rostros de la historia y de la temporalidad*

3
122 Rostros de la historia y de la temporalidad* Arturo Aguirre Moreno** El siglo xx ha generado, en el orden del pensamiento, un bestiario cuyo conte- nido es del más vario linaje que se pueda encontrar. La conformación corpó- rea de vertientes, ismos, vanguardias, metodologías, interdisciplinas y demás, muestran una anatomía particular en cada caso que se estructura con ideas. Ideas profundas o bien dérmicas, acuosas o sólidas, de moda o resisten- tes al embate de las preferencias de su ahora; todas ellas, llegaron a procrear en la filosofía contemporánea criaturas cuyo aliento primero les vino por el verbo recreado que se distanció y posibilitó otra manera concebir la existen- cia, la realidad, el ser y el tiempo. Desde la revolución teórica propiciada por la fenomenología filosófica y social, pasando por la analítica —y sus alteracio- nes de la verdad a la verosimilitud—, hasta el marxismo en su paroxismo y sus decadencias, o bien, con el éxtasis de la hermenéutica fenomenológica de la segunda mitad del siglo pasado; contando con los nihilismos renovados y mo- ribundos, los contramodernismos, los posmodernismos; llegando a las teorías de la deconstrucción, de la historia conceptual, de los embates contra el huma- nismo, el inmanentismo, la metafísica comunional, los universalismos, los par- ticularismos, los localismos y los comunitaristas; pasando por las teorías de la comunicación, el acontecimiento, el eros, la alteridad, la crítica a la razón ins- trumental y la historia… Desde estas metamorfosis del pensar parecía exponer- se y potenciarse un conjunto de teorías incontenibles para un aparato teórico que se presumiera único o uniforme, y que supusiera a la realidad reductible o astringente a la razón. Así, la idea de un bestiario surge cuando se imagina el siglo xx y la filoso- fía que generó al leer el libro publicado en Morelia: Rostros de la historia y de la temporalidad, coordinado por González di Pierro. La filosofía y sus tesis como creaciones diversas, innovaciones teóricas y críticas cada vez más feroces (mu- chas de las veces con acierto) a la tradición que inauguró Parménides y que pensamos tuvo el último ajuste con Husserl. Como afirma el coordinador del volumen cuya lectura sugerimos aquí: “la manera de hacer filosofía ha cam- biado radicalmente, de manera especial en todo el siglo xx y lo que va del xxi”. Expresiones filosóficas éstas, animales distintos, con una fisonomía propia, una morfología intrincada, con un aliento particular y sobre todo con-viviendo, co- implicándose de las maneras más extraordinarias con otras filosofías divergen- tes, muchas de las veces encontrándose y nutriéndose unas a otras. * González di Pierro, E. Rostros de la Historia y de la Temporalidad. FF-UMSNH-Gobierno del Estado de Michoacán, 2011, 348 págs. ** Maestría en Filosofía, Facultad de Filosofía y Letras, BUAP

Upload: others

Post on 11-Jul-2022

10 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Rostros de la historia y de la temporalidad*

122

Rostros de la historia y de la temporalidad*

Arturo Aguirre Moreno**

El siglo xx ha generado, en el orden del pensamiento, un bestiario cuyo conte-nido es del más vario linaje que se pueda encontrar. La conformación corpó-rea de vertientes, ismos, vanguardias, metodologías, interdisciplinas y demás, muestran una anatomía particular en cada caso que se estructura con ideas.

Ideas profundas o bien dérmicas, acuosas o sólidas, de moda o resisten-tes al embate de las preferencias de su ahora; todas ellas, llegaron a procrear en la filosofía contemporánea criaturas cuyo aliento primero les vino por el verbo recreado que se distanció y posibilitó otra manera concebir la existen-cia, la realidad, el ser y el tiempo. Desde la revolución teórica propiciada por la fenomenología filosófica y social, pasando por la analítica —y sus alteracio-nes de la verdad a la verosimilitud—, hasta el marxismo en su paroxismo y sus decadencias, o bien, con el éxtasis de la hermenéutica fenomenológica de la segunda mitad del siglo pasado; contando con los nihilismos renovados y mo-ribundos, los contramodernismos, los posmodernismos; llegando a las teorías de la deconstrucción, de la historia conceptual, de los embates contra el huma-nismo, el inmanentismo, la metafísica comunional, los universalismos, los par-ticularismos, los localismos y los comunitaristas; pasando por las teorías de la comunicación, el acontecimiento, el eros, la alteridad, la crítica a la razón ins-trumental y la historia… Desde estas metamorfosis del pensar parecía exponer-se y potenciarse un conjunto de teorías incontenibles para un aparato teórico que se presumiera único o uniforme, y que supusiera a la realidad reductible o astringente a la razón.

