rol de la mujer en el perÚ

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ROL DE LA MUJER EN EL PERÚ INTRODUCCIÓN Es cierto que la historia por generaciones la han escrito los hombres, por ello en la reconstrucción del pasado ha ejercido el machismo su influencia excluyente, en nuestros libros de historia la referencia a la mujer fue corta y, sin embargo, cuántas y cuán importantes mujeres quedaron olvidadas. Hay que empezar por rendir homenaje a la mujer peruana de las primeras etapas de vida en el Perú, quien al lado de su rol de madre, realizaba los más rudos trabajos al lado del hombre, contribuyendo con él a la creación y avance de la cultura. 1. ÉPOCA PREINCA Tenemos claros ejemplos de la participación política de la mujer y toma de decisiones de muchas mujeres en las culturas pre-incas y durante el incanato; recordemos a las Tallaponas (Los Tallanes) quienes gobernaban a través de mujeres líderes denominadas Capullanas. Estas reinas causaron admiración y demostraron con su existencia que el dominio del varón no era total sobre las vastas y variadas comarcas del Imperio Inca. Los cronistas dieron testimonio del primer matriarcado que ellos vieron en la Señora de Achira, como una de las primeras jefes de gobierno entre los matriarcados del norte del Perú, pero no fue la única, también gobernaron las Señoras de Amotape, Paita, Mórrope, Santa, entre otras, las que detentaron el mando de los pueblos. En la cultura Moche, por ejemplo, el más alto rango del sacerdocio lo ejercía una mujer. Allí está la momia de la gran sacerdotisa de San José de Moro, con toda su parafernalia para probarlo. Pero en la mayor parte de civilizaciones, incluso las teocráticas más antiguas, ha primado el patriarcado. 2. ÉPOCA INKA La Coya, hija del Sol Coya: Mujer y hermana del inca, hija del sol (inti) y la luna (quilla). La Coya estaba destinada a ser la primera esposa del inca, esto sucedía porque seguían la tradición de su origen divino dada por el mito de Manco Cápac y Mama Huaco, en el cual se denotaba su origen solar, y por ende debían conservar esta pureza de sangre, aquel que hubiese de ser rey, tomase á su hermana, hija legítima de su padre y madre, por mujer, para que la sucesión del reino fuese por esta vía confirmada en la casa real.

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ROL DE LA MUJER EN EL PERÚINTRODUCCIÓN

Es cierto que la historia por generaciones la han escrito los hombres, por ello en la reconstrucción del pasado ha ejercido el machismo su influencia excluyente, en nuestros libros de historia la referencia a la mujer fue corta y, sin embargo, cuántas y cuán importantes mujeres quedaron olvidadas. Hay que empezar por rendir homenaje a la mujer peruana de las primeras etapas de vida en el Perú, quien al lado de su rol de madre, realizaba los más rudos trabajos al lado del hombre, contribuyendo con él a la creación y avance de la cultura.

1. ÉPOCA PREINCA

Tenemos claros ejemplos de la participación política de la mujer y toma de decisiones de muchas mujeres en las culturas pre-incas y durante el incanato; recordemos a las Tallaponas (Los Tallanes) quienes gobernaban a través de mujeres líderes denominadas Capullanas. Estas reinas causaron admiración y demostraron con su existencia que el dominio del varón no era total sobre las vastas y variadas comarcas del Imperio Inca.

Los cronistas dieron testimonio del primer matriarcado que ellos vieron en la Señora de Achira, como una de las primeras jefes de gobierno entre los matriarcados del norte del Perú, pero no fue la única, también gobernaron las Señoras de Amotape, Paita, Mórrope, Santa, entre otras, las que detentaron el mando de los pueblos.

En la cultura Moche, por ejemplo, el más alto rango del sacerdocio lo ejercía una mujer. Allí está la momia de la gran sacerdotisa de San José de Moro, con toda su parafernalia para probarlo. Pero en la mayor parte de civilizaciones, incluso las teocráticas más antiguas, ha primado el patriarcado.

