salmos de hoy - enclavedefe.esenclavedefe.es/phocadownload/userupload/fe01ce2a7f/... · del reino...

25
Salmos de Hoy Para la oración en común de cada día

Upload: nguyentuyen

Post on 20-Sep-2018

217 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Salmos de Hoy

Para la oración en común de cada día

Indice

1. Tú eres ese a quien mi corazón ama

2. La Roca

3. Luz para mi camino

4. Mi corazón está contigo

5. Salmo para pedir valor

6. Salmo de confianza

7. Salmo de abandono

8. Salmo de Ofrecimiento

9. Salmo para un corazón fuerte

10. Salmo de corazón abierto

11. Salmo de la Comunidad

12. Tú me sondeas y me conoces

13. Me sedujiste, Señor.

14. Salmo para pedir misericordia

15. Salmo al Único Señor

16. Encomienda tu camino al Señor

17. Salmo del encuentro

18. Salmo de cercanía

19. Salmo de la comunidad (II)

20. Salmo para alegrarse

21. Salmo del corazón generoso

22. Salmo de la amistad

Comunidad Marista

3

1. SALMO: Tú eres ese a quien mi corazón ama.

Señor Jesús, tú que lo sabes todo,

tú eres a quien mi corazón ama.

Señor Jesús, tú que lo sabes todo,

te he buscado porque sé que tú me amas.

He rezado, Señor, a lo largo de los caminos.

A veces, algunas piedras

entorpecían mis pasos.

Caminaba, sin embargo, sin dudas,

seguro que el camino me conducía a ti.

He rezado, Señor,

durante el viento huracanado

que azotaba mi cuerpo,

y el aliento sofocado.

Yo llevaba al mundo en mis sufrimientos,

la paz se deslizaba en mi corazón tranquilo.

He rezado, Señor, bajo cielos ardientes

donde soles locos abrasaban los montes.

Tú has brillado junto a mis pasos lentos

y tú me esperabas en cada casa.

He rezado, Señor en lo hondo de los valles,

junto al agua de los riachuelos,

rociado de sudor.

Miles de pasos hasta alcanzar el horizonte

han hecho surgir una retama en flor.

He rezado, Señor,

en lo profundo de la noche,

en caminos hondos, cerca de tu altar,

a veces, a tientas, buscaba al amigo,

tú me respondías; yo, seguro de tu llamada.

He rezado, Señor, en todos los peligros,

y he dado mi vida por hablar de ti.

Entonces comprendí que tu voluntad

es don de vida en lo profundo de mi interior.

Señor Jesús, tú que lo sabes todo,

tú eres a quien mi corazón ama.

Señor Jesús, tú que lo sabes todo,

te he buscado porque sé que tú me amas.

Comunidad Marista

4

2. SALMO: La roca

Llegan las lluvias y los torrentes,

soplan la tempestad y los vientos.

Pero tu casa inquebrantable

permanece firme sobre la roca.

Tú oyes la brisa ligera,

Dios habla en lo profundo del valle.

Tú has construido tu vida

como buen albañil;

hay que tallar la roca,

edificar la casa.

Jesús y María hacen los cimientos.

Tu confianza y fe son tu sola pasión.

Así has construido la casa de tus hermanos;

La Valla sobre los montes,

islote de nuestra tierra;

en el valle del Hermitage,

junto al riachuelo,

tus discípulos se convierten

en constructores sin fronteras.

Tú has construido, sobre todo,

hogares de luz

para los niños de los pobres,

habitantes de chozas.

Enseñaste a amar a Jesús

y a María, nuestra Madre,

anunciaste el evangelio

para gloria del Padre.

A lo largo de tu vida reconstruyes la Iglesia,

profeta y siervo de la tierra prometida.

A Jesús por María, esa es tu divisa

para trazar los caminos

del reino que ya llega.

Hoy tú estás para abrirnos el mundo;

Dios junto a los hombres e

n una obra fecunda.

Contigo, si quieres,

haremos la ronda

para tomar de la mano

a todos los niños de la tierra.

Comunidad Marista

5

3. Salmo: Luz para

mi camino (Sal 26)

Señor Jesús, eres luz para mi camino,

eres el Salvador que yo espero.

¿Por qué esos miedos ocultos?

