rodríguez, emira - malencuentro, pero tenía otros nombres (1975)

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Poemario Malencuentro, pero tenía otros nombres (1975) de la poeta venezolana Emira Rodríguez (Porlamar, 1929)

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COLECCIÓN POESÍA VENEZOLANACONTEMPORÁNEOS

República Bolivariana de Venezuela, Gobierno Bolivariano

MALENCUENTROpero tenía otros

nombres

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MALENCUENTROpero tenía otros

nombres

Emira Rodríguez

República Bolivariana de Venezuela, Gobierno Bolivariano

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© Emira Rodríguez

© Fundación Editorial el perro y la rana, 2008

Centro Simón Bolívar, Torre Norte, piso 21

El Silencio, Caracas - Venezuela.

Teléfonos: 0212-377-2811 - 0212-808-4986

Correos electrónicos: [email protected] /

[email protected] /

[email protected]

Páginas web: www.ministeriodelacultura.gob.ve /

www.elperroylarana.gob.ve

Diseño de portada:

Emilio Gómez

Diagramación:

Darlene Bolívar

Corrección:

Gema Medina

Fotografía:

David Dávila

Hecho el Depósito de Ley

N° lf 40220088003570Malencuentro pero tenía otros nombresISBN 978-980-14-0118-6

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PRóLOGO

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Malencuentro pero tenía otros nombres

Salvador Garmendia me dijo un día: “Aquí en Venezuela nunca pasa nada en literatura”. Quería decir que una vez cumplido el ceremonial de reseñar e informar sobre la novedad del momento, no se hablaba más del libro aparecido. Así es, y eso que Garmendia es uno de los pocos que no puede quejarse, porque su obra ha sido estudiada en serio por críticos auténticos como Oscar Rodríguez Ortiz, y Ángel Rama, entre otros. Pero lo apuntado por él, en general, es cierto. Nuestra literatura parece vivir solo de la novedad o de la idolatría, porque algunos autores la suscitan de manera más o menos efímera o merecida.

El caso de un libro de poemas como Malencuentro (1975, Monte Ávila, Los espacios cálidos) de Emira Rodríguez, patentiza la indiferencia y liviandad del medio literario venezolano, sobre todo del que se especializa en poesía (si especialización cabe, en este aspecto). Una vez aparecido el libro no se habló más de él, como de costumbre. Salvo de parte de Luis Alberto Crespo, por razones profesionales y de generosidad personal, no hubo comentarios. Los poetas fueron los primeros en despreocuparse ante un hecho poético tan importante como el estallido de este libro solitario. Es preciso decirlo, los poetas venezolanos, salvo excepciones, escriben sólo sobre sus amigos quienes, a su vez escribirán sobre ellos, o se ocupan de poetas de otra parte, preferiblemente de otra lengua, con lo cual no se comprometen ni corren el riesgo de elogiar a un posible rival.

Dicho lo anterior, lo cual forma parte de una intención crítica definida, me atrevo a asegurar que en determinados aspectos, Malencuentro es un libro único cuya originalidad absolutamente involuntaria e intensamente vívida, converge en una operación lingüística asombrosa, en una estructura

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poética que, por lo menos, debería haber suscitado entre los mismos poetas o los enamorados de la poesía, interés de estudio, de conocimiento, develamiento de ese modo insólito de arreglar los elementos verbales, las vivencias, los hechos subjetivos, los símbolos y la desordenada pero poderosa carga mitológica, chamánica, de inspiración mágica.

Apesta el uso del adjetivo mágico a estas alturas, sobre todo después de ese “boom” del realismo mágico. Los surrealistas y su retórica acabaron con las posibilidades reales de ingresar a un mundo auténticamente mágico. Los surrealistas eran, en el fondo, cartesianos y por eso no puede asombrar la derivación de un Aragon hacia el stalinismo. Pero no se trata ahora sino de afirmar que Malencuentro está enteramente concebido dentro de una alucinante liberación del inconsciente, dentro de un hundirse en estado de posesión, en la búsqueda de la identidad ancestral. La autora se despersonalizó en sucesivos trances y buceos, hasta ingresar en una posición psíquica realmente conflictiva. No pasó de la racionalidad literaria a las palabras, con fines experimentales, para fingir verbalmente un universo de videncia mítica para construirlo desde una posición teórica, sino se sumergió en una suerte de gnosis, sin defensas, entregado por entero a perder argumentos e hilos conductores, para identificarse con lo que me atrevo a designar como el ancestro mítico indígena, pasando por las más diversas representaciones del yo, las anécdotas, la toma intuitiva de conciencia de la soledad inevitable que implica semejante trance.

La actividad literaria de Emira Rodríguez fue una fulguración. Años de ensimismamiento, lectura, retención, gusto por la escritura, lirismo inhibido, sueños almacenados, afloraron de pronto en un proceso de encuentro inesperado, de fortuito hallazgo, con la expresión escrita, con el arte manual (porque fue una artesana experta y ambiciosa en

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papier mâché, desgraciadamente un material poco noble para su experiencia creativa). En 1972 publicó sus primeros poemas recogidos en un libro, La casa de alto, uno de los textos descriptivos evocadores, tímidos, que no dejaban presagiar el brote volcánico de Malencuentro, la serie de monstruos moldeados febrilmente en papier mâché y unas prosas y poemas inéditos forzosamente introspectivos. Más que voluntad de oficio y vocación profesional, predominaban en ella la inspiración pero orientada hacia un buceo que atravesando por capas de expresión artística, se abismaba en el inconsciente, cuya prioridad y realidad se impusieron avasalladoramente. Por eso se advierte en estos poemas y en modelados suyos, como la presencia de otro. Parecen dictados, dirigidos desde otra parte. Asimismo individual, con rasgos totémicos, en el que la persona, a través de revelaciones oníricas de vigilia, se siente vivir en estrecha comunión con las cosas, los animales, la flora, las representaciones míticas, los muertos, el medio ambiente, las cristalizaciones imaginarias.

La lectura cuidadosa de Malencuentro pone de manifiesto la “soledumbre” de esta mujer y su trato con un conjunto de vivencias míticas, las unas de carácter cultural, las otras telúricas o personales, que llevan a escribir estos poemas agrupados en cuatro secciones, como las cuatro partes en que dividían el cielo los aztecas: “Una gran feria”, “Flora”, “Geografía y otras perturbaciones” y “Cosas de amor”.

A lo largo, ancho y profundo de esos mundos espirituales y sensoriales, Emira Rodríguez se dispersa, buscándose entre presencias mitológicas americanas (Tláloc, pulpa de la tierra, devorador de niños, Dios de abundancia cruel; por excelencia, evocador de la fragilidad de la vida; Kaweshava, la muchacha del agua makiritare que tenía vagina dentada; Wanadi, ente cosmogónico de dichos indios), percepciones deslumbrantes de

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la naturaleza concebida como existencia cósmica o subjetivada entrañablemente; evocaciones enmascaradas de sitios y lugares donde acaeció algo, donde algo se alcanzó, se cumplió o se perdió (España, Margarita, Ciudad Bolívar, México); experiencias sentimentales que la abocan finalmente, al brusco despertar, cuando la noche desnuda sus poderes, “la noche malencuentro”, y pide un rostro para mirarse a sí misma.

Pero lo determinante en estos poemas es el hecho lingüístico, la escritura creada enteramente, dentro de ella se perciben ciertos ecos, inclusive cuando intenta a su modo una ruptura como la de Rafael José Muñoz en ese otro libro singularísimo, El círculo de los tres soles, del cual sólo nos hemos ocupado Jesús Sanoja Hernández y yo. (Muñoz, como César Dávila Andrade, como Clarisa de Vallmitjana, como Eunice Odio, entre otros, formaron parte del mundo afectivo de Emira Rodríguez).

