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1 Condicionantes geográficos en el proyecto territorial 1 Joaquín Sabaté Bel 2 Resumen En esta charla, dirigida a jóvenes arquitectos e investigadores, se desarrollan diez claves que caracterizan el debate en torno al denominado proyecto territorial. Se acompaña de algunas referencias bibliográficas que informan e ilustran dichos principios. Palabras clave: proyecto territorial, conceptos y herramientas. Permítanme empezar con una confesión personal: tengo un enorme respeto por la geografía, trabajo continuamente con geógrafos e intento aprender día a día de ellos, de su pasión por el territorio, de su mirada atenta y rigurosa a sus trazas; seguramente todo urbanista responsable encierra un apasionado admirador de la geografía. Pero además en mi caso mis primeras lecturas urbanísticas, las que acompañaron a unos pocos textos arquitectónicos (Saber ver la arquitectura, de Bruno Zevi; El futuro de la arquitectura, de Frank Lloyd Wright y algunos otros de Le Corbusier) 3 , fueron diversos, ricos y emocionantes libros de grandes geógrafos. En Chabot, Smailes, Beaujeu-Garnier empecé a descubrir el urbanismo. Pero asimismo en Pierre George, David Harvey y Harold Carter. Y también en un delicioso texto de un entonces joven geógrafo, Ramón Pérez, que me apasionó por los análisis morfotipológicos, mucho antes que los de Rossi, Aymonino o Caniggia. Mucho más tarde descubrí que los avances en una disciplina se producen tantas veces al explorar los límites con otras disciplinas, en esos territorios de frontera, al compartir y aprender a valorar las aportaciones de profesionales desde otra mirada o formación. En esta charla me propongo apuntar algunas claves que, a mi modo de ver, están marcando y seguramente marcarán el futuro del proyecto territorial (criterios relativos a conceptos, modelos e instrumentos). Dado que veo entre el auditorio muchos jóvenes arquitectos y estudiantes de arquitectura, lo haré acompañándolas de referencias a algunos textos que me parecen seminales, de geógrafos, biólogos, economistas, antropólogos, y hasta de algún arquitecto, libros todos ellos que han marcado mi formación y trabajos profesionales y que me han inspirado dichas aquellos principios en algún momento. Me referiré a diez principios, la mitad referidos a conceptos y modelos, y la otra a técnicas y herramientas. Los primeros se ocupan, como enseguida verán, a lo aprendido en territorios de frontera, de interfase, como gustan de decir mis amigos biólogos; los segundos, a una imprescindible renovación de las herramientas con las que abordamos el proyecto del territorio. 1. Al primer principio lo he denominado “En la identidad del territorio esta su alternativa”. Vengo insistiendo en él desde hace muchos años, desde el 1 Este texto es una trascripción directa de la charla realizada por el profesor Joaquín Sabaté Bel en el aula de tele conferencias de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires el pasado lunes 7 de septiembre de 2009. 2 Joaquín Sabaté Bel es catedrático de Urbanismo en la Universidad Politécnica de Cataluña en Barcelona <[email protected]>. 3 Todos ellos de las añoradas editoriales Poseidon, Infinito o Nueva Visión, por aquel entonces las únicas que nutrían nuestras librerías de textos disciplinares en lengua castellana.

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Condicionantes geográficos en el proyecto territorial1 Joaquín Sabaté Bel2

Resumen

En esta charla, dirigida a jóvenes arquitectos e investigadores, se desarrollan diez claves que caracterizan el debate en torno al denominado proyecto territorial. Se acompaña de algunas referencias bibliográficas que informan e ilustran dichos principios.

Palabras clave: proyecto territorial, conceptos y herramientas.

Permítanme empezar con una confesión personal: tengo un enorme respeto por la geografía, trabajo continuamente con geógrafos e intento aprender día a día de ellos, de su pasión por el territorio, de su mirada atenta y rigurosa a sus trazas; seguramente todo urbanista responsable encierra un apasionado admirador de la geografía. Pero además en mi caso mis primeras lecturas urbanísticas, las que acompañaron a unos pocos textos arquitectónicos (Saber ver la arquitectura, de Bruno Zevi; El futuro de la arquitectura, de Frank Lloyd Wright y algunos otros de Le Corbusier)3, fueron diversos, ricos y emocionantes libros de grandes geógrafos. En Chabot, Smailes, Beaujeu-Garnier empecé a descubrir el urbanismo. Pero asimismo en Pierre George, David Harvey y Harold Carter. Y también en un delicioso texto de un entonces joven geógrafo, Ramón Pérez, que me apasionó por los análisis morfotipológicos, mucho antes que los de Rossi, Aymonino o Caniggia.

