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.. , ' .sTANDARDS NO STANDARDS .A prppósitt:i .de. las :.:ntreviru.s prelimfuares., del control . ·, .... ; .. "·'y tíuíi:S6o de w '·· . . ·•.· . :.ru ta:to, red:u:udo por Colettc · Sole:, lu !ido con la toubo.tacióo de:: Jaa:¡u0> A<Wn. Jc,,.,pb Artié., Gur H ugo F re.ch, Fnn.r. :!J.Jt e.o becl:., Jew- Pi<:rre KJon, Gúy Lc:rei., Roru.Jdo PomDo, Antonio Quinet de An- dr:ade, ChuJesSdmibel:,Fnnl"'Í"C Sc:hn:ibc:, útbcl).a Sol!-Jlo. StWU, Anni• Stuic:l:y, Jkrt>ert \\'Jcll.lbet· gt'J. Standard y no standard es un título que adquiere su sentido a partir de Ja polémica introducid a en el psicoanálisi,5 por la ense- .. ña¡Íz.a de Jacques Lacan. La cuestión que plantea es Ja del Otro, la IP A,. de la que ,la oposición de sus ténninos. En efecto, es ia' IP Á ·qμien, por ·hatler promovido un.a· reglamentación standard suscepÜblé a sus ojos de identificar .al psicoanálisis, creyó poder a,q. 0 jk.r ·fu.era del psicoanálisis, dis.idente, no Ja p¡-áctjca misma de Jacques Lacan.. Sm em!Jary;o, de retorno a Freud,· o se.a de. una e.:o.genc.i.a de pr¡.tjpo:ua.· La cuest.Jon, refon:pulada en los ttrn:1nos del conuen.zo ciqu ense.f¡anz.a., se vuel-ve: freuqiano o no freudiano. . ·· · !.o está e. !l jμeg()? Algo Se trata nada '.l1 e-/ μqs · las requend.as para que un. :i.pá.lisis se.a un pSicoarullisis. O dicho de otro modo, ¡,en que reSide de una práci.ia?. Primera respμesta, incuestio- n'aClii.: ei eje ·ae un psicoanálisis es el procedimiento freudiano. Ahora bien, que el procedimiento inventado por Freud surgir Ul)a el analizan te tiene su e! rJ 110 deja de saber Jo que tiene que hace:r, puesto que la asociación libre es Ja exigencia, podemos de- cir,. standard, que define su t.m>.a.. Nada semejante ex.de del lado del analista. ' Cieriarnente, su un.término, inle.rp.re- !4ció!1, 1'0T el Jlre-scribe .una finalid.ad,-e1 el cu.al se 012.one .a las dós finalidades mayores dei damlnio, nar y educar. Esto nada dice, sin embargo, sabre función·ihterpT'!taCfóILDe hecho, .la sabre Jo que debe regm 1a intervrnción del se plantea de inmediato pa· ra Jos psicoanalistas, quedando bien claro que.si a la aso5!fcj6Q se la lla.ma libni.-la ir\t..e:r.¡:¡.te.tación no Jo ·es. Tiene en la tran siIT'"'condiciones, pes!:.' a 1IeJar a"'CiíméC1óñ del an"'ilisti Jos momen· tos, el numero, los tér:m.inos y el campo de sus intervenciones, en donde la as.o_ciación, en cambio, no deja .al anal.iz.antc elección níngÚna y Jo El ¿cómo hacer?'queda a .cargo sJel ifüilis· ta, pues no hay regla funda.menta] que se Jo diga. Hay pues, iriCTipto en el procedimiento freudiano, una entre el sabe.r y el analista en cuanto a 1a.s finalidades y efectiviu.· ción de intervención. Esta hiancia prepara en el núcleo del dispositivo a.n.alfüco el luga.r de la impostura virtual. La enseñanza de Lacan no cesó d: rodearla y de refonnularla y, desde los co- mienzos, los an.alisU.s testimoniaron queJa sufriin. En este punto, la historia lo mue.stn, ·ubicaron primero el modelo --solución indi- vidual- y luego e! standard -soJÜ'ción institucional-. Es decir, que a falta de un saber cuándo o cómo-hacer, se esforzaron por hacer-como; corno Freud al principio·, segUn-Ío testimonian sus pri- merosaIScípulos; después, como 1a.s reglas inrtituíla.s lo prescri· ben para cada uno, Juego de haberlo prescripta para su di.dacta. La can barre ese como-Jos-otros, y su pretensión de suplir la garan· tía que Wta, con un: simples hábitos. Se. une en esto a Freud, quien no evocaba ja.má.s su técnica sin cuidarse de ale.rtar contra ia imi· tatjón, precisando que no .h.aciª de ella una ¿Se trata de Ja J?llefta abierta a una reglas? Pregunta .mal planteada que la ensefi.anza de Lacan nos permite corregir,· la verdadera es La pregunta no es stind.Mds o ifó stanaardS,, sino o no. · '. Lacan responde a las preguntas plantcad.2..s por la práctica ana· litic2 a partir de.Jos fund.afnentos mismos de·.l,a experiencia en rela· cíón a las t1.L1Jes los hábito.s y pIT.siones de grupo c.arecen de peso, aunque no de efectos. Así en. su práctica modifica, efecto, el 101

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Page 1: rJ ·, ; .. ·'y - Bibliopsi · t - tie!Qpo de las sesiQD.eS, .pero en función de un punto '.de doctrina es:nc:i.al. T.am bién mantiene, -por ejc:rnplo,11 reth de .acomr aJ pa

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.sTANDARDS NO STANDARDS

.A prppósitt:i .de. las :.:ntreviru.s prelimfuares., del control . ·, .... ; .. "·'y a~'h tíuíi:S6o de w L~dn.b '·· . . ·•.·

. :.ru ta:to, red:u:udo por Colettc ·

Sole:, lu !ido p~do. con la toubo.tacióo de:: Jaa:¡u0> A<Wn. Jc,,.,pb Artié., Gur O...Wc~ H ugo F re.ch, Fnn.r. :!J.Jt e.o becl:., Jew­Pi<:rre KJon, Gúy Lc:rei., Roru.Jdo PomDo, Antonio Quinet de An­dr:ade, ChuJesSdmibel:,Fnnl"'Í"C Sc:hn:ibc:, útbcl).a Sol!-Jlo. StWU, Anni• Stuic:l:y, Jkrt>ert \\'Jcll.lbet· gt'J.

Standard y no standard es un título que adquiere su sentido a partir de Ja polémica introducid a en el psicoanálisi,5 por la ense-

.. ña¡Íz.a de Jacques Lacan. La cuestión que plantea es Ja del Otro, la IP A,. de la que e~e ,la oposición de sus ténninos. En efecto, es ia' IP Á ·qµien, por ·hatler promovido un.a· reglamentación standard suscepÜblé a sus ojos de identificar .al psicoanálisis, creyó poder a,q.0jk.r ·fu.era d~l ~po del psicoanálisis, co~o dis.idente, no ~tand<)Iq, Ja p¡-áctjca misma de Jacques Lacan.. Sm em!Jary;o, ~ca.n ht~íf p~do de u~. retorno a Freud,· o se.a de. una e.:o.genc.i.a de pr¡.tjpo:ua.· La cuest.Jon, refon:pulada en los ttrn:1nos del conuen.zo ciqu ense.f¡anz.a., se vuel-ve: freuqiano o no freudiano.