Nunca la literatura se había fundado tanto en el conocimiento del lenguaje como hoy día, fruto del desarrollo de los estudios semiológicos, del estructuralismo, de la profundización en la lingüística, pero nunca antes también, como ahora, se volvió exangüe, casi escritura para comprobar teorías, supremo artificio de no tener ya más nada qué decir. Cada vez que trato este asunto, me embarga el pronóstico lúcido de Maurice Blanchot cuando afirma que “la literatura va hacia sí misma, hacia su esencia, que es la desaparición” (El libro que vendrá, Monte Ávila, 1969).

Pero el milagro del resurgimiento literario se produce continuamente, dentro del preciosismo estéril textualista, y acontece cuando alguien, por inspiración, por entusiasmo (quiere decir en griego, estar en Dios), redescubre el habla y la lengua, se sirve de ella para no construir una estratagema barroca, sino para penetrar en el misterio del mundo, como el chamán, para servir de mediador entre allá y acá.

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Emira Rodríguez, por ósmosis, se lanzó en una aventura psíquica peligrosísima cuya traducción en lenguaje literario implicó una recreación del mismo, una apuesta más allá del lenguaje, una estructuración de los materiales de la realidad organizada a partir de la visión y la substitución (metalepsis), de modo que sin saberlo redescubrió todos los tropos. Lo que miles de escritores fingen, desordenando el lenguaje, forzando la construcción verbal e imitando desde afuera los trances psíquicos, lo alcanzó Emira Rodríguez por vía natural. Por vía natural también descubrió el sortilegio de las palabras como en los poemas de “Flora”, y mediante la iluminación momentánea venció su miedo: “la mujer tenía frío la mujer tenía miedo/ de las agujas/ de las tantas heridas”, o bien: “y el miedo tú lo sabes/ a veces parece que quisiera perdonarme”.

“La detenida la que riega nostalgia la neblinosa la sin fin soledad”, la “selvadumbre”, sacando de adentro recuerdos de infancia y mezclándolos con las representaciones ancestrales, evocando topías y utopías, fragmentando lo confesional, leyendo a Watuna del admirable Civrieux, a Asturias, a Díaz Castillo, consultando manuales de fauna y flora, abismándose en la contemplación de piedras, estatuillas indígenas, dioses, en México, en Venezuela, en España (los libros y los museos entonces sirven al poema), todo ello bajo la advocación de Malencuentro, arquetipo de mil rostros y mil nombres, situación ontológica, álter ego, su nahual, penetró hasta perderse en su identidad americana, como jamás se lograra con comités de rescate y defensa. Escribió desde el fondo del lenguaje, lo cual confirma realmente que este libro, de un lenguaje manifestado como revelación y no conocimiento, destruyó resguardos de protección, se arrancó las máscaras hasta pedir un rostro, el suyo desconocido, se instaló vertiginosamente en una situación límite, en la frontera limítrofe del alarido y del silencio: “no se había dicho todo/ y no podíamos ir más allá de nosotros mismos”.

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Este libro cuya mínima repercusión va en proporción inversa de su gran logro literario, ofrece diversas lecturas: la del texto y la de la escritura en sí, audaces, descolocantes, creativas, fundadas en un modo de conocimiento chamánico, mediadoras entre lo exterior y lo inconsciente, quebrantado el discurso lineal hasta su casi extinción; la de las representaciones culturales insertas sin propósito de valor, sin proporciones; todo posible como en las cosmogonías primitivas; la de la experiencia personal afectiva con sus lugares cardinales, la isla, la ciudad del gran río, y algunos otros sitios; las fragmentarias tomas de conciencia de sí, como destellos en un caudal fluyente tumultuoso, fundadas en el sentimiento de la irremediable soledad y la constante presencia ausente de otro que en definitiva, es ella misma.

Juan Liscano

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al nuevo mundo Orinoco

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... el agua de los ríos que corriendo duerme y no se ve nada, pero ata-jada en las pozas abre los ojos y lo ve todo con mirada honda...

M. A. AsturiAs

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UNA GRAN FERIA

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prevenidos estamos como las puertasatrancadas por dentrotranquilidad dijo el amigoy se marchó sonriendo a las colinas de cipreses allí encontramos alguna identidadpomos de oro en el huerto cinabrioseptiembre y los cazadores incesantestú no habías llegado malencuentropudimos encontrarnos entre las esculturasy las fotografíasgabi era hermosa y ludovico sin imponernosnada. una gran feriatú no llegaste nunca

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¿te acuerdas de las torres?los centinelas se llamaban unos con otrosno tenían anudadas las cadenas parecían soñolientos. nosotros mirábamos la plazabajaron sordas campanadas hasta las gardeniasmalabar así les dicenno cierres la ventana malencuentrote voy a leer la palma de las manoshay una inundación tomando el puertolas niñas juegantodos los limos bajaron yo no bajé más nuncaa veces tengo miedo no se ven pasar los barconesni las toninas escurriendo sangre de colordel río en todo el medio del río hay una piedrano dejes que se oculte kaweshawa¡qué capacidad de tristeza kaweshawa!arrojemos todas las piedras una a unaluego nos vamos a dormir cinco lubiasy una cometa

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cuatro dos uno siete dos conclusos con perfilesde plumas sagitarias giran las cometasmalencuentro te llaman cara cortadabejuco amarillo colinas de capricornioen mil novecientos setentaéramos siete caballos y una cometaboquerón agrietado, no lo sabremos malencuentro.xochitl la flor ya te habrá perdonadoentre cuchillos¿cómo hace uno dime cómo hace?¡qué absurdo qué ausencia!dices todo para adentro pazes todo. lamia bella dama yo te decía que no debíaspensar en elloella juega, ella también, los bancosatestados y todos atentos al juegoentonces cierra las cortinas cierra los veloriosy conserva bocanadas de ira contra nuestros diosesnuestros piaches ocultosmalencuentros

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a domingo miliani a orlando araujo

el rumor de cigarras tiene más fuerzaque un disparoyo canto canciones y me rodean todos los gitanoslamia ama los gitanos ella canta conmigosigue jugando con una gargantilla y se nos cae encima todo ese derrochehabía poetas de todos los lugares había tambiénmujeres enjoyadas y algunas turbulenciasaquel que nos contaba las historias de la nieblatocaba la guitarra y tenía los ojos tristesdomingo en mediolanum o gavilán verde esmeralda como un siseo un pulular derumores minúsculos un balbucear de larvas de tejidos muertosuna mosca verde tornasolada gigantescahechos insólitos mezcla de azufre y basurero muertele llamó “compañero de viaje”desde ahora hasta dondelos perros ladrando todo el tiempo las zapatillasesperando malencuentro¿cuánto tiempo tiene tu sonrisa?¿por qué no cesas?

