romances históricos - 6 - un embajador español

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Sexto romance de la serie de "Romances históricos" del duque de Rivas.

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Romances histricos

Romances histricos

ngel de Saavedra, Duque de RivasUn embajador espaol

Dos romances: I, 100 versos en -a; II, 80, -. Total, 180 versos.

Es el primero, cronolgicamente, de los romances que dedic a las guerras de Italia y relata un hecho histrico: en 1494 Carlos VIII de Francia, en flagrante violacin del tratado con Espaa de no atacar al Papado, invadi los Estados Pontificios a pesar de los ruegos de Alejandro VI.

No hay apenas descripciones. Rivas cuenta muy bien y con soltura la entrevista de don Antonio de Fonseca, embajador de los Reyes Catlicos, con el monarca francs. El fatuo orgullo de ste no puede vencer la determinacin del embajador, quien se mantiene hasta el fin con respeto y firmeza, dos conceptos que definen la actitud del personaje.

El cura de los Palacios11, cuyo relato sirve de fuente para este romance, escribe que Fonseca, ante las burlas del rey, hizo pedazos el tratado y se inclin luego ante el monarca. Rivas Cherif cita un romance de Gabriel Lobo Laso de la Vega (Entre el rey Carlos de Francia...), nm. 1027 del Romancero de Durn, en el que Fonseca, adems de romper el tratado, saca la espada, Con esta pluma / mi rey firmar el contrato, le atacan los nobles franceses y el soberano ha de poner paz.Romance Primero

En Merino y Terracina,que dominios son del Papa,entra aquel Carlos Octavo,rey orgulloso de Francia. Los fuertes castillos toma,5los campos frtiles tala,incendia los caseros,los templos santos profana. Y en el furor se complacecon que sus hombres de armas,10como furibundas fierasroban, destruyen y matan. As cumple los tratadosque celebr con Espaa,de defender a la Iglesia15y de acatar la tara. As el juramento cumple,que de San Pedro en las arasprest sobre el Evangelioen terminantes palabras.20 As el acto correspondeque, con humildad tan falsa,hizo en pblico, besandodel Pontfice las plantas. As el nombre verifica25que tom, para burlarla,de fiel hijo de la Iglesiay defensor de su causa.* * * Los vasallos infelicesdel Padre Santo, que hallan30exterminio o servidumbreen quien amparo esperaban; y que en la paz adormidosy en la ciega confianzaque los tratados infunden35y da una regia palabra; ni pueden hacer defensani en ella salud hallaran,que numerosas y fuertesson las fuerzas de la Francia;40 y a merced de sus guerrerosdejan haciendas y fama,sin quedarles ms recursoque lgrimas y plegarias. Lgrimas que el duro pecho45de Carlos feroz no ablandan,plegarias a que respondeninsultantes carcajadas.* * * Del Pontfice un legado,(porque un legado acompaa,50para ms escarnio y burla,al rey que a la Iglesia ataca), inerme, abatido, humilde,a Carlos ruega y demandaque a su ambicin ponga freno,55que coto ponga a su audacia. Si no por respecto al pactocelebrado con Espaa,si no por guardar solemnesjuramentos y palabras,60 por cumplir como cristianoy para salvar su alma,y por temor, a lo menos,de la divina venganza. Pues Dios es juez de los reyes,65y su mano sacrosantarompe coronas y cetros,solios e imperios allana.* * * Con risa infernal escuchay burladora arrogancia,70las justas reconvencionesel obcecado monarca, cuando de Borbn el duque,gran condestable de Francia,del venerable legado75reproduce las demandas; y con muy cristiano celoy la autoridad y pausa,propia de su cuna ilustre,propia de sus nobles canas;80 mas con todo el miramientoa la debida distanciaque entre rey y entre vasalloDios mismo establece y marca, le repite las razones85que de pronunciar acabael digno representantede la ofendida tara, insistiendo en que recuerdeque los tratados quebranta90que firm solemnementeen Perpin con Espaa.* * * De tan noble personajetampoco consiguen nadacon el orgulloso Carlos95razones, ruegos, plegarias; pues, con desabrido gestoy con burladora rabia,Que no recuerda respondede cuanto le dicen nada.100Romance Segundo

Don Antonio de Fonseca,caballero de alta ley,de los Catlicos Reyesel noble embajador es, que al rey de Francia acompaa105y le sigue por doquier,y avisado por el duqueviene en el momento aquel. Presntase con modestia,pero con el rostro que110cara de pocos amigosllama el vulgo, y llama bien. Al verle, con fatuo orgullo,el cristiansimo rey,que da al vicario de Cristo115a gustar vinagre y hiel, con mirada de desprecioy con gesto de altivez:Oh, caballero! -le dice-,llegis en buen hora, pues120 el venerable legadome habla, y el duque tambin,de un tratado con Espaa,que lo que encierra no s. Seor -responde Fonseca-,125cmo ignorarlo podis,cuando en Perpin vos mismopusisteis la firma en l, y debajo el regio sellopuso vuestro canciller?...130Mas, puesto que lo olvidasteis,escuchadme, os lo leer. Y sacando de su senoun abultado papel,con respeto y con firmeza135Fonseca empez a leer.* * * Cuando un artculo habafavorable al intersde la corona de Francia,exclamaba al punto el rey140 Es muy vlido, recuerdoque en Perpian lo firm.Ese artculo, Fonseca,os ofrezco mantener. Pero cuando otro escuchaba,145interesante tambino al decoro de la Iglesia,o de Castilla al poder: Dadme el tratado -deca-.Ddmelo, Fonseca, pues150si eso firm, lo desfirmo,que enmendar un yerro es bien. Y las clusulas borrandocon menosprecio y desdn,el pliego le devolva,155diciendo: Seguid, leed.* * * Al fin, llena la medidadel sufrimiento corts,don Alonso de Fonsecano se puede contener,160 Y Rey de Francia -prorrumpe-,si mofaros pretendisde m, que soy caballero,de mi patria y de mi rey, vive Dios que a tolerarlo165no estoy yo dispuesto, y puesborris lo que no os conviene,borro y anulo tambin lo que es a vos favorable,rompiendo el tratado, ved.170Y desgarrando, valiente,el respetable papel, tir los rotos pedazosdel rey de Francia a los pies,y calndose el sombrero,175sin hacer venia, se fue, y con la mano en la espada,atravesando un tropelde alabardas y ballestas,sali del campo francs.180