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Rubén Darío: Un periodista ante la modernidad Luís SÁINZ DE MEDRANO Nuestro acercamiento a la modernidad en la obra de Rubén Darío tiene como piedra de toque el entendimiento del modernismo como renovación espi- ritualista —tan sui géneris que en ella cabían «la catedral» y «las ruinas paga- nas»— enfrentada a la «otra» modernidad, algo que descarta cualquier sensacion de paradoja en la apreciación actual del movimiento, mientras que pareció un contrasentido a algunos de sus coetáneos que asistieron a su desarrollo sin haber atcanzado a discernir su verdadero significado. Desde esa posición surgieron planteamientos como los que recuerda Gio- vanni Allegra de Eduardo Gómez de Baquero, «Andrenio», «quien en marzo de 1902 se preguntaba en La España moderna por qué tenían que llamarse moder- nistas aquellos poetas que estaban lejos de cantar a las locomotoras, al voto universal y a los rayos X, yen cambio se entusiasmaban por todo lo que entris- tecla a los adoradores del progreso» (1981, 102), o la afirmación, más irritada, de Emilio Ferrari en su discurso de ingreso en la Real Academia en 1905, que tituló «La poesía española en la crisis literaria actual»: «El modernismo es (...) lo contrario de lo moderno <.4 Lo moderno son los ideales que cual cimientos de un ciudad futura, había amasado nuestra época con el sudor del esfuerzo y la san- gre del sacrificio, y el modernismo, sonriendo ante ellos, los corroe con la ironía o los barrena con el odio» <1986, 53). Uno y otro tenían razón —aunque la desmesura de Ferrari no es de recibo—~ dentro de sus coordenadas mentales, pero el modernismo era una fuerza inequí- vocamente moderna que, en su alcance más profundo, no había venido a cobi- Sobre esos problemas ha realizado tina excelente síntesis Ignacio Zuieta en La polémico ,noderntsra: el modernismo de mar a mar (1898-1907), Bogotá. Instituto Caro y Cuervo, 1988. Recisrade Filología Románica, u.” 14, vol. II, 1997. págs. 407421. Servicio de Publicaciones. Universidad Complutense. Madrid. 997

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RubénDarío: Un periodistaantela modernidad

Luís SÁINZ DE MEDRANO

Nuestroacercamientoa la modernidaden la obra de RubénDarío tienecomopiedra de toque el entendimientodel modernismocomorenovaciónespi-ritualista —tan sui géneris que en ella cabían«la catedral» y «lasruinas paga-nas»—enfrentadaala «otra»modernidad,algoquedescartacualquiersensacionde paradojaen la apreciaciónactual del movimiento,mientrasque parecióuncontrasentidoaalgunosde suscoetáneosqueasistierona su desarrollosinhaberatcanzadoadiscernirsu verdaderosignificado.

Desdeesa posición surgieronplanteamientoscomolos que recuerdaGio-vanni Allegra de EduardoGómezde Baquero,«Andrenio»,«quienenmarzode1902 sepreguntabaen La Españamodernaporquéteníanquellamarsemoder-nistasaquellospoetasque estabanlejosde cantara las locomotoras,al votouniversaly a los rayosX, yencambiose entusiasmabanportodo lo queentris-teclaa los adoradoresdel progreso»(1981, 102),o laafirmación,másirritada,deEmilio Ferrari en su discursode ingresoen la Real Academiaen 1905, quetituló «La poesíaespañolaenlacrisis literariaactual»:«El modernismoes(...) locontrariode lo moderno<.4 Lo modernoson los idealesquecual cimientosdeun ciudad futura,habíaamasadonuestraépocaconel sudordel esfuerzoy la san-gredel sacrificio, y el modernismo,sonriendoanteellos, los corroecon la ironíao losbarrenacon elodio» <1986,53).

Uno y otro teníanrazón—aunquela desmesurade Ferrarino es de recibo—~dentrode suscoordenadasmentales,peroel modernismoeraunafuerzainequí-vocamentemodernaque,en sualcancemásprofundo, no habíavenido a cobi-

Sobre esosproblemas ha realizadotina excelentesíntesisIgnacioZuietaen La polémico,noderntsra: el modernismo de mar a mar (1898-1907), Bogotá. Instituto Caro y Cuervo, 1988.

Recisrade Filología Románica, u.” 14, vol. II, 1997. págs. 407421. Serviciode Publicaciones.UniversidadComplutense.Madrid. 997

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jarseen el ámbitode lo queCalinesenha precisadocorno la modernidad«pro-ductodel progresocientífico y tecnológico»2

«La contradicciónentrehistoria y poesía—ha dicho Octavio Paz—perte-necea todaslas sociedades,perosólo en la edadmodernase manifiestade unamaneraexplícita» (1989, 9). TaJ contradiccióny un más o menosconscientedeseodesobrellevaríase dio con certezaen RubénDarío. En su mentehubotodaunatensión,cuyo fundamentoéldefinió congranfranquezay sin estridenciasenel prólogoa El canto errante (1901 ): «La actividadhumanano se ejereitapormediode Jacienciay de los conocimientosactuales,sino en el vencimientodeltiempoy del espacio.Yo hedicho: Es el Arte el quevenceel espacioy el tiem-po». Yenseguida:«Cornohombre,he vivido en lo cotidiano;cornopoeta, no heclaudicadonunca,puessiemprehe tendidoa laeternidad»<II. 698).

