ripley en pleligro

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Highsmith, Patricia - _Tom Ripley-5_-Ripley en peligro.docPatricia HighsmithRipley en peligroTtulo de la edicin original: Ripley Under WaterTraduccin: Isabel NezPortada: Julio VivasIlustracin de ngel JovPrimera edicin: enero 1992 Segunda edicin: febrero 1992 Tercera edicin: marzo 1992 Patricia Highsmith, 1991 Editorial Anagrama, 1992, BarcelonaISBN: 84-339-1161-9Depsito Legal: B. 9692-1992HYPERLINK \l "_Toc79568851" 13HYPERLINK \l "_Toc79568852" 28HYPERLINK \l "_Toc79568853" 314HYPERLINK \l "_Toc79568854" 421HYPERLINK \l "_Toc79568855" 532HYPERLINK \l "_Toc79568856" 643HYPERLINK \l "_Toc79568857" 750HYPERLINK \l "_Toc79568858" 861HYPERLINK \l "_Toc79568859" 969HYPERLINK \l "_Toc79568860" 1076HYPERLINK \l "_Toc79568861" 1184HYPERLINK \l "_Toc79568862" 1292HYPERLINK \l "_Toc79568863" 13101HYPERLINK \l "_Toc79568864" 14108HYPERLINK \l "_Toc79568865" 15117HYPERLINK \l "_Toc79568866" 16122HYPERLINK \l "_Toc79568867" 17126HYPERLINK \l "_Toc79568868" 18134HYPERLINK \l "_Toc79568869" 19139HYPERLINK \l "_Toc79568870" 20149HYPERLINK \l "_Toc79568871" 21154HYPERLINK \l "_Toc79568872" 22162HYPERLINK \l "_Toc79568873" 23170HYPERLINK \l "_Toc79568874" 24177HYPERLINK \l "_Toc79568875" 25184A los muertos y heridos de la Intifada, a los kurdos, a todos aquellos que luchan contra la opresin en cualquier parte del mundo, y que se levantan no slo para ser tenidos en cuenta, sino para ser fusilados. 1Tom estaba de pie en el bar de Georges y Marie, con una taza de caf casi vaca en la mano. Ya haba pagado, y los dos paquetes de Marlboro de Heloise le abultaban en el bolsillo de la chaqueta. Estaba observando una mquina de juegos, situada en el rincn, en la que haba gente jugando. La pantalla mostraba la silueta de un motorista que se precipitaba hacia el fondo, y a cada lado de la carretera unas vallas que se desplazaban hacia adelante producan una ilusin de velocidad. El jugador manipulaba un volante semicircular, y haca que el motociclista virase para adelantar a un coche ms lento, o saltara como un caballo para esquivar una valla que haba aparecido de pronto en plena carretera. Si el motorista (el jugador) no saltaba a tiempo, se produca un impacto silencioso, apareca una estrella negra y dorada para indicar el choque, el motociclista quedaba eliminado y se terminaba el juego. Tom haba observado aquel juego muchas veces (que l supiera, era el ms popular de todos los que haban adquirido Georges y Marie), pero nunca haba jugado. No saba por qu, pero prefera no hacerlo. Non, non! Desde detrs de la barra, la voz de Marie se alz sobre el barullo habitual discutiendo la opinin de algn cliente, probablemente poltica. Su marido y ella eran de izquierdas de toda la vida. Ecoutez, Mitterrand... A Tom se le ocurri que, a pesar de eso, a Georges y Marie no les gustaba la invasin de norteafricanos emigrados a su pas. Eh, Marie! Deux pastis! Era la voz del gordo Georges, con un delantal blanco lleno de manchas sobre la camisa y los pantalones, sirviendo las pocas mesas donde la gente beba y a veces coma patatas fritas empaquetadas y huevos duros. La mquina de discos tocaba un viejo cha-cha-ch. Una silenciosa estrella negra y dorada! Los espectadores protestaron con simpata. Muerto. Todo se haba acabado. La pantalla hizo centellear su mudo y obsesivo mensaje: INSERTE MONEDAS INSERTE MONEDAS INSERTE MONEDAS, y el trabajador, obediente, hurg en un bolsillo de sus vaqueros, introdujo ms monedas y el juego volvi a empezar, con el motorista otra vez en forma, avanzando dispuesto a todo, esquivando con soltura un cilindro que apareca en su camino, saltando limpiamente la primera barrera. El que manejaba los controles estaba decidido, dispuesto a hacer avanzar a su hombre. Tom pensaba ahora en Heloise, en su viaje a Marruecos. Ella quera ver Tnger, Casablanca, quiz Marrakech. Y Tom haba aceptado ir con ella. Despus de todo, tampoco era uno de aquellos viajes suyos de aventuras que requeran visitas al hospital para vacunarse antes de salir, y, como marido, le corresponda acompaarla en algunas de sus excursiones. Heloise tena dos o tres proyectos al ao, pero no siempre los realizaba. Ahora Tom no estaba de humor para unas vacaciones. Era principios de agosto, en Marruecos hara ms calor que nunca, y a Tom le gustaban sus peonas y sus dalias en aquella poca del ao. Le gustaba cortar dos o tres cada da y ponerlas en la sala. Tom estaba muy apegado a su jardn y casi haba llegado a apreciar a Henri, el mozo que le ayudaba con los trabajos ms pesados, un gigante en cuestin de fuerza, aunque no fuera el hombre idneo para las tareas del jardn. Adems estaba la Extraa Pareja, como Tom haba empezado a llamarles para s. No estaba seguro de que estuvieran casados y, naturalmente, eso no importaba. Senta que rondaban por la zona y que tenan los ojos puestos en l. Quiz fueran inofensivos, pero quin saba? Tom se haba fijado en ellos haca cosa de un mes en Fontainebleau, una tarde en que Heloise y l iban de compras. Un hombre y una mujer que parecan americanos, de unos treinta y tantos aos, iban andando hacia ellos, observndoles con aquella mirada que Tom conoca muy bien, como si supieran quin era l, y quiz incluso conocieran su nombre, Tom Ripley. Haba visto la misma mirada en algn que otro aeropuerto, aunque rara vez y no en los ltimos tiempos. Poda ser porque su foto haba salido en los peridicos, pero estaba seguro de que haca aos que no sala en ninguno. Desde el asunto Murchison, y aquello haba sido haca unos cinco aos. La sangre de Murchison an manchaba el suelo del stano de Tom, y cuando alguien lo adverta, Tom deca que era una mancha de vino. La verdad es que era una mezcla de sangre y vino, record Tom, porque Murchison haba sido golpeado en la cabeza con una botella de vino. Una botella de Margaux empuada por Tom. La Extraa Pareja. El motorista hizo Bum. Tom se dio la vuelta y llev su taza vaca hacia el mostrador del bar. El hombre de la Extraa Pareja tena el pelo negro y liso y llevaba gafas de montura redonda; la mujer, el pelo castao claro, una cara delgada y los ojos grises o castaos. Era el hombre el que le miraba, con una sonrisa vaga y vaca. Tom senta que tal vez hubiera visto antes a aquel hombre, en Heathrow o en Roissy, con aquella actitud de conozco tu cara. No era nada hostil, pero a Tom no le gustaba. Luego Tom les haba visto un medioda, paseando despacio en su coche por la calle principal de Villeperce, cuando l volva de la panadera con una flte (deba de ser el da libre de Madame Anette, o quiz estaba ocupada), y de nuevo Tom le haba sorprendido mirndole. Villeperce era un pueblecito, a unos kilmetros de Fontainebleau. Por qu haba ido all la Extraa Pareja? Marie, con su gran sonrisa de labios rojos, y Georges, con su cabeza casi calva, estaban detrs de la barra cuando Tom dej la taza y el platillo. Merci et bonne nuit. Marie... Georges! exclam Tom, y sonri. Bonsoir, M'sieur Repel! grit Georges agitando una mano mientras con la otra serva un Calvados. Merci, M'sieur, bientt! le grit Marie. Tom estaba ya casi en la puerta cuando entr el hombre de la Extraa Pareja, con sus gafas redondas y todo lo dems, aparentemente solo. Seor Ripley sus rosados labios sonrean otra vez, buenas tardes. Buenas tardes dijo Tom, dirigindose a la salida. Oiga, mi mujer y yo..., puedo invitarle a tomar algo? Gracias, pero ya me iba. Quiz otro da. Hemos alquilado una casa en Villeperce. Hacia all. Seal vagamente hacia el norte, y su sonrisa se hizo ms amplia, revelando una perfecta dentadura. Parece que vamos a ser vecinos. Dos personas que entraban tropezaron con Tom, que tuvo que retroceder hacia el interior del bar. Me llamo Pritchard. David. Estoy estudiando en el centro acadmico de Fontainebleau, el INSEAD. Seguro que lo conoce. De todas formas, mi casa es una blanca, de dos pisos, con un pequeo estanque. Nos enamoramos de ella precisamente por el estanque, los reflejos en el techo..., el agua... Ahog una risita. Ya dijo Tom, intentando no ser desagradable. Ahora ya haba traspasado la puerta. Le llamar. Mi mujer se llama Janice. Tom consigui asentir y se oblig a sonrer. S. Muy bien. Cuando quiera. Buenas noches. No hay muchos americanos por aqu! exclam el decidido David Pritchard tras l. Al seor Pritchard le costara mucho encontrar su nmero, pens Tom, porque Heloise y l se las haban arreglado para que no figurase en la gua. Aquel David Pritchard, que era casi tan alto como Tom y un poco ms gordo, estpido en apariencia, tena pinta de crear problemas, pens Tom mientras se diriga hacia la casa. Funcionario de algn tipo de polica? Investigaba antiguos expedientes? Un detective privado de... de quin, realmente? A Tom no se le ocurra ningn posible enemigo en activo. Falso era la palabra que le sugera David Pritchard: sonrisa falsa, falsas buenas intenciones, quiz incluso una falsa historia sobre lo de los estudios en el INSEAD. Aquella institucin educativa de Fontainebleau poda ser una tapadera, de hecho, era algo tan evidente que Tom pens que quiz Pritchard s estudiara algo all. O quiz no fueran marido y mujer, sino un par de agentes de la CIA. Para qu podan buscarle en Estados Unidos?, se pregunt Tom. Por lo de los impuestos. No, aquello estaba todo en orden. Murchison? No, aquello estaba resuelto. O haban abandonado el caso. Murchison y su cadver haban desaparecido. Dickie Greenleaf? Era difcil. Si hasta Christopher Greenleaf, el primo de Dickie, le escriba a Tom amistosas postales de vez en cuando. El ao anterior desde Alice Springs, por ejemplo. Christopher era ahora ingeniero civil, casado, y trabajaba en Rochester, Nueva York, record Tom. Al final se llevaba bien hasta con el padre de Dickie, Herbert. Al menos, intercambiaban felicitaciones de Navidad. Cuando se acercaba al gran rbol que haba frente a Belle Ombre, un rbol cuyas ramas se inclinaban ligeramente hacia la carretera, empez a animarse. No tena por qu preocuparse. Abri una de las grandes puertas justo lo suficiente como para deslizarse dentro, luego la cerr tan suave y silenciosamente como pudo, y volvi a poner el candado y el largo cerrojo. Reeves Minot. Tom se par en seco y los zapatos se deslizaron por la grava del jardn. Haba otro trabajo ilegal de Reeves en perspectiva. Reeves haba llamado haca unos das. Tom siempre se prometa que no iba a hacer ninguno ms, y luego acababa aceptando. Era porque disfrutaba conociendo gente nueva? Tom se ri de un modo breve y casi inaudible, y luego sigui andando hacia la puerta principal con su paso habitual, tan suave que apenas rozaba la grava. La luz de la sala estaba encendida y la puerta principal abierta, tal como la haba dejado Tom haca cuarenta y cinco minutos. Tom entr y cerr la puerta tras l. Heloise estaba sentada en el sof, absorta en una revista. Probablemente un artculo sobre frica del Norte, pens Tom. Hola, chri, ha llamado Reeves dijo Heloise levantando la vista, echando hacia atrs su rubia cabellera con un movimiento de la cabeza. Tom, me has...? S. Cgelo! Sonriendo, Tom le tir el primer paquete rojo y blanco, y luego el segundo. Ella cogi el primero, y el segundo le dio en la blusa azul. Ha metido la pata Reeves? Una plancha? Rpassant? Planchando? Buegelnd? Oh, Tome, djalo ya! dijo Heloise, y encendi el mechero. En