2. ÉPOCA INKA

La Coya, hija del Sol

Coya: Mujer y hermana del inca, hija del sol (inti) y la luna (quilla). La Coya estaba destinada a ser la primera esposa del inca, esto sucedía porque seguían la tradición de su origen divino dada por el mito de Manco Cápac y Mama Huaco, en el cual se denotaba su origen solar, y por ende debían conservar esta pureza de sangre, aquel que hubiese de ser rey, tomase á su hermana, hija legítima de su padre y madre, por mujer, para que la sucesión del reino fuese por esta vía confirmada en la casa real.

La Coya era denominada reina porque, al igual que el inca, descendían del sol, "era ley entre los Incas que el señor que entre todos quedaba por emperador, tomase á su hermana por mujer, la cual tenía por nombre Coya, que su nombre de reina". Debemos aclara que este termino de Reina fue dado por los cronistas españoles, ya que estos escribieron desde su visión occidental, comparándolo su organización con parámetros netamente occidentales. Los incas no usaron este término para referirse a la coya o al inca, respectivamente.

En el caso que el Inca no tuviese una hermana debía recurrir a la panaca principal y tomar la mujer que fuese más prestigiosa dentro de esta, esto se rescata en el escrito del cronista Cieza de León "Y si acaso el que había de ser tenido por señor no tenia hermana carnal, era permitido que casase con la señora más ilustre que hubiese, para que fuese entre todas sus mujeres tenida por la más principal"

No debemos pensar o ver este tipo de sistema como un incesto, ya que lo estaríamos juzgándolo con una visión occidental, porque la finalidad de este matrimonio entre hermanos era la conservación de la pureza de sangre, y por ende de su poderío. Otra cosa que queremos agregar respecto a este tema es que el concepto de "hermana carnal" no tiene que ser entendido como lo utilizamos hoy en día, sino más bien debe ser entendido como alguien de la familia o panaca real, una pariente cercana.

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Podemos entonces concluir que sin la Coya la dinastía inca se hubiese degenerado, y con esto también el estado hubiese caído, ya que se hubiese perdido el sustento divino, al mezclarse el inca con otra mujer.

Mama Huaco: Cuenta Guaman Poma de Ayala que ella era una mujer muy hermosa, morena y que era una gran hechicera que hacia hablar a las piedras. "De esta señora comenzaron a salir reyes Incas. Y dicen que ella no le fue conocida su padre ni de su hijo Manco Cápac Inca, sino que era hija del sol y de la luna y se casó con su primer hijo Manco Cápac Inca. Para casarse, dicen que pidió a su padre al sol dote y le dio dote y se casaron madre e hijo".

Chimbo Urma: Esta coya también fue hermosa y morena como su madre, pero fue más delicada, apacible y dulce en su carácter y trato con su pueblo. Se casó con Sinchi Roca; y murió a los ochenta años en el Cuzco. Guaman poma nos dice que " En su tiempo de su marido y de ella, nació Nuestro Señor Jesucristo y murió y resucitó y subió a los cielos".

Mama Cora Ocllo: La vida de ella fue muy desgraciada y miserable, no fue muy agraciada como lo fue su abuela, y no se llevaba bien con los señores principales. "Como era tan triste de corazón y de condición, no quería tener doncellas ni quería arreglarse". Murió a los ciento veinte años.

Chimbe Mama Yachi Urma: Guaman Poma la describe como fea y morena. "Tenía ojos blancos, pero del cuerpo fue muy bizarra, mujer honrada, amiga de salir a la visita de otras señoras principales y conversar con ellas y holgarse con músicas y merendar".

Chimbo Mama Caua: Se casó con Cápac Yupanqui, era muy hermosa y humilde de corazón. "Después de haberse casado le dio mal de corazón que cada día gritaba y daba voces, arremetía a la gente y mordía, se rasgaba la cara y arrancaba sus cabellos. Con esta enfermedad quedó muy fea y no podía gobernar la tierra". Debido a esto su marido se casó con su hermana menor Cuci Chimbo Mama Micay.

Cuci Chimbo Mama Micay: Fue muy hermosa y blanca de cuerpo. "Alegre de cara y regocijada, amiga de cantar música y tocar tambor, hacer fiestas y banquetes, tener ramilletes en las manos, gran señora y gobernadora, hacia mercedes". Se casó con Inca Roca.

