sÁbados gigantes

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SÁBADOS GIGANTES Entonces emprendí el camino de regreso, dando vueltas en mi cabeza una excusa por haber desaparecido por tantas horas. Al llegar, entré a la sala de estar: ahí estaban mis hermanos junto a mi padre y mi madre viendo sábados gigantes. Mi hermana no estaba. Me asomé a su pieza. Me lanzó una mirada de odio y siguió escribiendo en su diario. Fui a la cocina e Iris lavaba las tazas de la once. Me senté junto a mi padre en el gran sillón y miré la televisión. Nadie me dijo nada. María Paz Valdés, Santiago en 100 palabras, XI versión. (Adaptación) EL GOL El sueño de Luis era ser comentarista deportivo. Se imaginaba la garganta hecha un nudo de tanto gritar “gol”. Un día acompañaría a la selección chilena, ganarían el Mundial y Luis celebraría con ellos. Lo dejarían levantar la copa y se sentiría el hombre más afortunado. Nunca le confesó su sueño a nadie. Hoy se luce anunciando las combinaciones de la línea 1, y a veces se da el gusto de confundirse y cambiar el nombre de la estación “El Golf” por “El Goooool”. Nada lo hace más feliz. Cecilia Gómez, En: Santiago en 100 palabras. Los 100 mejores cuentos V. LA DESORDENADA A doña Clara te la encuentras en la esquina de Bandera con Catedral. Se la pasa tejiendo animalitos con coloridas hebras de crin de caballo que ella misma tiñe. En un trapo extendido en la vereda descansa su delicado zoológico, el que se niega a pinchar con alfileres aunque se le vuele. Por eso, día por medio, a un taxista le golpea el vidrio una libélula azul o a una señora pituca le pega en el ojo una ranita anaranjada. Doña Clara no hace ni el amago de rescatarlas. Se ríe no más de la cara que pone la gente. Nathalie Moreno, 43 años, La Reina Primer Lugar 2009 JUAN "Juan camina de prisa. De cuando en cuando lleva la mano hacia las zapatillas, aparentemente nuevas, que, atadas por los cordones, cuelgan desde su hombro. Sus dedos se deslizan por ellas mientras sonríe. Va por la vereda, al costado del río, cuando ve al perro. Es pequeño, blanco y está muy sucio debido al lodo que lo cubre. Se encuentra en una pequeña saliente y el agua casi lo alcanza. El niño desvía la vista. Vuelve a acariciar las zapatillas y nuevamente sonríe. Apura aún más el paso y al cruzar el puente, de reojo, mira hacia abajo. El perro continúa allí, inmóvil, con los ojos fijos en él. Tiene la cola entre las patas, las orejas apegadas a la cabeza y tiembla. Juan observa el lugar. Hay un sendero natural, que desciende abruptamente. Las paredes son altas, pronunciadas y tienen muchísimo lodo. El animal está atrapado, no tiene por donde subir. Juan suspira. Avanza un paso y se detiene. Acaricia las zapatillas. Mira al perro". Anónimo SÁBADOS GIGANTES Entonces emprendí el camino de regreso, dando vueltas en mi cabeza una excusa por haber desaparecido por tantas horas. Al llegar, entré a la sala de estar: ahí estaban mis hermanos junto a mi padre y mi madre viendo sábados gigantes. Mi hermana no estaba. Me asomé a su pieza. Me lanzó una mirada de odio y siguió escribiendo en su diario. Fui a la cocina e Iris lavaba las tazas de la once. Me senté junto a mi padre en el gran sillón y miré la televisión. Nadie me dijo nada. María Paz Valdés, Santiago en 100 palabras, XI versión. (Adaptación) EL GOL El sueño de Luis era ser comentarista deportivo. Se imaginaba la garganta hecha un nudo de tanto gritar “gol”. Un día acompañaría a la selección chilena, ganarían el Mundial y Luis celebraría con ellos. Lo dejarían levantar la copa y se sentiría el hombre más afortunado. Nunca le confesó su sueño a nadie. Hoy se luce anunciando las combinaciones de la línea 1, y a veces se da el gusto de confundirse y cambiar el nombre de la estación “El Golf” por “El Goooool”. Nada lo hace más feliz. Cecilia Gómez, En: Santiago en 100 palabras. Los 100 mejores cuentos V. LA DESORDENADA A doña Clara te la encuentras en la esquina de Bandera con Catedral. Se la pasa tejiendo animalitos con coloridas hebras de crin de caballo que ella misma tiñe. En un trapo extendido en la vereda descansa su delicado zoológico, el que se niega a pinchar con alfileres aunque se le vuele. Por eso, día por medio, a un taxista le golpea el vidrio una libélula azul o a una señora pituca le pega en el ojo una ranita anaranjada. Doña Clara no hace ni el amago de rescatarlas. Se ríe no más de la cara que pone la gente.