Mucho más tarde descubrí que los avances en una disciplina se producen tantas veces al explorar los límites con otras disciplinas, en esos territorios de frontera, al compartir y aprender a valorar las aportaciones de profesionales desde otra mirada o formación.

En esta charla me propongo apuntar algunas claves que, a mi modo de ver, están marcando y seguramente marcarán el futuro del proyecto territorial (criterios relativos a conceptos, modelos e instrumentos). Dado que veo entre el auditorio muchos jóvenes arquitectos y estudiantes de arquitectura, lo haré acompañándolas de referencias a algunos textos que me parecen seminales, de geógrafos, biólogos, economistas, antropólogos, y hasta de algún arquitecto, libros todos ellos que han marcado mi formación y trabajos profesionales y que me han inspirado dichas aquellos principios en algún momento.

Me referiré a diez principios, la mitad referidos a conceptos y modelos, y la otra a técnicas y herramientas. Los primeros se ocupan, como enseguida verán, a lo aprendido en territorios de frontera, de interfase, como gustan de decir mis amigos biólogos; los segundos, a una imprescindible renovación de las herramientas con las que abordamos el proyecto del territorio.

1. Al primer principio lo he denominado “En la identidad del territorio esta su alternativa”. Vengo insistiendo en él desde hace muchos años, desde el 1 Este texto es una trascripción directa de la charla realizada por el profesor Joaquín Sabaté Bel en el aula de tele conferencias de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires el pasado lunes 7 de septiembre de 2009. 2 Joaquín Sabaté Bel es catedrático de Urbanismo en la Universidad Politécnica de Cataluña en Barcelona <[email protected]>. 3 Todos ellos de las añoradas editoriales Poseidon, Infinito o Nueva Visión, por aquel entonces las únicas que nutrían nuestras librerías de textos disciplinares en lengua castellana.

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ejercicio profesional, artículos y libros, o en la reflexión compartida con mis estudiantes de doctorado. En todas las oportunidades en que nos enfrentamos a una nueva realidad territorial, lo primero que perseguimos es desvelar sus trazas, sus características fundamentales, o como prefiero decir su “código genético”. Y esto los urbanistas lo pretendemos hacer desde una lectura profunda y detenida del territorio, desde análisis bien diversos, pero asimismo, y de manera preferente, desde el dibujo minucioso y entretenido, desde la construcción de una cartografía fisiocrática, como los magníficos profesionales de la escuela francesa del siglo XIX. Como exclamaba un querido y admirado compañero, el arquitecto Carlos Ferrán, al ver los cuidadosos estudios morfológicos del territorio de Tenerife elaborados en la redacción de su Plan Insular, “…calcando, calcando se va proyectando”.

Me gustaría recomendar dos libros entre los muchos que, desde diferentes ópticas enriquecen este principio. El clásico Ciudades en evolución del biólogo Patrick Geddes, que tanto marcará la trayectoria de Bergson, Kropotkin y Lewis Mumford, o de toda una generación de estudiosos de la ciudad y del territorio. Sus referencias a la civilización y el territorio que construyen el minero, el leñador, el cazador, el pastor, el agricultor, el granjero y el pescador, constituyen un breve, pero estimulante análisis histórico y antropológico. Desde otra óptica totalmente diferente Alberto Magnaghi en The Urban Village nos habla de nuevas formas de territorialidad, del estatuto de los lugares, de redes de ciudades, de la carta de un nuevo municipio, pero esencialmente aboga por el desarrollo local auto sustentable, basado en la identidad de cada territorio.

Volviendo al proyecto territorial quisiera enfatizar la componente creativa de la descripción, sobre la que más adelante insistiré. Baste ahora decir que reconocer la estructura física de un territorio es ya una hipótesis metodológica para su ordenación. Y dicha lectura se puede afrontar desde interpretaciones más literarias, enfatizando en el dibujo los componentes esenciales de un territorio, que a mi modo de ver, son mucho más ricas que la neutra y literal reproducción abstracta y precisa de los planos fotogramétricos. Me refiero a dibujos donde seleccionamos unos pocos elementos relevantes, las más de las veces a realizados a mano, planteados como una verdadera tesis acerca de la naturaleza de un territorio, y apuntando en buena medida a su tratamiento.

Este tipo de aproximaciones puede además enriquecerse con nuevas lecturas y claves interpretativas, aprovechando las ventajas de los nuevas herramientas digitales. Las cuatro imágenes que les muestro son de un mismo territorio holandés, y nos permiten explicar el escenario del agua, el de los distintos tipos de redes, la tensión entre lo ocupado y los ámbitos de mayor interés ambiental y finalmente el mar como territorio. Hablamos de un mismo territorio, pero las miradas nos multiplican su imagen. Completar y mejorar la descripción se convierte en tantas ocasiones en un primer acto de proyecto.

