rosalia de castro y juan ramon jimenez. intangible y oscuro

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La brilladora lumbre es la alegría; la temerosa sombra es el pesar. ¡Ay!, en la oscura noche de mi alma, ¿cuándo amanecerá? LXII (56) Gustavo Adolfo Becquer. Rimas Imaginario en Juan Ramón Giménez y Rosalía de Castro: la sombra de la soledad Maribel Toro Rojas Cuarto Año de Letras Ved y oíd a Rosalía de Castro, la desdichada en vida y muerte, y una de las voces más intensas y más finas de España, una de las más penetrantes... En nada es menor que el grande Enrique Heine, cuyo sentimentalismo y cuya ironía se mezclan en ella hasta la permanencia sin cambio. Esta mujer arrinconada, enferma de cáncer toda su vida, no reconocida al nacer por sus padres, presa en tiempo y lugar, muerta en el mismo hospital en donde nació y deseosa al morir de que se quemara toda su obra, vivirá, sin ayuda de nadie, tanto como viva lo mejor español, y es del grupo jenial a que pertenecen Gil Vicente, Juan de Yepes y Gustavo Adolfo Becquer, y su fragancia de poesía del campo se mueve sobre toda España con frescura de rosa de zarzal.(Jiménez, 1982, 292) Las primeras obras de Juan Ramón Jiménez traen consigo aroma de Rosalía de Castro, pues siendo apenas un joven no mayor de quince años tropezó en el Ateneo de Sevilla con el libro Follas novas, el cual sirvió de cabecera a senda serie de poemas contenidos en su libro Fuentes de mi escritura (Sánchez Romeralo, 1986,214) Entonces al encontrar sutiles coincidencias entre Juan Ramón y Rosalía de Castro - la lírica gallega trágica-, se puede realizar en paralelo el recorrido entre ambas vidas poéticas, tender un puente que las comunique como una especie de simbiosis

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Imaginario en Juan Ramón Giménez y Rosalía de Castro: la sombra de la soledad

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Page 1: Rosalia de Castro y Juan Ramon Jimenez. Intangible y Oscuro

La brilladora lumbre es la alegría;la temerosa sombra es el pesar.

¡Ay!, en la oscura noche de mi alma,¿cuándo amanecerá?

LXII (56)Gustavo Adolfo Becquer. Rimas

Imaginario en Juan Ramón Giménez y Rosalía de Castro: la sombra de la soledadMaribel Toro Rojas

Cuarto Año de Letras

Ved y oíd a Rosalía de Castro, la desdichada en vida y muerte, y una de las voces más intensas y más finas de España, una de las más penetrantes... En nada es menor que el grande Enrique Heine, cuyo sentimentalismo y cuya ironía se mezclan en ella hasta la permanencia sin cambio. Esta mujer arrinconada, enferma de cáncer toda su vida, no reconocida al nacer por sus padres, presa en tiempo y lugar, muerta en el mismo hospital en donde nació y deseosa al morir de que se quemara toda su obra, vivirá, sin ayuda de nadie, tanto como viva lo mejor español, y es del grupo jenial a que pertenecen Gil Vicente, Juan de Yepes y Gustavo Adolfo Becquer, y su fragancia de poesía del campo se mueve sobre toda España con frescura de rosa de zarzal.(Jiménez, 1982, 292)

Las primeras obras de Juan Ramón Jiménez traen consigo aroma de Rosalía de

Castro, pues siendo apenas un joven no mayor de quince años tropezó en el Ateneo de

Sevilla con el libro Follas novas, el cual sirvió de cabecera a senda serie de poemas

contenidos en su libro Fuentes de mi escritura (Sánchez Romeralo, 1986,214)

Entonces al encontrar sutiles coincidencias entre Juan Ramón y Rosalía de

Castro - la lírica gallega trágica-, se puede realizar en paralelo el recorrido entre ambas

vidas poéticas, tender un puente que las comunique como una especie de simbiosis en la

cual Juan Ramón se reconoce en la obra de Rosalía de Castro, tomando de ella temas

como los niños, la muerte, la soledad (saudade); la añoranza (morriña); y en otras

ocasiones resaltando ese elemento folklórico, esa adhesión a la tierra gallega, al campo y

a lo que este representa en la poesía de Rosalía de Castro.

Llueve en toda Galicia. Suelo y cielo están fundidos, el corazón de cuatro cavidades por su fibra interior, por la lluvia. Toda Galicia es el ámbito de

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un grande, sordo corazón. Las aldeas, iguales iglesias negras, más negras, negrísimas, de un negro primordial sacado por la lluvia, huelen a establo mojado humano. Rosalía de Castro piensa, de luto en la puerta de su casa, su campo, casa cubo con maíz, uva, hórreo medio, agua corriente cercana. Ve llover en lo verde blando, en la tierra líquida, en el agua terrosa; pasar, entre agua yagua, la vaca constante, el albino adolescente descolorido, el saludador astroso, el peregrino lanudo, el cura mugriento, la niña pecosa débil, el pequeño carro lamentoso (Jiménez, 1958,108).