Así, la idea de un bestiario surge cuando se imagina el siglo xx y la filoso-fía que generó al leer el libro publicado en Morelia: Rostros de la historia y de la temporalidad, coordinado por González di Pierro. La filosofía y sus tesis como creaciones diversas, innovaciones teóricas y críticas cada vez más feroces (mu-chas de las veces con acierto) a la tradición que inauguró Parménides y que pensamos tuvo el último ajuste con Husserl. Como afirma el coordinador del volumen cuya lectura sugerimos aquí: “la manera de hacer filosofía ha cam-biado radicalmente, de manera especial en todo el siglo xx y lo que va del xxi”. Expresiones filosóficas éstas, animales distintos, con una fisonomía propia, una morfología intrincada, con un aliento particular y sobre todo con-viviendo, co-implicándose de las maneras más extraordinarias con otras filosofías divergen-tes, muchas de las veces encontrándose y nutriéndose unas a otras.

* González di Pierro, E. Rostros de la Historia y de la Temporalidad. FF-UMSNH-Gobierno del Estado de Michoacán, 2011, 348 págs.

** Maestría en Filosofía, Facultad de Filosofía y Letras, BUAP

Page 2: Rostros de la historia y de la temporalidad*

123

revista de la facultad de filosofía y letras

N O T A S Y R E S E Ñ A S

Esa pluralidad de creaciones filosóficas, hijas del siglo xx y de un ahínco tardomoderno o contramoderno, quizá sea, si lo vemos ahora, lo que permitió revertir la idea pujante aquella de los años setenta que afirmaba la condena de la filosofía y su impertinencia histórica de la razón.

Entrados en el siglo xxi, la revisión minuciosa a los aportes filosóficos del siglo pasado tal y como se observa en el index de autores, así como de obras que aborda Rostros de la historia y de la temporalidad, aunada al carácter resis-tente del pensamiento contra las inercias de una tradición de veinticinco siglos que no sólo nos aportó configuraciones culturales, políticas, teológicas y socia-les insoslayables; sino que también dejó tras de sí una realidad, ahora sabemos, también insoslayable, de exclusiones, polaridades, esencialismos, dispositivos de poder y demás sutilezas que poco a poco comenzamos a comprender, a de-tectar y revertir.

Se trata a estas alturas del xxi, en suma, de lo que queda por hacer, esto es, tendremos que determinar, cada uno y todos a la vez, desde el estudio de casa, el despacho de la universidad, el aula y las publicaciones —con sus respectivos discursos, diálogos, escrituras, lecturas y reflexiones—, si en nuestro tiempo, la filosofía y sus filósofos, serán capaces de asumir las consecuencias teóricas que la radicalidad del xx motiva con su enérgico pensar.

Con esta idea en mente, no puede decirse que el libro comentado sea un mosaico representativo de filosofía contemporánea, un conjunto de estudios o una suma de dignos empeños teóricos de un grupo de colegas. Si decimos que se trata de leer este libro, insisto leer, podría sugerirse entonces que sí: que es preciso que invitemos a leer el texto; sin embargo, pensar el libro, es decir, des-pués de que se lo lee y se lo piensa, muestra todo de una manera muy otra. Ni siquiera, si se permite mencionarlo así, pienso que el tema del libro sea la tem-poralidad o las ideas de historia en Zubiri, Levinás, Arendt, Husserl, Agamben, Ponty, Heidegger, Lubac o muchos otros pensadores de ese siglo de guerras mundiales y microprocesadores.

Herederos incontrovertibles de ese siglo, debidos a él en gran medida, este libro muestra la vertebración de un pensamiento, es decir, exhibe la forma verte-brada y encuentra su estructura propia cuando suspende en el aire la pregunta de lo que resta al pensar y a la filosofía, cuando para este siglo xxi se recuerdan los compromisos más allá del pensar y la filosofía mismos.

