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151 Cuerpos Marcados La imagen como documento, testimonio y crítica social Por Leticia Rigat Cuerpos Marcados. La imagen como documento, testimonio y crítica social Marked Bodies. The Image as a Document, Testimony and Social Critique Páginas 151 a 162 en La Trama de la Comunicación, Volumen 19, enero a diciembre de 2015 ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634 SUMARIO: El presente trabajo busca reflexionar sobre los procesos de significación de un determinado uso de la fotografía docu- mental, sobre cómo la imagen fotográfica se emplea no sólo para construir documentación sino también como imagen testimonial y de crítica social a partir de la estetización de la representación y una particular forma de mostración del cuerpo. A partir de lo anterior, nos proponemos indagar de qué ma- nera algunos reportajes fotográficos pueden considerarse desde un punto de vista referencial y funcional como testimo- nios que manifiestan la existencia de un otro en situaciones veladas de miseria, descontento y deterioro físico y/o psíqui- co. Se trata de producciones que más que representar los sucesos del mundo, manifiestan su existencia. No se trataría del registro del acontecimiento (relacionado al archivo, a lo noticioso, al documento y a la memoria) sino de la producción de imágenes que hacen aparecer -dan a ver- situaciones ve- ladas en formas de testimonios fotográficos. DESCRIPTORES: Fotografía, Representación, Documentalismo, Testimonio, Cuerpo SUMMARY: This paper seeks to reflect on the processes of meaning of a particular use of documentary photography, how the pho- tographic image is used not only to build documentation but also as witness image and social criticism from the aestheti- cization of representation and particular form of demonstra- tion of the body. Taking this into consideration, we intend to research how some photographic reports can be considered from a refer- ential and functional point of view as evidence that shows the existence of the other in situations of misery, unhappiness and physical and /or psychological deterioration. Instead of representing world events, these productions express their existence. It is not about the register of the event (related to the file, news, to document and memory) but the production of images that make undercovered situations appear, in the shape of photographic testimony. DESCRIBERS: Photographic, Representation, Documentary, Testimony, Body [email protected] - Universidad Nacional de Rosario, Argentina

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    Cuerpos MarcadosLa imagen como documento, testimonio y crtica social

    Por Leticia Rigat

    Cuerpos Marcados. La imagen como documento, testimonio y crtica social

    Marked Bodies. The Image as a Document, Testimony and Social Critique

    Pginas 151 a 162 en La Trama de la Comunicacin, Volumen 19, enero a diciembre de 2015

    ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634

    Sumario: El presente trabajo busca ref lexionar sobre los procesos de signif icacin de un determinado uso de la fotografa docu-mental, sobre cmo la imagen fotogrf ica se emplea no slo para construir documentacin sino tambin como imagen testimonial y de crtica social a par tir de la estetizacin de la representacin y una par ticular forma de mostracin del cuerpo. A par tir de lo anterior, nos proponemos indagar de qu ma-nera algunos repor tajes fotogrf icos pueden considerarse desde un punto de vista referencial y funcional como testimo-nios que manif iestan la existencia de un otro en situaciones veladas de miseria, descontento y deterioro fsico y/o psqui-co. Se trata de producciones que ms que representar los sucesos del mundo, manif iestan su existencia. No se tratara del registro del acontecimiento (relacionado al archivo, a lo noticioso, al documento y a la memoria) sino de la produccin de imgenes que hacen aparecer -dan a ver- situaciones ve-ladas en formas de testimonios fotogrf icos.

    DeScriptoreS: Fotografa, Representacin, Documentalismo, Testimonio, Cuerpo

    Summary: This paper seeks to ref lect on the processes of meaning of a par ticular use of documentary photography, how the pho-tographic image is used not only to build documentation but also as witness image and social criticism from the aestheti-cization of representation and par ticular form of demonstra-tion of the body.Taking this into consideration, we intend to research how some photographic repor ts can be considered from a refer-ential and functional point of view as evidence that shows the existence of the other in situations of misery, unhappiness and physical and /or psychological deterioration. Instead of representing world events, these productions express their existence. It is not about the register of the event (related to the f ile, news, to document and memory) but the production of images that make undercovered situations appear, in the shape of photographic testimony.

    DeScriberS: Photographic, Representation, Documentary, Testimony, Body

    [email protected] - Universidad Nacional de Rosario, Argentina

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    El concepto Documental surge en 1926 acuado por el crtico cinematogrf ico Jhon Grienson y vino a de-notar una formacin discursiva que buscaba diferen-ciarse de las f icciones. Al hablar de Documento nos referimos a algo como por tador de informacin, que trae consigo la inscripcin y el registro de un hecho verif icable (Ledo, 1998). As, cuando una fotografa se presenta como imagen documental nos est indican-do que par te de un referente real (an cuando lo haya organizado, seleccionado, situado en el espacio, etc.) y nos indica un modo de relacin con dicho referente, al que asumimos como autntico. De esta manera, la prctica o el espacio discursivo en donde circula la fo-tografa intervienen en la interpretacin de la imagen y la relacin que el receptor establece con ella.