En otro Jugarhemosdichoque «la vidade RubénDarío,un poetaquehubode caminarjuntoa un hombreagobiadoque fue Félix RubénGarcíaSarmiento.es lahistoriadeun largoviaje, de un cantoerrante(....) en buscade un imposiblereino quesiemprele fue negado»(Sáinzde Medrano,106>. Si esindiscutible queel poetaestabaposeídopor cl ansiade ser moderno,es decir,de llegara aquelparajesagrado,y queelhombredeseabaser«progresista»,tambiénes ciertoqueel primero,con el temibleegodc los puros,que detestabano sólo,comoafirmó.el tiempoen quele tocénacersino todala dimensiónde lo «desgraciadamentereal»,comodiría despuésBorges,no podíadejarde impedir queel segundo,elciudadano—víctima tambiénde sus servidumbres«humanas»—actuaraper-manentementecomoun hijo perfectodel Liberalismodemocráticode su épocaenelquedesdelos añosmozosen Nicaraguase habíaformado.Así, el conjuntodelos textosdarianosen prosa,dominadosporsu dedicaciónal periodismo,mues-tran lasdramáticasoscilacionesque en él se dieron en torno a la fidelidad,a unconceptocomúnde modernidadabierta a todas las manifestacionessociales.incluyendolas artísticas.

La mayor partede las vecesque el que. parasimplificar, llamaremossóloDarío, hablade modernismoy modernidadlo hacerefiriéndoseentusiástica-mentea los valoresen quecomopoetacreía. Los ejemplosson innumerablesdesdequea partirde 1888 empiezaa usarel término«modernismo»,sucamposemánticoy susconnotacionesmásinmediatas.Entresusnumerosasalusionesala persecuciónde Jonuevo,quizáel textomásrepresentativoseael relerenteasucondición de iniciador del movimiento modernistaen su prólogoa Cantosde

2 Vale la pena ampliar la cita:«Lo cierto es que ea algún momento de la primera mitad delsiglo xx seproduceunairreversibleseparaciónentre la modernidad como un momento de la his-toria de la civilización occidental —producto del progreso científico y tecnológico. de la revoluciónindustrial, de la economía arrolladora y los cambios sociales del capitalismo—— y la modernidadcomo mi concepto est¿tíco. Desde entonces. la relacion entre las dos modernidades ha sido irre-ductiblemente hostil, pero no sin permitir e inc lust, estimular una variedad dc influencias mutuasen su cólera por la mutua destrucción» (Matei Calinescu, (‘¡mo aras de la nwdern¡d«d, Madrid,Teenos, 1991, p .5(8.

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vida y esperanza(1905): «el movimientode libertad que me tocó iniciar enAméricasepropagóhastaEspaña,y tantoaquícomoallí el triunfoestálogrado»(II, 625), perorecordemostambiénsu desdénpor quienesqueríanligar eterna-mentela poesíahispanoamericanaalas descripcionesexternasde lanaturalezaylas glorias criollas \ su reivindicaciónde «la obrade reformay modernidadqueemprendiera»(HL. 21), suapreciaciónde las limitacionesdelas corrientesrenovadorasen el Madrid finiseculary su aplausoa los manifestacionesdcl«modernisme»catalán («E] modernismo»,EC, 300), su valoraciónde las sen-sacionesdescritasporPérezde Ayala, queestimaba«deuna modernidadinten-sa»(«Nuevospoetasde España»,0,417),su elogio a lapoesíade Marquinaencuantorefleja «unaintensacompenetracióncon la Naturaleza,unapropia trans-fusión en el Universo, un hablarcon el acentode todas las cosas...Pero¿noestándiciendopor allí los casi inexistentesquetodo estoson cosasde moder-nismo’?’» («EduardoMarquina»,5, 809),etc.

Tengamosen cuenta,además,que Darío sentíael orgullo de poseerunamplio conceptode la modernidadliteraria. Porsi lostemas—quea veces,porañadidura,incluyenoportunasreflexionesmetapoéticascomoen «Yo soyaquel...»de Cantos de vida y esperanza—y la meraestructurade susversosnolo demostraranpalmariamente,quisoratificarlo en declaracionestan explícitascomolas queconstanen su apreciaciónde lapoesíade Unamuno:«Tengo,gra-cias a Dios, una facultadquenuncaha encontradoen tantossagitariosquehantomado mi obraporblanco:es lade comprendertodaslastendenciasy gustardetodas las maneras.Todaslas formasde la bellezame interesan...»(«Miguel deUnamuno»,S.794).

Ahora bien,es necesarioseñalartambiénqueesteaperturismoenel campodel arteno dejóde tenersuslimitacionescuandoelpoetaabríapasoal crítico, alperiodista-argosqueexaminómuy de cercasu entorno.

Darío, porejemplo,vio con inquietudlas emergentespropuestasque, apar-tir de cierto momento,comoera inevitable,empezaronacirculardesbordandoalpropio movimientomodernistadel quese sintiósiempre,y no sin razón,rector.Al ya mencionadoartículo sobre Pérezde Ayala pertenecenestasrecordadaspalabrascon las que ironizabaacercade cierta líneade la reacciónposmoder-nísta:«Ahoratodosqueremossersencillos...Todos nos comemosnuestrocor-deroalasadordespuésquelo hemostenidoencintadoen el Ilaniecade Versalles»(«RamónPérezde Ayala», S, 799). Y hablandodel poetachileno FranciscoContreras,cuyacapacidadde renovación,apartir de la queel nicaragálenses4-

Aparte del conocido comeníatio de Darío sobre esla situación en Historia de mis librar,publicada inicial,nente en La Mación en 1913, (Obras comp/etas, 5 tornos, Madrid, AfrodisioAguado, 1950-1953,1. p. 206), podemos recordar las palabras con que en un artículo de 1909 reco-ge la forma en que «los inenarrables de siempre» exigían temas nativistas a los poetas hispanoa-mericanos («Los diplomáticos poetas. Amado Nervo». en A/gimas juicios, OC.. II, p. 595>.

Advertimos que a partir de aquí las citas de los tes tos de los libros en prosa de E. Darío pro-cederán siempre de la edición mencionada.

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nificativamentedenomina«escritura“artista”»,celebra«queno sehayadejadoarrastrarpor las peligrosastentacionesdel versolibrismo»(«FranciscoContre-ras»,en «Letraschilenas»,AJ, 631 y 634), lo cual nosdeja ver susprevencionesantelas incipientescorrientesde vanguardia.

