sacerdote según su corazón, agosto de 2013

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SACERDOTES Según su Corazón Publicación sobre espiritualidad sacerdotal N° 45, Agosto de 2013 SACERDOS ALTER CHRISTUS i 1. -E L CARACTER SACRAMENTAL Quod est Christus, erimus Christiani: "Lo que Cristo es, eso mismo seremos nosotros los cristianos", decía un Padre de la Iglesia 1 , para recordar a los fieles su eminente dignidad. Y ciertamente, toda la acción de los sacramentos empezando por el del bautismo, nos asemeja al salvador: "Cuantos en Cristo habéis sido bautizados, os habéis vestido de Cristo" (Gal., III, 27). "Vestirse de Cristo" significa para todos los cristianos hacerse semejantes a El en su cualidad de Hijo de Dios. Y para nosotros los sacerdotes significa, además, recibir la investidura de su sacerdocio. Esta asimilación a Cristo, que es efecto de los sacramentos, está llena de misterio. La gracia santificante, y el carácter que imprimen el bautismo, la confirmación y el orden, concurren cada uno a su manera a perfeccionar en el alma del sacerdote esta asimilación sobrenatural. Como sabéis, la gracia de adopción es un "germen de vida", dotado de actividad, sujeto a una ley de crecimiento y ordenado, con todo su dinamismo, a hacer al hombre participante de la felicidad divina. Esta 1 San Cipriano, De idolorum vanitate, XV, P. L., 4, col. 603.

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Page 1: Sacerdote según su corazón, agosto de 2013

SACERDOTES Según su Corazón

Publicación sobre espiritualidad sacerdotal N° 45, Agosto de 2013

S A C E R D O S A L T E R C H R I S T U S i

1 . - E L C A R A C T E R

S A C R A M E N T A L

Quod est Christus, erimus

Christiani: "Lo que Cristo es,

eso mismo seremos nosotros los

cristianos", decía un Padre de la

Iglesia1, para recordar a los

fieles su eminente dignidad. Y

ciertamente, toda la acción de

los sacramentos empezando por

el del bautismo, nos asemeja al

salvador: "Cuantos en Cristo

habéis sido bautizados, os habéis

vestido de Cristo" (Gal., III, 27).

"Vestirse de Cristo" significa

para todos los cristianos hacerse

semejantes a El en su cualidad

de Hijo de Dios. Y para nosotros los sacerdotes significa, además, recibir

la investidura de su sacerdocio.

Esta asimilación a Cristo, que es efecto de los sacramentos, está llena de

misterio. La gracia santificante, y el carácter que imprimen el bautismo,

la confirmación y el orden, concurren cada uno a su manera a

perfeccionar en el alma del sacerdote esta asimilación sobrenatural.

Como sabéis, la gracia de adopción es un "germen de vida", dotado de

actividad, sujeto a una ley de crecimiento y ordenado, con todo su

dinamismo, a hacer al hombre participante de la felicidad divina. Esta

1 San Cipriano, De idolorum vanitate, XV, P. L., 4, col. 603.

Page 2: Sacerdote según su corazón, agosto de 2013

SACERDOTES Según su Corazón

El carácter nos marca para

siempre con la señal del

Redentor y nos hace en cierta

manera semejantes a Él.

gracia nos habilita psicológicamente para conocer, amar y poseer a Dios, como Él se conoce y se ama. Así penetramos en la intimidad de la vida

divina.

Los tres caracteres sacramentales que hemos mencionado contribuyen

también, aunque de distinta manera, a producir en el alma una semejanza

con Cristo. Pero esta semejanza no admite crecimiento vital ni cambio

alguno, sino que queda indeleblemente grabada en el alma de una vez

para siempre.

¿Qué es, en efecto, el

"carácter"? Es una huella

sagrada, un sello

espiritual impreso en el

alma que consagra el

hombre a Cristo, como

discípulo, soldado o

ministro suyo. El carácter

nos marca para siempre

con la señal del Redentor y nos hace en cierta manera semejantes a Él.