Ypa Huaco Mama Machi: La describen como "fea, de nariz larga, el rostro largo, flaca y larga". Fue amiga de los animales, especialmente aves cantoras, y gran limosnera con los pobres. Se casó con el Inca Yahuar Huaca. Murió a la edad de ochenta y cuatro años.

Mama Yunto Coyan: Era humilde y triste de corazón, muy amiga de criar enanitas. "Y esta señora de pocas cosas lloraba, apretada de corazón y fue miserable. Comía muchos manjares. Fue amiga de requisas de oro y plata". Se casó con el Inca Wira Cocha y murió a la edad de cincuenta y ocho años.

Como hemos podido apreciar mediante el estudio del reinado de estas ocho coyas, nos podemos dar cuenta que el imperio inca fue de corta duración. Pero también podemos concluir que no se le daba mayor importancia a la descripción de las mujeres, ya que los cronistas como Guaman poma de Ayala, sólo le dedican unos pocos párrafos en donde lo que destaca es como eran físicamente, de quien eran esposas y sus pasatiempos.

En cuanto a la celebración de la Coya o reina, los incas tenían una fiesta que se celebraba en el mes de septiembre y que se denominaba el Colla Raymi, la cual se le atribuía a la divinidad de la Luna, y por ende se le asociaba a la Coya, ya que esta era su hija.

Acllas o escogidas

Significaban para el Estado fuerza de trabajo para la fabricación de textiles, la preparación de bebidas para los ritos, y para el cumplir con la reciprocidad cuando se necesitaba de esposas parta los señores con quien el soberano deseaba congraciarse"

Las Acllas se recluían entre los 8 a 12 años de edad, desde todo el Tahuantinsuyo, eran elegidas por su belleza y aptitudes; servían como objetos de obsequios (concubinas o esposas) para curacas o nobles guerreros de acuerdo con el concepto andino de reciprocidad, el cual servían para que el Inca

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estableciera lazos de parentesco y comercio con los señores sometidos. Sólo un grupo pequeño de éste grupo eran destinado al culto del Sol, permaneciendo vírgenes. La mayoría de estas eran hijas de curacas provincianos y cusqueños.

Las elegidas para el culto del sol eran llamadas mamaconas y su misión era la de instruir a las "novicias", administrar el Acllahuasi y servir de "sacerdotisas" en el culto. Como hacían voto de eterna castidad fueron llamadas por los españoles "vírgenes del sol", término que se hizo extensivo, equivocadamente, a todas las acllas".

Las Acllas al dejar el Ayllu de donde procedían, adquieren un status más elevado que el común de la gente, debido a que pasaban a servir directamente al inca, y por ende, al Sol. La mayor parte de las Acllas atendían al Inca y le servían de concubinas en sus viajes.

El vestuario que utilizaban las Acllas era como el común de los habitantes. "Cuando llegaban a la pubertad su cabello era rapado, pero luego, llegado el tiempo de distribuirlas, lo dejaban largo, usando binchas en la cabeza. La túnica era larga y sin mangas, hecha con una pieza de tela rectangular; el lado de la tela que quedaba abierto se pasaba sobre un hombro, donde se sujetaba con un kipki o prendedor. Esta túnica, abierta en un costado como los actuales tipo y del Chaco, se sujetaba cerrado con fajas, chumbis, largas y anchas. Encima ponían una lliklla o capa corta femenina, que sujetaban con dos tupus o alfileres grandes con cabeza plana y redonda, hechos de bronce, plata u oro".

En cuanto al castigo por cometer adulterio con una mamacona o aclla, podemos decir que era duramente sancionado, ella podía ser "enterrada viva o colgada de los pies hasta que muriese, dentro del mismo akllawasi, y lo mismo su cómplice. Muchas veces ambos cómplices eran colgados públicamente uno junto al otro. Otras veces eran colgadas por los cabellos hasta que muriesen; esto solía hacerse en las horas (araway) de piedra hechas sobre peñas. Se consideraba razón suficiente para esta condena el que un hombre hablase con ellas o les enviase mensajes para seducirlas. A veces se incluían en este castigo también a los porteros y guardianes por su negligencia".