¿A quién temo, Señor?

La vida es como una encrucijada,

y a veces, indeciso, no sé por dónde ir.

Creo en ti, Señor Jesús.

Tú eres la defensa de mi vida.

¿Quién me hará temblar?

Yo sé, Señor, que si me dejo llevar por ellas,

me amarrarán hasta la libertad que busco.

Yo sé que si te sigo y me fío de ti

los obstáculos del camino

caerán como hojas de otoño.

Aunque la mentira y la violencia

acampen contra mí,

aunque el dinero y el placer

me rodee como un ejército,

mi corazón, Señor Jesús, no tiembla.

Una cosa te pido, Señor, y es lo que busco:

vivir unido a ti, tenerte como amigo

y alegrarme de tu amistad sincera

para conmigo.

En la tentación me esconderás

en un rincón de tu tienda,

y así me sentiré seguro

como sobre roca firme.

Señor Jesús, escúchame que te llamo.

Ten piedad. Respóndeme

que busco tu rostro.

Mi corazón me dice que tú me quieres,

y que estás presente en mí,

que te preocupas de mis problemas

como un amigo verdadero.

Busco tu rostro: no me escondas tu rostro.

No me abandones pues tú eres mi Salvador.

Dame la certeza de saber

que aunque mi padre

y mi madre me abandonen

tú siempre estás a mi lado.

Yo quiero gozar siempre

de tu vida en mi vida.

Espero en ti, Señor Jesús:

dame un corazón

valiente y animoso para seguirte.

Tú que eres luz para mi camino

y el Salvador en quien yo confío.

Comunidad Marista

6

4. SALMO: Mi

corazón está contigo

Mi corazón está contigo, Padre,

mi corazón está contigo.

En este momento,

mi cabeza piensa en ti.

En este momento,

mis ojos miran a tus ojos.

En este momento,

mis manos estrechan tus manos.

En este momento,

mi corazón busca tu voluntad.

En este momento... me decido por Ti.

Como Abraham,

me levantaré y echaré a andar.

Como Moisés,

mataré a todos mis dioses.

Como David,

reconoceré mis yerros.

Como María,

escucharé tu Palabra.

Como Pablo,

arriesgaré mi vida.

Como Jesús,

lucharé por tu reino, lucharé por el hombre.

Sólo Tú eres Dios.

Sólo Tú eres bendito.

Sólo Tú, liberas.

Sólo Tú, eres fiel.

Sólo Tú, eres amor.

Sólo Tú, eres Dios.

Mi corazón está contigo, Padre,

mi corazón está contigo.

Seguiré los pasos de Jesús.

Hoy me decido por Ti.

Y Jesús me dice: ten valor. Yo voy contigo.

Comunidad Marista

7

5. SALMO: Salmo para

pedir valor.

Yo te amo, Señor, porque estás conmigo.

Tú eres como peña segura, como un alcázar.

Tú eres mi libertador, mi roca, mi refugio.

¡Eres mi fuerza salvadora,

el escudo que me protege!

Cuando me siento en peligro,

cuando me acerca el mal y la mentira

tendiéndome sus redes, tú, Señor,

escuchas mi llamada

y das respuesta a mi súplica.

Tú eres, Señor, el único que permanece.

Todo pasa, todo se acaba, todo tiene muerte.

¡Sólo tú vives para siempre!

Por eso, Señor, he puesto mi confianza en ti.

Tú me libras del enemigo poderoso,

de los adversarios más fuertes que yo.

Tú eres mi apoyo y me libras

porque me amas.

¡Qué grande eres!: has pagado mi rectitud.

Has afirmado la pureza en mis manos

porque seguir tus caminos

y no renegué de ti.

Señor, he tenido presentes tus mandatos

y he sido fiel guardándolos de verdad.

Tú eres leal con el leal,

con el íntegro eres íntegro,

con el sincero eres sincero.

Tú salvas al pueblo afligido

y humillas a los soberbios.

Señor, tú enciendes mi lámpara;

Dios mío, tú alumbras mis tinieblas.

Fiado en ti me meto en la lucha,

fiado en ti asalto las dificultades.

Vale la pena andar por tu camino.

Yo me pregunto:

¿Quién es Dios fuera de ti?

