s. freud - el moisés de miguel ángel

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7/23/2019 S. Freud - El Moisés de Miguel Ángel http://slidepdf.com/reader/full/s-freud-el-moises-de-miguel-angel 1/21 EL «MOISÉS» DE MIGUEL ANGEL (1914) Sigmund Freud He de confesar, ante todo, que soy profano en cuestión de arte. El contenido de una ora de arte me atrae m!s que sus cualidades formales y t"cnicas, a las que el artista concede, en camio, m!#ima importancia. $ara muc%os medios y efectos del arte me falta, en realidad, la comprensión deida. & quiero %acerlo constar as' para asegurar a mi intento presente una acogida en"ola. $ero las oras de arte eercen sore m' una poderosa acción, sore todo las literarias y las escultóricas, y m!s rara e*, las pictóricas. En consecuencia, me %e sentido impulsado a considerar muy detenidamente algunas de aquellas oras que tan profunda impresión me causaan, y %e tratado de apre%enderlas a mi manera+ esto es, de llegar a comprender lo que en ellas produc'a tales efectos. & aquellas manifestaciones art'sticas (la -sica, por eemplo) en que esta comprensión se me niega, no me produce placer alguno. na disposición racionalista o acaso anal'tica se reela en m' contra la posiilidad de emocionarme sin saer por qu" lo estoy y qu" es lo que me emociona. /odo esto %a orientado mi atención %acia el %ec%o, aparentemente paradóico, de que precisamente algunas de las creaciones art'sticas m!s acaadas e impresionantes escapan a nuestra comprensión. 0as admiramos y nos sentimos suyugados por ellas, pero no saemos qu" es lo que representan. are*co de lecturas su2cientes para saer si este %ec%o %a sido ya oserado, o si %a %aido o no alg-n cr'tico de arte que %aya encontrado en semeante perpleidad de nuestra inteligencia comprensia una de las condiciones capitales de los m!s poderosos efectos que una ora de arte puede suscitar. 3e todos modos, a m' %ar'a de serme muy dif'cil aceptar como erdadera semeante condición.  & no es que los peritos en arte o los entusiastas no encuentren palaras cuando nos ponderan una de estas oras de arte. uy al contrario, encuentran incluso demasiado. $ero, generalmente, ante estas creaciones magistrales del artista dice cada uno algo distinto, y nadie algo que resuela el enigma planteado al admirador ingenuo. 0o que tan poderosamente nos impresiona no puede ser, a mi  uicio, m!s que la intención del artista, en cuanto el mismo %a logrado e#presarla en la ora y %ac"rnosla apre%ensile. S" muy ien que no puede tratarse tan sólo de una apre%ensión meramente intelectual+ %a de ser suscitada tami"n nueamente en nosotros aquella situación afectia, aquella constelación ps'quica que engendró en el artista la energ'a impulsora de la creación. as, por qu" no %a de ser posile determinar la intención del artista y e#presarla en palaras, como cualquier otro %ec%o de la ida ps'quica5 En cuanto a las grandes oras de arte, acaso

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EL «MOISÉS» DE MIGUEL ANGEL

(1914)

Sigmund Freud

He de confesar, ante todo, que soy profano encuestión de arte. El contenido de una ora de arte meatrae m!s que sus cualidades formales y t"cnicas, alas que el artista concede, en camio, m!#imaimportancia. $ara muc%os medios y efectos del arteme falta, en realidad, la comprensión deida. & quiero%acerlo constar as' para asegurar a mi intento

presente una acogida en"ola.$ero las oras de arte eercen sore m' una

poderosa acción, sore todo las literarias y lasescultóricas, y m!s rara e*, las pictóricas. Enconsecuencia, me %e sentido impulsado a considerarmuy detenidamente algunas de aquellas oras que tanprofunda impresión me causaan, y %e tratado deapre%enderlas a mi manera+ esto es, de llegar acomprender lo que en ellas produc'a tales efectos. & aquellas manifestaciones art'sticas (la -sica, poreemplo) en que esta comprensión se me niega, no meproduce placer alguno. na disposición racionalista oacaso anal'tica se reela en m' contra la posiilidad deemocionarme sin saer por qu" lo estoy y qu" es loque me emociona.

/odo esto %a orientado mi atención %acia el%ec%o, aparentemente paradóico, de que

precisamente algunas de las creaciones art'sticas m!sacaadas e impresionantes escapan a nuestracomprensión. 0as admiramos y nos sentimossuyugados por ellas, pero no saemos qu" es lo querepresentan. are*co de lecturas su2cientes para

saer si este %ec%o %a sido ya oserado, o si %a%aido o no alg-n cr'tico de arte que %aya encontradoen semeante perpleidad de nuestra inteligenciacomprensia una de las condiciones capitales de losm!s poderosos efectos que una ora de arte puedesuscitar. 3e todos modos, a m' %ar'a de serme muydif'cil aceptar como erdadera semeante condición.

 & no es que los peritos en arte o los entusiastas

no encuentren palaras cuando nos ponderan una deestas oras de arte. uy al contrario, encuentranincluso demasiado. $ero, generalmente, ante estascreaciones magistrales del artista dice cada uno algodistinto, y nadie algo que resuela el enigmaplanteado al admirador ingenuo. 0o que tanpoderosamente nos impresiona no puede ser, a mi

 uicio, m!s que la intención del artista, en cuanto elmismo %a logrado e#presarla en la ora y %ac"rnosla

apre%ensile. S" muy ien que no puede tratarse tansólo de una apre%ensión meramente intelectual+ %a deser suscitada tami"n nueamente en nosotros aquellasituación afectia, aquella constelación ps'quica queengendró en el artista la energ'a impulsora de lacreación. as, por qu" no %a de ser posiledeterminar la intención del artista y e#presarla enpalaras, como cualquier otro %ec%o de la idaps'quica5 En cuanto a las grandes oras de arte, acaso

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no puede %acerse sin au#ilio del an!lisis. 0a oramisma tiene que facilitar este an!lisis si es lae#presión e2ciente en nosotros de las intenciones y losimpulsos del artista. & para adiinar tal intención%aremos de poder descurir preiamente el sentido y

el contenido de lo representado en la ora de arte+esto es, %aremos de poderla interpretar. Es pues,posile que una ora de arte precise deinterpretación, y que sólo despu"s de la misma pueda

 yo saer por qu" %e e#perimentado una impresión tanpoderosa. 6rigo incluso la esperan*a de que estaimpresión no sufrir! minoración alguna, una e*lleado a uen t"rmino el an!lisis.

onsideremos a%ora, por eemplo, el  Hamlet,una de las oras maestras de S%a7espeare,representada por e* primera %ace ya m!s detrescientos a8os. E#aminadas las inestigacionespsicoanal'ticas de que se %a %ec%o oeto a esta oracumre de la literatura dram!tica, soy de opinión quesólo el psicoan!lisis %a conseguido resoler el enigmadel efecto que la misma produce al referir suargumento al tema de Edipo. $ero antes, qu" multitud

de tentatias de interpretación, incompatiles entre s', y qu" diersidad de opiniones sore el car!cter delprotagonista y las intenciones del autor: ;u" %aquerido presentarnos S%a7espeare5 n enfermo, uninsu2ciente o un idealista demasiado ueno para elmundo real5 & cu!ntas de estas interpretaciones nosdean completamente fr'os, puesto que en nadacontriuyen a la e#plicación del efecto de la ora,sugiri"ndonos as' que su encanto reposa tan sólo en

los pensamientos integrados en el di!logo y en lase#celencias del estilo: &, sin emargo, estas mismastentatias de interpretación, no demuestran, acaso,que se siente una necesidad de %allar otra fuentedistinta de aquel efecto5