. ·· · ~Qµ~ e~. !.o f¡u~ está e. !l jµeg()? Algo ese~ciaL Se trata nada '.l1 e-/ µqs · g~e q~ ~efin:ir las cond.icio~es requend.as para que un. psi~o­:i.pá.lisis se.a un pSicoarullisis. O dicho de otro modo, ¡,en que reSide ei'~ct~r ~ítfco de una práci.ia?. Primera respµesta, incuestio­n'aClii.: ei eje ·ae un psicoanálisis es el procedimiento freudiano. Ahora bien, ocur.~ que el procedimiento inventado por Freud h.a~e surgir Ul)a d~a: el analizan te tiene su "regJ~n-

~' e! ~º· rJ ~rimero 110 deja de saber Jo que tiene que hace:r, puesto que la asociación libre es Ja exigencia, podemos de­cir,. standard, que define su t.m>.a.. Nada semejante ex.de del lado del analista. '

Cieriarnente, ~deñne su ~can un.término, inle.rp.re­!4ció!1, 1'0T el que~ Jlre-scribe .una finalid.ad,-e1 <l~framien19, el cu.al se 012.one .a las dós finalidades mayores dei damlnio, ·~r· nar y educar. Esto nada dice, sin embargo, sabre cóm..Q.J:f~¡¡;r es~ función·ihterpT'!taCfóILDe hecho, .la _~n sabre Jo que debe regm 1a intervrnción del ~ta se plantea de inmediato pa· ra Jos psicoanalistas, quedando bien claro que.si a la aso5!fcj6Q se la lla.ma libni.-la ir\t..e:r.¡:¡.te.tación no Jo ·es. Tiene en la tran erenél~ siIT'"'condiciones, pes!:.' a 1IeJar a"'CiíméC1óñ del an"'ilisti Jos momen· tos, el numero, los tér:m.inos y el campo de sus intervenciones, en donde la as.o_ciación, en cambio, no deja .al anal.iz.antc elección níngÚna y Jo d.~a. El ¿cómo hacer?'queda a .cargo sJel ifüilis· ta, pues no hay regla funda.menta] que se Jo diga.

Hay pues, iriCTipto en el procedimiento freudiano, una ~ entre el sabe.r y el analista en cuanto a 1a.s finalidades y efectiviu.· ción de ~ intervención. Esta hiancia prepara en el núcleo del dispositivo a.n.alfüco el luga.r de la impostura virtual. La enseñanza de Lacan no cesó d: rodearla y de refonnularla y, desde los co­mienzos, los an.alisU.s testimoniaron queJa sufriin. En este punto, la historia lo mue.stn, ·ubicaron primero el modelo --solución indi­vidual- y luego e! standard -soJÜ'ción institucional-. Es decir, que a falta de un saber cuándo o cómo-hacer, se esforzaron por hacer-como; corno Freud al principio·, segUn-Ío testimonian sus pri­merosaIScípulos; después, como 1a.s reglas inrtituíla.s lo prescri· ben para cada uno, Juego de haberlo prescripta para su di.dacta.

La can barre ese como-Jos-otros, y su pretensión de suplir la garan· tía que Wta, con un: simples hábitos. Se. une en esto a Freud, quien no evocaba ja.má.s su técnica sin cuidarse de ale.rtar contra ia imi· tatjón, precisando que no .h.aciª de ella una ~egla. ¿Se trata de Ja J?llefta abierta a una J.Jr!flL~sin reglas? Pregunta .mal planteada que la ensefi.anza de Lacan nos permite corregir,· la verdadera es ~be~,r J11lJ~ca.. La pregunta no es stind.Mds o ifó stanaardS,, sino validaao~ o no. · '.

Lacan responde a las preguntas plantcad.2..s por la práctica ana· litic2 a partir de.Jos fund.afnentos mismos de·.l,a experiencia en rela· cíón a las t1.L1Jes los hábito.s y pIT.siones de grupo c.arecen de peso, aunque no de efectos. Así en. su práctica modifica, ~n efecto, el

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tie!Qpo de las sesiQD.eS, .pero en función de un punto '.de doctrina es:nc:i.al. T.am bién mantiene, -por ejc:rnplo,11 reth de .acomr aJ pa­ciente. · P.or . .q ut? Fre.u d h justifica -vagam entt" :coro o I.a vO!ibl e ~ la asocia'ción. J..aw. h funda, <le:sde el µrincipio rle ~ :t:nsefimza, en su distinción del otro imaginario, el -semejante, del Qtro de la pahbra, 21 que el nchuo del can a can dera.é.l .carnpo lfbre. Así como agrega a las reglas establecidas la de fu enrrevístas prelimina· res, y modilici. aquellas otras, preYias, que orp.n.ii.an los controles. Aban~onad.a, mantenida, promovida o modificada, en la ensefianu de Gca.n una regla ~e ju2ga por sus fundamentos y en función de las ful a li da d es de..la...t:z.P-t,rim cia. .

D,esde entonus., toda rcg.lamcntación heterczénea 2 la experien­cia Sl: revela como lo que es: .irrisión de su legalidad.. Los $Und.ards deben metli:rse ·en relación a Jo que funda al ·psicoanálisis mismo.

E.LNAClMIENTO DE LOS STANDARDS

n uonno 11 o.i.nru Recordemos, en primer Jugar, .algunos hechos y f eclu.s en cuan-

11:> -¿ h genesis de los stand.ards. En el ron~ de Budapest de 1918, F.u:w:!.. en su intervención

Los C1lmiJwJ de Ja 1 erapia psi coanali'tlcn, preveía la a p licadón del psicoanálisis a las ln.aw populares. En 1920, Eitingto11 convence a la a.sOciación berlinesa de la necesidad de fundar, en Berlín, una policlínica pan el tratamiento psicoanalítico de las enfc:rniedades nerviosas. Esperaba dar cuerpo, de ~se modo y luego de la efímera expt:rienciá de Fcrencz.i en Budapcst, a la preYisi6n de Freud..

. E proyecto tcn}>tutico de la .Clínica se puso i punto rápida­mente: un analista conruhor examina .y distnouye las demandu. La sesión dura ·de tres cuartos a unl! hora, tres o cuatro veces por seman.a. El intento de reducir las ses.iones a media hora no fue con­cluyente; runbién la tentativa de 11cortu h dur.lción de)os má· . lisis fracasó, y l.a solúción adoptada fue la de l,os :~njlisis traer ci~S.:': alc.anlldO el objetivo teraptu?~º el~ se:suwen­dla, pero el paciente podía retomarlo s JUigaba tnSUfiClente su mcjorTi. . . . . .

iañíelamentt, pan responder a csu extensl6n del ps<CO<lnáhsis y df:ldc la apenun de la Clínica, se planteó el prciyecto de .f.ru!nu a los analistas de la segund2 gcneracion. Procedl:mlc:ntos unif orrp.e:s de formación adquirie~ f~ e.a.si dcfinitivi des.de 1924. Se los ciió como modelos :i u comunidad analíti~ y son, tillo C$en-

101· :::2..

ria~ los :que se .mwtienen'·ham nuestros días.. Así, Eit:ington fue el -verduiero promotnr -tic ]os :standards. En 'C:SC t:onte.xto dos cu~ones .se :b.abian Jlreséntado frontalmente: ~justada .e~ en funqón de las urgenciaslera~tic:as y contra Ja ·opinión de Freud la f~j1Ci6n analítica -se subordina ah iUédica, y queda.adñiliti.~ tracia por la institución que a su vez ctea a tii:l efecto la comisión

. de ensefi.aru:.a.:'l..a iorm;<cióp es tripartita: didáctico, ensefiánz.á, control En sus tres .caras está sometida a autorización, y está re· glamentada y controlad.a en lo que: h.ace .ª su orden, su 'd~ción, · su ritmo y sus :agentes. · . · · .. ·

En 1925, en elcong:re30:deEad Bomburg, ~iti:ngton propone ex· -tender el proyecto y ebiborar stand.ards intcrnac:ionaJes. Para 'tal efecto, 1 piopui:sn de Rada, se nombra Urul .cmn.isión inte:maCio-. ntl Esta presentarl en 1932, en el congreso de Wiesbarlen, la.S re­&).al de a~óp y de fonnación de candidatos que seri.n prolon­pdas por 1as de Lu~ en 1934. En lo esencial, re~man ia for-m¡ berlinesa., por lo denili siempre en uso. · ... ·· , · ·~ ·

Su .interés r.odic:a pan nosotros en los seiWamientos nuevos o nuevamente acentmdos., índiceS .de 'una orientación y de pun­tos de resistencia. Retenciranos cinco de ellos:

l) La aparición de criterios de selección nuevos.. No s6lo dcberi ponerse .atención, se pff:d.s:a, en la calificación profesional, sino en la integtalidad del' ~cr, la madurez de la persona, la estabil.i­d:ad·del ego, la capac:XUd ~ insight.

Vemos aquí que la ego-psychology, como iendencia, data de la preguerra. .

2) Se insiste en el compromiso necesario y previo del candidato de no valerse de su formación antes de ~ber re.c:ioido el aval de la

.'comisión de control Setial .sin duda de que se quiere terminar con algunas veleidades i;ie indiscipliru...

3) Se admiten no rnCdicn1, pero bajo tutela: no podrán decidir el málliis, sino que recibirán sus pacientes de un mC<lico. Compro­miro, pues, con la objeción.