    Par tiendo desde aqu nos proponemos analizar el ensayo fotogrf ico 132.000 Volts. El caso Ezpeleta de Mara Eugenia Cerutti y Silvina Heguy publicado en el ao 2006. En el mismo, se intenta documentar y denunciar las consecuencias de la convivencia de los vecinos del barrio Ezpeleta con una subestacin elctrica de alta tensin y las inscripciones sobre los cuerpos de las emanaciones energticas. El libro se plantea como un trabajo periodstico alternativo, por fuera de los medios masivos de comunicacin, sobre lo cual las autoras explican:

    Lo que ocurre en Ezpeleta no es una noticia, o sea, independientemente de que los medios cubran even-tualmente la noticia, lo que ocurre en Ezpeleta sigue ocurriendo, desde casi 30 aos, todos los das. Nos gusta creer que desde la edicin independiente, des-de el periodismo independiente, desde el ensayo fo-togrf ico, algo podemos hacer para gobernar la f le-xibilidad de nuestro ojo, entrenarlo contra el desvo, contra la saturacin (Cerutti/Heguy, 2066: 8).

    Bajo esta intencin, las autoras se proponen dar a conocer y denunciar el deterioro de la salud de los

    habitantes del Barrio Ezpeleta, situado al sur del co-nourbano bonaerense, que desde hace ms de treinta aos conviven con las emanaciones electromagnti-cas de la Subestacin Elctrica Sobral. El trabajo se presenta como un repor taje documental que escapa a la retrica de la informacin periodstica, al seala-miento de la actualidad y a la designacin de lo que es noticia. Sobre esto, Margarita Ledo especif ica: la foto-repor taje es, por excelencia, el gnero confeccio-nado para garantizar la credibilidad y a travs del que se declara el respeto editorial por la fotografa que de-jar de siluetarse, de usarse como decoracin o como elemento compositivo, introduciendo la secuencia f ir-mada, el relato en imgenes con un autor que le otorga respetabilidad (Ledo, Ob. Cit.: 72).

    Siguiendo esta idea, en el foto-repor taje la produc-cin no se organiza en torno a la lgica informativa, sino que toma para su validacin mtodos de inves-tigacin que exceden la mostracin de la actualidad. Muchos de dichos mtodos son tomados de las cien-cias sociales (trabajo de campo, diversidad de las fuentes, historias de vida, relato oral, entrevistas en profundidad, anlisis de datos, etc.) y van conf iguran-do la par ticipacin de los fotgrafos y redactores en la realidad que se va a documentar, intentando con-seguir un conocimiento riguroso sobre aspectos con-cretos de realidad a travs de hechos comprobados y contrastados.

    A travs del tratamiento minucioso del caso, de las entrevistas, las historias de vida y el desarrollo de los casos puntuales, las autora de 132.000 Volts. bus-can dar visibilidad a dicha problemtica y denunciar las irregularidades de los procedimientos jurdicos y gubernamentales ante los reclamos de los vecinos para poner de manif iesto el desamparo de estas per-sonas y su abandono por par te del Estado. Sobre esto ltimo, Michel Foucault explica que a par tir de 1940 el Estado puso a su cargo la regulacin de la vida y la salud de los individuos, ao en el que se elabor el

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    Plan Beverdge que instaur el modelo de organizacin de la salud pblica tras la Segunda Guerra Mundial. En dicho momento, especif ica el f ilsofo, se consolida no el derecho a la vida sino el derecho a la salud, a travs del cual se busca garantizar a los miembros de la sociedad no slo la vida sino la vida en buen estado de salud. En otras palabras, la salud se transforma en objeto de preocupacin de los Estados, no bsicamen-te para ellos mismos, sino para el individuo, es decir, el derecho del hombre a mantener su cuerpo en buena salud, se convier te en objeto de la propia accin del Estado (Foucault, 2006b: 68).

    Es en estos aos cuando el cuerpo individual pas a ser uno de los objetivos principales de la intervencin del Estado. Este proceso consisti en la instauracin de una moral, de una poltica y de una economa del cuerpo, a par tir de lo cual la salud pas a ser calcu-lada en el campo de la macroeconoma. Esta sociali-zacin de la medicina instaur un discurso y un saber cientf ico que permitieron el establecimiento de una medicina colectiva, social y urbana que se encargara no tanto del hombre sino de las condiciones de vida del medio de existencia, a lo cual Foucault denomina medicalizacin de la ciudad. De aqu se desprende el concepto de Salubridad, que se diferencia de Salud en la medida que def ine el estado del medio ambiente y sus elementos constitutivos, es decir: la salubridad es la base material y social capaz de asegurar la me-jor salud posible a los individuos. Correlacionado con ella surge el concepto de higiene pblica como la tc-nica de control y de la modif icacin de los elementos del medio que pueden favorecer o perjudicar la salud (Ibdem: 99-100).