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poniendo el papel carbón al revés podrás leermea través del espejohay cubos decorados con pictografíasun niño con cabeza de pájaro saliendo del bosquede jerónimo busca una linterna yfósforos por si se apaga la linterna asípodrás mirar atrás sin que te digan nadavamos se están secando las rocas negras del cuadranteen el signo de venusmanéjalas despacio. hay un cartel escrito con tinta indeleble que dice: “es azul y tiene sólo cuatropétalos” pero es verde y tiene sólo alastransparentescomo las moscas de los pudrideroscelofán con estríasadelfa es el nombre de una flor¡adelante cuellos animosos de soldados vírgenes!no os lo diga nadie que estamos desafiandoal silencio cada vez que cesamos

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parecías un mago un encantador de formasde tierra mojada yo no estabaen la idea todavíadanzaban hombrecillos en torno a mícomo los lémures me alzaba lentamentecon fatiga malencuentrotú me mirabas y contigo me mirábamossoles color topacio color de tierra amarillatopacios soles color de tierra amarillase habían marchado todos los diosesyo no los vi más nunca por todo aquellono había ni una florque el diablo escupa en los pozos

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a eunice odio

la muerte de un amigolos gajos de claveles se secaron antes de las docemateria corruptible, eunice, ayúdanos, mándanos al arcángel o llora con nosotros o mejorenséñanos a cantar con rosamel que estamos yacerca de la montañate derramas de tus propios límites una explanadaincierta vulnerable imprecisa frágilxochitl no, que no llegaste a tiempo cuandoflorecieron los lagartos hubo uno que largóla cola y eso que había aprendido a repararlasme pongo a gritar: “malencuentro entro entro entro eeentro”¿hasta cuándo? ¿qué haces mientras las lavanderas parecen ovejas negras desparramándose sobre losbreñales del río? Será que no te diste cuenta de tuausencia hasta la unadespués del meridiano

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exudacioneslas posiciones están tomadases enemigo el vientoy tú tú eres bellosin amarras al puerto los cargueros esperan tláloc ha llegado de golpesprudential’s line esclavos los minerosdel mar. ahora te hablo cuando pasemos el túnelel más largo deja que se marchitenlos onanistas malencuentrosalvia splendens anticuerposorganismos carica papaya los caracolessuelen estar muy solosno más el juego es un collagedame un beso y vete antes canta otra vezaquella canción de barranquilla otra veza veces uno no tenía muchas ganas de vivir

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malencuentro ayúdanosporque tal vez esta será la última cuentade los dedospon a remojar las cuerdasporque tal vez esta será la última cuentade los dedos todo tuvo principio ella estuvo callada todo el tiempotláloc tuvo piedadnosotros nada podíamos contra su furiavino mansamente a las orillas del granizoni se quemó el pan dentro a los altos hornos¡qué pesadumbre!con una lima pulirás las piedras verdeskwaidan reina de las nieves y las agujas orientalestú sabes rugen horizontes encadenadosy el miedo tú lo sabesa veces parece que quisieras perdonarme¡qué pecado de soberbia! y lo llevas abiertocomo si nadie pudiera vislumbrar el engañouna medida única a virus o a vivenciasun vacío del tamaño de un piojoy aquella trabazón enmarañadacasi una araña de cuatro pétalos en su viscosa telapobre animal reincidente

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ya me voy malencuentroel vacío no cabe en ninguna parte un vacíocomo una pedrada tú dijiste metejóny las viejas meciéndose en las sillas de vienaa las cuatro de la tarde y los limeños perfumandohasta en la desembocaduracalle abajoya me voy lejos de estos soles opacosque parece que no estuvieras en ninguna partey ese silencio espesoen la laguna de unare retozan las mojarritasya me voy malencuentroyo no sabía que todo esto iba a durar tanto tiempome eché a dormir de puro miedocomo una proyección como una cama blanda

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déjala. deja esa luna frente a su espejocomo un acto fallido como una iniciaciónya sé me lo dijeron la otra tarde cuando encontramoslas iguanas estaban todas alineadas parecíanpajaritos o flores moradas del desencuentro. cuandohallo pajaritos azules o morados o iguanas me suboa la piedra grande la piedra del conejohombre, tú, el ungido eterno inmemorial y abundanteme dan ganas de ponerte mercurocromocopas prostitutas barajas hasta un chucho quizá.está lloviendo a cántaros a chuzos a hojillasde afeitar llueve como si no tuvieras más nadaque decir como lavando las espumas suciasque recubren las fuentes como las fuentes que se secaron hace diecisiete días al salir la luna nuevahabía un montón de nubes rodeándola ella no sabíanada de lo que tenía que pasary se puso más amarilla que nunca luna de ictericiatraía muchos colmillos de jabalí colgandocatorce veces uno son dos sietebaja de los barrancos malencuentro ahoraestamos escuchando las historias de los muertos

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con las plumas de una gallina te conjurono me digas si son siete tucanes ni que coloresviste en el amanecer sólo un círculo dentro de otrocírculo —signos geométricos pálidos— démosle dos también pasó un delfín, no mejor digo que pasaronlas toninas con cola de huracán aguas arribao kaweshawa la que contiene pirañasen la vagina dios terrible ¿por qué no viniste malencuentro? tú sabesque a estas horas los araguatos maldicen las treslunas amarillas solemos verlas como si no hubiera nada de circunvoluciones ni de pájaros como side aquellas cenizas pálidas no estuvieran saliéndosetodos los huesosun abrazo y el signo de piscis previniéndonos malencuentro mira hacia los canales tienen las aguasrojas de sangre cuajada. no podemos atravesarloshasta que den las sieteponte bocabajo y ciérrala sin guijarrosen el fondo del espeso color hay un ojono vengas a decirme nada no quiero saberque se van a desparramar los vientosni que nos quedaremos hechos polvoen la despensa hay un tarro de melocotones madurosy una guayaba

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tú sabes que quería introducir los pies en las aguasestancadas del puerto deslizarme por un acantiladotodos sabíamos que debajo pasaba el curso de aguadonde vivían los pecestú sabes que todo comenzó en un juego ycualquier palabra podía definir el pensamientoopuesto a su sentidohasta que comencé a pensar en los pecestú sabes que los gatos son cazadores de culebrasno sabemos de su próximo salto ni de su víctimaen los telares de las tejedoras se enredan los insectosy, a veces, no teníamos muchas ganas de vivirmientras abajo pasaba suavemente el curso de aguadonde vivían los peces ciegosy sentía una urgencia de palabrasde noche las estatuas se ponían a saltarentre los pedestales de los parques buscando salamandrasy sus colores enmohecidossobre las aguas verde limo donde vivían los pecesnuestras pisadas se hundían lentamente en el fangosintiendo al tacto las huellasporque se movían ondulando en el fondodel curso de agua donde vivían los peces

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a rafael josé muñoz

hace cinco piedras y tres lubiasque estamos sentados frente a la maleralúdicos signos de carteles quepasandodescifran trinarias firmesde columpios

—me encierra la tristeza—

ánera insufla registros armoniososen la balza inmensa cuyo centro ondulaqueremos seguir dibujando los insectosántricos de cordalíacon la yiza amarista de cundela maluzaen excursiones de tenas paludosasy posa blancas marinas de nubede alcanforados signospreludios que vagandrían la lunamientras pasa sul monte de lánura crispala tenura

regreso a la budia centrípeta de febrerocaliato intelecto que oscilando pendecon cánula pétreade bucerasobre los barrancos de la hipocondríay arrancaremos en el éter mórico con lucernasmáximasinsuflando prácticas brujas de amarantocon flores encontradas tres días antes sobre los apenodios

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en las islas habita algunas vecesun pez con cola de herradura si te sientassobre la herradura debes pasarme la rueda del timón.vámonos vientos alisios del nordestehabrán de esperar los equinoccios tláloc vuela contigo malencuentromi calavera ya está pulida por los seis costadosun cubo una muestra de papel engomado y el abrazode un orangután es terapeutialos motores de abajo y ese ruido de mujer encintamil doscientos treinta y cinco veces con cincuentacéntimos los árboles de cactus candelabrosdel desierto del norte centinelas de la generaciónde pepsi cola, es un amor, ¿no es cierto?hace mucho que te estaba esperandoel alma de la danza y las medusas saliendo de la pantalla y cantaron los gallos en la amanecida desvelando la colina que se me ofreció amarillayo no sabía qué hacer con ella, así, toda sola, tande repente, de la montaña de enfrente bajabanríos de sangreno sabía cómo contenerlacorrí a llamarte malencuentrojuntos huimos, pero fue sólo aquella vezahora ya no me acuerdo