Entresus anticiposamericanos,sabernosque Darío se mostródisplicenteante las primerasaudaciasde Huidobro,nadadijo de El cencerrode cristal(1915>de Giliraldes. peronaturalmenteconocióe! Lunario sentimental(1909) dcsu admiradoLugones,libro quecitaentreotros en «LeopoldoLugones»(C) sinvalorar su singularidad.Por lo que a Europasc refiere, niencionóde pasadaaApollinaire en «Rémyde Gourmonto la gloria» («Films de París»,LV, 549)-—-ni unapalabra.desdeluego,parael cubismoy el expresionismo——y concedióespecialatenciónalaobservacióndel futurismo.

En este caraa caracon la vanguardiase pusoa pruebala capacidaddeDaríoparamostrarunavezmásel eclecticismodel que seenorgullecíay lo cier-toesqueno salió éstemuy bienparadodel trance.Empezabaun nuevaetapadelamodernidaden las letrasqueDarío.desdeunavisión global del contextoene!que él mismose inició comoun rebelde, no pudo comprendero al menosnopudo asumir.Gravemomentoel de ver que la antorchapasaa otra generación.Quiense habíadeclaradoposeedorde«tinaestéticaácrata»en tas «Palabraslimi-nares»a Prosasf)rofanas y habíaabiertoel camino a toda la poesíahispánicaposteriorno estabapreparadopararesignarsea aceptarlacondiciónde patriarcaya fueradejuegoqueve concomplacenciala irrupciónen su campode acciónde nuevosagitadorescargadosde rebeldía.Su artículo «Marinetti y el futuris-mo», publicadopocodespuésdc la aparicióndel famosomanifiestode 1909 (L,616-623).constituyeunadiseccióny unadesvalorizaciónasombrosadelas pro-puestasdel italiano,medianteun procedimientoquenos recuerda,porsu facili-dad,al usadoporotros críticoscontrael modernismo.Darío pudo haberrecor-dadolas: invectivasqueEmilio Bobadilla,FrayCandil, lededicó,con demagogiaincomparable,desdeluego, asu soneto«Gloria al laboratoriode canidia»,quepasaríaa Elcanto errante(«Tant mieux..t. Las censurasdarianascontraNlari-netti, paliadaspor unapaternalistacomprensiónde los excesosjuveniles,con-cluyenconuna melancólicaconsideraciónacercade la inanidadde los esfuerzoshumanosantela perspectivadel final destinodehombresy planeta.

Lo cierto es que la molestaimagendel vanguardistaitaliano parecehaberobsesionadobastantea Darío. En el ensayo«El fracasoD’Annunzianos>(15)mencionade modonegativoun libro suyo—se refieresin dudaa Lesdieuxs‘envont, O Annunzia reste <1904)—. En cl aludido trabajosobrePérezdc Ayala afir-ma que«la poesíade nuestrotiempoexisteparael quelaquieraencontrar,auncon las extraordinariasocurrenciasdel desenfrenadofuturistaMarinetti. Peroellano se hade pretenderbuscaren lo prosaicoy utilitario» (L, 805). Yenel tambiéncitadosobreAmadoNervo, «Los diplomáticospoetas»,afirma queel mexicanoestáen unaedad«queen Italia lecondenaríaaserdevoradopor los futuristasdelpoetaMarinetti» (Al, 950).Asimismoen uno de sus«Films de Paris»,cl apar-

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tado «El burro pintor», donderelatasarcásticamentecómo unosintelectualeshumoristasconsiguieronquelosmovimientosinstintivosde lacoladeun burro,a la quehabíanatadoun pincel,produjeranun cuadroquellegó a serexpuestoenel Salón de los «lndependants»,advierteque antes, los organizadoresde labroma lanzaron«un manifiestocomoel de los pintoresamigosdel poetaMan-netti» (TV, 555), haciendoapareceral autorcomojefe de laescuelaExcesivista.La ocurrenciaestárecogidacon apostillasquedejanver Ja pocaestimadarianapor las nacientesvanguardias.Por último, anotamoseste fugaz pero sabrosocomentariosobreel aragonésMarianoMiguel de Val: «Nohayquetemer,estepoetano es futurista»(«De Val», en Filmsde Parív, TV, 566).

El Daríopreocupadode ~<lascosasde todoslos días»a las quese refirió en«Letaníasde NuestroSeñorDon Quijote»de Gantosde vida y esperanza,mues:tra unavigorosainclinaciónhacia,lo quepodríamosLlamar paraentendernossmequívocos,el progresosocial. Sin ignorar su historial de «enfantterrible» yotras cosasbien sabidas,es sin duda a partir de su segundavenidaa Espana,comocorresponsalde La Nación en 1899, cuandoempiezaa dar las muestrasmásprofusasy sistemáticasde sensibilizaciónen tal aspecto.Y no olvidemosqueDarío escribíaparaun periódicomásbienconservador,con lectorespredo-minantementeburgueses,lo cual le impondríano pocascautelas.

Porsupuesto,ahíestáel insigneejemploofrecidoen Cantosde vida y espe-ranzasobre su acercamientoa las preocupacionesnoventayochistasy al ternaquese encuentraen elorigen deéstas:lapresióndel imperialismoyanqui.Peroesono es sino unaparte,muy depurada,de lo que hayen la mentey en la escri-tura de Darío. Un grupo notablede los artículosque se integraronen Españacontemporanea,como «En Barcelona»,«Madrid», «La Españanegra»,«Lamujer española»,«La joven aristocracia»,«Congresosocialy económicoibero-americano»,son verdaderosalegatosde corteregeneracionista4.Cornomuestra,en el primero,el nicaragliensequedafascinadoporel progresismoqueobservaen la sociedadcatalana,soporte,por lo demás,de unaintelectualidadcreadoradecorteeuropeísta;en el último, recogedatosmuy precisos,partiendode fuentesdiversas,obtenidasprobablementeen el ámbitodel mencionadocongreso,paraofrecer un panoramade algunasde las causasde la decadenciaespañolaensiglos pasados.Son particularmentedestacablelos datossobretráfagosmate-rialesqueencontraremosigualmenteen otros escritosdarianos.Muchospuedensin dudasorprendersetodavíaanteel Daríoeconomista,queinsistirárepetidasvecesen la necesidadde propiciarlaexportaciónargentinade carnesaEspaña,paraleloalquese lamentade la inadecuadatraduccióndel Cyrano deBergeracrepresentadoen el teatroEspañolo comentalas ilustradastertuliasde la PardoBazán.EsteDarío pragmáticoes el que habíacensuradoen 1890 la superficia-

dr, el análisis que sobre Espnñn cnntempornnea hace Mátyas l-lorúny en «Notas sobre eíconcepto de modernidad en Rubén Darío» (Revista chufe,ía de literatura, oP 2-3. Santiago, pu-mavera 1970).