el fondo le gustaban sus juegos de palabras, pens Tom, aunque nunca lo deca, y apenas se permita sonrer. Volver a llamar, pero no s si esta noche. Alguien..., bueno... Tom se detuvo porque Reeves nunca entraba en detalles con Heloise, y Heloise demostraba desinters, e incluso aburrimiento, hacia las cosas de Tom y Reeves. As era ms seguro: cuanto menos supiera ella, mejor. Tom supona que eso era lo que pensaba Heloise. Y quin iba a discutrselo? Tome, maana iremos a comprar los billetes para Marruecos, de acuerdo? Haba arrebujado sus pies desnudos en el sof de seda amarilla como una confortable gatita, y ahora le miraba serena, con sus ojos color lavanda plido. Sss. De acuerdo. Record que se lo haba prometido. Primero iremos en avin a Tnger. Oui, chri, y seguiremos desde all. A Casablanca, por supuesto. Por supuesto repiti Tom. Muy bien, querida, maana compraremos los billetes... en Fontainebleau. Siempre iba a la misma agencia de viajes, y ya conoca a los empleados. Dudaba, pero al fin se decidi a decirlo. Querida, te acuerdas de la pareja... aquella pareja con pinta de americanos que vimos un da en Fontainebleau, en la acera? Venan andando hacia nosotros y luego yo te dije que l nos estaba mirando. Un hombre moreno, con gafas... Creo que s. Por qu? Tom pens que ella s se acordaba. Porque l me ha abordado en el bar. Tom se desabroch la chaqueta y hundi las manos en los bolsillos de los pantalones. No se haba sentado. No me gusta nada. Recuerdo a la mujer que iba con l, con el pelo ms claro. Americanos, no? Al menos l, s. Pues han alquilado una casa aqu en Villeperce. Te acuerdas de la casa donde...? Vraiment? En Villeperce? Oui, ma chre! La casa con el estanque de agua que se refleja en el techo de la sala, sabes? Heloise y l se haban maravillado ante las formas danzantes que el agua describa con su reflejo en el techo blanco. S. Recuerdo la casa, de dos pisos, con una chimenea no muy bonita. No muy lejos de la de los Grais, verdad? Alguien que iba con nosotros pensaba comprarla. S. Exacto. Un conocido de un conocido americano, que buscaba una casa de campo no muy lejos de Pars, les haba pedido a Tom y Heloise que le acompaaran a ver un par de casas por el vecindario. No haba comprado nada, al menos no en Villeperce. Aquello haba sido haca ms de un ao. Bueno, pues el hombre moreno de las gafas intenta ser amistoso conmigo o con nosotros, y a m no me apetece. Slo porque hablamos ingls o americano, ja!... Parece que hace algo en el INSEAD, aquel centro que hay cerca de Fontainebleau aadi Tom. Primero, cmo sabe mi nombre y por qu le intereso? Para no parecer demasiado preocupado, Tom se sent tranquilamente. Desde su silla vea a Heloise frente a l, con la mesita de t entre los dos. Se llaman David y Janice Pritchard. Si consiguen llamar, seremos educados, pero les diremos que estamos muy ocupados. De acuerdo, cario? Claro, Tome. Y si tienen el valor de presentarse aqu, no les dejaremos pasar. Avisar a Madame Annette y ya est. El claro ceo de Heloise se volvi pensativo. Qu pasa con ellos? La simplicidad de la pregunta hizo sonrer a Tom. Tengo un presentimiento. Tom titube. No sola hablarle a Heloise de sus intuiciones, pero en aquel caso poda protegerla hacindolo. No me parecen normales. Baj los ojos hacia la moqueta. Qu era normal? No podra haber contestado esa pregunta. Me da la sensacin de que no estn casados. Y qu? Tom se ri y cogi el paquete azul de Gitanes de la mesita. Luego encendi uno con el mechero Dunhill de Heloise. Tienes razn. Pero por qu me vigilan?.. No te lo he dicho, pero creo que recuerdo al mismo hombre, incluso a la misma pareja, mirndome en algn aeropuerto no hace mucho. No, no me lo has dicho dijo Heloise, con aire seguro. No digo que sea importante, pero sugiero que si intentan acercarse, seamos educados... y distantes. De acuerdo? S, Tome. El sonri. Antes que ellos, ha habido ms gente que no nos gustaba. No es grave. Tom se levant, rode la mesita y ayud a Heloise a levantarse con la mano que ella le tenda. La abraz, cerr los ojos y disfrut de la fragancia de su pelo, de su piel. Te quiero. Quiero mantenerte a salvo. Ella se ri y aflojaron su abrazo. Belle Ombre parece muy seguro. No pondrn los pies aqu. 2 Al da siguiente. Tom y Heloise fueron a Fontainebleau a comprar los billetes. Al final eran de la Royal Air Maroc, aunque ellos los haban pedido de Air France. Las dos compaas estn muy relacionadas dijo la joven, una nueva empleada de la agencia de viajes. El Hotel Minzah, habitacin doble, tres noches, verdad? Hotel Minzah, correcto dijo Tom en francs. Podan quedarse uno o dos das ms si lo pasaban bien. Tom estaba seguro. Decan que el Minzah era el mejor hotel de Tnger. Heloise haba ido a una tienda cercana a comprar champ. Durante el largo rato que la chica tard en rellenar los billetes, Tom se descubri mirando hacia la puerta, y se dio cuenta de que estaba pensando vagamente en David Pritchard. Pero tampoco esperaba que apareciese por all. Acaso no estaran los Pritchard ocupados instalndose en su casa recin alquilada? Ha estado antes en Marruecos, Monsieur Ripley? le pregunt la chica, mirndole sonriente mientras meta el billete en un sobre grande. Qu le importaba?, pens Tom. Y le sonri cortsmente. No. Pero me apetece ir. La vuelta abierta. As, si se enamora del pas, puede quedarse ms tiempo. Le tendi el sobre con el segundo billete. Tom ya haba firmado un cheque. Muy bien. Gracias, Mademoiselle!Bon voyage! Merci! Tom avanz hacia la puerta, que estaba flanqueada por dos paredes de coloridos carteles. Tahit, mar azul, un barquito de vela, y all s!, el cartel que siempre le haca sonrer: era Phuket, una isla de Thailandia, record, y levant la vista para mirarlo. La fotografa mostraba un mar azul, una playa amarilla, una palmera inclinada hacia el agua, encorvada por aos y aos de viento. Ni un alma a la vista. Ha tenido un mal da, un mal ao? Venga a Phuket! Tom pens que aqul poda ser un buen reclamo que sedujera a mucha gente para sus vacaciones. Heloise le haba dicho que le esperara en la tienda, as que Tom se dirigi a la izquierda por la acera. La tienda estaba al otro lado de la iglesia de St. Pierre. Y all Tom tuvo el impulso de soltar una maldicin, pero se mordi la lengua, frente a l, acercndose, estaba David Pritchard con su... concubina? Tom los vio primero, a travs del creciente nmero de peatones (era medioda, hora de comer), pero al cabo de unos segundos la Extraa Pareja le haba localizado. Tom mir a otra parte, justo enfrente, y sinti tener todava en la mano izquierda el sobre con su billete de avin. Se daran cuenta los Pritchard? Se acercaran a Belle Ombre y exploraran el terreno desde el camino, una vez se hubieran cerciorado de que Tom iba a estar ausente durante un tiempo? O quiz se estaba preocupando demasiado, de un modo absurdo. Recorri los ltimos metros que le separaban de las ventanas teidas de oro de Mon Luxe. Antes de entrar se detuvo y mir hacia atrs, para ver si la pareja le observaba o incluso se diriga a la agencia de viajes. Ninguna de las dos cosas le hubiera sorprendido, pens. Vio los anchos hombros de Pritchard con su blazer azul justo por encima del gento. Vio su nuca. Aparentemente, la Extraa Pareja iba a pasar de largo la agencia de viajes. Tom entr en la perfumada atmsfera de Mon Luxe, donde Heloise estaba hablando con una conocida. Tom no recordaba su nombre. Hola, Tome! Te acuerdas de Franoise? Amiga de los Berthelin. No se acordaba, pero fingi que s. Tampoco tena importancia. Heloise ya haba hecho sus compras. Salieron, despus de un au revoir a Franoise, de quien Heloise dijo que estaba estudiando en Pars, y que tambin conoca a los Grais. Antoine y Agns Grais eran unos vecinos y viejos amigos, que vivan en la zona norte de Villeperce. Pareces preocupado, mon cher dijo Heloise. Todo ha ido bien con los billetes? Eso creo. El hotel confirmado dijo Tom, palmendose el bolsillo izquierdo de la chaqueta. Comemos en l'Aigle Noir? Ah... oui! dijo Heloise, complacida. Claro. Era lo que haban planeado. A Tom le gustaba orla decir claro con su acento, y haba dejado de corregirla. Comieron en la terraza, al sol. Los camareros y el maitre les conocan, saban que a Heloise le gustaba el Blanc de Blancs, el filete de lenguado, comer al sol, y quiz una ensalada de endivias. Hablaron de cosas agradables: el verano, los bolsos de cuero marroques. Quiz una jarra de bronce o de cobre? Por qu no? Un paseo en camello? Tom sinti vrtigo. Lo haba hecho alguna vez, o haba sido un elefante en un zoo? Balancearse de pronto a unos metros por encima del suelo (donde seguramente aterrizara si perda el equilibrio) no era de su gusto. A las mujeres les gustaba. Seran masoquistas? Qu sentido tena? Estara relacionado con dar a luz y una estoica tolerancia del dolor? Tom se mordi el labio. Ests nervioso, Tome coment Heloise nerviosa. No dijo Tom enfticamente. Y se oblig a aparentar calma durante el resto de la comida y de camino hacia casa. Iban a salir haca Tnger al cabo de dos semanas. Un joven llamado Pascal, un amigo de Henri, el mozo, ira con ellos en el coche hasta el aeropuerto y luego lo dejara en Villeperce. No era la primera vez que Pascal se encargaba de hacerlo. Tom se llev una azada al jardn, pero tambin arranc algunas malas hierbas a mano. Se haba puesto unos Levi's y unos zapatos de cuero impermeable que le gustaban mucho. Meti los hierbajos en una bolsa de plstico destinada al compost, y emprendi el camino hacia la casa. Madame Annette le llam desde las puertaventanas de la terraza trasera. M'sieur Tome! Telphone, s'il vous plat! Merci. Mientras andaba cerr las tijeras y las dej en la terraza. Cogi el telfono en el recibidor de la planta baja. S? Hola, soy... Eres Tom? pregunt una voz que sonaba muy joven. S. Llamo desde Washington, D.C. Hubo un sonido burbujeante, como proveniente de debajo del agua. Soy... Quin llama? pregunt Tom, sin poder or nada. No cuelgue. Coger otro telfono. Madame Annete estaba pasando el aspirador en el comedor, lo bastante lejos como para no estorbar una conversacin de telfono normal, pero aqulla no era una llamada normal. Tom subi a su habitacin. Hola, ya estoy aqu. Soy Dickie Greenleaf dijo la voz del joven. Te acuerdas de m? Risita ahogada. Tom tuvo el impulso de colgar, pero el impulso no dur mucho. S. Y dnde ests? En Washington D.C., ya te lo he dicho. Ahora la voz tena un tono de falsete. El impostor exageraba con el tono, pens Tom. Era un homosexual o una mujer? Qu interesante. De turista? Bueno..., despus de mi experiencia debajo del agua, como quiz recordars, no estoy en muy buena forma fsica para hacer turismo. Una risa falsa. Me... me... Hubo cierta confusin, casi un corte, un chasquido, pero la voz continu: Me encontraron y resucitaron, como puedes ver. Ja, ja. Vuelven los viejos tiempos, eh, Tom? Oh, s, claro replic Tom. Ahora estoy en una silla de ruedas dijo la voz. Es irreparable. Otra vez hubo ruidos en la lnea, un chasquido, como si cayeran unas tijeras o algo ms grande. La silla ha chocado? pregunt Tom. Ja, ja! Una pausa. No, deca continu la voz adolescente con calma, daos irreparables en el sistema nervioso. Ah, ya dijo Tom cortsmente. Me alegra volverte a or. S dnde vives dijo aquella voz juvenil, subiendo la nota en la ltima palabra. Ya me lo imagino, has