¿Qué seguridad hay fuera de ti?

Tú me ciñes de valor

y haces perfecta mi conducta.

Tú eres como un escudo,

me adiestras para la lucha,

y robusteces mis brazos.

Yo digo: ¡Viva el Señor,

bendita sea mi Roca!

Yo digo: ‘Ensalzado se mi salvador!

Por lo grande que has sido conmigo

te doy gracias en medio de los hombres,

porque me acompañas siempre

y me vistes de poder

con la fuerza de tu Espíritu, te doy gracias.

No tengo miedo, me siento seguro en ti.

Tú eres el valor y el ánimo para mi lucha.

Tú eres, Señor, el Dios que salva.

Comunidad Marista

8

6. Salmo de la

confianza

A ti, Señor, me acojo,

no quede yo derrotado para siempre;

tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,

inclina a mi tu oído y sálvame.

Sé tú mi roca de refugio,

el alcázar donde me salve,

porque mi peña y mi alcázar eres tú.

Dios mío, líbrame de la mano perversa,

porque tú fuiste mi esperanza

y mi confianza desde mi juventud.

En el vientre materno yo me apoyaba en ti,

tú me sostenías, siempre he confiado en ti.

Llena estaba mi boca de tu alabanza

y de tu gloria, todo el día.

Dios, no te quedes a distancia;

Dios mío, ven a prisa a socorrerme.

Yo seguiré esperando, redoblaré tus alabanzas;

mi boca cantará tu auxilio,

y todo el día tu salvación.

Cantaré tus proezas, Señor mío,

narraré tu victoria, tuya entera.

Dios mío, me instruiste desde mi juventud,

y ahora relato tus maravillas;

ahora no me abandones, Dios mío,

haz que narre tus proezas y tus victorias,

las hazañas que realizaste.

Me hiciste pasar por peligros;

de nuevo me consolarás,

y yo te daré gracias;

por tu lealtad, tocaré para ti.

Te aclamarán mis labios, Señor,

mi alma que tu redimiste;

y mi lengua todo el día recitará tu auxilio,

porque fueron derrotados y afrentados

los que buscaban mi daño.

Comunidad Marista

9

7. Salmo de

abandono. (Salmo 21)

Dios mío, Dios mío,

¿por qué me has abandonado?

Te grito, Dios, y tú estás distante.

Te grito de noche, y mi voz

se pierde en el vacío.

Me han dicho que, a quien confía en ti,

tú le pones a salvo.

Me han dicho que en ti

ponían su confianza

y que nunca los defraudaste.

¡No sé nada de esto!

Sólo sé gritar, Dios mío,

y quedarme a solas en mi grito.

Me siento como un gusano, no un hombre,

vergüenza de la gente, desprecio de muchos;

y mi corazón me dice que se ríen de mí

por acudir a ti para que me pongas a salvo.

Tú me llamaste a la vida,

me guardaste entre tus manos.

No te quedes lejos, Dios mío, que el peligro

está cerca y nadie me socorre.

Tengo el corazón como cera

que se derrite en mis entrañas.

Tengo la garganta reseca

como tierra sin agua.

Me veo despojado, como payaso,

sin fuerzas.

Tú, Señor, fuerza mía no te quedes lejos,

ven corriendo a auxiliarme.

Salva mi vida.

Aunque no te veo,

aunque me siento abandonado,

aunque me encuentro solo en la tentación,

tú seguirás siendo mi Dios en quien confío.

Yo seré como un niño abandonado en los brazos de

su madre.

Diré a las gentes que tú eres misericordia para este

pobre,

que tú eres compasión para mi vida rota,

que tú eres mi salvación en la oscuridad.

Soy un desvalido y espero saciarme en ti.

Por eso te alabo.

Yo digo a mi corazón:

¡no pierdas nunca el ánimo!

Estoy ante ti esperando me des vida.

Seré tu amigo y te seguiré confiando

en tu fidelidad.

Yo saldré nuevo de tus manos y cantaré:

¡Acudí al Señor y él me libro!

Señor, tú eres mi Dios, tú eres mi Salvador,

tú eres cercano y amigo del hombre.

Comunidad Marista

10

8. Salmo de

ofrecimiento. (Salmo

39)

Yo esperaba con ansia a mi Dios;

y él se inclinó y escuchó mi grito.