<tra de estas magnas y enigm!ticas orasde arte es la estatua marmórea de ois"s, erigida poriguel =ngel en la iglesia de San $ietro in >incoli, de?oma y destinada originariamente por el artista algigantesco monumento funerario que %a'a deguardar los restos del soerano pont'2ce @ulio AA. /odo

 uicio laudatorio sore esta ora de arte (por eemplo,el de Hermann Brimm, seg-n el cual es Cla corona de

la escultura modernaD) me causa 'ntima satisfacción,pues ninguna otra escultura me %a producido am!stan poderoso efecto. uantas eces %e suido laempinada escalinata que conduce desde el fe'simoorso aour a la pla*a solitaria, en la que se al*a laaandonada iglesia, %e intentado siempre sostener lamirada col"rica del %"roe 'lico, y en alguna ocasiónme %e desli*ado temeroso fuera de la penumra delinterior, como si yo mismo perteneciera a aquellos a

quienes fulminan sus oos+ a aquella c%usma, incapa*de mantenerse 2el a conicción ninguna, que noquer'a esperar ni con2ar, y se regociaaruidosamente al otener de nueo la ilusión del 'dolo.

as, por qu" cali2co de enigm!tica estapl!stica5 Es indudale que representa a ois"s, ellegislador de los ud'os, con las talas de la 0ey. $eroesto es lo -nico seguro. ?ecientemente (191), un

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cr'tico de arte, a# Saerlandt, %a podido decir lo quesigue

Sore ninguna ora de arte %an reca'do uicios tan contradictorios como soreeste ois"s. &a en la simpleinterpretación de la 2gura %allamos lasmayores contradicciones...

Sore la ase de una colección de uicios,reunida por m' %ace a8os, e#pondr" cu!les son lasdudas que se enla*an a la interpretación de la 2gurade ois"s, y no creo que %aya de serme muy dif'cil

mostrar cómo detr!s de tales dudas se ocultan loselementos esenciales y meores para la comprensiónde esta ora de arte.

I

El ois"s de iguel =ngel se nos muestrasentado, con el tronco de frente y la cae*a y la

mirada ueltas %acia la i*quierda+ el pie derec%odescansa sore el suelo, en tanto que el i*quierdo seal*a apoyado solamente en los dedos+ el ra*o derec%ose %alla en contacto con las talas de la 0ey y unaparte de la ara, y el i*quierdo reposa sore elrega*o. Si quisi"ramos dar una descripción m!sdetallada, tendr'amos que adelantar muc%o de lo queluego nos proponemos e#poner. 0as descripciones delos cr'ticos son, en general, singularmente ine#actas.

0o que no %an comprendido, lo %an perciido tami"nGo lo %an e#presadoG ine#actamente. H. Brimm diceque la mano derec%a,

ao cuyo ra*o reposan las talas de la 0ey, ase las

aras. & lo mismo . 0I7e

Arritado, se agarra con la mano derec%a la caudalosaara...

Springer ois"s aprieta contra su cuerpo una desus manos (la i*quierda) y se coge con laotra, como inconscientemente, la araondulante.

. @usti encuentra que los dedos de la manoderec%a uguetean con la ara

como el %omre ciili*ado, en momento de e#citación,con la cadena del relo.

/ami"n Int* %ace resaltar este adem!n de uguetear con la ara, H. /%ode %ala de la

posición serenamente 2rme de la mano derec%a sorelas talas de la 0ey.

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Ji siquiera en la mano derec%a reconoce unadem!n de e#citación, como @usti y Koito pretenden.

0a mano permanece tal como estaa,asiendo la ara, antes que el tit!n

 oliera la cae*a a la i*quierda.

 @a7o Kurc7%ardt pretende que

el famoso ra*o i*quierdo no %ace en elfondo m!s que apretar la ara contrasu cuerpo.

 Si ya estas descripciones generales no

coinciden, la discrepancia en la interpretación derasgos aislados de la estatua no tendr! por qu"

asomrarnos. $or mi parte, creo imposilecaracteri*ar la e#presión 2sonómica de ois"s meorque /%ode, el cual lee en ella una

me*cla de cólera, dolor y desprecio lacólera, en el entreceo contra'do+ eldolor, en la mirada, y el desprecio, con elresalto del laio inferior y en lascomisuras de la oca, ec%adas %aciaaao.

$ero otros admiradores %an deido de er laestatua con oos muy distintos. 6s', 3upaty opina

Ce front auguste semble n´être qu´un

voile transparent qui couvre à peine un

esprit inmense.

En camio, 0I7e dice

Ser'a in-til uscar en la cae*a lae#presión de una poderosa inteligencia+sólo la capacidad de una enorme cólera,de una energ'a arrolladora, se e#presaen su ce8o fruncido.

Buillaume (1LMN) se alea toda'a m!s en lainterpretación de la e#presión 2sonómica, pues noencuentra en ella agitación ninguna,

sólo orgullosa sencille*, dignidadespiritual y la energ'a de la fe. 0amirada de ois"s penetra en el futuro,pre" la duración de su ra*a y la

inmutailidad de su ley.uy an!logamente dice Int*

0a mirada de ois"s a m!s all! delg"nero %umano+ se pierde enaquellos misterios que "l fue el -nico enguardar.

 & para Steinemann, este ois"s

no es ya el legislador inOe#ile ni eltemile enemigo del pecado, contra elcual fulmina su cólera digna de @e%o!,sino el sumo sacerdote, en el que losa8os no dean %uella alguna y que,endiciendo y profeti*ando, a8ada lafrente por un fulgor de eternidad, sedespide para siempre de su puelo.

Ha %aido tami"n otros a los que el ois"s de

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iguel =ngel no les dec'a nada, y fueron lo astantesinceros para manifestarlo as'. /al es, por eemplo, unarticulista de la Quarterly Review (1LNL)

 ―!ere is an absence of meaning in t!egeneral conception, w!ic! preclu"es t!e

i"ea of a self#su$icing w!ole.

 & nos e#tra8a comproar, por -ltimo, que otrosno %an %allado en el ois"s nada admirale, y se %anal*ado contra "l, reproc%ando la rutalidad de la2gura y la animalidad de la cae*a. 0o que el maestrodeó aqu' escrito en la piedra, lo escriió realmentecon letra tan imprecisa o tan equ'oca que puede%acer posiles lecturas tan diferentes5

$ero %ay otra interrogación a la que sesuordinan f!cilmente las dudas apuntadas. ;uisoiguel =ngel crear en este ois"s una ora decar!cter y e#presión, aena al tiempo, o %arepresentado al %"roe 'lico en un momentodeterminado y muy importante de su ida5 0a mayor'ade los cr'ticos se decide por esto -ltimo e indicatami"n la escena de la ida de ois"s que el artista

%a plasmado eternamente. /al escena ser'a aquella enque a su descenso del Sina', donde %a reciido demanos de 3ios las talas de la 0ey, adierte ois"sque los ud'os %an construido entre tanto un ecerrode oro, en derredor del cual dan*an uilosos. Estecuadro es el que sus oos contemplan y el que suscitaen "l los sentimientos que sus rasgos e#presan y que%ar!n de impulsarle, en el acto, a orar con m!#imaenerg'a. iguel =ngel %a elegido el instante de la

-ltima acilación, de la calma precursora de latempestad. En el instante inmediato. ois"s seerguir! iolento Gel pie i*quierdo se al*a ya delsueloG, arroar! de sus manos, quer!ndolas, lastalas de la 0ey y descargar! su ira sore los

apóstatas.En el detalle de esta interpretación di2eren

nueamente sus mantenedores @. Kurc7%ardt

ois"s aparece representado enel momento en que adierte la adoracióndel ecerro de oro y a a al*arseirritado. 0ate en su 2gura la preparación

a un moimiento iolent'simo, que lapotencia f'sica de su 2gura %aceterrilemente amena*ador.