llamado a mi casa dijo Tom. Te deseo una saludable y pronta recuperacin. Eso espero! Adis, Tom. El interlocutor colg bruscamente, tal vez para ahogar una carcajada irresistible. Bueno, bueno, pens Tom, advirtiendo que el corazn le lata ms deprisa de lo habitual. Por la rabia? La sorpresa? No era de miedo, pens. Le rondaba la idea de que aquella voz poda ser la de la compaera femenina de David Pritchard. Quin poda ser si no? De momento, no se le ocurra Nolle ms. Qu jugarreta tan repugnante y horrible. Un enfermo mental, pens Tom, el tpico de siempre. Pero quin? Y por qu? Le haban llamado realmente desde ultramar o lo haban fingido? Tom no estaba seguro. Dickie Greenleaf. El principio de sus problemas, pens Tom. El primer hombre que haba matado, y el nico que senta haber matado, el nico crimen del que se arrepenta. Dickie Greenleaf, un americano prspero (para aquellos tiempos), que viva en Mongibello, en la costa oeste de Italia. Se haba hecho amigo suyo, le haba demostrado su hospitalidad, y Tom le haba respetado y admirado, de hecho, quiz demasiado. Dickie se haba vuelto contra l y a Tom le haba dolido. Y sin planearlo mucho, una tarde en la que iban solos en un bote, Tom haba levantado un remo y le haba matado. Muerto? Desde luego Dickie llevaba muerto todos aquellos aos! Tom haba atado una piedra enorme al cuerpo de Dickie y lo haba arrojado fuera de la barca. Se haba hundido y... bueno, si en todos aquellos aos no haba aparecido, por qu iba a aparecer ahora? Frunciendo el ceo, Tom avanz despacio por su habitacin, mirando la alfombra. Senta unas ligeras nuseas, y respir hondo. No, Dickie Greenleaf haba muerto (adems, aquella voz tampoco era como la de Dickie). Durante un tiempo Tom se haba vestido con la ropa y los zapatos de Dickie, haba usado su pasaporte, pero incluso aquello se haba acabado pronto. El informal testamento de Dickie, escrito por Tom, haba pasado una minuciosa inspeccin. Por lo tanto, quin tena la osada de volver a sacar a relucir el asunto? Quin saba o a quin le importaba lo bastante como para investigar su antigua relacin con Dickie Greenleaf? Tom tuvo que rendirse a la nusea. Cada vez que pensaba que se iba a poner enfermo, no poda reprimirse. Ya le haba pasado antes. Levant la tapa del water y se inclin. Por suerte, apenas vomit un poco de lquido, aunque el estmago le doli durante unos segundos. Tir de la cadena, y se lav los dientes en el lavabo. Hijos de puta, fueran quienes fueran, pens Tom. Tena la sensacin de que haba dos personas al otro lado del hilo, uno hablando y el otro escuchando, y eso explicaba las risitas. Baj las escaleras y encontr a Madame Annette en la sala, llevando un jarrn de dalias al que deba de haberle cambiado el agua. Ella sec la base del jarrn con un trapo y luego lo deposit sobre la repisa. Estar fuera media hora, Madame le dijo Tom, en francs. Por si llama alguien. S, Monsieur Tome contest ella, y sigui con sus cosas. Madame Annette llevaba varios aos con Tom y Heloise. Tena su propio dormitorio con bao, en el ala izquierda de Belle Ombre, as como su propio aparato de televisin y de radio. La cocina tambin formaba parte de sus dominios y acceda a ella por un pequeo vestbulo desde sus cuarteles generales. Era de origen normando, de ojos azul plido y prpados cados en los extremos. Tom y Heloise le tenan afecto porque ella se lo tena a ellos o, al menos, eso pareca. Ella tena dos amigas ntimas en el pueblo, Mmes. Gnevieve y Marie-Louise, que servan en otras casas y que, en sus das libres, se turnaban para ver la televisin en casa de una u otra. Tom cogi las tijeras de la terraza y las puso en una caja de madera que guardaban en un rincn, para utensilios de jardn. Era ms cmodo dejarlas en la caja que ir andando hasta el invernadero que haba en el extremo derecho del jardn. Cogi una chaqueta de algodn del armario de la entrada y se asegur de que llevaba la cartera con el carnet de conducir, aunque slo fuera a dar una vuelta. Los franceses eran muy aficionados a los controles al azar, con polica no-local y no precisamente amable. Dnde estaba Heloise? Tal vez arriba, en su habitacin, eligiendo la ropa para el viaje. Qu suerte que Heloise no hubiera cogido el telfono cuando haban llamado aquellos tipos tan siniestros! No deba de haber odo nada, porque si no habra ido corriendo a su habitacin y se habra puesto a hacerle preguntas, desconcertada. Aunque Heloise nunca escuchaba a escondidas, y los asuntos de Tom no le interesaban. Si se daba cuenta de que una llamada era para Tom, colgaba enseguida, casi sin pensarlo. Tom saba que Heloise conoca la historia de Dickie Greenleaf y que incluso haba odo que Tom era (o haba sido) sospechoso. Pero no haba hecho ningn comentario, ninguna pregunta. La verdad era que Tom y ella no solan hablar de las dudosas actividades de Tom, ni de sus frecuentes viajes por motivos inexplicables, para no alarmar a Jacques Plisson, el padre de Heloise. Plisson tena unos laboratorios farmacuticos, y Belle Ombre dependa en parte de la generosa renta que le pasaba a Heloise, que era su nica hija. Arlene, la madre, era an ms discreta que Heloise respecto a las actividades de Tom. Era una mujer esbelta y elegante. Haca esfuerzos para ser tolerante con los jvenes y era muy aficionada a darle consejos caseros a Heloise, o a cualquiera que se le pusiera por delante, sobre el cuidado de los muebles y sobre cualquier tema relacionado con la economa y el ahorro. Todos aquellos detalles desfilaban por la mente de Tom mientras conduca moderadamente el Renault marrn hacia el centro del pueblo. Eran casi las cinco de la tarde. Tom pens que, como era viernes, Antoine Grais deba de estar en casa, aunque tampoco era seguro, porque quiz haba pasado el da en Pars. Era arquitecto, y tena dos hijos adolescentes. La casa que David Pritchard deca haber alquilado estaba bastante cerca de la casa de los Grais, as que Tom gir por una calle a la derecha. Se justific pensando que iba a saludar a los Grais. Haba atravesado la silenciosa calle mayor de Villeperce, donde estaba la oficina de correos, una carnicera, una panadera y un bar, que era todo lo que haba en Villeperce. All estaba la casa Grais, apenas visible tras una hermosa hilera de avellanos. Era una casa redonda, en forma de torren, casi totalmente cubierta de magnficos rosales trepadores. Los Grais tenan garaje y Tom vio que la puerta estaba cerrada. Eso significaba que Antoine no haba llegado an para pasar el fin de semana, y que Agns, y tal vez los dos chicos, haban salido a comprar. Desde donde estaba, Tom vea la casa blanca a travs de los rboles, era la segunda y quedaba a la izquierda de la carretera. Tom cambi a segunda. La carretera estaba asfaltada, era muy estrecha apenas caban dos coches- y estaba desierta. En la zona norte de Villeperce haba pocas casas, y ms prados que huertos. Si los Pritchard eran los que le haban llamado haca un cuarto de hora, estaran en casa, pens Tom. Poda mirar si estaban echados al sol en las hamacas, junto a la alberca, suponiendo que se viera desde la carretera. Una verde extensin de csped sin cortar se extenda entre la carretera y la casa blanca, y un camino de losas iba desde la carretera hasta los escalones que conducan al porche. Tambin haba varios escalones en la parte del porche que daba a la carretera, donde estaba el estanque. La mayor parte del terreno quedaba detrs de la casa, segn recordaba Tom. Oy una risa, la risa de una mujer, quiz mezclada con la de un hombre. Y s, venan de la zona del estanque, entre Tom y la casa, una zona casi oculta por un seto y un par de rboles. Luego vislumbr el estanque, vio centellear la luz en el agua, y tuvo la impresin de ver dos figuras all echadas en la hierba, pero no estaba seguro. Haba una figura masculina de pie, alta, con pantalones cortos rojos. Tom aceler. S, haba sido el propio David, estaba casi seguro. Conocan los Pritchard su coche, el Renault marrn? Seor Ripley! La voz le haba llegado dbil pero claramente. Tom sigui conduciendo a la misma velocidad, como si no hubiera odo nada. Qu inoportuno, pens Tom. Gir por la segunda a la izquierda y lleg a otro camino estrecho en el que haba tres o cuatro casas y huertos a un lado. Llevaba al centro del pueblo, pero Tom gir a la izquierda para ir a una calle situada a la derecha de la calle de los Grais y acercarse otra vez a la casa torren. Sigui conduciendo a poca velocidad. Vio la camioneta blanca de los Grais en el camino de entrada a la casa. No le gustaba presentarse sin haber llamado antes, pero con la noticia de los nuevos vecinos, quiz poda arriesgarse a romper la etiqueta. Cuando Tom se acerc vio que Agns Grais llevaba dos grandes bolsas de la compra que haba descargado del coche. Hola, Agns! Puedo echarte una mano? Hola, Tome! Muchas gracias! Tom cogi las dos bolsas mientras Agns sacaba algo ms de la furgoneta. Antoine haba llevado una caja de agua mineral a la cocina, y los chicos haban abierto una Coca-Cola familiar. Hola, Antoine! dijo Tom. Pasaba por aqu. Hace buen tiempo, eh? Es verdad dijo Antoine, con aquella voz de bartono que a veces haca que a Tom le pareciera que hablaba ruso en vez de francs. Llevaba pantaln corto, calcetines, zapatillas de tenis y una camiseta de un tono verde que a Tom le desagradaba especialmente. Antoine tena el pelo oscuro y ligeramente ondulado y pesaba unos kilos de ms. Qu cuentas? Poca cosa dijo Tom, dejando las bolsas en el suelo. Sylvie, la hija de los Grais, haba empezado a descargar las compras con mano experta. Tom declin el ofrecimiento de una Coca-Cola o un vaso de vino. Se imagin que Antoine pronto hara zumbar el corta cspedes, que no era elctrico sino de gasolina. Antoine era muy trabajador, nunca paraba, ni en su oficina de Pars ni all, en Villeperce. Qu tal se portan vuestros inquilinos de Cannes este verano? Tom an estaba de pie en la inmensa cocina. Los Grais tenan una villa cerca de Cannes que Tom nunca haba visto, y que alquilaban durante julio y agosto, los meses en que podan obtener mejor rendimiento. Han pagado por adelantado, y han dejado un depsito para el telfono contest Antoine, y se encogi de hombros. Yo dira que todo va bien. Sabas que tenis vecinos nuevos? le pregunt Tom, sealando con un gesto hacia la casa blanca. Una pareja de americanos, creo. O quiz ya los conocas? No s cunto tiempo llevan aqu. No-on-n dijo Antoine pensativamente. Pero no ser en la casa de al lado? No, en la siguiente. La ms grande. Ah, la que estaba en venta! O para alquilar. Me parece que la han alquilado. El se llama David Pritchard. Con su mujer. O... Americano dijo Agns meditabunda. Haba odo la ltima parte. Sin apenas pararse, puso una lechuga en el compartimiento inferior de la nevera. Los conoces? No. El... Tom decidi seguir adelante. El hombre me abord en el bar. Quiz alguien le dijo que yo era americano. Pensaba que os lo haba dicho. Tienen hijos? pregunt Antoine, bajando sus negras cejas. A Antoine le gustaba la tranquilidad. Que yo sepa no. Yo dira que no. Y hablan francs? pregunt Agns. Tom sonri. No creo. Si no lo hablaban, pens, los Grais no querran conocerles y les despreciaran. Antoine Grais quera Francia para los franceses, y le disgustaban los forasteros, aunque slo fueran de vacaciones y se limitaran a alquilar una casa. Hablaron de otras cosas, del