2. Al segundo principio de mi ensayo de decálogo lo defino con el enunciado “De la preservación del patrimonio a la ordenación del paisaje” En su obra seminal Morphology of Landscape, Carl Sauer fundamenta la geografía cultural y el propio concepto de paisaje cultural como el resultado de la acción de un grupo social sobre un paisaje natural. En esencia nos viene a decir que paisaje cultural es una relación cambiante entre hábitat y hábitos; el registro del hombre sobre el territorio; un texto que se puede escribir e interpretar; entendiendo el territorio como construcción humana. John Brinkerhoff Jackson profundiza en este campo en bien diversas obras, y en concreto en A sense of

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place, a sense of time, donde reivindica el paisaje americano cotidiano. Otras muchas aportaciones recientes desde nuestro Laboratorio Internacional de Paisajes Culturales, a través de su revista Identidades, insisten en la importancia de atender a la dimensión cultural en las intervenciones urbanísticas.

En diversos estudios realizados por los investigadores de dicha red hemos deducido algunos ingredientes clave que conviene tener en cuenta las intervenciones en paisajes culturales. Su simple enunciado creo que puede resultar suficientemente explicativo. Así por ejemplo: Hay que definir con claridad los objetivos básicos de toda intervención en cualquier paisaje cultural, o a la postre, en cualquier territorio. O bien, en las intervenciones en paisajes culturales es imprescindible explicar una historia; se debe definir un ámbito coherente y un hilo conductor; el viaje, el guión y la imagen son críticos; para narrar una historia resulta imprescindible documentarla rigurosamente, y los propios residentes constituyen los principales recursos culturales; o las iniciativas exitosas surgen de la base, y, pese a que no lo parezca, la complejidad administrativa es un valor. A los arquitectos nos interesa mucho otra de las lecciones que aprendimos: Resulta crucial definir una clara estructura física. Y la mejor manera de asegurar la preservación de los recursos culturales es a través de la transformación. Estas lecciones las aplicamos en un proyecto de eje patrimonial a lo largo del río Llobregat a principios de los años noventa.

De las ocho intervenciones principales contenidas en aquel proyecto de eje patrimonial se han desarrollado ya el parque de una acequia medieval; el del carbón; el plan de recuperación de catorce colonias industriales, y el correspondiente al parque agrario del delta del río Llobregat.

El parque de la acequia se articula alrededor de un hilo de agua de cerca de treinta kilómetros de recorrido, que traza una frontera entre los colores ocres y los verdes vivos de las viñas y los huertos. La acequia nace a la sombra de un castillo medieval y serpentea al pie de los cerros, buscando la mínima pendiente, con una sucesión de muros de contención, puentes y pequeños acueductos conservados con cuidado a lo largo de los siglos. La intervención ha consistido apenas en limpiar y rehacer el camino a lo largo de la acequia y en recuperar diversas obras de fábrica; en proponer una interpretación del territorio y en diseñar unas pocas piezas de “mobiliario territorial” para enriquecer la experiencia del paseo. Entre éstas tenemos algunas delicadas intervenciones de Alvaro Siza, como un aula en la naturaleza, catorce pequeños cubos de mármol blanco dispuestos en un claro del bosque, un hermoso ejemplo de landart.

El parque agrario se desarrolla en las márgenes del delta del río Llobregat, donde la ciudad crece, pero la huerta, con apenas doscientos años de existencia, continúa viva gracias a unos precisos canales que aseguran riego y escorrentía. La enorme riqueza de este recurso ha justificado la creación del parque, que sirve esencialmente para proteger los campos cultivados. Este territorio de altísima rentabilidad y aún notable extensión, esta sometido a una notable presión en medio de un entorno metropolitano de unos tres millones de habitantes. Reúne una triple dimensión -productiva, social y ambiental- que le confiere un valor añadido.4

4 Ver entre otras publicaciones SABATÉ, Joaquín "El Plan Especial del Parque Agrario de el Baix Llobregat" en Patrimonio y desarrollo territorial. Colonias, Sèquia de Manresa y Delta del Llobregat (pág. 45-62). Diputación de Barcelona. Universidad Politécnica de Cataluña. Barcelona, 2004 o "El Parc Agrari del Baix Llobregat" en Área Revista de Debates Territoriales nº 8 (pp. 251-282). Barcelona, marzo 2000.