4) No se admitirá un candldato extranjero en un instituto sino lue.~o d: conformidod de su instituto de origen .. Se prepara ya la enugraci6n. ·

5) Por último, u comisión in1ernaciolial de: fotmaci6n tendrá el poder de autoriz.ar y supervisar los ·institutos y centros de forma­ción. Así se completa l:a cérnstrUcción de la pirámide internacional que rerá un propicu pan kl difu.si6n de un credo común, pronu­m en te erop rico 16 ¡óe-0.

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OPQSlCJON Y CRJTICAS

·Cómo f'ueron recibidas t:.s.2S regl-a.s? tncontraron dos tipos de o\:jeciones.. Por una lado, fu~ron cuestionad.asen cuanto a ::i1s fun~a.rnentos

analíticos, especiamq1te por la escue\a húngara. rer::nCZJ Y P~k criticaron, por ejemplo, la oposición cidáctico-terai:eutico. Vilma Kovacs protestara, en J 935, contra b .. rfüyunc,ión d1~cta-co~r;oL mientras que aJ margen de Jos congr::sos oíic:ales pros~"Ull"~. la discusión sobre Ja doble polaridad· del control: corno- elucma­ción de las d.ificultadr.s del analista (KonrrollalWlyse) y como aprendiz.aje técnico (A nalys,enfr.onrrolle ).. · · ·

Por el lado opµcsto, las criticas a.menea.na> fueron por corr:ple­to de otro orden y conce.mian al pode.r in~;tinicional. Los mJern· bros americanos rcchaz.aban Ja ingerencia del wm.ité intemaci~nal de formación. Esta protr.sla, ya e.x.presar\;i. en 193 6 en Ma.rien­bad culminó en la ruptura con la IP A en 1938, en el congreso de ParÍs. La asociación amr:Tica.n.1, que entonccz ere.a una comisión de standard profe:sion~les, produce en cs2. ocuión un te.."Cto de trece pág:inas sobre );¡ forrnaciÓn' c1Jyas obJjgAcione.s y rigor sobrepasan en mucho lo qur. conocían las sociedades europeas.

EU.!ODELO A.Mf.R1CA}l0

En J 949. en el con!'Teso de la reconciliació'n, en Zürich, el equi· librio de fu

1

erz.a.s se h; modific;ido. An;iérica se ha vuelto el foco de la actividad analítica, la lengua ingles.a la del psicoanálisis Y la ego­psychology es en lo suce>ivo la corrient~ dominante. La American. Psvchoarialytic Association instala su lideraigo sobre el modelo -rechazado en 1938- de la Comisión Inte¡-nacional. Los stand~d.s pennanecen iguaJes. Son aqueUos a los que._Lacan apunta expl1c1· ta y esJieci.alinente ert Variantes ~e 1.a. curo-tipo. Se ~ta del mode-

. Jo berlinés rigídiz.ado po,r los. cnt~nos de a~aptac1~~ de la e~ . pSychology, que consuman la col~SJón. del psicoan.áliSJs con l.a psi·

quiatría y la higiene mental. Testunoruo de esto .es un '.rabaJ?>en· c.i.fgado eh l 951 llamado de revisión de las prácticas emtentes en los institutos, y

1

que concluyó con la promulgación,. en 19 56, d.e lds staildátds mínimos para la formación psicoanalítica de los me· .d\cos.

El plan de forrnacfon ho sztisfizo a rndie. Es lo que revela, en i960. el Comité áe ensdianza. luego del estudio de los prog:ramas dP. u~a veintena de institutos. Se lamenta del número creciente de

104 ·-...

c.a.ndidatos inanalL-:.1bles e inaptos, de los métodos de selección ine­ficaces (fonnwmos de canrudaturas, tests psicológicos, entrevis-..as de grupo), etc.

Pero, a Jos -efectos producidos por el enfoque evaluativo y selec· tivo, la Institución no sabe responder Sino redoblando sus propios criterios. De este modo, y siempre para obtener ,\DáS objetividad, se instalarán hacia J 964 comités de selección encargados de super­visar y concluir los infonn es redactados por Jos analistas de las en­tnovim.s realizadas a un ca11didato. Se llega entonces a un fenóme­no tan a berran te corno éste: el rechazo, a veces de hasta el 90% de Jos candidatos present?.dos con· opinión favorable del anafüta. A criterios perfeccionados, ¡el candidato falta! A la luz de esto, no parece que los institutos hayan avanzado mucho desde rntonccs.

LA FALTA DE FUNDAMINTO

Ese rápido t'istaz.o histórico s11gicre algunas obscnracioncs. Vernos en primer Jugar que la preocupación por defini.r :;tu n·

dards que pennitan reglar la práctica analítica fue muy pwnto una preocupación de la comunidad internacional. Los probkma.s de );¡

formación de analistas y las cuestiones concenúentcs al tiempo en psicoanálisis estuvieron de entrada en el corazón de los deba1c,. Sorprende notar que cuarrnta años más tarde contituyen los mis­mos obstáculos puesto que es respecto de ellos que Lacan pudo aparecer como un insumiso del psicoanálisis. En todo caso, es pa· tente que. el esfuerzo de la Asociación Internacional para controlar Ja práctica analític;i tomó como palanca Ja stanc;iariz.ación de los procedimientos de fonnación. El objetivo es claro y lógico: para reglar al psicoanálisis, reglar .al analista. La institución se planteó desde el comienzo como el agente de esta regulación y como el sujeto supuesto saber las normas .

¿Cómo no observar, en la instauración de esas nonna.s, el peso de razones externas y la falta de fundamento intrínseco?

Desde el vamos las razones provenientes del campo del psi­coanálisis en extensión fueron primordiales. Así estaban prepara· dos, en 1920, para cambiar los hábitos de tiempo y para disponer una formación rapída para Uegar a más gente y más rapido. Igual­mente es el realismo, incluso el oportunismo, el que en el con· texto político de la década de pre-guerra arregla .las condióo- ~ nes de emigración posible para los anal.is;.as y sostiene el proyecto de internacionaliz.ar Ja formación. En cuanto al diálogo América/

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'Europa, es bien claro que está paunido por la relación de fuer.u instirucioruL De -2.hi la observación de la can en l 953; "Ei m:mtt­nim.iento de las Dormas cae más y más en el orbe de jos intereses del g:-i.!po, c;..1"10 se.m21li.l]es-L.a en los Estados Unidos dende ese gru­"fJO represenu UD poder. Emonces se tr.:na me;10s .:Je un sunuia'd que de un s1anding". (Var.anres .de Ja cura tipo, en Escri1os. Siglo XXI, p. 95).

füos fenómenos Sll!--gen, sin duda, de la ir.e•ritabJe ü1.mción del psicoanálisis en el mundo. Sin embargo, su conti..-1gencia histórica, junto a la falta de criterios analíticos, acenrua por contraste la no­rable ectabilidnd del modelo propuesto, así como la exigenru in­condicional a él ligada. Corno si eJ leg.cii.smo mas contingente e inene concentrase en sí la prenda misma de Ja e.xperienru. Sor­prende ver cómo lzs críticas hechas en nombre del psico:má.lisis -y por las personalidades mas eminentes en el interior mismo de la IPA (cf. Glover, citado al respecto por lacan)- no afectó los pro­cedimientos institllidos. Es de sospechar que una fonna de entrad.a tan definitiva y tan rebelde a Ja evolución debe depender de un modelo que ya estaba ahí y que está sosterúdo por poderosas razo­nes de estructura: precisamente el que Freud reconoció en la lg]e· sia y el ejército, y que hace lazo de otro modo que el psicoanálisis ( cf. SÚuación del psicoanálisis y formación del psicoanalista en J 956, en Escritos ll, p. 198). Discurso del Amo, dirá Lacan.

·~ENTREVISTAS PRELIMD'IARES

ELALGOR1Thí0 DE U TRA.NSFERD-lClA

No hav enrrada posible en el análisis sin entrevistas preliminares, decía i.a'can en J 971, en. una serie de conferencias intituladas le Savoir du psychannlyste. Histórica.-iiente, esta práctica es una inno­vación. Ciertamente, a1 comienzo ~.e un análisis, a todo analista) siempre se Je ha planteado la cuest1on d~ aceptar o no la demand.a hecha, y esui acept4ci6n siempre tuvo también .sus implicaciones diagnósticas-, es lo que Lacan forrnulab2 con un "¿a quien a~os­tamos?". Pero· de las entrevistas prelimürnres se espera otra cosa.

