ruta hernandiana

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RUTA HERNANDIANA ORIHUELA. COX. ALBATERA. ALICANTE Pepa Botella

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Page 1: RUTA HERNANDIANA

RUTA

HERNANDIANAORIHUELA. COX. ALBATERA. ALICANTE

Pepa Botella

Page 2: RUTA HERNANDIANA

ORIHUELACALLE DE ARRIBA, N º 73

Page 3: RUTA HERNANDIANA

PRIMEROS POEMAS

En cuclillas, ordeño

una cabrita y un sueño.

Glú, glú, glú,

hace la leche al caer

en el cubo. En el tisú

celeste va a amanecer.

Glú, glú, glú. Se infla la espuma,

que exhala

una finísima bruma.

(Me lame otra cabra, y bala.)

Page 4: RUTA HERNANDIANA

Las desiertas abarcasPor el cinco de enero,

cada enero ponía

mi calzado cabrero

a la ventana fría.

Y encontraba los días

que derriban las puertas,

mis abarcas vacías,

mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,

ni trajes, ni palabras:

siempre tuve regatos,

siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,

me lamió el cuerpo el río

y del pie a la cabeza

pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,

para el seis, yo quería

que fuera el mundo entero

una juguetería.

Y al andar la alborada

removiendo las huertas,

mis abarcas sin nada,

mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado

tuvo pie, tuvo gana

para ver el calzado

de mi pobre ventana.

Toda gente de trono,

toda gente de botas

se rió con encono

de mis abarcas rotas.

Page 5: RUTA HERNANDIANA

Rabié de llanto, hasta

cubrir de sal mi piel,

por un mundo de pasta

y unos hombres de miel.

Por el cinco de enero

de la majada mía

mi calzado cabrero

a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas

hallaban en sus puertas

mis abarcas heladas,

mis abarcas desiertas.

Page 6: RUTA HERNANDIANA

Oda a la higuera

Abiertos, dulces sexos femeninos,

o negros, o verdales:

mínimas botas de morados vinos,

cerrados: genitales

lo mismo que horas fúnebres e iguales.

Rumores de almidón y de camisa:

¡frenesí! de rumores

en hoja verderol, falda precisa,

justa de alrededores

para cubrir adánicos rubores.

Tinta imborrable, savia y sangre amarga;

malicia antecedente,

que la carne morena torna y larga

con su blancor caliente,

bajo la protección de la serpiente.

¡Oh meca! de lujurias y avisperos,

quid de las hinchazones.

¡Oh desembocadura! de los eros;

higuera de pasiones,

crótalos pares y pecados nones.

Al higo, por él mismo vulnerado

con renglón de blancura,

y orines de jarabe sobre el lado

de su mirada oscura,

voy, pero sin pasar de mi cintura.

Blande y blandea el sol, ennegrecido,

el tumor inflamable.

El pájaro que siente aquí su nido,

su seno laborable,

se ahogará de deseo antes que hable

Page 7: RUTA HERNANDIANA

Bajo la umbría bíblica me altero,

más tentado que el santo.

Soy tronco de mí mismo, mas no quiero,

ejemplar de amaranto,

lleno de humor, pero de amor no tanto.

Aquí, sur fragoroso tiene el viento

la corriente encendida;

la cigarra su justo monumento,

la avispa su manida.

¡Aquí vuelve a empezar!, eva, la vida.

Page 8: RUTA HERNANDIANA

Me tiraste un limón y tan amargo

El rayo que no cesa

Me tiraste un limón, y tan amargo,

con una mano cálida, y tan pura,

que no menoscabó su arquitectura

y probé su amargura sin embargo.

Con el golpe amarillo, de un letargo

dulce pasó a una ansiosa calentura

mi sangre, que sintió la mordedura

de una punta de seno duro y largo.

Pero al mirarte y verte la sonrisa

que te produjo el limonado hecho,

a mi voraz malicia tan ajena,

se me durmió la sangre en la camisa,

y se volvió el poroso y áureo pecho

una picuda y deslumbrante pena.

Page 9: RUTA HERNANDIANA

Te me mueres de casta y de sencilla

El rayo que no cesa

Te me mueres de casta y de sencilla...

Estoy convicto, amor, estoy confeso

de que, raptor intrépido de un beso,

yo te libé la flor de la mejilla.

Yo te libé la flor de la mejilla,

y desde aquella gloria, aquel suceso,

tu mejilla, de escrúpulo y de peso,

se te cae deshojada y amarilla.

El fantasma del beso delincuente

el pómulo te tiene perseguido,

cada vez más patente, negro y grande.

Y sin dormir estás, celosamente,

vigilando mi boca ¡con qué cuido!

para que no se vicie y se desmande.