 . 0I7e

omo si sus oos, que fulminan rayos,acaaran de descurir la adoración delecerro de oro, un impulso interiorrecorre iolentamente toda la 2gura.

Estremecido, se coge con la manoderec%a la ara caudalosa, cual siquisiera dominar a-n por un momentosu impulso para darle curso despu"s conm!s terrile energ'a.

Springer se ad%iere a esta opinión, no sinformular cierta resera, sore la cual %aremos de

 oler m!s adelante

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 $enetrado de energ'a y de celo,el %"roe domina con inmenso esfuer*osu agitación interior... $or esoimaginamos inoluntariamente una

escena dram!tica y u*gamos queois"s est! representado en elmomento en que adierte la adoracióndel ecerro de oro y a a al*arseardiendo en cólera. Sin emargo, nocreemos f!cil que esta %ipótesis coincidacon la erdadera intención del artista, yque la 2gura de ois"s, lo mismo quelas otras cinco estatuas sedentes delproyectado monumento funerario,

%a'an de producir un efectopredominantemente decoratio+ pero s'podemos considerarla como una prueaconcluyente de la plenitud de ida y laesencia personal'sima de la 2gura deois"s.

  6lgunos autores, que no se deciden

precisamente por la escena del ecerro de oro,coinciden, sin emargo, con esta %ipótesis en el punto

esencial de que ois"s aparece representado en elmomento de al*arse y pasar a la acción.Hermann Brimm

0a 2gura aparece penetrada de unaeleación, de una consciencia de lapropia personalidad y de un sentimientotales, como si este %omre dispusiera delos rayos del cielo+ pero se dominar!,antes de desencadenarlos, en espera de

que los enemigos a los que quieree#terminar se atrean a atacarle. Est!sentado como disponi"ndose a al*arse,con la cae*a orgullosamente erguida,con la mano, ao cuyo ra*o reposan

las talas de la 0ey, asida a la ara queOuye caudalosa sore su pec%o, con lasaletas de la nari* muy aiertas y conuna oca en cuyos laios parecentemlar las palaras.

Heat% ilson dice que ois"s %a isto algo que%a captado su atención y se dispone a leantarseruscamente, pero acila toda'a. 0a mirada, en la quese me*clan la indignación y el desprecio, puede a-n

transformarse en compasia.PlQin %ala de Cmoimiento in%iidoD. El

motio de la in%iición yace aqu' en la oluntad de lapersona misma+ es el -ltimo instante de contenciónantes de iniciar una acción iolenta+ esto es, antes deponerse ruscamente en pie.

. @usti %a sido quien m!s minuciosamente %ara*onado la interpretación seg-n la cual ois"s acaade adertir la adoración del ecerro de oro, y re2ere aella detalles de la estatua no oserados antes. Jos%ace notar la posición singular, en efecto, de las dostalas de la 0ey en 'as de resalar al asiento

 6s', pues, o ois"s mira en dirección allugar desde el cual llegan a "l losrumores, o es la isión misma delsacrilegio la que le %iere como un golpeconmocionante. Estremecido de %orror y

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de dolor, se %a deado caer en suasiento. Ha'a permanecido cuarentad'as y cuarenta noc%es en la cima de lamonta8a. n suceso de magnasproporciones, un gran destino, un gran

delito o incluso una gran felicidad puedeser, desde luego, perciido en uninstante+ pero no apre%endido en cuantoa su esencia, su alcance y sus secuelas.$or un instante le parece destruida suora y desespera de aquel puelo. En talmomento, la agitación interior se delataen peque8os moimientos inoluntarios.3ea que las talas de la 0ey, quemanten'a en su mano derec%a, resalen

%asta quedar de canto sore el asientode piedra, suetas con el antera*ocontra el costado. 0a mano, en camio,se acerca al pec%o y a la ara, y algirar la cae*a %acia la derec%a, tira dela ara %acia la i*quierda, alterando lasimetr'a del frondoso ornato masculino+parece como si los dedos uguetearancon la ara, como el %omre ciili*ado,en momento de agitación, con la cadena

del relo. 0a i*quierda se %unde en elropae del rega*o (en el 6ntiguo/estamento son las entra8as la sede delos afectos). $ero la pierna i*quierdaaparece ya ec%ada %acia atr!s, yadelantada la derec%a+ en el momentoinmediato, ois"s se leantar! airado,la energ'a ps'quica pasar! de lasensación a la oluntad, el ra*oderec%o se moer!, las talas de la 0ey

caer!n al suelo y r'os de sangre laar!nla afrenta de la apostas'a... Jo es "stea-n el momento de tensión del %ec%o.3omina toda'a, casi parali*ante, eldolor an'mico.

  uy an!logamente se e#presa Frit* Rnapp, saloque sustrae la situación inicial a la resera que antese#pusimos, y anali*a m!s consecuentemente elmoimiento indicado de las talas

ois"s, que acaaa de %allarse a solascon 3ios, se e distra'do por rumores%umanos. <ye ruido+ los c!nticos queacompa8an las dan*as le arrancan desus ensue8os. Su cae*a y sus oos se

 uelen %acia el ruido. Soresalto,cólera, toda la furia de %irientespasiones recorren la 2gura gigantesca.0as talas de la 0ey comien*an aresalar de sus manos, y caer!n,quer!ndose, al suelo al leantarseruscamente la 2gura, para lan*ar a lasmasas apóstatas tonantes palaras decólera... Este momento de m!#ima

tensión es el elegido.Rnapp acent-a, pues, la preparación a la acción,

 y niega la representación de la in%iición inicial poruna agitación demasiado intensa.

Jo negaremos que ciertas tentatias deinterpretación, tales como las de @usti y Rnapp,-ltimamente mencionadas, tienen algoe#traordinariamente atractio. 3een este car!cter ala circunstancia de que no se limitan a la impresión de

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conunto de la 2gura, sino que pasan a anali*arcaracteres aislados de la misma, que otrososeradores, dominados y como parali*ados por laimpresión general, %an omitido considerar. El giroresuelto de la cae*a y de los oos %acia la i*quierda,

en tanto que el resto de la 2gura aparece de frente,concuerda con la %ipótesis de que en aquella direcciónse e algo que atrae de pronto la atención del sedente.El pie i*quierdo, al*ado, no permite apenas otrainterpretación que la de una disposición a leantarse,

 y la singular'sima posición de las talas, que son algosacrat'simo y no pueden ser 2guradas en cualquierlugar, como un aditamento sin importancia, encuentra

una e#celente e#plicación en la %ipótesis de queresalan a consecuencia de la e#citación de suportador, y acaar!n por caer al suelo. 6s', pues,sar'amos que esta estatua de ois"s le representa endeterminado momento importante de su ida, y nocorremos tampoco peligro de equiocarnos en cuantoal momento de que se trata.

$ero dos oseraciones de /%ode nos arreatanlo que ya cre'amos %aer logrado. 3eclara, en efecto,

que para "l las talas de la 0ey no est!n en trance deresalar, sino perfectamente quietas, y %ace notar Claposición resueltamente inmóil de la mano derec%asore las talas, puestas de cantoD. Si a%oraconsideramos nosotros este detalle de la estatua,%aremos de reconocer sin resera alguna que /%odeest! en lo cierto. 0as talas de la 0ey est!n2rmemente suetas y no corren peligro alguno deresalar. 0a mano derec%a las apoya o se apoya en

ellas. 0o cual no e#plica desde luego su posición, peros' la inalida para la interpretación de @usti y de otros.

na segunda oseración resulta a-n m!sdecisia. /%ode recuerda que

esta 2gura fue proyectada comoelemento de una serie de seis y queaparece representada en posiciónsedente. 6mas circunstanciascontradicen la %ipótesis de que iguel

 =ngel quiso 2ar un momento %istóricodeterminado. $ues en cuanto a loprimero, la tarea de presentar 2gurassedentes yu#tapuestas como tipos de lanaturale*a %umana (vita activa, vita

contemplativa) e#cluye la idea dedistintos acontecimientos %istóricos. & con respecto a la segunda, la posiciónsedente, condicionada por la concepciónart'stica total del monumento,contradice el car!cter de aquelacontecimiento+ esto es, del descensodesde el Sina' al campamento.