nuevo saco de abono que Antine iba a echar aquel fin de semana. Haba llegado con un lote de cosas para el jardn que an estaba en el coche. A Antoine le iba bien su trabajo de arquitecto en Pars, y haba contratado a un ayudante que iba a empezar en septiembre. Naturalmente, Antoine no coga vacaciones en agosto, aunque tuviera que trabajar en una oficina casi vaca. Tom pens en decirles a los Grais que Heloise y l se iban a Marruecos, pero decidi no hacerlo. Por qu?, se pregunt. Haba decidido inconscientemente no ir? En cualquier caso, ya habra tiempo para llamar a los Grais e informarles, como buenos vecinos, de que Heloise y l iban a estar fuera dos o tres semanas. Cuando se despidi, despus de mutuas invitaciones a tomar una copa o un caf, Tom tuvo la sensacin de que les haba hablado a los Grais de los Pritchard sobre todo por su propia seguridad. No haba sido la llamada del fingido Dickie Greenleaf una especie de amenaza? Decididamente, s. Cuando Tom se alej en su coche, los chicos Grais, Sylvie y Edouard, estaban jugando al ftbol en el csped de delante de la casa. El chico le salud con la mano. 3 Tom lleg a Belle Ombre y se encontr a Heloise de pie en la sala, con aire inquieto. Chri, te han llamado por telfono le dijo. Quin? pregunt Tom, y sinti una desagradable oleada de miedo. Un hombre... Ha dicho que era Deckie Greenleaf... desde Washington... Washington? A Tom le preocupaba la inquietud de Heloise. Greenleaf... Es absurdo, cario. Una broma de mal gusto. Ella frunci el ceo. Pero por qu... esa broma? Heloise haba recuperado su antiguo acento. Lo sabes? Tom se irgui an ms. El era el defensor de su mujer y tambin de Belle Ombre. No. Ser una broma de... alguien. No puedo imaginarme quin. Qu te ha dicho? Primero... quera hablar contigo. Luego dijo algo... de que estaba sentado en un fauteuil roulant, una silla de ruedas? S, querida. Por un accidente contigo. En el agua... Tom sacudi la cabeza. Es una broma sdica, querida. Alguien que pretende ser Dickie, cuando Dickie se suicid... hace aos. En alguna parte. Quiz en el agua. Nolle encontr nunca su cuerpo. Ya lo s. T me lo contaste. No slo yo dijo Tom con calma. Todo el mundo. La polica. Nunca encontraron el cuerpo... Y l haba hecho testamento. Justo unas semanas antes de desaparecer, segn creo recordar. Tom se lo crea firmemente mientras lo deca, aunque hubiera escrito el testamento l mismo. Adems, no estaba conmigo. Cuando desapareci estaba en Italia, y fue hace aos... Ya lo s, Tome. Pero por qu ese... esa persona nos molesta ahora? Tom se meti las manos en los bolsillos del pantaln. Una broma de mal gusto. Alguna gente... se entretiene as, les parece emocionante, sabes? Siento que tenga nuestro nmero de telfono. Cmo era la voz? Pareca joven. Heloise escoga sus palabras cuidadosamente. Una voz no muy profunda. Americano. La comunicacin no era buena... la lnea. Entonces era realmente de Amrica... dijo Tom, sin creer lo que deca. Mais oui dijo Heloise, desapasionadamente. Tom se esforz por sonrer. Creo que es mejor olvidarlo. Si vuelve a pasar y yo estoy aqu, psame el telfono, cario. Si no estoy, intenta parecer tranquila, como si no creyeras una sola palabra. Y le cuelgas el auricular. Me entiendes? Claro dijo Heloise, como si entendiera. Slo quieren molestar a la gente. Se divierten as. Heloise se sent en su extremo favorito del sof, el que quedaba ms cerca de la acristalada puerta del jardn. Dnde estabas? Dando una vuelta en coche, por el pueblo. Tom daba aquellos paseos unas dos veces a la semana en uno de sus tres coches, casi, siempre el Renault marrn o el Mercedes rojo, y aprovechaba para hacer algo til por el camino, como llenar el depsito en una gasolinera cerca de Moret, o revisar el aire de las ruedas. He visto que Antoine haba llegado para pasar el fin de semana, y me he parado a saludarles. Estaban descargando la compra. Les he dicho lo de sus nuevos vecinos, los Pritchard. Vecinos? Estn muy cerca. A medio kilmetro, no? Tom se ri. Agns me ha preguntado si hablaban francs. Si no, quedarn excluidos de la lista de Antoine, ya sabes. Le he dicho que no lo saba. Y qu ha dicho Antoine de nuestro viaje al norte de frica? pregunt Heloise, sonriendo. Ex-tra-va-gant? se ri. Pronunciaba la palabra de una forma muy expresiva. El caso es que no se lo he dicho. Si Antoine dice algo de los gastos, le recordar que all todo es muy barato, los hoteles, por ejemplo. Tom se acerc a las puertas acristaladas que daban al jardn. Sinti deseos de pasear por su huerto, de mirar las hierbas, el triunfante y ondulado perejil, el fuerte y delicioso apio. Quiz cortara un poco de apio para la ensalada de la cena. Tome..., no vas a hacer nada con lo de la llamada? Heloise hizo un leve puchero pese a su aire determinado. Era como un nio haciendo una pregunta. A Tom no le importaba, porque tras sus palabras no estaba el cerebro de un nio, y el aire infantil se deba tambin a su pelo largo, rubio y liso que le caa sobre la frente. Qu quieres que haga? le contest. Contrselo a la polica? Sera absurdo. Heloise saba lo difcil que era que la polica se ocupara de todas las llamadas molestas u obscenas que se producan (ellos nunca haban tenido ninguna). Haba que rellenar formularios y aceptar que te colocaran un aparato de escucha que, naturalmente, escuchaba tambin todo lo dems. Tom nunca lo haba hecho, ni quera hacerla. Llaman desde Estados Unidos. Ya se cansarn. Mir las puertas entreabiertas y decidi pasar de largo y entrar en el reino de Madame Annette, la cocina, que quedaba en la esquina izquierda de la casa. Un olor a caldo vegetal le invadi la nariz. Madame Annette, con un vestido azul de lunares blancos y delantal azul oscuro, estaba poniendo algo en el fuego. Buenas noches, Madame! M'sieur Tome! Bonsoir. Cul es el segundo plato, esta noche? Oiseaux de veau..., pero no muy grandes, porque hace calor, lo ha dicho Madame. Es verdad. Huele divinamente. Y aunque haga calor, tengo mucha hambre... Madame Annette, espero que lo pase bien y se sienta libre de invitar a sus amigas cuando mi mujer y yo nos hayamos ido. Le ha dicho algo Madame Heloise? Ah, oui! De su viaje a Marruecos! Desde luego. Todo ser como siempre, M'sieur Tome. Muy bien. Pero... Tiene que invitar a Madame Gnevieve y... su otra amiga... Marie-Louise dijo Madame Annette. Si. A ver la televisin, o incluso a cenar. Pueden coger vino de la bodega. Ah, M'sieur! A cenar! dijo Madame Annette como si aquello fuera demasiado. Ya tenemos bastante con tomar el t. T y pasteles, entonces. Usted ser la seora de la casa durante unos das. A menos, claro, que prefiera pasar una semana con su hermana Marie-Odile, en Lyon... Madame Clusot... Podemos arreglarlo para que ella riegue las plantas de interior. Madame Clusot era ms joven que Madame Annette, y una vez por semana haca lo que Tom llamaba la limpieza en serio de la casa, los baos y los suelos. Oh. Madame Annette pareci considerar la idea, pero Tom intuy que prefera quedarse en- Belle Ombre en agosto, cuando los propietarios de las casas solan irse de vacaciones, dejando a las sirvientas libres, a menos que se las llevaran consigo. Creo que no, M'sieur Tome, merci quand mme. Creo que prefiero quedarme aqu. Como quiera. Tom le sonri y sali por la puerta de servicio hacia uno de los lados del jardn. Frente a l estaba el camino, apenas visible a travs de algunos perales y manzanos y de los setos bajos que crecan salvajes. Bajo aquel sendero sin pavimentar haba arrastrado una vez a Murchison en una carretilla, para enterrarle... temporalmente. Tambin por aquel camino sola aparecer algn que otro granjero conduciendo un pequeo tractor hacia la calle principal de Villeperce, o surga alguien como de la nada, con una carretilla llena de estircol de caballo o lea cortada. El camino no perteneca a Nolle. Tom se dirigi a su bien cuidada plantacin, cerca del invernadero. Haba cogido unas tijeras largas y se puso a cortar un poco de apio y una rama de perejil. Belle Ombre era tan bonito desde el jardn trasero como desde la fachada: dos esquinas redondeadas con miradores en la planta baja y en el segundo piso, para los europeos, primer piso. La piedra color rosa oscuro pareca tan impenetrable como los muros de un castillo, aunque en el exterior Belle Ombre se vea suavizado por enredaderas de hojas rojizas de Virginia, arbustos floridos, y unos pocos maceteros con plantas colocados junto a las paredes. Tom pens que tena que ponerse en contacto con Henri el Gigante antes de que se fueran. Henri no tena telfono, pero Georges y Marie le daban los recados. Viva con su madre en una casa situada en una plazuela, detrs de la calle mayor de Villeperce. Henri no era rpido ni brillante, pero posea una fuerza extraordinaria. Bueno, y adems era muy alto, al menos un metro noventa y cinco, calculaba Tom. Se dio cuenta de que haba pensado en Henri para detener un ataque real a Belle Ombre. Era ridculo! Adems, qu tipo de ataque? Y de quin? Qu hara David Pritchard durante todo el da?, se pregunt Tom mientras volva hacia las tres puertas acristaladas. Ira realmente a Fontainebleau todas las maanas? Y cundo volva? Y qu hara aquella delicada duendecilla, Janice o Janis, durante todo el da para entretenerse? Pintar? Escribir? Deba presentarse en su casa en plan de buena vecindad (a menos que pudiera conseguir su nmero de telfono, claro), con un ramo de dalias o de peonas? La idea perdi su atractivo enseguida. Seguro que eran muy aburridos. Y l mismo parecera un entrometido si lo intentaba. No, no movera un dedo, decidi Tom. Leera algo ms sobre Marruecos (o Maroc), Tnger y dondequiera que quisiera ir Heloise. Pondra sus cmaras en orden y preparara Belle Ombre por lo menos para dos semanas sin el seor ni la seora de la casa. Y eso fue lo que hizo. Se compr un par de bermudas azul marino en Fontainebleau y un par de camisas blancas de niln, de manga larga, pues ni a Heloise ni a l les gustaban las camisas de manga corta. De vez en cuando, Heloise iba a comer con sus padres a Chantilly. Siempre iba sola en el Mercedes, y Tom se imaginaba que se pasaba parte de la maana y de la tarde de compras, porque siempre volva al menos con seis bolsas llenas de cosas nuevas. Tom no iba casi nunca a la comida semanal en casa de los Plissot, pues aquellas comidas le aburran. Saba que Jacques, el padre de Heloise, simplemente le toleraba, y sospechaba que algunos de sus negocios eran turbios. Bueno, y qu negocio no lo era, sola pensar Tom. Acaso el propio Plissot no evada impuestos? Heloise haba dejado caer una vez (sin darle importancia) que su padre tena una cuenta en Luxemburgo. Tom tambin tena una, y el dinero provena de la Derwatt Art Supply, Inc., y de las ventas y reventas de cuadros y dibujos en Londres. Pero cada vez haba menos actividad, puesto que Bernard Tufts, el falsificador de Derwatts durante al menos cinco aos, haba muerto aos atrs. En cualquier caso, quin estaba totalmente libre de pecado? Desconfiaba Jacques Plissot porque no saba todo lo que hubiera querido saber sobre l?, se pregunt Tom. Si algo bueno tena Plissot era que no pareca presionar a Heloise para que tuviera un nio y le hiciera abuelo. Su madre, Arlene, tampoco lo haca. Tom haba tratado aquel tema tan delicado con Heloise. A Heloise no le volva loca tener un hijo. No es que se negara