexiones.

    1-La Misin es la razn de ser de la Iglesia2 y de la Orden3. Esta afirmacin, que parece una obviedad, es fundamental para nosotros y para todas las personas e instituciones que comparten, de diversas maneras, nuestra espiritualidad, nuestra vida y nuestra misin. La Orden debe estar en pie de Misin, trabajando para que sta sea cada vez ms calasancia, para que llegue a ms nios y jvenes, para que se sienta ms comprometida con los pobres, para que sea impulsada con ms conviccin, para que sea ms convocante de nuevos escolapios, para que el dinamismo misionero crezca en las Escuelas Pas. No debe estar centrada en s misma, pecando de autorreferencialidad4 personal o institucional, desgastando energas en resolver problemas internos o pensando en s misma en lugar de dedicando su tiempo y sus potencialidades a que los nios reciban el pan de la cultura y de la fe. Sacar consecuencias de esta afirmacin nos ser de gran ayuda.

    2-Tres claves importantes para que la Orden se site en pie de Misin.

    a) En primer lugar, necesitamos vivir la Misin desde su centro. El texto evanglico que inspira esta reflexin es muy claro: slo desde el encuentro con Jess, reconocindole como el centro de todo, y siguiendo sus indicaciones, la Misin tiene xito. Esto supone para nosotros una vida centrada en lo esencial, desde la que es posible trabajar mucho muchsimo- sin que ese trabajo sea o parezca- activismo. La Misin no es nuestra, es de Cristo. Y en ella, nosotros somos colaboradores. Cuando esto se entiende bien, uno se entrega ella con pasin, porque sabe en nombre de Quin la realiza, pero tambin es capaz de dejarla con disponibilidad, porque se sabe simplemente un siervo. Tentaciones que nos hacen sentirnos imprescindibles, dificultad para dejar aquello a lo que hemos dedicado aos, siendo humanas, son signos de que algo est fallando en este tema tan importante.

    b) Los escolapios vivimos e impulsamos la Misin desde la Comunidad, en dinmica comunitaria. Siempre ha sido as, y cuando esto se diluye, las cosas no funcionan. Es impresionante, y muy aleccionador, leer lo que insiste Calasanz en este asunto5. Buena parte del testimonio evanglico que pueden dar nuestras comunidades pasa por asumir este desafo: la comunidad es el mbito desde el que pensamos, planeamos, definimos y animamos la misin. Hoy da esto lo podemos vivir desde diversos niveles de comunidad, pero sea cual sea la referencia, la Misin escolapia, como la Misin de la Iglesia, se vive y se impulsa en comunidad. Por eso, cuando observamos dificultades para trabajar en equipo o cuando nos cuesta situarnos en los proyectos comunes de misin, algo est fallando. Y no es algo poco importante.

    c) La misin concreta no siempre sale bien, pero debemos vivirla como parte de la Misin por

    excelencia, la construccin del Reino de Dios. Recuerdo con cario lo que me deca uno de

    2 Pablo VI: Evangelii Nuntiandi n 14. 3 46 Captulo General de las Escuelas Pas, ao 2009: Ministerio y crecimiento de la Orden, n 3. 4 Francisco: Evangelii Gaudium n 94 y 95 5 San Jos de Calasanz: Estoy seguro de que si estn unidos causarn gran provecho en los alumnos, y muy poco si estn desunidos (EP 1444); Estando unidos en el servicio a los alumnos haremos un grande servicio a Dios (EP 2772)

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    nuestros misioneros en Japn ya fallecido-, un tanto decepcionado porque en tantos aos de misin en aqul pas slo haba conseguido dos o tres conversiones, personas a las que haba acompaado al Bautismo. Pero luego l mismo rebobinaba su reflexin y deca: bueno, slo el Seor sabe los caminos del Reino, yo seguir trabajando. Seguro que habr discutido ya ms de una vez de este asunto con San Francisco Javier, si es que no se ha atrevido a ir ms arriba, que es muy capaz No trabajamos en la Misin porque es fcil, o porque los resultados son buenos, sino porque es necesario y el Seor nos enva. No nos vamos de los lugares en los que la Misin es ms dura hacia otros en los que parece que los frutos son ms visibles. Esto no est ni en el Evangelio ni en las Constituciones. Muy al contrario, renovamos nuestro compromiso, pensamos de modo nuevo, gastamos tiempo en hacer planes y proyectos, pero tambin lo hacemos sabiendo que es el Seor el que da el crecimiento6. Parafraseando a San Agustn, trabajemos como si todo dependiera de nosotros, sabiendo que todo depende de Dios.

    3-Algunos acentos que hoy debemos reflexionar.