Acoger la escritura, la compilación como una reescritura y la publicación toda de este libro Rostros… es reconocer en ella el mantenimiento del oficio has-ta el día de hoy, sí, de este nuestro oficio; porque frente a publicaciones inver-tebradas, flexibles y aglutinadas, omnívoras y pedestres, a que la academia de nuestros días se inclina por forzosidades, ajenas al quehacer de pensar y en-señar a pensar, tendremos que celebrar y agradecer el riguroso orden de este volumen.

Al cerrar la última página de este libro, terminado de subrayar y anotar como obligación manda, dos asuntos se traslucen: primero, el haber hecho hoja tras hoja un recorrido objetivo, sistemático y teórico, por algunos de los pro-blemas, así como pendientes, de la filosofía en nuestros días, a saber: la es-pacialidad, la materialidad, la praxis, la mundanidad, el poder y el riesgo, la singularidad, la presencia, el tiempo, lo otros, el yo, la cultura y demás temas y problemas. Un recorrido que no por cuanto teórico deja de ser grato en su lec-tura (quizá salvo en el trabajo primero que versa sobre Zubiri y que puede re-sultar en ciertos momentos tropezada y complicada su lectura).

Page 3: Rostros de la historia y de la temporalidad*

124

Lo segundo, es el hecho de que el volumen genera en el espacio de lectura un ambiente de lo posible, lo cual da cuenta de que poco a poco vamos supe-rando la carga del pesimismo que afectó medularmente a la filosofía en gene-ral, pero que en Latinoamérica se exacerbó en las academias. Así, enfatizo de este libro las lecturas sobre Levinás, Agamben, Burke, Deleuze y Negri, que abren un horizonte de ideas posibles ahí en donde otros se dan al lamento so-bre la historia y la modernidad.

Hacer filosofía, es decir, sobrepasar los lindes aquellos de la revisión críti-ca para pensar con, desde y, a veces, contra vertientes y pensadores mantenien-do siempre el esfuerzo interrogativo sobre un problema o tema, es algo que se respira en estos trabajos; mismos que se agradecerán los jóvenes estudiantes e investigadores en su acercamiento a filosofías coetáneas.

Porque hay que decirlo fuerte y claro, y quizá porque algunas publicacio-nes como ésta son el testimonio de ello habrá que repetirlo a las jóvenes gene-raciones: la filosofía se mantiene viva, “hydrica”, en ella la razón de hoy opera, las más de las veces contra sí misma, contra sus modos habituales de proceder: el tiempo, o la temporalidad, el acontecimiento, la originariedad, la memoria, la filosofía de la historia cultural, es —por decirlo brevemente— sólo un pa-radigma de lo que ha sucedido y viene sucediendo en la filosofía de hoy. Que ésta tiene otras exigencias, que no es suficiente con revisar y afirmar sino que requiere además del riguroso conocimiento de siempre, de la historia de la fi-losofía, de sus pensadores y sus obras, que se requiere de la consideración de todo el siglo xx y las puestas en crisis de una tradición; pero que, también, re-quiere del filósofo de hoy la creatividad y el ingenio, la atención a una reali-dad que ha tomado toda la consistencia ontológica que antaño le fue negada.

Esto, en fin, abre un aquí en donde las angustias por la existencia, o las náu-seas por el existir, o las dudas de la existencia del otro, o el absurdo del mundo tendrán que ser definitivamente desechadas para comenzar a trazar otros cami-nos del pensar, otras comunidades que vienen, otras relaciones, otras narracio-nes, otras concepciones de nosotros mismos, en donde el esfuerzo por pensar no tiene ni métodos hechos ni realidades supuestas.

Así, de este libro aprendemos cómo se hace filosofía desde hace un siglo a la fecha, pero de él mismo desprendemos lo que ahora nos toca pensar: cómo hacer filosofía para este siglo que nos excede.

Cierro el libro de González di Pierro, lo dejo en la mesa y este libro respi-ra, se acomoda para descansar. El bestiario, imagino y me digo en voz alta, se hará más amplio, nuevas formas filosóficas llegarán de los trazos compartidos, que consolidarán estructuras mórficas diversas, alteraran la materia prima en sus letras por la policromía de nuestros lenguajes; ahí, en donde lo creado no se contenta con revisiones y afirmaciones de quien dijo o no dijo esto o aque-llo, sino ahí en donde pensamos generando filosofía, interrogando, problema-tizando, abriendo en la escritura espacios de encuentro con verbos y silencios coetáneos puestos entre dos signos de interrogación.