decididamente, pero tampoco suspiraba por l. Y los aos iban pasando. A Tom no le importaba. El no tena unos padres a los que sorprender con el anuncio del bendito acontecimiento: sus padres se haban ahogado en el puerto de Boston, en Massachusetts, cuando Tom era un nio, y luego le haba adoptado la ta Dottie, una vieja tacaa que tambin era de Boston. De todas formas, Tom senta que Heloise era feliz con l o, al menos, que estaba contenta, de lo contrario ya se habra quejado o se habra ido. Heloise era obstinada. Y el viejo y calvo Jacques deba de notar que su hija era feliz y que tenan una casa respetable en Villeperce. Aproximadamente una vez al ao los Plissot iban a cenar all. Las visitas que Arlene Plissot efectuaba en solitario eran ms frecuentes y muchsimo ms agradables. Tom llevaba varios das sin pensar para nada en la Extraa Pareja cuando un sbado por la maana, con el correo de las nueve y media, recibi un sobre cuadrado. Estaba escrito con una letra para l desconocida y que le desagrad nada ms verla: maysculas abultadas y crculos en vez de puntos sobre las es. Estpido y presuntuoso, pens Tom. Como estaba dirigido a Madame y Monsieur, Tom abri el sobre con curiosidad. En aquel momento, Heloise estaba arriba, bandose. Queridos seor y seora Ripley: Nos encantara que vinieran a tomar una copa con nosotros el sbado (maana). Podran venir hacia las seis? Comprendo que les hemos avisado tarde, y si no les va bien, podemos cambiar la cita para otro da. Esperamos tener la oportunidad de conocerles a los dos. Janice y David Pritchard Al dorso: plano de donde estamos. Tel. 424-6434. Tom gir el papel y ech una ojeada al plano, que era muy rudimentario, de la calle principal de Villeperce y de la otra, situada a la derecha, en la que estaban sealadas la casa de los Pritchard y la de los Grais, adems de la pequea casa vaca entre ambas. Vaya, vaya, pens Tom, y golpete la carta con los dedos. La invitacin era para aquel mismo da. Senta suficiente curiosidad como para ir, eso estaba claro cuanto ms supiera sobre un posible enemigo, mejor, pero no quera llevar a Heloise. Poda inventarse alguna excusa para ella. Entretanto tena que confirmarlo, pero pens que todava era pronto: eran slo las diez menos veinte de la maana. Abri el resto del correo, excepto un sobre dirigido a Heloise. Tom atribuy la letra a Nolle Hassler, una buena amiga de Heloise que viva en Pars. No haba nada interesante, un estado de cuentas de Manny Hanny, Nueva York, donde Tom tena una cuenta corriente, y propaganda de suscripciones de Fortune 500. Por alguna razn, alguien pensaba que Tom tena suficiente dinero como para interesarse por una revista dedicada a inversiones y valores burstiles. Tom le dejaba dicha tarea (dnde invertir) a su asesor fiscal, Pierre Solway, que tambin trabajaba para Jacques Plissot. De hecho, haba sido el propio Plissot quien se lo haba presentado. A veces, Solway tena buenas ideas. Aquel tipo de trabajo, si es que poda llamarse as, le aburra, pero a Heloise no le ocurra lo mismo (tal vez llevara en la sangre la capacidad de hacer dinero o, al menos, el inters por l), y siempre quera supervisar, junto con su padre, cada paso que daban Tom y ella. Henri el Gigante tena que llegar a las once de la maana a pesar de la confusin que tena con los das de la semana, a veces, era muy puntual. As fue aquel da y, como de costumbre, llevaba su descolorida bata azul con las anticuadas trabillas en los hombros, y su sombrero de paja de ala ancha que poda calificarse de zarrapastroso. Tena una barba castao-rojiza, que se recortaba de vez en cuando con tijeras, una forma cmoda de afeitado. Tom sola pensar que a Van Gogh le hubiera encantado como modelo. Era gracioso pensar que un retrato suyo pintado por Van Gogh se hubiera podido vender, y se hubiera vendido en la actualidad por unos treinta millones de dlares. De los cuales, Van Gogh no habra llegado a ver un cntimo, claro. Tom volvi a la realidad y empez a explicarle a Henri lo que tena que hacer durante sus dos o tres semanas de ausencia. Poda remover el abono? Para ste, Tom haba comprado una caja redonda de tela metlica, que le llegaba hasta el pecho. Tena algo menos de un metro de dimetro y una puerta que se abra sacando un pasador de metal. Mientras Tom segua a Henri hacia el invernadero, hablndole de la nueva regadera para las rosas (le escuchaba Henri?), Henri cogi una horca del interior del invernadero y empez a remover el abono. Era tan alto y tan fuerte que Tom no se atreva a interrumpirle. Henri saba cmo manejar el abono, porque entenda muy bien para qu serva. Oui, M'sieur murmuraba Henri de vez en cuando, en tono amable. Bueno, le hablaba de las rosas. De momento no hay problema. Ahora pode los laureles con las tijeras, slo para que queden ms bonitos. Henri no necesitaba la escalera, en cambio Tom tena que subirse para recortar los lados de la copa. Tom dejaba crecer la copa al estilo antiguo, recta, enderezndola con la poda para darle el aspecto de un seto convencional. Observ con envidia cmo Henri empujaba la cesta metlica con la mano izquierda, mientras con la derecha utilizaba la horca para extraer del fondo el oscuro compost, que tena un aspecto excelente. Ah, perfecto! Trs bien. Cuando Tom intent empujada, aquella cesta metlica pareca haber echado races. C'est vraiment bon confirm Henri. Tambin estaban las plantas del invernadero y algunos geranios. Necesitaran riego. Henri avanz pesadamente por el suelo de listones de madera, asintiendo. El saba dnde se guardaba la llave del invernadero, bajo una piedra que haba detrs de ste. Tom slo lo cerraba cuando Heloise y l se iban fuera. Hasta los toscos zapatos marrones de Henri parecan de la poca de Van Gogh; le llegaban por encima del tobillo y tenan unas suelas de tres centmetros de grosor. Los habra heredado?, se pregunt Tom. Aquel Henri era un anacronismo andante. Nos iremos por lo menos quince das dijo Tom. Pero Madame Annette estar aqu todo el tiempo. Unos pocos detalles ms y Tom consider que Henri ya estaba suficientemente informado. Pens que no vendra mal darle un poco de dinero, as que sac la cartera de un bolsillo trasero, y le dio dos billetes de cien francos. De momento tenga esto, Henri. Y nos mantendremos en contacto aadi. Pensaba en regresar ya a casa, pero Henri no daba seales de marcharse. Henri siempre haca lo mismo, se quedaba movindose alrededor de los setas, recogiendo una ramita cada, o apartando una piedra con el pie, hasta que al fin se largaba sin decir nada. Au revoir, Henri! Tom se volvi y se encamin hacia la casa. Cuando mir hacia atrs, Henri pareca a punto de darle otra batida al abono. Tom subi al piso de arriba, se lav las manos en su cuarto de bao y se repantig en el silln con un par de folletos de Marruecos. Las diez o doce fotografas mostraban el mosaico azul del interior de una mezquita, cinco caones alineados al borde de un acantilado, un mercado con telas a rayas de colores brillantes y una turista rubia con un diminuto bikini extendiendo una toalla rosa sobre la arena dorada. Al otro lado del folleto, el mapa de Tnger era claro y esquemtico, azul claro y azul oscuro, la playa color ocre y el puerto, un par de curvas que se extendan con aire protector hacia el Mediterrneo o el Estrecho. Tom busc la rue de la Libert, donde estaba el Hotel El Minzah. Segn el mapa, quedaba a poca distancia del Gran Zoco, el mercado. Son el telfono. Tom tena uno junto a la cama. Lo cojo yo! grit hacia las escaleras, en direccin a Heloise, que estaba practicando Schubert al clavicordio. Diga? Hola, Tom. Aqu Reeves dijo Reeves Minot. Se le oa con bastante claridad. Ests en Hamburgo? Claro. Creo..., te ha dicho Heloise que he llamado? S. Todo va bien? S, s dijo Reeves, con un tono sereno y tranquilizador. Slo que... Me gustara enviarte una cosa. Es pequeo como un casete. De hecho... Es un casete, pens Tom. Y no es explosivo continu Reeves. Si puedes quedrtela unos cinco das y luego enviarlo a la direccin que ponga dentro del sobre... Tom titube un tanto molesto, sabiendo que estaba obligado, porque Reeves le haca favores cuando l lo necesitaba, un pasaporte nuevo para alguien, refugio por una noche en su gran apartamento... Reeves haca los favores deprisa y sin pedir nada a cambio. Te dira que s, amigo mo, pero Heloise y yo nos vamos a Tnger dentro de unos das y luego seguiremos viajando por Marruecos. Tnger! Perfecto! Hay tiempo, si me lo permites. Quiz maana mismo lo tendrs en tu casa. No hay problema. Ya te lo mando hoy. Y luego t lo mandas... desde donde ests, dentro de cuatro o cinco das. Todava estaremos en Tnger, pens Tom. De acuerdo, Reeves. En principio, s. Tom haba bajada la voz inconscientemente, como si alguien pudiera escucharles, pero Heloise segua al teclado. Lo har desde Tnger. Te fas del correo de all? Me han dicho que es... muy lento. Reeves solt su risa seca, que Tom conoca muy bien. Dentro no hay nada del estilo de Los versos satnicos. Por favor, Tom. De acuerdo. Qu es, exactamente? No, ahora no puedo decrtelo. Pero pesa menos de cincuenta gramos. Colgaron unos segundos despus. Tom se pregunt si el destinatario lo enviara a otro intermediario. Reeves tena la teora particular de que, por cuantas ms manos pasara algo, ms seguro era. Reeves era esencialmente un estafador y le gustaba su trabajo. Estafar, qu palabra. O mejor dicho, actuar como un estafador era lo que tena un encanto mgico para Reeves, como el escondite para los nios. Tom tena que reconocer que hasta el momento Reeves Minot haba tenido xito. Trabajaba solo, al menos siempre estaba solo en su apartamento de Altona, y all haba sobrevivido a un atentado con bomba, y tambin a algo ms, algo que le haba producido la cicatriz de ms de diez centmetros que tena en la mejilla derecha. Volvi a los folletos. El siguiente era el de Casablanca. Deba de tener unos diez encima de la cama. Se imagin la llegada del paquete. Estaba seguro de que no tendra que firmar l, porque a Reeves no le gustaba certificar nada, de forma que podra recibirlo cualquiera de la casa. Y aquella tarde, a las seis, una copa con los Pritchard. Ya eran ms de las once y tena que confirmarlo. Qu poda decirle a Heloise? No quera que supiera que iba a visitar a los Pritchard, primero porque no quera que fuera con l, y segundo porque tampoco quera decirle claramente que senta la necesidad de protegerle y que no quera que se acercase a aquellos chiflados. Baj las escaleras, pensando en dar una vuelta por el jardn, y quiz en pedirle un caf a Madame Annette, si estaba en la cocina. Heloise se levant del clavicordio color crema y se desperez. Chri, me ha llamado Nolle mientras t estabas hablando con Henri. Quiere venir a cenar esta noche y quiz se quede a dormir. Te parece bien? Claro, querida. Claro. Ya haba pasado otras veces, pens Tom. Nolle Hassler llamaba y se autoinvitaba. Era muy simptica y Tom no tena nada en contra. Espero que le habrs dicho que s. S... La pauvre. Heloise se ech a rer. Un tipo... Nolle no tendra que habrselo tomado en serio!... Se ha portado mal con ella. Tom se imagin que la haba dejado. Y est deprimida? Oh, no mucho, no creo que le dure mucho tiempo... No viene en coche, as que la recoger en Fontainebleau. En la estacin. A qu hora? Hacia las siete. Tengo que comprobar el horaire. Tom se sinti aliviado a medias. Decidi decirle la verdad. Esta maana, aunque te parezca increble, ha llegado una invitacin de los Pritchard para que vayamos a tomar una copa all hacia las seis. Te importa si voy yo solo... para averiguar algo ms de ellos? Noo dijo Heloise. Y son como una quinceaera, y no como una mujer que ya rondaba los treinta. Por qu me iba a importar? Vendrs a cenar? Tom sonri. Puedes estar segura. 