En resumen el Acllahuasi cumplió tres funciones fundamentales dentro del imperio inca:

El primero es servir de obrajes dedicados a la producción textil del Estado. Como segundo punto en el Acllahuasi se preparaban las bebidas indispensables, destinadas para la celebración de los ritos y la reciprocidad de cada área del mundo andino. Y por último su función más importante servir de depósitos de mujeres para otorgarlas como regalo cuando la reciprocidad así lo exigiese.

Cabe destacar que el Acllahuasi es comúnmente comparado con lo que fue un harén árabe, éste es un error muy grande debido a que esto nunca fue así. En primer lugar éstos dos se diferencian porque el Acllahuasi es un lugar religioso y sagrado, en cambio el harén es un recinto que alberga a las concubinas del sultán. En segundo lugar el Acllahuasi es un edificio o templo situado fuera del palacio del Inca, y el harén se sitúa en el centro del palacio del sultán. Esto nos lleva a otra gran diferencia la cual es que el inca no podía entrar a dicho recinto, solo la coya podía entra, ya que era un lugar de culto en el que habitaban sólo mujeres, en cambio al harén, el sultán podía ingresar cuando al él le apeteciera.

3. EPOCA COLONIAL

Existió una mujer de elite, una mestiza, indígena y también esclava. A su vez, dentro de esos grupos se dieron distintos roles y subdivisiones, lo que llevó a la conformación de un todo complejo y no reducible a un solo papel de mujer. Hubo una gran diversidad de condiciones para las mujeres, diferencias vinculadas con el poder, la riqueza, el acceso a la cultura y, sobre todo, con el grupo étnico al que pertenecían.

Para comprender el rol de la mujer en América, debemos conocer la sociedad colonial americana, y para entender esta, hay que mirar la sociedad española de la época. En la España del siglo XVI, se vive la decadencia de la mentalidad medieval y el auge del humanismo, creador de un nuevo ideal femenino y masculino. Las mujeres son relegadas al hogar y en grupos dominantes, las « corte de amor » cantadas por los poetas, exaltan a la mujer como objeto poético-piadoso, dejando de ser compañera del hombre, convirtiéndola en guardiana de la honra familiar. Estos ideales (que incluyen a la sumisión y el refinamiento), llegan a América junto con el ideal de clausura, vida piadosa y castidad. Se insertó así en

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la vida femenina de la nobleza, pasando a ser el modelo a seguir de toda las mujeres americanas. La sociedad del nuevo continente, no terminó siendo un reflejo de la estamental sociedad española, tornándose más móvil y dinámica.

La mujer de la elite: La formación de la elite colonial se dio por linaje (transmisión patrilineal de honores, beneficios, etc.) y por alianzas. Las alianzas matrimoniales respondían a estrategias familiares que afianzaban los vínculos de poder del conjunto familiar. Por medio del matrimonio se asimilaba a otras personas y sus parientes y se fortalecían los patrimonios, porque la novia contribuía con una nueva dote a su nueva familia. Muchos españoles se acomodaron arreglando un buen matrimonio; la dote fue el capital inicial de su desarrollo empresarial. A su vez, la dote también resguardaba el futuro de la mujer (esos bienes estaban a su nombre). Así, la esposa permitía que el grupo asimilara al esposo (hay más permeabilidad social). Es así como la mujer desempeña un papel crucial en la formación de su sociedad.

Ella tuvo como misión la conservación de las tradiciones castellanas, el fomento de la religiosidad en el hogar y la consolidación del modelo de vida familiar. La familia era la fuente primaria de las reglas de vida y tuvo tres funciones: suplió al Estado en la protección de los suyos, facilitó el traspaso de bienes de adultos a jóvenes y preparó a estos últimos para la vida (de esto se desprende la importancia del rol de la mujer). En el ámbito privado, la mueres eran amas y señoras en el hogar (considerando el tamaño de las casas y la cantidad de personas que en ella vivían, se daba un verdadero universo de relaciones humanas). Las funciones de la mujer en el hogar eran: criar a los hijos, manejar los asuntos domésticos y velar por el cumplimiento y enseñanza de los valores culturales y morales.

