Un relato de ficción sobre el Profeta Muhammad (BPD) y los tiempos actuales.

por Néstor D. Pagano (Abdallah Yusuf de La Plata).

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En el Nombre de Dios, El Compasivo, El Misericordioso. Saludos, mis queridos amigos. No deseo engañarlos ni burlarme de sus inteligencias sagaces, por lo que empezaré admitiendo que lo que voy a narrarles a continuación no es una historia real. Se trata de un relato que entremezcla hechos reales y palabras verdaderas con narraciones fantasiosas productos de la imaginación que se echa a volar en libertad. Dejaré en ustedes la tarea de rescatar lo real y verdadero a fin de colocarlo en el lugar que merece estar en nuestros corazones. Todo comenzó hace pocos días cuando me hallaba sumergido en un mar de pensamientos que formaban un laberinto sin salida. Analizaba la situación actual de los musulmanes buscando una explicación y fundamentalmente un camino para salir de la misma. En mi corazón germinó una súplica sincera que nunca alcanzó a expresarse verbalmente pero que no dejaba de rogar a Dios por una solución. Probablemente el viaje que protagonicé fuese una respuesta de Dios a dicha oración silenciosa. Me encontraba viajando hacia una ciudad cercana a mi hogar, inmerso en estos pensamientos, cuando de repente advertí que el paisaje había cambiado abruptamente. Me vi entrando en una ciudad propia de una época antigua, de un tiempo y lugar distantes al mío. Me acerqué a una persona para preguntarle el nombre de aquella localidad y con una amable sonrisa, advirtiendo mi notoria condición de extranjero, respondió: “Medina”. - ¿Medina? – inquirí asombrado - ¿La ciudad del Profeta del Islam (BPD)?

- En efecto – me dijo mi bondadoso interlocutor. – El Mensajero de Dios (BPD) se encuentra ahora mismo en la mezquita junto a sus compañeros. Si desea conocerlo, es por ahí. Con absoluta naturalidad, aquel hombre me indicó el camino y luego continuó con sus asuntos. Aún sin entrar en cuenta de la situación, me apresuré a llegar hasta el Profeta (BPD), temiendo que todo fuese sólo un sueño y que algo me despertase antes de encontrarlo. Me acerqué a la mezquita y vi a un grupo de personas sentadas en silencio. Los saludé y les pregunté por el Mensajero de Dios (BPD). “Aquí se encuentra” respondió uno del grupo señalando a quien estaba a su lado. No recuerdo si alcancé a decir algo o sólo balbuceé sonidos sin sentido. Tengo presente en mi memoria que las piernas se me aflojaron tanto que caí sentado donde me

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encontraba mientras el Profeta (BPD) y sus compañeros sonreían con cordialidad a modo de bienvenida. -¡Vamos, hombre!- dijo el Profeta (BPD) – No tema ni se sienta abrumado. No soy un rey ni un emperador. Sólo soy un hombre simple que creció en el campo cuidando animales. Me visto como la gente simple, me siento igual que ellos y en verdad soy uno de ellos. - ¡Oh, Mensajero de Dios!- dije ni bien pude articular algunas palabras – Vengo a testimoniar mi fe ante usted y a ponerme a su servicio. Quisiera aprender de sus palabras el conocimiento y la sabiduría. Quisiera que me aconseje. El me dio la bienvenida con una sonrisa amable en su bello rostro y dijo: - La fe del creyente se evidencia por su acción. ¡Teme a Dios, Quien no hay divino excepto El, querido mío, y obra como si El te estuviera viendo! Pues aunque tú no lo veas, El sí te ve. Dios siempre está observando a Sus siervos desde donde ellos no pueden verlo. Y El se encuentra más cerca del hombre que su vena yugular. El nunca se distrae, nunca se le oculta nada, nunca duerme ni se cansa en absoluto. Observa y toma nota de cada cosa que acontece, grande o pequeña, y es Severo en ajustar cuentas. Debes saber, querido mío, que el primer paso en la religión es el conocimiento de Dios. La perfección de Su conocimiento consiste en confirmarlo, aceptando Su Existencia. La perfección de tal confirmación es profesar Su Unidad. La perfección de tal testimonio es la sinceridad hacia El. Y la perfección de la sinceridad hacia El consiste en negarle todo atributo. Porque cada atributo es distinto al atribuido mismo, y todo aquel que posee un atributo es diferente del atributo en sí. Luego, aquel que pretende describir a Dios, Glorificado sea, lo asocia con una descripción. Aquel que lo asocia, lo divide, lo parcializa y lo ignora. Aquel que Lo ignora, Lo señala y Lo delimita. Aquel que Lo delimita, Lo numera. Aquel que dice dónde está El, Lo ha encerrado. Aquel que dice sobre qué está El, por ejemplo pretendiendo que Dios está en el Cielo sobre el Trono, Lo ha excluido. Tal persona es quien piensa que quizás Dios se encuentre distraído y no observe lo que él hace lejos de las miradas de la gente. Pero no es así en absoluto. ¡Que este pensamiento no te engañe, querido mío! Sólo perfecciona su fe quien obra en privado igual que lo hace en público, aquel cuyo interior y exterior son iguales, y su conducta es irreprochable.

Luego de decir esto, el Profeta (BPD) me preguntó mi nombre y mi procedencia. ¿Cómo responder a esto último? Preferí no decirles que venía del futuro para evitar complicaciones. Así que simplemente les dije: - Vengo de un país lejano...

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- Cuéntanos de tu tierra – inquirió el Profeta (BPD) con una sonrisa amable mientras un brillo en sus ojos me decía que él conocía perfectamente mi procedencia. - En mi tierra la gente vive apegada al mundo y a los bienes materiales. Corren apresuradas de un trabajo a otro completamente absorbidas en la búsqueda de lo mundano. No recuerdan a Dios ni son conscientes de la realidad de este mundo ni de la muerte. Sólo se acuerdan cuando una desgracia se les presenta. Y si son golpeados por ella, entonces reniegan de Dios diciendo que no es justo lo que les acontece.

- Así es el ser humano, querido mío – reflexionó el Profeta (BPD) con tristeza en sus ojos – Viven sumidos en la negligencia y la despreocupación. No agradecen nunca a Dios por Sus Mercedes ni son pacientes ante las calamidades. Son ignorantes y torpes, dominados por las pasiones. Persiguen aquello que se desvanece y desatienden aquello que permanece. Sus deseos no tienen límites y sólo la muerte calma su codicia.