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FLORA

a Nadia

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fueron suficientes los pétalosmagnolia grandiflora soledumbrearriba de los árboles todas las luces todaslas luces a un tiempodesde entonces nada sabemos que pueda confirmarnos la elección depende de la urgenciay desde entonces no sabemos nadacalcáreas las formas encontradas como a casolos caracoles migratorios y las piedrasconvergiendo las circunvoluciones y los ruegostodos apagados cuando quisimos verlosvibrando un último vueloy la parodia enrojeció ante tanta evidenciaen la ciudad del río la luz perforaba todas las lucesluces gratuitas entre las formas de caléndulasoxidantes a pedazosel hacedor de lluvias persistiendo a intermitenciasy tú tú sin saberlodicen que solíamos remontar la cuesta parecía ciertono supimos los ritos ni escuchamos vocesfue mucho tiempo antes de verlastodo fue entonces

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euphorbia1∗ caña del mundosilencio el poeta desanudó todas las sangreslos niños han muerto chupando el néctar de las floresno se diga nada de aquellos sucesos fue el ritode los oleandros rojosrojos por toda la calle hasta las salinasparecía un incendioy tantas veces quisimos encenderlo de nuevopor toda la calle por las ventaspor las puertas abiertas de todas las casashasta los patios alargadosen el sambuco negrono parecíay se borró el poblado largo el pueblo blancode las berberías también de la historia largacon pergaminosque cansancio datura

1 Planta de la familia euphorbiaceae

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corazón caladium2∗∗

colores arbitrarios de semillas moteadascomo ácaros interfiriendo al aire corazón caladiumde oxalato de extensa soledad flor de jardín cristaen menor medida que las hojasmura soleada convalaria cristales de oxalatoseca las convulsiones flor de jardínno tengas miedo ya están los oleajes calmándosepoco a poco dentro a los pensamientos un murmullode raíces hojas flores de jardínconvalmarina produciendo arritmias tú creíasque podíamos recoger los frutos y no era posibledeslizarnos por aquellos prados sin que vinieran las dulcamaras a embestirnos no pudimoshabía también rocas donde venían a calentarse lasvíboras detrásun murmullo de pasos lentos sólo yolos siento y has vueltohas vuelto flor de jazmín amarillo fruto de la palomaportulaca ayuda a sostenernosalgunas veces decíamos palabras no se caían de las manossino aferradas ¿sabes? son muchas las cosas quepudimos recoger de las fuentessobre las agujas de los pinos se encontraron algunaspiedras color de la tarde hasta desechos humanoslo supimos aquella vez y llovió sobre las voces

2 Planta en forma de corazón

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actaea fruto de la serpienteincorpórea y dispersaquerías florecer todos los pantanosirisada ampliamente dispersalos plegamientos no te pertenecen huyeshuyes eternamente flor de pechuga amarillacon vientos paludosos como otras vecesjugando con los espejos todos a un tiempoobscena inmóvila destiempo las salinas aparecieron nítidasno se supo cuando vinieron los coranesla luz inundando los bucéfaloseres como otras veces desplegada hacia adentroen una oscilación violenta sin querer hablarde las visiones de los palafitos sobre la lagunade la arena aquella vertiéndose insomne sobrelas mañanassin prestar atención a los linderos inverosímilessin descomposición en los colores sin espectrobuscas por los rincones no osasdel peligro de las plantas aquella nocheno se supo nada

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amaneció apamatetoda cubierta color desparramado a chorros a goterasa picos de pájaros goteando soledad resinaen la madera las hojas el resuello colorno se desdice en los bejucos lianas confetti alfombrarosa de francia hilos de lana pink color de artesaníano se desdice cae a borbotones sobre la tierra arcillasobre las tinajas los cuellos bebedores de tinajaslargas las tinajas panzudas pintadas asimismoinsensato coloren los tejados se derrama mezclándoseun instante un díamás nunca en los barbechos en los riscos que se ponena caerse de puro encandiladosen las exudaciones en las canterasen los acantilados más abajo mucho más allá de los trespuntos cardinales del nueveconjugadoscolor coloras coloramosamaneció apamate instante de resina con hormigasminúsculas once de abril apamate

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nomeolvides flor de caujaro blanca nomeolvidestrinitaria jazmín clavel de muerto prendido en loscabellos nardos senos azules lívidoscon dos insectos cárdenos posados flor papagayodel hombre prendida en las rodillas poinsettiapapagayo poinciana durante tantas horasterciopelo bella de noche putica corona de cristopenetrando en la carne última tardede febrero ¿o de agosto?luz del amanecer rompiendo en botón de oro nomeolvidesmagnolia grandiflora desparramas pistilos en tapicesvioláceos jacarandá luz del amanecer bajo las ramasnomeolvides diamelas cuarentonas estoy tristetara palo maría cayena nomeolvidesnomeolvides carackas ave del paraíso flor de las berberíaslenta serpiente negra nomeolvideschaparrillo morado palo sano con olor de vainillanomeolvides clavel de galipándiego de noche ixora flor de yesofloripón estoy triste bajo las ramas nomeolvidesnomeolvides camelia de metales pálidos falcónde enredadera clavellinamalva noche de insomnio mal amorno me olvides

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palabra de agua íngrimasenos pequeños flores de agua poquitaun beso dando tumbos agua de sombra corazón de aguacon relámpago a cuestas pedregosaventeando sin preguntarse nada trozo de selvalos yagrumos de arriba trashumantescon peñascos sobre el agua limosapájaro sin beberse el ríovirgen del valle de lodo de maízalumbrando todas aquellas leguasvivían arrebujadasceiba de san francisco en la noche salobrevaras de nardo santo santo santo rocío de la mañanavoz de los alpaujilesflores blancas señor de los ejércitos senos blancosmalabares limoncillos corza de pelambre ariscano se podíano se podía saborosa de corcho bebiéndose el ríolos mensajeros del brebaje con moteaderas de algodón de puro viejas pelambrosasselvalumbrada sobre las canterillascon mecheros con los mecheros lúdicos ruega por nosotrosseñor de los encuentros del amanecerbarranco de las esporas ruega por nosotroscuando uno es uno solo y se derrumban los puentesde la niebla. malvalía. loca lía. íngrimacon aquellos caballos con los collares únicoscon las tumas colgando acompasadamente

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bora que duermese deslizaba por el cauce amarillo frentea las ventanas se deslizaba finestrelala casa de las ventanas largas una entreabiertala cautelosa la de los ojos de los ríosbora de aquella tristeza al descampado al serenoanélidos de arena sérpulasbora los ojos de los ríos y ese follaje inéditosin mirar nada que contar no puedabora de aquella intemperiecon garzas coloradas por crepúsculo conociendo el sustento sagrado con licopodios en las escollerasaquellas que devuelven las almas de los muertosbora de siempre de alcaraván de danta trashumantede cristo de avellanedabora silvana azul sibila de las ortigasbora de un sueño mudo aguas abajolágrima abajobora de nunca más dios en su corazónmirada de agua

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GEOGRAFÍA Y OTRAS PERTURBACIONES

a Renato Rodríguezmi padre

apasionado de lalectura y la geografía

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barinés viento peligrosovolvimos a las llanuras del jaguardel tigre mariposo como una piedra en mediono se alejaba nunca y nosotros con ellabastaba una presencia un soploun barinés hurgando las raícesoraciones hacíamos por ella en noches de lugareslejanos queriéndonosdesde hace mucho tiempo el rumbo las distanciasdiferentes desde hace mucho tiempolas hojas persiguiéndose sin volver a verlasmirando los conjuros con humor voluntariocasi hilarantesintiendo todo tan sencillo constante y la sepúlveda ausente secándose la laja del ríoarrojando años atrás el musgoasí tenía que ser tan simple

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más allá de la copa de pecesmás allá del gran lago ka-ma-ra-tá-más alládel lugar que se asomaal río de las aguas negrassacándole la carne al río cobrándole sus guijarrosde luna más allá de la lunate vuelves boquerones río de hierrolos sueños ciegos sacándole la carne al ríonoche de grillos creencias kamarata lavando arenasde diamantes copa de pecescorren las aguas negrascopa de peces