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Idady el oportunismode la prensaen «La prensay la libertad» (IV, 121) y elparticularsensacionalismode lade la capital de Franciaen «La prensade París»(TAj!, 552),el queen La caravanapasaironiza claramentesobrelascrueldadesdel colonialismoen mediode la deslumbranteExposiciónUniversalde la capi-tal de Francia,denuncialas dimensionesde lamiseriay el hambreen mediodela brillantezdc la mismay se niegaa la fascinaciónantela ostentacióndequeesmarcoel famosoMaxim’s, del mismomodoque elesplendorconqueel zar y lazarinason recibidosen Franciano le haceolvidar sucondiciónde autócratas,oel que se explayaen comentarioscontra el cerradomilitarismo, siguiendoaLavisse,aLemaitre.aPaul Bert.

Hay en este Darío la clara concienciade que la humanidadiba a experi-mentargrandescambiosrevolucionarios.No es un gestoretórico e! quele llevaa afirmar en la «Salutacióndel optimista»: «siéntensesordos ímpetusen lasentrañasdel mundo,!la inminenciade algofatal hoy conmuevela tierra;!fuertescolososcaen,sedesbandanbicéfalaságuilas]y algoseinicia comovastosocialcataclismo]sobrela faz del orbe». Trasestosversosse encuentransin dudalasterribles revueltasque desdeprincipio de 1905 golpearona la Rusia zarista,situacióna laquese unían los estragosde laguerraruso-japonesa.

Esamismasensaciónla revelaDarío en muchosotros lugaresde su obra.Noeradifícil esaintuición paraquiendesdesu adolescenciahabíaalardeadoinclu-sodecierto jacobinismo.Refiriéndosea la relación queestableciódurantesuprimeravisita aEspañacon don NarcisoCampillo, afirmaqueéste«hombreafe-rrado a sus tradicionalesprincipios tuvo por mí simpatías,a pesardc misdemostracionesrevolucionarias»(A, 88). Una de susprimerasimpresionesdelobrerismobarcelonésle llevó aobservar«cl desnivelcausantede la sordaame-nazaque hoy va porel corazónde la tierra formandoel terremotode mañana»(«En Barcelona»,EC, 28). Es «el hervordel fermentosocial» (EC. 117) quesienteen mediodel estatismode «La Españanegra».Entrelas«Reflexionesdelaño nuevopansíense»(1901), artículode Peregrinacionesen el que denunciadescarnadamentelas espantosaslacrase injusticias de su admiradaFrancia.hay una quesurgeespontáneaal considerarla miseria existenteen la capital:«Estono se acabarásino con un enormemovtmiento,con aquelmovimientoquepresentíaEnrique1-leine «anteel cual laRevoluciónfrancesaseráun dulceidi-ho» (P 495>. Y en su comentariosobreMáximo Gorki, uno de susmásapasio-nadosalegatosen prode la justiciasocial,junto al dedicadoaZola («El ejemplode Zola»). ambosen Opiniones,se identificaDarío conestaspalabrasdel ruso:«El porvenirhablaya pormil signos;esedestinose anunciaportodaspartes(...)

Nuestracivilización europeatodase agUadesdehacelargo tiempobajo unapre-sión queva hastala tortura, (...) comosi quisieraprovocarunacatástrofe»(O,

252).Aquí de nuevosubyacela importanciadel terribleamagorevolucionarioruso.

«¡Pórtatebien, SanTelmo —escribeDarío con cierto humoral hablar, enAsturiasdondeverancóen 1905,del patrónde los marineros——,porqueviene por

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ahíun diablo rojo queandaconquistandoalos pobresdel mundo,negandodio-sesy descabezandosantos!40,439).Al referirseenel artículo antesmencio-nado al tremendoimpactocausadoentresus conciudadanospor la muerte deZola en 1902 —al queconsideramásadmirableen su laborsocialqueel propioHugo, Tolstoi e Ibsen—Darío afirma: «Estasgrandesconmocionestan sola—mentelas causanlos quesalende las aisladastorres,marfil, cristal o bronce,delarte puro» (0, 230), en unas largasconsideracionesen torno al compromisodel artistaquenoscuestano reproduciren su integridad.Hablabaelciudadanoytambiénel poetaarielista.Insistamosen quela fricción quesu convivenciasus-citabatienequever con lapropia entidaddel modernismo,virtual generadordeun fecundoconflicto>.

El rechazodel positivismo,impulsoenel queestáel germendel modernis-mo, no podíamenosde incluirdesdela perspectivadel poeta,un serno someti-do a lo contingente,«el poeta,en cuyaalma,por divinavirtud, sejuntantodo eltiempoy todoel espacio»(«Saint-Paul-Roux»,L, 543),segónlo defineDarío,unarepulsade los soportestécnicosdel «otro» progreso,al que definió como«enemigodel ensueñoy del misterio,en cuantoa quese ha circunscritoa la ideadeutilidad» (L, 545).

