sabes escuchar

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¿SABES ESCUCHAR? Por: Liliana Patricia Mayorga M. Fonoaudióloga Esp. en docencia universitaria “Escuchar es una habilidad que se aprende y que por lo tanto se debe cultivar a través de la actitud interior de cada ser humano que ve en la comunicación interpersonal la base del progreso y unidad de los hombres”. Actualmente, en el devenir de la vida moderna, el ser humano pide constantemente el respeto a sus derechos de tolerancia, paz, tranquilidad y sosiego, pero se olvida que uno de los aspectos más importantes para alcanzar el bienestar físico y emocional que reclama, es el saber escuchar. Oír y escuchar son dos actitudes totalmente distintas. Oír es simplemente captar una sucesión de sonidos producidos en el ambiente, tales como el canto de los pájaros, las conversaciones del vecino o compañero, los ruidos producidos por los automóviles, etc. A su vez, escuchar es un proceso que implica además de la capacidad sensorial de “oír”, atender, entender, rememorar y analizar con sentido crítico. Todo lo anterior, requiere tener una actitud de disponibilidad y respeto hacia el interlocutor. Los seres humanos han sido dotados de la capacidad anatómica de oír que aunque es prerrequisito para ser un buen escucha no es prenda de garantía, sólo quien cultiva su actitud de tolerancia, atención y aceptación hacia los demás, puede desarrollar tal habilidad. A nivel familiar, las situaciones de aislamiento o de conflicto surgen en gran medida por no saber escuchar a los miembros de la familia. Los padres en ocasiones se muestran intransigentes e impositivos frente a sus hijos, no permiten que sus hijos expresen o expliquen algún hecho sucedido o simplemente no le prestan atención. En otras oportunidades sucede lo contrario son los hijos los que no escuchan a sus padres. Y sí manifiestan que "me falta alguien con quien hablar", es decir, "una persona que sepa escuchar”

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¿SABES ESCUCHAR?

Por: Liliana Patricia Mayorga M.Fonoaudióloga

Esp. en docencia universitaria

“Escuchar es una habilidad que se aprende y que por lo tanto se debe cultivar

a través de la actitud interior de cada ser humano que ve en la comunicación interpersonal

la base del progreso y unidad de los hombres”.

Actualmente, en el devenir de la vida moderna, el ser humano pide constantemente el respeto a sus derechos de tolerancia, paz, tranquilidad y sosiego, pero se olvida que uno de los aspectos más importantes para alcanzar el bienestar físico y emocional que reclama, es el saber escuchar.

Oír y escuchar son dos actitudes totalmente distintas. Oír es simplemente captar una sucesión de sonidos producidos en el ambiente, tales como el canto de los pájaros, las conversaciones del vecino o compañero, los ruidos producidos por los automóviles, etc. A su vez, escuchar es un proceso que implica además de la capacidad sensorial de “oír”, atender, entender, rememorar y analizar con sentido crítico. Todo lo anterior, requiere tener una actitud de disponibilidad y respeto hacia el interlocutor.

Los seres humanos han sido dotados de la capacidad anatómica de oír que aunque es prerrequisito para ser un buen escucha no es prenda de garantía, sólo quien cultiva su actitud de tolerancia, atención y aceptación hacia los demás, puede desarrollar tal habilidad.

A nivel familiar, las situaciones de aislamiento o de conflicto surgen en gran medida por no saber escuchar a los miembros de la familia. Los padres en ocasiones se muestran intransigentes e impositivos frente a sus hijos, no permiten que sus hijos expresen o expliquen algún hecho sucedido o simplemente no le prestan atención. En otras oportunidades sucede lo contrario son los hijos los que no escuchan a sus padres. Y sí manifiestan que "me falta alguien con quien hablar", es decir, "una persona que sepa escuchar”

Sería interesante detenerse a pensar por unos segundos, ¿De qué sirve expresar los más hermosos y buenos pensamientos, la preocupación más intensa, la idea más fabulosa y creativa, cuando sólo encuentra el vacío o un muro ante sí? O al contrario, deseamos expresar todo lo que nos sucede compartir alegrías, tristezas, logros, fracasos, socializar conocimientos, pero el interlocutor de dicha comunicación interpersonal no lo permite. He ahí el problema. No sabemos escuchar.

Igualmente sucede en la vida escolar. Si se intentara analizar las reacciones y comportamientos del docente y de los estudiantes en un aula de clase, se podría afirmar sin temor a exagerar, que generalmente es un pequeño campo de batalla en el que surgen guerras por el poder y por la ganancia numérica de una nota. En ocasiones no importa compartir, intercambiar ideas, sino por parte del docente transmitir conocimientos indiscriminadamente y desde el estudiante poder sobrellevar las horas de clase, hablar por celular, hacer las tareas de la siguiente asignatura y lo más importante pasar . Allí, ni una parte ni la otra se involucran, no establecen canales de comunicación que favorezcan el desarrollo social, cognitivo, psicológico de

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todos, sino generalmente se vuelve el cumplir con la obligación y competir por quien es más fuerte, habla más o menos, impone sus ideas y sin lugar a dudas gana “el profe” porque es quien tiene la última palabra.