Page 10: RUTA HERNANDIANA

No me conformo

El rayo que no cesa

No me conformo, no: me desespero

como si fuera un huracán de lava

en el presidio de una almendra esclava

o en el penal colgante de un jilguero.

Besarte fue besar un avispero

que me clama al tormento y me desclava

y cava un hoyo fúnebre y lo cava

dentro del corazón donde me muero.

No me conformo, no: ya es tanto y tanto

idolatrar la imagen de tu beso

y perseguir el curso de tu aroma.

Un enterrado vivo por el llanto,

una revolución dentro de un hueso,

un rayo soy sujeto a una redoma.

Page 11: RUTA HERNANDIANA

Soneto XII

El rayo que no cesa

Una querencia tengo por tu acento,

una apetencia por tu compañía

y una dolencia de melancolía

por la ausencia del aire de tu viento.

Paciencia necesita mi tormento,

urgencia de tu garza galanía,

tu clemencia solar mi helado día,

tu asistencia la herida en que lo cuento.

¡Ay querencia, dolencia y apetencia!:

tus sustanciales besos, mi sustento,

me faltan y me muero sobre mayo.

Quiero que vengas, flor, desde tu ausencia,

a serenar la sien del pensamiento

que desahoga en mí su eterno rayo.

Page 12: RUTA HERNANDIANA

Yo sé que ver y oír a un triste enfada

El rayo que no cesa

Yo sé que ver y oír a un triste enfada

cuando se viene y va de la alegría

como un mar meridiano a una bahía,

a una región esquiva y desolada.

Lo que he sufrido y nada todo es nada

para lo que me queda todavía

que sufrir el rigor de esta agonía

de andar de este cuchillo a aquella espada.

Me callaré, me apartaré si puedo

con mi constante pena instante, plena,

adonde ni has de oírme ni he de verte.

Me voy, me voy, me voy, pero me quedo,

pero me voy, desierto y sin arena:

adiós, amor, adiós hasta la muerte.

Page 13: RUTA HERNANDIANA

COXCALLE SANTA TERESA, N º 15

Page 14: RUTA HERNANDIANA

Canción del esposo soldado

Viento del pueblo

He poblado tu vientre de amor y sementera,

he prolongado el eco de sangre a querespondo

y espero sobre el surco como el arado espera:

he llegado hasta el fondo.

.

Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,

esposa de mi piel, gran trago de mi vida,

tus pechos locos crecen hacia mí dando saltos

de cierva concebida.

.

Ya me parece que eres un cristal delicado,

temo que te me rompas al más leve tropiezo,

y a reforzar tus venas con mi piel de soldado

fuera como el cerezo.

.

Espejo de mi carne, sustento de mis alas,

te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.

Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,

ansiado por el plomo.

.

Sobre los ataúdes feroces en acecho,

sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa

te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho

hasta en el polvo, esposa.

.

Cuando junto a los campos de combate te piensa

mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,

te acercas hacia mí como una boca inmensa

de hambrienta dentadura.

.

Page 15: RUTA HERNANDIANA

Escríbeme a la lucha siénteme en la trinchera:

aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo.

y defiendo tu vientre de pobre que me espera,

y defiendo tu hijo.

.

Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado,

envuelto en un clamor de victoria y guitarras,

y dejaré a tu puerta mi vida de soldado

sin colmillos ni garras. ,

.

Es preciso matar para seguir viviendo.

Un día iré a la sombra de tu pelo lejano.

Y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo

cosida por tu mano.

Tus piernas implacables al parto van derechas,

y tu implacable boca de labios indomables,

y ante mi soledad de explosiones y brechas,

recorres un camino de besos implacables.

.

Para el hijo será la paz que estoy forjando.

Y al fin en un océano de irremediables huesos

tu corazón y el mío naufragarán, quedando

una mujer y un hombre gastados por los besos.

Page 16: RUTA HERNANDIANA

Canción última

El hombre acecha

Pintada, no vacía:

pintada está mi casa

del color de las grandes

pasiones y desgracias.

Regresará del llanto

adonde fue llevada

con su desierta mesa,

con su ruinosa cama.

Florecerán los besos

sobre las almohadas.

y en torno de los cuerpos

elevará la sábana

su intensa enredadera

nocturna, perfumada.

El odio se amortigua

detrás de la ventana.

Será la garra suave.

Dejadme la esperanza.

Page 17: RUTA HERNANDIANA

Vídeo poema realizado por Emilia y Tania

de 3 º ESO del IES Serrallarga

Page 18: RUTA HERNANDIANA

Cancionero y romancero de ausencias

Page 19: RUTA HERNANDIANA

ALBATERA

SAN ISIDROCAMPO DE CONCENTRACIÓN

Page 20: RUTA HERNANDIANA

Bocas de ira

Cancionero y romancero de ausencias

Bocas de ira.