Luego, el Mensajero de Dios (BPD) hizo silencio por unos instantes y después me hizo un gesto para que siga hablando. Entonces dije: - Hay varios males que afectan a la gente de mi tierra. Entre ellos, la falta de trabajo y la pobreza extrema, la opresión y la violación de los derechos, las matanzas y las guerras. La gente más pobre vive desamparada, a merced de los poderosos que los explotan y someten a condiciones peores que la esclavitud. La gente más rica nunca se cansa de acaparar riquezas y poder al punto tal que obligan a los pueblos a entrar en guerras con otros pueblos. Y esas guerras, ¡oh, Mensajero de Dios!, son terribles. Son violentas y sanguinarias masacres donde todos terminan mutilados y muertos, hombres, mujeres y niños por igual. Así, algunos lugares de mi tierra son inhabitables, siendo la vida en ellos un dolor interminable, mientras que en otros lugares la gente disfruta de las comodidades hasta llegar a la insatisfacción, cayendo en los pecados y vicios. Los que viven en la facilidad tienen una completa información acerca de las dificultades que padecen los desafortunados. Y, sin embargo, no se conmueven ni se inmutan por esto, persistiendo en su negligencia, dejando a los poderosos las manos libres para ejercer su opresión.

- Todo esto se debe a una única causa- sentenció el Profeta (BPD)- El olvido de Dios y de la muerte. Recordar abundantemente la muerte hace que el hombre tenga conciencia de lo perecedero que es este mundo y deje de codiciarlo. Reflexionar sobre el Inmenso Poder y la Enorme Merced de Dios hace que el hombre retorne al camino y tema el Castigo del Fuego, lo cual lleva a la corrección

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de las acciones. Pero los corazones son débiles y las mentes defectuosas. Han prestado sus oídos a quien no tenían que escuchar. Satanás los ha engañado haciéndolos caer en el olvido, la codicia por este mundo, las largas esperanzas sobre las faltas, la minimización de los pecados. Ciertamente que a los corazones de los ignorantes los turba la codicia, el deseo los pone a su merced y el engaño los tiene sujetos. Ellos pueden ser purificados y salvados con la fe en Dios, si aceptan al sabio educador que transmite las enseñanzas de parte de Dios, como maestro y guía. ¿Cómo son los sabios de tu tierra?

- Son pocos – dije automáticamente. - La mayoría de los sabios se encuentran al servicio de los poderosos, legitimando la opresión y justificándola. Esto les ocupa todo su tiempo y atención, dejando a la gente a merced de los charlatanes que abundan. Ellos hablan sin conocimiento, engañando a los desprevenidos, mezclando lo verdadero con lo falso hasta que todo se confunde y la gente no puede distinguir lo correcto de lo errado. Y los escasos sabios justos y bienhechores que hay se encuentran excluidos, alejados de la gente, sin posibilidad de aconsejar ni guiar a nadie. Ante esta situación, la gente se encuentra sumergida en un mar de doctrinas desviadas que promueven el ateísmo, la corrupción y los pecados.

- Es inevitable que esto ocurra cuando los sabios se corrompen – sentenció el Profeta (BPD) – Por cierto que lo peor de la gente es un hombre sabio que prefiere su mundo sobre su ciencia. Lo ama, lo busca y trabaja por él hasta el punto que si pudiera poner a toda la gente en la perplejidad, lo haría. ¿De qué le sirve al ciego la intensidad de la luz del sol si no la ve? Asimismo, de nada le sirve a un sabio su ciencia si no obra en concordancia a ella... Entonces, ¡presten atención a los sabios mentirosos!, quienes portan ropas de lana y mantienen sus cabezas inclinadas sobre la tierra, cubriendo con esto sus pecados, mientras miran desde debajo de sus cejas como lo hace el lobo. Sus palabras se oponen a sus actos. En verdad que los sabios que se corrompen, son lo peor de la creación. Ellos son el sostén de cada tirano opresor y la raíz del mal y la injusticia que la gente padece en el mundo. Las tentaciones surgen de ellos y a ellos retornan. Cuando vean a uno de los sabios que se acerque a un sultán opresor amando el mundo, ¡acúsenlo y denúncienlo por el bien de la religión!

No temo sobre mi comunidad por un creyente ni por un asociador. En cuanto al creyente, su propia fe lo refrena; con respecto al asociador, su misma impiedad lo subyuga. Temo para ustedes por un hipócrita charlatán, que declara aquello que aceptan y obra lo que reprueban. Pues la gente se desanima y pierde las esperanzas cuando observa mucho a quien poco practica de lo que habla. ¡Oh, mi querido! Dios, Poderoso y Majestuoso, estableció en cada comunidad algunos sabios que convocan a quien se halla desviado hacia la dirección correcta, acompañándolos con paciencia en todas sus desgracias. Ellos responden al llamado de Dios e invitan hacia Él. ¡Conócelos, la Misericordia de Dios sea sobre ti! Pues

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ellos son de una categoría elevada, aunque su situación en el mundo sea insignificante. Ellos vivifican a los muertos por intermedio del Libro de Dios, y otorgan visión a los ciegos a través de la Luz Divina. ¡A cuántos exterminados por el demonio ellos han resucitado! ¡A cuántos perdidos extraviados han encaminado! Sacrifican su sangre para impedir la aniquilación de los siervos. Sus huellas resultan beneficiosas para la gente, mientras que las huellas de la gente les resultan perjudiciales a ellos. Debes saber que el seguir a un sabio justo y recto es un modo de vida por el cual Dios recompensa a la gente. Es adquirir las cosas buenas, borrar las malas, un ahorro para los creyentes y la elevación en sus vidas. ¡Oh, querido mío! La visita a los sabios es más apreciable para Dios Altísimo que setenta circunvalaciones alrededor de la Casa de Dios, la Ka'aba, y más preferible que setenta peregrinaciones mayores y menores, Hayy y 'Umra, piadosas y aceptadas por Dios. Sentarse una hora para discurrir en el conocimiento es más apreciado para Dios que velar mil noches rezando en cada una mil ciclos de oraciones. Y sentarse una hora para discurrir en el conocimiento es más apreciable ante Dios que mil batallas y que la lectura de todo el Corán. La preferencia del sabio sobre el devoto es como la preferencia de la luna sobre el resto de las estrellas en la noche de plenilunio. Una hora del sabio que está recostado sobre su lecho reflexionando en el conocimiento es mejor a setenta años de adoración. Dos ciclos de oración de un sabio son mejores que setenta ciclos de oración de un ignorante. Porque sin duda que si al sabio le llega una tentación, sale de ella con su conocimiento; pero si le llega al ignorante, lo deprime totalmente. Y cuando ocurre la innovación, el sabio la ve y la veda mientras que el devoto se dirige a su devoción sin hacer nada contra el desvío que afecta a la gente. Los compañeros del Profeta (BPD) escuchaban en un profundo silencio, memorizando aquellas nobles palabras. Cuando el Profeta (BPD) dejó de hablar, uno de ellos me preguntó: - ¿Hay musulmanes allá?