    A par tir de estas modif icaciones y de la def inicin del rol del Estado sobre la salud y la salubridad, la representacin de la enfermedad y las maneras de luchar contra ella se fueron modif icando y masif i-cando a travs del discurso de los medios masivos, la enseanza en las escuelas y un creciente mercado

    farmacolgico. Esto fue produciendo un cambio sobre el imaginario del cuerpo y la cuestin de la salud se convir ti en una problemtica colectiva, dejando de ser exclusivamente un problema individual. Sobre lo anterior Sorlin af irma: la enfermedad ya no era con-siderada como una tara individual que uno se esforza-ba por ocultar, se conver ta en una probabilidad que pareca normal poner de manif iesto para analizar sus causas y su evolucin (Sorlin, 2004: 144).

    En este contexto, la imagen analgica contribuy a poner de manif iesto el problema de la salud en las sociedades industriales. Los medios audiovisuales se ocuparon de producir un discurso sobre la sanidad y la salud pblica, par ticipando de la instauracin de una cultura mdica y de un conocimiento de problemas ligados a la accin sanitaria. Como consecuencia, se fue produciendo todo un imaginario sobre el cuerpo que se va construyendo alrededor de un discurso so-bre el cuerpo sano y bello (pero a su vez un cuerpo que puede enfermarse y degradarse). El cuerpo pas a ser objeto de un mercado de cosmticos, de cui-dados estticos, de gimnasios, de tratamientos para adelgazar, de terapias corporales, etc.

    Par tiendo de la representacin del cuerpo, y a tra-vs de los retratos individuales, Cerutti construye una imagen global del barrio Ezpeleta para dar a conocer la problemtica en la salud que acarrea la convivencia con la Estacin Elctrica Sobral, cuyas emanaciones tornan desfavorables las condiciones ambientales. No se trata ya del cuerpo sano y bello que los medios reproducen a diario, sino de distintos cuerpos marca-dos, mutilados y degradados por la enfermedad. En su conjunto, todos ellos componen un cuerpo social cuya salubridad no est siendo garantizada por el Estado.

    Utilizando el repor taje, la validacin de los casos a par tir del trabajo de campo, la historia de vida y el re-gistro fotogrf ico, Cerutti y Heguy plantean su trabajo desde un compromiso social de cambio, poniendo como eje de su prctica poltica la visibilidad, es decir,

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    dando a ver una determinada realidad o acontecimien-to a la sociedad en su conjunto y colaborando inter-namente con el grupo afectado. A par tir de lo anterior podemos decir que este trabajo se plantea desde el foto-repor taje y el activismo, puesto que dan a cono-cer una determinada situacin llevando a la sociedad el problema, reclamando con ello respuestas de cam-bio, y colaboran hacia el interior del grupo afectado cohesionando su identidad como grupo: reconocien-do los factores que los unif ican y problematizan.

    En este ensayo las imgenes y los textos van inte-ractuando para crear el sentido global de la obra, y en ella podemos diferenciar distintas par tes. Una primera en donde se describe al barrio, abre con una imagen area panormica de Ezpeleta intervenida con un cr-culo rojo que encierra un edif icio: la Subestacin So-bral. Junto a esta imagen un escrito titulado Zona en tensin donde se expone la problemtica del barrio y los objetivos que se persigue con la publicacin del ensayo, a los que hemos hecho referencia anterior-mente.

    A travs de las fotografas, el Barrio Ezpeleta es retratado y descripto como una gran pecera donde, tal como los peces no perciben el agua que los ro-dea, quienes circulan en las calles de Ezpeleta lo hacen sin percibir el espacio contaminado por ondas electromagnticas imperceptibles que los atraviesan, determinando y condicionando los modos de vida y de muer te. Las imgenes de las calles retratan un es-pacio comn y pblico, circunscripto por las grandes columnas de cemento que llevan inscripto en amarillo: cuidado alta tensin. No subir, ni acercarse a los con-ductores, y el tendido de cables que conf luyen en la Estacin Sobral. La ciudad queda ilustrada como un espacio cosif icado y condicionado por la presencia de la Estacin Elctrica: calles desoladas, paredes mar-cadas por graf itis y leyendas como Muer te o Cncer = Muer te, los frentes de las viviendas con car teles de inmobiliarias que reposan en propiedades en venta,

    un xodo que aumenta por quienes pueden y deciden salir del barrio.

    El derecho ambiental en nuestro pas est contem-plado en la Constitucin Nacional incluido en el ar t. 41 a par tir de su reforma en 1994; el mismo garantiza: el derecho de todos los habitantes de la Nacin a gozar de un ambiente sano, equilibrado, apto para el desa-rrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin compro-meter las de las generaciones futuras. Sobre lo cual las autoras af irman que en Ezpeleta este derecho no est siendo garantizado, puesto que frente a las esta-dsticas y las evidencias de enfermos y muer tos, los estudios del impacto ambiental de la Estacin Elc-trica no se realizan, y ni la empresa ni la justicia dan respuestas.