Las entrevistas preliminares consQ.D.U:.~D.J.Ll!lJ?.tfa.Ll~!! t.é~l}i_c¡a queresifoñde7:''en el comienzo d~I psi~áli~_Etá la t~sfe­ren da" (~.2..E.ºsi tiQ.n · du._"L@E!l!.!.~'96·,:.'surle psyc7Ui.""na~sr e de /'Eco/e, en Sci/icet, N' 1, Paris, Seuil, l 968, p. ( 8). Es preci.so par·

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4

.. -

L~ir de ~h~·: u. n'p.sicca:illui.sis es _el tnl~aio ~e-Ja transferencia, y en las entrevistas preumm:rres o que estÉ en 1uego es poner a r14 ajafla rrañ:Sfereñeia. · --- · · fatre la ;;~eja. o~e uide ::.liYio, y fa enw-ada ~n .a,Lá.Jisis, que su- \

pone el rrabaJO 211ali:!.a!:lte, non ay contmu1rud. A 1os ana1illlñTEs d.e:::1a Dí can, -rrse tr.lta de hacerlos enn-ar por la puerta, que el análi~ m sea un umbral, que haya p:rra eUos una verdadera demanda. Es­ta demanda: ¿qué_ es de lo que quieren dcsembaraz.a.rse? Un sín-toma. [ ... ] Yo trato .de que esta demanda Jos fuerce a hacer, un es-fuerzo ... Es preciso en efecto que algo empuje". (Confé.rence d Ya-le Untversit)', en Scilicet, Nº 6/7, 1975, p. 3:2). Ahora bien, sólo ej sujeto sup:.iesto al saber, como pivote de la transferenciJl., pennite. sn_ll_~~~-del-s1ntom~ una ·'defñiñaa-vercraaTra". En efecto, el sin toma -~ima±iz1rtrte-10Táñ'íeñ1Tacóncfü.:ión de incluirse en la transferencia.

Partamos del algoritmo de ia tiansferencia:

() ~ "',;:...._) _LJ- ( :·:i -~ ~~~~-s~- sq

( s S1 , Sl, ........ Sn)

donde el S, "significante de la transierencia", escribe la manifesta· ción sintomática del sujeto que el paciente presenta al analista y cuya demanda sostiene. Note.mos que le lleva est'.J manifestación a un analista cualquiera (Sq), es ct'écir reducido a su. definición de intérprete, de descifrador. la ct'ffé'c"ción misma hacia el descifra· dor, marcada por la flecha, implica una doble postulación: queda supuesto, por un lado, el ciráctei cifrado del síntoma (descifra­miento supone cifra.miento) y, por el otro, la representatividad del síntoma. Es un hecho de experiencia que el síntoma no cpnduce al análisis sino cuando cuestiona; cuando e~ese l inCoiñ]mrm15le'Cüerpo extraño Cóm'o propio y portador de un sen-1 tict'ó onscuro que lo repre$en~mo sujeto desconocido par~}Í m'rsmo. En este senüao, el srnroma es cuestionamiento del suje­m;-o;ñ'a.s b'fe°n, representante d~l sujeto barrado y no "agotadó por s~" ['SubJ.Jersz'ón ae/ sujeto y auíléclica ae? deseo, en Gri­tos!, p. 331). De este modo, por la transferencia, el síntoma es p;:_:st o en fo nn a ""(f~-pregüñr[;'~pf'egu n ta "'"Ge'/ WJ e fo, en el d óSTe

. s~s~pam1rr-:---.-.,.--- -in em argo, a transferenc:Ui así planteada es muy a menudo a

decir verdad, previa al análisis. Está ahi· desde que el síntoma 1

es

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sólo vensado como a.naliubk. Casi podría ·hablarse cie trc.Ideren­cia c;n el psicoaná.li$s. Seria preciso e\idenremente reservar ª.~u( un Jugar a los casos parti:::ulares, y sobre todo a la excepcion, Freud como inventor del psícoanáfu.is. ·

El 1

rnomento de Ja demanda de análisis ei aquel donde un particular, analista cualquiera, se substituye aJ ps:i::_oa..i:álisís en

~general. A _pmir de ahí queda aún por p~o~ª . ~sferenm y p9.nerla..a...tra.bajn.r. . · . r 1

Es preciso, en efecto, que eS!! ~.alis.ta...Yene a sostener para el L__ áñaliz.ame la función de sujeto supuesto al saber, ocum. se ~~e, qu:

el ·W-aliz.ante se n~ya equivocado de dirección y que Ja funcion este para él ya fijarl:o en otra parte. A nivel fenoménico, a menudo es el amor de .\r~nsí,tñ:ncia quien tcsfünonia esa 11 ación, pero el feñ6.. me.no de est..-udrJra -~s~rro~s üna tn.no crencia de lado del ana­lista -en el se~tido rle desplaza.mie.nto- del saber que se suponr. puede responder a Ja. p-n:gu~t~ Efe~'.º ge_histeri.Laci6n. ind~cido,c2-señala Lacan por el dJ.Sposrt.rvo anal1tJCoi.J¿I ii:ansferencia firaaa al analista es una rrans)erencia pnmanamel]tC demand.ant~: demanda al CJtro que rcsvondvEI anáfüis supone aún que de esa transferen·

Ji ci.a~:Mltil...z:li~ansfere_ncia ro~uct~o

cte'ía llarna~óll_ li~re. E.!¿1p.li~te esta en e a lS en e1.., l~uel que t.ra1i'"ii~esf~~- gue s:.~!a­

U bor~esponda a Ju.~nta del su1eto; mientras que f J~flfetc: en ~ájo. 10 que es-

cribe el algoritmo del discurso del Analista:.!:.. -J_ (Radí.ofonía Y S1 S1

r ... , . Televisión, Anagrama, pág.. 77). . ~. "D. Son. estas condiciones del análisis -transferen~ia analfti:3 (o sea ~ · . . .pregunta del sujeto), fijación de la transforencia y traba10 de Ja

· . transferencia- 12.s que dan a la.s entrevistas preliminares sus objeti-.,_ ... ~H"~"' 1 . · vos para cada ca.so. Nada que ver con la medición de una capacidad.

· Lo que es preciso subrayar, en efecto, es Ja incidencia del a.na.lis-ta en aquello que se trata de obtener. El acto.!fl~alí~cl está enj1;l,,e·

~ ~~ esa.~~JB~J.E._':1~bica ahí eji'~l1!,~=-:!'-.. c.1usai su efecto es el mipuje-al-trabajo crela transf'Crencia.·1To']300emos a;sCoñOcer,-óeS'aeer~cción 'de!amlista en cuanto a

(

. este impulso que evocaba La.can. La justa inserción del paciente en la transfrrtncia !lo es del orden de Ja aptitud. Depende, por cierto, de la posici.:'.n del suj!lO eri su relación ·con el Otro, perc no

\ está menos determinada por la respuesta dei parrenaire analist~. . 108

5

... AJ respecto, Freud está d_el lado de Lacan, contra 12 ego-psycho­logy.

ALlAN2.A TEPJJ'EUTICA Y A.NALlZABil.IDAD

Fuera del campo de la enseñ:i.nz.a de Lacan, Ja práctica de las entrevistas preliminares no tiene curso. No obstante, en 10G.as par­tes está presente el problema de lo's requisitos para entrar en análi­sis. La ego-psychoiogy ha promovido dos nociones que son la "alianza terapéutica" y "la .analizabilidad".

s·u aparición en Jos años 60 responde evidentemente a las difi· cult.ades engendradas por la práctica misma de esos ego psic6lo¡;o:;. Este tope vuelto a encontrar hace surgir la pn:gunta: ¿qué. es lo que condiciona un psicoanálisis?. Respue.stJ.: J,1 alianza ter<.peútic:i es aquello sin Jo cu.ale! análisis no es posible. ¿De qué se trata? La idea fue introducida, sin que figure el té1mino, por Stcrba, rn l 934. La expresión "al.ian.::.a te.rapeútica" fue propi1·~sta. 5egún parece por Zet:ze~ en 1956, mientras que en 1965 rrrewson prefie· re el térnúuo "alían.u de tia bajo''..