Me levantó de la fosa fatal,

de la charca fangosa;

afianzó mis pies sobre la roca.

Me puso en la boca un cántico nuevo,

un himno a nuestro Dios.

Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos

y confiaron en el Señor.

Dichoso el hombre que ha puesto

su fe en el Señor,

y no acude a los idólatras, que se extravían.

Cuántas maravillas has hecho,

Señor Dios mío,

cuántos planes en favor nuestro,

nadie se te puede comparar.

Intento proclamar tus gracias,

decirles tus bondades,

pero superan todo número.

Tú no quieres ofrendas ni sacrificios,

no pides sacrificios expiatorios,

entonces yo te digo: “Aquí estoy

-como está escrito en mi libro-

para hacer tu voluntad”

Dios mío, lo quiero y llevo tu ley en mi ser.

Comunidad Marista

11

9. Salmo para un

corazón fuerte (Salmo

45)

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,

es nuestro defensor en el peligro.

Dios está a nuestro lado.

Por eso no tememos,

aunque cambie la tierra,

aunque se organice el mal contra nosotros.

No importa que hierva y brame el mar,

que sacudan los montes con furia:

el Señor Dios está con nosotros,

nada que valga la pena nos puede pasar.

Nada de lo que nos pase nos separará de él.

La gracia de Dios y su bondad

alegran el corazón en nuestra marcha.

Dios se ha quedado en medio de nosotros,

ha puesto su tienda para siempre.

Aunque todos nos persigan y acorralen

el Señor Dios está con nosotros.

Nada de lo que nos pase nos separará de él.

¡Sólo Dios es el Señor!

Confiamos en él.

¡Nada nos puede faltar!

El Señor Dios está con nosotros,

nada que valga la pena nos puede pasar.

Nada de lo que nos pase nos separará de él.

Comunidad Marista

12

10. Salmo de

corazón abierto (Salmo

62)

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo.

Por ti, que animas mi vida.

Por ti, que abres mi corazón a la luz

y lo llamas a estar atento, vigilante.

Tengo sed de ti, de tu amor y lealtad.

De tu paz y perdón; de tu fortaleza y bondad.

Mi corazón tiene ansia de ti,

como tierra reseca, agostada, sin agua.

Todo mi ser se abre a tu gracia

esperando el rocío de la mañana.

Toda mi vida tiende de ti

esperando tu vida sin término.

Mi corazón se alegra viendo

tu fuerza y tu gloria.

Tú me das razón para existir.

Tu vida es el sentido de mi existencia.

Tu lealtad vale más que la vida.

Tu amistad más que todos los triunfos.

Quiero saciarme de tu presencia.

Oh Dios, por ti estoy siempre despierto,

por ti, me mantengo en pie, en vela,

por ti madrugo siempre

que se hace tiniebla en mi vida,

por ti comienzo siempre, aunque me sienta cansado.

Oh Dios, tú eres mi Dios: ¡un Dios vivo!

Comunidad Marista

13

11. Salmo de la

comunidad (Sal 132)

Ved: qué dulzura, qué delicia,

convivir los hermanos unidos.

Es ungüento precioso en la cabeza,

que va bajando por la barba,

que baja por la barba de Aarón

hacia la franja de su ornamento.

Es rocío del Hermón que va bajando

sobre el monte Sión.

Porque allí manda el Señor la bendición:

la vida para siempre.

Comunidad Marista

14

12. Tú me sondeas y

me conoces (Sal 138)

Señor, tú me llegaste hasta el fondo

y me conoces por dentro.

Lo sé: me conoces cuando no paro

o no sé que hacer.

Mis ilusiones y deseos los entiendes

como si fueran tuyos.

Todos mis proyectos los conoces

palmo a palmo.

Tú conoces el corazón del hombre

antes de que se abra.

Es admirable: me tienes agarrado totalmente,

me cubres con tu mano y me siento tuyo.

Como grano de arena en el desierto,

como gota de agua perdida en el mar,

así me encuentro ante ti;

quiero abrazarte y mis brazos no llegan.

Me digo y no sé responderme:

¿A donde iré que no sienta

el calor de tu aliento?

Me digo: ¿A dónde escaparé

que no me encuentre con tu mirada?