En la mujer recaía la responsabilidad de mantener la honra de la familia, cumpliendo con el ideal ya citado. El matrimonio era el momento clave de su vida y para ello era preparada desde niña. Debía ser dócil, respetar la autoridad del marido y vivir confinada en su casa. Para conseguir éxito en ese modelo, la educación de las niñas era confiada a religiosas, educándolas en un esquema doméstico de sumisión. Muchas ingresaban a conventos, atraídas por el interés de consagrarse a la fe (o tal vez por un embarazo no deseado o para escapar de un matrimonio impuesto). Era un lugar donde la mujer podía instruirse y también un ámbito aislado del control social y de la autoridad masculina (podían acceder a ciertos conocimientos, como latín, administración, etc.).

El rol público de la mujer era acompañar al marido, realizar actividades de beneficencia e ir a Misa (un verdadero centro social femenino). Al enviudar eran ellas las que tomaban las riendas de los negocios y administración de sus bienes; si lo hacían con éxito, ingresaban al mundo masculino y a las relaciones con las instituciones.

La mujer mestiza: Tuvo un distinto rol que la mujer de elite. El ideal de clausura no fue tan respetado, ya que tuvieron que dedicarse a labores productivas o de servicio fuera de la casa: comercio, trabajo doméstico (sirvientas, blanqueadoras, costureras) y productivo (hilanderas, fabricantes de velas, y cigarreras), también trabajaron en pulperías, lo que les significó tener un mayor contacto con el exterior, con la sociedad.

Si bien el matrimonio constituía un ideal dentro de sus vidas, éste no tenía el grado de complejidad que en los grupos de elite, pues no estaba en juego un gran apellido, ni había un linaje que cuidar. Esto dio mayor cabida al matrimonio por sentimiento. Debido a esto, la mujer mestiza no debía preocuparse tanto por mantener su honra, aunque esto siguió siendo un ideal presente. Su instrucción sólo la recibieron a través de la catequesis y la práctica del trabajo.

Si consideramos la masa de vagabundos mestizos que circulaban por Chile central durante la colonia y que como donjuanes enamoraban mujeres, e iban de un lugar a otro contratándose como peones, debió haber muchas madres solteras mestizas. No tenemos fuentes que respalden nuestra hipótesis, pero debemos considerar el hecho que las elites se hacían cargo de niños huérfanos o pobres, dándoles un techo en sus casas. Estos « criados » bien pudieron ser hijos de estas mestizas solteras.

En un principio, el mestizo en general, y por lo tanto la mujer, fue mal visto tanto por hispano-criollos, como por los indígenas. Pero después, la sociedad entera se fue mestizando, mezclando, convirtiéndose en un híbrido; la condición de mestizo dejó de ser definida, precisa…la sociedad se complejizó.

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Mujer indígena: El rol de las indígenas varió según fuera su puesto dentro de su sociedad: fue distinto ser una india de elite que una india normal, sin distinción dentro de la casta.

Después de la llegada de los españoles, fueron ellas las encargadas de transmitir los rasgos tradicionales de la cultura indígena (en las tareas domésticas, el comercio, el vestido, etc.).

Con la imposición de la monogamia, que se contraponía a la antigua poligamia, se desestructura su sociedad y muchas mujeres quedan en el abandono. También aumenta la mortandad de indios por los duros trabajos, y por ello sus mujeres (lo mismo que las abandonadas) debían buscar trabajo. Se emplearon principalmente como amas de casa, donde adquirieron un gran poder y se hicieron fundamentales, pero también fueron parte activa en el comercio. Por este camino, aprendieron a usar la moneda y conocieron el idioma español incluso antes que los mismos indios.

Con la reducción de indígenas a pueblos, encomiendas, servicio personal, esclavitud, etc., los hispano-criollos impusieron una nueva estructura, desintegrando la organización indígena, con la consiguiente hispanización de estos últimos. Así, el rol de la mujer indígena en la colonia estuvo determinado por las necesidades y ambiciones de los hispano-criollos y de la corona.

Mujer esclava negra: por la caída demográfica indígena, se trajeron esclavos negros a América como mano de obra para la agricultura, servicio doméstico y trabajos en las haciendas. Las esclavas urbanas fueron principalmente matronas, panaderas y lavanderas. Eran propiedad de las blancas casadas (formando así parte del patrimonio familiar) y fueron consideradas como objetos, como un bien (estando bajo peores condiciones que indígenas o mestizos, aunque hubo excepciones).