- Sí, hay musulmanes – me precipité a anunciar con entusiasmo. Un murmullo de alabanza a Dios corrió entre los presentes. El Profeta (BPD) no compartió la alegría de sus compañeros. Su mirada se perdió en el vacío mientras aguardaba la continuación de mis palabras. - Pero ellos no están bien... – agregué, apagando los ánimos. Las preguntas comenzaron a lloverme con inquietud. - ¿Ellos son pobres? ¿Padecen necesidades? – dijo uno de los compañeros.

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- ¿Los acechan y oprimen? – preguntó otro. - ¿Les permiten practicar el Islam? – inquirió un tercero. - Ellos ocupan una amplia parte de mi tierra – expliqué mientras con las manos les pedía que me dejaran responder – Algunos de sus territorios son muy ricos. Algunos de ellos acaparan grandes riquezas mientras otros son pobres y padecen necesidades. Los ricos de entre los no musulmanes se llevan muy bien con los ricos de entre los musulmanes, mientras los pobres son oprimidos y explotados. Ellos pasan hambre y necesidades ante la indiferencia de los poderosos, quienes podrían solucionar su situación si quisieran. - Dios ha establecido las provisiones de los pobres en las haciendas de los ricos. – sentenció el Profeta (BPD) - Si existen hambrientos y desnudos, se debe al pecado de los ricos. No pasa hambre un pobre sino por aquello que niega un rico. Si se obrara equitativamente entre la gente, la enriquecerían. Pero los ricos acaparan los bienes codiciándolos, extendiendo la opresión sobre la gente empobreciéndola. Por eso mi Señor me ha dicho durante mi ascensión a los cielos: “¡Oh, Ahmad! Mi amor es amor hacia los pobres y los desposeídos. ¡Acércate a ellos! Participa de sus reuniones, para que Yo me acerque a ti. Y apártate de los ricos, amantes del mundo, y evita participar de sus reuniones...” Los nobles compañeros del Profeta (BPD) escuchaban pensativos sus palabras, aunque no eran nuevas para ellos. El Mensajero de Dios (BPD) ya los había exhortado varias veces sobre la necesidad de atender a los pobres y acercarse a ellos. Cuando el Profeta (BPD) concluyó, se volvieron hacia mí deseosos de que prosiguiera mi relato. - ¿Y qué hace la gente común, aquellos que no están entre los ricos opresores ni entre los que padecen una pobreza extrema? – me preguntó uno de ellos.

- Ellos guardan silencio. Son indiferentes ante el sufrimiento de los oprimidos y el atropello de los opresores. Su atención y esfuerzos se centran en obtener los bienes del mundo y disfrutar esta vida sin complicarse ni comprometerse con los problemas. Mientras ellos no se vean directamente afectados, no hacen nada por cambiar la situación y no les importa lo que suceda a su alrededor. - ¿Y los musulmanes qué hacen al respecto? – indagó otro de los compañeros, quienes estaban todos asombrados por mis palabras.

- Me estaba refiriendo a los musulmanes – puntualicé provocándoles la misma sensación que si le hubiera clavado a cada uno de ellos una daga en el estómago.

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– La mayoría de ellos abandonaron la religión para abocarse a los asuntos del mundo. El afán de lucro los distrae apartándolos del recuerdo de Dios y de sus obligaciones como creyentes.

-No se asombren – dijo el Profeta (BPD) a sus compañeros – Así ha de ser la gente del futuro. - ¿Es cierto esto, oh Mensajero de Dios? – le preguntó con preocupación uno de ellos.

- Sin duda que sí. - afirmó el Profeta (BPD) - La gente será dominada por los deseos, tenderá hacia las falsas ideas, respetará a los adinerados y venderá su religión a cambio de este mundo. En ese momento, el corazón del creyente estará compungido y desesperanzado por no poder corregir la corrupción y el desvío... El mal se mostrará como si fuese lo bueno, y el bien como si fuese algo maligno, perverso y detestable; el confiable será considerado traidor y el traidor confiable; se corroborará al mentiroso y se desmentirá al veraz... Sus rostros lucirán sonrientes y claros, pero sus corazones serán negros y oscuros. La tradición, mi sunnat, será para ellos innovación, y la innovación será considerada tradición. El creyente se hallará entre ellos deshonrado, y el hipócrita será respetado. Sus gobernantes serán dictadores ignorantes y sus sabios se hallarán a la puerta de los opresores... Las falsedades serán consideradas genialidades y las caridades pérdidas y daño. El hombre no respetará a su padre ni a su madre, y se apartará de sus amigos y compañeros... La nobleza y valentía de la juventud desaparecerán. Los pobres y humildes serán humillados y menospreciados. En esa época los mercados se concentrarán y los comerciantes dirán: "No vendí nada ni me beneficié en lo más mínimo", quejándose a Dios por ello y haciéndolo responsable de ello... En aquella época gobernarán los tiranos y dictadores que matarán a quienes se le opongan y desalentarán a quienes se callen; subyugarán sus derechos y beneficios, aplastando su dignidad y libertad; derramarán su sangre y llenarán los corazones de la gente de terror y corrupción. Entonces la gente quedará angustiada, deprimida y aterrorizada... No se tendrá compasión con los niños ni respeto por los ancianos. Las personas tendrán apariencias humanas pero corazones satánicos... Los hombres serán atraídos y seducidos tanto por las mujeres como por los jóvenes lampiños e imberbes. Los hombres se asemejarán a las mujeres y las mujeres a los hombres... Ellos usarán el nombre de "musulmanes" sin serlo realmente. El Corán se imprimirá en forma muy costosa y adornada. Los minaretes serán altos y las filas de orantes serán numerosas, pero sus corazones estarán repletos de odio, ira y enemistad... En aquellos tiempos surgirá la usura y los pagos a destiempo. Abundará lo mundano y la frivolidad... Los divorcios aumentarán considerablemente. No se juzgará según las leyes de Dios... Proliferarán las mujeres cantantes, los juegos y las veleidades. Las cantantes serán privilegiadas y