Cuando escalo mi vida y me supero,

allí estás tú.

Cuando me canso en el camino

y me siento barro;

cuando surco los mares de mis sueños,

allí está tu mano;

allí, como amigo fiel, estás tu.

Si digo cansado: que la tiniebla me cubra;

si digo desanimado:

que el día se haga noche sobre mí,

ni la tiniebla, Señor, es oscura para ti,

y la noche, Señor, es clara como el día.

Tú eres como manantial

de donde brota el río.

Tu vida se ha hecho vida en mis entrañas,

me has dado el origen y quieres que camine

hacia la meta que no es otra sino tú.

Soy tuyo: sólo tu amor da respuesta

a mis preguntas.

Señor, me conoces hasta el fondo

de mi alma,

nada se te esconde de cuanto soy

en lo más profundo.

Yo me pregunto si el sentido de mi vida

puede darse si me faltas tú.

Dios mío, sondéame

para conocer mi corazón,

ponme a prueba para conocer mis sentimientos,

mira si mi camino se desvía.

Guíame por el camino nuevo

que has abierto ante mí.

Que haga de mi vida un vivir para ti.

Comunidad Marista

15

13. Cántico: Me

sedujiste, Señor.

Jeremías 18, 7-18

Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir.

Al fin, después de tanta lucha y forcejeo,

tu has vencido la resistencia de mi corazón

como la luz vence la oscuridad de la noche.

Me forzaste. ¡Siempre eres Dios!

Soy el hazmerreír todo el día.

Nadie entiende lo que es el amor en tu Amor.

Se burlan de mí,

como si me hubieras

quitado la libertad de vivir.

Soy escarnio y burla constante;

soy como hueso dislocado.

He dicho a mi corazón:

no volveré a hablar más de ti,

no me acordaré más de tu amor desbordante.

Pero es imposible.

Ya no sé vivir sin tu presencia,

porque eres como fuego ardiente

que me consume.

Mas, Señor: se ríen de mí.

Me siento solo y perdido.

Pero yo sé que tú estás conmigo.

Tú que conoces las entrañas

y el corazón del hombre,

sé como un soldado fuerte dentro de mí.

A veces me he dicho:

Maldito el día en que nací.

He deseado huir, perderme en el mar,

en el desierto infinito.

Pero siempre, Señor, vuelves

a despertarme, a seducirme,

y la lucha y la tensión van dejando lugar

a tu amor.

Señor, yo sé que mi corazón necesita

de la medida de tu amor para ser feliz;

Señor, aunque me quede solo,

aunque todos pasen de mí,

aunque no entiendan mi decisión de ser tuyo,

yo seguiré siempre siendo tuyo,

porque tú me has amado con amor primero.

Tú me sedujiste, Señor,

mi vida te pertenece.

Tú me sedujiste, Señor,

mi oración se siente libre.

Comunidad Marista

16

14. Salmo para

pedir misericordia

(Salmo 85)

Mi corazón es pobre, Señor,

soy como arcilla abandonada

que espera la mano del alfarero.

Pon tus manos, Señor,

tu corazón en mi miseria.

Quisiera decirte lo que eres para mí:

tú eres mi Dios, tú eres mi Padre,

tú me quieres.

Te estoy llamando todo el día.

Mi confianza la he puesto en ti.

Me callo ante tu presencia,

porque tú conoces lo íntimo de mi vida.

Aquí estoy, Señor, con mi corazón como es,

como arcilla fresca esperando

ser modelada por ti.

Tú eres grande y haces maravillas.

Tú eres mi único Dios.

Enséñame, Señor, tus caminos

y que mis pasos sigan tus huellas

con fidelidad.

Que mi corazón, sin dividirse, sea tuyo.

Que mi corazón se alegre continuamente

porque eres piadoso y clemente,

fiel y misericordioso.

Señor, mírame. Ten compasión.

Dame tu fuerza.

Tú, Señor, siempre estás pronto a ayudarme

y a animar mi corazón cuando decae.

Tú, Señor, toma mi corazón de barro

y moldéalo según la grandeza de tu misericordia.

Comunidad Marista

17

15. Salmo al único

Señor

Tú eres mi Señor, ningún bien tengo sin ti,

no hay felicidad fuera de ti.