Hagamos nuestras estas oseraciones de/%ode. 6 mi uicio, podremos darles a-n m!s fuer*a.El ois"s de'a adornar, con otras cinco estatuas (tresen un proyecto posterior), el asamento del sepulcro.Su parea inmediata %uiera deido ser un San $alo.3os de las otras, la %i"a activa  y la %i"a

contemplativa, fueron erigidas personi2c!ndolas en0ea y ?ac%el, en el monumento que %oy emoslamentalemente disminuido. $ero fueronrepresentadas en pie. /al pertenencia de la 2gura de

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ois"s a un conunto %ace imposile la %ipótesis deque la 2gura %uiera de suscitar en el espectador laidea de que ia a leantarse en el acto paraentregarse a una acción iolenta. Si las 2gurasrestantes no aparec'an tami"n representadas en

igual actitud de preparación a la acción Glo cual esmuy ineros'milG, %a'a de %acer p"sima impresiónque precisamente aquella otra pudiera sugerirnos laidea de que ia a aandonar su puesto y a suscompa8eros, o sea a sustraerse a su misión en elconunto del monumento. Ello dar'a lugar a unaeidente inco%erencia que no deemos atriuir, sin

 ernos necesariamente for*ados a ello, al

gran escultor. na 2gura dotada de tal moimientoser'a asolutamente incompatile con el estado de!nimo que todo el monumento funerario de'adespertar.

 6s', pues, este ois"s no dee quererleantarse+ tiene que poder permanecer en soeranacalma, como las dem!s 2guras y como la proyectadaestatua del $apa mismo (que iguel =ngel no llegó areali*ar). $ero entonces el ois"s que contemplamos

no puede ser la representación del %omre pose'do decólera, que, al descender del Sina', e a su pueloentregado a la apostas'a y arroa contra el suelo,quer!ndolas, las talas de la 0ey. &, realmente,recuerdo yo mi decepción cuando en anteriores isitasa la iglesia de San $ietro in >incoli me sent" ante laestatua, esperando er cómo se al*aa iolenta,arroaa las talas al suelo y descargaa su cólera.Jada de ello sucedió+ por el contrario, la piedra se

%i*o cada e* m!s inmóil+ una calma sagrada, casiagoiante, emanó de ella, y sent' necesariamente queall' estaa representado algo que podr'a permanecerinmutale, que aquel ois"s permanecer'a all'eternamente sentado y encoleri*ado.

 6%ora ien si tenemos que renunciar a lainterpretación de la estatua como representación delinstante inmediato a la descarga actia de la cóleraproocada por la adoración del ecerro de oro, apenasnos queda ya otro camino que el de aceptar una de lasconcepciones que quieren er en este ois"s una2gura de car!cter.El menos aritrario de estos uicios y el meor fundado

en el an!lisis de los motios del moimiento de la2gura parece ser el de /%ode

En este caso, como siempre, se tratapara "l de crear un tipo de car!cter.rea la 2gura de un apasionado gu'a dela Humanidad, el cual, consciente de sudiina misión legisladora, tropie*a con laresistencia incomprensia de los%omres. $ara caracteri*ar a tal %omrede acción, el -nico medio %!il era%acer isile la energ'a de su oluntad, yesto era posile por medio de larepresentación intuitia de unmoimiento que penetrara la serenidadaparente, tal como se mani2esta en elgiro de la cae*a, la tensión de losm-sculos y la posición de la piernai*quierda. Son estos los mismosfenómenos que comproamos en la

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2gura de Biuliano, el vis activus  de laapilla de los "dicis. Estacaracter'stica general se %ace m!sprofunda por la acentuación delconOicto en que tal genio reformador de

la Humanidad entra con la generalidad+los efectos de la cólera, el desprecio y eldolor llegan a una e#presión t'pica. Sinellos era imposile %acer intuile lanaturale*a de tal super%omre. 0o queiguel =ngel %a creado no es unaimagen %istórica, sino un tipo decar!cter de insuperale energ'a, dandoforma a los rasgos descritos en la Kilia,a sus propias iencias inferiores, a

impresiones emanadas de lapersonalidad de @ulio AA y tami"n, a mi uicio, a otras procedentes de laactiidad comatia de Saonarola.

  6l lado de estas disquisiciones podemos situar

qui*! una oseración de Rnac7fuss, seg-n el cual,el secreto capital del efecto que el ois"s producereside en el contraste art'stico entre el fuego interior

 y la serenidad e#terior de la actitud.

$or mi parte, no encuentro en m' nada que sereele contra la e#plicación de /%ode, pero s' ec%o demenos algo. 6caso la necesidad de una relación m!s'ntima entre el estado de !nimo del %"roe y elcontraste de Cserenidad aparenteD y CagitacióninteriorD e#presado en su actitud.

II

uc%o antes de toda actiidad psicoanal'ticasupe que un cr'tico de arte ruso, A!n 0ermolie,cuyos primeros traaos pulicados en alem!n datande los a8os 1LM4 a 1LMT, %a'a proocado unareolución en las galer'as de pinturas de Europa,

reisando la atriución de muc%os cuadros a diersospintores, ense8ando a distinguir con seguridad lascopias de los originales y estaleciendo, con las orasas' liertadas de su anterior clasi2cación, nueasindiidualidades art'sticas. 6 estos resultados llegóprescindiendo de la impresión de conunto yacentuando la importancia caracter'stica de losdetalles secundarios, de minucias tales como la

estructura de las u8as de los dedos, el paellón de laorea, el nimo de las 2guras de santos y otroselementos que el copista descuida imitar y que todoartista eecuta en una forma que le es caracter'stica.e interesó luego muc%o aeriguar que detr!s delseudónimo ruso se %a'a ocultado un m"dico italianollamado orelli, muerto en 1L91, cuando ocupaa unpuesto en el Senado de su patria. 6 mi uicio, suprocedimiento muestra grandes a2nidades con el

psicoan!lisis. /ami"n el psicoan!lisis acostumradeducir de rasgos poco estimados o inoserados, delresiduo Gel &refuse'  de la oseraciónG, cosassecretas o encuiertas.

$ues ien en dos partes de la 2gura de ois"s%allamos detalles que %asta a%ora no %an sidoatendidos, ni siquiera e#actamente descritos. Son"stos la posición de la mano derec%a y la de las talasde la 0ey. $uede decirse que esta mano media de un

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modo singular'simo, for*ado y necesitado dee#plicación, entre las talas y... la aradel %"roe encoleri*ado. Se %a dic%o que %unde susdedos entre la ara, que uguetea con los ri*os de lamisma mientras apoya el orde del dedo me8ique en

las talas. $ero esto no es e#acto. >ale la penae#aminar m!s cuidadosamente lo que %acen los dedosde esta mano derec%a y descriir con e#actitud lafrondosa ara con la cual entran en contacto.

 >emos entonces, con toda claridad, lo siguienteel pulgar de esta mano queda oculto, y el 'ndice, y sólo"l, entra en contacto e2ca* con la ara. $ero se%unde tan profundamente en las landas masas

pilosas, que "stas soresalen del niel del dedo, porencima y por deao de "l. 0os otros tres dedos,dolados por sus falanges, se apoyan en el pec%o, y el-ltimo ri*o de la derec%a, que contin-a %asta m!saao de ellos, no %ace m!s que ro*arlos. Se %ansustra'do, por decirlo as', al contacto de la ara. Jopuede, por tanto, decirse que la mano derec%a

 uguetea con la ara o se %unde en ella+ lo -nicoe#acto es que el dedo 'ndice aparece colocado sore

una parte de la ara y produce en ella una profundadepresión. 6pretar un dedo contra la ara es,ciertamente, un adem!n singular y dif'cilmentecomprensile.