De un autor al otro hay, desde ya, rnaLl .. :. C:n,,uon )i\ apny.' en el yo ra.z.onante del pücirntt:, micntra.5 que p . .!.''. üo Stone su­po11e el grupo de funciones-evolucionadas del yo y ninguno ;;itú?. exactamente del mismo modo sus relaciones con Ja transferencia. Pero poco importan Jos matices. La c9ncepción de esta ali.an.u nece· saija reposa sobre la idea de que la-ira.nsferr.ncr.a es homogénea c0ñ 1ª vivencia patóg_ena del paciente caracteriz.adi_i"orfü·p-resencii de aspectos "regresivos". Por consiguiente, es necesario algún otro modo de relación del paciente con e:.l analista, un modo sano, des· de donde pueda ser anal.iza.da la transferencia. La alianza terapéuti-J

~~~~~~-¡ puesto fuera ~e ella ,qu.:_ podrá sede opuesto ~la-~ mrnre podrá ser reduéíii~. ' ~evidente;eñlOclOs~ estos trabajos, que~ transferencia

sino la aparición de la alianza Jo que marca la entradaeñañffiSíSy . si~abilidad ae! pacienWScirpreñtrfiiJ!! 1rivernoíl,pues,J\·

de Ta"' posición lfeüoiana, estañclo Ja transíerencia-'Ha analiza bili­dad en. relación invers.;i una de. la otra. Ja primera termina por apa· 11

recer como el obstáculo a la cura. Por el contrario, alianza y <malí- l za bilidad corren parejas.

Por lo demás. es en los mismos años 60 oue el lector <.le las tres grandes revistas americ;inas, in 1erna1ional J¿urm/ of Psyr:hr;a!Ully-

., J'o9 1:;-.:

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sis, )oW7Ull of the American Psychoarilllytic )...ssociation,.Psychoa­nalyric .. QLJIVTer/y, ve aparecer ese vocablo nuevo; "analiz.abílidad", que debe su promoción a los muy serios trabajos del "Kris Sn.idy Group" .de Nueva York. dirigido por Loewenstcin, pero cuyo éxi­to se debe sobre todo a la preocupación por .restringir las aplicacio­nes del psicoanáfu:is y por producir un esquema de selección que permitiese extraer el mejor candidato que hubiera. .

El ruonamiento es el siguiente: el paciente, en anilisis, enfrenta uru situación particuJ.a.r, sin duda, pero que se inscribe en uru. serie de experiencia5 precedentemente encontradas. La anal.iubilidad pone a prueba la capacidad de su yo para enfrentarlai. La bio~fía del paciente permite "Calcular cómo las tomará. El acento pnmor­dial ya no está puesto sobre el wish inconsciente, sino sobre el will de un ''querer ser analizado" propio del yo autónomo.

Asi tanto en la analiz.abilidad como en la alianz.a terapéutica, se trata ~empre del yo autónomo como condición del psicoanálisis.· Al mismo tiempo se supone que el análisis depende de una aptitud, de un talento pre.vio personal del analiz.ante y cuyo diagnóstico in· mediato debería pennitir plantear el pronóstico de una experiencia todavía por hacer. En la entrada del p~coanáli.sis está, en10nces, no la transferencia, sino el yo fuera de transferencia, a partir de donde el psicoanáfuis podrá desplegarse como lo que bier. pode­mos llamar un trabajo contra la transferencia. Un signo positivo sin embargo: no sólo esta analiz.abilidad parece inasible a los mismos autores, reducida a criterios ridículos o problemáticos, sino que además parece que lo· analiuble se hiciese cada ve.i más raro .. ¿No poci..--ian estas perpleji_dades conducir al abrupto "en el comienzo del psicoanilis.is esti Ja-transferencia" de l.acan?

Podría ser el retomo de ellos a Freud.

FREUD CON LACAN

que es al hacer entrar al paciente en esa suposición que-se Je hace entrar en Ja regla 1

En .Úl Jniciatión del rrar.amiento, Freud evoca una técnie<J que k es nueva, el Jltratamiento de-ensayo", muy p~o en su inspi· ración a las entre~s prelíñ{m;;s ·Y que.acentúa, en .todo caso, la idea de las condkiones prenas.\H~ndrernos de esto dos precisio­nL

.Una concierne a lo que debe esperarse del paciente: que se ape-~dice 'Freud;a sum!ill_a. . . .

La otra apunta a la posición del .analista mismo. Precisa Freud al respecto que durante el tratam.ief!tO de ensayo no comenÍ:aní ios decires del paciente "más que lo indispensable para la continua­ción del relato". A menudo volverá sobre esta id~ de que las "pri· meras comunicaciones" no deben hacerse antes de que' se haya es­tablecido una poderosa transferenciJl..

Subrayemos, en primer lugar, que F~~bica las con...dicio~es de entrada en la cura en relación tan solo a la cuestión de la tran..s­f erenciA. En segundo lugar , podemos reconocer cJaraIIlente distin­gUIC!:a.s la. necesidad de ·ia· fijación de la transfe.renciJl. (apego al mé­dico) y la puesta a prueba del trabajo de trañs!erencia (aplicacfon de la regla). A 1ó ·que se agrega una mdlcac16n técnica •ñOThble: Fre'i:íif'di su lugar a cierto silencio del analista. Si la regla ilnplica el saber analizan te, hemos dicho, el hecho de suspender las revelacicr nes del analista ubica el saber de éste en una posición particular, casi de encqbrunie:rlto. Es un saber que ni se expone ni se man.iíies­ta, que p~rmane'cé por consiguiente sólo en reserva, digamos ... su­ouesto. · Es sorprendente. ver que f:D:..ud correlaciona el apego trari,g~gn, cial del paciente recisamente 3: ese silencio cueruonador--:crerªJ!_&­Jlsta, e mismo que can reconoc en 6crates como pan · En efecto, algunos -textos de Freud, escalonados desde Esnuiios

sobre la Histeria liaita los textos agrupados en el volumen Técnica . psicoanalltica, ncisºdañ una idea sobre lo que éste _exigía en la en­trada de una cura:· Eñ·:jPueden analizar los 3.gos ?, evoca el "acuer-

-'l óo"b función del analista como ~jeJ.o_supJ..!t~ al saber. Es co-rrecto, entonces: Freud con I:acan.. · .

do del paciente" y l.a~"preparac16n ª. ra cura" qu~ a_punta a '_'hacer· le aceptar la regla fundamenul haciendole perctbll ~más <(::" d¡-lo que dif_e". ¿Nor es esto acaso plantear, o:p/JcUamrnte. que Ja regla fundameriul-.implica que se supone un s.a ber al .analu..ante cuya manifestad6n: se e'Spe:n por el sesgo de la asociación libre, y

110

lDS CONTROLES

Los controles existen desde que hay analistai. Parecen incluso haber precedido la creación del termino, si nos atenemos a los pri-meros psicoanalistas que rodearon a Freud. ·

Se trata de una práctica que l.acan nunca cue.stion6 y cuya ne· ccsidad subray6 incluso. Lo que discute su ensel'ianz.a, por el con­trario, es Ja función institucional_ del control, tal como fue codif1·

J 1 l

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cada· por Ja lPA. AJ cambiar Jos modqs de habilitación, Lacan cam­bió tambien el Jugar y.Ja fun::ión del control

ELC01'ITROL Y LA INSTmJOON

· Ese cambio tiene como pivote su: "El· analisra no se autoriza sino de si' mismo" . . ''.EJ tinii:o orincipio cierto.a plantear. cice. Lican, y tanto más

cuanto oúe h~ sido desconocí.do, es que el ¡:;sicoónálisis se constitu­.ye com¿ (ljd;íctico por el querer del sujeto, el cual debe estar ad­vertido de que el análisis .cuestio!la.ní ese q~er~r, e~ la ;;;.ed1da misma de )a aproximación del deseo que encuore . (No re aa;oznre al Acre de fondarion. en AmwniJc de l'ECF, p. 74). Al poner .este principio e;: !2 bse ce !a fundació11 de su Escuela,· en l 964, .Lacan pone en el cenuo oel probkma de Ja formación del analista la cuestión misma de su deseo. Su nrolongación !n un· querer -qu~ puede ser el de volvene analista-· no de.pende sino de una sola for­mación; la que Laca.n escribe así: "El p~icoanálisi§.. didáctico" (De nuestros antecedentes, en Escriros /, p. J 0); .:ica Ja coma, en inciso, borra la dicotomia habirnalmente recibida entre psicoaná.lISEperso-naJYP:'1coan!í1~:~Ef~~\fao. ~E~-<l~~lr:B~eJi~Tu_s_üw9ºñ-ii~~s. no debe m, 'ñopcdr'JJl. ser, el ag~.nte que:_ in~ti!,1!2'~-~LE~coana~.