No siemprefue así.Aunquesetratade un texto darianomuy juvenil (1885),no deja de sersignificativo el titulado «El siglo xx», curiosapremoniciónde losfuturos avancesde la técnicaen la actualcenturia,probablementeinspiradoenJulio Verne,querecogeEdelbertoTorres.Estees su comienzo:«A juzgarporelprogresovertiginosodelaépocapresente,jamásvisto en los tiempospasados,enel siglo xx habránde realizarsemaravillasincreíbles.¡Oh, sí! La navegaciónaéreay la navegaciónsubmarinaseránmediosvulgaresde comunicación...».Darío imagina, incluso hiperbólicamentea veces,el prodigio del transporteaéreoy marítimo, la televisión(«ver desdeLima unarepresentaciónen el teatrode la Scalade Milán») (E. Torres.61) y la radio, el poblamientode mediosinhóspitos,a lavez que ironizasobrelos menudosprodigiosque corresponderána las ciudadesnicaraglienses.

Si bien la finalidad burlescadel trabajoelimina toda solemnidad,no cabeduda de queestamosanteunapáginaquerevelael interésde Daríopor el pro-gresomaterialde los tiempos. Peroa partir de ahí no seráfácil encontraren éldevocionespor el maquinismode la modernidad,con independenciade queguardarasiempreun reverenteasombropor los misteriosde laciencia,quele lle-vabaa afirrnacionescomoésta: «Tanto en lo lejano de los astrosapenasvis-

Como un aspecto bien ilustrativo de esta dramática tensión, recordamos la polémica abier-ta en Cataluña entre tgnasi Bá y Singla y otros intelectuales, según ha recordado Joaquín Roy.«Pierde tu patria y entrarás en el arte» proponía BÓ y Singla. Estas palabras, que pueden ser hoycomprendidas en una valoración casi técnica, suscitaron respuestas de patriotismo herido. (V. 1.Ruy, «Poesía y memorias de Josep Conangla», Revista ¡be raa,neriama. Pittsburgh, núms. 146-147.junio 1959, p. 133).

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lumbradoscon el aúnimpotentetelescopio,corno en lo recónditode la vida ató-mica, hayun infinito ignorado»(«El pueblodel polo»,L, 547).

Eseinfinito asediadopor el esfuerzocientífico era, naturalmente,paraél,supremamateriapoética,perolaotra carade la ciencia,susartilugiosmecáni-cos, le interesabanciertamentemuy poco y frecuentementeéstoseranobjetodesusdiatribas.Uno de ellos, el automóvil,tan exaltadopor Marinetti, le resulta-ba particularmentedesdeñablea Darío.Por unapartearremetíacontralascua-lidadesdel queconsiderabapobreescarabajo:«No niegoquehay su bellezaelautomóvil——concedeen unaocasión,en un texto tan expresivoquelamentarnosmutilar— (...), el placerfísico de la ligerezade sentirseliviano como el airemismo,son cosasinnegables,pesea los que,comoyo, no puedenver pasarunamáquinade ésassin ciertasublevaciónde ánimo. Perotal comose usa.es unplacerinestéticoy sucio.(...) Jamásla mejordian o mercedeso desc/2ampsequi-valdráen graciay eleganciaa un soberbiocarruajetirado portronco mássober-bio aún de brillantescaballos»(LCR. 1.0. 653-654). Por otro lado, le parecíalamentablela estreche,.mental de la «modestaburguesíaque tiene su idealsupremoen un automóvil» <LCR. 2.0.711).En su visita a Málagaadvierteque«la ciudad cuentacon un automóvil, ¡oh, poetaOvandoSantarén!,que nopodríaentraren tusoctavasreales»(«Málaga»,15, 877),paraañadirluegoque«la vulgaridadutilitaria de la universalcivilización lleva cl desencantosobrerie-les o en automóvila todos los rinconesdel planeta(‘15, 884),por lo quele resul-tarápenosover a las gentesde Parísabrumadas«deautomóvilesy metropoli-tanos»(«Cleode Merode»,PA, 722). En el citadoprólogoa lEí cantoerrantevuelvea dolensedc la crecientereverenciaal materialismo.territorio propicio alnuevoídolo: «Otrospoderososde la tierra, príncipes,políticos, millonarios,manifiestanuna plausibledeferenciaporeldios cuyo arcoes de plata, y por sussacerdoteso representantesen unatierracadavezmás vibrantede automóviles

y de bombas»(691) (véasetambién en este libro la alusiónal «automóvildevoradordel viento dondepodría pasearsu «egregioaburrimiento»,en la«Epístolaala señorade LeopoldoLugones»).En fin, parano prolongarlas citassobreel particular,concluimoscon éstacargadadel noble eingenuoorgullo delintelectualante la máquina:«Tenedpor cierto que un bibliófilo no moriranuncaaplastadoporun 40 1-IP o despedidoporun aeroplano»(«El condede lasNavas»,L, 592).

¿Qué más?Si atendemosa un catalizadormenosfrecuentadopor Darío.podemosobservarsu actitudante la torreEiffel. Si ya en 1890habíadicho que«la decadenciaen artesse llama torre Eiffel» («La prensay la libertad»,TV,123),obligadopor las circunstancias,pasasobreascuas—lo cual ya es signifi-cativo— al referirse,en mayode 1901, a esteentoncesdiscutidomonumento,cuya altura le sirve ciertamenteparaadmirar el magnífico espectáculode laciudad,pero alquecalifica pocodespuésde «aplastante»(«En elgranpalacio»,P, 400),sumándosediscretamentea sus impugnadores,en las crónicasenviadasdesdeParísconmotivo de laExposícion.

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Quedenestosejemplos,fácilmente ampliables,como paradigmasde unaactitudmuy expresivaen la valoracióndarianadela modernidadexterna.Unaactitudcompartidapor muchos:piénseseen EduardoWilde y R. ViekuñaMac-kenna,quienesse lamentabanen 1870 y 1880,segúnrecuerdaGiocondaMarun.de quelostráfagosespeculativose industrialesde BuenosAirespropiciabaneldecaimientode la poesía,o en el españolEduardo1. Chávarricuandoafirmaba:«El siglo xix nos halegadoporherenciala fiebre de los inventos;no tuvotiem-po paramás; ni el vapor ni la electricidadnos hantraído su arte (...) los auto-móvilesno hansabidoencontrartodavíasu forma, comolahallaron los antiguoscarrosgriegoso las elegantescarrozasLuis XV» (73).