Juan Ramón expresa su admiración por Rosalía de Castro desde el mismo

momento en que desarrolla de manera lacónica como fue su vida: mujer arrinconada,

enferma, con un drama familiar, presa en tiempo y lugar, pero que vivirá sin ayuda de

nadie, pues es lo mejor de España. Juan Ramón se reconoce en Rosalía de Castro, y al

hacer ese reconocimiento de ella en él crea una conexión inevitable que se decanta en su

obra poética.

Pobreza y soledad. Ansía, congoja, asfixia de tanta soledad y pobreza circundantes. Una boca grande, una simpatía fea, lloran, desesperan, sollozan. Rosalía de Castro, lírica gallega trájica, desesperó, lloró, sollozó siempre, negra de ropa y pena, olvidada de cuerpo, dorada de alma en su pozo propio. Desconsolación de hermosa alma acorralada, aislada, enterrada en vida! La rodean rebaños humanos que son como rebaños no humanos; el mismo cabizbajo pesar, idéntico olor imperdible, igual mansedumbre y sensualidad resignada. Y Rosalía de Castro no se cuida, no puede cuidarse. Anda loca con su ritmo interior, fusión de lluvia -llanto, de campana corazón. Toda Galicia es un mojado manicomio, donde se tiene encerrada ella misma. Galicia, cárcel de ventanas en condenación de agua, niebla, llanto, por las que Rosalía ve sólo fondos cálidos de su alma (Jiménez, 1958,108).

Reconoce la inmanente sombra de la soledad en Rosalía de Castro describiéndola

como el luto de su alma, - negra de ropa y pena-, la oscuridad de sus tristezas, una

representación de la saudade, es decir, la máxima expresión de la soledad, soledad pura

que dimana de su interioridad, pues su alma es un alma en pena subyugada por la

desolación y el abatimiento de una vida cargada de dolor y desesperanza, por el rechazo

al nacer que le dio esa sensación de desarraigo consigo misma y con el resto del mundo -

alma acorralada, aislada, enterrada en vida-, allí aparece la añoranza (morriña) pero no

entendida como el apego a la identidad desde un ámbito territorial y cultural, sino

entendida como una forma de destierro emocional.

¡Ah qué profunda tristeza!¡Ay, qué terrible dolor!...¡Ella ha muerto y yo estoy viva!¡Ella ha muerto y vivo yo!

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Mas, ¡ay!, pájaro sin nido,poco lo alumbrará el sol,¡y era el pecho de mi madrenido de mi corazón!

(Rosalía de Castro. Poema I. ¡Cuán tristes pasan los días!)

Ambos conectan sus obras poéticas desde la interioridad, creando una suerte de

imaginario desde la soledad, siendo esta una sombra, una oscuridad que los acompaña,

pues así como la muerte es una compañera a lo largo de nuestra vida, jamás inoportuna

siempre a la vera del camino, la sombra también es una acompañante que se refleja en

pos de cada uno de nosotros sin importar el estado de ánimo, sólo obedece al reflejo de la

luz que permite que sea más larga, más corta, oblicua, es el reflejo de nosotros mismos

en forma de negativo, debido a que no es el reflejo claro de nuestra imagen como le

ocurrió a Narciso, sino una opaca reverberación.

Así como la oralidad funda la cultura en las sociedades humanas, es el poeta el

que se anticipa al imaginario que más tarde explora y confirma. Además, presiente y ve

con los ojos ciegos de la imaginación los contenidos arcaicos y primarios de la mente.

Sentimiento y pensamiento; pulsión y ley: extremos del fino hilo en el que el poeta teje sus

palabras y va construyendo su mundo, con la linealidad que sólo posee la palabra escrita

(Candel, 2009, 5).

Imaginario y creación artística van de la mano, y en el caso de Juan Ramón

Jiménez y Rosalía de Castro la poesía – como creación/imaginario- tiene un efecto

liberador, algo parecido a la llamada poesía confesional muy de moda en la década de los

50 y 60 del siglo XX, y que sirvió como medio catártico para liberar presiones de orden

psicológico que no encontraban la vía de salida por otros medios, ejemplo de ellos Anne

Sexton y Sylvia Platt.