LlJqffe n.9._~ .. deci~a instguci~~ntl_e_~~-_d_:,~a­rantíiir!i'1ormación. So!;imentt destiln.a su_J2unt.Q~j.ica~~.n. Uña vez que Lacan·recoñoció y planteó que en su acto el analista, si es analista no se autoriza de nim:ún Otro, extrajo las consecuen­cias: le qued'a a la institución g.an~ tizar el analista "que haya he­cho sus pruebas". G.arantía pues, pero retroactiva, y no cauci?n anticipada, como es el ca.so de los candidatos cuando son selecc10-ñados a la entrada del psicoanálisis O del control.

Al no ser la condición obligada de una habilitación, el control se une al campo del psicoanálisis en intención del que Ja formación

del analista depende. Se encuentra, a partir de entonces, p~o~nda­mente modificado. Para hacerlo valer, planteemos a propos1to del control cuatro simples preguntas, tarifo alás practicas,standards co­rno a la Escuela que Lacan creó en J 964 y volvió a lanz.ar para una contraexperiencia en 1981: ¿para qué, para quién, cuándo y có-mo? ·

Un vistaz.o a los dpcumentos contemporáneos de Ja IP A, espe­cialmente a un informe prese.nt.ado en 1981 al IXprecong:resoso­bre eí didáctico por Anne-Marie Sandler, ·á propósito de la Seleé·

l J2

... .:.i.ón V función del amilista dicúícrico en Europa, prueba, d.e ser nec~ri::i, Ja.s const.:inci.as del fenómeno y pese aJgunas ligeras va­r..antes en ei tiempo y de un .instituto .a otro. L:is institutos euro­peos, por ejerr.pl;, piden dos o tres controles, mientras que los ~orteamericanos piden cuatro. No obstante, .en todas part~s los controles son oblig.a.torios, en tod2s partes estan sometidos a ~uto­rización, y taro bién en todas partes el control, garantizado por el comité didáctico del instituto, es un didacta.. \

Las respuestas, por consiguieme, son simples. ¿Para qué el con- · troJ?. Para la habilitación (se agrega a veces, pero :.;ub!cidiariamente, ') una finaEdad de garantía para el paciente). ¿Quién Ya al co;1trol? .. ~ Un candidato al reconocimiento analítico. ¿Cuándo?. Cuando está autorizado a recibir sus primeros pacientes.. ¿Cómó? Con un con-trol reconocido por y según las normas (duración, frecuencia, nu­mero de casos) propios de su instituto. De modo que el control es a la ve.z ojo de la institución y baby-sitter de un an.úisr.a bajo vigi· lancia.

LA RE.SPON SAB !LID A.O DE LA ESCUELA

El trastocamiento ope.r.ido por Lacan es completo y sus linea­mientos se encuentran en el Acte de f ondation de la Escuela y en su Note a.djoinre.

En primer Jugar, el control no es obligatorio. Li. institución no Jo impone. a.sí como tampoco establece lista de controles ni lista de didacta'.'s. Es decir que el sujeto pide un control se¡rún su parecer, y al ~ta de su eleccióilor el contrano, ~-o6li~ción=pués por cierto hay una obliia.ción- es para la Escuela. Obligación de responder a la demanda de éontfOJ "desde eLgi,ini~ilZ..Q_l_!n todos los casos", dice Lacan (Acre ae FoncúifiOn, p. 72), lo que qtÚere aecusin condiciones previas de antigüedad en la carrera analizante y sin exclusiones_ La raz6n de esto es que l'._l_~ontro!, si no está impuesto, "se impone" (Note adjointe, p. 75). Se impone, porque es un hecho que "el psicoanálisis tiene efectos sobre to9.a práctica del sujeto comprometido con él". Corresponde, entonces, a una Escuela, el deber de asegurar "un control calificado" (y no calificante.) a todo sujeto cuya practica supong..a transferencia. ya sea institucional o privada. y en cualquier fasc. que esté de su cur-50.

Una demanda de control, entonces, sj es verdadera. n()_~recha­z.:i. ~ero su practica se adapta a la _posición delfüeiª:~J.rijla}l.QgI?.s preestablecid_9s. Porque hay una necesidad de control la responsa-~--

J 13

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. -bilidad de la Escuela no ~s rechazar las demandas si.no aceptar~: Un.a única limitación debe sefi.alarse evidentemente, la responsabili dad oe la Escuela es correlativa de la seriedad del compromiso del suie~o en la e~eriencia, y, sobr~ este pum o, Ja opinión evenrual d~l analist4 puede s!r deterrn..Jna.11te. . . . ·

¡,Por qué el control!. Por ue el contro.l .es un dl.!:. os1t1vo com­piementano e o C'.lJ'a, donde ~ar anal:ti.camenre_ Jos efectos de la -eioifüñéiaañifíbca;-ao1erto a cua.lqmera que ~e. düan(:io-10-de'ñiand¡pór el hecho de estar sujeto a las mfluencias de sus efectbs. ·Qué reiación oueda entonces entre el control fun­dado en una ne~esidad interna

0

de la :práctica analítica Y la garantía institucional'! Una relación de hecho, sólo eventutl c;;anto se tra­ta de discernir que un anali.sU "ha hecho sus prue~a,.s , el c~ntrol fftTede sin duda dar fe en ese sentido, pero de manera no obligada, y sólo entre otros tesiirnon.ios..

LA PRACTJCA DEL CONTROL

No es abusivo suponer que más illá de las particularidades indivi· dua.les las finalidades institucionales orientan su práctica. . p~ los analistas de la IPA el control tiene objetivos de aprendi·

z.aje. Se habla de "diagnóstiéo edu.ca~i~~al", de "psic::ianalisi:as educadores", de "aliaru.a de aprendizaje . Se plantean m~olubl~s problemas de objetividad y de criterios pues se prete.nd~ u:stru}f, ayudar, eYa)uar, observar. El control está centrado.pnontaru.me~· te en la produccion y evaluación de una competencia. . .· · No obstante, se_ le impone a todos que la supuesta comp~ten.c1a no deia de estar relacionada con el análisis del analista. El tenmno anáfuh de control propuesto por Eitington ya Jo implicaba. Se~enta años después, si tomamós como referencia la E~cyclopedw of Psychoanalysis de Ludwig Eidelberg de 1981, esta idea no ha c~· b. d s distinguen "los errores que resulun de la falta de expenen-

13 o. e . . d 1 can cia de los causados por los problemas incon50entes prop1?s e .. -didato" porlos "puntos ciegos" que dependen de su propio análim.

El co,ntrol se presenta entonces como un lugar de prue?a de los limites de la cura que repercuten sobre la prá.ctica del a~~futa. farn repercusión es generalmente enfocada a partir de 1~ ~oc1on ~e con­tra transferencia. Subrayemos empero que los teoncos de. la ego­psychokigy distinguen uno de sus motores com,_o pertenec~ente al re . tro de la identiiicaci6n al pacient.e. Esto s~suenen, por ejemplo, D~d H. Sachs y Stanley G. Shapiro, referencia tomada de autores tan diferentes como Searles y Arlow. Se desemboca de este modo

l !4

en 1" id ea de un control que completati la tare;i del ~nálisis, y que e~ a 12 vez i.ndícacior y corrector de identif:w.c:ones. H.zy en es\<: ptmtü un;; ccherenci;, de l~ c.iccüii;:i: a un 2..."1álisi.!: que open con· w:-a la m.nsierenci.2 lt: n:sponde el e~fuen.o pan reducir la contra­t:ansíeiencia ,del analista. Un a.Mlisi.s que se propone como fm la identificación al yo autónomo del analista se complementa con Ja idea de un aprendiz de psicoanalista aún embarai.ado por identifi­caciones aJ analizante.

CONTROLAR LA POS1Cl0NJ)EL SUJETO

Para nosotros el problema se pl.ante.1 de manera harto diferente. Un psicoanálisis supone fa transferencia cuya estructura despejó