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De ahí que hayamos propuesto la preservación del espacio agrario y garantizar las condiciones necesarias para una producción competitiva y de calidad, pero además conservar y difundir sus valores ambientales y sociales. Desde el punto de vista disciplinar ello ha supuesto un esfuerzo de renovación de instrumentos de análisis y de reconocimiento y propuesta de caminos de tierra y de agua. Pero asimismo de una estructura interpretativa de los recursos patrimoniales de este territorio.

En esta misma línea trabaja la Belvedere Nota holandesa, un plan-guía para intervenir en los principales paisajes culturales holandeses. Propone incorporar la identidad histórico cultural en los procesos de planeamiento; utilizar los recursos culturales para mejorar la calidad de los ambientes urbanos y rurales y vincular patrimonio cultural y redes de espacios naturales. Lo hace sugiriendo la utilización del patrimonio cultural como material de trabajo en todos los planes urbanísticos.

Eso mismo es lo que se ha pretendido afrontar en otros planes directores urbanísticos, como el del Bages o los de las colonias industriales de los ríos Ter, Freser y Llobregat. El objetivo de éste último fue recuperar una quincena de pequeñas colonias industriales. Constituyen una sucesión de ciudades en miniatura, donde siempre están presentes la fábrica, la iglesia, las casas de los trabajadores, el canal que aporta las aguas, los huertos cerca del río y la villa de los propietarios.

Las calles, con el carácter de las colonias centroeuropeas, están hoy silenciosas, ya que la llegada de la electricidad permite poner las fábricas donde se quiera y las colonias han entrado en crisis. El trabajo empieza a irse y con él los habitantes de esta ciudad discontinua que creció allí, donde un salto permitía aprovechar la fuerza del agua. El Plan Director Urbanístico de las colonias industriales pretende reactivar este patrimonio. Para ello resulta imprescindible asegurar condiciones de prosperidad económica y calidad de vida. Una colonia viva requiere una fábrica viva y, por ello, promover usos de valor añadido y activar dinámicas económicas, turísticas y residenciales, aceptando incluso pequeños crecimientos y cambios de uso industrial a terciario o residencial. El pacto con diversos agentes supone que las plusvalías generadas se revierten en compensar el coste de rehabilitar el patrimonio edificado. Convertir las colonias en barrios equipados implica atraer habitantes, aceptar que éstas puedan crecer hasta una dimensión que permita reclamar servicios y transporte público. Frente a la escasa dinámica demográfica y económica, al deterioro del patrimonio, a la escasez de recursos..., se busca un balance entre conservación y transformación. Se han definido unas reglas precisas de transformación, unos criterios compositivos basados en un riguroso análisis. Se ofrece un pacto viable entre intereses públicos y privados. Parte de los beneficios deben reinvertirse en la mejora urbana de las colonias.

Este tipo de proyectos sobre paisajes del trabajo están teniendo una creciente importancia en el desarrollo de base local. La mayor parte de los planes de ordenación del siglo XX hicieron hincapié en la dinámica poblacional y el desarrollo industrial, y utilizaron la zonificación y el proyecto de grandes infraestructuras como instrumentos fundamentales. Hoy en cambio, las propuestas de ordenación territorial de mayor interés empiezan a atender a un nuevo binomio: naturaleza y cultura. Naturaleza y cultura como partes de un concepto único: patrimonio. Y los paisajes culturales pueden constituir un vehículo para alcanzar el objetivo de construir entornos más diversos y cargados de identidad.

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Se trata de situar el paisaje como eje central de todo tipo de planes; paisaje en su más amplio sentido, natural y cultural; paisaje no como resultado acabado y congelado de una cultura, sino como realidad continuamente evolutiva. Se trata de superar una posición meramente conservacionista del patrimonio y de trabajar con los recursos dentro de los procesos de transformación, de fundir la historia cultural, con origen en el pasado, con el planeamiento, con voluntad de proyectar un futuro mejor. La construcción de hoy también puede generar identidades y patrimonio del mañana. La preservación a través de la transformación, ese sería el lema sintético.

3. El tercer principio tiene mucho en común con la labor de Penélope en la Odisea, que destejía un sudario de noche para tejerlo de nuevo de día. Destejer para tejer el territorio, descomponerlo en capas para comprenderlo mejor, antes de volver a componerlo, a intervenir en él, a proyectarlo, es lo que ha defendido una rica corriente fundamentada esencialmente en un texto seminal. El de Ian L. McHarg: Design with Nature en esta extraordinaria obra, recientemente traducida al cumplirse los 40 años de su aparición. Mc Harg se apoya en la modelística y en la teoría de sistemas, para sentar de forma muy amena las bases del análisis multicapas, equivalente a lo que hoy denominamos sistema de información geográfica.