Ojos de acecho.

Perros aullando.

Perros y perros.

Todo baldío.

Todo reseco.

Cuerpos y campos,

cuerpos y cuerpos.

¡Qué mal camino,

qué ceniciento!

¡Corazón tuyo,

fértil y tierno!

Page 21: RUTA HERNANDIANA

Ausencia en todo veo

Cancionero y romancero de ausencias

Ausencia en todo veo:

tus ojos la reflejan.

Ausencia en todo escucho:

tu voz a tiempo suena.

Ausencia en todo aspiro:

tu aliento huele a hierba.

Ausencia en todo toco:

tu cuerpo se despuebla.

Ausencia en todo pruebo:

tu boca me destierra.

Ausencia en todo siento:

ausencia, ausencia, ausencia.

Page 22: RUTA HERNANDIANA

Eterna sombra

Cancionero y romancero de ausencias

Yo que creí que la luz era mía

precipitado en la sombra me veo.

Ascua solar, sideral alegría

ígnea de espuma, de luz, de deseo.

Sangre ligera, redonda, granada:

raudo anhelar sin perfil ni penumbra.

Fuera, la luz en la luz sepultada.

Siento que sólo la sombra me alumbra.

Sólo la sombra. Sin astro. Sin cielo.

Seres. Volúmenes. Cuerpos tangibles

dentro del aire que no tiene vuelo,

dentro del árbol de los imposibles.

Cárdenos ceños, pasiones de luto.

Dientes sedientos de ser colorados.

Oscuridad del rencor absoluto.

Cuerpos lo mismo que pozos cegados.

Falta el espacio. Se ha hundido la risa.

Ya no es posible lanzarse a la altura.

El corazón quiere ser más de prisa

fuerza que ensancha la estrecha negrura.

Carne sin norte que va en oleada

hacia la noche siniestra, baldía.

¿Quién es el rayo de sol que la invada?

Busco. No encuentro ni rastro del día.

Page 23: RUTA HERNANDIANA

Cárdenos ceños, pasiones de luto.

Dientes sedientos de ser colorados.

Oscuridad del rencor absoluto.

Cuerpos lo mismo que pozos cegados.

Falta el espacio. Se ha hundido la risa.

Ya no es posible lanzarse a la altura.

El corazón quiere ser más de prisa

fuerza que ensancha la estrecha negrura.

Carne sin norte que va en oleada

hacia la noche siniestra, baldía.

¿Quién es el rayo de sol que la invada?

Busco. No encuentro ni rastro del día.

Sólo el fulgor de los puños cerrados,

el resplandor de los dientes que acechan.

Dientes y puños de todos los lados.

Más que las manos, los montes se estrechan.

Turbia es la lucha sin sed de mañana.

¡Qué lejanía de opacos latidos!

Soy una cárcel con una ventana

ante una gran soledad de rugidos.

Soy una abierta ventana que escucha.

por donde va tenebrosa la vida.

Pero hay un rayo de sol en la lucha

que siempre deja la sombra vencida.

Page 24: RUTA HERNANDIANA

ALICANTECEMENTERIO NUESTRA SEÑORA DE LOS REMEDIOS

Page 25: RUTA HERNANDIANA

Enfermería. Relación de los efectos propiedad del

fallecido hoy a las 5,30 horas, Miguel Hernández

Gilabert

1 mono,

2 camisetas,

1 jersey,

1 camisa,

1 calzoncillos,

2 fundas de almohada,

1 correa,

1 toalla,

1 servilleta,

2 pañuelos,

1 par calcetines,

1 manta,

1 cazuela,

1 bote,

[Tachado: 1 colchón...]

El Oficial. Alicante 28 de marzo de 1942

Page 26: RUTA HERNANDIANA

EL PROCESO (KAFKIANO)

• La banda de la prisión despidió

el cuerpo de Miguel del

Reformatorio de Adultos al son

de la Marcha fúnebre de Chopin

mientras sus compañeros

reclusos lo llevaban

solemnemente a hombros.

• Fue enterrado en el nicho 1009

del cementerio Nuestra Señora

de los Remedios de Alicante.

• El 4 de julio de 1944 se le redujo

la pena a 20 años y un día de

reclusión. El sumario seguía en

vida cuando el poeta sin

embargo ya la había perdido.

Page 27: RUTA HERNANDIANA

Vientos del pueblo me llevan

Viento del pueblo

Si me muero, que me muera

con la cabeza muy alta.

Muerto y veinte veces muerto,

la boca contra la grama,

tendré apretados los dientes

y decidida la barba.

Cantando espero a la muerte,

que hay ruiseñores que cantan

encima de los fusiles

y en medio de las batallas.

Vicente Aleixandre al pie de la tumba de Miguel