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tendrán puestos de poder. Los malvados y delincuentes gobernarán sobre los pueblos... En esa época la Peregrinación anual la realizarán los ricos y poderosos a fin de pasear y divertirse; la clase media, para afianzarse económicamente y extender sus negocios; y los pobres para ostentar y ufanarse. En esa época habrá gente que estudiará y aprenderá el Corán para envanecerse. Surgirán grupos que investigarán la religión, pero sin la intención de glorificar a Dios. Aumentarán los hijos ilegítimos, productos del adulterio y la prostitución. Se difundirá el Corán por intermedio de canciones y tonadas. La gente disputará y competirá para alcanzar los placeres mundanales. En esa época la dignidad, el honor y el respeto serán quebrantados, y surgirán perversidades y corrupciones de toda índole. Los inicuos usurparán los derechos de los honorables. La mentira y la falsedad prevalecerán por todos lados. La obstinación y la terquedad serán manifiestas. La pobreza, las privaciones y necesidades abrumarán a los humildes y oprimidos. La gente se enorgullecerá de sus atavíos y vestimenta... Los juegos de azar serán bien vistos y los instrumentos musicales serán ensalzados. Por otro lado estará mal visto ordenar el bien y prohibir el mal. Los creyentes resultarán más humillados que los esclavos. La crítica y el reproche predominarán entre la gente. Los cielos se cubrirán de impurezas, inmundicias y pestilencias... En aquella época el rico y acaudalado no se preocupará por el pobre y necesitado, a tal punto que un mendigo pedirá limosna de viernes a viernes sin que nadie se ocupe por él... El silencio nos embargó cuando el Profeta (BPD) concluyó su exposición. Hundí mi rostro entre mis manos y lloré. Aquellas palabras eran una radiografía tan precisa que me eximía de dar mayores detalles. ¿Cómo decirle al Mensajero de Dios (BPD) que habíamos caído en todo aquello que él nos había anticipado detalladamente? ¿Cómo decirle que sus advertencias y recomendaciones no nos habían impedido llegar a esta situación alarmante e incluso superarla? Mis palabras se atoraron en mi garganta sin poder salir. Sólo pude menear mi cabeza tratando de articular en vano una frase. Con extremada delicadeza y ternura, el Profeta (BPD) apoyó su mano en mi hombro consolándome, como si hubiera podido entender cada uno de mis pensamientos y sentimientos más ocultos. Pude ver que él también lloraba dejando que sus lágrimas mojaran su barba. Aquella situación sin duda alguna le dolía más a él.

- ¡Oh, Mensajero de Dios! Quisiera decirte algo que te consolara, pero no puedo – dije. - ¡Si tú supieras las cosas que hacen algunos musulmanes diciendo que siguen tu “sunnat”! - ¡Cuéntame, por favor! – me solicitó el Profeta (BPD).

- Algunos están sumidos en el fanatismo, la división, las peleas internas, la continua agresión contra sus hermanos. Satanás los ha engañado a tal punto que ellos consideran lícito asesinar gente inocente sólo porque no comparte sus

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posturas extremistas. Ellos se meten en cualquier mezquita y templo asesinando a quienes se encuentran allí orando sin previo aviso. Matan por igual a las mujeres y los niños. Toman rehenes, los torturan y asesinan sin piedad. Creen que sólo ellos están en la verdad y la salvación mientras que ven al resto en el desvío y la herejía. No respetan los derechos de nadie ni consideran que haya que hacerlo. Su ceguera y fanatismo es tal que llegan a perder sus propias vidas por asesinar niños y mujeres indefensas e inocentes. Y dicen que sólo ellos siguen tu ejemplo, ¡oh, Mensajero de Dios!

Al escuchar aquello, el Profeta (BPD) lloró más intensamente. Sus compañeros también comenzaron a llorar. La situación se prolongó hasta que uno de ellos se levantó y fue en busca de Fátimah, la hija del Mensajero de Dios (BPD). El Profeta (BPD) siempre se alegraba al ver a su querida hija. Su presencia siempre le mejoraba su estado de ánimo. Ella se acercó envuelta en un manto viejo con varios remiendos. Sólo con verla, el rostro del Profeta (BPD) se iluminó apartando sus penas. Dos pequeñas figuras emergieron detrás de ella para arrojarse a los brazos del Mensajero de Dios (BPD) animándolo aún más. Eran los jóvenes hijos de Fátimah, Hasan y Husein (P), compitiendo por acaparar a su abuelo. El Profeta (BPD) los rodeó con sus brazos y los besó en sus cabezas y mejillas mientras rogaba a Dios que los bendijera. El estado de la reunión cambió completamente. Todos nos olvidamos de la maldad y locura de los fanáticos terroristas y nos concentramos en aquella escena de dicha y amor, un simple ejemplo de la belleza de la vida. Con una felicidad y orgullo incontenibles, el Profeta (BPD) me dijo: -¡Querido mío!: Ella es mi hija Fátimah, la dama de las mujeres del Paraíso. Aunque su aspecto exterior sea pobre y simple, su interior tiene una riqueza y nobleza incomparables. Ella se encuentra a la vanguardia de los adelantados que abandonaron este mundo buscando la Complacencia de Dios Altísimo.

Luego se volvió hacia sus compañeros para agregar enfatizando: - Fátimah es parte mía y yo soy parte de Fátimah. Quien la molesta, me molesta a mí. Quien la hace enojar, me hace enojar a mí. Quien la lastima, me lastima a mí. Y quien me molesta, me hace enojar o me lastima a mí, molesta, hace enojar y lastima a Dios Mismo. ¡Recuerden todos muy bien esto!

Hubo un breve silencio luego de aquella advertencia del Mensajero de Dios (BPD) en el cual él jugueteaba con sus dos nietos. Sin dejar de hacer esto, el Profeta (BPD) agregó: - Y ellos son mis dos hijos, Hasan y Husein. Ellos también son parte mía y yo soy de ellos. Su padre, el joven Ali que se encuentra a mi derecha, ha cargado en su

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espina dorsal mi descendencia. Ellos son mi familia, la Gente de mi Casa, la Gente de la Amonestación. Dios Mismo los ha purificado y librado de toda mancha, imperfección, error o extravío. Quien me ama, debe amarlos. Quien me siga, debe seguirlos, respetarlos y obedecerlos. Ellos son mis sucesores, los líderes de los creyentes después de mí. Primero Ali, luego Hasan, luego Husein y luego sus hijos hasta el noveno de ellos, que será el Mahdi prometido. ¡Conócelos, querido mío! Pues si un hombre se levantase por la noche a rezar, ayunara durante el día, ofreciera toda su riqueza en caridad y peregrinara a la Meca en cada ocasión, todos los años, sin conocer el liderazgo de un amigo de Dios al punto de seguirlo y hacer todas sus acciones concordantes a su guía, no tendría sobre Dios el derecho de ser recompensado, ni sería considerado entre la gente de fe. Quien muera sin conocerlos, aceptarlos y seguirlos, muere igual que la gente de la "Yahilía", la época preislámica. Conocer a los líderes que el creyente debe obedecer es conocer a Dios. Es con este conocimiento que se adora a Dios y se lo obedece. Sin esto, ¿qué es lo que están adorando? ¿Y a quién pretenden obedecer? ¿Quién es el líder que pretenden seguir aparte de ellos? El liderazgo no es apropiado excepto en un hombre que posea tres cualidades: la piedad que le impida desobedecer a Dios, la templanza que domine su cólera, y la buena administración sobre sus subordinados, de modo tal que sea para ellos como un padre compasivo. Esto no es conveniente más que para Dios y Su gente. Y esa gente es ella, la gente de mi Casa. Quien se coloque a sí mismo en un lugar distinto al que Dios Ha establecido para él, es odiado por Dios. Y quien convoque a la gente hacia sí mismo diciendo 'yo soy vuestro jefe', mientras que no lo es, Dios no volverá a dirigirle la mirada hasta que se retracte de lo que dijo y vuelva hacia El, arrepentido por lo que había pretendido. Luego se volvió hacia Ali (P) que estaba sentado a su derecha, y dijo elevando la voz para que todos lo oyeran bien: - Sepan todos que Ali es mi hermano, mi visir, mi auxiliar y sucesor. El es para mí lo que Aarón fue para Moisés (la Paz sea con ellos), a excepción que no habrá Profetas después de mí. Dios Ha establecido a 'Alí (P) como vuestra guía y líder. Para quien yo sea su jefe, Ali es su jefe. Es obligatorio que le obedezcan, tanto los emigrados como los auxiliares y los seguidores, el presente como el ausente, el árabe como el no árabe, el libre, el blanco y el negro monoteístas. Su mandato debe acatarse, su palabra es veraz y su orden es efectiva. Maldito sea quien se le oponga. La misericordia sea sobre quien lo reconoce. Ciertamente 'Alí es parte mía y yo soy de él. Fue creado de mi misma naturaleza. El explicará aquellas tradiciones en las que discrepen después de mi muerte. El es Amir al Mu'minin (comandante de los creyentes), el guía de los que tienen un rostro resplandeciente, el mejor de los sucesores, el cónyuge de la Señora de las mujeres del Universo (Fátimah -P-) y el padre de los Imames bien guiados. A quien crea en mí, confirme mi Profecía y mi posición de Mensajero de Dios, entonces le lego el liderazgo de 'Alí ibn Abi Talib y