Mc Harg pretende, con un análisis descomponiendo las características de cualquier territorio en capas diversas y con la valoración matricial de sus características, asegurar su mayor o menor adecuación a diferentes usos alternativos. Pero tiene la virtud además, de adelantar conceptos tan actuales como el de mosaico territorial. La aproximación multicapas se convierte con Mc Harg en un rico mecanismo para comprender y reproponer el territorio; el territorio como matriz. Aún con las limitaciones de todo análisis de valores y aptitudes, tiene además el mérito añadido de inspirar muchos otros trabajos académicos y profesionales punteros, incluso bien recientes, como los del profesor Carl Steinitz. O contribuciones como el libro de Oswald y Baccini: Netzstadt, Designing the Urban, que utilizan dicho enfoque sistémico para plantearnos una aproximación bien interesante al proyecto del territorio, remitiéndonos a diversos atributos de los sistemas urbanos (coherencia, límites, escala, funciones, grano y resistencia). En otros casos se refieren a indicadores morfológicos (contorno, campo, tamaño, estructura, figura, jerarquía, fragmentación, granulado y accesibilidad). Oswald y Baccini descomponen el territorio según usos característicos, atendiendo a la escala de observación. Creo que Netzstadt, Designing the Urban constituye una de las obras recientes más sugerentes en cuanto al abordaje del proyecto territorial, con su pretensión de llegar a definir indicadores morfológicos y criterios de calidad urbana (identidad, diversidad, flexibilidad, eficiencia, autosuficiencia).

No podría dejar de incluir a Richard T.T. Forman en esta suma de referencias y principios. Entre sus muchos libros quizás los fundamentales serían Pine Barrens, aportación seminal; Landscape Ecology y Land Mosaics. Uno los adquiere como textos de culto, aunque son escritos por un biólogo, para especialistas en ecología. En cambio otra obra menor, un librito denominado Landscape Ecology Principles in Landscape Architecture and Land-Use Planning, ha tenido la enorme virtud de divulgar un rico caudal de conocimientos. Ha servido para poner al alcance de los estudiosos de otras disciplinas conceptos ricos y sofisticados (tales como mosaico territorial, entropía, biodiversidad, teselas, corredores, stepping stones… y sus características, de

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forma, tamaño, espesor, fragmentación…), al servicio en definitiva de un proyecto de territorio más sensible y responsable.

4. A esta cuestión dedico el cuarto principio, que denomino “De la evaluación a posteriori a la matriz ambiental como herramienta de proyecto”. La obra de Forman nos ayuda a entender que tantos documentos de reciente exigencia (balances de impacto ambiental, informes de sostenibilidad o memorias ambientales…), que desgraciadamente suelen convertirse en meros requisitos formales, superficiales y a posteriori, pueden tener un extraordinario valor si nos empeñamos en pasar de una evaluación a posteriori, correctora, superficial y a la defensiva, a la integración de la variable ambiental como material de proyecto. Las sucesivas lecturas de la morfología de un territorio, de su relieve, caminos de tierra y agua, pero asimismo de los valores naturales y culturales, de las características agronómicas y geológicas, de los recursos básicos, constituyen un ingrediente básico de cualquier proyecto, para discutir sus límites y ajustar morfologías, para poner en valor recursos y salvaguardar determinados ámbitos, para inspirar redes de recorridos…

O para proponer un sistema de espacios libres urbano-territoriales y una red de senderos ciclistas y paseos, al modo de la Emerald Necklance de Olmsted. Disfruto muchísimo en aquellas ocasiones en que discutimos con expertos en temas ambientales de la Administración acerca de las opciones de proyecto que se deben derivar de una lectura rigurosa de estos temas; de cómo aplicar en definitiva las lecciones de Richard Forman. Desgraciadamente lo más común es encontrarse funcionarios con espíritu de censor que nos recuerdan que nos hemos olvidado de colocar tres pozos o tres nidos de vencejos en algún plano, o utilizado una escala inadecuada en otro; es decir que se detienen en aspectos meramente formales, cuya incidencia final en la bondad del proyecto territorial propuesto nadie parece querer cuestionarse. Esta necesidad de un juicio crítico versus una discusión de mero contenido formal constituye una demanda imperiosa. Bien recientemente el Gobierno catalán ha encargado un informe a un prestigioso biólogo para valorar medidas que eviten las discusiones epidérmicas e integrar seriamente la dimensión ambiental en cualquier proyecto territorial. Partimos de la convicción que la mejor justificación del rigor ambiental de un proyecto debiera ser la propia memoria de ordenación.

Después del éxito de Los límites al crecimiento en 1972, otro informe al Club de Roma, La primera revolución global de 1991, constituye una argumentada demanda de urgente adopción de una nueva ética, que arranca de tres urgencias: reconversión de la economía militar en civil; calentamiento de la Tierra; y relación entre desarrollo, desigualdad y pobreza. Junto a este texto los sucesivos informes del Worldwatch Institute han evidenciado hasta que punto aquella reclamación cayó en saco roto.