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microcuentos de santiago en 100 palabras, permite identificar tipos de narradores

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SÁBADOS GIGANTES Entonces emprendí el camino de regreso, dando vueltas en mi cabeza una excusa por haber desaparecido por tantas horas. Al llegar, entré a la sala de estar: ahí estaban mis hermanos junto a mi padre y mi madre viendo sábados gigantes. Mi hermana no estaba. Me asomé a su pieza. Me lanzó una mirada de odio y siguió escribiendo en su diario. Fui a la cocina e Iris lavaba las tazas de la once. Me senté junto a mi padre en el gran sillón y miré la televisión. Nadie me dijo nada.María Paz Valdés, Santiago en 100 palabras, XI versión. (Adaptación)EL GOL El sueño de Luis era ser comentarista deportivo. Se imaginaba la garganta hecha un nudo de tanto gritar “gol”. Un día acompañaría a la selección chilena, ganarían el Mundial y Luis celebraría con ellos. Lo dejarían levantar la copa y se sentiría el hombre más afortunado. Nunca le confesó su sueño a nadie. Hoy se luce anunciando las combinaciones de la línea 1, y a veces se da el gusto de confundirse y cambiar el nombre de la estación “El Golf” por “El Goooool”. Nada lo hace más feliz.

Cecilia Gómez, En: Santiago en 100 palabras. Los 100 mejores cuentos V.LA DESORDENADAA doña Clara te la encuentras en la esquina de Bandera con Catedral. Se la pasa tejiendo animalitos con coloridas hebras de crin de caballo que ella misma tiñe. En un trapo extendido en la vereda descansa su delicado zoológico, el que se niega a pinchar con alfileres aunque se le vuele. Por eso, día por medio, a un taxista le golpea el vidrio una libélula azul o a una señora pituca le pega en el ojo una ranita anaranjada. Doña Clara no hace ni el amago de rescatarlas. Se ríe no más de la cara que pone la gente.

Nathalie Moreno, 43 años, La Reina Primer Lugar 2009JUAN"Juan camina de prisa. De cuando en cuando lleva la mano hacia las zapatillas, aparentemente nuevas, que, atadas por los cordones, cuelgan desde su hombro. Sus dedos se deslizan por ellas mientras sonríe. Va por la vereda, al costado del río, cuando ve al perro. Es pequeño, blanco y está muy sucio debido al lodo que lo cubre. Se encuentra en una pequeña saliente y el agua casi lo alcanza. El niño desvía la vista. Vuelve a acariciar las zapatillas y nuevamente sonríe. Apura aún más el paso y al cruzar el puente, de reojo, mira hacia abajo. El perro continúa allí, inmóvil, con los ojos fijos en él. Tiene la cola entre las patas, las orejas apegadas a la cabeza y tiembla. Juan observa el lugar. Hay un sendero natural, que desciende abruptamente. Las paredes son altas, pronunciadas y tienen muchísimo lodo. El animal está atrapado, no tiene por donde subir. Juan suspira. Avanza un paso y se detiene. Acaricia las zapatillas. Mira al perro".

Anónimo

SÁBADOS GIGANTES Entonces emprendí el camino de regreso, dando vueltas en mi cabeza una excusa por haber desaparecido por tantas horas. Al llegar, entré a la sala de estar: ahí estaban mis hermanos junto a mi padre y mi madre viendo sábados gigantes. Mi hermana no estaba. Me asomé a su pieza. Me lanzó una mirada de odio y siguió escribiendo en su diario. Fui a la cocina e Iris lavaba las tazas de la once. Me senté junto a mi padre en el gran sillón y miré la televisión. Nadie me dijo nada.María Paz Valdés, Santiago en 100 palabras, XI versión. (Adaptación)EL GOL El sueño de Luis era ser comentarista deportivo. Se imaginaba la garganta hecha un nudo de tanto gritar “gol”. Un día acompañaría a la selección chilena, ganarían el Mundial y Luis celebraría con ellos. Lo dejarían levantar la copa y se sentiría el hombre más afortunado. Nunca le confesó su sueño a nadie. Hoy se luce anunciando las combinaciones de la línea 1, y a veces se da el gusto de confundirse y cambiar el nombre de la estación “El Golf” por “El Goooool”. Nada lo hace más feliz.

Cecilia Gómez, En: Santiago en 100 palabras. Los 100 mejores cuentos V.LA DESORDENADAA doña Clara te la encuentras en la esquina de Bandera con Catedral. Se la pasa tejiendo animalitos con coloridas hebras de crin de caballo que ella misma tiñe. En un trapo extendido en la vereda descansa su delicado zoológico, el que se niega a pinchar con alfileres aunque se le vuele. Por eso, día por medio, a un taxista le golpea el vidrio una libélula azul o a una señora pituca le pega en el ojo una ranita anaranjada. Doña Clara no hace ni el amago de rescatarlas. Se ríe no más de la cara que pone la gente.

Nathalie Moreno, 43 años, La Reina Primer Lugar 2009JUAN"Juan camina de prisa. De cuando en cuando lleva la mano hacia las zapatillas, aparentemente nuevas, que, atadas por los cordones, cuelgan desde su hombro. Sus dedos se deslizan por ellas mientras sonríe. Va por la vereda, al costado del río, cuando ve al perro. Es pequeño, blanco y está muy sucio debido al lodo que lo cubre. Se encuentra en una pequeña saliente y el agua casi lo alcanza. El niño desvía la

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vista. Vuelve a acariciar las zapatillas y nuevamente sonríe. Apura aún más el paso y al cruzar el puente, de reojo, mira hacia abajo. El perro continúa allí, inmóvil, con los ojos fijos en él. Tiene la cola entre las patas, las orejas apegadas a la cabeza y tiembla. Juan observa el lugar. Hay un sendero natural, que desciende abruptamente. Las paredes son altas, pronunciadas y tienen muchísimo lodo. El animal está atrapado, no tiene por donde subir. Juan suspira. Avanza un paso y se detiene. Acaricia las zapatillas. Mira al perro".

Anónimo