Robo y venta de una joya

Por Agustina Soler, Luana Oviedo y Lucia Gabarrus

Un 23 de Julio una joya perteneciente al Museo de joyas reales de Londres fue prestada a la actriz Natalia Figueroa para una gala de beneficencia. Una vez terminada la ceremonia, Natalia fue a su camerino y Harry, su asistente, le retiró las joyas. Cuando el empleado del museo le pide que le devuelva la gargantilla, se dan cuenta de que la joya ha desaparecido del lugar.

Natalia sospechaba de Harry Styles porque fue el último en tocarla, pero en el lugar se encontraban ella, el empleado del Museo, dos guardias de seguridad, el organizador de la ceremonia de beneficencia y un mozo del catering.

Entonces la actriz decidió contratar a un investigador, que se llamaba Jack. Sus características eran las siguientes: Alto, misterioso, con rizos, con un gorro que le tapaba su rostro y que combinaba con su traje, nadie conocía a su familia y nada de su vida.

El detective decidió entrevistar a los culpables para que cada uno declarara, hasta que llego el turno del dueño del museo, pero él muy astuto le dijo lo siguiente:

-En el lugar donde estábamos se había cortado la luz y yo estaba al lado de Harry, y lo poco que pude ver era que el asistente le había sacado la gargantilla a la actriz.

El detective pensó que el culpable era Harry, pero por lo que dijo este, él no era el culpable, pero el detective estaba muy convencido de que si, entonces, decidió seguirlo para investigarlo más.

Al seguirlo vio que él tenía una actitud buena, inmediatamente, al detective le pareció sospechoso el dueño del museo por su insistencia de culpar al asistente. Por lo tanto, lo siguió por todos lados y vio que tenía actitudes extrañas como entrar y salir de joyerías. El detective dedujo que este hombre quería venderlo en el mercado negro.

Fin.

Cuando el detective se dio cuenta, ya era demasiado tarde, porque el dueño del Museo había vendido la joya. El detective actuó lo más rápido que pudo, llamó a la policía y al dueño del Museo lo llevaron preso.