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la obediencia a él. Deben confirmarlo, pues su liderazgo es el mío propio, y mi liderazgo es el liderazgo de Dios. Yo os he comunicado. Entonces que el presente comunique al ausente que 'Alí ibn Abi Talib (P) es la guía. Aquel que le sea negligente se desviará. Quien se le adelante, se dirige al fuego. Quien se le atrase por su diestra se aniquila, y quien se retrase por su siniestra se extravía. Mi éxito sólo está en Dios. Yo no he sido negligente en legarles y advertirles. No he descuidado ningún asunto. Yo soy la ciudad de la Sabiduría y Ali es su puerta. Quien desee la Sabiduría, debe entrar por su puerta. Alí está siempre con la verdad y la verdad está siempre con Alí. No se separarán uno del otro hasta el Día del Juicio. Quien aprecie llevar una existencia semejante a la de los Profetas, morir en forma similar a la de los mártires y habitar en los jardines que Ha sembrado el Misericordioso, debe mantener una amistad con 'Alí (P). ¡Juro por Aquel que tiene la vida en Sus manos, que 'Alí y sus seguidores serán triunfadores el Día del Juicio! Saluden a 'Alí (P) con el título de Amir al Mu'minin (Comandante o príncipe de los creyentes) Luego abrazó con más fuerza a sus nietos, los besó y después dijo: - Estos dos hijos míos son los señores de los jóvenes del Paraíso. Son las dos plantas aromáticas que endulzan el mundo y los ornatos del Paraíso con quienes esta Morada es adornada y embellecida. Ellos son parte mía y yo soy de ellos. ¡Deben amarlos! Pues Dios los ama y yo los amo. Quien ame a Hasan y Husain, yo lo amo, a quien yo ame, Dios lo ama, y a quien Dios ama El lo introducirá en el Paraíso. Quien los deteste, yo lo detesto, y es detestado por Dios. Y a quien Dios deteste, El lo hará entrar en el Infierno. ¡No descuiden esta obligación! Ellos son hijos de la mejor de las damas, la más valiosa de las perlas, la más resplandeciente luz, Fátimah Zahra. Ellos cuatro, Ali, Fátimah y sus dos hijos Hasan y Husein, son mi familia, quien les lego a ustedes y les recomiendo. ¡Deben amarlos, respetarlos y seguirlos! Yo no les pido ninguna remuneración por mi trabajo con ustedes excepto el amor a ellos. Dios Altísimo hizo que ellos sean para mi comunidad como el Arca de Noé: quien la aborde se salvará y quien la abandone será anegado.

Luego el Profeta (BPD) se puso de pie para que todos pudieran verlo y dijo hacia la gente que se había reunido en el lugar: - ¡Oh gente! Dejo entre vosotros dos joyas: El Libro de Dios y mi Descendencia, la Gente de mi casa, quienes son una amalgama de mi agua y mi fruto. No se separarán hasta que me encuentren en la Fuente del Paraíso (al Kauzar) y no os pido más que lo que mi Señor me ha ordenado que os encomiende, es decir el amor a mi familia. ¡Tened cuidado!, pues no me encontraréis mañana en la Fuente si molestáis y oprimís a mi familia. Por cierto que en el Día de la Resurrección

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vendrán hacia mí tres grupos de musulmanes: el primero tendrán rostros de color negro oscuro, del cual los ángeles se asustarán. Se detendrán ante mí y les preguntaré: '¿Quiénes sois vosotros?' Ellos no me recordarán y expresarán: 'Somos árabes'. Entonces les diré: 'Yo soy Ahmad, Profeta de los árabes y los no árabes'. Ellos dirán: '¡Nosotros somos tu comunidad, oh Ahmad!' Les preguntaré: '¿Qué hicieron después de mí con el Libro de mi Señor y la Gente de la Casa?' Responderán : 'En cuanto al Libro, lo descuidamos; en cuanto a tu descendencia, nos empeñamos en que fuera exterminada de la faz de la tierra.' Yo apartaré mi rostro de ellos, y se volverán sedientos, mientras sus rostros se ennegrecerán aún más. Luego se acercará a mí otro grupo aún más negro que el primero. Les preguntaré: '¿Cómo han tratado a las dos joyas, la grande y la pequeña, el Libro de mi Señor y mi Descendencia, después de mi muerte?' Responderán: 'En cuanto a la gran joya nos opusimos; con respecto a la pequeña, la humillamos y destruimos totalmente.' Entonces les diré: '¡Aléjense de mí!' Y retornarán sedientos, con sus rostros ennegrecidos. Luego vendrá hacia mí el tercer grupo. La luz brillará en sus rostros. Les preguntaré: '¿Quiénes sois?' Contestarán: 'Somos la gente de la verdad. Hemos cargado el Libro de nuestro Señor, hemos ordenado lo lícito y vedado lo que él prohíbe. Amamos a la descendencia de nuestro Profeta Muhammad (BPD). Les hemos ayudado, y combatimos a su lado contra quien se le opuso'. Entonces les diré: '¡Felicidades! Yo soy vuestro Profeta Muhammad. Ciertamente habéis sido en el mundo tal como habéis declarado'. Luego les daré de beber de mi fuente y retornarán satisfechos". Finalmente agregó: - No se considera creyente a un siervo hasta que yo sea para él más amado que su propia alma, y mi familia y descendientes sean más amados que los suyos. Después de aquello, Fátimah (P) tomó a sus hijos de la mano y se retiró. Yo no quería que el Mensajero de Dios (BPD) se retirara también, así que me apresuré a hablarle diciéndole:

- ¡Oh, Mensajero de Dios! Te ruego que me des más consejos para transmitirles a los musulmanes de mi pueblo. Quizás así se encaminen y enmienden su situación actual.