Me detendré tan solo en algunos proyectos, seguramente menores, pero no insignificantes de la preocupación que fundamenta aquellos textos. Por ejemplo como intervenir en canteras despiadadamente maltratadas por una sobre-explotación de recursos naturales; o como trascender la mera preservación de una playa cuaternaria revalorizando su respetuosa observación. O como transformar vertederos abandonados en bellos parques rurales. Pero no nos quedemos en la epidermis, en algunos, pero aún escasos y puntuales ejemplos de buenas prácticas.

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5. Vayamos al quinto principio, cuyo enunciado podría ser Proyectar los riesgos como oportunidades. Consiste en imaginar como pasar de una catástrofe inexorable a una crisis gestionable. Por ejemplo en una comarca, como el Bages, agujereada por extensísimas explotaciones de potasa, que están provocando hundimientos por subsidencia y abandono de barrios tradicionales. Su montaña más alta es un gran promontorio de salmueras, que crece varios metros por año y que contamina los acuíferos. Nuestro plan propone explorar una solución aparentemente tan elemental, como rellenar los túneles y galerías que se van abandonando con los desechos.

Pero quienes han ido más lejos con este principio son los holandeses. Como ustedes saben Holanda es un pequeño país de unos 30.000 kilómetros cuadrados a finales del siglo XX. Aclaro la fecha, porque cien o doscientos años antes buena parte de su actual superficie era mar. Holanda es uno de los pocos países a los cuales la geografía no les ha sido dada, han tenido que construirla (según un dicho popular: Dios creo el mundo, los holandeses construyeron Holanda). Y ello implica un esfuerzo titánico de polderización, de bonificación o conquista de suelo al mar, y una lucha continuada contra sus aguas y las de los ríos, con resultados en tantas ocasiones catastróficos.

Si hay un país preocupado seriamente por el calentamiento global y por la consiguiente subida del nivel del mar es Holanda. Y para hacerle frente han cambiado su estrategia de boxeador por la de un judoka. El primero opone la fuerza del oponente a la suya propia, en este caso los diques más potentes y las defensas más impresionantes. El segundo aprovecha la energía del oponente para reconducirla, que es lo que hacen los modernos diques al abrir sus compuertas.

A principios del siglo XXI Holanda aprueba diversos planes e iniciativas que se podrían resumir en un simple enunciado: “Más espacio para el agua”. Se trata de pasar de una numantina resistencia activa, a proyectar con los riesgos de posibles inundaciones. Los holandeses se proponen abandonar proyectos de polders no ejecutados, de desmontar otros, de acondicionar grandes cauces inundables a lo largo de las principales cuencas y, en definitiva, de devolver espacio al agua. O de proyectar extensas áreas de almacenaje provisional. Y de sacarle partido recreativo y paisajístico a todo ello.

Se trata de construir grandes defensas previendo la subida del nivel del mar que evite la desaparición de las principales ciudades.

O de proyectar las edificaciones como si se tratara de muelles flotantes.

6. Vayamos ya al segundo grupo de claves, a aquellas que pueden contribuir a renovar el utillaje disciplinar. No utilizaré en este segundo grupo referencias a textos, sino a propuestas o proyectos. El sexto principio sería De la ordenación a la coordinación; de normas a directrices. Asistimos en muchos lugares a un aluvión abusivo de reglas, leyes y normas. Y lo hacemos en un momento donde frente al hartazgo normativo se siguen oponiendo tendencias desreguladoras. Como reza el dicho común “…aquellas lluvias trajeron estos lodos”. Es decir todo abuso de normativa acaba desembocando en su consciente ignorancia, por la imposibilidad de su aplicación, siquiera de un conocimiento suficientemente profundo.

Se combate la inobservancia de los planes llenos de reglas con más normas y amenazas que se sabe que no se van a cumplir. Frente a ello algunas sociedades más prudentes hace décadas que substituyeron las normas estrictas por pautas de diseño, con un resultado bien enriquecedor. Directrices y design