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inti el magnífico y los adversariossobrevives apenasrecordándote desvencijadocon naufragios a cuestas como pájarosapenas hoy equivocando pasos en los bolsillossólo los restos de un futuro antiguo los adversarioslos clavos remachados en la lunajugamos a vernos seguimos jugando con fantasmassin metáforas como un sello postalanochecido entre las bisagraslos pájaros llenando las vidrieras por los seis ladosazules fluorescentes mentidoslos niños levantando cometas las indefiniblesvoladores papagayos cometas los llamancortaremos los hilos malencuentrovuelen las cometas, solas,hoy es un día de hacer plumasy tú ¿quién eres? después de tanta ausencia

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los hombres querían matar los tábanoslos hombres amarilloslos hombres usaban las hojas del tabacoempulpecidas ensalivadas para matar los tábanossi-kar y el humo sobre los cuerpos soplaban dicen las voces lo cuentan todavíadicen gotas de agua en hileras de gotas de aguaamarillas donde están todavíalos no nacidos donde estaban antes que se escaparala noche de la gran calabazabajaban el curso de los ríos así dicenlos desana lo dicen y la gente de wanadiel bueno en una serpiente canoacon color negro con ramasa través de la piedra horadadapor los raudalesvaina musácea con semillas dentroen hileras canoa serpiente con hombresno nacidos adentro en gotas de aguaen semillas de gotas de agua

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como no estar en ninguna parte cara mestizaafuera la tarde sigue igual el río sigue igualrico y desajustado asombrado de su propia opulenciami camisón van raalte tiene un hueco en la faldapor el hueco se desliza un reguero de arenalas lozas frías de las excavaciones son anterioresa todas las cosas por eso no debimos detenernosen el amanecer interrumpiendo el flujo del tiempoahora somos una ausencia ni siquiera un recuerdoy están ardiendo las palabrasen el mango de una cuchara del ojo vaciadode la canículaven todo el tiempo en alto no te deslicesno es fácil encontrarte en este pueblo con todas lascalles vacías y el barro de las inundacionesponiendo su color¿sabes? solíamos atravesar el viejo puentecon los caballos adelantey no era para menos ahoracon un amor de romanillas somos más pequeñosvoy por mi caballounas veces se llamaba brujería

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padre nuestro wanadipara que no vayamos siempre gimiendo para encontrarel fondo de la ausencia para ser buenos por dentropara sabernos padre nuestro wanadien torno a mí de cara al sol los hombres danzanse alejan de este paraje extático vamos naciendoquisiera regresar a la laja del río mirar pasar las velas sin marcharme tras ellas oír los signos y las cosas sonidos sordoslos helechos gigantes miraron el vuelo de otrospájaros un sol mortecino los faros de la niebla una gran persistencia la ciudad del puertola ciudad del ríouna gran mancha sobre las paredesestamos recubiertos de barro barro mismo unainundación de sangretiempo detenido ¡oh dioses! tiempo detenidoseguimos modelando arcilla salimos de la tierra el río volvió a su cauce, las aguas arrastrando lotos¿fue en agosto?no podíamos pronunciarnos ante tanta codiciael desvarío de tantos eché los dadostú lo sabías padre nuestro sin artificiotú lo sabías

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del arcón brotaron nautilosespejos incrustaciones vegetalesestallaron gárgolas azules trilobitaspapeles pergaminosuna huella de la salamandra, el cofrepétreo era una montaña laminadade un solo sol a media legua de airea cuatrocientos pasos justosa punto de amor a orillas de morirdigoque todo formaba parte de los túneles de las entradas laterales de los dolores que nosfuimos abriendo a golpe de vidacon fuerza de agua con los plumajes mojadosde arcilla los sueños dispersos como plagasobre la milenaria arcaica la ciudad de los gitanoslos habitantes únicosdigoque hubo un pájaro cóndorque éramos siempre sin principio que pudimos recoger los pasosel arcón de piedra no sabía de una montaña deslizaday guardaba el azufre y las aldabas¿dónde estás dentro de estos círculos? no siempre me alcanza el aliento malencuentro para contarte de aquellos hechos¿por qué no vienes?

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hagamos un día de color insanode caña de maízvayamos con las migraciones de palacio en palaciopor las rutas los ríos subterráneoscomo si ya fuera el tiempo de la siegaespigados de fiebre inútilmente alertascon hacederas de metal fundido con olor a tabacoen la vivisección de los cadáveres opulentoscon olor a fenol a esencia de camburderrotados de antemano y vivosen deslizamiento ciertos a rastras, no se debiera.no es esta la moradacuando aprendí a volar se fueron todoste dije cómo podíamos invocar aquellos muertosse habían quedado rezagados con pájaros nocturnosen la anticipación de los espejos sabíamos tododel reino sabíamospor las calles por el río que no nos dejó nuncaexcesivo llenando los aledaños el puerto de la nochelos elementos de maraña la gran piedrasupimos todo del reinono se debiera malencuentro no se debiera

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la madera guardaba los ídolosperfumaba de sándalo pero tenía otros nombresel huaco escondido en la caja y la pipa chibchay la máscara de hojilla de oro fuimos cautelososnos quieren lejos de “el collar de la paloma”enteros perfumaba de sándalo pero tenía otrosnombres. decían en las islas bálsamo de los alerospaijana cuello de la gaviota yo la imaginaba unaconstelación vibrante a la luz de una lámparauna hileranombres para ser invocados cuando se alteranlos alisios una hileraalineados como los alijos del puertono conocíamos otras latitudes parecían alunarescon las uñas hicimos incisiones círculosconcéntricos no podíamoszafarnos de aquellas ataduras hasta las serrasa veces parecía de balsa toda la arboladuray el viento sin esforzarse tantono se diríalos vientos fueron propicios una irrupciónbenévola antes de la inmutación

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sucedieron cosas imprevisiblesle llamaremos pata de tigre que es animal cazadorasí dijeron las voces de los muertos al despobladolos hechicerosno sabíamos que las alumbradas de los barrancosmiraron caídas ignominiosasen las murallas colgaban despojos de los ahorcadosen la vigilia no podíamos bajar hasta lassogas últimashasta las confluenciasestuvimos inertes mucho tiempo los ojos de los buitres espejeando en los plantíossin revivir cenizasserás balam hijo de zona tórrida el elegido de los esteros unánimes del fuego que arderá sobre los cormoranes antorchas de tu nombre balam pata de tigre que es animal cazadorasí nos lo contaron aquellos hombres flacosde nariz de rapiña los que vinieron anunciandocalderetas sobre la sabanalos malos vientos negrosno podíamos ocultarnos acobardados sin saberloasí fue consumido todo el pasto amarillolas lenguas de fuego fueron un solo fuego no quedónada sobre la tierrabalam pata de tigre que es animal cazador

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fue así como la luna destituyó la ausenciamoría un esclavo a su maneralas notas amarillas tomadas por si acasoacaso ¿sabíamos decirnos algo, acaso, de los ritosígneos? vuelta la mirada al proceso primerohacia los forjadores de los destelloslos del encuentro súbitolos del mañana incógnitorocas de fractura sedimentariael bosque petrificado y las conquillas substituidaspor la arena cefalópodo extinto convulariael de las huellas fósilesen éxtasis frente a los jaguares vivos con ágatasmusgosas en la manomano de cinco dedosapéndices parecen inútilessin dardos con que fijar crisálidasla falena ágata del brasil la día hilanderade los hilos de amianto latomíainvisible a través del cobaltorojo escarlata intenso al fuego los esqueletosescamados rocas de fractura en cubos cristalde mica jade láminas exfoliadasóxido ferroso el de los martillos el de la forjael de aquellos laminadores peregrinoscada esclavo moría a su manera