4A ltima hora, Tom decidi cortar tres dalias y llevrselas a los Pritchard. A medioda haba llamado para confirmar su visita, y Janice Pritchard pareca contenta. Tom le dijo que ira solo, porque su mujer tena que recoger a una amiga en la estacin hacia las seis. As, unos minutos antes de las seis Tom atravesaba el camino de entrada de casa de los Pritchard con el Renault marrn. El sol no se haba puesto, y an haca calor. Tom llevaba una chaqueta de verano, pantalones y camisa sin corbata. Ah, seor Ripley, bienvenido! dijo Janice Pritchard, que estaba de pie en el porche. Buenas tardes dijo Tom sonriendo. Subi los escalones y le entreg las dalias rojas. Acabadas de cortar de mi jardn. Oh, qu bonitas! Coger un jarrn. Entre, por favor. David! Tom entr en un pequeo vestbulo que daba al saln cuadrado y pintado de blanco que recordaba. La chimenea, que era bastante fea, segua igual, con la madera pintada con una desafortunada cenefa dorada. Tom tuvo la impresin de que haba una falsa rusticidad en todos los muebles, excepto en el sof y los sillones. Entr David Pritchard, en mangas de camisa y secndose las manos con un trapo. Buenas tardes, seor Ripley! Bienvenido. Estoy preparando unos canaps. Janice se ri dcilmente. Era ms delgada de lo que le haba parecido a Tom, y llevaba pantalones azul claro y una blusa negra y roja de manga larga, con fruncidos en el cuello y puos. Su pelo, castao claro, tena un agradable tono albaricoque, y lo llevaba corto y peinado de forma que se le ahuecaba en torno a la cara. Qu le gustara tomar? pregunt David, mirando cortsmente a Tom a travs de sus gafas de montura negra. Creo que hay de todo dijo Janice. Mmmm... Gin tonic? pregunt Tom. Ahora mismo. Quiz podras ensearle la casa al seor Ripley, cario dijo David. Desde luego. Si l quiere. Janice lade su estrecha cabecita con un estilo de duendecillo que Tom ya haba observado. El gesto le daba a sus ojos una expresin oblicua que resaltaba un tanto desagradable. Fueron a ver el comedor que haba tras la sala (la cocina quedaba a la izquierda), y all Tom confirm su impresin de que los muebles eran horribles imitaciones de antigedades, como la pesada mesa de comedor y las sillas de altos respaldos que la rodeaban, cuyos asientos parecan tan incmodos como reclinatorios de iglesia. Las escaleras que llevaban arriba quedaban a un lado de la recargada chimenea. Tom subi con Janice, que no paraba de hablar. Dos dormitorios, un cuarto de bao en medio, y poca cosa ms. Todas las paredes estaban empapeladas con una modesta cenefa floral. Un cuadro en el vestbulo, tambin floral, del tipo de los que suele haber en las habitaciones de hotel. Es de alquiler, no? dijo Tom cuando bajaron las escaleras. S. No sabemos seguro si nos quedaremos a vivir aqu. Bueno, por lo menos en esta casa. Pero mire los reflejos del agua! Hemos dejado los postigos abiertos de par en par para que pudiera verlo. S... Qu bonito! Desde las escaleras, justo por debajo del nivel de los ojos, Tom pudo ver las ondulantes formas blancas y grises que el agua del estanque proyectaba en el blanco techo de la casa de los Pritchard. Y claro, cuando hace viento es mucho ms alegre! dijo Janice, con una risita aguda. Y los muebles los han comprado ustedes? S. Pero algunos son prestados... Son de los propietarios de la casa. El comedor, por ejemplo. A m me parece un poco recargado. Tom no hizo ningn comentario. David Pritchard tena las bebidas preparadas en la recia mesita de caf clsica de imitacin. Los canaps consistan en trozos de queso fundido pinchados con palillos y tambin haba aceitunas rellenas. Tom eligi el silln y los Pritchard se sentaron en el sof, que, como el silln, estaba tapizado con una tela similar al chintz estampada con flores y era la pieza menos ofensiva de la casa. Salud! dijo David, ya sin delantal, alzando su copa. Por nuestros nuevos vecinos! Salud! dijo Tom, y bebi. Sentimos que su mujer no haya podido venir dijo David. Ella tambin. Otra vez ser. Qu tal le va...? Qu es lo que hace en el INSEAD? Estoy haciendo unos cursos de marketing. Intensivo. Tcnicas de mercado y puesta al da en aplicaciones. David Pritchard tena una forma de hablar clara y directa. Intensivo! care Janice, y otra vez solt una risita nerviosa. Estaba bebiendo algo rosado y Tom supuso que sera kir, un combinado suave de vino. Las clases son en francs? pregunt Tom. En francs y en ingls. En francs me defiendo, pero no me vendra mal hacer un esfuerzo. Hablaba con unas erres muy marcadas. Estudiar tcnicas de mercado le ofrece a uno un gran abanico de posibilidades. De qu parte de Estados Unidos son? pregunt Tom. De Bedford, Indiana... Estuve trabajando un tiempo en Chicago. Siempre en ventas. Tom slo le crea a medias. Janice Pritchard estaba inquieta. Tena las manos delgadas, de uas muy cuidadas y pintadas de rosa. Llevaba un anillo con un pequeo brillante, que pareca ms un anillo de pedida que una alianza. Y usted, seora Pritchard empez Tom amistosamente, tambin es del Oeste? No, soy de Washington, D.C. Pero he vivido en Kansas, en Ohio y... titube, como una nia que hubiera olvidado la leccin, y baj la vista hacia sus manos, que retorca suavemente sobre el regazo. Y vivido y sufrido y vivido... David Pritchard habl en un tono slo parcialmente chistoso, y mir a Janice con bastante frialdad. Tom estaba sorprendido. Se habran peleado? Yo no he sacado el tema dijo Janice. El seor Ripley me pregunt dnde... No tenas por qu entrar en detalles. Los anchos hombros de Pritchard se volvieron hacia Janice. No crees? Janice pareca acobardada, sin habla, aunque intent sonrer y le dirigi a Tom una mirada, una rpida mirada que pareca decir: No se fije en esto, perdone. Pero a ti te encanta entrar en detalles, no? continu Pritchard. Entrar en detalles? No entiendo por qu... Pero de qu estn hablando? interrumpi Tom sonriendo. Slo le he preguntado a Janice de dnde era. Oh, gracias por llamarme Janice, seor Ripley! Tom no pudo evitar rerse. Pens que quiz su risa distendiera la atmsfera. Lo ves, David? dijo Janice. David mir a Janice en silencio, pero por lo menos haba adoptado una actitud ms relajada, recostado hacia atrs, en los cojines del sof. Tom dio un sorbo a su bebida, que estaba buena, y cogi los cigarrillos del bolsillo de la chaqueta. Se van a algn sitio este mes de agosto? Janice mir a David. No dijo David Pritchard. No, todava hay cajas de libros que desembalar. An tenemos cajas en el garaje. Tom haba visto dos cajas, una en el piso de arriba y otra abajo, y estaban casi vacas, exceptuando unos pocos libros de bolsillo. No tenemos aqu todos nuestros libros dijo Janice. Estn... Seguro que al seor Ripley no le interesa saber dnde estn nuestros libros o dnde guardamos las mantas, Janice dijo David. A Tom s le interesaba, pero sigui en silencio. Y usted, seor Ripley continu David. Va a hacer algn viaje este verano con su encantadora esposa? La conozco slo de lejos. No replic Tom pensativo, como si Heloise y l pudieran cambiar de opinin. No nos importa quedarnos aqu este ao. Casi todos nuestros libros estn en Londres. Janice se irgui en su asiento, mirando a Tom. Tenemos un modesto apartamento all, cerca de Brixton. David Pritchard mir a su mujer con expresin agria. Luego tom aliento y le dijo a Tom: S... y creo que tenemos algunos conocidos comunes. Como Cynthia Gradnor. Tom record el nombre enseguida: era la novia del ahora difunto Bernard Tufts, y aunque quera a Bernard, le haba dejado porque no soportaba que falsificara Derwatts. Cynthia... dijo Tom, como si intentara recordar. Ella conoce a la gente de la Buckmaster Gallery continu David. Eso nos dijo. Tom pens que en aquel momento no hubiera superado la prueba del detector de mentiras, porque el corazn le lata mucho ms deprisa de lo normal. Ah, s. Una chica rubia, bueno, de pelo claro, creo. Qu les habra contado Cynthia a los Pritchard?, se pregunt Tom, y por qu les tena que haber contado nada a aquellos pesados? Cynthia no era del tipo charlatn, no era habladora, y los Pritchard estaban bastante por debajo de su nivel social. Tom pens que si Cynthia hubiera querido hacerle dao y arruinarle, poda haberlo hecho ya haca aos. Poda haber denunciado la falsificacin de Derwatts, por ejemplo, y nunca lo haba hecho. Usted quiz conozca mejor a la gente de la Buckmaster Gallery de Londres dijo David. Mejor? Mejor que a Cynthia. No conozco mucho a ninguno de ellos. He estado unas cuantas veces en la galera. Me gusta Derwatt. Ya quin no? Tom sonri. Esa galera est especializada en Derwatt. Les ha comprado muchos? Muchos? Tom se ri. Al precio que est Derwatt? Tengo dos... comprados cuando no eran tan caros. De los primeros. Y los tengo bien asegurados. Hubo unos segundos de silencio. Pritchard deba de estar pensando su siguiente movimiento. Tom pens que Janice poda haberse hecho pasar por Dickie Greenleaf por telfono. Su voz tena una amplia gama, que iba desde el tono chilln hasta uno ms profundo, cuando hablaba despacio. Sera cierta su sospecha de que los Pritchard se haban informado de su pasado mediante archivos de peridicos y conversaciones con gente como Cynthia Gradnor, slo para divertirse a su costa, irritarle, Y quiz hacerle confesar algo? Sera interesante saber qu pensaban de l. Tom no crea que Pritchard fuera polica. Pero nunca se saba. Poda ser un colaborador de la CIA o del FBI. Lee Harvey Oswald, por ejemplo, haba trabajado para la CIA, pens Tom, y se haba convertido en el cabeza de turco de aquella historia. Estara la extorsin y el dinero en la mente de los Pritchard? Era una idea horrible. Quiere un poco ms, seor Ripley? pregunt David Pritchard. Bueno, media copa, gracias. Pritchard fue a la cocina a prepararla, llevndose tambin su propio vaso e ignorando a Janice. La puerta de la cocina estaba abierta, y Tom se imagin que desde la cocina era fcil escuchar lo que se dijera en la sala. Pero l decidi esperar a que empezara Janice. O deba empezar l? Y usted tambin trabaja, seora... Janice? O trabajaba... le pregunt Tom. Hum... Trabaj como secretaria en Kansas. Luego estudi canto, educacin de la voz, en Washington. All hay muchas escuelas, no se lo puede imaginar. Pero despus... Me conoci a m. Mala suerte dijo David, acercndose con las dos bebidas, en una bandejita redonda. Si t lo dices dijo Janice con deliberada severidad. Y aadi, en su tono ms calmado y profundo-: T sabrs por que. David, que no se haba sentado an, fingi darle un golpe a Janice, con el puo cerrado, casi rozndole la cara y el hombro derecho. Ya te ajustar las cuentas. No sonrea. Janice no se acobard. Yo tambin tengo derecho a hablar replic. Les gustaban aquellos jueguecitos, observ Tom. Lo haran tambin en la cama? Era muy desagradable. Tom senta curiosidad por saber qu pintaba Cynthia en todo aquello. Si los Pritchard o cualquiera como Cynthia Gradnor, que saba tan bien como los dueos de la Buckmaster Gallery que los ltimos sesenta y