Cantaré eternamente

la misericordia del Señor,

anunciaré tu fidelidad a todas las edades.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,

renuévame por dentro,

no me quites tu espíritu,

devuélveme la alegría de tu salvación.

De ti viene la riqueza y la fuerza,

Tú eres Señor del universo.

En tus manos está el poder y la gloria,

tú engrandeces y confortas a todos.

Dichoso el hombre que ha puesto

su confianza en el Señor;

Dichoso el hombre cuyo Dios es su refugio.

Comunidad Marista

18

Bendice alma mía al Señor,

que todo mi ser bendiga a su santo nombre

porque tú conoces lo que hay en mí.

Aclamad justos al Señor,

porque merece la alabanza de los buenos.

Dichoso el hombre cuyo Dios es el Señor.

Nosotros esperamos en el Señor,

él es nuestro auxilio y nuestro escudo,

con él se alegra nuestro corazón.

En su santo nombre confiamos.

Señor, tú estás cerca, escucha mi voz,

atiende mis gritos de auxilio.

Ten misericordia de mí.

Dame vida con tus mandamientos,

pues tú mereces un himno en toda la tierra.

16. Encomienda tu

camino al Señor (Sal

36)

No te exasperes por los malvados,

no envidies a los que obran el mal:

se secarán pronto, como la hierba,

como el césped verde se agostarán.

Confía en el Señor y haz el bien,

habita en la tierra y practica la lealtad;

sea el Señor tu delicia

y te dará lo que pide tu corazón.

Encomienda tu camino al Señor,

confía en él y él actuará;

hará tu justicia como el amanecer,

tu derecho, como el mediodía.

Descansa en el Señor y espera en él,

no te exasperes por el hombre que triunfa

empleando la intriga;

cohíbe la ira, reprime el coraje,

no te exasperes, no sea que obres mal;

porque los que obran mal serán excluidos,

pero los que esperan en el Señor poseerán la tierra.

Comunidad Marista

19

17. Salmo del

encuentro

Dichoso el que tropieza contigo.

Dichoso el que te encuentra y te descubre.

En cualquier recodo,

en cualquier encrucijada,

te haces el encontradizo con él

y le das la gran sorpresa.

Tú le seduces,

y él lo vende todo para comprarte.

¡Dichoso ese hombre!

Eres el tesoro de la vida.

Lo demás no tiene brillo ni valor, son basura que se

tira.

Tú no te pierdes ni te gastas.

Vale la pena venderlo todo por tenerte.

¡Ojalá me busques y me seduzcas!

¡Ojalá te encuentre

y me vaya contigo dejándolo todo!

Comunidad Marista

20

Comunidad Marista

21

18. Salmo de cercanía (Sal

90)

Tú estás presente en mi vida, Señor,

y mi corazón se goza al saber que eres Padre.

Tú eres mi refugio y mi alcázar,

Dios mío, en ti confío.

Tú me libras en el día de la prueba.

Con tu bondad me proteges, bajo tus alas me refugio.

Tu fuerza es mi escudo y armadura.

No temo las tinieblas de la noche,

ni el calor del mediodía.

Yo he hecho de ti mi refugio,

te he tomado, Señor, por defensa.

La desgracia, contigo, no entrará en mi casa,

porque tú me guardas en todos mis caminos.

Tú me cubrirás con la palma de tu mano,

y no dejarás que mi pie tropiece.

Caminaré hacia la meta sin cansarme

con la seguridad de que tú serás mi recompensa.

Porque sé que me quieres, me librarás.

Porque sé que me escuchas, te invoco.

Tú estás siempre conmigo

aunque mi corazón se olvide de que me amas.

Tú estás siempre conmigo,

aunque mi corazón se canse de seguir tus pasos.

Tú estás siempre conmigo,

aunque mi corazón a veces no lo sienta.

Señor, mi vida te pertenece,

la he puesto en tus manos.

Que mi corazón no tema aunque el camino se haga

duro.

Tú estás conmigo y mi vida es cosa tuya.

Comunidad Marista

22

19. Salmo de la

Comunidad (S. 132)

(Proclamado por un solista)

Ved: qué dulzura, qué delicia,

convivir los hermanos unidos.