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guidelines (como las bautizaron en Inglaterra) constituyen hoy una vacuna frente a la epidemia desreguladora, frente al falso dilema plan versus proyecto. El Gobierno de Cataluña ha impulsado siete planes territoriales y diversos planes directores urbanísticos en los que introduce esta filosofía. Pero si tuviera que destacar la herramienta más poderosa que ha adoptado para impulsar un proyecto de territorio diría que son quince criterios básicos, de enunciado sencillo, que deben respetar tanto los autores de los planes como los municipios, los profesionales de diferentes sectores, como la administración en su conjunto. Son tan simples y evidentes como: Favorecer la diversidad del territorio, manteniendo su matriz biofísica Preservar el paisaje como un valor social y un activo económico del territorio O bien, Favorecer la cohesión social del territorio y evitar la segregación de áreas urbanas Los nuevos crecimientos deben ser compactos y en continuidad con los existentes Facilitar el transporte público mediante la polarización y la compacidad de los sistemas de asentamientos Atender especialmente la vialidad que estructura los desarrollos urbanos

Estos criterios están contribuyendo sobremanera a evitar tanto el hartazgo normativo, como las tentaciones desreguladoras o desplanificadoras. Ayudan de manera extraordinaria a construir un “proyecto colectivo de territorio”

7. Mi séptimo principio sería la necesidad de Proyectar el territorio aún en tiempos de incertidumbre. Para ello precisamos nuevas herramientas y técnicas. En el Máster Europeo de Urbanismo que impartimos con los amigos de Lovaina, Delft y Venecia hemos discutido largamente sobre ello y hemos acordado profundizar en los próximos años en unos pocos temas de especial relevancia en nuestro campo disciplinar: “Ciudades emergentes”, que se centra preferentemente en las transformaciones vertiginosas de ciudades y territorios; en el balance entre presión global y resistencia e identidad local. “Territorios de la dispersión”, que se ocupa del nuevo uso extensivo del territorio, incluyendo nuevas formas de residencia y trabajo y nuevos patrones de asentamientos; que reclama repensar las tipologías infraestructurales. “Lugares post-industriales”, que analiza áreas urbanas marginales u obsoletas que ofrecen oportunidades de reestructuración. A escala territorial la noción de shrinking cities requiere replantear la noción de desarrollo. “Movilidad y ciudades en red”, que se centra en las innovaciones y desarrollos en tecnología y sistemas de infraestructuras, que permiten una nueva conceptualización de las ciudades: cuestiones como regiones poli céntricas, nuevas centralidades, aglomeraciones urbanas, clusters de ciudades, ciudades aeropuerto, etc. “Paisajes culturales”, que aboga por la preservación a través de la transformación y por un nuevo tipo de planes y proyectos fundamentados en la revalorización de los recursos culturales y de la identidad local frente a una globalización homogeneizadora.

Igualmente hemos decidido poner énfasis en cuatro herramientas de diseño: descripción, conceptualización, definición de escenarios y estrategias para alcanzarlos.

Centrémonos en esta última herramienta. Si queremos investigar a través del diseño en tiempos de creciente incertidumbre, debemos renunciar a propuestas

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finalistas y cerradas e imaginar como reaccionar ante solicitudes diversas. Se trata de aprender a proyectar con escenarios abiertos, aportar conocimiento e innovación, aproximándose al diseño desde la formulación de escenarios verosímiles. Y esto permite asimismo transmitir ideas, formular estrategias, refinar herramientas, decidir acciones y evaluar alternativas. Por ejemplo en un proyecto de un segundo parque agrario que estamos desarrollando en el Delta del Llobregat queríamos mostrar al Ayuntamiento que podía suceder si no se intervenía, como el área se deterioraría crecientemente. O que podría pasar si primamos la visión ambiental, extendiendo las marismas y áreas de lagunaje; o bien si se apuesta por favorecer un uso agroganadero con granjas e invernaderos. O si se admite la progresiva extensión de usos industriales y residenciales; o finalmente si se busca un equilibrio entre una agricultura sensible a los valores ambientales y áreas protegidas. Para cada uno de estas alternativas se dibuja el posible territorio resultante. Y del debate de las consecuencias se plantean decisiones mejor fundamentadas.

De forma más completa y sofisticada se lo plantearon los holandeses antes de elaborar su 5º Plan Físico. La Agencia Nacional de Planeamiento organizó una serie de encuentros para discutir acerca de la forma del territorio holandés en el 2030. El resultado de dichos encuentros se recoge en un informe donde se valoran cuatro posibles escenarios de desarrollo espacial. Uno de ellos (paleta) propone una suerte de “anarquía”, donde cada ciudadano dispone de libertad para organizar su entorno vital, dando lugar a una gran variedad de espacios. Cada cual puede decidir dónde desea construir su casa, y los promotores escogen los emplazamientos que creen les van a reportar más beneficios. En otro escenario (paisaje hecho de parques) ciudad y campo se funden; se construyen ciudades jardín en el centro de las metrópolis y pequeñas áreas industriales dentro de parques.

Estos escenarios no se proponen con el fin de escoger la opción más adecuada, sino para explorar las posibilidades y probables consecuencias que ciertas opciones de desarrollo tendrían sobre el territorio.