- Diles que teman a Dios y cumplan con sus obligaciones, pues Dios no los eximirá de rendir cuentas de lo que hagan en el mundo. Si son musulmanes, como pretenden, deben comportarse como tales, perseverando en las buenas obras, el respeto de los derechos y la unidad. Diles que no se reúnan con cada innovador pretencioso que les convoque desde la certeza hacia la duda; desde la sinceridad hacia la ostentación, desde la humildad hacia la arrogancia; desde

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la amistad hacia la enemistad; desde el desapego hacia la inclinación por lo mundano. Acérquense a un sabio que los lleve del orgullo a la humildad, de la jactancia a la sinceridad, de la duda a la certidumbre, de la inclinación por lo mundano hacia el desapego del mismo, de la enemistad a la reconciliación. Sólo es digno de aconsejar a la creación quien realmente toma en cuenta que debe prevalecer sobre los defectos de la palabra, reconocer el error, las causas de las incitaciones, las dificultades del alma y los deseos. Deben buscar al sabio educador que los guíe. Los sabios de mi comunidad son como los Profetas de Israel y son mis confidentes y sucesores. Busquen a aquel que se controla a sí mismo, es custodio de su religión, se opone a sus deseos y es obediente de su Señor. Cuando los vean, los reconocerán. Sus palabras no se contradicen con sus actos y ellos no permanecen callados frente a los opresores insaciables ni los oprimidos hambrientos. Cuando encuentren a alguien así, sepan que él es mi representante y heredero. Sepan que la presencia en la reunión de un sabio tal es mejor que asistir a mil entierros, visitar a mil enfermos, la vigilia de mil noches, el ayuno de mil días, mil dirhames dados en caridad a los pobres, mil peregrinaciones excepto la obligatoria y mil combates en los cuales luchas en el camino de Dios con tus bienes y con tu alma, excepto el obligatorio. ¿Y cómo se equiparan todas estas presencias con la asistencia ante un sabio? ¿Acaso no sabes que Dios es obedecido y adorado con el conocimiento y lo mejor de este mundo y del otro está con la ciencia, mientras que el mal de este mundo y del otro se encuentra con la ignorancia? Deben aprender e instruirse de los sabios educadores y poner en práctica lo que aprendan. Sepan que Dios nunca los beneficiará con la ciencia hasta que obren de acuerdo con ella. Aquel de vosotros que aprende la ciencia recibe la misma recompensa de quien la enseña, aunque éste tiene superioridad sobre aquel. Aprendan la ciencia del portador del conocimiento e instruyan a sus hermanos como los sabios les han enseñado. Esta es la base del bien para la gente de mi comunidad. Por eso, mirar el rostro de un sabio es devoción y es mejor que liberar a mil esclavos. Por supuesto, ha de ser un sabio justo y bien guiado, que se autocontrola, se opone a su concupiscencia y acata la orden de Dios y mi orden respetando lo que ordené respetar, realizando lo que ordené realizar, apartándose de todo cuanto os he vedado. Cuando encuentren alguien así, deben seguirlo y obedecerlo en todo, en lo que les gusta y en aquello que les desagrada. Deben superar sus propios egos y someterse a la guía de tal sabio.

- ¿Y si no encontramos a nadie así, Mensajero de Dios? – pregunté.

- Siempre hay alguien así en toda comunidad – me dijo con naturalidad. –Dios no deja a ninguna de Sus criaturas sin guía y sin posibilidad alguna de salvación.

- Pero, ¿y si no hay nadie así? – insistí.

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- Entonces no hay ningún bien en ustedes. – dijo el Profeta con tono grave - Sin duda que llegará para los hombres un tiempo confuso, en el cual no intimarán más que con sus libros. Pero siempre ha de tener una puerta al conocimiento puesta a disposición por Dios Altísimo. Si no existe absolutamente ninguna puerta es porque no hay nadie que pueda acercarse a ella. En tanto haya uno capaz de hacerlo, Dios el Generosísimo, el Sabio, ha de dejarle a disposición la posibilidad de hallarla. Dios no oprime absolutamente a nadie y no es injusto con ninguna de Sus criaturas en lo más mínimo. Entonces, querido mío, debes buscar con decisión y sinceridad, pues ciertamente encontrarás. Hay suficiente luz para aquel que quiere ver. Entonces presta atención para ver a la verdad y a su gente. Y reconoce la excelencia de los sabios. Pues quien no reconoce la excelencia en nadie, es caprichoso en su propia opinión. Y quien sigue caprichosamente su opinión sin ser sabio, se aniquila y hace que otros se aniquilen. Debes estar atento y bien dispuesto, y cuando una puerta al bien se abra para ti, debes aprovecharla, pues no sabes cuándo se va a cerrar. Debes aprovechar cada ocasión que tengas y cada oportunidad que Dios te depare. Y debes aprovechar cada momento de tu vida: tu juventud antes de tu vejez; tu salud antes de tu enfermedad; tu riqueza antes de tu pobreza; tu libertad antes de tu ocupación; y tu vida misma antes de tu muerte. El día de ayer ya pasó y el mañana es incierto. Tu presente es provechoso; por lo tanto, apresura toda posible ocasión y evita confiar en el tiempo. Quien posterga el momento oportuno, debe estar seguro que lo perderá. Quien encuentra una fuente de agua pura y no la aprovecha, es posible que cuando tenga sed la busque y no la encuentre. Quien aprovecha la oportunidad, se asegura contra la tristeza.