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azael de los martillos ásperosde algún mundo ibero ellos los transformadoreslo recrearon mezclaron tierras negrasmezclaron tierra caliza con piedras como topiasellos mismos los transformadorescon dolomita con maderos arrancados al montede material primerolevantaron los hornoslejanos los balancines con figura de mantixlos mechurrioslíquido el fuegode fusiónbajando a pico a coladas el maleableen formas subsiguientestan sólo en formaslingotes tochos incandescentes entre los desperdicios y la escoriade algún mundo iberofenicioellos los transformadoreslo recrearon

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los hombres que parecían estrellas se fueronal cielo en un caballopor aquellos días las aguas estaban desatadaslos cabellos sueltos greñudos con mucha furiano era sino en las zonas paludosas donde sesumergían las palumelas no sabíamos aún cuandotenía que comenzar la cuentatodos esperando el paso de la bora y los mogotesaguas abajodesde que lo contaron aquellos hombrescon señal escondida en las piedras del aguala de las dos hermanas de los castillosa la entrada del río la que bajaba caudalosaera de tiento el remolino de la lajalas burbujas violentas todo limos el fondo como lagouna leyenda de mujer protegíalos encuentros engaño decían ellosninguna furia desatada sino con mansedumbrecreíamos morir de fríosin ver aquellos hombres en la corrientedijeron que todos los colores se juntan en la muerteno lo sabíamos

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en las costillas del tepuy algarrobiniaanimal de palabra ninguno vimosal agua solía darse muchos nombres vuelo de escarabajo luz empañada aquella bajada de lo altollamábanla churum merú con nombre de ángel ahorade tapir de ave paují en celoalguna bestia insomne cruzando los pantanoscon los ojos despiertos con las manosvacilantes los mismos descendientes de quebradade agua aquellos que bebimos un solo soly sin lugar preciso bajando a pico a coladasa plomo entre los balancinesel delirio, despacio, entre mechurrioslas noches tendidas como sábanas fosforeciendopreparando el brebajeregresaremos por los senderos únicoslos buscadores de la corteza lácteaaquellos que estremecimos la sarrapia los hombresdel fusil los de aventura por el sendero del pájarovenado del canto áspero

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del hombre aquel no se supo más nada quedóun pedregullal una turbonadacosta de emersiónhabía lechos de rocas un manto de rocas árbolesrocas rocas en acecho anticlinallos plegamientos no nos pertenecenvamos a ser humildes esta mañana si no se voltearánlas fotografías. poco despuéshabía desaparecido la aldea comprimiéndonosroca tú también te fuiste solidificando lentamenteuna cantera parecías una canterallama los adversarios los descendientes de quebradade agua la luna enloquecida los maldijo y comenzarona verterse hija de la violenta madre la de matrizde piedra como volcanes debieron ser no lo supieronantes de mediasolaengullidos soles de amiantotenían que voltear los desechos las emanacionesde los riscos sedimentos¡qué poca luz manaba de aquella vela!después se derramaron precipitadamente antesdel enterramiento singularalcanfores nube veteada mi amigo canta la milenariano se acabará nunca como una deudacomo una carta amarilla

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bajo la casa un cerro parpadeala casa sola tal vez con hombre adentroalgún juguete un catre una sillaal catre sólo a veces tiemblaalgunos postes de luz subrayan esa soledadde casa sola de techo de paredes de calpasan nubesyo pasoa veces un muchacho de camisa amarillase acerca soloun banco recostado del muro estáyo estoy tambiénacontezco y crecen uñas cabellos pecashay manchas color de tarde sobrela casa sola sobre el cerro la puerta abierta por la nochellueve solo un árbolsólo un pájaro sube

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reiteración y las cosasmalena canta el tango un recipiente contieneel papel macerado y los aceites substancias plásticas blanco españa tijeras cuerdas manosrecomenzando siempre malena canta el tangomalena canta azulcercados por la venta horizontallos personajes vertiéndose en la gran aberturasilencioso colorformas color a cada instantecon la respiración entrecortada con la maderaresquebrajándose por la gran aridezmalena canta el tango con igual certidumbrepor avenidas alfombradasmalauguradamente firmes sin costados pétreoslos dedos modelando una máscara la proade un barco azul color de esmalte azul color de azulmalena canta azul de tango de rumbode equivocación de huevos de palomahelechos arborescentes separando azulde la amorosa fuente de las pescaderíasyo azultú azulél ausente

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coatepec florecía de cafetosun día como todos los otros lleno de plumas de amuletos de la canción de un caminante de un libro llamado la magia de la risade todo aquello que durante tanto tiemponos estuvo esperando y tú sin saberloun hombre con diez mecheros encendidos en los dedospasó. él no sabía nada y andaba con la mirada mansalas luces se le apagaban con el viento no podíancon toda aquella furia y doblaban las mechasdejando un reguero de huellas minúsculascasi una estelacuando se apagaba alguno de los dedos el hombrevolvía al campanario de las palomasy lo encendía cuidadosamenteno quería contarnos nada de los mecheros alumbrándonostantas soledades ni de los vientosla dama de bastos no había llegadocoatepec era un día de palomasno habían llegado nuestros rezagados, los muertos,los malditos parecían candelabrosiban por todos los caminos alumbrando recuerdoscon sus conjuros con aquellas canciones erizadasnos dejaban desnudoslos caminos de coatepec tenían los muros verdesyo quería quedarme por aquellas rutascirculares con aquella maleta vacía con las manosvacías. a veces somos un ovillo dentroa la gran perturbación, malencuentro

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COSAS DE AMORES

a Clarisa, mi amigaque a veces está triste

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los peces acerados altosvuelan se alejanestallan en astillas que brillanun bejuco deslumbra la mañanahay flores de altas patasflautas de las cañas tallos de plumas blancascaminan entre juncos crecen florecen vuelany también brilla en la orilla la piedra del ríovenado de plata brilla sin orillas aquelque hace cosas con las manosenseña a cortar las flautas trenzalos bejucos hace esteras y asientos y canoasboga en el humo frío del amanecerse desliza entre los lagos altos y los juncosy los pecesla casa bajo el aguala casa garza la flor casa la garzaserpiente casa para el sacrificio bajo la lunacon aromas en el bello rostro que nunca miraronuna historia de lumas y de peces y aquel lago pálidocon flautas un legado esperábamos:algo de algas y de cuentos, dijeronuna historia larga de aquel mar alocado —en sus orillas recomenzaba cada vez el tiempose produjo un vacíoestallaron los aires como vidrio se quebraron los huesosun zumbido de abejas quedamos sordosno supimos más nada del reino no supimosel tejedor de juncos el hacedor de cosasno estabael que tenía el rostro hermosoni aquellos pájaros

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fue un arrebato el de las alas de las garzaslas coloradasrojas cubriendo los huecos de las ventanas los alerosrojas de mediodía y enceguecidashoradando tabiques frágilesllenando de turbación las manos las que se tocanlas juntas y las piedras esparcidaspor aquellos lugares por las playaspor las ruinas de la calle arismendipor el pueblo que no es ya más el pueblo, malencuentro,por aquellos muertos reincidentesmerodeándonos siempreempecinadospor aquella aventura en el tiempo extasiadoen un aire donde las alas de las garzas tienenmás transparencia que sus vuelosa cada mediodía retornaba impávida la ausenciala de mucha vigiliala de quienes se fueron sin dejar mensajela de los que dejaron su corazón en cada cosaen los postigos en los ladrilloscon tanta vehemencia que andábamos a tientaspara no tropezarles para no descubrirles los rostroslos impúdicoslas obscenas miradas de los muertos que estabanen nosotros malencuentro