0a tan admirada ara de ois"s cae desde lasmeillas, al laio superior y la arilla, en multitud deri*os, cuyo curso podemos distinguir, sin emargo, porseparado. no de los ri*os e#tremos del lado derec%oparte de la meilla y llega al orde superior del dedo

'ndice, por el cual queda sueto. $odemos suponer quese desli*a %acia aao, entre el 'ndice y el pulgaroculto. El ri*o correspondiente del la*o i*quierdoOuye, casi sin desiación, %asta muy aao del pec%o.0a espesa masa de caellos que a desde este -ltimo

ri*o %asta la l'nea media %a corrido una suertesingular'sima. Jo puede seguir el moimiento de lacae*a %acia la i*quierda y se e oligada a formaruna cura landamente enrollada, un fragmento deguirnalda, que cru*a por encima de la masa decaellos interiores de la derec%a. Es suetada, enefecto, por la presión del 'ndice derec%o aunque %anacido a la i*quierda de la l'nea media, y constituye,

en realidad, la parte principal de la mitad i*quierda dela ara. 3e este modo, la masa principal de la araaparece lleada a la derec%a, aunque la cae*a se

 uela resueltamente %acia la i*quierda. En el lugaren que se %unde el 'ndice derec%o se %a formado algocomo un remolino de caellos ri*os de la partei*quierda se superponen a otros de la derec%a,comprimidos por el dedo 'ndice. Sólo m!s all! de estelugar surgen ya lires las masas de caellos,

desiadas de su dirección para caer perpendiculares%asta que sus e#tremos son acogidos por la manoi*quierda, que reposa, aierta, sore el rega*o.

Jo con2ó nada en la claridad de mi descripción,ni quiero aenturar uicio alguno sore si el artista nos%a %ec%o realmente f!cil la solución del indicadoremolino de la ara. $ero, fuera de esta duda, quedasusistente el %ec%o de que la presión del 'ndice de lamano derec%a recae principalmente sore mec%ones

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de la mitad i*quierda de la ara, y que esta presiónimpide que la ara siga el moimiento de la cae*a yde los oos %acia la i*quierda. $odemos, pues,preguntarnos qu" signi2ca esta disposición y a qu"motios oedece. Si %uieron de ser, realmente,

ra*ones de l'nea y espacio las que moieron al artistaa llear %acia la derec%a la masa Ouyente de la arade la 2gura que mira %acia la i*quierda, no parece,acaso, la presión de un -nico dedo un mediosingularmente inadecuado para lograr tal efecto5 & aaquel que por una ra*ón cualquiera se %a recogido aun lado la ara, se le ocurrir'a realmente luegosuetar una de las mitades de la misma por encima de

la otra mitad con la presión de un solo dedo5 $eroqui*! estos peque8os detalles no signi2can nada en elfondo, y estamos fatigando nuestro pensamiento concosas que al artista le eran indiferentes.

$rosigamos, sin emargo, nuestro an!lisis aola premisa de que tami"n estos detalles entra8an unsentido. Hallamos entonces una solución que suprimelas di2cultades y nos dea islumrar un sentidonueo. El %ec%o de que en la 2gura de ois"s los ri*os

i(quier"os  de la ara apare*can suetos por lapresión del 'ndice "erec!o, puede, qui*!, ser e#plicadocomo resto de un contacto de la mano derec%a con lamitad i*quierda de la ara, contacto que en uninstante anterior al representado %ar'a sido muc%om!s estrec%o. 0a mano derec%a %a'a asido muc%om!s en"rgicamente la ara, llegando %asta el ordei*quierdo de la misma, y al retraerse a la posición queen la estatua emos, la siguió una parte de la ara,

dando as' testimonio del moimiento eecutado. 0aguirnalda que la ara forma ser'a la %uella de latrayectoria seguida por dic%a mano.

Har'amos inducido as' un moimiento regresiode la mano derec%a. Esta %ipótesis nos impone

ineludilemente otras arias. Juestra fantas'acompleta el proceso, del cual ser'a una parte elmoimiento atestiguado por la %uella deada en laara, y nos conduce de nueo, sin esfuer*o, a lainterpretación seg-n la cual, %all!ndose ois"s enactitud reposada, se io soresaltado por el clamor delpuelo y la ista del ecerro de oro. Se %allaatranquilamente sentado, mirando de frente, con la

ara descendiendo recta sore el pec%o y sin que lamano derec%a tuiera proalemente contactoninguno con ella. En esto llegan a sus o'dos losclamores del puelo+ uele la cae*a y la mirada%acia el lugar en que resuenan+ contempla la escena yse da cuenta en el acto de lo que sucede. 0aindignación y la cólera se apoderan de "l, y quisierasaltar de su asiento para castigar a los sacr'legos,aniquil!ndolos.

Entre tanto, su furia, que se sae a-n aleada desu oeto, se dirige, en un adem!n, contra el propiocuerpo. 0a mano impaciente dispuesta a la acción asela ara, que %a'a seguido el moimiento de lacae*a, y la aprieta conulsiamente, entre el pulgar yla palma, con los dedos cerrados, gesto de una fuer*a

 y una iolencia que recuerdan otras creaciones deiguel =ngel. $ero luego, no saemos a-n cómo nipor qu", %ay una transición la mano derec%a,

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adelantada y %undida en la ara, retroceder!pidamente, soltando su presa+ los dedos se separande la ara+ pero se %a'an %undido tanprofundamente en ella, que al retirarse arrastranconsigo un gran mec%ón %acia la derec%a, donde

queda cru*ado, ao la presión de uno de los dedos, elsuperior, y m!s e#tendido, por encima de losmec%ones de la derec%a. & esta nuea posición, quesólo por su deriación de la inmediatamente anteriorse nos %ace comprensile, queda ya mantenida.

?eOe#ionemos a%ora. Hemos supuesto que lamano derec%a no estaa al principio en contactoninguno con la ara+ que luego, en un momento dem!#ima tensión, aan*ó %acia la i*quierda asiendo laara, y que, por -ltimo, olió atr!s, lle!ndoseconsigo una parte de la misma. Hemos moido estamano como si dispusi"ramos liremente de ella. $ero,nos es l'cito orar as'5 Est!, en realidad, totalmentelire esta mano5 Jo tiene que mantener o sostenerlas talas de la 0ey, est!ndole as' edadas, por suimportant'sima misión, tales e#cursiones m'micas5 &,adem!s, qu" puede %acerla retroceder, si para

aandonar su posición inicial %a oedecido a unpoderoso motio5

He aqu' nueas di2cultades. $ues la manoderec%a est! indudalemente en cone#ión con lastalas de la 0ey. & tampoco podemos negar que nosfalta un motio que pudiera proocar el retrocesosupuesto. $ero, y si las dos di2cultades se resolieranrec'procamente y dieran entonces un procesocomprensile, sin la menor laguna5 Si precisamente

algo que sucede con las talas nos e#plicara elmoimiento de la mano5

En estas talas ec%amos de er algo que %astaa%ora no se %a u*gado, por lo isto, digno deoseración. Se dice que la mano se apoya en las

talas, o ien que las sostiene. >emos, en efecto, sindi2cultad las dos talas rectangulares, untas ypuestas de canto. $ero si las consideramos m!sdetenidamente, %allamos que su orde inferior esdistinto del superior y aparece olicuamente inclinado%acia adelante. El orde superior es rectil'neo, y, encamio, el inferior muestra, en su parte anterior, unsaliente, a manera de un peque8o cuerno, yprecisamente con "l es con lo que las talas tocan elasiento de piedra. u!l puede ser la signi2cación deeste detalle, ine#actamente reproducido, por cierto,en la copia en yeso e#istente en la 6cademia de 6rtes$l!sticas de >iena5 Es casi indudale que tal salientedesigna el orde superior con relación a la escriturade las talas. Sólo el orde superior de estas talasrectangulares suele estar redondeado o reaado. 6s',pues, en la estatua de ois"s, las talas de la 0ey

aparecen cae*a aao, lo cual es ciertamente unasingular disposición de tan sagrados oetos.