- ¡Por favor, Mensajero de Dios! – le pedí - ¡Aconséjame más! Temo que no pueda volver a verte y no quiero que esta oportunidad se pierda para mí. - ¡Oh, querido mío! No temas. Cuando dos personas se aman por Dios, están juntas aunque uno se encuentre en el oriente y el otro en occidente. Si me amas, aparte de lo que ya te indiqué debes ser amable y bondadoso con la gente. Pues ellos son de dos clases: tu hermano en la religión o tu semejante en la creación. Entonces, no importa si son musulmanes o no: debes respetarlos, ya que ellos son la familia de Dios y Sus criaturas. Debes ser cordial y generoso con todos, en especial con los creyentes de tu comunidad. Ama a la gente para que ellos te amen. Encuentra a tu hermano con un rostro abierto, sonriente, gentil. No te enojes y no tengas mal carácter, pues si eres así, se te negará este mundo y el otro. Debes saber que a quien disipe de un creyente una de las calamidades del mundo, Dios le disipará una de las calamidades del Día del Juicio. A quien facilita algo para quien se encuentra en dificultad, Dios le facilitará las cosas en este mundo y en el otro. A quien protege a un musulmán, Dios lo protegerá en este mundo y en el otro. Y es Dios quien está en el auxilio del siervo, no el siervo en el auxilio de su

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hermano. ¡Ten siempre esto muy en cuenta! Quien camina para cubrir las necesidades de su hermano, obtiene más que 20 años de retiro espiritual en la obediencia de Dios. Y si alguien se retira un día deseando contemplar la Faz de Dios, Dios coloca entre él y el Fuego tres fosos, cada ano más ancho que la distancia existente entre el oriente y el occidente. ¡Oh, querido mío! No existe peor pobreza que la ignorancia, ni riqueza más provechosa que el intelecto, ni hay soledad más árida que la vanidad. Quien cumple con lo que Dios le Ha encomendado, es el más devoto entre los hombres. Quien se satisface con aquello que Dios le proveyó es el más rico entre la gente. Las noblezas de la moral son tres: entablar relaciones con quien las haya cortado contigo; proveer a quien te ha despojado; dispensar a quien te ha oprimido. Tres acciones presentan recompensa en este mundo y en el otro: la peregrinación rechaza la miseria; la caridad repele las pruebas; el mantener los vínculos familiares aumenta la edad. Bajo la sombra del Trono en el Día del Juicio estarán tres: un hombre que quiere para su hermano aquello que aprecia para sí mismo; un hombre a quien le llega una orden y no la excede ni la demora al saber que es para Dios, ya sea que le complazca o lo fastidie; un hombre que no censura un defecto de su hermano hasta no haberlo corregido de su propia alma. Por cierto que cuando él corrija un defecto, aparecerá otro y otro y otro más... Y al hombre le basta con preocuparse de su propia alma.

¡Oh, querido mío! Recordar abundantemente a la muerte te hace olvidar este mundo. Debes ser agradecido, porque esto incrementa la merced. Suplica frecuentemente, pues no sabes cuando te será respondido. Cuídate de la iniquidad, ya que a quien le cometen una iniquidad, un acto de opresión o injusticia, Dios lo ayuda. Cuídate del engaño, porque éste no alcanza sino a su propia gente. - ¡Por favor, Mensajero de Dios! ¡Dime algo más para la gente de mi pueblo!

- Dile a los musulmanes de tu pueblo que sean pacientes y se mantengan unidos como Dios ordenó. Dile que eviten los castigos ejemplares que les sobrevivieron a las comunidades que les han precedido debido a la maldad de sus acciones y los actos censurables. Deben observar lo acontecido con las comunidades del pasado y tomar lecciones de ello, aprovechando lo bueno que tenían para imitarlo y lo malo que tenían para evitarlo. Cuando estuvieron en la gloria, ellos alcanzaron la nobleza por su unidad, es decir evitando la discrepancia e insistiendo en la concordia con su estimulación y recomendación. Y cuando cayeron en el fracaso, el oprobio y la humillación, fue por la enemistad y el odio recíproco, la divergencia entre ellos y el no ayudarse mutuamente. Reflexionen acerca de la situación de los creyentes que les han precedido y su estado de experimentación y prueba. ¿Acaso no eran las criaturas más agobiadas por las cargas, los siervos más extenuados por las pruebas y los de más estrecha situación entre la gente del mundo? Los faraones los habían tomado como esclavos, los

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persiguieron infatigablemente con un maligno castigo y les hicieron tragar la amargura. Su estado siempre era la humillación aniquiladora y el sometimiento al dominio. No encontraban un ardid para rechazarlo ni un camino para defenderse, hasta que Dios, Glorificado Sea, vio su sincera paciencia ante los perjuicios por amor a Él, y su tolerancia de lo detestable por temor a Él. Entonces los alivió reduciéndoles las pruebas y Les sustituyó la humillación por el poder y el temor por la seguridad. Así se convirtieron en reyes, gobernantes y líderes eminentes. Recibieron de parte de Dios una nobleza que jamás hubieran imaginado. Observen cuando eran un pueblo unido y sus deseos estaban en armonía, los corazones en equilibrio, las manos y espadas auxiliándose mutuamente, sus mentes eran penetrantes y su resolución era única. ¿Acaso no eran señores en toda la tierra y reyes sobre toda la gente? Luego vean a lo que llegaron cuando ocurrió la división, la discrepancia de palabra y de corazón, la separación en partidos y bandos enfrentados. Dios le quitó, por eso Su noble investidura y les despojó de la abundancia de Su Merced. Los recuerdos de sus historias persistieron entre ustedes como ejemplo para que escarmienten.

Dile a los musulmanes de tu comunidad que escuchen mi palabra, que resulta mejor para ellos que una tropilla de preciosos caballos. Que ninguno de ustedes hable sobre lo que no le concierne y absténgase de hablar de lo que les concierne hasta encontrar una ocasión propicia. Es posible que quien hable fuera de su lugar se perjudique a sí mismo con su palabra. Que ninguno de ustedes dispute con un tonto ni un benévolo, pues quien disputa con un benévolo, se aleja de él, y quien lo hace con un tonto, se pierde. Hablen de sus hermanos cuando se ausentan mejor de lo que les gustaría que se hablara de ustedes cuando se ausentan. Y obren como quien sabe que será retribuido por el bien y castigado por el pecado. - ¿Tienes algo más para los musulmanes de mi tierra, Mensajero de Dios? - insistí deseando que el Profeta (BPD) no concluyera si discurso. - En efecto. Diles que ahora ellos se encuentran humillados por los poderosos y oprimidos por los tiranos de la tierra, pero esto va a cambiar. ¡Diles que tengan paciencia y perseveren con denuedo! Pues Dios ama a los pacientes y perseverantes. Dice nuestro Corán: "Deseamos favorecer a quienes habían sido humillados sobre la tierra, y brindarles Imames y hacerlos herederos". (28:5) Dios no ha de dejarlos sin un Imam ni ha de abandonarlos en la opresión. Pero deben tener paciencia, pues el duodécimo de mis descendientes, aquel cuyo nombre es igual al mío y su apelativo ("kunya") es como el mío, ha de tener un ocultamiento largo que será para ustedes una gran prueba en la cual muchos de fe débil fracasarán. Durante esa época toda la gente dudará, excepto aquellos a quienes Dios proteja. Sólo un grupo permanecerá paciente, aguardando durante su ocultamiento,