    Pasamos as a una segunda par te bajo el ttulo Anatoma de un Barrio en donde se nos narran micro-historias de algunas personas afectadas por la con-vivencia con la subestacin, un relato que describe una historia de luchas y reclamos que han quedado sin respuesta y con el saldo de ms enfermos y ms muer tos. Anatoma de una lucha, as introducen el relato de Gladys Solis, vecina de la Central Elctrica, quien lleva 10 aos registrando en un mapa del barrio los vecinos que padecen cncer y aquellos que ya mu-rieron. Un mapa que dibuja un espacio petrif icado, se-alado por puntos y cruces que suman 115 enfermos ms 112 muer tos (Heguy/Cerutti Ob. Cit.: 20).

    De esta manera, a travs del relato y las imgenes el libro nos presenta un grupo humano que padece o padecieron cncer y posan frente a la cmara desnu-dando las par tes de su cuerpo afectadas, marcadas o extirpadas por la accin teraputica contra dicha enfermedad.

    Al referirnos al retrato es impor tante sealar que al posar frente a la cmara se ofrece una imagen de uno mismo, y es a travs de la pose que uno se objetiva en la imagen. Esta postura no debe ser pensada como

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    algo natural sino que quienes posan lo hacen respon-diendo y adoptando el sistema simblico en el que se inscriben y sus relaciones sociales con los otros. So-bre esto mismo Luis Priamo explica que: detrs de los ref lejos de nuestra respuesta estn la memoria y las convenciones sociales que distinguen y caracterizan el retrato fotogrf ico como imagen de s para los otros, es decir, imagen privada o ntima volcada hacia afuera y por lo tanto expuesta a lo social (Priamo,1999: 279).

    Precisamente, en la par te central del libro y bajo el t-tulo Anatoma de un desnudo, encontramos una serie de fotografas en donde las personas son retratadas aisladas del entorno, sobre un fondo neutro y enmar-cando la cicatriz o la par te del cuerpo faltante. En di-chas imgenes el cuerpo pasa a ser un espacio de ma-nifestacin y de denuncia, su presentacin transforma en objetivable la corporizacin de la enfermedad y del dolor, de manera que al mostrar las marcas externas de la accin teraputica se corporiza la degradacin interna causada por la enfermedad.

    Se trata de 17 retratos, todos ellos realizados so-bre fondos neutrales (paredes blancas o de cemen-to gris), todos identif icados en el pi de foto con el nombre propio, el tipo de cncer, el domicilio (a f in de delimitar la proximidad con la Subestacin elctrica) y en el caso correspondiente la fecha de defuncin. Se trata de cier tos rasgos que son puestos de manif iesto en la representacin puesto que los identif ica a cada uno como miembros de un grupo determinado.

    Los dos primeros retratos corresponden a Mara Elena Polljobich, fallecida en julio de 2005. Al momento de posar padeca cncer de mama y haba sido trata-da a par tir de la mastectoma de su pecho derecho. En ambas fotos Mara Elena es retratada sobre un fondo blanco, cor tando a sangre a la altura de los ojos y el punto central de la imagen est en el pecho faltante. Junto a estos retratos un breve texto nos introduce en la historia de vida de Mara.

    El segundo caso presentado es el de Alber to, quien

    padeca un tumor cerebral de grado tres y falleci en julio de 2005. Retratado sobre fondo neutro y de per-f il, el cor te a sangre a la altura de la boca, y los ojos cerrados con los prpados apretados, una mano fe-menina que viene desde el ngulo izquierdo superior de la imagen corre el pelo de Alber to para descubrir la cicatriz del lado izquierdo de su frente. Se trata de un retrato donde el rostro queda despojado de su cuer-po, la cabeza queda separada de la corporeidad de Alber to y en el punto inferior izquierdo la cicatriz del tratamiento expone una frente hundida y marcada.

    Las fotos que siguen son dos retratos de espalda, una mujer y un hombre, individuados con el nombre propio en la par te superior, el tipo de cncer y el domicilio. La primera corresponde a Graciela, quien padeci de cncer de mama y de tumores cerebra-les, falleci en julio de 2006, su f igura se separa del fondo blanco, con los brazos junto al cuerpo, la cabe-za levemente girada a izquierda de la imagen, desde donde aparece una mano femenina a correr el cabello y exponer las marcas ocultas. El segundo retrato co-rresponde a Juan, quien sufri cncer de piel y fue operado por un tumor benigno en la costilla. Posando de espalda con los brazos levantados y las manos de-trs de la cabeza. En el punto inferior izquierdo una larga cicatriz an enrojecida, marca la piel y seala el tratamiento.

    El sexto caso corresponde a Margarita, quien pa-dece un carcinoma maligno de piel. Se trata de un retrato del busto hacia arriba, en el cual la modelo posa ante la cmara de frente, mirando hacia el ob-jetivo, con el seo fruncido, con el tronco desnudo y con su mano derecha levanta su cabellera y expone una cicatriz blanca en la frente. Junto a este hallamos la imagen de Pamela, una mujer que no debe superar los 30 aos y fue operada por un tumor mamario ma-ligno en el pecho izquierdo. Mira de frente a la cmara, con su brazo derecho sujeta sus pechos y expone la profunda cicatriz.