En el contexto colombiano sucede algo similar, la situación de violencia que vive el país es un reflejo de todo aquello que pasa en los hogares y en las escuelas. A nivel informal no somos buenos escuchas con el vecino, el transeúnte, mucho menos con el desconocido o aquellas personas que están en menor estatus que nosotros. En situaciones más formales, en el entorno político, por ejemplo, sucede que la comunicación no se hace efectiva debido al no saber escuchar. Frecuentemente se observa que políticos y negociadores no realizan adecuadamente las preguntas y tienen serias dificultades para autocontrolarse y dominar sus emociones. Por esta razón, generalmente no se comprenden las razones de la otra parte correctamente, ya que no se escucha con atención y se interrumpe no sólo cuando no se comprende algo sino a cada momento. Eso no quiere decir que la práctica de escuchar y comprender signifique estar de acuerdo en todo sino poder darle al otro la oportunidad de expresar sus opiniones y llegar a una concertación de acuerdo con lo que se piensa al respecto.

Pero, más que una técnica que pueda dominarse, escuchar es sobre todo una actitud que se aprende cuando se vive en un espacio humano en el que hay afecto. El periodista americano John Wallach, que trabajó durante veinte años para el grupo Hearst en el Oriente Medio, fundó a principios de los 90 la organización Seeds of Peace ("Semillas de paz") para enseñar a jóvenes de países en guerra –en particular, a judíos, palestinos y jordanos- a escucharse unos a otros mediante campamentos de verano en los bosques de Maine, Estados Unidos. "Cuando tú escuchas efectivamente lo que tus enemigos están diciendo, puedes comenzar a comprenderles y a tener empatía con ellos. Se necesita ir más allá del sentimiento de que tú exclusivamente eres la víctima: nadie tiene el monopolio del sufrimiento. Cuando ambos lados captan que los dos son víctimas, puede cortarse el ciclo de violencia". Wallach estaba persuadido –y me parece que daba de lleno en la clave- de que escuchar a la persona del otro lado es el primer paso para una paz duradera. En los casi dos años que han pasado desde el fallecimiento de Wallach, la situación en Oriente Medio se ha deteriorado notablemente y el futuro de Seed of Peace resulta cada día más incierto. En el pasado verano, las autoridades palestinas no permitieron que los jóvenes palestinos acudieran a Estados Unidos a convivir con judíos y árabes. Quizás eran conscientes del poder destructor del odio y, al contrario, de la formidable capacidad que tienen los lazos de afecto que crean el escucharse y el convivir unos con otros.

Saber escuchar es ante todo saborear las cosas, es entender el valor que posee y representa la otra persona, prestar atención a lo que el otro dice, con naturalidad e interés, sin adelantarse mentalmente tratando de adivinar lo que la otra persona va a decir y reprimiendo el instinto de réplica. También exige reconocer su punto de vista y aceptar las diferencias. Por ello, para alcanzar ese grado de aprendizaje, es necesario aprender a escucharse a sí mismo; ser un buen escucha requiere de la capacidad de ponerse en el lugar del otro, y poder sentir lo que el otro quiere transmitirnos. Si no es posible tal logro, difícilmente se alcanzará la capacidad de escuchar a los demás.

Así, que si después de leer este escrito te encuentras con alguno de tus padres, hermanos, amigos, compañeros de estudio o de trabajo o con quien quiera que se cruce en tu camino, intenta verlos como a esos seres únicos y valiosos que son, piensan que tienen tanta importancia como tú en la transformación y mejoramiento del mundo. ¡Escúchalos así su voz sea el silencio y descubrirás la maravillosa experiencia de compartir y de existir con los otros!.

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ACTIVIDAD: APRENDER A ESCUCHAR, UN EXPERIMENTO

1. Estarás con un grupo de personas y deberás prestarle atención al número de veces que alguien interrumpe al otro a mitad de una frase para expresar sus propias ideas.

2. ¿Qué porcentaje del tiempo se produce verdadero diálogo y en qué porcentaje lo que se produce son conversaciones paralelas, cada uno contando su propia idea?

3. ¿Cuánta gente está prestándole atención a la conversación para entender al otro y cuánta gente está allí para expresar sus propias ideas?

4. Fíjate también en tu propia manera de escuchar. Cuando alguien te cuenta algo ¿empiezas a pensar enseguida en lo que tú vas a decir o mantienes toda tu atención en lo que te cuenta el otro?

5. ¿Qué porcentaje de tu atención está en el otro y qué porcentaje está en ti mismo?

6. Cuando tienes algo que decir ¿sigues prestándole atención a las palabras del otro o te distraes y estás esperando impaciente para hablar, deseando que el otro acabe?

La próxima vez que estés con un grupo de personas préstale atención al número de veces que alguien interrumpe al otro a mitad de una frase para expresar sus propias ideas.

BIBLIOGRAFÍA

NUBIOLA, Jaime. La Gaceta fin de semana, 20-21 de Diciembre de 2003, Universidad de Navarra.

VERDERBER, Rudolph F. Comunícate. ITP. Intemational Thomson Editores. S.A. de C. V. Novena Edición. 1.999

http://www.svdargentina.org.ar/dimensiones/archivo.htm

http://www.canal social.com

http://galeon.hispavista.com/aprenderaaprender/intemocional/noverbal.htm