En la obra poética de Jiménez/de Castro encontramos que la poesía es como una

válvula de escape, una redención con la interioridad que bulle desenfrenada tratando de

dar salida a todos aquellos sentimientos reprimidos, nostálgicas depresiones,

melancolías empalagosas que no pueden fluir de otra manera, sino a través del verbo

poético mediante el uso de la voz del hablante lírico, que más que declamar a viva voz,

habla, conversa con el receptor de la poesía, y le cuenta una historia, le conecta con un

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sentimiento que quizás logra identificarse con quien lee, y sirve también para este como

una forma de liberación.

En diversos poemas Rosalía de Castro nos presenta la imagen de lo oscuro, de la

sombra y de la muerte como una representación de su estado de ánimo lleno de

conflictos, tristezas y melancolías, es decir, llega a mimetizarse con la imagen de la

sombra por ser un reflejo de su interioridad, pues ella es un alma en permanente luto por

la vida. Juan Ramón Jiménez se conecta de manera espiritual con ella, y esa

identificación lo lleva en sus primeras labores poéticas a decantar también la idea de la

sombra, la nostalgia y la muerte como una forma de rendirle tributo a esta poetisa.

Negra Sombra

Rosalía de Castro

Cuando pienso que te fuiste, negra sombra que me asombras al pie de mis cabezales, vuelves haciéndome burla. 

Cuando imagino que te has idoen el mismo sol te me muestras,y eres la estrella que brilla,y eres el viento que sopla.

Cuando imagino que te has ido,Si cantan, eres tú que cantas,si lloran, eres tú que lloras,y eres el murmullo del ríoy eres la noche y eres la aurora.

En todo estás y tú eres todo,para mí y en mí misma moras,no me abandonarás nunca,sombra que siempre me asombras.

Cando penso que te fuches, negra sombra que me asombras, ó pé dos meus cabezales tornas facéndome mofa.

Cando maxino que es ida, no mesmo sol te me amostras, i eres a estrela que brila, i eres o vento que zoa.

Cando maxino que es ida Si cantan, es ti que cantas, si choran, es ti que choras, i es o marmurio do río i es a noite i es a aurora.

En todo estás e ti es todo, pra min i en min mesma moras, nin me abandonarás nunca, sombra que sempre me asombras.

El punto de inflexión entre Jiménez y de Castro precisamente se encuentra en la

expresión de ese sentimiento de tristeza personal que se identifica con lo oscuro, con la

noche, con las sombras que quedan en derredor una vez que ha cesado la claridad;

muchas de esas sombras que pasman el entendimiento debido a que están henchidas de

una fuerte carga de emociones, de nostalgias y melancolías que se mantienen en lo más

hondo y que buscan fluir a través del verbo poético, esa sombra que está en todo y se

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convierte en ese todo para la voz poética – en todo estas y tú eres todo/para mí en mi

misma moras/no me abandonarás nunca/sombra que siempre me asombras-, pues es

sólo allí donde tienen sentido y estos poetas se pueden conectar a través de la metáfora

como aquel recurso de decir lo que se quiere sin decirlo, dado que llama a la

interpretación, a hurgar en las fibras de los sentimientos del poeta que permiten decantar

lo intangible y hacerlo tangible, en la medida en que los podamos comprender, asimilar y

reconocernos en esas pulsaciones que nos llevan hasta el estremecimiento.

En Juan Ramón Jiménez encontramos expresada la sombra de una manera

similar que en Rosalía de Castro, especialmente en el soneto Sombras, lumbres

¿Sombras, lumbres?Cerré mis ojos cerrados. Y la pavorosa sombra

fue más sombra. Y yo me entré en la sombra de la sombra.Después cerré la segunda cerrazón. La doble sombra

fue la sombra ( ¡qué pavor!) de la sombra de la sombra.¿Sombras, lumbres? Me dio igual, y no vi sombra en la sombra,

y no vi muerte en la muerte ... Las cortinas de la sombrano se acababan.

Y el miedo huyó de mí por la sombra.¿A quién podía temer? ¿No era yo el sombrío, sombra?

Y aprendí a vivir, seguro de llama negra, en la sombra.

En ambos poemas tanto Juan Ramón como Rosalía simplemente se dejan

conquistar por la sombra, debido a que es parte de ellos mismos, le pierden el miedo y en

la medida que se hacen más cercanos a ella, aprenden a convivir con ella. La sombra es

una suerte de tributo a la melancolía.