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seguros de la verdad y confiando en las enseñanzas transmitidas. Otros grupos en cambio dirán: El no ha nacido. Otros dirán: El nació y luego murió. Otros declararán: El onceavo Imam no tuvo descendencia, y otros comentarán: el Imam ha reencarnado en otro cuerpo, y nos habla a través de él. ¡Dios nos libre de la ignorancia de los rebeldes y su extravío! La ocultación será muy larga para el señor de la época, y muchos fieles renunciarán a su fe. Esto será una prueba que Dios enviará para comprobar el valor de sus seguidores. Las razones profundas y precisas de su ocultación no se conocerán hasta que él aparezca, tal como la autoridad de las obras del Jidr no se conocieron hasta que Moisés y él decidieron separarse. Nuestro Corán dice: "Los probaremos con el miedo, el hambre, la falta de dinero, de vida y hacienda. Las buenas noticias vendrán para aquellos que sean pacientes". (2:155) En cuanto al miedo, llegará a través de los reyes de las familias opresoras. El hambre será debido a los precios exorbitantes. La falta de dinero se deberá a la caída del comercio y la escasez de mercaderías en él. La falta de vida será a causa de la muerte súbita. La falta de hacienda se deberá a las grandes lluvias e inundaciones y al beneficio escaso de las cosechas. Todo esto serán pruebas para ellos. En cuanto a las buenas noticias para los pacientes es que el Qa'im, el que se ha de levantar de mi familia, vendrá pronto. Y llenará la tierra de justicia y equidad tal como antes estuvo llena de opresión y maldad. ¡Diles, entonces, que sean de los pacientes! El Imam Mahdi surgirá en un momento en que el caos estará reinando en el mundo. Los países estarán empecinados en ataques nocturnos recíprocos. Los mayores no tendrán misericordia por los pequeños, ni los fuertes la tendrán por los débiles. Habrá muerte roja y muerte blanca. Plagas de langostas vendrán en tiempos usuales y no usuales, con el color de la sangre. La muerte roja llegará por la espada y la muerte blanca por las plagas. Los hombres se tornarán crueles y desconsiderados, y el mundo estará lleno de injusticias y violencias. Quienes en esa época afirme su Imamato y espere su aparición, serán los mejores de todas las épocas. Pues Dios les dará tanto intelecto, entendimiento y conocimiento que el ocultamiento se tornará visible para ellos. Por lo tanto, ellos son como los que lucharon con la espada en el Camino de Dios junto a mí. Estos son los auténticos sinceros y verdaderos seguidores. ¡Que Dios tenga Misericordia de ellos! Diles a los musulmanes de tu tierra que si este tiempo les alcanza, deben ser de este grupo, no de otro. Cuando el Mahdi se levante, combatirá contra los opresores hasta la total aniquilación de los gobiernos tiranos e injustos. Entonces él invitará a la gente a mi fe y a seguir las órdenes del Corán. En su gobierno mundial no quedará ningún sitio en la tierra donde no se escuche el llamado de la fe, el testimonio de la Unidad Divina y de mi Profecía. No quedará sitio en la tierra donde no se implante la bandera del Islam. El conquistará el este y el oeste, creando un único gobierno mundial sobre las bases de la justicia. Bajo su mundial liderazgo, se le permitirá a los seres humanos alcanzar un amplio crecimiento intelectual y adquirir los más

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elevados grados de conocimiento y percepción. Entonces los valores más perfectos de moral gobernarán el mundo. Todos los presentes exclamamos “¡Allahu Akbar!” y alabamos a Dios, contentos por aquella buena noticia final. Yo no quería irme y el Profeta (BPD) advirtió esto. Pero era necesario que regrese a mi mundo, a mi tiempo, a mi gente. El Profeta (BPD) también sabía eso, por lo que me dijo: - Es hora ya de que partas, querido mío. De lo contrario, se va a hacer muy tarde para tu viaje de regreso. Iba a pedirle que me permitiera quedarme un tiempo, aunque sea un día, pero mi voz se quebró en mi garganta y no pude contener las lágrimas. El Profeta (BPD) se puso de pie y todos lo imitamos. Colocó sus manos delante de él con las palmas hacia arriba y suplicó a Dios que me bendiga y me proteja en mi viaje de regreso. Luego abrió sus brazos para saludarme. Yo lo estreché fuertemente cerrando mis ojos, dejando que su exquisito aroma impregne todo mi ser. Luego no pude contenerme y abracé también al Imam Ali ibn Abi Talib (P). Ambos tenían la misma contextura física y el mismo perfume. Saludé en forma general al resto de los compañeros, quienes me devolvieron con amistad el saludo deseándome un buen viaje. - Que la Bendición, la Misericordia y la Paz de Dios Altísimo sean contigo, querido Mensajero de Dios, con tu familia y tus compañeros fieles. - Que Dios te bendiga, te otorgue Misericordia y Paz a ti y a todos los musulmanes y musulmanas de tu tierra. Dales a ellos mis saludos y recuérdales mis palabras. Comencé a marcharme aunque sin deseos de apartarme de aquella compañía excelente. Luego de avanzar algunos metros, me volví para verlos una vez más. Pero ellos ya no estaban ahí. El paisaje había cambiado y había vuelto a ser la ciudad que yo conocía. Supe que mi viaje había finalizado y entonces me senté en el suelo en el mismo lugar donde me encontraba. Necesitaba tomar un breve descanso y reflexionar en todo lo ocurrido, en las palabras de sabiduría y buenos consejos legados por el Profeta (BPD). Tenía que transmitirles a los musulmanes todo aquello. Pero, ¿acaso los musulmanes no conocían todas estas palabras y consejos del Mensajero de Dios (BPD)? ¿Les serviría, entonces, de algo que yo les repitiera todo y les dijera una vez más lo que ellos ya conocen (y deberían saber casi de memoria)? “No importa”, me dije a mí mismo. “Igualmente hay que hacerlo. Pues es lo que Dios quiere y le Complace. Y es lo que el Profeta (BPD) quiso transmitirles a los musulmanes de

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todos los tiempos y épocas. Luego, cada uno es responsable ante Dios por lo que hace o deja de hacer. Pronto se levantará nuestro Imam Mahdi (P) y toda esta situación de división, desconcierto, caos y opresión terminará.” Con ese pensamiento en mente, me dispuse a escribir, entendiendo la dificultad de la tarea emprendida. Soy consciente de que algunos hermanos no leerán esto por prejuicio y otros lo considerarán un fruto de la vanidad. De todas maneras a todos los invito a la reflexión acerca de lo expuesto. Y no hay Fuerza ni Poder sino en Dios Altísimo, Imponente y Grandioso. Que Dios Bendiga, otorgue Misericordia y Paz a nuestro Profeta Muhammad y a su familia purificada. Que Dios Bendiga y Proteja a los musulmanes y acerque la llegada de nuestro Imam Mahdi (P), quien ha de traer justicia y equidad de Su Parte, colmando la tierra con la luz del Islam.

Fin del relato