En virtud de su misma presencia, el carácter reclama y exige en el alma

de un modo estable la gracia santificante. ¿No sería, acaso, contrario a la

condición de discípulo, de soldado, y sobre todo, de ministro asociado , a

su divino Maestro para ofrecer el sacrificio y dispensar los sacramentos,

no vivir en la amistad de Aquel cuya señal indeleble lleva grabada en la

entraña de su ser?

Las expresiones consagración, sello indeleble, exigencia de la gracia, no

agotan toda la noción y el sentido del "carácter" tal como la Iglesia lo

entiende. Hay que considerar, además, en el carácter lá "potestad

espiritual", spiritualis potestas.

El carácter bautismal otorga a todo cristianó, además de la capacidad de

recibir los demás sacramentos, el poder real, aunque inicial, de participar

del sacerdocio de Cristo. Por eso, en la Santa Misa, puede asociarse

legítimamente al celebrante y ofrecer juntamente con el sacerdote el

cuerpo y la sangre de Cristo; y puede juntar a la inmolación del Salvador

el "sacrificio" espiritual de sus acciones y de sus sufrimientos2.

2 Santo Tomas, Sum. Teol., III, q. 82, a. 1, ad. 2.

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SACERDOTES Según su Corazón

Sin duda que él no ejecuta con el sacerdote la inmolación sacramental, pues el bautismo no confiere semejante poder. Pero por restringido que

sea el sacerdocio de los fieles, supone ya una gran dignidad. Y esta es la

razón de porqué San Pedro da a la asamblea cristiana el espléndido título

de "sacerdocio real", regale sacerdotium (IPetr. 2, 9).

Por el carácter que confiere y por las gracias qué le son propias, la

confirmación añade nuevos trazos a esta semejanza y a esta dependencia

del bautizado respecto del Salvador. La confirmación marca al discípulo

para hacer de él un cristiano que proclame su fe, que la atestigüe, la

defienda, la propague y luche en su defensa como soldado de Cristo,

vigorizado por los dones y por la gracia del

Espíritu Santo.

El grado supremo de esta asimilación se

realiza en el sacramento del orden, en el que,

por la imposición de las manos del obispo, el

ordenando recibe el Espíritu Santo, que le

comunica un poder eminente, tanto sobre el

cuerpo real como sobre el Cuerpo Místico del

Salvador. De esta manera, los sacerdotes de

este mundo son asociados al eterno Pontífice y

se convierten en medianeros entre los hombres

y la divinidad.

El efecto principal de este sacramento lo

constituye el carácter3. De la misma manera

que en Jesús la unión hipostática es la razón

de su plenitud de gracia, así también en el

sacerdote el carácter sacerdotal es la fuente de

todos los carismas, que le elevan por encima de los simples cristianos.

Este carácter es un poder sobrenatural que os ha sido conferido, para

haceros aptos para ofrecer, como ministros de Cristo, el sacrificio

eucarístico y para perdonar los pecados. Es asimismo un manantial del cual

brota una gracia sobreabundante, que es fuerza y luz para toda vuestra vida.

E imprime en el alma una huella imborrable por toda la eternidad, que es

principio de una inmensa gloria en el cielo o de una afrenta indecible en el

infierno.

3 Santo Tomas, Sum. Teol., III, Supplem. q. 34, a. 2.

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SACERDOTES Según su Corazón

No cabe error más funesto para

un sacerdote que el de

subestimar la dignidad

sacerdotal. Su deber más

sagrado consiste, por el

contrario, en formarse una alta

idea de la misma.

Esto os demuestra cuán íntima es la unión de Cristo y de su sacerdote. Toda la antigüedad cristiana consideraba al sacerdote como formando un

solo ser con Cristo: "El sacerdote es la imagen viviente, y el representante

autorizado del supremo Pontífice": Sacerdos Christi figura expressaque

forma4. El repetido adagio Sacerdos alter Christus expresa perfectamente

esta fe de la Iglesia.

Recordad lo que ocurre el día de la ordenación. La mañana de aquel día

bendito, un joven levita, anonadado por el sentimiento de su indignidad y de

su flaqueza, se prosterna ante el obispo, representante del Pontífice celestial.