l.acan en el postulado del sujeto supuesto al saber. Mediante la transferencia un sujeto es supuesto .al saber, él mismo supuesto como pudiendo responder por el síntoma en el cual se presenta, en la entrad.a de cada cura, la pregunta del sujeto. Pero; entre anali­unte y analista existe lo que Lean llama "divergencia" de.suposi­ción, porque el analista no comparte el póstulado anafu.a.nte al que, empero, .sostiene. Así llegamos a la posi~íón paradójica del qu.e podemos llamar anal.isU control.ante que recurre a un control Viene a h.ablar sobre su práctica de analista_ En tanto es el que de-

, manda y habla en el control está en posición de analizante; analizan­te ya particular, sin duda, porque su regla no es decirlo todo sino, al contrario, focalizas ms comentarios.. En el polo opuesto, en tanto analiru, en su acto, se supone que no puede zafarse del postulado de la transferencia.. :Esto es lo que quiere decir efectivamente: "El analista sólo se autoriza de sí :rr..i.s:mo". No hay sujeto supuesto al saber del acto. El analista no opera a partir de un saber, aun cuán­do el inconsciente d saber, y aun cuando hay un saber del analis-

ta.. '• ¿Cuál puede ser, a partir d_e este punto, la transferencia que sor

tiene el trabajo del analista controlante? Una sola respuesta es po­sible: la transferencia a secas. No hay otra; y "J1o hay transferencia de la transferencia" (Reseñas de enseñanza. El acto psicoana/itico. Erl. Hacia el 3er. Encuentro del C.F., pág. 58 ), dice Lacan. Es decir, que tanto en el control como en el análisis se apunta al sujeto y a que éste se ponga a trabajar. Entre los pocos textos en que l.acan evot4 el contra~ nos detendremos en dos. El primero en Función y campo de la palabra y el lenguaje, donde Lacan plantt<l. una equi-

'valencia entre la pos.ición del control y la del analista. El segundo,

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de 196 7 en el Discurso a In EFP, donde Laun evoca el "encausa­miento"' rlel sujeto: "Es diferente controlar un "caso": un sujeto (yo subrayo) que su acto supera, lo cual no es nac.12, pero que, si supera su acto, crea la incap.acidad que vernos prosp~ra.r en eljardín de Jos psicoanalistas" (Discurso q ir.EFP en .Sc;Jicer n' 2/3, p. 14)

ProponF;amos lo siguiente> el control 2:-.,.:.:.n al:?. posición del SU·

jeto en relación a su acto, más que al acta mismo que, sin duda, .es· tá en juego, pero que tanto el control como el controlado solo pueden b.a1..er constar... D~ués de la destitución, al fin.al de la cum, del ,sujcw supuesto i1 saber del sintoma,qui.z.á íalta .aún deo­títuir el sujt'.to supuesto al sabe.r del ac(.o, para ql!e el analim pue· da hacerse causá de la división del suj~to. En ese C<!SO Ja finalidad del control es ¡:stricr..amente homogénea a· \a ciel análisis. Funda· mentalmrntc, no es ni tran.s:rnisión de saber rJ estimación de dones individuales, $:ino el .Jug:ar donde, dad O el caso, los efectos sobre el sujeto rie esa pnir,tica que requiere el acto, lugr_.r donde es puesto a prueba lo que podemos JJamar, en una primera apr~~uación, su capacidad sUbjetiva de so::;teller ~se acto, pero, a cond.ic1on de agre· g:ar de inmediato que esa capacidad es producida por el análisis mismo, v sujeta por ende a lo qu'e Laca.11 llama "una corrección del desw d~l psicoanalisT.a (ibid.) por el análisis. Así control Y cura es­tán anudados. Esto nada pr..:scribe. en Jo tocante a los enunciados del sujeto controla.nl:e, refiéi anse o no estos a su paciente, porque, al ig:u..<\.I que en el análisis se apunta al sujeto en su enunciación.

LA DURACION DE LAS SESIONES

La IP A incluyó los factores de tiempo en los datos standa.rd del contrato analítico. Con el correr del tiempo, los reglamentó cada vei más. Al fülal son fijad.as no sólo la duración de las sesiones, si­no también 'tratándose del didáctico, su ritmo, Y la duración de las curas. La o~ción consiste por ende en sustraer a-la evaluación y so­bre todo a la intervención del analista el tiempo; postUla, i.mplici· ta.mente, entre anaLil.ante y analista un tiempo standard para el tr.l· bajo de Ja transferencia, y se autojustilica vagamente en nombre de las garantías que el paciente tiene dere.cho a esperar.

P'J..J.-a LaC2.I1, los dr.beres del analista -que ciertamente ex.isten­pri.ncipalmente el de estar ahí, deben defi.n.i.rse en función de las fi­nalidades de la exv!riencia y cie sus fundamentos.

1¡6

NO.S!N·EL·TIEMPO

EJ punto de partida es el siguiente: torna.r nota. de lo que Ja ex. periencia fieuciiana testimorúa, a saber que hablar tiene efectos so­bre el que habla y principal.men!~·sobre su sinlomll. A partir de allí Lacan produce su: "El inconciente está estnictunido como un len· guaje". Lo simbólico es lo que "estructura y limita" ei campo psi· coanalitico .. Ahora bien, él lo señala: ''volver a traer la experiencia analítica a la p:?..labra y al lenguaje como a stcs furidamento¡, es algo que in terc.:sa su técruca".(Función y campo de Ja poZahra y dd leng11a­.je, en Es~ritos J, p. 108). Lacuestióndeladuracióndelasse.síones, dev~nida problema CTllcial de polémica, se aborda desde allí, ya

.en Función y wmpo de la palabra y el lenguaje, rlonde l.acan preci­sa en una nota de 1·9ó6: "Piedra de desecho o pkdra angular, nues­ua fuerz.a es no haber cedido sobre este. punto." (ibid. p. 132).

Ha)' que partir del sujeto involucrado en el psicoanálisis. Lacan lo distinguió de entrada del viviente. Es Jo que del viYiente se pro-,. duce como· efecto de la palabra en el campo del lenguaje. Ahora bien, ese sujeto, decir que necesita tiempo para manifestarse es in­suficiente. Más bien hay que decir que ese .sujeto no es sin el tiem­po. Un tiempo que Lacan califica primero de "subjetivo" para oponrrlo al tiempo espaciali.z.ado cronométrico del reloj y·al tíem· po rítmico de la tension instintiva del viviente. Ese no-filn-el-tiempo signifi~ que el sujeto como efecto de lenguaje e$, por esencia., temporal. El sujeto que se .. concluye de Ja palabra implica el efeéto de tiempo. Efecto intrínseco, (cf. en este punto el tiempo lógico), que debe distinguirse del tiempo De';;es.ario a todo proceso y, por ejemplo, del tiempo necesario para desplegar las articulaciones de un silogismo, que sigue siendo heterógeneo. a los elementos de_la deducción y por ende ajeno a Ja conclusión, pero necesario.lEl tiempo es pues in.heren te a la dialéctica del sujeto)A partir de aquí, Jos problemas del tiempo en análisis son estrictamente co-extensi· vos a lo que Laca.n pudo'IJ.amar Ja.s "rietarnorfosis" del ~jeto en el proceso de la cura. Es de,.."ir, quedi?s problemas de duración no pueden reglarse ni a priori rú desde el exterio:)

. T!D(!'(J R.... "VER5 rv o

Segundo asunto: ese tiempo interno al sujeto Lacan lo situó como un tiempo detmn.inado por Ja e.structu.ra.. Dió d.rver¡tl.5 fór­m u Las de eSJ estruc~ración a lo largo del tiempo, y habría, indl.i·

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dablemenre, diferencias a señalar entre Ja temporalidad de la pala~ bra intersubjetiva situada en Función y campo de la palabra y del Jenguaie y la temporal.idad que en Posición del inconsciente se re­tiere a la alienación signific.:inte del sujeto.

Reten¡;amos tan sólo Ja ~esis fundamenta.!: el tiempo del sujeto hablante es la ''retroacdói• del significante en ru eficacitl" (Posi­ción del inconscien re; en E::,uitos JI, Siglo XXJ, p.37 5 )que regla sus fenómeno~ Es ella la que causa ese ''tiempo reversivo" (ibid., 375) que da cuenta tanto de los fenómenos de aprercoup como de ía sobredeterminación, y que suspende al sujeto entre esa anticipación y esa retroacción, cuya fórmula gramatical no.s brin<'.la el futuro anterior (él habrá sido y que encuentra su definición y su grafo en el punto de almohadillado).