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    Los siguientes retratos corresponden a Sonia y a Nen. La primera padece cncer de tiroides y la se-gunda de mama. La imagen de Sonia corresponde a un plano detalle de su cuello con la cicatriz que atra-viesa la par te inferior de su garganta, la foto a sangre cor ta a la altura de la nariz, ocultado sus ojos. Nen, tal como vimos en el primer caso presentado, fue ex-puesta a una mastectoma de su pecho derecho. Posa de frente a la cmara exponiendo su mama faltante y la fuer te cicatriz que marca su pecho.

    El retrato que sigue corresponde al tronco de Silva-na quien padeci un teratoma de ovario. Las manos dentro de la imagen y sobre el vientre enmarcan una fuer te cicatriz en la par te inferior. Junto a ella se nos expone a Gabriel, quien tuvo un tumor de rin y un principio de Leucemia. De per f il, con el brazo derecho extendido hacia atrs, el torso desnudo y mirando f ijo hacia la cmara que lo apunta desde abajo, Gabriel muestra una extensa cicatriz en la cintura. Junto a ste se halla el retrato de Noelia, quien sufri un tumor mamario maligno, posa sentada sobre una escalera, con el tronco desnudo y los brazos en cruz sostenien-do sus pechos.

    Junto al retrato de Noelia encontramos la imagen de Sabrina, una joven que padece leucemia desde los 15 aos y a causa de los daos en los huesos por el tratamiento necesit trasplantes. En la imagen posa casi de per f il, con la cabeza girada hacia la izquierda mirando fuera de la imagen. Su cuerpo ocupa la mitad derecha de la fotografa y en su hombro puede obser-varse una fuer te cicatriz que lo rodea, junto a ella y en la otra mitad de la imagen vemos una radiografa de hombro, en la misma puede observarse una prtesis que ocupa el lugar del hmero.

    La radiografa expuesta junto a Sabrina acta como imagen interior de las consecuencias de la enferme-dad, imagen que puede ser interpretada como objeto de validacin y transparencia del cuerpo. Precisamen-te, los Rayos X fueron presentados en el mbito cien-

    tf ico en el ao 1895 y signif icaron un cambio rotundo en el estudio y la concepcin del cuerpo. Se trataba de un cuerpo que ahora poda ser fotograf iado en su interior, estando vivo. Fueron los anatomistas quienes a par tir del siglo XIV fundan una nueva disciplina que disecciona el cuerpo humano a travs de la autopsia, con ello permitieron una descripcin detallada del cuerpo hacia su interior y en el caso de enfermedad posibilitaron discernir las anomalas de los rganos afectados. Pero esta intervencin se efectuaba sobre el cuerpo yaciente, muer to. Posteriormente el hom-bre fue enfrentado a una imagen interna de su propio cuerpo. El diagnstico mdico por imgenes, donde la tcnica explora el cuerpo vivo, instaur un nuevo ima-ginario sobre el cuerpo, como explica Le Breton:

    de los tratados de anatoma a las radiografas, de la centellografa a la tomografa, de la termografa a la ecografa o a la imagen de RMN, un imaginario de la transparencia abre el cuerpo humano a muchas vi-siones, lo revela, el deseo de saber de la medicina se explaya a un deseo de ver, de atravesar el interior invisible del cuerpo, registrar sus imgenes, no dejar nada a la sombra (es decir, inaccesible para la mira-da), ni agregarle a la realidad nada que provenga de las fantasas o del inconsciente clnico (Le Breton, 2010: 199).

    A par tir de 1960 el desarrollo de nuevas tcnicas au-mentaron las posibilidades de ver el interior del cuerpo (tomografa, ecografa, termografa, resonancia mag-ntica nuclear, etc.) de esta forma, segn Le Breton, la medicina despoj a la imagen de cualquier ms all, de cualquier componente simblico e imaginario. Ce-rutti nos coloca junto a Sabrina esta imagen interna de su hombro izquierdo, creada a par tir de los Rayos X, muestra a travs de ella las marcas de los tratamien-tos sobre su sistema seo y la prtesis en la radiogra-fa nos ilustra lo que falta, nos seala la extirpacin.

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    Por otra par te y como en el caso que hemos obser-vado de Silvana, encontramos el tronco y el abdomen desnudos de Mary, quien tuvo un tumor de ovarios. Sus manos bajan la cintura del pantaln y exponen as una larga cicatriz que la atraviesa desde el om-bligo a la pelvis. Junto a ella se halla el retrato de Vi-centa, quien sufri de cncer de mama. El cuerpo de per f il expone la mama y la axila izquierda, ambas con cicatrices profundas y oscuras.