Lasmarcadascontradiccionesentrelo queel comúnde los mortalesconsi-deramodernoy las opinionesde Darío quehastaahorahemospodido apreciarpuedenpercibirseen otros aspectosaltamentedestacables.Uno de elloses sindudalacuestiónreligiosa,entendiendoportal laconcernienteno alas admirablesconstruccionesen torno a la religión del artesino lassiempresubyacentespreo-cupacionessobrela religión heredada,el cristianismo.Tambiénaquíse muestraDarío muchasvecespor un ladocomoun «actual»,abiertoa la crítica y el lai-cismo, peroasimismoofreceen otrasocasioneslacorrespondientecontrapartida.

Pensemos,por ejemplo en el «modernismo»religioso. Nuestropoetanomuestraun interésmuy personalen estaexpresiónheterodoxade ciertosesfuer-zos en pro dela modernidadcristianaen laencrucijadade siglos,indiferenciaque,desdeluego,parecehabersido dominanteentrelos intelectualesde lasdosorillas del Mundo hispánico,y de la que da testimonioestadespreocupadaydesorientadaalusiónde JuanRamónJiménezen 1935: «Creoque el nombre(modernismo)vino de Alemania,dondeseproducíaun movimientoreformadorpor los curasllamadosmodernistas»(RicardoGullón, 17). Darío, de todosmodos, dedicó al tema un artículo titulado «Un cisma en Francia»(0, 274-281),en el quesintetizalas teoríasqueel abateLoisy, ya excomulgadopor PíoX (PascendíDominí gregis, 1907), desarrollabaen la Sorbona.Darío,que reconoceno haberleído los libros de estedisidente,da al tema un trata--mientoligeramenteeruditoy desprovistode toda gravedad,aunadmitiendolaquela situaciónencierra.

Evidentementeel Darío,quereconocióvariasvecesserportadorde visce-rales inquietudesreligiosasdentro del cristianismo,no solucionadaspor susintentosde buscarla salvaciónen lo paganoy lo esotérico,no podíaestarinte-resadoen here¡íasquecomprometíana muchosin despejarangustiasteológi-cas,y al mismotiempo tampocopodíaser ajenoa las tendenciasdesacraliza--dorasde su época:el modernismoy la modernidaden queseasentaba,comoloha mostradoconinteresantespuntualizacionesGutiérrezGirardot6,surgíaen

R. Gutiérrez Girardor (Modernis,no,Madrid, Montesinos, 1983) recuerda que Valera detec-iaba en esta atmósfera finisecular la presencia de «nuevas creencias y renovadas mitologías»(p. 27), y .1. K. Huysmans, se refería a la irrupción de las« locuras de [ooculto» (p. 73).

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gran medidade la secularizaciónde los tiemposy las revulsionesconsi-guientes.

Prescindiendode algún poemaadolescentede buscadainsolencia,recorda-reinos, como ejemplo de la actitud «avanzada»de Darío en esteterreno,eltensoarticulo sobre«La Mercurial» dc Montalvo» (SanJosé,CostaRica, 1891),en queel nicaragúensetoma vibrantepartidoporcl escritorecuatorianofrenteala retrógradapastoraldel arzobispode Quito, y el másvirulento que publicóseguidamenteconel título de «Prodomo mea»como respuestaalas acrescen-surasque.por causadel anterior,recibió de la Unión Católica de CostaRica(PO, 98-102y 103-112).

En Los raros (1896),Darío. al hablarde Lautréamont.se refierea laconfu-sión conquela Iglesiatratacasosde enfermedadesnerviosascomoposesionesdiabólicas(«El condede Lautréamont»,LR, 436); fuertesnotas,de signocons-tructivo desde luego, contrael integrismocatólico español,aparecenen «LaEspañanegra»,artículofechadoen marzode 1899,de España<vfltefl2pcraflea.Lo que realmenteexistía en Darío era una adhesiónal laicismo como «unainterpretaciónmodernade la antiguaideacristiana»(LCP, 40, 791),como lomostraráen 1902 trasentrevistaral historiadorfrancésErnestLavisse.

Dicho esto,en ningúncasocabeconsiderarquel)arío lanzaraembatescon-trael pensamientosagradoverdaderamentecanónico.Es muy sugestivalapartede La caravanapasadedicadaal teínade Lourdes.lugarque habíavisitadoantesde ir a París en febrerode 1900, dondese limúa ti recogeruna opiniun ajena—procedimientoconqueel Daríoperiodistaresolvíaa vecessuscompromisosconLa Nación——,si bien no hay duda de queel asuntoestáplanteadodesdeladesazónde alguien poco dispuestoa aceptarla posturadel mansocreyentenoexigidaperosí auspiciadapor la Iglesia. En estaocasiónsu interlocutor, un talG. Núñez,«un ocultistacristiano»y «un hombresincero»(LCP, 1.0, 656).vadesarrollandounainicial dialécticaracionalistaqtíese ve abocadapocoapocoaun desvaríode oscurahermenéutica,cuyaconclusiónes que «los milagros deLourdesson milagros del inicuo invisible, traídospor cl infierno». Darío se¡imita amanifestarlacónicatuentesu «inquietud»(LCP. ¡0, 6761 al abandonarlacasade Núñez.