AhoJ4 bien, ese tiempo entraña un momento privilegiado, el de la escansión que, cual una puntuación, rarifica o t.arnbien de.S"plaza, suspende el almohadillado del efecto de signifiCJción. La escansión precipita el momento de concluir y decide el sentido. Es pues . homogen~ a la interpretllción e incumbe al analista, en tanto de él se espera una respuesta.. Es en.Fl.lilción y campo de. L:i palabra y del lengua¡'e donde Lacan explicitó más esta relación entre la inciden· cía d~ analista en el tiempo del sujeto y la duración de las sesio­nes: "Es una puntuación afonunada, la que da sentido al discurso del sujeto. Por eso la suspensión.de. la sesión de Ja que la técrúca actual hace un alto puramente cronométrico, y como tal indiferen· te a la trama del discurso, desempeña en él un papel de escansión que tiene todo el vaJor de una .intei:ven~ión par. preci_rit~r los m o­mentos concluyentes. Y esto implica liberar a ese tennmo de su marco rutinario para someterlo a todas las finalidades útiles de la técnica." (ibid).

Sin duda, ulteriormente, Lacan modificará la idea de que el suje­to pueru encontrar su consistencia en una palabra plena: pero en la medida en que la experiencia de la cura pone en jue¡!D en todos los casos la dialéctica del sujeto hablan te que s~ his1oriza retroac· tivamente;el tiempo, lejos de fonnar parte de lo que los analist:is llaman el "encuadre''. fonna parte del proceso mismo, y la inci­dencia del analista en ese proceso es siempre corr~lativa de un efecto de tiempo, que s6lo puede jui.garse en fun¡:ión de b d'ialéc· tica en la aue interviene. Esto excluye, tanto pmi la sesión como para la ~.Ja curación standard, definida a priori.

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EL TR.AJlAJO DEL INCONSqENTE

Es necesario empero un paso más para fundar la sesión llamadn --.. corta 11 de Ja cual, sin ero bargo, Lacan nunca hizo uria noi=-rna. s~ la

ob]W.', en general, en nombre del tiempo que necesitaria el .incons· ciente. No se.trata de igualarlos, si se toma en cuenta lo siguiente: el inconsciente no tiene !lo,rarios y, tra.baj?dor.ide.al, trabaja perfec· tarnen te bien sin respiro\La sesión debe situarse pór ende como un tíem¡:io de registro, tiempo de "recepci6n élel producto de ese tra· bajo') La,,elahora0ón es remitida fuera d~~· ~~!'.' · ciónydqu1ere se.nudo ~;~:/orno "sanción' del producto anali· z.ante y es experunenta a · lSJilO c·om~ · Un comentario en este punto: esta respuesta-del analista sin la cuaJ, digamoslo, sin la cUA! la palabra del sujeto no es, ¿por qué ha· cerla coincidir con la fmal.i.zación de Ja sesión'! ¿Por qué una res· puesta actuada en Jukar de una r.espuest.a soiamente vocalizada? Subrayemos que respecto a este punto Lacan sefialó también que el tiempo depende también de lq re.al. Ya Jo fonnula en Función y campo de in palabra y de/lenguaje, texto':·donde. sin embargo, .el tiempo parece estar mas reabsorbidó por el registro siro bólico de! sujeto. La función del tiempo 'está allí, junto cbn la"abstencióri" del analista, situado como conjunción "de Jo simbóüco y lo real" (ibíd. l 26-127), estl conjunción da fe de que 1a transierencia, como Freud lo señaló, no es simple repetición del pasado, sino que incluye lo que Lacan llama entonces "un factor de realidad", si­tuado, de entrada, del lado del analista.

LA PULS.ACJON

Esto nos lleva a situar Ja cuestión de la duración de las scsiu· nes en relación a aquello que en']a experiencia no es simbólico, SÍ·

no real. A ese elemento otro que lo simbólico, que configura la gravitación de la dialéctica del ·sujeto y donde .se concentran su ser y su goce, Lacan le dió un nombre: objeto a. Debe verse en él lo que Lacan mismo designó como su invención propia, realiz.ada a partir de un nuevo examen, no del concepto de inconsciente sino del concepto de pulsión (cf. al respecto el Seminario XI).

El suje10 tlefinido primero como lo que el significante representa pani otro signiíicame, aunque no esté destinado a nin[Una relacíbn

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~C~l Cd-cic)J_

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;exual no ca;~ce emperc de panenaire, panenairt a-sexual, '.'des­pri;ndido" éel cuerpo de! vivien:e poi .b CJprur.:: si~ficante. De 2qui en más !a remporalicad d~ la tr .. Ider~ncia se aclara de mane-n diferenre. ·

Sin dud~. die~ Lacan:··~¡ sésam0 del inconsci·.r:ce es ¡¿ne: eíecto de p;dJb~."l. d se¡ estrucru;;: de lenpiaje, pero :x.ig.e que el analista s:: deten;:_a· en su modo de derre. füanci~; pal;:iit.acién, un2 alter­nancia d; succió;i si2uicodo ciert:!s incicaciones de rreud, esto es aquello ·de io que 1~:11:r10s que dar cuenta" (fbid., las itálicas so.n nllCSCT;Js).

Hav aoui un hecho: d ti~mpo "revcrsivo" del sujeto que se vuel­ve a ~nc~ntrar en loda exo~rienciA de oiscurso se coordina en la exp~.ríencia de transfrrenci~ con una "pul!X1ción" de cierre y aper· rura. de la aue no da cuenta par si sola la "retroacción significan­le" .. La ezpdrd que c:su11crJra }a relación de lr~sferencia, par diri .. g:irse al saber, no deja de mar gobernada por una búsqueda del ser, del ser perdido por el viviente sexuado que habla." La espera del advenimiento de ese ser en relación con Jo que designarnos corno el de.sw del ar.alista.[ ... ], ta.! es el resane verdadera y último de lo que constituye la transferencia. Por eso la transferencia r.s una rela­ción esencialmente Ligada aJ tiempo•.¡ a su manejo" (las itálicas son nuesrras) (Po.sición del ir.consciente., Ese.ritos JI, p. 380). ·

LA FVNC!ON DE LA PR.lSA

A partir de este punto, las elaboraciones de Lacan se desarroUa­rán cada vez más en el sentido de indicar que es· el objeto, que vuelve siempre al mismo Jugar en la truisferencia y en el fantasma, a la vrz condensador de goce y causa de deseo, el que brinda la c!av~ de esa e· pera. El tiempo lógico no tiene; desde entonces, má!: "en-si" que ese objeto (Radiofonía y televisión, Anagrama, p. 46)

. que preside el encuentra fallido de la repetición y "tetiz.¡¡ la función de la prisa" (Seminario XX. A un, Piidós, p. 63). Ahora bien, en to­dos los casos Ja temporalidad de rus emergencias es la del instante, instante casi de fracrura en la duración del eneadeIU1T1iento de las signifi~n\es. Se concibe 2.SÍ que la úÍtima forma producida par La· can en io que se reriere al analista en el lug:ar de objeto se acomode a una· sesión puntual casi reducida al instant~ dan de encuentro y separación se conjug.a.n.

i.Pr~coniuremos entone~¡ In sesión corta? Debe señalarse que

1 :;o

Laca;i nunc2 Jo iiiz.o, aunque la misma es coherent~ con su ense­ñar,,z.a. ;Je rnz.;i~¡_ generzl, L;c;;n nunca fonnu!ó preceptos té::ni­cos para uso d!l analista. No retrocedió empero ante algunas ím;:i~· rativcs, hab;e;ido ademas retornac!o a menudc el propu~sto par Freud. Pe;o, si s: siguen las fórrnulzs .en su enseñanza, desde, por ejemplo, su: "h;i:.- qui: romar e! deseo a la kuo." (Dirección de la curo, Escritos!,¡:. 251) se ver.í que 11-'>misrnas óe refieren siempre a los únicas "dqecílos de un fin primera" (Dd Trieb de Freud y del deseo del f:;icoar.;i/isra, Escri:os l!. p. 389). ·

La tecnica no S! enseña allí donde el acta impone Ja falla del su- · jeto supuesto al s.!ber )'supone la eti::a.

Traducción: J. C. TNDART

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