Inclina su cabeza en la imposición de las manos del prelado consagrante, al

tiempo que el Espíritu Santo se cierne sobre él y el Padre eterno contempla,

con una mirada de infinita complacencia, a este nuevo sacerdote, viva

imagen de su amado Hijo: Hic est Filius meus dilectus...

Mientras el obispo sostiene la mano extendida y todos los sacerdotes

presentes imitan este gesto, cobran una nueva realidad las palabras que el

ángel dirigió a María: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del

Altísimo te cubrirá con su sombra" (Lc., I, 35).

Se puede afirmar con toda verdad que, en este misterioso momento, el

Espíritu Santo cubre al elegido del Señor y realiza una eterna semejanza

entre el nuevo sacerdote y Cristo, hasta el punto de que, cuando se levanta,

es ya un hombre trans-

formado: "Tú eres

sacerdote eterno, según el

orden de Melquisedec"

(Sal., 109, 4).

Este día recibisteis un

sello divino que se grabó

en la entraña misma de

vuestro ser y fuisteis con-

sagrados a Dios, en

cuerpo y alma, como un

vaso de altar cuya

profanación constituye un

sacrilegio.

4 San Cirilo de Alejandría, De adoratione in Spiritu Sancto. P. G., 68, col. 882.

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SACERDOTES Según su Corazón

El sacerdocio tiene por fin

establecer intermediarios

sagrados entre la tierra y

el cielo para ofrecer al

Señor los dones de los

hombres y comunicarles,

en cambio, las gracias de

Dios.

2 . T R E S A S P E C T O S D E L A A S I M I L A C I Ó N D E L S A C E R D O T E

A J E S U C R I S T O

No cabe error más funesto para un sacerdote que el de subestimar la

dignidad sacerdotal. Su deber más sagrado consiste, por el contrario, en

formarse una alta idea de la misma.

El primer aspecto de nuestra asimilación a Cristo en el sacerdocio lo

expresó el mismo Jesús cuando dijo a sus Apóstoles: "No me habéis

elegido vosotros a mí, sino que Yo os elegí a vosotros" (Jn., XV, 16).

"Y ninguno se toma por sí

este honor, sino el que es

llamado por Dios, como Aarón"

(Hebr., V, 4). ¿Cuál es la razón

de esta exigencia? Es que nadie

tiene derecho a elevarse por sí

mismo a una dignidad tan

eminente. En Jesucristo, el

sacerdocio constituye un don

concedido por el Padre. Cristo,

nos dice San Pablo, no se elevó

por sí mismo al supremo

pontificado, sino que lo recibió

de Aquél que le dijo: "Tú eres

mi Hijo... Tú eres sacerdote

eterno según el orden de

Melquisedec". De la misma

manera el sacerdote debe ser

también elegido por el

Todopoderoso.

Debemos mantener siempre en nosotros una fe viva y desbordante de

agradecimiento por la elección de que la Providencia misericordiosa nos

ha hecho objeto con Vistas al sacerdocio: "Tu Dios te ha ungido con el

óleo de la alegría, más que a tus compañeros" (Sal., 44, 8). Esta elección

supone de parte de Dios una mirada privilegiada de amor. Muchas veces

el Señor nos protegió ya desde la infancia o desde la adolescencia, y nos

condujo bajo su amparo por los caminos de la vida. El don del sacerdocio

es como un anillo de oro, el primero de una interminable cadena de

singulares gracias, reservadas a los ministros del altar. Habituémonos a

Page 6: Sacerdote según su corazón, agosto de 2013

SACERDOTES Según su Corazón

encontrar en este magnífico pensamiento un perpetuo estímulo para nuestra fidelidad.

Es verdad que ninguno de nosotros puede escrutar el misterio de

predestinación, que está oculto en Dios. Pero hay indicios reveladores que

nos permiten formar prudentemente un juicio práctico y personal sobre

los planes que Dios tiene respecto de un alma. Sólo el obispo, como re-

presentante auténtico de Dios, tiene competencia para juzgar en última

instancia del valor de las señales de vocación que ofrece un candidato al

sacerdocio y solamente él es quien puede, por el llamamiento canónico,

manifestar la voluntad de lo alto.