    Luego, un segundo relato nos introduce en la historia de Carlos, un camionero de 29 aos quien padece de linfoma de Hodgkin y fue sometido a distintos trata-mientos durante seis aos, mientras continuaba con su trabajo en las rutas donde sufra grandes descom-posturas. En su retrato, enmarcado desde el pecho hacia arriba, mira f ijo a cmara con el seo fruncido, y en el centro de su pecho un vendaje blanco oculta la herida de la reciente ciruga en el mediastino.

    Finalmente, las autoras nos relatan la historia de Mir ta, de quien vemos sus manos levantando la par te inferior del vientre y exponiendo una cicatriz horizon-tal en la par te superior de la pelvis y una marca en su pecho derecho. Mir ta padeci cncer de tero y de mama, y relata que en sus consultas al mdico inten-taron determinar cules podan ser las causas de su enfermedad: siendo una mujer joven, sin anteceden-tes familiares, ni determinantes txicos como tabaco, drogas, etc., los especialistas no podan determinar el detonante, hasta que ella coment que viva cerca de una subestacin de energa elctrica y los mdicos lo determinaron como una posible causa.

    Tras este relato las autoras nos presentan un dpti-co de dos fotografas, en la primera, vemos el primer plano de la boca abier ta de una nia (Brenda); una fotografa que enmarca nariz y boca cor tando a la altura de los ojos, la lengua hacia afuera plagada de gorgojos negros vivos, en movimiento y mezclndose con la saliva. Y en la segunda imagen, la fotografa de trozos de pan integral, tambin plagados de insectos

    negros, que al ser descontextualizada del relato de las autoras, nos remitira a una comida echada a perder, a pan que no sera consumido por nadie, a basura. Sin embargo, esta imagen retrata el cultivo de los insec-tos en el pan negro para la ingesta cotidiana de los vecinos de Ezpeleta. Se trata de una prctica alterna-tiva denominada Coleoterapia y consiste en la ingesta de gorgojos denominados Ulomoides desmerroides, insectos que deben ingerirse vivos y a diario, uno el primer da y aumentando uno a diario hasta llegar a 60 y disminuyendo paulatinamente de la misma mane-ra (un total de 4900 insectos en 140 das). Se supone que una vez en el estmago largan una sustancia que refuerza el sistema inmunolgico y que ayuda a curar enfermedades como el cncer (Cerutti/Heguy, Ob. Cit.: 51).

    Sobre esto ltimo, Le Breton plantea que en la ac-tualidad la Medicina como disciplina autnoma y leg-tima se encuentra en crisis. Cuenta de ello es el auge actual de medicinas blandas y terapias alternativas a las que muchos enfermos recurren cuando no en-cuentran una respuesta por par te de los mdicos o cuando los tratamientos y medicamentos suministra-dos por la medicina no dan el resultado esperado o (y principalmente) cuando la contencin humana por par te de los mdicos o los servicios hospitalarios no es la que necesita el paciente.

    Posteriormente, el libro presenta un tercer grupo de imgenes, se trata de vecinos que muestran el re-trato de familiares que murieron a causa del cncer. Son imgenes extradas del lbum familiar, imgenes que marcan una tradicin muy arraigada en occiden-te como imgenes del recuerdo de nuestros seres queridos, como explica Priamo: el recordatorio fue siempre la funcin esencial de cualquier fotografa que termin en un lbum o caja familiar. Recordato-rio de seres y de cosas detenidos en un momento del tiempo, de su tiempo y del tiempo de quien lo guarda (Priamo, Ob. Cit.: 278).

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    Estas imgenes creadas en situaciones cotidianas, para el recuerdo de algn acontecimiento o simple-mente el retrato de alguien para registrar y guardar las apariencias fsicas, pasan ahora del lbum de recuer-dos a la foto de denuncia. Se trata de seis retratos que, como en los casos anteriores estn identif icadas con el nombre propio, con el mal que los aqueja y el domicilio par ticular. En los cuatro primeros vemos a distintas personas mostrando la imagen de su familiar fallecido por cncer, las mismas mantienen un rasgo en comn: las personas retratadas se encuentran fuera de foco y la nitidez de la imagen se centra en el retrato expuesto por las mismas, retratos que ex-ponen a otras vctimas del cncer como las imgenes anteriores, pero que no pudieron posar ante la cmara de Cerutti.

    Finalmente, el sexto y ltimo retrato de este conjunto, nos muestra a una mujer (Fabiana) en el centro de la imagen, hacia el fondo y ntida, junto a ella y en primer plano dos jvenes (Julin y Joaqun), cuyos rostros cor tados a sangre en los bordes laterales se pierden por el desenfoque. Esta vez no se trata de cncer sino de dos mellizos que nacieron con hipoacusia, ilustran-do con ello las consecuencias de las emanaciones en las generaciones futuras.

    En la ltima par te del libro, como coda f inal, encon-tramos un mapa de Ezpeleta con la sealtica que Solis practica desde hace aos. Un mapa marcado con cruces y puntos que se concentran cerca de la Subestacin. Como pudimos ver, en los retratos el cncer es representado como una geografa del cuer-po que avanza y se localiza, de esta manera el mapa de Ezpeleta hace de la sociedad un cuerpo en donde el avance de la enfermedad sigue rutas predecibles que conf luyen en la Subestacin Sobral.