8. Mi octavo principio se refiere a la necesidad de plantear miradas inter-escalares. En el campo del planeamiento lo ortodoxo parece ser avanzar de lo general a lo particular, y casi siempre confiar a un siguiente escalón la resolución de los temas de mayor detalle o dificultad. Recuerda al viejo mito del planeamiento en cascada y a la reclamación bienpensante de que existen temas propios de cada escalón de planeamiento. Y así vamos dejando lo que nos incomoda o resulta más difícil a planes o proyectos que vendrán después. Abogo por una actitud diferente. Defiendo que en cualquier escalón de planeamiento debemos plantearnos cuestiones de diversas escalas, cambiar continuamente de escalas y no desdeñar discusiones que pudieran considerarse sectoriales o muy detalladas. Un Plan Territorial como el que muestro tiene la responsabilidad de discutir alternativas a grandes trazados viarios, pero asimismo de verificar posibles desarrollos morfotipológicos. Para cada uno de los sectores de posible desarrollo que a lo mejor se demorará muchos años, se deben explorar alternativas posibles de ordenación física. No tanto para pretender imponerlas en detalle. Siquiera que sea simplemente para establecer pautas de diseño, o para verificar la idoneidad de unas pocas determinaciones normativas.

Al final lo que se establece como vinculante es la estructura más general, como se ve en esta imagen. Pero para llegar a proponerla con suficiente responsabilidad ha sido preciso descender a un escalón muy detallado o debatir

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cuestiones de trazados de notable alcance, es decir cambiar continuamente de escala, avanzar al tiempo de lo general a lo particular y de lo concreto a lo más amplio, con una aproximación que podríamos considerar como una estrategia en forma de concha de caracol, más lenta y en espiral.

9. Mi noveno principio es que debemos atender tanto al diseño físico como al diseño de los procesos y de la gestión. No me extenderé en ello. Simplemente cabe recordar la importancia de trabajar por ejemplo con el catastro para cualquier estrategia de desarrollo territorial o urbanístico. Sugiero vacunarse doblemente: frente a la estanqueidad de los conocimientos y frente el desinterés por lo supuestamente alejado de la arquitectura y el diseño urbano.

En el proyecto de apertura de la avenida Diagonal en la ciudad de Barcelona, que realizamos en 1988 planteamos una estrategia de secuenciar la intervención según la mayor o menor resistencia a la transformación de los diferentes tejidos. Estudiamos a fondo las características de cada una de lasa casi mil fincas y de las actividades que se desarrollaban en ellas. Intentamos conocer su tamaño, propietarios, construcciones, estado de conservación, maquinaria y valores. Pero asimismo las diferentes categorías morfotipológicas nos permitieron medir la capacidad de resistencia al cambio de cada pieza y valorar como incorporarlas secuencialmente en el tiempo a la futura ordenación, respetando al tiempo sus valores y el interés público. Se garantizaba casi un 40% de vivienda pública financiable con los recursos generados.

Pero volvamos al mensaje clave: trabajar con la complejidad administrativa, económica, catastral… es gran una oportunidad de avance disciplinar.

10. Un último principio, conviene desvelar el código genético del territorio y trabajar con el mismo. Con ello cerramos el círculo, reclamando una vez más la necesidad de nuevos instrumentos de lectura. Se trata de reivindicar no tan solo el plano catastral, “…en el parcelario de la Roma imperial se leen los conflictos de clase”, nos decía A. Korn. Aproximémonos con respeto a los planos de hábitat, a los geológicos o de accesibilidad, o a los estudios de visibilidades o de capacidad agrológica. No se trata de imágenes de acompañamiento, sino de utilísimos materiales de proyecto.

Y acabo ya como empecé, recomendando algunas lecturas bien útiles para el futuro del proyecto territorial. Y como antes no me referiré a libros de arquitectos y urbanistas, sino a textos de otras disciplinas, como este utilísimo Los nuevos principios del urbanismo del apreciado sociólogo François Ascher, una de sus grandes aportaciones, aunque desgraciadamente la última.

O cualesquiera de los textos de un físico bien singular, Jorge Wagensberg, director del museo de la Ciencia en Barcelona. Pongamos por ejemplo La rebelión de las formas.

Y porque no, acabo recomendando un conjunto de reflexiones bien inteligentes y aunque les cueste creerlo, bien útiles para el urbanismo, de uno de los futbolistas más sabios del siglo XX. Me gusta el fútbol, de Johann Cruyff. Confío en que a alguno de ustedes le gane la curiosidad y disfrute asimismo con sus reflexiones, perfectamente aplicables al diseño urbano.