 6parecen cae*a aao y casi alanceadas sore unapunta. ;u" factor formal puede contriuir a estadisposición5 < tami"n este detalle %uo de serindiferente para el artista5

Surgen en este punto las %ipótesis de quetami"n las talas %an llegado a esta posición aconsecuencia de un moimiento ya cumplido+ que tal

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moimiento dependió del camio de lugar de la manoderec%a, antes incluido, y que oligó a su e* aaquella mano a su posterior retroceso. 0os procesoscumplidos por la mano y las talas se re-nen en launidad siguiente. En un principio, cuando la 2gura se

%allaa tranquilamente sentada, sosten'a derec%as lastalas ao el ra*o derec%o. 0a mano derec%a as'asus ordes inferiores, y encontraa al %acerlo unapoyo en el saliente, dirigido %acia adelante. Estamayor facilidad para su sost"n e#plica la posicióninertida de las talas. 0uego llegó el momento en quela tranquilidad fue perturada por el ruido. ois"s

 olió la cae*a, y al er la escena moió el piei*quierdo, disponi"ndose a al*arse+ la mano soltó lastalas y aan*ó %acia la i*quierda y %acia arria,asiendo la ara como para desa%ogar su iolencia enel propio cuerpo. 0as talas quedaron entoncescon2adas a la presión del ra*o derec%o, que de'aapretarlas contra el pec%o. $ero esta sueción no fuesu2ciente, y empe*aron a resalar %acia adelante y%acia aao+ el orde superior, antes %ori*ontal, sedirigió tami"n %acia adelante y %acia aao, y el

inferior, priado de su sost"n, se acercó con su puntaanterior al asiento de piedra. n momento m!s y lastalas %ar'an asculado sore su nueo punto deapoyo, dando en el suelo con el orde, antes anterior,

 y rompi"ndose.  )ara evitarlo, la mano derec%aretrocede, soltando la ara, parte de la cual esarrastrada sin querer en el moimiento+ alcan*a a-nlas talas, y se apoya cerca de su esquina posterior,a%ora superior. 3e este modo, el conunto que

constituyen la ara, la mano y las talas,descansando sore una esquina, singularmentefor*ado, al parecer, se deria del moimientoapasionado de la mano y de sus eidentesconsecuencias. Si se quieren orrar las %uellas del

moimiento eecutado, tendremos que leantar el!ngulo anterior superior de las talas y %acerloretroceder %asta el plano de la 2gura, y con elloseparar del asiento el !ngulo anterior inferior (con elsaliente), aar la mano y situarla cogiendo el ordeinferior de las talas, que %ar! quedado en posición%ori*ontal.

ondii, un contempor!neo de iguel =ngel,dio

ois"s, el caudillo de los %ereos,aparece sentado en la actitud de unsaio, asorto en %ondas meditaciones+su*eta "eba*o "el bra(o "erec!o lastablas "e la +ey , y apoya la arilla en lamano i*quierda (:), como alguien queest! fatigado y lleno de preocupaciones.

Jada de esto se e en la estatua de iguel =ngel+ pero coincide casi por entero con la %ipótesis,en la que se asa . 0I7e, coincidiendo con otrososeradores CEstremecido, se coge con la manoderec%a la ara, caudalosa...D 0o cual es ine#acto encuanto a la estatua misma, pero coincide con nuestro

 uicio. @usti y Rnapp %an isto, como ya antesindicamos, que las talas est!n en 'as de resalar ycorren peligro de querarse. /%ode %uo de

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recti2carles, %aciendo er que las talas est!nseguramente suetas por la mano derec%a+ peroestar'an en lo cierto si su descripción no se re2riera ala estatua sino a nuestro estadio intermedio. 3ir'aseque estos autores %ar'an prescindido de la isión

directa de la estatua e iniciado sin darse cuenta unan!lisis de los motios de moimiento de la misma+an!lisis que los %ar'a conducido a las mismaspremisas que nosotros %emos sentado m!sconscientemente y con mayor precisión.

III

Si no me enga8o muc%o, %a de sernos permitidoa%ora cosec%ar el fruto de nuestros esfuer*os. Hemos

 isto a cu!ntos de los que %an contempladodetenidamente la estatua y meditado sore laimpresión que en ellos despertaa se les %a impuestola interpretación de que ois"s aparec'a representado

en ella ao los efectos de la isión de la apostas'a desu puelo. $ero esta interpretación %uo de seraandonada, pues ten'a su continuación en lae#pectatia de que ois"s %a'a de al*arse en elinstante inmediato, querar las talas y llear a caola ora de la engan*a, lo cual contradec'a el destinode la estatua como elemento del sepulcro de @ulio AA,

 unto con otras cinco, u otras tres 2guras sedentes. 6%ora podemos ya recoger esta interpretación antes

aandonada, pues nuestro ois"s no se al*ar! yaairado ni arroar! leos de s' las talas. 0o que en "l

 emos no es la introducción a una acción iolenta, sinoel residuo de un moimiento ya eecutado. $ose'do decólera, quiso al*arse y tomar engan*a, olidando las

talas+ pero %a dominado la tentación y permanecesentado, domada su furia y traspasado de dolor, al quese me*cla el desprecio. Jo arroar! ya las talas,quer!ndolas contra la piedra, pues precisamente acausa de ellas %a dominado su ira, refrenando parasalarlas su apasionado impulso. uando en el primermomento se aandonó a su iolenta indignación %uode descuidar su custodia, soltando de ella la mano conque las suetaa. Entonces, las talas empe*aron aresalar y corrieron peligro de querarse contra elsuelo. Esto le sirió de adertencia. $ensó en sumisión, y renunció por ella a la satisfacción de sudeseo. Su mano retrocedió y saló las talas, queresalaan, antes que pudieran caer. En esta actitudpermaneció ya quieto, y as' le %a eterni*ado iguel

 =ngel.Si recorremos de arria aao la 2gura, %allamos

en ella sucesiamente los rasgos que siguen En losgestos del rostro se reOean los deseos, que llegaron aser dominantes+ en la parte media de la 2guraaparecen isiles los indicios del moimientoreprimido, y, por -ltimo, el pie muestra a-n la posturainicial de la acción propuesta. ?esulta as' como si eldominio de la pasión desencadenada por la apostas'ade su puelo, %uiera seguido una trayectoria erticalde arria aao. El ra*o i*quierdo, del que a-n no

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%emos %alado, parece e#igir su parte en nuestrainterpretación. 0a mano correspondiente reposa soreel rega*o y parece acariciar los e#tremos de la ara.3a la impresión de querer orrar la iolencia, con laque un momento antes la %a mesado la otra mano.