    Junto al mapa antes mencionado hallamos un retra-to de Gladis Solis, quien a lo largo de estos aos se ha transformado en el principal referente de la lucha contra la permanencia de la Estacin en Ezpeleta y

    del reclamo por una Ley que prohba la existencia de Estaciones Elctricas de Alta y Mediana Tensin en zonas pobladas. Se trata de un sistema de registro continuo que funciona organizando y sealando el espacio de este cuerpo social llamado Ezpeleta, en donde los caminos conf luyen en Sobral, a la que al aproximarnos ms se condensa la sealtica.

    Finalmente, encontramos un retrato grupal de los afectados, ahora vestidos, en la calle, rodeados por las inmensas columnas de cemento gris que sostienen el cableado elctrico marcadas por car teles amarillos que dicen: cuidado alta tensin. El libro cierra, cum-pliendo con su objetivo de presentarse como una pu-blicacin que presta testimonio y denuncia la proble-mtica de Ezpeleta, con una car ta para que el lector f irme y enve, reclamando que este caso sea atendido por la justicia y el Gobierno. La ltima foto que apare-ce en el libro, es la imagen de la par te superior de una hilera de columnas, unidas con los cables, en el mar-gen inferior derecho podemos ver un car tel que dice: Sepelios L. Cuellas, con lo cual se metaforiza como al comienzo la idea de las emanaciones energticas como causantes de tantas muer tes.

    Como podemos ver, este grupo humano que posa para la cmara de Cerutti se objetiva a s mismo a tra-vs de la enfermedad, manifestando as el punto que los identif ica y que los diferencia de otros grupos. Las marcas de la enfermedad en el cuerpo se transforman en un rasgo de alteridad que conf igura el proceso de construccin identitaria frente a la cmara. Precisa-mente, Erhard Heidt argumentando que el cuerpo no debe ser pensado como algo natural, sino como una determinacin social y cultural, plantea que: nuestro cuerpo no slo expresa nuestra af iliacin en el mbito de las distintas sociedades o culturas, sino que incluso dentro de nuestra sociedad, el cuerpo humano es un ref lejo de per tenencia del individuo a grupos diferen-tes (Heidt, 2004: 50).

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    Segn Bourdieu, la fotografa se juzga en relacin a la funcin que cumple o puede cumplir y su reco-nocimiento en un determinado gnero o usos social, orienta su interpretacin. Par tiendo de esta af irma-cin podemos observar que los retratos incluidos en esta obra, que como dijimos anteriormente constru-ye su sentido a par tir de la interaccin de palabras e imgenes, no son interpretadas como meros registros de cicatrices, de cuerpos enfermos o marcadas por el tratamiento, al servicio de una disciplina (como po-dran leerse los retratos mdicos que buscan registrar las evoluciones de las enfermedades), el cncer se manif iesta en esta obra como aquello que es extrao al cuerpo, aquello que ha sido extirpado llevndose una par te y dejando marcas en la piel. Las imgenes de estos cuerpos mutilados no quedan en la mostra-cin (como sera el caso quizs de su uso a un nivel educativo, de formacin en un campo disciplinar es-pecf ico), sino que su presentacin en este espacio discursivo las hace pasar no tanto a la documentacin de algo, sino a la denuncia y al testimonio de determi-nadas realidades sociales.

    Es el cuerpo del otro en la imagen el que me interpe-la como cuerpo especie, cuerpo lindante con la muer-te al que rechazo a travs de la imagen por mi propia experiencia de lo corpreo. Estas imgenes ms all de presentarse ante nosotros como prueba de exis-tencia del referente apuntan a un reconocimiento del otro como igual, nos interrogan desde la propia condi-cin humana de la vida y la muer te.

    Histricamente, la medicina ha basado su objeti-vidad en una despersonalizacin de la enfermedad, as la persona que padece de algn mal es reducida a este y lo que se cura es el rgano o la par te del cuer-po afectada. Esto se corresponde a una idea general del cuerpo que ha ido forjndose en Occidente desde f ines del Medioevo, momento en el que la concepcin del cuerpo se fue modif icando hacia un saber espe-cializado que lo convier te en objeto de observacin y

    experimentacin a par tir de las primeras disecciones anatmicas. Se trata de una visin del cuerpo basada en el saber biomdico (la anatoma y la f isiologa) que plantea una diferenciacin del hombre de su cuerpo, como explica Le Breton: el saber anatmico y f isiol-gico en el que se basa la medicina consagra la auto-noma del cuerpo y la indiferencia hacia el sujeto que encarna. Hace del hombre un propietario de un cuer-po que sigue designios biolgicos propios (Le Breton, 2010: 178).

    Los mdicos plantean a la enfermedad como una intrusa del cuerpo, se basan en una antropologa re-sidual, af irma Le Breton, puesto que no se trata de un saber sobre el hombre sino un saber anatmico y f isiolgico. De esta manera: la medicina, en la bs-queda de la mejor objetivacin, plantea la separacin entre el sujeto y el objeto de conocimiento, se separa el enfermo y la enfermedad para que esta sea la base del saber (Ibdem: 184).