Concluyendo, las mujeres en la colonia no ejercieron un poder tangible (político por ejemplo) sino más bien uno fantasma, « por debajo », influyendo en sus maridos y sus decisiones. Hay que olvidar la imagen de una mujer inepta recluida en su hogar: hemos descubierto que hubo más campos de acción en los que ella también participó (el comercio, la administración, transmisión de valores y herencias en las alianzas familiares). Si bien ejercieron actividades importantes en la sociedad, hubo un rol común para todas ellas: ser la base de la familia.

4. EPOCA REPUBLICANA

En la campaña libertadora de San Martín hubo muchas mujeres que colaboraron no sólo salvando vidas de soldados, sino distribuyendo propaganda, como doña Petronila Fernández de Paredes, siendo su casa centro de distribución de cartas, mensajes, informes, proclamas, etc.

Carmen de Noriega, Mariquita Yáñez, María Rivero, Petronila Besoaín, Brígida Silva, Carmen de Vásquez de Acuña, y otras, quienes recibieron la banda de seda como reconocimiento a su patriotismo y participación activa en la campaña libertadora.

En los años 30 y 40 del siglo XIX destacó también Francisca Zubiaga, esposa del presidente Agustín Gamarra, a quien por ser mariscal el marido y ella aguerrida y con mando de tropa, se le conoce como ¿la Mariscala¿. Ella presidió sesiones del Consejo de Ministros y firmó proyectos de ley que remitió al Congreso de la República para que fueran convertidos en ley.

En la segunda década del siglo XX se intensificaron en el Perú movimientos sufragistas. La hija del Héroe de La Breña en la Guerra del Pacífico, Zoila Aurora Cáceres, forjó movimientos de mujeres y desde 1919 inició luchas sociales a favor de los obreros y culminó en 1930, solicitando al gobierno de turno el voto para la mujer. Esta iniciativa se sumaba a las que antes habían tenido movimientos de mujeres liderados por María Jesús Alvarado y Adela Montesinos, grupos que plantearon el voto irrestricto, universal para todos los adultos, varones o mujeres.

Las ideas de Flora Tristán, que tuvieron gran influjo desde fines del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX en Europa, no fueron conocidas en el Perú hasta años después.

5. ACTUALIDAD

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En los años 30 surgieron dos tendencias: el voto calificado, sólo para las mujeres con educación y con trabajo, y el voto irrestricto, ambas cambiaban el panorama político, una más que la otra. Por entonces sólo se consiguió la participación de las mujeres en las elecciones municipales, no en las generales, pero fue un derecho que no se ejerció, se continuaba designando a dedo a los alcaldes.

Precisamente, por ese mecanismo llegó a la alcaldía de Lima la única mujer que ha ocupado el asiento de Nicolás de Rivera, Anita Fernandini. Fue en los años 50 del siglo XX cuando los últimos países de América reconocieron el voto para la mujer, entre los últimos tres países en hacerlo estuvo el Perú. El 7 de setiembre de 1955, el Congreso de la República, mediante la Ley Nº 12391, reformó la Constitución vigente, otorgando la ciudadanía a las mujeres mayores de edad que supiesen leer y escribir.

En 1956, por primera vez las mujeres votaban y elegían entre las pocas mujeres que habían sido colocadas en las listas por las cúpulas partidarias conformadas por políticos varones. Nueve mujeres fueron electas: una en el Senado Nacional, Irene Silva de Santolalla, y ocho en la Cámara de Diputados.

Más allá del voto o la elección, nadie puede negar la gravitante importancia que ha tenido la participación de la mujer en la vida nacional. Sin embargo, esto no ha tenido el mismo nivel de relevancia en la representación política institucional. El ritmo de incorporación al Congreso de la República, a las presidencias de gobiernos regionales o a alcaldías provinciales y distritales ha sido muy lento desde 1955. De no haber intervenido mediante ley en ese sentido, recién en el año 2051 se hubiese llegado al 25% del total parlamentario.