    Eso de recalcar acentos que hoy son importantes es un riesgo. Porque siempre te dejas alguno, y porque si pones muchos, la reflexin pierda capacidad de aportar porque no se puede trabajar con muchas prioridades. Por eso, me animo a proponer slo cuatro, y a hacerlo de modo breve.

    a) Busquemos una Misin Escolapia capaz de nuevas respuestas y opciones que brotan, y claramente, del carisma de Calasanz. Si somos capaces de detectar nuevas necesidades educativas, podremos intentar tambin dar nuevas respuestas, nuevas reas de Misin, sin duda que en dinmica de Misin Compartida. Pienso, por ejemplo, en todo el mundo de la Formacin de Educadores, que en tantos lugares es una necesidad muy poco atendida y a la que nuestra Orden pueda dar una respuesta. Pienso, por ejemplo, en un trabajo bien organizado, y de nivel, en relacin con el impulso de del Derecho a la Educacin, y una educacin da calidad, para tantos nios y jvenes que todava hoy no la pueden recibir. Cito estos dos ejemplos porque en nuestra Orden se estn produciendo movimientos en ambas direcciones, y creo que es importante subrayarlos y reflexionarlos.

    b) Impulsemos una Misin Escolapia que cree y convoque nuevos misioneros. Una Misin que tenga entre sus objetivos, y con clara prioridad, la generacin de personas que se puedan comprometer con ella para continuar desarrollndola, all donde sea necesario. Creo que este es un objetivo importante, que en ocasiones hemos olvidado. Se trata de llevar adelante una Misin que tambin se preocupe por su propia sostenibilidad y desarrollo, no slo en los propios contextos en los que la vivimos, sino en el conjunto de las Escuelas Pas.

    c) Pensemos nuestra Misin, siempre, en sintona con las prioridades que la Iglesia va marcando,

    de modo general, y en cada contexto en particular. Y enriquezcamos el punto de vista de la Iglesia con nuestras aportaciones y sensibilidad. Esta dinmica ha sido siempre nuestra, y lo sigue siendo. Pero no hay que darla nunca por supuesta, porque van apareciendo acentos y sugerencias que nos pueden ayudar a tomar opciones. Igualmente, hay que cuidar de que nuestra Misin Escolapia sea impulsada en contacto creciente con tantas instituciones y dinamismos civiles y sociales con los que podemos colaborar para hacer nuestra aportacin propia. En definitiva, una Misin abierta y colaboradora.

    d) Una Misin que tiene claras sus apuestas y que es capaz de articularlas y de hacerlas crecer con

    coherencia. En nuestra Orden estn muy asumidas estas cuatro claves que son imprescindibles 6 ICor 3, 6

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    para nuestra Misin: la identidad escolapia de nuestro Ministerio; la calidad educativa y pastoral; la misin compartida y la preferencia por los pobres. Hay un consenso claro y de base, no hay duda. Pero no basta. Cada una de ellas debe ser desarrollada adecuadamente, y todas ellas deben influir en las decisiones que vayamos tomando.

    Como digo, hay muchos ms aspectos que podramos subrayar, pero no quiero alargarme. Basta con cuatro aportaciones para invitaros a pensar y a caminar. Lgicamente, ni estas cuatro ni ninguna otra se pueden entender aisladas; todas se alimentan, potencian e iluminan mutuamente. Por eso, es central para nosotros saber articular coordinadamente nuestras opciones.

    4-Eran 153 peces, y muy grandes, pero la red no se rompi. Sin duda que 153 son muchos peces. El texto resalta lo que podramos llamar un xito pastoral. Pero la red sigue intacta, y el lago lleno de peces. No podemos quedarnos contentos con lo que hacemos. Debemos agradecerlo, sin duda, pero debemos continuar. Me gusta ir conociendo muchos episodios significativos de la historia de la Orden y os invito a hacerlo a vosotros tambin-, y siempre me impresiona la capacidad de entrega, de dedicacin y de servicio que la Orden ha tenido, y sigue teniendo. Hace poco recib un mensaje de uno de los jvenes escolapios, que acababa de terminar su campo de trabajo en un lugar en el que la Orden tiene una escuela dedicada a nios muy pobres. Entre las cosas que me deca de todo lo que haba aprendido, l subrayaba una reflexin: Nosotros hemos venido y la escuela est hecha. Faltan muchas cosas, pero tenemos lo bsico para poder trabajar. Pero los que empezaron, no tenan nada. Y sin nada, se entregaron e hicieron posible esta misin. Y esto me ha hecho pensar mucho.

    La historia de la Orden es la historia de una entrega generosa y apasionada por una Misin que nos desborda. Ojal nuestro 47 Captulo General nos sirva para renovar nuestro compromiso con la Misin que nos fue encomendada por la Iglesia a travs de Calasanz. Es un Captulo que quiere poner el acento en el centro de nuestra vocacin (Discpulos y Testigos), pero para fortalecer y hacer espiritualmente sostenible- nuestra capacidad de entrega y donacin. Que as sea.

    Recibid un abrazo fraterno.

    Pedro Aguado Padre General

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