Se nos opondr! en este punto una oeción. Joes "ste el ois"s de la Kilia, el cual se encoleri*ó

 erdaderamente y arroó las talas contra el suelo,quer!ndolas. Seria otro ois"s completamentedistinto, creado por el artista, el cual se %ar'apermitido enmendar los te#tos sagrados y falsear elcar!cter del %omre sulime. $odemos, acaso,suponer a iguel =ngel capa* de semeantesliertades, rayanas en el sacrilegio5

0os pasaes de la Sagrada Escritura, en los quese descrie la conducta de ois"s en la escena de laadoración del ecerro de oro, dicen as' (0iro AA del0iro de ois"s, cap'tulo U)

M. Entonces @e%o! dio a ois"s C6ndadesciende, porque tu puelo, que sacaste detierra de Egipto, se %a corrompidoD.GL.

$resto se %an apartado del camino que yo lesmand", y se %an %ec%o un ecerro defundición, y lo %an adorado, y %an sacri2cadoa "l, y %an dic%o. CAsrael Estos son tusdioses, que te sacaron de la tierra deEgipto.DG9. 3io m!s @e%o! a ois"s C&o%e isto a este puelo, que por cierto espuelo de dura ceri*.DG1V. 6%ora, pues,d"ame que se encienda mi furor en ellos y

los consuma+ y a ti yo te pondr" sore grangente.G11. Entonces ois"s oró a la fa* de

 @e%o!, su 3ios, y dio C<% @e%o! : $orqu" se encender! tu furor en tu puelo, que/- sacaste de la tierra de Egipto con gran

fortale*a y con mano fuerte5D...14. Entonces @e%o! se arrepintió del malque dio que %a'a de %acer a su puelo.G1N.

 & olióse ois"s, y descendió del monte,trayendo en su mano las dos talas deltestimonio+ las talas, escritas por amoslados+ de una parte y de otra estaanescritas.G1T. & las talas eran ora de 3ios,

 y la escritura era escritura de 3ios, graadasore las talas.G1M. & oyendo @osu" elclamor del puelo, que gritaa, dio aois"s C6larido de pelea %ay en elcampo.DG1L. & "l respondió CJo es eco dealga*ara de fuertes, ni eco de alaridos deOacos+ alga*ara de cantar oigo yo.DG19. & aconteció que como llegó "l al campo y io elecerro y las dan*as, enardeciósele la ira a

ois"s, y arroó las talas de sus manos, yquerólas al pie del monte.GV. & tomó elecerro que %a'an %ec%o, y quemólo en elfuego, y moliólo %asta reducirlo a polo, queesparció sore las aguas, y diolo a eer alos %ios de Asrael......UV. & aconteció que al d'a siguiente dioois"s al puelo C>osotros %a"is cometidoun gran pecado+ mas yo suir" a%ora a

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 @e%o!+ qui*! le aplacar" acerca de uestropecado.DGU1. Entonces olió ois"s a

 @e%o! y dio C?u"gote, pues este puelo %acometido un gran pecado, porque se %icierondioses de oro.DGU. C;ue perdones a%ora su

pecado, y si no r!eme a%ora de tu liro que%as escrito.DGUU. & @e%o! respondió aois"s C6l que pecare contra ', a "steraer" yo de mi liro.DGU4. >e, pues, a%ora+llea a este puelo donde te %e dic%o+ %eaqu' mi !ngel+ ir! delante de ti+ que en el d'ade mi isitación yo isitar" en ellos supecado.GUN. & @e%o! %irió al puelo, porque%a'an %ec%o el ecerro que formó 6arón.

0a inOuencia de la cr'tica 'lica moderna nos%ace imposile leer estos pasaes sin encontrar enellos se8ales de una s'ntesis poco %!il de ariasfuentes. En el ers'culo octao, el Se8or mismocomunica a ois"s que su puelo se %a apartado delcamino recto y se %a %ec%o un 'dolo. ois"s ruega porlos pecadores. $ero en el ers'culo 1L se conduce ante

 @osu" como si no supiera nada, y en el 19 arde en iraal contemplar la escena de idolatr'a. En el ers'culo 14%a logrado ya el perdón de 3ios para su puelopecador, pero en el U1 y siguientes sue de nueo a lamonta8a para implorar tal perdón+ informa al Se8orde la apostas'a del puelo, y recie la seguridad deque el castigo ser! apla*ado. El ers'culo UN se re2erea un castigo del puelo por 3ios, del que nada se dicecuando ya en los ers'culos del V al UV se %a descrito

el uicio y la sentencia, que el mismo ois"s %a %ec%ocumplir. Saido es que las partes %istóricas de esteliro, que trata del W#odo, aparecen plagadas deincongruencias y contradicciones a-n m!s palmarias.

$ara los %omres del ?enacimiento no e#ist'a,

naturalmente, tal actitud cr'tica ante los te#tos'licos+ ten'an que suponer co%erente el relato, y%allaron entonces acaso que no ofrec'a un uen puntode apoyo al arte escultórico. El ois"s del pasae de laKilia %a'a sido ya informado de la idolatr'a de supuelo, y %a'a optado por la enignidad y el perdón+no ostante, sucum'a luego a un ataque de ira a la

 ista del ecerro de oro y de la multitud dan*ando uilosa en derredor del mismo. Jo ser'a, pues, dee#tra8ar que el artista, cuyo propósito era representarla reacción del %"roe a esta dolorosa sorpresa, %uieraprescindido del te#to 'lico por motios internos./ales desiaciones de la literalidad de la SagradaEscritura por motios m!s f-tiles no era nadain%aitual ni estaan edadas al artista. n famosocuadro del $armigiano, conserado en su ciudad natal,nos muestra a ois"s sentado en la cumre de una

monta8a y en el momento de arroar contra el suelolas talas de la 0ey, aunque el ers'culo 'lico dicete#tualmente C... y querólas al pie del monte.D &a larepresentación de un ois"s sedente se des'a delte#to 'lico y parece dar m!s ien la ra*ón a aquelloscr'ticos seg-n los cuales la estatua de iguel =ngel nointenta reproducir momento alguno determinado dela ida del %"roe.

!s importante que la in2delidad para con el

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te#to sagrado es qui*! la transformación introducidapor iguel =ngel, seg-n nuestra interpretación, en elcar!cter de ois"s. Seg-n el testimonio de latradición, ois"s era un %omre iracundo y sueto aruscas e#plosiones de cólera. En uno de tales

ataques de santa ira %a'a dado muerte a un egipcioque maltrataa a un israelita, a consecuencia de locual tuo que %uir al desierto. & en otra e#plosiónan!loga de afecto queró contra el suelo las dos talasque 3ios mismo %a'a escrito. 6l informarnos de esosrasgos de car!cter, la tradición es seguramenteimparcial y %a conserado la impresión de una magnapersonalidad que e#istió un d'a. $ero iguel =ngel %apuesto en el sepulcro de @ulio AA otro ois"s, superioral %istórico o tradicional. Ha elaorado el tema de lastalas queradas y no %ace que las quiere la cólerade ois"s, sino, por el contrario, que el temor de quelas talas se quieren apacigIe tal cólera o, cuandomenos, la in%ia en el camino %acia la acción. on ello%a integrado algo nueo y sore%umano en la 2gurade ois"s, y la enorme masa corporal y la prodigiosamusculatura de la estatua son tan sólo un medio

som!tico de e#presión del m!s alto rendimientops'quico posile a un %omre, del encimiento de laspropias pasiones en ene2cio de una misión a la quese %a consagrado.

En este punto llega a su 2n nuestrainterpretación de la estatua de iguel =ngel. $uedea-n suscitarse la cuestión de cu!les fueron los motiosque actuaron en el artista para %acerle destinar elois"s Gy un ois"s as' transformadoG al sepulcro

del $apa @ulio AA. Se %a indicado repetidamente quetales motios deen ser uscados en el car!cter del$apa y en las relaciones de iguel =ngel con "l. @ulioAA era af'n de iguel =ngel en cuanto aspiraa areali*ar algo magno. Era un %omre de acción, y

conocemos cu!l era el 2n al que apuntaa aspiraa areali*ar la unidad de Atalia ao la soeran'a del$apado. 0o que sólo arios golpes despu"s %uo de serlogrado por la acción conunta de arias potencias,quiso conseguirlo "l solo en el corto espacio de tiempo

 y de soeran'a que le era acordado, impacientemente y por medios iolentos. Supo estimar a iguel =ngelcomo a un igual, pero le %i*o tami"n sufrir muc%as

 eces con su iolencia y su desconsideración. Elartista conoc'a tami"n lo e#tremado de susaspiraciones, y su naturale*a, profundamentereOe#ia, le %i*o qui*! sospec%ar el fracaso al queamos estaan condenados. & as' eligió su ois"spara el sepulcro del $apa como un reproc%e al difunto$ont'2ce y una admonición a s' mismo, ele!ndose contal cr'tica por encima de su propia naturale*a.