Quien tenga la osadía de recibir el Espíritu Santo y la unción sacerdotal

sin esta vocación celestial, comete uno de los más graves pecados, que

nunca queda sin castigo.

Por el contrario,

cuando, dócil a la

llamada del obispo, el

diácono recibe la

imposición de las

manos, puede tener

por seguro que Dios,

en su infinita

misericordia le ba

hecho objeto de su

elección. Y esto es lo

que hace que sea tan

pura la felicidad que

experimenta y tan

legítimo el orgullo

que siente de ser

sacerdote. El

sacerdote se

identifica, además, con Cristo a causa del poder de que está investido.

El sacerdocio tiene por fin establecer intermediarios sagrados entre la

tierra y el cielo para ofrecer al Señor los dones de los hombres y co-

municarles, en cambio, las gracias de Dios. "Todo Pontífice tomado de

entre, los hombres, en favor de los hombres, es instituido para las cosas

que miran a Dios". Pro hominibus constituitur in iis quae sunt ad Deum

(Hebr., V, 1).

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SACERDOTES Según su Corazón

Jesucristo comunica a

sus sacerdotes algo

más que una simple

delegación. Les reviste

de su mismo poder y

obra eficazmente por

su ministerio

Antes de subir a los cielos Jesús quiso dejar tras de sí hombres que tuvieran la sublime misión de continuar y renovar sus propios gestos de

poder y de amor. El sacerdote ocupa el lugar de Cristo: Sacerdos vice

Christi vere fungitur qui, id quod (Christus) fecit, imitatur5. Así se

expresa San Cipriano, con toda la tradición cristiana.

Jesucristo comunica a sus sacerdotes algo más que una simple

delegación. Les reviste de su mismo poder y obra eficazmente por su

ministerio. Esta es la razón de por qué nuestro sacerdocio está totalmente

subordinado al de Cristo. Y de esta subordinación nace su dignidad

suprema, porque nuestro sacerdocio no es otra cosa que un reflejo del

sacerdocio del Hijo unigénito.

Al sacerdote le han sido

encomendados los dones

sagrados: sacra dans. Y esto

por dos razones. En primer

lugar, él es quien ofrece al

Padre a Jesús, inmolado

sacramentalmente; y este es el

don por excelencia que la

Iglesia de la tierra presenta a

Dios. En segundo lugar, él es

quien hace participantes a los

hombres de los frutos de la

redención, haciendo llegar

hasta ellos las gracias y los

perdones divinos. El sacerdote está asociado a toda la obra de la

redención como dispensador autorizado de los tesoros y de las mise-

ricordias de Cristo: Sic nos existimet homo ut ministros Christi et

dispensatores misteriorum Dei: "Es preciso que los hombres vean en nos-

otros ministros de Cristo y dispensadores de los misterios de Dios" (I

Cor., IV, 1). Jacob se revistió de los vestidos de su hermano Esaú para

presentarse ante su padre Isaac y atrajo sobre sí todas las bendiciones que

tenía reservadas para su primogénito. De la misma suerte, el sacerdote,

revestido del mismo poder de Cristo en virtud de su carácter sacerdotal,

5 "El sacerdote hace las veces de Cristo, porque realiza lo mismo que Cristo hizo antes que él". (Epís. 63, P. L. 4, col. 397)

Page 8: Sacerdote según su corazón, agosto de 2013

SACERDOTES Según su Corazón

“… de la misma manera

que Jesucristo es a un

tiempo un verdadero Dios

y verdadero hombre, así

también el sacerdote lleva

en sí un elemento divino y

un elemento humano…”

puede decir al Señor con mucha más razón que Jacob: "Yo soy tu hijo primogénito" (Gen., XXVII, 32).

Y es tan completa su identificación con el Pontífice eterno, que en la

misa, el sacerdote no dice: "Este es el cuerpo..., la sangre de Cristo", sino:

"Este es mi cuerpo..., esta es mi sangre". Y cuando en el sacramento de la

penitencia perdona los

pecados, ¿cuáles son las

palabras que pronuncia? Ego

te absolvo. "Yo te absuelvo".