En su visita, posteriormente,a San Pedrode Roma (octubrede 1900), lamagnificenciadel templo no lehabíaimpedidoadvertir impulsospaganosde laépocaen que «la fe empezóadesfallecer»(«Roma>~,DI. 561). Muy curiosoestambiénel artículo«Desilusióndel milagro».nacido de la antesmencionadavisi-ta a Asturias. En él Daríodescubrerisueñamentesu perplejidadanteel cúmulodedudosasreliquiasexhibidasen laCámaraSantade lacatedralde Oviedo.mos-tradas por un conspicuomonaguillo,en tina narraciónde estructuraperfectadondeladosificadaironía concluyede formacontundente:«¡Creoen Dios, creoen DioslPero ¡idos al diablo!» (0,429),palabrasdirigidas, subliminalmente.másqueal aleccionadoniño, ados sesudoscanonígosorantesquerepresentaneloscurantismoeclesiástico.

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Y junto aéste,elDarío conservador,sufridorde «la fobiade lamuerte»de «elterrorcatólico» («JoséNogales»,L, 595),enternecidopor las viejas «campanasprovinciales(«Ladulzuradel ángelus»,Cantosde vida y esperanza)del Leóndesu niñez,el que sefascinabacontemplando,apesarde algunareservacríticay aunde abiertascensurasal catolicismoespañol.lapomposaceremoniadel lavadodepies a los pobresel jueves santopor laReinaMaría Cristina(«SemanaSanta»,EC, 127),o. despuésde las observacionesquehemosanotadoantes,caíainerme.al besarlamanodel papaLeón XII] descendidode su silla gestatoria.Ciertamentela preocupaciónpor «el enigmade nuestroser y nuestrodestino»(«Miguel deUnamuno»,5, 788) y laatracciónde ladeslumbranteestéticade la liturgia, con-taronmuchoen Daríoy amortiguaronsusinnegablestendenciascriticistas.

Los limñesde nuestroanálisis nos impiden abundaren las incontablesface-tasde esteDarío contradictorio.No queremos,contodo, dejarde referirnos,reco-giendoalgo ya apuntado,a un aspectosignificativo y no muy puntualmenteobservado:su posición ante los EstadosUnidos. El teína nos lleva inmediata-menteal artículode 1898 «El triunfo de Calibán»(El Cojo Ilustrado, Caracas).contra la agresiónnorteamericanaen Cuba(«la iniquidad» la llama en enerodel 99 («La legaciónargentinaen casade Castelar>~,POL, 1102), al poema«ARoosevelt»y al indignado«¿Tantosmillonesde hombreshablaremosinglés?»de«Los cisnes»de Cantosde vida y esperanza.Lo paradójicoen esteterrenotienequever en granmedida——seflalémoslode nuevo—conel inequívocoarielismode Darío. De un ladoel rechazodel utilitarismo de EstadosUnidos;de otro, suconvencimientode que los progresosmaterialesde esepaíseranenvidiablesyredundabanen beneficiode lacultura.

Ya tiempo antes,en 189(1, vuelto a Nicaraguatras la experienciachilena,habíahechoestepronunciamiento:«Los EstadosUnidospresentanla imagendeun pueblosin tradicionesqueembaracenel progresode la libertad y queviveparala industria,sin preocuparsede las grandesconquistasintelectuales(«Lanovela social contemporánea»,AG, 201). No se trata sólo de un pensamientojuvenil. Nueva York, representaciónmáximade los EstadosUnidos,apareceenla obrade Darío comoel prototipode ciudaddesmesuradae inhumana.El estu-dio dedicadoaEdgar Alían Poeen Losraros la definirácomo: «la sanguínea,laciclópea,la monstruosa,la tormentosa,la irresistible capital del cheque»(IB, 257),a laquese oponeen ese momentolahalagadoravoz de París,Frentea lo queella representa,comoun milagro, surgePoe,«lírico Prometeo,amarra-do a la montañaYankee»,«comoun Ariel hechohombre»(LR, 261 y 262). Apartirde ahí, a lo largo de todasu obralanzarálos mayoresdenuestoscontraeseimperio de Calibanes:«babélicosedificios», «horror de la ciudad comercial»(«FabioFiallo», 5, 871).«tierra de los dólares»,«monstruo»(«ManuelUgarte»,

1005 y 1006). Un amplio inventadode las depredacionesy falta de coopera-ción de los EstadosUnidosrespectoa Iberoaméricapuedeverseen el libro ter-cerode La caravanapasa.Y así llegamosa esadesgarradarepresentacióndeNuevaYork en 1915: «Casasde cincuentapisos,/servidumbrede color,! millo-

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nesde circuncisos,!máquinas,diarios,avisos! ¡y dolor, dolor, dolor!» («Lagrancosmópolis»(Del chorro de la fuente, 1116). Ahora bien,en el ladoopuesto,junto a la controvertida«Salutaciónal águila»del El canto errante,verdaderaapologíadel panamericanismopresididopor la gran potenciadel Norte, Daríoofreció ampliasmuestrasde reconocimientoa los valoresde Norteaméricaquerevelanqueel «vagotemor» y la «muy pocafe» del poemaa la rapazno eranlimitacionessuficientesparala fascinaciónqueesegranpaísle producía:«Entreesosmillonesde Calibanesnacenlos másmaravillososArieles»afirmaal con-templarel pabellónde los EstadosUnidos en la Exposiciónmundial de París(1900),paraañadircon palabrascasi literalmentede Rodó: «No es fácil amarlesperoes imposibleno admirarles»(«Los anglosajones»,P, 427).Actitud pareci-dapuedeverseen el libro cuartode La caravanapasa.