IV 

En el a8o 1LTU, un ingl"s, . at7iss 0loyd,consagró un lirito al ois"s de iguel =ngel XYZ.uando consegu' %acerme de esta ora, de sólo 4Tp!ginas, su contenido despertó enm' sentimientos muy arios, d!ndome ocasión decomproar una e* m!s personalmente qu" indignos

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motios infantiles coadyuan a nuestra laor alsericio de una gran causa. 0ament" que 0loyd%uiera anticipado tanto de lo que yo estimaa comoresultado de mis propios esfuer*os, y sólo en segundainstancia pude alegrarme de la inesperada

corrooración que me ofrec'a. 6unque en cierto puntodecisio se separan nuestros caminos.

0loyd fue el primero en oserar que lasdescripciones de la estatua eran, en general,ine#actas+ que ois"s no se dispone a leantarse+ quela mano derec%a no ase la ara, y que sólo su dedo'ndice reposa a-n sore ella. & io tami"n, cosa m!simportante, que la actitud de la 2gura sólo puede sere#plicada por su referencia a un instante anterior, norepresentado, y que la superposición de la partei*quierda de la ara sore los ri*os de la derec%aindica que la mano derec%a y la mitad i*quierda de laara %an estado, inmediatamente antes, en 'ntimocontacto. $ero emprende otro camino para reconstruiresta relación necesaria y no supone que la manoaan*ó %acia la parte i*quierda de la ara, sino queesta -ltima se %allaa antes unto a la mano. Hemos

de representarnos, dice que Cun momento antes delrepentino giro %acia la i*quierda, la cae*a de laestatua se %allaa uelta %acia la derec%a por encimade la mano que sosten'a y sostiene las talas de la0eyD. 0a presión de la palma de la mano sore lastalas %ace que los dedos permane*can naturalmenteaiertos ao los ri*os de la ara, y la r!pida ueltade la cae*a %acia la i*quierda tiene por consecuenciaque una parte de los ri*os quede retenida, durante

unos instantes, por la mano que %a permanecidoquieta, form!ndose as' aquella guirnalda de ri*os, quedee ser considerada como una %uella del moimientocumplido.

3e la otra posiilidad de un acercamiento

anterior de la mano y la ara prescinde 0loyd a causade una reOe#ión que demuestra cu!n pró#imo anduoa nuestra interpretación. Jo era posile que elprofeta, incluso en el momento de m!#ima agitación,adelantara la mano para ladear as' su ara, pues ental caso la posición de los dedos %a'a sido muy otra, yadem!s, las talas de la 0ey, mantenidas tan sólo porla presión de la mano, %ar'an ca'do al suelo aconsecuencia de tal moimiento, a no ser que sesupusiera a la 2gura, para retenerlas, un adem!n tan

 iolento y for*ado que el solo %ec%o de atriu'rselaconstituir'a una profanación.

Jo es dif'cil adertir cu!l es la omisión en que0loyd incurre. Ha interpretado acertadamente lassingularidades de la ara como signo de unmoimiento cumplido, pero luego omite aplicar lamisma conclusión a los detalles, no menos for*ados,

de la posición de las talas. tili*a tan sólo los indiciosque de la posición de la ara se desprenden, y no, encamio, los que nos proporcionan las talas, cuyasituación supone que fue la inicial. 3e este modo secierra el camino  de una interpretación como lanuestra, que utili*a ciertos detalles insigni2cantespara llegar a una sorprendente interpretación de todala 2gura y de sus propósitos.$ero, y si amos %ui"ramos errado5 Si %ui"ramos

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dado se8alada importancia a detalles que fueron parael artista indiferentes, %ai"ndolos plasmado as'aritrariamente o sólo oedeciendo a motiosformales, sin encerrar en ellos secreto alguno5 Si%ui"ramos corrido la suerte de tantos int"rpretes,

que creen er claramente lo que el artista no %apretendido, consciente ni inconscientemente, crear5Sore esto no me es posile decidir. Jo s" decir si esl'cito atriuir tal ingenuidad a un artista como iguel

 =ngel, en cuyas oras luc%an por lograr e#presióntantas ideas, y ello precisamente ante los rasgossingulares y e#tra8os de la estatua de ois"s. $or-ltimo, puede a8adirse sinceramente que la culpa deesta inseguridad dee compartirla, con el int"rprete,el artista. iguel =ngel %a llegado muc%as eces ensus creaciones al l'mite m!s e#tremo de lo que el artepuede e#presar+ qui*! en el ois"s no consiguieraplenamente su intención, si "sta fue la de dearadiinar la tempestad de una iolenta agitación porlas se8ales que despu"s de su curso %uo de dear enla calma.

 APÉNDICE

 >arios a8os despu"s de la aparición de miensayo sore el ois"s de iguel =ngel, pulicado en1914 por la reista Amago, la amailidad de E. @ones%i*o llegar a mis manos un n-mero del  urlington

 -aga(ine for Connoisseurs  (n-m. [>AA, olumen[[[>AAA, aril 191), que atrao de nueo mi inter"s

sore la interpretación por m' propuesta de tal orade arte. Este n-mero de la mencionada reista integraun ree art'culo de H. $. itc%ell sore dos roncesdel siglo [ll, conserados en el 6s%molean useum,de <#ford, y atriuidos a un gran artista de aquella

"poca Jicol!s de >erd-n. 3el cual e#isten otrascreaciones en /ournay, 6rr!s y Rlosterneuurg, cercade >iena, y en olonia la que se considera como suora maestra El arca de los ?eyes agos.

na de las dos estatuillas estudiadas poritc%ell es un ois"s (de unos U cent'metros dealtura), indudalemente caracteri*ado por las talasde la 0ey, isile a su i*quierda. /ami"n este ois"sse nos muestra sentado y enuelto en un manto dem-ltiples pliegues+ su rostro ofrece una e#presiónapasionadamente moida, qui*! dolorosa, y su manoderec%a ase la larga ara y aprieta sus ri*os entre elpulgar y la palma como con unas tena*as, eecutando,por tanto, el mismo moimiento supuesto en el citadoensayo, como estudio preliminar de aquella actitud enla que %oy emos petri2cado al ois"s de iguel

 =ngel.

na oeada a la reproducción adunta nos %ar! er la diferencia capital entre las dosrepresentaciones, separadas por m!s de tres siglos. Elois"s del artista de 0orena sostiene las talas por suorde superior con su mano i*quierda y las apoyasore la rodilla+ si transferimos las talas al otro lado

 y las con2amos al ra*o derec%o, tendremos lasituación inicial correspondiente al ois"s de iguel

 =ngel. & si mi concepción del gesto de asirse la ara

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es admisile, el ois"s del a8o 11LV reproducir! uninstante de la tempestad de afectos, y en camio, laestatua de San $iero in >incoli, la calma despu"s de latempestad.

reo que el %alla*go aqu' comunicado

incrementa la erosimilitud de la interpretación porm' intentada en 1914.

;ui*! alg-n cr'tico de arte pueda llenar elinteralo temporal entre el ois"s de Jicol!s de

 >erd-n y el del maestro del ?enacimiento italiano conla Andicación de otros tipos de ois"s intermedios.

Fuente:

Sigmund Freud, )sicoanlisis "el arte, 6lian*aEditorial, adrid, 1991.

 p.p. MN\1VU.