pico Derwatts eran falsos- decidan revelar la verdad, sera como destapar la caja de los truenos. Sera intil intentar taparla de nuevo, porque todos aquellos cuadros pasaran a no valer nada, excepto para coleccionistas excntricos de buenas copias. Como Tom. Pero cunta gente habra en el mundo como l, con una actitud cnica hacia la justicia y la verdad? Cmo est Cynthia... Gradnor? Se llama as, no? empez Tom. Hace siglos que no la he visto... Era muy callada, si mal no recuerdo. Tambin recordaba que Cynthia le odiaba, porque, despus del suicidio de Derwatt, a Tom se le haba ocurrido la idea de que Bernard Tufts falsificara sus cuadros. Bernard haba ejecutado las copias con brillantez y haba obtenido un gran xito, trabajando con ahnco en el pequeo desvn que le serva de estudio en Londres, pero haba arruinado su vida en aquel proceso, porque adoraba y respetaba la obra de Derwatt. Al final, senta que haba traicionado su memoria de un modo imperdonable. Con los nervios destrozados, Bernard se suicid. David Pritchard se estaba tomando su tiempo para contestar, y a Tom le pareci que Pritchard haba descubierto que a l le preocupaba Cynthia y que quera sonsacarle sobre ella. Callada? No dijo Pritchard al fin. No dijo Janice, con un destello de sonrisa. Fumaba un cigarrillo con filtro y tena las manos ms calmadas, aunque aun entrelazadas, incluso con el cigarrillo. Miraba alternativa a Tom y a su marido. Significaba aquello que Cynthia se haba ido de la lengua y les haba contado toda la historia a Janice y David Pritchard? Tom no poda creerlo. Si hubiera sido as, los Pritchard habran dicho desde el principio que los dueos de la Buckmaster Gallery eran tan falsos como los ltimos sesenta Derwatts. Se ha casado? pregunt Tom. Creo que s, no, David? pregunt Janice, y durante unos segundos se frot el brazo derecho con la palma de la mano. No me acuerdo dijo David. Estaba sola cuando..., las dos ltimas veces que la vimos. La haban visto... dnde?, se pregunt Tom. Y quin les haba presentado a Cynthia? Pero Tom no se atreva a aventurarse ms. Tendra Janice magulla-duras en los brazos?, se pregunt Tom. Por qu razn llevaba aquella blusa de algodn de manga larga, en aquel caluroso da de agosto? Quera ocultar contusiones que le haba infligido su agresivo marido? Van mucho a ver exposiciones? les pregunt. Arte? Ja, ja! David, despus de una rpida mirada a su mujer, solt una sincera carcajada. Sin cigarrillo, Janice volva a retorcer los dedos, y tena las rodillas apretadas. No podemos hablar de algo ms agradable? Qu hay ms agradable que el arte? pregunt Tom, sonriendo. El placer de contemplar un paisaje de Czanne! Avellanos, un camino en el campo, esos clidos tonos anaranjados en los tejados de las casas... Tom se ri afablemente. Ya era hora de marcharse, pero intent ganar tiempo para averiguar ms cosas. Janice le tendi la bandeja de canaps y l acept un segundo bocadito de queso. No pensaba mencionar a Jeff Constant, el fotgrafo, ni a Ed Banbury, el periodista freelance. Ellos dos haban comprado la Buckmaster Gallery aos atrs, con la idea de vender las falsificaciones de Bernard Tufts y de obtener importantes beneficios de ellas. Tom tambin obtena un porcentaje de las ventas de Derwatt. En los ltimos aos se haba convertido en una cantidad puramente simblica, lo cual no era de extraar, considerando que desde la muerte de Tufts no haba nuevas falsificaciones. La sincera observacin de Tom sobre Czanne haba cado en saco roto. Ech un vistazo a su reloj. Estaba pensando en mi mujer dijo. Tendra que irme a casa. Suponga que le retenemos un rato dijo David. Retenerme? Tom estaba ya de pie. No dejarle salir. Oh, David! Juegos con el seor Ripley? Janice se movi aparentemente incmoda, pero sonrea con la cabeza ladeada. Al seor Ripley no le gustan los juegos! Su voz se haba vuelto aguda otra vez. El seor Ripley es muy aficionado a los juegos dijo David Pritchard. Ahora estaba sentado muy erguido en el sof, con sus robustos muslos, y sus manazas en las caderas. Si nosotros quisiramos, usted no podra salir. Yo tambin s judo. De veras? Tom pens que la puerta principal, o la puerta por la que haba entrado, estaba unos metros detrs de l. No le apeteca pelearse con Pritchard, pero estaba dispuesto a defenderse si haca falta. Agarrara un pesado cenicero que haba entre los dos, por ejemplo. Un cenicero en la frente haba acabado con Freddie Miles en Roma de un modo limpio y eficaz. Un solo golpe y Freddie estaba muerto. Tom mir a Pritchard. Un pelmazo, gordo, vulgar y mediocre pelmazo. Me voy. Muchas gracias, Janice. Seor Pritchard... Tom sonri y se dio la vuelta. No oy nada a sus espaldas y en el umbral de la puerta que daba al vestbulo, se volvi. Pritchard avanzaba tras l, como si hubiera olvidado su juego. Janice revoloteaba a su lado. Encuentran todo lo que necesitan en el pueblo? les pregunt Tom. Supermercado? Ferretera? Moret es la mejor solucin para todo. Y la ms cercana. Ellos respondieron afirmativamente. Ha sabido algo de la familia Greenleaf? le pregunt David Pritchard, echando la cabeza hacia atrs, como para parecer ms alto. De vez en cuando tengo noticias, s. Tom segua con su expresin imperturbable. Conoce al seor Greenleaf? A cul? le pregunto David, en tono jocoso y un tanto rudo. Entonces no lo conoce dijo Tom. Mir hacia el crculo de trmulas formas que se reflejaban en el techo de la sala. El sol casi haba desaparecido tras los rboles. Es lo bastante grande como para ahogarse en l cuando llueve dijo Janice, advirtiendo la mirada de Tom. Qu profundidad tiene? Ah, un metro y medio ms o menos replic Pritchard. El fondo es de lodo, creo. Desde luego, no es como para vadearlo. Sonri, enseando sus grandes y cuadrados dientes. La sonrisa poda parecer ingenua y agradable, pero Tom ya lo conoca un poco mejor. Baj los escalones hacia el csped. Gracias a los dos. Nos veremos pronto, espero. No lo dude! Gracias por venir dijo David. Qu tos tan raros, pens Tom mientras conduca hacia casa. O acaso l haba perdido totalmente el contacto con Amrica? Habra una pareja como los Pritchard en cada pueblo de Estados U nidos? Con aquellas obsesiones tan extraas. Igual que haba chicos y chicas adolescentes que coman hasta alcanzar dos metros o ms de dimetro... Aquel fenmeno abundaba sobre todo en Florida y California, Tom lo haba ledo en alguna parte. Eran extremistas que empezaban dietas draconianas despus de los excesos y, una vez convertidos en esqueletos, recomenzaban el ciclo. Era una forma de autoobsesin, pens Tom. Las puertas de su casa estaban abiertas, y Tom avanz con el coche produciendo un agradable crujido en la grava gris del jardn de Belle Ombre. Luego entr en el garaje y se situ a la izquierda, paralelo al Mercedes rojo. Nolle Hassler y Heloise estaban sentadas en el sof amarillo de la sala, y la risa de Nolle sonaba tan alegre como siempre. Aquella noche Nolle llevaba suelta su propia melena oscura, larga y lisa. Le encantaban las pelucas y las utilizaba casi como disfraces. Tom nunca saba cmo iba a aparecer. Seoras... dijo. Buenas noches, mesdames. Cmo ests, Nolle? Bien, merci dijo Nolle. Et toi? Hablbamos de la vida aadi Heloise en ingls. Ah, un gran tema continu Tom en francs. Espero no haber retrasado la cena. Mais non, chri! dijo Heloise. A Tom le encantaba ver su esbelta figura en el sof. Llevaba los pies descalzos y se apoyaba en la rodilla derecha. Era todo un contraste ver a Heloise despus de visitar a la tirante y retorcida Janice Pritchard... Me gustara hacer una llamada antes de cenar, si puedo. Pues claro dijo Heloise. Perdonadme. Tom se volvi y subi las escaleras hacia su habitacin, se lav las manos deprisa en su cuarto de bao, como sola hacer tras un episodio desagradable. Aquella noche compartira el cuarto de bao con Heloise, pues ella siempre ceda el suyo a sus huspedes. Tom comprob que la segunda puerta del bao, que daba a la habitacin de Heloise, estaba abierta. Qu desagradable haba sido el momento en que el corpulento Pritchard le haba dicho: Suponga que le retenemos aqu un rato, y Janice se haba quedado mirndole fijamente. Habra ayudado Janice a su marido? Tom pens que probablemente s. Quiz como una autmata. Por qu? Tom volvi a poner la toalla en el toallero y se dirigi al telfono. Su agenda de piel estaba all, y la necesitaba para buscar los telfonos de Jeff Constant y de Ed Banbury, porque no se los saba de memoria. Primero Jeff. Que l supiera, todava viva en el distrito NV8 donde tena su estudio de fotografa. El reloj de Tom sealaba las 7.22. Marc el nmero. A la tercera sea oy un contestador automtico, cogi un bolgrafo y apunt otro nmero. ... hasta las nueve de la noche deca la voz de Jeff. Eso significaba las diez para Tom. Volvi a marcar. Contest una voz masculina, de fondo se oa el tpico barullo de una fiesta. Est Jeff Constant? pregunt Tom por segunda vez. Es fotgrafo. Ah, el fotgrafo! Un momento, por favor. Quin le llama? A Tom le sacaba de quicio tener que decir su nombre. Dgale slo que soy Tom. Hubo una pausa bastante prolongada y al final se puso Jeff, jadeante. El alboroto de la fiesta continuaba. Ah, Tom! Cre que era otro Tom... Estoy en una boda... en la fiesta de celebracin. Qu hay? Tom se alegr de que hubiera ruido de fondo. Jeff tena que gritar y hacer un esfuerzo para orle. Conoces a un tal David Pritchard? Americano, de unos treinta y cinco aos, moreno. Su mujer se llama Janice y es ms bien rubia. No. Le puedes repetir esta pregunta a Ed Banbury? Est localizable? S, pero se ha cambiado de casa hace poco. Ya se lo preguntar, no me s el telfono de memoria. Bueno, vers. Esos americanos, los Pritchard, han alquilado una casa en el pueblo, y dicen que han conocido a Cynthia Gradnor hace poco, en Londres. Me han hecho algunos comentarios intencionados. Desde luego no han hablado de Bernardo Tom estuvo a punto de atragantarse al pronunciar el nombre. Casi poda or el latido del cerebro de Jeff. Cmo puede haber conocido a Cynthia? Suele pasar por la galera? Tom se refera a la Buckmaster Gallery, de Old Bond Street. No contest Jeff con firmeza. Ni siquiera estoy seguro de que conozca realmente a Cynthia. Habr odo hablar de ella... En relacin con los Derwatts? No lo s. Crees que Cynthia hara una cosa as? Qu contara...? Tom se detuvo, con la horrible certeza de que los Pritchard le estaban investigando slo a l, y que haban llegado a enterarse incluso de lo de Dickie Greenleaf. Cynthia no es as dijo Jeff, grave y serio, mientras el bullicio de fondo continuaba. Mira, le preguntar a Ed y... Hazlo esta noche, si puedes. Llmame despus, no importa la hora... bueno, hasta la medianoche de all. Y si no, maana tambin estar en casa. Qu crees que trama ese Pritchard? Buena pregunta... Algo malo, pero no me preguntes qu. Todava no lo s. Crees que puede saber ms de lo que dice? S. Y... Supongo que ya sabes que Cynthia me odia. Tom hablaba tan bajo como poda, pero lo bastante alto como para que le oyera. Ninguno de nosotros le gustamos! Bueno, Tom, ya tendrs noticias mas o de Ed. Colgaron. La cena, servida por Annette, consista en una sopa deliciosa que saba a cincuenta ingredientes distintos, seguida de cangrejos con mayonesa y acompaada de vino blanco fro. La noche era an clida, y haban dejado abiertas dos de las puertas acristaladas que daban al jardn. Las mujeres hablaban