Dentrode esteapartadomerececapítulo aparteel casodel PresidenteRoo-sevelt,cuyo elogio encontramosen repetidasocasiones.«Yo mismo—afirmaen«Manuel Ugarte»—haceya bastantetiempo, lancé a Mr. Roosevelt,el fuertecazador,un trompetazo,porotra parteinofensivo.Peroésassoncosasdc poetas»(C, 1005).Tambiénen el prólogoa El cantoerrante, Rooseveltaparececorno clquemayorelogioha hechoen lenguaanglosajonaa la Poesíay a los poetas.«unhombreinsospechablede extraordinariascomplacenciascon las nueveMusas»(691), y en El Viaje a Nicaragua (1909), donderecogeexperienciasde 1907.olvidandoel insolente«1 took Panamá»,recuerdapositivamenteel elogio queelpresidenteZelayamereció del poderosonorteamericano,calificado como«alguiencuyo nombreha sido admiradoy reconocido,en el mundoconformecon sus merecimientosy su autoridaduniversal»(EVN. 1090).Peroel texto demayorexaltaciónseríael titulado <(Roosevelten Paris»(1910)dondelo caNicade «jovial Nemrod»—dandoun giro, comose ve, a la peyorativavaloracióndelsemimitico personajeen «A Roosevelt»—,«gran yanqui» (y, 673 y 675), eidentificadoconla granacogidade los franceses,admirasu fuerzay ladel paísquerepresenta.aunqueirrumpaavecesla ironía.

Volviendo aEl Viaje ci Nicaragua, hay enese libio otros datosde muydistintorango,perotodosexpresivos,sobrela ocasionalreconciliacióndarianaconEsta-dos Unidos, vinculadosal reiteradopasodel poetaporPanamá.Trasmanifestai,en tributoa los usosyanquis,quele pareceun «detallede higienefísicay moralquedesdeluegohay queaplaudir.»el hechode que«sobredos puertasdeciertolugar indispensable»se hagaunadistinción «Paraseñorasblancas»y «Paraseño-rasnegras»;serefiereal desastredeLessepsen la empresadel canal quedejóuncúmulodc «salvajesafricanos,aullantesy casi desnudos»,y escribeluegoa pro-pósitode la presencianorteamericanaen tal obra: «Panamátienehoy higiene.policía,máscomercio,y, sobretodo, dinero»(EVN, 1021).

Paraconcluirdiremosque esteDarío quehubo de oscilarentrelo eternoy locotidianosupodepuraren lo esencialde su obra poética,nacidade su yo másprofundo,queconstituyesu fundamentallegado, las mil inquietudesnacidasdesu peripeciaexistencial.Asediadopor«un vastodolor» existencialy «cuidados

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pequeños»(«Nocturno.1», Cantosde vida y esperanza),nos contóconpalabrasnuevassu peregrinacióna la sagradaselvadel arte, a la fuente Castalia,y eldramade no poder permaneceren ella. De ahí la deudaimpagableque con élmantenemos.Avanzarenel conocimientodel misterio del mundoporlapoesía:esafue su verdaderaideade la modernidad.Lo que hemosmuy parcialmentedescritoson las inquietudesy las contradicionesdel hombreenpresenciadeunarealidadno escamoteableantela quereaccionódesigualmente,congenerosida-desprogresistasy replieguesconservadores.

Tampocoel poetapudo escaparsetotalmentede esarealidad.En esoscasos,comohaseñaladoAlberto JuliánPérezapropósitode «Al rey Oscar»y«A Roosevelt»(Cantosde vida...),trató de acudir tambiénal «saberestético-mitológico» (55), inclusodiríamosque se refugióen él. Así ocurrió notoria-menteen el Cantoa la Argentina(1910),dondeun resignadoDarío seesforzóen situarsu utopíaen el reino de estemundo,aunqueutilizandocompensacio-nesde aquelsaberque no impidieronqueOctavioPazafirmaraqueel Canto«representael evangeliode la oligarquía hispanoamericanade fin de siglo»(1976, 54), y Angel Ramavieraahí «unaseriede rasgostípicosdel fenómenocolonizadorde los imperios»(112).

Avanzadoy tradicionalista,con vagasnostalgias,por estética,comoValleInclán, de un mundoantiguo;amanteenardecidode la libertad,peroahominador(descontandoqueno esjustohaceraquíunaaviesalecturaal pie de la letra) de lademocracia,«nefastaa los poetas»(HL, 206)y contaminadorainclusodel admi-radoWalt Whitman; antimilitarista,defensorde Zola y de las reformassociales,masincreiblementereaccionarioanteel feminismo~, a la par queconfesoene-migo de la muchedumbre(«Un mectingpolítico», EC, 259); censorde con-quistadoresy colonizadores,aunquefascinadopor el viejo duquede Alba y,comohemosvisto, porel propioRoosevelt;con vocaciónde lo queRichardA.Cardwell hadefinido como «intelectual-redentor»(173), si bien complacientepartidariode quienesno se plantearoncompromisoalguno(véansesus juiciossobreJoséMaríade Heredia(«Lo quequedade Heredia»,0,412.),y Manuel5.Pichardo(«Manuel5. Pichardo»,L. 611) en los que se congratuladequenin-gunode los dos se dedicaraa «la pistonudacarreradeapóstol»);censorde«Elrey burgués»queexplotaalartistay amigode buenafeo forzadode dictadores(Zaldivardel Salvador,Núñezde Colombia,Zelaya de Nicaragua,EstradaCabrerade Guatemala),en lo sustancialfue moderno.Si no lo fue porcompletoen «las cosasde todos los días»es algo que se justifica o se entiendepor su

Es interesante recordar su lamentable opinión sobre las sufragistas inglesas y francesas:«Como lo podréis adivinar, todas son Ieas~ y la mayor parte más que jamonas (..j». Las palabrasque siguen son prestadas pero asumidas por Darío: «Cuando estas damas pretenden todos los dere-chos y rehásan todos los deberes, cuando quieren encargarnos de remendar los calcetines, ellas queno sabrían y no podrían dedicarse al trabajo del hombre, a su esfuerzo físico e intelectual (.,.)»

(«¡Estas mujere<», ‘Films de París’, Thdo cli vuelo, 11, Pp. 549 y 542.

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creencia,que nos remite aSwedenborgy a Platón,de que, al fin y al cabo, laauténticavida es la instaladaen el tiempoeterno,el aión, frentea la existenciaordinariacircunscritaporel cronos.Lo dijo, y se recuerdapoco,en la mencio-nada«Sajutaciónal águila»: «Es incidenciala historia.Nuestrodestinosupremo!estamásallá del rumboquemarcanfugaceslas épocas».

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