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fuimos lagartos antes de las malezasno lo supieron los fantasmas en el momento delas excavaciones rodaron muroslargos travesaños de madera rodaronsin inmutarnosestuvo siempre allí toda despellejada también por fuerapoblándonos la sed y los ladrilloshasta los alacranes. solía llover plomizotú presenciando el hechoel silencio envolviéndonos a bocanadas a yodoa emanaciones de salitre malencuentrodeshabitada la recorríamos a estancias una a unadespaciosamente estuvo siempre allí perono hallamos nada con otras vocescon otros modos de entendersembrándonossembrándonos en tanta soledumbrecavando con las manos entre los escombros guijarroscon el viento salobre acosándonos en el poblado largocon ese olor que vuelvecon la marea con los detritusolor de pecios de recuerdosolores desgarrados a jironesausencias desflecadas la manta usadapara cubrir la luna la luna la lunapara cubrir la luna

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inatolla no te muerasen ese lugar rodaban patas de las sillas rotasparecía un granero me remendabalas cuatro de la tarde los días y las plumaslas cuentas ensartadas los maíces mentíana la ida y a la vuelta del mucho poquito y nadapasando cuentas pasandogranos de arena péndulos yun rayero de soles de agosto y suaves desperezosde piel huérfano de viejos de hermanode luna de escaparate con corbatas decanto de turpialpiensocon una angustia que precede a la fiebrecon sensación de pájaro tocando una a unaaquella sucesión de puertas de par en parcon nadie adentro ni viejos ni hermanoni un animal asustado entre los restosdel naufragio aquelpiensoque pesa mucho este granero saturado deinfancia sin muelle para descargarlosin alero sin pájaro

inatolla no te muerasen ese lugar rodaban patas de las sillas rotasparecía un granero me remendabalas cuatro de la tarde los días y las plumaslas cuentas ensartadas los maíces mentíana la ida y a la vuelta del mucho poquito y nadapasando cuentas pasandogranos de arena péndulos yun rayero de soles de agosto y suaves desperezosde piel huérfano de viejos de hermanode luna de escaparate con corbatas decanto de turpialpiensocon una angustia que precede a la fiebrecon sensación de pájaro tocando una a unaaquella sucesión de puertas de par en parcon nadie adentro ni viejos ni hermanoni un animal asustado entre los restosdel naufragio aquelpiensoque pesa mucho este granero saturado deinfancia sin muelle para descargarlosin alero sin pájaro

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a césar dávila andrade recuerdo

cabeza de gallo se murió una mañana no dijo nadayo solía preguntarle cuánto dura en inviernoel color, por qué se pierde. me dejó su silenciopalabra de indio silencio igual que agua podrida¡cabeza de gallo!ya no puedo decirte nada no has vuelto a vermepor las mañanas antes que llegue el abogadopero espera me quiero reír contigo cabeza de galloescúchame te quiero contar un cuento:“después que te marchaste el hombre se fue a la luna”saca tu paraguas negro cara mestiza para que teresguardes de los que quedaron tápate todo de negroy no regreses. a mí puedes hablarme algunas veces que no te pido nadaquédate con la otra luna y no ceses césar cabeza de gallo¿sabes? a veces te siento cerca sólo al amanecerde noche no puedo verte mientras llevastu inmenso piano de cola sobre los hombrosatravesando todas las cordillerasnunca se te cayó encima el piano ni quisistedesandar aquel camino posadascaserones un descuento y algunos nuevos huéspedescara mestiza cabeza de gallo nada másquiere decir muerte nada más

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era justo el clima presentidoy volvieron a ladrar los perros sin que pudiéramoscerrar los anillos todos desanudados como arconessin nada que poner adentro como no fuera un soplocada vez pasaba lo mismo y fue llegando el desalientolarvado como un recuerdo sin llegar a la renunciareteniendo el instante muchos instantes buceratú sabías que esto tenía que pasar malencuentroes la brisa no creas que alguien llorael río también tiene sus fantasmas tal vez podamosdetenerlos es suficiente que sepamos cómo mugían los unicornios la historia aquella de los vientosno había terminadowanadi el bueno no volvióen la llanura fosforecen líquenes de basalto rocassedimentarias también al mediodía como los peces.los árboles nos rodean crecen indefinidamenteno sabemos hasta donde subiránlas marías era un lugar en la llanurapalo maría me lo decían en la noche ciertasconstelaciones quizá vuelvan despacio anunciadasno te vayas sativade la palma nos hicieron pencas crecimosasí me lo contaron malencuentroantes no sabía nada

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no se dijo todo se desataron los bajelestodos los nudos al aire todos los nudoscolor ceniza la intermitencia casi profecíaesperaron de nosotros de la mirada mansano se había dicho todoy no podíamos ir más allá de nosotros mismosuna premonición una sentenciaalguna vez se produjo el desatino no quisistesaberlo permaneciendo silencioso inmanentesólo entonces pude escucharte por completo los hijos de david cometieron pecado nosotrosfuimos prudentes las fuerzas del mal no conciliaron se desgastaron los destellosaquella vezhúndete flor de los alizos sensitivacerca de mí un sol que no caldea las vestiduras ni se apaga no fructifican las perlasen el fondo del mar se mecen suavemente las anémonasno atrapan nuestros peces ni se olvidanarriba la ciudad sobre las aguas putrefactasenjoyada dama antigua cuidando la imagen de su muertebrillando como una purificación contrastandocon sus colores cálidos la corrosióny el limo sobre las piedrasmientras se apaga su esplendor

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al meridiano se cerró la cuentano queda nadie alrededor mi bella dama deelcheluna de amiantoacorazados nos sentimos desde entoncescon ternura por dentroes más fácil conservarla acorazada como las nuecesa veces —teníamos mucho cuidado que no sucediera—salía un brillo fugaz de la cortezano siempre se podía malencuentro luna de amiantodebes estar recordándolo ahora desbordándotede un manto acuífero saliéndose las gotaspoco a poco ya no pudimos nada ni una explosiónni un gestoquedamos recogidos ausentes desanudadosy silbando la luna en el mes del acuariodesbordándose desde hace veintiocho lunas.las altas columnas debían llegar más alto yo mismono comprendo la razón de tanto desperdicioincongruencia el aire cada vez más transparenteantes de que supiéramos que era el airetodo parecía deslumbrante luna de malencuentrolos adversarios se marcharon por el caminono pudieron escupirse a los ojos como los saposcada uno tenía varias razones rigurosas por eso no se dijeron nada todas y cada una de ellas podíanescapárseles de mano, si hubieran sido interpeladossi se mirabanlo supieron a tiempo y aceptaron derrotarse así mismos conservándolas

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desconfía del acónitotiene las aristas dentadas suben la cuestadel caobo con los pasos lentos de la piedra pintadaburil cotoperíparecían caravanas desde las ventanillas desdelos troncos aledares nudosos de la corteza brunael musgo los helechos fueron senderos ásperosse nos vino encima la ladera con sañacallaron luego era paja amarilla todo alrededorcon veredas con ganas de dormir en ella no lo queríamoshasta el regreso de las alimañas las víborasde barriga plateadade los espejos de agua bajo las ceibas de boca en bocaun solo símbolollegó también la lluvia el agua y las arritmiasuna hoguera frío signos elementales sin tiempo impersonal genéricoyo sustantivo incomprensibleyo remoto en tercera persona sin regresopor los acantilados suenan voces altas

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lagorai fue horizontepudo ser un espejo azogado una espesurala mujer venía envuelta en ropajesuna herida una llaga infinitaentre tanta abundancia de mirtiloen los peñascos el traviñol aquel bajaba rápidotodo roto en espuma. en el sendero había señaleshabía también flechas amarillaslos niños gritaban un asombroun cierto olor de torba de adolescenciade mujer desflecada de rojobajaba a saltos a empujones al fondo mismo de su olvidoera una bandera un animal de selvaun matorral incendiado en septiembrenosotros subíamos la cuestasabiendo de aquella profanación de aquel silencioestéril nosotros queríamos compartir el fuegolagorai y la nieve fueron un gritouna esperanzala mujer tenía frío la mujer tenía miedo de las agujasde las tantas heridaslas hojas crujían a cada hueso de paloma a cada hongovenenoso. decían que estábamos unidospero no es cierto. lo saben la torcaza y las floresde los avellanos lo saben las ventanas abiertas y la nube que flotaba atrapada en la cumbreuna buena señallas víboras saldrían a calentarse al sol