Es un ungüento precioso en la cabeza,

que va bajando por la barba,

que baja por la barba de Aarón

hasta la franja de su ornamento.

Es rocío del Hermón

que va bajando sobre el monte Sión.

Porque allí manda el Señor la bendición;

la vida perdurable.

Comunidad Marista

23

20. Salmo para

alegrarse S. 91

Es bueno darte gracias, Señor, de corazón,

y cantarte con gozo cada día.

Es bueno por la mañana proclamar tu lealtad

y por la noche decirte que, de verdad, me has

querido.

Es bueno decir que tus acciones, Señor,

son mi alegría y mi esperanza.

Te doy gracias y me alegro

por el don maravilloso de la vida.

Te doy gracias, me alegro

por el don del bautismo.

Te doy gracias, me alegro

por el don precioso del Espíritu.

Te doy gracias, me alegro

por el reglo de mi comunidad.

Qué grandes son tus obras, Señor.

Qué profundos tus designios.

Qué grandes son tus proyectos para con nosotros.

Es bonito, Señor, vivir siendo tú el centro de mi vida.

Muchos no te conocen, Señor,

y me da pena que pongan su vida en cosas que se

acaban.

Muchos no saben que tú eres Padre

y nos quieres a todos con ternura

Tu amor nos inunda por siempre.

El hombre honrado florecerá como palmera,

se abrirá como un trigal fecundo,

siempre tendrá el fruto a mano

y su vida ante ti, Señor, será preciosa.

Es bueno darte gracias, Señor,

y cantarte de gozo cada día.

Es bueno abrir el corazón de par en par

y dejar que tu luz inunde de paz toda la vida.

Comunidad Marista

24

21. Salmo del

corazón generoso.

Quiero compartir mi corazón, Señor Jesús, contigo.

Quiero hacer de mi corazón pan tierno y fresco.

Quiero, Señor del alba, que mi corazón se haga mesa,

mantel blanco de amistad para todos.

Mi corazón, Señor Jesús se siente solo

cuando tú no lo llenas desde dentro.

Mi corazón se arruga, sufre y llora

cuando el Amor no enciende mi amor en el fuego.

Mi corazón lo hiciste para ti, Señor del alba,

y no es feliz si tú no eres, al fin, su centro.

Yo busco la verdad y sólo encuentro verdades.

Busco el amor y sólo en migajas lo encuentro.

Busco la libertad y me siento prisionero.

No quiero más verdades, más amor, más libertades

que tu Verdad, tu Amor, tu Libertad

viviendo en lo profundo del corazón que me has

dado.

No quiero un corazón de piedra duro y podrido;

no quiero un corazón de piedra que muera solo;

no quiero un corazón de piedra que viva frío.

Quiero un corazón humano, hecho de carne,

para sufrir con quien sufre, reír con quien ríe,

amar al que no ama y compartir con todos.

Dame un corazón, Señor Jesús, manso y humilde,

donde haya espacio para el que llega

y pueda refrescar su cansancio.

Dame un corazón que sueñe mundos sin conquistar,

que viva la utopía del hombre nuevo.

Dame un corazón que sea feliz conmigo mismo,

que aprenda a quererse para querer sin ruegos.

Dame un corazón que sepa perdonarse siempre,

para comprender y perdonar después.

Dame un corazón orante como el tuyo

que se abra al padre, que es Padre nuestro.

Comunidad Marista

25

22. Salmo de la

amistad

Voy de camino contigo, Señor Jesús,

al romper el alba.

He dejado atrás la noche

y quiero contigo andar

el camino de la amistad, Maestro.

Vengo ante ti en tu búsqueda

para encontrar tu amistad sincera

Quiero abrir mi mano y dar sin medida.

Quiero decirte al hermano

que la vida es bella y es nueva

cuando nos encontramos y nos queremos.

Quiero derribar las murallas de mi castillo.

Quiero amar más allá del amor,

con el amor de Dios.

Quiero dar sin esperar.

Quiero hacer de mi corazón

lugar de reconciliación.

Quiero que mi mano sea saludo y perdón.

Quiero sembrar estrellas de alegría y de paz.

Quiero llevar mi ramo de olivo a los hombres de la

tierra.

Quiero llenar mi vida de tu amistad

Quiero llenar mis amistades de ti.