    Es a mediados del siglo XX, explica Sontag, cuando las enfermedades comenzaron a verse como invaso-ras del organismo y que las metforas militares empe-zaron a utilizarse para representar la lucha contra los posibles males que acechan al cuerpo. En este sen-tido la autora af irma: la enfermedad es vista como una invasin de organismos extraos, ante la que el cuerpo responde con sus propias operaciones milita-res, como la movilizacin de las inmuno-lgica (Sontag, 2003: 47). Esta misma idea se plantea a nivel de la sanidad pblica donde la enfermedad es representada como invasora de la sociedad y los me-canismos por reducir la mor talidad son referidos con los trminos de lucha, pelea, guerra. La enfermedad, bajo estas metforas, es simbolizada como ese Otro indeseable dentro del cuerpo social.

    En nuestra sociedad contempornea, nos advier te Sontag, el cncer es considerado como una revulsin, como una degradacin del yo. El cncer en estos tr-minos es experimentado como una traicin del propio

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    cuerpo, donde las clulas proliferan, el cncer avanza sobre el cuerpo y su diagnstico se determina en gra-dos a par tir de lo avanzado que est. El cncer es representado en trminos de espacialidad, pues: el cncer avanza por el cuerpo, viaja o migra segn rutas predecibles. El cncer es en primer trmino una enfer-medad de la geografa del cuerpo (Ibdem: 52).

    Los retratos producidos por Cerutti y narrados por Heguy informan, pero a su vez apuntan a la sensibili-dad y al sentimiento de empata con el otro. Se trata de un otro sufriente, lindante con la muer te que no es protegido en su agona, ni se oculta, sino que se expo-ne, muestra ese dolor y su cuerpo atacado desde su interior por una enfermedad que avanza impercepti-blemente y se va reproduciendo.

    En conjunto, estos retratos individuales producen un retrato colectivo del grupo social y lo representan como un gran cuerpo cuya anatoma es comparada con una geografa, situada y marcada por el enemigo comn: la Estacin Sobral y su tendido elctrico, cu-yas emanaciones van marcando el cuerpo, individual y colectivo.

    A travs de su ensayo Cerutti y Heguy devuelven la unidad cuerpo-hombre, le restituyen a las personas la unidad identitaria con su cuerpo, con su historia, su contexto social, temores, deseos, etc. En otras pala-bras, le devuelven a la imagen del enfermo su compo-nente simblico, componente que la medicina y otros campos del saber han buscado borrar por completo para dar a la imagen un mayor grado de objetividad.

    En la actualidad, las posibilidades de intervencin tcnica sobre el cuerpo son cada vez mayores, se abre de esta manera la posibilidad de prolongar su existencia, como as tambin la de modif icarlo, trans-formarlo y hacerlo pasar por una experiencia esttica. Sin duda, la experiencia esttica del cuerpo dista ra-dicalmente de la experiencia de enfermedad a la que nos enfrentan estas imgenes, todo el capital simbli-co del cuerpo estticamente per fecto que circula hoy

    en los medios de comunicacin se pone en tensin ante imgenes que nos colocan frente a la vejez, la enfermedad y la anomala.

    Las imgenes de Cerutti ponen en crisis la lgica mo-derna de la supervivencia y el bienestar administrado y garantizados por el Estado Moderno y la promesa del cuerpo bello, cuya vida y bienestar prolongado estn garantizados por los avances de la tcnica, asu-miendo como objeto de mostracin y representacin al cuerpo anmalo, intervenido, que reta y se aleja del cuerpo productivo, til, normalizado de la esfera contempornea.

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    iDentiFicacin Del autor:Leticia RigatArgentinaMaster en Estudios Culturales, Centro de Estudios Interdisci-plinarios de la Universidad Nacional de Rosario. Licenciada en Comunicacin Social, Facultad de Ciencia Poltica y Re-laciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario. Docente de Lenguajes I de la Licenciatura en Comunicacin Social, Universidad Nacional de Rosario. Becaria Doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Cientf icas y Tc-nicas. Af iliacin Institucional: Instituto de Investigaciones, Facultad de Ciencia Poltica y Relaciones Internacionales. Universidad Nacional de Rosario.rea de espacialidad: Fotografa anlisis de la imagen.e-mail: [email protected]

    reGiStro biblioGrFico:RIGAT, Leticia. Cuerpos Marcados. La imagen como docu-mento, testimonio y crtica social en La Trama de la Comuni-cacin, Volumen 19, Anuario del Depar tamento de Ciencias de la Comunicacin. Facultad de Ciencia Poltica y Relacio-nes Internacionales, Universidad Nacional de Rosario. Ro-sario, Argentina. UNR Editora, enero a diciembre de 2015, p. 151-162. ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634.

    Fecha De recepcin: 31/07/2013Fecha De aceptacin: 06/11/2013

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