Siguiendo una pauta internacional, el Congreso de la República del Perú aprobó normas sobre cuotas y ahora debe verse la Ley de Alternancia, vital para que la cuota no se coloque al final de las listas propuestas o inscritas por sus respectivos partidos. Actualmente, la Ley Orgánica de Elecciones establece una cuota de 30% de candidatas mujeres y la Ley de Elecciones Municipalidades lo fija en 25% para regidores.

El Sistema de Cuotas tiene críticos, como no. Se dice que es una imposición, que por no ser natural se torna frágil. Pero en la confección de las listas la población no decide, lo hacen las cúpulas partidarias y en no pocos casos en que hay elecciones internas, quienes las ganan no ocupan en las listas definitivas los primeros puestos.

También se arguye que la cuota posibilita llegar a candidatas no capaces. Quizá sea así, pero el porcentaje de varones en ese sentido no puede ocultarse y a ellos eso no se les exige. En el fondo se trata de que exista una desigualdad de hecho y que hay quienes no lo quieren reconocer.

El sistema de cuotas es temporal, facilita la participación de la mujer, incorporar una nueva opción, cesará cuando se instaure la igualdad.

Hay avances en la participación política de la mujer, en el primer gobierno aprista se nombró por primera vez a dos mujeres como ministras de Estado, y en este segundo gobierno del Dr. Alan García, tiene por primera vez a una mujer como vicepresidenta de la República y a un primer Gabinete Ministerial integrado por seis mujeres.

En el Congreso se han elegido a 36 mujeres congresistas, en los gobiernos subnacionales ha ido creciendo en número la representación como consejeras regionales, alcaldesas y regidoras.

La igualdad entre hombres y mujeres va teniendo progresos. Según la Organización de las Naciones Unidas, los ha tenido en lo relativo a expectativa de vida, cobertura de la educación y nivel de ingresos, aunque en el área rural se mantienen brechas saltantes.

Pero en la participación política quedan muchas tareas por realizar, y tenemos toda la responsabilidad de continuar haciendo esfuerzos para conseguir la igualdad de oportunidades y mejorar lo que en las últimas décadas la mujer ha conseguido. La reforma del Estado, en especial la política de descentralización, debe permitirnos ampliar las oportunidades concretas de desarrollo para mujeres y varones a lo largo y ancho del país, redistribuir la riqueza y crear equidad en los territorios, superándose la situación de pobreza.

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La descentralización supone la democratización del poder en el ejercicio mismo de la política y la ciudadanía. Y en esta perspectiva, el gobierno, la clase política y la sociedad civil tienen que hacer sus mejores esfuerzos para garantizar el ejercicio pleno de los derechos civiles y políticos de las mujeres y de las poblaciones indígenas, sin distingo de ninguna clase.

Se debe dar paso a la sensibilización, información y creación de conciencia en la población sobre la mujer como sujeto de derechos, tarea central para aportar a cambios sostenidos a nivel de las concepciones y prácticas cotidianas de hombres y mujeres y que respondan al desafío de lograr una mayor equidad en la representación política y la participación ciudadana de las mujeres, como un eje importante de desarrollo y gobernabilidad democrática.

CONCLUSIONES

A lo largo de este trabajo hemos podido comprobar que la mujer fue un factor fundamental en el desarrollo textil, principalmente, del Tahuantinsuyo.

Podemos concluir que de no haber sido por la costumbre de que el inca se casase con su hermana carnal, toda la base del mito de su descendencia divina del sol se hubiese destruido. Por lo tanto la Coya cumple un papel de gran importancia para mantener dicho mito.

También hemos podido observar que el formar parte del Acllahuasi, ayudaba a estas mujeres a adquirir un mayor prestigio social frente a las respectivas comunidades, pero también las revestía de mayores deberes y reglas frente a su conducta moral.

Y por último debemos decir que las Acllas jugaron un papel fundamental para la realización del concepto de reciprocidad existente a lo largo de todo el imperio inca, ya que ayudaron al inca a congraciarse con los curacas y señores vecinos del Tahuantinsuyo.

En cuanto al Acllahuasi podemos decir que este fue la base para el funcionamiento del textil, porque era aquí en donde las Acllas se educaban y aprendían a hilar y tejer, y por ende a confeccionar los vestidos de la población en general; pero principalmente confeccionaban los del inca.