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tú hablabas de los encuentros fortuitosevocando una mañana distante de palabra aparecieron cauces profundos entre la flor del saúcoy los castillosen los muros de tapia aquellos harapos despojadosy el color malvaeran de algarrobinia los paisajescolores extendidos casi de lago iridiscente de humode indefiniblereverberando el sol y las memoriasen miradas ausentesnombres que excavó la lluvia en monedas de cobreen los pantanos en las botijas halladas en pedazosy la fábula del viento aquelmalencuentrolas rocas en el río murmurando historiasno podíamos escucharlas sin sentir un fríodesasistidos de una razón primeradel odio o del amorlas arenas huían fugaces por entre los dedosdesenterradas las señales de la forjadías de aventura parecían a vecesde aventura

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ojos de desamparoarañas de aguasonaban armonías recónditas en todas las cancionescierra esas aguas verdes agua de fondono dejes que se escapen los coranes. de pronto comprendimos palumelas de limocierra esas aguas verdesla detenida la que riega nostalgia la neblinosala sin fin soledada veces daba voces en el fondo ancladasin saberlo. era de huaco la arremetida de tormentacolor de agua callada con piedrasacechando aquella tristeza al descampadodijeron que podíamos contar los cuentosdijeron que eran tres los de la historia largacon papiros errantes con escriturascon muchas cosas que decir contandolos números de aquellos dedos errados ningunoparecía darse cuentaarrebujada la corriente mansa sin poder contenerlase viraba dentro a los límiteslos justos los definidoslas demoliciones de los conventos las delas tapias del poblado largo el de las berberíashubo pecados de omisión en aquellos relatoshubo hechos de sangrela casa frente al puerto y esa gran persistenciaun hombre tristequizá por quécuanto dura en invierno el colorpor qué se pierde

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comenzó a cantar el pájarohace frío hace muchos años de venir andandohace siete falenas y una comarca estérilhace soledad hojas de maízhace tristezano más decir que todo lo pudo silenciar el aguafue aquel instante pánico los ojos tristes y el agua la insensatatláloc arrastrando las hojas de los árboleslos tejados frágiles algún suspiro inoportunoy toda aquella soledad gritándosecontra las acerasno sabiendo de aquella fracturagritándose contra lo que pudo regresar, entonces,de la niebladerrotado ante tanta evidencia soledadsin oponersesin poder ya decir de los fantasmas empujadosel mar hundiendoel tótem acertadoy vivoque ilustraba una historia

por los pasillos ahogados de silenciocomenzó a cantar el pájaro

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hoy vino a verme mi dama de bastosla mujer de la bahía la de los díasrobados al azarla de la pesca ejercida en el amanecertraía un cesto cubierto de algas serpentinastraía pieles vacías de algunos animales del maren las manos embarcaciones pequeñasrealizaban las rutas de la ausenciaen la cintura de mi dama de bastos todo el cordajeque contuvo generaciones dispersadas en vanoen la mirada anémonas corales y ninguna brújulael ojo de dios era tan sólo un símboloel fenicio el de las grandes correrías y hallazgos de aquellos hombres duros que se fueron sembrandoella sabía que los ojos los mentidos naveganal gareteque los viejos marinos no aprendieron el lenguajede los amuletos y sonreíadesde adentro la damala cautelosa la que siembra vientos y desarmalos grandes muros los fortines erguidos en losestuarios de los ríos contra la gentede la piratería contra todo lo que pudiera llegaral corazón al improviso

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tuvo poder la nochela erizadala que pudo mirar al amante magníficola lúbrica la descaradanoche de consejas largas en el ásperolatir de las sienesde pláticas noche del unicornio incandescentela insumisa ante el ojo de diosel ojo únicovibrante en el saqueo de los elementos y los niñosdescalzos sin atreverse a penetrar el bosquecasa de ónix dios en su corazóny frío en los dedostuvo poder la noche malencuentro escarlatala del conjuro unánime ylos ríos fluyendo con furialos sentidos fluyendo aniquiladosla noche fluyendo complacientelejospasa goteando un pájaro

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danos un rostro danoscómo mirarnos desde este peso tremendode silencio unas palabras para hablar con nuestro propio corazónrojo hacia adentrorojo en el aire prendido de la luzrojo el hilo y la tela y los ojosque velandesnudos del poema de aquellas vestidurassin levadura con los cabellos sueltos y con tantoextravíosuficientes los panes del desiertopara esta partícula invariable de vidadonde el tiempo nos cerca y un sismo pronunciatu encuentrohablando con las cosasconfiriéndoles una esencia de luz fugitivaporque ellas permanecen mientrasluce alto el sol y es más corta la sombradanos un rostro entoncessin desvaríos y sin atadurasa pie desnudo y despejado el corazón sintiendoajena la tristezaun rostro apenas

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ÍNDICE

PRÓLOgO

Malencuentro pero tenía otros nombres 9

UNA gRAN FERIA

prevenidos estamos como las puertas... 21

¿te acuerdas de las torres?... 22

cuatro dos uno siete dos conclusos con perfiles... 23

el rumor de cigarras tiene más fuerza... 24

poniendo el papel carbón al revés podrás leerme... 25

parecías un mago un encantador de formas... 26

la muerte de un amigo... 27

exudaciones... 28

malencuentro ayúdanos... 29

ya me voy malencuentro... 30

déjala. deja esa luna frente a su espejo... 31

con las plumas de una gallina te conjuro... 32

tú sabes que quería introducir los pies... 33

hace cinco piedras y tres lubias... 34

en las islas habita algunas veces... 35

FLORA

fueron suficientes los pétalos... 39

euphorbia∗ caña del mundo.. 40

corazón caladium...∗∗ 41

actaea fruto de la serpiente... 42

amaneció apamate... 43

nomeolvides flor de caujaro blanca 44

palabra de agua íngrima... 45

bora que duerme... 46

gEOgRAFÍA Y OTRAS PERTURBACIONES barinés viento peligroso... 49

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más allá de la copa de peces... 50

inti el magnífico y los adversarios... 51

los hombres querían matar los tábanos... 52

como no estar en ninguna parte cara mestiza... 53

padre nuestro wanadi... 54

del arcón brotaron nautilos... 55

hagamos un día de color insano... 56

la madera guardaba los ídolos... 57

sucedieron cosas imprevisibles... 58

fue así como la luna destituyó la ausencia... 59

azael de los martillos ásperos... 60

los hombres que parecían estrellas se fueron... 61

en las costillas del tepuy algarrobinia... 62

del hombre aquel no se supo más nada quedó... 63

bajo la casa un cerro parpadea... 64

reiteración y las cosas... 65

coatepec florecía de cafetos... 66

COSAS DE AMORES

los peces acerados altos 69

fue un arrebato el de las alas de las garzas... 70

fuimos lagartos antes de las malezas... 71

inatolla no te mueras... 72

cabeza de gallo se murió una mañana... 73

era justo el clima presentido... 74

no se dijo todo se desataron los bajeles... 75

al meridiano se cerró la cuenta... 76

desconfía del acónito... 77

lagorai fue horizonte... 78

tú hablabas de los encuentros fortuitos... 79

ojos de desamparo... 80

comenzó a cantar el pájaro... 81

hoy vino a verme mi dama de bastos... 82

tuvo poder la noche... 83

danos un rostro danos... 84

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Este libro de la colección

Poesía Venezolana

se terminó de imprimir en la

Fundación Imprenta de la Cultura,

en Caracas durante el mes de agosto de 2008.

La edición consta de 3.000 ejemplares.

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