Y el miedo huyó de mí por la sombra.¿A quién podía temer? ¿No era yo el sombrío, sombra?Y aprendí a vivir, seguro de llama negra, en la sombra. (¿Sombras, lumbres?. Juan R. Jiménez)

En todo estás y tú eres todo,para mí y en mí misma moras,no me abandonarás nunca,sombra que siempre me asombras(Negra sombra. Rosalía de Castro)

Como señala Gilbert Azam en su trabajo De Rosalía de Castro a Juan Ramón

Jiménez o la soledad gustosa (2012 [1986]) cuando casi todos los poetas se dedicaban a

declamar y cantar, Rosalía de Castro se atrevió sencillamente a hablar, de allí que la

sinceridad y pureza de su lenguaje, añadida la afirmación de su feminidad, hayan

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trastornado las costumbres literarias de su época, por ello la labor de Juan Ramón

Jiménez fue integrarla al modernismo viendo en ella un precursor; y como poeta se

comunicó espiritualmente con ella.

En definitiva Rosalía de Castro a través de su poesía ha configurado un universo

propio: el paso del tiempo, la felicidad perdida, la tierra natal lejana, los seres queridos

muertos, añoranza, melancolía, desolación y tristeza, una especie de microcosmos

poético

personal, en el que sus temas se repiten de manera obsesiva; sin embargo, no

constituyen un sistema cerrado, ni una cosmovisión o intento de interpretación de la

realidad. Son expresión de sus emociones y reflexiones entremezcladas, fragmentarias,

cambiantes; que desembocan siempre en “callejones sin salida”, como parte de su

naturaleza trágica (Manzano, 2010, 19); lo cual fue preconizado por Juan Ramón Jiménez

que la define como la lírica gallega trájica, que se desesperó, lloró, sollozó siempre desde

su luto interior, pues era un alma acorralada y enterrada en vida.

Juan Ramón Jiménez y Rosalía de Castro trazaron un camino en paralelo, el

primero se alimentó en sus años mozos de la obra de Rosalía de Castro, y tendió un

puente con lo cual logró conectar ambas obras poéticas, a través del imaginario de la

sombra como tributo a la nostalgia, a la melancolía; así como a través de un engranaje de

orden espiritual/metafísico.

La sombra en ambos significa soledad, extrañamiento y desarraigo emocional,

cada uno en sus circunstancias personales e inclusive podemos llegar a afirmar que en el

caso de Juan Ramón Jiménez este realizó su creación poética como una forma de

agasajar a esta poetisa, logrando colocarla en la palestra de los grandes poetas

españoles del siglo XIX y adentrándola en las redes del modernismo.

El amor inocente (Con Rosalia de Castro)

Mató al amor inocente el ciego de rabia y celo, y cayó muerto el amor, como una luz, sonriendo. Bajo cristal y jazmín fue el amor al campo eterno,

su frente lisa llevaba el roce del negro beso, iban mirando sus ojos y sus labios entreabiertos

parecía que exhalaban la voz que aún suena en el cielo. Y entre jazmín y cristal al compás del balanceo de los hombros del pesar iba el amor sonriendo

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Fuentes Bibliográficas

Becquer, Gustavo Adolfo (2002). Rimas. Akal: Madrid

Castro, Rosalía de (1971). Antología Poética. Biblioteca General Salvat: España.

Jiménez, Juan Ramón (1958). Pájinas Escojidas, prosa, selección y nota preliminar de R. Gullón. Gredos: España.

Fuentes Electrónicas:

Azam, Gilbert (2012 [1986]). “De rosalía de Castro a Juan ramón Jiménez o la soledad gustosa”. En Actas do Congreso Internacional de estudios sobre Rosalía de Castro e o seu tempo (iii). Santiago de Compostela: Consello da Cultura Galega / Universidade de Santiago de Compostela, 223-228. reedición en poesiagalega.org. Arquivo de poéticas contemporáneas na cultura. Disponible en: <http://www.poesiagalega.org/arquivo/ficha/f/2218>.[Consulta: 04/01/2016]

Candel, María (2009). Escribir desde la melancolía: una aproximación a la figura de Rosalía de Castro. En: Revista Almiar, Nº 47, julio-agosto 2009. España. Disponible en: http://www.margencero.com/articulos/rosalia_pdf. .[Consulta: 04/01/2016]

Manzano, Julia (2010). Rosalía de Castro: entre la nostalgia y la celebración. En: Mujeres en sus voces poéticas. Disponible en: http://www.poesiagalega.org/uploads/media/sanchez_romeralo_1986_rosalia.pdf.[Consulta: 27/12/2015]

Romeralo, Antonio Sánchez (1985). Rosalía de Castro en Juan Ramón Jiménez. En: Actas do Congreso Internacional de Estudios sobre Rosalía de Castro e o seu tempo: (Santiago, 15-20 xullo de 1985),Vol. 3, 1986, ISBN 84-7191-402-6, págs. 213-228. Disponible en: http://www.poesiagalega.org/uploads/media/sanchez_romeralo_1986_rosalia.pdf.[Consulta: 27/12/2015]

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