Lejos de hacer ninguna

apelación a Dios, él habla y

manda con autoridad. ¿Y por

qué así? Porque la Iglesia, al

poner en sus labios la fórmula

sagrada, sabe con certeza que

en la administración de este

sacramento, el sacerdote es

una misma cosa con "Cristo

que obra con él y por él": Agit

in persona Christi.

El sacerdocio es una sublime prerrogativa que el Padre concede a su

ministro de la misma suerte que se la concedió a su Hijo. Esta prerroga-

tiva eleva al hombre a la mayor semejanza posible con el Verbo

Encarnado. No hay en la tierra excelencia alguna que supere a la del

sacerdocio.

En tercer lugar, de la misma manera que Jesucristo es a un tiempo un

verdadero Dios y verdadero hombre, así también el sacerdote lleva en sí

un elemento divino y un elemento humano.

Durante los días de su vida mortal-, Jesús ocultaba su divinidad bajo los

velos de su humanidad. Para la gente que le trataba, era "hijo de un

Obrero": Nonne hic est fabri filius? (Mt., XII, 55). A los ojos del Sanedrín

y de los soldados romanos era un "malhechor" digno de muerte. Y, sin

embargo, a pesar de estas apariencias, era el Verbo de Dios, el supremo

Señor del universo, la fuente de todas las bendiciones.

Bajo las apariencias de un hombre sujeto a las necesidades y a las

miserias de este mundo, el sacerdote oculta en lo íntimo de su ser la

invisible grandeza de su sacerdocio. Los incrédulos le miran

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SACERDOTES Según su Corazón

O Sacerdos! Tu quis es?

Non es tu, quia Deus es.

Non es tui, quia servus ómnium

Non es tibi, quia sponsus Ecclesiae

Non es ad te quia mediator ad Deum

Non es a te, quia de nihilo

Quid ergo es? Nihil et omnia.

O Sacerdos!

frecuentemente como a un ser nocivo para la sociedad, y apenas le reconocen los derechos y las consideraciones que le son otorgadas al

último de los ciudadanos.

Y, sin embargo, ¡qué poderes tan sobrehumanos en unas manos tan frágiles!

Este hombre, que en nada se diferencia de los demás, tiene unos poderes

verdaderamente divinos. Basta que él hable para que Cristo baje al altar para ser

inmolado. Abrumado por el peso de sus pecados, el penitente se arrodilla ante él

y el sacerdote le dice en nombre de Dios: "Vete en paz". Y este mismo pecador,

que un minuto antes pudo ser condenado a los tormentos eternos, se levanta

perdonado y justificado, con el alma iluminada por la gracia celestial.

Así es como Jesús perpetúa su misión de santificar a los fieles. Por intermedio

de sus sacerdotes, continúa interviniendo en todas las etapas de la vida de sus

elegidos, desde su nacimiento hasta la hora de su muerte. Esto explica la

reverencia y el amor con que el pueblo cristiano ha honrado al ministro de

Cristo. En la creencia de la Iglesia, el sacerdote aparece como confundido con su

divino Maestro.

En cierta ocasión, San Francisco de Sales confirió el sagrado presbiterado a un

joven levita. Terminada la ceremonia, el santo se fijó en que el nuevo sacerdote se

detenía en la puerta de la iglesia, como si discutiera con un ser invisible sobre

quién debía pasar el primero. ¿Qué es lo que sucede?, preguntó el santo. A lo que

el joven levita repuso que él tenía la felicidad de ver al ángel de su guarda. "Antes

de que yo fuese sacerdote, dijo, él siempre me precedía, pero ahora quiere que yo

pase el primero"6. Los ángeles no son sacrdotes y por eso reverenciarán en nos-

otros esta dignidad que ellos adoran en Cristo… (Continúa…)

i Tomado de: Bto. Dom Colmba Marmion, Jesucristo ideal del Sacerdote.

6 Mons. Thochu, Saint François de Sales, 1, 2 s.