del norte de frica pues, al parecer, Nolle Hassler ya haba estado all. No tienen taxmetros, tienes que pagar lo que el conductor te diga... Y el clima es maravilloso! Nolle levant las manos casi en xtasis, luego cogi su servilleta blanca y se sec la punta de los dedos. Y la brisa... No hace calor, gracias a esa maravillosa brisa que sopla constantemente todo el da... Oh, s! En francs! Quin sabe hablar rabe? se ri. Con el francs os desenvolveris bien... en todas partes. Siguieron algunos consejos. Beber agua mineral, una que se llamaba Sidi algo, en botellas de plstico. Y en caso de problemas intestinales, unas pastillas llamadas Imodlum. Comprad antibiticos para traroslos aqu. Se venden Sin receta dijo Nolle, en tono animoso. Rubitracina, por ejemplo. Es muy barata! Y tiene una caducidad de cinco aos Yo lo s porque... Heloise se embeba de todo aquello. Le encantaban los sitios nuevos. Tom pens que era sorprendente que su familia no la hubiera llevado al antiguo protectorado francs, pero los Plissot siempre haban preferido Europa para sus vacaciones. Y los Prickert, Tom? Qu tal ha ido? le pregunt Heloise. Los Pritchard, querida, David y Janice. Bueno... Tom mir a Nolle, que slo escuchaba por cortesa. Muy americanos continu Tom. El estudia tcnicas de mercado en el INSEAD de Fontainebleau. No s qu har ella para pasar el tiempo. Y los muebles, espantosos. Nolle se ri. De qu tipo? Style rustique. De grandes almacenes. Realmente feos. Tom dio un respingo. Y tampoco me gustan mucho los Pritchard acab, en un tono ms suave, y sonri. Tienen nios? pregunt Heloise. No... No es la clase de gente que nos gusta, querida Heloise. Me alegro de haber ido yo solo y de que no hayas tenido que aguantado. Tom se ri y alcanz la botella de vino para poner un poco de alegra en sus vasos. Despus de cenar, jugaron al Intelect en francs. Era justo lo que Tom necesitaba para relajarse. Haba empezado a obsesionarse con aquel mediocre de David Pritchard y, al igual que Jeff, se preguntaba qu estara tramando. Hacia medianoche, Tom estaba arriba, en su habitacin, dispuesto a irse a la cama con Le Monde y el Trib, que editaba un solo ejemplar para el sbado y domingo. Poco rato despus, el telfono de Tom son en la oscuridad y le despert. Tom se alegr de haberle pedido a Heloise que desconectara el de su habitacin, por si acaso l reciba una llamada tarda. Heloise y Nolle se haban quedado hablando hasta tarde. S? dijo Tom. Hola, Tom! Soy Ed Banbury. Siento llamar tan tarde pero al llegar, hace un par de minutos, he encontrado un mensaje de Jeff, y pareca importante. La clara y precisa diccin de Ed pareca ms precisa que nunca. Un tal Pritchard? S. Y su mujer. Han... han alquilado una casa aqu. Y pretenden conocer a Cynthia Gradnor... Sabes algo de eso? No dijo Ed. Pero he odo hablar de ese tipo. Nick..., Nick Hall es nuestro nuevo encargado en la galera, y mencion a un americano que haba venido, preguntando por... por Murchison. Murchison! repiti Tom en voz baja. S. A m tambin me sorprendi. Nick... bueno, apenas lleva un ao con nosotros, y no saba nada de un tal Murchison que haba desaparecido. Ed Banbury lo dijo como si Murchison simplemente hubiera desaparecido, aunque saba que Tom le haba matado. Ed, sabes si Pritchard pregunt algo sobre m o me mencion? Que yo sepa, no. Yo interrogu a Nick, pero intentando no levantar sospechas, claro. Ed lanz una carcajada que son como en los viejos tiempos. Dijo Nick algo de Cynthia... o de que Pritchard le hubiera hablado de ella, por ejemplo? No. Ya me lo ha contado Jefe... Nick no conoca a Cynthia. Ed haba conocido bastante bien a Cynthia, y Tom lo saba. Estoy intentando descubrir cmo ha conocido Pritchard a Cynthia... o si realmente la conoce. Pero qu busca ese tal Pritchard? pregunt Ed. Est rebuscando mi pasado, maldito sea replic Toro. Espero que se ahogue en las tinieblas, o en lo que sea. Le lleg una breve carcajada de Ed. Dijo algo de Bernard? No gracias a DIOS. Y tampoco mencion a Murchison... por lo menos hablando conmigo. En realidad, slo he tomado una copa con l. Es un plomo. Los dos se rieron brevemente. Oye dijo Tom. Una pregunta. Crees que ese Nick sabe algo de Bernard y todo el asunto? No lo creo. Podra ser. Si sospecha algo, desde luego, no lo dice. Sospecha? Podran hacernos chantaje, Ed. O Nick may no tiene ni idea de nada... o es que est de nuestra parte. No hay otra alternativa. Ed suspir. No tengo ningn motivo para creer que sospeche, Tom. Tenemos amigos comunes. Nick es un compositor frustrado, de hecho todava lo intenta. Necesitaba un trabajo y con nosotros lo tiene. No sabe ni le importa mucho la pintura, eso est claro, slo sabe cuatro cosas bsicas sobre los precios de la galera, y siempre puede llamarnos a Jeff o a m en caso de que alguien muestre un gran inters en algo. Qu edad tiene Nick? Unos treinta. Es de Brighton. Su familia vive all. No quiero que le preguntes a Nick nada de... Cynthia dijo Tom, como pensando en voz alta. Pero me preocupa lo que ella pueda haber dicho. Ella lo sabe todo, Ed dijo Tom muy bajo. Una palabra suya y... Ella no es de ese tipo. Jurara que no. Yo creo que, para ella, tirar de la manta sera una traicin a Bernard. Siente cierto respeto por su memoria. Has vuelto a verla ltimamente? No. Nunca viene a la galera. No sabes si se ha casado, por ejemplo? No dijo Ed. Puedo echar una hojeada a la gua de telfonos, y ver si sigue registrada con el nombre de Gradnor. Hum, s, buena idea. Creo que su nmero de telfono era de Bayswater. Nunca llegu a tener su direccin. Y si se te ocurre cmo ha podido conocerla Pritchard, si es que la conoce, dmelo. Puede ser importante. Ed Banbury prometi que lo hara. Ah, y dame tu nmero, Ed. Tom lo apunt, adems de la nueva direccin, que estaba en la zona del Covent Garden. Tom volvi a la cama, despus de escuchar un momento en el vestbulo y de buscar una rendija de luz bajo alguna puerta para comprobar si la llamada de telfono haba molestado a alguien. No vio ni oy nada. Murchison, por Dios! Lo ltimo que se haba sabido de Murchison era que haba pasado una noche en casa de Tom, en Villeperce. Haban encontrado su equipaje en Orly, y eso era todo. Se consideraba probable bueno, definitivo, que Murchison no hubiera embarcado en su avin. En realidad, Murchison, o lo que quedaba de l, estaba en el fondo de un ro llamado Loing, o en un canal de ste, no muy lejos de Villeperce. Los de la Buckmaster Gallery, Edd y Jeff, haban preguntado slo lo indispensable. Murchison, que sospechaba que los Derwatts eran falsos, haba sido borrado del mapa. Por lo tanto, todos se haban salvado. Naturalmente, el nombre de Tom haba salido en los peridicos, aunque no mucho, pues haba contado una historia convincente, diciendo que haba dejado a Murchison en el aeropuerto de Orly. Aqulla era otra muerte que haba perpetrado a su pesar, con reservas, no como los estrangulamientos de dos miembros de la Mafia, que haban supuesto una satisfaccin y un placer para l. Bernard Tufts le haba ayudado a sacar el cadver de Murchison de la zanja que el propio Tom haba cavado detrs de Belle Ombre unos das antes. La tumba no era lo bastante profunda ni segura. Tom record que Bernard y l haban llevado el cadver en plena noche, envuelto en una especie de lona, en la furgoneta, hasta cierto puente que haba sobre las aguas del Loing. No les fue difcil lanzar a Murchison, lastrado con piedras, por encima de la baranda. En aquella ocasin, Bernard haba obedecido las rdenes de Tom como un soldado, porque estaba sumido en una actitud solitaria en la que sus modelos ticos de honor prevalecan sobre las dems cosas: su conciencia no haba podido soportar el peso de la culpa por haber creado, a travs de los aos, sesenta o setenta cuadros e incontables dibujos, copiando deliberadamente el estilo de su dolo, Derwatt. Haban mencionado los peridicos londinenses o los americanos alguna vez a Cynthia Gradnor durante los das de la investigacin sobre Murchison? Tom crea que no. El nombre de Bernard Tufts no se haba mencionado en relacin con la desaparicin de Murchison. Murchison haba acudido a una cita con un hombre de la Tate Gallery para discutir su teora sobre las falsificaciones, segn recordaba Tom. Haba ido primero a la Buckmaster Gallery para hablar con los propietarios, Ed Banbury y Jeff Constant, que enseguida haban avisado a Tom. Tom fue a Londres para intentar salvar la situacin, y lo consigui, hacindose pasar por Derwatt y verificando la autenticidad de unos cuantos cuadros. Luego, Murchison fue a ver a Tom a Belle Ombre, para ver los dos Derwatts de Tom. Se saba que Tom era la ltima persona que haba visto a Murchison, de acuerdo con su mujer, que estaba en Estados Unidos. Probablemente, Murchison habl por telfono con ella desde Londres, antes de ir a Pars y luego a Villeperce a ver a Tom. Tom pens que tal vez aquella noche le acosaran desagradables sueos. Murchison desplomndose en el suelo del stano envuelto en una nube de sangre y vino, o Bernard Tufts caminando pesadamente con sus gastadas botas de explorador hacia el borde de un acantilado cerca de Salzburgo, y desapareciendo. Pero no. As eran de caprichosos e ilgicos los sueos y el inconsciente. Tom durmi sin problemas y al da siguiente se despert totalmente fresco y de buen humor. 5 Se duch, se afeit, se visti y baj justo despus de las ocho y media. La maana era soleada, aunque todava no haca calor, y una suave brisa estremeca levemente las hojas del abedul. Por supuesto, Madame Annette ya estaba levantada y en la cocina. Haba encendido su radio porttil, colocada como siempre junto a la caja del pan, para escuchar las noticias y los programas de msica y cotilleos que tanto abundaban en la radio francesa. Bonjour, Madame Annette le dijo Tom. Estaba pensando que como Madame Hassler quiz se marchar esta maana, podramos hacer un desayuno consistente. Le parece bien huevos escalfados o mimados? dijo la ltima palabra en ingls. Mimar apareca en su diccionario de francs, pero no referido a huevo. Oeufs dorlots. Se acuerda de cunto me cost traducirlo? Srvalos en las tacitas de porcelana, yo le ensear dnde estn. Tom las cogi de una alacena, donde haba un juego de seis. Ah oui, M'sieur Tome! le me souviens. Quatre minutes. Por lo menos. Pero primero les preguntar a las seoras si les apetece... Ah, s, mi caf. Qu bien! Tom esper unos pocos segundos mientras Madame Annette verta la tetera de agua caliente, que siempre estaba preparada, en la cafetera de filtro. Luego se llev el caf al saln en una bandeja. A Tom le gustaba tomarse el caf de pie, mirando el jardn de detrs por la ventana. Sus pensamientos vagaban, pero tambin poda concentrarse en las necesidades del jardn. Unos minutos despus, Tom estaba fuera, en su huerto particular, cortando un poco de perejil, por si la idea de los huevos escalfados contaba con la aprobacin de las seoras. Se pona un poco de perejil picado, mantequilla, sal y pimienta en las tazas junto con el huevo crudo, antes de taparlos y meter las tazas en agua caliente. Allo, Tome! Ya ests trabajando? Buenos das! Era Nolle. Llevaba unos pantalones negros de algodn, sandalias y una camisa color prpura. Tom saba que hablaba bastante bien ingls, pero ella casi siempre le hablaba en francs. Buenos das. Un trabajo realmente duro. Tom le ofreci su ramito de perej